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Año xei Barcelona 29 de Febrero de 1936 Núm. 4 EL ÍRESTAÜRHO0R ss FH R M A e E ü T i e e •• •• Afiliada a la Asociación Española de la Prensa Técnica y Profesional Redacción y Administración! Enrique Granados, 90 y 92, ent!., 2.2 SUMARIO: Estudio de los viejos medicamentos del siglo XVII.— Discursos de D. Aurelio Gámir y D. Enrique Gay Mén- dez—Revista de Revistas.—Discursos del Dr. D. Rafael Folch y Andreu.—Sección oficial. -Noticias. REDACTORES A. Borrell, C. Castells, A. Colomer, R. Cusí, R. Gavaidá, J. Isamat, J. Pascual S Punsoda, F. Raurich, R. Rogerío-Sánchez Martínez, C. Torres González, N. Vergés COLABORADORES F, J. Blanco Juste, J. Casares, F. de Castro, R. Casamada, C. Chicote, F. Cig- noli, O. Fernández, F. Finestres, R. Folch, P. Font Quer, G. P. Forrester,]. Goi- zueta, J. B. Gomís, F. Hergueta, R. Herrero de la Orden, L. López Pérez, J. Mar- tínez Salas, N. Miret, L . Narbona, S. Pagés Maruny, F. j . Palomas, L. Pérez de Albeniz, J. M. Rerais de Prado, J. Rogerio Sánchez, E. Soler, S. Tayá, L. Torres Canal, O. Utande, T. Zúñiga Cerrudo. Boletín Histórico de las Artes Médicas Estudio de los viejos medicamentos del siglo XVil pe se con- servan en la botica del Hospital de San Mateo, de Sigüenza por el Dr. F. J. BLANCO JUSTE De E l Siglo Médico (CONTINUACIÓN) De estos ojos de cangrejo, la cantidad es muy grande, guardados en un bote de Talayera y tapado con pergamino; desde luego debió ser medica- mento de gran uso popular; todos los viejos formularios nos hablan de los Q/os de Cangrejo.

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A ñ o x e i Barcelona 29 de Febrero de 1936 N ú m . 4

E L Í R E S T A Ü R H O 0 R ss F H R M A e E ü T i e e • • • •

Afiliada a la Asociación Española de la Prensa Técnica y Profesional R e d a c c i ó n y A d m i n i s t r a c i ó n ! Enrique Granados, 90 y 92, ent!., 2.2

S U M A R I O :

Estudio de los viejos medicamentos del siglo XVII .— Discursos de D. Aurelio Gámir y D. Enrique Gay Mén­dez—Revista de Revistas.—Discursos del Dr. D. Rafael

Folch y Andreu.—Sección oficial. -Noticias.

R E D A C T O R E S A. Borrell, C . Castells, A. Colomer, R. Cusí, R. Gavaidá, J . Isamat, J . Pascual S Punsoda, F . Raurich, R. Rogerío-Sánchez Martínez, C. Torres González, N. Vergés

C O L A B O R A D O R E S F , J . Blanco Juste, J. Casares, F. de Castro, R. Casamada, C. Chicote, F . Cig-noli, O. Fernández, F. Finestres, R. Folch, P. Font Quer, G. P. Forrester,]. Goi-zueta, J . B. Gomís, F . Hergueta, R. Herrero de la Orden, L . López Pérez, J . Mar­tínez Salas, N. Miret, L . Narbona, S. Pagés Maruny, F . j . Palomas, L . Pérez de Albeniz, J . M. Rerais de Prado, J . Rogerio Sánchez, E . Soler, S. Tayá, L . Torres

Canal, O. Utande, T. Zúñiga Cerrudo.

Boletín Histórico de las Artes Médicas

Estudio de los viejos medicamentos del siglo XVil p e se con­servan en la botica del Hospital de San Mateo, de Sigüenza

por el Dr. F . J . BLANCO J U S T E

De E l Siglo Médico

(CONTINUACIÓN)

De estos ojos de cangrejo, la cantidad es muy grande, guardados en un bote de Talayera y tapado con pergamino; desde luego debió ser medica­mento de gran uso popular; todos los viejos formularios nos hablan de los Q/os de Cangrejo.

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«Madre perlas».—Existen varios ejemplares; antes se citaban reglas pa­ra su elección; son las valvas de la «Melleagrina Margarífera»; unas rotas y otras enteras; los convertían en «poloo sut i l* en el mortero de hierro, y luego se tamizaban. Su uso era como absprvente de los ácidos vulnearios y para mover, la orina. .

Existe un frasco con «polvo de perlas», con acción terapéutica igual a la de la < Madreperla>; se usaban las perlas rotas y defectuosas, las que no ser­vían en la modesta pedería llamada «Aljófar» de Oriente y forma defectuosa.

«Esperma de ballena».—<Man- Sammak» de los árabes; grasa de la ca­beza del cachalote. «Physeter macrocéphalus», mamífero cetáceo productor del ámbar gris; se llama también «cetina>. Béquica y dulcificante; dosis: dos dracmas; se pulverizaba, añadiéndola unas gotas de alcohol; fué el vehículo graso en las pomadas del siglo xvn. Se la cita en los formularios de 1600; la que vimos está amarilla y con fuerte olor a rancio.

«Dientes de jabalí». -Son los colmillos del jabalí, enteros y reducidos a polvo .sutil. Medicación rarísima, creemos son los únicos ejemplares co­nocidos; decían que el fosfato cáicico que contenía era un poderoso anti-rraquítico, y se administraba a los niños. También se usaba calcinado; do­sis: un dracma. De esta gama de medicamentos estaba el «polvo de cráneo humano> y el «excremento de perro alimentado con huesos»; de éstos no tiene ejemplares la botica de Sigüenza; el polvo es muy denso, muy blanco; los mozos de botica teníafn más miedo a pulverizar el diente de jabalí que a extinguir él mercurio en la grasa de cerdo, formando ía pomada mercurial doble. Es el «Phosfas Calcicus» del arte.de recetar del siglo xvn; el «Seii fild> de los médicos árabes, que lo usaron en su farmacología como anti-diarreico. Al excremento de perro alimentado con huesos le llaman los vie­jos libros «Album graecum».

«Cuerno de Ciervo».—Muy popular en el siglo xvn; es un fosfato cál-cico; había «cuerno de ciervo calcinado» y «cuerno de ciervo preparado f i ­losóficamente», según fuera calcinado directamente o privado por el agua de su materia orgánica. Usado por los árabes; le llaman «Karn él'aria); de] Ceruvs elephagus».

«Agua de cuerno de ciervo».-Líquido del destilado seco de este cuerno «Antihistérico».-Análoga indicación es la «pesuña de la gran bestia» y

el cuerno del hipopótamo». En los formularios del siglo xvn se observa la prodigaiidad en prescribir el cuerno de ciervo, en especial en la terapéutica de la mujer, cuyos accesos de histerismo su arreglo se confiaba al cuerno de ciervo. El que está en esta vieja botica en frasco bocal está muy conser­vado, algunas veces se hacían trociscos con goma, genuína invención árabe; disueltos en cordiales y elixires de difícil deglución; medicación nauseosa.

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«CoraI>. — Yo adorno y mar; hay dos, rojo y blanco; son productos animales submarinos de los poliperos de pólipos (zoófitos). Se usa sólo el coral rojo y en polvo sutil, como dentífrico.

«Casíoreo>.-Secreción particular de castóreo (macho y hembra), «Cas­tor fiber, Asch-but-chegan» de los árabes: es el «canis ponticus» de los ro­manos y de Dioscórides. «Alforjitas» los llamaban antes al castóreo; sabor acre y amargo, olor penetrante.

Es medicamento considerado como preciosísimo en el siglo xvii; lo asociaban a la valeriana, alcanfor y opio, en los estados neurósicos, en la hipocondría, histerismo. Decían eran también emenagogo. Fué en este siglo el gran remedio: polvo, tintura, hidrolado, jarabe, aceite, pildoras, enemas, en la triaca.

El ejemplar de esta vieja botica está bien conservado, y eso que tendrá acaso doscientos cincuenta años.

«Cantáridas».—«Zarorik Deban hendi», así llamado por los médicos árabes: «Cantharix vesicatoria», insecto coleóptero; dicen los árabes que huele a ratones cuando vienen los emjambres a los fresnos; los mataban al vapor de vinagre, y luego los ponían en frasco de cristal bien tapado, y den­tro, un trozo de alcanfor.

Dioscórides estudia la cantárida, y Plinio dice lo siguiente (libro XXIX): Las c a n t á r i d a s nacen sobre ¿os rosales, «pero fecundissimae in fraxino». «Archigenes, Actuis» y después «Areteo», son los primeros que emplearon los cantáridas. Plinio lo preconiza contra la lepra, usándola al interior.

Veneno, vexicante, antiguamente tenía excepcional importancia contra la rabia, lepra, flores blancas, gonorrea, incontinencia de orina, las «moscas de Milán», ungüentos tafetanes, papeles, emplastos, aceite, etc., etc., el ca­ballo, de tanta importancia en el siglo xvn; tiene en la cantárida el «fuego» que precisa sus enfermedades; en el hombre, la cantárida en la pulmonía^ haciendo en los ríñones y vejiga gran daño; es el medicamento típico como vexicante en el siglo xvn, y en toda botica se ven los frascos de cantáridas enteros o rotos, así como las «corralejas»; el «meloe«, también epispásíico-

Al interior lo prescribían en 1700 a 2/5 de grano; en fusión, al 2 por 1.000; tintura etérea, una gota a cinco gotas.

Hoy sólo se usa la «cantaridina», y, realmente, tener el coleóptero a nada conduce; es, pues, muy siglo xvn ese bote lleno de aquellos coleóp­teros que llevaban allí dos y medio siglos; su misión se reduce a la Historia de la Medicina, a hacer el recuerdo de aquellos viejos fármacos.

«Belen¡tes».-«Piedra íince», como la llamaban los antiguos, pues creían se congelaba en la vejiga de este animal. En un cajón existe una enorme cantidad, acaso 20 kilos de varios fármacos y diversas formas. Este «fósil»,

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realmente está colosalmente repuesto en la vieja botica del Hospital de San Mateo, de la ciudad de Sigüenza. Al estar en tal abundancia, suponemos que sería muy usado y pedido. Antiguamente se tomaba para «quebrar> — esta era la frase — las piedras de la vejiga de la orina y, además, arrojarlas por la uretra; también decían era absorbente y propia para endulzar la acri­tud de los humores,

«Diez» productos animales tiene la botica de Sigüenza; el número es exiguo, pero acaso lo único que se prescribía en el siglo xvn del reino ani­mal; hemos revisado el Dioscórides, anotado por Andrés Laguna; realmen­te, lo del reino animal es en escaso número; la gran cantidad, la pesada carga á r a b e , según Osier, es lo vegetal, lo típico de la terapéutica siglo xvn: <setenta y cinco» plantas tiene esta botica, lo cual corrobora nuestro aserto, es decir que en el siglo xvn la planta o parte de planta era lo más importante de la terapéutica: de esta razón se deriva los botánicos que sur­gieron en la profesión farmacéutica y la importancia que tuvo esta disciplina de las Ciencias Naturales en las medicinas empleadas en este siglo.

Estos viejos medicamentos, testigos mudos de otro tiempo, de otras generaciones, de otros modos de curar, tienen el gran valor de poder re­construir un pasado médico, de poder enjuiciar, de poder medir el avance del progreso, de comparar y, en una palabra, de hacer la Historia de la Me­dicina con un protocolo que es el mismo medicamento, repito, testigo mu­do..., pero que da fe.

«Minerales».—«Asfalto». Mentira parecerá a la generación actual que el asfalto, que pisa como pavimento, fuera antes un acreditado medicamento. «Cafre el jaud, lamar> de los árabe: el «karabé de Sodoma, betún de Judea, bálsamo de momia» procede del lago Asfaltites o Mar Muer­to; en Egipto lo emplearon para hacer sus célebres momias. El de esta bo­tica es un gran trozo contenido en un bote de Talavera, tiene señales de ha­ber sido raspado; lo usaban en la tisis pulmonar echando cinco ó seis gotas en una cuchara que tenía miel o azúcar; estas gotas procedían de la desti­lación del asfalto, sal, mercurio y avena.

En el siglo xvn, por los años 1650, la tuberculosis hacía estragos en la juventud; el «aceite de asfalto, como llamaban a este líquido de destilación; llenaba la indicación antituberculosa.

«Bol».—«Heyr urmenic Tin arndl» de los árabes, «arcilla verácea, boi oriental, bol rojo», masas compactas de color rojo. Cuando se ha desleído en agua, y después se ha secado, se llama «bol arménico preparado». As. tringente, hemostático, secante y fortificante; contiene óxido de hierro. De­rivado del bol era la «tierra sellada» y la «tierra cimolina».

r En un viejo recetario de 1760 hemos visto muchas fórmulas en que se

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pide el bol y, una vez, asociado a la copaiba. El ejemplar de la botica de San Mateo es abundante, y en perfecto estado en bote de Talavera, tapado con pergamino; arrojando a un trozo un poco de agua despide un olor carac­terístico a tierra mojada; a la lengua y epitelios se adhiere con gran fuerza.

«Cinabrio».—Sulfuro de mercurio, «zángale» de los árabes, medica­mento antiquísimo. Ya los romanos, triunfadores, se pintaban con él todo el cuerpo, y lo llamaban «minium»; los egipcios lo empleaban en las pinturas de sus primitivas tumbas; para el venéreo y ciertas enfermedades de la pie!, excitante y antiespasmódico. España tiene en Almadén los mejores criade­ros de cinabrio. Es medicamento típico de los siglos xvi y xvi i , las «bubas», que hubo épocas qiie diezmaban los regimientos, terrible azote de estos si­glos, el cinabrio era el arma empleada contra las «bubas; claro es que se usaba de diferente modos: polvo, aceite, pomada; se sacaba el mercurio, emplastos, ungüentos, etc., etc., todo a base del cinabrio; hoy el cinabrio sólo se emplea como mineral para extraer el mercurio; en terapéutica no tiene uso alguno.

«Esmeraldas».—Piedra preciosa que llena un bote c'e cristal; hay dos clases: oriental, que es más dura, hermosa y estimada, y occidental, verde, muy clara, procede del Perú, donde se la trae en abundancia. Decían que resistía al veneno, que curaba la epilesia y que abreviaba los partos. Pala­cios, en su «Pallestra Farmacéutica», dice: Que ellas son absorbentes y dulzorantes de los á c i d o s que contienen nuestros l íquidos, y asi, se detienen las c á m a r a s , las hemorragias y dulzoran los ác idos del e s tómago . Hacían de ellos polvos sutilísimos; dosis: medio escrúpulo a medio dracma.

Las que existen en la botica de Sigüenza son muy bellas y de gran ta­maño, verde muy claro; deben ser occidentales, procedentes del Perú.

«Greda».—La usaban como antiácida y absorbente de ácidos preter­naturales: dada su vulgaridad no la describimos.

«Piedra judaica».—«Piedra siríaca. Tecolito». Discórides la describe como una bellota blanca con estrías; para la retención de orina, para des­menuzar las piedras de la vejiga. Laguna habla mucho de la piedra judaica de las boticas. Galeno dice que tiene la virtud de deshacer las piedras de los ríñones; dice, además, que se trae de Judea; desde luego, es un car­bonato de cal.

Los ejemplares de la botica de Sigüenza son magníficos, y a mj ima­ginación viene que sería una verdadera pena que estos, acaso, únicos ejem­plares magníficos de medicamentos del siglo xvn, por cual inciso, se per­dieran o se inutilizasen: son joyas de la Historia de la Medicina.

«Succino».—«Kelnulbebr kahraban» de los médicos árabes. «Ambar

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amarillo, karabé, electrón, succinum». Resina fósil de las costas del Báltico, excitante y antíespasmódica; se hacían collares para los niños; se hacía con el ámbar amarillo una fumigación especial.

«Granates». —En un frasco existen ejemplares de granates; proceden del cabo de Gata, en Almería; se pulverizaban en mortero de hierro; contra los ác idos preturnaturales en la cólica, y dulzorante y absorbente; estas piedras no tienen valor alguno; en Madrid, y en las obras del Metro, en las escalerillas, puede verse el mortero de cemento lleno de puntos rojizos: es que se hizo el mortero mezclando granates para belleza, dureza y evitar desgaste; todas las escaleras del Metro están llenas de granates, echados a espuertas sobre la masa de cemento; digo esto para hacer saber que estos granates no tienen valor.

«Semillas».—Nueve especies es la colección, en frascos de cristal, y alguna en albarelo pequeño, y también en t i n a j i l l a mediana; las semi­llas en el siglo xvn fueron poco empleadas, razón de su número muy re­ducido.

«Semilla de amapola».—«Papaver Behas Sakaif» de los médicos árabes, la menciona Dioscórides; béquica, se creyó que contenía morfina, lo que no se ha demostrado; de muy poco uso.

«Almendra».—«Louz» en árabe. «Amigdalus communis»; las hay dulces y amargas: las dulces se empleaban en el «loocs», que es forma farmacéu­tica genuina árabe; a la almendra amarga la llaman los árabes «los-morr»; se las considera tenífugas y febrífugas. El Antiguo Testamento las cita. H i ­pócrates las emplea; Dioscórides describe el modo de obtener el aceite.

«Semilla de cártamo».— Del «Carthamus tinctoria. Alazor, azafrán romí, papagallo>, para preparar emulsiones; su aceite es aníirreumático y purgante; Hipócrates los empleó como emenagogos para la supresión de los loquios; mezclado el polvo con hiél se hacen tabletas de cártamo.

«Semilla de espárrago».—Del «Asparagus officinalis*. Esmilásea. «Je-rumya halcion» de los árabes; la semilla es diurética, muy poco usada.

«Semilla de membrillo».—«Bedaua safarghel» en árabe, del «Cidonia ^vulgaris»; astrigentes, para hacer mucílago; las damas de 1600 usaban para fijar su peinado con mucílago de semilla de membrillo.

«Semilla de Peonía».—Procede de la «Peonía officinalis*; fármaco antiquísimo; se llama también a esta planta «glicida». Dioscórides nos cita dos clases de semillás: rojas y negras; con ellas se hacían collares a los niños para preservarlos de las convulsiones; inodoras, casi insípidas, son emulsivas, eméticas y purgantes.

«Semilla de uva».—Del «Vitis vinifera. «Zeched» de los árabes; la se-

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milla de uva es astringente por el tanino que contienen, y dan del 10 al 11 por 100 de un aceite alimenticio; muy poco usadas.

«Semilla de verdolaga».—Procede de la «Poríulaca olorácea»; forma parte de las «semillas frías menores». Figura en la Farmacopea Matritense, en el «Quator semina frígida Minore Cichori, (endirice, lactucae, portu-lacae):» las semillas frías mayores eran «(Cucurbitae, cucumis, melonium, cotruli)». D. Félix Palacios, en su «Paliestra», los cita. Dioscórides no se ocupa de esta semilla; Laguna, sí; dice que se produce semilla negra y me­nuda dentro de ciertas bolsitas.

Estas son las semillas que tiene la vieja botica del Hospital de San Mateo, de la ciudad de Sigüenza; escasa es la colección, lo atribuímos al poco uso de la semilla medicinal en el siglo xvn.

«Partes o productos» (en diversos botes de Tatavera, albarelo, t ina-j i l l a , aorza y envases de cristal de época).

«Agárico».—«Garicon abiad» en árabe. Hongo parásito del alerce, sin olor, sabor soso al pronto; después, amargo y nauseabundo. Purgante drástico e hidragogo; usaban antes un «vino de agárico», y también en polvo; dosis polvo, 0,75 centigramos; extracto, de 5 a 20 centigramos. Los médicos de 1600 usaban el «agárico de encina, agaricum sofá» del médico musulmán; popular en aquella época para con su polvo restañar la sangre en la picadura de la sanguijuela y en las hemorragias ligeras, se usó como «moxa» y como «yesca». Había otro «agárico», el llamado «moscado», hongo de los bosques; se cocía en leche, y las moscas morían al posarse en la leche; ésta se depositaba en vasijas planas de Talavera, y era el insecti­cida de los siglos xvii y xvm.

Hoy los agáricos, sin uso alguno, ni aun como yesca; los rememoramos sólo en el aspecto histórico.

«Cortezas de quinas».—Son perubianas, del tipo puro que describió Hipólito Ruiz; se diferencian de las actuales de hibridación (Cinchona Ledgeriana); deben de ser de 1750; se conservan bien.

«Clavo».-«Kemful koronfel» en árabe; es la flor en botón del «Car-yofilus aromaticus»; excitante y aromático; se usabe en las caries de muelas. <Clavo fundente» o, mejor, «fumantes», era un preparado sin clavo, para encender por una punta y desodorizar el cuarto del enfermo (benjuí, tolú, láudano, sándalo, polvo, carbón y goma).

«Hojas de té verde».—«Chá sciai» de los árabes. «The chinensis», usado como estomacal y fundente; antiguamente lo usaban para disminuir el amargor de la quina, bebida usual de los árabes, que lo mezclan con hierbabuena; se usó mucho en el xvn.

«Frutos de anís».—«Anisón» en árabe. «Pimpinella anisium». Preconi-

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zado por Dioscórides, popular en el siglo xvn. Carminativo, excitante; remedio contra el flato: taza de an ís , y en los niños.

«Fruto de hinojo».—«Acksoum razianuj sciamar» de la Medicina árabe-«Foeniculum vulgare». Diurético, aperitivo, carminativo; la raíz es una de las llamadas aperitivas, empleada desde tiempo inmemorial; se le tenía pre­vención por crecer en abundancia en los cementerios rurales.

«Esencia de bergamota>.—Esencia de cidra; como muy conocidas y usadas en la actualidad, prescindimos de su descripción; sólo, sí, decir usados en los siglos xvn y xvm.

«Esencia de salvia».—«Oelifacos» de la Medicina árabe. «Salvia offi­cinalis)): antiquísima. La escuela de Salerno decía: «Cur muriator homo cui salvia crescit in horto?» Las semillas la llamaban «Sclarea» para los ojos. Salvia se deriva de «salvare»; excitante, nervina, tónica. «Hierba sagrada» de los romanos, es un medicamento popular entre los años 1500 y 1700.

Los árabes la preconizaron en diversas dolencias, en especial, para los nervios.

«Pulpa de tamarindo».—«Tamarhendi umlie» en árabe. «Tamarindus indica»; pulpa del fruto, ligeramente laxante; el célebre médico Maimónides la asoció al ruibarbo. En Egipto fué muy usada. La escuela de Córdoba la preconizó. Se usó en los años 1700 y 1800 asociado al áloe, al ruibarbo, y casi siempre en forma pilular; es genuino medicamento del siglo xvn.

«Raíz de Enula».—«Ergh el ghenal, usululrasum» del médico árabe. «Cinula helenium»: su raíz es la llamada r a í z del moro; tónico, excitante y diaforético; la usaban en las jóvenes que no menstruaban y para mitigar la comezón de las herpe; medicina griega; la usaban en polvo, en infusión: vino (4 dracmas), jarabe (5 dracmas).

«Raíz de zarzaparrilla».—Usada en 1800 con fervor. . «Santonico».—«Keressani» de la medicina árabe; género «Artemisia,

semen contra, hierba lombriguera. Semen contra vermes»; vermífugo, polvo, infusión, jarabe, pasteles, grajeas, etc., en la medicinal infantil; infusión: 10 por 1.000; polvo: 2 a 4 gramos. La asociaban al ruibarbo; es el vermí­fugo de la antigüedad; hoy se emplea su alcaloide: «santonina»; pero en aquellos años se empleaba el material farmacéutico «semen contrae.

«Semilla de zaragatona».—Dado su conocimiento, sólo diremos que fué usada en el siglo xvn; la tomaban en grano en pequeñas porciones.

«Bálsamo de copaiba».—Usado en 1648 por Magrof y Pisón como antigonorréico, aunque ejerce acción purgante muy marcada; usado tam­bién en la leucorrea, catarros vesicales, para cicatrizar heridas; pildoras, opiatos, mixturas y en enemas. Procede del «Copaifera officinalis*. Lo dió a conocer un monje portugués en el Brasil en 1570.

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El P. Acuña la menciona en 1648. Los portugueses son los que la tra­jeron a Europa en cántaros de barro.

Fué el medicamento popular en la soldadesca, cuyas gonococias al bálsamo de copaiba confiaban su curación.

«Bálsamo de benjuí».—Procede del «Stirax benzoin»; es el «Liban, lovanjavy, gañí» de los árabes. Balsámico, excitante, lo empleaban en fumi­gaciones para las afecciones de los órganos respiratorios. También en una franela recibían el humo de quemarlo, y luego frotaban con fuerza para quitar dolores; las damas de antaño lo usaban como perfume.

«Catecu. Tierra japónica».—Procede de la <Mimosa catechu», intro­ducida en la terapéutica por García en 1580; el llamarla tierra del Japón fué un craso error; se creía era una tierra, cuando es materia extractiva de un árbol. Tónico y astringente de intestinos y estómago, contra la diarrea, he­morragias, menorreas y leucorreas; como dentífrico; polvo, de 1 a 20 gra­mos; se le consideró en el siglo xvn como un gran medicamento.

«Maná».—«Man, mun, teringebin» de los árabes; jugo azucarado de varias especies de «Fraxinus». Conocido desde los tiempos más remotos, acaso sea el «decano» de los medicamentos. Dioscórides le concede gran importancia; los antiguos le llamaban «miel del aire, miel del rocío». En el siglo xvn, Mathiolo discutía con Angel Palea, que fij^su origen, que era saliva o excremento de un astro; es de origen hebreo; maná, de monare, fluir. Pugante, mejor, laxante suave; no damos detalles por ser muy cono­cido y usado en la actualidad.

(CONTINUAP A)

Discursos leídos ante la Academia de Medicina de Valencia el día 15 de diciembre de 1935 por el Académico electo

D . A u r e l i o G á m i r S a n z y por el Académico numerario

D. E n r i q u e G a y M é n d e z con motivo de la recepción del primero

(GONTINUACIÓN)

Y es un hecho muy notable que los fermentos de una especie no ata­can a los glucósidos iniciales de la otra; es decir, que lá digilahidasa, fer­mento de la Digitalis lanata, no ataca a los «Purpurea-glucósidos», ni los

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«Lanata-glucósidos» son afectados por la presencia de digipurpuridasa» fermento de la Digitalis purpurea.

Por hidrólisis alcalina, los Lanata-glucósidos A, B y C pierden sus grupos acetilos, y por hidrólisis enzimática abandonan glucosa, dando lugar a sus correspondientes glucósidos, que son Digitoxina, Gitoxina y Digo-xina, respectivamente, y éstos, a su vez, por hidrólisis ácida pierden tres moléculas de digitoxosa, para dar lugar a las agluconas que le son propias.

Stoll asegura que estos digilánidos o lanata-glucósidos son igualmen­te eficaces, y Rothlin insiste en que constituyen los compuestos digitálicos más activos y completos, con las ventajas de su pureza, constancia de com­posición y facilidad de conservación. Por estas circustancias y por la sen-cillez de su cultivo en la Europa central, se ha considerado la especie lanata como la mejor de las digitales, hasta el punto de haberse solici­tado su inclusión en la próxima edición de la Farmacopea Austríaca en sustitución de la purpurea. Esto no obstante, ante la baraúnda que se ha producido alrededor de ella, yo me permito establecer entre ambas espe­cies la relación que existe entre el vino y la cerveza; éste es el líquido al­cohólico fermentado propio de las naciones que no tienen viñas, como la J). lanata es la especie que preconizan países donde la ]). purpurea no se encuentra espontánea o tiene una proporción escasa de principios activos.

EPcultivo de la digital como planta ornamental, es de los más senci­llos, y fácilmente pueden obtenerse bellos ejemplares en toda clase de te­rrenos, pero si en su composición predomina la cal, encontraremos hojas muy pobres en principios activos. La distribución natural de la Q)¡g¡talis purpurea espontánea en España, nos demuestra su preferencia por los te­rrenos silíceos y arcillosos, y así la encontramos abundante en Galicia y comarcas montañosas de la región central y occidental, y apenas se en­cuentra en los terrenos calcáreos dominantes en el Pirineo y sus estri­baciones.

He realizado experiencias de cultivo en Sarrión (Teruel) sobre terreno arcilloso enmendado con sílice y abonado con estiércol, preparando semi­lleros para trasplantar en primavera. Las hojas contenían una cantidad de principros activos muy superior a las mejores digitales espontáneas. En otro ensayo que hice en Tuéjar (Valencia) conseguí plantas bien desarro­lladas, pero fueron destruidas rápidamente por algunas especies del género .¿{W/jir (caracoles), que se mostraron vorazmente digitalófagas. El muy ilus­tre Dr. D. Agustín Trigo me refirió hace tiempo un fracaso semejante que él experimentó, ocasionado por una invasión de pulgones (Hemípteros de

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la familia Afididos), que en 24 horas destrozó una gran cantidad de plan­tas en el apogeo de su magnífico desarrollo.

En España no constituye problema alguno el cultivo de la digital por la extraordinaria abundancia en que se encuentra la planta expontánea y con una riqueza en principios activos que excede con frecuencia del 2 por 1000, porcentaje rara vez alcanzado por las plantas cultivadas. En los Es­tados Unidos, Canadá, Inglaterra, Francia, Holanda, etc., se han llevado a cabo experiencias muy curiosas y completas, estudiando todos los factores que pueden modificar la composición química del vegetal y realizando h i ­bridaciones y cruzamientos artificiales que pudieran originar una variedad tipo, por su riqueza en principios activos y constancia de composición.

Mascré y Lefrancois, bajo la dirección del doctor Perrot, estudiaron la influencia de diversos abonos, deduciendo que las sales potásicas y el ácido fosfórico producen resultados favorables, mientras que el exceso de amoníaco es perjudicial; demostraron también que el manganeso es nece­sario para el desarrollo de la planta, pero ha de emplearse solamente el sulfato, porque resulta ineficaz si se mezcla con otros abonos.

• Boshart se muestra partidario de los abonos nitrogenados, especial­mente de los de procedencia animal, y afirma que el manganeso produce ún aumento muy débil en la actividad de las hojas.

Las experiencias de W. Hecht son comparativas entre diversas espe­cies de digital, y de ellas ha deducido la superioridad de la diginalis lanata, en rendimiento y en actividad, asegurando que es la especie que debe preferirse en Austria.

La recolección debe hacerse en tiempo seco y con preferencia en las últimas horas de la tarde; Boshart, confirmando las experiencias de Dafert, asegura que las plantas productoras de glucósidos contienen mayor canti­dad de principios activos por la tarde, debido a la influencia de los rayos solares y a la asimilación, y sucede lo contrario con las plantas que pro­ducen alcaloides.

Se han recomendado diversos procedimientos para la desecación y conservación de las hojas de digital, pero ninguno de ellos puede propor­cionarnos esta droga en condiciones completamente favorables por las transformaciones que sufren sus principios activos. El único método para conservar la digital con garantías de seguridad, consiste en la estabiliza­ción, que yo practico inmediatamente después de la recolección, seleccio­nando cuidadosamente las hojas enteras, sin rasgaduras ni aplastamientos y sometiéndolas a la acción de los vapores de pineno, en el aparato de que ya he hablado anteriormente. Mis primeras eeperiencias de estabiliza­ción de digital se hicieron con alcohol, pero el líquido recuperado me daba

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siempre la reacción de los glucósidos, demostrando que una buena porción de éstos se perdía en el líquido estabilizador. Actualmente empleo el pine-no, pues aunque su punto de ebullición es más elevado, carece del incon­veniente anterior y su acción es totalmente satisfactoria.

Las hojas estabilizadas se desecan rápidamente, se pulverizan, se mez­clan los diversos lotes de polvo, para obtener un producto homogéneo, que se valora biológicamente y se normaliza para equipararlo en actividad con el "Standard" internacional aprobado por el Comité de Higiene de la Sociedad de las Naciones, según las valoraciones que practica el Dr. De Graaft, profesor de la Uniuersidad de Utrech, oficialmente encargado de estas operaciones.

B E L L A D O N A

Planta muy extendida por toda la Europa central y meridional. Asia occidental hasta Persia. Es propia de lugares sombríos, crece entre los es­combros, en las orillas de los caminos y en los bosques montañosos. Se dice que los griegos y los romanos la empleaban como analgésico, pero la primera mención exacta no se encuentra hasta Saladino, en 1450, con la denominación de Solanum furiale, nombre que todavía subsiste vulgariza­do, pues en algunas regiones de España se conoce por Solano furioso. Fuchiuss describió sus propiedades tóxicas. En época más moderna se empleaba como remedio contra el cáncer, hasta que Van Swieten descu­brió su acción midriática en 1770, pero aún pasaron 60 años hasta que Mein consiguió aislar la atropina, que es el más importante de sus princi­pios activos.

Pertenece a la familia Solanáceas, de la que se conocen unas 1.300 especies propias de las zonas templadas y cálidas, entre las cuales se en­cuentran algunas fuertemente venenosas y de acción narcótica como la belladona, mandrágora, beleño y tabaco, mientras hay otras especies de utilización alimenticia, como el tomate, pimiento, etc.; y aún dentro del género So/anum encontramos plantas tan distintas y de efectos tan contra­rios como el solano negro y dulcamara, la patata y la berengena.

La denominación genérica procede del griego jVtropos, nombre de una de las tres Parcas, la que, según la Mitología, se encargaba de cortar el hilo de la existencia de los hombres. Su nombre vulgar parece que viene del ita­liano y se atribuye a que el humo de sus frutos se utilizaba en la Edad Me­dia para la preparación de cosméticos que empleaban las mujeres de Vene­cia. El Dr. Carlos Pau sostiene la etimología latina, por metaplasmo de ¡$m Hum o de ¿íe/Awa, haciendo observar la coincidencia de que los nombres

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antiguos de muchas plantas venenosas, llevan esa misma radical bal o bel, no importando la vocal por ser efecto de pronunciación. Así lo demuestran las numerosas especies conocidas con los nombres vulgares de beleño, be­lladona, baladre, etc., muchas de ellas empleadas por los pueblos primitivos para envenenar sus flechas y que, por este motivo, se llaman aún «hierbas de ballesteros». En inglés se llama «sombra de la noche», nombre que pa­rece indicar su tendencia a ocultarse de los rayos directos del sol, guare­ciéndose en la sombra de las paredes o de otras plantas de porte más elevado.

JIfropa belladona, L.—Planta herbácea, vivaz, de olor vigoroso. Raíz gruesa, carnosa, con ramificaciones y corteza rugosa con cicatrices, de color gris al exterior y blanquecino al interior. Tallo erguido, cilindrico, que al­canza hasta metro y medio de altura con divisiones di o tricotómica. Hojas anchas, desiguales, pecioladas, alternas, ovales-acuminadas. Flores solita­rias, a veces germinadas o colgantes, que nacen junto a las axilas de las ho­jas. Cáliz acrescente, con divisiones marcadas en la fructificación. Corola acampanada, de 15 a 20 milímetros de larga por unos 14 de ancha, con ner­vios bien marcados y color pardo violáceo. Estambres desiguales, salientes, encorvados en el ápice. Fruto en baya globosa, negra y brillante, con sa­bor dulzaino Florece en verano.

JIfropa boetica, Wk.—Se clasificaba como una variedad de la anterior, hasta que Wilikom la consideró como especie distinta, que se diferencia po-su color amarillo verdoso, por el menor tamaño de sus hojas y por sus flo­res erguidas, de color verde amarillento y forma embudado acampanada. Flo­rece en julio. Solamente se encuentra en España y Marruecos. Se conocen formas intermedias que no pueden considerarse como especies diferentes.

Los principios activos procedentes de la belladona son de naturaleza alcaloidal, y el más importante de todos es la Atropina, extraída de las raíces por Mein en 1833 y de las hojas por Geiger en el mismo año. Más tarde demostró» Ladenburg que este compuesto químico no existe en ninguna par­te de la planta fresca, sino que se produce por transformación recémica de la Hiosciamina, alcaloide que se encuentra en todos los órganos de la be­lladona. Estos dos alcaloides, pertenecientes al grupo de las tropeínas, son éteres-sales del tropanol, el cual es, al mismo tiempo, una amina terciaria y un alcohol secundario.

La Hiosciamina natural, que también se encuentra en las especies del género ¿(yosciamus (beleños), es un alcaloide cristalizable en agujas inco­loras, brillantes, y sus disoluciones alcohólicas son levógiras, con desvia­ciones no menores de —20°, pues en caso contrario, demostrarían la exis­tencia de atropina. Es un compuesto muy estable hasta los 100°, pero a tem-

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peraturas mayores empieza a transformarse en atropina, y a los 118° la transformación es muy rápida y completa.

La Atropina se presenta en cristales prismáticos, incoloros y brillantes, fusibles a 115° y sus disoluciones son ópticamente inactivas. Los dos com­puestos indicados son isómeros que responden a una misma fórmula estruc­tural; la atropina es el racémico.

Willstater consiguió la síntesis de estos dos alcaloides: instituyó el nú­cleo tropano, por fusión de una cadena piperídica por tres vértices comunes, dando lugar a la formación de atropidina que, por adición de una molécula de agua, forman el troponol o atropina.

Este compuesto, que tiene una función alcohol, puede eterificarse por la acción de un ácido. De este modo, con el ácido trópico levógiro, dará lu­gar a la J{iosciamina, y con el ácido racémico se producirá la JJtropina. Es curioso observar que en la fijación de la molécula de agua sobre la propina y fseudotropina, dos amino-alcoholes isómeros, pero de acción terapéutica muy diferente, pues mientras los derivados del primero tienen propiedades midriáíicas, los del segundo son análgesicos. De la Tropina se derivan la Hiosciamina, Atropina y Homatropina; de la Pseudoíropina se derivan la Ecgonina, Cocaína, etc.

Se cultiva la Belladona en muchas regiones de Inglaterra, Francia, lía-lia, Estados Unidos, Canadá y hasta en la India, encontrándose las explo­taciones más importantes en la Florida, donde se han conseguido las varie­dades más ricas en contenido alcaloideo.

La Belladona requiere tierras ligeras, frescas, con predominio de sílice y abonos nitrogenados. A pesar de que la planta silvestre muestra su pre­ferencia por los lugares sombreados, se ha observado que la luz solar d i ­recta favorece la producción de hojas y aumenta su riqueza en alcaloides. Garis y Deluart demostraron que las plantas cultivadas a pleno sol produ­cen una cantidad de hojas tres veces mayor que en la sombra y que se duplica su contenido alcaloideo. Deben proscribirse totalmente las sales potásicas, porque disminuye la cantidad de alcaloides, aunque aumente el desarrollo de las plantas.

Para mis ensayos y cultivos definitivos he partido de frutos de JJfropa Boefica, Wk., procedentes de plantas silvestres, recogidas en las monta­ñas de Soria y de Segovia. Las bayas, perfectamente maduras y seleccio­nadas con cuidado, se dejan secar en la sombra y se rompen para extraer las semillas.

(CONTINUARÁ)

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Revista ele Revista» tratamiento de la Ulcera gastroduodenal con el ácido animado J{ist¡-

na, Dr. Emiliano Echevarría Martínez. (Clínica y Laboratorio, Enero 1936)

En la génesis de la enfermedad ulcerosa del estómago intervienen di­versos factores; todos los tratamientos a base de un medicamento determi­nado adolecerán forzosamente del defecto de ser incompletos.

El moderno método de tratamiento con el aminoácido llamado histidi-na, introducido en la práctica con el nombre de Larostidína, actúa segura­mente sobre los medios defensivos y reparadores que deben intervenir para evitar o curar las ulceraciones gástricas.

Gomo era de esperar, sus efectos más decisivos se obtienen en las úl­ceras agudas del estómago; es un medio auxiliar de primera fuerza en el tratamiento de las úlceras crónicas; además, tiene una acción electiva y eficaz sobre síntoma dolor y por ello siempre tendrá indicación su empleo en todas las formas de ulceraciones gástricas, aunque sean complicadas, y, por tanto, con indicación quirúrgica indudable y necesaria.

Discursos leídos en la Academia Nacional de Medicina para la recepción pública del Académico electo

Dr. D. R a f a e l F o l c h y A n d r e u El 28 de Noviembre de .1935

Criterios que nos muestran algunas farmacopeas vigentes

(CONTINUACIÓN)

Un verdadero caos domina en los títulos principales de los medica­mentos químicos cuyos nombres científicos son largos. Para subsanarlo la Secretaría internacional de Farmacopeas tiene el encargo de confeccionar una lista de estos nombres después de haber consultado las diversas Co­misiones que elaboran los Códigos farmacéuticos. No conocemos el estado actual del asunto, pero suponemos que hasta que no se reúna una tercera Conferencia internacional, no se intentará llevar a la práctica semejante

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unificación. Lo que respecto a ello determinó el último Convenio, no es capaz de solucionarlo, pues que en su artículo 27 se expresa del siguiente modo: «Excepto en casos de necesidad, las denominaciones no científicas no'se emplearán como denominaciones internacionales». Desgraciadamen­te, la necesidad se nota siempre que se trata de nombres complicados. De ello se origina una tal variedad de nomenclatura, que influye mucho en el orden alfabético. Así, por ejemplo, mientras en el lugar correspondiente a la letra D encontramos la dietilsulfona-metiletilmetano, en las Farmacopeas italiana y brasileña lo hallamos en la S con el nombre de sulfoetil-metano;. en la de los Estados Unidos; en la M, con el de metilsulfonal en las de Sue-cia, Alemania, Suiza, Japón y Bélgica, y en la T, con los nombres de trio-nal, las de España y Argentina.

Algo parecido ocurre con los nombres de medicamentos galénicos. Aparte de lo que antes hemos indicado, el artículo 18 del Convenio dispo­ne que la Secretaría internacional de las Farmacopeas, después de haber consultado con las Comisiones correspondientes, definirá los términos em­pleados en Farmacia: ceratum, decoctum, ex t rac tum, pomatum, s i r u -pas, solutio, t inctura, u n g ü e n t u m , etc. Suponemos que no se dejará de definir el término Liquor , que es uno de los más confusos, o por lo menos el peor de los empleados. Citemos, por ejemplo, que la Farmacopea ingle­sa da el nombre de Licor a medicamentos de los más heterogéneos, hecho solamente comprensible tomando a dicha palabra como sinónima de Solu­ción. Así hallamos entre los licores, soluciones cuyo vehículo es el agua, el alcohol, el aceite o la acetona. Entre las acuosas las hay, en que el cuerpo disuelto es un gas, el amoníaco fuerte, el diluido y el formol; un líquido como la de cresol jabonoso; a un sólido, la inmensa mayoría, como el agua de cal, solución de cloruro mercúrico, de acetato de plomo, de potasa, f i ­siológica, de clorhidrato de adrenalina, etc., etc. Entre las alcohólicas te­nemos las tres disoluciones de yodo que admite, la de nitroglicerina y la de coaltar saponinado. Es oleosa la de ergosterol irradiado y acetónica la de cantaridina con aceite de ricino y colofonia.

De todo lo dicho se desprende que la nomenclatura, y por lo tanto el orden alfabético de las Farmacopeas, es casi tan diverso como distintos son los libros, hecho que dificulta su estudio, y que aunque no lo considere­mos de capital importancia, estimamos que la Federación de Farmacia I n ­ternacional debería tomarlo en seria consideración y abordar el problema de unificar, labor difícil desde luego, pero realizable hasta con mayor faci­lidad que otras, con un poco de buena voluntad.

diluios secundarios. Sinónimos.—Todas las Farmacopeas que emplean como título principal el nombre latino, incluyen su traducción en la lengua

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nacional, la inmensa mayoría inmediatamente después; la inglesa insertando antes la abreviatura del nombre latino. Esta clase de abreviaturas que tam­bién adopta la Farmacopea de los Estados Unidos después del título inglés, es de gran interés, y estimamos por ello que deberían meditar las Comisio­nes si sería conveniente admitirlas de un modo oficial en cada una de las Farmacopeas nacionales. Es conocida la costumbre que tienen algunos fa­cultativos de escribir sus prescripciones con abreviaturas incluso los ingre­dientes de una receta, lo que puede ser motivo de una mala interpretación por parte del que tiene que dispensarla. Esta mala interpretación, siempre muy sensible, puede ser en algunos casos peligrosa y hasta funesta para el erfermo. Casos de muerte han ocurrido en Alemania por haberse interpre­tado como Sulfuro de bario las abreviaturas B a r i u m salph. y B a r i u m sulphur , ambas de B a r i u m suLphuricum Por ello la Farmacopea ale­mana, que no inserta abreviaturas de esta índole con carácter general, se ha visto obligada a llamar la atención en el artículo dedicado al Sulfato bárico, para que en el caso de que el médico emplee las susodichas abre­viaturas, el farmacéutico dispense siempre el sulfato, jamás el sulfuro. La misma Farmacopea de los Estados Unidos, que las admite con caracteres de generalidad, prohibe que se empleen, y, por lo tanto, que se dispensen en el caso particular del sulfato bárico. A evitar análogas falsas interpreta clones en otros medicamentos, tiende el criterio sostenido por las dos Far­macopeas citadas, ya que considerando oficial la abreviatura, el médico que la emplee tiene que usar la reconocida como a tal en el país, siendo responsable en caso contrario de todas sus consecuencias.

Los títulos que con lengua nacional admiten las Farmacopeas, aun en segundo lugar, deben ser considerados como oficiales, así como poseen este carácter los sinónimos que adopten. Un medicamento prescrito con un nombre que la Farmacopea considere sinónimo del empleado en el tí­tulo principal, debe responder en su composición y pureza a las prescrio-nes del Código, aunque su composición primitiva difiera de un modo evi­dente. Por ejemplo, al solitar el médico L á u d a n o de Sydenham, que nuestra Farmacopea inserta como sinónimo de Tinctura Opi i crocata, el farmacéutico debe dispensar el medicamento tal como prescribe nues­tro Código, y no tal como lo dió a conocer el célebre medico inglés de la decimoséptima centuria. Por considerar el hecho de este modo, estimamos que no deberían figarar entre los sinónimos, y, por lo tanto, menos en los títulos principales, los nombres de productos patentados, ya que la Far­macopea no puede responder de sus características, salvo el caso de que considere que son absolutamente equivalentes los nombres de aquellos productos con los químicos o con cualquier otro de fantasía no patentado

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que emplee la Farmacopea para designarlo, lo que trae la consecuencia lógica de que un producto es sustituíble por otro, pese a todas las obser­vaciones que se hagan de que esté prohibido por la ley de patentes. El axioma matemático que dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí, es demasiado convincente. Más grave es el caso cuando la Farmacopea adopta el nombre patentado como título principal, ya que entonces lo que describe es precisamente la característica de este producto, sean cuales fueren sus observaciones, y no el producto químico cuyo nombre figura en segundo lugar( Este tiene además el inconveniente de hacer un cartel a un producto de marca determinada, lo que no puede ni debe hacer una Farmacopea, ya que en el comercio pueden presentarse otros productos análogos (no diremos iguales) con nombres de fantasía no patentados, y hasta patentados, por otras casas industriales. Tal sucede con la Adalina, Anestesina, Bromural, Suprarrenia, Novocaína, etc., etc., que inserta en su título preferente la Farmacopea alemana para nombres de productos rela­tivamente largos, aunque también en algunos casos lo verifique del mismo modo para otros relativamente cortos, como en el de la Albargina, Tana!-bina, Tanígeno, etc., etc. Al contrario de lo que hemos dicho referente al Láudano, si se prescribe el medicamento con el nombre que figure en se­gundo lugar, aunque científicamente sea más razonable, el producto en cuestión debe responder a los caracteres que la Farmacopea asigna al pro­ducto patentado. Sin embargo nos conduce, como en el caso anterior, a idénticos resultados; es decir, que los dos productos se equivalen a pesar de todas las observaciones que se puedan hacer. Ahora bien, como la ley de patentes, nacida para proteger a la industria, no permite dichas equiva­lencias, es un contrasentido que la Farmacopea, de un modo indirecto incite a las sustituciones. De considerar conveniente dar en la obra una idea de la composición y caracteres de estos productos patentados, esti­mamos que debería hacerlo fuera del articulado de la Farmacopea, es de­cir, en la parte que hemos llamado informativa, y de modo que no cupiera la menor duda en su intención, no afirmando ser la composición química la que se insertase, sino haciendo constar que el nombre químico que se le atribuye al patentado es el que figura en el Registro de patentes. En parte, de este modo procede la Farmacopea italiana, pues que figura en ella una tabla cuyo título es el siguiente: * Elenco de nomi coi qua i vengano anche messi in cbmmercio a l cun i p rodo t t i inscr i t i , nella Farmaco­pea*, y seguidamente, en dos columnas, el nombre científico y su deno­minación comercial, sin señalar con letra alguna los de índole patentada, que lo son en su mayor parte. Con todo, en el prólogo se hace constar que unque en esta tabla se seleccionan los nombres que en la práctica son

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usados muchos productos sintéticos, «quesío f a í i o naturalmente, non p o cons t i tu i ré p rw i í eg io e garanzia. d i sarta per i p rodo t t i da m a r -ehio». También trata de armonizar la última Farmacopea helvética aque^ contrasentido insertando los nombres de fantasía y patentados, no como títulos secundarios, como hacen la mayor parte de Farmacopeas, sino al final del artículo, junto a otros datos que considera como de orden infor­mativo y no de efectos imperativos, como lo son los que se hallan en lá parte restante del artículo, a cuyo fin están impresos con caracteres dife­rentes y de tipo más pequeño

En lo que se refiere a los nombres secundarios, queremos hacer men­ción expresa de dos: El correspondiente a los medicamentos heroicos uni­ficados y el de aquellos que, sin pertenecer a dicho grupo, deben desig­narse internacionalmente de un modo particular. Respecto a los primeros Ja inmensa mayoría de Farmacopeas los insertan en segundo lugar, cuando no coinciden con el título principal, pero sí con los requisitos impuestos, seguidos de una indicación expresa: P. I , (Prescripción internacional) en ía mayor parte, I . A. ( In t . Agreement) en la inglesa, F. I . (Fórmula inter­nacional) en la danesa y holandesa. Hay algunas, sin embargo, como la italiana, sérvica y japonesa, argentina y brasileña, que no insertan indica­ción alguna, coincidan o no con el título relevante. Estimamos la conve­niencia de llevarla, llamando la atención en el caso de no corresponder con las exigencias del Convenio internacional. Respecto a los segundos, exis­ten algunas Farmacopeas cuyo título relevante coincide con la denomina­ción internacional como sucede con las de Dinamarca, Suecia y Turquía; otras que sólo la siguen en parte, como la española, inglesa y norteameri­cana; pero las hay que evidentemente se apartan de aquella nomenclatura especialmente en la de los productos químicos, no hallándose entre ellas más que una, la de Bélgica, que cuando la denominación del libro no con­cuerda con la internacional, inserta ésta en lugar secundario seguida de la indicación N. I . (Nombre internacional). Estimamos que de este modo de­berían proceder las demás, hayan firmado o no con sus respectivos Go­biernos la ratificación del Convenio aunque no fuera más que en conside­ración a sus representantes en la Conferencia.

Para terminar nos permitiremos considerar acertado el proceder de las Farmacopeas de los Estados Unidos y de Suecia, insertando como nombres secundarios lo que poseían sus artículos equivalentes en la edición ante­rior, caso de haber cambiado la denominación, hecho que se ofrece con suma frecuencia. Indudablemente esta inserción favorece extraordinaria­mente la labor del farmacéutico y en especial en los primeros tiempos de un cambio de Código.

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Definiciones.

Para la mayor parte de artículos incluidos en las Farmacopeas, sean drogas, productos químicos, preparaciones o formas farmacéuticas, se in­sertan cortas definiciones que convendría unificar en el sentido de que todas permitieran a los facultativos orientarse rápidamente respecto a la naturaleza y fuerza del medicamento y al farmacéutico el que se diera cuenta de los requisitos más salientes a que aquél debe responder.

Por lo que se refiere a las drogas, pocas son las Farmacopeas que, como la de Bélgica, insertan un artículo especial para la planta que sumi­nistra el medicamento, artículo pobre y supérfluo, pues que se reduce a in­dicar el nombre científico, y consignar la parte que debe ser empleada en las preparaciones medicinales. Sólo en algún caso como en el dedicado a la hoja de belladona indica además la época en que debe recolectarse, y temperatura en que debe ser desecada. En otro artículo se ocupa de la parte empleada en el que falta la definición por haberse expuesto con la procedencia en el artículo antes aludido. En otras Farmacopeas como en las de Servia, Argentina y Brasil, encabezando el artículo con el nombre de la planta, se trata en el mismo y a continuación, de la parte empleada. En estos casos como en el anterior, viene a ser una suerte de definición, sin existir en realidad el nombre científico seguido de la familia a que co­rresponde la planta, así como de la parte usada. Esta definición a todas lu­ces insuficiente y empleada en la mayoría de drogas, en algún caso se hace más extensa, especialmente al tratarse de drogas heroicas. Por ejemplo, en la del Brasil, y en el artículo dedicado a la ipecacuana, hallamos que en lugar preferente y antes de entrar en la descripción de su característica, se indica la cantidad mínima de alcaloides que debe poseer calculados en emetina y cefelina, de los cuales consigna la fórmula empírica y su peso molecular. En este caso puede admitirse esta exigencia como formando parte de la definición. No así como lo hace la Argentina cuyo contenido o valor en alcaloides se consigna después de los caracteres, antes de la descripción del procedimiento de evaluación. En el primer caso, médico y farmacéutico se percatan del valor que debe tener la droga, en el se­gundo, no.

(CONTINUARÁ)

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S E C C I O N O F I C I A L

Ministerio de Trabajo, Justi­cia y Sanidad

DECRETO

limo. Sr.: El art. 27 del Reglamen­to económico-administrativo de las Mancomunidades Sanitarias Provin-viales vigente por Decreto de 14 de junio de 1935 próximo posado, dis­pone que los Ayuntamientos, apro­bada la liquidación pertinente, in­gresarán, en las Juntas de las Man­comunidades, el importe de los me­dicamentos destinados a la Benefi­cencia municipal y como ni en ese precepto ni en los siguientes se es­pecifican las normas a seguir cuando injustificadamente los cabildos inte­resados difieran la aprobación de las facturas, hechos reiterados que han motivado repetidas quejas ante los perjuicios ocasionados por el inne­cesario retraso en la percepción de las cantidades correspondientes.

Este Ministerio se ha servido dis­poner que si en el transcurso de los diez primeros días de la presenta­ción de las facturas pertinentes a los medicamentos dispensados a la Be­neficencia municipal no se formulan reparos por los Ayuntamientos que les afecta, se entiendan aquéllas fá­cilmente aprobadas, procediendo, de no hacerse efectivos los ingresos en las Juntas de Mancomunidad en los plazos voluntarios, la aplicación del

procedimiento ejecutivo señalado en el Reglamento de 14 de junio de 1935.

Madrid, 7 de febrero de 1936.— P. D., S. Riiesta.-~Sr. Subsecreta­rio de Sanidad y Beneficencia.— (Gaceta 8 febrero 1936).

ORDEN

limo. Sr.: Se dispone por precepto de la base 13 de la ley de Coordina­ción sanitaria de 11 de julio de 1934, entre las obligaciones asignadas a las Juntas administrativas de las Mancomunidades provinciales de Municipios, creadas por disposición de la base 2.a de la propia Ley, el pago inescusable de los débitos con raídos por los Ayuntamientos con-sus sanitarios titulares hasta la fecha de la aprobacióa del expresado Cuerpo legal.

Y es de observar la notable fre­cuencia con que las Juntas adminis­trativas de las citadas Mancomuni­dades se dirigen a este Ministerio, remitiendo expedientes instruidos al efecto, para someter a su aprobación los pactos o convenios acordados por las partes ineresadas, funciona­rios y Municipios, cuyo trámite, ade­más de no ser preceptivo en los ca­sos de conformidad de las partes, es innecesario y hasta perjudicial, pues que realmente, una vez adop­tado acuerdo en relación con la for­ma de liquidar la deuda pendiente, sólo procede la ejecución del mismo, la cual corresponde a la Delegación de Hacienda respectiva, con arreglo

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a lo dispuesto en la base 13, ya ci­tada, de la ley de Coordinación Sa­nitaria de que se trata.

En armonía con lo expuesto,

Este Ministerio a tenido a bien disponer que en aquellos casos en que los Ayuntamientos tengan con­traídos débitos con sus funcionarios sanitarios y hayan llegado a una fórmula ante la Comisión permanen­te de la Junta administrativa de la Mancomunidad de Municipios de la provincia con armonía con lo dis­puesto en la base 13 de la ley de Coordinación sanitaria para liquidar la deuda pendiente, tendrá lugar el abono de ésta en la forma conveni­da por las partes interesadas sin ne­cesidad de ulterior aprobación; de­biendo remitirse únicamente a esa Subsecretaría los expedientes ins­truidos con tal objeto y con todos los antecedentes y datos necesarios en aquellos casos en que las partes in­teresadas no lleguen a un acuerdo, a fin de que por ese Centro se deter­mine la forma en que ha de ser abo­nada, en cada caso, la cantidad co­rrespondiente hasta su total l iqui­dación.

Lo que comunico a V. E. para su conocimiento y efectos oportunos, Madrid, 10 de febrero de 1936.— P. D., S. Ruesta.—Sr. Subsecreta­rio de Sanidad y Beneficencia.— (GacetaAl febrero 1936).

€/ J)r. Qiralt, Jtfinistro de Jtfarina.-—EL RESTAURADOR FARMACÉU­TICO, se complace en felicitar al doc­tor Giral, distinguido Catedrático de la Facultad de Farmacia de Madrid,, así como testimoniarle su enhora­buena más cordial por tal nombra­miento.

Gafedráfíco de Química Orgánica. —Ha sido nombrado catedrático de Química Orgánica de la Facultad de Farmacia de Santiago, don Francis­co Giral.

JJcademia Racional de farmacia..

El día 10 del presente, celebró sesión científica esta Corporación' bajo la presidencia del Dr. D. José Casares Gil.

D. Miguel Del Campo, presentó una comunicación sobre datos re­trospectivos de prensa profesional, en la que trató de la labor periodís­tica farmacéutica del siglo xix y de las investigaciones científicas más notables de los farmacéuticos de esa época.

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El Dr. Züñiga Cerrudo. intervino con un documentado discurso en el que historió la fundación de las re­vistas EL RESTAURADOR FÁRMA-€ÉÜTICO, 'La Farmacia Española» y «El Semanario Farmacéutico» del segundo tercio del siglo x ix , tra zando la biografía de sus respecti­vos directores, el batallador político progresista D. Pedro Calvo Asen-sio, D. Pablo Fernández Izquierdo y D. Germán Martínez Alvarez, apor­tando datos de la vida farmacéutica de la época y de los principales asuntos que absorbían la atención de las sociedades y de la prensa profesional.

El Dr. Maestre Ibáñez, desarrolló el tema «Los peligros de intoxica­ción de industrias donde se maneja el benzol o bencina», haciendo notar que las intoxicaciones a que están expuestos los obreros al manipular determinados productos son cono­cidas desde antiguo, y en especial el cólico de pintores producido por el plomo y el temblor mercurial; pe­ro a medida que la industria ha pro­gresado y se manipulan nuevos pro­ductos, los riesgos se acentúan y los casos de intoxicación ofrecen particularidades muy dignas de ser conocidas, máxime ante los riesgos •que corren no sólo aquéllos, sino también muchas personas que en pequeños oficios, e incluso en la v i ­da doméstica manejan productos.

Los más importantes son la ace­tona, tan empleada en la pintura el

duco; el sulfuro y tetracloruro de carbono en la tintorería y quitaman­chas, independiente de las industrias de fabricación de seda artificial y extracción de grasas; la gasolina, y el benzol, como disolvente del cau­cho en sus diversas industrias y pa­ra desleír las tintas en tipografía y particularmente el huecograbado, manejándosele en abundancia, por ésto mismo, en las grandes tiradas periodísticas

El conferenciante hizo un estudio detallado de los accidentes que se producen en casos semejantes, re­saltando la acción que todos estos productos tienen sobre el organis­mo, obrando casi siembre, no pro­duciendo accidentes inmediatos, si­no lentamente sobre la sangre, des­truyendo sus elementos celulares y hemoglobina, y sobre los órganos que la regeneran, dando lugar a ane­mias de una intensidad jamás cono­cida y cuyos resultados son suma­mente graves para el organismo y no pocas veces mortales.

El Dr. Maestre Ibánez aportó sus observaciones personales en varios de estos casos, especialmente en el análisis de la sangre de un tipógrafo de una importante empresa periódis-tica y el empleado de un distribui­dor de gasolina, mostrando las alte­raciones sufridas e hizo notar que, dada la acción tóxica de este pro­ducto a dosis de 20 miligramos por litro de aire, debe ser conocido este

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detalle ya que a sus efectos están expuestas aquellas personas que como quitamancha, para limpieza y lustre de pisos, por su empleo tan generalizado en motores, etc., lo manejan con tanta frecuencia, pro­blema, como se ve, de sumo interés en el aspecto de la vida actual y es­pecialmente en el de riesgos y ac­cidentes de la industria moderna.

Intervinieron en la discusión los Dres. Selles, Comenge, Gracia Do­rado, y Fernández de Alcalde, apor­tando datos de sus estudios perso­nales sobre las intoxicaciones que producen los humos de los automó­viles, en las calles, los tintes y otros productos de tocador de apariencia inofensiva, ciertos barnices para sue­los y paredes y las alteraciones que se acusan en el organismo y en la composición de la sangre y la orina especialmente.

A continuación D. Pío del Busto leyó un estudio sobre la fundación de la Cofradía de San Cosme y San Damián de Tudela en el siglo xvi. Comenzó dando a conocer que con una pequeña diferencia de años se constituyeron en Navarra dos Co­fradías bajo la advocación de dichos Santos. Una en Pamplona y otra en Tudela. Se refiere especialmente a la última, cuyas ordenanzas y esta­tutos lee y que son de gran impor­tancia para la Historia de la Farma­cia. Tra'a después en conceptos ge­nerales del funcionamiento de la Co­

fradía y de la labor fiscalizadora que ésta ejercía sobre los profesionales, leyendo las actas de las visitas efec­tuadas a las farmacias, que en aquel entonces ascendía a diez en la ve­cindad de Tudela. Alude brevemen­te al insigne farmacéutico Martínez de Loeche que perteneció a la Co­fradía en el siglo x v i .

Finalmente el Dr. Casares Gil h i ­zo el resumen de los discursos pro­nunciados y dió posesión al doctor Del Busto como Académico Co­rrespondiente.

Todos los oradores fueron muy aplaudidos.

tercer Congreso Jnfernacional de paludismo-Por acuerdo tomado du­rante la celebración del segundo-Congreso Internacional de Paludis­mo que tuvo lugar en Argel, año 1930, se fijó que el III se celebrarla en Madrid, durante la primavera del año 1935. Posteriormente previo acuerdo con los organismos Interna­cionales, en particular con la Comi­sión de Paludismo de la Sociedad de Naciones, se prefirió retrasar la fe­cha de su celebración, habiéndose definitivamente fijado ésta para el 12 de octubre de 1936.

El Gobierno de la República, ha

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El Restaurador Farmacéutico 109

acogido con todo entusiamo la pro­puesta del Comité Permanente In­ternacional, que permitirá se congre­guen en la capital de España las más altas autoridades científicas en esta materia, al mismo tiempo que consen­tirá exponer la labor realizada por nuestras organizaciones sanitarias en la prevención y lucha contra la en fermedad azote de tantos pueblos.

Se preparan excursiones científi­cas a los lugares de endemia y sobre todo al Instituto Antipalúdico de Na-valmoral de la Mata y con la coope­ración de los elementos oficiales, fiestas y excursiones que contribui­rán a hacer simpática la estancia en nuestro país de los Sres. Congresis­tas, contando con que la hidalguía de nuestro pueblo y las reliquias de arte extendidas por toda la Nación hagan grato e imborrable el recuerdo de su estancia en España.

Nuestra organización, permitirá que cada Congresista encuentre toda clase de facilidades para que se pue­da ajustar a un presupuesto de gas­tos que pueda variar desde lo más Jnodesto a lo más confortable.

Toda la correspondencia dirigirla al Dr. Manuel G. Ferradas.-Escuela Nacional de Sanidad, Calle Recole­tos, 21. Madrid. (España).-El Presi­dente del Comité, /Vo/. Q. fittaluga.

COMITÉ O R G A N I Z A D O R . — Presidente: Profesor Dr. Gustavo Pittaluga; Vocales: Dr. Víctor María Cortezo; Dr. Enrique Bardají López; Dr José A. Palanca y Martínez For-tun; Dr. Sadi de Buen Lozano; doc­tor Miguel Benzo Cano; Dr. Emilio Luengo Arroyo; Dr. Jesús Molinero Manrique; D . Severino Bello; doc­tor Juan Gil Collado; Dr. Joaquín Sanz Astolfi; Dr. Elíseo de Buen Lozano. Secretario general: Dr. Ma­nuel G. Ferradas.

Fecha del Congreso.—Tendrá lugar en Madrid del 12 al 18 de oc­tubre de 1936, efectuándose durante todo este tiempo las sesiones cien­tíficas y los viajes oficiales.

Se estudiarán varios itinerarios para que durante el Congreso pue­dan los señores Congresistas visitar particularmente lugares típicos de España, con facilidades de como­didad y economía.

inscripciones. — Los miembros del Congreso se clasificarán en tres categorías:

i.0, entidades protectoras; Po­drán ser personas colectivas (cen­tros, universidades, institutos, acá-

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110 El Restaurador Farmacéutico

demias, asociaciones, etc.) Satisfa­rán una cuota de doscientas cincuen­ta pesetas como mínimo, pudiendo enviar hasta tres representantes ofi­ciales. Tendrán derechos iguales a los miembros efectivos, recibiendo un ejemplar de las publicaciones ofi­ciales del Congreso para la entidad protectora, y una para cada uno de los representantes oficiales.

^.0, miembros efectivos: como los anteriores tendrán derecho a vo­to y a presentar comunicaciones en las sesiones del Congreso, como asimismo a participar en las excur siones y recepciones oficiales que se organizen en su honor. Recibirán gratuitamente las publicaciones del Congreso.—Cuota, cincuenta pese­tas por cheque o giro postal.

3.°, miembros asociados (fami­lias). Estos no podrán tomar parte en las discusiones ni recibirán las publicaciones del Congreso, pero podrán tomar parte en las excursio -nes y actos oficiales que se celebren en honor de los Sres. Congresistas.

Cuota, veinticinco pesetas, envia­das en la misma forma que para las anteriores. A cada solicitud de ins­cripción se acompañarán dos foto­grafía tamaño «carnet» para unirlas

¡ a la tarjeta de Congresista, que ser­virá para todos los asuntos relacio-

; nados con el Congreso, como asi­mismo para las rebajas que de los medios de transporte se consiga pa­ra los señores asistentes.

ponencias y Comunicaciones. — Se enviarán dos ejemplares dactilo­grafiados, rogándose claridad y con­cisión en la redacción. Se acompa­ñarán de un resumen no mayor de veinte líneas para la Prensa. Los autores deberán indicar si la exposi­ción de sus trabajos será acompaña­da de dispositivos o cintas cinema­tográficas. Deben de estar en poder del Comité Organizador antes del primero de julio las ponencias y del: 15 de agosto las comunicaciones.

El Comité se reservará su decisión hasta el momento y la oportunidad* de las comunicaciones en el orden: del día.

Oportunamente se irá enviando a los señores Congresistas ulteriores circulares en que se les dará cuenta? de los acuerdos adoptados por eü Comité Organizador.

Para toda correspondencia dir i ­girse al Secretario, Dr. Manuel G. Ferradas.—Escuela Nacional de Sa­nidad.—Calle de Recoletos, 2 1 . — Madrid (España).

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