Somos quienes fuimos y seremos quienes somos lectura en el bicentenario

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EL CARMEN DE VIBORAL, 1814 – 2014 Doscientos años de vida municipal Preámbulo “OSCAR ANDRÉS SÁNCHEZ A. Redactor EL TIEMPO MEDELLÍN. Noviembre de 2014 En 1814 fueron erigidos 13 territorios que por su desarrollo económico exigían más autonomía. Ese año el Estado de Antioquia tuvo tres presidentes: Juan del Corral, José Miguel de La Calle y Dionisio Tejada, que crearon nuevos distritos: El Retiro, Donmatías, Heliconia, Carolina del Príncipe, Santa Rosa de Osos, Abejorral, Belmira, Sopetrán, Santodomingo, El Carmen de Viboral, La Ceja, San Vicente y Envigado. Según Ricardo Zuluaga, miembro de la Academia Antioqueña de Historia, “Durante La Colonia España fue muy cicatera en crear instituciones en América, por eso había muy pocas entidades civiles. Antioquia tenía dos villas y dos ciudades: las villas de Marinilla y Medellín y las ciudades de Antioquia y Rionegro. Las demás eran entidades eclesiásticas, creadas por petición de un hacendado para tener quien le administrara los sacramentos. Luego alrededor de las capillas se fue creando el mercado y los pueblos”. Para Roberto Luis Jaramillo, historiador de la Universidad Nacional, los territorios reconocidos no eran propiamente municipios, tal y como se conocen hoy, sino unas especies de cabildos, con sus propios concejos. Esto implicaba la construcción de escuelas, juzgados, cárceles, parques y demás obras públicas que demandaran los vecinos. “En esos lugares aumentó tanto la población que el Estado se vio en la obligación que, además de autoridad eclesiástica, tuvieran autoridad civil. Todos fueron primero viceparroquias y parroquias”, Un detalle poco conocido es que no existen, en la mayoría de los casos, documentos que soporten estas declaratorias. Por eso los bicentenarios que se conmemoran este año tienen como punto de partida la tradición oral y la tradición histórica. "Se perdió la evidencia porque cuando en 1816 las autoridades españolas retomaron el control de sus antiguas colonias, no solo tomaron retaliaciones contra los próceres sino que quemaron los archivos de los nuevos distritos para que no quedara memoria de lo que habían hecho las autoridades republicanas”, explicó Zuluaga. Pese a ese vacío legal hoy todos son municipios prósperos que recuerdan erección municipal con fiestas y manifestaciones culturales”.

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EL CARMEN DE VIBORAL, 1814 – 2014

Doscientos años de vida municipal

Preámbulo

“OSCAR ANDRÉS SÁNCHEZ A. Redactor EL TIEMPO MEDELLÍN. Noviembre de 2014

En 1814 fueron erigidos 13 territorios que por su desarrollo económico exigían más autonomía.

Ese año el Estado de Antioquia tuvo tres presidentes: Juan del Corral, José Miguel de La Calle y

Dionisio Tejada, que crearon nuevos distritos: El Retiro, Donmatías, Heliconia, Carolina del

Príncipe, Santa Rosa de Osos, Abejorral, Belmira, Sopetrán, Santodomingo, El Carmen de Viboral,

La Ceja, San Vicente y Envigado.

Según Ricardo Zuluaga, miembro de la Academia Antioqueña de Historia, “Durante La Colonia

España fue muy cicatera en crear instituciones en América, por eso había muy pocas entidades

civiles. Antioquia tenía dos villas y dos ciudades: las villas de Marinilla y Medellín y las ciudades de

Antioquia y Rionegro. Las demás eran entidades eclesiásticas, creadas por petición de un

hacendado para tener quien le administrara los sacramentos. Luego alrededor de las capillas se

fue creando el mercado y los pueblos”.

Para Roberto Luis Jaramillo, historiador de la Universidad Nacional, los territorios reconocidos no

eran propiamente municipios, tal y como se conocen hoy, sino unas especies de cabildos, con sus

propios concejos. Esto implicaba la construcción de escuelas, juzgados, cárceles, parques y demás

obras públicas que demandaran los vecinos.

“En esos lugares aumentó tanto la población que el Estado se vio en la obligación que, además de

autoridad eclesiástica, tuvieran autoridad civil. Todos fueron primero viceparroquias y

parroquias”,

Un detalle poco conocido es que no existen, en la mayoría de los casos, documentos que soporten

estas declaratorias. Por eso los bicentenarios que se conmemoran este año tienen como punto de

partida la tradición oral y la tradición histórica.

"Se perdió la evidencia porque cuando en 1816 las autoridades españolas retomaron el control de

sus antiguas colonias, no solo tomaron retaliaciones contra los próceres sino que quemaron los

archivos de los nuevos distritos para que no quedara memoria de lo que habían hecho las

autoridades republicanas”, explicó Zuluaga.

Pese a ese vacío legal hoy todos son municipios prósperos que recuerdan erección municipal con

fiestas y manifestaciones culturales”.

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“SOMOS QUIENES FUIMOS Y SEREMOS QUIENES SOMOS” Bloguero de León España.

“VIVIMOS EL PASADO, EL PRESENTE Y EL FUTURO SIMULTANEMENTE” Anita Moorjani

Francisco Arnoldo Betancur Ramírez. Noviembre 14 de 2014

De Prehistoria: El yacimiento arqueológico de “El Pedrero”, evidencia la existencia de antiguos

habitantes en nuestro territorio, entre 6.000 y 8.000 años antes de nuestra era; especialistas en la

construcción de herramientas de piedra tales como yunques, machacadores, manos de moler, los

cuales seguramente fueron utilizados para el procesamiento de vegetales (tallos, frutos y semillas)

y posiblemente en el trabajo de la madera. Sofía Botero, Arqueóloga y Carlos Alejandro Salazar, geólogo. 1998.

Departamento de Antropología de la Universidad de Antioquia.

Dr. Carlos Armando Rodríguez. Director, Museo Arqueológico Julio Cesar Cubillos. Universidad del Valle

De nuestros ancestros precolombinos los indígenas, Quinchias,Tahamies, Aburraes, en sus

diferentes tribus, durante el período colonial, quedaron reducidos a los pueblos de Indios de San

Antonio de Pereira y San Antonio del Peñol.

Son muy incipientes y recientes los estudios que dan cuenta de sus huellas; la estructura

funeraria, en el sector de la gruta, vereda de la Sonadora; según los estudios, tiene características

que la hacen semejante a las llamadas tumbas de pozo de acceso vertical con cámaras laterales,

comunes en el occidente colombiano, incluido el departamento de Antioquia. No obstante la

similitud general, se trata de un tipo de estructura desconocido en la arqueología colombiana. Neyla Castillo Espitia, con equipo de profesores y estudiantes del Departamento de Antropología. Universidad de Antioquia. 2007

De la Colonización española, bien vale destacar momentos tales como:

Cuando en 1573 se conceden tierras, en territorio de lo que hoy es El Carmen al Capitán Pedro

Beltrán, por parte del Cabildo de Arma Viejo, para ejercer posesión sobre un ganado que se le

cimarroneó, cuando llevaba una recua para la Ciudad de Remedios.

En 1642, Don Felipe de Alarcón tenía una hacienda, en la región de las Cimarronas, que contaba

con una ermita en la que se oficiaban sacramentos y otros oficios religiosos.

En el transcurso del siglo XVIII se concedieron Tres Viceparroquias a haciendas de descanso de

algunos sacerdotes, en territorio carmelitano; el 17 de febrero 1720, la de Los minerales El

Carmen, a la hacienda de Don Felipe Rodríguez, dependiendo de Rionegro.

El 12 de enero de 1755, a la hacienda del padre Don José Jiménez Fajardo. Y el 27 de enero 1763,

a la hacienda “Carmen”, del sacerdote Doctor Fabián Sebastián Jiménez Fajardo, cura de La Villa

de San José de la Marinilla; hacienda que había establecido en 1752. A su alrededor se formó el

caserío de El Carmen de las cimarronas. Es desde esta situación cuando Don Ramón Antonio

Giraldo Arango dice: “Estos pueblos no gozaron del privilegio de fundación por conquistador

cubierto de armadura herrada… sino que su urbanización empezó con una casa de mayordomía de

hacienda, seguida de un galpón para campamento de la cuadrilla de esclavos que talan el bosque y

descuajan la selva, todo ello dependencia de curatos ricos de la villa capital. Un inmigrante que

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llegaba, un colono que cambiaba de domicilio, un peón cesante de otra lejana hacienda, así fue

hilándose el rancherío que dejó marcada la plaza del pueblo dejando abierto del lado del sur el

callejón de las sementeras y pegujales; al oeste la tranquera del corral de los recentales; al norte

los prados y pastizales para el ganado mayor y al este el sendero que saltando sobre barrancas y

pedrejones llevaba al puente de paja que cruzaba el río y al lavadero común”.

En la primera década del siglo XIX, el Padre Jorge Ramón de Posada cura de Marinilla, fue quien

propició, secundado por los fieles del sitio de El Carmen para que esta viceparroquia fuera

convertida en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Viboral, el 29 de agosto del año 1807.

En cuanto a la Vida Municipal, la tradición nos ha señalado el nacimiento como municipio el año

de 1814, después del Acto de Absoluta Independencia de Antioquia, el 11 de agosto de 1813.

Pero, ¿Quiénes somos? ¿Cómo somos? y ¿Por qué somos así?

En el primer censo del que se dispone hasta el momento, realizado en el Partido del sitio de El

Carmen, informado por comisión de Don Juan Antonio Mon y Velarde Oidor y Visitador general de

la provincia del Valle de San José de la Marinilla y firmado por Don Esteban de Hoyos alcalde de la

Santa Hermandad, el 22 de Diciembre de 1786,i se aprecia claramente el componente mestizo de

quienes habitaron estas tierras, después de los Indígenas.

La dinámica del mestizaje se constituye en elemento que unifica, define e integra las

características de este grupo, donde no se dio el trato discriminatorio para el mestizo, como

ocurriera en otros grupos sociales.

Vale la pena destacar que la población Indígena si bien no aparece explícita, tampoco es negada,

pues este mestizaje tiene tanto de español como de indígena.

Vida de paz y tranquilidad tuvieron estos campesinos, agricultores pobres al abrigo de la madre

Marinilla, de quien recibieron todos los elementos para ser conservadores y católicos, a la vez que

fanáticos y signados por el sectarismo. Que lo digan los permanentes conflictos decimonónicos

entre Marinilla y Rionegro. La muerte del Presidente Pascual Bravo, en la Batalla de Cascajo y el

sacrificio de la vida de Rafael María Giraldo Zuluaga, en la batalla de “Santa Bárbara”, cerca de

Cartago, en 1862, por defender sus ideales conservadores.

La posición geográfica de El Carmen lo sometió a la influencia tanto de Marinilla como de

Rionegro, con éste manejaba la mayoría de las relaciones comerciales y con aquella su vida

eclesiástica hasta 1807 y la jurídica y administrativa hasta 1814, cuando se adquiere vida propia.

El Carmen presenció, padeció, creció y se fortaleció en los reiterados enfrentamientos y

agresiones entre estos dos representantes de ideologías políticas antagónicas, liberales y

conservadores y, de actividades económicas diferentes, los unos mineros y comerciantes y los

otros preponderantemente agricultores; a la vez, El Carmen se convirtió en el espacio de

encuentro, de comunicación y de relación entre los mismos. Condiciones como estas le exigieron

al carmelitano aprender la tolerancia, la apertura mental, la distancia neutral, hacia unos y otros,

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como elementos necesarios para sobrevivir en un ambiente de conflicto. De esta manera, los

Carmelitanos del siglo XVIII y anteriores no se parecen a los que se forjaron en las condiciones

bélicas del siglo XIX.

Aun así, la sociedad carmelitana había construido en su interior círculos y espacios organizados

de poder; unos la mayoría de campesinos rasos y otros, también campesinos pero que

aprendieron a ser funcionarios pobres, a vivir de los empleos y luego desde allí a controlar la vida

de la localidad.

Para la segunda mitad del siglo XIX llegan a El Carmen procedentes del valle de Aburrá, de los

municipios de Caldas, Envigado e Itagüí Eliseo Pareja Ospina, Fidel Múnera Mejía y Froilano

Betancur Uribe y con ellos un estilo diferente de vida con su respectivo espíritu pragmático y

emprendedor, una actitud distinta en la forma de asumir la religión, la política, la economía y la

educación, a más de traer la cerámica, que se convertiría en el eje de la vida del pueblo, por

espacio de un siglo.

Una mentalidad, forma de ser y de encarar la vida que rompió abruptamente el esquema

campesino de vida autárquica, lenta y rutinaria de la gente del común y de la todopoderosa de los

campesinos funcionarios que medraban del Estado ejerciendo la dirección y el control de la vida

local. Este acontecimiento inaugura en la vida de El Carmen profundas confrontaciones

ideológicas y de poder, que se convirtieron por espacio de seis o siete décadas, en el crisol en el

que se fundieron otros de los elementos que constituyen la idiosincrasia carmelitana de la

segunda mitad del siglo XX.

Sólo en este marco y desde esta perspectiva se pueden leer y entender significativamente hechos

de la vida local como la pugna ideológica, política y religiosa por el cambio de las dos imágenes de

Nuestra Señora del Carmen, “La Quiteña” y “La Nueva” ; la pugna estéril, perniciosa y dañina que

caracterizó el desempeño del Concejo Municipal en las primeras décadas del siglo XX ; la

existencia paralela de dos Concejos y dos personeros en 1939 ; la remoción de alcaldes por la

presión de intereses de alguno de los sectores en conflicto y las medidas arbitrarias que se

tomaban en contra de quienes, estando en la oposición no detentaban el poder ; el surgimiento

del Instituto Caldas y la Escuela nacional de Cerámica, así como la atención especial que recibió el

Doctor Jorge Eliécer Gaitán al ser invitado al Municipio ; la migración de familias enteras por no

soportar el tener que tomar partido por alguno de los dos sectores, entre otros muchos hechos

que fueron el común denominador de la vida de la localidad y, en especial el de haber sometido a

El Carmen a un período largo y oscuro de atraso, en cuanto a obras publicas de progreso se

refiere.

La actividad manufacturera de la cerámica le marca, desde finales del siglo XIX, un rumbo firme y

definitivo a los carmelitanos, así haya tenido que desafiar y superar toda la oposición que

encontró en la cultura tradicional, de quienes pretendían continuar viviendo de la agricultura,

pero, sobre todo, de los cargos públicos.

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Ella dinamizó la apertura de vías, el establecimiento de servicios públicos, el ordenamiento, la

planeación y definición de la población, la construcción de espacios y obras para el ornato y

disfrute de la vida comunitaria.

Introdujo la modalidad del trabajo por oficios para la producción en serie, el esquema de las

relaciones entre el capital y el trabajo, personificadas entre el patrón y el obrero. Admitió desde

sus albores la participación del trabajo de la mujer y de los niños, aunque sobre ellos cayó la

inequidad y la discriminación en el reconocimiento salarial.

Abrió un espacio de trabajo que permeaba hasta los rincones de las casas, cuando en ellas se

producían elementos como pernos y orejas para los talleres de la cerámica; en el laboreo de la

cerámica participaron desde quienes acarreaban la leña para los hornos y las materias primas,

hasta quienes recorrían la geografía nacional en la tarea del mercadeo.

La Cerámica proporcionó para sus habitantes un mercado interno del que todos se proveían de lo

necesario dando fuerza y vida a la actividad comercial. De esta manera liberó a la mayoría de

carmelitanos de las recurrentes migraciones a las zonas cafeteras y de los desplazamientos de

familias enteras en busca de sobrevivencia en otros lares, así como del abandono en que

quedaban las mujeres y los niños tras las ausencias prolongadas de los hombres.

La fabricación de la loza, brindó a El Carmen la posibilidad de sobrevivir y solventarse con

dignidad, dentro de la austeridad y la pobreza, pero ajeno y la mayor de las veces olvidado por

quienes en él no encontraron espacio para ponerlo de rodillas a depender de las intrigas

económicas del centralismo regional o nacional. La vida de este pueblo no ha dependido de

ningún cacique o varón que se le parezca. Loor y gratitud al tesón de esos empresarios ceramistas

hechos a pulso.

En diversos momentos y en todos los tiempos de nuestra historia, El Carmen ha contado con el

concurso de hombres íntegros, pensadores independientes, con capacidad de liderazgo, muy

cívicos y con profundo sentido de pertenencia, identidad y amor por su terruño; para quienes

aquello de: “Tú me ayudas, yo te ayudo”. “Yo te doy, tú me das”. “El poder es para poder y servirle

a “los amigos”, o “eso es lo bueno de estar en la rosca”, a más de que ”ellos me deben muchos

favores” y de entrada, “¿Cómo voy ahí?”; nada de enunciados que se parezcan fueron utilizados,

por ellos como peldaños para construir el pedestal de su propios intereses. Para ellos la política

era servir y no simplemente servirse de ella, como es la costumbre de su ejercicio en nuestros

días.

En las décadas intermedias del siglo XX hombres como Ramón Antonio Giraldo Arango y su

hermano Juaquín, Juan Bautista Vargas Zuluaga, Pablo Emilio García, Víctor Julio Betancur

Betancur y su hermano Manuel, Sixto Arango Gallo y su hermano Jesús Antonio, los hermanos

Aníbal, Alpidio y Carlos Jiménez Gómez, Lino Acevedo Gómez, Enrique Múnera Giraldo, Eliseo Ossa

Betancur, Presbítero Miguel Betancur Betancur, Fray Julio Tobón Betancur, Alberto Acosta Tobón

y su hermano Augusto, Lázaro Gómez Gómez, y otros carmelitanos más que con su concurso

abnegado y silencioso supieron enrutar y mantener un rumbo claro a nuestro municipio.

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Gracias a algunos de ellos, el seis del mayo del presente año se cumplieron cincuenta años de

haberse establecido el mercado mayorista de nuestros productos en la localidad.

El carmeño de las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI tuvo que afrontar la caída en

picada de su producción agrícola, la pauperización del campo, el abandono de éste por los

crecientes costos para su laboreo debido al nivel de saturación de agroquímicos en la tierra y la

resistencia adquirida por las plagas, por la ausencia de políticas estatales que protegieran y

estimularan la inversión en el campo de los pequeños y medianos agricultores y por la

generalizada inseguridad reinante en los capos; nuestros campesinos fueron el trompo pagador

entre quienes han visto y asumido las armas como la solución de los conflictos generados por las

ansias del poder político y económico y por aquellos que son el resultado de la enorme e injusta

desigualdad social.

Esta crisis fue solventada con el cambio de los cultivos de maíz, papa, frijol cargamanto y otros

productos por los potreros del ganado de leche y, de esta manera logar sobrevivir contribuyendo a

quienes han convertido la leche y sus derivados en una gran empresa.

Otra crisis sobrevino a la anterior, la casi total desaparición de la cerámica por el cierre de las

empresas y talleres, a consecuencia de la indiscriminada implementación del neoliberalismo

económico en los procesos de globalización, con la apertura del mercado nacional a productos

extranjeros, al abandono estatal de los pequeños y medianos empresarios, a la deficiente

innovación tecnológica, a los errores de visión en la gestión empresarial y a la creciente

proletarización en las relaciones de producción. A pesar de esas condiciones adversas, hoy la

cerámica en El Carmen resurge con muy diversos matices y conserva en el ámbito nacional e

internacional el nombre emblemático de la “loza de El Carmen” convertida en arte por la

decoración a mano bajo esmalte.

Los carmelitanos encontraron, en parte, la salida a esta crisis en el creciente auge empresarial del

Oriente Antioqueño y de manera especial en el establecimiento de la floricultura en nuestra

región. Frente a la cual albergamos la esperanza del cumplimiento ético de la responsabilidad

social con nuestras gentes y con el uso responsable de nuestros recursos naturales.

El carmelitano del siglo XXI, cargado de tantos aprendizajes vividos en la proximidad de los años

que apenas están pasando y, de tantos otros construidos por nuestros mayores en más de

doscientos años, está abocado a resolver retos completamente diferentes a los vividos en los

siglos anteriores. Sólo basta con hacer uso de esa inmensa riqueza inmaterial de: SER

CARMELITANO, para quien la única forma de vivir y progresar en paz tiene que fundarse en la

tolerancia, la comprensión y el trabajo mancomunado, a quien queda claro que el sectarismo y el

fanatismo de cualquier índole sólo causan atraso, postración de todo tipo, intranquilidad y un gran

desagrado por la vida en común.

La vida autárquica, hortelana y solariega que le habían brindado las actividades económicas

imperantes en la localidad, fue rota por las crisis que padecimos a finales del siglo pasado y por las

que aún padecemos en el inicio de éste; especialmente en lo que tiene que ver con el deterioro

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moral de nuestras instituciones políticas, sociales y económicas, permeadas éstas por los

principios deshumanizados de la economía del mercado, en la que todo, aún lo más íntimo y

apreciado esta tazado con el signo pesos. Hoy las fuerzas del poder económico, político y de las

armas se han impuesto como los determinantes de las normas, de las decisiones y acciones en la

mayoría de los ámbitos de nuestro diario acontecer público y muchas veces también en el privado.

El mundo de costumbres rurales de tradición y ancestro está enfrentado a los estilos de vida

citadinos por la expansión de la metrópoli que logra conurbar los pueblos cercanos con la

implementación de parcelaciones y fincas de recreo, forzando el desalojo de los nativos y

haciendo cada vez más lejana y difícil la frontera agrícola.

El Carmelitano de hoy ha sido lanzado a un mundo en el que para sobrevivir con dignidad ha de

mantener lacrado en lo más íntimo de su ser el bagaje ancestral cierto de que ser Carmelitano es

ser amable, hospitalario, de mente abierta y dispuesto al cambio; independiente, autónomo y

poco propenso a rendir pleitesía y a construirle altares a nombres de caciques o a determinados

apellidos de familia; tiene que entender que las mejores herramientas con que puede contar para

asumir la responsabilidad exigente de competir con eficiencia por los espacios que brinda el

mundo laboral moderno, son el conocimiento de Si mismo, de su territorio, sus potencialidades y

posibilidades y, un manejo y apropiación eficientes del saber y de la tecnología.

La tarea y responsabilidad que nos incumbe hoy es que sin abandonar nuestra esencia

carmelitana, construyamos cada día el pueblo que queremos y soñamos y que en él resolvamos

con solvencia los nuevos retos para las generaciones venideras.

Agradezcamos al SER que es la razón de nuestro existir, el regalo que nos ha dado del tiempo y del

espacio territorial de nuestro municipio y muy especialmente el regalo de Ser Carmelitanos y de la

posibilidad de compartir con otras personas este rincón primoroso como lo es El Carmen de

Viboral, que “recostado entre alegres colonias e inundado por rayos del sol, es la perla azulina que

el Oriente embrujado guardó”.

Fuentes ARANGO GALLO, Jesús. 150 años de vida parroquial; Revista El Carmen número 2, noviembre de 1966. BETANCURA ARISTIZABAL, Jesús Antonio. Nuestros Mayores; Medellín, Tipografía San Antonio, 1920. BETANCUR RAMÍREZ, Francisco Arnoldo. El Carmen de Viboral, 1850 – 1950. Una Historia local. El Carmen de Viboral, Servi-impresos, 2001 CERVECERIA UNION. Monografías de Antioquia; sin más datos. GIRALDO ARANGO, Ramón A. Tiempos Viejos; Revista El Carmen número 3 de junio de 1973.

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Monografía del Municipio de El Carmen de Viboral; mecanografiada, 1954.

Tiempos Viejos. Revista El Carmen N° 3, Junio de 1973. Editado por graficosmos de Medellín.

GIRALDO, Juan B. Román Gómez-Centenario-; Medellín, Ediciones Pluma de Oro, 1979. GOMEZ, Román. Municipalismo y Concordia Nacional; compilado por Luis Duque Gómez, Bogotá, Imprenta Nacional, 1985. INTEGRANTES CENTRO DE HISTORIA. El Carmen de Viboral, su territorio, sus pobladores y sus relaciones. Educación básica primaria. Bogotá, Digipress, 2002

El Carmen de Viboral, su territorio, sus pobladores y sus relaciones. Educación básica secundaria. Bogotá, Digipress, 2002.

JARAMILLO URIBE, Jaime. Ensayos sobre historia social colombiana. Universidad Nacional. Bogotá, 1972 MANTILLA, Luis Carlos. Origen Franciscano de Marinilla y su desarrollo posterior 1762-1804. Bogotá, editorial Kelly, 1986. MESA, Carlos. La Iglesia en Antioquia; Medellín, 1983. Monografías de Antioquia. Medellín, 1923. MORA, Carlos Alberto y PEÑA, Margarita. Historia Socioeconómica de Colombia; Bogotá, Editorial Norma, 1985. OSORIO, Iván Darío. Historia del Sindicalismo Antioqueño; Historia de Antioquia, Bogotá, Editorial Presencia, 1988. OSSA G, J. Efrén. Factores que han obstaculizado el desarrollo de la industria cerámica. Revista El Carmen número 2, noviembre de 1966. RAMIREZ GOMEZ, Damián Pbro.; Historia del Oriente de Antioquia, Medellín, Imprenta Departamental de Antioquia, julio de 1957. RAMIREZ URREA, Ulpiano; Historia de la Diócesis de Medellín, 1868-1886; Medellín, Tipografía San Antonio, 1922. El Cantón de Marinilla; Compiló Roberto Hoyos Castaño, Bogotá, Imprenta Nacional, 1984.

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RENDON CUARTAS, Gloria Margarita. Informe sobre la división territorial para Antioquia durante el siglo XlX; Secretaría de Educación Departamental, Medellín, junio de 1990. VILLEGAS BOTERO, Luis Javier. Aspectos de la educación en Antioquia durante el gobierno de Pedro Justo Berrío 1864-1873; Seduca, Medellín, Imprenta Departamental, 1991.

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http://www.eltiempo.com/colombia/medellin/hace-200-anos-crearon-trece-municipios-paisas/14817935

REVISTAS DE EL CARMEN

El Carmen: número 1 de 1961, Medellín, Tipografía Sagrada Familia. El Carmen: número 2 de 1966, Medellín, Tipografía Técnica. El Carmen: número 3 de 1973. Medellín, Graficosmos. Oriente Antioqueño. Fundador y Director Salvador Zuluaga P. Años 60 y posteriores. El Oriente Antioqueño, 1935. Órgano Oficial de la Liga Industrial. El Carmen de Viboral. Director Propietario Carlos Enrique Múnera. Años 70 y posteriores. El Carmen a través de los tiempos. Director Manuel A. Betancur B., 1935. Medellín, Editorial Atlántida.

PERIÓDICOS DE EL CARMEN El Antioqueño. Director Manuel A. Betancur B. Impreso 1941. El Carmelitano. Órgano del Instituto Caldas. Director Gustavo de J. Giraldo, 1941. El Carmen Industrial. Órgano oficial del Centro de Estudios Lino de J. Acevedo. Dirigido por Ramón Antonio Giraldo Arango y Carlos Enrique Múnera Giraldo. Años 30. En mimeógrafo. El Educador. Director Alejandro Vásquez. Impreso 1941. La Escuela. Director Samuel García Ibarbo. Impreso 1943. Ideal y Acción. Director Manuel A. Betancur B. 1935, en mimeógrafo. Índice. Editor Ramón Antonio Giraldo A., 1939, en mimeógrafo. Juventud. Director Salvador Zuluaga P., impreso 1947.