La Revolución industrial Pero, ¿qué fue la Revolución industrial?
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Tema 3. La primera revolución industrial y sus consecuencias sociales.
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Tema 3. La primera revolución industrial y
sus consecuencias sociales.
1.- La primera revolución industrial.
1.1.- El concepto de revolución industrial.
El término revolución industrial hace referencia al conjunto de innovaciones
técnicas cuya aplicación en la industria contribuyeron a incrementar la producción
económica. Así pues, no existió una única revolución industrial, sino que se van a
denominar revoluciones industriales a aquellos momentos en los que las técnicas de
producción y la tecnología cambian el sistema industrial.
El proceso tuvo su inicio en Inglaterra, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, y
dio lugar a un aumento de la productividad del trabajo humano, es decir, en la cantidad
de bienes (de trigo, de paños…) que cada trabajador podía producir en un tiempo
determinado. Sin embargo, la difusión de las novedades técnicas y la consolidación y
expansión de la sociedad industrial no tuvieron lugar hasta mediados del XIX.
1.2.- Los orígenes de la industrialización.
1.2.1.- Las revoluciones agraria y demográfica.
Durante el siglo XVIII en Gran Bretaña se produce un crecimiento de la población
como consecuencia de una caída progresiva de los índices de mortalidad, debida,
fundamentalmente, a las mejoras en la alimentación, efecto de la revolución agrícola, y
en las condiciones higiénicas. Por tanto, se considera que el crecimiento demográfico
fue primero consecuencia de los cambios económicos, en especial las
transformaciones agrarias, lo que a su vez provocó un aumento de la presión
demográfica, al elevar el número de consumidores y de productores, lo cual se
convirtió en una de las causas de la revolución industrial.
Ilustración 1. Evolución de la población inglesa, 1730-1800.
De entre las principales modificaciones que dieron lugar a la revolución agraria se
pueden destacar:
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El barbecho fue eliminado aplicando un sistema de rotación cuatrienal de
cultivo, conocido como sistema Norfolk. Ello consiste en plantar dos parcelas
con cereales o leguminosas y las otras dos con tubérculos y forrajeras, que son
plantas nitrogenantes y contribuían por tanto a enriquecer el suelo y a
incrementar la producción de forraje. Así se aseguraba la alimentación de la
cabaña ganadera, cuyo estiércol, a su vez, mejoró la fertilidad de la tierra. En
definitiva, supuso un aumento de los rendimientos por hectárea y la
productividad por campesino.
La consolidación de la gran propiedad, que, aunque resultó perjudicial para
el pequeño campesino, acostumbrado a hacer uso de las tierras comunales,
permitió establecer parcelas más grandes y eficientes, aumentó su
productividad. Según las leyes de cercamiento (Enclosure Acts) de finales del
siglo XVIII las tierras comunales pasaron de poder ser utilizadas por los
vecinos, a convertirse en tierras de propiedad privada. Los nuevos propietarios
invertían en ellas, como empresarios que buscan el máximo rendimiento, e
introducían los nuevos métodos de cultivo.
Los cambios tecnológicos producidos en la primera mitad del siglo XVIII,
como la mejora de los arados de hierro Rotherham o la sembradora en hilera
Jethro Tull.
En consecuencia, los efectos causados por la revolución agraria para impulsar la
industrialización fueron:
Al aumentar la producción de alimentos se pudo abastecer a las ciudades
que estaban en continuo crecimiento.
La mayor productividad de los campesinos liberó al campo de mano de obra y
propició el éxodo rural o emigración a las zonas urbanas e industriales.
De los beneficios obtenidos por los grandes propietarios, se podía suministrar
capital para financiar la industrialización.
Ilustración 2. Evolución de la producción de productos agrarios en Gran Bretaña, 1700-1850.
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1.2.2.- Los cambios en el sistema productivo.
La implementación del trabajo a domicilio (domestic system) en Gran Bretaña
permitió que los campesinos complementaran su economía produciendo bienes para
un comerciante que les proporcionaba las materias primas. Este sistema dio paso
posteriormente al factory system, consistente en la concentración de capital,
trabajadores, materias primas y herramientas en un mismo espacio, origen de muchas
fábricas urbanas. Esta concentración permitió a su vez la tecnificación de los
procesos industriales y un mayor rendimiento.
1.2.3.- El desarrollo del comercio.
En Gran Bretaña, desde mediados del siglo XVIII, se intensificaron los intercambios
comerciales entre el campo y la ciudad. Como se ha apuntado anteriormente, los
excedentes de la producción agraria llegaban a las ciudades y éstas suministraban
productos de la industria. Este comercio interior consiguió hacerse más rápido y barato
al mejorarse la red de transportes, tanto por carretera como por la red fluvial. Ésta
última permitía el transporte de mercancías pesadas, como el carbón o el hierro, a
unos costes más bajos.
El desarrollo del comercio exterior fue otro de los desencadenantes de la revolución
industrial. Por ejemplo, Gran Bretaña importaba algodón de la India y de los EE.UU.
para transformarlo en tejido y luego exportarlo a América, Europa y la India. Este
comercio posibilitó una acumulación de capital que podía reinvertirse en la industria.
1.3.- La revolución industrial en Gran Bretaña.
1.3.1.- La mecanización del sector textil.
Las primeras mejoras técnicas se aplicaron al sector textil, concretamente al hilado
y tejido de algodón. Inicialmente, estos ingenios seguían funcionando con fuerza
humana o con fuerza del agua. Así, en 1733 se inventó la lanzadera volante, un telar
que permitía tejer piezas más grandes en menos tiempo, y en 1765 la Spinning Jenny,
una hiladora multibobina que aumentó la productividad notablemente.
Ilustración 3. Consumo de lana y algodón en Inglaterra, 1741-1840.
Desde fines del siglo XVIII la máquina de vapor se adaptó al hilado y al tejido, lo cual
revolucionó a este sector: la producción de tejidos de algodón ingleses se multiplicó
por cien entre 1780 y 1850, mientras que el número de trabajadores en la industria
algodonera se multiplicó por siete. Las innovaciones tecnológicas habían logrado
revolucionar la productividad de la industria textil.
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1.3.2.- Las nuevas fuentes de energía.
Como se ha apuntado anteriormente, lo que permitió elevar la producción de un modo
inimaginable fue la máquina de vapor patentada por el escocés James Watt en 1769.
Consistía en una gran caldera de agua que calentada a altas temperaturas genera un
vapor de agua que produce movimiento, encargado de poner en funcionamiento otras
máquinas. Para el calentamiento del agua era necesaria la hulla, un tipo de carbón,
por lo que aumentó enormemente la demanda de dicho producto.
La máquina de vapor comenzó a utilizarse, como se ha señalado, en la producción de
tejidos, luego en la metalurgia y después se aplicó en los transportes, especialmente
los barcos de vapor y el ferrocarril. A finales del XVIII existían apenas un centenar de
máquinas de vapor, mientras que en 1830 eran más de 15.000.
1.3.3.- El desarrollo de la siderurgia.
Los avances económicos que estaban teniendo lugar en Inglaterra contribuyeron a
impulsar la demanda de productos de hierro, es decir, de la industria siderúrgica. La
revolución agraria requirió más aperos y herramientas de hierro. La industria textil
también necesitaba que se fabricaran máquinas de hilar y de tejer con este material.
También, desde fines del siglo XVIII, comenzó a utilizarse el hierro como material de
construcción de canales, puentes y fábricas.
Los altos hornos, donde se realizaba la fundición del mineral de hierro, necesitaban
grandes cantidades de carbón y por ello las empresas siderúrgicas se concentraban
cerca de los yacimientos hulleros, como los de Lancashire, Yorkshire o las Tierras
Bajas de Escocia. Sin embargo, la hulla no podía emplearse directamente en los altos
hornos, era necesario convertirla previamente en coque, una hulla destilada, por lo
que era necesaria una transformación previa del material.
A partir de los años 40 del siglo XIX la demanda de productos de hierro recibió otro
nuevo empuje que ayudó a consolidar esta industria, como consecuencia de la
construcción del ferrocarril, la mecanización de un gran número de industrias, el rápido
proceso de urbanización y el aumento de la producción militar.
1.3.4.- La revolución de los transportes.
Con la revolución industrial el comercio alcanzó un mayor volumen y ello exigió una
renovación en los medios de transporte. La aplicación de la energía de vapor al
transporte permitió dar el gran salto adelante.
El ferrocarril revolucionó el transporte por su capacidad de carga, rapidez y por la
reducción de los costes del transporte. En el sector minero ya venía utilizándose
vagonetas arrastradas sobre raíles por animales de tiro.
La primera locomotora de vapor, de 1804, se debe a Richard Trevithick y se aplicó
para el transporte de hierro. En 1830 se inaugura la primera línea de ferrocarril
propiamente moderna, la de Manchester a Liverpool, con una locomotora construida
por Stephenson, El ferrocarril se expandió rápidamente fuera de Gran Bretaña, ya que
entre 1830 y 1850 se construyeron 10.000 kilómetros de vías férreas en todo el
mundo.
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La construcción de ferrocarriles exigió grandes inversiones de capital. En Gran
Bretaña los ferrocarriles fueron financiados por compañías privadas, que daban
elevados intereses a sus accionistas. En los demás países europeos, en cambio, el
Estado fomentó la construcción de la red facilitando ayudas financieras a las empresas
constructoras.
Sobre el transporte marítimo, la aplicación de la máquina de vapor a la navegación
se conseguiría a principios del siglo XIX por el ingeniero Robert Fulton. Sin embargo,
hasta finales del siglo XIX, los buques a vapor no lograron imponerse en el transporte
de mercancías a los barcos de vela.
1.3.5.- La financiación del proceso de industrialización.
El éxito de la revolución industrial dependía también de la expansión del comercio y
la creación de un sistema financiero que facilitara la concentración y circulación de
capitales. Por tanto, la industrialización provocó el asentamiento del liberalismo
económico, promulgado por Adam Smith, como sistema económico imperante.
La revolución de los transportes permitió la integración de los mercados nacionales,
así como el incremento del comercio a larga distancia, favorecido en gran parte por
la existencia de los grandes imperios coloniales, como fue el caso de Gran Bretaña.
Por su parte, la industrialización necesitaba grandes inversiones de capital, que en
los primeros momentos provenía de empresas familiares que dedicaban parte de sus
beneficios a la mejora del proceso productivo.
Más tarde la construcción de grandes instalaciones fabriles e infraestructuras de
transporte exigió la concentración de capitales. Así, se crearon sociedades
mercantiles formadas por varios inversores, como la sociedad anónima. Ello provocó
un aumento de la actividad bursátil, así como de la financiación bancaria, y la difusión
del papel moneda.
1.4.- La expansión de la revolución industrial.
1.4.1.- Países europeos.
A mediados del siglo XIX, Gran Bretaña era la primera potencia industrial en
Europa. La segunda, a una gran distancia, era Francia. Dicho país se benefició de la
abundancia de mineral de hierro y carbón. Las principales áreas de desarrollo fueron
Alsacia, Lorena y Lyon.
Por su parte, Bélgica y los Países Bajos iniciaron su industrialización sustentándola
en varios pilares: la posesión de ricos yacimientos de carbón, una agricultura
desarrollada, una buena red de transportes (canales fluviales, marítimos y el
ferrocarril) y un activo comercio. Ello le permitió una apreciable acumulación de
capitales parte de los cuales fueron invertidos en el extranjero.
Prusia cimentó su desarrollo en la abundancia de carbón y hierro, la concentración del
capital financiero en grandes corporaciones bancarias, una importante industria
siderúrgica y la más potente industria química de Europa. La creación de un mercado
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común aduanero en 1834 (Zollverein) con el resto de Estados alemanes homogeneizó
económicamente la fragmentada realidad política.
En cuanto a los países europeos con industrialización más tardía durante el XIX, cabe
destacar los casos de España, Piamonte-Cerdeña, Suecia, Dinamarca, el imperio
austríaco y el imperio ruso. En estos casos, la industrialización fue más
desequilibrada, focalizándose sólo en algunas regiones.
Ilustración 4. La industrialización de los países europeos.
1.4.2.- Países no europeos.
Fuera de Europa, destacó Estados Unidos, que tras la Guerra Civil (1861-1865)
aceleró su industrialización. Las características de la industrialización norteamericana
fueron:
El desarrollo de su agricultura, que sirvió de estímulo a la industria por su alto
grado de mecanización.
El dinamismo del mercado interior, superior al del exterior, a lo que contribuyó
la vasta extensión territorial del país, gracias a la construcción de una compleja
red de ferrocarriles, que permitió y estimuló la conquista del Oeste.
La activa aplicación de innovaciones tecnológicas en el sistema productivo.
Una fuerte concentración empresarial.
Otro país no europeo que comenzó su industrialización en el XIX fue Japón. Dicha
industrialización fue pareja a los cambios sociales y políticos que desmantelaron las
estructuras feudales en el último tercio del siglo XIX. Las primeras fases de la
industrialización nipona fueron asociadas esencialmente a la actividad textil (algodón y
seda).
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2.- Consecuencias sociales de la industrialización.
2.1.- El desarrollo de las ciudades.
2.1.1.- El crecimiento urbano.
Uno de los principales cambios sociales de la revolución industrial fue la
concentración de la población en las ciudades, consecuencia del llamado éxodo
rural. Este fenómeno consistió en el desplazamiento de trabajadores del campo a la
ciudad, debido a la disminución del trabajo agrario y al aumento de la demanda de
trabajadores en las fábricas.
Así, el crecimiento de las áreas urbanas europeas durante el siglo XIX fue
espectacular. La población urbana pasó de un 10% de la población total a un 30%. Las
principales ciudades europeas de la época eran Londres, París, Berlín, Viena y San
Petersburgo, todas ellas con más de un millón de habitantes a finales del XIX.
Sin embargo, la tasa de urbanización europea era muy desigual entre unos países y
otros, y dependía en gran medida de su nivel de industrialización. En el siglo XIX los
países más urbanizados eran, por tanto, Reino Unido, Bélgica, Países Bajos, Prusia y
Francia, con tasas superiores al 50% e incluso el 75%. Países como España, Portugal,
los Estados italianos o Rusia tenían, sin embargo, los niveles de urbanización más
bajos.
2.1.2.- Las desigualdades sociales de la ciudad industrial.
Durante las primeras décadas del siglo XIX, las ciudades industriales europeas
tuvieron un crecimiento muy desordenado, debido a la falta de control y previsión de
los desarrollos urbanísticos provocados por el éxodo rural. Se crearon barrios de
obreros que no contaban con unas condiciones de higiene y salubridad dignas. Los
trabajadores y sus familias se hacinaban en viviendas de mala calidad, pequeñas y
ubicadas muy cerca de las fábricas donde trabajaban, y carecían de los servicios
urbanos básicos, como agua potable, cloacas, iluminación, colegios, hospitales, etc.
En contraste con esto, los barrios burgueses se situaban en el centro de las
ciudades, y contaban con dichos servicios. Por ello, se fue abriendo una brecha
social entre las clases acomodadas y las clases obreras cada vez mayor.
A mediados del XIX surgieron algunas políticas de planificación urbana que
adaptaban los centros urbanos a las nuevas necesidades de la burguesía. Fue el caso
del Plan Haussmann de París, en el que se abrieron avenidas a lo largo del centro
histórico para mejorar los transportes. También fueron significativos los ensanches de
Barcelona, Madrid, Viena o Berlín, barrios de nueva construcción con calles rectas y
anchas que permitían el tráfico rodado y que contaban con los servicios de agua,
alcantarillado e iluminación.
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2.2.- La sociedad de clases.
2.2.1.- De la sociedad estamental a la sociedad clasista.
Con el triunfo del liberalismo y de la industrialización se fue imponiendo una nueva
división social, denominada sociedad de clases, en la que las diferencias entre las
clases derivarán de la desigualdad económica, y no de los privilegios heredados.
Así, la antigua división estamental va a desaparecer, consolidándose, en cambio, una
sociedad clasista.
Así, esta sociedad dio lugar a dos clases sociales antagónicas que, con la difusión de
marxismo, tomarán las denominaciones de burguesía y proletariado.
La primera era la clase “dominante”, la clase alta, la que había impulsado las nuevas
formas económicas propias del sistema capitalista, comprendida por empresarios de la
industria o del sector servicios. La segunda, la clase baja o clase obrera estaba
formada por los obreros industriales que vivían exclusivamente de un salario.
2.2.2.- Las condiciones de vida de la clase obrera.
La revolución industrial significó el aumento de poder de la burguesía y la
consolidación del capitalismo, que tenía como doctrina la propia del liberalismo
económico y social. Esta doctrina defendía que el Estado no debía intervenir en las
cuestiones económicas y sociales y debía dejar que la empresa privada funcionara sin
trabas ni impedimentos. Ello significó que los gobiernos de los Estados industrializados
no protegieran a los trabajadores y originaba profundas desigualdades e injusticias.
La nueva clase obrera comenzó su andadura en una situación de explotación
absoluta: la jornada laboral era de 12 a 14 horas diarias y los salarios eran
insuficientes para mantener una familia, lo que obligaba al trabajo de mujeres y niños,
por un salario inferior al de los hombres.
2.3.- El movimiento obrero: origen y desarrollo.
2.3.1.- La conciencia obrera.
En la sociedad de clases había, al menos en teoría, una movilidad social, pero
ciertamente esa movilidad tenía sus dificultades. Ello determinaba la consolidación
de una clase y la conciencia de pertenecer a la misma. Así, la llamada conciencia
obrera se estableció sobre una identidad de intereses que iban en contra de los de la
clase burguesa o propietaria de los medios de producción.
Poco a poco, los obreros irán tomando conciencia de los abusos de la burguesía e irán
surgiendo movimientos de protesta contra esta situación: aparecen las primeras
asociaciones de obreros o sindicatos, las primeras huelgas, la quema de máquinas
consideradas responsables de la falta de trabajo...
2.3.2.- El ludismo.
La primera reacción de los obreros fue su oposición a las innovaciones técnicas,
por considerarlas responsables del paro y de los bajos salarios. Artesanos y
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trabajadores se rebelaban contra las máquinas destruyéndolas. Este movimiento
recibe el nombre de ludismo, por Ned Ludd, obrero inglés que se puso el frente del
movimiento que, en 1811, emprendió la destrucción violenta de la maquinaria textil.
Además de en Inglaterra, las destrucciones de máquinas alcanzaron a otros países
europeos como Francia, Bélgica, Alemania y España.
2.3.3.- Los primeros sindicatos obreros.
En un principio, las asociaciones de obreros estaban prohibidas. Fue Inglaterra el
primer país en reconocer el asociacionismo obrero en 1824. Las primeras
asociaciones que se crearon fueron las Sociedades de Socorros Mutuos, donde los
mutualistas cotizaban para atender situaciones de accidente, enfermedad o muerte.
En 1825 se crearon las asociaciones de oficios o Trade Unions, en las que los
obreros de un mismo oficio, de una localidad, se organizaban para obtener mejores
condiciones de trabajo. Por tanto, con el nacimiento de las Trade Unions hacía su
aparición el sindicalismo.
2.3.4.- El cartismo.
El movimiento cartista tuvo como objetivo la mejora de la condición obrera través de
la vía parlamentaria. Si los trabajadores constituían la mayoría de la población, se
pensaba que reformando la ley electoral se podría conseguir desde el Parlamento las
necesarias medidas de reforma social. Con ese objetivo, en 1838, la Asociación de
Trabajadores de Londres redactó la Carta del Pueblo con peticiones de tipo político,
para avanzar hacia la democratización del Estado: el sufragio universal, la supresión
del requisito de poseer propiedades para ser elegido diputado y el voto secreto.
Remitida en varias ocasiones al Parlamento, las peticiones de la Carta fueron
continuamente rechazadas.
2.4.- El nacimiento del socialismo.
2.4.1.- El socialismo utópico.
Mientras los trabajadores comenzaban a organizarse, algunos pensadores elaboraban
teorías que pretendían ofrecer otras formas de organizar la sociedad, más justas y
solidarias. Los primeros que desarrollaron estas teorías se llamaron socialistas
utópicos y tuvieron especial importancia en las primeras décadas del siglo XIX.
Charles Fourier (1772-1837), propuso la formación de cooperativas de producción, los
falansterios, donde los obreros podían vivir y trabajar. El inglés Robert Owen (1771-
1858) quiso hacer de su fábrica de Escocia una fábrica-modelo, con reducción de la
jornada laboral, creación de escuelas y de cooperativas de consumo, confiando en que
otros fabricantes adoptarían medidas similares. Por último, Pierre-Joseph Proudhon
(1809-1865), al rechazar el Estado como institución y defender la libre asociación de
los individuos, contribuyó al desarrollo de las ideas anarquistas.
2.4.2.- El marxismo.
Toma el nombre de Karl Marx (1818-1883), quien, en colaboración con su amigo
Friedrich Engels (1820- 1895), escribió diversas obras que constituyen el soporte
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teórico de la ideología socialista. Las de mayor influencia fueron el Manifiesto
comunista, de 1848, y El capital.
Karl Marx decía que el obrero debía unirse para defender sus derechos y conquistar el
poder político a través de una revolución, igual que lo había conquistado la burguesía
en su enfrentamiento contra la aristocracia. Una vez en el poder había que establecer
la dictadura del proletariado, es decir, la dictadura de los obreros en la que se
crearía un Estado obrero, donde se eliminarían las desigualdades y sería el paso
previo para lograr una sociedad sin clases y sin Estado, la sociedad comunista, que
sería el objetivo final de Marx.
Marx advertía que los burgueses se enriquecían al quedarse con parte de los
beneficios que correspondían a los obreros, dado que el salario que percibe el
proletariado es menor de lo que produce, a esto lo llama plusvalía.
Además Marx tiene un concepto de la filosofía y de la historia, considera que la historia
evoluciona por la lucha de clases, siempre hay dos clases enfrentadas: la dominante
y la dominada, y de ese enfrentamiento sale una sociedad distinta. A través de la
revolución obrera, dice, se produciría al fin una sociedad justa con el triunfo de los
obreros, donde nadie explotará a nadie y donde el Estado no será necesario.
2.4.3.- El anarquismo.
Se desarrolla en la segunda mitad del XIX y es una alternativa distinta del marxismo.
Sus principales teóricos fueron: Proudhon, Bakunin y Kropotkin. Aunque no tienen
una ideología tan definida como los socialistas y dentro de ellos hay muchas variantes
ideológicas distinguiremos varios principios:
Rechazo de la propiedad privada y defensa de la propiedad colectivista.
No piensan conquistar el poder del Estado como los marxistas, sino que
desean destruirlo. Y establecer una sociedad igualitaria a partir de la libre
federación de comunas.
El objetivo final era alcanzar la anarquía, una sociedad basada en la libertad
individual, en la propiedad colectiva y en la desaparición de todas las
autoridades.
Los métodos utilizados para llegar a la anarquía fueron muy diversos, y si bien
la mayoría eran pacíficos, otros eran violentos, a través de atentados terroristas
(la “propaganda por los hechos”) contra personalidades y miembros del Estado:
asesinato del zar Alejandro II en 1881, de Cánovas del Castillo en 1897, del rey
de Italia Humberto I en 1900…
2.4.4.- Las internacionales.
Son reuniones de trabajadores de todo el mundo que se realizaron para ponerse de
acuerdo sobre la lucha a seguir y coordinar los esfuerzos de los sindicatos de todos
los países. La primera internacional se celebró en Londres en 1864 y fue impulsada
por Marx, en ella se puso de manifiesto que la liberación del proletariado sólo sería
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obra de los propios trabajadores y que la toma del poder era fundamental. De esta
asociación se saldrían los anarquistas en 1872 al tener objetivos diferentes.
La segunda internacional se celebró en 1889 y en ella se planteó como objetivo
fundamental la colaboración con la burguesía en regímenes democráticos para
mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, el objetivo no era ya la toma
del poder. Ya en el siglo XX los partidarios de seguir con el objetivo inicial de Marx de
conquistar el poder político se separaron y así surgieron los partidos comunistas en
toda Europa.
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Actividades.
1.- Responde a las siguientes preguntas:
¿Qué entendemos por revolución industrial?
¿En qué país comenzó la industrialización?
Explica brevemente las causas del desarrollo de la industrialización.
2.- Define los siguientes conceptos: domestic system, factory system, sociedad
anónima, Enclosure Acts, sistema Norfolk.
3.- Explica de qué manera influyeron las transformaciones agrarias en la
industrialización de Gran Bretaña.
4.- Observa las siguientes pirámides de población, correspondientes a Gran
Bretaña antes y después de la revolución industrial. Describe las diferencias que
existen entre una y otra y analiza por qué se produjeron estos cambios.
5.- Contesta las siguientes preguntas:
¿Qué sector fue pionero en el desarrollo de la revolución industrial?
¿Cómo afectaron las mejoras técnicas a dicho sector?
¿En qué sectores se aplicó la tecnología de la máquina de vapor en la
revolución industrial?
¿Qué supuso la aplicación de dicha tecnología?
6.- Analiza los siguientes mapas relativos a la expansión del ferrocarril en
Europa en los años 1840, 1850 y 1870 y contesta las preguntas.
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¿Qué países fueron pioneros en la construcción de líneas ferroviarias?
¿Por qué crees que tuvo esta expansión en tan poco tiempo?
¿Qué mejoras crees que acarreó la extensión de los ferrocarriles para la
sociedad industrial?
7.- Busca información sobre los siguientes inventores y explica qué aportaron al
desarrollo de la revolución industrial: James Watt, Georges Stephenson, Samuel
Morse, Thomas A. Edison, Daguerre, Alessandro Volta. Rellena una ficha con los
campos que se indican abajo para cada uno de ellos.
Nombre. Nacionalidad. Inventos que realizó. Repercusión de los inventos para la
sociedad industrial:
8.- Contesta las siguientes preguntas:
¿A qué se debió el importante desarrollo urbano durante el siglo XIX?
¿Qué ciudades experimentaron un mayor crecimiento?
¿Qué características tenían los distintos barrios de la ciudad industrial?
9.- Explica los principales problemas que existían en las ciudades industriales
europeas del siglo XIX. ¿Cómo crees que han cambiado las ciudades del siglo
XIX con respecto a las actuales?
10.- Haz un comentario del siguiente texto histórico.
«En la tarde del viernes, alrededor de las cuatro, un numeroso grupo de revoltosos
atacó la fábrica de tejidos pertenecientes a los señores Wroe y Duncroft, en West
Houghton (...), y, encontrándola desprotegida, pronto se apoderaron de ella.
Inmediatamente la incendiaron y todo el edificio con su valiosa maquinaria, tejidos,
etc., fue completamente destruido. Los daños ocasionados son inmensos, habiendo
costado la fábrica sola 6.000 libras. La razón aducida para justificar este acto horrible
es, como en Middleton, el "tejido a vapor". A causa de este espantoso suceso, dos
respetables familias han sufrido un daño grave e irreparable y un gran número de
pobres han quedado sin empleo. Los revoltosos parecen dirigir su venganza contra
toda clase de adelantos en las maquinarias. ¡Cuán errados están! ¿Qué habría sido de
este país sin tales adelantos?»
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Annual Register (periódico inglés), 26 de abril de 1812.
11.- Define los siguientes conceptos: cartismo, socialismo utópico, marxismo,
anarquismo.
12.- Explica las diferencias principales entre la primera y la segunda
internacional y qué facciones o corrientes políticas salieron de cada una de
ellas.