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V ICARÍA PARA LA P ASTORAL SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO "Iglesia Pueblo de Dios que Nace y se Alimenta en la Eucaristía"

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V i c a r í a p a r a l a P a s t o r a l

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

"Iglesia Pueblo de Dios que Nace y se Alimenta en la Eucaristía"

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SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

"Iglesia Pueblo de Dios que Nace y se Alimenta en la Eucaristía"

V i c a r í a p a r a l a P a s t o r a l

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INTRODUCCIÓN

Dentro del Año Litúrgico, estamos viviendo lo que llamamos el “Tiempo Ordinario” o “Tiempo durante el Año” que incluye las 33 o 34 semanas del Año Litúrgico. En este Tiempo Ordinario, que retomamos después de la Fiesta de Pentecostés, hay tres fiestas que se celebran en domingo y son movibles, es decir no tienen fecha fija. Ellas son la Santísima Trinidad, el Cuerpo y la Sangre del Señor y Jesucristo, Rey del Universo con la que concluimos el Año Litúrgico.

La Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo se celebran el domingo siguiente a la Santísima Trinidad, y su celebración comenzó a extenderse a toda la Iglesia de occidente en el siglo XIII, por interés del Papa Urbano IV, convirtiéndose pronto en una fiesta popular.

Para prepararnos a esta Fiesta y seguir creciendo en una vivencia eucarística coherente ofrecemos los siguientes materiales:

1. Vigilia de adoración “Cuerpo y Sangre de Cristo” 3

2. Lectura orante de la Palabra de Dios (Lucas 9, 11b-17) 14

3. Celebración Eucarística “Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo” 20

4. Profundización personal y comunitaria de la experiencia eucarística 32

5. Eucaristía y Enfermos 41

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Vigilia de AdoraciónCUERPO Y SANGRE DE CRISTO

"Es preciso nacer de nuevo" (Jn 3)

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INTRODUCCIÓN Terminadas las fiestas de Pascua de Resurrección, llegamos a la Solemnidad por excelencia de la Eucaristía. El Domingo del Corpus con su víspera y su vigilia es una ocasión magnífica para que la comunidad cristiana exprese dentro y fuera del templo el gozo de la presencia del Señor resucitado en medio de su pueblo, cumpliendo así la promesa de que estará con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos.

La vigilia de adoración que vamos a celebrar nos debe ayudar a no perder el “asombro eucarístico” porque la tentación, puede ser el acostumbrarnos a la Eucaristía sin más profundidad, sin más admiración y reflexión.

En vísperas de la solemnidad del Corpus Christi, invitemos a nuestra comunidad, a vivir una vigilia en adoración a Jesús Eucaristía, en una noche de profunda oración y comunión fraterna, preparando nuestros corazones para la procesión del Corpus Christi, como gesto de ‘Iglesia misionera’ que quiere renacer de nuevo.

Sugerencias: 

• Invitar a la comunidad a vivir una experiencia espiritual y contemplativa de adoración a Jesucristo que ha querido ser alimento para nosotros y nos ha dejado su Cuerpo y su Sangre en el Sacramento de la Eucaristía.  

• El Lugar para la adoración ha de estar especialmente ornamentado para esta ocasión. Procurar generar un ambiente cálido, acogedor y que invite a la oración.

• Ayuda, para unir la adoración con la vida, colocar en un lugar adecuado fotografías de realidades que sean cercanas a la comunidad: adultos mayores, enfermos, niños, migrantes, etc.

• Poner un cartel en un lugar destacado con una frase, por ejmplo: Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar.

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• Conviene que las luces de la capilla estén bajas destacándose la luz del Sagrario y los cirios encendidos sobre el altar.

• Tener preparado, los cantos y oraciones que se utilizarán en este encuentro.

• Poner música suave adecuada para orar.

• Ambientar con cirios, velas, flores, incienso.

• Cada comunidad puede cambiar o adaptar las motivaciones oraciones o cantos, de acuerdo a su realidad.

• Las indicaciones en rojo no se leen en voz alta.

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VIGILIA DE ADORACIÓN

BIENVENIDA

Guía 1: Queridos hermanos y hermanas:

Ya estamos próximos a la celebración del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Estos días previos han ido preparándonos para volver la mirada a Jesús, que quiso quedarse con nosotros en los simples dones de pan y vino.

Dirigimos también la oración a Dios y nos unimos especialmente a aquellos hermanos nuestros que sufren de enfermedad, abandono, soledad e injusticias. Pidamos al Señor que se haga presente en medio de su Pueblo, para que aprendamos a ser una Iglesia fiel a Jesucristo que vive de la Eucaristía.

Dispongamos nuestro corazón y nuestros sentidos, para favorecer el encuentro con el Señor, para entrar en comunión con Él, para acrecentar nuestra fe.

Antes de comenzar es necesario que recurramos al silencio para alejarnos de toda distracción, de modo que nuestra oración y nuestra vida hecha ofrenda, suban hasta el altar del cielo como incienso perfumado.

Cantamos: Ven Oh Santo Espíritu (u otro que consideren adecuado)

Guía 2: Adorar significa reconocer a Dios como nuestro Señor y Salvador. Significa confiar en su misericordia y abandonarnos a su providencia.

Los cristianos nos unimos a Jesucristo como pueblo de Dios. Él nos refleja el rostro del verdadero Dios que nos ama y nos salva, y al mismo tiempo nos enseña la dignidad sagrada de cada ser humano. Como expresión de su amor, que quiere estar cerca de cada uno de nosotros, Jesús nos dejó su presencia en la Eucaristía. Allí podemos unirnos íntimamente a Él, recibir su fuerza y su luz, alimentar nuestra fe y vivir su mensaje.

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En comunidad, queremos compartir este momento de oración, pidiendo a Jesús Sacramentado que nos dé la gracia de experimentar su Amor. Contemplemos al Señor presente de manera real y cercana junto a nosotros. Dediquemos este tiempo de oración para adorar a Aquel que se quedó en medio de su Pueblo para asistirlo.

Cantamos: Alabado sea el Santísimo (o el que consideren oportuno)

EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

Guía 1: Ya que Cristo mismo está presente en el sacramento del Altar, es preciso honrarlo con culto de adoración. La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor.

Nos enseña Santo Tomás: “…en este sacramento está presente el verdadero Cuerpo de Cristo, no se puede captar con los sentidos, sino sólo con la fe”. 1

Estamos aquí porque creemos y tenemos plena certeza de que, si estamos junto a Jesús, podemos recuperar el sentido más profundo de nuestras vidas.

El Señor se hará presente en medio nuestro, especialmente en el Pan Consagrado. Ante Él nos arrodillamos.

Pausa, silencio.

• El sacerdote expone el Santísimo y reza según lo usual con la participación de la comunidad.

• Puede retirarse luego y confesar mientras tanto si así lo considera, lo que será anunciado.

1. Summa theologiae, III, 75, 1; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1381.

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La Palabra

• Antífona cantada: Nada de turbe y repetimos• “Jesucristo, pan de vida y comunión para nuestro pueblo” (Se repite 3 veces)

Lector 1: Del Evangelio según San Juan (Jn. 6, 51-58)

“Enseñando un día en la sinagoga dijo Jesús a la multitud: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. El que coma de este pan, vivirá eternamente; y el pan que yo voy a dar, es mi carne por la vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí y diciendo: “¿Cómo puede este hombre darnos a comer su carne? Jesús les respondió: “Yo les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del hombre, y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. Y el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. A mí me envió el Padre que tiene vida y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; que no es como el que comieron sus padres, y murieron; el que coma de este pan vivirá eternamente”.

Palabra del Señor

• Reflexión y preguntas personales para meditar en silencio partiendo de la lectura bíblica.

El que preside:Jesús es el verdadero pan, el pan que da la vida eterna. Vivimos de lo que recibimos y este pan tiene que ser comido, y comerlo significa no solamente asimilarlo como palabra y como ejemplo, como modelo de vida, sino asimilarlo como víctima ofrecida en sacrificio por mí y por todo el pueblo de Dios. Víctima con la cual hay que entrar en una misteriosa comunión. Cada vez que comulgamos, estamos invitados a asimilar el pan que es Cristo.

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El Papa Pablo VI nos dijo en relación a ello: “Así, pues, a nosotros, los cristianos, nos corresponde ser, en medio de los demás hombres, testigos de esta realidad, pregoneros de esta esperanza. (…) Lo que tal vez más necesita el mundo actual es que los cristianos levanten alta, con humilde valentía, la voz profética de su esperanza… ¡Hermanos e hijos queridísimos, estrechémonos, pues, en torno al altar! Aquí está presente Aquel que, habiendo compartido nuestra condición humana, reina ahora glorioso en la felicidad sin sombras del cielo”.2

Reflexionemos en torno a estas preguntas: • ¿Qué sientes cuando estás frente al Santísimo? • ¿Qué situaciones difíciles necesitas exponer al Señor? • ¿En qué instantes concretos has podido experimentar la alegría después

de seguir a Jesús?

Cantamos: Dios está aquí (u otro que consideren adecuado)

2. Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor. Homilía de Su Santidad Pablo VI. Basílica de San Pablo extramuros. Domingo 28 de junio de 1978.

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Guía 1:Invitamos a la comunidad a orar unidos como pueblo de Dios con el Salmo 118. Al finalizar la lectura hacemos un momento de silencio antes de escuchar la meditación.

SALMO 118 ¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!

Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor!

Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor!

En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó dándome un alivio.

El Señor está conmigo: no temeré: ¿qué podrán hacerlo los hombres?

El Señor está conmigo y me ayuda: yo veré derrotados a mis adversarios.

La Oración

Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres; es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos.

Todos los paganos me rodearon, pero yo los derroté en el nombre del Señor; me rodearon por todas partes, pero yo los derroté en el nombre del Señor; me rodearon como avispas, ardían como fuego en las espinas, pero yo los derroté en el nombre del Señor.

Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda. El Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación.

Un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas de los justos: «La mano del Señor hace proezas, la mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas».

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No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor, El Señor me castigó duramente, pero no me entregó a la muerte.

«Abran las puertas de la justicia y entraré para dar gracias al Señor».

«Esta es la puerta del Señor: sólo los justos entran por ella».

Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos.

Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: el Señor es Dios, y él nos ilumina.

«Ordenen una procesión con ramas frondosas hasta los ángulos del altar».

Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias; Dios mío, yo te glorifico.

¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Pausa

Este Salmo contempla la misericordia de Dios a favor de su pueblo. De edad en edad, Dios ha mostrado su preocupación, cercanía y amor. Desde la alianza con Abraham hasta la Resurrección de Jesús, pasando por la salida de Egipto.

En la Pascua, las manifestaciones del amor de Dios llegan a su cumbre. Dios ha roto las cadenas de la muerte y ha resucitado a Jesús, y con él a nosotros. Por nuestra parte, podemos unirnos a la acción de gracias de Jesús, quien lo hace de una manera perfecta.

En esta solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, elevémosle a Dios “la copa de la salvación” para festejar la liberación definitiva que nos ha alcanzado la sangre de la Cruz3.

3 Cf. http://www.homiletica.org/fidelonoro/fidelonoro0049.pdf

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La Resurrección de Jesús es la piedra de fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza. • Momento de silencio

Cantamos: Dios está aquí

Plegaria

Guía 2: A Jesús Resucitado, vida y esperanza de toda la humanidad, orémosle diciendo: Acrecienta nuestra fe, Señor

• Para saciar el hambre y la sed más profundas… • Para que nunca más nos sintamos solos… • Para crecer en la fe, la esperanza y el amor…. • Para aprender a vivir y caminar juntos… • Para reconocerte en los más pobres y abandonados…. • Para encontrarte en nuestras preocupaciones y en nuestras alegrías…. • Para llevar tu luz y tu amor a los demás….

Guía 1:Cantamos antífona: Nadie tiene mayor amor x 3 veces

Silencio para meditación personal Reserva del Santísimo• Previa bendición del sacerdote • El Sacerdote finaliza la adoración, con las oraciones correspondientes y la bendición

con el Santísimo

Canto: Adoremos Reverentes (u otro que consideren adecuado) • Instantes breves de silencio. Despedida del sacerdote

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Despedida La Eucaristía, en la que Cristo se da generosamente, es una llamada a sus discípulos para hacer lo mismo. Desde el Bautismo el cristiano es un misionero, invitado a inundar de amor, de justicia y de paz el mundo cotidiano.

Todo lo que recibimos es para comunicarlo, y nuestra propia vida en esta tierra sólo se puede entender como una misión para el bien de los otros.

Renovados por este encuentro con el Señor y con nuestros hermanos, concluimos esta adoración recordando el itinerario de todo cristiano: partir desde el Corazón misericordioso de Dios, hacia el corazón del hombre.

OraciónJesucristo, Señor de la historia te necesitamos.

Tú eres el Pan de Vida para nuestro pueblo peregrino.Conscientes de tu presencia real en el Santísimo Sacramento

te alabamos y adoramos, te celebramos y proclamamos, te recibimos y compartimos.

Pedimos tu gracia para forjar el presente guiados por tu Evangelio.Ponemos en tus manos nuestro futuro con esperanza y compromiso.

Con la alegría que nos da tu Palabra salimos al encuentro de todo tu pueblo, sin excluir a nadie, para gestar juntos una cultura del encuentro con el hermano,

siendo auténticos discípulos misioneros.Con nuestra Madre, la Virgen María, y unidos a los santos que son nuestros

modelosnos ponemos en camino dejándonos conducir por la Providencia del Padre y

animados por el fuego del Espíritu Santo. Amén.

• Salve

• Gloria

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Lectura orante de laPALABRA DE DIOS

DOMINGO DE CORPUS CHRISTILucas 9, 10-17

Denles ustedes de comer

INTRODUCCIÓNPara iniciar la lectura orante de Palabra de Dios, le invitamos a crear un ambiente propicio para vivir una experiencia profunda de encuentro con Señor y una escucha atenta a su Palabra.

Después de celebrar dos solemnidades de “comunión”: la comunión eclesial suscitada por Espíritu a partir de Pentecostés y la comunión trinitaria como vértice, modelo y fundamento de la comunión eclesial–, celebramos este domingo la “comunión eucarística” con Jesús. Esta celebración del “Cuerpo y la Sangre del Señor”, también llamada del “Corpus Christi” (o “Corpus Domini”, del “Cuerpo del

2.

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Señor”), nos sitúa una vez más en el plano del encuentro personal y comunitario con Jesús y nos invita a tomar conciencia del hecho que este encuentro tiene una dimensión sacramental que se realiza en el misterio Eucarístico, que el mismo Jesús instituyó. Fue Jesús mismo quien dijo de qué manera permanecería en medio de sus discípulos y cómo continuaría la comunión comenzada en el discipulado de los caminos de Galilea, el cual tuvo su culmen en el amor total expresado por el Maestro con los brazos abiertos en la Cruz.

Lucas, con el pasaje de los panes y los peces compartidos con el pueblo de Dios, subraya el compromiso que adquirimos cada vez que comemos de ese pan. Jesús hace de la comida con la multitud el escenario privilegiado de una enseñanza fundamental para sus seguidores. El relato, envuelto en un rico simbolismo, ha sido interpretado desde siempre por la Iglesia cristiana como una prefiguración de la eucaristía. Por eso no es extraño que, en la festividad del Corpus Christi, la liturgia proponga el episodio del pan como evangelio del día.

Invocación al Espíritu Santo

Iniciemos este momento de oración invocando al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

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Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

Proclamación del Evangelio de Lucas 9, 10-17

Al regresar, los Apóstoles contaron a Jesús todo lo que habían hecho. El los llevó consigo, y se retiró a solas con ellos hacia una ciudad llamada Betsaida. Pero la multitud se dio cuenta y lo siguió. El los recibió, les habló del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados.

Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: ‘Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto’.

Él les respondió: ‹Denles de comer ustedes mismos›. Pero ellos dijeron: ‹No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente›.

Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: ‘Háganlos sentar en grupos de cincuenta’.

Y ellos hicieron sentar a todos.

Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud.

Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.

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Profundicemos en el texto

Tras unos momentos de silencio, procuramos descubrir qué dice este pasaje. Pueden ayudarnos las siguientes orientaciones.

El relato revela la identidad más profunda de Jesús a través de sus hechos, relaciones y palabras.

• ¿Qué acciones realiza Jesús a favor de la multitud?Jesús enseña, cura y da de comer. Es la manifestación visible de la Palabra, el amor y la presencia de Dios. Evidentemente, el relato se centra sobre todo en el don del pan, y en este sentido se hace eco de numerosas referencias al AT. Una de ellas es la tradición del maná: Si Moisés sirvió de intermediario para alimentar al pueblo en el desierto (Ex 16), ahora Jesús lo alimenta por sí mismo con un nuevo maná. Otra referencia es a los relatos de Elías y Eliseo (1 Re 17; 2 Re 4,42.44): si estos grandes profetas dieron de comer, Jesús es mayor aún que ellos. En él se cumplen con creces todas las promesas que Dios hizo a su pueblo.

• ¿Qué gestos hace Jesús? Ante la situación la situación en que se encuentra la gente, toma la iniciativa y acepta los panes y peces que tienen los discípulos. Tras orar, los bendice, parte y reparte. El pasaje no habla de “multiplicación” ni de magia. Partir y distribuir el pan y los peces es suficiente para que la multitud se sacie.

• ¿Quién distribuye el pan? ¿Cuál es el papel de los discípulos en este pasaje? Quienes antes ejercieron como servidores de la Palabra, ahora aceptan el servicio de la mesa. Son dos aspectos de la misma misión. Ofrecerse para entregar los dones de Dios a todo el mundo. Eso sí, la fuente no está en ellos, sino en Dios. Ellos son intermediarios, colaboradores para que el pueblo pueda comer hasta saciarse.

• El alimento sobreabundante que da Jesús no sólo logra saciar el hambre de la gente, sino que además sobra como para alimentar a otra multitud, a todo un pueblo. Así se desprende el simbolismo del número doces, que recuerda a las doce

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tribus de Israel y a los doce apóstoles, el nuevo Israel. Con Jesús se ha hecho realidad la promesa del banquete abundantes, gratuito y salvador que Dios prometió en el AT (Is 25,6). Jesús, el Pan, que ha dado de comer a la muchedumbre, se entregará también en el marco de la última cena para que su gesto sea recordado, repetido y celebrado por sus seguidores en favor de toda la humanidad.

Meditación

El relato de la distribución del pan no puede ser sólo cosa del pasado, sin relación con el presente. La gente continúa teniendo hambre. Jesús sigue presentándose como el Pan que sacia y pide a sus discípulos que actuemos como intermediarios y servidores.

• A la luz de este pasaje del evangelio ¿qué significa para ti celebrar la eucaristía y “comulgar” en ella con Jesucristo?

• ¿Qué gestos o palabras del pasaje de hoy te han interpelado?• ¿Cuál es la misión de los discípulos en este pasaje y cuál es nuestra misión en el

contexto actual?• “Denles ustedes de comer”: ¿Qué podríamos hacer para que nuestras eucaristías

nos impliquen y comprometan con los que más nos necesitan?

Oramos y celebramos

Como símbolo que ambiente nuestra oración, colocamos en el centro del grupo la Biblia abierta, una vela encendida y una pequeña hogaza de pan. Alrededor ponemos fotografías que expresen carencias y dolores actuales de la humanidad. Junto a estos elementos colocamos un cartel con la frase: “Denles de comer ustedes mismos”.

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• Proclamamos de nuevo Lc 9, 11-17.• Compartimos nuestra oración según este pasaje haya resonado en cada uno

de nosotros.• Podemos cantar: Te conocimos Señor, al partir el pan u otro canto.• Terminamos recitamos juntos las palabras de Jesús, como un acto de fe, como

una adhesión personal.

Si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda solo. Pero si cae en tierra y muere da mucho fruto. El que busca su vida, la echa a perder,el que entrega su vida, la encuentra. Yo soy un pan que da vida el que come de este pan tiene vida eterna. El que bebe de esta agua volverá a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed, pues el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en manantial de agua viva que brota dando vida eterna. Nadie tiene mayor amorque el que da la vida por sus amigos.

Santísima Virgen,Madre de la Eucaristía,Madre de Jesús y Madre nuestra.Tú nos invitasa acercarnos a Jesús,a su Morada Eucarísticay a adorarlo sin cesar,como tú lo adoras.Que entendamos, Madre,que en cada hora de adoraciónJesucristo nos sana, nos bendice,disipa las nubes de dolor y soledady quita nuestra tristeza regalándonos paz y amor.Acompáñanos y haz de nosotros esos adoradoresque buscan el Padre: en espíritu y verdad.Ruega por nosotros Santa Madre de Dios,Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

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Celebración EucarísticaSOLEMNIDAD del CUERPO y SANGRE del SEÑOR

INTRODUCCIÓN Jesús en la fracción del pan se nos muestra abierto a todos, nadie está excluido de su mesa. La mesa de Jesucristo el Señor, es la mesa de la unidad de todos los hombres con Dios y de todos los hombres entre sí. Es la mesa de la comunión. Es en la mesa de la eucaristía que se nos revela quien es Jesucristo, el que se da plenamente por todos, es la expresión sacramental de su sacrificio en la Cruz.

Esta fiesta es una llamada del Señor a cada uno de nosotros que nos recuerda que Él quiere llamar a las puertas de cada hogar, recorrer nuestra ciudad, entrar para volver a entregarse una y otra vez. La liturgia nos propone como ocasión propicia esta solemnidad para que la comunidad cristiana confiese dentro y fuera del templo su fe en la presencia del Resucitado en medio de nuestro pueblo y de nuestra historia. Por eso, en la procesión, salimos por nuestras calles con Cristo que ha querido permanecer presente también en la eucaristía. Queremos que nuestra ciudad y la vida cotidiana de cada creyente sean el templo, el lugar donde Él permanezca y del cual se señoree.

RECOMENDACIONES A LOS EQUIPOS DE LITURGIA

• Prepara con anticipación el ofertorio de este día, invitando el domingo anterior a la comunidad a compartir el alimento con los más necesitados de la comunidad o barrio a ejemplo de Jesús que se hace alimento repartido para todos.

• Preparar con tiempo los cantos apropiados a la Solemnidad.

3.

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• Si la comunidad lo estima apropiado se prepara la procesión teniendo en cuenta lo siguiente:

Es conveniente que se haga la procesión después de la misa, en la cual se ha de consagrar la hostia que se llevará en la procesión. Nada impide que la procesión se haga después de una adoración pública y prolongada, a continuación de la Misa.

Si la procesión sigue a laMisa, terminada la comunión de los fieles,se coloca sobre el altar la custodia y se pone la hostia consagrada. Pronunciada la oración después de la comunión y omitidos los ritos conclusivos, se inicia la procesión.

CELEBRACIÓN EUCARISTICA

GuíaQueridos hermanos. Sean bienvenidos, a celebrar el día del Señor, hoy la Iglesia nos invita a fijar, nuestra mira da en la celebración de la eucaristía. En el Señor Jesús resucitado, que ha puesto su morada entre nosotros. Renovemos nuestra fe en el Señor, que se hace alimento, en nuestro caminar, como pueblo de Dios, ungido por el Espíritu, y digámosle, “SEÑOR, DANOS SIEMPRE DE ESE PAN”.

La fiesta “del Cuerpo y Sangre de Cristo”, nos invita a la acción de gracias por la Eucaristía como sacramento en el que Cristo Jesús ha querido quedarse como alimento para la vida de fe, haciéndonos comulgar con su propia Persona, con su Cuerpo y Sangre, bajo la forma del pan y del vino.

Hoy, somos urgidos, no por compasión, no por filantropía, sino por mandato del mismo Jesús a multiplicar el pan y a dividir nuestros bienes para cumplir con el “denles ustedes de comer”. Invitación a vivir sencillamente para que los otros puedan sencillamente vivir.

Comenzamos con alegría esta celebración, entonando juntos el canto de entrada.

Canto de entrada: VENGA TU REINO

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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 80, 17 El Señor alimentó a su pueblo con lo mejor del trigo, y los sació con miel silvestre.

INVOCACIONES A LAS INTENCIONES DEL SEÑOR TEN PIEDADS: El pan que hemos preparado para la Eucaristía se convertirá en el pan de la

Resurrección y de la vida eterna y el vino se convertirá en la sangre de la Alianza Nueva, derramada para el perdón de los pecados. Abrámonos al perdón que nos ofrece esta Eucaristía.

• Jesús, tu eres el pan vivo bajado de cielo. ¡Señor ten piedad! • Jesús, tú eres alimento de vida eterna ¡Cristo ten piedad! • Jesús, tú eres la resurrección y vida nuestra ¡Señor ten piedad!

S: Dios nuestro Padre, ten misericordia de nosotros, perdónanos y condúcenos a la vida eterna.

GLORIA.

ORACIÓN COLECTA Señor Jesucristo, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que podamos experimentar siempre en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios, por los siglos de los siglos.

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LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA La lectura del libro del Génesis nos presenta a Melquisedec, quien siendo sacerdote y rey de Jerusalén, ofrece pan y vino y bendice a Abraham. Esta es una figura del sacerdocio de Cristo, que nos ofrece su cuerpo y su sangre en la solemnidad que hoy celebramos.Lectura del libro del Génesis: 14, 18-20

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios altísimo, y bendijo a Abram, diciendo: “Bendito sea Abram de parte del Dios, el altísimo, creador de cielos y tierra; y bendito sea el Dios, el altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos”. Y Abram le dio el diezmo de todo.

SALMO RESPONSORIAL 109, 1-4R/. Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec.

Dijo el Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha; mientras Yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies”.

El Señor extenderá el poder de tu cetro. “¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!”.

Tú eres príncipe desde tu nacimiento. Con esplendor de santidad; yo mismo te engendre como rocío, desde el seno de la aurora”.

El Señor lo ha jurado y no se retractara: “Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec”.

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SEGUNDA LECTURA La Iglesia recibe la Eucaristía de la tradición de los Apóstoles y, estos, del mismo Jesús en la memoria de aquella cena la víspera de su pasión. Escuchemos. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11, 23-26

Hermanos: Yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, dio gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía”Y así, siempre que coman este pan y beben esta copa, proclaman la muerte del Señor, hasta que Él vuelva.

SECUENCIAEsta secuencia es optativa. Si se la canta o recita, puede decirse íntegra o en forma breve desde: * Éste es el pan de los ángeles.

Glorifica, Sión, a tu Salvador, aclama con himnos y cantos a tu Jefe y tu Pastor.

Glorifícalo cuanto puedas, porque Él está sobre todo elogio y nunca lo glorificarás bastante.

El motivo de alabanza que hoy se nos propone es el pan que da la vida.

El mismo pan que en la Cena Cristo entregó a los Doce, congregados como hermanos.

Alabemos ese pan con entusiasmo, alabémoslo con alegría, que resuene nuestro júbilo ferviente.

Porque hoy celebramos el día en que se renueva la institución de este sagrado banquete.

En esta mesa del nuevo Rey, la Pascua de la nueva alianza pone fin a la Pascua antigua.

El nuevo rito sustituye al viejo, las sombras se disipan ante la verdad, la luz ahuyenta las tinieblas.

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Lo que Cristo hizo en la Cena, mandó que se repitiera en memoria de su amor.

Instruidos con su enseñanza, consa-gramos el pan y el vino para el sacrifi-cio de la salvación.

Es verdad de fe para los cristianos que el pan se convierte en la carne, y el vino, en la sangre de Cristo.

Lo que no comprendes y no ves es atestiguado por la fe, por encima del orden natural.

Bajo la forma del pan y del vino, que son signos solamente, se ocultan preciosas realidades.

Su carne es comida, y su sangre, bebida, pero bajo cada uno de estos signos, está Cristo todo entero.

Se lo recibe íntegramente, sin que nadie pueda dividirlo ni quebrarlo ni partirlo.

Lo recibe uno, lo reciben mil, tanto éstos como aquél, sin que nadie pueda consumirlo.

Es vida para unos y muerte para otros. Buenos y malos, todos lo reciben, pero con diverso resultado.

Es muerte para los pecadores y vida para los justos; mira como un mismo alimento tiene efectos tan contrarios.

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Cuando se parte la hostia, no vaciles: recuerda que en cada fragmento está Cristo todo entero. La realidad permanece intacta, sólo se parten los signos, y Cristo no queda disminuido, ni en su ser ni en su medida.

* Éste es el pan de los ángeles, convertido en alimento de los hombres peregrinos: en el verdadero pan de los hijos, que no debe tirarse a los perros.

Variossignosloanunciaron:elsacrificiodeIsaac,la inmolacióndelCordero

pascual y el maná que comieron nuestros padres. Jesús, buen Pastor, pan verdadero, ten piedad de nosotros: apaciéntanos

y cuídanos; permítenos contemplar los bienes eternos en la tierra de los vivientes.

Tú, que lo sabes y lo puedes todo, Tú, que nos alimentas en este mundo,

conviértenos en tus comensales del cielo, en tus coherederos y amigos, junto con todos los santos.

EVANGELIOSan Lucas nos narra la multiplicación de los panes. Cristo alzó su mirada al cielo, pronunció la bendición sobre los panes, los partió y se los dio a sus discípulos. La iglesia primitiva recordaba aquellas palabras y ritos y las usaba en su celebración de la eucaristía.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 6, 51 Aleluya“Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente”, dice el Señor. Aleluya.

+ Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 11-17 Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser sanados.Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: “Despide a la multitud para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque estamos en

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un lugar desierto”. Él les respondió: “Denles ustedes de comer ustedes mismos”. Pero ellos dijeron: “No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente”. Porque eran alrededor de cinco mil hombres.Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta”. Así lo hicieron, y todos se sentaron. Después Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente. Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos.

APORTES PARA LA HOMILÍA

En el Evangelio que acabamos de oír Jesús les dice a sus discípulos: “Denles ustedes de comer”. ¿Quiénes son aquellos a los que hay que dar de comer? Es la muchedumbre. Jesús está en medio de la gente, la recibe, le habla, la sana, le muestra la misericordia de Dios. Nosotros podemos identificarnos con esa multitud del Evangelio. También nosotros intentamos seguir a Jesús para escucharlo, para entrar en comunión con Él en la Eucaristía, para acompañarlo y para que nos acompañe.

Preguntémonos entonces: ¿cómo sigo a Jesús? Jesús habla en silencio en el Misterio de la Eucaristía y cada vez nos recuerda que seguirlo quiere decir salir de nosotros mismos y hacer de nuestra vida no una posesión nuestra, sino un don para Él y para los demás.

Ante la necesidad de la gente, la solución que proponen los apóstoles es despedir la multitud para que cada uno se las arregle como pueda. Cuántas veces nosotros caemos en la tentación de no hacernos cargo de la necesidad de los otros. Jesús, en cambio, les manda a sus discípulos que ellos mismos les den de comer. Jesús eleva su mirada hacia el cielo, pronuncia la bendición, parte los panes y los da a los discípulos para que los distribuyan. Es un momento de profunda comunión: la multitud alimentada con la palabra del Señor, es

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ahora nutrida con su pan de vida. También nosotros estamos en torno al Señor, ante el Sacramento del Sacrificio eucarístico, en el que Él nos dona su cuerpo una vez más. La Eucaristía es el Sacramento de la comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos el seguimiento de Cristo. ¿Cómo vivo la Eucaristía? ¿La vivo en forma meramente intimista o como momento de verdadera comunión con los hermanos que comparten esta misma mesa? ¿Cómo son nuestras celebraciones eucarísticas?

Un último elemento a reflexionar es preguntarnos: ¿de dónde nace la multiplicación de los panes? La respuesta es del compartir lo poco que se tiene: cinco panes y dos peces. Pero son justamente esos panes y esos peces que en las manos del Señor sacian el hambre de toda la gente. Solo es cuestión de saber poner a disposición de Dios aquello que tenemos, nuestras humildes capacidades, porque solo en el compartir, en el donarse, nuestra vida será fecunda, dará frutos.

En la eucaristía Jesús se dona, comparte nuestro mismo camino, se hace alimento que sostiene nuestra vida. Y es en la Eucaristía desde donde el Señor nos invita a recorrer su camino de servicio, del compartir, del donarse, y lo poco que tenemos, lo poco que somos, si es compartido, se convierte en riqueza.

Podemos entonces preguntarnos, adorando a Cristo presente realmente en la Eucaristía: ¿me dejo transformar por Él? ¿Dejo que el Señor que se dona a mí, me guíe para no tener miedo de donarme, de compartir, de amarlo a Él y a los demás?

Se dice Credo.

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ORACIÓN DE LOS FIELES

Jesucristo, sacerdote de la nueva alianza, nos invita a su mesa y nos ofrece su Cuerpo y Sangre como alimento capaz de restaurar nuestras fuerzas para el cami-no. Antes de partir su Pan y beber su Vino oremos junto a toda la Iglesia y digamos: Alimenta a tu pueblo, Señor Por el Papa, los obispos y sacerdotes, para que siempre animen a sus fieles y los alienten con tu Palabra y con el Pan compartido. Roguemos al Señor. Alimenta a tu pueblo, Señor Por la unidad de la Iglesia,  para que,  quienes comemos de un mismo Pan, formemos un solo cuerpo, y así alimentados con la Eucaristía seamos pan partido y compartido para los demás y a ejemplo de Cristo, aprendamos a servirnos unos a otros con amor. Roguemos al Señor.Alimenta a tu pueblo, Señor Por los gobernantes de las naciones: que promuevan la justa distribución de los bienes de la tierra para que a nadie falte lo necesario para vivir con dignidad. Roguemos al Señor.Alimenta a tu pueblo, Señor Por los que sufren por falta de alimento o de consuelo para que la labor de los cristianos les haga descubrir en Cristo la verdadera comida y verdadera bebida. Roguemos al Señor.Alimenta a tu pueblo, Señor Por nuestro Ciudad (barrio): que el paso de Jesús Eucaristía por sus calles, disponga los corazones para acoger su gracia y su amor y nos haga testigos de su misericordia. Roguemos al SeñorAlimenta a tu pueblo, Señor

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Por nosotros y todos los que celebran la Pascua del Señor en la Eucaristía: que al recibir el don de su Pan y de su Vino, nos transformemos en imagen viva de su ser. Roguemos al Señor.Alimenta a tu pueblo, Señor

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDASCon estos alimentos queremos expresar nuestro compromiso por recorrer tu camino de servicio, de compartir, de donación, desde lo poco que tenemos, lo poco que somos, pero que si es compartido, se convierte en riqueza.

Presentamos en el altar el pan de la fiesta y el vino de la alegría, para que invocando al Espíritu Santo y dando gracias al Padre, nos sean devueltos como Cuerpo y Sangre de Cristo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Señor, concede, bondadoso, a tu Iglesia los dones de la unidad y de la paz, simbolizados en las ofrendas sacramentales que te presentamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Canto Ofertorio: TE OFRECEMOS OH SEÑOR

Prefacio I o II de la Eucaristía ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cf. Jn 6, 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor.

Canto comunión: SEÑOR TÚ ERES NUESTRO PAN

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓNConcédenos, Señor Jesucristo, disfrutar eternamente del gozo de tu divinidad que ahora pregustamos, en la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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EL PUEBLO DE DIOS EN PROCESIÓN

GuíaLa procesión eucarística recuerda a las peregrinaciones del pueblo de Israel. Abrahán sale de Ur hasta Canaán con la promesa de una descendencia incontable. El pueblo de Israel sale de Egipto y durante cuarenta años atraviesa el desierto hacia la tierra prometida. Elías también cruza el desierto en busca de Yahvé. Los Israelitas ascendían cada año a Jerusalén. El mismo Jesús aparece como un peregrino incansable siendo el culmen de su viaje su sacrificio glorioso.

Ahora peregrinamos juntos como Iglesia, guiados por el Santísimo Sacramento, a través de las calles de nuestro barrio. Es una manifestación de Fe en Jesús resucitado y presente en medio nuestro.

El andar implica la fraternidad de los que caminamos. Somos Pueblo de Dios caminante en Cristo camino.

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Profundización personal y comunitaria de laEXPERIENCIA EUCARÍSTICA

SUGERENCIAS

• Invitarapersonasdedistintaspastoralesoasistentesamisaaparticiparde esta profundización.

• Como el texto es de gran profundidad espiritual, es aconsejable, leer pausadamente para comprender desde la fe.

• Para la lectura se puede buscar dos o más personas. • Ayuda tener las preguntas visibles para todos o copiadas para cada uno

de los participantes.• Unavezfinalizadoelmomentode reflexión,podemoshaceroración

con las Lecturas Orantes disponibles en este subsidio litúrgico.

4.

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INTRODUCCIÓN Para que todos podamos avivar la celebración de la Eucaristía como experiencia espiritual que identifica con Cristo y transforma la vida de la comunidad, invitamos a los Equipos de liturgia, ministros de la Eucaristía, equipos de espiritualidad, catequistas, y a todo cristiano que desee profundizar en el don de la Eucaristía, a reflexionar tres temas eucarísticos que ayudarán a ahondar en esta experiencia:

PRIMER MOMENTO

DESDE EL CORAZÓN DE DIOS

Iniciamos fraternalmente este momento con un canto y una invocación.

• Canto: Jesús te adoramos.• Invocación: “Jesucristo, Señor de la historia, camina con nosotros”.

Desde el Corazón de Dios Cuando leemos las Sagradas Escrituras, lo primero que percibimos de Dios es su proximidad, su cercanía. Él habita en la tierra, y especialmente en el corazón humano humilde y pobre, generoso y justo, fraterno y libre. El Dios que se aproxima a nosotros nos quiere hacer experimentar su ternura, su paz, su inagotable amor que nos salva. Esta cercanía de Dios, que desborda nuestros esquemas humanos, se nos manifiesta como relación paterna, amistosa y familiar. Jesús se dirigía a Él con una palabra de conmovedora intimidad: “Abbá”, que podríamos traducir por “papito”. Los cristianos creemos que este Padre lleno de amor engendra desde siempre un Hijo amado, que es Jesús. El Padre y el Hijo se aman con un Amor sin límites, el Espíritu Santo. Por eso sabemos que Dios no es un ser solitario. Desde siempre y para siempre Él es una Familia, una Comunidad entrañable.

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El “sí” total de Jesús a la voluntad amorosa del Padre transforma, desde dentro, el sentido trágico de la Cruz. En ese infierno florece el cielo: “hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23,43). A partir de su entrega se abre en el mundo y en la historia un camino nuevo, para todos. Tal como nos señala el Papa Francisco: “Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Evangelii Gaudium 1).

La violencia humana es redimida por el amor del Cordero inocente, que, atravesando el abismo de la muerte, renace a la vida plena y feliz, vestido de gloria infinita. ¡Él ha resucitado! Él es “el Viviente” (Ap. 1,17), vive con nosotros cada día, y en su resurrección hemos triunfado todos. Pero en su cuerpo resucitado y colmado de luz, han quedado marcadas sus llagas, para que nunca olvidemos cuánto nos amó.

Y no quiso que ese sacrificio de amor fuera sólo el recuerdo de un hecho que pasó. Quiso que esa entrega llena de amor y de vida estuviera siempre presente entre nosotros como luz, como alimento, como fuerza de nuestra existencia: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes… mi Sangre, que se derrama por ustedes…” (Lc. 22,19.20). Desde la conmovedora humildad de esa comida, Él anhela ardientemente nuestra presencia.

Somos su alegría cuando dejamos que su amor triunfe, nos reconcilie con Él y nos transforme en sus amigos.

REFLEXIÓNDios quiso siempre derramar vida y felicidad gratuitamente, hacer una Alianza con nosotros sus hijos para que vivamos en plenitud. El sueño del Padre es hospedarnos en su casa, sentarnos a su mesa, y compartir con todos el pan de su propia Vida. Sin embargo, nosotros con la libertad que Él nos dio, muchas veces equivocamos el camino y necesitamos reconocer nuestro pecado y convertirnos para renovar

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nuestra vocación. Frente al pecado, el Padre responde con más amor, y envía a su propio Hijo, que entró en nuestra historia haciéndose hombre. Tomó en su propio cuerpo la violencia de la muerte en la Cruz, y nos regaló la vida, su Vida.

NOS PREGUNTAMOS• ¿Cómo vivimos la experiencia de la misericordia de Dios?

• ¿Somos conscientes de nuestras debilidades y se las confiamos al Señor, abandonándonos a su gracia?

• ¿Nos perdonamos a nosotros mismos?

• ¿Cambiamos nuestros pensamientos y actitudes que ofenden a Dios, al prójimo y a nosotros mismos?

Ponemos en común los ecos de nuestra reflexión

Siempre es Jesús quien toma la iniciativa, para que le conozcamos y lo sigamos. (…) La invitación de Jesús es a dar ese paso para que seamos contados entre los que, sin ver acontecimientos extraordinarios, creamos en el amor que Dios nos tiene, en su Hijo vivo y actuante.

NOS PREGUNTAMOS• Jesús resucitado nos ha traído la paz ¿La experimentamos? ¿Hemos sentido la

alegría de creer sin ver?

• ¿Cuáles son, si las tenemos, las dudas de nuestra fe? ¿Qué hacemos para afrontarlas?

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• Canto: Oh Cristo Señor Jesús.• Invocación: “Jesucristo, Señor de la historia, camina con nosotros”.

Hacia el corazón humano Cuando “vamos a Misa”, cuando celebramos la Eucaristía, hacemos lo que el mismo Jesús pidió en la Última Cena: “Hagan esto en conmemoración mía”. Cuando lo comemos, Él quiere ser también nuestro, y su cuerpo es nuestro pan: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá para siempre” (Jn. 6,51). Lo que Jesús ofrece en la Eucaristía es Vida, “vida eterna” (Jn. 6,58). No solamente una vida después de la muerte, sino una vida que ya desde ahora está liberada de la muerte, porque es una forma de caminar con sentido divino, con serena alegría, con profundidad.

Esa nueva Vida produce en nosotros un movimiento de fe, esperanza y caridad. La fe es “tocar”, dejarnos “tocar” por Jesús, y recibir la fuerza de su gracia. San Agustín decía: “Tocar con el corazón, esto es creer” (Sermón 229, L, 2). Creer es pronunciar “amén” delante del amor del Padre manifestado en Jesús, para pasar con Él de la muerte a la Vida: “El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Jn. 11,25). Al dejar entrar en la propia vida esa Vida nueva, los creyentes gustamos ya lo que confiamos alcanzar. Esta es nuestra esperanza que nos lanza siempre hacia adelante llenos de confianza. Creyentes esperanzados, nos transformamos en amigos de Dios y de nuestros hermanos, y la caridad llena de gozo y de amistad la vida compartida.

SEGUNDO MOMENTO

HACIA EL CORAZÓN HUMANO

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REFLEXIÓNEl Papa Francisco nos recuerda que “quien celebra la Eucaristía no lo hace porque se considera o quiere parecer mejor que los demás, sino precisamente porque se reconoce siempre necesitado de ser acogido y regenerado por la misericordia de Dios, hecha carne en Jesucristo”.1

NOS PREGUNTAMOS• Cuando participo de la Eucaristía ¿me mantengo atento o distraído? ¿Recuerdo

que Jesús está allí presente?

• Cuando comulgo ¿Siento que me estoy uniendo a Jesús y a su Iglesia?

Jesús se nos manifiesta diariamente en los acontecimientos sencillos de nuestra existencia, y así fortalece nuestra fe. Nosotros somos llamados a ser testigos de Jesús Resucitado, para que otros crean... • ¿A qué nos compromete el tener fe?

• ¿Cómo he sentido el soplo de Jesús resucitado?

• ¿A qué me envía hoy Jesús?

Ponemos en común los ecos de nuestra reflexión

1. Papa Francisco. Audiencia General. Plaza de San Pedro. Miércoles 12 de febrero de 2014.

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• Canto: Tú has venido, tú volverás y repeticiones.• Invocación: “Jesucristo, Señor de la historia, camina con nosotros”.

La Iglesia como cuerpo místico La Eucaristía se convierte en una tarea que nos toca realizar, para construir en el amor un Cuerpo que nos una a todos: “Así como el cuerpo tiene muchos miembros y, sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo” (1 Cor. 12, 12.13). La Iglesia es ese Cuerpo formado por todo el Pueblo de Dios.

La Eucaristía, sacramento de la unidad, siempre nos invita y nos impulsa a sanar los lazos que nos unen, a crear vínculos, a construir entre todos, una unidad que nada pueda romper. En la Eucaristía descubrimos nuestra verdadera identidad, la que vivimos no en la árida soledad de un “yo aislado” sino en la comunión. Cuando San Pablo hablaba de la Eucaristía, nos enseñaba que “ya que hay un solo pan, todos nosotros formamos un solo cuerpo, aunque somos muchos, porque participamos de ese único pan” (1 Cor. 10, 17). Si la Eucaristía se llama “comunión” no es sólo porque nos une con Jesús, sino también porque exige y alimenta la unión con los demás.

El mismo Jesús que nos dice “ustedes son mis amigos” (Jn. 15,14), inmediatamente agrega: “lo que les pido es que se amen unos a otros” (Jn. 15, 17). Las comunidades cristianas deberían ser el modelo más luminoso de esta fraternidad. Lamentablemente, como nos recuerda el Papa Francisco, a veces entre nosotros “consentimos diversas formas de odio, divisiones,

TERCER MOMENTO

LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO

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calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones” (Evangelii Gaudium 100). ¡No permitamos que nos dividan las fuerzas del mal que habitan en nuestro interior!

Cuando hay heridas que nos alejan y separan, recordemos aquellas palabras de Jesús que nosotros relacionamos con la Eucaristía: “Si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda” (Mt 5, 23-24).

Querer vivir efectivamente con otros, es la base de toda posible convivencia en sociedad, y también la base de nuestra unidad nacional. La Eucaristía nos inserta en este movimiento de manera profunda y vital, buscando que fructifique ese “nosotros” de una renovada amistad social.

REFLEXIÓNEl Papa Francisco, cuando nos habla de la relación entre la Eucaristía que celebramos y la vida como Iglesia, nos pregunta:

• ¿Cómo vivimos la Eucaristía en nuestras comunidades? ¿Cómo vivimos la Misa?

• ¿Es sólo un momento de fiesta, una tradición consolidada, una ocasión para encontrarse o para sentirse bien, o es algo más?

Cuando participamos en la Santa Misa, al igual que en la última cena, nos encontramos con hombres y mujeres de todas las clases: jóvenes, ancianos, niños; pobres y acomodados; originarios del lugar y forasteros; acompañados por sus familiares y solos...

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• La Eucaristía que celebro, ¿me lleva a sentirlos a todos, realmente, como hermanos y hermanas?

• ¿Hace crecer en mí la capacidad de alegrarme con el que se alegra y de llorar con el que llora?

• ¿Me empuja a ir hacia los pobres, los enfermos, los marginados?

• ¿Me ayuda a reconocer en ellos el rostro de Jesús?

Ponemos en común los ecos de nuestra reflexión

Cantamos: Tan cerca de mí. (u otro que consideren adecuado)

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INTRODUCCIÓN“Vengan a mí, todos los que estén cansados y agobiados que yo los aliviaré” (Mt 11, 28). Jesús siempre se preocupa por la persona, sin hacer distinción de condición, todos son importantes y merecen el anuncio de la Buena Nueva, el llamado a la conversión y la sanación de sus dolencias. Vemos a un Jesús preocupado, que va más allá de la comprensión lógica, que sana, libera y perdona. El papa Francisco nos dice: “La tarea de la Iglesia, que sabe que debe mirar a los enfermos con la misma mirada llena de ternura y compasión que su Señor, responde a este don de Jesús”. Hoy podemos experimentar esas mismas transformaciones de vida, pero nuestra fe debe ser incrementada y fortalecida en la única raíz de Jesucristo.

ORACIÓN DE INICIO Preparar un ambiente de intimidad con Jesús, potenciando la reflexión a través de signos visibles, por ejemplo: Altar de la Palabra, cirio, oleo de los enfermos. En algún lugar visible, poner un cartel con el sentido de este encuentro con la frase: EUCARISTÍA Y ENFERMOS. Preparar una oración participativa, en lo posible, invitando a aquellos que nunca lo hacen, por medio de frases u oraciones breves que se pueden repartir.

Será primordial que cada uno pueda escribir en una hoja preparada para ello, sus enfermedades, dolencias, tristezas, sus faltas de trabajo, proyectos inconclusos, las debilidades, las faltas de perdón, todo cuanto hay en el corazón que requiera sanación.

En una mesa preparada para ello, se pondrá una bandeja, donde cada uno podrá dejar sus dolencias, para orar por ellas al final del encuentro, en medio de ello, estará el óleo de los enfermos.

EUCARISTÍA Y ENFERMOS5.

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I. MOTIVACIÓN A LA LECTURADisponemos el corazón y la mente a la Palabra que nos habla, y que nos alienta a ser parte de la comunidad a través de la atención de nuestros enfermos, sobre todo de aquellos que viven en la soledad o en el silencio de la enfermedad.

LECTURA DE LA PALABRA St 5, 14-1514 ¿Está enfermo alguno de ustedes? Que llame a los presbíteros de la Iglesia

para que oren sobre él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. 15 La oración hecha con fe salvará al enfermo; el Señor lo restablecerá, y le

serán perdonados los pecados que hubiera cometido.

COMPRENSIÓN: Comprendemos el texto preguntándonos ¿Qué dice el texto?

¿Está enfermo alguno de ustedes? Es una pregunta que envuelve a todos los lectores destinatarios, especialmente a los judíos de la dispersión del mundo grecorromano, a quien va dirigido. ¿Quién no tiene alguna enfermedad? Corporal, espiritual, psicológica, muy común en tiempos del apóstol y con tan pocas opciones de curación a través de los médicos, considerados en muchas oportunidades como abusadores, absorbiendo el dinero de la gente (cf. Mc 5, 25-26). Las enfermedades eran vistas como consecuencias del pecado personal o generacional, por lo que era un castigo dado por Dios (cf. Dt 28, 21-22) ¿Dónde encontrar alivio? Muchos curanderos recurrían a la adivinación para poder determinar el origen del mal, el demonio que causa la enfermedad. A través de rituales, oraciones y sacrificios, se invocaba a Dios para expulsar la enfermedad, pero los resultados no eran los mejores, pues los medios y las fórmulas utilizadas, tenían más que ver con adivinación que con la fe en Dios. También utilizaban hierbas, minerales, aceites y sacrificio de animales, a través de la revisión del hígado del animal pretendían saber la enfermedad de la persona.

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Santiago indica a los cristianos como primera opción, recurrir a los presbíteros de la Iglesia, no como curanderos, ni como milagreros, sino para que oren por el enfermo. Los presbíteros (ancianos), han recibido la bendición de los Apóstoles, por lo tanto, un poder que viene de Dios para solicitar la sanación por medio de la oración. Al mismo tiempo, se recurre al aceite, el óleo para ungir a los enfermos. Tradicionalmente, se ungía a los reyes, sacerdotes y profetas, lo que se extendió a los enfermos, como un medio poderoso de la presencia de Dios, de su acción y, por supuesto, de sanación, realizado en el nombre del Señor Jesús. La fe jugará siempre un papel fundamental, tanto en el presbítero que ora, como en el enfermo que recibe la unción. De esta manera, muchos enfermos sanaban y se incorporaban al camino (cf. Hch 2, 41; 3, 6-8.16; 4, 30; 5, 15-16; 6, 7; 19, 11-12). Las curaciones milagrosas, eran un signo visible del Dios invisible, señal de que el camino señalado por los Apóstoles, es el camino indicado por Dios, y que el nombre del Señor Jesús, es el que abre la misericordia del Padre de los cielos.

La Congregación para la Doctrina de la Fe, nos dice:“En la Carta de Santiago se hace referencia a una intervención de la Iglesia, por medio de los presbíteros, en favor de la salvación de los enfermos, entendida también en sentido físico. Sin embargo, no se da a entender que se trate de curaciones prodigiosas; nos encontramos en un ámbito diferente al de los “carismas de curación” de 1 Co 12, 9. Se trata de una acción sacramental: unción del enfermo con aceite y oración sobre él, no simplemente “por él”, como si no fuera más que una oración de intercesión o de petición; se trata más bien de una acción eficaz sobre el enfermo. Los verbos “salvará” y “levantará” no sugieren una acción dirigida exclusivamente, o sobre todo, a la curación física, pero en un cierto modo la incluyen. El primero verbo, aunque en las otras ocasiones en la Carta se refiere a la salvación espiritual (cf. 1, 21; 2, 14; 4, 12; 5, 20), en el Nuevo Testamento se usa también en el sentido de curar (cf. Mt 9, 21; Mc 5, 28. 34; 6, 56; 10, 52; Lc 8, 48); el segundo verbo, aunque asume a veces el sentido de “resucitar” (cf. Mt 10, 8; 11, 5; 14, 2), también se usa para indicar el gesto de “levantar” a la persona postrada a causa de una enfermedad, curándola milagrosamente (cf. Mt 9, 5; Mc 1, 31; 9, 27; Hch 3, 7)”.

(Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación)

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AUMENTA TU COMPRENSIÓNInvitamos a continuar esta primera reflexión, deteniéndose a estudiar las siguientes palabras claves.

PALABRAS: Presbítero, óleo, oración, perdón.

MEDITACIÓN: Acogemos el texto preguntándonos ¿Qué nos dice el texto?

La fe, como don gratuito dado por Dios, debe ser alimentada en todo momento por la oración, especialmente en la Eucaristía, donde depositamos toda nuestra fe en el milagro del altar. Nuestras oraciones se unen a la Iglesia universal y la Iglesia celeste y, a través de la comunión del Cuerpo y Sangre de Cristo, somos sanados de nuestras dolencias. El sacramento de la Unción de los enfermos, dará una fortaleza al espíritu, que conduce a la sanación espiritual y corporal. El papa Francisco nos dice: “La inteligencia organizacional y la caridad requieren más bien que se respete a la persona enferma en su dignidad y se la ponga siempre en el centro del proceso de la curación. Estas deben ser las orientaciones también de los cristianos que trabajan en las estructuras públicas y que, por su servicio, están llamados a dar un buen testimonio del Evangelio” (XXVI Jornada Mundial del Enfermo 2018).

En la oración, la unción, la sanación de los enfermos y el perdón de los pecados, está la acción del Espíritu Santo prometido por Jesús (cf. Jn 15, 26), el Paráclito, el consolador, el abogado, el espíritu de la verdad, por quienes los Apóstoles obrarán en el nombre de Jesús, y al mismo tiempo, quienes reciban la consagración por imposición de manos y unción de parte de ellos. Los Presbíteros, “Por los fieles arrepentidos o enfermos, ejercen, en alto grado, el ministerio de la reconciliación y del alivio, y presentan a Dios Padre las necesidades y súplicas de los fieles (cf. Hb 5, 1-3)” (LG n.28). Estamos llamados a recurrir a la Iglesia, orar, atender al sacramento de la reconciliación, para luego recibir la unción, y permanecer unidos a Cristo, el Ungido de Dios.

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Aún con todo lo acontecido en la Iglesia, no podemos olvidar a quienes, ejercen su ministerio con valentía, preocupados por los enfermos, los abandonados, y quieren vivir a Cristo en todo momento y lugar. A ellos llegue con mayor fuerza el Espíritu de Santidad, para que, siendo buena hierba en el campo de Dios, sean portadores de la verdad como auténticos profetas de Dios, sin callar y sin pasar de largo frente a aquellos que sufren la agonía producida por miembros de la Iglesia. Muchos enfermos espirituales esperan por una palabra, el perdón y la reivindicación.

REFLEXIONEMOS:• ¿Han recibido el sacramento de la Unción de los enfermos? ¿Por qué motivo?

• ¿Hemos compartido en comunidad las causas de la enfermedad actual de la Iglesia?

• ¿Es la Palabra una clave en la fe para conducir la sanación y nacer de nuevo?

• ¿Hemos dado ánimo y apoyo a los presbíteros que viven dignamente su ministerio?

• ¿Es la Palabra, el centro de acción en la pastoral de enfermos en su comunidad?

• ¿Falta potenciar la Eucaristía como lugar de sanación y bendición de enfermos?

• ¿Qué propones para sacar la Iglesia de la crisis actual y en la que puedes aportar?

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ORACIÓN: Respondemos preguntándonos ¿Qué le decimos a Dios motivados por el texto?

La Palabra motiva a acrecentar la fe, donde un paso importante es la oración. Dispongámonos con corazón humilde y sencillo a dejarnos mirar por Dios que nos regala su misericordia y perdón.

Tener presente en la oración: Entregar las enfermedades y dolencias a la voluntad y misericordia de Dios.

A quienes se encuentran postrados, para que no les falte la Palabra que da fuerza y vida.

A los presbíteros, para que atiendan solícitamente a quienes requieren la Unción.

A quienes buscan apoyo espiritual, para que la Palabra y la Eucaristía, sean un camino a seguir.

TENERLAEUCARISTÍACOMOPUNTODEENCUENTROYSANIDADDE LOS ENFERMOS

CONTEMPLACIÓN: Inspiramoslavidapreguntándonos¿Dequémaneraexperimentamoslapresencia de Dios a través del texto?

Habiéndonos entregado en las manos de Dios, contemplamos su misericordia.

Nuestras dolencias y enfermedades anotadas al principio, son quemadas como signo de fe en Dios.

Si hay un presbítero presente, ungirá con óleo a quienes lo soliciten.

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II. COMPROMISOHaz un compromiso, que sellará este vínculo con Dios y los hermanos.

Me comprometo a:

DESPEDIDA: Nos vamos en la paz de Dios, unidos al corazón de Jesús.

Es parte del compromiso, el volver a realizar un estudio más detenido del texto para descubrir en mayor profundidad el cómo debo llevar la vida cristiana junto a la Palabra.

“Al considerar la Iglesia como casa de la Palabra, se ha de prestar atención ante todo a la sagrada liturgia. En efecto, este es el ámbito privilegiado en el que Dios nos habla en nuestra vida, habla hoy a su pueblo, que escucha y responde. Todo

acto litúrgico está por su naturaleza, empapado de la Sagrada Escritura” (VD n. 52).

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NOTAS:

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