Soledad Castresana

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Soledad Castresana

carneada

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Soledad Castresana: Carneada

Córdoba - 2007

ISBN: 987-1359-18-7

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comportamiento animal

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I

Mi sexo mandaba señales a los sentidosa mis espaldas mi sexorebalsaba a los costados.Yo frotaba las muñecas entre sí.Orgías de peluches.

Los caballos copulaban como los perrosy los novillos montaban novillospara mirar más lejos.Parece que desde corralno se ve hacia afuera.

Los eucaliptos se restregabancontra los hongos contra los musgos.Las violetas rastreras,contra la puerta de la capilla.Las campanas sonabana sexo a mis ojos.

Entrábamos en puntas de piepara que el cristodesnudo en la cruz

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no levantara los ojos.

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II

Terneros, temblores y gritos,sangre entre las patas,tachos rebosantes,nostalgia seminal.

Las venas se volvían más violetas con la noche.En la cena había huevos de ternero.

Todos comían con avidez.La potencia animal los animaba.Todos estaban hambrientos.

Yo prefería los corderos.Orgías de balidos y peluche.

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III

Crin Dorada cerró el relinchoen el pecho erecto, las patas cortas,los vasos salvajes. La polvaredasobre peones y chicos y moscas.

Con la furia del grito trabadoen las espumas de la boca—garganta que no sabía frenar—se tragó sus huevos y corrió.

Alambrados, pastos puna, osamentas.El galope maldecía los filos y las manos.

Mi sexo fosforescía a los cuatro vientos.Yo pensaba en Crin Dorada. Soñaba montarlo.

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debajo del cuero

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advertencia a los que se pierden por deseo

para no llorarCapitán prefirióque le arrancaran el ojo

moscas verdesle copulaban la cuenca

yo sí lloraba

papá se acercócon la navaja

el ojo era chiquitoen su mano de héroe

el perro no se movió

sostuvo la mirada del filomordió el aullido

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nunca dejó que le taparan el hueco

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trampa para cazar caballos

en el suelouna costra de maíz azulsobre los granoscae un potrillo

una espuma violetale corona el belfola hinchazón anestesia los ojosatraviesa el barbijo

hay que quemar el airepara evitar el contagio

la noche se iluminade relinchosy no hay músicapara acompañar el fuego

los caballos sabencuando van a morir

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pero no conocenel color del veneno

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sombra

una oruga de fardos de alfalfaresiste el afán incendiariode la siesta

nos refugiamosen el tanque australianoflotamosen el sordo hechizode las abejas

a veces la sed desespera la pielnos quema el alivio

cuando baje la fiebre del aireperfumados de higossubiremos la tardehasta los árboles

esperaremosmareados y calientesque la noche detenga

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la sangre de las víboras

cuando acabe la luznos quedaremos sin agua

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un entierro

todas las nochesencerrábamos a los charitosen el gallinero

una mañana cedió el tejidoy un revoltijo de plumasse nos pegó a los ojos

en el patio de la capillaenterramos los huesoslas patas los picoshicimos guirnaldas de floressobre las tumbasclavamos crucesde varillas y alambre

las manos cubiertas de ampollasrezamoslloramos

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más tarde sacamos las crucesy las usamos de espadas

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tótem

el sol exprime las sombrasun niño acechaentre los pliegues del bosque

por el tajo que le abre el costadorespira una liebrele quema la carne debajo del cuero

hay que curarpara siempreal que sufre

cada golpe retuercecada músculocontraídose estira

arden las axilasla espalda se moja

un susurro de gusanos

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sacude las raíces del pasto

el hocico se dilatapero el aire ahogacuando la sangreinvierte el camino y se ensucia

queda la piel empapadala carne molida debajo del cuero

el niño deja el palocorre a la laguna

se esconde del solcomo del ojo de la siesta

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la suerte del que come

un pollo saltava dejando sobre la arenael rastro de sus tripasla sombra tibia de los órganosque insisten

cada paso lo ahueca

cuando queda vacíohuesos y plumascaesobre otro pollo rendido

en un rincón del gallinerocon la cloaca del avetodavía entre los dientesel perro se relame

no conocela suerte del que juegacon la comida del amo

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sopor

debajo del laurelnos acostábamosa mirar el cielo

las hojas y las floresadormecen los sentidos

veíamos dragonesosos y conejoscuando las nubesanunciaban lluviasy tormentas

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el juego

no saques los ojosde la sangre que brotadel costado abierto de tu cabeza

no dejes de mirarla oreja que te cuelgauna tira de pielen la maraña de tu pelo

si no hubieras estado solaalguien habría escuchadoel ruido de tus huesossi tus labios no hubieran estadopegados a su paladarhubieras gritadosi no hubieras sentidosus dientes en el cuello

miráel perro te esperalamiendo tu charcopara que sigan el juego

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un paseo por el bosque

el galope astillaba la siestalas ramas heríanlos costados de la yeguael caballo aplastaba violetascaían las moras

—vos ¿te dejarías?los párpados fijosduros los ojos—bajate la bombacha

ellaque todavíano llegaba a los estribosno dijo nadaaunque las ortigasle quemaban la espalda

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las mamás

¿te acordásde esa vez que bañamosa los pollitos con champú?

les fregábamos las alasy los hundíamos en el baldepara enjuagarles la espuma

¿te acordás?los pusimos a secar al solsobre las lajaspiaban bajitoolían a algas marinas

uno a unodespacioempezaron a morir

¿te acordás?pasamos el díallorando a esos hijos

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que no habían soportadotanto amor

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de lejos

donde los troncoscambian a cenizase sostiene la ronda

una chispa es el origendel equilibrio

pero alguienlanza al aire un desafíoy otroinvade el centrose inclina sobre la luzque le cierra la frente

todo cabe en el fuegotodo toma su forma

los dedosla piel del brazopenetran las llamas

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arde el miedode lejosse huele la manoun silencio enormeabre los rostrosdespués del grito

el horizonte se revuelveahoga al vientoespanta a los animales del airehuyen los que pueden correry se comprime el cielo como un pozo

solosen medio de la nochesin caballos

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escena familiar

construimos una casitaen el bosquedebajo del paraísosobre el tronco quebradode un eucalipto

la decoramos con girasolesespigas de trigomargaritas silvestres

juntábamos moras y quinotoshacíamos tortitas de barroy trenzas con flores y hojaspara adornarnos el pelo

a los varones y a los perroslos mandaban al campoentonces las chicasjugábamos solasa la mamá y al papá

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las violetas sobre el musgonos servían de cama

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charco en calma

arde la lluviasi roza las rodillasla huella de las chalasla marca de la hoja

empecinadas las ortigasse niegan al peso del aguasus aguijones inquietanel ritmo hostil de la cintura

el rebenquelastima la calma del charco

sudor de mujer y de yeguaconfunden el cuero

la hembrade cara en el barrobusca el sentido del tacto

cerdos y gallinas

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deshacen los rastros

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los que se pierden (I)

llegó el día de moriry Capitán atraviesa la orilla

desde el aguael horizontees un invento del ojo

todo miente a esa horaen que el sol y el vientono respiran

conmovidopor la certeza del vértigose dejair hacia el fondo

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los que se pierden (II)

cuando la sequíase trague los pájaros

voy a andar sobre el sueloolvidado de la luzvoy a recoger los huesosnacaradosa medir sobre mi cuerpoel largo de unas costillaslimadas por la sal

cuando reconozcalas huellas del perrome sentarécon una piedra en las manoshasta que vuelva el agua

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carneado

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amanecer

hay que revolver la sangreen cruzcon una cuchillasin pararmientras esté vivo

el cuero es duroes dura la grasaes duro atravesarclavar hondo

¿quién que ha sido capadopuede soportar sin cagarsever la propia sangrellenando una olla?

el último signo vitalse registra en el ano

mientras tanto el aguahierve en los tachos

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hay que sacar los coáguloscon las manoshay que tirarlos contra un árbolpara las gallinaspara alimentar la rapacidadde las crías de chimangos

el susurro del filoraspa el cuero hirviendoel pelo cae se apelotonacon la sangraza

el hombre que abredespliega su precisióncomo si midiera su miembro

el filo es la forma de la manoel corte convierteal cerdo en mariposala sierra divide

movidas por el reflejo las entrañascrujen como si vivieran

sobre la carretillacatarata de vísceras y caldos

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hay que lavar las tripashay que escurrirborrar los restos

las gallinas enfrentanla saliva de los perrosno distinguen lo frescode lo digerido

mientras tanto la cabezahierve en los tachossin ojos

el aire congela el olfatoel frío limpia

el cerebro de un cerdo cabeen la mano de un niño de 8 años

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y el cerdo se hizo carne

hay que hervir la grasadurante cinco horasrevolviendo en círculos

sobre el tablónseparar lo que se comedel sebode los nerviosde los huesos

la carne no asumesu condiciónresistetodavía entibia la hoja

el que cortano piensasiente cómo se enfría

un parpadeoy el filo desconoce

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en la manose mezclan la sangredel hombre y del cerdo

las mujeres no piensanmeten en la picadoraexprimenempujanmanipulan lo sólidono hablanablandan

y el mate pasade mano ensangrentadaa boca sin manchasde mano engrasadaa boca sin dientes

y la picadora da vértigo

si un dedo cayeralo blanco sería rosadoel dedo chicharrón

el chasquido de la máquinalas vísceras se hinchanen las gallinaslos chimangos y los perros

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el embudo encauza el instintolas mujeres rellenanlas tripasrecobran su erección

una mano oscurase hunde y mezclala grasa la sangrela carne de cabeza

hay que revolveren círculosdurante cinco horaspara derretir

el hombre que revuelveno piensamira las burbujasy fuma

en algunos lugareslas cosas son simples

la carne se corta

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Por María Salgado: Carneada

A cambio de Es el verbo tan frágil, de Sandra Santana, me envías, Gabo,Carneada. Y debe ser muy especial para ti éste que recibo de retorno encontrabando, porque sé que te gustó aquel libro y la economía del potlatch teobliga a una subida de precio (por cierto que en el trueque de los dos nombreshay algo de anagrama) ¿Por qué? Dos notas se me ocurren para especializar estepoemario en dos lugares quizás injustos con el campo que lo habita.La primera es la exuberancia que resulta de usar palabras, las use o no, comosangre, lodo, sexo, vaca, bosque, pollo, relincho, grasa, mano oscura, erección, yya imaginas cómo seguir la serie, cómo enfangarte en ella y rebalsar. Asícomienza el libro y su regusto: Mi sexo mandaba señales a los sentidos / a misespaldas mi sexo / rebalsaba a los costados. Rebalsar es el movimientoresultante de un uso sexual de términos, para caer de un lado de la lengua queguste decir las cosas, las cosas por su nombre más carnal, y que además se gustemientras se está diciendo / moscas verdes / le copulaban la cuenca. El uso de losnombres hacia su lado mordible y bebible es un descaro que me gusta unabarbaridad; les resta pretenciosidad, los devuelve a la boca mundana aunquesigan designando a la vez grandes acontecimientos inasibles. Lo inasible, portanto, se puede comer, qué gran manjar lo inasible, cuando acabe la luz / nosquedaremos sin agua.La segunda nota está muy cerca de la primera, “fatalmente” para la reseña. Setrata del, llamémoslo así, “tema del animal”. El “tema del animal fatalmente”,espero no ser muy tópica en el punto, es cuando el rebalse cae de verdad y convalor al otro lado. Al fin y al cabo el animal parece, en abstracto: en tanto vidamóvil, próximo a lo humano; pero resulta, en el momento carnal, oral, decontacto, lo absolutamente otro: la vida fuera. Aquí bastaría citar un toro, quepesa quinientos kilogramos y mide más que una niña. Un toro, un caballo, quecorre cerca, es una velocidad innumerable; la sensación de su movimientocompletamente distinta. ¿Qué tiene que ver su carrera con la carrera humana? ¿Adónde se dirigen tan deprisa? Y “fatalmente” viven juntos, animal y humano, yconversan y llegan a entablar relaciones no sólo de alimentación, también depregunta, sobre todo en esa época, infancia y adolescencia, de rebalse hacia lainhumanidad como “especie de especie” que somos. Mira, acaban de poner en laradio, ahora mismo, una canción mítica de Nina Simone en la versión de The

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Animals, ¿la conoces? Es la que dice: but I’m just a soul whose intentions aregood, oh no, please don’t let me be misunderstood. Réstale al alma del tema lacerteza de identidad, las intenciones, la posibilidad de discernir el bien del mal,la capacidad de suplicar en el momento del dolor y la capacidad de comunicarsebilateralmente; creo que queda algo así como just a soul misunderstood. Un almamalcomprendida de comunicación unívoca: con un bocado: el ojo de un animal.Y piensa que soul es un concepto históricamente muy enrevesado, muy cargadode tinta mística y burguesa; y piensa que la malcomprensión también es unafunción de comunicación humana, a nuestro pesar; entonces, el uso descarado ysexual de la palabra alma (la use o no) y su mención en medio de sangre, lodo,relincho, grasa, bosque y erección de animales, la desconvierte de lo abstracto yla sumerge en parte del rebalse de la adolescencia, la erótica, la poesía, el animal.Para otro día dejo anotado el comentario siguiente: carneada habla de unamatanza. El último gesto vital / ha sido registrado en el ano. Mientras tanto, mástráfico.

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DATOS DE LA AUTORA

Contacto: [email protected]

Soledad Castresana nació en La Pampa y vivió en esa provincia hasta losdieciocho años, cuando se radicó en Buenos Aires. Desde enero de 2013 vivetemporalmente en Bogotá, Colombia.

Es licenciada en Letras. Se ha desempeñado varios años como docenteuniversitaria, investigadora y también como profesora de español como lenguaextranjera. Coordinó talleres de escritura creativa individuales y grupales. Junto aMarcelo Carnero, Claudia Masin y Victoria Schcolnik creó la editorial de poesíaCurandera.

Publicó los libros de poemas Carneada (Alción, 2007) y Selección natural(Fondo Editorial Pampeano 2011). Este último fue elegido para su publicaciónen la convocatoria provincial que organiza la Subsecretaría de Cultura delGobierno de La Pampa.

Poemas suyos integran las antologías Poetas argentinas (1961-1980) (Edicionesdel Dock, 2007),Última poesía argentina (Ediciones en Danza, 2008) y Un libro oscuro (Bajo laluna, 2011).

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