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“Carta entre hermanos” CATEQUESIS POR CORRESPONDENCIA ENCUENTRO Nº 16 Somos discípulos misioneros de Jesús

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“Carta entre hermanos”

CATEQUESIS POR CORRESPONDENCIA ENCUENTRO Nº 16

Somos discípulos misioneros de Jesús

ENCUENTRO Nº 16: SOMOS DISCÍPULOS MENSAJEROS DE JESÚS

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TEMARIO 1-La alegría del discípulo misionero……………………………..pág. 4 2-El Camino del discípulo misionero…………………………......pág. 5 3- Al servicio de los pobres……………………………………....pág.28 4- La comunidad Parroquial……………………………………..pág.30 5- Resumen……………………………………………………….pág.36

6- Preguntas para responder………...............................................pág. 38

Nihil Obstad Pbro. Claudio Castricone Coordinador del Área Adultos de la Junta Nacional de Catequesis 25 de abril del año 2010 Imprimatur Monseñor Héctor S. Cardelli Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Penitenciaria 2 de junio del año 2010 Contenido: Ana María Terradas. Ilustraciones: Carlos Julio Sánchez Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723

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Querido hermano:

En el Encuentro pasado hemos meditado sobre el reinado de Dios en el mundo, y hemos visto cómo va creciendo en medio de todas las resistencias y rechazos que sus hijos le presentamos.

Hemos visto también, que al Reino de Dios se entra por la conversión del

corazón a Dios y que estamos convertidos de verdad cuando hemos dejado que sólo Dios conduzca nuestra vida. Cuando podemos decir:

“Padre, aquí estoy para hacer tu voluntad”

Hebreos 10,9 Lo que más nos llega al alma es saber que Jesús ha dado su vida para que

nosotros podamos entrar al Reino de Dios. Que para eso vino al mundo. Que esa fue la única Causa por la que vivió, murió y resucitó.

“Él dio su vida para el perdón de nuestros pecados. Y no sólo para el perdón de nuestros pecados, sino para el perdón de los pecados del mundo entero”.

1ª Juan 2,2

La Buena Noticia del Reino de Dios, es que vino para los más pobres y necesitados. Que vino también para los pecadores, que son los más pobres entre los pobres.

“Cuando ellos gritan a Dios, él los escucha y los libra de todas sus angustias; Dios está cerca de los que tienen roto el corazón, Él salva a los que están hundidos”. Salmo 34, 18-19

Hemos meditado mucho sobre la forma silenciosa e imparable en que crece el Reino de Dios en el mundo. Y hemos meditado también sobre la Misión que tiene la Iglesia de ser la mano abierta que siembre la semilla del Reino por todas partes.

En este Encuentro vamos a hablar de nuestra Misión como discípulos misioneros de Jesús. De nuestra principal tarea: hacer que Dios reine en todos los corazones de sus hijos.

La Misión por la cual Jesús vivió, murió y resucitó es nuestra Misión.

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1- LA ALEGRÍA DEL DISCÍPULO MISIONERO Jesús nos llama para que seamos sus colaboradores. Para que todos nuestros

hermanos puedan entrar a Su Reino. Para que vivan la alegría y la esperanza que nosotros estamos viviendo... No porque seamos mejores que los demás; sino porque hemos escuchado el llamado de Jesús y lo seguimos. Para que sólo Jesús sea nuestra única riqueza.

Esto que dice el Documento de Aparecida de la Iglesia en el Punto 29, es lo

que todos nosotros sentimos en lo profundo del corazón:

“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona;

haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida,

y darlo a conocer con nuestras palabras y obras es nuestro gozo”

Veamos, como ejemplo, cómo Jesús llamó a Mateo, el que después se hizo

apóstol y escribió uno de los Evangelios:

“Jesús vio a un hombre llamado Mateo sentado en su puesto de cobrador de impuestos, y le dijo: Sígueme. Mateo se levantó y lo siguió”. Mateo 9,9

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Cuando Jesús lo llamó, Mateo estaba cobrando los impuestos que el pueblo judío debía pagar a los romanos que los tenían dominados. Un trabajo que dejaba dinero pero… ¡no era un buen trabajo! Era el mismo trabajo que hacía Zaqueo al que Jesús llamó cuando estaba subido a un árbol para verlo. ¿Lo recuerda? Está en el Encuentro Nº 11: “Los preferidos de Jesús” Somos discípulos de Jesús porque queremos seguir sus enseñanzas, y somos sus misioneros porque tenemos la misión de hacer que los demás lo conozcan y se hagan también sus discípulos misioneros. Es decir, que Jesús nos necesita.

¿Puede haber una alegría mayor? De la alegría del que ha encontrado a Jesús y se ha hecho su discípulo misionero nos habla el Papa Juan Pablo ll:

“La característica de toda vida misionera auténtica es la alegría interior que viene de la fe. En un mundo angustiado y oprimido por tantos problemas, que tiende al pesimismo, el anunciador de la “Buena Nueva” ha de ser un hombre que ha encontrado en Cristo la verdadera esperanza”.

Misión de Cristo redentor. Punto 92 El que ha encontrado a Jesús ya no será el mismo que era antes de conocerlo, porque Jesús lo ha hecho un hombre nuevo. San Pablo, un gran convertido, nos dice:

“El que está en Cristo es una nueva creación. Pasó lo viejo, todo es nuevo”

2ª Corintios 5,17 La pregunta que nos hacemos ahora todos nosotros es:

¿Cuándo fue que yo escuché tu llamado, Jesús? ¿Cuándo fue que me llegó tu Amor al corazón?

¿Cuándo fue que seguí tu Camino de Paz y Libertad? ¿Cuándo y cómo fue que nos conocimos Amigo del alma?

2- EL CAMINO DEL DISCÍPULO MISIONERO

El Camino que debe recorrer el que se ha encontrado con Jesús y quiere ser

su discípulo misionero pasa por dos etapas:

• Purificación interior • Fraternidad

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Purificación interior Lo primero que hace Jesús con nosotros para formarnos como sus

discípulos misioneros, es ayudarnos a descubrir los buenos deseos sembrados por Dios en nuestros corazones.

Jesús siempre trabaja desde lo bueno que cada uno tiene. Jesús siempre nos levanta; nunca nos desvaloriza. Nos lleva, como de la mano, a lo más hondo de nuestro corazón para que podamos sacar a luz y vivir todo lo hermoso y bueno que tenemos adentro… y que a veces no sabemos.

El Camino que Jesús nos hace recorrer para llegar hasta el fondo de nuestro corazón y poder descubrir allí lo bueno que somos por dentro, es un Camino que nos hace pasar por el fuego purificador del Espíritu Santo. Un Camino que lleva al arrepentimiento y a la conversión a Dios. Un Camino que pasa siempre por el dolor…

Pero es un buen dolor porque nos lleva a un cambio de vida para bien. Un

dolor que nos trae paz al alma. Que nos abre la puerta del Reino de Dios. ¡Un dichoso y bendito dolor!

Pensando en esa purificación interior que Jesús nos hace, vamos a

Imaginarnos que comparamos nuestra vida con el mar. Si nos quedamos en la superficie del mar, ¿qué podemos encontrar?: olas bravas, tormentas, fuertes vientos.

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¿Qué encontramos a medida que vamos bajando hasta llegar a lo más hondo? Aguas cada vez más quietas, tranquilidad, paz.

Cuando Jesús se encuentra con cada uno de nosotros, nos saca de una vida superficial y mundana que sólo nos trae amarguras. Entonces nos conduce hacia lo más hondo de nuestro corazón, donde habita Dios. Pero debemos atravesar las olas bravas de nuestros sucios pensamientos, las tormentas de nuestros bajos impulsos, los fuertes vientos de nuestras malas acciones.

Ninguno que quiera ser verdadero discípulo misionero de Jesús, se salva de

esta primera parte dolorosa del viaje hacia lo profundo del corazón. Nadie. Ni los más santos.

¿Qué debemos hacer cuando descubrimos estos estorbos que nos amargan

la vida? En primer lugar, reconocer que los tenemos. Que hay cosas que no nos gustan de nosotros, cosas que nos duelen y que las queremos sacar de nuestra vida. Esto significa que estamos arrepentidos de verdad.

Mirar de frente y sin miedo cada

uno de los defectos que tenemos para que se vayan, siempre produce dolor.

Pero no importa el dolor cuando

uno quiere purificar su vida. No importa, porque es un dolor bendito que nos libera.

“El sufrimiento que viene de Dios produce firme arrepentimiento, que lleva a la salvación y no se debe lamentar”.

2ª Corintios 7, 10

Debemos dejar que lo malo que hay en nosotros salga como grano de pus al que se ha hecho reventar. Cuando haya salido toda la impureza que hay adentro, comenzará a sanarse. Lleva su tiempo. Nos hace sufrir. Deja una cicatriz. Pero al final se va el mal… ¡y entra la paz! Todos nosotros, por ser hijos de Dios, llevamos por dentro el Espíritu Santo. Por eso somos mucho más fuertes que nuestras fallas y defectos. Por eso podemos vencer todas las cosas negativas que pueden arruinarnos la vida.

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Sobre este tema de saber enfrentar nuestros defectos para vencerlos, hay una historia muy interesante:

Cuentan que un hombre tenía en el sótano de su casa unos perros muy

bravos y salvajes. Como les tenía miedo, nunca se atrevía a entrar adonde ellos estaban. Lo único que hacía era ponerles comida y bebida por un pequeño hueco que había hecho en la puerta del sótano.

Los aullidos y ladridos de los perros se hacían cada vez más feroces. Tanto,

que el dueño de casa no podía dormir ni descansar. Desesperado, decidió entrar al sótano para ver cómo podía deshacerse de ellos. Resolvió bajar tocando su violín que desde hace años no usaba, porque le habían dicho que “la música amansa las fieras”.

Desde la mañana temprano se puso a tocar el violín y notó que los aullidos y

ladridos de los perros se escuchaban cada vez menos. A eso del mediodía, tomó coraje y bajó al sótano, abrió la puerta y entró. Se topó con los perros que estaban quietos, pero que le gruñían sin sacarle los ojos de encima. El hombre seguía tocando su violín para mantenerlos quietos y para que no lo atacaran.

Lentamente se acercó al perro que le pareció más manso y, con suavidad, le

acarició el lomo mientras le hablaba con mucho cariño. Notó, con sorpresa, que el animal bajaba lentamente la cabeza y dejaba de gruñir. De la misma manera, sin dejar de tocar el violín, hizo con los demás. Cuando notó que estaban tranquilos, abrió la puerta, los perros se fueron, el sótano quedó vacío… y esa noche pudo dormir en paz. Los perros feroces encerrados en el sótano, son todas esas cosas negativas que llevamos escondidas en el fondo de nuestro corazón y que no nos atrevemos a mirar de frente para que salgan a luz y resolverlas. Cosas que nos aúllan constantemente en la Conciencia quitándonos la paz interior. La música que amansa las fieras es la oración, que nos da fuerzas para mirarnos por dentro y reconocer con humildad nuestras faltas y nuestras malas inclinaciones. Nos da fuerzas para enfrentarlas y dominarlas. Para que se vayan de nuestra vida. De esta manera vamos liberándonos de ellas. Si no miramos de frente las cosas negativas que hay en nuestro corazón para reconocer nuestros errores y decidirnos firmemente a no cometerlos más, corremos el peligro de repetirlos una y otra vez.

En una carta de Jacques Fesch a su amigo sacerdote, escrita el 8 de junio de 1955, cuenta cómo fue su camino doloroso de conversión a Dios. Está en el libro. “Luz sobre el cadalso y celda 18”. He copiado partes de la carta, porque es larga.

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Hermanito: Me has pedido que te explique cuándo y cómo he encontrado el Dios del

Amor. Primero es necesario que te explique quién era yo, así lo comprenderás mejor.

Durante los seis o siete años en los cuales viví como impío, hice mucho mal…

por inconciencia, egoísmo y falta de fe. Era incapaz de amar. Padre, madre, mujer, hija, etc., me eran indiferente. No sentía ninguna emoción por quien o cosa sea, excepto, tal vez, la música. Me convertí en una máquina de sensaciones egoístas hasta lo absoluto. Que tomaba su placer sin ocuparse de los otros y como podía. “Aquel que no ama, permanece en la muerte” (San Juan 3,13-18) y tenía una buena dosis de sufrimiento.

Me había hecho la idea de la inexistencia de Dios. Lo ignoraba por completo.

…Cuando me hablaban de Dios, yo respondía: una leyenda, el consuelo de los que sufren… La religión del esclavo y del oprimido. Y sin embargo era desdichado, lo sabía y trataba por lo menos, de construirme felicidad en la desdicha.

…Al año de detención, me llegó un dolor afectivo muy fuerte que me hizo

sufrir mucho y brutalmente. En algunas horas tuve fe, con certeza absoluta. Creía y no comprendía cómo había hecho antes para no creer. La Gracia de Dios me visitó. Gran alegría se apoderó de mí y sobre todo, una gran paz. Todo se volvió claro en instantes. Es una alegría sensible muy fuerte que yo tengo… Pero lo esencial no es la emoción sino la fe… Todo se ha vuelto liviano, ¡pero todavía tengo mucho que hacer!

Hermanito, no puedo pasarme de sesenta líneas y debo dejarte. Me uno a ti

cada mañana a las horas que tú me fijas. Te abrazo en Cristo Jesús. Tu hermano en Dios. Jacques

ORACIÓN

Dame, Jesús, un corazón valiente como el tuyo para poder reconocer lo que hay dentro de mí y no te agrada para corregirlo.

Dame, Jesús, un corazón paciente como el tuyo para poder decirle a mis errores y bajezas:

“lucharé sin desmayos para que salgan de mi vida”.

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Dame, Jesús, un corazón orante como el tuyo para poder mantenerme siempre fiel en mi decisión de estar unido a Dios en todo momento. Dame, Jesús, un corazón lleno de amor como el tuyo para poder acompañar a los hermanos que están conmigo por Tu Camino de purificación. Amén.

Damián. Río Cuarto-Córdoba

Cuando una persona escucha el llamado de Jesús y lo sigue, ¿qué siente?: Siente que le arde el corazón en deseos de seguir a ese Señor y Dios de su vida, porque sin Él su existencia no tiene sentido. El profeta Jeremías habla de este fuego que arde en el corazón de un verdadero discípulo misionero de Jesús.

“Había en mi corazón algo así como un fuego ardiente, prendido a mis huesos, que yo no podía apagar” Jeremías 20, 9

Es el mismo fuego ardiente que sentimos, querido hermano, todos los que nos hemos entregado por entero a Jesús. Es un fuego, una seguridad interior, es no tener dudas de que hemos encontrado la razón de ser de nuestras vidas… ¡Y todo esto sin dejar de reconocer nuestras propias miserias y limitaciones!

Sabemos que Jesús vive en nosotros y que nos va purificando lentamente.

Que nos va ayudando a salir de la oscuridad de nuestros errores. Que nos va ayudando a liberarnos de los perros salvajes que nos ladran en la Conciencia.

Jesús nos va enseñando a caminar en Su Luz…

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“Yo soy la luz del mundo: el que me siga no caminará en oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.” Juan 8,12

Ser discípulo misionero de Jesús significa vivir sin estar esclavizado por los

bienes materiales. Porque Jesús es nuestra única riqueza verdadera.

¡Es la mayor felicidad que uno puede tener en este mundo!

Pero Jesús es tajante cuando nos dice:

“Cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”. Lucas 14, 33

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¿Qué significa renunciar a todos nuestros bienes?: No significa despreciar los bienes materiales que nos hacen falta para vivir. Quiere decir poner todo lo que somos y todo lo que tenemos en las Manos de Dios. Quiere decir dejar que Dios sea el único dueño y Señor de nuestra vida. Quiere decir entregar la propia voluntad a la Voluntad de Dios.

Es quedarnos pobres ante Dios para ser herederos de la Riqueza de Su

Reino. Como pide Jesús en las Bienaventuranzas.

“Bienaventurados los que tienen un corazón pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.

Mateo 5, 3 Y fíjese, querido hermano, que Jesús dice que quien ha puesto su corazón en

Dios y no en las riquezas de este mundo, posee el Reino de Dios. Está entonces en el mejor lugar. Tiene la mejor parte, como decía nuestro hermano Jacques en la carta a su madre que leímos en el Encuentro pasado.

Cuando nos hemos hecho discípulos misioneros de Jesús, porque lo amamos

como lo primero en nuestra vida, sentimos necesidad de conocerlo cada vez más y más. Sentimos necesidad de la oración. Entonces leemos y meditamos la Palabra de Dios para imitar Su Vida y seguir sus Enseñanzas en todo momento.

El momento más importante de los discípulos del Señor es la reunión

familiar.

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Sentarse con la familia a leer y meditar la Palabra de Dios, es el mejor regalo, la mejor herencia que los padres pueden dejar a sus hijos….

¿Cómo un joven purifica su corazón? ¡Escuchando y viviendo la Palabra de Dios! Salmo 119,9

Quien ha conocido a Jesús y seguido sus enseñanzas, siente en su alma hambre del Pan de Vida de la Eucaristía que se nos ofrece en la Santa Misa. La Eucaristía es la unión más profunda que se puede tener con Jesús.

“El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, está unido a mí y yo a él”.

Juan 6, 56

Todo discípulo verdadero de Jesús busca recibir formación cristiana por medio de una catequesis permanente. Ese es el motivo de la catequesis que les dan los catequistas que los visitan y de esta catequesis por correspondencia.

Y no olvidemos, querido hermano, que la mejor catequista que tenemos es

María, nuestra Madre. Ella fue la primera discípula misionera de Jesús. La que conoce la vida de su Hijo como nadie la conoce. La que tiene grabada en su Corazón cada una de sus Palabras, cada una de sus Enseñanzas.

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Por eso nuestra Madre nos dice:

“Hagan todo lo que Jesús les diga” Juan 2,5

Le dejo, querido hermano, esta oración que nuestro hermano Quique escribió

a María, la Madre del Cielo. El muchacho está en el Instituto “Pasos de vida” de Córdoba.

PARA LA VIRGEN MARÍA María, en esta tarde en que estoy triste y angustiado, te pido que me ayudes a vivir unido a Jesús, porque lo necesito.

Tú eres la única que lo puedes hacer porque lo llevaste nueve meses en tu seno y estuviste a su lado desde su nacimiento hasta su muerte en la cruz, donde te pidió que fueras nuestra Madre. Hace tiempo que me he dado cuenta, Madre, de que la vida sin Jesús es una vida vacía y que con Jesús se me llena el alma de alegría y paz. Por eso estoy decidido a seguir a Jesús en todo. Esto que digo me sale del corazón, hace mucho que Jesús me llamó por mi nombre y yo le respondí con Su Nombre.

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Él me dijo que lo siguiera y yo le contesté que lo voy a seguir por donde él quiera llevarme. Porque las voces falsas que he seguido toda mi vida, me han llevado a esto que vivo ahora.

Madre mía, te vuelvo a pedir: Ayúdame a vivir unido a Jesús,

porque Él es lo más importante de mi vida. Amén Mientras copiaba la oración que acabamos de leer, recordé esta poesía del

Sacerdote Martín Descalzo, escrita cuando sabía que le quedaba poco tiempo de vida. Está en su libro: “La canción del pájaro solitario”.

En medio de la sombra y de la herida me pregunto si creo en Ti, y digo: que tengo todo cuando estoy contigo. el sol, la luz, la paz, la vida. Sin Ti, el sol es luz descolorida. Sin Ti, la paz es un cruel castigo. Sin Ti, no hay bien ni corazón amigo. Sin Ti, la vida es muerte repetida. Contigo el sol es luz enamorada y contigo la paz es paz florida. Contigo el bien es casa reposada y contigo la vida es sangre ardida. Pues, si me faltas Tú, no tengo nada. Ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida.

Y muy de acuerdo con la oración del Padre Marín Descalzo están estas

palabras de un Documento de la Iglesia:

“Cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos ha salvado… En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro”. Documento de Aparecida. Punto 146.

De un corazón así enamorado de Jesús, surge el verdadero discípulo misionero. Por supuesto que no debemos esperar a ser perfectos para ser discípulos misioneros de Jesús. Porque entonces nadie lo sería.

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A Jesús sólo le importa que busquemos estar unidos a Él. Entonces nos dará toda la fortaleza y coraje que necesitamos para anunciar Su Nombre a los demás.

El que se mantiene unido a mí y yo a él, ese da mucho fruto”

Juan 15,5 Cuando Jacques Fesch se convirtió en un hombre nuevo al conocer a Jesús, se hizo su más apasionado y ferviente discípulo misionero dentro de la cárcel. Como lo demuestra lo que escribió en su Diario íntimo el 18 de setiembre de 1957, donde habla de la alegría que siente por haber ayudado a un compañero a tener fe.

Tengo una buena noticia esta mañana: me acaban de decir que un

compañero, con quien conversé durante muchos meses, acaba de hacerse bautizar y ha recibido la Comunión en estos días.

¡Parece que son mis conversaciones que lo llevaron poco a poco a meditar

sobre su vida y convertirse! Estoy feliz de haber podido servir de instrumento al Señor para un fin tan noble.

La semilla del Evangelio que se arroja a los cuatro vientos germina y da

frutos, mientras que nuestro espíritu no recuerda ni el lugar donde el buen grano había sido depositado.

Lo que más dolía a Jacques era la falta de fe de su familia, por eso buscaba por todos los medios que se acercaran a Dios. Por quien más oraba era por su padre, que llevaba una vida tan desquiciada como la que él mismo había llevado antes de su encuentro con Jesús.

Jacques no sólo oraba por sus seres queridos, también ofrecía su muerte por

ellos. Veamos lo que escribió sobre su padre en su Diario íntimo el 22 de agosto de 1957.

Un pecador… ¡Conozco uno bueno! Toda su vida rechazó a Cristo, proclamando la negación de todo: el ateísmo y el gozo material. ¡Y donde estamos hoy! Toda la familia golpeada … Tengo confianza en que Jesús triunfará y que su amor será más grande que todos sus pecados. “Pues allí donde el pecado ha abundado, la gracia ha sobreabundado” Debe hacerse una resurrección completa en mi familia y cuando la reparación sea hecha, la misericordia actuará y correrán lágrimas de alegría.

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¡Reparación! ¿Acaso no estoy yo para hacer una buena reparación? ¿La ofrenda de mi vida no tiene un precio a los ojos del Señor? En el fondo este es mi destino: reparar magníficamente las consecuencias de los pecados de mi familia” Su mayor preocupación era la formación moral de su hijita Veronique. En una carta escrita a su madre, en su última noche en este mundo, le pide que cuide su fe cristiana:

“En estas líneas te confío a mi hijita. Ampárala bien, con caridad y medida. Piensa que Jesús la ama infinitamente y que lo que hagas a un niño se lo harás a Él. Ámala en Dios y te aseguro que en lo alto, yo la ampararé y velaré por ella con todo el amor con que Jesús me iluminará. Permanece también tú en el amor de Cristo y verás a Dios

Adiós, madre querida, que el Señor te guarde a ti y a los tuyos. Te abrazo en Cristo y María. Tu hijo en Dios.

Jacques.

Fraternidad

Cuando nos hemos convertido a Dios, ¿qué es lo primero que Jesús nos

pide? ¡¡¡Que vivamos unidos como hermanos!!!

Si queremos hacer un mundo cerrado todo el tiempo, donde pretendamos

estar a solas con Jesús y con nadie más, será imposible. Jesús siempre nos va a sacar del aislamiento para llevarnos a una comunidad de hermanos… Porque Jesús es comunidad.

“En esto reconocerán que ustedes son mis discípulos en el amor que se tienen los unos a los otros”. Juan 13, 35

Seremos reconocidos como discípulos misioneros de Jesús si predicamos al Señor con nuestras acciones y con nuestras palabras.

Si no vivimos lo que predicamos ¿quién nos va a creer?

Fíjese, querido hermano que cuando oramos con el Padre Nuestro, aunque

estemos orando solos, Jesús siempre nos lleva a los hermanos.

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Decimos, por ejemplo: Padre nuestro. Venga a nosotros tu Reino. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas. No nos dejes caer en la tentación.

Cuando recibimos el Sacramento del Perdón, ¿cuál es nuestra falta más grave? No querer perdonar a nuestros hermanos. Tan es así, que si no los perdonamos no seremos perdonados. Esto decimos en el Padre Nuestro:

“Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Mateo 6, 12

Las enseñanzas de Jesús están siempre relacionadas con la vida en comunidad. Porque Dios nos creó para vivir en comunidad. Fuimos creados a Su imagen y semejanza. A imagen y semejanza de Dios, que no es un solitario porque es una Comunidad Divina formada por tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Así, unidos en comunión,

debemos vivir los hijos, para ser familia de Dios

Cuando los discípulos misioneros de Jesús viven unidos como hermanos

ayudándose los unos a los otros, entonces los demás se acercarán a esa comunidad.

Podemos aprender de la conducta de los gansos a vivir la ayuda fraterna

dentro de la comunidad. ¿De los gansos? Sí, de los gansos. Veamos:

Los gansos siempre vuelan en grupo. Uno va adelante y los demás van atrás formando un ángulo. El ganso que va en la punta del ángulo abre camino y corta el viento para que los demás puedan volar mejor.

Cuando el ganso que va al frente se cansa, toma su lugar el que le sigue.

El ganso cansado se pone en el último lugar para reponer sus fuerzas.

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Cuando el ganso que va al frente se cansa, es reemplazado nuevamente por el que le sigue y repara sus fuerzas en el último lugar. De esta manera, uno tras otro, van colaborando para poder cortar el viento y mantener juntos el vuelo.

Debemos apoyarnos entre nosotros para poder marchar unidos por el Camino que Jesús nos ha marcado. De esta manera podremos predicar con el ejemplo la fe y la unión fraterna que nosotros vivimos.

“Debe brillar la luz de ustedes delante de todos, para que vean las buenas obras que ustedes hacen y se acerquen a Dios”.

Mateo 5,16

Jesús, nuestro Maestro y Señor, se ha hecho servidor nuestro y nos enseña,

con su ejemplo, que nosotros también debemos servirnos unos a otros para formar una comunidad cristiana unida, fuerte y contagiosa.

“Ustedes me llaman el Maestro y el Señor, y dicen bien porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros” Juan 13,13-14

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San Pablo estuvo muchas veces aislado en distintas cárceles, pero nunca se sintió solo o abandonado. Estaba sostenido por la oración de sus hermanos de comunidad. Esto les escribía desde la cárcel:

“Les pido que oren que por mí, para que me sea dada la Palabra de Dios al abrir mi boca y pueda dar a conocer con valentía el Evangelio….del cual soy embajador entre cadenas”.

Efesios. 6, 19-20

Como ve, querido hermano, aunque San Pablo estaba físicamente aislado, su

corazón estaba unido a su comunidad. Apoyado en sus oraciones, podía predicar la Palabra de Dios a sus hermanos encarcelados. Y hasta llegar a formar en la cárcel una comunidad de Iglesia. Como hicieron Maximiliano Kolbe en el campo de concentración, Jacques Fesch en la cárcel francesa…y como lo han hecho tantos otros.

QUEREMOS SER, SEÑOR Queremos ser, Señor, servidores de verdad, testigos de tu amor, instrumentos de tu paz. Convéncenos que por tener un Padre Dios somos hermanos, Su Voluntad es que haya paz. Justicia y paz van de la mano.

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Enséñanos a perdonar para poder ser perdonados, recuérdanos que por amor quiso morir crucificado. Ayúdanos a comprender que la misión del bautizado, es compartir con los demás su fe en Jesús resucitado

Ahora vamos a ver, querido hermano, un hermoso pasaje de los Hechos de los apóstoles. Que nos sirva de ejemplo para nuestra misión de discípulos misioneros del Señor.

“El Ángel del Señor habló al apóstol Felipe diciendo: Levántate y marcha al mediodía por el camino desierto que baja de Jerusalén a Gaza. Felipe se levantó y se puso en camino.

Pasaba por ahí un carro conducido por un etíope, que era un alto funcionario de la reina de los etíopes llamada Candace. El funcionario estaba a cargo de todos los tesoros de la reina y había ido a Jerusalén para adorar a Dios. Regresaba sentado en su carro leyendo en la Biblia al profeta Isaías.

El Espíritu Santo dijo a Felipe: Acércate a ese carro y quédate pegado a su lado. Y mientras Felipe corría para ponerse al lado del carro, le oía leer en la Biblia al profeta Isaías.

Felipe le preguntó: ¿Entiendes lo que estás leyendo? El etiope contestó: ¿Cómo lo voy a entender si no tengo quien me lo explique? Y pidió a Felipe que subiera al carro y se sentara a su lado. El pasaje de la Biblia que estaba leyendo era éste:

“Fue llevado como oveja al matadero, como cordero que está mudo cuando lo esquilan. Así él no abrió la boca. Fue humillado y sufrió un juicio injusto, ¿y de su suerte quién se preocupa? Fue arrancado de la tierra de los vivos”.

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El etíope preguntó a Felipe: Dime, por favor, ¿de quién habla el profeta? Felipe, entonces, empezó a hablarle de Jesús, partiendo del texto de la Biblia que estaba leyendo el etiope.

Siguiendo el camino llegaron a un lugar donde había agua. El etiope dijo: Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe respondió: Puedes ser bautizado si crees con todo tu corazón. El etiope dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Entonces hizo parar su carro. Bajaron los dos y Felipe lo bautizó”

Hechos 8,26-38

La fe del apóstol Felipe y su forma de actuar, nos enseñan cómo debe ser un

discípulo misionero de Jesús: • Tenía un corazón orante. Por eso pudo escuchar lo que el Espíritu

Santo le decía. • Estaba siempre dispuesto a hacer la Voluntad de Dios. Por eso dejó lo que

estaba haciendo, se levantó y se metió en el desierto para buscar allí a una persona que no conocía.

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• Había aprendido a servir a los demás. Por eso corrió para alcanzar al carro y sentarse al lado del etiope.

• Sabía respetar el tiempo de crecimiento de los demás. Por eso comenzó a

predicarle a Jesús a partir de la necesidad del otro. • Tenía sentido de comunidad. Por eso, cuando vio que la fe del etiope era

verdadera, lo bautizó y lo incorporó a la Iglesia. Como discípulos misioneros de Jesús, nosotros debemos predicar a los que

nos rodean esto que hemos aprendido y conocido sobre Jesús:

• Es la segunda Persona de la Santísima Trinidad, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

• Vino al mundo con la Misión de traernos el Reino de Dios. • Su nacimiento de María virgen, su Vida, sus Milagros, sus Enseñanzas, su

Muerte y su Resurrección. • Su preferencia por los más pobres y marginados. • Su envío del Espíritu Santo en el día de Pentecostés para fundar Su

Iglesia, continuadora de su Misión en el mundo. • Su promesa de vida eterna.

Sí, es cierto, se nos hace muchas veces difícil ser discípulos misioneros de

Jesús, porque no siempre somos comprendidos por los demás… y a veces hasta somos rechazados. Por eso el Señor nos advierte:

“El discípulo no es más que su Maestro. Si me han perseguido a mí, también los perseguirán a ustedes”. Juan 15, 20

Sin embargo, corregir al que está equivocado, es una obligación moral:

“El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado. Si alguno de ustedes, hermanos míos, se desvía de la verdad y otro lo convierte, sepa que el que convierte a un pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y conseguirá el perdón de sus muchos pecados”.

Santiago 4,17. 5, 19-20

ENCUENTRO Nº 16: SOMOS DISCÍPULOS MENSAJEROS DE JESÚS

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Hay que ser muy prudentes a la hora de hacer notar a una persona que está equivocada. No debe ser una crítica, ni siquiera un reproche. Debe darse una opinión con mucho respeto y sincero cariño… Y después dejar que la otra persona obre de acuerdo a su parecer. Siempre que eso no suponga un daño para los demás...

Cuando estemos ante una situación difícil debemos preguntarnos: ¿ qué haría Jesús en ese momento?.

Pensemos: ¿Qué haría Jesús si ve a una persona que está dañando a un niño? ¿Qué haría

Jesús si ve que una mujer es golpeada o abusada? ¿Qué haría Jesús si ve que alguien estafa a otro?, etc., etc., ¿Saldría en defensa de esos inocentes o se quedaría indiferente?

Jesús nunca fue indiferente ante ningún sufrimiento o injusticia. Nosotros

debemos obrar de la misma manera. En la medida de nuestras posibilidades, defendamos a quienes son maltratados o abusados.

Por supuesto que esto debe hacerse sin violencia, porque no se debe

responder al mal con el mal. Pero, de la mejor manera posible y en lo que podamos, debemos evitar que se haga daño a nadie.

No es tarea para flojos practicar y predicar el Evangelio del Amor, de la

Misericordia y del Perdón en un mundo donde muchos viven para la búsqueda desenfrenada del placer, del dinero, del poder. ¡Esos grandes monstruos que oscurecen la Conciencias y esclavizan a las personas!

Por eso Jesús nos advierte:

“Miren que los envío como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas”. Mateo 10, 16

José Hernández, en su libro “Martín Fierro”, nos da este consejo:

“Se debe ser muy prudente cuando el peligro es mayor; siempre se salva mejor andando con advertencia, porque no está la prudencia reñida con el valor”

ENCUENTRO Nº 16: SOMOS DISCÍPULOS MENSAJEROS DE JESÚS

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San Pablo decía lo que significaba para él ser discípulo misionero de Jesús.

“Si nos insultan, bendecimos. Si nos persiguen, lo soportamos. Si nos critican, respondemos con bondad”. 1ª Corintios 4, 12-13

¡Hay que tener mucho coraje para actuar de esa manera! ¡Y conste que San Pablo tenía un carácter muy fuerte!

San Pablo sabía, por experiencia, que el bien es más fuerte que el mal. Que

tarde o temprano el bien siempre vence al mal. Por eso nos aconseja:

“No te dejes vencer por el mal. Vence al mal haciendo el bien” Romanos 12,21

¡Nada lo frenaba cuando debía predicar la Palabra de Jesús!

“Por mi parte, muy gustosamente me gastaré y desgastaré, hasta que en todos se forme Jesucristo”.

Cf. 2ª Corintios 12,15

Muchas personas obran mal por costumbre, porque nadie les enseñó otro camino. Y somos nosotros, como discípulos misioneros de Jesús, los que tenemos la misión de predicarles Sus Enseñanzas para que conozcan a ese Dios Amigo incomparable que es Jesús, y así cambien de vida y se conviertan. Aunque no les guste. Aunque se burlen de nosotros. Aunque nos critiquen después.

Aquí tengo la letra de un tango donde un hombre, que está a punto de morir,

le da buenos consejos a su hermano menor.

HACELO POR LA VIEJA Campaneame bien, hermano, estoy listo en la palmera. Yo sé bien que la que espera muy pronto me va a llevar. Por eso es que chorro viejo, escabiador, mujeriego, sólo te pido, te ruego, me escuches sin protestar.

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A nadie tengo en el mundo más que a vos y a la viejita; por mi culpa, pobrecita, vos sabés cuánto lloró... Pero vos que estás a tiempo, si querés podés abrirte y no vas a arrepentirte como me arrepiento yo. ¡Hacelo por la vieja, abrite de la barra!... ¿No ves lo que te espera si continuás así? ¿No ves que es peligroso tomar la vida en farra? ¡Hacelo por la vieja si no lo haces por mí!...

Ser discípulo misionero de Jesús es predicar el Evangelio en todos los lugares donde no es conocido, en especial, en los ambientes más difíciles y olvidados.…

¡Que nadie se quede con los brazos cruzados!

Y no esperemos para eso ser perfectos, porque entonces ninguno de nosotros abriría la boca.

¿Sabe, querido hermano, lo que quiere decir testigo en lenguaje bíblico?

Testigo quiere decir mártir. Aquel que está dispuesto a dar la vida por defender su fe.

Muchos estarían dispuestos a dar la vida por defender los valores de la

Buena Noticia del Evangelio. Pero frente a situaciones de violencia y corrupción, no saben cómo actuar y se someten para evitar lo peor.

No pueden ser testigos de la Verdad, porque no han confiado en Dios, sino

en sus propias fuerzas humanas... Otros, en cambio, comprenden que Dios les pide que den testimonio de la

Buena Noticia en la que creen, que muchas veces es lo contrario de lo que les imponen. Y sin embargo hacen lo que les dice su Conciencia.

ENCUENTRO Nº 16: SOMOS DISCÍPULOS MENSAJEROS DE JESÚS

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Son testigos de la Verdad, aunque puedan sufrir persecuciones. Pero ellos saben que no están solos, que el Espíritu Santo los sostiene y los conduce.

Somos testigos, querido hermano, de una esperanza que brota de la fe. Una

esperanza que nos hace vivir nuestro presente, aunque pueda ser doloroso, con la seguridad de que, unidos a Jesús, nuestra vida nunca estará a oscuras. Como dice este Salmo tan conocido:

“El Señor es mi pastor. Nada me falta. Aunque cruce por oscuras quebradas ningún mal temeré. Me siento seguro, Señor, porque tú estás conmigo”. Salmo 23,1. 4

Esta seguridad de sentirnos siempre amados, protegidos y conducidos por el Amor de Dios, es lo que nos hace exclamar junto con el apóstol Pablo:

“Porque tenemos esta esperanza, predicamos la Palabra de Dios con toda valentía”.

Cf. 2ª Corintios 3, 12

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Ser discípulos misioneros de Jesús en el mundo, querido hermano, es ser testigos del cambio que Jesús ha hecho en nuestras vidas. De los perros bravos que nos ha ayudado a sacar del sótano oscuro de nuestras miserias y miedos, para liberarnos y darle paz a nuestra Conciencia. 3 -AL SERVICIO DE LOS POBRES

Una comunidad de discípulos misioneros del Señor es verdadera cuando se

ocupa en primer lugar de los más pobres y necesitados. Ya sea en sus necesidades espirituales como en sus necesidades físicas.

Porque ellos son, ¡como tantas veces lo decimos!, los predilectos de Jesús.

Todos los que se han entregado a Jesús y desean llevarlo al corazón de sus

hermanos más necesitados, pueden decir con total seguridad:

“El Señor me ha dado lengua de discípulo para que pueda decirle al afligido una palabra de consuelo”. Isaías 50, 4

Muchas veces no sabemos cómo debemos predicar la Palabra de Dios para

que llegue con verdadero amor a toda persona que la necesite. No nos preocupemos, el Espíritu Santo pondrá en nuestra boca las palabras que debemos decir y la mejor manera de decirlas.

“El Espíritu Santo les enseñará, en ese mismo momento, lo que tengan que decir”. Lucas 12.12

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Le habrá pasado, querido hermano, quedarse admirado por la claridad con que pudo consolar a un hermano angustiado, darle esperanza en el amor de Dios. Se habrá preguntado: ¿de dónde me salieron estas palabras? ¡El Espíritu Santo las puso en su boca!

Debemos mostrar a los que nos rodean cómo es Jesús, el Señor que nosotros

conocemos y que nos ha cambiado la vida. Siempre entregado al servicio de los más necesitados. Lleno de Amor, de Ternura, de Misericordia. Que nunca juzga ni condena. Rápido para perdonar, para consolar, para purificar el alma, para curar nuestras heridas.

“¡Vengan a mí todos los que están cansados y afligidos y yo los aliviaré!” Mateo 11, 28

En su libro “Salmos criollos”, el Sacerdote Mamerto Menapace traduce en

lenguaje poético un Salmo al lenguaje gauchesco. Ustedes que son sus fieles alaben Su Nombre eterno, muestren a Dios su contento bendiciendo su memoria; día y noche como noria que da vuelta al firmamento.

Es más grande que los grandes, su gloria anida en los cielos ¿Quién podrá seguirle el vuelo cuando remonta las cumbres? Sin embargo es su costumbre, desde allí mandar consuelo.

Él ayuda al desgraciado y lo alza de la basura; y a la mujer sin criatura la hace dichosa con hijos. Ha de ser también, colijo, porque es grande su ternura.

Salmo 113, 1-3

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4-LA COMUNIDAD PARROQUIAL Nuestra Iglesia es la gran comunidad que está formada por pequeñas

comunidades llamadas Parroquias. La familia de cada uno de nosotros forma parte de la comunidad de la Parroquia del barrio donde vive.

La Parroquia está dirigida por el Párroco, que es un Sacerdote. El Párroco

está en comunión con el Obispo que tiene a su cargo todas las Parroquias que pertenecen a su diócesis. A su vez, el Obispo está en comunión con el Papa, que tiene la responsabilidad de dirigir toda la Iglesia.

En la Iglesia de Jesús, querido hermano, todos los bautizados somos

sacerdotes. Por eso somos un Pueblo sacerdotal.

"La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal. Por el bautismo, todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo”

Catecismo de la Iglesia Católica Punto 1591

La Parroquia es nuestro segundo hogar. El lugar donde se casaron nuestros padres.

Donde nacimos a la vida cristiana por medio del Sacramento del Bautismo.

Donde se nos da la catequesis que

nos prepara para recibir los Sacramentos.

Es el lugar donde nos reunimos en comunidad con los vecinos para participar

de la Santa Misa. Donde recibimos el Perdón de Dios por medio del Sacramento de la Reconciliación.

Donde organizamos grupos de oración con la Palabra de Dios. Donde nos

preparamos para predicar el Evangelio en los lugares en que no se conoce a Jesús… Y tantas otras actividades que hacen crecer y dan vida al espíritu de la comunidad parroquial. Por medio de la Parroquia el fuego del Espíritu Santo puede llegar hasta los lugares más apartados. Hasta donde nunca se oyó predicar la palabra de Dios.

“Prediquen el Evangelio por todos lados”. Marcos 16, 15

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La pregunta que podemos hacernos es: Si así debe ser una verdadera Parroquia, ¿por qué hay Parroquias tan frías y tan poco acogedoras? Si pasa esto es porque está fallando la comunidad parroquial. Porque no está unida por el amor fraterno. O porque los feligreses creen que el Párroco se debe ocupar de todas las tareas y ellos deben ser nada más que sus ayudantes….

La principal tarea de una comunidad parroquial, es fortalecer la unión fraterna

entre ellos y con el Párroco. A partir de ese cimiento se irán armando todas las tareas parroquiales.

La comunidad parroquial se hace primero para adentro, después hace para

afuera…

Es muy importante que el Párroco sea un fiel discípulo misionero de Jesús.

Que tenga un corazón sincero y generoso, para que pueda recibir con alegría a todo el que se acerque a la Parroquia y desee trabajar en ella.

Son muchas las tareas que podemos hacer en nuestra Parroquia como sacerdotes laicos. Como por ejemplo: Ser Ministros de la Eucaristía para dar la Comunión en la Misa, o llevarla a las personas enfermas o ancianas que no pueden ir a la Parroquia. Hacer una Liturgia de la Palabra cuando el Sacerdote no pueda celebrar la Santa Misa…

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Vamos explicar un poco sobre cómo podemos los laicos reemplazar al Sacerdote en la Santa Misa. Como usted sabe, querido hermano, la Santa Misa tiene dos momentos: la Celebración de la Palabra y la Celebración de la Eucaristía. Pues, bien, los laicos podemos hacer sólo la Celebración de la Palabra y, en el momento de la Comunión, repartimos las Hostias consagradas que el Párroco nos ha entregado con anticipación.

Le cuento que, en ausencia del padre Capellán, me ha tocado dar una

Celebración de la Palabra para las mujeres que están el la Unidad Nº 3 de Córdoba y una de ellas predicó el Evangelio. ¡Y lo bien que lo hizo!

En caso de urgencia, podemos bautizar a un niño que esté enfermo de gravedad. El Bautismo puede hacerse en la Parroquia por ausencia del Párroco, o en un domicilio particular.

La ceremonia es muy sencilla. Basta

con volcar agua bendita sobre la cabeza del que se bautiza mientras se dicen estas Palabras:

“Yo te bautizo a ti (se dice el nombre del niño) en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” Todos responden: Amén

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¿Por dónde debemos comenzar a evangelizar como miembros de la Parroquia? Debemos comenzar por nuestra familia, porque es la primera y la más importante comunidad de la que formamos parte.

Este Documento de la Iglesia habla de la importancia de la familia en la vida

parroquial:

“En la familia cristiana… se transmiten los valores fundamentales de la vida cristiana. Se la llama Iglesia Doméstica. Allí, los padres son los primeros educadores de la fe de sus hijos, enseñándoles, a través del ejemplo y la palabra, a ser discípulos misioneros. Al mismo tiempo…una familia se hace evangelizadora de muchas otras familias y del ambiente en que ella vive”.

Documento de Aparecida. Punto 204

Aunque una persona no esté viviendo en su comunidad parroquial, como es su caso, querido hermano, no por eso se deja de formar parte de ella.

Usted puede comunicarse con su Párroco para saludarlo, para ofrecerle su colaboración, para pedirle que ore por sus intenciones. Para pedirle que él o la gente de la Parroquia lo visiten a usted, a sus compañeros, que ayuden a su familia, que la acompañen.

Hace unos años, nos pasó esto en el taller de carpintería “San José” de

Caritas que funciona en Unidad Nº 2 de Córdoba:

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Nos enteramos, por medio de la esposa de nuestro hermano Joaquín, que en la escuelita parroquial muy pobre de su barrio había bancos escolares que los chicos no podían utilizar porque estaban en malas condiciones.

Joaquín escribió una carta a su Párroco pidiéndole que enviara al taller los bancos rotos. Cuando los recibieron, fue una alegría inmensa para todos poder arreglarlos y mandarlos de vuelta en perfectas condiciones. El Párroco habló del tema durante una Misa celebrada en la Parroquia y vino a visitarlos para agradecerles la ayuda prestada.

En estos momentos, Joaquín está viviendo con su familia y forma parte de la

comunidad de la Parroquia. Con sus dos hijos varones han organizado un grupo de fútbol en el salón parroquial, que funciona los sábados, y han invitado especialmente a los chicos más carenciados.

Después del partido, leen y meditan la Palabra de Dios. Manuela, la esposa

de Joaquín, colabora con los deportistas cebando el mate que comparten en el momento de la oración. Ahora quiero pedirle permiso, querido hermano, para decirle algo que me viene picando el alma desde hace rato. Es algo que ya mencioné en el Encuentro anterior, pero que deseo ampliar.

He visitado por más de treinta años a encarcelados varones, mujeres y jóvenes y sé, por experiencia, que nadie puede comprender lo que vive allí adentro una persona…. como el que comparte la misma situación. Por eso, y con inmenso cariño y respeto, le pido que valorice todo el bien que puedan hacer usted y sus compañeros de comunidad, para llevar la Luz de Jesús al corazón de esos hermanos nuestros que están entre sus preferidos.

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Cuiden, como el más valioso tesoro, la unión y el cariño entre ustedes, que los convierten en los verdaderos discípulos misioneros de Jesús. Porque ustedes son la levadura de la que hablábamos en el Encuentro pasado. Los que están haciendo crecer el Reino de Dios entre las rejas. Recuerden: la levadura es una pequeña cantidad ¡y cuánto puede hacer que crezca la masa!

Valoricen cada gesto de cariño, comprensión y solidaridad que tengan con sus hermanos. Cada palabra buena que dé fe y esperanza. Porque son las pequeñas semillas del Reino de Dios que ustedes están sembrando. Las que, aunque ustedes no lo vean, darán una gran cosecha para el Reino de Dios. A Jesús, su paso por el mundo le resultó difícil y doloroso, sin embargo dijo:

“Mientras estoy en el mundo soy Luz del mundo” Juan 9,5 Ustedes pueden decir, uniendo sus palabras a las Palabras de Jesús: Mientras estoy en la cárcel soy Luz de la cárcel. ¿Recuerda, querido hermano, lo que decíamos en el Encuentro pasado?

“ Florece allí donde estás viviendo”

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RESUMEN

Jesús nos pide que colaboremos con Él para que todos nuestros hermanos puedan entrar a Su Reino. Para que vivan la alegría y la esperanza que nosotros estamos viviendo... No porque seamos mejores que los demás; sino porque hemos escuchado el llamado de Jesús y lo seguimos. Para que sólo Él sea nuestra única riqueza.

Somos discípulos de Jesús porque seguimos sus enseñanzas, y somos sus

misioneros porque tenemos la misión de hacer que los demás lo conozcan y se hagan también sus discípulos misioneros.

Para ser discípulos misioneros de Jesús debemos estar de verdad convertidos

y pertenecer a una comunidad fraterna. “En esto reconocerán que ustedes son mis discípulos, en el amor que se tienen los unos a los otros. (Juan 13, 35)

Nuestra primera comunidad cristiana es la Parroquia. Dentro de ella, lo más

importante es nuestra familia. “Dentro del territorio parroquial, la familia cristiana es la primera y más básica comunidad eclesial. En ella se viven y se transmiten los valores fundamentales de la vida cristiana”. (Documento de Aparecida. Punto 204)

Como Iglesia, estamos al servicio de los más pobres y necesitados de bienes,

tanto espirituales como materiales. Ellos son los predilectos de Jesús y deben ser también nuestros predilectos. “He sido enviado para anunciar a los pobres la Buena Noticia, para proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos”. (Lucas 4, 18)

Ser discípulos misioneros de Jesús significa, muchas veces, recibir

incomprensión, rechazo y hasta persecución. Por eso Jesús nos advierte: “El discípulo no es más que su Maestro. Si me han perseguido a mí, también los perseguirán a ustedes” (Juan 15, 20). Pero nos asegura su protección: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1,8)

La mejor discípula misionera de Jesús es María, nuestra Madre y Madre de

la Iglesia. “María es la gran misionera, continuadora de la Misión de su Hijo y formadora de misioneros” (Documento de Aparecida. Punto 269)

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Querido hermano: En el próximo Encuentro,” La familia”, hablaremos de la pequeña Iglesia

familiar donde nacen y se educan como cristianos los hijos de Dios. En la Iglesia del hogar, que es cada familia cristiana, los hijos comienzan a

formarse como discípulos misioneros de Jesús. El tiempo que los padres dedican a la formación cristiana de sus hijos, es el más importante regalo que les pueden brindar, la mejor herencia que les pueden dejar.

No olvide compartir con los demás lo que ha aprendido en este Encuentro. Que Dios lo bendiga y bendiga a sus familiares y personas más queridas. Me despido de usted con mucho cariño.

Ana María

______________________________________________________ MIS NOTAS

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ALMA MISIONERA Señor, toma mi vida nueva, antes de que la espera desgaste años en mí. Estoy dispuesto a lo que quieras no importa lo que sea, Tú llámame a servir. Llévame donde los hombres necesiten Tus Palabras, necesiten mis ganas de vivir; donde falte la esperanza, donde todo sea triste, simplemente por no saber de Ti. Te doy mi corazón sincero, para gritar sin miedo lo hermoso que es Tu Amor. Señor, tengo alma misionera, condúceme a la tierra que tenga sed de ti. Y así en marcha iré cantando por pueblos predicando tu grandeza Señor, tendré mis brazos sin cansancio, tu historia entre mis labios, la fuerza en la oración. Llévame donde los hombres necesiten Tus Palabras, necesiten mis ganas de vivir; donde falte la esperanza, donde todo sea triste, simplemente por no saber de Ti.

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“Carta entre hermanos” ENCUENTRO Nº 16: Somos discípulos misioneros de Jesús

PREGUNTAS PARA RESPONDER (Contestar y mandar las hojas con la carta)

“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestras palabras y obras es nuestro gozo”. Documento de Aparecida. Punto 29.

1- ¿Cuándo y cómo se encontró usted con Jesús? ¿Lo puede contar? ……………………………………………………………………………………………………………………………

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2- ¿Qué significa para usted ser discípulo misionero de Jesús? ……………………………………………………………………………………………………………………………

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Dice Jesús:” Cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”. (Lucas 1, 33)

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3- ¿A qué tenemos que renunciar para poder ser discípulos misioneros de Jesús?

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Dice Jesús: “El que siga mis enseñanzas y las predique, ése será grande en el Reino de los Cielos”. (Mateo 5, 19) 4- ¿Cómo predica usted la vida y las enseñanzas de Jesús a los que lo

rodean? ¿Lo puede contar? ……………………………………………………………………………………………………………………………

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Cuando predicarnos la Palabra de Dios con amor, el Espíritu Santo pone en nuestra boca lo que debemos decir: “Porque el Espíritu Santo les enseñará en ese mismo momento lo que conviene decir”( Lucas 12.12) 5-¿Alguna vez sintió que el Espíritu Santo habló por su boca? ¿Lo

puede contar? ……………………………………………………………………………………………………………………………

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Dice Jesús: “El discípulo no es más que su Maestro. Si me han perseguido a mí, también los perseguirán a ustedes”. (Juan 15, 20)

6- ¿Ha sufrido usted incomprensiones o rechazos por ser discípulo misionero de Jesús? ¿Lo puede contar?

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7- ¿Por qué el discípulo misionero de Jesús debe formar parte de una

comunidad que viva su misma fe? ……………………………………………………………………………………………………………………………

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Todos nosotros pertenecemos a la comunidad de la Parroquia de nuestro barrio, que está dirigida por nuestro Párroco. Donde participamos de la Santa Misa del día domingo, la catequesis que nos prepara para recibir los Sacramentos y llevar la Palabra de Dios a los demás. 8- ¿Puede decir cómo es su relación con su Parroquia? ……………………………………………………………………………………………………………………………

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9- ¿Qué temas le han interesado más del este Encuentro? ¿Por qué? ……………………………………………………………………………………………………………………………

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10-¿Puede darnos los nombres de compañeros que quieren escribirse con uno de nosotros? Gracias.

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