TEMA 7. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1808-1833)Lección 1. La Guerra de la Independencia. 1808-1814

LA GUERRA DE INDEPENDENCIA

Cuando el monarca Carlos IV accedió al trono español (1788) se vio desbordado por la situación creada pola Revolución Francesa (1789). Diversas circunstancias le condujeron a declararle la guerra a Francia en coalición con otras monarquías absolutas europeas: El protagonismo que adquirieron las clases populares en

la Revolución. La muerte en la guillotina de Luis XVI, rey de Francia. El miedo a la expansión revolucionaria le motivó a

paralizar las reformas iniciadas durante el reinado de Carlos III y a alejar del gobierno a los ministros ilustrados.

En el lugar de estos, Carlos IV situaría como primer ministro a Manuel Godoy. La elección del monarca demostraba la absoluta desconfianza del monarca en los círculos nobiliarios de la Corte y el deseo de conseguir a una persona que le ofreciese una fidelidad de la que pudiese estar totalmente seguro.

El motín de Aranjuez

El joven Godoy no inspiraba confianza alguna ente los círculos nobiliarios de la Corte, era odidado por la nobleza y por la Iglesia debido: A sus reformas novedosas. Non entendían que el monarca le eligiese teniendo en cuenta su origen plebeyo. Además,

tampoco podía contar con los Ilustrados después de que fuesen sustituídos por él. Desconfiaban de su decisión de relacionarse con la Francia napoleónica.

Reformas interiores de Godoy: Intentos de desamortización de las tierras eclesiásticas. Reducción de la actividad y el poder de la Inquisición. Promoción de las Sociedades Económicas de Amigos del País. Protección de artistas e intelectuales.

Política exterior de Godoy: Una vez es designado como primer ministro, Godoy duda entre enfrentarse con la poderosa

Francia (ya ocupada por Napoleón y en plena expansión imperial) o intentar pactar con ella para evitar el enfrentamiento con el poderoso ejército napoleónico. Finalmente firmará una serie de alianzas con Francia, convirtiéndose en su aliada, y, por tanto, enemiga de Inglaterra.

La primera derrota importante de la alianza franco-española frente a Inglaterra fue la famosa Batalla marítima de Trafalgar, en la que la mayor parte de su flota fue arrasada.

A pesar de esta circunstancia, la relación franco-española se mantuvo a flote, debido al interés francés en nuestro país. El Emperador Napoleón, incapaz de cerrar los puertos ingleses para asfixiar a su principal enemigo, había optado por declarar, en diciembre de 1806, el Bloqueo Continental contra todos los productos británicos. Pero chocó con Portugal, viejo aliado británico en el continente, que se negó a aplicarlo.

Para poder ocupar Portugal, el Emperador llegó a un acuerdo con el gobierno español, que aceptó firmar el 29 de octubre de 1807 el Tratado de Fontainebleau. Por él, España permitía que un ejército francés atravesara territorio español rumbo a Portugal.

En la noche del 17 al 18 de marzo de 1808 se produjo el llamado Motín de Aranjuez, cuando la nobleza palaciega y el clero, partidarios de Fernando (hijo del monarca Carlos IV), tomaron al asalto el palacio. A la mañana siguiente Godoy fue depuesto, acusado de querer huir con los reyes a América, y detenido. Carlos IV se vio obligado a abdicar, cediendo la Corona a su hijo, no sin antes escribir a Napoleón haciéndole saber los acontecimientos y reclamándole su ayuda para recuperar el trono que le había arrebatado su propio hijo.

Estos sucesos fueron contemplados por Napoleón, que, aprovechando la presencia de sus tropas en España y comprobando la debilidad de la Corte española, concibió un proyecto nuevo con un doble objetivo: Eliminar a la dinastía real borbónica española, que sería sustituida por José I Bonaparte,

hermano suyo. Convertir los territorios españoles al norte del río Ebro en provincias francesas.

Cuando el flamante rey Fernando entró en Madrid, las tropas de elite de Murat (francesas) se encontraban ya en la capital. Durante varias semanas la familia real española fue, de hecho, rehén del general francés. Fernando optó por rehabilitar a sus viejos partidarios mientras destituía a los de Godoy.

Finalmente Napoleón decidió intervenir y envió a Madrid al general Savary, con la misión de convencer a Fernando de que se trasladara hacia el Norte para salir al encuentro del Emperador. Tras dejar en Madrid una Junta de Gobierno, Fernando partió el 10 de abril en un viaje que le llevaría más lejos, llegando a Bayona el 20 de abril. Donde tendrían lugar unas negociaciones vergonzosas en las que Napoleón exigiría sucesivamente la renuncia primero a Fernando y más tarde a sus padres, a quienes había hecho traer días después a la ciudad francesa.

La alarma que había causado la salida de la capital de la familia real provoca un levantamiento el día 2 de mayo en Madrid. Los cuadros de Goya presentan a la perfección el aspecto desarrapado de los resistentes ante unas tropas de elite de Murat quien publicó un bando en el que dejaba claro que a partir de entonces él era la máxima autoridad en la península.

La misma tarde del día 2 el alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, dictaba su famoso bando llamando a las armas contra los franceses. En los días siguientes se difundieron por todo el país tanto las noticias de lo ocurrido en Madrid como las Abdicaciones de Bayona.

Estas abdicaciones consistieron en la renuncia de Fernando en beneficio de sus padres y la de éstos en la Casa Bonaparte (7 de mayo 1808). Napoleón decidió entonces nombrar Rey de España a su hermano José, a la sazón Rey de Nápoles. Pero para entonces la guerra ya había estallado.

Política de José Bonaparte

Sin apenas apoyos, José Bonaparte intentaría una experiencia reformista, que tenía como objetivo acabar con el Antiguo Régimen: A través de la desamortización de las tierras del clero. Desvinculando los mayorazgos y las tierras de manos

muertas. Legislando el fin del régimen señorial. Desarrollando el Estatuto de Bayona, que reconocía la

igualdad de los españoles ante la ley, los impuestos y el acceso a los cargos públicos.

Aboliendo la Inquisición. Iniciando una reforma en la administración.

La resistencia popular

Tras el movimiento espontáneo del pueblo de Madrid frente al francés el 2 de mayo, la población de toda España se levantó contra el invasor, creando un movimiento de resistencia popular que poco a poco fue frenando el avance de las tropas imperiales.

La población reclamaba la defensa contra la invasión francesa y surgieron Juntas de Armamento y Defensa, que actuaban frente al desconcierto de las clases privilegiadas y el ejército tradicional, incapaces de organizar el país frente al vacío de poder creado por la abdicación de los monarcas.

En principio se crearon juntas locales, más adelante las provinciales, que reclamaban la acción de las autoridades y finalmente la Junta Central, que coordinaba la acción contra los franceses.

¿Cómo se organizó la lucha y defensa frente al enemigo francés? A través de cercos y guerrillas: Cercos: consistían en la resistencia de las ciudades

españolas, con la idea de no dejar avanzar al ejército invasor y, de este modo, desgastar las tropas napoleónicas y dar tiempo a la organización de la resistencia en el resto del país.

Guerrillas: son la forma popular más espontánea de resistencia. Burgueses, campesinos, etc., se organizaban con un jefe de cuadrilla al frente para luchar contra los franceses. La guerrilla se basaba en el conocimiento del terreno y el apoyo masivo de la población. Nunca se enfrentaban en campo abierto, sino que actuaban en pequeños grupos, tratando de destruir las instalaciones del ejército francés o asaltar sus cargamentos de abastecimiento de víveres o armas.

Las diferentes fuerzas políticas

La situación que se estaba viviendo en la Península dividía ideológicamente a la población: Afrancesados:

Se trataba de aquella pequeña parte de la población, compuesta por intelectuales, funcionarios y una pequeña parte de la nobleza –la mayoría déspotas ilustrados- que aceptaron el gobierno del nuevo monarca, José Bonaparte.

¿Qué buscaban?: Creían en el reformismo del nuevo monarca para modernizar el país. Consideraban que la monarquía napoleónica era la mejor garantía para evitar

los excesos revolucionarios. Tras la guerra, los que no fueron detenidos, tuvieron que exiliarse.

Frente patriótico (grupo heterogéneo): Clero y nobleza:

En muchas ocasiones fueron los encargados de dirigir la resistencia. Pretendían volver al absolutismo anterior, bajo la monarquía de Fernando VII. Defendían la tradición y la religión católica.

Los Ilustrados liberales (como Jovellanos o Floridablanca): Veían en la guerra el momento de comenzar sus reformas en la figura

del monarca Fernando VII, tratando de compatibilizar la monarquía tradicional con la modernización del país.

La burguesía y otros intelectuales de carácter liberal: Escasos en número, buscaban transformar la España del Antiguo

Régimen en una sistema liberal-parlamentario, basado en: La consecución de la soberanía nacional. División de poderes. Promulgación de una Constitución. Abolición de los privilegios estamentales y gremiales, para tratar

de acceder a capitalismo. Una gran parte de la población, al margen de posicionamientos

ideológicos, concibió la guerra como un movimiento de defensa contra el invasor y se mostró claramente afín a la vuelta del monarca Fernando VII y el restablecimiento del poder de la Iglesia Católica.

El curso de la Guerra

Para Napoleón, la invasión de Portugal era sólo una su proyecto de invasión total de la Península, y para conseguirlo dispuso sus tropas estratégicamente en Barcelona, Vitoria y Madrid, para que, al desplegarse, fuesen ocupando toda la Península. Sin embargo, Napoleón no contaba con la enorme obstinación popular con la que se encontró, sino con una España frágil, sin mando ni iniciativa.

La resistencia del pueblo durante meses en Girona/Gerona y Zaragoza frenaron el avance de las tropas hacia el Levante y la derrota de Bailén en julio de 1808 impidió la toma de Andalucía y obligó a replegarse a los soldados napoleónicos más allá del Ebro y a abandonar la ciudad de Madrid.

Esta derrota de José Bonaparte obligó a Napoleón a tomar cartas en el asunto y en otoño de 1808 tomó Madrid y comenzó a controlar ciudades, villas y caminos peninsulares. A partir de ese momento, la guerrilla fue la única fuerza de resistencia frente al invasor.

A partir de 1812 la guerra comenzó a ser desfavorable para los franceses. La campaña rusa de napoleón le obligó a desplazar a allí a gran parte de su ejército y, aprovechando las circunstancias, las fuerzas españolas, apoyadas por un ejército británico al mando del general Wellington, comenzaron a aislar a los franceses. Incapaz de mantener los dos frentes, Napoleón pactó el fin del conflicto con los españoles (Tratado de Valençay) y a finales de 1813, sus tropas comenzaron a abandonar el territorio español.