Sucesion Testamentaria

24
CAPITULO II: LA SUCESIÓN TESTAMENTARIA Y EL TESTAMENTO La sucesión mortis causa puede ser testada o legal, o actuar conjuntamente ambas modalidades sucesorias. Entre ambos regímenes hay singulares variantes que no solo conciernen al poder dispositivo de la voluntad, sino principalmente a su contenido y a la forma de distribución de la herencia. La sucesión intestada siempre es a título universal y supone, en general y de ordinario, una transmisión del íntegro de la herencia o de una parte alícuota de ella conforme a criterios de parentesco. En cambio, en la sucesión testamentaria pueden imponerse determinadas exigencias o requisitos para la adquisición de la herencia, o para distribuirla de una manera determinada en porciones ideales o en bienes, derechos, u obligaciones concretas, o establecer otro tipo de disposiciones inclusive no patrimoniales, pero que tienen efecto obligatorio para los sucesores 1 . La sucesión legal o intestada tiene una función esencialmente supletoria y sustitutiva, en defecto de voluntad testamentaria o cuando ésta no resulta completa, válida o totalmente eficaz por cualquier motivo. Y mientras que la sucesión por llamamiento legal solo regula los aspectos netamente patrimoniales de la herencia y su adquisición por los herederos legales, la voluntad testamentaria puede ampliar los sujetos beneficiados a otros distintos de los que la ley hubiera llamado y la forma de llamamiento, sobre situaciones ya existentes o previsiones sobre futuras que exceden del ámbito patrimonial. El origen de la palabra testamento es algo incierto, aunque Biondi 2 considera que "la raíz de testamentum es la misma que la 1 Lamentablemente, sin embargo, nuestra legislación ha sido poco favorable a la sucesión testamentaria. Desde el punto de vista documental es exagerada la rigidez formal que se reclama para los testamentos; desde el punto de vista negocial es estrecho el margen que el ordenamiento concede a la autonomía del testador. Nuestra regulación, sucesoria en general y testamentaria en particular, se ha quedado a la zaga, más recortada aun de lo que estaba bajo el régimen del Código de 1936. 2 BIONDI, B. Sucesión testamentaria y donación. Editorial Bosch. Barcelona, 1960

Transcript of Sucesion Testamentaria

Page 1: Sucesion Testamentaria

CAPITULO II: LA SUCESIÓN TESTAMENTARIA Y EL TESTAMENTO

La sucesión mortis causa puede ser testada o legal, o actuar conjuntamente ambas modalidades sucesorias.

Entre ambos regímenes hay singulares variantes que no solo conciernen al poder dispositivo de la voluntad, sino principalmente a su contenido y a la forma de distribución de la herencia.

La sucesión intestada siempre es a título universal y supone, en general y de ordinario, una transmisión del íntegro de la herencia o de una parte alícuota de ella conforme a criterios de parentesco.

En cambio, en la sucesión testamentaria pueden imponerse determinadas exigencias o requisitos para la adquisición de la herencia, o para distribuirla de una manera determinada en porciones ideales o en bienes, derechos, u obligaciones concretas, o establecer otro tipo de disposiciones inclusive no patrimoniales, pero que tienen efecto obligatorio para los sucesores1.

La sucesión legal o intestada tiene una función esencialmente supletoria y sustitutiva, en defecto de voluntad testamentaria o cuando ésta no resulta completa, válida o totalmente eficaz por cualquier motivo. Y mientras que la sucesión por llamamiento legal solo regula los aspectos netamente patrimoniales de la herencia y su adquisición por los herederos legales, la voluntad testamentaria puede ampliar los sujetos beneficiados a otros distintos de los que la ley hubiera llamado y la forma de llamamiento, sobre situaciones ya existentes o previsiones sobre futuras que exceden del ámbito patrimonial.

El origen de la palabra testamento es algo incierto, aunque Biondi2 considera que "la raíz de testamentum es la misma que la de testis y testatio", entendida como declaración de voluntad ante testigos.

El testamento es, en esencia, no solo un documento -que por cierto también tiene que serlo- sino principalmente un acto jurídico de naturaleza dispositiva que la mayoría de los autores considera de carácter negocial. No dispositivo, entiéndase, en el sentido de que a esta palabra se atribuye en otros lugares del Código Civil (por ejemplo, los artículos 156 y 195) como actos de transferencia o de enajenación de bienes o derechos, sino principalmente dispositivo como sinónimo de acto preceptivo, prescriptivo o programático, o, para algún autor, simplemente imperativo. Por lo tanto, el testamento es acto de voluntad que expresa una decisión, un mandato; acto que establece, decreta y resuelve sobre los intereses del testador, sea que recaigan sobre sus bienes, derechos u obligaciones, sea que versen sobre otros asuntos o relaciones jurídicas de carácter no patrimonial.

Tal característica dispositivo-preceptiva aparece puesta de relieve en los párrafos del artículo 686. Aunque con el defecto de referirse solamente a bienes (sin mencionar los derechos y obligaciones que también pueden constituir la herencia), es sustantivamente conforme lo que

1 Lamentablemente, sin embargo, nuestra legislación ha sido poco favorable a la sucesión testamentaria. Desde el punto de vista documental es exagerada la rigidez formal que se reclama para los testamentos; desde el punto de vista negocial es estrecho el margen que el ordenamiento concede a la autonomía del testador.

Nuestra regulación, sucesoria en general y testamentaria en particular, se ha quedado a la zaga, más recortada aun de lo que estaba bajo el régimen del Código de 1936.

2 BIONDI, B. Sucesión testamentaria y donación. Editorial Bosch. Barcelona, 1960

Page 2: Sucesion Testamentaria

el artículo nos presenta como definición y que, en definitiva, expone la función y utilidad jurídica del testamento. Y con su texto se nos hace saber que la esencia es ordenar; que es algo más que un simple documento de instrucciones o de deseos, o un mero acto de disposición total o parcial de bienes para tener eficacia después de la muerte.

Su esencia, como proclama la ley, es la de ser un acto por el cual el testador puede "ordenar su propia sucesión" y estatuir disposiciones –o sea, decretar instrucciones- sin contenido patrimonial, aunque el acto se limite a ellas.

A diferencia, pues, de la noción romana de testamento que, en esencia, limitaba el acto a la institución de heredero, nuestro ordenamiento le asigna a la figura un poder preceptivo significativamente mayor, del que resulta lo siguiente. Primero, que el acto testamentario no necesariamente instituye herederos (incluso aunque existan parientes legitimarios a los que nuestro ordenamiento llama ''forzosos", Segundo, que no necesariamente contiene estipulaciones sobre atribución de bienes, derechos u obligaciones del testador, sino que regula para después del deceso lo atinente al patrimonio y otros intereses del testador -inclusive, la sola declaración del interés de revocar lo anteriormente querido, porque la revocación expresa siempre es acto testamentario (artículo 799 C.C.)-, e incidir en relaciones de terceros (nombrando tutor, por ejemplo; o disponiendo el cumplimiento de obligaciones y deberes para después de su muerte, según expresa el artículo 1295 del Código mexicano). El testamento, por lo tanto, no solo puede no ser título sucesorio o de adquisición, sino que su ámbito puede extenderse a intereses no exclusivos del testador. Tercero, que algunas de sus disposiciones pueden tener eficacia ante mortem o post mortem con efecto retroactivo.

Las disposiciones testamentarias pueden ser, digamos, de cuatro especies diferentes: patrimoniales o no patrimoniales; con eficacia post mortem o ante mortem.

Tratándose de disposiciones llamadas a surtir efecto para después de la muerte, es obvio que la simple confección del testamento e incluso su perfección documental no crea vínculo alguno, no solo porque el testamento es, de suyo, esencialmente revocable, sino porque precisamente las disposiciones de tal naturaleza se quieren para después de la muerte (salvo excepciones). Pero cuando ésta llega y se produce la apertura de la sucesión y en su caso transmisión de bienes -si la disposición fuera de tal especie- es obvio que la relación jurídica no puede establecerse con relación al causante. Sin duda que la decisión de éste habrá sido fuente y origen del derecho del recipiendario y que su voluntad llamada a tener efecto en el momento de la defunción es título transmisor de un derecho en favor del sucesor, pero ello no significa el surgimiento de relaciones jurídicas entre el sucesor y el difunto. (Ni menos aún podría aceptarse una relación entre el sucesor y la masa, como si ésta tuviera entidad jurídica autónoma. Debe quedar claro que las obligaciones que se transmiten o los legados que el testador establece originan un derecho de crédito contra los herederos, es decir, los deudores del cumplimiento ante los legatarios son los herederos, porque ni la herencia ni la masa son sujetos ni por tanto pueden ser los deudores).

Supuestos sustancialmente diferentes son los de aquellas disposiciones que per se pueden tener eficacia desde el momento de la confección del testamento (siempre que su contenido se conozca, por cierto) y que, por lo tanto, no son revocables o son de dudosa revocabilidad. Por ejemplo, el acto jurídico de reconocimiento de filiación extramatrimonial, o el reconocimiento de una deuda, o en la hipoteca que se constituye en testamento por escritura pública. Estas disposiciones, no son auténticamente testamentarias, aunque aprovechen de la circunstancia del testamento y consten documentalmente en él. Pero son disposiciones con sustantividad propia y de ello se deriva que los efectos que producen y las relaciones jurídicas pertinentes siguen la suerte de su especial y propia naturaleza jurídica, que en nada se ve

Page 3: Sucesion Testamentaria

perturbada por la circunstancia de tener cabida en el testamento. Se trata de actos, en suma, que por ser también unilaterales pueden otorgarse con motivo o en el mismo documento del testamento, pero que en su naturaleza son completamente extratestamentarios. Cuando se perfeccionan, y particularmente cuando llegan a conocimiento de terceros interesados (el reconocimiento de una deuda, por ejemplo), o se inscriben en los registros pertinentes los datos inscribibles, es incuestionable que hacen surgir desde entonces situaciones jurídicas o el vínculo o deber que ya compromete al testador, sin que haya que esperar a su deceso. Y si por cualquier circunstancia tales actos solo fueran conocidos con motivo de la apertura del testamento, surgirá una relación con efectos retroactivos (en cuanto ellos fueran posibles), porque de igual manera hubieraobligado al testador en vida.

Visto, entonces, que el testamento puede ser fuente de relaciones jurídicas como puede no serlo, es indudable que la característica del testamento como acto no puede hacerse reposar en el concepto de relación jurídica que constituye el núcleo del numeral 140.

Lo anterior, por cierto, no queda en absoluto desdibujado por el hecho de que el ordenamiento reconozca la posibilidad de que la herencia deba ser aceptada. Esta aceptación no es una respuesta que cierre una presunta relación entre difunto y sucesor. Se trata, en suma, de actos completamente diferentes, con distinto objeto y desde luego en distintos momentos. Esto es, ni la aceptación puede implicar el perfeccionamiento de una relación jurídica sucesoria, ni la renuncia el fin de la que ya existiera. El contacto entre difunto y sucesor no se produce por la aceptación, ni se extingue por la renuncia.

Establecido lo anterior, no puede pregonarse del testamento que sea un acto jurídico ordinario, al menos si se lo quiere calificar de fuente creadora de relaciones jurídicas. La situación -no la relación- jurídica sucesoria nace ex lege porque alguien tiene que suceder al difunto en sus posiciones jurídicas; de modo que por delegación del ordenamiento el testamento solo cumple la función de establecer un régimen normativo sustitutorio del legal sobre el "quién" y el "cómo" de la sucesión. Lo cual obliga a distinguir entre el testamento como documento y el testamento como disposición normativa, propia de la autonomía privada que regula la sucesión.

A diferencia de la regulación testamentaria del Código precedente, el actual ha cuidado de puntualizar que el testamento puede contener expresiones de voluntad del testador cuyo contenido carezca de sustantividad patrimonial, en cuanto referido a la atribución o destino de la masa económica de la herencia. Es lo que el legislador ha llamado disposiciones de carácter no patrimonial.

El testamento, es tal, aunque su contenido se limite a disposiciones no patrimoniales y completamente ajenas a lo relativo a la transmisión, distribución, o de otro modo partición o adjudicación de activos o pasivos. Las disposiciones no patrimoniales pueden tener carácter sucesoral o no. Vale decir, obedecer o estar vinculadas causalmente a la muerte del testador, o estar completamente desprovistas de tal connotación. (Ejemplos: artículos 8, 13, 14, 15, 503, 572 C.C.).

CARACTERISTICAS DEL TESTAMENTO

Nuestro Código no indica de una manera coherente y sistemática el conjunto de características que determinan la función y contenido del testamento, diferenciándolo de otros actos jurídicos. Pero pueden enumerarse sin esfuerzos las siguientes:

Page 4: Sucesion Testamentaria

a) Ser un acto mortis causa. El testamento es la última voluntad que habiendo podido revocarse luego de declarada (salvo que el testador haya devenido incapaz), ha sido expresada válidamente en consideración a la muerte; esto es, porque el testador hace testamento pues precisamente quiere disponer para después de deceso. La muerte, quede claro, no es una circunstancia condicionante cualquiera, sino precisamente la razón causal del testamento.

La muerte, de esta manera, no solamente es la razón funcional de ser del instituto -es decir, que el testamento se quiere en atención a la muerte-, sino que a ella está supeditada su eficacia (excepción hecha de condiciones factuales suspensivas impuestas por el testador).

La circunstancia de ser la muerte la causa determinante de la disposición testamentaria y hecho que imprime eficacia o determina la vigencia dispositiva del testamento, no puede llevamos a la conclusión, sin duda errada, de que el testamento sea un negocio incompleto, imperfecto o in devenire hasta el deceso de su autor.

b) Con sujeción a las limitaciones de orden formal y material sobre el documento y contenido del testamento, lo que él disponga como acto jurídico válido prevalece sobre la sucesión intestada o legal y sobre cualquier otra norma supletoria.

En todo caso, de producirse algún exceso del testador que resultara incompatible con dictados legales, la disposición respectiva no necesariamente se invalida. En el ánimo de proteger y de hacer respetar hasta donde sea posible la voluntad del testador, la ley la reconduce a los límites máximos que tolera.

Siempre dentro de los marcos legales, la voluntad expresada en el testamento rige la sucesión del difunto. El testador, dice el artículo 686, dispone para después de su muerte y ordena su propia sucesión.

c) El testamento es acto de liberalidad cuando exista disposición de llamamiento atributivo de bienes o derechos. Porque en realidad el testamento en sí no es propiamente acto oneroso ni gratuito, ni nada, cuando, por ejemplo, se limita a revocar otro testamento anterior, o cuando contiene una indicación de carácter no patrimonial.En lugar de gratuidad, es preferible hablar de liberalidad, que es concepto más preciso y restringido y que mejor describe la naturaleza y manera de la atribución testamentaria y consiguiente traslado patrimonial a título sucesorio, cuando el testamento contenga disposiciones de tal naturaleza, porque el testamento no es acto de liberalidad ni gratuito cuando contiene disposiciones no sucesorales que el testador pudo haber hecho por acto inter vivos. Y la liberalidad, por cierto, no necesariamente significará enriquecimiento o beneficio real, porque el cargo en las disposiciones afectas a él puede ser equivalente o superior a la manda, o si el pasivo de la herencia es superior al activo.

Son, pues, características de la liberalidad, la ausencia de obligación y la naturaleza no patrimonial del interés del disponente, que en el caso del testamento tiene como liberalidad la voluntad de favorecer a heredero o legatario.

d) El testamento es acto individual, personalísimo y unilateral.El testamento es, efectivamente, un negocio individual (artículo 814 C.C.) y personalísimo en el más genuino sentido del concepto. No es que se prohíba la participación de terceras personas en los actos exteriores y formales del testamento (lo que en el caso de los testigos es de preceptiva observancia en algunos tipos testamentarios), sino que la voluntad testamentaria debe ser solo la del testador (aunque eventualmente se remita -con ciertos límites, a los que me referiré al tratar del artículo 690- a la voluntad de otro).

Page 5: Sucesion Testamentaria

Es personalísimo, porque la decisión del querer debe ser propia del testador sin terceros colaboradores ni intermediarios, sin que esto excluya la obtención de consejo ni que ocasionalmente en la manifestación o expresión material pueda el testador valerse del auxilio de otros.

Asimismo, es personalísimo, tanto en lo concerniente a su facción en la que nadie más puede intervenir, como no sea instrumentalmente, como en lo referido a su ejecución, porque el testador no puede dejar sus disposiciones a la voluntad decisoria de otra persona (salvo algunas excepciones).

De todo lo anterior hay que distinguir dos supuestos que puedan dar origen a problemas y que por ello conviene abordar desde ahora. El primero de ellos, que en nada desdice el carácter personalísimo, es el del testamento que algunos llaman simultáneo, que en realidad supone dos testamentos en el mismo folio (o uno al anverso y otro al reverso), ambos en la misma fecha y cada uno de ellos con sus propios requisitos3.

El testamento es también unilateral porque en cualquiera de sus tipos o especies se perfecciona en su origen y existencia (no en sus efectos) con la sola y única voluntad decisoria del testador, único sujeto cuyos intereses han de examinarse (salvo el caso de las legítimas). Esta característica de unipersonalidad y unilateralidad, aunque pudiera pasar desapercibida, consta claramente en el artículo 686: "por el testamento una persona puede disponer...".

Aparte de ello, el artículo 814 fulmina con nulidad al testamento otorgado en común por dos o más personas. Testamento en común significa mancomunado, o sea, en conjunto, en el mismo e inseparable acto. Habrá en tal caso unilateralidad, pero no unipersonalidad. La prohibición de testamento conjunto obedece, como se entiende, al propósito de evitar influencias recíprocas y proteger la libertad de testar (y, consiguientemente, de revocar). La norma prohibitiva persigue evitar la captación o abuso de influencia, al resultar dependencia de la voluntad de un testamento respecto de la del otro, y viceversa. El artículo 814 citado no debe incluir el caso de los testamentos que consten juntos, pero que reflejen independencia negocial entre sí; es decir, que no sean un solo y mismo acto derivado de la voluntad común de dos o más personas.

El testamento, en síntesis, ingresa a la vida jurídica no solo sin necesidad de otra voluntad distinta de la de su autor, sino precisamente excluyendo la participación genética de otras voluntades que, de una u otra manera, dejen impronta en el propósito de testar y en el contenido de la voluntad que sea el contenido del testamento; voluntad exenta de toda traba externa como no sea legal.

La unilateralidad no solamente viene dada por la ausencia de dos partes, una frente a la otra, sino porque la única parte que interviene para dar vida al reglamento de intereses del acto de última voluntad está constituida por un solo sujeto, que por su soberana decisión decreta lo concerniente a la sucesión de. terceros en su patrimonio o estatuye reglas de otra especie.

3 Esto, no vulnera lo dispuesto en el numeral 814 del Código, porque no se trata de un testamento común, colectivo o mancomunado, en que genéticamente intervienen dos voluntades, sino de dos testamentos diferentes, cada uno con su autonomía, que lo único que tienen en común es haber sido otorgados en el mismo soporte material y acaso en la misma fecha. El segundo es la referencia y asunción como voluntad propia del testador la que es de otro, a la cual se remite.

Page 6: Sucesion Testamentaria

Corolario de la unilateralidad del testamento es que la declaración (en realidad, de ordinario, suma o conjunto de declaraciones de voluntad del testador) es no recepticia. Para la perfección de la declaración testamentaria se prescinde por completo de toda influencia jurídica activa o pasiva de terceros a cuya disposición se pone la herencia desde el momento de la muerte.

Esta característica de no receptabilidad de la declaración testamentaria es de particular importancia llegado el momento de interpretarla, porque el testador no persigue adhesión previa alguna al contenido de su disposición, ni tampoco supeditar sus regulaciones a la conformidad de sus sucesores, ni manifiesta su última voluntad con el propósito de provocar una respuesta de los receptores de la que se haría depender el testamento en sí (cosa distinta es su eficacia atributiva de bienes o derechos). Por el contrario, las disposiciones testamentarias actúan y operan por virtualidad propia, sin que el conocimiento del llamado a suceder tenga influencia alguna sobre la eficacia o validez del testamento, pues el testador no espera (y probablemente no desea, al menos hasta que se muera) que los llamados a sucederle, u otros terceros a quien pudiera interesarles o afectarles el contenido del testamento, se sientan vinculados a su contenido y adecuen su voluntad o acomoden en su conducta en función de lo que el testador establezca.

e) La revocabilidad también es característica consustancial al testamento. En efecto, tal como aparece del artículo 798, complementado por los que le siguen, el testador tiene el derecho de revocar en cualquier tiempo sus disposiciones testamentarias. Para más precisar agrega que toda declaración en contrario carece de valor, lo que viene a significar, en el fondo, que tal declaración es nula y se tiene por no puesta.

La norma, según se advierte de su lectura, contiene dos supuestos diferentes, si bien que estrechamente vinculados. En la primera parte del dispositivo se establece el derecho de cambiar la última voluntad (o sea, la última voluntad válidamente manifestada con intención post mortem), sustituyéndola total o parcialmente por otra, o ampliándola, o derogándola por completo; caso este último que implica que el régimen sucesorio quedará regulado, hasta que no exista otra disposición testamentaria, por las reglas de la sucesión legal.

El testamento no es proyecto ni tampoco algo provisional, sino voluntad firme y decidida, aunque modificable o revocable. La muerte, definitivamente, no es presupuesto de validez del testamento, sino de eficacia del mismo en el sentido de que, a partir de ese momento y respecto de las disposiciones sucesorias, es apto el testamento para modificar las situaciones jurídicas a las cuales se refiere. La idea del "proyecto" vendría a ser tanto como que al momento de la muerte se ratifica o reafirma la misma voluntad ya declarada anteriormente y que se quiso plenamente desde entonces para surtir efecto post mortem. La mejor prueba de que el testamento no es proyecto sino negocio perfecto, es que para privarle de valor (aparte, claro está, de su destrucción física) se requiere su revocación.4

f) El testamento es acto esencialmente formal. En materia de formalidades testamentarias nuestra legislación no ha estado, por cierto, afortunadamente concebida. Desde el punto de vista sistemático nuestro Código ubica bajo el rótulo de formalidades por lo menos tres preceptos, el 692, el 693 y el 694, cuyos respectivos contenidos no respectan a cuestiones de formas sino a la capacidad de los otorgantes que padezcan de algún tipo de limitación física, restringiendo la modalidad testamentaria que pueden emplear. En lo que toca a sanciones 4 El derecho de revocación es la otra cara de la moneda del principio de libertad de testar y de hacerlo de una manera determinada dentro de los anchos márgenes que la ley concede. Correlato de esta libertad de testar está la de no hacer testamento o la de modificar o ampliar o suprimir el que se hizo.

Page 7: Sucesion Testamentaria

establece una duplicidad de categorías (nulidad y anulabilidad) que se basa en grados de importancia de la formalidad incumplida (esencial o no esencial), y de la que se podía haber prescindido. Mas aparte de lo dicho, la poca fortuna legislativa consiste en haberse olvidado de otras nuevas posibilidades de dejar constancia del acto de autonomía privada, sin que con ello quede mermada la garantía de seguridad.

A excepción de unas pocas exigencias formales (artículo 695 C.C.) que son generales a todas las modalidades testamentarias -y que más que formalidades en sentido de solemnidad son elementos constitutivos-, cada una de las recogidas tiene sus propias exigencias sobre la manera de confeccionarlo.

FORMALIDADES COMUNES A TODO TESTAMENTO

El testamento es un acto jurídico unilateral, individual, gratuito, revocable, personalísimo, de última voluntad y solemne, sobre esto último Clemente de Diego nos señala que el testamento es un acto solemne y como tal ligado en su existencia y validez a una forma, determinada impuesta por la ley al arbitrio de los particulares; forma, dice, es el conjunto de requisitos prescritos por la ley para la existencia y validez de la última voluntad.

El sentido de la forma no es otro que el de salvaguardar y garantizar la expresión de última voluntad del testador. La forma es tan esencial al testamento que sin ella no puede existir, por ello en sucesión testamentaria no tiene aplicación el artículo 225 del Código Civil que alude a que no debe confundirse el acto con el documento que sirve para probarlo, pudiendo subsistir el acto aunque el documento se declare nulo, en sede testamentaria el acto y el documento que lo contiene se confunden y el acto de otorgamiento del testamento vale en tanto vale el documento donde él consta. Por lo tanto el acto es solemne cuando para su validez se debe seguir una forma prescrita por la ley, y de no seguirse la forma se producirá la nulidad del acto tal como lo prevé el artículo 219 inciso sexto.

El criterio para distinguir cuando la formalidad es exigida probation causa o solemnitatis causa está referido a la sanción; cuando la ley al señalar una determinada forma indica también que de no observarse tal sobrevendría la nulidad del acto, ésta será ad solemnitatis causa, tal como lo regulan los artículos 140 y 219 inciso sexto del Código Civil.

Los artículos 811 y 813 del Código Civil indican los defectos de forma que ocasionan nulidad por la inobservancia de la forma solemne.

Las formas ad solemnitatis causa para todas las clases de testamento son las siguientes: el testamento debe ser escrito, debe consignar la fecha de su otorgamiento, el nombre del testador y la firma. Deben igualmente considerarse otras formalidades propias de cada clase de testamento tal como lo encontramos en el artículo 696 referido al testamento por escritura pública, el 699 que alude al testamento cerrado y el artículo 707 que trata del testamento ológrafo, sin embargo también deben considerarse las formalidades de los testamentos especiales contenidas en el artículo 813 del Código Civil.

Analicemos por separado cada una de estas formas, que algunos les llaman requisitos de validez del testamento.

a) Testamento escrito.- Todo testamento debe ser escrito, se han desterrado los testamentos verbales por la falta de seguridad y el enorme riesgo que se crea al no resguardarse la última voluntad del testador, a la par de tornar casi imposible una probanza de la existencia del testamento, en el caso de que se cuestione su otorgamiento. En nuestra legislación, los

Page 8: Sucesion Testamentaria

testamentos ordinarios y especiales, todos ellos son escritos, incluso a veces no pueden ser redactados por el mismo testador, como puede ocurrir con el testamento cerrado, o el militar y el marítimo, pero sí firmados por el causante.

b) Testamento fechado.- La importancia que reviste la fecha del testamento es tal, que si no la consignara o ésta no podría ser inferida de la lectura del testamento, estaríamos ante un testamento nulo. Se aconseja que la fecha esté consignada con precisión, esto es, día, mes y año; sin embargo si la fecha estuviera referida a un hecho de conocimiento público, como por ejemplo" ... otorgado en Fiestas Patrias del año 2000", entonces se debe dar por cumplido con este requisito.

La importancia de la fecha es capital para conocer no solo cuándo se otorgó, sino para conocer el patrimonio hereditario del causante, los sucesores existentes y además para tener un referente ante la eventualidad de que posteriormente se cuestione la validez del testamento; ahora bien, en el caso de los testamentos especiales, que por la situación excepcional en que se otorgan a veces no se consigna la fecha, debemos decir que ello se supera cuando, en el caso del militar, el oficial ante quien se otorga el testamento lo remite al cuartel general, en donde consignará la fecha, y en el caso del marítimo, cuando al llegar a puerto peruano se remite al Ministerio de Defensa, constando la fecha en el oficio de remisión.

c) Testamento con indicación del nombre del otorgante.- Resulta de trascendencia que se identifique al otorgante, pues de caso contrario estaríamos ante un imposible jurídico. El Código Civil de 1936 exigía que debería igualmente consignarse el lugar del otorgamiento, requisito éste que ha sido suprimido por el Código vigente, pues ello resulta irrelevante, como también lo es la nacionalidad y el estado civil del otorgante que también han sido suprimidos.

d) Testamento firmado.- La suscripción del testamento por su otorgante es requisito de validez del acto jurídico; la firma significa la conformidad al pliego testamentario, una ratificación de que es su voluntad. El testamento puede no haber sido redactado por el testador, sin embargo cobra plena validez al momento en que este testamento es firmado por el otorgante. En el caso del testamento ológrafo, la firma cobra una importancia mayor, pues como conocemos, la firma será cotejada a través de la pericia calígrafa a fin de obtener plena validez.

La firma siendo un requisito de validez puede no estar presente en el caso de los testamentos otorgados por el invidente y el analfabeto; sin embargo es reemplazada por la firma a ruego que estampan los testigos testamentarios que el testador designe, a la par de solicitarse igualmente la huella digital del causante, aun cuando el texto de la norma no la traiga como una exigencia formal.

En cuanto a que las formalidades específicas de cada clase de testamento no pueden ser aplicadas a otras; sobre el particular analicemos brevemente estas formalidades particulares.El testamento por escritura pública, además de las exigencias formales de todo testamento, esto es, ser escrito, fechado, nombre y firma del causante, igualmente debe cumplir con las formalidades que establece el artículo 696 y que pueden resumirse en lo siguiente: reunión en un solo acto testador, dos testigos y el notario desde principio a fin, sin embargo debe tenerse en cuenta el artículo 698 sobre la suspensión de la facción del testamento por cualquier causa; que el testador exprese por sí mismo su voluntad, dictándole o dándole por escrito las disposiciones testamentarias, lo que no significa exigencia de minuta y que no desnaturaliza el carácter de testamento abierto, por cuanto como sabemos, el testamento es leído por notario y testador; que el testador escriba el testamento de su puño y letra en su registro de escritura pública; la firma de cada una de las páginas del testamento por los intervinientes; que se lea el testamento por el testador, o el que él designe, y el notario; que si hubiera observaciones, el

Page 9: Sucesion Testamentaria

notario deberá dejar constancia de las indicaciones y salve cualquier error, y que al final del testamento lo suscriban el testador, notario y testigos. Si estas formalidades no se cumplen se acarrea la nulidad del testamento.

En cuanto al testamento cerrado, y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 699, el documento que contiene el pliego testamentario deberá estar firmado por el testador en cada una de sus páginas, pero si fuera manuscrito bastará que lo haga al final del testamento; el pliego deberá estar colocado en un sobre que luego se cierra o de una cubierta clausurada; que el testador entregue personalmente el testamento al notario en presencia de dos testigos, manifestándole que contiene su voluntad testamentaria; que el notario extienda en la cubierta del testamento un acta en el que conste el otorgamiento por parte del testador, y su recepción por el notario, acta que deberá ser firmada por el testador, testigos y notario, luego se transcribe al registro del notario y vuelven a firmar, todo ello en un solo acto. Estas formalidades son de obligatorio cumplimiento y de no verificarse ello igualmente el testamento será nulo.

En cuanto al testamento ológrafo, tal como lo señala el artículo 707, son formalidades esenciales que sea totalmente escrito, fechado y firmado por el testador, y si no fuera así no hay testamento ológrafo.

CAPITULO III: CLASES DE TESTAMENTO

3.1 EL TESTAMENTO ABIERTO

3.1.1 CONCEPTO

El testamento abierto es conocido también como testamento auténtico, público o nuncupativo. Este tipo de testamento es el más utilizado en la práctica, el más seguro por su fuerza probatoria y el que más garantías ofrece por el asesoramiento del Notario, en razón de otorgase en pliego abierto, como las demás escrituras notariales, y porque la intervención del notario, como fedatario público, le otorga la calidad de documento auténtico y finalmente porque su texto es conocido por todos los que tienen acceso a él. Lo que lo diferencia del testamento cerrado, por esencia secreto cuyo testo resulta incomprobable hasta después de muerto el testador o de ser revocado5.

Según Ochoa6, el testimonio abierto puede otorgarse de dos maneras: ante escribano público y testigos; o ante testigos solamente en cédula o de palabra, aunque haya escribaonos en el pueblo. Por su parte, O'Callaghan define al testamento abierto como el otorgado ante el Notario (y testigos, en su caso), manifestando la voluntad testamentaria7.

5 El testamento por escritura pública llamado también abierto, nuncupativo que significa a "viva voz", es el que otorga mayor seguridad debido a la presencia del notario y de los testigos, sin embargo presenta como riesgo el que la voluntad del testador, conocida por el notario y los testigos, se difunda ante la infidencia de alguno de ellos, lo cual puede resultar nefasto para el testador, por ejemplo, al haber éste reconocido a un hijo extramatrimonial, o causarle incomodidades al causante al conocerse la forma como ha distribuido sus bienes, no siempre del agrado de los sucesores.El testamento por escritura pública es el que mayor garantía otorga en cuanto a preservar y asegurar la voluntad del testador, en tanto que la intervención del notario asegura el respeto a la auténtica voluntad del causante; en atención a ello es que al analfabeto solo se le permite testar por escritura pública, descartándose las otras dos formas ordinarias como son el testamento cerrado y el ológrafo.

6 De Ochoa, Juan Eugenio. “Manual del abogado americano” Volumen 1. 7 O'Callaghan, Xavier. “Compendio de Derecho Civil. Tomo 5 (Derecho de sucesiones). Lección 6ª, Lima (1999).

Page 10: Sucesion Testamentaria

Los elementos del testamento abierto son:

a) Manifestación de la voluntad del testador.- De acuerdo al Art. 687 del Código Civil derogado, se entendía que la manifestación de voluntad del testador debía ser oral. El art. 696 del Código vigente de 1984 amplía y, al mismo tiempo aclara, el inciso segundo del artículo 687 antes mencionado, permitiendo y dando más libertad al testador, de tomar o escoger cualquiera de las dos alternativas siguientes:Dictar de viva voz su testamento al Notario Público para que él lo escriba exactamente; oAlcanzarle al Notario "por escrito" las disposiciones que desea expresar. (Inc. 2°).

b) Unidad del Acto.- Esto quiere decir que deben estar reunidos en un solo acto y, desde el principio hasta el final: el testador, el Notario y dos testigos testamentarios hábiles, que supieran leer y escribir. Si la facción de este testamento público, tuviera que suspenderse por cualquier circunstancia, se tendrá que dejar constancia de tal hecho y, al continuarlo, deberán reunirse las mismas personas. Tratándose de los testigos testamentarios, si uno o dos no son habidos, serán sustituidos por otros.

Preciso es hacer notar que el Notario Público interviniente no debe ser, con relación al testador, su pariente hasta el cuarto grado de consanguinidad (primos hermanos) o segundo de afinidad (cuñados entre sí) (Art. 704). Tampoco podrá el Notario impedido por esta relación parental, autorizar un testamento cerrado.

Ello obedece al propósito de impedir que una persona interesada directa o indirectamente, como pariente, actúe como Notario Público, en su propio beneficio quizás o en perjuicio de otros determinados parientes del testador.

A los dos testigos testamentarios les alcanza los "impedimentos" señalados por el Art. 705 del actual C.C. esto es, ninguno de los testigos podrán ser incapaces de otorgar testamento. No pueden ser testigos, los analfabetos, sordos, mudos o ciegos; esto es, deben ser "hábiles", como se dijo anteriormente.

Tampoco pueden actuar como testigos las personas señaladas en el testamento como herederos, o como legatarios. Es más, la prohibición se extiende a los supuestos en que sean instituidos en dicho testamento como herederos o legatarios; el cónyuge del testigo, sus ascendientes, sus descendientes o sus hermanos. Ningún testigo con estos impedimentos podrán intervenir como tal en un testamento público.

De igual modo, no pueden ser testigos testamentarios todos quienes tengan con el testador esos mismos vínculos parentales, anteriormente indicados. Ni el esposo o esposa del testador puede ser testigo, ni sus hijos, nietos, bisnietos, padres, hermanos, abuelos, y bisabuelos.

Igualmente están impedidos de ser testigos testamentarios los acreedores del testador, cuando no pueden justificar su crédito, sino con la declaración testamentaria, conforme al inc. 6 del Art. 705, antes citado.

Tampoco pueden ser testigos, dos cónyuges en un mismo testamento. Igualmente, no puede ser testigo testamentario, el cónyuge y los parientes del Notario dentro del 4° grado de

Page 11: Sucesion Testamentaria

consanguinidad y 2° de afinidad. Tampoco los dependientes del propio Notario interviniente y aun los dependientes de otros Notarios públicos.

A pesar de los casos de impedimentos previstos expresamente por el Código, si el testigo testamentario cuyo impedimento no pudiera ser advertido, no fuera notorio al momento de su intervención en la facción del testamento, se permite tenerlo como testigo hábil, "si la opinión común", dice el Art. 706, así lo hubiera considerado

c) Intervención del Notario.- La persona encargada de redactar la voluntad del testador es el notario quien además deberá proveerle asesoría técnica jurídica con el fin de hacer válidad la voluntad del testador. Ello, en razón que una persona común no siempre considera las obligaciones legales con los herederos forzosos y la disponibilidad que tiene el testado de libre disponibilidad de su masa hereditaria.

d) Lectura.- El testador y el "testigo testamentario" que éste elija, a fin de comprobar la correspondencia entre lo escrito por el Notario y lo que expresó el testador.Si el testador es sordo, será él mismo quien lo lea y si es ciego o analfabeto, la lectura corre a cargo del propio Notario y uno de los testigos que designe el testador.Los incisos 6 y 7 del Artículo que estamos examinando o sea el 696, contiene las prescripciones que garantizan que el testamento por escritura pública trasunte fielmente los deseos y la voluntad del testador, para lo cual el Fedatario o Notario interrogará al testador, después de la lectura de cada cláusula, si lo leído corresponde a lo dictado o dicho por éste, dejando constancia escrita de su respuesta, ya sea que contenga su conformidad, u observaciones o aclaraciones hechas por el testador. Si se hubiera incurrido en error, éste será subsanado.

e) Firma.- Es necesario que el testador, los testigos y el Notario firmen, es decir que todos los intervinientes deben de firmar el testamento en el mismo acto, en cada una de las páginas y al final (incisos 4 y 8 del Art. 696). Si el primero no sabe o no puede firmar, lo hace el testigo que él designe.Una vez extendido, debe inscribirse en el Registro de Testamento del domicilio del testador (Artículos 2039, incisos 1, 2 y 3; y 2040 del C.C.). Su valor probatorio es el de un instrumento público que produce fe, respecto del acto verificado y efectos mientras judicialmente no se resuelva otra cosa.

f) Registro del Testamento.- Es el funcionario que da fe de la manifestación válida de la última voluntad del testador, garantizando la realidad y veracidad del acto, lo que es importante. El testamento no puede ser escrito a máquina, ni por otra persona que no sea el propio Notario y de su puño y letra.El Notario debe cuidar de no estar él, impedido de intervenir, conforme al artículo 704, ya mencionado antes. Además, que lo haga dentro de su jurisdicción territorial, probando la identidad del testador y la libertad con que procede. En cuanto a la redacción, como toda "Escritura", deberá constar de Introducción, cuerpo y conclusión.

3.1.3 REGISTRO PÚBLICO

El testamento abierto es llevado en forma directa por el Notario, para garantizar la reserva que para tales actos establece la Ley Notarial8. Asimismo, la norma obliga al notario a cursar las partes respectivas al Registro de Testamento para su inscripción, mediante el cual se

8 Art. 67 Ley del Notariado

Page 12: Sucesion Testamentaria

publicitará la existencia del testamento y se generará la historia jurídica del acto en el tiempo como las modificaciones, revocatorias u otros actos que puedan suscitarse.

El parte que remita el Notario al Registro deberá contener la fecha de otorgamiento, fojas donde corre extendido en el Registro Notarial, nombres del notario, del testador y de los testigos, con la constancia de suscripción. En caso de revocatoria, indicará en la parte esta circunstancia.

La publicidad otorgada por la inscripción es de suma importancia, en tanto que permite conocer la última voluntad del causante o determinar la necesidad de iniciar el proceso sucesorio al fallecimiento de éste y, en tanto que, la existencia del testamento publicitado mediante la inscripción, hace efectivo el derecho hereditario de los causahabitantes de modo inmediato y, a su vez, determina la nulidad de cualquier proceso sucesorio que se inicie, excepto si impugna su validez9.La solicitud de inscripción se realizará en la jurisdicción del domicilio del testador en el lugar donde ha emitido su última voluntad.

3.1.2 FORMALIDADES

Si analizamos legislaciones de diversos países pertenecientes a los tres grandes sistemas de Derecho, encontraremos invariablemente la existencia de formalidades esenciales para el otorgamiento de testamentos. En el common law inglés se exige que el testamento conste por escrito -a manuscrito, mecanografiado o impreso en formulario- y que esté firmado al final por el testador y dos testigos, todos presentes en un solo acto.

En el caso de su pariente jurídico, Estados Unidos, mucho menos formalista en Derecho -salvo el caso del Estado de Louisiana donde se exige la intervención del notario-, el testamento debe al menos constar por escrito y debe ser firmado por el testador y dos o más testigos en presencia del primero, existiendo mínimas variaciones en relación a la legislación de cada estado. Caso peculiar es que los testigos no necesariamente son informados del contenido del documento, solo del hecho que el mismo constituye la declaración de última voluntad del otorgante; ello es potestad del testador quien puede mantener el documento en sobre cerrado luego de ser firmado por todos. Incluso se permite bajo ciertas circunstancias el testamento oral, pero aun en este caso se exige la presencia de testigos.

En Rusia, la forma notarial es la única admitida a semejanza del testamento por escritura pública o abierto que legislan la mayoría de los países del sistema latino de derecho.

No resulta pues extraño que en nuestra legislación -cuyas bases se asientan en los principios que regulan el sistema latino- se hayan adoptado desde sus inicios formalidades mínimas para todo testamento, como son la forma escrita, fecha, nombre y firma del otorgante -amén de esenciales bajo sanción de nulidad- y muy solemnes para caso del testamento abierto o por escritura pública10.

9 Soria Alarcón, Manuel. “Apuntes de Derecho Notarial”. Ediciones Folk, Lima 201010 Artículo 696.- Formalidades del testamento por escritura públicaLas formalidades esenciales del testamento otorgado en escritura pública son:1.- Que estén reunidos en un solo acto, desde el principio hasta el fin, el testador, el notario y dos testigos hábiles.2.- Que el testador exprese por sí mismo su voluntad, dictando su testamento al notario o dándole personalmente por escrito las disposiciones que debe contener.3.- Que el notario escriba el testamento de su puño y letra, en su registro de escrituras públicas.4.- Que cada una de las páginas del testamento sea firmada por el testador, los testigos y el notario.

Page 13: Sucesion Testamentaria

Nuestro ordenamiento ha utilizado los mismos principios que rigen la legislación española, madre de la mayoría de las instituciones jurídicas nacionales vinculadas al Derecho Civil y la institución notarial:

a) La obligatoriedad de estar reunidos, en un solo acto, notario, testador y testigos subsiste al Código anterior. Mucho se ha discutido sobre la intervención de los testigos pero siguiendo una tradición que incluso no respeta sistemas jurídicos, deben mantenerse dada la trascendencia del acto testamentario. No olvidemos que era obligatoria bajo la Ley N° 1510 -antigua Ley del Notariado- la intervención de testigos en todo instrumento público protocolar, lo que quedó eliminado por el Decreto Ley N° 22634, subsistiendo como obligatoriedad solo en el caso de los testamentos. España exige tres testigos; al igual que el derogado Código Civil de 1936.

Dado que dicha intervención garantiza el hecho de otorgamiento bajo condiciones normales de capacidad por parte del testador -independientemente de la intervención del notario- es necesario advertir sobre la calidad del testigo y, como es obvio, de su capacidad para actuar como tal a través de las normas.

Si bien nuestro ordenamiento civil señala que cualquier persona que pueda manifestar su voluntad de manera indubitable es susceptible de celebrar actos jurídicos con plena validez -amén de completar los requerimientos señalados en el artículo 140 del Código Civil-las disposiciones sobre testamentos, por su especialidad y naturaleza estrictamente formal, han determinado ciertas limitaciones legales que corresponden a su vez a limitaciones de carácter físico o cultural del otorgante.

Por la misma razón por la que el ciego no puede ser testigo, la ratio legis que sustenta la determinación que el ciego solo puede testar por escritura pública (artículo 693) se sustenta en la necesidad de otorgarle al invidente la garantía de una correcta transcripción documental de su voluntad frente a un profesional imparcial -amén de los testigos- que cuida y fiscaliza la legalidad de acto que no está en capacidad de visualizar; ya que de otra manera, la limitación que padece puede dejar al testador en una apreciable desventaja ante personas cercanas a él que inescrupulosamente decidieran modificar o trastocar la voluntad del testador en beneficio propio mediante documento con contenido distinto al declarado, como en el caso de un testamento cerrado u ológrafo donde el otorgante invidente no tiene la guía de un lazarillo que lo conduzca por la senda correcta; la estrictamente legal.

El caso del analfabeto es análogo; ve pero no entiende; constituyendo una especie de ceguera -lIamémosla cultural-, por lo tanto se le puede estar vendiendo gato por liebre si al no saber leer no cuenta con la asistencia legal del notario y la presencia complementaria de los testigos, que incluso sustentan su intervención como tales si pensáramos en el extremo -no imposible- de un notario poco escrupuloso.

5.- Que el testamento sea leído clara y distintamente por el notario, el testador o el testigo testamentario que éste elija.6.- Que durante la lectura, al fin de cada cláusula, se verifique, viendo y oyendo al testador, si lo contenido en ella es la expresión de su voluntad.7.- Que el notario deje constancia de las indicaciones que, luego de la lectura, pueda hacer el testador, y salve cualquier error en que se hubiera incurrido.8.- Que el testador, los testigos y el notario firmen el testamento en el mismo acto.

Page 14: Sucesion Testamentaria

Al igual que en el Código Civil español, el testamento en estos dos casos debe leerse por dos veces -debiera decirse como mínimo- una por el notario y otra por uno de los testigos designados por el propio testador.

Es de advertir que al igual que en el análisis del artículo anterior, puede darse el caso de la intervención de intérprete cuando el invidente además no conoce el idioma castellano (caso similar al del analfabeto). En este caso la intervención del intérprete debe darse bajo los mismos parámetros con el agregado que debiera ser necesariamente considerado testigo y cumplir así con lo que prescribe la presente norma. Si el ciego es además analfabeto el caso es bastante similar. Allí también la intervención del testigo que lee y el que firma a ruego del otorgante -pudiendo ser el mismo- son determinantes para la validez del acto.

Caso aparte y tratado de manera singular es el caso del sordo. La norma señala que debe leer el testamento en voz alta. Resulta carente de toda lógica obligar a quien padece de sordera, a leer en viva voz para que ésta sea oída por el notario o testigos, cuando basta -tal como sucede en la legislación española que solo la lea el otorgante por sí mismo en el propio registro. Si dicha obligación se sustenta en que resulta necesario que tanto el notario como los testigos verifiquen la condición del testador, es decir, que el mismo es sordo pero no mudo, por lo que no estaría incurso en la presunción del artículo 694 del Código Civil (el sordomudo solo puede otorgar testamento cerrado u ológrafo); y que además no es analfabeto; basta con señalar que el notario, dentro de la facultad que le corresponde como dador de fe pública, efectúe las indagaciones y comprobaciones correspondientes y previas al acto formal, para dilucidar cuál es la condición física del testador. Por ello entendemos que no es necesario que el propio otorgante con las limitaciones auditivas que pudiese tener, deba leer en voz alta sus propias disposiciones, pudiendo manifestar indubitablemente su voluntad asintiendo al final de cada cláusula luego de la lectura personal que él efectúe, inclusive más de una vez.

Mención aparte la constituye el hipotético caso en que el testador -sordo- sea a su vez analfabeto; en ese caso el notario debe efectuar el análisis correspondiente para determinar que, debido a ambas limitaciones, debiera ser considerado analógicamente como sordomudo -y por lo tanto solo podría otorgar testamento cerrado u ológrafo- o si, existiendo dicha situación especial, una tercera persona pueda servir como una suerte de intérprete con la condición que domine el desarrollo de formas de comunicación especializadas que permiten al otorgante -sordo y analfabeto- expresar su voluntad de manera indubitable ante el notario y testigos. Dicho intérprete asumiría la responsabilidad de la interpretación en aplicación analógica del artículo 30 de la Ley del Notariado.

Otra opción valedera es que el notario, aplicando los principios que rigen su función, uno de los cuales es abstenerse cuando la más leve duda opaca la transparencia de su actuación o si no encuentra seguridad en que el otorgante haya podido manifestar indubitablemente su declaración de última voluntad. En todo caso constituye una decisión personal del notario viendo y analizando la casuística particular, ya que se trata de una situación no contemplada en la norma.

Respecto de la firma a ruego debe entenderse que las limitaciones del otorgante para firmar no son absolutamente físicas. El analfabeto no sabe firmar, el ciego aparentemente no puede firmar y cualquier limitación física por accidente o enfermedad podría derivar en una imposibilidad real en ese sentido.

La ley reserva la facultad de los testigos para la suscripción en cabeza del otorgante; a ruego de éste, vale decir a su expresa solicitud, pero no se ha contemplado el caso en que los testigos disientan en dicha solicitud, y éste es un caso que, aunque extremo, podría darse durante la

Page 15: Sucesion Testamentaria

culminación del acto formal. En este caso podría aplicarse lo dispuesto en el artículo 54 inciso g de la Ley del Notariado que señala que en los instrumentos públicos protocolares el notario puede advertir de la intervención de una persona -ajena a los testigos que sea llevada por el comparesciente en caso éste sea analfabeto, no sepa o no pueda firmar, sea ciego o tenga otro defecto que haga dudosa su habilidad, sin perjuicio que imprima su huella digital. A este interviniente firmante a ruego del otorgante no le alcanzan los impedimentos de parentesco que la ley señala para el caso de intervención de testigos.

En aplicación de la norma antedicha, cualquier familiar del testador podría firmar a ruego por él sin que se invalide el testamento, siempre y cuando el notario deje constancia en la conclusión de la negativa de ambos testigos a suscribirlo en calidad de firmantes a ruego, pero sí como testigos. El testigo firmante a ruego del otorgante debe necesariamente suscribir dos veces cada una de las fojas del testamento, una en calidad de testigo y otra en calidad de rogado. Seguridad adicional merece la decisión de colocar huella digital, aunque ello no es obligatorio si los firmantes se identifican con Documento Nacional de Identidad, en razón de que la mayoría de los oficios notariales mantienen convenios con el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil -Reniec- para la visualización de las fichas de identidad que incluyen foto y huella digital.

Por otro lado, el Decreto Legislativo Nº 1049, Ley del Notariado establece las siguientes disposiciones:Artículo 68.- Formalidad del Registro de Testamento El notario observará en el otorgamiento del testamento en escritura pública y el cerrado las formalidades prescritas por el Código CivilArtículo 73.- Inscripción del Testamento El notario solicitará la inscripción del testamento en escritura pública al registro de testamentos que corresponda, mediante parte que contendrá la fecha de su otorgamiento, fojas donde corre extendido en el registro, nombre del notario, del testador y de los testigos, con la constancia de su suscripción.

3.1.4 VENTAJAS Y DESVENTAJAS.-

Es indudable que en esta clase de testamentos ofrece las mayores seguridades de autenticidad y firmeza, además, de facilitar a sus herederos, en su momento, la prueba de su título. Autenticidad, en tanto está rodeado de todas las exigencias formalitas, la total libertad del testador y resulta la fiel expresión de voluntad del protocolo del notario, luego de inscrito en el Registro de Testamentos que le hace absolutamente válido11.

Pese a que la ley no lo regula, el testamento debe contener la institución de herederos, por lo mismo se convierte en título que aprueba tal calidad, el que se hará efectivo cuando ocurra la defunción del causante, sin que se requiera trámite judicial posterior, salvo las obligaciones tributarias.

Las ventajas de éste tipo de testamento es que da seguridad a los términos de voluntad del testador y a la vez no puede ser falsificado. Y sus desventajas son que pueden ser muy onerosas y además va a permitir conocer anticipadamente la voluntad del testador.

En resumen, las ventajas que tenemos de este tipo de testamento son:

11 Soria Alarcón, Manuel. “Apuntes de Derecho Notarial”. Ediciones Folk, Lima 2010

Page 16: Sucesion Testamentaria

Siempre se cuenta con el consejo técnico-jurídico del notario, que va a suprimir todos los motivos de invalidez que puedan existir.La conservación del testamento no peligra.Es el único que pueden utilizar las personas que no sabe leer y escribir, o que no pueden hacerlo por enfermedad.Es el más sencillo, tanto de hacer, como de aplicar tras el fallecimiento.Su precio es asequible, pues es acudir a la oficina del notario que ofrezca la menor tarifa.

Podemos ver que el testamento otorgado en esta forma tiene el valor absoluto y probatorio de todo instrumento público, produciendo fe respecto de la realidad del acto verificado ante el notario que lo extendió, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 235 del Código Procesal Civil.

Los testamentos otorgados deben inscribirse en el Registro de Testamentos, así como sus modificaciones, ampliaciones, revocaciones, sentencias ejecutoriadas sobre nulidad, falsedad o caducidad, o sobre juicios sobre justificación o contradicción de la desheredación y las escrituras revocatorias de la desheredación, de conformidad con el artículo 2039.

Las inscripciones se hacen en el registro del domicilio del testador y además en el lugar de ubicación de los inmuebles si se designan en el testamento, de conformidad con lo que dispone el artículo 2040.

Estas solemnidades son simplemente medidas de publicidad para terceros. Su falta no vicia el acto.