SUICIDIO COLECTIVO

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Fragmento promocional del libro Suicidio Colectivo. Siete personajes. Siete países. Un objetivo común: Suicidarse. Punto de encuentro: Venecia. Svetlana, rusa de 28 años, Cathy, irlandesa de 32, Itami, japonés de 23, Roger, catalán de 18, Pièrre, belga de 45, se conectan en Internet para hacer un suicidio colectivo. Pero hay dos personajes más, Michael, de 45 años periodista de New York, que quiere hacer un programa tipo "Gran Hermano" con estas personas, y Liv mujer noruega de 60 años, viuda, cuyo objetivo no es suicidarse. A partir de ahí, te vas a sumergir en un mundo tan entretenido, desafiante e impactante, que te prometemos desde aquí, que nunca volverás a ser el mismo.

Transcript of SUICIDIO COLECTIVO

  • Suicidio colectivo

  • Cubierta y diseo editorial: ride, Diseo GrficoDireccin editorial: Sylvia Martnez

    Primera edicin: xxxxxx, 2012

    Montserrat Valls Giner / Juan Genovs Timoner Jos Luis Cmara Pineda ride ediciones, 2012Collado Bajo, 1328053 Madrid

    ride ediciones

    ISBN: 978-84-xxxx-xx-xDepsito Legal:Diseo y preimpresin: ride, Diseo GrficoImprime: xxxxxxxx, S.L.

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacinde esta obra slo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcinprevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos,www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

  • ride ediciones

    Suicidio colectivo

    MONTSERRAT VALLS GINERJUAN GENOVS TIMONER

  • DEDICADO A SYLVIA PLATH, GEORGE SANDERS, CAPUCINE

    Y TANTOS OTROS QUE SE FUERON

    OJAL! HUBIERAN ESPERADO.

    I A JAUME FIGUERAS PER FER-NOS ENAMORAR DEL CINEMA.

  • P RIMERA PARTE

  • [11]

    Captulo primero

    7 de noviembre de 2007Michael. Svetlana. Itami. Liv. Roger. Catherine. Pirre.

    MICHAEL. NUEVA YORK. 7 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Hay algo en la muerte que nos aterroriza: morir absolutamente solos.Cuando nacemos, todos a nuestro alrededor nos protegen. A

    partir de ese momento nos sentimos protegidos, amados, y pensa-mos errneamente que siempre ser as. Somos unos ingenuos.

    Llegamos a la idealizada juventud, y si no hemos tenido suer-te, carecemos incluso de un amigo; y la persona a la que amamos, onos desprecia, o algo peor: nunca nos ha visto.

    Cuando nos hacemos mayores vamos perdiendo a las personasque queremos, sobre todo aquellas que nos protegieron. Y entonces,irremediablemente, caemos en la cuenta: estamos solos.

    Algunos lo asimilan, otros siguen andando como si no hubie-ra ocurrido nada. Pero unos pocos deciden irse voluntariamente. Loharn solos, o en compaa, para lograr esa ficticia proteccin an-helada.

    Todo esto me pasa por la cabeza mientras estoy arrebujado enmi sof viendo un documental sobre los lemmings. Reconozco mi in-cultura, seis aos en la facultad de Periodismo, y ni saba de la exis-tencia de estos roedores. Proceden de Escandinavia, se les ve inter-nndose en el mar, frente a Noruega, y terminan ahogndose,voluntariamente.

    Las leyes, tan taxativas de la supervivencia, se desmoronan anteestos diminutos animales. Adems, lo que llama ms la atencin esque son cientos. Es un suicidio colectivo?

  • Mientras el presentador desgrana mltiples teoras (ningunacierta, seguramente), me sirvo un gin tonic y pienso en darle formaa una idea: un programa de televisin con personas que quieran ma-tarse. Un suicidio colectivo.

    SVETLANA. MOSC. 7 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Llego a la Plaza Roja con media hora de retraso, pero me es imposi-ble correr ms, todos mis miembros estn agarrotados por el fro y,aunque me voy acercando a La Catedral de Kazn, mi cansancio mez-clado con los altos tacones me hacen verla cada vez ms lejos.

    Tiemblo, en parte por la temperatura, pero tambin porque aun-que lleve meses en ello no me acostumbro. Por suerte, mis padresno pueden verme, si no se avergonzaran.

    Por fin estoy en la puerta de la iglesia, es donde hemos queda-do, pero por lo que observo, l tampoco es puntual.

    El color rosado de las paredes se funde con el atardecer ruso.Un cura ortodoxo sale por la puerta y me mira con curiosidad. Miaspecto angelical, heredado de mi madre, rubia, ojos azules, menu-da, no le hara, bajo ningn concepto, llegar a la conclusin de mirazn de estar all.

    Intento entretenerme con los copos de nieve, los intento coger,pero se me escurren, como las pocas personas a las que quiero, oquise? Quiero. Aunque las personas hayan muerto, las sigues que-riendo. La muerte no puede arrebatarte eso.

    Sigue nevando, y ahora s, empiezo a pensar que ese hombreno vendr. Quizs he pedido demasiados rublos. Pero qu demo-nios!, mi padre siempre deca: hazte valer. Solo sigo su consejo.

    De pronto, me sorprende una voz a mis espaldas. Es la mismaque he odo esta maana por telfono.

    ITAMI. TOKIO. 7 DE NOVIEMBRE DE 2007

    El Metro est abarrotado. An noto ms el contraste despus de ha-ber cogido el tren bala. Lo he hecho para poder ir a ver a mi abuela.Estaba tan arrugada, tan pequea! A pesar de ello en seguida notoque me ocurra algo. No le cont lo del psiclogo, ni el diagnstico

    [12]

    MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER

  • de mi enfermedad. En verdad, ahora que lo pienso, no le cont nadaque fuera cierto. Pero no me arrepiento, la dej feliz, risuea. Me lle-var ese recuerdo.

    Una colegiala con falda cortsima y calcetines blancos como to-das est tan cerca de m que en otras circunstancias me empalmara,pero no estoy con nimos. Miro mi reflejo en el cristal del vagn, micabello lacio, y mi gran estatura, algo extrao en mi raza. Solemosser bajitos; deba tener relacin con un bisabuelo fuertote que tuve.En parte me ha ido bien, as he podido tener las chicas que he que-rido, hasta que conoc a Kazuzo.

    Sus ojos negros y su rostro perfecto hecho de ncar me embau-caron. Es mi novia, y ella cree que nos casaremos y todo lo dems.

    Por fin he llegado a mi parada. La colegiala parece decepciona-da. Bajo y all est Kazuzo, como cada mircoles, para acompaarmeal loquero. La beso y me dirijo, como un autmata, al exterior.

    LIV. BERGEN (NORUEGA). 7 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Odio este lugar, siempre est lloviendo. Llevo tiempo pensando enirme, ya nada me retiene aqu.

    Estoy en la Plaza del Mercado, abarrotada de turistas, pero esdonde tienen el mejor salmn. Mientras lo elijo, los observo, tan fe-lices con sus cmaras e impermeables, pero es lgico, solo estn devisita.

    Me gustara ir a un pas clido, como Grecia o Italia o Espa-a, all estuve en mi luna de miel. Hace treinta aos, cuando toda-va era joven. Pero bueno, nadie me impide empezar de nuevo.

    Ayer fui a la peluquera de siempre. Me cort mi media melenay ahora llevo el cabello rubio, muy corto. Creo que me favorece, y seme ve ms joven. Adems, quedan ms resaltados mis ojos grises.

    Cuando las mujeres acudimos a un saln de belleza, creo queeso es generalizado, seamos del pas que sea, es porque queremoscambiar nuestra vida.

    Ya tengo el salmn, elijo la nata agria para la salsa, y es enton-ces cuando me doy cuenta de que lo tengo todo para la cena, menosa Ingmar, mi marido.

    Me alejo de all. Las casas de colores del puerto nunca me ha-ban parecido tan grises.

    [13]

    Suicidio colectivo

  • [~]

    ROGER. BARCELONA (ESPAA). 7 DE NOVIEMBRE DE 2007 No logro quitarme de la cabeza a Judith. La veo en todas partes.

    Solamos venir a la Plaza de la Sagrada Familia a pasear. Lue- go nos bamos al lago, y nos reamos imitando a los patos. Ellos nos miraban, y creo que incluso nos contestaban. O por lo menos eso deca mi hermana. Quera estudiar Etologa, le encantaban los ani- males. Poda estar horas escuchndola hablar de Lorenz. No es que a m me interesar, pero aunque hubiera hablado de sedimentos or- gnicos, me hubiera parecido lo ms maravilloso, saliendo de sus ro- jos labios.

    El color de su boca es como el mo, totalmente carmes. Ella sola bromear, diciendo que ahorraba en pintalabios, pero para m era un problema. Ms de una vez, en el instituto, Pau (el matn de turno) me tildaba de marica. Pero un da vi Cobardes, esa peli me ayud un montn. Aunque en mi caso no me deje pegar, le arre con un bate de bisbol, de camino a su casa. Nunca ms volvi a meter- se conmigo.

    Lo que antes me molestaba, ahora me ayuda. Si miro en cual- quier espejo, mi cabello azabache y mis labios rojos, me traslado a mi misma imagen; por algo Judith y yo ramos ms que hermanos: gemelos. Y ms que gemelos, si quiero ser honesto: follbamos. No, rectifico, nos ambamos, con toda el alma, y no estoy exagerando.

    El lago ahora est seco, no hay patos. Abandono la plaza y me dirijo a la avenida Gaud.

    Ahora no habr nadie en casa, y podr masturbarme pensando en ella. Aunque luego termine llorando.

    CATHERINE. LONDRES. 7 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Subo y bajo escaleras mecnicas sin parar. Tengo que calmarme.

    Antes, cuando era pequea, mi madre me traa a Harrods, y a m me pareca estar tocando el cielo. Los dulces. Los pianos. Ahora estoy en el infierno.

    Aconsejada por una amable dependienta, compro un pauelo rojo de Armani. Hace juego con mi melena pelirroja. En el fondo noto su envidia. Mis ojos verdes la examinan. Es guapa, en el fondo no tendra motivos para envidiarme pero es algo con lo que ya me he acostumbrado a vivir

  • Tambin te acostumbras a las miradas, y hasta incluso acoso, dealgn hombre. Soy demasiado voluptuosa y supongo que les incito.

    Ironas de la vida. Hubiera querido ser como Audrey Hepburn.Plana, recta. Amaba el mundo de la moda y quera ser modelo. Conmi fsico fue imposible. Entonces pens en dedicarme al diseo. Lavida tambin se encarg aquella vez de joderme la vida.

    Me despido de la guapa empleada, sigo bajando escaleras. Mesorprendo a m misma cuando, al llegar abajo de todo, quiero bajarms, y entonces reacciono: no puedo caer ms bajo.

    PIRRE. BRUSELAS (BLGICA). 7 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Me siento tan pequeo como mi pas. Insignificante. Nunca salimosen las noticias, y si lo hacemos es para mostrar a un chalado psic-pata que ha enterrado cadveres en su jardn. Entonces Tintn, Hr-cules Poirot, pasan a segundo trmino. Somos raros.

    Ni siquiera los directores de cine han venido aqu para filmar,ha habido escasas excepciones como Historia de una monja, peroa lo mejor influy que la actriz haba nacido aqu.

    De joven, viv con mis padres en otro pas. Pero hice una bar-baridad, y volvimos aqu. Nunca hablo con nadie de mi pasado. Nisiquiera con mi mujer actual. Tengo dos hijos pequeos. O quizstres, ni eso lo tengo claro. Mi vida es una farsa.

    A pesar de mi ropa de marca, mi aspecto impecable y mi per-fume, me doy un tremendo asco.

    He perdido el trabajo, y para acabar de arreglarlo, me met enapuestas. Soy un perdedor.

    Sentado en la hierba, veo el Atomium delante de m, msgrande que nunca.

    [15]

    Suicidio colectivo

  • Captulo segundo

    Dnde estn los lmites?

    MICHAEL. NUEVA YORK. 14 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Mi jefe quiere que colabore en una especie de Gran Hermano, perocon gatos. Ha querido convencerme de que la gente quiere llegar acasa, encender la televisin y ver cmo unos gatos juegan, comen,o lo que sea que hagan esos animales.

    Encima ha tenido la desfachatez de decirme que necesitan unperiodista como yo para hacer los guiones. Pero qu guiones?

    Intento calmarme y mirar los altos edificios. Entra el sol a rau-dales, y la claridad tambin inunda mi cerebro. Salgo de mi despa-cho y me dirijo sin ms dilacin y con el discurso bien aprendidodesde ayer noche al despacho de Richard, mi director, y por desgra-cia, amigo mo desde hace veinte aos.

    Llamo a la puerta, su secretaria debe estar desayunando y lo ni-co que se oye dentro son gritos de Richard y del productor, David.

    Despus de unos instantes en que nadie me contesta y los gri-tos van en aumento, decido entrar. La vista del Empire State es im-presionante.

    Molesto?En absoluto. Yo ya me iba.David se larga dando un portazo.Qu le pasa?Richard se enciende un puro tranquilamente y memira con sar-

    casmo.Que se meten a productores pero no tienen ni idea de lo que

    es la televisin. Invierten su dinero en algo que idealizaron cuandoeran pequeos: Bonanza, Colombo, Banacek Todo ha cambiado.

    [16]

  • La gente ahora no quiere guiones, ni pelculas, eso ya se lo bajan enInternet. Quieren lo que Orwell escribi: 1984.

    Pero lo que olvida la gente, o ni siquiera lo saben, es que esaobra se escribi como una crtica a la dictadura, a la manipulaciny al acoso a la intimidad. A ese controlador lo llam Gran Herma-no. En el fondo lo escribi para cambiar el mundo, y en cambio lostelevidentes quieren controlar y ser controlados.

    Estoy de acuerdo, pero djame ir ms lejos. Antes de Orwell,hubo un precedente ruso.

    Lo desconoca por completo. Y qu dijo?Se llamaba Yeugueni Zamiatin, en 1884 escribi Nosotros.

    La intimidad en esa novela es imposible para los habitantes, todaslas paredes son de cristal

    Interesante, Michael. Pero no has venido a verme para ha-blarme de un ruso, verdad? Si es por lo del Gran Hermano de losgatos, olvdalo, es absurdo, te dije que la idea era ma para que acep-taras, pero cuando el productor me dijo cmo lo quera bueno, yanos oste.

    Ni loco iba a aceptar esa propuesta. Pero eso carece de im-portancia. Vengo a proponerte algo relacionado con lo que hemoshablado. La gente quiere controlar, saber qu hace la gente, cmoviven, de acuerdo?, pero ltimamente es muy reiterativo. Que siuno se acuesta con el otro, que si sale del armario. Una vida dema-siado rutinaria. Mi idea es: hablemos de la muerte!

    Qu muerte? De qu rayos ests hablando? Lo siento, note sigo. Qu quieres, matarlos?, como en la pelcula de RomySchneider? Cmo se llamaba?

    La muerte en directo. La mujer ha de morir, le queda pocotiempo, y el periodista la sigue hasta Tasmania para filmarla.

    Te recuerdo que el periodista lleva en el cerebro un chip conuna cmara, y al final se queda ciego. En cuanto a la mujer, se sui-cida cuando se entera que todo es un montaje.

    A eso voy!Quieres introducirte una cmara en el cerebro? Si lo hago,

    tu mujer, Wendy, me dejar ciego a m.Pero qu dices!, no hablaba de las cmaras. Eso es asunto

    tuyo, busca el colaborador ms bueno que tengas en tus contactosque sepa llevar eso. No, yo me refera al suicidio.

    T ests loco! Se nos tiraran los abogados encima!No, si lo llevamos bien y lo vendemos como una lucha con-

    tra el suicidio: nadie debe quitarse la vida.

    [17]

    Suicidio colectivo

  • Bien, eso me tranquiliza. Los concursantes son suicidas perono se matarn.

    No, porque lo impediremos.Quines?Yo, el primero. Entrar como uno ms que quiere suicidar-

    se, as, aparte de filmar y grabar, impedir que nadie se mate. Meacompaar Svetlana.

    La rusa? La que os hizo de gua espontnea cuando fuis-teis Wendy y t a Mosc?

    La misma, cuntas Svetlanas conoces?Era un autntico bombn. Ha aceptado?An no, antes he querido hablar contigo.De momento me parece todo una barbaridad, pero con esa

    chiquilla subiremos la audiencia masculina.Ahora que veo que me ests tomando en serio, paso a con-

    tarte el proyecto. Me conecto a Internet. Busco un grupo que quie-ra suicidarse. Esos grupos suelen ser pequeos y muchas veces co-nectan personas de diferentes pases. Se renen, conectan. Svetlanay yo enlazamos la misma pgina por separado para que no nos re-lacionen. Luego convivimos con ellos, y lo ms importante: evita-mos que se suiciden.

    Y si alguno se nos escapa de las manos?El programa ser grabado. Si ocurriera algo, hay dinero para

    pagar a las familias.Te ests volviendo un cnico desde que volviste de Irak. Cuan-

    do eras reportero de guerra eras ms humano.Supongo que tiene que ver con la muerte de mi mejor ami-

    go en mis brazosPerdona, Michael, no quera tocar el tema. Sabes que siem-

    pre estoy bromeando. Una pregunta, para luego retransmitirlo laspersonas tendrn que dar su consentimiento. S que el dinero lo pue-de casi todo, pero no olvides un detalle. No quiero menores de edad.

    Me siento satisfecho de la reaccin de Richard. No pensaba quelo convencera tan rpido.

    No habr menores de edad. Habla con el productor, necesi-taremos mucho dinero. A la gente habr que pagarles antes de quese emita, si no ser imposible. Otra cosa: necesitar que arregles lospapeles de Svetlana, para que no tenga problemas al salir de Mosc.

    Hecho. Esta tarde, cuando se haya calmado, hablar con Da-vid. Mi secretaria, una vez hayas conversado con la rusa, te har lostramites. Algo ms?

    [18]

    MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER

  • S, me gustara saber tu opinin. Te gusta la idea?Michael, nos conocemos desde la facultad. Qu quieres que

    te diga? Me gusta tanto como a ti.Suelto una carcajada y me dirijo a la puerta. Oigo la voz de Ri-

    chard a mis espaldas.Sabes por qu Orwell lo llam 1984?Porque le dio la vuelta. La escribi en 1948.La idea es buena pero podra girarse en nuestro contra. Es-

    tdialo con detenimiento. No dejes que se te escape nada.Tranquilo.Voy por el pasillo, tras salir del despacho de Richard, y no oigo

    los ordenadores, ni las conversaciones jocosas de mis compaeros.Solo oigo las bombas y los gritos del fotgrafo.

    SVETLANA. MOSC. 14 DE NOVIEMBRE DE 2007

    El ruido de las caeras congeladas vuelve a despertarme. La nocheha sido una mezcla de vodka, sueos y hielo.

    Desde mi cama se distingue la nieve en la ventana. El cielo plo-mizo me transporta al sueo de esta noche.

    Era pequea, corra por un campo de trigo, y el fuerte sol mehaca parpadear. Mi padre me coga en volandas y me susurraba alodo: Algn da, Sve, nos iremos de ese pueblo, iremos a Mosc, ytodo ser distinto. No entenda por qu quera marcharse a ese lu-gar desconocido, si ah ramos felices.

    Nac en 1979, ahora tengo 28 aos. Las imgenes onricas sonreales. Sucedi en Palej, mi pueblo natal. Mis padres, Olga y Nikolay,vivan de la artesana. Fabricaban miniaturas y luego las pintaban ylacaban. Es un pueblo muy pequeo, pero yo lo vea muy grande.

    Tena un hermano. Bueno, rectifico, tengo. Se llama Alexey. Enestos precisos instantes debe estar pinchndose herona en cualquiercallejuela nauseabunda.

    No tenamos que haber venido aqu.Recuerdo una obra de Txekhov. Hablaba de tres hermanas, quie-

    ren abandonar su pueblo e irse a Mosc. Pero nunca lo hacen. De-seara, con toda el alma, que nosotros tampoco hubiramos podido.

    Me dejo de tonteras y me levanto de la cama con gran esfuer-zo. No hay agua caliente. Tiemblo mientras me ducho, salgo tiri-tando. Al envolverme en una toalla spera, no puedo evitar sentir

    [19]

    Suicidio colectivo

  • las manos bruscas de los clientes. No saben acariciar, ni tratar condulzura, lo cual hace que esta profesin sea an ms dura si cabe.

    Pero el hambre an lo es ms. Desde el cristal puedo ver a unosnios comiendo de los desperdicios, y pelendose por un hueso depollo.

    Hace un ao mi vida era distinta. Trabajaba en una fbrica, noganaba ni 1.850 rublos al mes. Las mquinas destrozaban mis odos,mis manos y mi espalda. Tuve la gran idea de ir a ver a mi jefe, a versi poda lograr algn tipo de mejora. Me dijo que s con la condicinde que fuera al trabajo ms pronto que las dems y le hiciera una fe-lacin. Primero me indign, pero luego, mi nevera vaca y mi can-sancio me hicieron cambiar de opinin.

    Durante un mes la rutina era fichar, cerrar los ojos y engullir.Entretanto, esos das me sent mareada, con nauseas. Mis compae-ras no entendan por qu no estaba contenta ya que me haban tras-ladado a oficinas.

    Tampoco entendieron por qu me fui un lunes, sin despedirme.Aquel fatdico lunes mi jefe no estaba solo. Haba dos hombres

    ms. Mi instinto, cuando entr en ese cuarto oscuro, fue huir, perouno de los hombres ya me haba cogido y se haba tirado encima dem. Me violaron los tres sin ningn tipo de miramiento. Como si yofuera un animal.

    Me fui de all llorando, ms por vergenza que por rabia. Nopoda acudir a nadie. Yo haba accedido al principio. Llor durantetres das. Hasta que me di cuenta de que podra aprovecharme de losque me haban hecho dao: los hombres. Pero llevara el control.Quedara con quien quisiera, donde quisiera. Y segn qu cosas, yadejaba muy claro desde el principio que no las hara. No gastaba casinada de lo que ganaba. Quera ahorrar y marcharme de all.

    Eso es lo que me hace vestirme, pintarme los ojos y salir en bus-ca de Yuri, el hombre que conoc en la Plaza Roja a la hora acordada.

    Mis botas resuenan hasta la boca del Metro. Me dirijo a la pa-rada de Smolenskaya. Hemos quedado en el centro de Mosc, enuna calle peatonal, la llaman El viejo Arbat.

    Las paradas van oscurecindose en el tnel y el recuerdo de mihermano tambin. Hace un ao que no le veo. La ltima vez fue enSan Petersburgo. Haba acudido all por un cliente, de los primeros,que le entusiasmaba la pintura. As que el mejor sitio, El Ermitage.

    Nuestro punto de reunin era un cuadro de Gauguin. Buscabaen el plano, sin xito, hasta que o su voz, inconfundible, de miel ycaramelos, como cuando ramos pequeos.

    [20]

    MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER

  • Hola, Sve!Cmo ests, Alexey?Intent mostrarme fra, pero cuando amas a alguien, eso es ta-

    rea imposible.Normal.Mi hermano contest con un lacnico normal, porque eso es

    lo que decimos todos los rusos, somos muy supersticiosos. Si esta-mos bien y lo decimos, puede estropearse. Si estamos mal y hace-mos lo mismo, puede ir peor.

    Escudri su rostro entre los cuadros. Su palidez, sus ojos ama-rillos. Cirrosis.

    Esperas a alguien?Por mi vestido se puede imaginar a quin espero. Pero disimula.

    Y yo, a cambio, no miro los pinchazos de sus brazos. Es como unpacto de silencio desde que ocurri todo aquello.

    A un amigo. Pero no hemos quedado aqu, si no al lado deeste dichoso cuadro, y no lo encuentro.

    Djame verAlexey se acerca a m, observa el folleto y me indica la planta.Por un segundo, sus dedos rozan mi piel. Por un segundo quie-

    ro gritarle: volvamos a Palej!, pero no soy capaz, y mi hermanodesaparece, igual que ha venido, como un fantasma.

    Vuelvo a la realidad, el vagn ha salido del tnel y mis botasbajan en la parada. Mi mente est muy lejos.

    ITAMI. TOKIO. 14 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Otro mircoles absurdo delante del psiclogo. Estoy en una sala muygrande, con techos altos y una vista, supongo que espectacular (am me la suda), del Parque Yoyogui

    Mi terapeuta es japons, como yo, pero estudi en Europa. Poreso me decid a venir con l. Es un buen to, y tiene buenas inten-ciones pero est claro que l nunca se ha deprimido.

    Ahora mismo me est contando, con un optimismo casi irri-tante, lo que tendra que hacer con mi vida. Yo, como siempre, hagover que le escucho con inters pero, en el fondo, lo nico que hagoaqu es ganar tiempo.

    Desde que intent suicidarme, y no lo logr, mis padres estuvie-ron hacindome la vida imposible. Hasta que se me ocurri buscarayuda, no porque la necesitara, nadie puede ayudarme, ms bien

    [21]

    Suicidio colectivo

  • para ir planeando otro suicidio, pero esta vez lo hara bien: lejos decasa, del pas, y de mi gente.

    Es en lo nico que me ha ayudado el venir aqu. Tanto orle ha-blar de Europa y de los europeos, prefiero suicidarme en su compa-a. Ser ms interesante.

    En qu piensas, Itami?Esto es lo nico incmodo de la terapia. Cuando le da por pre-

    guntar. No le puedo decir la verdad. Que estoy pensando en suici-darme en Venecia, con seis europeos ms que encuentre en Internet,y llevar yo el mando: suicidarnos cuando hayan pasado unas sema-nas. Quiero irme de aqu con ms vivencias. Soy sintosta, y ya quecuando muera formar parte de un ro o una montaa, cuanta mssabidura logre como persona, mejor estar luego formando parte deun todo, naturaleza, cosmos.

    Le miro, el buen hombre an espera que le diga qu pienso, asque le ofrezco carnaza aprendida.

    Pienso en Yasunari Kawabata, y en Itami Juzo. Sabe qui-nes son, doctor?

    Por supuesto. Eran. Los dos se suicidaron. Kabawata era ungran escritor, incluso le dieron el Premio Nobel. Juzo era un buencineasta.

    Tuvieron suerte. Ya no estn aqu.Realmente crees eso? Piensa en un momento en sus fami-

    lias, en las personas que les queran.Y eso qu tiene que ver? Eso son daos colaterales. Fueron

    valientes.Suicidarse no es ser valiente. Quedarse aqu y luchar, eso s

    lo es.Sabe?, el que ms me mola es Yukio Mishima. A los cua-

    renta aos, y encima delante de las cmarasDantesco.No es dantesco, es poder elegir cundo te vas.Y qu ganas? No es preferible quedarse, y ver qu te de-

    para la vida? Al fin y al cabo todos nos iremos un da u otro, perono hay prisa.

    No ser que le tiene miedo a la muerte, doctor?Algo he dicho pues de pronto le ha cambiado la cara. Su ros-

    tro est ms plido que nunca. A los japoneses no nos gusta el sol,a lo mejor por eso nuestra estadstica de suicidios es tan alta, le mirootra vez e intuyo que la idiotez que he dicho por pasar el rato le hahecho palidecer algo ms que su piel.

    [22]

    MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER

  • No le tengo miedo a la muerte, Itami. Ya no. Sabes, porquete lo expliqu, que mi mujer es de Nueva York. Te dije que no ten-amos hijos. Y no te ment. No los tenemos. Linda, mi esposa, tieneuna enfermedad irreversible. No puede tener hijos. No solo eso, sinoque cada ao que pasa pierde psicomotricidad, y visin.

    Lo siento, no era mi intencin molestarle, yo no saba nadapero... s su mujer est as, an ms para...

    Para nada, Itami. Nuestra cultura dignifica el suicidio. Durantesiglos ha sido una salida natural y honrosa a una vida que no fueradigna, pero todo eso son memeces aprendidas. El Harakiri inclusoel nombre es absurdo. La vida est para disfrutar cada momento. Poreso no le temo a lamuerte. Me deleitar con la vidamientras est aqu.De una sonrisa de Linda, de un paciente que he curado.

    Pero a m no me puede curar, verdad?Itami, hay una diferencia muy grande entre tu enfermedad

    y la de mi mujer.Cual?Mi mujer va a morir en el plazo de unos siete u ocho aos.

    La esquizofrenia, que es lo que t tienes, no te mata. Puedes llegara noventa aos, si no haces el imbcil.

    Ser un viejo loco. De qu me sirve eso?Con medicacin puedes llevar una vida totalmente normal,

    Itami.Y si no tomo la medicacin? Mire qu me pas la ltima

    vez. Quise pegar fuego a mi habitacin.An no se te haba diagnosticado. No sabamos qu te ocu-

    rra. Ahora es distinto. Todos a tu alrededor estn pendientes de lame-dicacin. Si obviamos la tontera de tu intento de suicidio, has tenidoun ao muy bueno, Itami. Y as pueden ser todos, si confas en m.

    Y lo de tener hijos? Saldrn chalados. Kazuzo no se mere-ce eso.

    No hay ninguna prueba de que la esquizofrenia se herede.Se han hecho estudios con gemelos. El nio que se cri fuera de lafamilia enferma result totalmente normal.

    Y el otro?Desarroll la enfermedad, en algunos casos, no en todos. He-

    mos de pensar que estos experimentos se hicieron cuando no exis-tan las medicaciones de ahora, de manera que el nio viva en unambiente muy perjudicial.

    Entra la enfermera. Nos hace una reverencia y sonre, a la ma-nera tradicional japonesa.

    [23]

    Suicidio colectivo

  • Perdone que le interrumpa, pero es que el seor Fujinara lle-va esperando ms de media hora. Vamos muy retrasados. Y ya sabecmo se pone ese hombre.

    Gracias. Ahora mismo le har pasar.Cuando se ha marchado y ha cerrado la puerta, un aire de com-

    plicidad se nota en el ambiente. El hecho de que me haya contadolo de su mujer me hace pensar que le importo. Estoy a punto de de-crselo, pero el doctor tiene razn: soy un cobarde.

    Le doy la mano en seal de despedida, es lo que hizo l cuan-do me conoci, dijo que lo haba aprendido en Europa, y que a ni-vel emocional es mucho mejor, ya que as nos tocamos, hay un con-tacto, no la frialdad de nuestras reverencias, e intento darla con mscalidez que nunca.

    Siento lo de su mujer.Me alejo del despacho y de las grietas de luz. Vuelvo a sentir

    mi vaco. Mi enfermedad. Mi miedo. No soy capaz de vivir as.En la sala de espera, est esperndome Kazuzo. Me mira y son-

    re. Supongo que piensa que voy mejorando.Qu tal ha ido?Muy reconfortante.Quieres que vayamos al parque?Estupendo.Nos despedimos de la enfermera y salimos a la luz del da.Por el camino, no hablamos. Los rboles en noviembre tienen

    unos colores indescriptibles: amarillentos, rojizos. Cosas bellas, diceel psiclogo. Observo a Kazuzo, su gorro blanco, sus guantes azu-les es lo que ms echar de menos cuando me vaya. Pero s quehago bien. Se merece algo mejor.

    Seguimos andando, y la naturaleza me va calmando.Cmo ha ido la clase de koto?Semanas atrs, cuando intent suicidarme, le recomendaron a

    Kazuzo tocar un instrumento para que se tranquilizara. Dicen queel arpa japonesa es lo que ms tranquiliza.

    Ha ido bien, me distraigo, aunque creo que soy una de lasalumnas ms lentas. La profesora me anima.

    Me siento tremendamente culpable.Veo que nos acercamos a uno de los templos.Quieres que le digamos a un monje que nos d un omikuji?Kazuzo pone cara de sorpresa, desde que nos conocemos sabe

    que nome gustan estas cosas, pero yo s que a ella s, y quiero, los dasque faltan, hacerla feliz. Aunque solo sea con uno de esos papeles.

    [24]

    MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER

  • Si lo que dice el papel da buena suerte, nos lo llevamos a casa, si no,lo atamos a una soga para que, segn la tradicin, los dioses apar-ten la mala suerte.

    Cuando llegamos al templo y un monje vestido de naranja nosda un omikuji, observo que hay muchsimos colgados. Papeles blan-cos atados por el destino incierto.

    Nos da los papeles y Kazuzo, al abrirlo, sonre. Yo lo ato, sin nisiquiera mirarlo.

    Por qu lo atas?, ni lo has mirado. A lo mejor era kichi, bue-na suerte.

    Claro que lo he mirado, desconfiada. Era kyo. Mala suerte.No confas en m?

    No. He de hacerlo?S que todo esto provocar una discusin, as que cambio de tema.Sabes qu haremos este ao en San Valentn? Iremos al Mon-

    te Fuji, como todas las parejas, a tocar la campana tres veces.He acertado con el cambio de tema ya que me abraza. La gen-

    te nos mira. Es inusual, y ms en pblico, demostraciones de esetipo, pero el psiclogo le dijo a Kazuzo que era bueno para m cual-quier demostracin de afecto.

    Me sigue abrazando, y pienso con amargura que en febrero,quizs Kazuzo ir al Monte Fuji, pero no conmigo.

    En aquel mismo instante una pareja vestida de rojo sale deltemplo: recin casados. Los kimonos y el tocado de ella les delatan.Siento envidia, son una pareja normal, que tendrn hijos normales.

    Kazuzo se acerca a mi odo y me susurra: kimi o ai shiteru.

    LIV. BERGEN. 14 DE NOVIEMBRE DE 2007

    He quedado con Lena para ir al Akvariet. No s para qu vamos,en el fondo no deja de ser un acuario con cuatro focas, y uno de lospinginos tiene pelos amarillos. Pero a ella siempre le ha gustado ir.Supongo que esto es la amistad, y nos conocemos desde hace cin-cuenta aos.

    Me observo en el espejo, e intento concentrarme en lo que mehe de poner. No puedo, el recuerdo de Ingmar me persigue.

    Hace un ao, en el mismo acuario, puedo or su voz:Te das cuenta de lo solo que est ese pingino porque es

    distinto? Me recuerda cuando fuimos, hace aos, a Barcelona, Co-pito de nieve.

    [25]

    Suicidio colectivo

  • Ingmar, no seas exagerado. El pingino est posando paralas fotos de los turistas, no es que lo aparten sus compaeros. Y encuanto al gorila que vimos en Barcelona, estaba todo menos solo. Se-guro que haca el amor ms veces que t.

    Ahora que est muerto, me arrepiento de haberle soltado esaspuyas pero, lo deseaba tanto, y l necesitaba el sexo tan pocas veces.

    Sin darme cuenta me estoy acariciando delante del espejo, en-tre los recuerdos. Suena el telfono y doy un respingo.

    Diga.Liv! Qu haces en casa? Llevomedia hora viendo a las focasPerdona, Lena. Voy para all.Cuelgo sin esperar respuesta, y me visto rpidamente. An es-

    toy mojada, e intento pensar en otra cosa. Mi vestido de lana blan-ca me envuelve y el abrigo me cubre mis ms ansiados secretos.

    El autobs me ha trado en cinco minutos, pero a pesar de lorpido que he ido, veo a Lena, a lo lejos, un poco cabreada. Se acer-ca, y pienso que me va a estrangular, pero sus ojos y sus gestos soncontradictorios. Lena verdaderamente es un enigma, al igual que loera mi marido. Me he de rendir a la evidencia, me gustan este tipode personas, si no, no lo entiendo.

    Ests preciosa, querida! Te haba visto este abrigo?Me lo ha visto miles de veces, incluso vino conmigo a com-

    prarlo una tarde que nuestros maridos fueron a jugar al pker. Perosonro, s que Lena solo intenta ser amable despus de lo sucedido.Todos son amables cuando te pasa una desgracia. Y que tu maridohaya muerto, es mala suerte. Que se haya suicidado, eso es una des-gracia segn ellos.

    Intento no pensar y me zambullo con los peces de colores y laconversacin de Lena.

    Las peceras iluminan su cara mientras me habla.Ay, Liv, qu suerte tienes de no haber tenido hijos! Adivi-

    nas qu es lo que me ha hecho Erland ahora?Erland es su hijo menor, y aunque no le conteste ni le anime a

    seguir, lo har. Bebe los vientos por l.No te lo vas a creer, ahora quiere dejar Noruega e irse.A dnde?Finlandia. Y yo le he dicho: pero si ah solo hay lagos y mos-

    quitos, adems, con esa lengua fino-ugra tan extraa.Y qu ha contestado?Que me guste o no, se va a Naantali, un pueblo perdido, a

    diecisis kilmetros de Turku. Se ve que es un pueblo costero, con

    [26]

    MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER

  • Suicidio colectivo un puerto, artistas en fin, se va de Bergen para irse a otro Bergen, pero ms cerca de los rusos y de los mosquitos.

    No puedo evitar rerme al recordar a Lena, hace muchos aos, con Kaj e Ingmar. Los nios eran muy pequeos, se nos ocurri ir todos a Copenhague. Estuvimos en un hotel, que estaba muy lim- pio, no haba un solo bicho. Pero la obsesin de Lena le hizo sacar el pulverizador que llevaba en la maleta y pulverizarnos a todos. Sa- limos al pasillo porque no podamos respirar Qu jvenes y feli- ces ramos!

    Estupendo, Liv. Yo te cuento mis penas y t te res. Perdona, cario, me rea de otra cosa. De qu, si puede saberse? De las focas palmoteando bajo la lluvia. Eso te hace rer?... Bien, aunque me ests mintiendo, me

    encanta verte as, no soportaba verte llorar. De todos modos, tena que decirte algo ms y no s cmo

    Adelante, Liv. Di lo que tengas que decir. Estoy mejor. De acuerdo. Voy a irme con mi hijo unos das a Finlandia.

    La excusa es ayudarle a organizarse Y la verdad? La verdad es que las cosas con Kaj van de mal en peor. So-

    bre todo desde que muri tu marido. Est incluso agresivo. El otro da, sin ir ms lejos, me peg.

    No lo entiendo, Lena. Tu marido es muy pacfico. Ya no es el mismo. Adems, no para de beber, est todo el

    da borracho. Pero... no creo que tenga nada que ver con la muerte de Ing-

    mar. Se caan bien. Con tantos aos, se haban hecho amigos, es cier- to, pero de eso a que tenga la culpa su muerte.

    Yo no digo que eso haya tenido la culpa, pero s que coinci- de. No quera decirte nada, bastante tienes t con lo tuyo. No te pre- ocupes. Ser pasajero. Supongo que nos ha trastornado su muerte.

    Cundo volvers? En unas semanas. Dos o tres a lo sumo. Quera pedirte un

    favor. Lo que quieras. S que es pedirte demasiado tal como ests, pero podras vi-

    sitarle? A ti siempre te ha hecho ms caso que a m. A lo mejor des- cubres qu le ocurre.

    Claro que s! Incluso me ir bien. ltimamente estoy de- masiado en casa.

    [27]

  • l tambin. Est trabajando en su ltimo libro: Recopila-cin del cine escandinavo. Solo sale un momento al medioda abuscar alcohol.

    No te preocupes. Ir. Vete a Finlandia tranquila. Cuandovuelvas, ya vers como todo se habr arreglado.

    No s, Liv. Me da la impresin de que se est yendo todo ala mierda.

    Salimos del zoo y un plido sol nos calienta. A pesar de ello,estoy temblando.

    ROGER. BARCELONA.14 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Deseara ser el chico finlands que se li a tiros en su instituto.Nunca he sufrido acoso escolar, ni nada por el estilo, pero me

    da rabia que mi hermana haya muerto, y que los dems estn tantranquilos.

    Siempre pens que ella estara aqu. Ahora estoy totalmentesolo.

    Aunque me cubro con las sbanas, no desaparezco. Oigo los ta-cones de mi madre, se acerca a mi habitacin y me hago el dormi-do. Da media vuelta, coge el bolso y las llaves y cierra la puerta.

    No hay nadie en casa, as que me levanto y voy al lavabo. Cojola colonia de Judith, que an nadie ha tirado, y aspiro su aroma.Como cada maana, eso me calma.

    Me observo en el espejo. Tengo dieciocho aos aunque apa-rento menos. Rememoro los quince, cuando todo empez.

    Era una noche de verano, clida y asfixiante. Empez a llovertorrencialmente, y sal a la terraza a ver los relmpagos.

    Al salir, uno de los relmpagos ilumin a mi hermana. Estabaen una tumbona, a oscuras, llorando.

    Me sorprendi su presencia, ya que me crea solo en casa. Mispadres haban ido al Liceo, y ella les haba dicho que estara en casade una amiga.

    Qu ocurre? Por qu ests llorando? Me has pegado unsusto de la hostia.

    Me mir de una manera extraa, riendo y llorando histrica-mente. Me asust. Jams la haba visto as.

    Y entonces sucedi algo inesperado, esos segundos que te cam-bian la vida para siempre.

    [28]

    MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER

  • Suicidio colectivo

    Judith se abalanz hacia m, y me hizo entrar en casa. Se tir encima de m, y camos al suelo. Primero pens que se trataba de un juego.

    Pero luego me di cuenta al notar sus manos, sus labios, que los juegos y las tardes del Scrabble haban terminado.

    S que tena que sentir asco, era mi hermana. Pero solo pude sen- tir un deseo irrefrenable. Tambin intu que pasaba algo muy grave en aquella cabecita para hacer algo as, pero en aquel momento en que la penetr violentamente, su cuerpo me hizo olvidar cualquier reticencia.

    Aquella ancdota, si es que podemos llamarla as, se convirti en una costumbre. Mis padres pasaban mucho tiempo fuera de casa, y adems viajaban largas temporadas.

    Se puede decir que aquellos fueron los mejores aos de mi vida. Me enamor locamente de mi hermana, y ella, por la respuesta de su piel, estoy seguro de que tambin. No era sexo. Era algo ms pro- fundo. Sobrepasaba el amor.

    Todo fue bien hasta que tuvimos diecisiete aos. Creo que me di cuenta de que Judith estaba muy rara, pero quizs no quera arriesgar- me a perderla si algo suceda. No poda perderla. Cuando se ama tanto a alguien, olvidamos razonar, pensar, analizar. Nos olvidamos de todo.

    Un 11 de agosto. Barcelona estaba vaca. Mucha gente se haba marchado de vacaciones. Casi todas las tiendas estaban cerradas y la ciudad mostraba una tranquilidad inusual, solo truncada por el ir y devenir de las ambulancias al Hospital de San Pablo, y por el vio- linista que desafinaba en la Avenida Gaud.

    Judith estaba leyendo un libro de Psiquiatra del despacho de mi padre. Yo haca ver que lea un libro de Kafka, pero en verdad es- taba admirando sus largas piernas. Levant sus bellos ojos del libro y me pregunt, ansiosa: Crees que estamos enfermos?.

    Hubiera querido decirle que s, que estaba enfermo de ella, de tenerla. Que me faltaba la respiracin cuando no la vea, que el co- razn se desbocaba cuando la vea hablar con algn chico en el ins- tituto. Pero, como es lgico, no le dije nada de todo eso.

    Claro que no estamos enfermos. Toda esta historia de la pro- hibicin del sexo entre hermanos surgi por la religin. A su vez por la procreacin. El parentesco de los familiares aumenta los proble- mas genticos de los nios. Adems, piensa una cosa. Podamos no habernos conocido de pequeos, por cualquier circunstancia, y co- nocernos en una discoteca.

    Pero no fue as. Nos hemos baado juntos, jugado. Tenamos mucha complicidad.

    [29]

  • Ahora que lo dices, demasiada. Tampoco era normal. Ni nospelebamos.

    Este libro que estoy leyendo dice que es normal que los ge-melos tengan esa complicidad.

    De la complicidad al sexo, si tu hermana est para mojarpan, hay un paso!

    Idiota! Estoy hablando en serio.En ese mismo instante, aprovechando que se puso a rer, qui-

    se arrebatarle el libro. Fue entonces, cuando de dentro, cay al sue-lo, una hoja amarillenta. Judith enrojeci, eso fue lo que me hizosospechar. Pero con suma rapidez, volvi a coger el papel, para guar-darlo en su minifalda.

    Qu era eso? Algo de pap?Nada, tonto.Mi corazn empez a latir. A pesar de que todo haba ido muy

    rpido, hubiera jurado que aquello era un poema.Judith despist y puso en marcha el aire acondicionado.Me mir riendo y empez a desabrocharse los botones de la

    blusa. Dej el libro en lo alto de una estantera.Aquel da me hizo el amor de una manera distinta. Con rabia.Aprovech, cuando terminamos y se fue al bao para buscar el

    libro. Pas todas las hojas. No estaba aquel papel.Vuelvo a mis dieciocho aos y al espejo del bao. Esta soledad

    me est matando. No puedo comer, ni dormir. Ni masturbarme sinsentir un dolor que me traspasa las venas.

    He de irme con Judith. Antes de que el dolor sea demasiado in-soportable.

    Pero antes que nada tengo que encontrar esa hoja amarillentay saber por qu Judith se suicid.

    CATHERINE. LONDRES. 14 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Todo cambi el mes pasado. La noticia de que Valentino se retiraba,despus de dedicarse cuarenta y cinco aos a la moda, hizo que nues-tra tienda, al igual que todas las tiendas de alta costura, diera un giroinesperado.

    De repente, todas las mujeres de Londres, jvenes y maduras,vrgenes o ninfmanas, queran encargar vestidos rojo carmes deldiseador.

    [30]

    MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER

  • Cuando lleg uno de los encargos directamente desde Pars,absurdamente, para la mujer ms entrada en carnes de nuestra clien-tela, pidi expresamente que fuera yo quien le hiciera los arreglos.

    Odiaba a esa mujer. No por su fsico, sino por su olor. Supon-go que tena un problema en sus glndulas sudorparas que le hacaoler como un pescado podrido.

    La mujer, Elizabeth creo que se llamaba, haca tremendos es-fuerzos para que le entrara una talla 44.

    Mientras iba ayudndola, ella empez a hablar: Ese hombreera un genio. Hasta Jackie Onassis adoraba sus diseos. Y Catheri-ne Deneuve, su musa, una mujer tan bella.

    Hablaba y hablaba sin parar. Intentaba no escucharla hasta quepronunci aquel nombre: Norma. Esa mujer iba a sustituir a Va-lentino. La misma mujer que me hizo creer que era mi amiga, y melo arrebat todo

    Sal del trabajo alegando una excusa, despus de haberle cla-vado una aguja a la pobre mujer.

    Haca fro en la calle y busqu un taxi sin ningn xito.Entre transentes y paraguas, mi pasado luchaba por apode-

    rarse de mis neuronas. Norma. Norma. Cmo poda ser? Por quella? La mujer a la que ms odiaba en la tierra.

    Ha pasado unmes desde que Valentino se retir, y que el nombrede esa mujer me revolvi las entraas. Sigo sintiendo el mismo vaco.

    Y como aquel maldito da, intento coger un taxi.La lluvia me empapa la ropa. Ha parado un taxi, pero me ha di-

    cho que no le va bien ir a esa zona. Por Dios!Por fin un taxista hind se apiada de m.A dnde va, seorita?A Edgware Road, nmero 131.Suba. Ya haba acabado mi turno, pero est empapada.Muchsimas gracias.Agradezco la calidez del automvil y del hombre. Observo que

    me mira por el espejo retrovisor con curiosidad, pero no me importa.El taxi va comindose las calles a bocados y yo intent olvidar

    mi vida, sin xito. Las gotas de lluvia mojan mis recuerdos.Desde que era una nia, ansiaba llegar lejos en el mundo de la

    moda. Me saba de memoria la vida de todos los diseadores, desdeCalvin Klein hasta Jean Paul Gaultier, pasando por Miuccia Prada yHelmut Lang.

    No pude finalizar mis estudios de diseo. Si Norma no hubie-ra existido, quizs todo hubiera sido distinto. Y ahora ella no solo

    [31]

    Suicidio colectivo

  • MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER es una de las mejores, sino que ocupa el lugar de Valentino. Ni en mis peores pesadillas

    Se encuentra bien? No comprendo por qu razn el taxista me pregunta esto has-

    ta que caigo en la cuenta de que estoy llorando. A falta de pauelo, me enjuago las lgrimas con el pauelo rojo de Armani que llevo en el cuello.

    S, estoy bien, cansada. Sabe qu dicen en mi pas? Si ests cansado es por lo que

    te rodea. Cmbialo, y volvers a tener fuerza. Es lo que intento. Pero no es fcil. Nada lo es. Pero por lo menos usted est en su pas. Se equivoca. Mi pas es Irlanda. Mis padres tuvieron la gran

    idea de traerme aqu cuando yo tena siete aos. Dicen que hay ms oportunidades aqu. No se lo crea, todo es un engao.

    Qu es lo que echa de menos? Yo, de la India, le parecer una tontera, los olores de las flores de mi pueblo, la comida de mi abuela.

    No es ninguna tontera. Lo que ms nos marca de pequeos son los olores, las voces. En mi caso, los colores. El color verde in- tenso de las colinas. Dicen que por eso, las mujeres irlandesas tene- mos los ojos verdes. De tanto mirar las colinas.

    Debe ser un bonito lugar Irlanda. Ya hemos llegado. Y ha de- jado de llover.

    Ha sido un placer, seor Asmid. Y usted? Cathy. Salgo del taxi y me dirijo a casa de mis padres. Asmid me llama: Cathy, se olvida el pauelo. Ni siquiera me giro. Abro la verja blanca y cruzo el jardn de

    flores amarillas. El sonido del taxi se aleja. Introduzco la llave en la cerradura, y los olores de mi infancia

    se hacen presentes. Al entrar en el recibidor, pequeo y claustrofbico, me doy

    cuenta de que mi padre tiene la tele encendida. Pap!, soy Cathy. Hoy es mircoles? Por eso estoy aqu. Pues haz algo til y cocname algo. Desde que tu madre mu-

    ri, no como nada en condiciones. Me quito la chaquea mojada y me acerco a l para besarle. Me

    aparta con asco.

    [32]

  • Aparta, vas a ensuciarlo todo. Jess!. Djame que te mire.Pareces una puta, tal como vas vestida. Se te ve todo. Y a ti te gus-taba Audrey Hepburn?

    An oigo sus carcajadas a pesar de haber cruzado la verja. Medoy cuenta de que me he dejado la chaqueta y que no pienso volverjams.

    Me calmo. Respiro hondo, y pienso en lo que me ha dicho elhind esta noche. Volver una ltima vez.

    PIRRE. BRUSELAS. 14 DE NOVIEMBRE DE 2007

    Hace mucho fro y la hierba est hmeda. Pero no me importa. Sen-tado con mi traje debo parecer ridculo. Y eso es lo que soy, una per-sona ridcula y miserable.

    Los japoneses que tengo al lado han tirado doscientas fotos delAtomium. No entiendo tanto inters. Y peor es cuando entras alinterior. Luces psicodlicas, para nios de jardn de infancia. Creoque lo nico interesante es cuando haces cola para entrar y ves lafoto de Elizabeth Taylor. En blanco y negro, pero a pesar de ello, sime concentro puedo ver sus ojos color violeta.

    Y si fuera a casa y no hiciera el imbcil, tambin los vera, puesmi mujer tambin los tiene de ese color, aunque ltimamente, cuan-do me mira, se le oscurecen.

    Tengo cuarenta y cinco aos y mi vida est acabada. Debo di-nero al banco. Nos quitarn la casa, el coche. Los nios dejarn deir a colegios privados y sufrirn de acoso escolar. Todo es una mier-da. Llevo horas haciendo entrevistas, repartiendo currculos, perotodo es intil. Nuestro ramo es muy pequeo. A estas alturas, la ni-ca que no debe saber que he robado a la empresa es mi esposa.

    Me resigno. Ir a casa a cenar. Hoy es mircoles. Habr hechoconejo a la flamenca. No tengo ni hambre, solo de pensar en las ci-ruelas, el vino y la grosella, me dan ganas de vomitar. Fingir. Comosiempre.

    Las luces del Atomium se encienden pues est anocheciendo.Los turistas vuelven a sus hoteles, los ejecutivos a sus casas y los po-lticos (bueno, esos no s, llevamos cinco meses sin gobierno, aun-que tampoco se nota, la verdad).

    Me levanto de la hierba y me dirijo a mi Mercedes. Pronto melo quitarn, as que mejor que lo disfrute. Enciendo el motor y la

    [33]

    Suicidio colectivo

  • radio: Estamos viviendo una de la crisis ms largas de la historiade Blgica.

    Apago la radio y opto por llegar a casa en silencio.En cuanto llego y abro la puerta, los nios se me abalanzan.

    Toda la casa huele a laurel.Mira, pap, he hecho un cuadro en el cole.Precioso, Paul.Cojo a Jean, el pequeo, en brazos y nos dirigimos los tres a la

    cocina. Monique, con el cabello recogido, y el delantal, sigue estan-do atractiva. Al besarla, noto su sudor por los vahos de las ollas. Megustara tenerla ah mismo. Pero estn los nios, la comida, y, sobretodo, la frialdad de su mirada.

    Paul y Jean se van al comedor a jugar con Tintn, nuestrohmster. Yo, intento ayudarla con el conejo.

    Me acercas el vino blanco? Qu tal ha ido el da?Le paso el vino, y vislumbro la idea de decrselo todo. De vol-

    ver a empezar. Ella lo comprender, volver a trabajar. Yo encontra-r otra cosa y volveremos a follar.

    Ha sido un da estupendo. Han venido unos japoneses y hanhecho un pedido importante.

    Genial. Puedes poner la mesa?Nos sentamos y Monique reparte el conejo en los platos. La te-

    levisin est al taco, los nios se estn peleando y el hmster no parade hacer ruido en su jaula. En estos momentos sera preferible serel conejo muerto.

    Me llevo una grosella a la boca mientras escucho, con totalindiferencia, que unos turistas belgas han sido secuestrados enTehern. Por lo que hablan, se ve que estn retenidos desde ve-rano y ni me enter, una mujer de veintisiete y un hombre detreinta.

    Mi mujer parece horrorizada ante las imgenes.Se me pone la piel de gallina solo de pensar que nos pasara

    esto en nuestras vacaciones de Navidad.No compares Brasil con Tehern. Ah hay playas, gente ama-

    ble y buena comida. No te preocupes, cario.Ella sigue mirando la televisin, y yo miro mi futuro. No ir a

    Brasil, y en Navidad no tendremos ni casa. Hace tres aos que no mehablo con mis padres, viven en Finlandia. Monique no tiene fami-lia, as que la nica solucin ser la casa de mi amigo Jacques.

    De repente Paul grita histrico. Jean se ha levantado de la mesa,y ha abierto la jaula de Tintn. El animal corre despavorido por el

    [34]

    MONTSERRAT VALLS GINER / JUAN GENOVS TIMONER

  • Suicidio colectivo piso. Nos levantamos e intentamos cogerlo. Es intil. Su cabecita choca contra la pared y toda la sangre salpica a Jean.

    No s reaccionar. Monique coge al nio, lo limpia y tranquili- za. Despus coge una caja azul y pone al animal con toda la delica- deza de que es capaz. Lo entierra en el jardn.

    Luego, los lleva a la cama, les da un vaso de leche caliente y les cuenta un cuento.

    Ahora, todo es silencio, y recuerdo algo que me dijo Jacques: Los animales a veces se suicidan. En 1966, en Sharbish, cerca del delta del ro Nilo, unos asnos se golpearon la cabeza contra un muro.

    Pienso si Tintn ha querido suicidarse. Observo la jaula, ahora vaca, que nadie se ha acordado de tirar. HOLA, ESTS AH SENTADO LEYENDO? ESTS DE PIE? ESTS EN EL METRO?, SEAS QUIEN SEAS, SI ALGUNA VEZ ESTE TEMA TE HA INTERESADO, ADELANTE CON EL LIBRO. QUIZS CUANDO TERMINES, YA NO SERS TU. HEY! DEJA LO QUE ESTS HACIENDO, ABRE LA PUERTA DE UNA LIBRERA... Y ENCARGA SUICIDIO COLECTIVO EN SEPTIEMBRE. EN OTOO TODO VA A CAMBIAR! SUICIDIO COLECTIVO DE EDITORIAL RIDE, UN LIBRO DISTINTO, UNA EDITORIAL DIFERENTE