Suelta - Sloterdijk - Ira y Tiempo

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venganza y sus reflejos politicos. Se pretende una meritocracia que, tanto desde el punto de vista intracultural como transcultural, equilibre una dis- tendida moral anti-autoritaria con una conciencia marcada de las normas y con un respeto a los inalienables derechos personales. La aventura de la moral se realiza a traves de un programa paralelo de las fuerzas elitistas e igualitarias. Solo en este marco es pensable el cambio de acento de los impulsos de apropiacion sobre las virtudes donantes. Las pretensiones de este programa de formation son altas. En el se trata de la creation de un code of conduct para complejos multicivilizatorios. Se- mejante esquema debe ser lo suficientemente resistente como para ser jus- to con el hecho de que el mundo comprimido o globalizado sigue siendo, hasta nueva orden, multimegalomano e inter-paranoide. Un universo de actores energicos, thimoticos e irritables no puede integrarse desde arriba unicamente mediante sintesis ideales, sino solo a traves de unas relaciones fuerza-fuerza que mantengan el equilibrio. Ejercer el equilibrio supone no evitar ninguna lucha necesaria y no provocar ninguna superflua. Tambien significa no dar por perdido el curso de competencia con los procesos de entropia, sobre todo de la destruction del medio y de la desmoralizacion. A esto pertenece seguir viendo con los ojos de los otros para aprender. Lo que anteriormente deberia producir la exagerada humildad religiosa, lo debera producir ahora una cultura de la racionalidad que seguira cons- truyendo sobre observaciones de segundo orden. Solamente ella puede parar la maligna simpleza, uniendo la voluntad de validez con la auto-re- lativizacion. Para la solution de estas tareas se necesita tiempo, pero ya no se trata del tiempo historico de la epopeya y del drama tragico. El tiempo esencial hay que determinarlo como una epoca de aprendizaje para las civilizaciones. El que solo quiera hacer «historia» quedara por detras de esta definition. La palabra «ejercicio» no nos debe ocultar que, cuando se ejercita algo, se hace bajo las condiciones del caso real para, a ser posible, evitar la apa- ricion de este. No se permiten los fallos y, sin embargo, son probables. En un desarrollo favorable de los ejercicios se podria formar un set de discipli- nas interculturalmente obligatorias a las que entonces, por primera vez, se podrian designar con razon con una expresion que hasta ahora siempre se utilizo precipitadamente: cultura mundial. 274

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  • venganza y sus reflejos politicos. Se pretende u n a m eritocracia que, tanto

    desde el punto de vista intracultural como transcultural, equilibre una dis-

    tendida m oral anti-autoritaria con una conciencia m arcada de las norm as

    y con un respeto a los inalienables derechos personales. La aventura de la

    m oral se realiza a traves de un program a paralelo de las fuerzas elitistas

    e igualitarias. Solo en este m arco es pensable el cambio de acento de los

    impulsos de apropiacion sobre las virtudes donantes.

    Las pretensiones de este program a de form ation son altas. En el se trata

    de la creation de un code of conduct para complejos multicivilizatorios. Se-

    m ejante esquem a debe ser lo suficientem ente resistente como para ser jus-

    to con el hecho de que el m undo com prim ido o globalizado sigue siendo,

    hasta nueva orden, m ultim egalom ano e inter-paranoide. Un universo de

    actores energicos, thimoticos e irritables no puede integrarse desde arriba

    unicam ente m ediante sintesis ideales, sino solo a traves de unas relaciones

    fuerza-fuerza que m antengan el equilibrio. Ejercer el equilibrio supone no

    evitar ninguna lucha necesaria y no provocar ninguna superflua. Tambien

    significa no dar po r perdido el curso de com petencia con los procesos de

    entropia, sobre todo de la destruction del m edio y de la desmoralizacion.

    A esto pertenece seguir viendo con los ojos de los otros para aprender. Lo

    que anteriorm ente deberia producir la exagerada hum ildad religiosa, lo

    debera producir ahora una cultura de la racionalidad que seguira cons-

    truyendo sobre observaciones de segundo orden. Solamente ella puede

    parar la maligna simpleza, uniendo la voluntad de validez con la auto-re-

    lativizacion. Para la solution de estas tareas se necesita tiempo, pero ya no

    se trata del tiem po historico de la epopeya y del dram a tragico. El tiem po

    esencial hay que determ inarlo como una epoca de aprendizaje para las

    civilizaciones. El que solo quiera hacer historia quedara por detras de

    esta definition.

    La palabra ejercicio no nos debe ocultar que, cuando se ejercita algo,

    se hace bajo las condiciones del caso real para, a ser posible, evitar la apa-

    ricion de este. No se perm iten los fallos y, sin em bargo, son probables. En

    un desarrollo favorable de los ejercicios se podria form ar un set de discipli-

    nas interculturalm ente obligatorias a las que entonces, p or prim era vez, se

    podrian designar con razon con una expresion que hasta ahora siem pre se

    utilizo precipitadam ente: cultura mundial.

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