Tarea Taller Juicios Orales
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Esta obra forma parte del acervo académico de Taller de Juicios Orales.
Licenciatura en Derecho y Criminología. 2do. Cuatrimestre. Universidad José Vasconcelos
DUDA RAZONABLE, DERECHO A LA NO AUTOINCRIMINACIÓN,
TEORÍA DEL ÁRBOL ENVENENADO
TALLER DE JUICIOS ORALES.
Mtro. Joaquín Herminio Trejo Dominguez.*
Enrique Morales Ozuna.
Sumario: Introducción. I. Duda razonable. II. Derecho a la no autoincriminación.
III.Teoría del árbol envenenado. IV. Conclusiones.
Introducción. El derecho penal se ha ido construyendo desde sus inicios en principios que a su vez han decantado
algunos de ellos en derechos no solo para el agraviado como medios de reparación del daño, sino
que además dentro de esta evolución desde la finalidad del derecho penal que es y debe de
proporcionar los mínimos de justicia, seguridad, paz, y bien común al infractor también.
Lo anterior parte de la importancia de estos principios y derechos en la ayuda para administrar e
impartir justicia desde la razón y cientificidad, con ello pretendiendo anular el libre arbitrio, la
coacción o el simple hecho de punición desde la venganza, si bien es cierto personal pero que ahora
pudiera darse ya institucionalizada a través de los órganos que dirimen controversias penales.
* Catedrático del Taller de Juicios Orales en la Universidad José Vasconcelos. Periodo enero-abril 2015. Alumno del 2do. Cuatrimestre en Derecho y Criminología, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
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I. Duda Razonable.
a duda razonable se originó en el derecho inglés, y se encuentra en los sistemas legales
derivados de él, incluyendo el adoptado por los Estados Unidos y por Canadá. La primera
referencia escrita de la frase data de 17701. El principio de la duda razonable es parte de
la carga de pruebas. Debido a que el acusado en un juicio criminal puede ser privado de la libertad
o incluso de la vida, la fiscalía debe probar culpabilidad en su más alto punto. A pesar de su uso en
juicios, el significado exacto de duda razonable no está definido por la ley. Sin embargo, existe una
definición comúnmente aceptada
Desde 1770 a la fecha ha evolucionado para tener un significado relativamente consistente. Los
descubrimientos y alegatos que superan la norma de la "duda razonable" son evidencia que no
dejaría ninguna duda en la mente de una hipotética persona razonable. Esto no es lo mismo que la
evidencia, que es absolutamente certera. Para concordar con la norma de la duda razonable, la falta
de certeza debe estar basada en la razón; esto es, basado en la evidencia o la falta de ella. No puede
ser una duda derivada de la especulación.
En México conforme a la Suprema Corte de la Nación este principio aplica para cuando en un
proceso penal coexisten tanto pruebas de cargo como de descargo, la hipótesis de culpabilidad
formulada por el Ministerio Público sólo puede estar probada suficientemente si al momento de
valorar el material probatorio se analizan conjuntamente los niveles de corroboración tanto de la
hipótesis de culpabilidad como de la hipótesis de inocencia alegada por la defensa. Así, no puede
restarse valor probatorio a las pruebas de descargo simplemente con el argumento de que ya
existen pruebas de cargo suficientes para condenar. En este sentido, la suficiencia de las pruebas de
cargo sólo se puede establecer en confrontación con las pruebas de descargo. De esta manera, las
pruebas de descargo pueden dar lugar a una duda razonable tanto cuando cuestionen la fiabilidad
de las pruebas de cargo, como en el supuesto en que la hipótesis de inocencia efectivamente
alegada por la defensa esté corroborada por esos elementos exculpatorios. Así, la actualización de
una duda razonable por cualquiera de estas dos razones impide considerar que las pruebas de cargo
son suficientes para condenar2.
1 Ehow en español en http://www.ehowenespanol.com Fecha de Consulta febrero 08 2015 2 Amparo directo 21/2012. 22 de enero de 2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, quien formuló voto concurrente, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y
Jorge Mario Pardo Rebolledo, quien formuló voto concurrente. Los Ministros Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez
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II. Derecho a la no autoincriminación.
El artículo 20, apartado A, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
establece la garantía específica del derecho del inculpado de no declarar en su contra, la cual supone
la libertad de aquél para declarar o no, sin que de su pasividad oral o escrita pueda inferirse su
culpabilidad, es decir, sin que su derecho a guardar silencio sea utilizado como un indicio de
responsabilidad en los hechos ilícitos que se le imputan; de ahí que el derecho de no
autoincriminación deba entenderse como la garantía que tiene todo inculpado a no ser obligado a
declarar, ya sea confesando o negando los hechos que se le imputan, razón por la cual se prohíben
la incomunicación, la intimidación y la tortura, e incluso la confesión rendida ante cualquier
autoridad distinta del Ministerio Público o del Juez, o ante éstos sin la presencia de su defensor,
carecerá de valor probatorio.
De dicha garantía no se desprende que el inculpado esté autorizado para declarar con falsedad ante
la autoridad, sino solamente a no ser obligado a declarar, pues de las exposiciones de motivos del
referido artículo constitucional se infiere que lo que pretendió el Constituyente fue que el inculpado
no confesara, por motivos de conveniencia, un delito que no cometió, o que su confesión fuera
arrancada por tortura de parte de las autoridades, pretendiendo con ello la veracidad de dicha
prueba confesional o, en su caso, que el inculpado tuviera el derecho de guardar silencio. Además,
la referida garantía rige todo el proceso penal, incluida la averiguación previa, sin que existan
limitaciones al respecto por parte de la ley secundaria, ello en términos del último párrafo del
apartado A del artículo 20 constitucional3.
III. Teoría del árbol envenenado.
Cordero de García Villegas, reservaron su derecho a formular voto concurrente. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretario: Arturo Bárcena Zubieta. Amparo directo en revisión 4380/2013. 19 de marzo de 2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Secretario: Arturo Bárcena Zubieta. 3DERECHO DE NO AUTOINCRIMINACIÓN. ALCANCE DEL CONTENIDO EN EL ARTÍCULO 20, APARTADO A, FRACCIÓN II, DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL. CONTRADICCIÓN DE TESIS 29/2004-PS. Entre las sustentadas por el Primer Tribunal Colegiado del Segundo Circuito, ahora Primero en Materia Penal del mismo circuito y el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Tercer Circuito. 22 de septiembre de 2004. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: Carlos Mena Adame. Nota: Esta tesis no constituye jurisprudencia ya que no resuelve el tema de la contradicción planteada. Tesis: 1a. CXXIII/2004 Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Novena Época 179607 14 de 17 Primera Sala Tomo XXI, Enero de 2005, pág. 415 Tesis Aislada (Constitucional, Penal).
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La doctrina del fruto del árbol envenenado es producto de una metáfora legal empleada para
describir la obtención de evidencia producto de un acto previo ilegal, que no se ajustó a la
formalidad del procedimiento y por ende resulta inadmisible en juicio ante los tribunales. Esta
doctrina tuvo su origen en el caso Silverthorne Lumber Co. v. U.S., 251 U.S. 385 (1920)4 en Estados
Unidos, cuyo análisis versó sobre el intento del gobierno de utilizar información que obtuvo de
registros originales de contabilidad producto de una intromisión ilegal al domicilio de la compañía
Silverthorne Lumber, por carecer de orden de cateo, en la que secuestraron los registros físicos y
los libros de contabilidad que a la postre devolvieron al resolverse ilegal dicho acto, no sin antes
realizar copias de dicha información que posteriormente utilizó para solicitar la respectiva orden de
aprehensión contra los propietarios, resolviendo la Corte que se revocaba la orden que se había
emitido por haberse fundado en información conseguida en un acto ilegal contrario a los derechos
fundamentales de los ciudadanos.
Para el caso de nuestro país, la obligación de que las pruebas que se aporten a cualquier juicio sean
sólo aquellas que hayan sido obtenidas de forma legal, se estableció en los artículos 14, 17 y 20,
apartado A, fracción IX, en relación con lo establecido en el artículo 1° de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos. Para el caso de Estados Unidos, este principio se deriva de la cuarta
enmienda.
En general, la disposición que establece la Constitución, considerada como regla de exclusión, que
proscribe que cualquier prueba obtenida con violación a derechos fundamentales es nula, no sólo
aplica para todo aquello que sea producto del actuar ilegal de los agentes del gobierno, sino también
para lo que se denomina evidencia secundaria5, que es típicamente el “fruto del árbol envenenado”.
Esta doctrina establece tres grandes excepciones que vale la pena analizar a efecto de conocer los
alcances de la misma. La evidencia secundaria será admisible sólo bajo alguno de estos tres
supuestos: 1) si fue descubierta como resultado de una fuente independiente, 2) si se hubiese
descubierto inevitablemente a pesar del acto ilegal y 3) el nexo atenuado entre el acto ilegal y la
evidencia contaminada.
El proceso penal, entendido lato sensu como uno de los límites naturales al ejercicio del ius puniendi
estatal, así como dentro de un contexto de Estado social y democrático de derecho, como una
herramienta jurídica institucionalizada para solucionar controversias sociales, se encuentra imbuido
de diversas prerrogativas constitucionales, entre ellas, el derecho fundamental al debido proceso,
que entre otras aristas jurídicas pugna por la búsqueda legal y el ofrecimiento de pruebas dentro de
un proceso.
Ahora, si bien es cierto que de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su texto
anterior a la reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 18 de junio de 2008, no se
4 Cfr Supreme Court of the United States, List of the Supreme Court Cases, vol. 251, caso 385 (1920), en www.supremecourt.gov fecha de consulta 08 de febrero 2015. 5 Joshua Dressler, Understanding Criminal Procedure, 3a ed., Lexis Nexis, 2002, p. 413.
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advierte una definición expresa ni una regla explícita en torno al derecho fundamental de la
prohibición o exclusión de la prueba ilícita, éste se contiene implícitamente en nuestra Carta Magna,
derivado de la interpretación sistemática y teleológica de sus artículos: (i) 14, al establecer como
condición de validez de una sentencia penal, el respeto a las formalidades esenciales del
procedimiento; (ii) 16, en el que se consagra un principio de legalidad lato sensu; (iii) 17, por cuanto
se refiere a que los jueces se conduzcan con imparcialidad; (iv) 20, apartado A, fracción IX, en el que
se consagra el derecho a una defensa adecuada en favor de todo inculpado, y (v) 102, apartado A,
párrafo segundo, en el que se establece un diverso principio de legalidad específico para la
institución del Ministerio Público, durante el desarrollo de su función persecutora de delitos.
En ese tenor, los principios constitucionales del debido proceso legal, enmarcados en los diversos
derechos fundamentales a la legalidad, la imparcialidad judicial y a una defensa adecuada,
resguardan implícitamente el diverso principio de prohibición o exclusión de la prueba ilícita, dando
lugar a que ningún gobernado pueda ser juzgado a partir de pruebas cuya obtención se encuentre
al margen de las exigencias constitucionales y legales; por tanto, todo lo obtenido así debe excluirse
del proceso a partir del cual se pretende el descubrimiento de la verdad. Dicho en otras palabras,
aun ante la inexistencia de una regla expresa en el texto constitucional que establezca la "repulsión
o expulsión" procesal de la prueba ilícitamente adquirida, hay que reconocer que ésta deriva de la
posición preferente de los derechos fundamentales en el ordenamiento constitucional y de su
condición de inviolables6.
Conclusión:
El Derecho penal no se reduce sólo al listado de las conductas consideradas delitos y la pena que a
cada uno corresponde, sino que fundamentalmente su misión es proteger a la sociedad. Esto se
lograría a través de medidas que por un lado llevan a la separación del delincuente peligroso por el
tiempo necesario, a la par que se reincorpora al medio social a aquellos que no lo son mediante el
tratamiento adecuado en cada caso para lograr esta finalidad.
6 PRUEBA ILÍCITA. EL DERECHO FUNDAMENTAL DE SU PROHIBICIÓN O EXCLUSIÓN DEL PROCESO ESTÁ CONTENIDO IMPLÍCITAMENTE EN LOS ARTÍCULOS 14, 16, 17, Y 20, APARTADO A, FRACCIÓN IX, Y 102, APARTADO A, PÁRRAFO SEGUNDO, CONSTITUCIONALES, EN SU TEXTO ANTERIOR A LA REFORMA PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL 18 DE JUNIO DE 2008. Tesis: 1a. CXCV/2013 (10a.) Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Amparo directo en revisión 3664/2012. 13 de marzo de 2013. Mayoría de tres votos. Disidente: José Ramón Cossío Díaz, quien reservó su derecho a formular voto particular. Ausente: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretario: José Díaz de León Cruz. Décima Época, 2003885 11 de 35, Primera Sala Libro XXI, Junio de 2013, Tomo 1, pág. 603 Tesis Aislada(Constitucional, Penal).