ComunicanteComunicanteVIERNES 20 DE FEBRERO DE 2015 SUPLEMENTO CULTURAL 17

¿De qué color es el alma?

El alma tiene nuestro color, ya que somos nosotros mismos, solamente convertidos como el humo, como el viento...

Por: Juan L. Simental Págs: 6 Por Nadia Bracho Pág. 7

Gracias, maestroChalío SalasMe habían dicho de su donde gentes, de su afición a la bohemia y de su amor grande por su familia, pero no le conocía… hasta que un día sucedió

Por: Juan L. Simental Págs. 4 y 5

Como se había

anticipado, la

adaptación

cinematográfica de la

obra de E. L. James

rompió récord para un

estreno en el país. Sin

embargo, no todos

estuvimos allí

“50 sombras de Grey”… perdón pero no

Editor / Ricardo Bonilla Editor / Daniel Azdar Diseño / Grupo Editorial HADEC

Nomás por hablar de algo…

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(Foto: Laura Alemán)

La Efeméride

El 20 de febrero es el Día Mundial de la Justicia Social “La brecha que existe entre los más pobres y los más ricos en el mundo

es considerable y está creciendo. Debemos hacer más para empoderar

a las personas mediante el trabajo decente, brindarles apoyo a través de

la protección social y velar por que se escuchen las voces de los pobres

y los marginados”, Ban Ki-moon, secretario general de la ONU.

El 19 de febrero de 1913 el presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez son obligados a firmar la renuncia a sus cargos. El día 22 fueron asesinados, durante la Decena Trágica, por órdenes de Victoriano Huerta. Todos los gobernadores del país y hasta la Suprema Corte le reconocieron como presidente de México.

VIERNES 20 DE FEBRERO DE 2015

Vasconcelos y la Decena Trágica

(Fue asesinado el 21 de febrero de 1965).

“Nadie puede darte tu libertad. Nadie puede darte tu igualdad o justicia o cualquier otra cosa. Si tú eres hombre, cógelas”, Malcolm X

–Licenciado, venimos a que nos diga cuál ha sido el momento más emocionante en su vida de revolucionario.El autor de “Ulises criollo” se reclina en su sillón, enciende un puro, y después de recor-dar unos segundos nos dice de improviso, con un ademán imperativo, golpeando sobre la mesa:–¡Pues ya está! El momento de más viva emoción, aquel que por sus circunstancias espe-

ciales nos conmovió a todos, dejándonos desconcertados, fue aquel en que nos enteramos del asesinato de don Francisco I. Madero.–¿Cómo reaccionó el pueblo?–Ojalá pudiéramos haber con-tado con el pueblo; una de las circunstancias más desconsola-doras para tomar alguna actitud era la experiencia que días antes habíamos tenido de su indife-rencia ante los acontecimientos de la Decena Trágica. En vano

habíamos acudido por los ba-rrios en donde uno o dos años antes reclutábamos multitudes; por todas partes la indiferencia, el terror o el odio hacían sentir su peso.Puedo considerar aquellos días agitados como los más emocio-nantes que ha vivido mi vida de patriota. Nosotros teníamos en Madero cifradas nuestras esperanzas, y por eso su muerte nos sacudió violentamente. No ha habido para la nación

horas de mayor angustia en toda su historia. (…) Contra lo que se dice por todas partes, no nos damos todavía cuenta de lo que perdió el país con la caída de don Francisco. Toda una era de construcción social y de adelanto civilizado quedó aplazada quién sabe para cuánto tiempo con el sacrificio del Pre-sidente Demócrata. (Entrevista aparecida en Novedades el 15 de abril de 1940; tomado de Nexos, febrero de 2013).

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Conformé avancé en el trayecto marcado por sus páginas, supe de una joven ingenua, cándida, de esas que apenas abren los ojos a la vida. Luego apareció él: joven también, guapo, pectorales de acero y estómago de lavadero, cercano a los dos metros de altura; la mira-da profunda, de un color intenso nada corriente como el café, mirada de esas que desnudan apenas se posan en ti. Por si el catálogo de gracias fisonómico-provi-denciales no bastara: todo el dinero del mundo, dueño de una fortuna increíble, dólares de sobra para tener a su disposición autos, aviones, helicópteros, barcos… y voluntades, reflejo todo en su don de mando, un lí-der natural y férreo cuyos deseos son órdenes apenas les pronuncia. Ella, por supuesto, se enamora (¿de qué otra forma podría ser?). Entonces comienza la vorágine: sexo, sexo, sexo; sado y juguetes y ex-travagancias de la voluntad carnal en-cendida: que si lo hacemos en la cama o en la mesa o en el elevador o en el barco o en el coche o en la azotea; que si te pones, te quitas, te tomas, te untas, te aguantas… la imaginación es el límite.

A la quinta página, y algunas más adelantadas a vuelo de pájaro, sentí que lo había leído todo, que había leído los tres. Entonces, al igual que Guillermo Fadanelli en el trance de sentirse insatisfecho con esa apariencia del placer real que sí es la lectura, decidí que había llegado el momento de dejarlo ir… “si vuelve, me dije, es que era mío”. Lo cual, por cierto, no sucedió. (Más adelante, en la pública confesión de mi arranque, otra presencia femenina, entre risas un tanto como de pena ajena, me hizo saber: “tú no eres el ‘target’; ese libro no es para hombres”. Ahora sé que ese libro –esos libros- tiene un público objetivo fundamental: el feme-nino. ¿Por qué nadie me lo dijo antes?).

Acerca de las “50 sombras de Grey” se han escrito voluminosos tratados y, echando mano de la para mí novedosa teoría del hipertexto (gracias querida amiga Bertha Rivera), ahora me entero que el debate está a

La cinta que rompió en México el récord de asistencia a su estreno

Más allá de su contenido y adaptación, la obra de E. L. James se establece como un auténtico fenómeno de masasJuan L. Simental

FICHA TÉCNICADirección: Sam Taylor-WoodProducción: Michael De Luca y Dana BrunettiGuion: Kelly Marcel, Patrick Marber y Mark BombackBasada en: “Cincuenta sombras de Grey”, de E. L. JamesMúsica: Danny ElfmanFotografía: Seamus McGarveyProtagonistas: Jamie Dornan y Dakota Johnson

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VIERNES 20 DE FEBRERO DE 2015

“50 sombras de Grey”… perdón pero no

Mala es la práctica del periodista o el reportero que hacen su trabajo de oídas, es decir, que dan como

cierto aquello que escucharon o les dijeron o se dice por ahí. Y aunque también existe la capacidad de análisis, basada en la serie de elementos que les permiten avizorar y plan-tear una visión que se acerca a la realidad, la regla del rigor es inquebrantable.

Sin embargo, en esta ocasión permítase-me (y hasta en primera persona) el recurso retórico de la excepción de la regla, y es que el asunto, sin ser menor dado el re-vuelo que se ha generado en torno suyo, está más allá no solo de mis faculta-des periodísticas sino, in-cluso, de aquellas del áni-mo y de la disposición del espíritu. En este caso, ni la carne ni el espíritu estuvieron dispuestos.

Me acuso pues: soy uno de aquellos, po-quísimos por lo que sé, que no estuvieron allí, que no se anticiparon a los tiempos ni hicieron largas colas para nombrarse entre los afortunados; resistí, estoico, al canto de las sirenas líbides y me fajé como los buenos. En este asunto en cuestión, esa dicotomía que es el ser (y aún más que solo partido en

dos) decidió por la abstención y no ser uno entre los tantos convidados. A esta altura del juego, podría la duda existencial plantearme el dilema del peor de los pecados borgianos: no haber estado allí y que me persiga, im-placable, la sombra de ahora vivir como un condenado… a la duda eterna.

¿Dónde radica, pues, la culpa? Elemen-tal: no asistí al estreno del ahora mundial-mente afamado –con las implicaciones todas que implica la fama- filme titulado “50 som-

bras de Grey”. Vale decir que tampoco estaré des-pués, con lo cual el peso de la condenación cinéfila entera puede, de una vez, caer sobre mí.

Debo decir que mi con-tacto primero con el texto original, obra de la escritora británica E. L. James y lle-

vada al cine con la dirección de Sam Taylor-Wood, fue a causa de la curiosidad, esa que mató al gato. En una plática vía las redes socia-les con un alguien femenino, llegó la sentencia-recomendación: “si te gustan los libros, tienes que leer estos”. “¿Por qué?”, fue mi reacción inmediata; “léelos, solo así lo sabrás”. La tarde de ese día ya tenía en mis manos el primero de la serie de tres.

A pesar del corte de escenas sustanciales,

muchos aguardan para verla

Críticos le achacan que es la visión

misógina y codependiente

sádico-masoquista

La cinta que rompió en México el récord de asistencia a su estreno

Más allá de su contenido y adaptación, la obra de E. L. James se establece como un auténtico fenómeno de masasJuan L. Simental

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“50 sombras de Grey”… perdón pero no

todo lo que da: que si el fondo psicológico de una perso-nalidad desviada hacia la perversión por lo vivido en los primeros y castos años; que si la joven cándida en realidad buscaba su sino, ese que diera sentido a una existencia inocente y, por mismo, harto aburrida (las chicas malas se divierten más); que si el análisis de Fromm acerca de la personalidad esquizoide y de la relación simbiótica del sá-dico y el masoquista en mutua codependencia; que si en el fondo todos entrañamos una realidad alterna en la que podamos ir a desayunar a Egipto en nuestro jet privado o a la pesca del pez vela en el Caribe o tomar champaña mirando cómo llega la tarde en las montañas nevadas de Los Alpes, o si, para matar el aburrimiento, le damos una

vueltecita al mundo con el atento avi-so: “al ratito vuelvo”… o, más aún: todos queremos hacerlo donde se nos pegue la gana y de la forma en la que nos pegue el antojo… es decir, el fondo de la trama es la aspiración: eso que todos quisiéra-mos poder ser y poder hacer.

Esta es, pues, mi opinión y es solo eso, el punto de vista de quien esto escribe. Afirma la sa-biduría popular, y con ella estoy totalmente de acuerdo, que en gustos se rompen géneros y agrego convencido: la variedad es bendición. Si no soy el “target” de las “50 som-bras”, y cuantas más hayan de venir, afortunadamente la posibilidad de otros blancos-objetivos es infinita. Como quien dice: para todos hay.

No hablaré, entonces, de la trama ni de las actuacio-nes o la música o el sustrato íntimo que cuaja la sustan-cia ontológica de los personajes. La razón es simple: no estuve ahí.

Eximido en lo posible de culpa alguna (esa de opinar sin haber estado), que el buen Dios se apiade de mi alma. Mientras tanto, estaré a la espera renovada y cotidiana de una de esas rarezas que levante en mí la pasión domi-nante que me aqueja desde años atrás: un buen libro que me robe de “esta realidad tirana que se ríe a carcajadas, porque espera que me canse de buscar”.

A pesar del corte de escenas sustanciales,

muchos aguardan para verla

¿Obsesionadas? Dice el psicólogo…Desde su estreno, no han parado de llover las críticas por considerar que se trata de una trama muy básica y de un nivel de lectura demasiado simple. Sin embargo, muchas mujeres de todas las clases sociales y en todo el mundo han acudido con mucho entusiasmo a las salas de cine para ver la historia sadomasoquista entre el multimillonario Christian Grey y la recién graduado Anastasia Steele.Pero ¿por qué las mujeres se han obsesionado tanto con esta historia? El portal de contenidos misceláneos “Elite Daily”, consultó con el psicólogo neoyorquino experto en relaciones de pareja, Niloo Dardashti, quien explicó las razones que hay detrás.1. Nunca han conocido a un hombre de la vida real que posea todas las cualidades de Grey.2. Reviven las sensaciones que tuvieron con su primer amor.3. La tensión sexual entre Grey y Steele.4. Quedan fascinadas por el tema del amor.5. Es un escape sexual.6. Se nutre de nuestras frustraciones de dejarnos llevar y entregarle el control a otro.FUENTE: rpp.com.pe.

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“¿Y de qué quiere que le hable?”; “platíqueme de su vida; en el camino irá

saliendo”

Mi primer encuentro con él, más de diez años

atrás

En recuerdo de aquel hombre alto, robusto, colorado el rostro, la chispa de sus ojos encendidos por la pasión vital y su sonrisa cotidiana

Juan L. Simental Fotos: Natalia Garcia Salas.

Le conocí poco más de diez años atrás. Poco en realidad era lo que de él sabía. Me habían dicho de su guitarra y de su hermano Enrique; de que junto a su esposa, Alba, era uno de

aquellos personajes insólitos que, por un literal amor al arte, se daba a la tarea de que otros tuvieran acceso a la cultura, fuera a través de los libros, de la música, del teatro.

Me decían también de su don de gentes y de su afición a la bohemia, y también de su amor grande por su familia, a sus nietas, aquellas que decidieron seguir la tradición de una estirpe que hizo cotidiano el goce de lo que es bello: la obra creadora del hombre y la variedad de sus manifestaciones, entre ellas, espe-cialmente la música.

No le conocía, hasta que un día sucedió. Recuerdo que, por con-sejo del Lic. Didier Bracho Soto, entonces director de El Siglo de Durango, concerté una cita con él, ese del que me habían dicho solo algo, sin imaginar siquiera la talla del personaje que conocería des-pués: el maestro Rosalío Salas Ceniceros, Chalío Salas.

Apenas verlo, pude contemplar al hombre alto, robusto, colora-do el rostro, la chispa de sus ojos encendidos por la pasión vital y la sonrisa que a lo largo de esos días entendí en él como un hábito co-tidiano. De trato amable, franco y sin dobleces, aceptó de inmediato conversar conmigo. “¿Y de qué quiere que le hable?”, recuerdo que fue su pregunta; “platíqueme de su vida; en el camino irá saliendo”. Fueron al menos tres las tardes que compartí con él, cuando me abrió las puertas de su casa, a un costado de las escaleras de la Bi-blioteca del Calvario.

Del maestro Chalío recuerdo sus carcajadas, sus palabras con las que aderezaba las anécdotas e incluso sus silencios, aquellos en los cuales remontaba años, décadas, para exigir cuentas a la memo-ria y hacer el relato de su infancia, la vuelta a sus años jóvenes en Velardeña, la Tierra de los Generales, donde nació su raíz.

Siempre lo he dicho y siempre lo diré: Chalío Salas era un por-tentoso contador de historias. Las dos o tres horas que pasamos juntos cada tarde se iban sin sentirlo: él hablaba y hablaba y yo es-cuchaba y escuchaba, y ni él se cansaba de hablar ni yo de escuchar. Recuerdo que en alguna ocasión le dije: “maestro, debiera usted es-cribir un libro de su vida”. Entonces sonreía y decía que sí, que un día tal vez.

Gracias a él supe de la historia de la American Smelting and Refining Company, aquella minera que se llevó “la planta mexica-na” fuera del país, y que en el 40 o 41 del siglo pasado no solo ce-rró sus puertas, sino que dinamitó las instalaciones completas. La historia también de Fructuoso Ceniceros, el cantinero piadoso que entre mentadas de madre repartía bendiciones con una réplica de la Catedral de San Patricio de Nueva York y despedía a los borrachines que se negaban a irse a sus casas.

Conocí la historia trágica de Jorge Alvarado, aquel joven ena-morado que dejó sus entrañas en el tiro de una mina abandonada, y todo por un amor jamás consumado; y supe del día del eclipse total de Sol en Yerbaniz, cuando, entre las notas del Himno Nacional y las lágrimas de mujeres, primero temerosas y luego agradecidas, el día volvió a nacer y el mundo fue nuevecito otra vez.

Con Chalío conocí la fundación de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Juárez del Estado de Durango y su primer concier-

to en un desvencijado Teatro Victoria, aquel 12 de noviem-bre de 1954, cuando Chalío, vestido con traje blanco, y un

Gracias, maestro Chalío Salas

montón de “músicos viejos” comenzaron la historia que dura hasta nuestros días.

Gracias a él fue que escuché del “hilo in-visible”, a él y a la “Canción de cuna”, esa que “inicia de puntillas con el sigilo de quien mira con ternura al infante que pronto será parte de los sueños”. Es la historia de “dos hombres que a través del arte desnudaron la intimidad de su corazón”, y “se encuentran donde el ser es sim-ple y sin adjetivos: Silvestre Revueltas y Federico García Lorca, quién como ellos para dormir a un pequeño”. Dos hombres también, como Chalío y Enrique y ese “¡oh, my God…!”, que se escuchó al extinguirse el último de los arpegios.

Un retrato del portentoso contador de historias

VIERNES 20 DE FEBRERO DE 2015

A la vida nadie le enseña nada, es ella la que sabe la fórmula secre-ta de todos sus misterios, quizá es que por eso, hace justamente dos semanas, publiqué en estas mis-mas páginas la entrevista original aparecida más de diez años atrás en El Siglo de Durango. Solo la vida conoce las razones.

Ahora sé que fui afortunado de haber conocido al hijo de Poncia-no Salas Muñoz y María Dámaso Ceniceros Núñez, ese que nació en Velardeña el 30 de septiembre de 1926. Hoy Chalío y Enrique se han reencontrado y el Dúo Clá-sico que un día formaron vuelve a escucharse para nunca volver a enmudecer.

Y, como escribí aquella vez, le tomo la voz al maestro Chalío para que vuelva a decir, como el poeta: “¡Vida, nada me debes! ¡Vida, esta-mos en paz!”.

Nadia Bracho

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¿De qué color es el alma?

-¿De qué color es el alma? -se escuchó en el extremo opuesto de la mesa, exactamente mientras degustaba el segundo plato de habas verdes que habían dejado los niños sin probar.

Lo ilógico de la situación es que mi interlocutor estaba co-miendo un cereal de arroz inflado con chocolate y no dejaba de mirar la portada del “gran elefante” que lo invitada a las “chocoa-venturas”. ¿De dónde habrá sacado tan inspiradora pregunta? Si yo, con mis habas verdes, no podía siquiera recordar cuándo tenía que recoger la ropa que mandé a la tintorería, mucho menos inte-rrogar acerca de los agujeros negros en el espacio.

Según los expertos, y el grueso libro de Psicología Infantil, cuando el niño pregunta algo, tenemos que abordarlo de la forma más simple y con lo primero que llegue a nuestra cabeza…

¿Alma? Lo primero que pienso es en: “Alma mía, sola, siem-pre sola…”, que cantaba con tanto sentimiento Libertad Lamarque, pero por más que repasé la estrofa, no decía nada acerca del color.

-Yo creo que el alma es sin color, sin sabor, sin olor… -y por ahí, el niño me interrumpe y, con la seriedad que requiere comer un plato de cereal, responde:

-Estás hablando del agua, no recuerdas: incolora, insabora, inolora, así dice mi maestra que es el agua –luego vuelve la vista a la interesante caja de cereal, dejándome con la cuchara frente a mi rostro y con la boca abierta.

-El alma es el motor del ser, es la esencia creadora que mueve nuestra existencia, es lo que nos permite saber y elegir la dualidad entre el bien y el mal –con este “spich” quise quitarme la espina que me había clavado directamente en mi plexo solar con aquello de las propiedades físicas del agua.

-Es cierto, ¿y de qué color es? -volvió el pequeño de siete años a poner el dedo en el renglón.

¿Por qué yo?, grito en mi interior y reclamo a todos los dioses la ironía de la vida. Tanto estudiar los pares craneales, tanto me-morizar la tabla química de los elementos, ¡pregúntenme! Puede ser acerca de la capital de Bélgica o la solución del binomio al cua-drado perfecto… y aquí estoy a merced de mi hijo varón al que, de pronto, le llegó el haz divino y sacó una interrogante que pondría

a los teólogos en problemas.Pero yo no soy ningún teólogo y sí que tengo un pro-

blema. Ya que la mamá es todo, todo lo que abarca el pen-samiento de un niño a percibir, ¿se dan cuenta de eso? En

Hay ocasiones que ameritan una oración e invocar a nuestro guía espiritual para

que ilumine nuestro entendimiento

Satín y Seda

Dicen los expertos que a los niños hay que responderles con lo estrictamente necesario

VIERNES DE FEBRERO DE 2015

este momento para él soy solamente una “looser” más en su mundo.

Sin perder la calma, me levanto des-pacio de la mesa y recojo poco a poco los platos sucios, cuidando de no hacer mucho ruido (ya bastante es la humilla-ción como para agregarle “escándalo a la humillación”). Hay ocasiones que ameritan una oración e invocar a nuestro guía espiri-tual para que ilumine nuestro entendimiento. Estas son las ocasiones que esperan los san-tos y arcángeles para hacernos entender que existen y que tendríamos muchos problemas sin ellos. Pues bien: ángel de mi guarda, ¡auxilio!

“Alma”.- Principio vital de los seres vi-viente (no tanto como la Coca-Cola, pero se aproxima mucho). Lo que le da fuer-za y espíritu a una cosa (como las pilas doble AA al “walkman”); parte principal de cualquier cosa (me imagino como la tarjeta de crédito que es lo principal para estar en cualquier parte y para regresar de cualquier parte).

Después de este breve estudio que realicé en el diccionario, me presento con más lucidez y entendimiento con el niño, que ya estaba sentado plácidamente ante

la pantalla, observando un programa de caricaturas que amerita todo un curso especial para que los padres lo entendamos.

(No entiendo por qué Dora la Ex-ploradora insiste en combatir por me-dio de palabras mágicas, cuando un par de bien puestas cachetadas pudie-ra ser del mismo efecto en el enemigo).

-Hijo, el alma es el principio vital de todo ser humano y no tiene color, porque no la podemos tocar ni ver, tampoco sabemos exactamente dónde se encuentra, pero mi instinto me in-dica que es aquí cerca de tu corazón, ya que ahí es donde tenemos los senti-mientos -si me escuchara algún médi-co cardiólogo, estaría tres días muerto de risa sobre su escritorio y llevaría el tema para exponerlo en la próxima convención en el extranjero donde participaría, pero afortunadamente mi hijo tiene como madre a una contado-ra y no un médico. (Nota del autor).

El niño se levantó suavemente y se dirigió hasta donde me encontraba, ya que después de estas largas, profundas y elocuentes palabras, me encontraba agitada y totalmente agotada.

-Es de nues-tro color -me dice casi en un susu-rro inaudible y placentero.

-¿Qué dices? -lo apremio de in-mediato.

-El alma tiene nuestro color, ya que somos nosotros mismos, solamente convertidos como el humo, como el viento…

Luego regresa nuevamente al fren-te de la pantalla, sin percatarse del es-tado catatónico en que había quedado.

¿Sabe usted de qué color es el alma?

¡Morada!, ¿por qué?, porque esta-mos hablando del alma del dinosaurio Barney, porque si fuera azul estaría-mos refiriéndonos, ¡a los pequeños pi-tufos! Y si fuera de colores, estaría en ese preciso momento en una carrera: “Coloréate 5K”. ¿Quedó claro?

¿Alma? Lo primero que pienso es en:

Alma mía, sola, siempre sola…

Si de literatura erótica se trata…

Desde mucho tiempo atrás, la realidad del “amor concupiscente” es una

preocupación también de las letras.Para bien o para mal, las

“Cincuenta sombras de Grey”, de E. L. James, es un texto (contenido en tres tomos) que ha provocado la lectura. Esta es la ganancia.

Hoy se cuenta por millones el número de aquellos, principalmente aquellas, que se han adentrado en sus páginas por distintos motivos. El hecho fundamental es: al menos por la coyuntura del momento, en el que se exhibe en todo el mundo la obra llevada al cine, son más los y las que leen un libro.

Sin embargo, en el plano de la literatura erótica, quizá es que existen opciones más acabadas de esa que ha sido una preocupación –y una ocupación- humana inscrita en su naturaleza misma: la sexualidad que, más allá de sus posibilidades e infinitas variantes y entendimientos, ha estado presente desde que el hombre es hombre. Baste recordar el tan mencionado “Cantar de los cantares” de Salomón, el Rey Sabio, en el cual se hace una descripción detallada para su momento de ese que Juan Pablo II llamó el “amor concupiscente”, aspecto esencial del amor entre los esposos.

Veinte siglos antes, Saulo de Tarso afirmó sin tapujos en una de las comunidades donde el cristianismo era la religión en ciernes: “el cuerpo de la esposa es para el esposo y el cuerpo del esposo para la esposa”. Saulo, practicante de la continencia sexual, creía sin embargo que la abstinencia podía conducir a “mayores aberraciones”, por eso recomendó tajante: “si tu cuerpo arde, cásate”. Es decir, la sexualidad no procreativa sino para el goce, aunque haya quien la oscurezca y satanice, es connatural al género humano.

En el tema de la literatura erótica, quizá uno de los grandes méritos de las “Cincuenta sombras” es que recuerda posibilidades anteriores y de una mayor calidad a las que se puede acudir. He aquí un breve recuento…

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El reencuentro con obras clásicas,

el mérito de Grey1. La Venus de las pieles, Leopold von Sacher-Masoch. La novela está inspirada en las historias verdaderas de sometimiento a las que se expuso el autor, a partir de cuyo apellido se formó la palabra “masoquismo”.2. Las edades de Lulú, Almudena Grandes. La protagonista, de 15 años, se enreda sexualmente con un amigo de su hermano mayor y se da cuenta de que le fascina el juego.3. La historia del ojo, Georges Bataille. Escabrosa y a ratos surrealista, escrita hace más de 80 años, todavía hoy levanta cejas de la gente decente.4. Lolita, Vladimir Nabokov. Una adolescente que sin darse cuenta (o sí) es provocadora y un hombre maduro enamorado de ella, protagonizan esta joya de novela, controversial y llena de humor.5. Historia de O, Pauline Réage. Una fotógrafa parisina es convertida por su amante en un objeto de placer sadomasoquista, tema fuerte para algunos.6. Trópico de Cáncer, Henry Miller. Historia en el París de los treinta. La descripción precisa de sus artes amatorias hizo que la novela fuera prohibida en Estados Unidos.7. El amante, Marguerite Duras. Una adolescente de 15 años, cuya familia está arruinada, mantiene relaciones con un millonario indochino durante un año y medio. Jean Jacques Annaud llevó la historia al cine.8. Delta de Venus, Anaïs Nin. Es un libro de cuentos cortos sin relación entre sí donde la autora se constituye como una verdadera pionera en el arte de describir la experiencia sexual desde el punto de vista femenino.9. El jardín del Edén, Ernest Hemingway. Es una obra póstuma que trata sobre la complejidad del amor y el sexo. Es considerada una de las mejores novelas de Hemingway.10. Sexus, Henry Miller. Se trata sin duda de un libro iniciático que Miller escribió para que formara parte de su trilogía “La crucifixión rosa”, que se completa con Plexus y Nexus, y narran la vida del autor.FUENTES: Palabras a Flor de Piel y Sin embargo.

VIERNES 20 DE FEBRERO DE 2015

Juan L. Simental