Soetnibilidad Cuaderno Paisajemediterraneo

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    ISBN-13: 978-84-89913-81-3

  • El paisaje mediterrneo Opciones de multifuncionalidad

    Cuadernos de

    Sostenibilidad yPatrimonio Natural

    11 / 2007

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  • La Fundacin Santander Central Hispano no se hace responsable de las opiniones vertidas por los autores de estos artculos.

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    2007. Fundacin Santander Central Hispano.Todos los derechos reservados.

    Depsito Legal: M-20202-2007

    ISBN: 978-84-89913-81-3

    Impreso en Espaa / Printed in Spain

    Diseo editorial: Investigacin Grfica, S.A. / Alberto Corazn

    Imprime: Leader Printing, S.L.

    Este libro est impreso con papeles reciclados y ecolgicos, altamente sostenibles;cubierta en papel estucado mate Ikonorex Silk;pginas interiores en papel Cyclus Offset reciclado.

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  • El paisaje mediterrneo, soporte y modelador a la vez de gran parte de nuestra cultura y modo de ser, es hoy un bien sobre el quese ciernen serias amenazas. Nuestro patrimonio no slo natural, sino tambin econmico, social y cultural, tiene en este paisaje muchahistoria y mucho esfuerzo invertido; conservar e incluso acrecentar esta variada riqueza es un imperativo necesario, sin olvidar lasposibilidades econmicas que reporta en cada momento.

    La dinmica econmica de las ltimas dcadas ha supuesto para esta forma de paisaje unos fuertes impactos, que muchas veces rebasan la capacidad de resistencia del territorio. La evolucin cultural, en gran parte influida por la economa, ha aflorado nuevasformas de habitar los espacios, con desapego hacia los mismos.

    El resultado de esta situacin ha sido una insensibilizacin de buena parte de la sociedad hacia lo que es el paisaje y lo que ste supone incluso para su propia supervivencia. No slo es urgente conservar el paisaje mediterrneo en sus dimensiones fsicas y biolgicas, sino tambin concienciar a la sociedad de la necesidad de dicha conservacin, preservando igualmente los valiosos legados culturales que el entorno mediterrneo ha ido acumulando a lo largo del tiempo. Si esto se consigue, es decir, si lasociedad en su conjunto valora certeramente el paisaje mediterrneo, su conservacin ser mucho ms eficaz, duradera y fcil de abordar por los distintos niveles de poderes pblicos. Esta sensibilizacin social es, probablemente, la mejor defensa de nuestrospaisajes.

    Para tratar de todo esto, y de otros importantes aspectos del paisaje mediterrneo, surgi la idea de realizar una jornada especficaque contara con prestigiosos expertos en las mltiples materias que ataen a estas cuestiones de nuestro entorno. Idea en comnentre la Consellera de Territori i Habitatge de la Generalitat Valenciana y la Fundacin Santander Central Hispano, que fue mate-rializada con la celebracin de dicha jornada en Valencia.

    En las pginas de este Cuaderno se recogen las ponencias de los distintos participantes, as como las conclusiones derivadas de ellasy de los debates que las siguieron con activa participacin de los asistentes. A todos ellos, ponentes y asistentes, les agradecemos susaportaciones e inters.

    Asimismo, nuestro especial agradecimiento al investigador Jos Luis Rubio, tanto en el proyecto inicial de dar forma y llevar a caboesta jornada, como en su brillante papel de moderador y relator de la misma, coordinando tambin sus contenidos.

    Finalmente, queremos dejar constancia de nuestro reconocimiento a la citada Consellera de Territori i Habitatge. Haber colaboradocon ella ha sido para nuestra Fundacin una muy grata experiencia.

    Fundacin Santander Central Hispano

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  • Apertura de la jornadaJavier AguadoFundacin Santander Central Hispano ................................................................................................................................................................. 6Rafael Blasco Consejero de Sanidad, Comunidad Valenciana ..................................................................................................................................................... 8

    El suelo, en la raz del paisajeJos Luis RubioSociedad Europea para la Conservacin de Suelos. CSIC-CIDE ........................................................................................................................ 11

    Los paisajes europeos en una cultura tecnolgicaFrancisco Garca NovoUniversidad de Sevilla ............................................................................................................................................................................................. 22

    El paisaje como dieta intelectualJoaqun AraujoEscritor y naturalista ............................................................................................................................................................................................... 40

    Las condiciones naturales, rasgos actuales del paisaje mediterrneo Agricultura y transformacin del paisaje. 7.500 aos de historiaBernat MartServicio de Investigacin Prehistrica de Valencia ................................................................................................................................................ 45

    El paisaje de la montaa mediterrnea. Cambios por el abandono de tierrasTeodoro LasantaInstituto Pirenaico de EcologaCSIC ...................................................................................................................................................................... 58

    Pautas de transformacin del paisaje tradicional mediterrneoJuan Antonio PascualCentro de Investigaciones sobre Desertificacin-CIDE. CSIC-Universitat de Valncia-GV ................................................................................ 70

    Los aterrazamientos mediterrneos. Paradigma ambiental-agro-culturalSabina Asins Centro de Investigaciones sobre Desertificacin-CIDE. CSIC-Universitat de Valncia-GV ................................................................................ 81

    Paisaje y ordenacin territorial en mbitos mediterrneosFlorencio ZoidoUniversidad de Sevilla ............................................................................................................................................................................................. 92

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  • Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural N 5

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    Conservacin del paisaje mediterrneo. Contexto actual y perspectivasFrancisco Daz PinedaUniversidad Complutense de Madrid .................................................................................................................................................................. 101

    Un paisaje multifuncionalIniciativas en la Comunidad Valenciana. Ley del Territorio y Proteccin del PaisajeSonia Gmez-PardoConselleria de Territori i Habitatge, Generalitat Valenciana .............................................................................................................................. 113

    Monte mediterrneo y paisajeSantiago MarracoDoctor-Ingeniero de Montes ................................................................................................................................................................................. 121

    Diversidad paisajstica y vegetacional en el MediterrneoManuel CostaUniversidad de Valencia ......................................................................................................................................................................................... 129

    Interaccin entre el hbitat humano y el paisajeAlfonso NavarroArquitecto, urbanista y paisajista .......................................................................................................................................................................... 138

    Las cinco arquitecturas sosteniblesLuis de GarridoAsociacin Nacional para la Arquitectura Sostenible ....................................................................................................................................... 143

    El futuro del paisaje mediterrneoRamn TamamesUniversidad Autnoma de Madrid ....................................................................................................................................................................... 151

    ConclusionesJos Luis RubioSociedad Europea para la Conservacin de Suelos. CSIC-CIDE ...................................................................................................................... 157

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  • APERTURA DE LA JORNADA

    Javier AguadoDirector GerenteFundacin Santander Central Hispano

    Desde hace ya varios aos, la Fundacin Santander Central Hispano est dedicando una parte importante de su actividad a divulgarla idea de sostenibilidad entre la sociedad civil, as como a colaborar en la conservacin de nuestro patrimonio natural.

    Nuestro objetivo es ayudar a que la actividad humana sea cada vez ms respetuosa con su entorno natural, armonizando las distin-tas facetas del desarrollo lo econmico, lo social y lo ambiental para que ste sea sostenible; es decir, para que perdure en el tiempo el bienestar y dejemos a las generaciones futuras el mejor legado posible, para que ellas, a su vez, puedan satisfacer sus propias necesidades.

    En estas premisas basamos nuestra actuacin y, por eso, cuando surgi la idea de celebrar una jornada sobre el paisaje mediterrneo,de inmediato nos pareci que era una buena forma de hacer tangible nuestros objetivos. En efecto, en el paisaje, en su formacin yevolucin, queda indeleblemente reflejada la forma en que las distintas generaciones humanas se relacionan con ellas mismas y conel entorno natural que las cobija y da soporte.

    El paisaje es la conjuncin del quehacer humano y la evolucin de la naturaleza, y expone, como quiz ningn otro elemento de lavida, la forma en que los hombres viven y dejan vivir a lo dems. La interaccin hombre-naturaleza puede hacerse, como todo, coninteligencia o sin ella; con generosidad o con egosmo; con afn de colaboracin o con espritu de dominio. Depende de qu partesde estas diversas posibilidades tomemos, para que el resultado sea uno u otro.

    Mientras que la presin demogrfica humana sobre la biosfera era inferior a la capacidad de carga de sta, los problemas que surgan eran, en todo caso, puntuales y limitados. Sin embargo, al aumentar dicha presin y sobrepasarse en muchas ocasiones lacapacidad de resiliencia de la naturaleza, los problemas empezaron a ser estructurales y a condicionar de forma creciente el devenirdel hombre y del planeta.

    Ante esta situacin, todo esfuerzo de divulgacin de la conveniencia de conservar y proteger el territorio, toda actuacin encamina-da a usar el entorno de forma sostenible, es la mejor manera de trabajar para tener un buen presente y posibilitar un futuro viable.

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  • Por lo tanto, la celebracin de esta jornada sobre el paisaje mediterrneo y las oportunidades que debemos darle para que siga sien-do un hbitat privilegiado para los hombres, es una buena ocasin para reflexionar sobre lo que es ahora y lo que deber ser en elfuturo.

    Como vern ustedes en el programa, hemos reunido a numerosos y muy expertos profesionales, que desde distintos ngulos de larealidad del paisaje nos harn pensar sobre sus potencialidades. El paisaje es mltiple en su estructura y caractersticas, y mltiplesson sus posibilidades; saber conservarlas y mejorarlas es un imperativo, no slo material sino tambin moral y esttico.

    Y como el paisaje es la expresin del territorio, nadie mejor que la administracin pblica para encabezar la reivindicacin y cuida-do del mismo. De esta forma, la celebracin de esta jornada, organizada en colaboracin con la Consellera de Territorio y Viviendade la Generalitat Valenciana, quiere dar testimonio de que trabajando juntos lo pblico y la privado se obtienen grandes resultados.Por nuestra parte, es muy grato haber podido contar con ello y compartir esta inauguracin con el Consejero, seor Blasco.

    Finalmente, y tras agradecer la presencia de todos ustedes aqu hoy, quiero tambin expresar el reconocimiento de la Fundacin atodos los ponentes por su participacin, as como a Jos Luis Rubio, sin cuya aportacin e ilusin la jornada no hubiera alcanzadoeste gran nivel cientfico.

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  • La configuracin del paisaje como elemento de singularidad territorial ha devenido en manifestacin insoslayable de la cultura de los pueblos. Su estado actual no es sino el resultado siempre dinmico de las relaciones entabladas entre el hombre, el clima, lavegetacin y todas aquellas actividades que, fruto de los cambios sociales, econmicos y polticos, han tenido una afectacin sobreste. Por ello, hay que establecer una primera premisa bsica para poder entender el paisaje como elemento dinmico y no como unelemento resuelto y resueltamente acabado.

    Con esta premisa previa, cabe caracterizar el paisaje como uno de los elementos culturales dinmicos que, como elemento personalizador, destacan en la configuracin de un territorio. Su presencia, sin embargo, configura escalas diferentes segn sucaracterizacin hasta el punto que hablamos del paisaje mediterrneo, paisaje de interior, paisaje urbano, paisaje de costa o paisaje de Navidad sin que con ello establezcamos una gradacin ni en el espacio ni en el tiempo, an cuando s que lo podemosacotar.

    Existen condicionantes proclives a inclinar la visin hacia las generalidades paisajsticas, pero su plasmacin sobre el territoriono siempre es coincidente con unos lmites concretos. Pondr dos ejemplos antagnicos a primera vista. El primero, un paisajecuya formacin y sus condicionantes son del orden vegetal. El paisaje mediterrneo desde tiempos homricos tiene en la vid, elolivo y la costa tres elementos consustanciales, casi diramos que insoslayables, en su configuracin, pero pocos discutiran en laactualidad que este mismo paisaje que podemos encontrar en el lmite entre Espaa y Portugal, en la sinuosa lnea fluvial traza-da por el Duero, no responde a la denominacin de paisaje mediterrneo. O que, con la sustitucin de la vid y el olivo por las hortalizas primero y por el naranjo despus, haya desvirtuado lo que denominamos paisaje mediterrneo.

    Otro paisaje intensamente cambiante desde principios del siglo XX ha sido el paisaje urbano a partir de la incorporacin de la publi-cidad a sus fachadas, a sus terrazas y a su imagen a ras de suelo. Un ciudadano cualquiera, en una calle cualquiera de una gran ciudadeuropea, encuentra ms informacin a la altura de sus ojos (escaparates, seales de trfico, mobiliario urbano publicitario...) que laque podra llegarle durante toda su vida a este mismo ciudadano durante la Edad Media en la misma ciudad. El cartel primero, o la luz de nen y las ltimas novedades de luz y nuevas tecnologas despus, han configurado paisajes diferentes sin dejar de configu-rar el paisaje urbano.

    APERTURA DE LA JORNADA

    Rafael BlascoConsejero de SanidadComunidad Valenciana

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  • Estos dos ejemplos nos sirven para ilustrar el carcter dinmico de lo que entendemos por paisaje y su evolucin. Las profundasmodificaciones acaecidas en uno y en otro caso, no han sido suficientes para describir un cambio en su concepto original, como espaisaje mediterrneo en el primero de los casos, o paisaje urbano en el segundo.

    De inmediato nos asalta la primera pregunta. Cmo puede mantenerse el concepto cuando los cambios han sido tan profundos?Por lo que ms que buscar respuestas habr que ensayarlas, pues como en cualquier actividad donde la intervencin humana es deci-siva y en estos dos casos lo es los cambios tienen ms de palimpsesto que de modificacin concreta. Se van produciendo en eltiempo y su sustitucin no alcanza la radicalidad por su dilatacin en largos periodos.

    Hasta ahora, poco ms que la retina humana enganchada al recuerdo y la fotografa como elemento objetivador daban cuenta del pai-saje. En la actualidad las tecnologas, va satlite o el acopio y la superposicin de imgenes, permiten apreciar los cambios de paisaje congran nitidez, lo cual, entre otras cosas, ha puesto sobre el tapete una concepcin del paisaje como algo ntimo, ligado al entorno vital delciudadano, cuyo aprecio en muchos casos establece su relacin con el punto de arranque, en un apunte proustiano de su evolucin.

    En este constante dinamismo del paisaje hacia su conformacin surgen posiciones diversificadas, en algunos casos discrepantes y enla mayora de ocasiones focalizadas en dos tendencias. Una opcin nostlgica, en la que el recuerdo predomina sobre el resto de con-dicionantes del paisaje y cuyo principal punto de apoyo sera el conservadurismo, sin otra opcin que el mantenimiento del statu quoque ha acompaado la imagen paisajstica desde un momento determinado de nuestra historia personal. En el otro extremo, se sitala que podramos calificar como la opcin laiser faire-laiser passer. Es decir, dejar el paisaje a su libre albedro, manipulado ms que porla configuracin social, por un grupo social. En paralelo con lo anteriormente descrito respecto al paisaje urbano o el paisaje medi-terrneo, seran muchos los ejemplos que podramos encontrar de este doble posicionamiento. Sin embargo, el paisaje como disci-plina de estudio y, sobre todo, como parte integrante de las polticas pblicas territoriales, urbansticas y medioambientales, ha pro-ducido en menos de dos dcadas una ingente bibliografa en forma, en unos casos, de estudios analticos, en otros, de normativaprotectora o de lneas bsicas para la elaboracin de estrategias protectoras o de generacin de paisajes humanizados.

    Sera un atrevimiento por nuestra parte adentrarnos por la va fcil de considerar el paisaje como un elemento de condicionantesmayores o menores segn el territorio en el que se encuentre. O calificar su agradabilidad perceptora en funcin de parmetros mso menos subjetivos, como pueden ser bonito-feo, hmedo-seco, agradable-desagradable o incluso histrico-actual.

    La concepcin de paisaje est estrechamente relacionada con la percepcin que cada uno en el mbito individual tiene de su propioentorno, o de aquello que va conociendo a lo largo de su vida, y, por otro lado, forma parte de la imagen que como sociedad confi-gura una sociedad en su conjunto.

    Llegados a este punto, la concienciacin social y la legislacin se convierten en armas decisivas para poder entablar un dilogo entreel pasado y el futuro. Entre las generaciones que aportaron al territorio sus modelos de vida y desarrollo, y las generaciones queesperan ver plasmado en el territorio nuestro legado. En esta posicin de soldadura entre pasado y futuro es donde he consideradoque las administraciones pblicas deban ejercer un papel decisivo de regulacin de modelos.

    La Generalitat Valenciana hace tiempo que plante, entre sus propuestas de ordenacin del territorio, la proteccin del paisaje, porlo que la Ley de Ordenacin del Territorio y Proteccin del Paisaje ha sido uno de los grandes logros polticos de una accin de

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  • gobierno que ha entendido el paisaje como un valor cultural, econmico y social para cuya preservacin se haca imprescindible suregulacin, con el fin de evitar por un lado su degradacin y por el otro un ataque directo a lo que forma parte de nuestra manerade ser y vivir, an cuando muchas de las actividades que dieron origen a un paisaje concreto hayan perdido su vigencia.

    Esta ley ha representado un cambio radical en las polticas de proteccin del paisaje para la Comunidad Valenciana. Impulsar y apro-bar su plasmacin legislativa mientras estuve al frente de la Conselleria de Territorio y Vivienda, ha supuesto uno de los importanteslogros para la Comunidad Valenciana, ya que adems de garantizar la proteccin total de ms de un treinta por ciento del territoriovalenciano, ofrece garantas de preservacin para importantes entornos urbanos y naturales hasta ahora reconocidos como propiospor pequeas sociedades (municipales, centros excursionistas, creencias religiosas...) y que a partir de ahora podrn gozar de mode-los objetivos y legales para su preservacin.

    La actual Comunidad Valenciana dispone por tanto de una herramienta bsica para mantener viva la historia paisajstica actual de cen-tros histricos, espacios naturales o antropizados cuyo disfrute actual y su legado para las generaciones futuras ofrezca peculiarida-des genricas o particulares para sentirnos parte de un mismo espacio, minsculo o inmenso, de territorio.

    APERTURA DE LA JORNADA

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  • Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural N 11

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    El paisaje mediterrneo constituye una de las manifestacionesms bellas de la interaccin entre el clima, la configuracinterrestre, la cobertura vegetal y el legado histrico-cultural delhombre. La larga tradicin de uso de este entorno privilegiadose manifiesta hoy da en un variado mosaico de facetas, en lasque se superponen actividades tradicionales de uso de la tie-rra junto a modernas tendencias socio-econmicas y tambinimportantes amenazas y riesgos ambientales.

    Este es el contexto de esta nueva publicacin de la serieCuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural de la Fundacin Santander Central Hispano, fruto de la jornadaEl paisaje mediterrneo. Opciones de multifuncionalidad, que tuvo lugar en Valencia el 20 de abril de 2006, organizada conjuntamente por la Conselleria de Territorio y Vivienda de laGeneralitat Valenciana y la propia Fundacin.

    Tradicionalmente el estudio de la configuracin del entornonatural y antrpico se ha abordado desde perspectivas compar-timentadas en funcin del objetivo particular de las distintasdisciplinas cientficas. Slo muy recientemente, aunque conilustres antecedentes histricos, ha ido desarrollndose y consolidndose la ciencia del paisaje como una aproximacinintegradora de los muchos aspectos que se manifiestan en elentorno que nos rodea, y que aporta ricos matices y anlisissobre la realidad paisajista.

    El paisaje es esencialmente un concepto multidisciplinar. Novoy a entrar en una discusin pormenorizada de su defini-cin, que ha sido objeto de preocupacin constante denumerosos estudiosos, escuelas e instituciones a lo largo deltiempo, pero s vale la pena resaltar los tres componentesesenciales del paisaje: el medio biofsico, el histrico-socioe-conmico y el psicolgico o mental. La ambiciosa y pionerainiciativa que abord Alexander von Humbolt tuvo el objeti-vo final de integrar, sintetizar y armonizar estos tres compo-nentes bsicos1.

    En este contexto conceptual, inicialmente y desde una visinprofunda e interiorista, ya Platn, y muy posteriormente auto-res como por ejemplo Azorn, indicaban que el paisaje somosnosotros. Esta percepcin resalta la componente fundamen-tal, subjetiva y mental, de la relacin del ser humano con suentorno natural que percibe como paisaje.

    En los diccionarios encontramos definiciones sintticas deltipo: paisaje es la extensin de terreno que se ve desde unsitio. Lo cual, como aproximacin eclctica, fcil de aceptarpor su enfoque bsico, parece acertado. Un poco ms desa-rrollada es la definicin que propone el Consejo de Europa:paisaje es cualquier parte del territorio, tal como es percibi-

    El suelo, en la raz del paisaje

    Jos Luis RubioPresidente de la Sociedad Europea para la Conservacin de SuelosInvestigador del CSIC-CIDE

    1. Humbolt, 1876, 2003.

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  • da por la poblacin, cuyo carcter resulta de la interaccin defactores naturales y humanos.

    Este aspecto de interfase, y yo aadira de compleja interfase,fue el enfoque de las ponencias y discusiones de la jornada yes tambin la orientacin de los distintos captulos de estapublicacin, en la que se incluyen planteamientos muy variadosen cuanto al paisaje y desarrollos a partir del punto de vista denumerosas disciplinas.

    Los cambios socio-econmicos y culturales, la crisis de la agricultura tradicional, el impacto de los incendios foresta-les y el riesgo de desertificacin2, la desmesurada presinurbanstica, la tendencia de cambio climtico y aridificacin,los desequilibrios demogrficos con abandono del interior y concentracin en las zonas litorales, las nuevas pautas de asentamientos y comunicaciones, el desarrollo turstico yde ocio, etc., convierten el paisaje mediterrneo en un escenario cambiante y dinmico que, sin embargo, mantieneun trasfondo biofsico permanente y unos rasgos pecu-liares heredados de un rico y secular patrimonio cultural ehistrico.

    Las implicaciones humanas del paisaje, a nivel de percepcin,usos y riesgos, se basan e interaccionan con un determinadomarco climtico, litolgico y edfico. Este marco es el temade este captulo, sobre todo en cuanto a las interaccionessuelo-paisaje.

    El suelo. Factores formadores y procesosLa nocin de suelo tiene acepciones que van desde la percep-cin intuitiva y popular de algo tan cotidiano y prximo quecasi pasa desapercibido, a complejas y variadas aproximacionesconceptuales que han ido desarrollndose en el marco de laCiencia del Suelo.

    Sin duda es un elemento complejo en el que interaccionancomponentes minerales, componentes biolgicos, agua y aire.Constituye la interfase entre la geosfera, hidrosfera y atmsfe-ra y, siguiendo a Theilard de Chardin, podamos aadir tambinla noosfera.

    Recientemente la Unin Europea en su Estrategia Temtica del Suelo adopt la definicin propuesta por la norma ISO11074-1: El suelo puede definirse como la capa superior dela corteza terrestre, formado por partculas minerales, mate-ria orgnica, agua, aire y organismos vivos3 En sentido amplio,el suelo constituye la piel viva de la tierra4 y, debido a su com-ponente biolgico, es muy sensible a variaciones climticas y ala oscilacin de las disponibilidades hdricas, factores de parti-cular incidencia en medios mediterrneos.

    Los elementos esenciales que intervienen en la gnesis delsuelo fueron establecidos por Jenny5, sintetizando las ideas ini-ciales de los precursores de la ciencia del suelo. Los factoresformadores los agrupo en la frmula: S= f (c, l, r, o, t) SiendoS el suelo, c el clima, l la litologa o material origina-rio, r el relieve o geomorfologa, o los organismos vivos y t el tiempo.

    En los aspectos de interaccin del suelo con el paisaje, la lito-loga, geomorfologa-relieve y el clima constituyen factoresesenciales, sobre los que a su vez interaccionan el resto de fac-tores, tales como los organismos vivos, el hombre a partirdel uso del suelo e impactos y el tiempo. Se trata pues de unsistema dinmico en continua interaccin y evolucin con losfactores naturales en los que se enmarca y con los que even-tualmente puede llegar a situaciones de equilibrio o clmax.Erhard6 introdujo los conceptos de biostasia y resistasia comosituaciones opuestas de equilibrio y estabilidad (bioestasia) y,por otra parte, de recuperacin y tendencia de vuelta al equi-

    EL SUELO, EN LA RAZ DEL PAISAJE

    2. Rubio y Recatal, 2006.

    3. ISO, 1996.

    4. Rubio, 2006.

    5. Jenny, 1941.

    6. Erhard, 1967.

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  • librio funcional perdido como consecuencia de algn impactoo presin de tipo antrpico o natural (resistasia). La capacidadde recuperacin del sistema edfico ante distintos procesos dedegradacin se denomina resiliencia.

    En el modelado del paisaje intervienen de manera destacada lageomorfologa y los procesos de morfognesis, que a su vezcondicionan la edafognesis y la diversificacin edfica. A nivelregional, la base de la distribucin de los distintos tipos desuelo y de muchas de sus caractersticas morfolgicas y estruc-turales, se relaciona estrechamente con la geomorfologa. Las fuerzas geodinmicas de la superficie terrestre, sobre todola erosin-sedimentacin y la meteorizacin, actan sobre losmateriales originarios dando lugar a procesos de desagrega-cin, transporte y alteracin que son la base de la edafogne-sis. A escala temporal, los perodos de biostasia y resis-tasia interaccionan con la continua evolucin del suelo, que en condiciones normales siempre tienden a una situacin de equi-librio ambiental o clmax.

    El abrupto y variado relieve mediterrneo proporciona unextenssimo muestrario de formas estructurales y de modela-dos7. En la articulacin a escala de diferenciacin edfica enunidades de paisaje, son las formas de modelado las que nosinteresan. En ellas podemos encontrarnos una enorme varie-dad morfolgica, en la que inciden la naturaleza y grado deconsolidacin de los materiales (p. ej. calizas, dolomas, arenis-cas, margas, yesos), las formas tectnicas, los agentes delmodelado (fluvial, torrencial, glaciar) y los procesos de morfo-gnesis (crstico, grantico, antrpico).

    La evolucin de un material originario litolgico hacia sutransformacin edfica se caracteriza por una serie de trans-formaciones fsicas y qumicas (meteorizacin) que afectan ala roca y a sus minerales, y se producen a travs de los agen-tes atmosfricos y de la circulacin del agua. Estos procesosson mltiples y variados y no podemos pasar a su descripcinpormenorizada, que puede encontrarse en manuales de eda-

    fologa8. A grandes rasgos, se agrupan en dos apartados: fsi-cos y qumicos.

    Los procesos de alteracin fsica (bsicamente mecnicos)provocan el desmantelamiento y progresiva trituracin de laroca que, a su vez, al aumentar las superficies de exposicin,favorecen la actuacin de los procesos qumicos. Sus efectosson muy visibles en climas extremados: por ejemplo, en zonasmuy fras por accin del hielo y en zonas desrticas por cambios bruscos de temperaturas, que en algunos casos mues-tran rasgos paisajsticos peculiares que incluyen espectaculares fracturas y agrietamientos rocosos, o llamativos mantos dederrubios de fragmentos rocosos.

    Los procesos fsicos a su vez se dividen en funcin de las fuerzas, internas o externas, actuantes. Entre los primeros, oendogenticos, destacan los producidos por efectos de descarga que originan aumentos de volumen diferenciales yconsiguientes zonas de fracturas, y los producidos por expan-siones y contracciones diferenciales de los distintos mineralesde las roca (distintos coeficientes de dilatacin), provocadospor cambios de temperatura (termoclastia).

    En los procesos exogenticos, el agente o fuerza actuante esexterno al material litolgico. Los ms importantes estn rela-cionados con la presencia de agua que puede crear tensionesdiferenciales en el interior y exterior de la roca debilitando sucohesin. El hielo, a partir del agua intersticial, puede actuar ensuperficie (descamaciones) o en profundidad, agrietando yfracturando activamente el material litolgico.

    Tambin son de destacar los efectos de saturacin de arcillasexpandibles y otros minerales que aumentan su volumen alabsorber agua, y tambin los efectos de hidratacin y cristali-zacin de compuestos salinos que crean tensiones diferencia-les en el seno del material litolgico. Como hemos indicado,estos procesos pueden ser muy visibles en zonas fras de mon-taa, en las que pueden observarse espectaculares mantos

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    7. Martnez de Pison et al., 1986. 8. Porta et al., 1998.

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  • de derrubios o canchales debidos a la accin de fragmentacindel hielo.

    Son tambin procesos exogenticos los producidos por laenorme fuerza mecnica de las races en crecimiento, queconstituyen un importante agente de fragmentacin y almismo tiempo facilitan la exposicin de mayor superficie dereaccin qumica en el interior de la roca.

    Los procesos de alteracin qumicos estn inducidos funda-mentalmente por la accin del agua, que adems puede incre-mentar sus efectos a medida que aumenta la temperatura y sista incorpora tambin cidos en disolucin. Los procesos msimportantes son: disolucin o solubilidad directa (por ejemplo,en relacin con materiales carbonatados y desarrollo de paisa-jes crsticos), alteracin por oxidacin-reduccin (muy impor-tante y visible en el caso del hierro), alteracin por hidratacin(muy frecuente en rocas sedimentarias salinas, por ejemplo lasque contienen yeso) y alteracin por hidrlisis (importante enla formacin de arcillas, como, por ejemplo, a partir de hidrli-sis de feldespatos).

    Los procesos anteriores, tanto fsicos como qumicos, van paulatinamente desmantelando y transformando el materialoriginario, que ir (en algunos casos con ayuda del transporte)fragmentndose en elementos cada vez mas pequeos, llegan-do a constituir fragmentos rocosos, cantos, pedregones, pie-dras, gravas, arenas, limos y arcillas. Los depsitos de estosmateriales heterogneos continan evolucionando in situ y enellos se irn produciendo transformaciones que darn lugar alcomplejo de alteracin del suelo, constituido por materialcoloidal (menos de 2 micras de dimetro), que al incorporarcompuestos orgnicos (humus) formar el complejo de inter-cambio inico. Este complejo arcilla-humus se constituye comoun elemento diferenciador del suelo y como factor crucial ennumerosas propiedades y funciones del suelo.

    La diferenciacin en profundidad del perfil del suelo, en distin-tos horizontes o capas horizontales y la diferenciacin en distintos tipos de suelo, se produce a travs de diversos pro-

    cesos que constituyen la edafognesis. Tambin en este casonos remitimos a textos o manuales generales de ciencia delsuelo, pero de forma resumida, para ambientes mediterrneos,podemos considerar los que comentamos a continuacin, que en una primera aproximacin tienen mayor relacin con elpaisaje.

    Procesos de alteracin. Entre ellos se encuentra el emparde-cimiento que se produce cuando existe una apreciable canti-dad de minerales alterables, presencia de calcio no excesivay existen cidos orgnicos, derivados de la actividad biolgica,en la solucin del suelo. El empardecimiento de los materialesedficos es un proceso ampliamente visible en el paisaje medi-terrneo. La principal alteracin que se produce es la transfor-macin de las micas en arcillas con liberacin de bases y dehierro. Posteriormente, y previa floculacin de las arcillas, seproduce la formacin de agregados estables constituidos porarcillas, humus y compuestos de hierro, que constituyen la basede la estructura del suelo y aportan una tonalidad pardusca almismo. Este empardecimiento no se produce si hay exceso decalcio y caliza activa. Por ello se requieren climas con unaintensidad de precipitaciones que den lugar a la descarbonata-cin previa por lavado en el interior del perfil del suelo.

    En climas ms calidos y sin intervencin apreciable de compues-tos orgnicos, las alteraciones son ms bien de tipo geoqumi-co y fundamentalmente dominada por hidrlisis, en este casoneutra y no cida como en el caso anterior. Este tipo de alte-racin es ms intensa que el empardecimiento, conduce nor-malmente a un enrojecimiento y afecta a casi todos los mine-rales primarios. En ambientes mediterrneos son frecuenteslos procesos de fersialitizacin en los que el hierro juega unimportante papel. El hierro liberado, sin materia orgnica com-plejante y en medio en torno a pH neutro, tiende a cristalizaren forma de hematites de color rojizo que constituyen la basedel proceso de rubefaccin. En situaciones climticas msextremas (ms humedad y ms calor), el proceso de alteracincontinuara con mayor neoformacin de arcillas, liberacin dexidos de hierro, arrastres y formacin de horizontes de acu-mulacin de arcillas u horizontes arglicos.

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  • Los procesos de disolucin, emigracin y acumulacin son frecuentes en entornos mediterrneos, sobre todo los relacio-nados con carbonatos y sulfatos. Los procesos de calcifica-cin son muy abundantes e intensos en ambientes mediterr-neos. Son caractersticos de algunos tipos de suelos muyfrecuentes, como los calcisoles y, adems de su influencia en laedafognesis, tambin introducen rasgos caractersticos en elpaisaje (p. ej. paisajes crsticos). Las formaciones litolgicascalizas (calcitas y dolomitas) poseen un cierto grado de solu-bilidad que las hace susceptibles, con el paso del tiempo, deintensos procesos de meteorizacin y disolucin. Estos proce-sos dan lugar a tpicos rasgos que identifican a los llamados paisajes crsticos.

    Bsicamente son fenmenos de meteorizacin qumica, que seproducen por la accin del cido carbnico disuelto en lasaguas de precipitacin, escorrenta e infiltracin. La calcita(CO

    3Ca) y la dolomita [(CO

    3)2CaMg] son atacadas, paulatina-

    mente disueltas y parcialmente movilizadas por las aguas queabsorben dixido de carbono de la atmsfera. Las aguas deescorrenta pasan a ser aguas carbonatadas (CO

    3H)

    2Ca, que

    lenta pero infatigablemente van disolviendo la superficie de lascalizas. Progresivamente pueden ir formndose surcos, canales,grikes, karrens, y otras formas caractersticas de meteorizacinmuy visibles en el paisaje.

    La precipitacin y las escorrentas superficiales tambin pue-den penetrar dentro de la masa rocosa a travs de fracturas,fallas y dislocaciones, disolviendo en profundidad la estructuray creando canales de confluencia de flujos internos que vanpaulatinamente aumentando su tamao. Tambin se van for-mando cavidades que con el tiempo pueden dar lugar a grutasde considerable dimensin, que eventualmente pueden colap-sarse dando lugar a la formacin de tpicas dolinas. El carbona-to se incorpora al agua, formando bicarbonatos hasta que staqueda saturada. Una vez que se alcanza la saturacin ya no seproduce ms disolucin de la roca. La capacidad de absorcinde CO

    3Ca en el agua depende de las condiciones qumicas, del

    valor de pH, de la presin de vapor y de la temperatura delagua. Si se producen cambios en estas condiciones, una parte

    del carbonato disuelto se separa y precipita. Este es el proce-so bsico de formacin de estalactitas y estalagmitas.

    Similares procesos ocurren a nivel de edafognesis. La calizaprocedente de materiales calizos o de plagioclasas y piroxenosen el interior del suelo, se solubiliza como bicarbonato, semoviliza y puede reprecipitar como CO

    3Ca dando lugar a hori-

    zontes clcicos o petroclcicos. Estos horizontes se formanpreferentemente en superficies de glacis y piedemonte, en losque se produce un importante lavado subsuperficial oblicuo deaguas cargadas de bicarbonato clcico, que al precipitar originael desarrollo de costras calizas. En los climas mediterrneosms hmedos el efecto de lavado de las precipitaciones haceque el bicarbonato pueda perderse por drenaje profundo. Sinembargo durante la estacin seca, con fuerte insolacin y eva-potranspiracin, se pueden producir procesos de reprecipita-ciones. Estos procesos de repetidas disoluciones y precipita-ciones son un rasgo muy peculiar de muchos suelosmediterrneos.

    El color del suelo

    El color del suelo es un componente esencial del paisaje medi-terrneo. Normalmente el paisaje ofrece un mosaico comple-jo de espacios de distinta naturaleza, formas y colores en losque el suelo mediterrneo aporta una presencia palpable ymuy visual. En climas ms hmedos la superficie del suelo sueleser poco visible por el abundante desarrollo de la coberturavegetal, pero en ambientes mediterrneos, el suelo desnudo ysu color se constituyen como actores principales del paisaje.

    Existe una importante componente simblica y una impor-tante influencia psicolgica que surgen de las distintas tonali-dades que se perciben en la visin e interaccin con el paisa-je. Cientficamente es difcil de precisar cmo la percepcindel color afecta psicolgicamente al observador, pero hay sinduda una importante componente de reaccin emocionalante el color del paisaje, sus tonalidades, su distribucin y susmezclas.

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  • El color del suelo da un enorme poder expresivo al paisaje.A partir de l pueden evocarse sentimientos o influencias psicolgicas en el estado de nimo del observador. A lo largode la historia del desarrollo humano, la percepcin del colordel entorno natural ha estado ligada al propio desarrollo cul-tural, y de hecho algunas de las primeras palabras de numero-sos idiomas se refieren a los colores mas frecuentes de cadaentorno.

    La interpretacin del simbolismo o evocacin psicolgica delcolor permanece ambigua y sujeta a muy variadas interpreta-ciones subjetivas. Sin embargo, existen posiciones comunes encuanto a la evocacin general de algunos colores. Por ejemplo,se acepta generalmente que las tonalidades grisceas aportanciertas connotaciones de escasa vitalidad, de cierta tristeza, dearidez. Lo contrario correspondera al rojo, con connotacionesde viveza o vitalidad. Al color verde tradicionalmente le corres-ponderan asociaciones mentales ligadas a fertilidad, pujanza obienestar.

    No hay duda de la importancia de los colores del suelo en lapercepcin psicolgica y en las connotaciones evocadoras delpaisaje mediterrneo. La riqueza de matices, coloraciones,combinaciones de tonalidades y su entremezcla en el paisaje,ha sido objetivo de numerosas obras pictricas a lo largo deltiempo y tambin ha captado la atencin de infinidad de escri-tores, que han legado un riqusimo patrimonio de referenciaspoticas y literarias sobre el color del suelo mediterrneo.

    En esta percepcin del color del suelo, casi desprovisto devegetacin de los amplios y abundantes pramos, zonas aloma-das, colinas, mesetas, eriales se asocian tambin utilizacionestradicionales del territorio, como son los cultivos de secano(cereales, vias, algunos frutales) y el intercalado de una riqu-sima variedad de viviendas rurales y construcciones agrcolas.En todas estas evocaciones el color del suelo siempre seencuentra patente y visible.

    Existen tres componentes esenciales en la manifestacin delcolor del suelo. Estos son la naturaleza del material originario

    de partida, el contenido en materia orgnica o humus y la natu-raleza qumica de los compuestos de hierro. Con menorimportancia tambin influyen la presencia de sales (p. ej. elyeso), la presencia de materiales margosos y carbonatados y lapresencia de dixido de silicio (como cuarzo o como slicecoloidal).

    El humus, o materia orgnica bioqumicamente transformada,tiene un color marrn oscuro o negruzco y en gran parterecubre la superficie de las partculas minerales del suelo. Si sucontenido es elevado, el suelo se nos muestra de color casinegro en su totalidad, aunque esto ocurre en una primeraaproximacin, dado que con una observacin de mayor deta-lle el color real est compuesto por una mezcla de los coloresoscuros orgnicos, junto con las distintas tonalidades queaportan los minerales visibles. Los colores oscuros denotanfertilidad, buena agregacin, estructura adecuada para la infil-tracin, retencin de agua y resistencia a la erosin. Tambinindicaran buena aireacin y elevada actividad biolgica. Engeneral corresponderan a paisajes de elevada actividad biol-gica, fertilidad y elevada produccin de biomasa. Esta situacinde suelos oscuros corresponde, por ejemplo, a suelos foresta-les mediterrneos situados en condiciones de umbras(Kastanozems, Phaeozems). Tambin correspondera a suelosde los entornos de zonas hmedas, a depresiones topogrficasy tambin a las zonas de turberas (Histosoles). En este caso, lasespeciales caractersticas del suelo aportaran un paisaje dife-renciado por la necesaria adaptacin de los procesos biolgi-cos a condiciones de exceso de humedad.

    El hierro es un material muy importante en la manifestacindel color del suelo porque puede teir, a modo de mancha, lasuperficie de las partculas minerales con diferentes tonalida-des. Tambin puede presentarse como constituyente de losminerales primarios que no han sufrido procesos de meteori-zacin y alteracin. En este caso su influencia en el color esescasa. Su mayor influencia corresponde a sus formas de xi-dos o hidrxidos. En estas formas qumicas recubre las part-culas minerales. Las distintas condiciones de aireacin (o defalta de oxgeno) y de mayor o menor hidratacin dan lugar a

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  • toda una gama de coloraciones del suelo. Las formas msimportantes son el xido ferroso (FeO), que se produce encondiciones de falta de oxgeno (p. ej. anaerobiosis debido aencharcamiento) y que da lugar a colores grises. Son los tpi-cos colores de suelos de albuferas, marjales y zonas de enchar-camientos peridicos, como es el caso de las tierras de arro-zal. La presencia de xido frrico o hematites (Fe

    2O

    3) implica

    una buena aireacin, cierta temperatura y un importante pro-ceso de deshidratacin. El hierro en forma frrica da lugar a losllamativos colores rojos de los tpicos suelos mediterrneosllamados Terra Rosa (Luvisoles crmicos), muy frecuentes ycon fuertes contrastes visuales en zonas forestales de calizasjursicas y cretcicas y tambin muy visibles en determinadaszonas agrcolas. Las tonalidades amarillas del hierro procedende sus formas hidratadas, como la limonita u xido frricohidratado (2 Fe

    2O

    3 3 H

    2O). Estos colores amarillentos supo-

    nen situaciones intermedias con presencia de oxgeno y cier-tos niveles de humedad.

    En general, los tonos rojizos del suelo indican condiciones debuena aireacin y deshidratacin, los tonos amarillentos seransituaciones intermedias y los tonos grisceos indicaran condi-ciones de encharcamiento o condiciones reductoras.

    En la ciencia del suelo o edafologa, el color del suelo se deter-mina mediante unos procedimientos y criterios que son segui-dos prcticamente en todos los pases. El sistema se basa en elempleo de unas tablas de color o tablas Munsell9. En este sis-tema metodolgico las tres variables que se utilizan son elmatiz (hue), el brillo o pureza (value) y la intensidad del color(chroma). El matiz es el color espectral dominante y se rela-ciona con la longitud de onda del color. Se basa en las mezclasde rojo (R) y de amarillo (Y). Una relacin numrica del 0 al 10indica ms rojo en nmeros bajos y ms amarillo con nmerosaltos.

    El sistema Munsell consta de una serie de hojas (con unmatiz determinado en cada pgina) que incluyen un mues-

    trario de colores de referencia que varan en brillo (dispuestoen las ordenadas de un esquema de coordenadas) y en inten-sidad (abscisas).

    El brillo nos indica la cantidad de negro que contiene cadamatiz. Esta proporcin se expresa en cifras que van del 1,7 al8. A medida que aumentan los valores numricos disminuyenlas cantidades de negro. La intensidad del color se expresa enla abscisa de cada pgina (o matiz), en nmeros que van desde1 al 8. La combinacin de brillo-intensidad se expresa con unafraccin en la que el brillo es el numerador.

    Con estas tablas, el color se determina por comparacin de lamuestra de suelo con el muestrario contenido en las mismas.El resultado final es, por ejemplo, un color que tendra unadenominacin: 2,5YR5,4. Esta indicacin seala que nos encon-tramos con una coloracin marrn rojiza del suelo. Su matiz es2,5YR que indicara una importante presencia de color rojo; unbrillo de valor 5 que indica un nivel de gris claro; y una inten-sidad 4 que indica un punto intermedio entre marrn y rojo.Estas determinaciones numricas del color facilitan una ade-cuada objetividad y permiten una mayor comparabilidad de losresultados de apreciacin del color por parte de distintosobservadores.

    Suelo y uso agrario del territorio

    La gran variedad de los tipos de suelos mediterrneos se debea la gran variabilidad de los factores que inciden en su forma-cin y evolucin. Nos encontramos, por ejemplo, con una granvariedad de materiales litolgicos (calcreos, silceos, margo-sos, salinos) y adems con distinto grado de consolidacin. Lascaractersticas generales del relieve son muy variadas, contopografas acentuadas y en algn caso abruptas. A escala detiempo geolgico tambin han tenido mucha influencia losefectos tectnicos de presiones, subsidencias, intrusiones yregresiones marinas. Existe asimismo una gran variedad desituaciones climticas, que originan a su vez grandes diferenciasde cobertura vegetal. Finalmente, la influencia del tiempo, y

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    9. Munsell, 1971.

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  • sobre todo la influencia humana, hacen que los suelos medite-rrneos cuenten con una elevada diversidad muy superior alresto del continente europeo.

    Sus distintas propiedades fsicas, qumicas y biolgicas, la pro-fundidad del perfil, su posicin topogrfica y su fertilidad natu-ral han marcado durante siglos las pautas de utilizacin delterritorio mediterrneo, y han influido de manera decisiva enla configuracin del paisaje. Las actividades agrcolas tradicio-nales han influido en los usos y como consecuencia en lamodelacin del paisaje rural. La seleccin tradicional de usodel territorio se basaba principalmente en la seleccin y utilizacin de zonas de huertos con abundante disponibilidadde agua, la utilizacin para cultivo de cereales y otros cultivosde secano, las zonas de via y zonas de frutales. Su seleccin se basaba en la capacidad de los suelos de soportar esas funciones10.

    Una pauta histrica general era utilizar los suelos ms frtiles,en topografas llanas y cerca de cursos de agua (Fluvisoles)para la implantacin de huertos feraces para la produccinhortcola y frutal. En las zonas de secano la prioridad era la uti-lizacin de los suelos ms capaces para el cultivo de la vid(Cambisoles, Regosoles, Calcisoles) por su apreciacin y surentabilidad econmica, y se dejaba las zonas de suelos menosfrtiles para la produccin de distintos tipos de cereales. En laszonas de transicin a zonas forestales y con distintos gradosde pendientes se llevaban a cabo aterrazamientos y construc-ciones de bancales, en los que se sola implantar arbolado desecano, como almendros, algarrobos, olivos y otros rboles devariada utilizacin como, por ejemplo, los almeces. En todasestas zonas de utilizacin de secano los tipos de suelos suelencorresponder a Cambisoles, Regosoles, Calcisoles. En zonasmarginales y de utilizacin forestal podemos encontrar desdesuelos de muy escasa profundidad o esquelticos (Leptosoles)a suelos productivos forestalmente hablando, pasando por sue-los de adecuada profundidad y fertilidad natural pero desarro-llados en pendientes que anulan su utilizacin agrcola.

    Estas pautas bsicas de utilizacin del territorio y de adapta-cin al potencial y a las limitaciones de cada suelo, han marca-do durante siglos la configuracin del paisaje rural mediterr-neo. Hoy da todava permanecen visibles en muchas zonas delinterior de los pases mediterrneos. En muchos casos hansufrido fuertes deterioros y procesos de degradacin por unuso abusivo o por una no adaptacin a su capacidad o voca-cin natural de uso. Estos procesos de degradacin son muyvisibles en el paisaje mediterrneo actual. Sin embargo, tambinson muy visibles los casos en los que el paisaje rural se man-tiene estable y productivo, fundamentalmente debido a la ade-cuacin de sus caractersticas intrnsecas (propiedades delsuelo) y extrnsecas (pendiente, precipitacin, insolacin) a suutilizacin antrpica. Cuando ha existido esta coherenciaambiental o ecolgica en la seleccin del uso del suelo y en sumanejo, los paisajes rurales mediterrneos se han mantenidofrtiles y estables durante siglos.

    Actualmente, como consecuencia del proceso intensivo delitoralizacin y concentracin masiva en algunos puntos delinterior, nos encontramos con una tendencia de abandono delas utilizaciones tradicionales del suelo y del territorio medite-rrneo. Las consecuencias para el paisaje son ambivalentes. Enalgunos casos se observa una tendencia hacia la recuperacinde los suelos y de la cobertura natural de vegetacin, disminu-yendo por tanto la componente antrpica del paisaje. En otroscasos, el abandono agrario y el abandono de las infraestructu-ras de conservacin de suelo y agua, est originando procesosde deterioro y degradacin muy visibles en el paisaje.

    Estas tendencias es de prever que se mantengan o que inclusose intensifiquen en el futuro inmediato; por ello es tambinfcil de prever que seremos testigos de cambios muy impor-tantes en la fisonoma del paisaje natural mediterrneo.

    Principales suelos mediterrneos

    Dentro de la abundancia de tipos de suelos en ambientesmediterrneos, comentamos a continuacin los rasgos ms

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    10. Rubio, 2006 (en prensa).

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  • destacados de algunos de los suelos ms frecuentes o de sue-los que, por sus caracterstiscas, aportan elementos diferencia-dores en el paisaje.

    Regosoles

    Son suelos procedentes de material no consolidado, muchasveces de aportes recientes y poseen escaso desarrollo. La evo-lucin de estos suelos est limitada precisamente por proce-sos erosivos de arrastres y sedimentaciones. Sus propiedadespueden ser muy variables sobre todo en funcin de su mate-rial geolgico de origen y por su utilizacin. Son muy abun-dantes y con utilizaciones muy variables, dependiendo de suspropiedades intrnsecas y su posicin topogrfica. Suelen tenerescasa materia orgnica y elevada erosionabilidad.

    Calcisoles

    Se caracterizan por su elevado contenido en carbonato clci-co. Dentro del perfil de suelo experimentan intensos procesosde disolucin, movilizacin y precipitacin que paulatinamentedan lugar a horizontes de acumulacin en profundidad, comoya hemos comentado. Estas acumulaciones adquieren diversasformas tales como pseudomicelios, ndulos, concreciones,lminas o incluso cementaciones importantes que pueden darlugar a una capa impermeable que se denomina horizontepetroclcico. Son muy frecuentes en las zonas semiridas medi-terrneas en las que afloran materiales calizos. Forman partedel paisaje de muchas zonas de secano, zonas marginales detransicin y zonas de monte mediterrneo.

    Cambisoles

    Son suelos que muestran un cierto grado de evolucin edficamostrando en profundidad un horizonte que se puede distin-guir por su distinto color, textura o estructura. Se les puedeconsiderar edficamente como un suelo joven. Aportan en

    general un colorido marrn o de color tierra al paisaje. Sonmuy abundantes en zonas de agricultura de secano. Debido asu larga utilizacin agrcola y debido a ciertas prcticas cultu-rales (quema de rastrojos, exceso de laboreo) suelen tenerescaso contenido de materia orgnica.

    Fluvisoles

    Son suelos desarrollados sobre depsitos aluviales. Se localizanpor tanto sobre los depsitos continentales del cuaternarioaportados por ros, ramblas, torrentes, inundaciones y riadas.Se caracterizan por su situacin en topografas llanas y por suutilizacin para la agricultura intensiva. Sus propiedades pue-den ser muy diferentes en funcin, tanto del proceso geomor-folgico de su gnesis, como de las caractersticas litolgicasde los materiales que lo constituyen. Sin embargo dentro deesta variabilidad suelen ser suelos muy frtiles, de elevada pro-fundidad, con buena aireacin y propiedades fsicas y qumicasequilibradas. Son los tpicos suelos de huertas y vegas de enor-me valor agrcola. Son tambin los suelos que estn desapare-ciendo a un ritmo alarmante por la desmesurada expansin detipo urbanstico y de actividades econmicas.

    Luvisoles

    Son suelos, al contrario que los anteriores, muy evolucionados.Su caracterstica principal es el desarrollo en profundidad deun horizonte de acumulacin de arcillas (horizonte arglico)procedentes del lavado de los horizontes superiores. En topo-grafas ms o menos llanas suelen ser suelos de elevada pro-ductividad agrcola. En muchos casos la estructura fuerte, porla abundancia de arcillas, dificulta la utilizacin agrcola pero,como contrapartida, este material de textura fina aporta bue-nas condiciones para la acumulacin de reservas hdricas. Untipo de luvisoles muy especial corresponde a los luvisoles cr-micos o terra rosa que se caracterizan por un fuerte colorrojizo, muy visible en el paisaje cuando aflora el horizonte arg-lico y que suele contrastar con el entorno de colores mucho

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  • ms claros de los materiales calizos circundantes. En estoscasos de desarrollo en entornos de calizas y dolomias conso-lidadas, su utilizacin es netamente forestal.

    Vertisoles

    Son suelos evolucionados, relativamente poco abundantes quetambin incorporan el desarrollo de un horizonte de acumula-cin de arcillas u horizonte arglico. Sin embargo, estas arcillastienen una importante capacidad de hinchamiento y retraccinque, como consecuencia de humectaciones y secados, dan lugaral desarrollo de grietas profundas en el perfil y tambin al desa-rrollo en superficie de un tpico micromodelado de montculos(gilgay), muy visibles en la superficie del terreno. Son suelos tpi-camente de utilizacin agrcola y de elevada productividad.

    Kastanozems, Phaeozems

    Son suelos forestales muy frtiles pero de distribucin muylimitada y sobre todo concretada en zonas de umbra conmicroclima de adecuada humedad. Desarrollan un potentehorizonte orgnico de color negro o muy oscuro, y en algunoscasos de apreciable profundidad. En los casos de utilizacinagrcola son suelos muy productivos. Son suelos muy establesen cuanto a los procesos erosivos, con un buen desarrollo dela estructura y con elevada actividad biolgica.

    Solonchaks, Solonetz y Gypsisoles

    Son los suelos afectados por distintos tipos de sales. En losSolonchaks y Solonetz, cloruros y sulfatos suelen ser las salesms abundantes y es el sodio el catin de mayor influencia. Enlos Gypsisoles es el yeso el elemento que condiciona en granparte su evolucin y caractersticas. Los suelos afectados porsales son relativamente frecuentes en las zonas semiridas medi-terrneas y desgraciadamente su extensin est en crecimiento,al verse afectados por la tendencia de aridificacin y aumento en

    la evapotranspiracin, por prcticas agrcolas inadecuadas (maldrenaje) y por la utilizacin de aguas salinas de baja calidad. Elproceso de salinizacin puede llegar a consecuencias muy gra-ves, cuando la abundancia de sodio en el complejo de intercam-bio inico puede dar lugar a procesos de destruccin de laestructura y consiguiente deterioro de las funciones del suelo.Esta es la situacin de sodificacin que amenaza ya a zonas pun-tuales del litoral mediterrneo. Los suelos naturales afectadospor sales son colonizados por una vegetacin especfica adapta-da a sus condiciones fsicas y qumicas. Esta vegetacin aportarasgos distintivos en el paisaje e incrementa la biodiversidad.

    Gleysoles

    Son los suelos desarrollados en el entorno de humedales, mar-jales, albuferas, etc. Su distribucin por tanto es muy limitada.Sin embargo su importancia cualitativa es muy importante porsu contribucin a la diversidad paisajstica. A diferencia de todoel resto de tipos de suelos, en los que la aireacin marca lapauta de casi todos los procesos edficos y de su evolucin, enlos Gleysoles la falta de oxgeno (anaerobiosis) por encharca-mientos, temporales o permanentes, marca su funcionalismoecolgico y sus propiedades fsicas, qumicas y morfolgicas. Encondiciones reductoras la vegetacin colonizadora es unavegetacin con adaptaciones morfolgicas y funcionales queincrementan la diversidad.

    Histosoles

    Son suelos de extensin muy reducida y corresponden a laszonas de turberas. Al igual que los anteriores, no por su exten-sin pero s por sus rasgos distintivos son suelos de gran con-sideracin paisajstica. Constituyen ecosistemas muy frgilesque, sin embargo y con adecuada gestin, pueden dar lugar auna utilizacin agrcola muy productiva. Su mala gestin oexplotacin abusiva constituyen una amenaza de desaparicinque conlleva tambin la desaparicin de una fuente de secues-tro y almacenamiento de carbono orgnico.

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  • Algunas reflexiones finales

    El suelo constituye el reactor vivo de la Tierra. Quiz su fun-cin ms importante sea el proporcionar soporte mecnico ysuministro de agua y nutrientes a las races de las plantas. Conello se constituye como uno de los fundamentos del desarro-llo del mundo vegetal y del mantenimiento de la cobertura devegetacin de la superficie terrestre.

    Pero el suelo desarrolla tambin otras funciones ecolgicasrelacionadas, por ejemplo, con el continuo reciclaje y transfor-macin de material biolgico que se produce en su seno y queorigina los distintos elementos minerales necesarios para eldesarrollo de la vida. Adems de reciclador o reactor, el suelodesarrolla funciones de amortiguacin de compuestos txicos;de regulacin de factores climticos por su papel de emisor ysumidero de gases con efecto invernadero; de regulacin deciclo hidrolgico y de las reservas hdricas; es fuente de mate-riales de uso industrial y constructivo; es un importante depo-sito gentico y, es tambin, un registro histrico-cultural queconserva en su interior restos de pasadas actuaciones y activi-dades humanas.

    En el contexto de esta publicacin tambin hay que sealarla intensa interaccin que en el suelo se establece con elmodelado y el mantenimiento del paisaje. Debido a la enor-me variabilidad de elementos y circunstancias que inciden en la formacin y en el desarrollo edfico, y que slo muysomeramente hemos esbozado en este captulo, el medioedfico ofrece una enorme variedad de posibilidades dedesarrollo de muy distintos tipos de paisaje. Es sorprenden-te cmo pequeos cambios en propiedades fsicas, qumicaso morfolgicas del suelo, se manifiestan y multiplican en suplasmacin paisajstica. Existe una sintona de ajuste finoentre los componentes abiticos y biticos del paisaje quese desarrolla en la fina capa superficial de la Tierra que lla-mamos suelo.

    Tradicionalmente en la ciencia del paisaje las consideracio-nes edficas han recibido escasa atencin. En el marco deplanteamientos ms holsticos e integradores que actual-mente se estn produciendo, la ciencia del suelo puede apor-tar tambin contribuciones e informacin enriquecedora yampliar nuestro conocimiento sobre el complejo y apasio-nante tema del paisaje.

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    J.L. Rubio (2006, en prensa): Suelo y Paisaje. I Congreso Internacional dePaisaje, Generalitat Valenciana.

    J.L. Rubio y L. Recatala (2006): The relevance and consequences ofMediterranean desertification including security aspects,Desertification in the Mediterranean Region: a Security Issue, Valencia.

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  • Paisajes de doble origen

    En los medios continentales los sistemas naturales se configu-ran por interacciones entre clima, sustrato, vegetacin y otrosorganismos. Si las condiciones son adversas para las plantas(temperatura, disponibilidad de agua, topografa, procesos)pueden darse paisajes exclusivamente minerales, sin papel apa-rente de los organismos. Esto sucede en altitudes y latitudeselevadas o en regiones extremadamente secas. En las restantessituaciones su ausencia es excepcional y la vegetacin dominael aspecto visual del territorio que da color, textura y diversi-dad a las superficies.

    La intervencin humana se manifiesta estableciendo bucles deregulacin de los sistemas naturales para explotar sus recur-sos o para mantener pautas de actividad social. Los bucleshumanos compiten con los naturales por la regulacin. Desdeniveles primitivos las culturas imprimen cambios en la compo-sicin de la vegetacin, tambin de la fauna, favoreciendo unasespecies e inhibiendo otras en patrones de distribucin quesiguen a los de actividad humana. Las sociedades ms comple-jas han desarrollado caza y recoleccin itinerantes y ya en elHoloceno, formas de ganadera y, por ltimo, de agricultura,desembocado en variedades, razas y finalmente en especiesnuevas. Intervenciones, ganados y cultivares han servido como

    herramientas culturales quedando los sistemas naturalessometidos a una doble regulacin natural y cultural1. La inter-vencin reiterada o intensa puede alterar la regulacin del sistema y sustituirla por otra, producindose un cambio cuali-tativo. Wilson y King2 proponen utilizar el concepto de interruptores (switch), para expresar esta situacin.

    El resultado de la humanizacin ha sido una profunda trans-formacin de la cubierta vegetal postglacial de latitudesmedias, con amplias superficies destinadas a los asentamientoshumanos, las infraestructuras y los cultivos, formados con razasy especies seleccionadas. Unas pocas especies silvestres hansacado ventaja de la regulacin humana y se han extendidocomo adventicias de cultivos, pastos seminaturales, ruderalesviarias y urbanas, comensales y parsitos y en nmero crecien-te como especies asilvestradas en el territorio, en las aguascontinentales y en los medios urbanos.

    La biosfera contempornea es un mosaico cuyos contornos ytrama principal estn marcados por el medio fsico, las rocas yel clima. Las teselas del mosaico estn en su mayora bajo con-trol humano, otras muchas estn bajo control mixto y quedanalgunas naturales que han sobrevivido sin alteracin. Dobles

    Los paisajes europeos en una cultura tecnolgica

    Francisco Garca NovoCatedrtico de EcologaUniversidad de Sevilla

    1. Roche et al., 1998.

    2. Wilson y King, 1995.

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  • Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural N 11

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    influencias, un origen doble para las parcelas de la biosfera ypara sus paisajes. Siendo pocas las reas naturales prstinas, enel texto se abandona la expresin paisaje natural, utilizandopaisaje rural que se contrapone al urbano.

    Percepcin de los valores del territorio El territorio, para la comunidad humana que lo ocupa, poseevalores que dependen de los recursos explotables, el clima, latopografa, los asentamientos y vas de comunicacin. La cultu-ra, con su tecnologa y su legado histrico, condiciona la per-cepcin de los valores, que cambian con el tiempo. La interac-cin es doble: el territorio comunica valores a la poblacin, lapoblacin los percibe y, con sus categoras culturales, intervie-ne sobre el territorio. Actualmente los valores estn someti-dos a revisin por el influjo de los medios de comunicacin,que ya no reflejan el entorno local ni el regional.

    Los paisajes rurales forman parte de la percepcin territorial.Se superponen los paisajes a otras categoras de valores, comolos recursos, la comunicacin y el acceso, las infraestructurasproductivas y los niveles de renta, la situacin poltica, el valorecolgico o histrico. En la percepcin individual del paisajerural se combinan criterios estticos, utilitaristas o producti-vos y rasgos sicolgicos, porque ante un paisaje el individuoresponde en profundidad, sintindose insertado en l3. Uncorolario es que las respuestas ante idntico paisaje varanentre individuos, con la edad, experiencia de vida, tambin conel sexo. El territorio y sus paisajes poseen una cantidad inmen-sa de patrones y estructuras que pueden ser analizados comoinformacin; el observador extrae, con sus sentidos, unapequea parte de la informacin, que interpreta desde su cul-tura y experiencia.

    En este artculo se plantea la trayectoria del paisaje rural en lacircunstancia actual de la Unin Europea (y de otras regiones

    mundiales). En ellas la intervencin tradicional sobre el terri-torio ha cambiado, abandonndose amplias superficies y con-centrndose en las restantes la actividad, que se ha intensifica-do; la poblacin ha basculado hacia las ciudades, donde lapercepcin del mundo natural tiene lugar a travs de losmedios de comunicacin.

    El territorio ha perdido sus antiguos mecanismos de regula-cin y la poblacin sus antiguos canales de percepcin. Dndequeda situado el paisaje rural?

    El paisaje rural

    Los recursos del territorio son explotados por la poblacin deacuerdo con su tecnologa, tambin con su cultura y tradicio-nes que seleccionan asentamientos, lindes, especies animalespreferidas, especializacin en un modo de cultivo. El paisajerural no es objeto de explotacin ni se tiene en cuenta en elpatrn de las intervenciones. Es una caracterstica emergentede aquellas, que la poblacin percibe.

    Para un nivel tecnolgico, un modelo de explotacin de losrecursos resulta ptimo y configura un paisaje rural canni-co4. El modelo cannico de explotacin es utilitarista, no est-tico, y puede imponerse en una sociedad a travs de patronesreconocibles en el paisaje. Por ejemplo, un territorio organiza-do en ncleos pequeos de poblacin rodeados de un ruedode huertas, con agua accesible. Ms all, un rea de cultivosanuales en tierras calmas y otra ms lejana o con pendientesmayores con cultivos leosos (vid, olivar), y en situaciones ale-jadas o de menor fertilidad, pastizal, pasto arbolado, matorral ybosques en superficies no cultivables. El conjunto configura unmodelo territorial rural, entre otros, reconocible en la cuencamediterrnea hasta mediados del siglo XX.

    La explotacin ordenada del territorio origina un paisaje, quelos habitantes reconocen, en sus pautas y sus elementos, como

    3. Gonzlez Bernldez, 1985. 4. Ruiz y Gonzlez Bernldez, 1983.

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  • LOS PAISAJES EUROPEOS EN UNA CULTURA TECNOLGICA

    adecuado, favorable y que de algn modo tratan de perpetuaral explotar los recursos. Las intervenciones crean los paisajesy stos muestran el territorio intervenido. Para una poblacinrural estable, el canon rural se superpona estrechamente almodo de vida y las transformaciones, tanto sociales como delpaisaje, eran lentas.

    En el ejemplo rural descrito, la regulacin humana se deba alas prcticas culturales, distribuidas espacialmente siguiendo unmodelo gravitatorio que concentra las acciones en el ruedocercano y las reduce progresivamente con la distancia. Comoconsecuencia, la regulacin natural era ms dbil cerca delasentamiento y en el ruedo, ganando intensidad con la distan-cia. Los socios animales eran a la vez fuente de recursos(carne, leche, pelo o lana, cuero, estircol), y herramienta (trac-cin a sangre, montura). Los vecinos realizaban sus tareas pau-tadas en el tiempo, con celebraciones o trabajos colectivos, ydistribuidos en el espacio, que combinaba propiedades privadasy tierras de mano comn. La acumulacin de excedentes eramoderada y pequea su colocacin en el mercado. Parte delajuar y los aperos, tambin de las materias primas, se obtenanpor los miembros del ncleo familiar, o por trueque, con esca-sa circulacin monetaria. Las informaciones ms importanteseran las locales, en particular las relacionadas con los recursos;la observacin precisa de la naturaleza poda alcanzar valor desupervivencia.

    El patrn cultural de las comunidades rurales se haba depura-do con el tiempo para optimizar la explotacin de los recur-sos y hacer frente a los procesos naturales que suponan riesgos. Recreando el paisaje cannico lo converta en unasea de identidad regional: tierra de olivares, de viedos, decereales, de dehesa, de pradero, tierra del pan, del vino, delaceite.

    La poblacin tena la percepcin del territorio bien explota-do, del canon rural en cada zona, aunque el concepto de pai-saje no existiera. Haba sitios, parajes, suertes, pagos, campos,que se mantenan abiertos o cercados, cerrados como dehe-sas o parques, con cultivos, sembradura, prado, pastizal o

    monte. Las ermitas y santuarios se emplazaban con frecuen-cia en una elevacin con amplias vistas; por razones defensi-vas muchos ncleos medievales se haban edificado en unaelevacin o en torno a una fortaleza que dominaba su terri-torio. La posicin era apreciada por los vecinos por la belle-za de sus vistas, donde se identificaban los elementos pro-ductivos del territorio, y su propiedad. No se perciba comopaisaje.

    En sntesis: el territorio se configuraba por la regulacin natu-ral y por la explotacin de los recursos; el paisaje rural era laconsecuencia, involuntaria, del proceso. Actualmente el paisa-je rural se percibe como tal, se valora y se gestiona desde lapoblacin urbana, que ha creado nuevos bucles regulatoriossobre el territorio y simultneamente nuevos modos deexplotacin y demandas nuevas de uso. La regulacin urbanaemergente transforma rpidamente el legado histrico delpaisaje rural.

    La emergencia del paisaje

    Los elementos que ahora configuran nuestro concepto delpaisaje pueden rastrearse en la historia a partir de la explo-tacin de los recursos naturales, el desenvolvimiento de lajardinera, la incorporacin de espacios exteriores a los edi-ficios en la arquitectura, y otras aproximaciones. La simbolo-ga religiosa, en busca de contacto con el trasmundo, aadipercepciones profundas a lugares singulares: picos, acantila-dos, volcanes, o fuentes, lagunas, bosques Pero no condujoal paisaje. Su descubrimiento en occidente pas por su representacin artstica en la pintura flamenca, ms tarde por su percepcin esttica en el entorno, hasta su consolida-cin como un valor del territorio. El recurso al razonamien-to y el anlisis de la causalidad en la cultura griega abrieronla comprensin de los procesos naturales; mucho ms tarde,en el Renacimiento, alumbraran el descubrimiento de lanaturaleza como un sistema autnomo regido por leyes natu-rales, no divinas. Probablemente por este resquicio de lanaturaleza se introdujo en nuestra cultura occidental la per-

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    cepcin del territorio como paisajes, frente al territoriocomo recursos o al territorio como creacin divina5. Deacuerdo con Berque6, en la cultura china el concepto sehabra acuado en el siglo XIII entre las lites cultas, sin quese generalizara ni se difundiera a Occidente.

    La clave del paisaje es su percepcin como naturaleza trascen-diendo su explotacin, incorporando la belleza, la pujanza de lavida, la sensacin placentera de bienestar o respondiendo a lafealdad, la esterilidad y el riesgo, con el rechazo. GonzlezBernldez7, que explor la percepcin del paisaje natural en losaos 70 y 80 del siglo XX, subrayaba el carcter subjetivo de larespuesta, acuando una definicin individualista del paisaje:percepcin plurisensorial del ecosistema subyacente. Al obje-to percibido, el paisaje-territorio, se aadira el paisaje-respuestaindividual. Y como tercera acepcin, el paisaje-representacinartstica. Los diccionarios matizan o completan las tres defini-ciones de la voz8.

    La bibliografa sobre unidades territoriales y ecologa del pai-saje es abundante y los gegrafos han ensayado, desde hace unsiglo, una tipologa de los paisajes, reconocindolos por susimgenes y confeccionando un atlas para una regin o un pas9.El Atlas de los paisajes naturales de Espaa10, contiene 1.100 pai-sajes agrupados en 116 tipos. Operando en sentido contrario,se ha tratado de identificar una poblacin con su cultura y elterritorio con el nexo del paisaje. Otero Pedrayo en Galicia, Plaen Catalua, Azorn en Castilla, con matices diferenciales, sonejemplo de estas argumentaciones que elevan el paisaje a seade identidad. En la bibliografa constituyen temas recurrentesel origen11, las transformaciones histricas del paisaje en Gran

    Bretaa, o en Francia12, la sbita transformacin de los paisajesde la prairie de Norteamrica tras la colonizacin europea13,las relaciones entre la percepcin del cambio paisajstico y losintentos de creacin de los primeros Parques Nacionales enEE.UU.14. En Espaa se han comenzado a estudiar los paisajesrurales histricos antecedentes de los actuales, reconociblespor asentamientos, redes de caminos, explotaciones agrarias ycultivos desde los poblamientos fenicios15, romanos16 o medie-vales17. Rubio et al.18 han analizado la sostenibilidad en la cuen-ca mediterrnea con particular atencin al cambio climtico, elagua, los suelos y el paisaje. La creacin de nuevos paisajes porlos asentamientos humanos en diferentes culturas, y su inter-pretacin desde otras, ha sido una constante histrica19. Laantropologa ha interpretado funcionalmente los paisajes cul-turales, mediados por las tecnologas20, y extendidos a todoslos medios21. El paisaje y su percepcin en el arte y en la socie-dad europea desde el siglo XIX hasta la actualidad ponen demanifiesto la progresiva incorporacin del paisaje natural en elarte y el inters social y la generalizacin de excursiones alugares singulares por la poblacin urbana22. El concepto de pai-saje est en el centro de los debates sobre sostenibilidad ini-ciados con la Conferencia de Ro de 199223.

    Las ciencias se acercan al paisaje con bagajes diferentes. La geo-grafa, ecologa, geologa o la economa no intentan incorporar

    5. Coates, 2005.

    6. Berque, 1997.

    7. Gonzlez Bernldez, 1981.

    8. Real Academia, 1999; RAE, 2004.

    9. Zoilo et al., 2000.

    10. Mata Olmo y Sanz Herraiz, 2003.

    11. Stoddart, 2000.

    12. Allen, 2004.

    13. Hudson, 1994.

    14. Engel, 1983.

    15. Gmez Bellard, 2003.

    16. Ario Gil et al., 2004.

    17. Martn Gutirrez, 2004.

    18. Rubio et al., 2006.

    19. Jellicoe y Jellicoe, 1995.

    20. Claval, 1995.

    21. Rubemnstein, 1989.

    22. Ortega Cantero, 2004.

    23. Solbrig et al., 2001; Fisher et al., 2005.

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  • LOS PAISAJES EUROPEOS EN UNA CULTURA TECNOLGICA

    los conceptos elaborados en los otros campos y, muchomenos, han aceptado la propuesta de Eduardo HernndezPacheco24 para usar los paisajes como unidad sinttica bsicadel territorio. Los enfoques heterogneos contraponen losrecursos del territorio frente a su percepcin. La observacinanaltica de elementos frente a la sntesis tipolgica o simbli-ca, la interpretacin. En cada enfoque caben, al menos, dosalternativas: el paisaje como panormica frente al paisaje comoitinerario. La interpretacin de la vida como un viaje, el espa-cio y sus paisajes como un itinerario, es propia de las culturasmediterrneas donde los viajeros han encarnado los idealeshumanos (Ulises, Hrcules, Eneas).

    Los Parques de Doana, profundamente conocidos en susaspectos ecolgicos han atrado por sus paisajes a pintores25,gegrafos y escritores26 buscando claves a su interpretacin.Garca Novo27 ha descrito los paisajes de Doana en clave iti-nerante, como unidades ecolgicas y como entornos sensoria-les, originados por la naturaleza y explotados con tenacidadpor la poblacin. Analiza los testimonios de protagonistas quehan vivido, cazado, recorrido o investigado all. La lucha con elmedio hostil, la escasez de recursos, la dura supervivencia,dejan del territorio testimonios sombros entre los habitantesy en muchos visitantes. En contraste, cazadores, cientficos dela naturaleza e investigadores, encuentran en Doana su para-so. Esta paradoja que identifica un mismo paisaje desde infier-no a paraso, no se explica por el territorio, ni por su historia,sus recursos o su explotacin. Se explica por la percepcin,arraigada en la historia personal, el modo de vida y el conoci-miento de los sistemas naturales.

    La conservacin de los paisajes rurales en el futuro, va adepender de la percepcin que la sociedad tenga hacia los mis-mos. A lo largo del ltimo siglo han cambiado sociedad, comu-nicacin, informacin y utilizacin del territorio.

    Respondiendo al titulo de la contribucin, se hace una refle-xin sobre el futuro de los paisajes rurales europeos, gestio-nados ahora por su sociedad urbana de cultura tecnolgica. Enprimer lugar, se ponen de manifiesto las transformaciones con-temporneas del mundo rural, para seguir con los rasgos de lasociedad emergente y concluir con los escenarios de percep-cin del territorio y los nuevos paisajes que se estn configu-rando en ellos.

    La encrucijada del paisaje contemporneoEl territorio, y sus paisajes rurales, han llegado a una encrucija-da con tres alternativas: el abandono, ya mencionado, la inten-sificacin y la proteccin.

    La explotacin de los recursos se ha mundializado gracias alimpulso del comercio (facilidades al transporte, a la informaciny a la circulacin de capitales). La intensificacin ha concentra-do la produccin en reas privilegiadas por la tecnologa y lamano de obra, que han emergido como suministradores regio-nales (o mundiales) de productos, tambin en el sector prima-rio. La intensificacin ha transformado la agricultura. La tradi-cional abasteca el autoconsumo y los mercados locales servidapor mucha mano de obra, con empleo de animales y mnimosinsumos. La agricultura intensiva, destinada al mercado, poseeuna estructura industrial, con poca mano de obra y especiali-zada, empleando maquinaria de todo tipo, grandes insumos yalta produccin de residuos. Est servida por industrias auxilia-res y compaas de transporte, requiere soporte de infraes-tructuras y redes de servicios y queda sometida a una norma-tiva creciente. La produccin intensificada reduce la gama apocos productos homogneos y trata de estandarizar la ofertaajustndola con precisin a la demanda del mercado y a las exi-gencias normativas. Los productores del mundo entran en com-petencia por los mejores mercados, lo que obliga a contemplartodos los factores de produccin, entre ellos la localizacin, quemodifica sensiblemente el costo del transporte. Como conse-cuencia, se abandona la produccin en terrenos de clima duro,

    24. Hernndez Pacheco, 1934.

    25. Miura, 1987, 1998.

    26. Lpez Ontiveros et al., 2006.

    27. Garca Novo, 2006.

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  • Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural N 11

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    con pendientes, aislados o mal comunicados, a favor de los cli-mas favorables y las tierras calmas y especialmente las reasservidas por una buena red de comunicaciones.

    Estos rasgos del sector primario tienen profundas repercusio-nes territoriales y ambientales: abandono de la explotacin ensuperficies (y comarcas) marginales, abandono de la trashu-mancia y la trasterminancia, desaparicin de razas de ganado yde cultivares, desaparicin de animales de tiro, demanda cre-ciente de agua (subterrnea y de superficie), acumulacin deresiduos agrcolas e industriales, contaminacin y eutrofizacinde aguas superficiales, acuferos y suelos. Localmente, la sobre-explotacin de los acuferos y la interrupcin de los ros conpresas, derivando caudales para riego. El desarrollo de cultivosbajo plstico e instalaciones de invernaderos y criaderos deanimales o establos muy tecnificados, requieren grandes insu-mos de agroqumicos, la creacin de una red densa de infraes-tructuras viarias y tendidos elctricos, la existencia de una reddel fro para comercializacin, y la introduccin de nuevasrazas ms eficientes lo que implica la incorporacin de trans-gnicos. La intensificacin se asocia a la entrada de nuevas pla-gas, en particular de virus.

    La cascada de cambios en las explotaciones corre paralela atransformaciones en el poblamiento, con abandono de losncleos de poblacin pequeos y de las infraestructuras rura-les tradicionales (fuentes, abrevaderos, caceras y regatos, cami-nos, cordeles y veredas, caadas, seles, pastos de los puertos).El acceso al territorio se hace en vehculos, que exigen el remo-delado de la red viaria antigua. Las construcciones se realizancon otros materiales: muros y setos se sustituyen por alambra-dos, las paredes de piedra por bloques de hormign y ladrillos,los cargaderos y dinteles de piedra o las vigas de madera porviguetas de hormign pretensado o vigas metlicas, etc. El rega-do local con pozos provistos de norias o cigeas, se realizaactualmente con bombas sumergidas que permiten explotar abajo costo acuferos antes inaccesibles a los pozos.

    Las explotaciones agrcolas y ganaderas tradicionales, en equi-librio con las tecnologas heredadas, conservaban los antiguos

    paisajes cannicos. Actualmente los paisajes rurales estn entrnsito hacia la tecnologa28 o se han incorporado plenamen-te29 en un intenso proceso mundial.

    En Espaa, la punta de lanza del cambio se encuentra en loscultivos bajo plstico de Palos de Moguer en Huelva o losinvernaderos de El Ejido en Almera. En el extremo opuesto,los territorios de montaa se han abandonado y el pradero yano se riega, los pastos se han invadido de matorral o de arbo-lado cerca de las masas forestales. Las zonas agrcolas margi-nales ofrecen sucesiones secundarias de plantas ruderalesperennes a las que pueden aadirse otras leosas con mato-rral, borrando en el paisaje la intervencin humana, slo evi-denciada por muros y terrazas o por restos de viviendas,corrales o pequeos ncleos de poblacin.

    Los jarales, los retamares y tomillares o los gamonales y jun-cales que siguen al abandono de los pastizales y dehesas deloccidente peninsular forman una primera etapa de la sucesinsecundaria. El arbolado de encina, alcornoque y fresno, al aban-donar la poda, desarrolla una copa grande e intrincada que dauna sombra, a veces excesiva, al pie del tronco donde apareceun pastizal ruderal. Las ramas que caen ocupan el pasto y elmatorral se implanta en rodales, como pequeas islas. Ms ade-lante, algunos chaparros crecen desde semilla, cerrando lavegetacin y sustituyendo los grandes pies en senescencia. Si lanascencia de arbolado se bloquea, el arbolado disminuir, que-dando el suelo dominado por el matorral. Sin labores de repo-sicin, el arbolado de las dehesas, a veces de la misma edadsobre extensiones grandes, puede sufrir mortandades genera-lizadas de rboles viejos y maltratados que el abandono depodas ha hecho susceptibles a plagas o enfermedades30.

    En el mbito mediterrneo, donde la produccin era escasa eirregular, la agricultura supona un duro trabajo31. Cuando se

    28. George, 1955.

    29. Head, 2000.

    30. Martn Vicente, 2006.

    31. Barbero et al., 1990; Fernndez Als, 1991; Fernndez Als et al., 1995.

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  • LOS PAISAJES EUROPEOS EN UNA CULTURA TECNOLGICA

    abandona, los cambios se suceden porque donde la interven-cin humana disminuye, la regulacin natural se hace predomi-nante. Los cultivos abandonados son un ejemplo clsico desucesin secundaria en la literatura ecolgica32. La prdida depoblacin implica la de usos, biodiversidad y paisaje33.

    En la Pennsula, generalizar sobre cambios del paisaje duranteel siglo XX implica omisiones de bulto y observaciones que se han cumplido en un rea y en otra han operado en sentidocontrario. La deforestacin en unas comarcas se ha vistocompensada por los esfuerzos de repoblacin en montaas,cuencas vertientes de los embalses y las plantaciones foresta-les en suelos de poco valor agrcola (eucaliptos, pino insignis),habiendo aumentado la superficie forestal. La reduccin de lapresin ganadera y el abandono de la lea y el carbn vegetalcomo combustibles, han operado en el mismo sentido, exten-diendo la superficie forestal sobre territorios de pastizal omatorral. Pese a los incendios, el paisaje forestal se ha incre-mentado durante el siglo XX.

    De acuerdo con los datos del Min