Sonora Island (o de cómo no ser comido por osos)

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AÑO 26 I NÚMERO 318 I FEBRERO 2015 ALTO NIVEL ALTO NIVEL REFORMA DEL CAMPO NEGOCIO POTENCIAL EN AUTOPARTES: 30,000 MDD CON SED DE REFORMAS CAMPO MEXICANO > Para 2030, México estaría importando el 80% de sus alimentos 7 509997 002989 00318 Precio $59MN INTERMEX MENSUAL ISSN 1665-7977 www.altonivel.com.mx

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Revista Alto Nivel, febrero 2015. Por Jonás Alpízar. Editora: Martha Lydia Anaya. Directora de Arte: Manuela Sánchez Cano. Edición de Foto: Carla Haselbarth. Algunas fotos son mías.

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NEGOCIO POTENCIAL EN AUTOPARTES: 30,000 MDD

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> Para 2030, México estaría importando el

80% de sus alimentos

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ESTILOHOY

PASE DE ABORDAR

POR LR WAH

Osos, delfines, lobos marinos y aventura en un bosque tan denso como hermoso. Sonora Island es una isla perdida, entre muchas otras, de la Columbia Británica, con la peculiaridad de albergar un resort de lujo.

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ESTILOHOY

PASE DE ABORDAR

N unca fui boy scout; nunca he sido, tampoco, muy afi-cionado a los campamentos; menos al senderismo, mon-tañismo ni cualquier otro

“ismo” que me acercara a una naturaleza desconocida y, por consiguiente, temida. Los únicos osos que había visto en mi vida eran unos grandes e imponentes ejempla-res tras un grueso vidrio protector… pero estaban disecados. Por todo ello, fui el pri-mer sorprendido cuando solicité un mapa de rutas de senderismo por el bosque y me dispuse a recorrerlo.

Sonora Resort es un complejo hotelero de lujo sumido en la nada, si consideramos “la nada” un inmenso bosque, húmedo y montañoso. Los edificios principales están situados al este del conjunto, y a espaldas de ellos se encuentra una extendida man-cha verde, repleta de árboles y especies animales propias de la región, como los solitarios osos negros.

Para los canadienses, las distancias tienen un significado diferente que para los demás. Ya lo había expuesto el escri-tor Douglas Coupland en el libro Souvenir of Canada: “Aquí, todo está muy lejos de todo; nada está cerca de nada. Parte de la identidad canadiense se define por cómo dar la impresión de que no somos así”. Pero así es. En el mapa, la distancia entre Van-couver, capital de la Columbia Británica, y Sonora Island parecía corta, pero los 50 minutos que tomó el viaje en helicóptero sirvieron de prueba de lo relativos que pue-den ser los kilómetros en estas latitudes.

SONORA ISLAND ES UN DESTINO SUBLIME PARA PASAR UNOS DÍAS DE DESCANSO Y AVENTURA.

EL MUELLE ES EL punto de partida para embarcarse en un recorrido por el hábitat natural del oso negro.

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LA FAUNA ES impresionante: águilas surcando las corrientes y osos negros en su hábitat natural.

exploraciones que dos barcos españoles realizaron en 1775. Ahora, de esas prime-ras visitas europeas solo queda el nombre.

Había dejado atrás la lluviosa Vancou-ver buscando un remanso de paz, y eso era lo que me disponía a obtener. Por eso fue que, tras tocar base en mi habitación, busqué el spa. Primera vez en un helicóp-tero y primera vez en un spa. Eso merecía una celebración especial.

Si es cierto que Sonora Resort es el úni-co lugar donde se puede dormir y comer en Sonora Island, esto no demerita lo que el complejo ofrece. Muy al contrario. El restaurante es espectacular. Durante mi estancia me convertí en un gustoso rehén de las creaciones del chef residente Terry Pichor. El producto de probar mis primeras hamburguesas de salmón fue el más ge-nuino síndrome de Estocolmo.

Durante el trayecto pude conocer lo que me esperaba: Sonora Resort, “donde la na-turaleza más pura y el lujo más perfecto se combinan”. El eslogan sonaba alentador. Las actividades incluían pesca de salmón, tiro con arco, avistamiento de delfines y leones marinos, visitas al hábitat de los osos negros y un recorrido por el espeso bosque de la isla. Miré por la ventana y contemplé las islas que conforman la costa de la provincia. Desde lo alto, la geografía parecía no presentar un gran reto para un explorador amateur con poca condición fí-sica. Este optimista pensamiento llenó de sosiego lo que restó del viaje.

ISLAS CON NOMBRESFAMILIARESSi siguiéramos en un mapa la costa de Co-lumbia Británica, desde Vancouver hacia el norte, a través del Estrecho de Georgia, encontraríamos muchísimas islas; algunas con nombres de origen español: Hernando, Marina, Cortés y Sonora. Esto se debe a las

EL RESORT SONORA RESORT ESTÁ situado en Sonora Island, una de las islas que componen un archipiélago ubicado entre el territorio continental de la Columbia Británica y la isla de Van-couver. Abre sus puertas de mayo a mediados de octubre.Sonora Resort Relais & ChateauxTel. [email protected]

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Isla Cortés

Sonora Island

Estrecho de Georgia

Océano Pacífico

ESTADOS UNIDOS

CANADÁ ColumbiaBritánica

Vancouver

AeropuertoInternacionalde Vancouver

Isla de Vancouver

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Parque Provincial Garibaldi

Bryant Park

Reserva Nacional Paci�c Rim

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PASE DE ABORDAR

REUNIÓN CON OSOS Y DELFINESEl siguiente día inició temprano. El reco-rrido para ver osos partía del muelle a las 8:00 am. En ese momento, al enfrentar la fría mezcla de viento y neblina, me di cuenta que había preparado mal la ropa del viaje. Si los osos habían despertado con antojo de comida mexicana, tendrían pro-blemas en traspasar tantas capas de tela.

Tras un viaje de 40 minutos, el barco se detuvo en otra parte de la isla. Ahí to-mamos el camión que nos acercaría lo más posible a las zonas donde se pueden ver osos. Pude ver más de 20 osos y oseznos comiendo, jugando y corriendo. Mi integri-dad física nunca estuvo comprometida. Lo más cerca que permanecí de la acción fue a no menos de 10 metros. Siempre estu-vimos resguardados en una torre y, por si algo sucedía, los guías estaban armados.

Poco después de comer en el Tyee Di-ning Room, en una suerte de pit stop en el resort, abordé otra embarcación que nos llevaría a otro lado de la isla donde, según dijo el conductor, habían visto centenares de delfi nes apenas horas antes. Por más que la teoría diga que estos espigados ce-táceos son amigables, no deja de sorpren-der lo cerca que nadan de los barcos.

El resto del día, que ya se había conver-tido en noche, lo dediqué a dos actividades, por demás entretenidas: jugar futbolito de mesa y descifrar cómo elevar la temperatura de mi habitación moviendo sin sentido los botones del regulador.

Para arribar a Sonora Island debe tomarse un helicóptero desde la ciudad de Vancouver. El viaje dura 50 minutos y es cómodo y seguro. También hay charters privados.

CÓMO SE LLEGA AL DESTINO

LAS ACTIVIDADES INCLUYEN SPA, TOURS EN BARCO O EN HELICÓPTERO Y SENDERISMO.

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¿TALÁN, TOLÓN O TULÚN?Para el tercer y último día, el menú de acti-vidades era aún más amplio. Mis finalistas se habían reducido a pescar salmón, para lo cual debía subirme a otro barco, o reco-rrer los senderos boscosos de la isla. Para mi sorpresa, opté por la segunda.

Tras un breve vistazo al mapa (dema-siado breve, luego supe), decidí tomar uno de los recorridos más largos: el Top Loop Trail, que me conduciría, después de cami-nar 5.6 kilómetros, a una torre donde po-dría tener una vista panorámica de la isla.

Todo comenzó bien. Celebraba cada ra-cimo de hongos silvestres que encontraba a mi paso. Si alguna de las enormes ba-bosas que abundan se asustaba –debido a mis intrusos pies–, yo le ofrecía discul-pas. Los árboles eran hermosos; el cielo, limpísimo. Entre más empinada se hacía la cuesta, más sentía yo estar llegando al nirvana. A golpe de subidas, resbalones y una creciente sensación de estar perdido, la caminata se fue cubriendo de incerti-dumbre. Todo estaba bajo control hasta que, extrañado por no llegar a la torre, dediqué al mapa el tiempo que debí ha-berle prodigado dos horas antes. La vista prometida parecía estar cerca, pero leí algo que detuvo mi corazón en seco: “No olvide solicitar una campana para osos; así podrá avisarles de su presencia, ahuyentándolos”.

¿Los osos negros eran visitantes fre-cuentes de estos parajes? Al parecer, sí. ¿Tenía yo una campana para osos? Claro que no. De un segundo a otro, el entorno se volvió hostil. En mi mente, los ruidos

más insignificantes se convirtieron en pi-sadas aceleradas de osos hambrientos que no podrían ser ahuyentados. Hasta las in-ofensivas babosas se tornaron peligrosas. ¿Por qué no había leído las advertencias? ¿Qué camino era el más corto hacia el re-sort? ¿Cómo se supone que debe sonar una campana para osos?

De antemano sabemos que logré llegar sano y salvo. De no haber sido así, este artículo no hablaría de osos, de delfines, de Sonora Island, ni de Canadá. Pero llegué y, tras unas horas de estupefacción, pude ver con humor lo acontecido. Todo volvió a ser maravilloso. Sentado a la mesa del Tyee Dining Room, celebré, con hamburguesa de salmón en mano, ser yo quien degustó la fauna local, y no al revés.

EL COMPLEJO ES IDEAL para aquellos que

quieren estar cerca de la naturaleza sin sacrificar

lujo y comodidad.

SONORA ISLAND ofrece incomparables paisajes

que parecen extraídos de la obra del canadiense

Kenneth M. Kirsch.

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