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Teatro en la Bética Teatro en la Bética Nº 9 Boletín anual 2009 Cabeza diademada de diosa hallada el 25 de enero de 2008 en Itálica. Santiponce. P oco imaginaba el helenizado Escipión funda- dor de la primera ciudad romana en la Península Ibérica que después de veintidós siglos se celebraría anualmente, en el edificio consa- grado al efecto, un festival comparable a las Leneas o las Grandes Dionisias. O unos ludi scaenici en los que compiten sus admirados autores griegos e inclu- so su protegido Terencio. De nuevo recobrarán voz este año los inmortales textos de Esquilo, Aristófanes, Menandro y Plauto; también habrá obras actuales inspiradas en los autores de Grecia y Roma. A instancias de las encuestas que nos ayudan a mejorar, se ha procurado que la revista adapte sus contenidos a temas sugeridos por las obras a repre- sentar en nuestros dos festivales andaluces, o a la palpitante actualidad. Así las colaboraciones, distri- buidas por orden cronológico de sus temas (no siem- pre respetado para las de menor extensión, por nece- sidades de distribución del espacio), tratan respecti- vamente del mejor historiador antiguo y su relación con hechos y personajes aludidos en la comedia Las avispas; del drama satírico El cíclope y las referen- cias literarias de su puesta en escena; de Menandro y la comedia nueva; de la procesión de Isis, que será revivida por segundo año consecutivo en las calles de Santiponce; del yacimiento arqueológico de Itálica y la última extracción que en él se ha produ- cido, cuya imagen traemos a nuestra portada; y de la no menos sensacional y aún más reciente exhuma- ción en Carmona del mosaico que representa a Vertumno. Así que lean y disfruten. M. Acosta Esteban Coordinador de la colección Prósopon S U M A R I O S U M A R I O 2 Programa Festivales de Baelo e Itálica 3 Thucydides Tragicomicus 10 Aristófanes el gourmet 11 El arte del adivino 12 El cortejo de la diosa Isis 14 Rincón del lector 15 Menandro y la Comedia Nueva 21 Itálica: pasado, presente y futuro 25 Vertumnus nobiscum

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Teatro en la BéticaTeatro en la BéticaNº 9 Boletín anual 2009

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Poco imaginaba el helenizado Escipión funda-dor de la primera ciudad romana en laPenínsula Ibérica que después de veintidós

siglos se celebraría anualmente, en el edificio consa-grado al efecto, un festival comparable a las Leneas olas Grandes Dionisias. O unos ludi scaenici en losque compiten sus admirados autores griegos e inclu-so su protegido Terencio. De nuevo recobrarán vozeste año los inmortales textos de Esquilo,Aristófanes, Menandro y Plauto; también habrá obrasactuales inspiradas en los autores de Grecia y Roma.

A instancias de las encuestas que nos ayudan amejorar, se ha procurado que la revista adapte suscontenidos a temas sugeridos por las obras a repre-sentar en nuestros dos festivales andaluces, o a lapalpitante actualidad. Así las colaboraciones, distri-buidas por orden cronológico de sus temas (no siem-

pre respetado para las de menor extensión, por nece-sidades de distribución del espacio), tratan respecti-vamente del mejor historiador antiguo y su relacióncon hechos y personajes aludidos en la comedia Lasavispas; del drama satírico El cíclope y las referen-cias literarias de su puesta en escena; de Menandro yla comedia nueva; de la procesión de Isis, que serárevivida por segundo año consecutivo en las callesde Santiponce; del yacimiento arqueológico deItálica y la última extracción que en él se ha produ-cido, cuya imagen traemos a nuestra portada; y de lano menos sensacional y aún más reciente exhuma-ción en Carmona del mosaico que representa aVertumno. Así que lean y disfruten.

M. Acosta EstebanCoordinador de la colección Prósopon

S U M A R I OS U M A R I O2 Programa Festivales de Baelo e Itálica

3 Thucydides Tragicomicus

10 Aristófanes el gourmet

11 El arte del adivino

12 El cortejo de la diosa Isis

14 Rincón del lector

15 Menandro y la Comedia Nueva

21 Itálica: pasado, presente y futuro

25 Vertumnus nobiscum

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2 Festival Juvenil Europeo de Teatro Grecolatino de Itálica y Baelo Claudia 2009

PROGRAMA DEL IV FESTIVAL DE BAELO CLAUDIA

Lugar: Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia (Cádiz).

Coordinadores: Ángel Muñoz y Javier Ortolá.

Día 20 de abril, lunes

12,00: El Cíclope, de Eurípides. Grupo Balbo, del I.E.S. “Santo Domingo”. Puerto de Santa María (Cádiz).

17,00: Calígula, basado en textos de Suetonio, Dión Casio y Albert Camus. Grupo “Teatro delle Luce e dell’Ombra”,

de Roma (Italia).

Día 21 de abril, martes

12,00: Las Aves, de Aristófanes. Grupo In Albis, del I.E.S. “Fuente Nueva”. Morón de la Frontera (Sevilla).

17,00: Pseudolus, de Plauto. Grupo Dionisos del I.E.S. “Ntra. Sra. de la Cabeza”. Andújar (Jaén).

PROGRAMA DEL XIII FESTIVAL DE ITÁLICA

Lugar: Teatro Romano de Itálica.

Coordinadora: Carmen Vilela Gallego.

Día 14 de abril, martes

11,30: Los Bosques de Nyx. Selección de textos de Javier Tomeo . Grupo “Teatro Estudio 21” de Cádiz.

17,30: Asinaria, de Plauto. Grupo “Teatro Estudio 21” de Cádiz.

Día 15 de abril, miércoles

11,30: El Misántropo, de Menandro. Grupo “Hypocrités” de Villaviciosa de Odón. Madrid.

17,30: Lisístrata, de Aristófanes. Grupo “Hypnos” de Fernán Núñez (Córdoba).

Día 16 de abril, jueves

11,30: Agamenón, de Esquilo. Grupo “Phersu” de la Universidad de Cádiz.

17,30: Las Avispas, de Aristófanes. Grupo “Phersu” de la Universidad de Cádiz.

Día 17 de abril, viernes

11,30: Pseudolus, de Plauto. Grupo Dionisos del I.E.S. “Ntra. Sra. de la Cabeza”. Andújar (Jaén)..

19,00: Calígula, basado en textos de Suetonio, Dion Casio y Albert Camus. Grupo “Teatro delle Luce e dell’Ombra”,

de Roma (Italia).Nota. La actuación de la tarde del viernes está reservada para adultos. Para asistir a la representación será preciso presen-tar invitación. Las personas y colectivos interesados pueden solicitar las invitaciones llamando a los teléfonos 955 99 80 28(Oficina de Turismo de Santiponce) o 955 03 62 01 (Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla).

Procesión de Isis.

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Una Historia seria.- A media-dos del siglo V a.C., Atenas erael centro de atracción casi exclu-sivo para intelectuales y artistas.Amparada en los pingües bene-ficios que le reportaba su hege-monía sobre la Liga de Delos,disfrutaba de un ambiente cultu-ral esplendoroso. Había creadosus propios géneros poéticos, losdramáticos, concebidos para serdisfrutados por todo el pueblo,como correspondía al régimendemocrático, y en ellos los nati-vos no tenían rival. En otroscampos literarios, mayormentelos en prosa, no destacaban losatenienses -aunque ya hacían suspinitos en la oratoria- pero con-taban con los servicios y aprove-chaban el magisterio de lasmayores autoridades de la histo-riografía o de la filosofía. Estosfueron los primeros géneros enprosa y, como habían nacido enla zona jónica de Asia Menor,tenían el jónico como dialectoliterario. En él se escribierontambién los tratados médicos,que iniciaron la ciencia impreg-nándola de empirismo y utilita-rismo.

Pero dentro de los intelectua-les había una corriente abierta-mente crítica y rupturista que,ignorando a los dioses, ponía alhombre como medida de todaslas cosas, planteaba que la ver-dad es relativa y enseñaba aquien pagara sus lecciones elarte de ser buen ciudadano, arteconsistente en saber defender laspropias opiniones ante los jueces

o la asamblea por medio de laretórica: eran los sofistas. Losmás radicales defendían el dere-cho del más fuerte, consecuen-cia extrema del relativismo delos valores y de la ausencia detrabas morales.

Con posterioridad, los sofis-tas fueron considerados culpa-bles de la degradación moral yreligiosa que había llevado aAtenas a la catástrofe, y susobras se perdieron o fueron des-truidas; debemos agradecer a susrivales intelectuales, comoSófocles, Aristófanes o Platón,que se hayan referido a sus teo-rías para combatirlas, pues sonestos ecos lo único que de ellosnos queda. Sin embargo, su espí-ritu pervive en una obra, tanimprescindible que no hubo másremedio que conservarla comouna adquisición para siempre,según el calificativo del propioautor. Se trata de la Guerra con-tra los peloponesios, auténticotítulo del genial estudio históricode Tucídides.

Tucídides fue uno de losnobles atenienses ganados parala causa de la democracia, queponían al servicio de ésta laselecta formación militar y polí-tica que todavía distinguía a suclase social. Pero también escu-chó a los sofistas y adquirióconocimientos de medicina, y deambos campos tomó conceptosque aplicó a su idea de laHistoria. Porque cuando estallóla guerra que por fin enfrentó ala Liga del Peloponeso contra la

Liga de Delos, capitaneadas res-pectivamente por Esparta yAtenas, Tucídides decidió rese-ñarla para la posteridad en loque sería la obra de su vida.

Claro que, con las influen-cias recibidas en aquel eferves-cente ambiente cultural de sujuventud, su concepción de ladisciplina no podía ser la mismaque la del ilustre fundador,Heródoto. Hasta entonces–cree- la Historia se ha hecho aciegas, pues ha referido hechosmás o menos antiguos basándo-se en leyendas o tradiciones quese han ido deformando confor-me pasaba el tiempo. Por con-tra, la Historia tiene que ser unaciencia empírica, como laMedicina; igual que el médicodescribe la enfermedad exclusi-vamente a través de los sínto-mas que presenta el pacienteque está delante, el historiadortiene que basarse en fuentesfidedignas, y éstas son ni más nimenos que las personas asisten-tes a los hechos, y lo ideal esque el mismo historiador hayasido testigo presencial, lo que apartir de entonces se denominaautopsia -término, por cierto,extraído del vocabulario médicoy que en griego quiere decir"visión con los propios ojos"-.Por eso él elige un hecho histó-rico contemporáneo, fiándosede su criterio para los episodiosa los que asistió o en los queparticipó, y contrastando lasversiones de testigos de loshechos restantes1.

THUCYDIDES TRAGICOMICUS

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Tras la obligada semblanza de Tucídides como historiador, se exponen losmotivos de su inquina contra Cleón, también denostado por Aristófanes en lacomedia Las avispas, contemporánea de los hechos y en la que éstos sereflejan.

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La Historia tiene también queser útil, y su utilidad se basa enla naturaleza humana, ya queésta, como no cambia, reaccio-nará de igual manera ante cir-cunstancias semejantes. Por elloel político del futuro puede pre-ver los acontecimientos, siempreque cuente con un relato históri-co que no falte a la verdad. Estepremaquiavélico concepto, pre-cursor de la posterior visión dela Historia como magistra vitae,llega en nuestro autor a límitesinverosímiles, como cuando,haciendo gala de su formaciónen medicina, describe minucio-samente la patología de la pestede Atenas, para que se puedaprevenir si volviera a echarseencima alguna vez (II 48,3). Yagrega, fiel a su metodología:habiendo estado yo mismoenfermo y habiendo visto a otrospadecer la enfermedad.

Todo ello lo expresa nuestroautor de una forma peculiar, por-que la lengua literaria ática no estodavía el flexible instrumentoque, en manos de un Platón o unDemóstenes, se convertirá enesa prodigiosa maravilla semán-tica estructurada en períodos desintaxis hipotáctica, con princi-pales y subordinadas que refle-jan impecablemente las relacio-nes que se dan en la realidad. Laprosa jónica de la Historiografíay la Medicina era de una infantilsencillez paratáctica (sintaxiscoordinante). Había que crear,como correspondía a la hegemo-nía cultural de Atenas, una prosaen ático comparable al áticopoético de la tragedia. Tucídidesy otros escritores de su genera-ción, menos afortunados en loque respecta a la conservaciónde su obra, son los forjadores deese instrumento. Pero el histo-riador no renuncia a expresar su

complejo pensamiento con eltosco instrumento de que dispo-ne, con el resultado de que ellector, poniendo mucho de suparte, acaba entendiéndole todo.Por eso fue tenido desde siem-pre por maestro de estilo, porquesus admiradores posteriorestomaban lo que era limitación yembarazo por concisión y densi-dad. El lector puede atisbar suestilo pionero en la traducciónde Rodríguez Adrados enEditorial Hernando, aunquetiene varios inconvenientes,como son su distribución en trestomos y su antigüedad, que laconvierte en pieza de difíciladquisición comercial. La her-menéutica más actual tiene otroscriterios, opta por traducir lo quequiere decir el autor y ponemenos atención en reflejar suforma de decirlo, y a ello res-ponde la excelente versión deAntonio Guzmán en AlianzaEditorial.

Pero el no entendido en grie-go no debe desesperar de gozarotras delicias literarias deTucídidides; por ejemplo, la gra-dación en el desarrollo de losacontecimientos obedece a unaestructura sabiamente meditada.Por una parte está la escuetanarración de los hechos y porotra los móviles de las distintasfuerzas en conflicto, y esto seexpresa por medio de discursosen boca de los personajes históri-cos, que no son sino los portavo-ces de dichas fuerzas o corrien-tes de opinión. Era de esperareste recurso a la oratoria en unciudadano ateniense acostum-brado a los debates en la Eclesia,tras los cuales el pueblo votabademocráticamente las decisionesa tomar. La alternancia de dis-cursos y partes narrativas es unode los aciertos que hacen la lec-

tura de Tucídides apasionante.Además, estas piezas son la pri-mera muestra de la oratoriaática; formalmente, así debían deser más o menos las que pronun-ciaban los líderes, aunque toda-vía no se preocupaban de editar-las, dejándolas en el olvido. Encuanto al contenido, el mismoautor se apresura a decirnos queno son históricos en la acepciónde literales, sino que respondenal sentido general de lo que sedijo. O sea, que expresan lasrazones que mueven a los sucesi-vos contendientes.

Las cosas en Historia pasanporque hay causas profundas, delas que son síntomas los pretex-tos que la gente toma por verda-deras causas, otra vez con voca-bulario técnico tomado de lamedicina. Por ejemplo, se tienenpor causa de la guerra los con-flictos de Corcira y Potidea,cuando en realidad son los casusbelli. El verdadero motivo es elimperialismo ateniense, que pro-voca la intervención de la Ligadel Peloponeso a favor de susaliados perjudicados. La historiaes una concatenación de causasy efectos a nivel humano, sinque intervengan para nada losdioses2. La ley que domina enlas relaciones entre los Estadoses la del más fuerte, atemperadapor el equilibrio de bloques (elneutral corre más peligro de servíctima de ella, como es el casode Melos en el libro V).

Sin duda fue la muerte laque impidió a Tucídides cul-minar su obra, que se interrum-pe en el libro VIII cuando lequedan siete años que relatar.Su certero análisis guió la con-tinuación de Jenofonte, quecomienza su Historia deGrecia3 en el mismo punto enque lo dejó el maestro.

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Un relato histórico no exentode humor.- Con unos plantea-mientos tan objetivos, pareceque no tienen cabida enTucídides el humor o la ironía.En efecto, apenas figuran éstasentre las numerosas virtudes denuestro autor. En especial lospersonajes históricos, quemuchas veces sólo son portavo-ces de los movimientos socialeso políticos, son tratados, muchomás de lo que pretendía Tácito,sine ira et studio, es decir, conimparcialidad, y desde luego sincaer en la tentación de hacerbromas o caricaturas a costa deellos. Pero hay uno al que el his-toriador se la tenía guardada yno puede resistirse a hacerleblanco de una sutil ironía, quecala en el juicio del lector, sinque apenas se note. Es el únicorenuncio en punto a imparciali-dad, y está humanamente justifi-cado. Pero expongamos el asun-to ayudados por el propioTucídides, cuya lectura es siem-pre una delicia.

Ya se ha dicho que nuestrohéroe, como ciudadano atenien-se, estaba durante los hechos enel puesto que le correspondíasegún su clase social y forma-ción. En el 423 a.C. había sidonombrado estratego –general- yse hallaba en la isla de Tasos almando de parte del ejército,cuando el general espartanoBrásidas irrumpió en Tracia, lacercana región del continente, yamenazó Anfípolis, la másimportante colonia local, con-tando con la ayuda de la facciónoligárquica. La ciudad eraimportante porque suministrabamucha madera para los astillerosy por sus ingresos de dinero, nosdice Tucídides (IV 108, 1), yobsérvese de paso la importan-cia que atribuye a los factores

económicos en la historia. Nodice, porque todo el mundo losabía, que toda la región, situadaen el camino de los estrechospor los que se va al PontoEuxino (Mar Negro), tenía unenorme valor estratégico paraAtenas.

Pero los adversarios de lostraidores, imponiéndose en laAsamblea para que no se leabrieran las puertas, puestos deacuerdo con el estratego Eucles,que estaba allí llegado deAtenas como guardián de lazona, envían a por el otro estra-tego con misión en Tracia,Tucídides de Oloro, el que haescrito esta obra, que estaba enTasos (dicha isla es una coloniade Paros, distante de Anfípolisaproximadamente medio día denavegación), pidiéndole auxilio.Éste, al enterarse, zarpó inme-diatamente con siete naves quese encontraban allí, con laintención de adelantarse a ocu-par sobre todo Anfípolis antesde que se entregara, y si no,Eón.

En tanto Brásidas, temiendono sólo los refuerzos por mar deTasos, sino también informado

de que Tucídides detentaba elarriendo de explotación de lasminas de oro de esa parte deTracia y gracias a ello teníamucha ascendencia sobre losprincipales del continente, seapresuró a tomar la ciudadantes que él, si podía, no fueraque, a su llegada, la facciónpopular anfipolita, confiando enque les ayudara reuniendo elcontingente aliado del mar y deTracia, no se rindiera. Entoncespropuso un pacto moderado...

IV 104, 4-105, 2.Gran discreción emplea

Tucídides al hablar de sí mismoen 3ª persona cuando intervieneen el relato, creando el modeloque luego imitarán, por ejemplo,Jenofonte y Julio César. Y comoel historiador no debe callarseningún dato que pueda influir enlos acontecimientos, nos entera-mos de paso de su boyante situa-ción económica, por lo que pare-ce referirse a él el pasaje deAristófanes que nos informa deun “juicio contra un pez gordo,un traidor de los de Tracia”4.Pero ese es otro estudio. El casoes que Anfípolis se entregó aBrásidas antes de que llegara

Escena de Las Avispas de Aristófanes. Cratera de campana de figuras rojas: Paestum. Atribuida al pin-tor de Pitón. S. IV a.

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Tucídides, y éste tuvo que limi-tarse al segundo de sus planes,asegurar el vecino puerto de Eónpara impedir que toda la zonacayera fácilmente en manos delenemigo.

El siguiente episodio de estahistoria nos lo suministra tam-bién el propio Tucídides en lallamada Segunda Introducción,redactada al darse cuenta de quela guerra no había terminado conla Paz de Nicias y que tenía queseguir escribiendo:

Y sucedió que fui desterradopor veinte años después delhecho de armas de Anfípolis.

V 26, 5.Lo dice de paso, para indicar a

continuación que así le fue posi-ble observar con tranquilidad aambos contendientes. Dejando aun lado los denodados esfuerzosde un investigador moderno poratribuir el pasaje a Jenofonte5,editor al mismo tiempo que con-tinuador de la obra de Tucídides ,parece claro que éste pagó su fra-caso ante Anfípolis con el exilio.Rastreando por los testimoniosde la época que puedan confir-marlo, aparecen dos posiblesalusiones al juicio que debió detener lugar, en la comedia Lasavispas; meras referencias depasada, pero Aristófanes nuncatoma los temas de la actualidaden vano, y para estas épocas hayque aprovechar cualquier dato: lamencionada en nota 4, y vv. 946-948. Esta última parece clarísi-ma, pues menciona expresamen-te a Tucídides, pero los filólogosque se han ocupado de ella nocreen que se trate del historia-dor6; en todo caso, la cuestióndebe ser objeto de otro estudio.Pues bien, dicho juicio tuvo quepromoverlo el hombre que, trasla muerte del prudente Pericles,se había erigido en líder del par-

tido demócrata radical: Cleón,que no tenía por norma perdonarun proceso a quien cometieraalgún fallo.

Cleón es el primer ejemplodel ateniense plebeyo conmedios para costearse las ense-ñanzas oratorias de los sofistaspara acceder a la cima del poder,que en una polis democráticaequivalía a la capacidad de per-suadir a la Asamblea. Él en con-creto era fabricante de cuero, esdecir, pertenecía a la pujanteburguesía enriquecida gracias almercado que proporcionaba elimperio ateniense. Como se ve,Atenas estaba sufriendo un pro-ceso de radicalización revolu-cionaria semejante al de laRevolución Francesa. Este aspi-rante a Robespierre, sucesor delos aristócratas que hasta enton-ces habían desempeñado el papelde líderes del pueblo, era feroz-mente contrario a cualquiernegociación de paz con la ene-miga Esparta, pues ello suponíauna mengua del monopolio. Susrivales políticos lo atacaban porsu jacobinismo y sus rudasmaneras7; la posteridad guardóde él una visión cómica, sobretodo porque fue permanenteobjeto de la ridiculización deAristófanes, como pueden com-probar este año, por ejemplo, losasistentes a la ya mencionadaLas avispas.

Tucídides, probable víctimade las artes retóricas de Cleón,trama su venganza utilizando lapropia arma de su enemigo, laoratoria; para ello, aprovecharálas posibilidades que le brindauno de sus recursos expositivos,la contraposición de dos discur-sos. Retrocedamos, cual en ana-lepsis o flash-back. Año 427a.C.: Ahí tenemos al personaje,en su elemento: un intenso deba-

te asambleario con los ánimosnada serenos. Tucídides lo haintroducido diciendo sólo queera el más exaltado de los ciuda-danos y el más persuasivo enaquel momento ante el pueblo.Se discute la actitud que hay queadoptar a propósito de Mitilene,ciudad de Lesbos, la más recien-te en hacer defección y vuelta aser integrada por la fuerza a ladisciplina de los "aliados".Ahora, los ciudadanos de lapolis rebelde esperan su destinoen los campos de prisioneros dela isla. El día anterior, la irritadaEclesia había tomado la decisiónde dar muerte a todos los hom-bres y someter a esclavitud atodas las mujeres y niños.Enviada una nave a comunicarla orden al general vencedor yguardián de los prisioneros, seconvoca una sesión urgente parareconsiderar la medida y, trasotras intervenciones que no sereseñan, le llega el turno desubir a la tribuna a nuestro per-sonaje, que era precisamente elque había hecho triunfar el crueldecreto (III 36).

El furibundo Cleón emplea unapocalíptico tono de regañina paradescalificar la mala conciencia delos atenienses. Empieza criticandoa la democracia por su incapaci-dad para mantener lo que la haceposible, a saber, el imperio. Másvaldría un régimen de leyesmenos perfectas pero más esta-bles, en vez de éste en que los ciu-dadanos pueden revocar resolu-ciones ya votadas, y en el que haylibertad de expresión para los listi-llos que buscan lucirse con estu-pendos discursos engatusadores,cuando no actúan sobornados poroscuros intereses: como en estecaso, en el que hay que ser impla-cables, para no dar alas a muchosque se atreverían a hacer lo

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mismo, confiados en no sufrir, sifracasan, una pena demasiadosevera (37-40).

Razón tenía Tucídides aldecir que la naturaleza humanaes la misma en todas las épocas.En el discurso que pone en bocade Cleón, reconocemos a veinti-cinco siglos de distancia los ras-gos que conforman la odiosapsicología del dictador: dema-gogia, presunción de que lalibertad es mala para los ciuda-danos, descalificación de la inte-ligencia, calumnia sobre sobor-nos y recurso al castigo ejem-plar. Pero buen cuidado ha pues-to en no ser él como narradorquien ha dado esa imagen, sinoque el propio afectado se haautodefinido. Y a continuaciónprocede a denunciar los peligrosque representan individuos así,pero de nuevo recurre a un per-sonaje que lo haga por él.

Este personaje es un talDiódoto, probablemente ficticio.Aquí no importa la identidad deloponente, sino los argumentos dela corriente de opinión contrariaque, lejos de recurrir a razonesmorales o religiosas –como seríade esperar en otros autores u ora-dores–, utiliza el pragmáticoargumento de que ninguna san-ción ejemplar ha disuadidonunca al que tiene decididorebelarse, ya que éste no piensaque su acción va a fracasar; encambio, si las cosas empiezan asalirle mal, la idea de que notiene nada que perder hará queluche hasta el fin, mientras quela esperanza de perdón lo impul-sará a negociar, con el consi-guiente ahorro de tiempo y ener-gías por parte del represor.

Pero en el proemio, el oradorse ha despachado a gusto conCleón, aunque sin mencionarlo.

...Considero que las doscosas más opuestas a una buena

decisión son la precipitación yla cólera, la primera de las cua-les suele darse acompañada dela irreflexión, y la segunda de lamala educación y la escasez dejuicio. El que se opone a que laspalabras sean los maestros delos asuntos, o es tonto o buscaalgo en interés propio; es tonto,toda vez que cree que es posibledecidir de otra manera sobre elfuturo, que no es nada claro;algún interés tiene, toda vez que,queriendo persuadir de algodeshonesto, piensa que no con-seguiría hablar bien sobre loque no es decente, pero sí impre-sionar a los adversarios y alpúblico calumniando adecuada-mente. Son muy difíciles derebatir los que hacen una acusa-ción de soborno porque, si fueratachado de ignorante, el que nologra persuadir se iría dando laimpresión de ser incapaz y nocorrupto; pero cuando se echaen cara corrupción, si convenceresulta sospechoso y, si no tieneéxito, corrupto además de inca-paz. Y la ciudad no se beneficia,porque se ve privada de conseje-ros debido al miedo.

III 42, 1-4.Uno de los rasgos más sor-

prendentes de Tucídides es sumodernidad. Oyendo a este ora-dor desenmascarar las arguciasde ciertos políticos para desacre-ditar al adversario, creemosestar asistiendo a una sesión par-lamentaria de nuestro tiempo.La democracia ateniense separece mucho, y no sólo en susprocedimientos, a los actualesregímenes parlamentarios, yTucídides prescinde de transcen-dentalismos y se ciñe a los datosobjetivos de la realidad.

Al final se impuso la propues-ta de Diódoto por escaso margeny los de Mitilene fueron "perdo-nados": perdieron la propiedad de

sus tierras y éstas fueron reparti-das en lotes entre 2.700 atenien-ses que se instalaron en la islacomo clerucos –colonos queconservaban la ciudadanía–. Apartir de ahora, descrita la cala-ña de su mortal enemigo, la ven-ganza de Tucídides adquieretonos humorísticos.

Pese a su momentánea derro-ta, Cleón siguió dominando laescena política, hasta que en el425 a.C. se produjo un hecho dearmas muy favorable para losatenienses: en el transcurso deuna operación naval en la parteoccidental del Peloponeso, unos400 soldados lacedemonios que-daron bloqueados en el yermoislote de Esfactería por las navesatenienses, que dominaban elmar con base en Pilos; inmedia-tamente Esparta hizo razonablespropuestas de paz, pues entre losaislados había unos ciento cin-cuenta ciudadanos, lujo bienescaso en la muy oligantrópicapolis. Cleón las hizo rechazar,pensando que esos rehenes pro-porcionarían muchas más venta-jas. Pero la situación se compli-caba, porque el enemigo, aunqueno podía rescatarlos, les hacíallegar víveres por medio de astu-tos recursos, con lo que evitabanla rendición por hambre; el tiem-po pasaba y se aproximaba elinvierno, el bloqueo tendría queser levantado por la imposibili-dad de enviar suministros a unazona tan alejada y los ateniensesempezaban a arrepentirse de nohaber dicho sí a las negociacio-nes (IV 26-27).

Tucídides se explaya en lospormenores de las réplicas ycontrarréplicas para hacer verlas precipitaciones y vueltasatrás en que incurre el atolondra-do Cleón, que contempla cómosus propias descalificaciones sele ponen en contra y, finalmente,

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no sabe salir del laberinto en queél mismo se ha metido. Vale lapena traducir el pasaje casi ente-ro, porque esta escena es únicaen Tucídides por su fino humor,muy alejado por cierto de lasgroseras ridiculizaciones deAristófanes. Y obsérvese queaparentemente no comprometesu objetividad, ya que los juiciosnegativos sobre el personaje sedesprenden de las actitudes delmismo y de la opinión de suscompatriotas.

Cleón, al darse cuenta de quele echaban en cara el boicot quehabía hecho al acuerdo, aseguróque los mensajeros no decían laverdad. Como los recién llega-dos les invitaran a enviar obser-vadores si no les creían, fuenombrado él observador por losatenienses, junto con Teágenes.Y sabiendo que se vería obliga-do o a decir lo mismo que aque-llos a quienes calumniaba o adelatarse como mentiroso sidecía lo contrario, exhortó a losatenienses, al verlos algo másdecididos en su ánimo aemprender la expedición, a noenviar observadores ni perder eltiempo en dilaciones; lo quehabía que hacer, si les parecíanverdaderas las noticias, era des-embarcar e ir a por los solda-dos. Y señalando a su adversa-rio Nicias hijo de Nicérato, queera estratego, dijo en tono dereproche que con unas tropasera fácil, si los estrategos fueranhombres, desembarcar y hacerprisioneros a los de la isla, y queél ya lo habría hecho si tuvierael cargo. Nicias, al sentirse ata-cado y en vista de que los ate-nienses se soliviantaban contraCleón y le preguntaban por quéno desembarcaba si tan fácil leparecía, lo animó a intentarlocon la fuerza que quisiera, por

lo que a ellos tocaba. Él, pen-sando al principio que sólo depalabra se lo permitía, estabadispuesto; pero al percatarse deque se lo entregaba de verdad,se negaba y decía que el estrate-go no era él, sino el otro, aterra-do y sin poder creerse que seatreviera a retirarse; mas Niciasinsistía en animarlo, renunciabaal mando en la zona de Pilos yponía a los atenienses por testi-gos. Estos, como gusta hacer lamasa, cuanto más rechazabaCleón la misión y se desdecía delo dicho, tanto más exhortabana Nicias a entregarle el mando yle gritaban a él que efectuara eldesembarco, de manera que nole quedó más remedio que acep-tar la misión; subió a la tribunay dijo que no les tenía miedo alos lacedemonios... y que enveinte días, o traería vivos a loslacedemonios o los mataría allí.

Sus bravuconadas provocaronrisa a los atenienses, con grancontento de los sensatos, quienespensaban verse favorecidos poruna de dos: o librarse de Cleón,que era lo que más esperaban, osometer a los lacedemonios sifallaba esta previsión.

IV 27-28.Cleón, no obstante, tuvo el

buen criterio de hacer nombrarasociado suyo en la empresa alestratego Demóstenes, quizá elmejor general con que contabaAtenas, que fue en realidad eljefe de la operación. Así pudocumplir su fanfarronada: llevó aAtenas unos 120 espartiatas,baza importantísima para unasprevisibles negociaciones.

Pero nuevamente la intransi-gencia de Cleón impidió elacuerdo, por lo que Espartaintentó nivelar la balanza dañan-do los intereses de Atenas en lazona norte del Egeo, y entonces

fue cuando tuvo lugar la toma deAnfípolis y el consiguiente exi-lio de Tucídides, sucesos yareferidos. El factor sorpresa fuedeterminante -pues nadie habíaesperado que los espartanos seaventurasen tan lejos de su ciu-dad- y también las dotes estraté-gicas y diplomáticas del generalBrásidas, al cual no escatimaelogios nuestro autor, a pesar delperjuicio que le causó.

Y allí tuvo lugar el desenlacede lo que muy bien podría habersido una tragedia de asunto con-temporáneo: los dos personajesque consciente e inconsciente-mente colaboraron al exilio deTucídides encontraron la muertemutuamente enfrentados por yen la plaza que lo provocó. Dosaños después del éxito deBrásidas, Cleón, al parecerenvalentonado por su primeravictoria, se puso al mando deuna expedición para recuperarno sólo Anfípolis, sino tambiénotras ciudades infieles de laregión. No desdeña Tucídides laoportunidad para remachar lacaracterización del personaje:engreído pero indeciso, excesi-vamente influido por la opinióndel vulgo; rasgos que le llevaninexorablemente al destino fatal,no sin arrastrar consigo al anta-gonista. Aun incurriendo enalgún alfilerazo contra la fatuaautoestima del demagogo, elhistoriador sigue afectandoimparcialidad, sin emitir él losjuicios y dejando que el lectorextraiga las conclusiones que sedesprenden del desarrollo de laacción y de la opinión de los sol-dados, colectivo que hace decoro –al estilo sofocleo, o sea,motivador de la acción8-.Asentado en Eón, Cleón esperarefuerzos; Brásidas intentahacerlo caer en una celada.

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Cleón no emprendió ningunaacción; luego se vio obligado ahacer lo que Brásidas espera-ba, pues, irritados los soldadospor la inactividad y puestos aconsiderar contra cuánta expe-riencia y valor tendría lugar unmando de tanta ignorancia ycobardía, y cuán a disgustohabían venido con él, perci-biendo el rumor y no queriendomolestarlos por tenerlos reclui-dos en un solo lugar, los condu-jo fuera. Adoptó la misma acti-tud que le hizo creerse tenercualidades cuando la suerte lefavoreció en Pilos, pues pensóque nadie saldría a presentarlebatalla; dijo que marchaba másque nada para inspeccionar lazona, y esperaba los refuerzosno para vencer con seguridaden caso de ataque, sino paratomar la ciudad mediante uncerco.

V 7.Como un héroe trágico que

se obceca en tomar la decisiónpeor, saca a todo su ejércitopara una operación que requeri-ría sólo algunos jinetes y loestaciona ante Anfípolis.Dentro, Brásidas aguarda elmomento oportuno. Éste se pre-senta cuando Cleón decide laretirada, que se efectúa en desor-den y tangencialmente a lamuralla por el flanco más vulne-rable, el derecho -pues en lafalange de hoplitas los escudosquedan al lado contrario-. Seabren de repente dos puertas ylos enemigos atacan por dossitios a la vez. Cogidos por sor-presa, la vanguardia huye haciaEón, la retaguardia sufre el ata-que. Cleón abandona cobarde-mente a sus tropas, pero esalcanzado y muerto por un sol-dado enemigo. Su imprudenciacostó a los atenienses seiscien-

tas bajas, mientras que los pelo-ponesios perdieron sólo sietehombres. Entre ellos estabaBrásidas.

Cuando un personaje demérito sale de escena, Tucídidessuele pergeñar su retrato, amodo de epitafio. Brásidas, elo-giado ya bastante en el curso desus intervenciones, es despedidocon la enumeración de los hono-res que se le tributaron en la ciu-dad por él “liberada”. De Cleónno se dice ni una palabra.

Tras la batalla que ha juntadoa ambos para la eternidad,Tucídides los despide con unjuicio de pasada no puesto ya enboca de nadie, sino suyo propio.

Después que en Anfípolis sehabía producido la derrota delos atenienses y habían muertoCleón y Brásidas, que eran losque más se oponían a la paz porambas partes –el uno por sus éxi-tos y por los honores derivadosde su actuación en la guerra, elotro porque preveía que, llegadala paz, se le verían más claros losmanejos y se le creerían menoslas calumnias-...

V 16, 1. Así despacha nuestro serio e

imparcial autor al culpable y alcausante, respectivamente, desu exilio. Éste le sirvió, segúnpropia confesión en la SegundaIntroducción citada, para sermás objetivo con respecto a losdos contendientes, pues asícontempló la continuación dela guerra habiendo perdido suanterior posición atenocéntrica.Pero paradójicamente siempreguardó rencor, según creohaber mostrado, al hombre que,al provocar su exilio, contribu-yó de alguna manera a dichaactitud.

M. Acosta Esteban

NOTAS:1. Tucídides admite que se pueden

reconstruir los hechos antiguos, para

lo cual hay que recurrir a la compa-

ración con pueblos todavía primiti-

vos –sentando así los principios de la

Sociología y la Antropología compa-

rada (!)– y a los datos que proporcio-

nan los restos materiales -sentando

así mismo los principios de la

moderna Arqueología (!)– y a ello

dedica la parte primera del primer

libro, llamada por los filólogos

Arqueología en su sentido griego,

“Historia de la Antigüedad”, inme-

diatamente después de la sfragiv"introductoria. Pero es un trabajo difí-

cil y cuyos resultados no merecen la

pena, porque la crítica racionalista de

las fuentes principales –la leyenda

heroica y las tradiciones- sólo permi-

te una reconstrucción aproximada.

2. Aunque las normas morales supues-

tamente emanadas de ellos, o sus

manifestaciones oraculares, influyen

en el comportamiento de las masas.

3. Título mucho mejor para la obra que

se conoce por Helénicas.

4. Las avispas, 287-289. La comedia

fue representada en las fiestas Leneas

(Enero) del 422 a.C., por lo que es

rigurosamente simultánea de los

hechos históricos que son objeto del

artículo, a los que el comediógrafo

no podía dejar de aludir.

5. L. Canfora, Tucidide continuato.

Padua, 1970.

6. Cf., como muestra, E.K. Borthwick,

“Aristopahnes and the trial of

Thucydides son of Melesias”,

Phoenix vol. 54 nº 3/4 (2000), págs.

203-211.

7. Cf. Aristóteles, Constitución de

Atenas, 28,3.

8. Cf. J. Jouana, “Lyrisme et drame: le

choeur dans l’Antigone de

Sophocle”. Cuadernos de Filología

Clásica, egi 9 (1999).

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Caballeros, 353-355:“Yo, mientras me engullo unaración calentita de atún, mepimplo una jarra de vinopuro…”

Paz, 1-4:Esclavo primero: “Venga, traelo más rápido posible al esca-rabajo su torta de cebada”.Esclavo segundo: ”¡Toma,dásela a ese maldito. Ojalá nocoma nunca otra torta másdulce!”

Caballeros, 604-606:“Nadie hará nada por la pobre-za, pues todos tendrán de todo,panes blancos, lonchas de pes-cado, panes de cebada, mantas,vino, coronas, garbanzos”.

Paz, 948-949:Trigeo: “Aquí está la cesta conla salsa mole1, la corona y elcuchillo, y también este fuego, yno nos falta nada más que laoveja”.

Pluto, 543-546: “Alimentarse en lugar de panblanco de ramas de malvas, enlugar de pan de cebada hojasde rábanos escuálidos, en lugar

de banco la parte de arriba deun cántaro roto, y en lugar deartesa el costado de un tonel,roto también éste”.

Aves, 1579-1580:“Que alguien me dé el ralladorde queso; tú, trae silfio, queotro me traiga el queso, y tú,remueve los carbones”.Ranas, 62-63:Dioniso: “… ¿Has deseadoalguna vez de pronto puré delentejas?Heracles: “¡Puré de lentejas!¡Caramba, diez mil veces en mivida!”

Ranas, 504-507:“La diosa, cuando se enteró desu llegada, al punto horneópanes, puso al fuego dos o tresollas de legumbres y de puré delentejas, asó un buey entero,horneó pasteles y golosinas.”

Ranas, 517-518:“Vamos, entra, que el cocineroya se dispone a sacar las roda-jas de pescado y se está ponien-do la mesa”.

Pluto, 1004-1005:“Desde que es rico ya no le

gusta el puré de lentejas, yantes, por la pobreza, comía detodo hasta el final”.

Tesmoforiantes, 614-615:Clístenes: “Mucho tiempo estásorinando tú”.Pariente: “Sí, por Zeus, tengoretención de orina, pues ayercomí berros”.

Paz, 999-1017: “Ajos de Mégara, calabazastempranas, manzanas, grana-das y, de los beocios, gansos,ánades y alondras; que venganlos cestos, las anguilas delCopais …. luego, que se entonede ‘Medea’: <<¡Me han aban-donado las que se escondenentre las acelgas>>. Que sealegren los hombres”.

Las asambleístas, 1169-1175:lopadotemacoselacogaleo-

kranioleiyanodrimupotrimma-

tosilfiokarabomelitokatake-

cumenokiclepikossufofatto-

peristeralektruonoptokefa-

lliokigklopeleiolagw/osiraio-

bafhtraganopterugwvn.

“Cazuela de pesca en rodajas-raya-cazón-trocitos de cabezasde pescado-con salsa picante-sazonados con silfio, miel yaceite-tordos sobre mirlos-palo-minos-torcaces-palomas-gallo-alondra-asadas-chochas-picho-nes-liebres cocidas en vino-alascon sus ternillas”.

ARISTÓFANES EL GOURMETNuestra habitual colaboradora en esta sección nos abre el apetito con un suculentoaperitivo de pasajes aristofánicos sobre comida ¡Buen provecho!

Fresco de la Tumba del Nadador (Paestum), con escena de banquete.

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Festival Juvenil Europeo de Teatro Grecolatino de Itálica y Baelo Claudia 2009 11

Paz, 146-252:Guerra: “¡Ah, Mégara, Mégara,cómo te voy a triturar del todo,hasta convertirte en carnepicada!”Trigeo: “¡Ay, ay! ¡Cuántas ycuán amargas lágrimas seechan por los megarenses!”Guerra: “¡Ah Sicilia, también túcómo vas a perecer!”Trigeo: “¡Qué ciudad desgra-ciada será despedazada!”Guerra: “Ea, echa a esa mezclatambién miel del Ática.”

Las asambleístas,308:“Trae su botita de vino parabeber, con pan, dos cebollas ytres aceitunas”.

Las asambleístas, 842-848:“Ya están en su punto las lon-chas de pescado, se clavan lasliebres, se tejen coronas y sefríen los pastelillos, las jóvenesguisan las ollas de puré yEsmeo, con su uniforme decaballería, friega los platos delas mujeres”.

Avispas, 1216-1217:“Agua para las manos, y traelas mesas; cenemos bien lava-dos y, ahora, hagamos unalibación”.

Caballeros, 1187: “Bebe esta mezcla de tres par-tes de agua y dos de vino”.

Paz, 1305-1310:“Vosotros, los que os quedáis alfestín, ya no tenéis que hacerotro trabajo más que triturarcon los dientes, devorar todasestas viandas y menear sinparar las mandíbulas. Ea, lan-zaos con valentía y pulverizadvuestras dos mandíbulas,¡Desgraciados! ¿Qué otra cosano tienen que hacer los blancosdientes, sino masticar?”

NOTA:1. Elaborada a base de harina de cebada, que ha

de ser esparcida sobre la víctima de los sacri-

ficios, previamente espolvoreada con sal.

Inmaculada Rodríguez MorenoUniversidad de Cádiz

EL ARTE DEL ADIVINOY tras lo material, lo espiritual: una poetisagriega contemporánea que trata temas de la

Grecia Antigua.

Hace tiempo que el adivino ha visto el día postrero

[de su vida.

Ve la barca,

El río que nunca dará con el mar,

Blancos lekitos alineados en hileras,

Sus propias cenizas.

¡Ojalá hubiese sido flautista!

¡Ojalá hubiese tenido otro oficio!

El de escultor,

El de ceramista,

Incluso el de armero,

Aunque su puerta permaneciese siempre cerrada

Y las ofrendas de las Dionisias anuales, sin vender.

Basta con no saberlo.

Yota Arguiropulu. Planodio. Tomo 39. Traducción: Carmen Vilela Gallego.

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¡Qué satisfacción ver denuevo tanta gente en torno a míy la mayoría jóvenes, casi niños!Hace siglos que no salía a lacalle, que no procesionaba antemis fieles, siempre metida entrelibros y observada hasta los másíntimos detalles por sesudosfilólogos…”Yo, Isis, señora detodas las tierras… hija mayor deCrono, esposa y hermana del reyOsiris…”1 me siento bien aquíen Itálica, recuperando mi poder.

Ahora voy a observar condetenimiento esta comitiva queme acompaña, pues es un placercomprobar que sigo teniendosacerdotes a mi disposición yque un nutrido grupo de lindasjovencitas cantan y bailan en mihonor.

No es exactamente a lo queyo estaba acostumbrada, no veoa ningún iniciado vestido condeslumbrante lino blanco, y lossacerdotes llevan el nemes2,pero no van rapados ni calzansandalias de hoja de palma3.Debe de ser por lo que leí en unode esos libros, mis actualesacompañantes: “…para que elculto externo cumpla su objetivodebe estar en consonancia conlas ideas, los hábitos y las cos-tumbres de los hombres, y éstasvan siendo modificadas cada díapor el progreso o, simplemente,por los cambios culturales”4.

Eso es cierto, pues mi culto,llevado desde Egipto a todo elMediterráneo por soldados ycomerciantes, esclavos y libres,se fue adaptando a los nuevos

tiempos5; incluso en Alejandría,un tal Ptolomeo I me buscó unnuevo compañero, Serapis6;claro que mi esposo Osiris habíamuerto mucho antes, y en reali-dad Serapis era como Osiris y eldios griego Hades juntos.

Pero sigamos con la proce-sión: empezaba con un tropel degente disfrazada, tras el cual seponía en movimiento una espe-cial pompa cuya finalidad eraconseguir mi protección; muje-res vestidas de blanco, de airealegre, iban alfombrando conflores el camino; otras portabanbrillantes espejos y peines demarfil; por último venían las quederramaban preciosos bálsamosy perfumes por plazas y calles7.Con lámparas, cirios y diversasluminarias, proclamaban mipoder sobre los astros; era dezampoñas y flautas el acompa-ñamiento musical. Seguía detrásun coro de jóvenes distinguidosque repetían un gracioso canto;después los iniciados, resplan-decientes, con sistros de bron-ce, plata e incluso de oro,dejando oír su sonido agudo yarmonioso.

Los sacerdotes, vestidos tam-bién de blanco, con una túnicalarga hasta los pies, llevaban dis-tintos símbolos según su fun-ción8. Mi favorito era la lámparaen forma de naveta de oro, por-que me evocaba una de misgrandes solemnidades: la fiestade la Navegación (NavigiumIsidis)9, que se celebraba en pri-mavera, haciendo zarpar una

embarcación artísticamentedecorada, llena de regalos yofrendas votivas, con el fin delograr que el viento suave y pro-picio que la llevaba hacia el maracompañara siempre a los nave-gantes. Era emocionante con-templar el regreso al santuariode la muchedumbre guiada porel sacerdote que para mí habíapurificado y consagrado la nave,y oírlo pronunciar estas palabrasentre los pastóforos siguiendo elrito10: “Retírense los pueblos”.

Bella ceremonia que agrada-ba a mucha gente, tanto comoaquella otra fiesta donde se con-memoraba la Pasión de Osiris,asesinado por su hermano Seth yrecuperado por mí tras una largabúsqueda, gracias a la ayuda del

EL CORTEJO DE LA DIOSA ISIS(Lecturas para una puesta en escena)

La procesión de Isis (foto pág. 2) volverá a sorprender a los asistentes en las callesde Itálica, por lo que la directora del grupo que la interpreta ha respondido anuestra solicitud de colaboración con la instructiva recreación que sigue.

Escultura romana de Isis con el sistro.

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Festival Juvenil Europeo de Teatro Grecolatino de Itálica y Baelo Claudia 2009 13

fiel Anubis11. No me faltabancelebraciones, pues durante todoel año era santificada; ningunadama romana salía de su casa sinhaber consultado mis efeméri-des12.

¿Pero quién soy yo realmen-te, ya que en el cortejo descritoaparezco sólo como un símbolo,un precioso y deslumbranteobjeto de oro recubierto de jero-glíficos, que no da idea de miapariencia y poderío?

Soy muy bella, con una abun-dante y larga cabellera; sobre lafrente suelo llevar una luna sos-tenida por víboras y espigas detrigo. Un vestido multicolorcubre mi divino cuerpo y unmanto muy negro me ciñe amodo de escudo, y resplandecetachonado de brillantes estrellasque enmarcan una luna llena.Me gusta llevar el sistro y lanave en las manos, y en los piessandalias tejidas de hoja de pal-mera, el árbol de la victoria13.

Sí, soy bella, y a la vez,como canta el himno deCirene14, “…soy la única reinadel tiempo, de la mar y de la tie-rra… todos me llaman diosasuprema, la más grande entrelos dioses del cielo. Pues fui yoquien descubrió todo con mitrabajo. La escritura sobre lossellos lo muestra claramente,revelando mis inventos…sin mínunca nada ha llegado a existir.Ni los astros siguen su camino,si no han recibido antes mis ins-trucciones…”

Me gusta también la definiciónde mi naturaleza que hace C. G.Jung15: “Un mito femenino,maternal, a la vez protector y eró-tico, que cristaliza en su figuranocturna el inconsciente colectivode los pueblos mediterráneos…”

En conclusión, los mitos sobre

mí se pueden interpretar a distin-tos niveles, como la religión egip-cia antigua, pero no cabe dudaque lo más notable era la expre-sión de la maravillosa continui-dad de la vida y la muerte.

El Isismo se presentó comouna verdadera religión soterioló-gica y desempeñó una misiónelevada. Tuvo también el méritode unir todas las categoríassociales: en mis templos el amoy el esclavo se encontraban alpie de los altares.

Algunos lo comprendieron,como puede verse en los restosarqueológicos de Pompeya,donde fui adorada de una mane-ra sistemática, tranquila y mode-rada.

Pero otros me persiguieron;primero Augusto y Tiberio, aun-que renací con nuevas fuerzas enla época de los Flavios y losSeveros. Y luego fui desapare-ciendo de forma tan discretacomo llegué a Occidente; perono me marché del todo, puesreducida a una misteriosa pre-sencia, permanecí viva a travésde los tiempos; un buen ejemplopuede ser el libreto de la óperaLa Flauta Mágica, de Mozart.

Y ahora no sé qué me pasa,me siento de nuevo poderosa;

será el simple hecho de queestos jóvenes hayan rememora-do mi cortejo lo que me ha dadola vida. O es que, sin la medidadel tiempo, el pasado está siem-pre ahí, presente, para quienquiere conmoverse o inspirarse.

NOTAS:1. La diosa habla en primera persona porque he

querido establecer un cierto paralelismo conla “autopredicación” (más conocida con el tér-mino alemán: Ich-Stil) propia de sus himnos.Cf. Himnos a Isis, Traducción y estudio preli-minar de Elena Muñiz Grijalvo, Barcelona,2006.

2. El nemes era el tocado que cubría la cabezade los reyes egipcios.

3. Lucio Apuleyo, Metamorfosis, XI, 10 4. La Papisa Juana, Estudio y traducción de

Carmen Vilela Gallego, Sevilla,2006, pg. 36.5. M.L. Freyburger-Galland et alii, Sectes reli-

gieuses en Grèce et à Rome dans l´Antiquitépaïenne, París, 1986.

6. Himnos , pg. 22.7. Apuleyo, Met., XI, 9.8. Ibid. 10.9. Ibid. 10, 16.

10. Ibid. (pastóforos eran los sacerdotes que lle-vaban en andas las imágenes de los dioses).

11. De esta especie de psicodrama que mimabanlos iniciados se mofaban los cristianos, argu-mentando que no cesaban de perder lo queencontraban y de encontrar lo que perdían.Cf. Minucius Felix, Octavius, XXII, 1.

12. Juvenal, SátiraVI, 574 y ss.13. Apuleyo, Met. , X, 9.14. Himnos, pg.138 Precisamente este himno

compuesto por el neocoro Agatodemo es muybreve, pero en él se condensan todas las vir-tudes y hazañas de de la diosa. Da una claraidea de cómo se fueron sincretizando en Isislos poderes de otras divinidades, especial-mente de Deméter y de Ártemis.

15. Carl Gustav Jung, Metamorfosis del alma yde sus símbolos, Ginebra, 1973.

Adela Tovani Reyes

Cortejo se Isis.

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14 Festival Juvenil Europeo de Teatro Grecolatino de Itálica y Baelo Claudia 2009

Al inicio, Eurípides nos pre-senta a Odiseo, el eterno viajero.Odiseo, ¿cual es tu nueva aven-tura? ¿A dónde fuiste a atracartu nave?

Pues nada más ni nada menosque al umbral de la puerta de lacasa de Polifemo, un anfitrióndesalmado. Supongo que elespectador se sentirá sobrecogi-do al conocer los gustos culina-rios del cíclope, comparables alos de algún psiquiatra algo máscontemporáneo y bastante mástaquillero. Si hacemos unpequeño ejercicio de compren-sión, vislumbraremos que lo quePolifemo disfraza eufemística-mente de simple variación en sumenú, que viene muy bien paraavivar el apetito, no es más queuna de sus geniales ideas; apartede la narrada por el maestroGóngora, en la que Polifemodescubre que si aplastas alamado de tu amada con una rocano consigues ser el amado tú,sino una amante rota que teodia. El cíclope ahorra en comi-da para sus invitados –sin contarel gasto en mantelería y decora-ción–, se come a sus huéspedesy guarda lo que iba a comer esedía para mañana ¡Polifemo, tú sique sabes hacer frente a un crisiseconómica!

A estas alturas de la obra,nuestro querido espectadorhabrá llegado a la conclusión deque a Polifemo le costaba estu-diar; pero vamos, siendo hijo deun dios eso no es un problema.No creo que nadie le eche en

cara que no sepasumar sin contarcon los dedos, sipuede decirle asu padre que learree un par deferoces bestiasmarinas.

Pero no des-viemos nuestraatención, que elprotagonista deesta historia esOdiseo. Nuestrohéroe, compro-metido con sucausa, no puededejarse vencer por semejanteanimal, pues si hay algo que hademostrado es que aquí el queno corre vuela, y que siempreencuentra una manera de salirsecon la suya por muchos múscu-los que luzca su oponente o pormuy famoso que sea su padre. Ysin darse nunca por vencido, sele ocurrió su brillante idea: uncíclope sobrio es un cíclopepeligroso ¿Y un cíclope embria-gado? Irá con el vino perdiendodestreza ¿Y un cíclope ciego?¡Eureka! También hay que decir,y prometo que es la última vezque me cebo con el cíclopePolifemo, que tener como amode llaves a un cabrón alcohólicoy a sus hijos descarriados comocriados no es una garantía deseguridad.

Y el espectador, ávido decomprensión dramática, se pre-gunta: ¿cuál es la causa subya-cente de todo esto? Pues hay

algo que Odiseo tiene clavadoen su frente: Ítaca, el regreso alhogar que nunca quiso abando-nar. Siendo "Nadie" hubiesellegado con el primer soplo deviento a su ansiada meta. Perono; él, orgulloso, tenía que atri-buir a su nombre, Odiseo, laaudaz hazaña y así comenzarsu Odisea. Como rezan los ver-sos de Cavafis en su poemaÍtaca: “Ten siempre a Ítaca entu pensamiento./Tu llegada allíes tu destino./Mas no apresuresnunca el viaje./Mejor que duremuchos años/y atracar, viejoya, en la isla,/enriquecido decuanto ganaste en elcamino/sin aguardar a queÍtaca te enriquezca.” Por esonuestro héroe dice bien clarosu nombre, pues antes de llegara casa tiene que saber bienquién es él. Odiseo, yo me pre-gunto, ¿es tuya la Odisea, o laOdisea te posee a ti?

RINCÓN DEL LECTORLa joven espectadora Cristina del Villar nos envía sus impresiones sobre la representación de Elcíclope, que esperamos evoque la obra y sus referencias literarias a sus espectadores en Itálicael año pasado y sirva de introducción a los que este año la contemplarán en Baelo Claudia.

Cratera. 650 a.C. Museo de Argos.

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Festival Juvenil Europeo de Teatro Grecolatino de Itálica y Baelo Claudia 2009 15

El tiempo de MenandroMenandro vivió entre los

años 342 y 292 a.C.; para esaépoca había ya desaparecidoPlatón (347), pero prontoAristóteles fundaría su Liceo(335); Alejandro Magno trazaríasu épica y mítica trayectoriavital (356-323), Epicuro funda-ría por el año 307 su escuela enuna casa ateniense con huerto(llamado luego pomposamente“el Jardín”); la tragedia y lacomedia áticas habían desapare-

cido de la escena al esfumarselos motivos e ideales que la ali-mentaban; Sófocles y Eurípideshabían muerto en 406 y lomismo Aristófanes, poco antesde 385.

Con Menandro y su teatronos hallamos, pues, en un marcohistórico, social y político ente-ramente distinto al de la Atenasclásica. Después del hundimien-to del imperio ateniense tras laderrota en la Guerra delPeloponeso y de unos cuarenta

años de permanente discordiaentre las póleis griegas en pos dela hegemonía, Atenas se empeñóen recuperar su poder organizan-do una segunda Liga que fraca-só, con lo que se arruinaron parasiempre sus pretensiones hege-mónicas. Cuando nacióMenandro, el poderío de Filipode Macedonia era ya una seriaamenaza para Atenas yDemóstenes preveía con lucidezel conflicto final que se avecina-ba. La vida política de Atenas

En vista de que ya no es tan rara la presencia de Menandro en nuestros escenarios (el año pasado nosdeleitamos en Itálica con La samia y éste se representará El díscolo), hemos pedido ayuda a nuestromás destacado traductor y especialista en el tema de la comedia nueva, y él nos ha respondido con elexcelente artículo que sigue, amabilidad por la que le quedamos profundamente agradecidos.

Retrato de Menandro, según el fresco pompeyano.

MENANDRO Y LA COMEDIA NUEVA

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pareció revivir con la discrepan-cia entre el partido “pacifista”,claramente promacedonio, y el“nacionalista”, que aglutinaba alos demócratas radicales.Consumadas las aplastantesderrotas de Queronea (338) yAmorgos (322), el prestigio deAtenas quedó arruinado parasiempre; Atenas se convirtió enuna especie de protectorado, elPireo tuvo que acoger a unaguarnición permanente yDemóstenes e Hipérides fueronejecutados. El cambio de régi-men tuvo múltiples efectos: latierra volvió a ser enajenable,con lo que se produjo un acele-rado proceso de proletarizaciónde antiguos agricultores-propie-tarios que, arruinados, tuvieronque malvender sus tierras.Menandro refleja bien este fenó-meno, muchos de sus personajesson pobres gentes venidas amenos que tienen que buscarfortuna en tierras extrañas –en laonda de las increíbles conquistasde Alejandro–; para muchos, laúnica forma de sobrevivir fueenrolarse como mercenariospara ir a lugares tan remotoscomo Caria o Bactria. Mientras,en la ciudad, las capas sociales–reducidas– beneficiarias de lanueva situación fueron integran-do una suerte de burguesíamedia y alta, a base de pequeñoscomerciantes, armadores, indus-triales y banqueros. Durante untiempo perduraron los hábitos dela vieja democracia, pero vacíosya de contenido; fue instalándo-se un sentimiento de insatisfac-ción que desembocaba en frus-tración, tanto de pobres como dericos, por las cargas y limitacio-nes que la situación iba impo-niendo.

Durante la transición delsiglo IV al III a.C., la conquista

de Oriente y la formación de losgrandes reinos helenísticos escierto que provocó una relativarecuperación económica deAtenas, pero cuando estos nue-vos estados helenísticos se con-solidan, los ejes y centros de laeconomía y del comercio se des-plazan a Egipto, a Siria, alOriente en suma; otro efecto esque las fortunas amasadas enAtenas caen sobre el campo des-alojando, o reduciendo a unestado semiservil, a los peque-ños campesinos. Los macedo-nios apoyaron esta tendencia delos “nuevos ricos” hacia el con-trol económico y, por desconta-do, político, política que encon-tró un apoyo teórico lúcido ybien sistematizado en el precur-sor de la de la economía política:Aristóteles (p.e. con la Ética aNicómaco). El acceso a los car-gos públicos pasó así a dependerdel grado de riqueza (p.e. laposesión de una propiedad convalor de 20 minas, como míni-mo). La democracia quedaba deeste modo desvirtuada, se trata-ba ya de un régimen censatario.Las subvenciones públicas –queantaño sufragaban, por ejemplo,el acceso de los más pobres alteatro– desaparecieron.Igualmente dejaron de funcionarlas “liturgias” con que antes losciudadanos pudientes asumíandeterminadas partidas del gastopúblico, por ejemplo ya no sepodían sufragar las “coregías”, osea los costos de la organizaciónde coros y representaciones tea-trales. Entre los años 317-307, eltirano Demetrio de Falero, discí-pulo de Teofrasto comoMenandro –ambos también fre-cuentaron el “Jardín” deEpicuro–, llevó con habilidadlos asuntos de Atenas propician-do una relativa paz y prosperi-

dad. Demetrio, consciente deque Atenas no tenía nada queganar terciando en los enfrenta-mientos entre los “diádocos”–los herederos de Alejandro–optó por ensayar un tipo degobierno ideal en un intento porllevar a la práctica los idealesaristotélicos. Demetrio era, encierto modo, un déspota ilustra-do; intentó sanear la economíacon una innovadora política fis-cal –con decretos contra el lujo,por ejemplo, para limar las des-igualdades–; desarrolló una des-bordante actividad cultural eintelectual; él mismo se ocupó,en casi medio centenar de obras,de retórica, política, filología,etc. (Diógenes Laercio da cuen-ta de la curiosa personalidad deDemetrio de Falero). Este refor-mismo ecléctico dejó una pro-funda huella en la vida deAtenas precisamente en elmomento en que Menandroalcanzaba la madurez de su arte.

Sin embargo, los atenienses,en su mayoría profundamenteantimacedonios, no apreciabandemasiado a Demetrio y en 307,Antígono I, que pretendía res-taurar el imperio de Alejandro,envió a su hijo Demetrio (apoda-do luego el Poliorcetes) a ocuparAtenas con el propósito deganarse la voluntad de los ate-nienses so promesa de eliminarla influencia macedonia.Demetrio Poliorcetes desembar-có en el Pireo, obligó a huir al deFalero, proclamó ciudad libre aAtenas y restauró la democracia,pero a un precio vergonzante:propició, por ejemplo, su propiadivinización. En poco tiempo,en 301, la coalición de “diádo-cos” de Asia derrotó y dio muer-te a Antígono y Atenas volvió laespalda a Demetrio Poliorcetes.Siguieron unos años de neutrali-

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dad para Atenas, pero llenos detensiones y violencia entre oli-garcas y demócratas, partidariosy adversarios de Macedonia res-pectivamente. En 294 reapareceen escena Demetrio Poliorcetesquien, tras un duro asedio, vol-vió a adueñarse de Atenas y sehizo con el control del trono deMacedonia, hasta que en 287 fuedefinitivamente expulsado delpoder. Para esa fecha ya habíamuerto Menandro.

En suma, el contexto en queMenandro desarrolló su creativi-dad escénica –el teatro y, enespecial la comedia son el ecode una sociedad– está profunda-mente determinado por lascaracterísticas de la época hele-nística, que podrían resumirseasí:

a) Disolución de la pólis yformación de un espacio impe-rial policéntrico; la antigua pólisdemocrática –como fue Atenas–queda reducida a algo parecido aun municipio, perdiéndose así laautárkeia, que era la esencia de

la antigua ciudad-estado; handesaparecido pues la libertad, laigualdad legal (isonomía) eindependencia. Como resultadose generaliza un sentimiento dedesencanto y una pérdida deideales colectivos que provocauna conciencia individualista.Con estos condicionantes surgeel epicureísmo.

b) Paralelamente, ante laampliación del espacio, conse-cuencia de las conquistas deAlejandro, aparece un senti-miento de universalidad en elque el individuo es un átomo enla vastedad de un imperio; surgeasí el estoicismo, que propugnala autopercepción de ser un ciu-dadano del mundo (kosmopolí-tes); la pólis es ahora el mundorecién conquistado y, por exten-sión, el universo; en ese sentidolos hombres son iguales y, comolo astros o el cielo, forman partedel kósmos, regido por unaRazón universal.

c) Sin embargo esa vastedaduniversal, como la del mismo

mundo helenístico, producetemor, duda, de ahí el escepticis-mo.

Tal es la encrucijada de ideasy percepciones que dominan laépoca en que vive Menandro yque impregna su teatro.

La Comedia Nueva y la recupe-ración de Menandro

La Comedia Nueva recibe sudenominación por contraste conla Comedia Antigua, o sea lacomedia ática del siglo V a.C.,respecto de la cual supone unainnovación completa, aunquemantenga muchos elementosconstitutivos de la antigua,como los tipos y los temas.Entre ambos géneros de come-dia hay un período transitorio,de unos ochenta años, en los quese experimenta gradualmentepara adaptar el género a las nue-vas transformaciones sociales dela época. Algo similar habíaocurrido con la Tragedia, pién-sese en la gran diferencia entreun drama de Esquilo y otro de

Escena cómica. Cratera de figuras rojas. Museo Arqueológico Nacional de Ferrara.

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Eurípides. Este período transito-rio, denominado ComediaMedia –con autores comoAlexis, Eubulo, Antífanes,Anaxándrides o Timocles–, seanuncia ya en el Aristófanes tar-dío de La asamblea de las muje-res y del Pluto, por ejemplo,donde están presentes casi todoslos rasgos de la comedia poste-rior. Las diferencias más noto-rias entre el antiguo y el nuevogénero son la desaparición delos temas políticos, la decaden-cia de la función del coro y latransformación del estilo poéti-co en uno más familiar, quesigue manteniendo la cercanía allenguaje coloquial, pero conmayor contención. En efecto, laparresía o libertad absoluta delenguaje, es decir, los elementosde obscenidad y la mordaz sátirapolítica y social, así como lafantasía y parodias de la mitolo-gía, típicos de la ComediaAntigua, desaparecen ahora porcompleto. Nos hallamos anteuna comedia más realista ymoderada, con temas tomadosde la vida cotidiana, común yprivada, donde la acción se des-arrolla conforme a la lógica.Una cierta continuidad respectode la Comedia Antigua es laestrecha relación que la Nuevatiene con la ciudad, con Atenas.La diferencia estriba en queahora los personajes no son cari-caturas de tal o cual personaje dela vida pública, sino la gentecorriente, tipos sacados de lanueva pequeña burguesía queestá surgiendo como clase en laAtenas helenística. A veces seretrata a familias enteras, de lasque se destacan como protago-nista y antagonista alguno de susmiembros, pero la familia, de unmodo u otro, acaba siempreimplicada en la trama. Suelen

contraponerse dos modelosfamiliares: la familia rica, quevive en la ciudad pero que poseeuna finca en las afueras o nego-cios lejos, en Asia o en el Ponto–lo que explica las largas ausen-cias de esposos o padres; los via-jes implican riesgos, como losraptos de niños, luego vendidospor piratas –. La familia pobre,por lo general campesina, dueñaapenas del terruño para hacerseenterrar, representa a gentesvenidas a menos pero que aúnmantienen su dignidad, con unoo dos hijos y algún esclavo. LaComedia Nueva es moralizado-ra, en ese aspecto mantiene unacontinuidad con el antiguo tea-tro, lo que ahora varía es laforma de articular esa intenciónmoral porque ha variado el esta-do; las decisiones políticas yciviles no están ya en manos dela mayoría, por eso desaparecenla parresía y la sátira. La críticasocial de la Comedia Nueva secentra así en el individuo parti-cular, partícipe de una escala devalores dominante: por ejemplo,disfrutar de una fortuna favora-ble, de la honradez, de un matri-monio por amor, etc. Son aspira-ciones que realzan la dignidadde la persona. Por eso muchasde las tramas giran en torno adoncellas deshonradas, niñosarrebatados a sus padres, herma-nos que ignoran serlo, matrimo-nios de conveniencia, etc., enre-dos en suma que ayudan a laacción escénica, pero que resal-tan los derechos de los débiles,víctimas de la injusticia o el ego-ísmo. La Comedia Nueva es unteatro de caracteres basado en unanálisis psicológico de los per-sonajes y que refleja en eseaspecto las teorías de Aristótelesy los Peripatéticos. Los prototi-pos éticos que caracterizan a la

Comedia Nueva, muchas veces,figuran ya en los mismos títulos(El desconfiado, El adulador, Elmisántropo, El misógino, Elsupersticioso, etc., etc.), algoque ya se esbozaba en la Antiguay en la Media. Lo que ocurreahora es que se profundiza ymatiza mucho más, de maneraque quedan fijados unos perfilesde tipos y temas llamados a per-vivir durante siglos, en el teatrolatino primero y en el teatroeuropeo después.

Es muy importante tener encuenta que la Comedia Media yNueva sólo se nos ha transmiti-do fragmentariamente y, ade-más, de manera indirecta; aunasí, ese material permite obser-var las transformaciones delgénero. Mas será gracias a losavances de la papirología, desdemediados del siglo XIX, cuandoel conocimiento de Menandro seabra paso. Los hallazgos papirá-ceos van desde piezas práctica-mente completas, como El dís-colo o misántropo, a fragmentosde todo tipo y extensión, y hansignificado el rescate directo detodo un género y de su principalautor.

Los primeros textos directosfueron recuperados por K.Tischendorf (1844) en trespequeños pergaminos reutiliza-dos para la encuadernación deun códice, que sacaron a la luzfragmentos de El arbitraje(Epitrépontes) y de La aparición(Fásma). En 1905 GustaveLefèbvre descubrió enAfroditópolis un códice del sigloV (hoy PCairensis 43227); fuela gran revelación de queMenandro era mucho más que latradición fragmentaria indirecta;dicho códice llegó a contenercinco comedias completas, delas que sólo un tercio estaban en

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buen estado: la mitad de El arbi-traje, dos quintas partes de Lasamia y de La trasquilada(Perikeioméne) y varios frag-mentos de El genio tutelar(Héros). Este códice, con unaprimera edición a cargo deLefèbvre (1911), suscitó unaexpectación enorme, fue objetode rigurosos estudios por partede los primeros editores deMenandro (A. Körte, C. Jensen,S. Sudhaus, etd.) y desde enton-ces es mucho lo que se ha avan-zado en su conservación, estudioy ordenación. Sin embargo,durante bastante tiempo seguiríaechándose de menos la existen-cia de una pieza completa parapoder juzgar y apreciar, sin con-dicionamientos, a Menandro.

La ocasión llegó en 1959con la publicación en Ginebra,por Victor Martin, de unacomedia de Menandro práctica-mente íntegra, El misántropo,conservada en un códice depapiro (de la segunda mitad dels. III d.C.) procedente de labiblioteca de un monasterioegipcio y adquirido por un ban-quero suizo, Martin Bodmer, enel mercado de antigüedades.Este papiro (PBodmer) conte-nía tres comedias: La samia, Elmisántropo (Dyskolos) y Elescudo (Aspís), de las cuales Elmisántropo, como ya se hadicho, estaba completa y de lasotras dos sólo faltaban las cua-tro primeras hojas y las cincoúltimas respectivamente. Comoes lógico. todos los estudiososse volcaron entusiasmadossobre este descubrimiento ¡Alfin un texto literario, casi ínte-gro, apenas seiscientos añosposterior de su creación!Además de estos papiros monu-mentales que revelaron unMenandro nuevo en cantidad y

calidad, a todo lo largo del sigloXX fue apareciendo un abun-dante conjunto de fragmentosque, aun menores en extensión,no resultan menos importantespor su contenido. La mayoríade estos papiros se recuperaronde cartonajes de momias, trashaberse reutilizado junto condesechos de papiros de otro tipo(por lo general documentales)para hacer una especie de papelmâché. Así se han podido recu-perar fragmentos, en ocasionesgrandes –de más de cien ver-sos–, de El sicionio, de El dobleengaño (Dis exapatón), de Eldetestado (Misoúmenos), etc.,amén de otros muchos fragmen-tos anónimos, hoy todavía dedifícil identificación, pero quepor su estilo y vocabulario pue-den derivar de piezas menan-dreas. En todo caso, toda estamasa de material corresponde apapiros copiados entre el sigloIII a.C. y el V d.C. (alguno haydel s. VI), lo que nos habla a lasclaras de la enorme popularidady difusión que tuvo Menandro yla Comedia Nueva en el Egiptohelenístico y romano, por no

hablar del resto del inmensoámbito grecohablante, dondedebió suceder lo mismo, aun-que por razones obvias de lascondiciones ambientales no sehayan conservado papiros.Gran parte de esa documenta-ción es verosímil que con nue-vos hallazgos pueda ser, enparte, identificada poco a pocoen el futuro.

La fortuna de MenandroLa popularidad de la

Comedia griega en época hele-nística y romana fue, como se haseñalado, inmensa y desempeñótambién una función educativasimilar a la de Homero.Menandro fue, con mucho, elautor más apreciado, bastantemás que por sus propios contem-poráneos. Son abundantísimoslos testimonios arqueológicos detodo tipo (estatuillas, máscaras,mosaicos, frescos, etc.) conmotivos alusivos a escenas decomedia, además de los papiros,ya aludidos, y las inscripcionescon referencias expresas a obrassuyas. La popularidad deMenandro, en Egipto por ejem-

Pintura mural de Éfeso con escena de El Sicionio, de Menandro.

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plo, duró hasta el final de laAntigüedad, hasta la invasiónárabe de mediados del siglo VII,habiendo sido un autor perfecta-mente compatible, por su carác-ter moralizador, con la primerapaideia cristiana. Sólo dos poe-tas superan a Menandro por elnúmero de fragmentos directosencontrados: Homero yEurípides. Sus comedias no sólose copiaban y representaban,sino que se estudiaban en laescuela y eran objeto de comen-tarios, incluso ya por contempo-ráneos suyos, como Linceo deSamos. Durante los siglos III yII a.C. el teatro de Menandrogozó de enorme fortuna en elmundo romano, siendo adaptadoa las necesidades de la escenalatina. Muchos títulos de Plauto,como Bacchides, Cistellaria,Aulularia o el Stichus recreanobras de Menandro (El dobleengaño, El banquete de lasmujeres, El desconfiado y Loshermanos I). Igual sucede conTerencio, que adapta obrashomónimas de Menandro(Adelphoí –II-, Eunoûchos,Heautòn timoroúmenos). Esto essólo una muestra, pues se trata

de obras conservadas, pero tene-mos testimonios de otros adapta-dores romanos con menos fortu-na en la transmisión del texto,como Turpilio, Cecilio Estacio yLuscio Lanuvino. Entre lossiglos III-IV d.C. Eusebio deCesarea da cuenta de un comen-tarista latino (anónimo) que tratóen un estudio de seis libros losplagios que se hacían deMenandro. En el siglo V, autorescomo Aristéneto el epistológrafoy el obispo Sidonio Apolinartoman de Menandro gran canti-dad de citas y referencias erudi-tas, con intención moralizante.El rétor Coricio de Gaza, en elsiglo VI, aún pudo leer comple-tas algunas de sus comedias. Yen el siglo VII, el historiadorTeofilacto Simocata recurre enalgunas de sus cartas a frases deMenandro. Sin embargo, enBizancio el estudio deMenandro se abandonó, quizáseguramente porque la tradiciónmanuscrita se vio profundamen-te alterada durante la gran crisisde los siglos VII y VIII –los lla-mados “siglos oscuros”–, al hilode las grandes pérdidas territo-riales del imperio en las provin-

cias orientales y de Egipto, queafectó también profundamente ala actividad cultural. En esaépoca, las obras de aquellosautores cuyas copias no sehubieran renovado suficiente-mente acabaron por desapareceren el siglo IX con motivo delpaso de la escritura uncial a laminúscula. A esto se añadiríaotro factor: la vuelta al aticismoafectó de manera generalizada ala lengua escrita, con lo cual losreproches que ya en el siglo IId.C. se hicieran al estilo llano ycoloquial de Menandro, porparte del movimiento aticista,influyeron poderosamente paradesdeñar la producción deMenandro del que, por otraparte, ya estaban recogidas sussentencias y referencias másmoralizantes por antologistascomo Estobeo, así como datoscuriosos de realia recopiladosya por Ateneo, y las peculiarida-des gramaticales y de vocabula-rio hubieran sido recogidas porgramáticos y lexicógrafos, comoPólux, la Suda, los diversosEtymologica, etc. Todo esematerial indirecto y fragmenta-rio es el que prosiguió la tradi-ción manuscrita normal

El hilo conductor queimpidió la pérdida total delrecuerdo de Menandro –hasta laexhumación de los papiros enépoca contemporánea– fue elhecho de las adaptaciones lati-nas de Plauto y Terencio, quenunca dejaron de ser leídas, locual hizo posible que Menandrosiguiera vivo en el teatro rena-centista y posterior.

Pedro Bádenas de la PeñaProfesor de Investigación del

Consejo Superior deInvestigaciones Científicas

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Cratera de San Petersburgo (Siglo IV a.C.).

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Itálica se ubica sobre una delas suaves lomas de la margenderecha del curso bajo delGuadalquivir. Históricamente, elemplazamiento tenía un altovalor estratégico, ya que seencontraba próximo a la ruta quepor vía fluvial daba salida almineral procedente del sectoroccidental de Sierra Morena.Asimismo, el sitio se localizabaen un punto intermedio entre lasciudades de Hispalis (Sevilla) eIlipa (Alcalá del Río), y tenía ensu entorno inmediato buenas tie-rras para la explotación agrícola.

Los orígenes de Itálica sevinculan a la pugna que duranteaños mantuvieron Roma yCartago por hacerse con el con-trol del MediterráneoOccidental. Al trasladarse elcampo de operaciones bélicas ala Península Ibérica, el Senadode Roma envió al frente de sustropas al general PublioCornelio Escipión, apodado elAfricano. Fue éste quien, trasderrotar a los cartagineses en labatalla de Ilipa en el año 206a.C., estableció a un destaca-mento de legionarios en un cerro- solar de la actual Santiponce -donde ya existía un núcleo depoblación turdetano desde fina-les del siglo V o inicios del IVa.C. De esta manera, el sitio seconvirtió en el primer asenta-miento romano de carácter per-manente en la Península Ibéricay, desde una posición privilegia-da, desempeñó un papel deter-minante en la romanización delvalle del Guadalquivir.

En la segunda mitad delsiglo I a.C. la ciudad adquiereel estatuto municipal y en épocade Augusto es objeto de impor-tantes mejoras urbanísticas,entre las cuales destaca la cons-trucción del Teatro. No obstan-te, durante los gobiernos de losemperadores Trajano y, muyespecialmente, de Adriano, escuando adquiere su máximoesplendor como resultado de lasimportantes actuaciones edili-cias acometidas. Entre ellasdestaca la ampliación de la ciu-dad, con la construcción de unárea residencial en la cual selevantaron edificios de carácterprivado y público, entre loscuales sobresale el Anfiteatro,uno de los mayores de todo elImperio. En esta misma épocaItálica obtiene el estatuto decolonia, con el cual queda equi-parada administrativamente a lametrópoli.

Sin embargo, el declive –y lapérdida de importancia dellugar– comienza con el ocaso dela dinastía de los Antoninos, cri-sis que no hace sino acentuarseen tiempos de los Severos. Apartir de los inicios del siglo III,buena parte del área residencialconstruida en época adrianea esvíctima de la acción conjunta dela inestabilidad del terreno y dela falta de mantenimiento de losedificios. Todo ello desembocaen un abandono de parte del sec-tor, con la consiguiente reduc-ción del solar urbano, que serepliega hacia la ciudad antigua.Sin embargo, Itálica no se eclip-

sa totalmente y aún en época tar-dorromana conserva parte de suesplendor ciudadano, tal comomuestran las casas y necrópolisdel momento.

En la etapa visigoda la ciudadserá testigo del enfrentamientoentre el rey Leovigildo y su hijoHermenegildo, además de tenerrepresentación en los concilioshispanos. En época islámica lapoblación pasará a llamarseTaliqa, pero una vez finalizadaesta fase y abandonado su solar,se denominará Campos de Talca.En el siglo XIV se funda elMonasterio de San Isidoro delCampo, cuyos terrenos engloba-rán el solar de la ciudad antiguay serán conocidos como las Erasdel Monasterio.

La recuperación de la memo-ria histórica de esta ciudadromana comienza en el sigloXVI, pero no será hasta el XVIIy gracias a la labor del poeta yerudito Rodrigo Caro, cuando seproduzca el auténtico descubri-miento de Itálica. En la centuriasiguiente desarrolla sus estudiosFernando de Zevallos, prior delmonasterio de San Isidoro delCampo, que escribe “La Itálica”,obra principal para el conoci-miento del estado de la ciudaden aquella época. A finales deese mismo siglo comienzan lasexcavaciones en el yacimientocon Francisco de Bruna. Sus tra-bajos dan como fruto, aparte deuna valiosa información para suconocimiento, los primeroshallazgos escultóricos de granentidad.

ITÁLICA: PASADO, PRESENTE Y FUTUROLa Directora del Recinto Arqueológico de Itálica accede por fin a nuestros requerimientos decolaboración en un momento en que la veta italicense ha dado a la luz un portentoso hallazgo.

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En el siglo XIX, y salvandolas excavaciones sin control lle-vadas a cabo por ingleses yfranceses durante la Guerra dela Independencia, son los viaje-ros románticos los que más seocupan de rescatar del olvidolos vestigios de la coloniaromana. Además, a mediadosde siglo, Ivo de la Cortina llevaa cabo una serie de intervencio-nes oficiales y José Amador delos Ríos denuncia el expoliocontinuado que se opera, desdehace más de cien años, en elAnfiteatro y en otros edificiosde notable entidad. Tras esto,Demetrio de los Ríos, otro delos referentes fundamentales enel conocimiento de Itálica, sehace cargo de las excavaciones

programadas por la DiputaciónArqueológica.

El siglo XX da comienzo conla declaración en 1912 deMonumento Nacional paraItálica, y para su Anfiteatro unaño más tarde. Se crea tambiénla Junta Superior deExcavaciones, lo que viene aracionalizar las actuaciones enlos sitios arqueológicos y, consi-guientemente, a impulsar larecuperación definitiva de nues-tra ciudad romana. En Itálica pri-mero tuvieron lugar los estudiosde Rodrigo Amador de los Ríosen el Anfiteatro que, a los pocosaños, continuó Andrés Parladé,quien también intervino en lascasas y calles de la ciudad. Lesiguieron Juan de Mata Carriazo

y Francisco Collantes de Terán.Si éste último supuso un hito enla documentación y la conserva-ción de Itálica, no lo fue menosAntonio García y Bellido, quienen 1960 publicó una excelentemonografía, imprescindibleincluso hoy día para el conoci-miento de muchos aspectos de laciudad romana. Por esas fechas,el arquitecto Félix HernándezJiménez realizaba proyectos derestauración para el Anfiteatro ylos mosaicos exhumados.

En años posteriores la res-ponsabilidad científica de Itálicacontinuó recayendo en laUniversidad hispalense a travésde los trabajos de J. M. Luzón,D. Ruiz Mata, M. Bendala, L.Abad, Fca. Chaves, P. León, R.

Vista aérea del teatro en fase de restauración.

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Corzo, A. Canto, etc., que exca-varon en el Teatro, en el “Pajarde Artillo”, en la “CañadaHonda”, en la “Casa delPlanetario”, en la “Casa deNeptuno”, en la TermasMayores, en el “Capitolio”, en“El Pradillo”, en la “Casa de lasColumnas” y centenares demetros de calles de la NovaUrbs. También investigaron enotros aspectos, como la numis-mática italicense.

M. Pellicer, desde la Cátedrade Sevilla, continuó con los tra-bajos en 1977 y 1980, excavan-do el castellum aquae, el trazadonorte de muralla adrianea y en ellugar del hallazgo de la estatuade Venus. En los años ochenta–Pilar León excavó elTraianeum– se realizaban lasPrimeras Jornadas sobreExcavaciones Arqueológicas enItálica. También AlfonsoJiménez Martín empezó a res-taurar el Teatro, y hasta 1992,también en las “TermasMayores” y en el Anfiteatro,donde continuó la labor del cita-do Félix Hernández y RafaelManzano.

Por Decreto 127, de 6 dejunio 1989, la Junta deAndalucía creó el ConjuntoArqueológico de Itálica comounidad administrativa de laConsejería de Cultura, al ampa-ro de las competencias que leatribuyen el artículo 148.16 dela Constitución y el artículo13.27 del Estatuto de Autonomíade Andalucía.

A partir de ese momento es lapropia Consejería de Cultura, através de la Dirección delConjunto, la que vela por el pro-greso de la zona arqueológica enlos ámbitos de la protección, lainvestigación, la conservación y

la difusión de este yacimiento,que pronto cumplirá sus prime-ros cien años desde que se reco-noció legalmente como uno delos monumentos arqueológicosmás importantes de España.

En ese contexto, Itálica fuepionera en la utilización de nue-vas tecnologías con el desarrollodel proyecto de prospeccionessuperficiales y geofísicas dirigi-do por J. M. Rodríguez Hidalgoy S. Keay, en 1991 y 1993, quepermitió obtener una imagen delas estructuras arquitectónicasdel subsuelo y plantear unahipótesis objetiva de la evolu-ción urbanística de la amplia-ción adrianea. Esta misma meto-dología se utilizó en los años2003-2004 en el “Taller arqueo-lógico-arquitectónico europeo(Itálica – Ostia Antica): el aguay su función en el espacio urba-no, social y arquitectónico”,centrándose obviamente en elestudio de las estructuras hidráu-licas del yacimiento.

Un último aspecto es la difu-sión científica derivada de laconmemoración, en 1994, delMMCC Aniversario de laFundación de Itálica, dondesobresalen las Actas de lasJornadas del 2.200 Aniversariode la Fundación de Itálica y ellibro sobre Esculturas de Itálica,de P. León.

En la actualidad la investiga-ción arqueológica se centra entres áreas: la zona urbana deSantiponce, el teatro romanocon su entorno y los inmueblesen los que se realizan labores deconservación y puesta en valoren la zona visitable del yaci-miento.

Con una metodología deintervención actualizada y conposibilidad de apoyarnos en

estudios de geoarqueología, seestán planteando nuevas hipóte-sis de estudio e interpretación dela evolución de la ocupaciónurbana del solar italicense. Enlos últimos años, los trabajosrealizados han dado resultadosmuy interesantes, aunque toda-vía no definitivos, al poder abar-car puntualmente casi todo elyacimiento. En las áreas adquiri-das por la Junta de Andalucíapara la puesta en valor del yaci-miento, el Conjunto Arqueológi-co programa las intervencionesarqueológicas para el conoci-miento, apoyo a la conservacióny la difusión de la Cultura Clá-sica; en la zona urbana lasactuaciones se plantean segúnlas obras de sustitución deinmuebles.

De entre todas ellas nos gus-taría destacar, por sus resultadoscientíficos y mediáticos, la inter-vención arqueológica llevada acabo en la C/ Siete Revueltas,11. La intervención realizada enlos meses de diciembre y enerode 2008 en dicho inmueble resu-me en todas sus partes la tutelaque el Conjunto Arqueológicoejerce sobre el yacimientoarqueológico de Itálica, desarro-llando todas las funciones que leson atribuidas según su decretode creación.

Esas actuaciones se iniciabana principio de los años 90 delpasado siglo con la adquisición,entre otros, de este inmueble enel contexto del Proyecto de recu-peración del teatro y ordenaciónurbana de su entorno (Decreto25/1989 de 14 de febrero, BOJA10-03-1989). Dicho programapermitió exhumar buena partedel teatro pero, al quedar incon-cluso, hubo inmuebles que nofueron demolidos. Casi 20 años

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después, el ConjuntoArqueológico de Itálica ha rei-niciado este proceso con lostrabajos que nos ocupan.

La elección de este espaciopara intervenir no ha sido deninguna forma “inocente”. Lasinvestigaciones precedentes lle-vadas a cabo en el Cerro de SanAntonio y el análisis de los datosofrecidos por autores del sigloXIX nos llevaron a caracterizarel sitio como de alta prioridadpara la investigación.

Pero la tutela del Patrimonioimplica múltiples acciones coor-

dinadas. En este caso, la proxi-midad o, mejor dicho, contigüi-dad del edificio con el Miradordel teatro, ofrecía la oportunidadde plantear su ampliación, incor-porando, si era posible, lasestructuras que se pudiesen des-cubrir, actuando por tanto en laconservación y puesta en valordel Conjunto.

Como hemos visto, se plan-teaba desarrollar un conjunto deacciones que se iniciaron con laprotección del yacimiento, laincorporación del inmueble alpatrimonio de la Junta de Anda-

lucía, la demolición previa einvestigación arqueológica delsolar, la conservación e incor-poración de los restos al cir-cuito del Conjunto que hoy sepuede visitar y la publicaciónde los datos extraídos de todoslos trabajos.

Pero además, tras muchosaños sin hallar ninguna piezaescultórica de primer orden, lafortuna quiso que encontráse-mos una muy singular. Se trata,según las apreciaciones inicia-les, de una cabeza diademadade una divinidad, de la que nopodemos adelantar más datospor el momento (imagen enportada). Sólo basta añadir quesu limpieza y restauración, ade-más de los datos aportados porsu investigación y la de los pro-cesos postdeposicionales sufri-dos por la misma, dotan a esteproyecto de una cualidad que seda pocas veces y que permiteintegrar los trabajos de análisisy restauración pertinentes,completando del todo el trabajomultidisciplinar que exige laTutela.

Pocas veces tan escasosmetros cuadrados han aportadotanto a un yacimiento, pero es unamuestra de los objetivos de laConsejería de Cultura al desarro-llar proyectos multidisciplinaresque aportan datos sobre la ciudadromana más antigua de laPenínsula Ibérica. Una vez más sepuede hablar de “Itálica Famosa”de una “Itálica Famosa aún des-conocida”.

Sandra Rodríguez de GuzmánDirectora del Recinto Arqueológico

de Itálica

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La Bética está en erupción;sus viejos espíritus pugnan porasomarse a la luz del día; susfuerzas ocultas quieren eclosio-nar y alcanzar, aunque sólo seapor unas horas, el protagonismode los flashes… ¿Qué ha ocurri-do? ¿Se han rebelado los andalu-ces contra su pobre situación?No ¿Ha conseguido la escuadrabalompédica de una de sus capi-tales hacerse con el título deequipo revelación? No ¿Acasouna actriz surgida de la lavarebelde de nuestra tierra ha mon-tado un sarao del que se habla entodos los programas de televi-sión? Tampoco.

No ha ocurrido nada de eso;todo es más sencillo y menos tras-cendente. La erupción, sin paro-xismos explosivos, del gran yaci-miento arqueológico deAndalucía ha escupido dos nue-vas piezas. A finales de enero lainvestigación programada por losequipos arqueológicos habitualessacó a la luz de la romana ciudadde Itálica (Santiponce, Sevilla) lacabeza de mármol blanco de unadivinidad femenina con diadema;a mediados de febrero, el azar deunas obras de mejora y el pruritode la arqueología municipal des-enterraron parte de un mosaico enel que aparecía Vertumno, con suatavío estival, en Carmona(Sevilla).

El viernes de los lupercaliaestábamos allí; consumíamos connuestro grupo de 1º deBachillerato del I.E.S. “Doñana”(Almonte) la última etapa de unrecorrido de tres jornadas inda-gando sobre nuestros orígenes

(queremos decir, sobre nosotrosmismos) en lo que cariñosamentedenominamos Iter in praeteritumimperfectum; Almedinilla yCórdoba habían sido nuestrasdos primeras etapas; sólo nosquedaba, tras dos largas nochesde vigías de Occidente, desplo-marnos sobre Carmona (necrópo-lis, vista sucinta del anfiteatro,museo y visita a la ciudad depuerta a puerta); ya habíamostenido noticias del descubrimien-to por la radio y decidimos enca-minarnos al mercado municipal(en cuyos aledaños se localizabael hallazgo) en el tiempo libre delalmuerzo, tras haber indicado alos intrépidos ulises que nosacompañaban la curiosidad de talactividad, que muchos estudian-tes realizaron de manera tan inde-

pendiente como sor-presiva.

Llegados al impro-visado yacimiento,una señora, orgullosade las tripas de supueblo, nos espetó:“¡Lleva ahí más decuarenta siglos!”Estuvimos tentadosde decirle que redu-jera a la mitad, comomínimo, la antigüe-dad del hallazgo,pero hay veces enque no merece lapena perderse en arit-méticas cuandoveinte, treinta o cua-renta siglos sóloquieren decir mucho,muchísimo, la marde tiempo... El

mosaico, de atrayentesy húmedos colores, nos obser-vaba de reojo en el vórtice de lacalle mientras un obrero lo pre-paraba cuidadosamente para sutraslado… “¡Parece un empera-dor!”, decía la enorgullecidavecina como si mirara a su hijorecién nacido; pero no lo era(dejamos descubrir a los ama-bles lectores si esta vez la saca-mos de su error o no).

Parece ser que la parte descu-bierta corresponde al emblemade un mosaico de grandesdimensiones del siglo II o III p.C. en el que apareceVertumnus, la divinidad de loscambios, de los tránsitos, de lostrueques1… Recordábamos de élsólo sus amores con Pomona,que relata Ovidio2: Pomona era

VERTVMNVS NOBISCVM

Vista de los trabajos de recuperación del mosaico deVertumno el 15 de febrero de 2008.

Por último, otro tesoro escondido en nuestro sótano telúrico, encontrado por un afortunado azar.Nuestros colaboradores tuvieron la suerte de contemplarlo in situ y nos hacen una crónica con sabora reportaje.

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una hamadríade del Lacio quecuidaba árboles y huertos contanta pasión como rechazo sentíapor el amor humano (las ninfas,ya se sabe, son tan extremascomo extremosas); el pobreVertumno se había enamoradoprofundamente de ella y le tirabalos tejos, unas veces como sega-dor3, otras como vendimiador,otras como soldado o pescador,sin alcanzar éxito alguno hastaque, bajo el aspecto de una apaci-ble e inocente anciana4, logró tra-bar con ella una fructífera con-versación en la que, como hacenlas viejas alcahuetas, alabó tantoy tanto al tal Vertumno (feovicio es el de enaltecerse a símismo, aunque sea bajo la apa-riencia de otro) que inflamó eldeseo de la ninfa, la cual trocósus amores silvestres por otrosmucho más humanos. Bien escierto que antes de mostrarse en

su esplendor masculino le habíacontado la triste historia de Ifis yAnaxárete, en la que la doncellase convierte en estatua por mos-trar un corazón de una dureza talque no quebró ni el suicidio de suenamorado.

Propercio en una de sus ele-gías5 nos recuerda los orígenesetruscos de Vertumno,evocado6 de Bolsena en el 264a.C., y nos explica sus diversasetimologías: desvío del río(verso…ab amne7), cambio delas estaciones (quia vertentisfructum praecepimus anni8) y laque el propio dios, en la ficciónpoética, acepta como la únicaverdadera: opportuna mea estcunctis natura figuris9, conec-tando con Ovidio cuando señalaquod naturale decoris munushabet formasque apte fingetur inomnes10; Vertumno aparece, deacuerdo con Propercio, como el

dios que puede trocar su apa-riencia en elegante muchacha deCos, segador, soldado, seguidorde Baco o de Febo, cazador, pes-cador o auriga, volatinero o pas-tor. La misma explicación apare-ce en los Fastos de Ovidio11.

El poeta Tibulo incide en laimportancia que tiene en la con-cepción de esta divinidad la capa-cidad de aparecer de múltiplesformas; así lo leemos en unpoema a Sulpicia12 cuando seña-la talis in aeterno felix VertumnusOlympo mille habet ornatus,mille decenter habet (“como en eleterno Olimpo el sabrosoVertumno tiene mil aspectos y losmil le sientan bien”); pero tam-bién, ya lo hemos visto, con eluso del adjetivo felix, nos recuer-da que es la divinidad que propor-ciona los frutos de cada época,fecundo y sabroso a la vez encada estación (algo de eso intuiría

Detalle del mosaico de Vertumno.

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Pomona en la imagen que le pre-sentó de sí mismo aquella viejacelestina); por ello el milanésArcimboldo, cuando retrata en1590 a Rodolfo II, su protector,como Vertumno, compone surostro con todo tipo de frutas yfrutos de cualquier época, en unaimagen de todos conocida.Vertumno es, pues una de esasdivinidades de la Naturaleza queasegura los cambios de las esta-ciones que premian con sus res-pectivas cosechas a los hombres:se trata, en definitiva, de la rege-neración del tiempo, de la obser-vación de una regularidad en la

Naturaleza, en la que lo esencialpermanece a pesar de los cambiosen su aspecto exterior.

Varrón nos informa de que suestatua estaba en el barrio etrusco(vicus Tuscus) porque Vertumno,señala él, sería en origen un prín-cipe etrusco13. Se le veneraba,como podemos leer en la elegíaproperciana, en un lugar alto yabierto desde donde podía “con-templar el Foro Romano”, al prin-cipio, en estatua de madera; debronce esculpido por Mamurio(un personaje legendario de lostiempos del rey Numa Pompilio)con posterioridad.

Sea como fuere, Vertumnoconsumió entre nosotros suminuto de gloria antes de pasaral vientre de los museos y alcerebro de los estudiosos, sibien, previamente, nos ha recor-dado que Andalucía, la viejaBética romana, esconde aúnmúltiples vestigios con los queedificar nuestro pasado y recor-dar nuestro futuro. Entre otrasmuchas cosas, para eso estamoslos alumnos y los profesores delas Humanidades Clásicas.

NOTAS:1 . Su nombre se relaciona con vertere:

cambiar, mudar.2. Ovidio, Metamorfosis, XIV, v. 622-697

y 765-771.3. En el mosaico encontrado aparece

Vertumno con una bielda para recoger yalmacenar la paja de la era.

4. Se trata de la representación más comúnde este mito en las artes plásticas: laanciana habla al oído (o muy cerca) dePomona, así en las obras de Boucher,Frans II Francken, Jan Van den Hoecke.

5. Propercio, Elegías, IV, 2.6. La evocatio era un rito de carácter religio-

so en el que un general, antes de iniciar elataque a una ciudad, invitaba a sus divini-dades protectoras a trasladarse a Roma.

7. Propercio, Elegías, IV, 2, 10: “por el ríodesviado”.

8. Propercio, Elegías, IV, 2, 11: “porquerecogemos el fruto de la época en curso”.

9. Propercio, Elegías, IV, 2, 21: “mi pro-pia naturaleza se adapta a todo tipo deformas”.

10. Ovidio, Metamorfosis, XIV, 684-685:“que está dotado de una belleza natural yque toma todos los aspectos que apetece”.

11. “El dios cuyo nombre resulta perfecta-mente apropiado a las diferentes formasque adopta no había recibido su denomi-nación derivada del río que retrocede ensu curso”. Ovidio, Fastos, VI, EditoraNacional, Madrid, 1984. Traducción deM. A. Marcos Casquero.

12. Tibulo, III, 8 = IV, 2, 13-14.13. Ab eis dictus Vicus Tuscus, et ideo ibi

Vortumnum stare, quod is deus Etruriaeprinceps. Varrón, De lingua latina, V,46. Da la impresión de una explicaciónevemerista.

Encarna Yáñez Sánchez yPedro A. Jiménez Manzorro,

los profes más clásicos delI.E.S. “Doñana”, de Almonte.

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Arcimboldo (1590). Retrato de Rodolfo II como Vertumno.

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Ecxmo. Ayto. de Santiponce

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