Tarjeta-relato de navidad 2011

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Hola: De parte de Sarko, Patty y Mathias, te deseamos una ¡Feliz Navidad! y te queremos regalar el siguiente relato, pequeño, sencillo, pero con mucho cariño, esperando que renazca en ti la esperanza y alegría, ante la llegada de Jesús hecho niño: Era un día antes de la Navidad y el pequeño Tobias deambulaba como siempre por las calles del pueblo. Todos lo conocía y sabían su historia: tres años antes en un ataque terrorista su familia fue asesinada. Fue el único que sobrevivió. El tiempo es un carcelero sin compasión y los pobladores tuvieron que seguir adelante, entre reconstrucciones, sanaron sus heridas y, poco a poco, se volvió natural ver deambular durante el día al pequeño, que aparentaba tener algo más de ocho años. Muchos quisieron, en un primer momento ofrecerle un hogar, pero el niño desarrolló una fiereza que hacía que escapara y se refugiara en lo que fuera su casa. Algunos intentaron llevarlo a viva fuerza al albergue en la capital de la provincia, pero el pequeño resistió y escapó. Al parecer tenía un sexto sentido para adivinar las intenciones de atraparlo. Su conocimiento de los vericuetos del pueblo y del cerro ayudaba a su escape constante. La costumbre hizo que ya nadie se preocupara demasiado. En ese pueblo, azotado por las inclemencias de la naturaleza cada año, los hombres y mujeres se forjan fuertes desde pequeños. “Sobrevivirá”, se dijeron unos a otros. Encontrarlo caminando sin rumbos, ganándose la comida haciendo tareas como pastorear, desmuelar choclos o pisar quinua, lo confirmaba. Algo pasó ese año en la Misa de Gallo. Nadie sabe si fue que el sacerdote dio un intenso sermón sobre el perdón que traía el nacimiento de Aquel que Caminó sobre las Aguas o que todos estaban dispuestos a escuchar la voz de su corazón, pero, al finalizar la ceremonia, movidos por un resorte indescifrable, todos los del pueblo, buscaron al pequeño, hasta encontrarlo, ¡Quién podía dudarlo!, acurrucado en lo que fuera el poyo del cuarto de sus padres. Lo rodearon y alguien empezó a hablar. Era solo una palabra: “Perdón”, que repitieron unos y otros. Detrás de eso habían muchas posibles explicaciones, muchos dolores reprimidos en ser fuertes, mucha dejadez y desidia, al final el llanto se desató en todos silenciosamente, mientras uno a uno abrazaba a ese niño, que representaba algo maravilloso, indescifrable, misterioso, pero formidable. Al terminar, el pequeño también lloraba, pero, repuesto y sonriendo, tomó la mano del primero que lo abrazó y se fue a pasar una Nochebuena al calor de un hogar. Una historia de Navidad

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Hola:

De parte de Sarko, Patty y Mathias, te deseamos una ¡Feliz Navidad! y te queremos regalar el siguiente relato, pequeño, sencillo, pero con mucho cariño, esperando que renazca en ti la esperanza y alegría, ante la llegada de Jesús hecho niño:

Era un día antes de la Navidad y el pequeño Tobias deambulaba como siempre por las calles del pueblo. Todos lo conocía y sabían su historia: tres años antes en un ataque terrorista su familia fue asesinada. Fue el único que sobrevivió. El tiempo es un carcelero sin compasión y los pobladores tuvieron que seguir adelante, entre reconstrucciones, sanaron sus heridas y, poco a poco, se volvió natural ver deambular durante el día al pequeño, que aparentaba tener algo más de ocho años.

Muchos quisieron, en un primer momento ofrecerle un hogar, pero el niño desarrolló una fiereza que hacía que escapara y se refugiara en lo que fuera su casa. Algunos intentaron llevarlo a viva fuerza al albergue en la capital de la provincia, pero el pequeño resistió y escapó. Al parecer tenía un sexto sentido para adivinar las intenciones de atraparlo. Su conocimiento de los vericuetos del pueblo y del cerro ayudaba a su escape constante.

La costumbre hizo que ya nadie se preocupara demasiado. En ese pueblo, azotado por las inclemencias de la naturaleza cada año, los hombres y mujeres se forjan fuertes desde pequeños. “Sobrevivirá”, se dijeron unos a otros. Encontrarlo caminando sin rumbos, ganándose la comida haciendo tareas como pastorear, desmuelar choclos o pisar quinua, lo confirmaba.

Algo pasó ese año en la Misa de Gallo. Nadie sabe si fue que el sacerdote dio un intenso sermón sobre el perdón que traía el nacimiento de Aquel que Caminó sobre las Aguas o que todos estaban dispuestos a escuchar la voz de su corazón, pero, al finalizar la ceremonia, movidos por un resorte indescifrable, todos los del pueblo, buscaron al pequeño, hasta encontrarlo, ¡Quién podía dudarlo!, acurrucado en lo que fuera el poyo del cuarto de sus padres.

Lo rodearon y alguien empezó a hablar. Era solo una palabra: “Perdón”, que repitieron unos y otros. Detrás de eso habían muchas posibles explicaciones, muchos dolores reprimidos en ser fuertes, mucha dejadez y desidia, al final el llanto se desató en todos silenciosamente, mientras uno a uno abrazaba a ese niño, que representaba algo maravilloso, indescifrable, misterioso, pero formidable. Al terminar, el pequeño también lloraba, pero, repuesto y sonriendo, tomó la mano del primero que lo abrazó y se fue a pasar una Nochebuena al calor de un hogar.

Una historia de Navidad