St 2011 03-03-ana-garca-mina-las-heridas-del-amor

12
LAS HERIDAS DEL AMOR Ana García-Mina Freire* * Miembro del Consejo de Redacción de Sal Terrae. Profesora de Psicología en la Uni- versidad Pontificia Comillas de Madrid. <[email protected]>. Sal Terrae Resumen No hay vida sin amor, ni amor sin heridas. Es inevitable. Amar nos lleva a abrirnos, a compartir, a ser vulnerables, y esto conlleva desencuentros, rechazos, silencios, decepciones, desamor. Quien esté esperando un amor sin fisuras ni aris- tas nunca se decidirá a amar. Por muy heridos que estemos, todos necesitamos dar y recibir amor. Mucho de nuestro deseo y sentido de Vivir depende de ello. Para superar estas heridas necesitamos conocer sus causas y comprender sus sig- nificados. Muchas veces herimos y nos hieren por experiencias en las que no he- mos reparado. Necesitamos reflexionar sobre nuestros aprendizajes y formas de querer. En este artículo se ofrecen algunas pistas para esta reflexión. Abstract There is no life without love, or love without wounds. It’s unavoidable. Loving makes us open ourselves, share, and be vulnerable which, in turn, causes misunderstandings, rejection, silence, disappointment, and heartbreak. Whoever waits for a love without fissures or thorns will never dare to love. As hurt as we can be, we all need to give and receive love. Much of our desire and sense to Live depends on this. To overcome these wounds we need to know their causes and understand their meanings. Many times, we hurt others or we are hurt by unnoticed experiences. We need to stop and reflect on what we have learned and on how we love. In this article I offer some clues for this reflection. 203

Transcript of St 2011 03-03-ana-garca-mina-las-heridas-del-amor

LAS HERIDAS DEL AMOR

Ana García-Mina Freire*

* Miembro del Consejo de Redacción de Sal Terrae. Profesora de Psicología en la Uni-versidad Pontificia Comillas de Madrid. <[email protected]>.

Sal Terrae

Resumen

No hay vida sin amor, ni amor sin heridas. Es inevitable. Amar nos lleva aabrirnos, a compartir, a ser vulnerables, y esto conlleva desencuentros, rechazos,silencios, decepciones, desamor. Quien esté esperando un amor sin fisuras ni aris-tas nunca se decidirá a amar. Por muy heridos que estemos, todos necesitamosdar y recibir amor. Mucho de nuestro deseo y sentido de Vivir depende de ello.Para superar estas heridas necesitamos conocer sus causas y comprender sus sig-nificados. Muchas veces herimos y nos hieren por experiencias en las que no he-mos reparado. Necesitamos reflexionar sobre nuestros aprendizajes y formas dequerer. En este artículo se ofrecen algunas pistas para esta reflexión.

Abstract

There is no life without love, or love without wounds. It’s unavoidable.Loving makes us open ourselves, share, and be vulnerable which, in turn,causes misunderstandings, rejection, silence, disappointment, andheartbreak. Whoever waits for a love without fissures or thorns will neverdare to love. As hurt as we can be, we all need to give and receive love.Much of our desire and sense to Live depends on this. To overcome thesewounds we need to know their causes and understand their meanings. Manytimes, we hurt others or we are hurt by unnoticed experiences. We need tostop and reflect on what we have learned and on how we love. In this articleI offer some clues for this reflection.

203

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 203

1. J.R. CHAVES GARCÍA, El gran libro del desamor. De las parejas, rupturas y superviven-cias, Solisombra, Villamayor 1999, 97.

2. E. FROMM, El arte de amar, Paidós Studio, Barcelona 19824, 27.3. R. MAY, Libertad y destino en psicoterapia, DDB, Bilbao 1988, 54.

ana garcía-mina freireSal Terrae

«Ahora que se ha quemado mi granero hasta los cimientos,puedo contemplar la luna»

(Haiku Japonés)

Decía Cátulo, que «las rupturas sentimentales golpean de la misma mane-ra los corazones de los pobres y los ricos; de los sabios y los necios; de los po-derosos y los débiles»1. El amor nos iguala a todos. No ofrece distinción.Es un sentimiento universal. Todos buscamos y necesitamos amor, y to-dos hemos gustado de su sabor y su amargura. Amar se entronca en laraíz misma de nuestra existencia y, como tal, lleva inherente el sello de lafragilidad. «Es el impulso más poderoso que existe», indica Fromm2, «lafuerza que sostiene la humanidad», y a su vez es muy vulnerable. Amarno es fácil. Muchas heridas que llevamos en el corazón surgieron deamores bien intencionados pero equivocados, de personas atrapadas porsu propia historia de desamor.

Quien busque un seguro a todo riesgo en el amor está perdido. Comoveremos a lo largo del artículo, amar es una experiencia que comprome-te todo nuestro ser. Nuestra personalidad, nuestra madurez, nuestra au-toestima, nuestros valores; nuestros primeros vínculos afectivos de la in-fancia; la manera en que nos quisieron y vivimos el amor en la familia;el éxito y fracaso en nuestras primeras relaciones de amistad, de pareja,de comunidad... La manera de dar y de recibir amor está muy condicio-nada por nuestra historia y nuestros recursos emocionales. Pero ¿en quémedida nos paramos a reflexionar sobre ello? Nos preocupamos por elmodo en que nos aman ¿Y nosotros? ¿Cómo es nuestro modo de amar?

Rollo May define la libertad humana como «la capacidad de hacer unapausa entre el estímulo y la respuesta»3. En el amor es fundamental estapausa. Muchas heridas podrían evitarse si las analizásemos y les diésemossentido. Es cierto que en ocasiones son tan sangrantes o dolorosas (violen-

204

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 204

4. Quienes deseen profundizar sobre la violencia en la pareja pueden consultar: A. GAR-CÍA-MINA FREIRE (coord.), La violencia contra las mujeres en la pareja: claves de aná-lisis y de intervención, Universidad Pontificia Comillas, Madrid 2010.

5. C. YELA GARCÍA, El amor desde la psicología social, Pirámide, Madrid 2000, 100.

las heridas del amor Sal Terrae

cia, maltrato, infidelidad, celos patológicos, divorcio, separación, la muer-te de seres queridos...) que a uno no le queda más remedio que escuchar-las. Pero aquellas que se inician en el roce de la convivencia, en el descui-do de los pequeños detalles, en nuestro propio narcisismo... las dejamospasar. De ahí que en esta ocasión4 quiera detenerme en estas últimas: lasheridas que se entremezclan con el cariño, que aparecen entre la gente a laque se quiere y que desea vincularse con los demás. A menudo, las heridasque más cuesta cicatrizar comenzaron por desencuentros a los que no di-mos importancia, por heridas que arrastramos de otras relaciones.

El aprendizaje del amor

Para comprender y dar sentido a nuestra manera de amar es necesario querevisemos nuestro aprendizaje en el amor. Platón, en su obra «El Banque-te», ofrece una definición del amor que nos puede ayudar a situarnos. Enboca de Sócrates describe este sentimiento como hijo de Poros, «dios de laabundancia», y de Penia, «dios de la penuria»; la unión del deseo de dar lomejor de uno mismo con el deseo y la necesidad de recibir lo mejor delotro5. En esta dialéctica nace y crece el amor: carencia-abundancia; narci-sismo-altruismo; egoísmo-generosidad; angustia-serenidad; dependencia-autonomía, miedo-seguridad; inmadurez-madurez.

Nacemos obligados a desarrollar nuestra capacidad de amar. Forma par-te de nuestro instinto de supervivencia. Sin esta motivación para vincu-larnos y entrelazar la vida con la de otros, moriríamos. Nuestra vulnera-bilidad e indefensión no lo resistiría. Para vivir, necesitamos sentir quenuestra vida está «habitada», que hay personas que de manera especialquieren compartir sus días y su intimidad con nosotros.

El amor se fragua en los primeros vínculos afectivos que establecemos enla infancia. La primera escuela del amor es nuestro entorno familiar, y en

205

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 205

6. A. GARCÍA-MINA FREIRE, «El nido humano: La familia», en COMUNIDAD DE MA-DRID, ¿Cómo crecen nuestros hijos?, Comunidad de Madrid, Madrid 2006, 6-18.

7. Mª.J. ORTIZ BARÓN – S. YARNOZ YABEN, Teoría del apego y relaciones afectivas, Ser-vicio editorial Universidad del País Vasco, Bilbao 1993.

8. J. BOLWBY, El vínculo afectivo, Paidós, Buenos Aires 1976.

ana garcía-mina freireSal Terrae

especial las relaciones afectivas que establecimos con aquellas personasque realizaron las labores de maternaje. Nuestra capacidad para amar senutre de estas primeras relaciones de apego. Nuestro amor, hijo de la in-defensión y la penuria, buscará abrazos, caricias, miradas, alimento, cui-dados, seguridad para calmar la angustia que la conciencia de separativi-dad le genera. En esta búsqueda de contacto e intimidad, no solo iremosaprendiendo lo que es el amor, sino que además crearemos nuestro pri-mer sentido de identidad y decidiremos si la vida merece vivirse, si no-sotros merecemos vivirla y si los otros se merecen nuestra confianza6.

Nuestras primeras lecciones de amor tendrán lugar fundamentalmente através de nuestros padres (cómo se quieren) y de ese contacto íntimo sur-gido de su capacidad para ser el dios de la abundancia. Cada vez son másnumerosas las investigaciones que confirman la importancia de la cali-dad de este vínculo emocional en el posterior estilo de relación que laspersonas adoptamos en la vida7. En función de la disponibilidad, incon-dicionalidad, sensibilidad y sintonización afectiva y efectiva con las ne-cesidades del niño, podemos encontrar tres estilos de apego diferentes: elapego seguro; el apego inseguro, ansioso o ambivalente; y el apego inseguroevitativo8.

Se desarrolla un apego seguro cuando uno se ha sentido cuidado, atendi-do y protegido en la medida en que lo necesitaba. Cuando ha sido abra-zado y se la ha permitido ser en toda su fragilidad. Esta labor exige unamor maduro, generoso y sensible; un amor centrado en el otro, que res-peta su individualidad y acepta su voluntad de separación y sus diferen-cias. Este estilo de relación generará una seguridad y una confianza bási-ca, esencial para nuestro modo de amar. Las personas que han crecidodesde este apego son personas que disfrutan compartiendo la vida conlos otros. Cuidan sus relaciones de intimidad y no se viven incómodoscuando otros dependen emocionalmente de ellos o cuando ellos necesi-

206

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 206

las heridas del amor Sal Terrae

tan apoyarse en los demás. Tienen una actitud confiada y abierta ante lavida, y las heridas del amor, pese a que puedan dolerles y dejarlos mal-trechos, no harán peligrar su autoestima.

Pero no siempre nuestros estilos de vinculación han sido gestados con es-tos mimbres. Los motivos pueden ser muy diversos: la personalidad delos padres, el concepto de educación que tienen, el momento vital quetanto ellos como la familia atraviesan, sus propios estilos de apego, unaenfermedad, falta de madurez, no desear ser padres... Transmitimos loque somos, y en el amor también.

El apego inseguro, ansioso o ambivalente tiene lugar cuando el niño notiene la certeza de poder contar con el apoyo de sus padres. Sin una ra-zón previsible, estos a veces se comportan con cariño, y otras veces confrialdad. A veces atienden a sus demandas, y otras veces le ignoran. El ni-ño no sabe qué esperar; la incertidumbre le angustia, instalándose den-tro de sí la duda sobre si será suficientemente valioso y digno de ser que-rido. Esta inseguridad aparecerá inevitablemente en las demás relacionesde amor: hermanos, amigos, pareja, Dios, comunidad... A pesar de quela gente le quiera, le costará mucho terminar de creérselo, necesitandoque el otro le dé pruebas reiteradas de su amor. Ante la propia ambiva-lencia vivida, puede acabar reaccionando de la misma manera que sus fi-guras de apego: a veces te da muestras de su cariño, y otras veces te ig-nora; a veces puedes confiar en él, y otras veces te decepciona. A menu-do, las personas que viven este apego inseguro desearían tener más inti-midad que la que viven en las relaciones. Sus dudas sobre su valía pue-den llevarlas a tener un estilo de amar excesivo, sin límites, lo que sueleser vivido por los otros como agobiante y absorbente. La ansiedad queviven en el amor les agota, y son los que más sufren y temen la soledadde los tres estilos de apego.

Por último, el apego inseguro evitativo se gesta cuando el vínculo se es-tructura en una carencia de contacto e intimidad. Quienes incorporaneste estilo de relación aprendieron desde muy niños que no podían con-tar con un abrazo que calmase su miedo. Esta vivencia de frialdad afec-tiva les llevará a protegerse de su desconsuelo, elaborando una persona-lidad más desapegada, autosuficiente y desconfiada. Aprenderán que esmejor no manifestar sus emociones y evitarán aquellas situaciones que

207

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 207

ana garcía-mina freireSal Terrae

les hagan sentirse frágiles. Como en los casos anteriores, esta manera derelación incidirá en su forma de querer. Con frecuencia, no se sentiráncómodos en una relación íntima. Preferirán la distancia a la cercanía, yles costará confiar y compartir aquellas experiencias de sí mismos en lasque se sienten vulnerables. Evitarán pedir y considerarán un signo demadurez no necesitar a nadie. Y aunque su desconfianza provoque des-confianza, preferirán guarecerse en su hermetismo antes que arriesgarsea vivir una nueva decepción.

Estos estilos de vinculación pueden ser modificados a lo largo de vida. Lasexperiencias de apego de nuestra infancia condicionan pero no determinannuestra forma de relación y manera de amar. El encuentro con otras per-sonas, el desarrollo de una mayor madurez, la vivencia de otros amores másafortunados, la experiencia de Dios... nos pueden ayudar a sanar nuestrafalta de confianza en nosotros mismos y en los demás; pero para aprove-char estas oportunidades hemos de hacer «una pausa» y conectar con la se-guridad o inseguridad básica que nuestro legado de la infancia nos ha de-jado. Muchas reacciones del presente responden a vivencias del pasado. Enlas cosas del querer, el tiempo avanza muy lentamente.

El amor convierte los espejos en ventanas

El amor es una constante en nuestras vidas. Si bien nuestra primera ex-periencia de amar surge de la carencia, en la medida en que vayamos cre-ciendo y sintiéndonos queridos por el acierto de un amor maduro, deja-remos de vivirnos prisioneros de nuestro egocentrismo. Gracias a esteAmor, la indefensión se convertirá en seguridad, y nuestros miedos enconfianza. Comenzaremos a mirar al otro en lo que es, y no en funciónde nuestra necesidad o nuestros temores. Al considerar más importante«amar» que «ser amado», dejaremos de buscarnos a nosotros mismos enel otro.

Poco a poco, nuestra necesidad de vinculación nos impulsará a ir am-pliando nuestro círculo de relaciones e ir desarrollando diferentes formasde amar. Irán surgiendo los amigos, las experiencias de enamoramiento,la vivencia de Dios, las relaciones de pareja, las opciones vocacionales, la

208

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 208

9. R.J. STERNBERG, El triángulo del amor. Intimidad, pasión y compromiso, Paidós, Bue-nos Aires 1989.

las heridas del amor Sal Terrae

creación de una familia, la vida en comunidad... Y entre unos y otrosamores se nos irá pasando la vida y daremos sentido a nuestra existencia.

El amor nos sitúa ante una lógica que nos trasciende. Nos invita a con-vertir nuestros espejos en ventanas, a mirar más allá de nuestra necesidady a pasar de ser «amados» a ser «amantes». Pero ¿qué es Amar? Muchosdesencuentros se derivan de las diferentes expectativas y grado de impli-cación que cada cual considere propios del querer. Hagamos una «se-gunda pausa» y veamos, más allá de ser hijos de la abundancia y la ca-rencia, lo que entraña el amor.

Intimidad, pasión y compromiso

Entre las muchas definiciones que a lo largo de los tiempos se han dadosobre el amor, he elegido la desarrollada por Robert Sternberg, psicólo-go y profesor de la Universidad de Yale. Para Sternberg9, el amor se asien-ta en tres grandes pilares: la intimidad, la pasión y el compromiso. En es-tos están incluidos otros aspectos fundamentales del amor, como son: elcuidado, el respeto, la comunicación, la reciprocidad, la confianza, lalealtad, la franqueza, el apoyo, la entrega, la comprensión, la gratuidad,el saberse perdonar.

La intimidad tiene una gran importancia en el amor. Para Sternberg esel componente más fundamental. Suele iniciarse a través de encuentrosen los que gradualmente nos damos a conocer y vamos sintiéndonos mu-tuamente respetados y valorados en nuestra individualidad. Conformeuna relación crece en intimidad, uno se siente en confianza y disfrutacompartiendo lo que es. Hay una gran fluidez en la comunicación, y serespira autenticidad en el modo de ser y estar. Uno sabe que puede con-tar con el otro, y existe una valoración mutua desde el reconocimientono solo de las virtudes, sino también de las limitaciones.

209

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 209

10. R.J. STERNBERG, «Triangulating Love», en R. STERNBERG – M.L. BARNES (eds.), ThePsychology of Love, Yale University Press, New Haven 1988, 122.

ana garcía-mina freireSal Terrae

La pasión es ese estado intenso de deseo de unión con el otro en el quenuestro cuerpo y nuestra mente se activan a la vez. Aunque en muchasocasiones este deseo de querer estar con el otro está asociado a una atrac-ción sexual, no siempre la pasión es expresión de este deseo. Tambiénpuede uno verse excitado psicofisiológicamente desde otras necesidadesy deseos, como la necesidad de pertenencia, de autoestima, de sumisióno dominación, de admiración profunda, de sentirse querido, de grati-tud... En función del tipo de relación y del tiempo de la misma, estecomponente puede ir variando en intensidad e importancia.

El tercer componente del amor es la decisión-compromiso, que consta dedos aspectos, uno a corto plazo y otro a más largo plazo. El primero con-siste en la decisión que uno toma de amar a una persona; el segundo esel compromiso de permanecer en ese amor. Estos dos aspectos no nece-sariamente se dan de forma simultánea. Podemos decidir amar, pero nocomprometernos con ese amor; o podemos comprometernos a mantenerun amor que uno previamente no ha elegido. Este componente, al igualque el de la intimidad, suele crecer gradualmente. Cuando la relación es-tá consolidada, en ocasiones se convierte en la tabla de salvación. Entiempos difíciles y momentos de desamor, el vivirnos comprometidosnos permite mantenernos unidos.

Dependiendo del tipo de relación que tengamos (paterno-filial, frater-nal, de amistad, de pareja, con Dios, comunitaria...) y del momento dela misma, estos tres componentes tendrán diferente protagonismo.Sternberg describe hasta siete tipos de amor en función de las posiblescombinaciones que se pueden dar entre los tres componentes10.

210

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 210

AMOR NECIOPasión+Compromiso

AMOR VACIOSolo Decisión/Compromiso

ENCAPRICHAMIENTOSolo Pasión

AMOR COMPAÑERISMOIntimidad+Compromiso

AMOR ROMÁNTICOIntimidad+Pasión

CARIÑO / AFECTOSolo intimidad

AMOR CONSUMADOO COMPLETO

Intimidad+Pasión+Compromiso

las heridas del amor Sal Terrae

Cada relación tiene sus peculiaridades y se modifica con el paso del tiem-po. En este proceso es importante analizar si ese es el tipo de amor que unodesea para sí mismo y para la relación. Inexorablemente, las relaciones su-fren la erosión de la vida. No hay relación familiar, de amistad, de pareja,con Dios, comunitaria, con uno mismo... que no tenga sus altibajos. Amarno es fácil. Todos poseemos una herencia vital, gracias a la cual dispone-mos de las bases y los códigos para amar, pero de manera limitada. Sin em-bargo, es desde esta fragilidad desde donde estamos llamados a encontrar-nos y a ser capaces de dar lo mejor de nosotros mismos.

Amar es una carrera de fondo, y no siempre se siente uno con fuerzas omotivado para llegar a la meta. Uno de los mayores enemigos del amores el tedio, el aburrimiento, el peso de la costumbre. Hay amores quebostezan, que han perdido uno de los aspectos más básicos del querer:«disfrutar juntos». En el amor es fundamental alimentar este espacio deintimidad. No basta con que uno sienta cariño hacia otra persona; es ne-cesario expresarlo, compartirlo, celebrarlo. Cuando se pierde la compli-cidad, el deseo de estar juntos y compartir la vida..., la relación se con-vierte en un campo abonado para el desamor. Aquellas relaciones en lasque se habla poco y se escucha menos corren el gran riesgo de que un día

211

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 211

11. P. VARELA, Amor puro y duro. Psicología de la pareja. Sus emociones y conflictos, La Es-fera de los Libros, Madrid 2006, 75.

12. L. BUSCAGLIA, Amor. Ser Persona, Plaza y Janés, Barcelona 1984, 76.13. A. GRÜN, El arte de ser feliz, Sal Terrae, Santander 2008, 91.14. Ibid., 90.

ana garcía-mina freireSal Terrae

sus miembros no sepan qué decirse. Ser fiel no se reduce a no ser infiel,sino que requiere verdad, interés, implicación, transparencia11. No hayamor donde no hay voluntad, decía Gandhi.12 El amor necesita atención,cuidados, alegría. Un espacio en el que el «nosotros» sea posible.

La memoria del corazón

Probablemente, a lo largo de la lectura de este artículo te habrán venidoa la mente algunas de las personas que amándote te hirieron, y otras a lasque dañaste con tu forma de querer. Dar sentido a nuestro amor nos lle-va a caminar por estas sendas: es el tributo que pagamos por nuestra fra-gilidad. Pero la memoria de nuestro corazón no solo custodia historiasde desamor; también guarda con detalle experiencias de agradecimiento.Experiencias que merecen nuestra «tercera y última pausa» en esta refle-xión sobre el amor.

Decía Bonhoeffer que «sin la gratitud, mi pasado se hunde en la oscuri-dad, en el enigma, en la nada»13. Quien se siente agradecido ha experi-mentado el amor en su vida. Es capaz de darse cuenta de todo el bien re-cibido y capta la bondad inherente a las personas. El agradecimiento, se-ñala Anselm Grün14, otorga duración al amor y aliento a nuestros com-promisos. Cuando estos son vividos desde el agradecimiento, uno sesiente impulsado a transmitir lo recibido y a amar desde esa vivencia deagape apasionado con la vida, con su gente y con los proyectos que danconsistencia a sus días.

Amar es un acto de fe, de confianza en uno mismo y en el otro. Es laesencia y el motor de nuestras relaciones y nuestra motivación para vivir.Siempre implica un riesgo y una cuota de dolor y desengaño. Por mucho

212

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 212

15. A. GARCÍA-MINA FREIRE, «¡Corazón mío, qué abandonado te tengo!»: Sal Terrae 92(2004), 473-484.

16. Z. BAUMAN, Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Fondo deCultura Económica, Madrid 20099, 37.

las heridas del amor Sal Terrae

que lo deseemos, no hay ninguna garantía que nos asegure nuestrosamores, pero sí hay unas condiciones para que nuestras relaciones crez-can en el amor. Gran parte de su futuro depende del cuidado, respeto,intimidad y compromiso que les dediquemos y nos dediquemos. Aun-que en esta ocasión no haya profundizado en el amor hacia uno mismo,este es fundamental15. No es posible amar al otro si no nos queremos anosotros mismos. El amor que transmitimos es un fiel reflejo de nues-tra autoestima.

El amor necesita construirse sobre los cimientos de lo que es auténticoen uno, en los otros y en la relación. El amor no se improvisa: para que-rernos hace falta tiempo. Las cosas más elevadas, recuerda Rosenzweig,no pueden planearse: hay que estar permanentemente dispuestos16.Amar no se reduce a una relación, sino que acaba convirtiéndose en unaactitud ante la vida.

213

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 213

En el acompañamiento espiritual, la persona acompañada (el discípulo)es la principal responsable de su propio proceso, tanto para iniciar supropio camino espiritual como para relacionarse con Dios ycomprometerse con los demás; lo cual incluye discernir y decidir cada díasobre muchas opciones vitales, grandes y pequeñas, incluida su vocacióncristiana particular. El acompañante trata de ayudar en ese generosoesfuerzo. La perspectiva manejada en el libro es predominantementeignaciana, aunque la universalidad de los procesos implicados en unacompañamiento espiritual queda de manifiesto en las alusiones a santaTeresa de Jesús y a la Sagrada Escritura.

LUIS MªGARCÍA DOMÍNGUEZ, SJ

El libro del discípuloEl acompañamientoespiritual

208 págs.P.V.P.: 12,50 €

int. REVISTA marzo 2011:int. REV. diciembre 2006-grafo 15/2/11 00:43 Página 214