Suplemento Cultural 06-03-2015

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Guatemala, 6 de marzo de 2015 Suplemento Cultural Una idea original de Rosauro Carmín Q. Foto La Hora: José Orozco Pág. 3 Panchorizo y el circo teatro

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Suplemento Cultural 06-03-2015

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Guatemala, 6 de marzo de 2015

Suplemento CulturalUna idea original de Rosauro Carmín Q.

Foto La Hora: José OrozcoPág. 3

Panchorizo y el circo teatro

2 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 6 de marzo de 2015

Bernardo Euler Coy. Fotógrafo - Gestor Cultural. Co-lumnista en revista esQuisess.net Servidor público en el Ministerio de Cultura y Deportes porque es necio y cree necesario participar en estos espacios.

La Asociación Chumbala Cachumbala presenta la 8ª edición del Festival Internacional de Títeres “Titiritlán”, la que inició el pasado 24 de febrero de este año, con la participación de producciones nacionales e internacionales, por Guatemala, la Escuela de Títeres FTN y La Charada; e internacionales con: Concolocorvo de Perú, La Capra Ballenita de Italia, Merequetengue de México y El Queso de Costa Rica.

una herramienta transformadora a través de la alegría y el juego. El Festival también realiza presentacio-

nes gratuitas previas, en el marco del Fes-tival, en centros educativos de Panajachel, San Juan La Laguna, San Pedro La La-guna, Tzununá y San Andrés Semetabaj del departamento de Sololá, en las que se abordan temas como el cuidado del medio ambiente y la presentación de adaptacio-nes de obras universales de literatura. Chumbala Cachumbala es una compa-

ñía que también participa activamente en otros festivales internacionales latinoa-mericanos y europeos, por ello tienen la oportunidad de invitar a otros artistas de títeres para que visiten nuestro país. Cada año, se trabajan talleres, exposicio-

nes y presentaciones. Estas se han llevado a cabo en el Centro Cultural de España y el Instituto Italiano de Cultura en Ciudad de Guatemala. Hasta el 8 de marzo, con-tinuarán presentándose en el Centro de Formación de la AECID en Antigua Gua-temala y en distintas comunidades de la cuenca del lago de Atitlán, Sololá.

TexTo e imágenes por Bernardo euler Coy

“VIII FestIVal InternacIonal de títeres `tItIrItlán en Guatemala´”

C ada edición intenta llegar a las poblaciones que normalmente no tienen libre acceso a este tipo de espectáculos, princi-

palmente en el área rural del país. Desde sus inicios, el proceso ha implicado dar a conocer este arte y que el público vaya re-conociendo el títere como un arte mayor,

Más informaciónhttp://www.titiritlan.blogspot.com.es/p/viii-fit-titiritlan.htmlhttp://www.chumbalacachum-bala.orghttp://titeres.skyrock.com

Nueva Guatemala de la Asunción, 6 de marzo de 2015 Suplemento Cultural 3

El circo tEatro

Francisco toralla prEsEnta “chopan”

no solo consumir, sino necesitamos también deleitarnos con la belleza, con la música, etc. A mí me motivaron unos actores que hay

por allí, un Rafael Pineda, una Mónica Sar-mientos. Ellos me inspiraron muchísimo, sirve mucho el reflejo de ver a un adulto haciendo payasadas, tocando trompeta, bailando, así el niño observa y su nivel de opciones crece.

En el teatro… ¿Cuál es la línea que te gusta trabajar?Estoy trabajando un teatro que llamo fa-

miliar pero que va con especial cariño para niños y niñas, motivando en ellos el deseo de creer y querer cosas distintas. Estoy en

esa lucha, me encanta hacer comedia, el país necesita mucho reír con un humor inteligente, no solo el hu-mor de la malcriadez y del tratarnos mal entre huma-nos sino al contrario, es uno mismo con sus problemas, el lenguaje de payaso que propongo.El artista nunca logra salir de

su obra, siempre se está refle-jando. Cuando hago estas co-medias de humor inteligente es porque quiero que los niños aprendan que hay una forma diferente de reírnos, no solo insultando que gene-ralmente es lo que muestra y enseña la comedia barata. Es un reflejo que tengo como padre y tío. Yo soy el tío loco

de la familia, siempre he tratado de transmitir-les eso a mis sobrinos, el juego sano, el juego bien y es lo que estoy tratando de hacer en el escenario, decirles a los niños que la vida es bonita, que vale la pena el esforzarse por nuestros sueños, practicar, ensayar, entrenar, sudar para conseguir lo que queremos y vale la pena ser felices y poder compartir con la gente, con los amigos, con la familia.

¿De qué va la obra “Chopan”?Bueno todo comenzó porque yo soy Pan-

cho y Pancho al revés es panchopancho-panchopancho. Siempre quise hacer una obra donde toda la música fuera clásica y luego me encontré con Frédéric Chopin. Estudié su vida y la idea era hacer toda la obra con música de piano porque ahora hay un lío para usar la música con los derechos y no sé qué. Solo la música clásica es patri-monio de la humanidad entonces dije “va-mos a usar estas músicas”. Me inspiro en Chopin para hacer la come-

dia. Él es famoso porque solo tuvo un ro-mance. Yo abordo su romance a partir de lo apasionado que él era, y cómo este romance le hizo la vida de cuadritos. Además mues-tro cómo un artista se inspira en el piano interactuando todo el tiempo con él. Hay un fragmento de la obra donde toco el tema de la primera guerra mundial que estaba apenas comenzando, eso lo hace a él migrar a Fran-cia. Ya con esos tres temas, el amor, la guerra y la creación musical, ya tengo un universo para crear y trabajar en mi personaje.

¿Cómo definirías el teatro que hacés?Yo le llamo circo teatro y es un género

todo raro porque no existía. Lo normal era hacer comedia, los viernes y sábados por la noche con unas chelitas o el matiné de las once de la mañana, donde la mayoría que asisten son los niños, pero eso ya está pasando de moda…

Con refritos de Disney…Ajá, se usa mucho el reciclaje de esas pelí-

culas pero ahora o los papás están muy can-sados y no quieren “madrugar” un domin-go o están en la Iglesia. Incluso el horario matinal del domingo en el mundo del teatro está desapareciendo. Yo estoy proponiendo un horario después del almuerzo, a las tres de la tarde para pasar un momento de relax.Una de las sorpresas es que los adultos la

pasan muy bien, he visto entre el público muchas parejas de universitarios que van a ver mis comedias porque saben que no van a ver unas patanadas muy groseras ahí, por lo menos antes de llevar a la novia con Los Huitecos, la cuestión es gradual y empiezan con Panchorizo.

¿Alguna reflexión final?Como soñador quiero decirle a la gente

que crean que el arte, la cultura y la edu-cación sí nos van a rescatar como país, es lo único que puede hacerlo, más que las armas, la policía y el ejército, eso de seguirnos matando. Solo en la educación y en la cultura vamos a encontrar un des-canso a esta nueva guerra que estamos vi-viendo. Busquemos no echar en sacos ro-tos las posibilidades de arte y cultura en la ciudad, tenemos que construir eso porque solo así la sociedad puede sanar.

Por Salazar [email protected] conocido como Pancho-rizo y rompiendo los tradiciona-les modelos de impuntualidad, Francisco Toralla apareció con su peculiar camioneta justo a las tres y media en el Parque Jocote-nango. Nos saludamos y luego de realizar algunas intrépidas piru-etas con su bicicleta que parece haber salido de una caricatura e interpretar algunas melodías clásicas con la nariz mientras bailaba tap, tuvimos el tiempo necesario para realizar la nota sin que su hijo despertará de una profunda siesta en la que había caído aquella calurosa tarde.

Hablemos de los orígenesEl fenómeno de Panchorizo lleva

poco más de quince años, puede llevar un par de años más porque antes yo experimenté en la danza, en la pintura. Era aquel adolescente que quería ser artista pero no sabía dónde. Una decisión muy acertada pienso, fue el viaje que hice a Sudamérica porque aquí las posibilidades son bien redu-cidas y cuando uno no sabe bien lo que quiere es bien difícil encontrarlo. Como por ejemplo ser músico, ser bailarín de tap o artista de cir-co. En este viaje conocí las artes circenses, la acrobacia, los artistas de calle, comencé a descubrir todo el mundo de los festivales de calle que se desarrollan en ciudades más grandes tipo Bogotá, Buenos Aires y Río de Janeiro. Ciudades enormes donde el estado finalmente entendió que es su obligación satisfacer el hecho de que la población tiene derecho a recibir arte y cultivar el espíritu,

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Juan Pablo Romero, fundador de Los Patojos.

POR RAFAEL ROMERO

POR SALAZAR [email protected]

Los Patojos: hervidero de niñez plena, núcleo de vidaLos Patojos, sueños e ideas

en acción

FOTO LA HORA: SALAZAR OCHOA

FOTO LA HORA: SALAZAR OCHOA

FOTO LA HORA: SALAZAR OCHOA

Llegar a Jocotenango desde la capital es sencillo, la única instrucción que tenía era la de buscar una gasolinera, ese era el punto de encuentro. Le pregunté al despachador si esa era la estación El Copante, asintió sin ponerme mucho

coco. Me estacioné y llamé a Juan Pablo, “No te preocupés ahorita llega uno de los

patojos por vos”.

Al entrar al lugar me enamoré con las primeras im-presiones, el sueño hecho realidad frente a mis ojos. Las instalaciones aunque no son de lujo pero casi, brindan un espacio bastante digno y ameno que se presta tanto para la lúdica y el aprendizaje. Dimos un recorrido que no hizo más que incrementar las buenas opiniones. No hay duda que la niñez y juventud de este afortunado mu-nicipio tienen el lugar perfecto para expresar sus senti-mientos a través del arte y poder desarrollar cualquier proyecto que se propongan.

No es común que un guatemalteco sea nominado en Héroes CNN, que según entendí viene siendo algo así como el equivalente del premio Nobel del activismo so-cial. Juan Pablo Romero un hombre de mente lúcida y con una creatividad efervescente es sin duda un digno ejemplo de lo que signi� ca más acción y menos palabras.

La sensación tan natural de que estás compartiendo con una familia fue lo que me transmitieron los muchachos y muchachas que integran el equipo de formación de la institución, gente joven con ideas y propuestas muy no-vedosas pero sobretodo llenos de energía.

La conversación con Juan Pablo Romero fue bastante nutritiva, tanto que hasta había olvidado que ya eran las tres de la tarde y no almorzaba todavía. Me invitaron a comer unas mixtas mientras seguíamos conversando so-bre los próximos pasos de “Los Patojos” . Dejo a conti-nuación una narración más íntima y fraternal para cono-cer con mayor profundidad lo que Los Patojos signi� ca para un país como el nuestro, que constantemente está negándonos oportunidades en la cara.

Hubo una época entre el fi n de mi adolescencia y los primeros años de

mi juventud en la que desarrollé —y dictaminé tajantemente— la idea de que ciertas situaciones en la vida son simple

y sencillamente irremediables.

Nada sorprendente para alguien —sé perfectamente que no soy el único—que siempre ha visto a Guatemala como un país sin salidas, oprimido y azotado. Irremedia-bles, decía, pero no tanto en el sentido de que no se pu-edan evitar sino más bien porque no tienen arreglo, porque carecen de compostura. Educación primitiva, caminos tor-cidos, naturalezas defectuosas, gobiernos incompetentes, conductas salvajes, cimientos rotos, parentescos echados a perder, desigualdades indignantes, futuros sin futuro, en fi n, pudrición de masas, canibalismo cotidiano, desinte-

gración, chapuces e indiferencia. Además de esta suerte de perspectiva pesimista, de la que aún quedan rescoldos vi-vos, solía cuestionarme el hecho de que, pese a la evidente y deplorable calidad de vida de un altísimo porcentaje de guatemaltecos y guatemaltecas, sumidos en una atmósfera infectada y rebosante de apabullantes contrastes, nuestras madres seguían procreando sin ningún tipo de control aparente. No lo podía entender. O quizás sí, pero las expli-caciones que circulaban a mí alrededor más que parecerme cuestionables, e incluso risiblemente folclóricas, me en-tristecían, me exasperaban. ¿A qué venían estos niños al mundo? ¿A pasar penas, hambre, abusos, pobreza, aban-dono? ¿A estrellarse con un muro con frases pintarrajea-das con letras enormes de tipo: no hay oportunidades para vos; sin dinero no sos nadie; trabajá, patojito cerote; no hablés, hacé caso y punto; así es la vida, mijo; mirá cómo lo hacés porque yo pisto no tengo; salí de aquí y dejá de estar chingando; yo desde ishto trabajaba, no como vos? ¿Qué necesidad había? Culpaba a los preceptos religiosos,

a la ingenuidad, a la ignorancia. Culpaba a APROFAM, incluso. Sin embargo, mi molestia se quedaba en eso: en un concepto más de mis refl exiones, en meras palabras, en alharaca, en una reacción rebelde e iconoclasta.

Con el paso de los años, mi inconformismo se ha ido apaciguando un poco y he tratado (con mucho esfuerzo y muchos altibajos) de ver con otros ojos la realidad de mi país. Cada día es una mini lucha personal por entenderlo, por aceptarlo, por congraciarme con él y con su gente. Es-toy lejos, lo sé. Sin embargo, hay algo que me mantiene atento, emocionado, a la expectativa. Hace unos ochos años empezó a germinar una semilla, un pequeño brote, en mi pueblo: Jocotenango, Sacatepéquez. Un esfuerzo que ha logrado refrescar mi visión sobre el ser humano, que ha logrado esperanzarme. Una muestra de trabajo coherente y constante para ir lidiando y superando esas situaciones irremediables que antes mencionaba, esas causas perdidas. Su nombre: Los Patojos, su misión: EDUCAR, su razón de ser: LA NIÑEZ, su estrategia: LA ACCIÓN, su fundador:

JUAN PABLO ROMERO FUENTES. Sí, mi hermano. Mi hermano menor. Y no es por eso que precisamente el proyecto, que ya es más que una realidad, me parece au-daz, vital y determinante no sólo para la comunidad, sino para la sociedad en la que vivimos. Quienes saben lo que signifi ca, quienes viven el día a día, quienes son testigos di-rectos de la labor que se llevó a cabo, hasta hace unos me-ses, en mi otrora casa, coincidirán conmigo en que no hace falta adoptar un discurso afectado y vanaglorioso, en que esto no se trata de lazos familiares ni de camaradería. El proyecto tiene voz propia y las acciones hablan por sí so-las. Nada hay en estos párrafos que se aleje de la realidad y que pretenda magnifi car por magnifi car, hacer alarde, elo-giar sin fundamentos. Mi intención no es ésa, créanme. El amor fraternal es indiscutible, está claro, pero es menester que esta vez mi camino lo trace, en la medida de lo posible, desde lo objetivo. No puedo evitar, eso sí, sacar a colación la valentía, la tenacidad, la determinación, la entrega, la en-ergía y la voluntad de Juan Pablo Romero Fuentes y de quienes le acompañan en este viaje: un equipo con las ideas claras, vocación de servicio, humanidad y compromiso. Lo veo y sé que estoy frente a una actitud realmente loable. Es así. Ya no más quejas ni lamentaciones, sufi ciente de despotricar contra la sociedad y el sistema, adiós a cruzar los brazos y sentarse a contemplar desastres, ese Gobierno mesiánico no vendrá, no existe. El modelo de Los Patojos prescinde de la pasividad y las palabras, y se vuelca en poner en marcha la maquinaria, en activar lo que estaba dormido, en rescatar, en HACER ALGO. “Sueños e ideas en acción”, su lema. Un eslogan sencillo. Desde mi con-sideración: nunca mejor urdido, nunca mejor dicho, nunca mejor comprobado.

Desde el entendimiento de las carencias e innumerables vicisitudes que sufre nuestra niñez, ofrecer un lugar físico en el que se lleven a cabo nuevas pedagogías y se incul-quen valores para “modelar de manera integral, sana y libre” a un individuo en pleno desarrollo, como lo es un niño o niña, resulta ser una suerte de panacea, una salida, una luz al fi nal del camino. Nuestra educación, repetitiva, rígida y obsoleta, jamás ha sido sufi ciente. No para mí. No hay mejorías ni progreso si no hay participación, si no hay amor ni convivencia, si no hay libertad de expresión, si no hay estimulación hacia el pensamiento propio, hacia la concepción de ideas, hacia el aprovechamiento del talento, hacia la creatividad. En boca de los propios niños y niñas que asisten al proyecto, en Los Patojos se sienten compren-didos, útiles, valorados, importantes, queridos. Alguien confía en ellos, alguien apuesta por ellos y por sus capaci-dades, alguien se ofrece para acompañarlos en su camino, alguien los escucha. Porque no se trata sólo de ser edu-cado, sino de educar. Y ellos lo hacen: educan. El proceso es bidireccional. Hay alguien que permite que ellos sean los protagonistas y eduquen. Y nos den lecciones de super-ación y de vida. Un trabajo serio y constante que se realiza, de manera paralela, con los padres de familia, puesto que la ilusión y el compromiso se deben respirar, primordial-mente, en casa. Todo lo que ocurre en LOS PATOJOS, esas vivencias, esa armonía y ese respeto, dadas las edades y sus ganas de aprender y desarrollarse, están siendo el motor de una transformación “alegre” en sus vidas, y serán, con seguridad, la base que en el futuro los llevará a tomar las decisiones correctas, a no estancarse, a no desistir ante la vida, a ser líderes en sus comunidades, a desenvolverse y a proponer más cambios. Ellos serán el eslabón para que la

cadena continúe, para que el proceso no se trunque. Valiéndose de preceptos esenciales y didácticas derivadas

de las doctrinas de Paulo Freire, Juan José Arévalo Ber-mejo, Hunter “Patch” Adams, Eduardo Galeano, Noam Chomsky, Teresa de Calcuta, entre otros, y rodeado siem-pre de gente dispuesta y comprometida (padres, hermanos, sobrinos, primos, amigos, voluntarios y otras organiza-ciones afi nes, Rising Minds, Just World International y Volamos Juntos E. V., por mencionar algunas), Juan Pablo Romero Fuentes ha luchado por consolidar una estructura modélica e innovadora bajo una idea nuclear: “ACCIÓN LOCAL, PENSAMIENTO GLOBAL”, forjando prome-sas, socavando el mito de que en nuestro país nadie hace nada, rechazando actitudes retrógradas, mentalidades para-sitarias e inactivas, defendiendo la no exclusión y el cam-bio, en fi n, edifi cando. En estos días en los que se celebra la inauguración de la nueva sede patojiana (Centro Socioedu-cativo Lic. Magno Rudy Romero Arévalo), mi intención es instintiva, inminente y a la vez, eso deseo, humilde: que mis sentimientos hacia Juan Pablo Romero Fuentes, como individuo y hermano (y a su proyecto), se hagan públicos a través de estas palabras. Y que no quede ninguna duda de que con su carisma ese patojito colocho con el que com-partí muchos años de mi vida y al que amo y respeto, me demuestra cada día, a pesar de la distancia, que la convic-ción y la entrega lo son todo, que nadie es más feliz cu-ando se olvida de recibir y se preocupa por dar, que los sacrifi cios se saldan con satisfacciones: la sonrisa de un niño, la certeza del bienestar y la armonía en el entorno, la sensación de que una célula, por muy pequeña que sea, puede generar energía y movimiento, constituir un ejem-plo, representar una motivación, un impulso. Larga vida, pues, para Los Patojos y para todos aquellos que son parte de este magnánimo sueño, ahora palpable, ahora realidad absoluta.

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Juan Pablo Romero, fundador de Los Patojos.

POR RAFAEL ROMERO

POR SALAZAR [email protected]

Los Patojos: hervidero de niñez plena, núcleo de vidaLos Patojos, sueños e ideas

en acción

FOTO LA HORA: SALAZAR OCHOA

FOTO LA HORA: SALAZAR OCHOA

FOTO LA HORA: SALAZAR OCHOA

Llegar a Jocotenango desde la capital es sencillo, la única instrucción que tenía era la de buscar una gasolinera, ese era el punto de encuentro. Le pregunté al despachador si esa era la estación El Copante, asintió sin ponerme mucho

coco. Me estacioné y llamé a Juan Pablo, “No te preocupés ahorita llega uno de los

patojos por vos”.

Al entrar al lugar me enamoré con las primeras im-presiones, el sueño hecho realidad frente a mis ojos. Las instalaciones aunque no son de lujo pero casi, brindan un espacio bastante digno y ameno que se presta tanto para la lúdica y el aprendizaje. Dimos un recorrido que no hizo más que incrementar las buenas opiniones. No hay duda que la niñez y juventud de este afortunado mu-nicipio tienen el lugar perfecto para expresar sus senti-mientos a través del arte y poder desarrollar cualquier proyecto que se propongan.

No es común que un guatemalteco sea nominado en Héroes CNN, que según entendí viene siendo algo así como el equivalente del premio Nobel del activismo so-cial. Juan Pablo Romero un hombre de mente lúcida y con una creatividad efervescente es sin duda un digno ejemplo de lo que signi� ca más acción y menos palabras.

La sensación tan natural de que estás compartiendo con una familia fue lo que me transmitieron los muchachos y muchachas que integran el equipo de formación de la institución, gente joven con ideas y propuestas muy no-vedosas pero sobretodo llenos de energía.

La conversación con Juan Pablo Romero fue bastante nutritiva, tanto que hasta había olvidado que ya eran las tres de la tarde y no almorzaba todavía. Me invitaron a comer unas mixtas mientras seguíamos conversando so-bre los próximos pasos de “Los Patojos” . Dejo a conti-nuación una narración más íntima y fraternal para cono-cer con mayor profundidad lo que Los Patojos signi� ca para un país como el nuestro, que constantemente está negándonos oportunidades en la cara.

Hubo una época entre el fi n de mi adolescencia y los primeros años de

mi juventud en la que desarrollé —y dictaminé tajantemente— la idea de que ciertas situaciones en la vida son simple

y sencillamente irremediables.

Nada sorprendente para alguien —sé perfectamente que no soy el único—que siempre ha visto a Guatemala como un país sin salidas, oprimido y azotado. Irremedia-bles, decía, pero no tanto en el sentido de que no se pu-edan evitar sino más bien porque no tienen arreglo, porque carecen de compostura. Educación primitiva, caminos tor-cidos, naturalezas defectuosas, gobiernos incompetentes, conductas salvajes, cimientos rotos, parentescos echados a perder, desigualdades indignantes, futuros sin futuro, en fi n, pudrición de masas, canibalismo cotidiano, desinte-

gración, chapuces e indiferencia. Además de esta suerte de perspectiva pesimista, de la que aún quedan rescoldos vi-vos, solía cuestionarme el hecho de que, pese a la evidente y deplorable calidad de vida de un altísimo porcentaje de guatemaltecos y guatemaltecas, sumidos en una atmósfera infectada y rebosante de apabullantes contrastes, nuestras madres seguían procreando sin ningún tipo de control aparente. No lo podía entender. O quizás sí, pero las expli-caciones que circulaban a mí alrededor más que parecerme cuestionables, e incluso risiblemente folclóricas, me en-tristecían, me exasperaban. ¿A qué venían estos niños al mundo? ¿A pasar penas, hambre, abusos, pobreza, aban-dono? ¿A estrellarse con un muro con frases pintarrajea-das con letras enormes de tipo: no hay oportunidades para vos; sin dinero no sos nadie; trabajá, patojito cerote; no hablés, hacé caso y punto; así es la vida, mijo; mirá cómo lo hacés porque yo pisto no tengo; salí de aquí y dejá de estar chingando; yo desde ishto trabajaba, no como vos? ¿Qué necesidad había? Culpaba a los preceptos religiosos,

a la ingenuidad, a la ignorancia. Culpaba a APROFAM, incluso. Sin embargo, mi molestia se quedaba en eso: en un concepto más de mis refl exiones, en meras palabras, en alharaca, en una reacción rebelde e iconoclasta.

Con el paso de los años, mi inconformismo se ha ido apaciguando un poco y he tratado (con mucho esfuerzo y muchos altibajos) de ver con otros ojos la realidad de mi país. Cada día es una mini lucha personal por entenderlo, por aceptarlo, por congraciarme con él y con su gente. Es-toy lejos, lo sé. Sin embargo, hay algo que me mantiene atento, emocionado, a la expectativa. Hace unos ochos años empezó a germinar una semilla, un pequeño brote, en mi pueblo: Jocotenango, Sacatepéquez. Un esfuerzo que ha logrado refrescar mi visión sobre el ser humano, que ha logrado esperanzarme. Una muestra de trabajo coherente y constante para ir lidiando y superando esas situaciones irremediables que antes mencionaba, esas causas perdidas. Su nombre: Los Patojos, su misión: EDUCAR, su razón de ser: LA NIÑEZ, su estrategia: LA ACCIÓN, su fundador:

JUAN PABLO ROMERO FUENTES. Sí, mi hermano. Mi hermano menor. Y no es por eso que precisamente el proyecto, que ya es más que una realidad, me parece au-daz, vital y determinante no sólo para la comunidad, sino para la sociedad en la que vivimos. Quienes saben lo que signifi ca, quienes viven el día a día, quienes son testigos di-rectos de la labor que se llevó a cabo, hasta hace unos me-ses, en mi otrora casa, coincidirán conmigo en que no hace falta adoptar un discurso afectado y vanaglorioso, en que esto no se trata de lazos familiares ni de camaradería. El proyecto tiene voz propia y las acciones hablan por sí so-las. Nada hay en estos párrafos que se aleje de la realidad y que pretenda magnifi car por magnifi car, hacer alarde, elo-giar sin fundamentos. Mi intención no es ésa, créanme. El amor fraternal es indiscutible, está claro, pero es menester que esta vez mi camino lo trace, en la medida de lo posible, desde lo objetivo. No puedo evitar, eso sí, sacar a colación la valentía, la tenacidad, la determinación, la entrega, la en-ergía y la voluntad de Juan Pablo Romero Fuentes y de quienes le acompañan en este viaje: un equipo con las ideas claras, vocación de servicio, humanidad y compromiso. Lo veo y sé que estoy frente a una actitud realmente loable. Es así. Ya no más quejas ni lamentaciones, sufi ciente de despotricar contra la sociedad y el sistema, adiós a cruzar los brazos y sentarse a contemplar desastres, ese Gobierno mesiánico no vendrá, no existe. El modelo de Los Patojos prescinde de la pasividad y las palabras, y se vuelca en poner en marcha la maquinaria, en activar lo que estaba dormido, en rescatar, en HACER ALGO. “Sueños e ideas en acción”, su lema. Un eslogan sencillo. Desde mi con-sideración: nunca mejor urdido, nunca mejor dicho, nunca mejor comprobado.

Desde el entendimiento de las carencias e innumerables vicisitudes que sufre nuestra niñez, ofrecer un lugar físico en el que se lleven a cabo nuevas pedagogías y se incul-quen valores para “modelar de manera integral, sana y libre” a un individuo en pleno desarrollo, como lo es un niño o niña, resulta ser una suerte de panacea, una salida, una luz al fi nal del camino. Nuestra educación, repetitiva, rígida y obsoleta, jamás ha sido sufi ciente. No para mí. No hay mejorías ni progreso si no hay participación, si no hay amor ni convivencia, si no hay libertad de expresión, si no hay estimulación hacia el pensamiento propio, hacia la concepción de ideas, hacia el aprovechamiento del talento, hacia la creatividad. En boca de los propios niños y niñas que asisten al proyecto, en Los Patojos se sienten compren-didos, útiles, valorados, importantes, queridos. Alguien confía en ellos, alguien apuesta por ellos y por sus capaci-dades, alguien se ofrece para acompañarlos en su camino, alguien los escucha. Porque no se trata sólo de ser edu-cado, sino de educar. Y ellos lo hacen: educan. El proceso es bidireccional. Hay alguien que permite que ellos sean los protagonistas y eduquen. Y nos den lecciones de super-ación y de vida. Un trabajo serio y constante que se realiza, de manera paralela, con los padres de familia, puesto que la ilusión y el compromiso se deben respirar, primordial-mente, en casa. Todo lo que ocurre en LOS PATOJOS, esas vivencias, esa armonía y ese respeto, dadas las edades y sus ganas de aprender y desarrollarse, están siendo el motor de una transformación “alegre” en sus vidas, y serán, con seguridad, la base que en el futuro los llevará a tomar las decisiones correctas, a no estancarse, a no desistir ante la vida, a ser líderes en sus comunidades, a desenvolverse y a proponer más cambios. Ellos serán el eslabón para que la

cadena continúe, para que el proceso no se trunque. Valiéndose de preceptos esenciales y didácticas derivadas

de las doctrinas de Paulo Freire, Juan José Arévalo Ber-mejo, Hunter “Patch” Adams, Eduardo Galeano, Noam Chomsky, Teresa de Calcuta, entre otros, y rodeado siem-pre de gente dispuesta y comprometida (padres, hermanos, sobrinos, primos, amigos, voluntarios y otras organiza-ciones afi nes, Rising Minds, Just World International y Volamos Juntos E. V., por mencionar algunas), Juan Pablo Romero Fuentes ha luchado por consolidar una estructura modélica e innovadora bajo una idea nuclear: “ACCIÓN LOCAL, PENSAMIENTO GLOBAL”, forjando prome-sas, socavando el mito de que en nuestro país nadie hace nada, rechazando actitudes retrógradas, mentalidades para-sitarias e inactivas, defendiendo la no exclusión y el cam-bio, en fi n, edifi cando. En estos días en los que se celebra la inauguración de la nueva sede patojiana (Centro Socioedu-cativo Lic. Magno Rudy Romero Arévalo), mi intención es instintiva, inminente y a la vez, eso deseo, humilde: que mis sentimientos hacia Juan Pablo Romero Fuentes, como individuo y hermano (y a su proyecto), se hagan públicos a través de estas palabras. Y que no quede ninguna duda de que con su carisma ese patojito colocho con el que com-partí muchos años de mi vida y al que amo y respeto, me demuestra cada día, a pesar de la distancia, que la convic-ción y la entrega lo son todo, que nadie es más feliz cu-ando se olvida de recibir y se preocupa por dar, que los sacrifi cios se saldan con satisfacciones: la sonrisa de un niño, la certeza del bienestar y la armonía en el entorno, la sensación de que una célula, por muy pequeña que sea, puede generar energía y movimiento, constituir un ejem-plo, representar una motivación, un impulso. Larga vida, pues, para Los Patojos y para todos aquellos que son parte de este magnánimo sueño, ahora palpable, ahora realidad absoluta.

entro del extenso inventario de escultura en piedra desarrollado por distintos grupos cul-turales de Mesoamérica en la época prehis-pánica, es posible encontrar una gama de monumentos elaborados con gran calidad

artística que incluye cabezas colosales, barrigones, estelas, paneles, relieves, dinteles y toda obra que se relaciona di-rectamente con las sociedades pasadas y que puede represen-tar desde gobernantes hasta acontecimientos importantes.

D6 Suplemento Cultural

Por Sergio LóPez garzona* [email protected]

Nueva Guatemala de la Asunción, 6 de marzo de 2015

AnimAles representAdos en lA esculturA prehispánicA

Existen también monumentos escul-tóricos que representan motivos natu-rales donde los animales constituyen la temática principal. En el caso del área Maya que incluye por completo el terri-torio guatemalteco, es posible destacar dos importantes regiones arqueológi-cas, las Tierras Altas y la Costa Sur, áreas con abundancia de rocas volcánicas que permitió que se desarrollara con faci-lidad la escultura como un medio de expresión visual donde se plasmaron animales, parcial o totalmente, con ca-racterísticas casi idénticas a la realidad, indicando con ello la estrecha relación que se estableció entre el entorno natu-

ral y el individuo prehispánico.De toda la fauna que posee Guate-

mala, la mayoría de representaciones son de vertebrados, destacando peces; anfibios como sapos; aves como te-colotes, loros y guacamayas; mamífe-ros como caninos, monos, coches de monte y jaguares; y, reptiles, como las iguanas, cocodrilos y serpientes. Existen también otras esculturas que

muestran a los invertebrados, sobre-saliendo los artrópodos con insectos como los zancudos y crustáceos como cangrejos. Sin embargo, es de reconocer que destacan por la gran cantidad de representaciones, los sapos, jaguares y

principalmente las serpientes, aclaran-do que de éstas, las víboras constituyen de las sierpes terrestres, los animales venenosos considerados como los más peligrosos y que aparecen plasmados en la mayoría de monumentos. Pueden apreciarse con detalle características físicas que las identifican como la den-tadura solenoglifa que posee colmillos retráctiles inoculadores de veneno o el crótalo de las víboras de cascabel. Ahora bien, si en los monumentos escultóricos existen representaciones que detallan las características morfológicas de las víboras, es de considerar que en la épo-ca prehispánica hubo personas que las conocieron muy bien hasta el punto de manipularlas, tal como lo indican algu-nas escenas plasmadas en escultura o cerámica. Por naturaleza la serpiente es un animal que representa peligro y en el arte prehispánico aparece asociado muchas veces con sacrificios, personajes esqueléticos o con esferas de poder, sur-giendo así las entidades de la Serpiente Emplumada, Quetzalcoatl y Gukumatz.

En la mayoría de casos los monumen-tos se erigieron para formar parte de edificaciones, donde los patios de juego de pelota jugaron un papel importan-te. Cada obra escultórica fue elaborada para cumplir con una función especí-fica transmitiendo así un mensaje. Es casi innegable que las representaciones faunísticas están asociadas con el entor-no natural, jugando éste un papel deter-minante en las sociedades prehispáni-cas. Casi siempre los animales plasma-dos en los monumentos se distribuían alrededor de las ciudades y de manera directa influyeron en las personas, sien-do algunos peligrosos como en el caso de las víboras, alimento como los pe-ces o coches de monte, otros como los cocodrilos y sapos, representados entre otras características, por su abundancia en los distintos cuerpos de agua como ríos y lagos. Las aves destacan por su inteligencia y colorida belleza, como los tecolotes o las guacamayas. Los jaguares por su parte, también fueron represen-tados por su hermosura y al igual que las aves mencionadas, son emblemá-ticos en el arte prehispánico y poseen mucho valor simbólico. Existen tam-bién algunos monumentos donde es posible apreciar rasgos de dos especies distintas, a manera de simbiosis como jaguares con colmillos y crótalos de ví-boras de cascabel, cangrejos también con rasgos viperinos o simplemente rostros de personas que emergen del interior de otro animal, como guacama-yas, coyotes o serpientes.En todos los casos aparecen rasgos

que son característicos de cada espe-cie y eso es lo que permite realizar una propuesta de identificación del ani-mal representado. Un estudio de este tipo puede llevarse a cabo si se apoya el punto de vista arqueológico con la biología y los múltiples estudios que se han realizado sobre determinadas especies y su distribución geográfica. Para poder realizar una propuesta vá-lida de una especie en particular como la representada, hay que dominar as-pectos que posiblemente fueron co-nocidos al momento de la elaboración del monumento, como hábitos de cada animal, tanto alimenticios como con-ductuales, su distribución geográfica y principalmente las características mor-fológicas que identifican y diferencian una especie de otra. Actualmente es posible apreciar muchos de estos mo-numentos en algunos sitios arqueoló-gicos, museos, parques municipales o en espacios sagrados considerados así por las comunidades indígenas donde se rinde culto a éstas esculturas.

Arqueología guatemalteca

a) Escultura En forma de cabeza de víbora colocada como marcador de juego de pelota, Mixco Viejo o Chuwa Nimaabaj, Chimaltenango. B) Escultura En forma de cocodrilo. Takalik Abaj, Retalhuleu. c) Escultura En forma de sapo. Takalik Abaj, Retalhuleu. D) Escultura En forma de jaguar. El Baúl, Escuintla.

Fotos La Hora: López Garzona

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FotograFía de la presentación del libro Yo médico, de la experiencia a la ciencia, el sábado 7 de febrero de 2015 en el Paraninfo Universitario, ciudad de Guatemala. Aparecen los médicos autores de los relatos junto a los compiladores.

FOTO LA HORA: Fotografía cortesía del Dr. Alfonso Mata

Historias jamás contadas

Nueva Guatemala de la Asunción, 6 de marzo de 2015 Suplemento Cultural 7

“Por Salazar ochoa

Yo médico, de la experiencia a la ciencia

Las historias de este libro abordan tres temas principales: la experiencia médica, la razón científica y los sen-timientos que despierta la relación médico-paciente. Al lector se le pre-sentan relatos intensos en primera persona de la práctica médica, situa-ciones a las que cada médico se en-frenta en casos que pueden tornarse complicados. El médico es un prota-gonista que relata en primera persona procedimientos clínicos que surgen de situaciones a veces extremas donde el pulso entre la vida y la muerte pue-de definirse a partir de una oportuna intervención del galeno. La narrativa va descubriéndonos un mundo de circunstancias complejas alrededor de la medicina en donde el uso de téc-nicas y procedimientos innovadores dan vida y pasión a cada una de las historias que se presentan, esa inter-pretación anticipada que inyecta en el médico la duda para hacer una hi-pótesis que contribuya al diagnóstico y por ende se dé el mejor tratamiento al paciente.La historia de cada uno de los mé-

dicos que participan en esta prime-ra compilación detalla la naturaleza de sus actos creadores a partir de un elemento que cobra una importancia

trascendental en el quehacer médico, el actuar diferente a lo que se les en-señó en la academia, aquí la observa-ción es imprescindible, es a partir de sus propias experiencias que cada uno decidió actuar diferente a lo que dicta-ban los libros de medicina, abandonar la perspectiva tradicional y arriesgarse a la innovación para llegar a la raíz del problema clínico.Puede decirse que aunque en algu-

nos pasajes del libro la jerga médica se torna muy específica esto no im-pide que la lectura sea amena y siga abierta para el gran público ávido de conocer las interioridades del mundo de la medicina. Al recorrer los quince relatos que componen este material puede notarse el común denomina-dor que caracteriza a cada médico que interviene y es su compromiso por la comunidad y la trascendencia del tra-bajo que hicieron para lograr el bien-estar de otros.Conversé con el doctor Alfonso

Mata, uno de los compiladores, para conocer de primera mano algunos de-talles detrás del material literario.

¿Cómo surgió la iniciativa de hacer está compilación de relatos médicos?Surgió porque junto al Dr. Morales

nos dimos cuenta de que en Guate-mala, el médico no siempre trabaja en base a protocolos y normas fijas a raíz de la gran diversidad que hay de tipos de pacientes y por la disponibilidad y acceso a tecnología y equipos. No-sotros creemos y no solo eso, además hemos verificado que los médicos ge-neralmente hacen una serie de proce-dimientos o generan tratamientos no

descritos pero de alta eficiencia por la capacidad que tienen de observación y análisis para poder resolver los pro-blemas de salud de la población, ese es el origen. Todas estas experiencias queríamos

volcarlas en libros a efecto de que puedan divulgarse y en base a esos hallazgos otras personas o los mismos médicos puedan iniciar programas de investigación más serios que faciliten ir aprendiendo más sobre la medicina de nuestra población.

¿Quiénes son los emprendedores de-trás del proyecto?Los padres del bebé son la editorial

D´buk junto con el Dr. Gustavo Mo-rales y su servidor Alfonso Mata.

¿Cuáles son los criterios que usaron para seleccionar cada texto?Lo que nos interesaba era sobre todo

un criterio que dominaba para rela-tar historias de médicos que hubieran sido innovadores y transformadores ya fuera de procedimientos médicos, de terapias o de enfoques que hu-bieran tenido éxito y lo que se trata-ba era relacionar aspectos de la vida de estos médicos, no las biografías, sino aspectos de la vida que tuvieran importancia en esas innovaciones y transformaciones que hacían los mé-dicos, de tal manera que empezamos la búsqueda de quienes reunieran esas características. Para eso consul-tábamos a varias personas o varios médicos que nos orientaban. De esa forma ustedes pueden encontrar en el libro desde una persona que tiene 93 años como la doctora Paul hasta

En medicina los problemas de salud y enfermedad, nunca

están del todo resueltos; porque las respuestas que les damos, nunca son verdades completas y definitivas”

alfonso Mata

médicos recién graduados que inno-varon ciertas cosas en su ejercicio mé-dico inicial. Igualmente hay hombres y mujeres.Tomando en cuenta que algunos

médicos quizá no sean tan hábiles para desarrollar la narrativa de sus in-novaciones.

¿Cómo se da el proceso de la transcripción de las historias? En algunos casos son los propios mé-

dicos los que usan sus recursos litera-rios, en otros casos como usted bien dice la narrativa fue transformada en base a toda la información que ellos proporcionaban. Esa información ya con un proceso narrativo, sin perder la calidad técnica.

El libro puEdE adquirirsE En sophos, artemis Edinter, de Museo y en las principales librerías de Guatemala. Tiene un costo aproximado de q.90.00

8 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 6 de marzo de 2015

Los de la Foto

Fotografía captada en El Tejar, Chimaltenango, en la elección e investidura de la nueva Rumi’al Tinamit 2015. Foto por Gerson David Hernández Yol.

Rally. aRte y diveRsión en la sexta

CultuRa HeCHa a Mano

Jugar, caminar, observar y crear juntos a través de un recorrido lúdico en algunos puntos claves desde la Sexta Avenida hasta la Biblioteca del CCE/G. Público infantil a partir de 4 años en adelante con sus acompañantes. Inscripción gratuita en Biblioteca.

Sábado 07 - 10:00 Horas6a avenida 11-02 zona 1. Edificio Lux. Teléfono: 25037500Entrada Libre

Esta actividad reúne a expositores (emprendedores y empresas) de Guatemala, que elaboran sus productos de manera artesanal o, trabajan con artesanos para realizarlos, con el fin de promover la cultura, el desarrollo económico y social y la inclusión de las áreas rurales como parte de un crecimiento integral de la nación.

Sábado 07 - 09:00 HorasCasa Municipal, Antigua Imprenta Sánchez y de Guise. 8va avenida 12-58 zona 1Entrada Libre

DiagramaciónAlejAndro rAmírez Fredy PAdillAroberto Altánrenzo AltánjAvier vicente

rEDES SOciaLESdenis AguilAr

WEberick PAiz

cOrrEccióncésAr álvArez emmA nájerAnormA de gArcíAluis AlvArAdomArleny cotÓm

EDiciónjonAthAn sAlAzAr

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SUPLEMENTO CULTURAL