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TM MARTES 14.NOV.2017 HERALDO DE ARAGÓN 04 04 FIN DE TEMPORADA A fal- ta de algo más de dos semanas para que con- cluya la temporada oficial de hu- racanes en el Atlántico (lo hará el próximo 30 de noviembre), puede ya afirmarse que la tem- porada 2017 será una de la más activas desde al menos media- dos del siglo pasado, que es cuando se empezó a disponer de observaciones detalladas de to- dos los sistemas tropicales. A los especialistas en huracanes no les ha sorprendido tanto el número de ellos que se han formado en aguas del Atlántico, sino el nú- mero que han alcanzado las ca- tegorías altas (3, 4 o 5) –los cono- cidos como ‘majors’ o huracanes mayores– y, sobre todo, los pro- cesos de rápida intensificación que han tenido lugar en varios de ellos. CRONOLOGÍA La pasada primave- ra, antes del que el 1 de junio co- menzara oficialmente la tempo- rada, el Centro Nacional de Hu- racanes de Estados Unidos (NHC), dependiente de la NOAA, dio a conocer su predic- ción sobre el comportamiento esperado de la temporada cicló- nica. Ellos vaticinaban la forma- ción de entre 11 y 17 sistemas tro- picales con nombre, de los que entre 5 y 9 llegarían a ser hura- canes, y de estos entre 2 y 4 se- rían de categoría igual o supe- rior a 3. A fecha de hoy, el balan- ce arroja las siguientes cifras: se han formado un total de 18 siste- mas tropicales (uno más que el número más alto del intervalo que barajaba el NHC), de los que uno fue depresión tropical, 7 tor- mentas tropicales y 10 huraca- nes, 6 de los cuales fueron mayo- res, superando todas las expec- tativas. Desde finales de agosto hasta finales de septiembre, la activi- dad ciclónica en la franja tropi- cal del Atlántico fue frenética, sin que existan demasiadas refe- rencias de algo parecido en los archivos históricos de la NOAA. Durante ese periodo, de poco más de un mes, se formaron na- da menos que 5 huracanes ma- yores: Harvey, Irma, José, Lee y María, cuyos nombres nos resul- tan muy familiares, ya que fue- ron noticia en los medios de co- municación de todo el mundo, debido a sus devastadoras con- secuencias. METEOROLOGÍA >EL AÑO DE LOS HURACANES Los especialistas en huracanes esperaban una temporada en el Atlántico muy movida, pero se han superado todas sus previsiones. No solo ha habido más sistemas tropicales con nombre –18 hasta la fecha– que el máximo pronosticado, sino que también ha sorprendido la rápida intensificación sufrida por algunos de ellos, el tiempo récord que se mantuvieron varios huracanes con las categorías 4 y 5 –las más altas– o las grandes cantidades de lluvia acumuladas en algunos lugares, lo que provocó inundaciones catastróficas. Todos estos hechos apuntan al cambio climático como la principal causa del comportamiento observado. TEXTO JOSÉ MIGUEL VIÑAS NO SOLO HAN SIDO MUCHOS LOS SISTEMAS CICLÓNICOS, TAMBIÉN HA SORPRENDIDO SU INTENSIDAD Y DURACIÓN EN PORTADA Irma en falsos colores, en el momento en que su ojo atravesaba, el 6 de septiembre, la isla de Barbuda, en las Antillas Menores, que quedó deva EL CARIBE, DEVASTADO POR PARTIDA DOBLE Los últimos coletazos de Harvey en agosto coincidieron en el tiempo con la for- mación, en mitad del Atlántico, de la depresión tropical Irma, a principios de sep- tiembre, que pronto se convirtió en un devastador huracán. Irma batió todos los récords. Durante 37 horas generó vientos sostenidos de 300 km/h y mantuvo la categoría 5 (la máxima) durante tres días seguidos, algo nunca antes observado en un ciclón tropical, al menos desde 1966, año en que se inició la era de los saté- lites. La trayectoria de Irma lo llevó a cruzar todo el Caribe: devastó en su totali- dad algunas de las Antillas Menores, como la isla de Barbuda; causó grandes des- trozos en el norte de Cuba; y también provocó inundaciones catastróficas en Flori- da (EE. UU.), donde llegó el 10 de septiembre y donde volvió a dejar imágenes im- pactantes como las de Houston de apenas dos semanas antes. El área caribeña no se había recuperado del terrible golpe de Irma cuando una nueva tormenta tropical se formó en mitad del Atlántico y, al igual que Irma, puso rumbo hacia las Antillas Menores. El 16 de septiembre empezaba su periplo la tormenta tro- pical María, que rápidamente adquirió también la condición de gran huracán. María se cebó particularmente con Puerto Rico, donde impactó de lleno el día 20 como un huracán de categoría 4, algo que no ocurría en la isla desde 1932. Las consecuencias fueron trágicas; se produjeron más de una treintena de fallecidos y grandes destro- zos, con unas pérdidas multimillonarias. El 70% de la población se quedó sin sumi- nistro eléctrico. Una catástrofe de enormes dimensiones, como las vividas en mu- chos otros lugares del Caribe durante el aciago mes de septiembre de 2017.

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FIN DE TEMPORADA A fal-ta de algo más de dos semanas para que con-

cluya la temporada oficial de hu-racanes en el Atlántico (lo hará el próximo 30 de noviembre), puede ya afirmarse que la tem-porada 2017 será una de la más activas desde al menos media-dos del siglo pasado, que es cuando se empezó a disponer de observaciones detalladas de to-dos los sistemas tropicales. A los especialistas en huracanes no les ha sorprendido tanto el número de ellos que se han formado en aguas del Atlántico, sino el nú-mero que han alcanzado las ca-tegorías altas (3, 4 o 5) –los cono-cidos como ‘majors’ o huracanes mayores– y, sobre todo, los pro-cesos de rápida intensificación que han tenido lugar en varios de ellos. CRONOLOGÍA La pasada primave-ra, antes del que el 1 de junio co-menzara oficialmente la tempo-rada, el Centro Nacional de Hu-racanes de Estados Unidos (NHC), dependiente de la NOAA, dio a conocer su predic-ción sobre el comportamiento esperado de la temporada cicló-

nica. Ellos vaticinaban la forma-ción de entre 11 y 17 sistemas tro-picales con nombre, de los que entre 5 y 9 llegarían a ser hura-canes, y de estos entre 2 y 4 se-rían de categoría igual o supe-rior a 3. A fecha de hoy, el balan-ce arroja las siguientes cifras: se han formado un total de 18 siste-mas tropicales (uno más que el número más alto del intervalo que barajaba el NHC), de los que uno fue depresión tropical, 7 tor-mentas tropicales y 10 huraca-nes, 6 de los cuales fueron mayo-res, superando todas las expec-tativas.

Desde finales de agosto hasta finales de septiembre, la activi-dad ciclónica en la franja tropi-cal del Atlántico fue frenética, sin que existan demasiadas refe-rencias de algo parecido en los archivos históricos de la NOAA. Durante ese periodo, de poco más de un mes, se formaron na-da menos que 5 huracanes ma-yores: Harvey, Irma, José, Lee y María, cuyos nombres nos resul-tan muy familiares, ya que fue-ron noticia en los medios de co-municación de todo el mundo, debido a sus devastadoras con-secuencias.

METEOROLOGÍA >EL AÑO DE LOS HURACANES

Los especialistas en huracanes esperaban una temporada en el Atlántico muy movida, pero se han superado todas sus previsiones. No solo ha habido más sistemas tropicales con nombre –18 hasta la fecha– que el máximo pronosticado, sino que también ha sorprendido la rápida intensificación sufrida por algunos de ellos, el tiempo récord que se mantuvieron varios huracanes con las categorías 4 y 5 –las más altas– o las grandes cantidades de lluvia acumuladas en algunos lugares, lo que provocó inundaciones catastróficas. Todos estos hechos apuntan al cambio climático como la principal causa del comportamiento observado. TEXTO JOSÉ MIGUEL VIÑAS

NO SOLO HAN SIDO MUCHOS LOS SISTEMAS CICLÓNICOS,

TAMBIÉN HA SORPRENDIDO

SU INTENSIDAD Y DURACIÓN

EN PORTADA

Irma en falsos colores, en el momento en que su ojo atravesaba, el 6 de septiembre, la isla de Barbuda, en las Antillas Menores, que quedó deva

EL CARIBE, DEVASTADO POR PARTIDA DOBLE

Los últimos coletazos de Harvey en agosto coincidieron en el tiempo con la for-mación, en mitad del Atlántico, de la depresión tropical Irma, a principios de sep-tiembre, que pronto se convirtió en un devastador huracán. Irma batió todos los récords. Durante 37 horas generó vientos sostenidos de 300 km/h y mantuvo la categoría 5 (la máxima) durante tres días seguidos, algo nunca antes observado en un ciclón tropical, al menos desde 1966, año en que se inició la era de los saté-lites. La trayectoria de Irma lo llevó a cruzar todo el Caribe: devastó en su totali-dad algunas de las Antillas Menores, como la isla de Barbuda; causó grandes des-trozos en el norte de Cuba; y también provocó inundaciones catastróficas en Flori-da (EE. UU.), donde llegó el 10 de septiembre y donde volvió a dejar imágenes im-pactantes como las de Houston de apenas dos semanas antes. El área caribeña no se había recuperado del terrible golpe de Irma cuando una nueva tormenta tropical se formó en mitad del Atlántico y, al igual que Irma, puso rumbo hacia las Antillas Menores. El 16 de septiembre empezaba su periplo la tormenta tro-pical María, que rápidamente adquirió también la condición de gran huracán. María se cebó particularmente con Puerto Rico, donde impactó de lleno el día 20 como un huracán de categoría 4, algo que no ocurría en la isla desde 1932. Las consecuencias fueron trágicas; se produjeron más de una treintena de fallecidos y grandes destro-zos, con unas pérdidas multimillonarias. El 70% de la población se quedó sin sumi-nistro eléctrico. Una catástrofe de enormes dimensiones, como las vividas en mu-chos otros lugares del Caribe durante el aciago mes de septiembre de 2017.

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astada en su mayor parte. UNIVERSIDAD DE WISCONSIN, CIMSS

HURACANES Y CAMBIO CLIMÁTICO

¿CAUSA-EFECTO? ¿La frenética tem-porada de huracanes de 2017 es una consecuencia del cambio cli-mático? Hay varios indicadores que parecen apuntar a la respues-ta afirmativa; a que esa relación causal existe, aunque no es algo tan evidente como pudiera pare-cer a simple vista. Los registros históricos indican que ha habido algunas otras temporadas en el pasado en las que también hubo bastantes huracanes, con una proporción también grande de los de categorías altas.

Pensando en la presente tem-porada, la relación con el cambio climático puede existir en clara conexión con el calentamiento global, ya que la temperatura de la superficie del mar no es ajena al citado calentamiento y se ob-servan cada vez más lugares de la superficie marina con anomalías cálidas. Ese factor contribuye a la intensificación de los huraca-nes, pero no es el único. Hay otros, como los vientos que so-plan a determinadas altitudes, que son también importantes en los procesos de desarrollo de los huracanes.

Cada vez hay más voces auto-rizadas que apuntan a que la co-nexión entre el comportamiento de los huracanes y el cambio cli-mático existe y no se puede ob-viar. Desde la OMM, se afirmaba recientemente que el cambio cli-mático significa que cuando te-nemos un huracán como Harvey, es probable que las cantidades de lluvia sean más altas de lo que hu-bieran sido de otra manera, sin la inyección de calor y humedad adicionales que propicia el esce-nario de calentamiento global en el que nos encontramos. El caso de los huracanes con trayectorias retrógradas, como Ophelia, se-guirá siendo poco probable en el futuro, pero cuando se forme al-guno, será más probable que evo-lucione por zonas de la superficie del mar donde el agua esté lo su-ficientemente cálida para favore-cer el desarrollo del sistema ci-clónico.

Imagen infrarroja del huracán Ophelia, captada por el satélite Terra de la NASA el 14 de octubre. En ese momento, el huracán tenía categoría 3 y se situaba al sur de Azores. NASA

HOUSTON, BAJO LAS AGUAS

Hacia el 20 de agosto saltaron las alarmas. La trayectoria prevista de la, por aquel entonces, tormenta tropical Harvey la dirigía hacia la península de Yucatán, en México, una zona con una alta ocupación turística en verano. A su paso por allí, Harvey se desinfló y no causó grandes daños, pero al cruzar la península y situar-se sobre las aguas del golfo de México, en apenas un par de días se intensificó muy rápidamente, a la vez que enfiló hacia el sur de Texas. Llegó a alcanzar la ca-tegoría 4 al impactar sobre tierra, el 26 de agosto, dando lugar a unas inundacio-nes catastróficas sin precedentes en la zona. Lo más llamativo de ese huracán y tormenta tropical fue todo el tiempo –más de una semana– que se mantuvo prác-ticamente anclado sobre el sur de Texas y zonas próximas de Luisiana, provocan-do unas acumulaciones de lluvia extraordinarias, con las consecuencias devasta-doras que pudimos ver en televisión. Las imágenes de la ciudad de Houston ane-gada, con miles de personas vagando por aquellos improvisados canales, con el agua a la cintura, nos recordaron las escenas que se vivieron en Nueva Orleans doce años antes –en 2005–, tras el paso del huracán Katrina. El comportamiento poco habitual de Harvey llamó la atención de los expertos en huracanes, si bien fue anticipado por los modelos de predicción, que días antes del impacto en tierra ya mostraban esa singularidad. Las autoridades de EE. UU. reaccionaron con pasividad ante esos primeros pronósticos, ya que, de haberlos tenido más en cuenta, seguramente se podrían haber evitado muchos dramas hu-manos vividos en Houston y alrededores esos días, cuando las principales vías de escape de la ciudad quedaron anegadas, impidiendo la salida de centenares de miles de personas que, de haber sido advertidas un par de días antes, hubieran escapado a tiempo de la ciudad.

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Inundaciones catastróficas en Houston, los días 25, 26 y 27 de agosto, a causa de las lluvias acumuladas debidas a Harvey. NYA ÅLAND

OPHELIA ENFILÓ HACIA EUROPA

Ya metidos en el mes de octubre, dejando atrás la época del año en que se forman más huracanes en el Atlántico, todo apuntaba a un final de temporada más tran-quilo, ya sin sobresaltos, pero llegó una nueva sorpresa. El 9 de octubre se formó en mitad del Atlántico otra tormenta tropical. Hasta ahí todo normal, pero pronto los modelos predijeron que su trayectoria la llevaría hacia Europa en lugar de ha-cia América, que es lo habitual. No es la primera vez que un sistema tropical tiene una trayectoria retrógrada y que, en lugar de dirigirse hacia el Oeste, enfila al Este (queda fresca en nuestra memoria la tormenta tropical Delta, que el 28 de no-viembre de 2005 pasó por el norte de las Islas Canarias). En el caso que nos ocu-pa, la tormenta tropical Ophelia –ese es el nombre que recibió, tomado de la lista oficial de nombres preestablecida para la presente temporada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM)– no tardó mucho en convertirse en huracán y, al igual que les ocurrió a otros huracanes precedentes, aumentó rápidamente de ca-tegoría hasta alcanzar la categoría 3, convirtiéndose en el sexto ‘major’ de la tem-porada. Tras pasar por el sur de las Azores, se dirigió hacia Irlanda, produciéndose en ese trayecto su transición hacia un ciclón extratropical; una profunda borrasca que provocó un gran temporal marítimo a su paso. En su máximo acercamiento al noroeste de la península ibérica, generó un marcado flujo de vientos cálidos y se-cos del Sur, lo que coincidió con la oleada de incendios forestales que tuvieron lu-gar en Galicia, Asturias y la vecina Portugal, de dramáticas consecuencias.