Stokes, Susan C. - Partidos Políticos y Democracia

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    Susan C. Stokes

    Los partidos polticos crearon la democracia... la democracia

    moderna es inconcebible sin partidos.

    E. E. Schattschneider (1942)

    Abstract

    A central claim of democratic theory is that democracyinduces governments to be responsive to the preferences ofthe people. Political parties organize politics in every modern

    democracy, and some observers claim that parties are whatinduce democracies to be responsive. Yet, according to others,parties give voice to extremists and reduce the responsivenessof governments to the citizenry. The debate about parties anddemocracy takes on renewed importance as new democraciesaround the globe struggle with issues of representation andgovernability. I show that our view of the impact of parties ondemocratic responsiveness hinges on what parties are theirobjectives and organization. I review competing theories of

    parties, sketch their testable implications, and note theempirical findings that may help adjudicate among thesetheories. I also review debates about the origins of parties,about the determinants of party-system size andcharacteristics, and about party competition.

    Partidos polticos y democracia

    Translated and reprinted, with permission, from the Annual Review of PoliticalScience, Volume 2 1999 by Annual Reviewswww.annualreviews.org (Traduc-cin: Marcelo Nazareno)

    STUDIA POLITIC Nmero 03 ~ otoo/invierno 2004.Publicada por la Facultad de Ciencia Poltica y Relaciones Internacionales,

    de la Universidad Catlica de Crdoba, Crdoba, Repblica Argentina.

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    Resumen

    Un argumento central en la teora de la democracia es queesta induce a los gobiernos a ser responsables frente a laspreferencias de los ciudadanos. Los partidos polticos orga-nizan la poltica en cada democracia moderna, y algunos ob-servadores sostienen que son los partidos los que inducen alas democracias a ser responsables. Sin embargo, para otros,los partidos dan voz a las posturas extremas y reducen laresponsabilidad de los gobiernos para con la ciudadana. Eldebate sobre los partidos y la democracia asume una impor-

    tancia renovada en la medida que nuevas democracias entodo el mundo enfrentan problemas de representacin y go-bernabilidad. En este ensayo trato de mostrar que nuestra vi-sin del impacto de los partidos sobre la responsabilidad de-mocrtica depende de lo que los partidos sean susobjetivos y su organizacin. Repaso teoras en pugna de lospartidos polticos, bosquejo sus implicaciones contrastablesempricamente y destaco los hallazgos empricos que puedenayudar a elegir entre estas teoras. Tambin reveo los deba-tes sobre los orgenes de los partidos, sobre los determinan-tes del tamao de los sistemas de partidos y sus caractersti-cas, y sobre la competencia de partidos.

    Introduccin

    Schattschneider crea que los partidos polticos haban crea-do la democracia americana a travs de un pequeo expe-rimento republicano (1942:3) atrayendo a las masas hacia

    la vida poltica. A pesar de este logro, Schattschneider se queja-ba de que los tericos polticos se hubieran mantenido silenciososen relacin con papel de los partidos polticos en la fundacin deaquella democracia y que permanecieran as un siglo y mediodespus 1.

    1 El silencio persiste. La enciclopdica Democracy and its critics (Dahl, 1989),slo le dedica a los partidos polticos siete de sus cuatrocientas pginas.

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    Los fundadores de la repblica americana intentaron crear institu-ciones en las que los partidos y facciones no pudieran prosperar;

    sin embargo los partidos surgieron cuando la democracia america-na todava estaba an en su infancia, as como han aparecido encada democracia sobre la tierra. Ms tarde, tericos normativos,muchos de ellos no menos escpticos que Madison o Jeffersonacerca de los partidos como promotores del bien pblico, conside-raron a los partidos polticos como una realidad desagradable, unacizaa robusta que brotaba en lo que, de lo contrario, hubiera sidoel bien cuidado jardn de las instituciones democrticas.

    Entre los tericos positivistas y los estudiosos empricos de la de-mocracia, el inters en los partidos polticos es mayor. En la tem-prana posguerra, los cientistas polticos en los Estados Unidos an-helaban el fortalecimiento de partidos que permitieran gobiernosde partidos; sus aspiraciones estn presentes tambin en los obser-vadores actuales de las nuevas democracias en Europa Oriental yAmrica Latina, quienes adjudican los dficits de estas democra-

    cias a la ausencia o debilidad de partidos polticos. Quizs, porquesu mundo normativo se ordena no alrededor de las nociones debien pblico, sino alrededor de la representacin eficaz de inevita-bles intereses en pugna, los tericos positivos de la democracia sonms propensos a no ver a los partidos como una cizaa sino comoun microbio necesario, alojado profundamente en el aparato diges-tivo, quiz carente de atractivos, pero vital para mantener el cuer-po poltico con buena salud. Desde una perspectiva, los partidos

    promueven intereses que son parciales (ntese la etimologa co-mn) o extremistas; desde otra, los partidos son el eslabn entre losintereses de los ciudadanos y las acciones del gobierno. Adems deinducir a los gobiernos a ser responsables frente a los ciudadanos,los partidos ponen orden en los procesos legislativos, reducen losproblemas de multidimensionalidad del espacio de asuntos a trataren las legislaturas y proporcionan a los votantes un objetivo polti-co al cual adherirse. El debate sobre los partidos polticos son

    un mal inevitable? son lo que hacen democrtica a la democra-cia? permanece irresuelto. Y no se resolver hasta que no se al-cance algn acuerdo sobre la naturaleza de los partidos culesson sus objetivos y cmo estn estructurados. En esta revisin bos-

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    quejo las posiciones en pugna dentro este debate y sugiero direc-ciones para la investigacin emprica que pueden ayudar a resol-

    verlo, o por lo menos llevarlo hacia un plano puramente normativo.A esta tarea est dedicada la segunda seccin. En la primera sec-cin, reviso las corrientes de investigacin ms importantes sobrelos partidos polticos en la ciencia poltica de posguerra.

    La discusin se restringe a los partidos polticos en democracias[es decir sistemas polticos en los que los puestos de gobierno im-portantes son asignados a travs de elecciones justas y competiti-

    vas sostenidas en un cronograma regular, y en el que se protegenlas libertades de asociacin y expresin y los derechos polticos seextienden a casi todos ciudadanos adultos (ver Dahl, 1971)]. Parael tratamiento de partidos en sistemas no democrticos, ver Duver-ger (1963), LaPalombara y Weiner (1966) y Janda (1993).

    Los lmites de espacio me fuerzan a ignorar algunas corrientes deinvestigacin, en particular la reciente literatura sobre la conductade los partidos en las legislaturas. Para un ejemplo de recientes

    contribuciones, ver Rohde (1991); Cox y McCubbins (1992);Schickler y Rich (1997); Krehbiel (1993); y J. M. Snyder y T.Groseclose (manuscrito indito).

    Estudiar los partidos polticos: cules son los problemas?

    Los Orgenes de Partidos Polticos

    Los partidos polticos son endmicos a la democracia. Sin embar-go, no forman parte de ninguna definicin formal de aqulla; nilas constituciones de la mayora de las democracias establecen unrol para los partidos. Ciertamente, en la mayora de los pases lospartidos operan en un ambiente poco regulado por leyes. En losEstados Unidos, los fundadores estaban absolutamente determina-dos contra los partidos. Madison, en El Federalista 10, no estable-

    ci ninguna distincin entre partidos y facciones una minora omayora unida por algn impulso comn, de pasin o de inters,adverso a los derechos de otros ciudadanos, o a los intereses per-manentes y agregados de la comunidad (1982 [1787]: 43). Sin

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    embargo, se percataba de que el precio pagado en libertad paraneutralizar los factores causales de los partidos sera demasiado

    grande. Los partidos, entonces, eran un derivado inevitable de lalibertad propia de una comunidad republicana combinada con lapropensin humana hacia la divisin y el conflicto.

    A pesar de los esfuerzos de los fundadores, incluyendo a los au-tores de El Federalista, por disear instituciones para controlarpartidos y facciones, en slo una dcada desde el nacimiento delestado americano, aqullos haban empezado a organizar la vida

    poltica de la nueva nacin (ver Hofstadter, 1969).Muchos estudiosos contemporneos de la democracia dan una res-puesta ms optimista a la pregunta del por qu de los partidos.Una de las respuestas principales es que la poltica legislativa esinestable sin partidos; de ah que los legisladores que quieran con-seguir que una poltica sea adoptada o quieran que sus preferen-cias polticas prevalezcan, formarn partidos. Lejos de ser unaconsecuencia infortunada de la conjuncin de la naturaleza huma-

    na con las libertades liberales, los partidos introducen efectividaden las instituciones democrticas.

    Un reciente libro titulado Por qu los Partidos? (Aldrich, 1995)explora los orgenes del sistema de partidos americano. Los miem-bros del Congreso enfrentaron decisiones importantes sobre el re-embolso de la deuda y la estructura futura de gobierno. Se hizoevidente, incluso ante los pensadores anti-partido como Hamilton

    y Jefferson, que podra tomarse ventaja de la coordinacin de vo-tos sobre diferentes problemas entre los legisladores con similares(aunque no idnticas) preferencias. La formacin de partidos en lalegislatura era una reaccin natural frente al problema del carc-ter multidimensional de las agendas y la inestabilidad resultantede la circularidad de los resultados de las votaciones. El partidolegislativo minoritario tena entonces inters en movilizar votospara reforzar su posicin en la legislatura, llevando a la transfor-

    macin de partidos legislativos en partidos de masa. Aldrich(1995) se hace eco de la explicacin de Schattschneider (1942)sobre las ventajas naturales de la organizacin de partidos en laslegislaturas, basndose en las teoras de la inestabilidad de las de-

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    cisiones bajo la regla de la mayora (Condorcet, 1958; Arrow,1963; McKelvey, 1976; Riker, 1982; Schwartz, 1986; M. O. Jack-

    son y B. Moselle, manuscrito indito).La universalidad del escenario en el que los partidos se originanen las legislaturas y luego se extienden al electorado, no se ha es-tablecido firmemente. En pases donde las dictaduras militares su-primen los partidos por largos perodos, los partidos florecen amenudo antes de que las polticas legislativas se hayan iniciado(ver Linz y Stepan, 1996). En estos casos, la ventaja de la organi-

    zacin en partidos parece surgir de la dinmica de una transicinnegociada desde reglas autoritarias hacia la democracia, procesoque puede o no tener mucho en comn con los procesos legislati-vos normales. Para saldar el debate, lo que puede significar notanto establecer los orgenes de los partidos sino las condicionesbajo las que lites polticas o la movilizacin popular engendrarnpartidos polticos, necesitamos mejor y ms social y cientfica-mente informada investigacin histrica en cuanto a los orgenes

    de los partidos (ver Vincent, 1966; Cox, 1987).El alcance de la respuesta de la poltica legislativa a la pregun-ta por qu los partidos? compite en la academia contemporneacon numerosas explicaciones de abajo hacia arriba (ver prximaseccin). Para una de estas explicaciones, los partidos son la pro-yeccin dentro del reino poltico de clivajes sociales heredadoshistricamente. Para otra, los partidos surgen por la competenciapor cargos a nivel de distrito; hay ventajas heursticas y de coor-

    dinacin en organizar esta competencia a lo largo de lneas de par-tido, particularmente en el salto de partidos locales a nacionales.Ntese que el efecto de los partidos en trminos normativos esan, contra Madison, bueno: aunque ellos no estabilicen las pol-ticas legislativas, dan una ms efectiva expresin al inters y lasolidaridad de la gente.

    Sistemas de Partidos, Clivajes Sociales y Reglas Electorales

    Los partidos son endmicos a la democracia. Sin embargo, sunmero, grado de institucionalizacin y estructura varan enor-

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    memente de un continente a otro y de un pas a otro pas. El ta-mao de un sistema de partidos (cuntos partidos regularmente

    compiten en elecciones) y su alcance (qu clivajes e identidadesson politizadas y cules no) tienen profundas implicancias nor-mativas. Si los partidos canalizan las preferencias, opiniones eintereses de los ciudadanos hacia el gobierno, entonces la expre-sin de intereses sociales o su supresin va el sistema de parti-dos influir crticamente sobre la calidad de la democracia. En eldebate sobre los determinantes, la naturaleza y el tamao de lossistemas de partidos una de las perspectivas defiende una socio-

    loga comparativa de la poltica (Lipset y Rokkan, 1967: 1),mientras otra defiende un anlisis institucional. La sociologapoltica explica variaciones en los sistemas de partidos en trmi-nos de clivajes sociales subyacentes (Campbell, 1958; Grumm,1958; Lipson, 1964; Lipset y Rokkan 1967; Rokkan, 1970; No-helen, 1981; Beyme, 1985; Solari, 1986). En la formulacin deLipset y Rokkan (1967) el sistema de partidos que emergi enlos pases europeos fue la consecuencia de alianzas que surgieron

    a raz de eventos histricos crticos -la Reforma, la construccinde los estados nacionales y la revolucin industrial. Aunque lamirada sociolgica es algunas veces caricaturizada como igno-rante del impacto de las reglas electorales sobre los sistemas departidos, ella reconoce a menudo la fuerza de las institucionessobre estos sistemas. Lipset y Rokkan, por ejemplo, reconocen lacentralidad de las reglas del juego electoral (1967:30) y hacenalgunas sugerencias en cuanto a explicar cmo estas reglas sur-

    gen de clivajes sociales preexistentes. Estudios ms recientes hanllevado este proyecto ms adelante. Boix (1997), desde unaorientacin estratgica de la accin, explica la eleccin de un sis-tema mayoritario versus uno proporcional en los pases europeosen el momento en que los trabajadores adquiran derechos pol-ticos y aparecan los partidos socialistas. Los votantes y los par-tidos liberales enfrentaban el dilema de cmo retener el controlde los escaos legislativos. Si uno de los partidos liberales pre-

    existentes dominaba electoralmente al otro, este partido podaservir como un punto focal para los votantes liberales, y la reglade la mayora permaneca atractiva. Pero si dos partidos libera-les existentes dividan de un modo igual los votos liberales, los

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    lderes preferiran cambiar a un sistema proporcional con el finde asegurar la representacin liberal.

    El anlisis de Boix (1997) es una bienvenida innovacin en unasociologa comparativa de la poltica que era dbil en cuanto alprotagonismo de los actores individuales conscientes (agencia). Lossociolgos comparativistas nunca explicaron satisfactoriamente laemergencia y persistencia de un conjunto de clivajes sobre otros.La pretensin de que algunos clivajes sociales son ms centralesque otros ignora la amplia evidencia de la no politizacin de dife-

    rencias que, desde un punto de vista histrico o lgico, podranmuy bien ser politizadas (ver Laitin, 1986). Cuando los sociolgoscomparativistas tratan de explicar por qu uno u otro clivaje es ex-presado en el sistema de partidos, vinculan estos clivajes a alianzasy divisiones en el pasado distante sin tomar suficientemente encuenta que la volatilidad de los sistemas de partidos y la declina-cin de los partidos afectan a muchas democracias (ver Mair,1997). Kalivas (1996), muestra que las divisiones religiosas, por

    ejemplo, no son fijas sino que pueden renacer de un perodo a otro,con drsticos efectos sobre el sistema de partidos. Muestra que elliberalismo anticlerical de fines del siglo XIX llev a la Iglesia aestrategias de autodefensa, con el resultado eventual no previstopor ella del establecimiento de partidos demcrata cristianos. Enla medida que la agencia persista hay pocas razones para creer quelos sistemas de partidos permanecern inmutables.

    El institucionalismo ha sido desarrollado como una alternativa a la

    sociologa comparativa de los sistemas polticos. Sin embargo,como veremos, los institucionalistas responden mejor la preguntacuntos partidos? que la pregunta qu clase de partidos?.

    El institucionalismo, se origin en los escritos de Duverger (1951,1966). La ley de Duverger sostiene que los distritos uninomina-les en los cuales la simple pluralidad es requerida para ganar elescao, producen sistemas de dos partidos en ese nivel electoral.

    Duverger razonaba que los votantes no desperdiciaran sus votosen partidos con poca chance de ganar representacin y que lospartidos que fracasaban en movilizar votantes se desalentaran ydesbandaran. El mismo razonamiento fue extendido por Leys

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    (1959) y Sartori (1968) a distritos multinominales en los cualeslos escaos son asignados por representacin proporcional. La re-

    presentacin proporcional produce sistemas con dos o ms parti-dos, dependiendo del nmero de escaos en los distritos y del n-mero mnimo de votos requeridos para ganar algunarepresentacin legislativa.

    Una vasta literatura extiende y refina los descubrimientos de Du-verger (ver Leys, 1959; Wildavsky, 1959; Sartori, 1968, 1976; Gi-bbard, 1973; Satterthwaite, 1975; Riker, 1982; Lijphart, 1994). El

    avance ms importante en esta rea desde Duverger es Making vo-tes countde Cox (1997). En el contexto de una discusin ms am-plia del voto estratgico, Cox muestra que la Ley de Duverger de-bera ser comprendida como estableciendo un lmite superior alnmero de partidos. A travs de un anlisis del impacto de dife-rentes reglas electorales (uninominales con simple mayora, unino-minales con segunda vuelta, representacin proporcional de variostipos), Cox concluye que las reglas electorales interactan con la

    diversidad social para determinar el efectivo nmero de partidosen un sistema. La diversidad social entra en el argumento a travsdel vnculo entre sistema de partidos a nivel de distrito y sistemanacional. Consideremos un distrito uninominal con la regla desimple mayora. La Ley de Duverger obviamente produce biparti-dismo en los distritos individuales, pero por qu debera el siste-ma nacional repetir esta misma estructura de dos partidos? Cox(1997:186) sugiere que algn grupo prexistente, que ya es de al-

    cance o perspectiva nacional, busca llevar adelante una tarea querequiere la ayuda de un gran nmero de legisladores o candidatoslegislativos; este grupo, por lo tanto, busca inducir a quienes se-rn legisladores por varios diferentes distritos a participar en unaorganizacin mayor. Los grupos preexistentes pueden ser sindica-tos, sectas religiosas, grupos tnicos o intereses regionales. Laprominencia de un grupo u otro no es causado por reglas electo-rales. Los hallazgos empricos, como aquellos de Taagepera y

    Grofman (1985), Powell (1982) y Ordeshook y Shvetsova (1994)apoyan la conclusin de que la magnitud del distrito a nivel local,ella misma determinada por reglas electorales, establece un lmitesuperior al nmero efectivo de partidos; este efecto institucional

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    luego interacta con la heterogeneidad social para producir el n-mero efectivo de partidos. El institucionalismo necesita una socio-

    loga comparativa para dar una completa explicacin del sistemade partidos. El trabajo de Boix y Kalyvas sugiere una ms vital,estratgicamente sensible sociologa comparativa.

    Los partidos y la movilizacin de los votantes

    Cmo movilizan los partidos el apoyo de los votantes? La cien-

    cia poltica de posguerra ofrece respuestas rivales con distintasimplicaciones con respecto al impacto de los partidos sobre lademocracia: los partidos revelan y agregan las preferencias delos votantes de modo tal que los gobiernos son responsables antelos ciudadanos? O, los partidos forman oligopolios de competi-dores con intereses y preferencias contrarias a aqullas de quie-nes votan?

    Los principales estudios pioneros sobre la conducta electoral veana los partidos como organizaciones que movilizaban a los votan-tes a travs de vnculos de socializacin y afecto. Apoyndosefuertemente en la psicologa social, estudiosos de la Escuela deMichigan desarrollaron en los sesenta la nocin de identificacinpartidaria como un vnculo emocional a un partido poltico, elcual es inculcado tempranamente y el que, salvo en los grandesrealineamientos partidarios, da forma a la conducta electoral a

    todo lo largo de la vida de una persona (Campell et. al., 1960,1966; Converse, 1969, 1976; Edelman, 1964; Clarke y Stewart,1998). Ms tarde esta perspectiva fue desplazada por aquella se-gn la cual los partidos competan por el apoyo de los votantescuya postura era ms racional e instrumental. Downs (1957) haafirmado que los votantes eligen a quien votar basados en laproximidad de un partido a su propio punto ideal con respecto aun tema (policy ideal point) (para una revisin reciente ver Fere-

    john, 1995). Downs ofreci algunos indicios que sugeran que elnombre del partido puede jugar un rol heurstico al permitir a losvotantes localizar a los candidatos en un espacio de temas ancuando ellos carecieran de detallada informacin acerca de la po-

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    2 Los espacios de temas son aquellos en los cuales las posiciones pueden ser de-finidas a travs de un espacio euclideano. Un ejemplo son los impuestos: en teo-ra, el punto ideal de la gente puede caer en cualquier punto entre 0 % y 100 %de la tasa impositiva. Temas de valencia, por el contrario, son aquellos que in-volucran el vnculo de los partidos con alguna condicin que es positiva o negati-vamente valuada por el electorado (D. Stokes, 1966:170-71). Un ejemplo es laprosperidad o la corrupcin. Mientras la estrategia en el espacio de temas es con-cebida como una cuestin de colocar al partido en el punto prximo a algn con-

    junto de votantes cuyo apoyo el partido quiere movilizar, la estrategia del partidoen un espacio de valencia es tratar de establecer un vnculo en la mente del p-blico entre el partido y el tema con valencia positiva; por ejemplo, ser conocidocomo el partido de la prosperidad o de la anticorrupcin.

    ltica implementada en el pasado por quienes gobernaron hastaentonces o sobre las propuestas de aquellos que los desafiaban

    electoralmente. Key (1966) es el padre de las teoras contempor-neas del voto retrospectivo, donde los ciudadanos evalan no laposicin sobre un tema, sino el desempeo pasado en el gobiernopara decidir cmo votar. Aqu, tambin, el rol del nombre del par-tido es heurstico. La visin del conteo continuo (running tully)(Fiorina, 1981), de acuerdo con la cual el nombre de los partidossintetiza el desempeo pasado de los gobiernos bajo el particularliderazgo de un partido, es una extensin de esta perspectiva (ver

    tambin Zechman, 1978; Alt, 1984; Popkin, 1991; Achen 1992).Una clase diferente de rol cognitivo para a los partidos es pro-puesta por Rabinowitz y Macdonald (Rabinowitz y Macdonald1989; Rabinowitz et. al., 1991). Comenzando con la observacinde que la prediccin de Downs de que la convergencia de partidosa la posicin preferida del votante medio no se confirma en elmundo real (ver abajo), y siguiendo el camino de Daniel Stokes(1966) quien descubri la importancia de la valencia como

    opuesta a la posicin sobre temas 2, afirman que los votantes per-ciben a las polticas en trminos dicotmicos. Los partidos puedenadoptar o mi lado de la cuestin o el otro lado. Con el fin dedar seales claras sobre cul es el lado del partido, estos envanmensajes relativamente intensos los cuales, en trminos espa-ciales, podran ser considerados extremos. Rabinowitz et al. pro-veen alguna evidencia emprica de los Estados Unidos para suteora direccional de la competencia entre partidos.

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    3 La prediccin asume que las funciones de utilidad de los votantes son de unsolo pico y declinan asimtricamente a medida que la poltica se aleja de su pun-to ideal, un supuesto desafiado en el modelo direccional. Para discusiones sobrela extensin del modelo de Downs al espacio de temas multidimensionales, siste-mas multipartidarios y una variedad de reglas electorales, ver Hinich y Munger(1994) y Cox (1990, 1997).

    Iversen (1994 a, b) nota la divergencia en las predicciones de lateora direccional y de los modelos espaciales. Si la teora direccio-

    nal es correcta, los partidos deberan adoptar posiciones ms extre-mas (o intensas) que aquellas de los votantes. En el modelo espa-cial de Downs, por otra parte, se predice que los programas de lospartidos convergirn al mismo punto, aquel preferido por el votan-te medio 3. Iversen explora estas predicciones con la evidencia delas democracias europeas. Encuentra que, contrariamente a la pre-diccin de los modelos espaciales, los lderes de los partidos de iz-quierda y los partidos de derecha sostienen posiciones polticas que

    son extremas en relacin a aquellas de sus representados y an delos activistas del partido. Slo los partidos de centro ocupan posi-ciones que convergen en el votante medio. El hallazgo da apoyo almodelo direccional como as tambin a la perspectiva moviliza-cional (ver Pzeworski y Sprague, 1986) donde los partidos persi-guen al mismo tiempo ganancias electorales de corto plazo y cam-bios de largo plazo en la identidad poltica y las creencias de losciudadanos a los que se dirigen. La exploracin de Iversen del po-

    sicionamiento partidario sugiere que las preferencias de los votan-tes son formadas por la poltica electoral y la competencia entrepartidos y que ellos responden no slo a seales posicionales acer-ca de lo que un gobierno planea hacer, sino tambin, potencialmen-te, a orientaciones ms profundas por la transformacin social.

    Partidos polticos y democracia

    Qu son los partidos polticos?

    La democracia induce a los gobiernos a ser responsables ante las pre-ferencias del pueblo. Esta es al menos, la pretensin central de mu-

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    chos tericos de la democracia. De acuerdo con Dahl (1971:1), laresponsabilidad continua del gobierno frente a las preferencias de sus

    ciudadanos [es] una caracterstica clave de la democracia; declara-ciones equivalentes abundan. Sin embargo, as como la responsabili-dad de los gobiernos a la voluntad del pueblo es controversial en tr-minos normativos, el grado de responsabilidad de los gobiernoselectos es puesto en duda (ver S. Stokes, 1998 a; Pzevowrski et. al.,1999). La teora democrtica de posguerra a menudo afirma que lospartidos polticos transmiten las preferencias populares a la poltica.Hacindose eco de Schattschneider, Key escribi que una funcin

    esencial de los partidos es obtener el consentimiento popular parael curso de la poltica pblica (1958:12) . No obstante, aqu otra vezimporta la propia perspectiva que uno tenga de los partidos polticos.Para algunas visiones, los partidos fuerzan a los gobiernos elegidos aser responsables frente a sus electores. Otras, afirman que los partidoshacen irresponsables a los gobiernos. Mucho est en juego en lasperspectivas rivales sobre los partidos polticos. Los estudiosos impu-tan a los partidos diferentes caractersticas en dos dimensiones: sus

    objetivos y su estructura interna. Los objetivos pueden ser exclusiva-mente ganar un cargo o pueden tambin incluir la implementacin desu poltica preferida; la estructura interna de los partidos puede serunificada o dividida 4. La Tabla 1 ilustra estas dos dimensiones y lo-caliza en ellas las principales teoras de los partidos polticos.

    Partidos unificados

    TEORIA ESPACIAL Comenzando en la celda noroeste de la Ta-bla 1, la teora espacial en su forma temprana asuma que los par-tidos estaban interesados slo en alcanzar cargos y estaban inter-namente unificados alrededor de este objetivo. Downs invocaba lametfora de los partidos como equipos (Downs, 1957; Blakc,1958). Se asuma que los partidos se movan libremente a travsdel espacio poltico en su fin de captar votos. La prediccin de

    4 Strom (1990) sugiere que distintos objetivos de partidos no son caractersticasestticas de estos, sino que son endgenos al ambiente institucional.

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    que los partidos convergeran en un nico punto (la posicin delvotante medio) provoc interrogantes perturbadores acerca del

    grado de eleccin que enfrentaban los votantes. Sin embargo, parala mayora, el desplazamiento ideolgico en busca de votos eraconsiderado como lo que haca responsable al gobierno. La com-petencia electoral induca a los partidos y de este modo a los go-biernos, a dar a los votantes lo que ellos queran, precisamentecomo la competencia econmica induce a las firmas a producir loque los consumidores quieren. Barry (1978:99-100) not el para-lelo entre la teora espacial y la mano invisible: as como el pa-

    nadero nos provee pan, no por la bondad de su corazn, sino enretorno a nuestro pago, as los polticos suministran las polticasque nosotros queremos, no para hacernos ms felices, sino paraconseguir nuestros votos.

    Tabla 1

    Dos dimensiones en la conceptualizacin de los partidos polticos

    Objetivos

    Ganar Cargos

    Teora Espacial

    Hegemona de losFuncionarios

    Implementar Polticas

    Teora Espacial Modificada

    Teora Direccional

    Teora de la MovilizacinGeneraciones Superpuestas

    Disparidad Curvilineal

    Unificada

    Dividida

    EstructuraInterna

    MODIFICACIONES Movindonos a la celda noreste, un conjuntoposterior de escritores, an influidos por la teora espacial, relaja-

    ron la asuncin de partidos libres de preferencias o ideologas y ex-ploraron las implicaciones para la competencia entre partidos cuan-do estos se interesan en el contenido de las polticas al mismotiempo que en ganar cargos (Wittman, 1977, 1983; Calvert, 1985;

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    Chapell y Keech, 1986). Calvert muestra que si la distribucin devotantes a lo largo del espacio poltico es conocida, an los parti-

    dos con compromiso ideolgico convergirn alrededor de la posi-cin del votante medio. La prediccin es idntica a la de Downsbajo la asuncin de partidos que buscan slo cargos [Ledyart(1984), Coughlin (1984) y Hinich (1977) muestran que la conver-gencia es un resultado ms general que el teorema del votante me-dio]. Calvert razona que, a menos que un partido gane la eleccin,la oportunidad que tiene de implementar su poltica preferida esinexistente; de este modo, se inclinar (casi) enteramente a poster-

    gar su posicin preferida con el fin de triunfar. En consecuencia, laprediccin del modelo espacial original de partidos responsablesante las preferencias de los votantes se generaliza al caso de lospartidos ideolgicos 5.

    La perspectiva ms cercana a una teora en la cual los partidos es-tn interesados en expresar posiciones polticas, pero son indife-rentes sobre si ganan es la de Edelman (1964). Tales partidos pue-

    den ser pensados como consiguiendo utilidad de la expresin deuna preferencia o una ideologa, pero pocos ejemplos de una con-ducta tal como esta pueden ser encontrados entre los partidos po-lticos.

    El argumento es diferente si la distribucin de las preferencias delos votantes es desconocida. En este caso, la conducta de los par-tidos que buscan cargos comparada con la de los partidos ideol-gicos debera divergir. Se espera que los partidos buscadores de

    cargos usen la informacin disponible para construir una aproxi-macin del punto ideal del votante medio y que adopten esa posi-cin; asumiendo que la informacin disponible es la misma, am-bos partidos elaborarn las mismas conjeturas y arribarn a lamisma posicin [Ferejohn & Noll (1978) derivan un resultado deno convergencia cuando los partidos son puros buscadores de car-

    5 Supuestos adicionales son que las preferencias de los votantes son formadaspor procesos diferentes que la competencia entre partidos y, relacionadamente,que los partidos estn concentrados en la eleccin actual supuestos que son de-safiados por la teora de la movilizacin, como se indic ms arriba.

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    gos, no tienen certeza acerca del resultado de las elecciones yusan diferente informacin para formular predicciones acerca de

    los resultados electorales; ver abajo].Qu podemos decir acerca de los partidos ideolgicos? La nocerteza acerca del punto ideal del votante medio implica que elresultado de las elecciones es incierto. Los partidos deben elegirposiciones polticas sobre la base de su utilidad esperada. Asu-miendo que la posicin de campaa de un partido es obligatoriaen relacin a su posicin en el gobierno (ver abajo), la utilidad

    esperada de adoptar una posicin dada es:

    1. E(U/xa) = Pw(Vx) + (1-Pw) (Vy)

    donde xa es la poltica anunciada en la campaa, Pw es la proba-bilidad de ganar la eleccin, Vx es el valor que el partido deriva dela implementacin de su poltica preferida, y Vyes el valor que elpartido deriva de la implementacin de la poltica preferida por el

    otro partido.Calvert muestra que el grado de divergencia en la campaa de-pende del valor de los parmetros. En particular, cuanto msgrande es el valor derivado de la propia poltica comparado conaquel de la poltica del oponente, ms grande es la brecha entrelas plataformas. Es de destacar, entonces, que los partidos polti-cos bajo incerteza son menos responsables frente a los votantesque lo que son los partidos segn la formulacin del modelo es-pacial, en el cual los partidos slo quieren alcanzar cargos. Aho-ra, su propia predisposicin ideolgica, como as tambin la pre-ferencia de los votantes, es lo que determina su posicin poltica.

    Este resultado gana relevancia si reconocemos que parte de lano certeza sobre los resultados electorales se produce porquelas preferencias de los votantes son parcialmente determinadaspor la poltica electoral. Este es el argumento de la teora de la

    movilizacin, un argumento que ha ganado fuerza por recientestrabajos que exploran el impacto de los mensajes de los parti-dos sobre la opinin pblica (Zaller, 1994; Gerber y Jackson,1990). Los polticos consideran a las preferencias de los votan-

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    tes sensibles a las campaas; de otro modo no desperdiciarantiempo y dinero llevndolas adelante 6. Bajo el supuesto de pre-

    ferencias de los votantes parcialmente endgenas, los partidosdeben hacer dos proyecciones: sobre la distribucin de las pre-ferencias antes de la campaa y acerca de la persuasin queejerce el mensaje (y de este modo sobre la distribucin de pre-ferencias el da de la eleccin). Mirado de este modo, la asun-cin de no certeza en relacin a los resultados electorales pare-ce realista. Pero an tenemos mucho que aprender acerca de laformacin de las preferencias adems de los problemas que la

    endogeneidad de estas preferencias genera para la teora norma-tiva de la democracia.

    Partidos Divididos

    La mitad inferior de la Tabla 1 est ocupada por teoras que explo-ran las implicaciones de la competencia entre partidos si estos es-

    tn compuestos de actores con objetivos conflictivos. Pero por de-bajo de este nivel de abstraccin, estos modelos presentan grandesdiferencias. En el modelo de generaciones superpuestas, los par-tidos inducen a los gobiernos a ser responsables frente a los votan-tes; en los modelos de hegemona de los funcionariosy disparidadcurvilineal, los partidos hacen a los gobiernos menos responsablesfrente a los votantes de lo que ellos seran sin partidos.

    GENERACIONES SUPERPUESTAS Este modelo conceptualizalos partidos polticos como compuestos por individuos que quierenganar cargos pero que una vez en ellos desean imponer sus pro-pias preferencias, las cuales son distintas de aquellas del votantemedio. Los miembros del partido, sin embargo, los inducen a nosatisfacer sus preferencias ideolgicas y a permanecer responsa-bles frente a los votantes.

    6 La otra explicacin para las campaas es que ellas inducen a la participacin enaquellos lugares en los cuales votar no es obligatorio. Pero an donde es obliga-torio, como en buena parte de Amrica Latina, grandes sumas son gastadas enenviar mensajes polticamente relevantes.

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    Siguiendo a Alesina y Spear (1988) asumamos un partido polticocuyos miembros individuales tienen todos un punto ideal que es

    excntrico en comparacin con el votante medio. Los miembrosdel partido saben que sus preferencias se desvan del votante me-dio, aunque ellos no conocen la distribucin exacta de las prefe-rencias de los votantes. Los miembros del partido, a este propsi-to, son definidos como individuos de rango suficientemente alto,quienes anticipan realsticamente que competirn por cargos elec-tivos en el futuro. Los miembros tienen un nmero finito de aospermaneciendo en sus carreras, y cuando ellos se retiran nuevos

    miembros toman su lugar. Por simplicidad, consideremos un par-tido con tres miembros. Al Miembro 1 le queda un perodo de ca-rrera poltica; l competir por cargos ahora y se retirar al finaldel perodo. Al Miembro 2 le quedan dos perodos; su turno paracompetir llegar con el retiro del Miembro 1, un perodo despusdel actual. El Miembro 3, el ms joven, tiene un horizonte de tresperodos y llegar a la competencia al final del perodo que le co-rrespondera al Miembro 2. Si, contrafcticamente, el Miembro 1

    no estuviera constreido por un partido, usara su cargo como unaherramienta para su compromiso ideolgico personal e impondrasu propia poltica ideal, xp, la cual (por asuncin) es diferente delpunto ideal del votante medio.

    Alesina (1988) muestra que si quienes detentan cargos no estnlimitados de algn modo, cualquier posicin poltica anunciadaser inconsistente a lo largo del tiempo y, de este modo, increblepara los votantes. Los votantes anticiparn que quienes estn en elcargo impondrn su propia preferencia poltica y de este modo es-perarn que la poltica del gobierno diverja de las posiciones decampaa (ver tambin Ferejohn, 1986). Los votantes slo creernlas afirmaciones de campaa que reflejen el verdadero punto idealde los candidatos; los candidatos anunciarn esta verdadera posi-cin, y sus campaas (y polticas) divergirn unas y otras de laspreferencias del votante medio.

    Pero el Miembro 1 es un miembro del partido, y los Miembros 2y 3 pueden tener algn medio para controlar su comportamientoen el cargo. Ellos pueden forzarlo a adoptar polticas (y posicio-nes en su ahora creble campaa) que coincidan con aqullas

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    preferidas por el votante medio. Ellos querrn hacerlo as porquesu propio futuro electoral se ver perjudicado si los votantes aso-

    cian su partido con polticas impopulares del pasado. Alesina ySpear (1988) afirman que los partidos compensan a los funciona-rios de su partido as constreidos, al ofrecerles servicios a cam-bio de la moderacin poltica, tales como ayudarlos a imponer suagenda en la legislatura o defenderlos ante la prensa y el pblico.Zielinsky (manuscrito indito) muestra que reglas democrticas alinterior del partido tienen el mismo efecto de obligar a los funcio-narios a ser responsables frente a los votantes. Si el partido en el

    gobierno elige polticas por mayora de votos de los miembros,entonces, el Miembro 1, actualmente funcionario y cuya tendenciaes satisfacer su propia predisposicin ideolgica, es derrotado porlos Miembros 2 y 3, quienes quieren alcanzar cargos en el futuro;por dos votos contra uno, el partido elige la poltica preferida porel votante medio (xv) sobre aquella preferida por el Miembro 1(xp). Sea el mecanismo de control la democracia interna o el in-tercambio de servicios, el impacto del partido es hacer al gobier-no responsable frente a los votantes y que este no quede sometidoal antojo de funcionarios individuales o al compromiso ideolgi-co del partido.

    HEGEMONIA DE LOS FUNCIONARIOS Consideremos ahoraun clivaje entre lderes de un partido que son funcionarios, por unlado, y otros que no lo son, por el otro, similar al clivaje descrip-

    to anteriormente, salvo por el hecho de que quienes son ahora fun-cionarios se preocupan principalmente por retener su cargo y noson constreidos por los miembros no funcionarios cuando se eli-ge la plataforma del partido. Los partidos sern responsables anteel votante medio en los distritos donde ya tienen representacin.Pero muchos votantes, potencialmente una mayora, se vern pri-vados de representantes con posturas polticas ms prximas a lapropia que aquellas de sus actuales representantes.

    Lo que llamo el modelo de hegemona de funcionarios ha sidodesarrollado por Snyder (1994) y S. Ansolabehere y J. M. Snyder(manuscrito indito) (ver tambin Austen-Smith, 1984). Los parti-

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    dos polticos estn compuestos de funcionarios actuales y quie-nes aspiran a serlo en una legislatura multidistrital, donde cada

    distrito es representado por un nico miembro. Hay dos partidos.En este modelo, de modo diferente al modelo de generaciones su-perpuestas, quienes pueden ser funcionarios en el futuro no tienenningn poder para influir sobre la plataforma partidaria. Los fun-cionarios se preocupan por retener su cargo, y sus carreras sonmodeladas como infinitas. Ellos se preocupan tambin, pero me-nos, por el tamao de su partido en la legislatura. Snyder(1994:205) describe la funcin de utilidad de un candidato del

    Partido X en el distrito i como

    2. U(wi,W)=wi[a+b (W)]

    Donde wi es un indicador variable cuyo valor es 1 si el candidatodel Partido X gana y es 0 si el candidato del Partido Y gana, ydonde W es el nmero total de escaos que consigue el Partido X.Ntese que el miembro del Partido X no deriva utilidad alguna sipierde la eleccin. Como legislador, l prefiere un nmero msgrande de copartidarios en la legislatura que un nmero ms pe-queo, pero se mostrar poco inclinado a reducir sus perspectivasde reeleccin en favor de agregar miembros de su partido al con-tingente legislativo.

    La plataforma del partido es elegida por miembros que son al mis-mo tiempo funcionarios (legisladores), inmediatamente antes de la

    eleccin. Se asume que las plataformas son vinculantes. Dada laplataforma del Partido Y, el Partido X elige una plataforma que nopuede ser derrotada por alternativa alguna en una votacin; el Par-tido Y usa el mismo procedimiento. El proceso para determinar laplataforma es enteramente democrtico al menos en lo que se re-fiere a los miembros que son legisladores. Bajo estas condiciones,las plataformas de los partidos divergen; los legisladores quierenque los votantes sean capaces de distinguir fcilmente su partido

    de otro. La intuicin, como es presentada por Snyder (1994), esque representantes de distritos urbanos Demcratas quieren quelos votantes los identifiquen como liberales, tal como los Republi-canos de distritos suburbanos quieren que los votantes los identi-

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    fiquen como conservadores. La divergencia permite a los legisla-dores retener los distritos seguros.

    Un hallazgo crtico es que, en la medida en que los funcionariosestn ms interesados en proteger sus escaos que en incrementarel nmero de sus miembros en la legislatura, una mayora puedeno acordar el cambiar la plataforma con el fin de lograr nuevosescaos que el partido estara en condiciones de lograr pero alcosto de reducir la probabilidad de retener los escaos que ya po-see. Bajo las condiciones especificadas por S. Anzolabehere y J.

    M. Snyder (manuscrito indito) los partidos dejarn pasar la opor-tunidad de incrementar, an sustancialmente, sus escaos, y la le-gislatura puede quedar conformada por representantes cuya posi-cin poltica es menos responsable frente al votante medio delconjunto total de distritos que si el caso fuera que los partidos fue-ran ms sensibles a cambios en la opinin pblica.

    DISPARIDAD CURVILINEAL Yendo ahora a la celda sureste dela Tabla 1, consideremos finalmente la perspectiva de la dispari-dad curvilineal. Desde esta visin de los partidos polticos, igualque en el modelo de las generaciones superpuestas, las preferen-cias de los lderes divergen de las de los miembros. Pero aqu elefecto no es forzar a los lderes, a pesar de sus preferencias, a serresponsables frente a los votantes, sino ms bien forzar a los lde-res, a pesar de sus preferencias, a ser irresponsables frente a laspreferencias de aqullos.

    En ambos modelos los lderes de los partidos son personas quecompiten por (y a veces alcanzan) cargos electivos. Los miembros,en la visin de la disparidad curvilineal, son definidos como activis-tas o militantes, personas que muy improbablemente alguna vez al-canzarn un cargo. Ms importante an, esas son personas con pre-ferencias polticas intensas que son ms extremas que aquellas de lamayora de los votantes. En la formulacin de Hirschman (1970)

    este no es un supuesto ad hocsino que surge de los mismos princi-pios de la teora espacial. Si, como Downs mostr, los partidos quemaximizan votos convergen en la posicin del votante medio, en-tonces las personas cuya preferencia poltica est lejos de esta posi-

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    cin media enfrentan un dilema: cmo forzar a los polticos a teneren cuenta sus preferencias? La salida no es una opcin atractiva

    (Hirschman, 1970) Si se abstienen, slo incrementarn el peso de laopinin de las personas que desacuerdan con ellos. Si muestran sudesacuerdo votando por una partido cuya posicin est an ms ale-jada de la propia, estarn apoyando a polticos cuya visin es, paraellos, an ms odiosa que la del partido ms prximo.

    La solucin de Hirschman (1970) es que los extremistas se unena los partidos. Pueden de este modo ejercitar la voz hostigar,

    arengar y mantener preocupados a los lderes hasta que stoscambien su posicin poltica. Si personas ideolgicamente extre-mistas se unen desproporcionadamente a los partidos polticos,entonces la posicin media de los activistas del partido ser ex-trema en comparacin con la posicin del votante medio. Y silos activistas usan la voz efectivamente para cambiar la posicinde los lderes de su partido hacia su propia posicin, los lderespartidarios (y los gobiernos) sern alejados del votante medio yterminarn en algn lugar entre este votante y los activistas par-tidarios de aqu el trmino disparidad curvilineal acuado porMay (1973). Esta disparidad es la implicacin observable de par-tidos con fuerte presencia de extremistas bajo los supuestos de lateora espacial clsica de la competencia entre partidos. Hirsch-man (1970), de este modo, brinda otra plausible condicin bajola cual las plataformas partidarias divergen: cuando los activistaspartidarios usan la voz para presionar a los lderes y alejarlos dela posicin media. El punto crtico es que, en los modelos dedisparidad curvilineal, los partidos reducen la responsabilidad decandidatos y gobiernos frente al votante medio, mientras que enlos modelos de generaciones superpuestas ellos imponen esta res-ponsabilidad.

    Una objecin a la ley de la disparidad curvilineal desafa su su-puesto de las diferencias ideolgicas entre lderes y activistas. Dednde vienen los lderes despus de todo, sino de las bases del

    partido? es realista sostener que los lderes no comparten la agen-da ideolgica de los activistas? La respuesta sugiere una modifi-cacin de la formulacin de Hirschman (1970) de modo de permi-tir que las preferencias primitivas o pre-electorales de los lderes

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    sean idnticas a las de los activistas; es la tentacin del cargo, an-tes que fundamentales (y tericamente ad hoc) diferencias ideol-

    gicas, lo que crea un potencial conflicto entre activistas y lderes.

    Consideremos al lder del Partido 1. l quiere ganar el cargo tan-to porque ello le permitira incrementar su poltica preferida comoporque valora el prestigio y las ventajas vinculadas a l; en la fra-se de Rogoff y Sibert (1988) este lder busca ego-rentas. El va-lor de sostener un cargo por s mismo es denotado por k. La dis-tribucin precisa de las preferencias de los votantes es

    desconocida. Siguiendo a Alesina y Spear (1988) el objetivo delos lderes partidarios al elegir una posicin de campaa es maxi-mizar la suma de la utilidad esperada de implementar su polticapreferida, ms la utilidad esperada de mantener un cargo por supropio valor. Alesina y Spear (1988) muestran que el equilibrio deNash de un juego con dos partidos se encuentra al resolver el si-guiente problema:

    3. Max w1= {P(x,y) u(x)+[1-P(x,y] u(y)} + (1-) p(x,y) kx

    para el Candidato 1, y

    4. Max w2= {P(x,y) v(y)+[1-P(x,y] v(x)} + (1-) p(x,y) ky

    para el Candidato 2. En las ecuaciones de arriba, w1 y w2 son la

    utilidad de la posicin poltica adoptada por los Partidos 1 y 2,respectivamente. P(x,y) es la probabilidad de ganar dadas las po-siciones de campaa x e y. u (x) y u (y) son el valor que el lderdel Partido 1 deriva de la implementacin de su programa y de lade su oponente, respectivamente; v(x) y v(y) son los valores parael lder del Partido 2. a es el valor que cada lder deriva de la im-plementacin de su programa preferido en relacin al valor deri-vado de mantener el cargo (0 1). Alesina y Spear (1988)

    muestran que cuanto ms los lderes del partido se preocupan porlas polticas en oposicin al cargo (esto es mayores a en relacina 1-), mayor es la divergencia entre plataformas. Al mismo tiem-po, si el valor derivado del cargo (k) es suficientemente grande,

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    entonces las posiciones polticas convergirn an cuando a seagrande tambin. Cuanto ms los lderes del partido se aproximen

    a ser buscadores puros de cargos, ms responsable ser su plata-forma frente a las preferencias del votante medio; cuanto ms seacerquen a ser polticos puramente ideolgicos que son indiferen-tes al cargo por su propio valor, ms lejanas sern sus plataformasde las preferencias del votante medio.

    Los activistas partidarios, en el mundo de Hirschman (1970) sonpersonas para quienes la atraccin del cargo se aproxima a 0. Po-

    cos de ellos ascendern en las filas del partido para alcanzar car-gos; su entera motivacin para verse involucrados en poltica esmantener a los lderes del partido fieles a una visin ideolgica.En trminos del modelo de arriba, para los activistas tanto k comoa se aproximan a 0. Los lderes del partido eran ideolgicamenteidnticos a los activistas cuando ellos militaban en los niveles msbajos; pero en la medida que crecen en la organizacin crece tam-bin el valor que para ellos tiene que el partido gane cargos. k se

    transforma en un valor diferente de 0 y a comienza a crecer. Eneste modelo, las posiciones polticas de los partidos reflejan distin-tas orientaciones ideolgicas de activistas y lderes y estas orien-taciones son endgenas a su posicin estructural en la organiza-cin partidaria.

    Evaluando los modelos de partidos polticos

    La prediccin de convergencia de la teora espacial es insosteni-ble, an para sistemas de dos partidos, donde la prediccin es msclara. A causa de esta anomala, los autores cuyo trabajo he revi-sado trataron de buscar alternativas. Investigaciones recientes con-firman que los partidos polticos en sistemas de dos partidos y ensistemas multipartidarios ocupan persistentemente diferentes posi-ciones polticas, expresadas tanto en sus campaas (ver Klinge-

    mann, et. al. 1994) como en las polticas que adoptan (ver Iversen& Wren, 1998; Boix 1998). Modificaciones en los modelos espa-ciales, de tal forma que los partidos se vean preocupados por ga-nar elecciones pero careciendo de certezas acerca de la distribu-

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    cin de los votantes, producen divergencias slo cuando los parti-dos formulan diferentes predicciones sobre la localizacin del vo-

    tante medio (Ferejohn y Noll, 1978). Es posible que los partidostengan informacin privada, quizs de sus propias encuestas, acer-ca de las preferencias del electorado, pero una informacin priva-da tal es insuficiente para dar cuenta de las ampliamente divergen-tes polticas adoptadas dcada tras dcada por partidos liberales,socialdemcratas y confesionales en Europa o por demcratas yrepublicanos en los Estado Unidos. O bien los partidos se preocu-pan por las polticas tanto como por los cargos, o bien tienen un

    conjunto de electores ms complejos que el votante medio a quie-nes deben tratar de atraer.

    Los modelos de generaciones superpuestas, hegemona de los fun-cionarios y la disparidad curvilineal pueden ayudarnos a compren-der a los partidos polticos en democracia. Estos modelos divergenen supuestos y predicciones; de aqu que, con datos apropiados,deberamos ser capaces de decidir entre ellos (ver Tabla 2).

    Tabla 2

    Supuestos/predicciones divergentes de los tres modelos de partidos

    Quin controla la

    plataforma?

    Mecanismos de

    control sobre los

    funcionarios

    Preferencias de los

    distintos actores

    partidarios

    Gobiernoresponsable ante

    quin?

    Lderes (futuros

    candidatos)

    Servicios de los

    lderes partidarios

    Iguales preferencias

    inducidas

    Votante medio

    Funcionarios

    Ningn control

    Divergencia:

    funcionarios vs. lderes

    no funcionarios

    Votante medio endistritos, no sobre la

    media total

    Lderes y activistas

    Voz presin de

    los activistas

    Activistas ms

    extremos que los

    lderes

    Votante medio ymiembro medio del

    partido

    Disparidad

    Curvilineal

    Generaciones

    Superpuestas

    Hegemona de los

    funcionarios

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    Numerosas de las predicciones de la Tabla 2 han sido sujetas ainvestigaciones exhaustivas, si bien usualmente no en un intento

    de entender mejor a los partidos. Tenemos amplio conocimientodel impacto de los manifiestos y plataformas sobre las polticas,pero poco ms que dispersa evidencia sobre lo que se ha vueltouna cuestin crucial: Quin controla las plataformas? La lagu-na es lamentable porque nuestros tres modelos hacen prediccionesnotoriamente dismiles. Los futuros candidatos ejercen un controlde mayora sobre la plataforma, de acuerdo con los modelos degeneraciones superpuestas; los funcionarios electos tienen el con-

    trol, de acuerdo con el modelo de hegemona de los funcionarios;y los lderes ms los activistas tienen el control en el modelo dedisparidad curvilineal. Nos beneficiaramos tambin de estudiosms sistemticos sobre la relacin entre plataformas de partidosnacionales y los modos en que compiten los candidatos individua-les de los partidos. La hegemona de los funcionarios postula pla-taformas que son nacionales en el sentido que todos los candida-tos de un mismo partido compiten sobre la base de la misma

    plataforma y que los votantes identifican a todos los candidatosdel partido con este conjunto de posiciones. Alternativamente, sila plataforma de un partido es construida a partir de las platafor-mas de candidatos individuales, el resultado sostenido por S. An-

    Dinmica de la

    responsabilidad?

    Efectos de ltimo

    perodo?

    Estabilidad de la

    fuerza relativa del

    partido en la

    legislatura

    Cambios de polticas

    con la opinin

    pblica

    No

    Sin prediccin

    Polticas estables a

    pesar de cambios en la

    opinin pblica

    S, hacia el votante

    medio total

    Estable

    Cambio de

    polticas con

    cambios en laopinin pblica

    pero moderados

    por la opinin de

    activistas

    S, hacia las

    preferencias de los

    funcionarios

    Cambios con

    cambios en las

    preferencias de los

    votantes y de los

    activistas

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    solabehere y J. M. Sneyder (manuscrito indito) no se sostiene(ver Austen-Smith 1984).

    La misma queja se aplica a la cuestin cules son los mecanis-mos de control que los partidos ejercen sobre sus funcionarioselectos?. Investigaciones futuras podran beneficiosamente con-centrarse en estos mecanismos. En la hegemona de los funciona-rios, no hay ningn control; en la disparidad curvilineal la vozes el mecanismo de control. Los modelos de generaciones super-puestas postulan servicios defensa del funcionario delante de la

    opinin pblica y la prensa, ayuda para establecer su agenda en lalegislatura o democracia al interior del partido. Cualesquiera deestos mecanismos puede ser tratado como una variable indepen-diente cuyo valor vara a lo largo del tiempo dentro de un sistemadado o a travs de sistemas. Uno podra entonces testear variacio-nes en las variables dependientes, tales como efectos del ltimoperodo (last-term effetcs), congruencia poltica entre funcionariosy potenciales futuros funcionarios electos del mismo partido ycongruencia entre las preferencias de los votantes y la poltica degobierno. Adems, en los modelos de generaciones superpuestas,los gobiernos son inducidos a ser responsables por lderes partida-rios que estn preocupados por las futuras elecciones. La respon-sabilidad de los funcionarios electos debera ser menor en pasesdonde la democracia y la carrera poltica en partidos son peridi-camente interrumpidos por golpes. Si los modelos de generacionessuperpuestas postulan el mecanismo correcto, investigacionescomparativas deberan revelar una asociacin entre la edad de lospartidos y la edad de la democracia, por un lado, y la responsabi-lidad de los gobiernos, por el otro. Una queja comn acerca de lasnuevas democracias es que los gobiernos son irresponsables (verODonnell, 1994) Investigaciones ms informadas tericamentesobre los partidos en estas democracias como opuestas a los siste-mas democrticos estables podran muy bien sacar a luz evidenciaa favor de las generaciones superpuestas.

    Algunas investigaciones sistemticas se han ocupado de la pregun-ta tienen distintas clases de actores en los partidos, distintas pre-ferencias polticas? En los modelos de generaciones superpuestas,los miembros del partido pueden tener todos la misma preferencia

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    poltica primitiva; los funcionarios electos que estn prontos a re-tirarse pretendern satisfacer sus propias preferencias, pero son

    mantenidos en la posicin del votante medio por los lderes parti-darios ms jvenes. De este modo, las preferencias polticas in-ducidas de funcionarios actuales y futuros preferencias queellos divulgarn pblicamente y que intentarn llevar adelante ensus cargos sern las mismas. En el modelo de hegemona de losfuncionarios, ningn actor partidario se preocupa mucho por lapoltica y todos se preocupan principalmente por los cargos; debe-ra observarse un conflicto entre legisladores de un partido y quie-

    nes pueden ser legisladores de distritos controlados por otro parti-do, en la medida que estos ltimos pretenden cambiar laplataforma de un partido en una direccin que mejore sus chancesde ganar. La disparidad curvilineal predice activistas que son ex-tremistas en relacin a la mayora de los votantes y lderes parti-darios que caen entre estas dos posiciones.

    Iversen (1994 a, b) encuentra evidencia en Europa que es contra-dictoria con esta prediccin. No obstante uno debera ser cautocon respecto a sus datos de las preferencias polticas de los lde-res partidarios que surgen de encuestas realizadas en congresos departidos. Estos actores ultra estratgicos pueden querer apareceraudaces en sus posiciones ideolgicas a los ojos de los activistasque abundan en tales congresos, y esta postura estratgica podrainfluir sus respuestas a las preguntas de las encuestas. Bruce et. al.(1991) presenta evidencia de que los lderes de los partidos pre-sidenciales son ideolgicamente ms extremos que los electoresde dichos partidos, por lo que concluyen que aqullos estn inte-resados en la vindicacin de posiciones ideolgicas antes que enla maximizacin de cargos o representaciones, un hallazgo aparen-temente contradictorio con las predicciones de las generacionessuperpuestas y ms en lnea con la disparidad curvilineal. La difi-cultad es que los lderes de Bruce et al. directores campaa aniveles de distrito se parecen sospechosamente a los activistasde Hirshman (1970). La pregunta crtica es cun probablementeellos competirn alguna vez por cargos electivos?

    La responsabilidad de gobierno, definida como un cambio en lapoltica gubernamental en respuesta a cambios previos de preferen-

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    cias de algunos otros actores, es un tpico que ha sido bien inves-tigado. La prediccin de los modelos de generaciones superpuestas

    es que los funcionarios sern inducidos por los futuros candidatos aser responsables ante el votante medio. La prediccin de los mode-los de hegemona de los funcionarios es diferente; el gobiernocomo un todo, tal como una legislatura completa, puede ser clara-mente irresponsable frente al electorado considerado en su totali-dad; pero el programa de un partido dado debera reflejar las prefe-rencias del votante medio del distrito en aquellos distritos que estnbajo el control del partido. La disparidad curvilineal predice una

    clase de responsabilidad encubierta; los gobiernos pueden, porejemplo, cambiar su posicin cuando la preferencia del votantemedio cambia, pero toda la responsabilidad poltica es mediatizadapor activistas, quienes por definicin son extremistas. Los investi-gadores han usado amplias y diferentes estrategias para escrutar laresponsabilidad. En los Estado Unidos un temprano e influyenteensayo de Miller y Stokes (1966) encontr que los miembros delCongreso eran responsables a (o ideolgicamente predispuestos aacordar con) los votantes de sus distritos. Investigaciones posterio-res cambiaron hacia un nivel ms agregado mirando la responsabi-lidad completa de ramas de gobierno frente a cambios en la opi-nin pblica (Stimson et. al., 1995; Page y Schapiro, 1992; Michlery Shechan, 1993; Bartels, 1991, Jackson y King, 1989). Su hallaz-go bsico es que el gobierno americano es responsable frente acambios en la opinin pblica. Stimson et. al. (1995), por ejemplo,muestran que entre 1950 y 1990, un cambio de un punto en la opi-nin pblica hacia la izquierda o hacia la derecha sobre una escalaideolgica, era seguido por un cambio de 0.74 en la misma direc-cin por el presidente y un cambio de 1.01 en la misma direccinpor la Cmara de Representantes. Tan poderosos fueron los cam-bios en la opinin pblica que redujeron el efecto de cambios par-tidarios en la composicin de la Cmara; un incremento de un 1 %en legisladores demcratas (cerca de 4 miembros adicionales) pro-dujo slo un 0.48 % de incremento en liberalismo poltico.

    Ntese que el cambio en la estrategia de investigacin, desde ladesagregacin a nivel de distritos individuales a la agregacin alnivel de la opinin pblica general y el gobierno como un todo,

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    cambia el significado de estos hallazgos para la teora de partidos.Para elegir entre los modelos de generaciones superpuestas y de la

    hegemona de los funcionarios, necesitamos saber si la responsa-bilidad de los legisladores individuales frente a sus distritos esms o menos poderosa que la responsabilidad del gobierno comoun todo frente al electorado.

    Otro modo en que los cientistas polticos han investigado la res-ponsabilidad es examinando el poder predictivo de posiciones pol-ticas pre-electorales y posiciones gubernamentales post-electorales:

    responsabilidad de mandato (S. Stokes 1999). Su razonamientoes que manifiestos y campaas expresan las preferencias de los vo-tantes interpretadas y agregadas por los partidos, de tal modo quepermanecer fiel a las posiciones de campaa es equivalente a per-manecer responsable frente a los votantes. La mayora de los estu-dios encuentran una consistencia sustancial entre campaas o mani-fiestos pre-electorales, por un lado, y polticas gubernamentales,por el otro (Krukones, 1984; Fishel 1985; Butge et. al., 1987; Ke-

    eler, 1993; Klingemann et. al., 1994). The Comparative ManifiestosProjetc encuentra que los manifiestos predicen las polticas; losautores acreditan esta responsabilidad a los partidos polticos.

    La significacin terica de la responsabilidad por mandato depen-de de la perspectiva que uno tenga de los partidos. Como se mos-tr arriba, de acuerdo con la disparidad curvilineal las preferenciaspolticas inducidas de los lderes divergen, en la direccin del vo-tante medio, de las posiciones ms extremas de los activistas de su

    propio partido. Los activistas pueden usar los manifiestos partida-rios como un contrato entre ellos y los lderes, una expresin p-blica de la posicin que ellos fueron capaces de conseguir que loslderes adoptaran a cambio de mantener su voz baja. Si los par-tidos son slo parcialmente responsables frente a los votantes y silos manifiestos son un testamento de la brecha entre los activistaspartidarios y los votantes, la prediccin poltica de los manifiestospuede indicar lo opuesto a la responsabilidad frente a los votantes.

    El considerar a las teoras de los partidos debera hacernos cautosacerca de las diferencias entre lo que los polticos expresan en susdiscursos de campaa, debates y convenciones para nominar candi-

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    datos, los cuales son dirigidos a los votantes y el programa queellos respaldarn, el cual puede tener ms que ver con sus relacio-

    nes al interior del partido. Los manifiestos no son generalmenteampliamente difundidos entre los votantes. Los estudios de la fide-lidad de los partidos a sus posiciones de campaa han examinadola poltica real en relacin a los discursos de campaa (Krukones,1984; Fishel, 1985; Keeler, 1993), a los manifiestos escritos (Bud-ge et. al. 1987; Klingemann et. al. 1994) o a ambos (S. Stokes 1998b) sin considerar la potencial y sistemtica diferencia entre discur-sos y manifiestos. Una posible implicacin de la ley de la dispari-

    dad curvilineal, y de la modificacin que suger arriba, es una dife-rencia consistente entre los dos, con los discursos ms responsablesy los manifiestos menos responsables frente a los votantes.

    Otra prediccin rival, apoyada por algunos datos, se refiere al efec-to del ltimo perodo (last term effect), esto es, un cambio en laconducta de un funcionario electo cuando no enfrenta una reelec-cin al fin del perodo. La prediccin sobre efectos de ltimo pero-

    do es que sern mnimos en los modelos de generaciones super-puestas: si los servicios, la defensa ante los medios y otras ayudascomo estas son efectivas, entonces los miembros ms jvenes debe-ran ser capaces de inducir a los funcionarios prontos a retirarse ano apartarse de las polticas que el partido hizo pblicas en su cam-paa. Los otros modelos predicen efectos del ltimo perodo signi-ficativos. Si la ley de la disparidad curvilineal es efectiva, los lde-res en su ltimo perodo pueden muy bien retornar a sus

    preferencias primitivas o pre-electorales, las cuales deberan ser(como aquellas de los activistas), ms extremas que las de la mayo-ra de los votantes. Las predicciones de la hegemona de los funcio-narios son menos claras. Por definicin, los funcionarios electos nose retiran. Si ellos se retiraran y si su voto en la plataforma partida-ria an contara, ellos podran favorecer un cambio en la direccindel electorado medio y ms alejado de la media de distrito con el finde incrementar el nmero de escaos de su partido en la legislatura.

    Para Estados Unidos, hay algunos soportes empricos sobre efectosde ltimo perodo: son pequeos; ningn cambio significativo en suconducta es observada entre los miembros del congreso que no es-tn buscando la reeleccin (ver Lott y Bronars, 1993 y citas en este

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    7 Ellos, sin embargo, votan menos. Los miembros del Congreso que estn en sultimo perodo no son irresponsables ideolgicos sino slo irresponsables!

    trabajo) 7. La ausencia de efectos de ltimo perodo apoya los mo-delos de generaciones superpuestas, pero necesitamos ms datos.

    Lo dicho anteriormente sugiere futuras lneas de investigacinque pueden ayudar a decidir en el debate entre los partidos comocausa de responsabilidad y los partidos como causa de irrespon-sabilidad. No obstante, la combinacin de perspectivas puede sertan fructfera como la eleccin de una de ellas. Por qu no po-demos pensar que los modelos de generaciones superpuestas ydisparidad curvilineal son retratos precisos de diferentes partes

    de los partidos polticos? Quizs los partidos estn compuestosde candidatos o funcionarios actuales, futuros candidatos que es-tn interesados en mantener a los actuales funcionarios en lneacon las preferencias de los votantes y activistas quienes no tienenninguna perspectiva de acceder a cargos y que se preocupan mspor la ideologa y la poltica y que tienen medios de inducir alos candidatos a alejarse del votante medio. Cuando un lder par-tidario est buscando activamente un cargo electivo o tiene un

    cargo y puede buscar la reeleccin, sera de esperar que se alecon otros lderes que algn da sern candidatos y se distancie delos activistas. Pero cuando se convierte en un funcionario queenfrenta su ltimo trmino, sus aliados naturales deberan ser losactivistas partidarios, y sus naturales antagonistas pasaran a serlos lderes que competirn en el futuro. Un patrn horizontal decohesin partidaria debera aparecer cuando un lder es reelegi-ble; un patrn vertical de cohesin, vinculando funcionarios con

    activistas contra los lderes, debera aparecer cuando el lder notiene posibilidad de reeleccin.

    Partidos y democracia: consideraciones finales

    Hoy, ms poblacin del mundo vive bajo democracia que nunca an-tes. De aqu que es ms urgente que nunca comprender cmo fun-ciona la democracia y evaluar cun bien ella desempea las funcio-

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    nes que se le imputan, tales como responsabilidad, representacin yrealizacin del bien pblico. Los observadores de la mirada de nue-

    vas democracias alrededor del globo (pero no slo ellos) se lamen-tan de la poca efectividad de la democracia en alcanzar estas fun-ciones. Frecuentemente culpan de estas falencias a la debilidad delos partidos polticos (ver Mainwaring y Scully, 1994). A la inversa,cuando los observadores detectan un fortalecimiento de los partidosen las nuevas democracias, esperan que la representacin y la res-ponsabilidad se vean similarmente fortalecidas (ver Dix, 1992).

    Ciertamente, es difcil desprenderse de la intuicin de que cuantomayor es la presencia de los partidos polticos ms consolidada estla democracia. No obstante, puede muy bien ser que los partidossean seales de democracia, inevitable expresin de su avance, sinque estn causalmente conectados con todo lo que se presume debueno de ella. Si el precedente panorama a travs de la teora demo-crtica emprica nos ense algo, es que la conexin entre partidospolticos y la responsabilidad de los gobiernos elegidos no est en

    absoluto establecida. Algunos modelos contemporneos de partidospolticos refuerzan el temor de los tericos ms tempranos de quelos partidos polticos pueden interponerse entre los gobiernos elegi-dos y el logro del bien publico. En la concepcin original los parti-dos polticos eran parciales y vinculados a las pasiones y los prejui-cios de la opinin publica local; en algunas concepciones recientes,los partidos son parciales en relacin a su propia visin de lo que esbueno y no se someten al constreimiento por la opinin pblica.

    Es claro que los partidos estn aqu para quedarse, que son una par-te inevitable de la democracia. Si, como Schattschneider crea, lospartidos polticos construyeron la democracia moderna o si ellosson una perdurable maleza en su jardn, es una cuestin que la in-vestigacin en el mbito de la ciencia social an no ha respondido.

    Reconocimientos

    Agradezco a Bob Boatwright, David Laitin y Margaret Levi porsus comentarios.

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