HHHay en la provincia de Valladolid un pueblo llamado Olmedo. Este pueblo es cuna del teatro clásico gracias al famoso caballero de Olmedo encumbrado por la obra teatral de Lope de Vega. Pero Olmedo debe su nombre no al caballero inventado por Lope de Vega y que cayó presa de su fatal destino, sino a que estaba rodeada por amplios bosques de olmos. La importancia que se daba a Olmedo en tiempos de los Reyes Católicos se deduce del refrán "Quién señor de Castilla quiera ser a Olmedo de su parte ha de tener".Pues desde allí, C. Rincón ha contado que hace seis años una cigüeña se cayó del nido de la torre de Santa María y se rompió un ala.

Fue curada, pero ya no pudo volver a volar. La cigüeña desde entonces sólo puede andar. Al llegar el invierno, como no puede emigrar, vive en el cementerio. Cuida de la cigüeña Fausto, el encargado del cementerio. Cuando Fausto llega con la comida, la cigüeña extiende y bate las alas en señal de alegría… También acuden un águila, varios cuervos, urracas, y durante el verano otras cigüeñas. El comentarista A. Fernández Pombo ha dicho que la cigüeña ha sabido renunciar a lo que para ella parecía fundamental: el vuelo. Ahora en vez de volar «se pasea tranquilamente entre tumbas y hierbas», como decía el corresponsal de Olmedo, en la paz de la renuncia admitida para ejemplo de todos. Porque todos, o casi todos, en algún momento y muy a pesar nuestro:

— hemos tenido que renunciar a «volar»; — hemos tenido que desprendernos con sacrificio de personas y bienes; — hemos tenido que aceptar cruces y limitaciones; — hemos tenido que desistir por fuerza de hacer algo que se proyectaba

o se deseaba hacer.

Y esta historia me hace plantearme…

En aprender a «andar», como nos enseña la hermana cigüeña, nos diría Francisco de Asís, puede estar el secreto para vivir mejor la propia vida y hacérsela vivir a los demás. San Agustín decía: «Uno no cae en el combate más que cuando ha dejado caer sus ánimos».

JJJeeesssúúússs FFF... MMM...