Solo Dios Es El Vencedor
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SOLO DIOS ES EL VENCEDOR La divisa de los nazaríes granadinos: “Sólo Dios es el vencedor” nos recuerda lo más aprovechable, quizás, de las religiones monoteístas: el servir de antídoto a cualquier prometeismo megalómano y narcisista resaltando el valor esencial de la humildad y la finitud, al poner de relieve que nosotros no somos la última palabra, sino que más allá de nosotros, como condiciones de nuestros éxitos, están los demás. El reconocer que en la base de nuestros éxitos no estamos sólo nosotros sino un entramado de casualidades y azares y, esencialmente, la cooperación de los otros, es quizás lo mejor de las religiones entendidas como religación. El problema que, sin embargo, presenta esta divisa es su apelación a la trascendencia, a ese Dios desconocido y terrible que se nos escapa, pero leída de forma inmanente puede ser la base de una apelación a lo impersonal, natural y humano, que nos sirve de sustrato ontológico y existencial.
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papel de la religión
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SOLO DIOS ES EL VENCEDOR
La divisa de los nazaríes granadinos: “Sólo Dios es el vencedor” nos recuerda lo más aprovechable, quizás, de las religiones monoteístas: el servir de antídoto a cualquier prometeismo megalómano y narcisista resaltando el valor esencial de la humildad y la finitud, al poner de relieve que nosotros no somos la última palabra, sino que más allá de nosotros, como condiciones de nuestros éxitos, están los demás.
El reconocer que en la base de nuestros éxitos no estamos sólo nosotros sino un entramado de casualidades y azares y, esencialmente, la cooperación de los otros, es quizás lo mejor de las religiones entendidas como religación.
El problema que, sin embargo, presenta esta divisa es su apelación a la trascendencia, a ese Dios desconocido y terrible que se nos escapa, pero leída de forma inmanente puede ser la base de una apelación a lo impersonal, natural y humano, que nos sirve de sustrato ontológico y existencial.
