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TAN LEJOS Y TAN CERCA: LOS VALORES DE PROFESORES Y ALUMNOS AL INTERIOR DEL AULA Área de investigación: Educación en Contaduría, Administración e Informática Angélica Riveros Rosas Facultad de Contaduría y Administración Universidad Nacional Autónoma de México México [email protected] Rosa Martha Barona Peña Facultad de Contaduría y Administración Universidad Nacional Autónoma de México México [email protected] Karina León Solis Facultad de Contaduría y Administración Universidad Nacional Autónoma de México México [email protected]

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TAN LEJOS Y TAN CERCA: LOS VALORES DE

PROFESORES Y ALUMNOS AL INTERIOR DEL AULA

Área de investigación: Educación en Contaduría,

Administración e Informática

Angélica Riveros Rosas

Facultad de Contaduría y Administración

Universidad Nacional Autónoma de México

México

[email protected]

Rosa Martha Barona Peña

Facultad de Contaduría y Administración

Universidad Nacional Autónoma de México

México

[email protected]

Karina León Solis

Facultad de Contaduría y Administración

Universidad Nacional Autónoma de México

México

[email protected]

TAN LEJOS Y TAN CERCA: LOS VALORES DE PROFESORES Y

ALUMNOS AL INTERIOR DEL AULA

Resumen

Recientemente se ha dedicado especial atención al tema de los valores sociales, su crisis y

sus efectos en diversos problemas humanos. El tema ha cobrado especial importancia en las

instituciones de educación superior por sus implicaciones para la práctica profesional y el

funcionamiento interpersonal y social. Los valores en docentes y estudiantes, en diversos

estudios muestran consistencia en la importancia de los términos pero muy baja

coincidencia respecto a cómo observarlo o definirlo en el comportamiento. El presente

estudio busca identificar en alumnos y docentes los comportamientos que denotan valores y

antivalores al interior del aula. Participaron 132 profesores y 124 estudiantes a quienes se

les solicitó a través de preguntas abiertas identificar valores, antivalores, y su jerarquía. Se

identificaron descriptores: a los estudiantes cómo notan éstos en sus profesores y a los

profesores como los notan en sus alumnos. Los resultados confirman que si bien los valores

más consistentes son respeto, honestidad y responsabilidad, hubo diferencias importantes

en la cantidad de valores identificados y en la variedad de comportamientos que los

denotan. Se discuten las implicaciones para el logro de objetivos académicos y para la

convivencia entre profesores y estudiantes en el aula.

Palabras clave: Valores, actitudes, convivencia en el aula

TAN LEJOS Y TAN CERCA: LOS VALORES DE PROFESORES Y

ALUMNOS AL INTERIOR DEL AULA

Estoy lejos de pensar que todos cuantos han despreciado a nuestra especie

han sido enemigos de la virtud, y han expuesto las debilidades de sus congéneres

con mala intención. Al contrario, soy consciente de que un delicado sentido de la moral,

sobre todo cuando va acompañado de un temperamento inquieto, tiende a provocar

en una persona un disgusto hacia el mundo y a considerar con excesiva indignación

el común curso de los asuntos humanos.

No puedo sin embargo por menos de opinar que los sentimientos de quienes

se inclinan por pensar de la humanidad favorablemente resultan más ventajosos

para la virtud que los principios contrarios, que nos ofrecen una

mezquina opinión de nuestra naturaleza.

David Hume, Ensayos Morales Políticos y Éticos, 1777 p. 104.

Introducción

Las quejas constantes sobre el deterioro social acarreado por la pérdida de valores es

quizás, uno de los lugares comunes más antiguos en la historia de la humanidad. Algunos

de los ejemplos más emblemáticos provienen de la antigua Roma, la llamada decadencia

del imperio se acompañó de las más diversas anécdotas fácilmente relacionables con la

ausencia de valores, y sin embargo en la misma época respecto a la educación se observan

algunas referencias familiares hoy día, a “Plutarco le pareció digno de reseñar que

Sarpedón, el tutor de Catón el Joven, prefería razonar con sus pupilos antes que castigarlos”

(McKeown, 2011, p. 46). Los valores integran aspectos fundamentales de la expresión

humana: la pasión, la consistencia en la acción, o el sentido de las causas; que favorecen la

identificación interpersonal y la conformación de vínculos afectivos de diversas

magnitudes. Los valores son parte de la trama de la cohesión grupal y cultural que

compartimos y defendemos, por un algo etéreo y poderoso que da sentidos particulares a lo

que nos ocurre.

Sin embargo, debido a su familiaridad al interior de la estructura cognitiva con la

que se da sentido explicativo a los eventos externos, podemos identificarlos fácilmente

como categorías compartidas, en el caso de los valores profesionales destacan, por ejemplo,

la responsabilidad, la honestidad, y el respeto. Sin embargo, a pesar de que en principio

estamos de acuerdo en qué es lo importante, los conflictos y malos entendidos en torno a

los comportamientos que representan la posesión de dichos valores, implican que hay

diferencias, no en el significado del término sino, aún más importante, en lo que

entendemos como representativo del valor en sí. En virtud del sentido afectivo y personal

de la estructura cognitiva, dos personas pueden estar de acuerdo en que la responsabilidad

es de lo más importante y sin embargo convencidas mutuamente de lo irresponsable del

otro por diferencias en la apreciación individual del proceder. Esta situación, común en la

convivencia entre personas, al respecto de las profesiones y su formación, adquiere matices,

en ocasiones sutiles y en otras dramáticos, como el desarrollo de animadversión o apego a

cierto tipo de características personales, o al respecto de contenidos, materias o áreas de

conocimiento, que pueden mostrarse como franca discriminación, incluso hacia otras

profesiones o visiones del conocimiento.

En el caso de contadores y administradores, al tratarse de carreras

profesionalizantes, los profesores son, para la mayoría de los estudiantes, los últimos

modelos formales del ejercicio de la carrera, los alumnos a su vez también van dejando

huellas actitudinales en los profesores respecto a la docencia y los alcances que pueden

esperar en sus grupos. El impacto personal de estos elementos puede llevar a una dirección

del comportamiento limitante, irreal, o al menos, prejuiciosa, entorpeciendo o lacerando

innecesariamente nuestros valores y definiciones personales. El presente trabajo, hace un

análisis de los valores, con una significación positiva a la dignidad humana, y su antónimo,

los antivalores y sus comportamientos representativos, desde la perspectiva de estudiantes y

profesores de las carreras de Administración, Contaduría e Informática.

Justificación

En la organización, los valores, implícita o explícitamente, están en el trasfondo de

la comprensión de situaciones complejas relativas a lo que ocurre en el quehacer

profesional. En Japón, desde la década de los ochenta del siglo XX, después de la ruptura

de la burbuja económica, se describió el Karoshi como el estar permanentemente

incapacitado para trabajar debido a condiciones físicas que se ven gravemente deterioradas

por la sobrecarga de trabajo, tales como un ataque cardiaco, un evento cerebrovascular,

infartos cerebrales o arterioesclerosis y se le describió como el colapso del ritmo de vida de

los seres humanos por fatiga excesiva. De acuerdo con el Ministerio de Salud y Bienestar

Laboral, los casos por Karoshi, se han triplicado a partir de 2002 e incluyen trastornos

psicológicoss y sus expresiones como el intento suicida y suicidio. Se argumentó que esto

era producto de las horas de trabajo en Japón, por lo que se ha buscado su reducción para

igualarse con estándares internacionales europeos, sin embargo continúan lejos de países

como Francia o Alemania.

Otro factor surge de la tasa de desempleo, que incluye a desempleados buscando

activamente ocuparse tan pronto como consigan algo, y que pasó del 1% en 1970 al 7.6%

en el 2007. Las condiciones de incertidumbre económica y laboral favorecen que los

empleados regulares trabajen más de 60 horas a la semana, enfrentando consecuencias

como adicción al trabajo (los jefes elogian a quienes trabajan duro, o más que los demás, y

lo alientan, o al menos, tienen mayor seguridad laboral); deterioro en las relaciones trabajo-

familia, que no sólo se observan como interferencia a las actividades familiares, sino que

llevan al desarrollo de sentimientos hostiles hacia la familia por el trabajador(a) (Kanai,

2007).

México, comparte algunas características vulnerantes, por ejemplo, de acuerdo con

la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE (2011) las jornadas

laborales suelen ser de diez horas al día en promedio, en Japón actualmente el promedio es

de nueve horas al día. México, está por encima del promedio de los países miembros de

ocho horas y muy por encima de otros países que gozan de estabilidad económica y menos

disparidad en el ingreso como Dinamarca o Canadá. De acuerdo con el mismo estudio, sólo

uno de cada cuatro mexicanos expresa confiar en los demás. Los estudios sobre el papel del

impacto en la salud física y mental en el contexto laboral, son escasos, sin embargo el costo

social se puede observar en los días laborales perdidos, en México es más grave por

trastornos mentales como depresión, y trastornos del espectro ansioso, en más del doble de

días perdidos, que los debidos a enfermedades crónicas (Lara, Medina-Mora, Borges, y

Zambrano, 2007). También se ha reconocido que independientemente de la edad, la

obesidad, el consumo de alcohol, de tabaco, o de ejercicio, hay una relación importante

entre presión arterial y síntomas cardiovasculares con tensión laboral e inseguridad en el

empleo (Juárez-García, 2007).

La diferencia entre el bienestar y el malestar respecto a las circunstancias con que se

tienen que contender día a día, aún en el mismo país, y en la misma actividad, está

poderosamente influido por las convicciones personales que nos vinculan con el trabajo. La

diferencia entre la adicción al trabajo y el compromiso laboral gira precisamente en torno a

la valoración de la tarea a desempeñar. El compromiso está guiado por valores como la

importancia personal que confiere a la actividad, y el papel que tiene sobre lo que la

persona sabe de sí misma (Van Beek, Taris, Schaufeli, 2011), la coincidencia en el valor

atribuido a las metas de la organización y las personales (Judge, Bono, Erez y Locke,

2005).

En contraste, condiciones como la adicción al trabajo, se ven orientadas, no por lo que se

quiere, sino por lo que se teme, como desagradar a sus empleadores, o que su trabajo sea

defectuoso o insuficiente. Estas condiciones fácilmente pueden colocar a la persona en

posición de adoptar metas independientemente de la congruencia que puedan tener con lo

que le parezca personalmente importante. Las razones de su acción y permanencia, al

depender más de la opinión de empleadores, compañeros, o receptores de su actividad, que

de sus valores y convicciones, vulnera a la persona a las consecuencias deteriorantes de las

patologías laborales, como el agotamiento, la adicción al trabajo, y el deterioro consecuente

de otras esferas del bienestar como las relaciones familiares (Van Beek, et al., 2011). Si

bien, estas condiciones son consecuencia de factores complejos, los valores son elementos

medulares que las engarzan.

Los docentes tienen la oportunidad de mostrar y apoyar en sus estudiantes, el

desarrollo de valores que coadyuven en el conocimiento personal, en la toma de decisiones

sobre lo que quieren lograr como profesionistas y humanos. En el campo de las profesiones

financiero-administrativas, su actividad es fundamental y tiene impactos sistémicos sociales

y económicos, que nos competen a todos. En ese sentido, no hay acción pequeña a favor de

la formación, consolidación o adopción de valores en pro de un funcionamiento más

responsable de nuestro impacto en el momento histórico que nos atañe.

Antecedentes

Los valores se refieren a conceptos o creencias sobre situaciones o comportamientos

deseables que trascienden situaciones específicas y guían la selección o evaluación de

conductas o eventos que se ordenan por importancia relativa (Schwartz y Bilsky, 1987). En

este contexto los valores son el resultado de requerimientos universales que se reflejan en

motivos sociales y exigencias institucionales. Se identificaron en dos sociedades

culturalmente diferentes, la israelí y la alemana, coincidencias en valores relativos a: la

autodirección (autonomía, independencia, intelectualidad) dirigidos a la gratificación,

creatividad y toma de decisiones; relativos a lo prosocial (disposición a ayudar y a

perdonar, consideración y equidad) dirigidos al bienestar de los otros, y que son promotores

de afiliación y pertenencia; relativos al poder social (estatus, influencia, poder) dirigidos al

control social; relativos a la madurez (sabiduría, flexibilidad, amplitud de análisis,

apreciación de la belleza, tolerancia y confianza) dirigidos a la necesidad de proteger e

integrar.

Sin embargo, los valores más estables y fácilmente identificables fueron los de

autorrestricción (obediencia, gentileza, limpieza, autocontrol) dirigidos a la conformidad

con las expectativas sociales; y los valores de placer o hedonistas (confort, felicidad y

alegría) dirigidos a la satisfacción de necesidades. Los anteriores fueron expresados por

profesores en una gama de nueve grados diferentes de enseñanza en virtud de que la

diversidad en el reconocimiento de valores puede facilitarse por la participación de adultos

dedicados a la educación.

Zubieta, Delfino y Fernández (2007) identificaron en estudiantes universitarios

argentinos tendencias diferenciales en la jerarquía de los valores en relación con la elección

de carrera a partir de la orientación a la dominancia social, entendida como conocimientos

y creencias que legitiman el deseo general de dominancia del grupo de pertenencia

(endogrupo) sobre otros (exogrupos), fundamentado en la legitimidad de relaciones

jerárquicas. Sus resultados señalan que estudiantes de carreras humanistas como trabajo

social, psicopedagogía, ciencias de la educación, entre otras, muestran más preponderancia

de valores hedonistas y de autodirección. Los estudiantes de carreras técnico-económicas

en las que incluyeron derecho, medicina, contaduría, administración e ingeniería, mostraron

más preponderancia a valores de poder.

Todos los estudiantes coincidieron en que el valor más importante fue la

autotrascendencia, el segundo la apertura al cambio, el tercero la conservación de la cultura

y el cuarto la auto promoción. Más que perfiles por selección de carrera, encuentran que la

orientación de dominancia social se relaciona positivamente con valores de dominio

interpersonal, conservadurismo y autoritarismo, y negativamente con empatía, tolerancia,

sentido comunitario y altruismo. En cuanto a cambios por el paso de los años, identifican

que a mayor edad, valoran más la conformidad y la seguridad, y menos la estimulación. Se

colige que la identificación de valores en vez de establecer claramente perfiles por carreras,

lo hace entre personas, apuntando hacia la inutilidad de los estereotipos profesionales.

De manera similar, el estudio mexicano de Boroel, Pineda y González (2009), si

bien buscó también perfiles profesiográficos en estudiantes de contaduría, administración y

derecho, en comparación con psicología y ciencias de la educación, presenta los valores de

manera general relativos a los descriptores de autonomía, competencia profesional,

honestidad y justicia, en los que consistentemente se mencionan la responsabilidad y el

respeto. En específico, la responsabilidad se identificó con compromiso, puntualidad,

cumplimiento y esfuerzo, el respeto con tolerancia, confianza, honestidad, valores y

educación. Los autores denotan más la convergencia en los términos definidos y en que la

universidad sí tiene un papel en la promoción de la ética, sin identificar, al menos en dicho

trabajo, diferencias por los perfiles de la profesión.

Respecto al papel de la universidad en la formación de valores, varios autores

cubanos como Arana y Batista (1999) critican que ésta pretenda educar valores

colocándolos intencionalmente en acciones normativas, o en materias donde se buscaría

que los saberes, actividades y habilidades aisladas, incomprendidas o poco asumidas por el

alumno, lleven al desarrollo de valores. También critican que se considere que no son parte

de la labor educativa y de la relación cotidiana entre profesor y alumno. En el mismo

sentido, González (2000) encuentra que para la mayoría de los profesores universitarios

participantes en su estudio, los valores se forman en edades tempranas, por lo que carece de

sentido abordarlos en el ámbito universitario, en menor proporción piensan que es un

asunto curricular o de profesores tutor del grupo. Para sólo el 10% de los encuestados, la

educación en valores es asunto de todos los profesores. Lo anterior puede ser especialmente

preocupante al implicar formas de indolencia sobre los estudiantes y el papel del profesor

en ello. Sánchez (2001) advierte sobre el riesgo del pseudohumanismo excluyente, donde la

adopción de absolutos lleva a los centrismos, en coincidencia con Morín (2001), como el

sectarismo, sexismo, o el nacionalismo, que llevan a considerar como secundario,

insignificante u hostil, todo lo extraño, lo ajeno o lo lejano.

Lo anterior, va en contra de la dignidad y concepción humana en la amplitud del

término, a estos contenidos opuestos a los valores, se les identifica como antivalores y se

presentan en el mismo contexto histórico, social y económico en que convergen en

profesores y estudiantes, Arana y Batista (1999) señalan que no es posible enseñar valores

sin expresar su posesión, que tienen un carácter bidireccional entre profesores y alumnos, y

que debe coadyuvar a la tendencia de la personalidad integrando y armonizando los

factores internos con los externos, favoreciendo la autorregulación y la autonomía.

Particularmente en estudiantes de contaduría, administración e informática, dichas

expresiones implican la capacidad para influir en el curso de los acontecimientos al interior

de una organización, en contacto y dependencia de otros esfuerzos laborales, su extremo en

antónimos de los valores, por ejemplo el cinismo, la indolencia, la corrupción, entrañan

sentimientos de desvalimiento, impotencia y alienación, especialmente cuando proviene de

quienes detentan posiciones de autoridad. Muchos de éstos se expresan inicialmente en el

ámbito académico, y es durante la formación universitaria, con el tránsito de las actividades

estudiantiles a las del ejercicio profesional y una vida autónoma, que pueden establecerse

formas de pensar y proceder que persistan a lo largo de la vida en muy diversos ámbitos.

Planteamiento del problema

El presente trabajo busca identificar los valores y antivalores que manifiestan

profesores y alumnos de las carreras de contaduría, administración e informática. Otro

objetivo consiste en reconocer si hay diferencias la jerarquía asignada a éstos y cuál es la

expresión comportamental mutua al respecto de lo que ocurre en el aula.

Método

Participantes

Se invitó a participar a 115 profesores de las carreras de administración, contaduría e

informática, que contaran con al menos tres años de antigüedad impartiendo cátedra en la

Institución, con media de 13.8 años (DE 5.51) que impartían materias de contabilidad,

matemáticas, estadística, derecho, recursos humanos, administración básica, derecho,

macro y micro economía y de informática en una universidad pública de México. Se hizo la

invitación por parte de las jefaturas, bajo condiciones de anonimato y participación

voluntaria hasta lograr cubrir las tres licenciaturas con independencia de las materias

impartidas y del semestre. Los alumnos eran los de los profesores participantes que

accedieron a que se acudiera a hacer el levantamiento de datos con sus grupos. Participaron,

un total de 532 alumnos; 296 (55%) de segundo semestre, 173 (32%) de cuarto semestre, y

63 (12%) de octavo semestre. La media de edad fue de 20 años (DE 2.63).

Diseño

Se trata de un estudio de enfoque cualitativo por encuesta abierta ex post facto a profesores

y estudiantes con información cruzada sobre los valores y antivalores que identifican

mutuamente. Los resultados fueron vaciados textuales y categorizados hasta alcanzar el

criterio de saturación de la información. Estos diseños buscan la consistencia en la

información para reconocer elementos explicativos subyacentes, no su representación

estadística. Debido a lo sensible de la información recolectada, fue fundamental para el

estudio la participación voluntaria, sin posibilidad de identificación de los participantes ni

de ningún tipo de coerción.

Instrumento

Se diseñó ex profeso una encuesta con preguntas abiertas, en el caso de los profesores sobre

los valores y antivalores que les parecen personalmente relevantes y su jerarquía, después

cómo notan éstos en sus estudiantes, y qué hacen los alumnos que les pueda parecer

grosero, respetuoso y honesto durante la clase.

En el caso de los alumnos, se pidió la misma jerarquía de valores y antivalores y cómo los

notan en sus profesores, a ellos se les pidió que explicaran a qué consideran que se debe

que algunos profesores no tengan un buen desempeño.

Procedimiento

A los profesores se les invitó a participar de manera voluntaria y anónima por las jefaturas

de las diferentes carreras, para conocer sus impresiones sobre los alumnos de las carreras de

contaduría, administración e informática. Se solicitó su autorización para la aplicación de la

encuesta a sus grupos procurando interrumpir lo menos posible la clase. Si accedía, se pedía

al profesor que anotara los grupos, y el día que resultara menos inoportuno, considerando

que la recolección de datos la cual tomaba de 20 a 60 minutos.

Resultados

Los valores y jerarquía asignada por profesores y alumnos, se presentan en figuras

de barras donde se presentan los porcentajes de las respuestas conforme a cada grupo, a fin

de evitar que la diferencia en el número de profesores y alumnos pueda mostrar

preponderancias artificiales. En barras rojas se muestran las respuestas de los profesores y

en azules las de los estudiantes (ver figura 1).

Figura 1. Categorías sobre valores expresados por docentes y estudiantes. Nótese que el valor máximo sólo llega al 50%

para facilitar la comparación.

Además de los valores profesionales clásicos, respeto, honestidad y responsabilidad,

aparece también la tolerancia. Llama la atención que son más prevalentes entre los

estudiantes. Los valores dirigidos a las normas sociales como puntualidad, formalidad y

orden, sólo fueron identificados en profesores. También ocurrió así con los valores

universales como justicia y libertad, excepto dignidad que sólo apareció entre los

estudiantes. Amor y lealtad aparecieron en ambos grupos con ligeras diferencias. Valores

prosociales como empatía, amistad y confianza, también aparecieron sólo entre los

profesores, quienes de manera general mostraron mayor diversidad.

Respecto a la jerarquía que asignan profesores y alumnos a los valores más

frecuentes, se muestran en gráficos de línea, azules para los alumnos y rojas para los

profesores (ver figura 2).

Figura 2. Jerarquía asignada al valor respeto, docentes y estudiantes.

De manera general se observa acuerdo entre ambos grupos, siendo para la mayoría

un valor muy importante. Sin embargo en cuanto a los comportamiento que denotan

respeto, los profesores mencionaron el cumplimiento de las reglas y la comunicación entre

compañeros, mientras que los estudiantes expresaron que lo notan en los profesores por su

disposición a la enseñanza, que sean amables y atentos, y en la forma de expresarse con el

profesor(a).

La jerarquía en honestidad sí mostró diferencias entre los grupos (ver figura 3).

Figura 3. Jerarquía asignada al valor honestidad, docentes y estudiantes.

En este caso se observa que para los alumnos la honestidad tiende más a estar en

segundo lugar, y después en primero y tercero. Para los profesores ocupan un primero y

segundo lugar por igual y nunca los últimos dos. En cuanto a su expresión, los profesores la

notan cuando los estudiantes expresan dudas, dicen la verdad sobre sus limitaciones,

problemas o lo que no han entendido, cuando aceptan sus calificaciones y cuando preparan

sus exámenes. Los alumnos mostraron mayor diversidad de comportamientos identificables

como honestos del profesor, surgiendo seis categorías relativas a actitud positiva hacia los

alumnos, claridad en la información, imparcialidad en las evaluaciones, apoyo a los

alumnos, capacidad para reconocer errores y la devolución de tareas y trabajos calificados.

En cuanto a Responsabilidad se observa que la tendencia es muy similar entre

estudiantes y profesores (ver figura 4).

Figura 4. Jerarquía asignada al valor honestidad, docentes y estudiantes. Respeto y Honestidad se identificaron más

frecuentemente en los primeros lugares, por lo que la asignación a responsabilidad es la residual de quienes la

consideraron en primero, segundo y tercer lugar.

Llama la atención el pico en ambos grupos en la asignación al cuarto lugar, sin

embargo el ejercicio al establecer una jerarquía a los valores identificados que era

excluyente (sólo podía haber un lugar para cada valor expresado) por lo que la frecuencia

en primero y segundo lugar fue mucho menos que para el cuarto. La caída en el tercer lugar

es por la distribución de otros valores diferentes que cayeron en la asignación de tercero,

como tolerancia o disciplina. En cuanto a los comportamientos en los que notan la

Responsabilidad, los alumnos nuevamente identificaron más variedad de comportamientos

en sus profesores que denotan responsabilidad, como que sigan las reglas establecidas, que

preparen la clase, en su asistencia y puntualidad en las clases. Mientras que los profesores

refirieron principalmente cumplimiento.

Los antivalores se indagaron después de los valores, se hizo el mismo ejercicio pero

explicando en el reactivo que se trata de aspectos que les parezcan especialmente

desagradables o criticables. Los resultados de profesores y alumnos se muestran en la

figura 5.

Figura 5. Categorías sobre anti valores expresados por docentes y estudiantes.

Al igual que en el caso de los valores, los docentes identificaron más anti valores

que los estudiantes (ocho y seis respectivamente). Los alumnos mostraron mayor frecuencia

en los opuestos a los valores antes descritos, como irresponsabilidad, intolerancia y faltas

de respeto, como los más frecuentes. Para los profesores las faltas de respeto y la

deshonestidad son marcadamente los antivalores más comunes en los alumnos, en tercer

lugar quedaron anti valores como injusticia, pereza, intolerancia, agresión y grosería. Estos

últimos en virtud del carácter altamente disruptivo para los profesores, requirió de análisis

adicionales que se muestran más adelante.

La diversidad de comportamientos que alumnos y profesores notan fue congruente

con la frecuencia de mención. En el caso de irresponsabilidad los alumnos describen más

variedad de comportamientos en los profesores como: El ausentismo, desinterés por la clase

o el tema, impuntualidad, y desinterés por las tareas que dejan. Los profesores refirieron

principalmente la falta de compromiso de los alumnos.

Sobre intolerancia hubo la misma tendencia en mayor diversidad por los alumnos.

Los profesores la notan en la interacción que tienen los alumnos con sus pares, mientras

que respecto a los docentes los alumnos refirieron: impedir el acceso a la clase, poca

disposición al enseñar o al resolver las dudas, y el mal humor del profesor.

En cuanto a la Falta de respeto los descriptores fueron notablemente similares a los

de intolerancia, los alumnos refirieron: el trato a los alumnos, la forma de expresarse (por

ejemplo el uso de groserías por los profesores o burlas, sobre los alumnos o sobre otras

personas), así como nuevamente el mal humor. Los profesores nuevamente se refieren a la

comunicación entre compañeros (destacando los apodos, las groserías, y términos como

"güey").

Respecto a la forma en que los profesores notan en el comportamiento de sus

alumnos que son groseros, se presentan en barras las categorías donde la barra representa la

frecuencia (ver figura 6).

Figura 6, categorías correspondientes a la identificación de comportamientos groseros en el aula.

La falta de seguimiento de las reglas (conformidad con las normas) fue el

comportamiento más frecuentemente identificado, seguido de la apatía y el cuchicheo en

clase o la comunicación con equipos (tablets, celulares y computadoras). Cabe destacar que

la menor frecuencia fue sobre comportamientos agresivos que incluyeron el uso de palabras

altisonantes, burlarse de sus compañeros o de los profesores, y ser desafiantes. En la cuarta

categoría por frecuencia, a los profesores no les parece que los alumnos sean groseros o les

parece que no les han tocado alumnos así.

Finalmente, respecto a las razones a las que los estudiantes atribuyen el que sus

profesores no tengan un buen desempeño destacó en primer lugar la actitud negativa ante la

profesión, en segundo la falta de capacitación y con mucho menor frecuencia, el uso de

enseñanza tradicional, la saturación laboral, limitaciones personales y dificultades en la

vida laboral, o que la motivación de los profesores es principalmente económica.

Discusión

El objetivo del presente trabajo fue identificar los valores y antivalores que

manifiestan profesores y alumnos de carreras económico-administrativas, la jerarquía que

les atribuyen y la expresión comportamental que representa estos valores en los profesores

de acuerdo a los alumnos y en los alumnos de acuerdo a los profesores.

Los profesores describieron mayor diversidad de valores, como los prosociales:

confianza y empatía; de autorrestricción como disciplina, formalidad, y orden; y

universales como libertad y justicia, lo cual confirma la conclusión de Zubieta et al. (2007)

en a mayor edad hay mayor universalidad en los valores. Sin embargo la mención de

dignidad fue por los alumnos, entre los prosociales sólo se mencionaron la lealtad y la

tolerancia, aunque esta última con mucho mayor frecuencia por los alumnos que por los

profesores. Es probable que se trate de los valores que más fácilmente les parecen

trasgredidos en su condición de jóvenes y puedan estar particularmente sensibilizados a los

actos de figuras de autoridad en ese sentido.

Por otra parte, también los alumnos mencionaron con más frecuencia la

responsabilidad, la honestidad y el respeto. Estos últimos, también los más frecuentemente

mencionados por los profesores, denotan que en el contexto de estudiantes y profesores en

carreras financiero administrativas, son los más presentes y suele considerárseles valores de

competencia profesional (Boroel, et al., 2009). Tratándose de profesiones como la

contaduría, la administración y la informática, esto puede responder al énfasis

relativamente generalizado sobre lo importante de la profesión y de un trabajo bien

realizado. En ese sentido, la jerarquía que asignaron profesores y estudiantes a los tres

valores más mencionados fue similar, destacando en primer lugar la responsabilidad, en

segundo el respeto y en tercero la honestidad.

En el caso del presente trabajo, no se observaron valores dirigidos a la dominancia

social como ocurrió en Argentina (Zubieta, et al., 2007), aunque tampoco se observaron

valores de auto trascendencia. La tendencia se dirigió más bien a valores profesionales y

prosociales, incluso hubo cierta crítica al conservadurismo por los estudiantes, quienes

explican el mal desempeño de algunos profesores por el uso de "estrategias tradicionales"

que solían referirse principalmente al uso de castigo, también cabe destacar que los

estudiantes mexicanos dan especial valor a la tolerancia y al respeto.

Llama la atención, que respecto a los comportamientos que denotan valores y anti

valores, los estudiantes ocupan una mayor cantidad de descriptores que los profesores, esto

puede obedecer a dos razones, 1) a una mayor sensibilidad y por tanto, atención, a aquellos

comportamientos que les parecen trasgresores y, quizás, especialmente graves por provenir

de figuras de autoridad, y 2) una menor variedad de comportamientos que esperan los

docentes y se limitan básicamente al cumplimiento, a la conformidad con las normas y a la

disciplina, prestando poca atención a otros indicadores. En ese sentido, tampoco se

observaron valores como la equidad, la independencia, la creatividad, la madurez, la

gentileza, la intelectualidad, o el aprecio de la belleza, en ninguno de los dos grupos, y que

sí se identificaron entre profesores alemanes e israelíes (Schwartz y Bilsky, 1987).

En cuanto a los anti valores o aspectos que les parecen especialmente desagradables

o criticables, hubo menos acuerdo. Los estudiantes mencionaron la irresponsabilidad, la

intolerancia y las faltas de respeto en orden decreciente de importancia, mientras que para

los profesores tuvieron la misma importancia relativa la irresponsabilidad y las faltas de

respeto, y en tercer lugar la deshonestidad. La tolerancia, marcó un punto de desacuerdo

entre profesores y alumnos.

Debido a la consistencia en la mención de comportamientos groseros, y términos

relacionados por parte de los docentes, se incluyó el análisis a esta pregunta, donde destacó

precisamente el incumplimiento de reglas y la apatía de los alumnos, en tercer lugar estuvo

la distracción que mostraban "cuchicheando" o utilizando medios electrónicos de

comunicación. Sería necesario buscar en estudios posteriores si a los alumnos les parece si

éstos representan comportamientos groseros de su parte, o consecuencia de una clase que

les desagrada o ante la actitud negativa del profesor, que para los alumnos fue la razón más

frecuente para el mal desempeño de aquéllos.

Los hallazgos del presente trabajo permiten reflexionar sobre el papel que tenemos

como docentes y estudiantes, si lo que percibimos como falta de valores mutuamente es, al

menos en parte, una llamada a la atención sobre lo que generamos sin notarlo al interior de

aula, si realmente estamos logrando comunicar las intenciones sobre la formación. Si bien

todos los educadores estarían seguros de que lo que hacen es buscar lo mejor, no tiene

efecto, sentido, o incluso puede resultar contraproducente si esto no logra una congruencia

sobre las implicaciones y sentidos de lo que hacemos en una u otra posición.

Referencias

Arana, M., y Batista, N. (1999). La educación en valores: Una propuesta pedagógica para la

formación profesional. Revista Pedagogía Universitaria, 4(3), 1-30.

Boroel, B.I., Pineda, G., y González, M. (2009). Estudio del significado de valores de ética

profesional en estudiantes universitarios de Baja California. Memoria electrónica

del X Congreso Nacional de Investigación Educativa, Veracruz.

González, V. (2000). La educación de valores en el curriculum universitario. Un enfoque

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