Teatro simbólico

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Teatro simbólico Resumen Antecedentes Podría señalarse como el pensamiento de Hegel, quien creía en una intuición pensante. Además de la influencia de Baudelaire, cuya tendencia era el redescubrimiento de la correspondencia entre las sensaciones y los seres. Los aporte de Wagner también se sumaron al desarrollo de esta estética, pues abogaba por la reunión de todas las formas artísticas, con el objetivo de que despierten la percepción dormida del espectador. Podría decirse que Wagner es la inspiración y Baudelaire el precursor. Las características de este movimiento son: Búsqueda de la idea de hombre por la intuición y la meditación. Antepone el espíritu a la materia. En este sentido enfrenta dos retos: La depuración y aquilatamiento de los medios expresivos y la prolijidad y acumulación de símbolos y lenguaje, siendo este punto parecido al estilo barroco decadente. Es evidente la preferencia de relatos míticos y leyendas antes que la historia. Trata temas obsesivos, como la muerte, lo trascendente y oscuro, es decir la magia, el esoterismo y la religión, pero como mística. Es un teatro poético en cuanto a su composición simbólica, artística y de espectáculo. El procedimiento argumental pasa por lo onírico y de fantasía. Agrupa varios lenguajes escénicos, como la música, danza, palabra, recitación, coros, modos especiales de movimientos escénicos, múltiples iluminaciones que le proporciona dimensión sicológica y mágica a fin de crear climas y ambientes de ensueño y misterio. Se caracteriza por un desenvolvimiento y metamorfosis de los personajes. Enfrenta el pasado, presente en un conjunto entre real y trascendente.

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Características del teatro simbólico, en España y sus autores.

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Teatro simbólico

Resumen

Antecedentes

Podría señalarse como el pensamiento de Hegel, quien creía en una intuición pensante. Además de la influencia de Baudelaire, cuya tendencia era el redescubrimiento de la correspondencia entre las sensaciones y los seres. Los aporte de Wagner también se sumaron al desarrollo de esta estética, pues abogaba por la reunión de todas las formas artísticas, con el objetivo de que despierten la percepción dormida del espectador. Podría decirse que Wagner es la inspiración y Baudelaire el precursor.

Las características de este movimiento son:

Búsqueda de la idea de hombre por la intuición y la meditación. Antepone el espíritu a la materia. En este sentido enfrenta dos retos: La

depuración y aquilatamiento de los medios expresivos y la prolijidad y acumulación de símbolos y lenguaje, siendo este punto parecido al estilo barroco decadente.

Es evidente la preferencia de relatos míticos y leyendas antes que la historia.

Trata temas obsesivos, como la muerte, lo trascendente y oscuro, es decir la magia, el esoterismo y la religión, pero como mística.

Es un teatro poético en cuanto a su composición simbólica, artística y de espectáculo.

El procedimiento argumental pasa por lo onírico y de fantasía. Agrupa varios lenguajes escénicos, como la música, danza, palabra,

recitación, coros, modos especiales de movimientos escénicos, múltiples iluminaciones que le proporciona dimensión sicológica y mágica a fin de crear climas y ambientes de ensueño y misterio.

Se caracteriza por un desenvolvimiento y metamorfosis de los personajes. Enfrenta el pasado, presente en un conjunto entre real y trascendente.

Muestra contrastes de lenguajes originados por asociaciones oníricas o desmitificadores.

Varía el tiempo. Los decorados son mínimos, sintéticos, pues estos no deben limitar al

espectador o el actor. Utiliza paños en tonos apagados, sintetísmo geométrico, planos y desniveles, peldaños, pocos o ningún objeto. Sin embargo, se irá sobrecargando hasta el barroquismo.

Entre sus principales autores están:Maurice Maeterlinck (1862-1949), se destacan sus obras La intrusa, Los ciegos Interior, y El pájaro azul. Las historias dramatizadas por Maeterlinck se nutren de personajes de la vida corriente, que no destacan por nada, de los que no se sabe nada (a pesar del rango de algunos de ellos). A su vez, estos personajes están dominados por fuerzas que los sobrepasan, el amor y la muerte. Por esta

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vía, el dramaturgo nos muestra lo que él conceptúa como el lado maravilloso y trágico de lo cotidiano.

Paul Claudel (1868-1955), de larga vida entregada ala poesía y al teatro asistimos al desarrollo del simbolismo en el siglo XX. Entre sus obras destacan La Ciudad, Cabeza de Oro, El árbol, El reposo del séptimo día, El zapato de raso, El libro de Cristóbal Colón y La joven Violaine.

En España, no puede hablarse de un completo desarrollo del simbolismo, sin embargo hay muestras en Cenizas, Tragedia de ensueño, Comedia de ensueño y, apuntando a formas expresionistas, de El embrujado de El retablo de la Avaricia, la Lujuria y la Muerte de Valle Inclán; o la de autores hoy menos recordados como Eduardo Marquina, los esposos Martínez Sierra, Francisco Villaespesa, Fernández Ardavín y los hermanos Machado. Por su lado, Azorín, que conoce como ninguno a los extranjeros Pirandello, Cocteau, Pitoeff, Maeterlinck, Lenormand, recomendará su imitación a los dramaturgos españoles. De ello dio él mismo buen ejemplo. En 1896 tradujo al castellano L'intruse, de Maeterlinck. La influencia de éste último es a todas luces evidente en Angelita y en los títulos que componen La trilogía de lo Invisible: La arañita en el espejo, El segador, y Doctor Death, de 3 a 5.