TEMA DE LA CUBIERTA: Ven al templo,...

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LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS • OCTUBRE DE 2007 TEMA DE LA CUBIERTA: Ven al templo, pág. 14 Valió la pena esperar siete años, pág. 29 Mi hermano no va a la Iglesia, pág. A12

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L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • O C T U B R E D E 2 0 0 7

TEMA DE LA CUBIERTA:

Ven al templo, pág. 14Valió la pena esperar siete años, pág. 29

Mi hermano no va a la Iglesia, pág. A12

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LIAHONA, OCTUBRE DE 2007

IDEAS PARA LA NOCHE DE HOGAR

Estas sugerencias para la

enseñanza se pueden

usar tanto en el salón

de clases como en el ho-

gar. Si lo desea, adapte

estas ideas a las necesi-

dades de su familia o

de su clase.

“Ven al templo”, pág. 14:Utilizando el artículo, haga una lista de las ordenanzas que se rea-lizan en el templo y analice lasbendiciones de la adoración en el templo. Compartan ideas sobrela forma de prepararse para asistiral templo.

“Cómo perseverar hasta el prin-

cipio,” pág. 29: Prepare el refrigeriofavorito de su familia y póngalo

donde todos puedan verlo yolerlo. Dígales que aunque

tal vez deseen comerlode inmediato, tendránque esperar. Cuente el

relato de María y compare su ex-periencia de esperar para bautizar-se y recibir la confirmación con elhecho de esperar para comer algodelicioso.

“Para la fortaleza de ustedes”,

pág. 32: Una semana antes, pida acada miembro de la familia que

P A R A L O S A D U L T O S2 Mensaje de la Primera

Presidencia: Nos marcaron el camino a seguir PresidenteThomas S. Monson

8 Una tierra de templos donde los corazones se vuelven a los padres Adam C. Olson

14 Ven al templo Presidente Boyd K. Packer

25 Mensaje de las maestras visitantes:Seamos un instrumento en las manos de Dios al prepararnos para la segunda venida de nuestro Señor

26 La alfabetización mejora la vida de las personas32 Para la fortaleza de ustedes: Una conversación con la

Presidencia General de las Mujeres Jóvenes40 Cómo ayudar a los que se debaten con la atracción hacia los de

su mismo sexo Élder Jeffrey R. Holland

44 Voces de los Santos de los Últimos DíasLa memoria de tío Gilberto Esther Labibe de BerubenUna invitación para ir a la iglesia Stephen Baer¿Quién me dio vuelta la cabeza? Hildo Rosillo FloresUna oración con el maestro orientador Judy Stone

48 Comentarios

EN LA CUBIERTAAdelante: Fotografía por Laureni Fochetto, tomada con modelos. Atrás: Fotografías de izquierda a derecha: Templode Seúl, Corea, por Floyd Holdman; Templo de Copenhague, Dinamarca, y estatua del ángel Moroni por CraigDimond; Templo de Accra, Ghana, por Norman Childs; Templo de Washington, D.C., por Christina Smith.

CUBIERTA DE AMIGOSIlustración por Steve Kropp.

Una tierra de templos donde los corazones se

vuelven a los padres

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LIAHONA, octubre de 2007Vol. 31, Número 10 00790-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, en el idioma español.La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. FaustEl Quórum de los Doce Apóstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring, Dieter F. Uchtdorf, David A. BednarEditor: Jay E. JensenAsesores: Gary J. Coleman, Yoshihiko Kikuchi, Gerald N. Lund, W. Douglas ShumwayDirector administrativo: David L. FrischknechtDirector editorial: Victor D. CaveEditor principal: Larry HillerDirector de artes gráficas: Allan R. LoyborgEditor administrativo: R. Val JohnsonEditora administrativa auxiliar: Jenifer L. GreenwoodEditores adjuntos: Ryan Carr, Adam C. OlsonEditora auxiliar: Susan BarrettPersonal de redacción: Christy Banz, Linda Stahle Cooper,David A. Edwards, LaRene Porter Gaunt, Carrie Kasten,Melissa Merrill, Michael R. Morris, Sally J. Odekirk, Judith M.Paller, Vivian Paulsen, Jennifer Rose, Don L. Searle, Richard M. Romney, Janet Thomas, Paul VanDenBerghe,Julie Wardell, Kimberly WebbSecretaria principal: Monica L. DickinsonGerente de mercadotecnia: Larry HillerDirector administrativo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de producción: Jane Ann PetersPersonal de diseño y de producción: Cali R. Arroyo,Collette Nebeker Aune, Howard G. Brown, Julie Burdett,Thomas S. Child, Reginald J. Christensen, Kathleen Howard,Eric P. Johnsen, Denise Kirby, Ginny J. Nilson, Randall J.PixtonDirector de impresión: Craig K. SedgwickDirector de distribución: Randy J. BensonCoordinación de Liahona: Enrique Resek, Diana R. TuckerPara saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del barrioo de la rama.Los manuscritos y las preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; o por correo electrónico a: [email protected] (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, bisiama, búlgaro, camboyano, cebuano, coreano,croata, checo, chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji, finlandés, francés, griego, haitiano, hindi, holandés,húngaro, indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés,kiribati, latvio, lituano, malgache, marshallés, mongol,noruego, polaco, portugués, rumano, ruso, samoano, sinalés, sueco, tagalo, tailandés, tahitiano, tamil, telugu,tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuencia delas publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)© 2007 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre queno sea con fines de lucro. El material visual no se puedecopiar si aparecen restricciones en la línea de crédito delmismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto sedeben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correo electrónico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.lds.org. Si lo desea, pulse “Gospel Library”, luego“PDF”. Ahora haga clic en la cubierta que está debajo deLiahona “International” y después pulse “Select a language”.Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número 5199,expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993.“Liahona” © es nombre registrado en la Dirección deDerechos de Autor con el número 252093. Publicaciónregistrada en la Dirección General de Correos número100. Registro del S.P.M. 0340294 características218141210.For readers in the United States and Canada:October 2007 Vol. 31 No. 10. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription price is $10.00 per year; Canada, $12.00 plus applicable taxes.Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah. Sixty days’notice required for change of address. Include address label from a recent issue; old and new address must be included. Send USA and Canadian subscriptions to SaltLake Distribution Center at the address below. Subscriptionhelp line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa,MasterCard, American Express) may be taken by phone.(Canada Poste Information: Publication Agreement#40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368, Salt Lake City, UT 84126-0368

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TEMAS EN ESTE NÚMERO

A=Amigos

Alfabetismo, 26

Atracción hacia el mismo

sexo, 40

Conocimiento, A8

Desafíos, 29, 40, 47, A6

Educación, 26, A8

Escrituras, 38, A8

Familia, A10

Fe, 2, 22, 29, A14

Hermanamiento, 29,

45, A12

Historia familiar, 8, 44, 46

Humor, A6

Jesucristo, 2, 22, 25, 40

Kimball, Spencer W., A6

Maestras visitantes, 25

Normas, 32

Obediencia, 2, 19, 32

Obra del templo, 8, 14, 47

Obra misional, 19, 29, 38,

A4, A11

Oración, 29, 47

Ordenanzas, 14

Orientación familiar, 6, 47

Paciencia, 29

Para la fortaleza de la ju-

ventud, 32

Plan de salvación, 40

Preparación, 25

Primaria, A4

Programas para los

jóvenes, 29, 32

Sacerdocio Aarónico, A14

Segunda Venida, 25

Servicio, 45, 47, A2

Sigamos a los

profetas, 2, 19

Testimonio, 19, A4

L IAHONA O CT UB RE DE 2007 1

prepare un breve mensaje sobreuna de las normas que se describenen Para la fortaleza de la juven-

tud. Después de que cada uno pre-sente su discurso, elija una o dosnormas en las que la familia trataráde mejorar durante esa semana.

“El carrito vacío”, pág. A2:Antes de la lección, escriba en untrozo de papel el nombre de cadauno de los miembros de la familia.Cuente el relato del presidenteJames E. Faust y analicen las pre-guntas que están al final del artícu-lo; luego, que cada uno seleccioneuno de los trozos de papel.

Explíqueles que durante la semanadeben buscar la forma de prestarservicio anónimamente a la personacuyo nombre sacaron.

“Falta Michael”, pág. A12: Leanel relato y hablen de la forma enque Natalie ayudó a su hermano.Pida a los miembros de la familiaque busquen 1 Juan 4:21 y analicenlo que significan las palabras “ame…a su hermano”. Si lo desea, ayude alos niños a escribir una nota a otroniño que no asista a la Iglesia conregularidad; podrían también invi-tarlo a asistir a la Primaria o a la pró-xima actividad de esa organización.

A M I G O S : P A R A L O S N I Ñ O SA2 Ven y escucha la voz de un profeta:

El carrito vacío Presidente James E. Faust

A4 Tiempo para compartir: Cuán grande será vuestro gozo Elizabeth Ricks

A6 De la vida del presidente Spencer W. Kimball:Vencer los desafíos

A8 Entre amigos: La gloria de Dios es la inteligencia Élder David A. Bednar

A10 Canción: El hogar Caroline Eyring Miner y K. Newell Dayley

A11 Página para colorearA12 Falta Michael

Sheila Kindred

A14 De amigo a amigo:Una gran fe—Yondonjamts, deUlaanbaatar, MongoliaDon L. Searle y Julie Wardell

FaltaMichael

A12

Cómo perseveré hasta el principio

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P A R A L O S J Ó V E N E S19 Un testimonio de los

profetas Élder Claudio R. M. Costa

22 Preguntas y respuestas: Un día leí 1 Nefi 7:12, dondedice que el Señor tiene poder de hacer todas las cosas por nosotros si ejercemos fe en Él. ¿Cómoejercemos la fe en Cristo?

29 Cómo perseveré hasta elprincipio Maria Kaneva

38 Un libro excepcional, una respuesta excepcionalGrigor A. Tadevosyan

49 Póster: Paz en la tierra

BORD

E ©

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.

A medida que busques el anillo HLJ de Mongolia que

está escondido en este ejemplar, piensa en algo que puedas

hacer para compartir tu testimonio con

otra persona.

Te quiero

mucho!

19 Un testimoniode los profetas

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L IAHONA O CT UB RE DE 2007 3

POR EL PRES IDENTE THOMAS S. MONSONPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Hace muchos años admiré la cubiertade una de las publicaciones de nues-tra Iglesia en la que aparecía una mag-

nífica fotografía de un cuadro de Carl Bloch.La escena que el artista captó en su imagina-ción y que, con la ayuda del Señor, reprodujoen el lienzo, representaba a Elisabet, la espo-sa de Zacarías, recibiendo a María, la madrede Jesús. Ambas iban a dar a luz varones, losdos de nacimiento milagroso.

Al hijo que le nació a Elisabet se le conociócomo Juan el Bautista. Lo mismo que pasacon Jesús, el hijo de María, ocurre con Juan:muy poco se registró de sus años de creci-miento. Todo lo que sabemos de la vida deJuan, desde su nacimiento hasta su ministeriopúblico, está encerrado en una sola cláusula:“Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; yestuvo en lugares desiertos hasta el día de sumanifestación a Israel”1.

El mensaje de Juan era breve; predicó lafe, el arrepentimiento, el bautismo por in-mersión y el otorgamiento del EspírituSanto por medio de una autoridad superiora la que él poseía. “Yo no soy el Cristo”, de-claró a sus fieles discípulos, “sino que soyenviado delante de él”2. “Yo a la verdad osbautizo en agua; pero viene uno más pode-roso que yo… él os bautizará en EspírituSanto y fuego”3.

Después tuvo lugar el bautismo de Cristopor Juan el Bautista. Más adelante, Jesús

testificó: “Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan elBautista”4.

Todos necesitamos ejemplos, modelos aseguir. Juan el Bautista nos proporciona unejemplo perfecto de verdadera humildad, porhaberse sometido siempre a Aquel que ven-dría después: el Salvador de la humanidad.

Modelos de fe

El hecho de saber de otras personas queconfiaron en Dios y siguieron sus enseñanzassusurra a nuestra alma las palabras: “Estadquietos, y conoced que yo soy Dios”5. Alguardar Sus mandamientos con firmeza yconfiar en Él, fueron bendecidas. Si segui-mos el ejemplo que nos dejaron, nosotrostambién seremos bendecidos. Cada uno deellos es un modelo que debemos seguir.

A todos nos gusta el hermoso relato deAbraham e Isaac que se encuentra en laBiblia. Cuán terriblemente difícil debió dehaberle sido a Abraham tomar a su amadoIsaac, obedeciendo el mandamiento de Dios,y llevarlo a la tierra de Moriah para presentar-lo allí como holocausto. ¿Se imaginan lo ape-sadumbrado que tendría el corazón mientrasjuntaba la leña para el fuego y emprendía lajornada al lugar señalado? No hay duda deque el dolor le agobió el cuerpo y atormentóla mente cuando “ató a Isaac… y lo puso enel altar sobre la leña.

Nos marcaron el camino a seguir

M E N S A J E D E L A P R I M E R A P R E S I D E N C I A

El hecho de saber de otras personasque confiaron enDios y siguieron Susenseñanzas susurraa nuestra alma laspalabras: “Estadquietos, y conocedque yo soy Dios”. Siseguimos el ejemploque nos dejaron,nosotros tambiénseremos bendecidos.Cada uno de ellos es un modelo quedebemos seguir.

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“Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.” ¡Qué glo-riosa la declaración que oyó y con cuánta admiración debió de haberla recibido! “Noextiendas tu mano sobre el muchacho, ni lehagas nada; porque ya conozco que temes aDios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”6.

Abraham reúne los requisitos como mode-lo de obediencia intachable.

Si alguno de nosotros piensa que no le esposible superar sus dificultades, debe leer so-bre Job; al hacerlo, sentimos que “si Job pudosoportar y superar lo que le pasó, yo tambiénpuedo”.

Job era un “hombre perfecto y recto, te-meroso de Dios y apartado del mal”7. Piadosoy próspero, tuvo que enfrentar una prueba

que habría destruido a cualquier otro.Después de ser despojado de sus posesiones,menospreciado por sus amigos, afligido consufrimiento y destrozado por haber perdido asu familia, se le dijo: “Maldice a Dios, y mué-rete”8. Él resistió esa tentación y, desde loprofundo de su alma noble, declaró: “He aquí

que en los cielos está mi testigo, y mi testimo-nio en las alturas”9. “Yo sé que mi Redentorvive”10.

Job se convirtió en un modelo de pacien-cia ilimitada. Hasta el día de hoy nos referi-mos a alguien que haya sufrido conlonganimidad diciendo que “tiene la pacien-cia de Job”. Él nos ha dado un ejemplo quedebemos seguir.

Obedecer y vivir

El profeta Noé era un “varón justo… per-fecto en sus generaciones”, que “con Dioscaminó”11. Habiendo sido ordenado al sacer-docio a temprana edad, “se convirtió en pre-dicador de la rectitud y declaró el Evangeliode Jesucristo… enseñando fe, arrepenti-miento, bautismo y la recepción del Espíritu

Santo”12. Advirtió a la gente que elno prestar atención a su mensajeacarrearía inundaciones sobre losque escucharan su voz y, a pesar deello, no obedecieron sus palabras.

Noé obedeció el mandato deDios de construir un arca para queél y su familia se libraran de la des-trucción; siguiendo instruccionesde Dios llevó al arca una pareja omás de toda criatura viviente a finde que también se salvaran de lasaguas.

El presidente Spencer W. Kimball(1895–1985) dijo en una conferen-cia general, hace más de medio si-glo: “Y como aún no habíaevidencias de lluvia ni de diluvio…sus amonestaciones se considera-

ron irracionales… ¡Qué absurdo construir unarca en tierra seca, mientras el sol brillaba y lavida transcurría normalmente! Pero el tiempode gracia se acabó… vino el diluvio y los de-sobedientes… se ahogaron. El milagro delarca fue el resultado de la fe que se manifestóal construirla”13.

4

Noé tuvo unafe inquebran-table para

obedecer los manda-mientos de Dios.Ojalá que siemprehagamos lo mismo…la lección más gran-de que podemosaprender en la tie-rra es que cuando Élnos habla y le obede-cemos, siempre hare-mos lo correcto.

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Noé tuvo una fe inquebrantablepara obedecer los mandamientos deDios. Ojalá que siempre hagamos lomismo. Recordemos que muchas ve-ces la sabiduría de Dios parece tonte-ría para el hombre; pero la lecciónmás grande que podemos aprenderen la tierra es que cuando Él nos ha-bla y le obedecemos, siempre hare-mos lo correcto.

Rut es un modelo de la mujerideal. Al percibir la gran congoja desu suegra Noemí, que había perdido a susdos buenos hijos, sintiendo quizás el dolorde la desesperación y soledad que la afligíanen lo más profundo de su alma, Rut pronun-ció lo que ha llegado a ser una clásica decla-ración de lealtad: “No me ruegues que tedeje, y me aparte de ti; porque a donde-quiera que tú fueres, iré yo, y dondequieraque vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pue-blo, y tu Dios mi Dios”14. Las acciones deRut demostraron la sinceridad de sus palabras.

Debido a su firme lealtad hacia Noemí, Ruthabía de casarse con Booz, por lo cual ella, laextranjera y conversa moabita, llegó a ser bi-sabuela de David y, por lo tanto, un antepasa-do de nuestro Salvador Jesucristo.

Modelos de obediencia

Me voy a referir ahora a Nefi, un extraordi-nario profeta del Libro de Mormón, hijo deLehi y Saríah. Era fiel y obediente a Dios, va-liente y audaz. Cuando se le dio la difícil tareade obtener las planchas de bronce de Labán,no murmuró sino que dijo: “Iré y haré lo queel Señor ha mandado, porque sé que él nun-ca da mandamientos a los hijos de los hom-bres sin prepararles la vía para que cumplanlo que les ha mandado”15. Ese acto de valortal vez haya inspirado estas palabras de consejo de una estrofa del himno “La barrade hierro”:

A Nefi, un profeta fiel…

Dios una barra le mostró

en una gran visión.

La barra de hierro firme es.

Asidla sin cesar.

La barra es la palabra de Dios;

a salvo nos puede guiar16.

Nefi fue un ejemplo de constante determi-nación.

Ninguna descripción de modelos a seguirestaría completa sin incluir a José Smith, elprimer Profeta de esta dispensación. Consólo catorce años, este valiente jovencito seinternó en una arboleda, a la que más tardese calificaría de sagrada, y recibió una res-puesta a su oración sincera.

A continuación, José fue objeto de una en-carnizada persecución al hacer saber a otraspersonas el relato de la gloriosa visión quehabía recibido en aquel bosque. No obstante,a pesar de que se le ridiculizó y menospreció,permaneció firme, y dijo: “…había visto unavisión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; yno podía negarlo, ni osaría hacerlo”17.

Paso a paso, enfrentando la oposición casiconstantemente pero siempre guiado por lamano del Señor, José organizó La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últimos Días.En todo lo que hizo demostró su valor.

Hacia el final de su vida, cuando los con-ducían a él y a su hermano Hyrum a la cárcel

Hoy se encuen-tra entre no-sotros otro

profeta de Dios,nuestro amado pre-sidente Gordon B.Hinckley. Él se ha es-forzado incansable-mente por llevarbendiciones sagra-das a los miembrosde la Iglesia de todoel mundo.

L IAHONA O CT UB RE DE 2007 5

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de Carthage, enfrentó con valor lo que, sin duda, sabía quele esperaba, y selló su testimonio con su sangre.

Al hacer frente a las pruebas de la vida, ojalá que siem-pre emulemos el valor que demostró el profeta JoséSmith.

Un modelo de optimismo

Hoy se encuentra entre nosotros otro profeta de Dios,nuestro amado presidente Gordon B. Hinckley, que hapresidido la expansión más grande en la historia de laIglesia, tanto numérica como geográficamente. Él ha atra-vesado fronteras que ningún presidente de la Iglesia habíacruzado jamás, y se ha reunido con líderes de gobierno ycon miembros por todo el mundo. Su amor por la gentetraspasa las barreras de idiomas y culturas.

Con visión profética, ha instituido el Fondo Perpetuopara la Educación, el cual pone fin al ciclo de pobreza denuestros miembros en muchas partes del mundo y pro-porciona conocimientos y capacitación que preparan a losjóvenes de ambos sexos para obtener un buen empleo.Ese plan inspirado ha encendido la luz de esperanza en losque pensaban que se hallaban condenados a vivir en la me-diocridad y que ahora tienen la oportunidad de un futuromejor.

El presidente Hinckley se ha esforzado incansablemen-te por llevar bendiciones sagradas a los miembros de laIglesia de todo el mundo al construir templos que estén alalcance de todos. Él tiene la capacidad de levantar a unplano más elevado a personas de toda condición social,sea cual sea su afiliación religiosa. Es un modelo de incan-sable optimismo, y lo veneramos como Profeta, Vidente yRevelador.

Las cualidades singulares que poseen los hombres y lasmujeres que he mencionado serán de invalorable ayudapara nosotros cuando hagamos frente a los problemas y alas pruebas que nos esperen. Para ilustrar este punto, qui-siera mencionar la experiencia por la que pasó la familiaPollard, de Oakland, estado de California.

La fe de una familia

Hace unos años, cuando el élder Taavili Joseph SamuelPollard se dirigía a la oficina de la misión el último día desu misión en Zimbabwe, el auto en el que viajaba viró sincontrol y chocó contra un árbol. Un transeúnte pudo

6

I D E A S PA R A L O S M A E S T R O SO R I E N TA D O R E S

Una vez que estudie este mensaje con ayuda de la oración, presén-telo empleando un método que fomente la participación de las perso-nas a las que enseñe. A continuación, se citan algunos ejemplos:

1. Pida a los miembros de la familia que dibujen algo que no co-nozcan bien (por ejemplo, el mapa de un país lejano o una flor exóti-ca). Luego muéstreles una foto o lámina del objeto y pídales otra vezque lo dibujen. ¿De qué forma nos ayudan los modelos? Repita o lealas palabras del presidente Monson al referirse a los profetas comomodelos para nosotros. Cuente una experiencia personal que ilustrela manera en que el ejemplo de un profeta le haya ayudado.

2. Pregúnteles: “¿A quiénes siguen las personas del mundo ac-tualmente? ¿Qué cualidades poseen esos hombres y mujeres?”Compare los ejemplos de rectitud que se mencionan en el artículocon los ejemplos del mundo. Exhorte a la familia a elegir y emular unrasgo espiritual que hayan ejemplificado esos hombres y mujeres deintegridad.

3. Si la familia tiene niños pequeños, haga que ellos imiten susacciones, como por ejemplo, aplaudir, asentir con la cabeza, etc.Analicen la importancia de seguir el ejemplo de otra persona. Pida ala familia que piensen en ejemplos de rectitud y emplee el artículopara complementar sus respuestas. Termine con el testimonio queexpresa el presidente Monson de Jesucristo como el más grandiosoejemplo que debemos seguir.

rescatar a su compañero, pero el élder Pollard, que estabainconsciente, quedó atrapado en el vehículo, que estallóen llamas, y pereció. Su madre había fallecido ocho añosatrás, por lo que el padre estaba criando solo a su familia.Uno de sus hermanos prestaba servicio en la Misión de lasIndias Occidentales.

Cuando el padre se enteró de la muerte del élderPollard, ese hombre humilde que ya había perdido a la es-posa llamó al hijo que estaba en la Misión de las IndiasOccidentales para darle la noticia de la muerte de su her-mano. Por aquella línea de larga distancia, el hermanoPollard y su hijo, indudablemente llenos de dolor y angus-tia, cantaron juntos “Soy un hijo de Dios”18. Antes de termi-nar la llamada, el padre ofreció una oración a nuestroPadre Celestial, dándole gracias por Sus bendiciones y su-plicando Su consuelo divino.

Más adelante, el hermano Pollard comentó que sabíaque su familia estaría bien, porque todos tienen firmes tes-timonios del Evangelio y del plan de salvación.

Mis hermanos y hermanas, al pasar por la vida terre-nal y enfrentar las pruebas y dificultades del futuro enesta maravillosa dispensación del cumplimiento de los

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tiempos, recordemos los ejemplos de estosmodelos a seguir. Que tengamos la sincerahumildad de Juan el Bautista, la obedienciaincondicional de Abraham, la paciencia ili-mitada de Job, la inquebrantable fe de Noé,la invariable lealtad de Rut, la constante de-terminación de Nefi, el denodado valor deJosé Smith y el optimismo infalible del pre-sidente Hinckley. Esas características seránun baluarte de fortaleza en el transcurso denuestra vida.

El Ejemplo supremo

Que siempre nos guíe el Ejemplo supre-mo, el hijo de María, el Salvador Jesucristocuya vida proporcionó el modelo perfectoque debemos seguir.

Nacido en un establo, acunado en un pe-sebre, descendió de los cielos paravivir en la tierra como un ser mortaly para establecer el reino de Dios.Durante Su ministerio terrenal, Élenseñó a los hombres una ley másalta. Su glorioso Evangelio reformólas ideas del mundo. Bendijo a losenfermos, hizo que el cojo camina-ra, que el ciego viera y que el sordooyera. Incluso levantó muertos paraque volvieran a vivir.

¿Y cómo reaccionaron a Su men-saje de misericordia, a Sus palabrasde sabiduría, a Sus lecciones de lavida? Hubo unos pocos escogidosque lo apreciaron, le lavaron los pies,aprendieron Su palabra, siguieron Su ejemplo.

Pero también hubo muchos quelo negaron. Cuando Pilato les preguntó:“¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado elCristo?”19, gritaron: “¡Crucifícale!”20. Se burla-ron de Él; le dieron a beber vinagre; lo inju-riaron; lo golpearon con una caña; leescupieron encima y lo crucificaron.

A través de las generaciones, el mensaje de

Jesús ha sido el mismo. En las orillas del her-moso mar de Galilea, a Pedro y a Andrés lesdijo: “Venid en pos de mí”21. Llamó a Felipede antaño, diciendo: “Sígueme”22. Al publica-no que estaba sentado al banco de los tribu-tos públicos dio la instrucción: “Sígueme”23. Ya ustedes y a mí, con sólo escuchar, nos llega-rá esa misma invitación: “Venid en pos demí”. Que todos podamos hacerlo y cosecharlas recompensas eternas reservadas paraaquellos que sigan el camino que Él marcócon Su vida ejemplar. ■

L IAHONA O CT UB RE DE 2007 7

A través de lasgeneraciones,el mensaje

de Jesús ha sido elmismo: “Venid enpos de mí”.

NOTAS1. Lucas 1:80.2. Juan 3:28.3. Lucas 3:16.4. Mateo 11:11.5. Salmos 46:10.6. Génesis 22:9–10, 12.

7. Job 1:1.8. Job 2:9.9. Job 16:19.

10. Job 19:25.11. Génesis 6:9.12. Bible Dictionary,

“Noah”, págs. 738–739.13. En Conference Report,

oct. de 1952, pág. 48.

Historia 1:25.18. Naomi W. Randall

(1908–2001), Himnos,Nº 301.

19. Mateo 27:22.20. Marcos 15:13.21. Mateo 4:19.22. Juan 1:43.23. Lucas 5:27.

14. Rut 1:16.15. 1 Nefi 3:7.16. Joseph L. Townsend

(1849–1942), Himnos,Nº 179.

17. José Smith–

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P O R A D A M C . O L S O NRevistas de la Iglesia

En 1971, cuando los miembros o los misioneros hablaron de sus respectivosbautismos con Li, Chiun-tsan, quien se

preparaba para su propio bautismo, le descri-bieron una experiencia potente y vivificante.Por eso, la debilidad abrumadora que el her-mano Li sintió al salir de las aguas bautisma-les no era lo que él esperaba y, por cierto, se trataba de algo fuera de lo común.

Después de haber aceptado el cristianismovarios años antes y de haber sido bautizado yconfirmado a los diecisiete años en Taipei,Taiwán, el hermano Li no encontró la paz quebuscaba hasta que el Libro de Mormón letocó el corazón.

“Sentí el Espíritu muy fuerte”, dice. “ElEspíritu Santo me dijo que ésta era la Iglesiaverdadera”.

Por ese motivo, no podía comprender porqué se sentía tan débil ahora que era miem-bro de la Iglesia, y oró para averiguar cuál erala causa de esa pérdida repentina de fortale-za. La inesperada respuesta que recibió mar-có el curso de su vida.

“Iba a hallar fortaleza a medida que busca-ra a mis antepasados para llevar a cabo laobra del templo por ellos”, fue la inspiraciónque recuerda haber recibido del Espíritu.

En el transcurso de más de treinta y cincoaños que han pasado, el hermano Li, miem-bro del Barrio Hu Wei, Estaca Chung Hsing,

Taiwán, se ha dedicado a la historia familiar y a la obra del templo. Él y su esposa, Li-hsueh, han averiguado los orígenes de sufamilia, remontándose a casi 5.000 años, hasta el Emperador Amarillo Huang Ti, que segúnse dice es el antepasado de todos los chinosHan; y han enviado al templo más de 100.000nombres.

“La historia familiar puede resultar abruma-dora a veces”, comenta el hermano Li, “peroel deseo de bendecir a nuestros antepasadosse ve ricamente recompensado”.

Las experiencias de los Santos de los Últi-mos Días de Taiwán dan testimonio de lasbendiciones que se reciben al participar en lasresponsabilidades de la historia familiar y laobra del templo, que están estrechamente entrelazadas.

Una tierra de templos

Taiwán es una tierra de muchos y variadostemplos, donde el honrar a los antepasados esparte de una historia larga y abundante y don-de muchas familias llevan registros mediantelos cuales averiguan su línea patriarcal, remon-tándose a muchas generaciones. En innume-rables templos y santuarios tradicionales seencuentran lugares donde la gente cree quepuede conectarse con sus antepasados; esosedificios cuidadosamente tallados, algunos decientos de años, se encuentran por todos losrincones de la concurrida Taipei y parecensurgir repentinamente entre la abundante

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Los templos y los san-

tuarios tradicionales

abundan en Taiwán,

una tierra en donde la

honra a los antepasa-

dos ha sido una parte

importante de la vida

desde mucho tiempo.

El Templo de Taipei,

Taiwán (arriba, y en el

inserto de la página

opuesta), ofrece a los

miembros, como a la

familia Li (en el inser-

to de la página

opuesta), un lugar

donde el honrar a los

antepasados encierra

un significado eterno.

Una tierra de templosdonde los corazones sevuelven a los padres

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L IAHONA O CT UBRE DE 2007 9

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vegetación que cubre las tranquilas campiñas.“Las creencias tradicionales de nuestra gente hacen mu-

cho hincapié en los antepasados”, explica el hermano Li.“El volver el corazón hacia nuestros padres es parte denuestra cultura”.

Aunque la mayoría de la gente utiliza esos templos tradi-cionales con el fin de obtener bendiciones de sus antepa-sados, en Taiwán hay un templo diferente en el que laspersonas brindan bendiciones para sus antepasados pormedio de las ordenanzas del Evangelio restaurado.

Desde que el Templo de Taipei, Taiwán, se dedicó en1984, ha ofrecido a los miembros de la Iglesia la oportuni-dad de obtener bendiciones para sí y, por brindar la oportu-nidad de bendecir a sus parientes muertos, también hadado un significado eterno a sus registros de historia familiar.

Una conexión especial

Al igual que la familia Li, la familia Wu también ha descu-bierto que los orígenes de su familia se remontan hasta elEmperador; al hacerlo, descubrieron que los hijos de losWu eran parte de la generación 150 a partir de aquél. Lahistoria captó la atención de los medios de comunicacióny, en 2005, Wilford Wu, que tenía diecinueve años, fue se-leccionado para representar a los jóvenes de Taiwán duran-te una ceremonia anual en el sepulcro tradicional delEmperador Amarillo.

Para los Wu, que son miembros del Barrio Ching Hsin,de la Estaca Taipei Taiwán Oeste, la historia familiar ha sidouna tarea de toda la familia. El hermano Wu, Chi-Li y su es-posa Shirley, han llevado a cabo gran parte de la investiga-ción genealógica, y Wilford y su hermana mayor, Camilla,

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han ayudado a organizarla y han participadoen las ordenanzas del templo de más de tresmil de sus antepasados.

La obra que han realizado juntos ha contri-buido a estrechar más los lazos que unen a lafamilia Wu, y ellos dicen que también les haayudado a sentir una conexión especial consus antepasados.

“El llevar a cabo la obra por mis padres metrajo una felicidad del cielo que nunca habíasentido”, dice la hermana Wu. “Siento un grandeseo de estar eternamente unida con mis an-tepasados, y ruego que estén preparados”.

Una gran ayuda

La tarea de conectar ciento cincuenta gene-raciones no fue fácil. Como muchos otros quese dedican a buscar a sus antepasados, la fami-lia Wu reconoce que recibió ayuda especial.

Después de remontarse a veintiséis gene-raciones, se quedaron atascados.

“Todo lo que teníamos era un apellido”,comenta la hermana Wu.

El último día del Año Nuevo chino, la her-mana Wu había hecho planes de asistir a unacelebración de la festividad después de pres-tar servicio en el templo; pero cuando unaamiga que trabajaba allí en el mismo horariole mencionó que iba al centro de historia fa-miliar que se encuentra en el terreno deltemplo, la hermana Wu sintió la impresión deque debía ir con ella.

Estando allí, encontró un libro que conte-nía datos con el apellido del antepasado quela familia no había podido hallar. Al abrirlo, seabrió en una página donde estaban los datossobre aquel antepasado en particular; con esainformación, la familia pudo conectarse conotras líneas que se remontaban a muchas generaciones.

“Fue para mí una experiencia muy espe-cial”, dice la hermana Wu. “Siento que nues-tros antepasados están ansiosos por que serealicen las ordenanzas por ellos”.

Una bendición para la posteridad

El deseo de participar de las bendicionesdel templo ha llevado a Chiang, Jung-feng y a

su esposa, Chun-mein, de la Rama Chi An,Distrito Hua Lien, Taiwán, a percibir otro as-pecto de la promesa de Malaquías (véaseMalaquías 4:6): al mismo tiempo que se havuelto su corazón hacia sus padres, por serpadres ellos mismos, su corazón se ha vueltohacia sus hijos.

El hermano y la hermana Chiang son partede un grupo cada vez mayor de miembros dela Iglesia en Taiwán que están a la cabeza defamilias de tres generaciones que han sido selladas.

“Sentimos placer al ver a nuestros nietosasistir a la Iglesia”, dice el hermano Chiang,que hace poco fue relevado como primerconsejero de la presidencia del Templo deTaipei, Taiwán. “Tenemos la gran obligaciónde ayudarles a venir a Cristo mediante las or-denanzas del Evangelio. No podemos romperesa cadena”.

Los hermanos Li creen que los efectos quetienen las ordenanzas del templo comienzan con una pareja.

“Nuestro matrimonio fue mejor después dehaber sido sellados en el templo, aun cuandoantes ya vivíamos de acuerdo con las normasde la Iglesia”, comenta el hermano Li. “Elhecho de estar sellados cambia la rela-ción. Cuando la vida llega a su fin, unopierde todo aquello por lo que hayatrabajado: el auto, el empleo, lacasa, el dinero; pero no tiene porqué perder a su familia”.

“Y contribuye a que unose dé cuenta de lo que eseterno y lo que no lo es”,agrega la hermana Li.“De esa manera, uno con-centra sus esfuerzos y atención en la familia”.

A partir de ese comienzo, los efectos se extienden más allá.

“Cuando sabemos que somos una familiaeterna, amamos más a nuestro cónyuge y anuestros hijos”, dice el hermano Li. “Y comoresultado de ello, se siente más cariño ennuestro hogar; es más reconfortante. ElEspíritu está allí”.

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 11

Página opuesta: La

familia Wu ha sido

objeto de atención

de parte de los me-

dios de comunicación

por encontrar los orí-

genes de su familia

empleando registros

históricos (abajo),

remontándose ciento

cincuenta generacio-

nes hasta el Empera-

dor Amarillo.

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Una bendición suprema

Estas familias de Taiwán afirman que la historia familiar yla obra del templo les han brindado bendiciones en estavida y que encuentran consuelo en las que se les han pro-metido para la eternidad.

“Al trabajar en el templo, hemos observado un cambiogradual en nuestra vida”, dice el hermano Chiang, que consu esposa ha llevado a cabo la obra por dieciséis generacio-nes de sus líneas familiares. “Nos hemos sentido rejuvene-cidos en el Evangelio”.

El hermano Chiang también opina que la influencia de Satanás es menor en las personas que participan en laobra del templo. “La asistencia al templo nos hace sentirprofunda reverencia”, dice. “Y nos olvidamos de las cosasmundanas”.

El hermano Wu concuerda con él: “Si aprendemos a lle-var con nosotros a nuestro hogar la espiritualidad y la feli-cidad que encontramos allí, eso contribuirá a que nuestrafamilia venza la atracción hacia lo mundano y se acerquemás a Dios”.

Estas familias creen que el recibir las ordenanzas deltemplo y proporcionarlas a aquellos que no las recibieronen esta vida son acciones esenciales para alcanzar sus metas eternas.

El presidente Gordon B. Hinckley ha enseñado esto:“Las ordenanzas del templo se convierten en las bendicio-nes supremas que la Iglesia tiene para ofrecer”1.

“La meta suprema de nuestra condición de miembroses regresar a nuestro Padre Celestial como una familia eter-na”, dice el hermano Chiang. “Para ello, debemos recibirtodas las ordenanzas esenciales que se encuentran en el templo”.

Una manifestación de amor

En la misión, Camilla Wu aprendió cuán importante estoda alma para Dios, y sintió el gran amor que el Salvadorbrindaba a cada una de las muchas personas a las que en-señó el Evangelio.

“Cuando regresé a casa y me dediqué a nuestra historiafamiliar”, comenta, “me di cuenta de que, trabajando enella y en la obra del templo, tal vez pudiese tener una in-fluencia igualmente grande en la salvación de las almas”.

La familia Wu considera que, por todo lo que ofrece,el templo es una de las más grandiosas manifestacio-nes del amor que nuestro Padre Celestial tiene porSus hijos.

“Lo más importante que encuentro en el tem-plo”, comenta Wilford, hermano de Camilla, “es el

significado del amor de Dios por Sus hijos”. ■

NOTA1. “Nuevos templos para proporcionar ‘las bendicio-

nes supremas’ del Evangelio”, Liahona, julio de1998, pág. 96.

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El hecho de llevar a cabo la obra del

templo por más de dieciséis de sus

generaciones no sólo ha bendecido a los

antepasados de la familia Chiang, sino

que también ha contribuido a fortalecer

a su posteridad.

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“ V E R ” L A C O N E X I Ó NChen, Yang Su-yuan ha sido ciega desde 1981 a causa de cier-

tas complicaciones que tuvo después de una cirugía para corregircataratas. Pero la pérdida de la vista la llevó a encontrar el Evangelioy, con el tiempo, a ver la importancia de la obra de historia familiar ydel templo.

Poco después, y por haber quedado ciega, la hermana Chen nose dio cuenta de que las dos jóvenes que habían llamado a su puer-ta para pedirle un vaso de agua eran misioneras. El hecho de invitar-las a entrar produjo un enorme cambio en su vida.

“La mayoría de la gente me consideraba inútil por ser ciega”, ex-plica; “pero eso no era lo que Dios quería comunicarme. Despuésde que perdí la vista, Él me envió las misioneras para que me ense-ñaran que todos somos hijos de Dios y que Él nos rescató pagandoun gran precio. Aprendí que tengo valor debido al rescate que Jesúspagó por mí. Soy invalorable”.

A partir de entonces, la hermana Chen ha prestado servicio enmuchos llamamientos del Barrio Chung Li Uno, Estaca Tao Yuan,Taiwán, y también en el templo desde 1992.

La pérdida de la vista no sería la única prueba que tendría queenfrentar: en 1987 estuvo a punto de morir después de que se ledesarrolló un gran quiste por el cual tuvieron que sacarle una costi-lla. Aunque salvó la vida, las cuentas médicas terminaron con todossus ahorros, y esto le hizo preguntarse por qué Dios no se la habríallevado de una vez.

Pero afirma que la respuesta de Él fue: “Todavía te queda muchopor hacer”.

Poco tiempo después, sintió la importancia de dedicar atencióna la historia familiar.

“Me preguntaba: ‘¿Cómo voy a hacer genealogía si no puedover?’”, comenta. “Pero aquella impresión no desaparecía”.

Con la ayuda de una amiga íntima, ha encontrado veintidós gene-raciones de su línea familiar principal y ha recibido ella misma las or-denanzas por todas las mujeres de la familia. Ahora está trabajando

en otras líneas de su parentela. En el transcurso de esaobra, ha llegado a comprender la inseparable conexiónque existe entre la obra del templo y la historia familiar.

“En el templo recibimos muchas ordenanzas, y todasson importantes”, dice la hermana Chen, “pero debe-mos trabajar en la historia familiar, pues no podemosofrecer esas ordenanzas a nuestros antepasados sin lle-var a cabo nuestra genealogía”.

“La historia familiar y la obra del templo son una solaobra”, dijo el élder Dennis B. Neuenschwander, de los Setenta.“…La investigación de la historia familiar debe ser la fuente princi-pal de los nombres que se obtienen para las ordenanzas del templo,y las ordenanzas del templo son la razón primordial por la que sedebe llevar a cabo la historia familiar”1.

La hermana Chen se encuentra ahora luchando con una nuevaenfermedad y con los efectos causados por un ataque al corazón.Veinte años después de haberle preguntado a Dios por qué la habíadejado con vida, se encontró una vez más haciendo la misma pre-gunta, y recibió la misma respuesta: “¿No te lo he dicho ya?”, sintióque Él le decía. “Todavía tienes que llevar a cabo la obra del templo”.

Por eso, la hermana sigue dedicando una semana al mes paratrabajar en el templo.

“Es algo que debemos hacer por nuestros antepasados y que ellos no pueden hacer por símismos”, dice. “En mi situación, no tengo los com-promisos que otras personas tienen por su trabajoy otras ocupaciones; así que debo trabajar afano-samente ahora, mientras puedohacerlo”. ■

NOTA1. “Los templos y los recuerdos

eternos”, Liahona, julio de1999, pág. 100.

Para Chen, Yang Su-yuan, la historia familiar y la obra del

templo son inseparables.

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P O R E L P R E S I D E N T E B O Y D K . PA C K E RPresidente en Funciones del Quórum de los DoceApóstoles

Aproximadamente a comienzos del sigloveinte, dos misioneros se encontrabantrabajando en la región montañosa del

sur de los Estados Unidos. Un día, mientrascaminaban por una cresta del territoriomontañoso, distinguieron en la distancia aun grupo de gente reunida en un claro delbosque, un poco más abajo de la falda de la colina.

Al acercarse, descubrieron que se tratabade un servicio funerario para un niñito quese había ahogado; sus padres habían enviadoa buscar al ministro con el fin de que dijeraunas palabras en el entierro de su pequeño.Los élderes se quedaron detrás de la gentepara observar lo que sucedía. El niño iba aser sepultado en una tumba que ya se había

abierto, cerca de la cabaña de la familia. El ministro se colocó frente a los padres dolien-tes y a los demás que se habían reunido y co-menzó su sermón funerario. Si los padreshabían esperado recibir algún consuelo deaquel clérigo, por cierto habrían quedado desilusionados.

El sacerdote los amonestó severamentepor no haber bautizado a su hijo, algo que ha-bían pospuesto por una u otra razón, y lesdijo que ya era demasiado tarde; con aspere-za, les declaró que su pequeñito había ido alinfierno, diciéndoles que habían fallado y quetenían la culpa por haber causado a su hijoun tormento sin fin.

Después de que se terminó el sermón yse cubrió el sepulcro, los amigos, vecinos yfamiliares se alejaron del lugar; los élderesentonces se acercaron a los desconsoladospadres. “Somos siervos del Señor”, dijeron

Más que ningunaotra cosa, la doctri-na que forma el fun-damento de la obradel santo templo co-loca a La Iglesia deJesucristo de losSantos de los ÚltimosDías en un lugaraparte y mucho máselevado que cual-quier otra organiza-ción religiosa sobrela faz de la tierra.

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a la madre que sollozaba, “y hemos venido a traerles unmensaje”.

Mientras los padres apesadumbrados escuchaban, losdos jóvenes élderes les presentaron una vislumbre de laseternidades; leyeron revelaciones y les expresaron a aque-llos humildes y afligidos padres su testimonio de la restau-ración de las llaves para la redención tanto de los vivoscomo de los muertos.

No critico al predicador ambulante, sino que más bienle tengo algo de compasión, puesto que hacía lo mejorque sabía hacer, según la luz y el conocimiento que habíarecibido, pero hay mucho más de lo que él tenía para ofre-cer: está la plenitud del Evangelio.

El camino que los élderes mostraron a aquellos humil-des campesinos era algo más que la conversión y el arre-pentimiento y el bautismo; porque a los que lo sigan, esecamino los conducirá a su debido tiempo a los recintos sa-grados del santo templo. Allí, los miembros de la Iglesiaque reúnen los requisitos pueden participar en las orde-nanzas redentoras más exaltadas y sagradas que se han

revelado al género humano. Allí se nos puede lavar y ungir,instruir, investir y sellar. Y una vez que hayamos recibidoesas bendiciones nosotros mismos, podemos llevar a cabolas ordenanzas por los que hayan muerto sin haber tenidoesa oportunidad.

Tengo la esperanza de ensanchar tu comprensióncon respecto al porqué de edificar templos y a la razónpor la cual se llevan a cabo en ellos ordenanzas y ceremonias.

El privilegio de asistir al templo

Entrar al santo templo es un privilegio. Si reúnes los requisitos, de acuerdo con las normas que se han estable-cido, por supuesto debes venir a recibir tus propias ben-diciones; y después, debes volver una y otra vez a fin deponer esas bendiciones al alcance de otros que hanmuerto sin tener la oportunidad de recibirlas en la vidaterrenal.

No debes venir al templo hasta que te hayas ganado esederecho, hasta que reúnas los requisitos que el Señor haestablecido. Pero debes venir, si no ahora, tan prontocomo reúnas las condiciones para hacerlo.

Más que ninguna otra cosa, la doctrina que forma elfundamento de la obra del santo templo coloca a La Iglesiade Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en un lugaraparte y mucho más elevado que cualquier otra organiza-ción religiosa sobre la faz de la tierra. Nosotros tenemosalgo que no tiene ninguna otra denominación religiosa. Y podemos dar algo que ninguna puede ofrecer.

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 15

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16

La angustia que llevan en el corazón aquellos padresdesconsolados sólo puede hallar satisfacción en las doctri-nas de esta Iglesia, las cuales se centran en las ordenanzasdel santo templo.

El orden en todas las cosas

A fin de explicar algo del significado de las ordenanzas,comienzo por el tercer Artículo de Fe: “Creemos que porla Expiación de Cristo, todo el género humano puede sal-varse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas delEvangelio”.

La palabra ordenanza, según el diccionario, significa“conjunto de preceptos referentes a una materia”1. Pero,¿qué hay con respecto a las ordenanzas del Evangelio? ¿Quéimportancia tienen para nosotros, como miembros de laIglesia? ¿Podemos ser felices, ser redimidos, ser exaltados sinellas? La respuesta es: Son más que recomendables o desea-bles, e incluso más que necesarias; más aún que importan-tes o esenciales, son vitales para cada uno de nosotros.

Todo Santo de los Últimos Días debe hacerse estas pre-guntas: ¿Está mi vida en orden? ¿He recibido todas las or-denanzas del Evangelio que debo tener a esta altura de mivida? ¿Son válidas?

Si puedes responder afirmativamente a estas preguntas,y si las ordenanzas provienen de la autoridad y del podersellador, permanecerán intactas eternamente. Si ese es elcaso, hasta este momento tu vida está en el orden apropia-do. Entonces, sería una buena idea que empezaras a pen-sar en tus familiares, los vivos y los muertos, teniendo encuenta esas mismas preguntas.

Las ordenanzas del templo

Las ordenanzas que llevamos a cabo en el templo con-sisten en lavamientos y unciones, la investidura y la orde-nanza del sellamiento, tanto de los hijos a los padres comode los cónyuges; a esto último se le llama generalmentematrimonio en el templo.

A continuación hay un breve resumen de la informacióndisponible en publicaciones con respecto a las ordenanzasdel templo.

En el templo se habla de las ordenanzas de lavar y ungircomo ordenanzas preliminares. Para nuestros propósitos,

basta con decir lo siguiente: Relacionados con la investidu-ra hay lavamientos y unciones, que son principalmente denaturaleza simbólica pero que prometen bendiciones defi-nidas e inmediatas, así como futuras. El Señor ha dichocon respecto a esas ordenanzas: “Además, de cierto osdigo, ¿cómo podré aceptar vuestros lavamientos, si no losefectuáis en una casa que hayáis erigido a mi nombre?” (D. y C. 124:37).

En conexión con estas ordenanzas, en el templo se tevestirá oficialmente con el gárment y se te prometeránbendiciones maravillosas relacionadas con él. Es impor-tante que escuches atentamente cuando se te adminis-tren dichas ordenanzas y que procures recordar lasbendiciones prometidas y las condiciones en las cualeséstas se cumplirán.

Investir es ennoblecer, otorgar a otra persona algo delarga duración y de mucho valor. En las ordenanzas de lainvestidura del templo, “los que las reciben quedan investi-dos con poder de lo alto” y “reciben instrucción relaciona-da con los propósitos y los planes del Señor”2.

El presidente Brigham Young (1801–1877) dijo lo si-guiente sobre la investidura: “Les daré una breve defini-ción: Su investidura es recibir en la casa del Señor todaslas ordenanzas necesarias que, una vez que hayan salidode esta vida, les permitan regresar a la presencia delPadre, pasando por los ángeles que están de centinelas,

Todo Santo de los Últimos Días debehacerse estas preguntas: ¿Está mi vidaen orden? ¿He recibido todas lasordenanzas del Evangelio que debotener a esta altura de mi vida? ¿Sonválidas?

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capacitados para darles las palabras claves, los signos ylas señas pertinentes al santo sacerdocio, y lograr suexaltación eterna a pesar de la tierra y del infierno”3.

La bendición de la investidura se requiere para la pleni-tud de la exaltación. Todo Santo de los Últimos Días debeprocurar ser digno de ella y obtenerla.

La ordenanza del sellamiento es la que liga eternamentea las familias. El matrimonio en el templo es una ordenan-za selladora. Los hijos de las parejas que se han sellado enel templo nacen en el convenio. Cuando una pareja se casaen una ceremonia civil y luego se sella en el templo, unaño después o más tarde, los hijos que no hayan nacido enel convenio son sellados al matrimonio en una ordenanzabreve y sagrada.

Siempre me ha impresionado el hecho de que las or-denanzas del templo se llevan a cabo en forma reverentey cuidadosa. No son complicadas ni extravagantes, sinosencillas como los principios del Evangelio.

En la Iglesia poseemos la autoridad necesaria para efec-tuar todas las ordenanzas imprescindibles para redimir y

exaltar a toda la familia humana. Y, por tener las llaves delpoder sellador, lo que liguemos aquí de manera apropiadaquedará ligado en los cielos. Esas llaves —las llaves que se-llan y ligan en la tierra para que quede ligado en el cielo—representan el don supremo de nuestro Dios. Con esa au-toridad, podemos bautizar y bendecir, investir y sellar, y elSeñor honrará nuestros compromisos.

Las ordenanzas se deben poner a disposición de los

muertos

El predicador ambulante al que me referí anteriormenteno tenía una respuesta para la pregunta de qué les sucedea aquellos que murieran sin haber recibido el bautismo.¿Qué les ocurrirá? Si no hay otro nombre debajo del cielopor el cual el hombre pueda salvarse (lo cual es verdad), ysi han vivido y muerto sin haber oído nunca ese nombre, ysi el bautismo es esencial (y lo es), y han muerto sin haberrecibido ni siquiera una invitación para aceptarlo, ¿dóndese encuentran ahora?

Esa pregunta es difícil de entender, pero describe a lamayor parte de la familia humana. En otras palabras, ¿quépoder establecería un Señor y un bautismo para luego per-mitir que la mayoría de la familia humana nunca llegara asentir la influencia de sus doctrinas? Sin respuesta a esapregunta, es preciso admitir que la mayor parte del génerohumano se perdería, incluso el niñito que se ahogó, lo que

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 17

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algo muy básico: el hecho de que hayvida después de la muerte. La muertedel ser humano no es el fin, así comoel nacimiento no fue el principio. Lagran obra de la redención se lleva acabo tanto más allá del velo comoaquí, en la vida terrenal.

Se nos ha autorizado para efec-tuar en forma vicaria bautismos yotras ordenanzas del templo por losmuertos a fin de que, cuando se les

predique el Evangelio y si desean aceptarlo, esasordenanzas esenciales se hayan llevado a cabo.

Ven al templo

Todo Santo de los Últimos Días es responsable de estaobra. Probablemente no haya otro punto de doctrina que,como éste, distinga a esta Iglesia de otras religiones.Nosotros tenemos las revelaciones. Tenemos esas orde-nanzas sagradas.

A cada uno de ustedes les digo: “Ven al templo”. Es po-sible que estés esperando anhelosamente el privilegio úni-co en la vida de ir allí a recibir tu propia investidura, arecibir tus propias bendiciones, y a concertar tus propiosconvenios con el Señor. Es posible que ya hayas ido una odos veces; es posible que vayas con frecuencia e incluso esposible que seas un oficiante, pero, cualesquiera sean lascircunstancias: Ven al templo.

Si es necesario, pon tu vida en orden; ora con fervor.Comienza ahora esa jornada del arrepentimiento, muy difí-cil y a veces muy desalentadora. Toma la firme resoluciónde que harás todo lo que puedas por contribuir a la obradel templo y a la de la historia familiar que la respalda, ypor ayudar a toda alma viviente y a todas las que estén másallá del velo de cualquier forma que puedas y con todo re-curso que tengas disponible.

¡Ven al templo! ■Adaptado de El Santo Templo (1982).

NOTAS1. Diccionario de la Real Academia Española, “ordenanza”.2. Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine, 2ª ed. (1966), pág. 227.3. Discourses of Brigham Young, sel. de John A. Widtsoe (1941),

pág. 416.

18

¿Qué les sucede a aquellos que mueren sin haber recibidoel bautismo? Si una iglesia no tiene una respuesta paraeste argumento, ¿cómo puede afirmar que es la Iglesia del Señor?

va en contra de toda aplicación razonable de la ley de justicia o de misericordia.

Si una iglesia no tiene una respuesta para este argumen-to, ¿cómo puede afirmar que es la Iglesia del Señor?Ciertamente, Él no estaría dispuesto a descartar a la mayo-ría de los miembros de la familia humana porque no se ha-yan bautizado nunca mientras estuvieron en la tierra.

Los que admiten con perpleja frustración que no tienenrespuesta para esa pregunta no pueden razonablementereclamar autoridad para administrar los asuntos del Señoren la tierra ni para dirigir la obra por la cual toda la huma-nidad puede salvarse.

Una de las características que nos distingue del restodel mundo y nos identifica como la Iglesia del Señor esque proporcionamos el bautismo y otras ordenanzas paranuestros antepasados fallecidos.

Siempre que me refiero a esta cuestión de los que hanmuerto sin el bautismo, lo hago con la más profunda reve-rencia, porque se trata de una obra sagrada. Aunque muypoco conocida en el mundo, esta obra es maravillosa en loque ofrece, trascendental y por encima de lo que el hom-bre podría haber imaginado, suprema, inspirada y verdade-ra. Es la respuesta.

Si se cuenta con la autoridad apropiada, se puede bauti-zar a un mortal por alguien que no haya tenido esa oportu-nidad antes de morir; esa persona entonces, de acuerdocon sus propios deseos, puede aceptar o rechazar el bau-tismo en el mundo de los espíritus.

Esta obra surgió como una grandiosa reafirmación de

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P O R E L É L D E R C L A U D I O R . M . C O S TADe la Presidencia de los Setenta

Cuando tenía doce años, presenté los mi-sioneros a mi familia; los había conoci-do en la calle y se habían mostrado muy

amistosos. Estaban trabajando en la obra deconstrucción de una capilla en la ciudad

donde yo vivía, en Brasil, y me invitaron paraque les ayudara, lo cual empecé a hacer enmis horas libres. Nunca había oído de ningúnjoven que se ofreciera voluntariamente a pa-sar su tiempo construyendo una iglesia.

Me quedé tan impresionado con ellos quedecidí presentárselos a mis padres, y ellos

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 19

Un testimoniode los profetas

Los misionerosestaban ayu-dando a cons-

truir una capilla. Mequedé tan impresio-nado con ellos quelos presenté a mis padres.

ILUSTRACIONES POR PAUL MANN.

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los invitaron a entrar en nuestro hogar. Losmisioneros presentaron a nuestra familia laprimera charla. Ninguno de nosotros habíafumado nunca, así que ya guardábamos esaparte de la Palabra de Sabiduría, y en nuestracasa todas las noches teníamos una nochede hogar; no la llamábamos así, pero eso eslo que hacíamos. Éramos católicos y asistía-mos a la iglesia con regularidad, por lo quemi padre les dijo que nos hallábamos a gustocon nuestra religión.

Los misioneros se fueron, pero escribie-ron una nota sobre nuestra familia en una li-breta que se guardaba en el apartamentodonde vivían, incluso anotaron la impresiónque habían recibido de que nos íbamos aconvertir a la Iglesia.

Aprendimos sobre las familias eternas

Pasaron diez años y yo me había mudadoa otra ciudad, cuando llegaron misioneros

nuevos al lugar donde vivían mis padres.Como no tenían ninguna persona a quienenseñar, se les ocurrió fijarse en la libretaque había en el apartamento; allí encontra-ron el nombre de mis padres y decidieron visitarlos. Antes de ir, oraron, y el Señor losinspiró. Aun cuando era muy fiel en su reli-gión, mi padre tenía una duda: no podía creer que después de la muerte su esposadejara de ser su esposa; tenía la convicciónde que los lazos familiares debían continuardespués de la muerte. Había hecho la pre-gunta a ministros de varias religiones y todosle contestaban: “No, después de la muerte suesposa será como una hermana para usted, ysu hijo como un hermano”.

Cuando aquellos misioneros llamaron a lapuerta de la casa de mis padres, él les abrió yles dijo que ya había escuchado su mensaje yque no tenía interés en volver a escucharlo.Pero ellos le dijeron: “Tenemos otro mensaje

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Esa nocheempecé a leerla historia de

José Smith, orandosobre cada párrafoque leía.

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para usted. ¿Sabe usted que su familiapuede estar junta para siempre?”. Esaspalabras lo inspiraron; los invitó a entrary le enseñaron. Guiados por el Espíritu,hablaron a mi familia sobre el matrimo-nio eterno y las familias eternas. Con esaintroducción al Evangelio, mi familia si-guió reuniéndose con los misioneroshasta que obtuvieron un testimonio ytomaron la decisión de ser bautizados yconfirmados.

Cómo obtuve mi testimonio

Cinco años después —tenía entoncesveintisiete años—, volví a la casa de mipadre por una temporada; él era lídermisional del barrio y las hermanas misio-neras estaban enseñando el Evangelio aalguien en su casa. Al pasar, les oí ense-ñar sobre el Libro de Mormón y JoséSmith, y decidí orar al respecto. Me pa-reció lógico pensar que si José Smith era un profeta, entonces el Libro deMormón y la Iglesia tenían que ser verdaderos.

Esa noche empecé a leer la historiade José Smith y de su visión en laArboleda Sagrada; después, me detuvepara orar al Señor. Pasé toda la noche deesa manera, leyendo y orando sobrecada párrafo que leía; me llevó catorcehoras. Cuando comencé a meditar, mesucedió algo: me pareció estar en el bos-que con José; fue una experiencia víviday real. Me parecía estar viendo lo que ha-bía sucedido. Al terminar la oración a lamañana siguiente, sabía que José Smithera un profeta.

De inmediato me fui a buscar a lasmisioneras. A mediodía, cuando las

hermanas fueron a su casa para almor-zar, estaba sentado frente a su puerta es-perándolas, y les pedí que me enseñaranlas charlas. Después de que me enseña-ron las siete lecciones en corto tiempo,fui bautizado y confirmado miembro dela Iglesia.

Seguimos al Profeta

Alrededor de un mes después deunirme a la Iglesia, conocí a mi esposa,Margareth, y un año más tarde nos casa-mos. Mientras estábamos de novios ledije que, porque yo sabía que JoséSmith era un profeta, deseaba fundar ami familia en las palabras y las enseñan-zas de los profetas. Por ejemplo, el presi-dente Spencer W. Kimball (1895–1985)era el Profeta en aquella época y aconse-jaba a los miembros que se mantuvieranlibres de deudas. En casi veintinueveaños de matrimonio, mi esposa y yo ja-más hemos pagado ni un centavo de in-terés. Nunca.

Desde que recibí un testimonio deJosé Smith, he prestado atención a todapalabra de la Primera Presidencia y delos Doce Apóstoles, y he puesto en prác-tica lo que ellos enseñan. Por saber queJosé Smith fue un profeta, nunca me hasido difícil seguir a las AutoridadesGenerales. Cualquier cosa que ellos mepidan que haga la haré, porque sé queson profetas, videntes y reveladores.

Si ustedes se dedican a obtener untestimonio de los profetas, serán másfuertes por ello. Ésa es una de las clavesde la felicidad. Si los escuchan y hacenlo que ellos les aconsejan, serán felicespor ser obedientes. ■

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 21

Sé que José Smith fueun profeta. Y sé que elpresidente Spencer W.

Kimball, el profeta en laépoca en que me convertí ala Iglesia, también lo fue.

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L I A H O N AL I A H O N A

LLa fe es tener confianza en el Señor. Tufe en Él es un poder que te llevará aobedecer Su evangelio; y tu obediencia

contribuirá a que tengas más fe, la cual es undon de Dios.

Como dicen las Escrituras, si tienes fe en elSeñor, Él puede hacer por ti todas las cosas,tales como sanarte, perdonarte, consolarte yconvertirte. El tener fe no significa decirle aDios lo que debe hacer, sino que significaconfiar en Él y comprender que todas las bendiciones se reciben “según su voluntad”(1 Nefi 7:12) y “en su propio tiempo y a supropia manera” (D. y C. 88:68). Por ejemplo,tal vez no recibas una respuesta inmediata atus oraciones, pero tu fe te asegura que nues-tro Padre Celestial escucha tus oraciones yque las contestará a su debido tiempo.

A fin de desarrollar fe y ejercerla: (1) Aprende la palabra de Dios, ya sea leyendolas Escrituras o escuchando a los que tienen la autoridad para enseñarla (véase Romanos10:17). El hecho de conocer la palabra te ayudará a ver que Dios siempre cumple Suspromesas.

(2) Pon en práctica lo que aprendas, o

como dice Alma, experimenta con la palabra,que es como una semilla. Si es buena, ensan-chará tu alma, iluminará tu entendimiento yempezará a ser deliciosa para ti (véase Alma32:28). Ésa es la confirmación espiritual querecibes de que la palabra es verdadera, y esoaumentará tu fe.

(3) Obedece los mandamientos. La rectitudque tengas hará que el don de tu fe se incre-mente día tras día. Demuestra tu creencia enJesucristo siguiendo Su ejemplo y Sus ense-ñanzas. Haz lo que Él te pide que hagas pormedio de las Escrituras, las enseñanzas de losprofetas de nuestros días y las impresionesdel Espíritu Santo. Por ejemplo, ¿aceptaste lainvitación del presidente Gordon B. Hinckleya leer el Libro de Mormón antes de que termi-nara el 2005? Los que la aceptaron lo hicieroncon fe y recibieron las bendiciones prometi-das. (Por supuesto, si no pudiste terminar deleerlo entonces, ¡todavía puedes hacerlo!)

Aun cuando hay muchas personas que pasan bien por la vida sin tener fe en el Señor, sin ella nunca heredarán la vida eterna.Sólo por medio del evangelio de Jesucristo —con fe en Él como su primer principio—

22

Preguntas yrespuestasPreguntas yrespuestas

Un día leí 1 Nefi 7:12, donde dice que el Señor tiene

poder de hacer todas las cosas por nosotros si ejercemos fe en Él.

¿Cómo ejercemos la fe en Cristo?

Ejercer fe en Jesucristosignifica tenerconfianza en Él.

La fe es el poder quehace que Su voluntadse manifieste en tuvida.

Recibes fe, un don deDios, a medida quelogras la rectitud.

Tres capítulos sobre lafe que debes leer son:Hebreos 11, Éter 12 yMoroni 7.

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podremos disfrutar de “la vida eterna,que es el mayor de todos los dones deDios” (D. y C. 14:7).

L E C TL E C T O R E SO R E SCreo que la mejor manera

de demostrar nuestro amor

por Cristo y la fe que tene-

mos en Él es nuestra devo-

ción hacia Él y Su evangelio.

Cuando vivimos Sus principios y normas y

andamos firmemente por la senda que Él

nos mostró, estamos testificando no sólo

ante Él sino también ante otras personas

con quienes nos relacionemos. Así es como

damos testimonio de la gratitud que senti-

mos por el sacrificio que hizo por nosotros

y, además, de la restauración del

Evangelio.

Jan V., 17, Moravia, República Checa

Si creemos en la ayuda y en el poder del

Señor podemos seguir adelante con con-

fianza en Él. Nuestra obediencia a los

mandamientos le demuestra la fe que le

tenemos. Sé con todo mi corazón que Él

quiere darnos grandes bendiciones y que

la fe y la obediencia son esenciales para

obtenerlas.

Marco C., 18, Liguria, Italia

Tener fe en Jesucristo signifi-

ca confiar completamente

en Él y tener la total certeza

de que Él existe y que es

nuestro Salvador. Debemos

poner nuestra confianza en Cristo porque

Él sabe cómo ayudarnos a vencer las

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 23

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dificultades que enfrentemos. Si nos falta fe en Él,

eso hace que nos preocupemos por nuestro estado

espiritual y que dudemos de las promesas de Dios.

El concentrarme en el Salvador me ha ayudado a

permanecer firme en el Evangelio, a controlar mis

temores y a vencer los obstáculos.

Natalia N., 19, Chimborazo, Ecuador

Ejerce la fe en Cristo siendo obediente. La fe sin

obras es muerta. Al obedecerle cuando no sabe-

mos el porqué demostramos nuestra confianza y

fe en Él; si obedecemos los mandamientos, le de-

mostramos que confiamos en Él y que tenemos fe

en lo que nos manda hacer. La oración y la lectura

diaria de las Escrituras fortalecen la relación que

tengo con mi Padre Celestial, haciéndome tener

más fe en Él. Además, debes confiar en que recibi-

rás respuesta a tus oraciones. Ora pidiendo ayuda

para tener fe.

Meghan S., 18, Misuri, E.U.A.

Podemos ejercer fe si le permitimos

al Señor guiar nuestra vida. Por

confiar en Dios, seguirlo y empeñar-

nos con diligencia en guardar los

mandamientos, ejercemos fe en Él.

Después de someter nuestra voluntad a la Suya,

presenciaremos grandes milagros personales y en

la vida de los que nos rodean.

Dmitriy Z., 21, Donetsk, Ucrania

Hay muchas maneras de ejercer la

fe en Dios, como leer las Escrituras y

orar diariamente, guardar santo el

día de reposo, pagar el diezmo y las

ofrendas de ayuno, prestar servicio

a los demás y estar dispuestos a obedecer otros

mandamientos.

Seng S., 18, Battambang, Camboya

Si tenemos conocimiento del Evangelio y tenemos

fe en su verdad debemos pasar la experiencia de

vivirlo a fin de recibir las bendiciones. La fe sin

obras es muerta. Si la fe va acompañada de

24

obras, entonces se vuelve cada vez más y más fir-

me. En 1 Nefi 7:12 se nos recuerda que debemos

ser fieles a Dios, y el ser fiel es la primera parte

del desarrollo de la fe.

Otgonchimeg B.,15, Töv, Mongolia

Podemos ejercer la fe en Jesucristo si confiamos

totalmente en Su omnisciencia y Su omnipoten-

cia. Una buena manera de hacerlo es pagar el

diezmo, puesto que así demostramos que esta-

mos dispuestos a renunciar a cosas materiales

por las bendiciones prometidas, que son más

grandes.

Samantha L., 15, Zamboanga del Sur, Filipinas

Ejercemos la fe en Cristo si asistimos a la Iglesia,

oramos, leemos las Escrituras, aceptamos llama-

mientos, si nos arrepentimos de nuestros pecados,

tomamos la Santa Cena y magnificamos los llama-

mientos que tengamos.

Adam N., 18, Georgia, E.U.A.

Las respuestas tienen por objeto servir de ayuda yexponer un punto de vista, y no deben considerarsecomo pronunciamientos de doctrina de la Iglesia.

S I G U I E N T E P R E G U N T A“Mis amigos y yo tenemos el problema de contar-

nos chismes y de decir cosas feas sobre otras per-

sonas. ¿Cómo puedo dejar de hacer eso y

ayudarles a ellos para que tampoco lo hagan?”

ENVÍENOS SU RESPUESTA a la pregunta junto con

su nombre completo, fecha de nacimiento, nombre

del barrio y de la estaca (o de la rama y del distri-

to), y una fotografía suya reciente (acompañada

de la autorización escrita de sus padres para

publicarla) a:

Liahona, Questions and Answers 11/07

50 E. North Temple St., Rm. 2420

Salt Lake City, UT 84150-3220, E.U.A.

O por correo electrónico a:

[email protected]

Tengan la bondad de responder antes del

15 de noviembre de 2007. ■

“Cada vez que

pongas a

prueba tu fe,

o sea, que actúes con

rectitud ante una im-

presión, recibirás la

evidencia confirma-

dora del Espíritu.

Esos sentimientos for-

talecerán tu fe. A me-

dida que repitas ese

patrón, tu fe se hará

más fuerte… Con

práctica constante,

la fe se convertirá en

una fuerza vibrante,

poderosa, elevada e

inspiradora en tu

vida”.

Véase “El poder sustenta-dor de la fe en tiempos deincertidumbre y de prue-bas”, élder Richard G.Scott, del Quórum de losDoce Apóstoles, Liahona,mayo de 2003, pág. 76.

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Venida…” (véase “La preparación parala Segunda Venida”, Liahona, mayo de2004, págs. 7, 9).

Kathleen H. Hughes, ex Primera

Consejera de la

Presidencia General

de la Sociedad de

Socorro: “‘…estáisponiendo los ci-mientos de una granobra. Y de las cosas

pequeñas proceden

las grandes’ (D. y C.64:[33]; cursiva agrega-

da)… la gran obra quedeseamos realizar proce-

derá de esas ‘cosas peque-ñas’. He aprendido que una

de esas cosaspequeñas esque debo en-contrar eltiempo parallenar mi reser-va espiritualdiariamente”(véase “De las

cosas pequeñas”, Liahona, noviem-bre de 2004, pág. 109).

Élder Robert D. Hales, del Quórum

de los Doce Apóstoles: “El Señor espe-ra que seamos tan fieles, devotos y valientes como aquellos que nos ante-cedieron. A ellos se les llamó a dar

la vida por el Evangelio. A nosotros se nos llama a vivir por el mismo pro-pósito… todas las dispensaciones

Por medio de la ora-

ción, lea este mensaje

y seleccione los pasa-

jes de las Escrituras y

las enseñanzas que satisfagan

las necesidades de las her-

manas a las que visite.

Comparta sus experien-

cias y su testimonio e

invite a las hermanas

a las que enseñe a ha-

cer lo mismo.

¿Qué debo hacer a fin de

prepararme para la

segunda venida de

Jesucristo?

D. y C. 38:30: “…si estáispreparados, no temeréis”.

Élder Dallin H. Oaks, del

Quórum de los Doce Apóstoles:

“Hay cuatro asuntos irrefutablespara los Santos de los ÚltimosDías: (1) El Salvador regresará a latierra con poder y gran gloria parareinar personalmente durante unmilenio de rectitud y paz. (2) Al momento de Su venida habrá una des-trucción de los inicuos y una resurrec-ción de los justos. (3) Nadie sabe eltiempo de Su venida, pero (4) a losfieles se les enseña a estudiar las seña-les que la precederán y a estar prepa-rados para ella… Tenemos que hacerpreparativos tanto espirituales comotemporales para los acontecimientosprofetizados para la Segunda

prepararon el camino para la primeravenida del Señor y Su expiación. Demanera similar, la historia y las profe-cías establecieron el fundamento parala restauración del Evangelio por me-dio del profeta José Smith. ¿Tenemosojos para ver que los sucesos y lasprofecías de nuestra época están pre-parándonos para la segunda venidadel Salvador? (“Preparativos para laRestauración y la Segunda Venida: ‘Te cubriré con mi mano’”, Liahona,

noviembre de 2005, págs. 91–92).

¿Cómo puedo ser un instrumento en

las manos de Dios para ayudar a

otras personas a prepararse?

D. y C. 34:5–6: “…porque te he lla-mado… a alzar tu voz… a proclamar elarrepentimiento… preparando la víadel Señor para su segunda venida”.

(Enseñanzas de los Presidentes de

la Iglesia: Spencer W. Kimball, págs.

240–241) “El ser una mujer justa du-rante estas cruciales y finales etapasde la tierra, antes de la segunda veni-da del Salvador, es en especial un lla-mamiento noble. En la actualidad, lafortaleza e influencia de una mujerjusta pueden ser diez veces superio-res a lo que serían entiempos más pacífi-cos. Ella ha sido puesta aquí paracontribuir a en-noblecer, protegery preservar el hogar, que esla institución básica y más no-ble de la sociedad. Otras institucio-nes de nuestra sociedad tal vezflaqueen y hasta fracasen, pero la mu-jer justa puede ayudar a salvar el ho-gar, que quizás llegue a ser el último yúnico refugio que algunos seres mor-tales conozcan en medio de la tem-pestad y la contienda”. ■

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 25

Convirtámonos en un instrumento en las manos de Dios al prepararnospara la segunda venida de nuestroSeñor

M E N S A J E D E L A S M A E S T R A S V I S I T A N T E S

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Dos Santos de los Últimos Días

describen cómo el aprender a

leer y a escribir cambia la

vida de las personas.

Por todo el mundo, la gente que apren-de los conocimientos básicos de alfa-betización mejora su propia vida y la

de otras personas.

El anhelo de aprender

Shirley Florence Sainz, que nació enMéxico, cuenta la forma en que el esfuerzo

de su madre por aprendera leer y a escribir llegó aser una bendición paraotras personas:

La alfabetizaciónmejora la vida

de las personas

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“Cuando mi madre, Anita ValenzuelaMendoza, tenía dos años, mi abuelo murió enun accidente minero, dejando a mi abuelacon ocho hijos y escasos medios para mante-nerlos. Mi abuela no sabía leer ni escribir, nientendía los números”.

“Cuando mi mamá tenía seis años, tuvo elprivilegio de asistir a la escuela, a pesar deque no tenía lápices, papel ni libros; sin em-bargo, tal era su deseo de aprender que bor-daba servilletas, barría el salón de clase yacarreaba leña para el fuego como medio deganarse un poco de papel. En su casa, miabuela cosía las preciadas hojas de papel deperiódico en blanco para confeccionar uncuaderno para su hija”.

Las maestras admiraban la disposición deaprender de mi mamá y, pasando por alto suvestimenta raída y su cabello despeinado, sa-ciaban la sed de conocimiento que ella tenía.Al terminar los años de la escuela primaria, lafamilia de una de las maestras le ofreció unaoportunidad de seguir estudiando, pero nopudo ir y su educación académica terminó allí.

“Años después, teniendo veintisiete años,

su educación floreció cuando conoció a mipadre y él le hizo conocer el Evangelio. A ellale encantaba aprender al leer las Escrituras, yla Sociedad de Socorro también le propor-cionó muchas oportunidades de aumentarsu conocimiento”.

“Mi mamá me inculcó el amor por elaprendizaje; me gradué en el colegio uni-versitario y soy maestra de escuela prima-ria. En dos generaciones, nuestra familia hasido sumamente bendecida gracias a que ellaaprendió a leer y a escribir siendo niña. Susconocimientos le abrieron la puerta paracomprender y abrazar el Evangelio deJesucristo y, como resultado, toda su posteri-dad ha sido bendecida también”.

Una clase de alfabetización del Evangelio

La historia de la hermana Sainz no es úni-ca. Cuando las personas aprenden a leer y aescribir tienen la posibilidad de progresar enel Evangelio, de entenderlo y de bendecir alos demás. El aprendizaje de los conocimien-tos básicos de alfabetización ayudó a PaulImietehe, de Nigeria, converso a la Iglesia, aentender el Evangelio mejor y a compartirlo.Él comenta:

“Me convertí a La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días en Warri,Nigeria. Mi condición de miembro de laIglesia me ayudó a darme cuenta de la impor-tancia de aprender a leer y a escribir. Cuandolos líderes del sacerdocio me daban asigna-ciones para dar un discurso u ofrecer unaoración, no asistía a las reuniones. Mi igno-rancia era un motivo de vergüenza para mí.

Cuando me mudé a Abuja, vi libros y revis-tas de la Iglesia y sentí el fuerte deseo deaprender a leer y a escribir. Quería leer esaspublicaciones que los otros miembros leían yque parecían gustarles mucho. La mayoría delos miembros de allí se expresaban fácilmenteal compartir sus testimonios del Evangelio, yyo deseaba poder expresar los fuertes senti-

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 27

“Mi abuela,CarmenMendoza,

no sabía leer ni escri-bir”, dice ShirleySainz, que es gradua-da de un colegio uni-versitario. “En dosgeneraciones, nues-tra familia ha sidosumamente bendeci-da gracias a que mimadre aprendió aleer y a escribir sien-do niña en México”.Arriba, de pie: Anita,la madre de Shirley;el tío Anselmo.Sentados: CarmenMendoza, la abuelade Shirley; Delfina, laesposa de Anselmo, ysus dos hijos.

NOSOTROSPODEMOS AYUDAR“He estudiado algo del alfa-betismo en el mundo. Milmillones de los seis mil mi-llones de habitantes de latierra no saben leer ni escri-

bir… Qué tragedia. ¡Qué absoluta, miserable ytétrica tragedia! No ser capaz de leer, de enten-der, de escribir, ¡qué tragedia! Nosotros pode-mos ayudar a aliviar esa aflicción. Se puedehacer algo a fin de cambiar esa condición tanintolerable”.

Presidente Gordon B. Hinckley, Teachings ofGordon B. Hinckley, 1997, pág. 314.

IZQUIERDA: FOTOGRAFÍA POR WELDEN C. ANDERSEN; DERECHA: FOTOGRAFÍACORTESÍA DE SHIRLEY FLORENCE SAINZ.

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mientos que tengo sobre su veracidad.Supe entonces que tenía que aprender aleer y a escribir.

“Un domingo, decidí asistir a la clase dealfabetización del Evangelio de la EscuelaDominical. El primer día de clase notéque los otros alumnos eran casi todoshermanas y muchachos jóvenes. Yo era el

único hombre adulto de la clase. Me sentítentado a salir de allí, pero mi fuerte deseode aprender me lo impidió. A fin de partici-par, nuestro maestro nos animaba a todos a leer del manual de alfabetización delEvangelio y de las Escrituras.

“Hice grandes esfuerzos por aprender aleer; leía las Escrituras y las revistas de laIglesia. Mi comprensión mejoró cuando mellamaron como segundo consejero de la pre-sidencia de la Escuela Dominical de la RamaIdu. Al principio, tenía dudas sobre mis habi-lidades; pero al apartarme, el presidente dela rama me dio una bendición para que tuvie-ra la capacidad de magnificar el llamamiento.Mientras me apartaban, empecé a tener unsentimiento de confianza.

“Dos semanas después, me dieron la asig-nación de enseñar la lección para los adultosen la Escuela Dominical. Aunque me preocu-paba pensando si tendría capacidad para ha-cerlo, me preparé durante toda la semana alregresar del trabajo y hasta en el descansomientras trabajaba. Cuando llegó el domingoy el momento de dar la clase, dije una breveoración silenciosa pidiendo a mi PadreCelestial que me guiara. Al abrir la boca parahablar, quedé sorprendido porque las pala-bras fluyeron fácilmente. Había pensado queiba a tartamudear, pero eso no sucedió.

“La mayoría de los miembros de la claseson más instruidos que yo, pero su manerade responder y la expresión de sus rostrosme dieron ánimo. Me sentí en paz durantetoda la clase.

“El hecho de leer y escribir sobre el Evange-

lio ha despertado en mí un fuerte deseo demejorar mi educación académica; también meha ayudado a comprenderlo mejor y me ha capacitado más para prestar servicio a otraspersonas.

“Soy escultor de vocación y estoy traba-jando en una compañía de construcción, enla que empleo mis habilidades de artesano.En Nigeria tenemos un proverbio que dice:‘El hacha que usamos para cortar madera estan importante que la llevamos con las dosmanos y la colocamos sobre el hombro’. Elhacha es demasiado importante para soltar-la. Eso es lo que siento con respecto a laIglesia y al saber leer y escribir sobre temasdel Evangelio: los llevo con las dos manos ysobre el hombro, y no puedo dejarlos delado.

“Estoy agradecido por los líderes de mirama que me alentaron a aprender, sobretodo por el hermano Lawrence Monyei, elmaestro de alfabetización del Evangelio”.

El hermano Imietehe aprendió a leer y a escribir en la clase de alfabetización delEvangelio, y como resultado, su confianzaaumentó y su testimonio del Evangelio sehizo más fuerte. Desde entonces ha sidouna bendición para muchos miembros de su rama.

¿Puede usted ayudar?

El manual de alfabetización del Evangeliopara el alumno, Tendréis Mis Palabras (34476002) está disponi-ble en inglés, fran-cés, portugués yespañol. Los quepodrían recibirmayor beneficiopor tenerlo nopueden leer es-tas palabras.¿Puede ustedayudarles? ■

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Paul Imietehe,escultor nige-riano, dice: “El

hecho de leer y escri-bir sobre el Evangelioha despertado en míun fuerte deseo demejorar mi educa-ción académica; tam-bién me ha ayudadoa comprenderlo me-jor y me ha capacita-do más para prestarservicio a otras personas”.

ARRIBA: FOTOGRAFÍA POR FRANCISONYEBUEZE NMERIBE.

Tendréis Mis PalabrasManual para el alumno

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Me llevó siete años, pero valió

la pena esperar.

P O R M A R Í A K A N E V A

“¿Quiénes son los maestros?”, le pre-gunté a mi amiga mientras caminába-mos por la calle un sábado por la

mañana, en febrero de 2000. Teníamos catorce años.

“Son amigos míos y están aquí haciendoalgo así como una misión”, me contestó.Aunque éramos amigas íntimas, nunca había-mos hablado antes de religión. Me dijo queíbamos a asistir a clases de inglés que susamigos daban gratuitamente; sabía que yoiba a tener interés porque estudiaba en unaescuela secundaria inglesa.

Cuando entramos al edificio, los cuadrosde las paredes me llamaron la atención. ¿Esoera una iglesia? No se parecía a la IglesiaOrtodoxa Búlgara, que era la única que habíavisto hasta el momento. En Bulgaria, la ma-yor parte de la gente considera que cual-quier otra religión es una secta; además,hasta 1989, mientras el país se hallaba bajoel comunismo, se condenaban las creen-cias religiosas y todavía hay muchaspersonas que ven la religión comoalgo que no es bueno.

Mi amiga me preguntó si queríair a la iglesia el día siguiente y lecontesté que sí, más por curiosi-dad que por devoción religiosa.Sabía que si ella iba, allí no habría nada malo.

Empecé a asistir con re-gularidad a la Iglesia por-que quería aprendermás de sus enseñan-zas; quería saber porqué aquellos jóvenesque llevaban unachapita con su nom-bre habían dejadoatrás su país para ve-nir a Bulgaria, en-frascándose en lahostil atmósfera reli-giosa que reinabaaquí. Aun cuandoen esa época yo noera religiosa, algome hacía seguir yen-do a las activida-des de laIglesia;

Cómo perseveréhasta el principio

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me encantaban el espíritu amistoso de losmisioneros y las amables sonrisas de losmiembros.

Me hice amiga de las jovencitas de la rama;me asombraba ver su fe y su gran deseo deprestar servicio a los demás. Recuerdo el díaen que dije por primera vez una oración enuna clase de las Mujeres Jóvenes. Antes deese momento, nunca había orado y descono-cía la fuerza que puede tener una oración; nohabía sentido la fuerte conexión con nuestroPadre Celestial que se siente al orar; no sabíaque yo era Su hija. Pero después de eso, nun-ca dejé de orar. Cada vez que tenía que ven-cer una dificultad, sabía que podía pedir guíaa mi Padre Celestial. Muchas veces esas ora-ciones me arrancaban lágrimas porque sentíala seguridad de que el Espíritu Santo me co-municaba que Dios me ama. Comencé a con-fiar en el Señor.

Cuando se presentaron las tentacionespropias de la adolescencia, ya tenía una fe fir-me en Jesucristo, y eso me dio fuerza paravencerlas. Veía cómo Satanás tentaba a misamistades con cosas mundanas y cómo eltransigir en lo pequeño llevaba a algo másgrande. Me resultaba difícil defender misprincipios, pero la comunicación que teníacon mi Padre Celestial por medio de la ora-ción me ayudaba a mantenerme alejada delas tentaciones. Había tomado la decisión devivir de acuerdo con los principios del plande salvación y sabía, sin duda alguna, que al-gún día iba a ser bendecida.

Lamentablemente, en esa época no podíahacerme miembro de la Iglesia, pues mis pa-dres se oponían totalmente, en especial mipapá. Yo lo comprendía: sus padres nunca lollevaron a la iglesia y creció cuando el paísestaba bajo el gobierno comunista. Sin em-bargo, yo sabía que el Señor había preparadouna vía para que algún día pudiera unirme ala Iglesia. También sabía que iba a ser un ca-mino muy difícil, pero ya había aprendido enlas Escrituras que las tribulaciones puedenser para nuestro bien.

Fui a seminario y después a instituto, yasistía a las actividades de la Iglesia; inclusocomencé mi propio programa de ProgresoPersonal. Me encantaban las actividades delas Mujeres Jóvenes. Nunca olvidaré las horasque pasamos cocinando, haciendo tarjetaspostales o marcadores de libros, decorandoel salón de clases o participando en juegos,ni tampoco el maravilloso espíritu de amis-tad que había entre nosotras. Cada una de

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Fue larga lajornada hastael día de mi

bautismo (arriba),pero recibí fortalezade las Escrituras, delos proyectos delProgreso Personal,como el dememorizar “El Cristoviviente” (páginaopuesta) y de losmiembros de larama de mi pueblode Sliven (páginaopuesta).

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las actividades me ayudó a comprendermi naturaleza divina y mi papel en la vida.

Uno de los proyectos más difíciles delProgreso Personal fue memorizar “ElCristo viviente”1. Cuando vi el texto, pen-sé que iba a ser un gran desafío memori-zarlo; después de unas dos semanas, yasabía por qué ese proyecto era parte delvalor “Fe”, pues era una prueba de fe ypaciencia con resultados compensadores.El testimonio de los Apóstoles contribuyóa fortalecer mi fe y testimonio; el recor-dar sus palabras inspiradas sobre la vida y el ministerio divinos de Cristo me dio valor para testificar de Él yo también.

Cuando tenía unos dieciséis años, hubo una actividadacerca de ser misioneros de tiempo completo. Nos dividi-mos en pares y vivimos como misioneras durante una se-mana. Aprendí por primera vez lo importante que escompartir nuestro testimonio con otras personas. Aquellaactividad me hizo darme cuenta no sólo de lo difícil que esservir al Señor, sino también del gozo que se siente alcompartir el Evangelio y ver la forma en que las enseñan-zas de Cristo cambian la vida de una persona. Me ayudó aentender lo que es “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” (Mosíah 18:9).

Mientras era “no miembro activa”, que era como todosme llamaban, aprendí a tener paciencia y la esperanza deque algún día llegaría a ser miembro de la Iglesia. Sabíaque era una prueba de mi fe y paciencia, y me preguntabacuánto tiempo llevaría quedar limpia y comenzar una vidanueva.

Ese día llegó casi siete años después de que mi amigame llevó a la Iglesia en aquella fría mañana de febrero de2000; tenía veintiún años, y fui bautizada en la casa de lamisión, en Sofía. El día de mi bautismo fue uno de los másfelices de mi vida. En aquel momento, sentí el gran amorredentor que tiene mi Padre Celestial por mí; y lo sentímás aún al día siguiente cuando tomé la Santa Cena. Nopude contener las lágrimas; el Espíritu, que ardía dentro

de mí, me decía que había valido la pena es-perar. Por fin podía gozar del don delEspíritu Santo y de las demás bendicionesde ser miembro de la Iglesia.

Estoy agradecida por ser bendecida conel conocimiento del Evangelio restaurado.Sé que podemos sobreponernos a las tribu-laciones de la vida mediante la fe y la pa-ciencia. No puede haber un privilegiomayor ni más compensador que el de sermiembro de la única Iglesia verdadera quehay en la tierra. Nada puede darnos una feli-cidad más grande que el conocimiento quetenemos de que, si somos miembros dignosde la Iglesia, podremos volver a vivir conDios. ■

NOTA1. Véase “El Cristo viviente: El testimonio de los

Apóstoles”, Liahona, abril de 2000, pág. 2.

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 31

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Ybt n´hÿtcndtyj pfzdzdfvt‚ xt Ytujdjnj cdtotybxtcndjb W´hrdfnf Ve cf d´pcnfyjdtyb yf ptvznf – “c´uhfltybd´hÇe jcyjdfnf yf fgjcnjkbnt b ghjhjwbnt‚ rfnj t rhfq-´u´kty rfv´r cfv Bcec {hbcnjc” (Tatczybnt 2:20).

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de la compañía del Espíritu Santo; lasnormas son para permanecer en luga-res santos a fin de ser dignos de que eltercer miembro de la Trinidad nosacompañe. Él será nuestro guía a lolargo del sendero en el que entramosal bautizarnos y recibir la confirma-ción, el sendero que lleva al templo.

Hermana Julie B. Beck: Recuerdoa una periodista que atacó nuestrasnormas diciendo que son restrictivas;había leído el librito Para la fortaleza

de la juventud y en su opinión trata-ba sólo de reglas. Entonces le hablésobre seguridad y decisiones, em-pleando las palabras liberar, libre yproteger. Por ejemplo, le dije que siuna joven guarda nuestra norma deno beber bebidas alcohólicas ni usardrogas, nunca será esclava de esos há-bitos; será libre y su capacidad paratomar decisiones se multiplicará por-que no tendrá el problema de la adic-ción. La periodista empezó a asentircon la cabeza al comprender que lasnormas no son un cercado que nosencierra, sino que son lo que nos ayu-da a salir y funcionar bien en un mun-do que está lleno de opciones.Podemos así hacer nuestra contribu-ción en este mundo y llevar una vidafeliz y productiva, porque estamosprotegidos.

PARA LAFORTALEZA DE USTEDESUna conversación con la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

¿En qué temas deberían concen-

trarse los padres y los líderes al ha-

blar con los jóvenes en cuanto a

normas?

Hermana Susan W. Tanner: Comopresidencia tenemos un lema: “Puedohacer cosas difíciles”. Nuestro asesordel sacerdocio, el élder John B.Dickson, nos sugirió cambiarlo a: “Sisé quién soy, podré hacer cualquier

cosa que Él me pida que haga”.Consideramos seriamente que si losjóvenes comprenden que son hijos deDios, entonces guardarán las normas.Ese sentido de identidad les da con-fianza en sí mismos.

Hermana Elaine S. Dalton: Cuandohablamos de normas, no hablamos dereglas; las normas se tratan de lo quehacemos para hacernos merecedores

La Presidencia General de las Mujeres Jóvenes —Susan W.

Tanner, Presidenta (centro), Julie B. Beck, Primera Consejera

(izquierda), y Elaine S. Dalton, Segunda Consejera (derecha)—

hablan sobre las formas en que los padres y los líderes pueden

ayudar a los jóvenes a aumentar su deseo y su determinación

de vivir según las normas del Evangelio. Desde que tuvo lugar

esta conversación, se ha llamado a la hermana Beck como

Presidenta General de la Sociedad de Socorro, y Mary N. Cook

ha pasado a integrar la Presidencia General de las Mujeres

Jóvenes.

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¿Qué deben hacer los padres y los

líderes para inculcar las normas en

el corazón de los jóvenes?

Hermana Tanner: A veces, al ob-servar las dificultades que los jóvenes enfrentan, tenemos una visión inme-diata en lugar de una a largo plazo.Es interesante leer Para la fortaleza

de la juventud y buscar las promesasque se encuentran allí; es interesanteleer las Escrituras y tratar de encon-trar promesas. Siempre que se nosamonesta a hacer algo, por lo gene-ral a ello le sigue una promesa. Lospadres y los líderes que han vividolas normas son un gran ejemplo; los jóvenes ven que en nuestra vidahan sucedido cosas buenas y que he-mos podido establecer una familiaeterna. Ésas son promesas que se

han cumplido para nosotros.Hermana Dalton: Nunca he cono-

cido a nadie que no quisiera las pro-mesas de Para la fortaleza de la

juventud: “…serán capaces de llevar acabo las labores de su vida con mayorsabiduría y capacidad”, podrán “so-portar las aflicciones con más valor”,“tendrán la ayuda del Espíritu Santo”,“tendrán un buen concepto de uste-des mismos”, “serán una influenciapositiva en la vida de los demás” y “se-rán dignos de entrar en el templo”(págs. 2–3).

Hermana Beck: Si no se siente ver-güenza de recibir las bendiciones, en-tonces uno no se puede avergonzarde aquello que le permita recibirlas.

Hermana Dalton: A veces, los pa-dres piensan que una norma no tiene

mayor importancia, y dicen: “No voy apelear esa batalla ni morir para escalaresa montaña”. Pero no se trata demontañas, sino de santidad. Una nor-ma le ayuda a la persona a compren-der quién es en calidad de hijo o hijade Dios.

¿Cómo pueden los padres y los lí-

deres superar el temor de ofender a

los jóvenes o de que se alejen por lo

que les digan?

Hermana Beck: Se me ocurren al-gunos pasajes de las Escrituras: “Notemas delante de ellos, porque conti-go estoy…” (Jeremías 1:8); y “…Abretu boca y se llenará…” (Moisés 6:32).El Señor espera que Sus líderes —ytodo padre y madre es líder— diganla verdad.

Hermana Tanner: En la sección

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121 de Doctrina y Convenios se nosdice que cuando reprendemos “en elmomento oportuno con severidad”,después debemos demostrar “mayoramor” (vers. 43). Si lo primero que sa-ben los jóvenes es que ustedes losaman, estarán más dispuestos a escu-char. Y si a continuación les demues-tran amor, podrán hablarles de cosasseveras.

Hermana Beck:Creo que subesti-mamos el potencial de los jóvenes.Ellos están en una etapa de búsqueda;es la edad del “¿por qué?”; y hay unarazón para ello: es que el Señor quie-re que obtengan su propio testimo-nio. Los líderes y los padres tienen eldeber de explicarles los “porqués”doctrinales y de reforzar las normasenseñándoles las razones en las queéstas se apoyan. Recuerdo algunasconversaciones

que tuve con una de mis hijas sobre lamanera de vestirse los domingos; leexpliqué lo que pensaba sobre la for-ma en que debía vestirse para asistir ala reunión sacramental. También lehablé de la Santa Cena y le expresé mitestimonio del porqué de asistir a laIglesia. Lo hice todo con amor. Ella nocambió su manera de vestir aquel do-mingo ni la semana siguiente, peropoco después adoptó una norma másformal de vestirse para la reunión sa-cramental. Yo esperé pacientementehasta que recibió su propia confirma-ción de lo que debía hacer, y nuncamás volvió a vestirse como lo hacíaantes. Se le había enseñado la doctri-na y su “¿por qué?” había recibido respuesta.

¿Cómo ayuda Para la fortaleza de

la juventud a padres y a líderes a

contestar los “¿por qués?”

Hermana Tanner: Me encanta eselibrito porque se basa en la doctrina, yésta es la verdad eterna, establecidadesde antes de la fundación del mun-do. Y las normas se basan en la doctri-na, por lo que tampoco las normasvan a cambiar. No son algo que losadultos, con sus ideas anticuadas, in-ventaron sólo para hacer la vida másdifícil. En Para la fortaleza de la ju-

ventud se explican la doctrina y lasnormas probablemente de maneramás clara que en cualquier otra fuen-te; también habla de las consecuen-cias. Por eso, se puede ver lo que es laverdad eterna, qué debemos y qué nodebemos hacer, y por qué debemos ono hacerlo. Ese librito puede resultarde gran ayuda para los padres. A ve-ces, cuando pienso: “Quisiera explicaresto correctamente y en términoscomprensibles”, lo consulto y encuen-tro la idea que busco resumida en unacláusula.

¿De qué otras maneras pueden los

padres y los líderes emplear Para la

fortaleza de la juventud?

Hermana Beck: Se puede analizaruna norma a la vez en la noche dehogar y marcar en cada sección ladoctrina, las normas y las consecuen-cias. Como maestros en la Iglesia, lopueden emplear en cualquier lec-ción. A mí me ha ayudado el memo-rizar algunas frases claves que quierodestacar, y me doy cuenta de quecuando hablo con los jóvenes, esasfrases me vienen inmediatamente ala memoria.

Hermana Dalton: Por ejemplo, unafrase clave es: “Satanás quiere hacertepensar que no puedes arrepentirte,pero…”

Hermana Dalton y hermana Beck,

al unísono: “¡…eso es absolutamentefalso”! (pág. 30).

Hermana Tanner: Con frecuencia,los jóvenes son los mejores maestros

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para enseñarse unos a otros. Una delas cosas que nos gusta hacer cuandohablamos a la juventud es entregar aalgunos un librito Para la fortaleza

de la juventud y decirles: “Quieroque elijan cualquiera de esas normasy dentro de unos minutos den un dis-cursito sobre ella”. He presenciadomuchos discursos espontáneos quellenan la sala con el Espíritu. Cuandolos jóvenes cuentan sus experiencias yexpresan su testimonio, ellos sientenel Espíritu y empiezan a experimentarla fuerza del libro.

Hermana Beck: El tener la nochede normas una vez por año no es su-ficiente. Podemos emplear Para la

fortaleza de la juventud en los cam-pamentos, en las conferencias parajóvenes y en situaciones formales ono tan serias. Es un recurso que debeestar siempre frente a nuestros jóve-nes, y los padres y los líderes debenvivir de acuerdo con sus enseñanzas.Un líder no puede decir a los jóvenesqué películas deben evitar y luego ir averlas; una madre no puede decir a

su hija: “No te pongas esevestido indecente”, paradespués ponerse ella unoasí; un padre no puede decir:“Paga el diezmo” y no pagarloél mismo.

Entonces, ¿tiene Para la

fortaleza de la juventud

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 35

C Ó M O A Y U D A R A L O S J Ó V E N E S A F O R TA L E C E R S E

Una manera de empezar a hacer que las enseñanzas de Para la fortaleza de la

juventud (36550 002) formen parte de nuestra vida —y de grabarlas en el cora-zón de los jóvenes— es señalar las doctrinas, las normas y las consecuenciasque se describen en cada sección del librito. Por ejemplo, consideremos la sec-ción “La pureza sexual”.

La doctrina responde a la pregunta: “¿Por qué tenemos que vivir esas nor-mas?”: “La intimidad física entre marido y mujer es hermosa y sagrada; es orde-nada por Dios para la creación de los hijos y la expresión de amor entre marido ymujer. Dios ha mandado que la intimidad sexual se reserve para el matrimonio”(pág. 26).

Las normas nos enseñan lo que debemos y lo que no debemos hacer: “Notengas ninguna clase de relación sexual antes del matrimonio, y sé completamentefiel a tu cónyuge después del matrimonio” (pág. 26).

Las consecuencias son los resultados positivos y negativos de vivir o no vivirlas normas: “Cuando obedeces el mandamiento de Dios de ser sexualmente puroo pura, te estás preparando para hacer y guardar convenios sagrados en el tem-plo, para establecer un matrimonio fuerte y para traer hijos al mundo como partede una familia amorosa. Te estás protegiendo del daño emocional que siempre re-sulta cuando se comparten las intimidades físicas con otra persona fuera del ma-trimonio” (pág. 26).

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importancia también para la gente

que no es tan joven?

Hermana Dalton: Yo lo llamo Para

la Fortaleza de “Ustedes”, porque seaplica a todos nosotros.

Hermana Beck: El mío tiene minombre escrito y está marcado paramí. Las normas no se especifican paraun sexo ni para una edad determina-dos; son para los hijos de Dios.

¿Qué bendiciones inmediatas re-

cibimos por vivir de acuerdo con las

normas del Señor que se enseñan en

Para la fortaleza de la juventud?

Hermana Dalton: Una concienciatranquila.

Hermana Beck: La compañía delEspíritu Santo.

Hermana Dalton: Y confianza enuno mismo. Se relaciona estrecha-mente con el lema de la Mutual para2007: “…deja que la virtud engalane

tus pensamientos incesantemente;entonces tu confianza se fortaleceráen la presencia de Dios” (D. y C.121:45). Esas bendiciones inmediatasson importantes porque a veces losjóvenes piensan: “Si decido haceresto, no tendré amigos”.Lamentablemente, eso puede ser así.

Hermana Tanner: Eso me sucediócuando estaba en el séptimo año es-colar. Era honrada, lo cual no estabade acuerdo con lo que un grupo po-pular de chicas quería que yo hiciera.Por ese motivo, no tenía amigas y es-taba triste, pero tenía confianza enque lo que hacía estaba bien. Y estoysegura de que eso fue lo que me sos-tuvo durante un tiempo. Sabía quepodía enfrentarme a quien realmentenecesitaba enfrentar: a mi PadreCelestial y a mi familia. Pero el saberlono impide que se sienta dolor.

Hermana Dalton: Para la fortaleza

de la juventud no promete una vidalibre de dificultades si se viven las nor-mas, pero dice que se podrán “sopor-tar las aflicciones con más valor” (pág. 2). Aun cuando no me di cuentade ello la noche que salí de una fiestay cerré la puerta de todo mi futuro so-cial —los jóvenes populares me re-chazaron desde aquel momento—,ahora sé que el obedecer las normasnos capacita para ser líderes. Una jo-vencita o un joven que tenga el valorde vivir de acuerdo con ellas y retirar-se de una situación inapropiada brin-da a otros como ellos el valor parahacer lo mismo.

¿Qué bendiciones a largo plazo se

reciben por vivir en armonía con las

normas de Para la fortaleza de la ju-

ventud?

Hermana Beck: La semana pasadafui de compras con mis nietas. Me fijéen que una de las empleadas observa-ba cómo nos divertíamos. Más tardele di una tarjeta de obsequio de laIglesia y me dijo: “Me encuentro enun momento en el que estoy tratandode tomar las riendas de mi vida, y nosé cómo hacerlo”. Nos pusimos a con-versar. Lo último que le dije fue: “Si túquieres tener esto cuando llegues ami edad”, señalando a mis nietecitas,“debes tener mucho cuidado de loque decidas hacer ahora. Las decisio-nes que yo tomé cuando tenía tuedad determinaron qué clase de per-sona soy actualmente”.

Hermana Dalton: Las bendicionesa largo plazo se extienden como unaola a través de generaciones, y algopequeño que estemos haciendo aho-ra puede efectuar grandes cambios ennuestro propio futuro y en el de lasgeneraciones que nos sigan. Tampocodebemos olvidar que las generacionesque nos precedieron se sacrificaronpara que nosotros tuviéramos el

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Evangelio y conociéramos las normas.¿Cómo deben los jóvenes enfren-

tar la tentación y recibir esas bendi-

ciones inmediatas y a largo plazo?

Hermana Dalton: Cuando pregun-to a los jóvenes: “¿Qué es lo más difí-cil para ustedes?”, muchos mecontestan: “Es ir a una fiesta, que meofrezcan una bebida y no tomarla”.Entonces les pregunto: “¿Y por quévas a esa clase de fiestas?”. Y me di-

cen: “Porque quiero ser un buenejemplo para los demás”. A esto,siempre les contesto: “Tú debes llevara tus amigos a los lugares donde ellospuedan sentir el Espíritu. No vayasnunca a lugares adonde Él no va.¡Evítalos!”.

Hermana Beck: El élder Lynn G.Robbins, de los Setenta, nos ofreceesta analogía: Si usted está en una die-ta en la que no pueda comer chocola-

te y, a pesar de eso, va a la cocina don-de acaba de sacar del horno un pastelde chocolate —siente el delicioso aro-ma y puede imaginarse los trozos depastel disolviéndose en su boca—,¿cuánto tiempo transcurrirá antes deque pruebe un pedacito? ¿Cuántafuerza de voluntad tiene en realidad?A eso se le llama resistir la tentación,o tratar de resistirla. Pero si está ha-ciendo un régimen que le prive co-mer chocolate y no entra en la cocinadonde está el pastel recién horneadoni lo prepara usted, entonces está evi-

tando la tentación. ¡Y eso es más fácil!¿Qué pueden lograr los jóvenes

que viven de acuerdo con esas nor-

mas de rectitud?

Hermana Beck: Satanás ataca anuestros jóvenes por todos lados.Pero tenemos una defensa, así que nodebemos temer: Podemos confiar enlas promesas del Señor. Él nos diceque los jóvenes, varones y mujeres so-ñarán sueños y tendrán visiones, yque Él derramará Su Espíritu sobreellos en los últimos días e inundará latierra con la justicia y la verdad (véaseJoel 2:28–32; Moisés 7:62). ¡No haynada que los jóvenes rectos no pue-dan hacer!

Hermana Dalton: Nuestros jóve-nes son actores principales en las es-cenas finales de la tierra. Leemossobre las calamidades y cosas malasque sucederán; pero el vivir las nor-mas que se encuentran en Para la

fortaleza de la juventud preservará,protegerá y fortalecerá a la juventudde tal modo que podrán prestar ser-vicio y hacer lo que nadie más sea ca-paz de hacer.

Hermana Tanner: Los jóvenes dehoy son como los jóvenes soldadosdel ejército de Helamán. Aquéllos fue-ron criados para salvar a la generaciónnefita, y éstos son criados para salvara esta generación. ■

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 37

L A S N O R M A S S E C O M PA R T E NUna joven a quien conozco estaba un poco frustrada con ami-

gas que cuestionaban sus normas: “¿Por qué no puedes salircon un muchacho antes de los dieciséis años?”, “¿por qué no to-mas bebidas alcohólicas?”. Cuando oró para saber cómo trataresa situación, se le ocurrió esta idea: “Me voy a poner un librito

Para la fortaleza de la juventud en el bolsillo del pantalón y cada vez que alguien mepregunte, por ejemplo, sobre salidas sola con un muchacho, le voy a dar el librito ydecirle que lea la sección sobre salir con jóvenes del sexo opuesto”.

¡Y resultó ser una gran idea! En el transcurso de tres meses entregó cincuenta ydos libritos Para la fortaleza de la juventud, y tres amigas nuevas empezaron a asistircon ella a la Iglesia.

Aquella jovencita fue valiente de una manera amistosa y no se disculpó por guar-dar sus normas. Si los jóvenes viven las normas abiertamente y sin avergonzarse deellas, los demás los respetarán y los verán como un ejemplo.

Mary N. Cook, Segunda Consejera en la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes.

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P O R G R I G O R A . TA D E V O S Y A N

Cuando me preparaba para ser bautiza-do y confirmado miembro de laIglesia, estaba muy preocupado pen-

sando si habría elegido el camino correcto.Los misioneros de nuestra rama de Gyumri,Armenia, se dieron cuenta de que tenía du-das acerca del Libro de Mormón y de unirmea la Iglesia, por lo que me invitaron para ircon ellos mientras enseñaban algunas de lascharlas misionales.

Al llegar a la primera casa, el élder Perrinpreguntó a Anichka si había leído los capítu-los que le habían asignado, y ella respondióque no, que se le había olvidado; así que leí-mos juntos 2 Nefi 29–33. Mientras leíamos enel capítulo 29, estudiamos las profecías sobreel Libro de Mormón y el rechazo de los genti-les en los últimos días, diciendo: “¡Una Biblia!¡Una Biblia! ¡Tenemos una Biblia, y no puedehaber más Biblia!” (vers. 3). Aquel capítulocausó en mí una impresión que me dejó pen-sando durante toda la lección.

Después fuimos a otra casa; mientras está-bamos leyendo en el Libro de Mormón, elpadre de la mujer a la que enseñábamos pre-guntó: “¿Qué libro es ése?”.

Le expliqué que se trataba del Libro deMormón: Otro testamento de Jesucristo; aloírlo, se enojó y dijo: “Ya tenemos una Bibliay no puede haber otra”.

Eso me hizo recordar el capítulo que ha-bíamos leído con Anichka hacía apenas diezminutos.

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Un libro excepcional,una respuestaexcepcionalMis dudas me preo-

cupaban, pero el

aclararlas fue algo

rápido e inspirado,

y estoy convencido

de que no ocurrió

por casualidad.

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El élder Perrin habló, diciendo: “Ustedes tienen unaBiblia, que es del antiguo pueblo del convenio de Dios”.Luego continuó: “Dios creó a todos los seres huma-nos y revela Sus palabras a Sus hijos, que quiere de-cir a todas las personas de esta tierra. Aun cuandoustedes tienen una Biblia, ¿no creen que Dios daríaSu palabra a otras personas también?”.Y siguió ha-blando de esa manera y explicando el origen delLibro de Mormón.

Me sentí asombrado por lo que acababa de suceder. Me pareció que no podría haber un testi-monio más fuerte para resolver mis dudas acerca

del Libro de Mormón que el hecho de ver cumplirse sus profecías.

Ahora puedo decir con sinceridadde corazón que el Libro de Mormónes el más verídico de todos los libros.Sé que Dios nos ama a todos y queno nos olvidará. Me he dado cuentauna y otra vez de que el Libro deMormón es, ciertamente, una pose-sión excepcional. ■

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P O R É L D E R J E F F R E Y R . H O L L A N DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Un agradable joven de poco más deveinte años se hallaba sentado frente amí. Tenía una sonrisa simpática, aun-

que no sonrió mucho durante nuestra con-versación. Lo que más me llamó la atenciónfue el dolor que se reflejaba en sus ojos.

“No sé si debo seguir siendo miembro dela Iglesia”, me dijo. “No creo ser digno”.

“¿Por qué no habrías de ser digno”, le pregunté.

“Porque soy homosexual”.Supongo que pensó que sus palabras

me iban a sorprender. Pero no fue así. “¿Yqué…?”, le pregunté.

Una expresión de alivio le cruzó la cara alpercibir la compasión en mí. “No me atraenlas mujeres, sino los hombres. He tratado dedejar de lado esos sentimientos o de cambiar-los, pero…”

Dejó escapar un suspiro. “¿Por qué soyasí? Los sentimientos que tengo son algomuy real”.

Permanecí en silencio un momento y lue-go le dije: “Necesito saber un poco más antesde aconsejarte. Mira, la atracción hacia los delmismo sexo no es un pecado, pero las accio-nes provocadas por esos sentimientos sí loson, exactamente igual que con sentimientosheterosexuales. ¿Violas la ley de castidad?”

Él sacudió la cabeza y dijo: “No, no la violo”.Esto me tranquilizó. “Te agradezco que

tengas el deseo de resolver este asunto”, le

dije. “Hace falta tener valor para hablar deltema y te admiro por mantenerte limpio”.

“En cuanto al porqué de tus sentimientos,no puedo responder a esa pregunta. Puedehaber una serie de factores que influyan ypueden ser tan diferentes como las personasson diferentes entre sí. Algunos, incluso losque causan tus sentimientos, quizás no los se-pamos nunca en esta vida. Pero el saber porqué te sientes así no es tan importante comosaber que no has transgredido. Si tu vida estáen armonía con los mandamientos, entonceseres digno de prestar servicio en la Iglesia, dedisfrutar de plena hermandad con los miem-bros, de asistir al templo y de recibir todas lasbendiciones de la expiación del Salvador”.

Fue evidente que mis palabras le hicieronsentir mejor. Continué: “Te tratas injustamen-te al considerar tu persona sólo por tu inclina-ción sexual. Ésa no es tu única característica;por lo tanto, no debes prestarle más atenciónde la que merece. Primero y fundamental-mente eres un hijo de Dios, y Él te ama.

“Más aún, yo te amo y mis hermanos de lasAutoridades Generales te aman. Recuerdo uncomentario que hizo el presidente Boyd K.Packer al dirigirse a las personas que se sien-ten atraídas hacia las personas de su mismosexo: ‘No los rechazamos…’, dijo. ‘No pode-

mos rechazarlos, pues ustedes son hijos e hi-jas de Dios. No los rechazaremos, porque losamamos’”1.

Hablamos durante unos treinta minutos,más o menos. Sabiendo que no podía ser su

Cómo ayudar a los que se debaten con la

atracción hacia las personasde su mismo sexo

Si uno de sus

seres queridos

o un amigo

se debate con

la atracción

hacia las per-

sonas de su

mismo sexo

y le pide ayu-

da, ¿qué le

dice? ¿qué

puede hacer?

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consejero personal, lo referí a los líderes locales del sacer-docio que le correspondían. Después nos despedimos.Creo haber visto en sus ojos una expresión de esperanzaque no tenía antes. Aun cuando le quedaban por delantedificultades para vencer —o simplemente soportar—, tuvela impresión de que las enfrentaría bien.

Dios ama a Sus hijos

Cuando un ángel hizo a Nefi una pregunta sobre Dios,él respondió: “…Sé que ama a sus hijos; sin embargo, nosé el significado de todas las cosas” (1 Nefi 11:17). Yotambién afirmo que Dios ama a todos Sus hijos y reco-nozco que muchas preguntas que aquí tenemos, inclusoalgunas relacionadas con la atracción hacia los del mismosexo, deben esperar una respuesta futura, tal vez en laotra vida.

Lamentablemente, hay personas que creen tener la res-puesta para todo ahora y proclaman sus opiniones por to-das partes. Afortunadamente, esas personas no representana La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Aunque creo que los miembros están deseosos de sercompasivos hacia aquellos que son diferentes a ellos, nues-tra tendencia a apartarnos cuando enfrentamos una situa-ción que no comprendemos es parte de la naturaleza Una de las partes fundamentales del plan

de Dios consiste en tener hijos. A Adán y a Eva se les mandó fructificar y multiplicarse.

Nosotros debemos seguir su ejemplo casándonos yproporcionando los cuerpos físicos para los hijosespirituales del Padre Celestial.

humana. Eso es verdad particularmente cuando nos en-contramos con casos de atracción hacia el mismo sexo.Tenemos tan escasa información fiable al respecto que losque quieren ayudar se sienten un tanto inseguros. Admitomi propia incompetencia en el asunto pero, como deseoayudar, permítanme ofrecer algunas sugerencias para apo-yar a los que tengan seres queridos o amigos que sientanatracción hacia las personas de su mismo sexo.

El plan de felicidad de nuestro Padre

Primero, dejemos completamente en claro lo que Diosquiere para cada uno de nosotros: quiere que tengamos to-das las bendiciones de la vida eterna; quiere que lleguemosa ser como Él. Para ayudarnos a lograrlo, nos ha dado unplan, el cual está basado en verdades eternas y que no se al-tera de acuerdo con las tendencias sociales de la época.

Una de las partes fundamentales de ese plan consisteen tener hijos, que es una de las razones esenciales por lasque Adán y Eva salieron del Jardín de Edén (véase 2 Nefi 2:19–25; Moisés 5:10–12). Se les mandó fructificar y

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 41

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multiplicarse (véase Moisés 2:28), y ellosdecidieron obedecer ese mandamiento.Nosotros debemos seguir su ejemplo ca-sándonos y proporcionando los cuerposfísicos para los hijos espirituales del PadreCelestial. Obviamente, una relación conalguien del mismo sexo es contraria a eseplan.

Por razones variadas, el matrimonio ylos hijos no están a inmediata disposiciónde todas las personas. Tal vez no se recibauna propuesta matrimonial; tal vez aundespués de haberse casado, no exista laposibilidad de tener hijos; o quizás en elpresente no se sienta atracción hacia elsexo opuesto. Sea cual sea la razón, las másricas bendiciones de Dios estarán finalmen-te a disposición de todos Sus hijos si son limpios y fieles.

Por medio del ejercicio de la fe, del esfuerzo personal yde la confianza en el poder de la Expiación, algunos pue-den resolver en la tierra el problema de la atracción haciasu mismo sexo y casarse; otros, sin embargo, tal vez nuncase libren de ella en esta vida.

Como hermanos de la Iglesia, familiares y amigos, debemos reconocer que los que se sienten atraídos haciapersonas de su mismo sexo enfrentan algunas restriccio-nes exclusivas con respecto a la manifestación de sus senti-mientos. Aunque la atracción hacia el mismo sexo es algoreal, no debe existir una expresión física del sentimiento.El deseo de obtener satisfacción física no autoriza la inmo-ralidad en nadie. Esos sentimientos pueden ser muy fuer-tes, pero nunca lo serán tanto como para privar a ningunapersona de la libertad de optar por una conducta digna.

Al decir esto, permítanme aclarar que las atracciones ensí, por muy penosas que sean, no hacen indigna a la perso-na. La Primera Presidencia ha dicho lo siguiente: “Existeuna diferencia entre pensamientos y sentimientos inmora-les y el participar en comportamientos tanto heterosexua-les como homosexuales”2. Si no se ha llevado a la prácticael objeto de la tentación, no se ha transgredido.

El no comprender esa distinción conduce a veces a la de-sesperanza. Siento compasión por aquellos que no entien-den que toda bendición que Dios ofrece está a disposiciónde cualquiera que obedezca las leyes sobre las cuales se baseesa bendición (véase D. y C. 130:20–21). Ninguna personaque viva de acuerdo con el Evangelio debe desesperarse. Laesperanza y la paz provienen del Consolador, y la solución

para la desesperación es invitar al EspírituSanto a formar parte de nuestra vida.

Las formas de ayudar

Supongamos que usted es familiar oamigo de una persona que se sienteatraída hacia los de su propio sexo y sele acerca en busca de ayuda. ¿Qué debedecirle? ¿Qué debe hacer?

Yo empezaría por reconocer el valorque llevó a su hijo, hija, hermano o amigoa hablar con usted; reconocería tambiénla confianza que esa persona le demues-tra. El hablar del problema con alguien deconfianza es un primer paso saludablepara enfrentar sentimientos confusos, yes imperativo que en esos primeros pa-

sos la persona encuentre compasión.Luego, si usted es el padre o la madre del que se siente

atraído hacia personas de su mismo sexo, no suponga quela razón de esos sentimientos radica en usted. Nadie, ytampoco el que lucha con el problema, debe echarse laculpa. No se debe tampoco culpar a nadie más, menos aúna Dios. Anden por la fe y ayuden a su ser querido a enfren-tar la dificultad lo mejor que pueda.

Al hacer eso, reconozcan que el matrimonio no es unasolución para todo problema de esta índole. Las atraccio-nes hacia los del mismo sexo son muy profundas y el en-trar en una relación heterosexual por la fuerza con todaprobabilidad no las cambiará. Todos nos quedamos muycontentos cuando alguien que ha luchado con esos senti-mientos puede casarse, tener hijos y lograr la felicidad fa-miliar. Pero otros intentos han dado como resultadocorazones heridos y hogares deshechos.

Sobre todo, mantengan abiertas las líneas de la comuni-cación. La comunicación sincera entre padres e hijos esuna clara expresión de amor; y el amor puro, expresadogenerosamente, puede transformar los lazos familiares. Noobstante, el amor por un miembro de la familia no significaque se apruebe la conducta indecente. Por supuesto, sushijos son bien recibidos en su hogar, pero como padrestienen todo el derecho de impedir que haya en él ningunaconducta que ofenda al Espíritu del Señor.

El principio de la jardinería

Consideremos ahora un principio que se aprende enjardinería. Alguien ha dicho que si plantamos buena

AYUDA ADICIONALAlgunas de las ideas y palabrasde este artículo provienen de unfolleto preparado por la PrimeraPresidencia y el Quórum de losDoce Apóstoles para los que sesientan atraídos hacia las perso-nas de su mismo sexo. Se titulaGod Loveth His Children (Dios

ama a Sus hijos) (04824) Si el folleto se ha traducido a su idioma, podrá obtenerlo en el centro de distribución del lugardonde resida o puede bajarlo de www.lds.org/same-gender-attraction.

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semilla, no habrá mucha necesidad de la azada. Del mis-mo modo, si llenamos nuestra vida con alimento espiri-tual, será más fácil dominar ciertas inclinaciones. Esosignifica que debemos crear en nuestro hogar un ambien-te positivo en el cual se pueda sentir el Espíritu en abun-dancia. Un ambiente positivo incluye, de maneraconstante, la devoción privada y pública, la oración, elayuno, la lectura de las Escrituras, el servicio a los demás,y el fomento de conversaciones, música, literatura y otrosmedios ennoblecedores.

Ese mismo entorno se extiende a las experienciasdentro de la Iglesia. Algunos de los que sienten atracciónpor las personas de su mismo sexo tienen temores queno se han resuelto, y se sienten ofendidos en la Iglesiacuando no ha habido intención de ofenderlos. Por otraparte, algunos miembros excluyen de su círculo de her-mandad a los que son diferentes. Cuando nuestras accio-nes o palabras desaniman a alguien de aprovechar almáximo su condición de miembro de la Iglesia, eso sig-nifica que hemos fallado a la persona y al Señor. LaIglesia se fortalece cuando incluimos a todos los miem-bros y cuando nos fortalecemos unos a otros en el servi-cio y el amor (véase D. y C. 84:110).

Quizás sienta la inspiración de alentar a la persona aquien esté tratando de ayudar a que hable con un líder desacerdocio que posea las llaves para dar consejos inspira-dos. Si es así, hágalo, sabiendo que la Primera Presidenciaha pedido a los líderes de la Iglesia que hablen de esosproblemas confidencialmente y con un espíritu de amorcomo el de Cristo3.

En las manos del Señor

No hace mucho tiempo recibí una carta de un hombrede poco más de treinta años que lucha con la atracción ha-cia las personas de su mismo sexo. Su lucha no ha sido fá-cil y no se ha casado todavía. Pero me escribió: “El Señorme ha ayudado a enfrentar mis circunstancias presentes, yme contento con hacer lo mejor que puedo y dejar mi vidaen Sus manos”.

La fe y el valor de ese hombre que vive enfrentandouna dificultad que yo nunca he tenido que enfrentar mearrancan lágrimas de admiración y de respeto. Lo amo yamo a los miles de personas como él, hombres o muje-res, que “pelea[n] la buena batalla” (1 Timoteo 6:12).Recomiendo su manera de actuar a todos los que luchencon la atracción hacia las personas de su mismo sexo o alos que estén tratando de ayudarles. ■

NOTAS1. “Sois templo de Dios”, Liahona, enero de 2001, pág. 87.

2. Carta de la Primera Presidencia, 14 de noviembre de1991.

3. Carta de la Primera Presidencia, 14 de noviembre de 1991.

L IAHONA O CT UBRE DE 2007 43

El hecho de plantar en un jardínplantas fuertes y saludablesmantendrá a raya a las malas

hierbas. Del mismo modo, si llenamosnuestra vida con el alimento espiritual queDios nos ha proporcionado, nos será másfácil dominar nuestras inclinaciones.

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V O C E S D E S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S

La memoria detío GilbertoPor Esther Labibe de Beruben

Cuando empecé a aprendersobre la obra de las ordenan-zas por los muertos, me ins-

piró el gran amor que mi esposodemostraba por su abuela al asegu-rarse de que se efectuaran las orde-nanzas del templo por ella; eso memotivó a averiguar más sobre misantepasados. En los años transcurri-dos desde entonces, ha habido mu-chos hermanos y hermanas, inclusolos del centro de historia familiarcercano a mi casa en Guadalajara,México, que han contribuido a queyo aprendiera a efectuar la obra pormis antepasados.

En 1991 recibí mi ben-dición patriarcal y se medijo que debía ocuparmede mis parientes muertosy dedicarme a ellos. Me es-tablecí la meta de hacerlo,y eso me llevó a tener lar-gas conversaciones diariascon mis padres, que noeran miembros de laIglesia. Muchas veces leshacía preguntas sobre lafamilia, pero mi madresólo podía darme datos demis abuelos.

Un día mi mamá medijo que tío Gilberto,que era hermano de mipadre, había tenido un ata-que al corazón. “Sé que leencantaría hablar conti-go”, me dijo. “Tiene unamemoria excelente

y podría darte muchos datos sobre lafamilia”.

Cuando llamé al centro de rehabi-litación donde él estaba, su esposacontestó el teléfono y me dijo que mitío estaba muy enfermo y no podíahablar. Le expresé mis buenos deseosy le dije que iba a orar por ellos y porsu familia.

Al día siguiente volví a llamar y,para mi sorpresa, mi tío contestó elteléfono.

“Tío Gilberto”, le dije, “llamé paradecirte que he orado fervientementepor tu recuperación y que te quiero”.

“Muchas gracias, Bibi”, me respon-dió. “Me desperté esta mañana sin-tiéndome mucho mejor. Dime qué esde tu vida”.

Le hablé de mi empeño por averi-guar los nombres de los miembros

de nuestra familia que eran de Arabiay Líbano. Mi mamá estaba en lo cier-to: mi tío tenía una memoria excelen-te. Sabía nombres, fechas y lugares decuatro generaciones de la línea fami-liar de mi padre.

Al colgar el teléfono, presentí queaquella conversación había sido la úl-tima que íbamos a tener en esta vida,y así fue. Pero el Señor nos había ben-decido a ambos para que yo pudieraobtener los datos que necesitaba paraunir a nuestra familia, tanto ahoracomo en las eternidades. ■

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Mi mamáestaba enlo cierto:

mi tío tenía unamemoria excelen-te. Sabía nombres,fechas y lugares decuatro generacio-nes de la línea familiar de mi padre.

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que ya sentía, sufría deinseguridad en cuanto ami apariencia y al hechode que no tenía amigos.Empecé a sucumbir aldesaliento y pasaba lahora del almuerzo cami-nando hasta mi casa yde vuelta a la escuelaporque no podía sopor-tar la idea de estar solodurante ese tiempo.

Ese mismo año, la fa-milia a la que habíamoshermanado se mudó,

quedando dentro de nuestro distritoescolar, y Shannon empezó a asistir almismo colegio que yo. De inmediatonos hicimos amigos; me sentí acepta-do y dejé de estar triste. El hecho desaber que alguien quería ser amigomío hizo que aumentaran mi confian-za y mi autoestima. Ya no tuve quepasar solo la hora del almuerzo.

Nuestra amistad se afianzó en losaños de la educación secundaria.Cuando nuestros respectivos herma-nos mayores se fueron para la univer-sidad y para cumplir una misión,Shannon y yo nos hicimos como her-manos. Recibimos nuestros premios

de Scout Águila en la misma corte dehonor, asistimos a la misma universi-dad, partimos para nuestras misionesel mismo verano y después de eso vi-vimos juntos. Ambos nos casamoscon mujeres maravillosas en elTemplo de Salt Lake, y nuestros hijosprimogénitos nacieron con tres me-ses de diferencia el uno del otro.

Una noche, poco antes de queShannon se casara, empezamos a ha-blar de nuestra infancia. Yo le dijeque él me había ayudado a vencermis inseguridades y a hacer frente ala muerte de mi papá; y agregué quesu amistad había sido una influenciamuy positiva en mi vida. Él entoncesme dijo que si mi padre no hubierainvitado a su familia a ir con nosotrosen el auto a la iglesia, él nunca habríaasistido a las reuniones ni cumplidouna misión ni se habría sellado en eltemplo.

El Espíritu me llegó profundamen-te al corazón durante aquella conver-sación al darme cuenta de la formaen que el simple acto de invitarlospara ir con nosotros en el auto a laiglesia nos había bendecido a los dos.Reflexionando sobre mi amistad conShannon, comprendí que mi padre

L IAHONA O CT UB RE DE 2007 45

Una invitaciónpara ir a laiglesiaPor Stephen Baer

Cuando yo tenía siete años, mispadres se hicieron amigos deuna familia menos activa que

había en nuestro barrio y que consis-tía de la madre y sus dos hi-jos. John, mi hermanomayor y yo, éramos de lasmismas edades de los dosniños, Robin y Shannon,por lo que resultaba másapropiado que nosotros lesextendiéramos una manode hermandad.

La familia no tenía auto,así que mi papá se ofreciópara ir a buscarlos a su casa,en una ciudad vecina, y lle-varlos al centro de reunio-nes y de regreso. Recuerdolas veces que mi padre nosllamaba a mi hermano y amí para que lo acompañáramos abuscarlos. En aquel entonces yo pro-testaba, pero a pesar de mis lamen-tos, papá continuó llevándolos hastaque empezaron a asistir activamentea la Iglesia y tuvieron su propio auto.Al poco tiempo, Robin y Shannonfueron bautizados y confirmados, ysu mamá empezó a tomar parte en laSociedad de Socorro. En aquella épo-ca, no me di cuenta de las repercusio-nes que tendría aquel acto deservicio.

Pocos meses antes de que yo en-trara en el octavo año de la escuela,murió mi papá. Para agregar al dolor

En aquellaépoca, nome di cuen-

ta de las repercu-siones que tendríaaquel acto de servi-cio de mi padre dellevar a dos herma-nitos a la Iglesia,ida y vuelta.

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no sólo había contribuido a salvar a lafamilia de él, sino que también habíapreparado a un amigo que iba a ayu-dar a salvar a su propio hijo. ■

¿Quién me dio vuelta lacabeza?Por Hildo RosilloFlores

En 1972, enuna reunión sacra-mental que hubo en Piura,

Perú, el discursante que habló sobrela importancia de la obra de historiafamiliar me miraba fijamente durantesu discurso. Al terminar, para mi sor-presa, anunció: “Sé que el hermanoRosillo va a hacer esta obra”.

Yo había sido miembro de laIglesia hacía menos de un año, perome establecí la meta de empezar atrabajar en mi historia familiar, no porlo que él había dicho, sino porquesentía el deseo de hacerlo. Conseguíuna hoja del cuadro genealógico decuatro generaciones y empecé a ha-blar con mis padres y con parientespara averiguar qué sabían ellos. Cadavez que trabajaba en esa obra, oraba yle pedía ayuda al Señor.

A fin de encontrar las fechas de fa-llecimiento de mis bisabuelos mater-nos, viajé hasta el pueblo de Zorritos,en el norte de Perú, donde ellos esta-ban sepultados. El cementerio se ha-llaba en las afueras del pueblo y lamayoría de los muertos se encontra-ban en nichos.

Entré en el cementerio y empecé

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Me arrodi-llé en latierra y

limpié la inscrip-ción. Con enormegratitud, leí los datos que estababuscando.

a buscar, pero no encontré nada.Decidí entonces ir hasta el pueblopara preguntar a una prima si estabasegura de que nuestros bisabuelos ha-bían sido sepultados allí; cuando mecontestó que sí, le dije: “Entonces nome iré hasta encontrar esas fechas”.

Regresé al cementerio y empecéuna búsqueda metódica, recorriendofila por fila de nichos y leyendo cadauna de las inscripciones. A pesar deeso, no pude hallar sus nichos, por loque me arrodillé para pedir ayuda alSeñor. Luego, volví a buscar, pero conlos mismos resultados. Estaba cansa-do, se hacía tarde y tenía que salir deallí para dedicarme a otras búsquedasque pensaba hacer.

“Y bueno, yo hice mi parte”, pen-sé. Tendría que irme sin alcanzar lameta que había establecido.

Pronto para partir, me di vueltapara dirigirme al portón de entrada.

Pero justo cuando di el primer paso,sentí que dos manos me agarraban lacabeza desde atrás y le daban vueltahacia un punto determinado en elsuelo; mis ojos se fijaron en una lápi-da pequeña y sucia que estaba a niveldel terreno. Me di vuelta a mirar paraver quién me había agarrado la cabe-za, pero allí no había nadie.

Me dirigí hasta la lápida, me arrodi-llé en la tierra y limpié la inscripción;con enorme gratitud, leí los datos queestaba buscando: Isidro García

Rosillo, falleció el 1º de agosto de

1934. Francisca Espinoza Berrú, fa-

lleció el 31 de enero de 1954.La larga espera de mis antepasa-

dos para recibir las ordenanzas sal-vadoras llegó a su fin en 1980, añoen que mi esposa y yo fuimos alTemplo de São Paulo, Brasil, a reci-bir nuestra investidura. Allí me selléa mi esposa y fui bautizado por mis

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seres queridos que habían muerto.Al entrar en la pila bautismal, re-

cordé aquella pequeña lápida en elcementerio. Me sumergí en el aguaserena sabiendo que el Señor habíaguiado mis pasos en la búsqueda demis antepasados. ■

Una oracióncon el maestroorientadorPor Judy Stone

Tengo vergüenza de admitirlo,pero hubo un tiempo en quepensaba que los maestros

orientadores eran más una molestiaque una bendición. En esa época en-contraba excusas para ausentarmecuando iban de visita, así podía hacermis tareas.

Por eso, me sentí especialmentemolesta cuando asignaron a Lincolncomo nuestro maestro orientador. Élnunca fallaba en sus visitas; siempretenía una lección preparada y llevabaa cabo fielmente sus deberes de laorientación familiar. Yo apreciaba suempeño, pero no lo suficiente paradarles a él y a su compañero toda miatención cuando iban a hacernos suvisita mensual. Lincoln era siemprecordial; yo era siempre un tanto descortés.

Un año, a principios de primavera,me encontraba trabajando en el jar-dín; el día era hermoso y tibio.Generalmente, la jardinería me resul-taba terapéutica, pero aquel día enparticular estaba afligida; mi esposoacababa de pasar por una debilitante

operación quirúrgica en la columna ynuestra familia se enfrentaba a algu-nas decisiones difíciles.

Sin pensarlo y con la necesidad derecibir respuestas, me arrodillé en eljardín. Empezaron a correrme las lá-grimas al orar fervientemente pidien-do al Señor que me guiara. Meconformaba con sentir algo de paz,alguna seguridad de que el futuro noiba a ser tan sombrío como parecíaen aquel momento. Oré con fervor,hablando por instantes en voz alta,suplicando al Señor que me diera es-peranza pero sobre todo, paz.

Cuando volví a entrar en la casadespués de implorar al Señor, mesentía agotada. Me alegré de que no

hubiera nadie a mi alrededor a fin de tener tiempo de recuperarme.Pero en el momento en que me quitélos zapatos de trabajar en el jardín,sonó el timbre de la puerta. En aquelmomento, Lincoln era la última per-sona en quien habría pensado, peroallí estaba, con su esposa y sin los ma-teriales para la lección

Por primera vez, me quedé since-ramente contenta al verlo y los invitéa pasar. Nos pusimos a charlar y élme preguntó acerca del trabajo demi marido, de nuestras cinco hijas yde otros asuntos familiares. No sequedaron mucho tiempo, pero al po-nerse de pie para partir, Lincoln mepreguntó si podía dejar una bendi-

ción en nuestro hogar. Me sen-tí agradecida y mepreguntaba cómo habría sa-bido que yo necesitaba tantouna oración. Nos arrodilla-mos y, mientras escuchaba laspalabras reconfortantes quepronunciaba, pidió específi-camente una bendición depaz para nuestro hogar.

En aquellos momentossentí que una ola de con-suelo me llenaba el almay supe que el Señor nostenía en Sus manos yque todo iba a salir bien.

Mis oraciones habíansido contestadas conclaridad y tranquilidadpor medio de Lincoln,nuestro fiel maestro

orientador. Al honrar sumayordomía y seguir las

impresiones del EspírituSanto, él me dejó con un

testimonio de su sagrado llamamiento. ■

L IAHONA O CT UB RE DE 2007 47

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El mensaje de la Primera

Presidencia

La revista Liahona ha ayudado amucha gente a mejorar su vida. Nadieque desee tener una buena vida pue-de pasar por alto el mensaje de laPrimera Presidencia. A mí me ha ayu-dado a organizar la mía. Aun cuandono siempre me es posible comprar unnúmero de la revista Liahona, los quepuedo leer contribuyen a que sea unapersona mejor.Abraham Adaranijo, Canadá

Precepto por precepto

Cuando hacía poco tiempo que mehabía bautizado como miembro de laIglesia, no podía comprender comple-tamente el Evangelio, pero al leer larevista Liahona he podido entender-lo, precepto por precepto. Me sientoinspirado por aquellos que cuentansus experiencias de la vida. Graciaspor publicar buenos artículos que res-paldan los principios del Evangelio.Federico G. Balut, hijo, Filipinas

Cómo la gente realmente vive el

Evangelio

Qué bendición excelente y perfec-ta es tener la revista Liahona en nues-tros hogares y bibliotecas, donde lapodemos leer en los momentos libresy en los espirituales. Aprecio los her-mosos artículos sobre la forma en quelas personas de uno u otro lugar vivenrealmente el Evangelio. Eso nos unifi-ca y anima al resto de nosotros a notener temor, asegurándonos que noestamos solos.Elsie Castillo, Ecuador

Alentada para volver

Cuando todavía era niña, me volvímenos activa en la Iglesia; pero siendo

adolescente empecé a considerar elregresar a ella. Antes de tomar esa de-cisión tan importante, oré y meditésobre lo que significaría volver a laIglesia y a las responsabilidades queello implica.

Fue entonces que decidí leer algu-nos números viejos de la revistaLiahona. Leía buscando relatos queme alentaran y reforzaran mi deseode regresar a la Iglesia.

Al leer artículos sobre personasque habían pasado experiencias simi-lares a la mía, recibí mucho ánimo.Principalmente, los artículos me hicie-ron comprender que nadie de laIglesia es perfecto y que yo tambiéntenía mis faltas y era preciso que hi-ciera algo por corregirlas.

Actualmente he vuelto a la Iglesia.Me doy cuenta de que las reunionesson iguales a lo que eran antes, peroahora tengo una visión más positiva,en parte debido a las ideas que en-contré en la revista Liahona sobre laforma de disfrutar las clases y la reu-nión sacramental.

Cada vez que leo la revista Liahona

siento tranquilidad al encontrar res-puesta a mis preguntas.María Pilar Santana, RepúblicaDominicana

Los discursos de nuestro querido

Profeta

Quiero agradecerles el envíoregular de la revista Liahona.Tengo noventa y tres años y herecibido la revista desde el díaen que fui bautizada y confir-mada. Antes era pequeña,pero siempre ha sido intere-sante. Me encanta todo sucontenido, pero me intere-san especialmente los

48

C O M E N T A R I O S

discursos de nuestro querido Profeta.Es maravilloso oírlo hablar dos vecespor año en la conferencia general.Lydia Dominguez, E.U.A.

Hace varios meses muchos de ustedescontestaron a la encuesta que se hallaba enla sección de noticias de abril. ¡Muchasgracias! Recibimos cientos de respuestas yleímos cada una de ellas. Sus comentariosnos ayudarán a mejorar Liahona. Si no tienela oportunidad de hacer la encuesta, nospuede mandar sus comentarios de todasformas.

Envíe sus comentarios por correo elec-trónico a: [email protected]; o por correo postal a:

Liahona, Comment 50 E. North Temple St., Rm. 2420 Salt Lake City, UT 84150-3220, E.U.A.Es posible que sea necesario modificar

las cartas por ser muy extensas o para mayor claridad.

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ENCUÉNTRALA EN LA CASA DEL SEÑOR.(Véase Hageo 2:9; Himnos, No 160.)

PAZ EN LA TIERRAFO

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P A R A L O S N I Ñ O S • L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • O C T U B R E D E 2 0 0 7

Amigos

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P O R E L P R E S I D E N T E J A M E S E . F A U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Hace algunos años, un quórum depresbíteros decidió reunir alimentospara los necesitados como proyecto

de servicio. Jim, uno de los presbíteros, esta-ba emocionado de poder participar y estabadecidido a juntar más alimentos que los de-más. Llegó el momento de que los presbíte-ros se reunieran en la capilla. Todos salieronal mismo tiempo y regresaron a una hora de-terminada por la tarde. Para sorpresa de to-dos, el carrito de Jim estaba vacío. Él estabaun poco serio y algunos de los jóvenes seburlaron. Al ver esto, como sabía que Jim te-nía un interés especial en vehículos, el ase-sor le dijo: “Acompáñame afuera, Jim.Quiero que veas mi automóvil; me está dan-do algunos problemas”.

Al llegar afuera, el asesor le preguntó a Jim si estabamolesto. Él dijo: “No, en realidad no; pero cuando salí ajuntar los alimentos, realmente recibí muchos. Mi carri-to estaba lleno, pero de regreso a la capilla me detuveen la casa de una mujer divorciada que no es miembrode la Iglesia pero que vive dentro de los límites denuestro barrio. Toqué a su puerta, le expliqué lo queestábamos haciendo y me pidió que pasara. Empezó abuscar algo para darme. Abrió el refrigerador y pude

ver que estaba casi vacío. Las alacenas esta-ban vacías. Finalmente encontró una peque-ña lata de duraznos.

“Yo casi no podía creerlo. Tenía todosesos niños a su alrededor que necesitabanalimento y ella me entregó la lata de duraz-nos. La tomé, la puse en mi carrito y seguími camino. Iba a medio camino cuandosentí un calor que me envolvía y supe quedebía regresar a esa casa. Le di toda la comida”.

El asesor dijo: “Jim, nunca olvides cómote sentiste esta noche, porque de eso se tra-ta todo esto”. Jim había probado el nutrientedel servicio desinteresado. ●Tomado de un discurso de la conferencia general deoctubre de 2006.

A L G O E N Q U É P E N S A R1. Cuando Jim sintió un calor que lo envolvía y se dio cuenta

de que debía regresar, ¿qué se imaginan que le ocurría a Jim?

2. El asesor dijo que la forma en que Jim se sentía era de lo

que se trataba todo eso. ¿Qué se imaginan que quiso decir

con eso?

3. ¿Con qué propósito se dispuso Jim a recolectar alimentos?

¿Cuál fue su objetivo al finalizar el día? ¿Cómo se aplica

esto a la vida de cada uno de ustedes?

4. ¿Qué otras ideas tienen en cuanto a la experiencia de Jim?

A2

El presidente Faustdemuestra la formaen que el servicio

desinteresado hizoque un carrito vacío

se llenara y que un carrito lleno quedara vacío.

El carrito vacío

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A4

Nota: Si no desea quitar laspáginas de esta revista, estaactividad puede copiarse,calcarse o imprimirse desdeInternet en www.lds.org. Parala versión en inglés, haga clicen “Gospel Library”. Para lasversiones en otros idiomas,haga clic en “Languages”.

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AMIGOS OCTUBRE DE 2007 A5

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres,para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen avuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).

P O R E L I Z A B E T H R I C K S

§¿Te has dado cuenta de que cuando compar-tes algo, como un caramelo o un juguete, tesientes bien? Claro que sí. Además de cara-

melos o de juguetes, puedes compartir otras cosas,como por ejemplo, conocimiento. El compartir cono-cimiento brinda gran alegría, no sólo al que lo recibe,sino también al que lo da. El mejor conocimiento que se puede compartir es el del Evangelio deJesucristo.

Ashley, de nueve años, sintió el gozo de compartir elEvangelio. Después de que se le animó para que com-partiera un ejemplar del Libro de Mormón, su padre lallevó a la casa de la directora de la escuela para que leobsequiara el libro. Ashley también entregó el nombrede la directora a los misioneros de tiempo completo.¡Qué alegría sintió Ashley! (Véase “Nine-Year-OldMember Missionary”, Friend, julio de 1997, págs.42–43.)

Lo más importante que puedes compartir es el evan-gelio de Jesucristo. El Señor llamó a Oliver Cowdery y a David Whitmer a predicar el Evangelio y explicó la felicidad que recibirían:

“Y si acontece que trabajáis todos vuestros días pro-clamando el arrepentimiento a este pueblo y me traéisaun cuando fuere una sola alma, ¡cuán grande será vuestro gozo con ella en el reino de mi Padre!

“Y ahora, si vuestro gozo será grande con un almaque me hayáis traído al reino de mi Padre, ¡cuán grandeno será vuestro gozo si me trajereis muchas almas!” (D. y C. 18:15–16).

Cuando compartimos el Evangelio con los demás, de-mostramos nuestra fe en Jesucristo; y qué grande es elgozo que recibimos cuando ayudamos a otras personasa saber acerca de Jesucristo y del plan de nuestro PadreCelestial.

Actividad

Escribe tu nombre al pie de una de las figuras de mi-sioneros; recórtala y pégala en cartulina gruesa. Durantela noche de hogar, coloca tu figura de misionero al ladode cada lámina y explica a tu familia la forma en que lapersona en cada situación actúa como misionera. Pide atu familia que dramatice las situaciones de las láminas ode diferentes situaciones que se les ocurran y que tepermitan practicar compartir el Evangelio.

Ideas del Tiempo para compartir

1. Prepare varias hojas de papel en las que haya escrito

acciones que den un ejemplo, tanto bueno como malo. Pida

a algunos de los niños que saquen una hoja de papel de una

caja y se turnen para leerlas. Pídales que decidan si la situa-

ción pone un buen ejemplo o un mal ejemplo. Coloque los

papeles sobre la pizarra, ya sea bajo el encabezamiento que

diga “Buen ejemplo” o “Mal ejemplo”. Por ejemplo: “Me visto

con ropa modesta” se colocaría bajo “Buen ejemplo”, y “A

veces digo malas palabras” se pondría bajo “Mal ejemplo”.

Ayude a los niños a encontrar el pasaje de Mateo 5:16, a leer-

lo y a aprenderlo de memoria. Testifique que Jesucristo fue

un ejemplo para todos nosotros.

2. Pida a los niños que piensen en alguna ocasión en la

que oigan a otras personas expresar su testimonio. Explique

que aunque la reunión de testimonios es un momento para

compartir testimonios, nosotros también podemos expresar-

los en otras ocasiones. Busque 2 Timoteo 1:7–8. El presidente

Gordon B. Hinckley ha dicho: “Desearía que todos los miem-

bros de la Iglesia pusieran esas palabras donde pudieran

verlas al comenzar el día” (“No temas”, Liahona, febrero de

2005, pág. A2). Dice que esas palabras nos darán valor, fe y

fortaleza. Pida a los niños que escriban el versículo 7 y la

primera parte del versículo 8 para que lo lleven a casa y lo

coloquen donde puedan verlo todas las mañanas. Ayude a

los niños a sentir el poder del testimonio de los profetas y

apóstoles. De ser posible, toque (ponga) la grabación de un

testimonio expresado en una conferencia general, o del vi-

deo Testigos especiales de Cristo, o lea de un ejemplar de la

revista Liahona. ●

Cuán grande será vuestro gozo

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D E L A V I D A D E L P R E S I D E N T E S P E N C E R W . K I M B A L L

Vencer los desafíos

Durante su vida, el presidenteSpencer W. Kimball hizo frente amuchos problemas de salud.

Una vez, cuando lo sacaban de la sala de operaciones en unacamilla, el enfermero que lo atendía se enojó por algo y tomóel nombre del Señor en vano.

Las operaciones que le preocuparon más fueronlas que le hicieron en la garganta.

¿Cómo puedo seguirsirviendo como apóstol del

Señor si pierdo la voz?Por favor no diga

eso; Él es la persona a laque más amo en este

mundo.

Mi hermana murióde cáncer; es mejor que

me opere.

Lo siento; no debí haberme expresado así.

Parece que tienes cán-cer de garganta; opino que

debemos operarte.

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AMIGOS OCTUBRE DE 2007 A7

Después de que al élder Kimball lo operaron de lascuerdas vocales, viajó con su apóstol colega, el élderHarold B. Lee.

El élder Kimball pasó la verdadera pruebacuando regresó a su hogar, en el valle Gila,Arizona.

El presidente Spencer W. Kimball nunca dejó depredicar; de hecho, algo que a la gente le gustabaera su voz suave, grave y melodiosa.

Me avergüenza seguir hablandocon la voz áspera y estos terriblesruidos; tal vez no deba tomar lapalabra en la próxima reunión.

Spencer, es necesario que su testimonio se deje oír; es preciso que

recupere su voz.

El élder Kimball hizotodo lo que pudopara recuperar su voz;siguió las órdenes delmédico, recibió ben-diciones del sacerdo-cio y tomó leccionesde canto.

Adaptado de Edward L. Kimball y Andrew E. Kimball Jr., Spencer W. Kimball, 1977, págs. 263–264, 306–312;Francis M. Gibbons, Spencer W. Kimball: Resolute Disciple, Prophet of God, 1995, págs. 179–181, 211–215; yEnseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006, véanse las págs. XXVII–XXVIII, 174.

Su voz es diferente, peroaún tiene el mismo sentido

del humor.

Disculpen mi voz; mientras estuve en el Este, me atacaron los

degolladores.

Quisiera pedirle al él-der Kimball que exprese

su testimonio.

Camilla, me doycuenta de que no puedo

darme por vencido por ningu-na razón, aunque la tentación essumamente grande cuando me

trabo, tartamudeo y vacilo.

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A8

“…si en esta vida una persona adquiere

más conocimiento e inteligencia… por

medio de su diligencia y obediencia, hasta

ese grado le llevará la ventaja en el mun-

do venidero” (D. y C. 130:19).

He pasado la mayor parte de mi vidaen el campo de la educación.Cuando era joven, pensaba que el

adquirir una educación significaba ir a la es-cuela, hacer exámenes y sacar buenas no-tas, pero al ir madurando, empecé a darmecuenta de la diferencia que existía entre sa-car buenas notas en la escuela y adquiriruna educación. Una persona puede salirbien en los exámenes escolares y aún así notener una educación. La verdadera educa-ción significa saber cómo aprender. Unavez que descubrí esa lección, el aprendizajese hizo divertido.

Uno de los propósitos principa-les de la vida terrenal es aprender,obtener conocimiento e inteli-gencia. En Doctrina y Convenios93:36 dice: “La gloria de Dios esla inteligencia”. Tal vez piensen

que inteligencia significatener un talento espe-

cial para el trabajo

académico, pero inteligencia también signi-fica aplicar el conocimiento que adquira-mos para propósitos rectos.

El conocimiento, tanto temporal comoespiritual, se adquiere poco a poco. Mi tes-timonio creció línea por línea, precepto so-bre precepto, un poquito allí, otro poquitoallá (véase Isaías 28:10), de la misma mane-ra que ocurre a la mayoría de los miembrosde la Iglesia. Cuando era niño, recuerdoque mi madre me leía relatos del Libro deMormón y de la historia de la Iglesia. Mesobrevenía un dulce, pacífico y tranquili-zante sentimiento de que lo que aprendíaera verdadero. Ese sentimiento se convirtióen un deseo sincero de aprender más me-diante el estudio de las Escrituras. Nada ha tenido un mayor impacto en mi vida que el leer, estudiar y escudri-ñar las Escrituras a finde obtener más co-

nocimiento e inteligencia.

Vivía enCalifornia

La gloria de Dios es

De una entrevistacon el élder David

A. Bednar, delQuórum de losDoce Apóstoles;

por KimberlyWebb, Revistas

de la Iglesia

E N T R E A M I G O S

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descubrir lo que debes hacer ¡cuan-do no tienes idea de qué hacer! Enlas Escrituras con frecuencia se nosenseña a buscar conocimiento tantopor el estudio como por la fe (véaseD. y C. 88:118). En nuestra vida, ennuestras familias y en la Iglesia, pode-mos recibir bendiciones de fortalezaespiritual, de orientación y deprotección a medidaque, por medio de la fe,

procuramos obte-ner inteligencia yaplicar conocimien-to espiritual enrectitud. ●

durante mi adolescencia, durante un tiem-po en que las malas influencias, como lasdrogas y la música de mal gusto, se hicie-ron cada vez más populares. Debido al co-nocimiento que tuve la bendición derecibir, decidí no participar en esas cosas;me estaba preparando para ser misionero yservir al Señor. En el campo misional, el co-nocimiento que tenía de que estaba sir-viendo al Señor fortaleció mi resolución detrabajar arduamente en la edificación de Sureino. El trabajar como misionero es qui-zás una de las mejores maneras deaprender y de obtener conocimientoespiritual.

El verdadero valor del conocimien-to es que te permite ser unapersona hábil en cualquier si-tuación, que te permite IL

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AMIGOS O CT UB RE DE 2007 A9

s la inteligencia

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A10

EL HOGAR

© 1975 por Sonos Music, Orem, Utah. Usado con permiso. Se pueden hacer copias de esta canción para usarlas en la Iglesia o en el hogar, siempre que no sea con fines de lucro.

Letra: Música:

Caroline Eyring Miner, 1907–1999. K. Newell Dayley, n. 1939.

1 Juan 4:7

Tiernamente = 92–100C

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1. El ho - gar es don - de a - bun - da el a - mor,2. El ho - gar es don - de un sa - bio pa - dre hay.3. El ho - gar es don - de el Pa - dre Ce - les - tial,

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don - de paz y bra - zos ti - bios hay al - re - de - dor.El ho - gar es don - de ma - dre y ni - ños es - tán.nos de - ja sen - tir Su a - mor y guí - a con bon - dad.

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ILUSTRACIÓN POR STEVE KROPP.

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DEMUESTRO MI FE EN JESUCRISTO CUANDO COMPARTO EL EVANGELIO CON LOS DEMÁS

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifi-quen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).

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AMIGOS OCTUBRE DE 2007 A11

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P O R S H E I L A K I N D R E DBasado en una historia real

“Allí está la torre”, exclamó Natalie. Le encantaba ir ala Iglesia, y el domingo era su día favorito de la se-mana, excepto por una cosa: se sentía triste por

que su hermano Michael hubiese decidido no ir a laIglesia con el resto de la familia.

Al estar sentada calladamente durante la reunión sa-cramental, Natalie pensó en Michael. Cuando él solía ir ala Iglesia, a ella le gustaba sentarse junto a él mientrasella hojeaba su libro de láminas de Jesús. Después de lareunión sacramental, Michael siempre la tomaba de lamano y la llevaba a la Primaria. “Nos veremos más tarde,hermanita”, le decía siempre; pero hacía mucho queMichael no iba a la Iglesia.

Natalie deseaba poder atarlo con una cuerda y arras-trarlo hasta la Iglesia en su carrito rojo, aunque sabíaque a él no le agradaría eso; pero, ¿qué más podría hacer?

En la Primaria, la hermana Chang saludó alegrementea la clase. “Me da mucho gusto que todos hayan venidohoy”, dijo. “Me siento feliz al ver sus caras sonrientes,pero, ¿quién nos falta?”

Natalie miró alrededor del salón y levantó la mano:“Jed”, exclamó; “Jed no vino hoy”.

“Tienes razón”, dijo la hermana Chang. “Tampocovino la semana pasada”.

“Tal vez esté enfermo”, sugirió Lisa.“A lo mejor se fue de viaje”, dijo Boyd.“Tal vez simplemente no quiso venir”, dijo Natalie en

voz baja.

“Tenemos que hacerle saber que lo amamos y lo ex-trañamos cuando no viene”, dijo la hermana Chang.

“¿Cómo podemos hacerlo?”, preguntó Natalie.“Se lo diremos”, dijo la hermana Chang. “Las cosas in-

significantes a veces pueden encerrar un gran significa-do. Tengo una tarjeta que todos pueden firmar y en laque cada uno puede hacer un dibujo especial para Jed”.

Natalie decidió hacer un dibujo de una montaña y deárboles porque sabía que a Jed le gustaba salir al aire li-bre. Después, Natalie le preguntó a su maestra si podíahacer otro dibujo para llevarlo a casa.

Al volver a casa, Natalie encontró a Michael en sucuarto, escuchando música. “Hola, hermanita”, la salu-dó; “¿qué hay de nuevo?”

Natalie le entregó una hoja de papel doblado. “Tehice una tarjeta”.

“¿A mí?” Michael sonrió. “¿Por qué? No es mi cumple-años ni nada”.

“La hermana Chang me ayudó a escribir el mensaje;dice: ‘Te extraño cuando no vas con nosotros a laIglesia. Te quiero’. Y la firmé”.

“Gracias”, dijo Michael en voz baja. “Es muy bonita; lahiciste muy bien”.

“De nada”. Natalie le dio un abrazo y se apresuró a ira ayudar a su madre a preparar el almuerzo. Se sentía fe-liz; quería mucho a su hermano y ahora él también losabía.

Natalie se sintió muy emocionada el domingo si-guiente cuando Michael decidió ir a la Iglesia; ella lo

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“…El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:21).

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tomó de la mano al entrar en la capilla y se sentó calladi-ta a su lado durante el servicio. Vio que Jed estaba sen-tado dos filas más adelante y lo saludó con la manodesde lejos.

A Natalie le gustaba mucho ir a la Iglesia, especial-mente cuando todos sus amigos y toda su familia esta-ban presentes. Decidió que, a partir de ese momento, sise daba cuenta de que faltaba alguien, se lo haría saber,ya que a veces las cosas insignificantes pueden encerrarun gran significado. ●

“Es nuestra responsabilidad… alentar atoda persona que es bautizada y hacerlesentir la maravillosa calidez de esteEvangelio de nuestro Señor”.

Véase “Apacienta mis ovejas”, presidenteGordon B. Hinckley, Liahona, julio de 1999,pág. 124.

¡Te

quiero

mucho!

AMIGOS OCTUBRE DE 2007 A13

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A14

D E A M I G O A A M I G O

Y O N D O N J A M T S , D E U L A A N B A A T A R , M O N G O L I AP O R D O N L . S E A R L E Y J U L I E W A R D E L L

Revistas de la Iglesia

Oraciones fieles, el bautismo y el

sacerdocio

Antes de que Yondonjamts fuesebautizado y confirmado, oraba cons-tantemente para que su padre tam-bién se uniera a la Iglesia, y se sintiómuy agradecido cuando su padredecidió ser bautizado. Después de su bautismo y confirmación,Yondonjamts sabía que era impor-tante prepararse para ser diácono

en el Sacerdocio Aarónico, y quetambién era importante que su padre

recibiera el sacerdocio. Este jovencito orabacon regularidad para que su padre recibiera el

sacerdocio, lo cual ocurrió. Toda la familiaestá de acuerdo en afirmar que Yondon-

jamts es un fiel jovencito que conocela importancia de la oración.

Los misioneros de La Iglesiade Jesucristo de losSantos de los Últimos

Días no pudieron enseñar elEvangelio a la gente deMongolia sino hasta 1993.Bajo el régimen comunista delas décadas de 1920 hasta1990, se quería evitar que losmongoles participaran enasuntos de religión. Hoy día,Yondonjamts, de diez años, ysu padre, Bayartsengel; su ma-dre, Gantsetseg; su hermano,Monkhsaihan, 14; y su hermana,Bolor-Erdene, 16, están agradeci-dos por haber podido convertirse en miembros de la Iglesia.

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Una gran fe

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Una familia eterna

Poco más de un año después de que su padrefue bautizado y confirmado, la familia viajó alTemplo de Hong Kong, China. Yondonjamts sesentía feliz de que su familia se hubiese sella-do en el templo para que pudiesen ser unafamilia eterna. Mientras estaba en el templo,pidió que en la lista de la oración pusieran elnombre de una hermana, a fin de que la gen-te que fuera al templo pudiese orar por ella.Él se sentía preocupado por la enfermedadque ella tenía en la pierna y se sintió agradeci-do cuando mejoró.

Lo que le gusta hacer

1. Jugar al baloncesto.2. Dibujar.3. Hacer títeres.4. Ir a la Iglesia.5. Comer sopa de arroz y uvas.6. Visitar el lado este de la ciudad.

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Estudios

A Yondonjamts, que cursa el cuarto año, legustan las matemáticas y hacer origami (el artede doblar una hoja de papel en forma de seresu objetos). En la escuela estudia inglés y mon-gol; su libro favorito es El príncipe feliz deOscar Wilde. Su madre dice que es un estu-diante muy bueno y obediente. La escuela estáa sólo cinco minutos de distancia de su casa.

La noche de hogar

Durante la noche de hogar, la familia lee lasEscrituras, dramatiza obras teatrales, canta canciones,formula y contesta preguntas sobre la historia de laIglesia y disfruta de un refrigerio especial. AYondonjamts le agrada leer en el Libro de Mormón acer-ca de Alma, que oró por su hijo para que se arrepintieray cambiara su modo de vivir (véase Mosíah 27:8–31).

Preparación para una misión

Algún día a Yondonjamts le gustaría servir en una mi-sión. A fin de prepararse para ser misionero, ora, lee lasEscrituras, asiste a las reuniones de la Iglesia y se esfuer-za por ser fiel y vivir rectamente. Además, toma clasesde piano. Ya que el clima de Mongolia es muy frío du-rante el invierno, a él le gustaría servir en una misión en Hawai.

¿Dónde se encuentra Ulaanbaatar, Mongolia?

Mongolia es un país montañoso ubicado entre China y Rusia; su capital es Ulaanbaatar.

El colegio al que asiste Yondonjamts

M O N G O L I A

C H I N A

R U S I A

Primaria

A la familia le toma aproximadamente 20 mi-nutos viajar por autobús para asistir a la RamaBayanzurkh. En la Primaria, a Yondonjamts legusta cantar y escuchar la música; también legusta el Tiempo para compartir. ●

Ulaanbaatar

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“A cada uno de ustedes les

digo: ‘Ven al templo’.

Es posible que estés

esperando anhelosamente el

privilegio de la única vez en

la vida que irás allí a recibir tu

propia investidura, tus propias

bendiciones, y a concertar tus

propios convenios con el Señor.

Es posible que ya hayas ido

una o dos veces. Es posible que

vayas con frecuencia. Hasta es

posible que seas un oficiante.

Pero, cualesquiera sean las

circunstancias: Ven al templo”.

Véase “Ven al templo”, presidente

Boyd K. Packer, pág. 14.

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SU P L E M E N T O PA R A L A R E V I S TA LI A H O N A: EN M E M O R I A D E L

PRESIDENTE

JAMES E. FAUSTAmado pastor

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Doce Apóstoles y como Segundo Consejerode la Primera Presidencia. Hasta el fin de suministerio, que concluyó con su muerte ocu-rrida el 10 de agosto de 2007, debido a causasrelacionadas con la edad, el presidente Faustpermaneció dedicado a la admonición delSeñor cuando dijo: “Apacienta mis corderos”(Juan 21:15).

La familia y la fe

James Esdras Faust nació en Delta, Utah, el31 de julio de 1920, siendo uno de cinco hijosvarones de George A. Faust y Amy Finlinsonde Faust. La familia se mudó después a SaltLake City, donde el padre trabajó como abo-gado y como juez de distrito. Durante su in-fancia y adolescencia, en su hogar y en lasgranjas de sus abuelos, James gozó del amory del apoyo de una familia centrada en Cristoy adquirió las virtudes de la honradez, del tra-bajo y del servicio.

“Ningún hombre ha tenido un padre me-jor que el que yo tuve”, dijo2. Y hablando desu madre, comentó: “Era una mujer espiritualy santa que ejemplificaba a la perfección lamanera de vivir como Cristo”3.

Al llegar a la edad adulta, el presidenteFaust se esforzó por honrar y emular a sus pa-dres, dando siempre prioridad a su familia y ala Iglesia. “No hay responsabilidad más grandeque la de ser esposo y padre”, enseñó4. Y so-bre la Iglesia y la misión de ésta, dijo: “…nohay nada que iguale a esta obra en el mundo”5.

Después de terminar la escuela secundaria,donde se destacó en el fútbol y en carreras,recibió el llamamiento para prestar servicio enla Misión de Brasil de 1939 a 1942. Mientrasestaba en Brasil, se incrementó su amor porlos hijos de Dios y su interés por el bienestarde éstos. “He nacido con cierta afección a lavista que me impide distinguir determinadoscolores, y he aprendido a querer a todos lospueblos de los países en los que he sido mi-sionero, soldado o Autoridad General, sin

2

James E. Faust siempre recordó los bali-dos de su asustado corderito. Cuandoera niño, una noche de tormenta olvidó

poner a su animalito en el establo.“…sabía que debía salir a ayudarlo, pero

también quería quedarme seguro, calentito yseco en mi cama, y no me levanté como debíhaberlo hecho”, relató en la sesión del sacer-docio de una conferencia general. “A la maña-na siguiente, cuando salí, lo encontré muerto;un perro también lo había oído balar y lo ha-bía matado.

“Me agobió un gran dolor”, dijo. Se diocuenta de que no había sido un buen pastor,y el reproche cariñoso de su padre le dolióaún más: ‘Hijo, ¿no podía confiar en que cui-daras ni siquiera a un cordero?’ ”1.

Ese mismo día resolvió que si tenía la opor-tunidad otra vez de ser pastor, jamás volveríaa descuidar su mayordomía. Y tuvo presentesu resolución cuando fue misionero de tiem-po completo en Brasil, siendo esposo y padredevoto, como abogado de éxito, como líderpolítico, como miembro del Quórum de los

Arriba: James Faust

(derecha) con sus

hermanos Rex

(izquierda) y Dan.

Derecha: James E.

Faust cuando era

misionero.

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distinción del color de su piel. Tengo la granesperanza de llegar a ser discípulo… especial-mente por los humildes, los oprimidos, lospobres y afligidos, los necesitados y los po-bres de espíritu. Sé que si olvidamos a éstos,de ninguna forma podemos ser discípulos de Jesucristo”6.

Seis semanas después de regresar de la mi-sión, el presidente Faust se alistó en la aviacióndel ejército de los Estados Unidos. En 1943, es-tando con licencia, se casó con Ruth Wright enel Templo de Salt Lake; ambos se habían cono-cido desde sus días de secundaria. Mientrasse hallaba ausente durante la Segunda GuerraMundial, él le escribió una carta todos los días7.El élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de losDoce Apóstoles, dijo lo siguiente sobre la rela-ción del matrimonio Faust: “El suyo es el mo-delo perfecto de un hermoso matrimonio”8.

Para todos sus conocidos, eran evidentesla profunda devoción de él hacia su esposa,Ruth, sus cinco hijos, veinticinco nietos yveintisiete bisnietos, y el inalterable apoyoque ella le daba.

“Con todo mi corazón deseo que mis hi-jos sepan que no puedo tener éxito en este

llamamiento a menos que también lo tengacomo su padre, y que ellos tendrán siempreimportancia primordial en mi vida”9, dijo en1972, cuando fue llamado para ser Ayudantedel Quórum de los Doce Apóstoles. Seis añosmás tarde, después que lo sostuvieron paraintegrar el mismo quórum, su primer pensa-miento fue buscar a Ruth10, que, según dijoél, era “tanto parte de mí mismo como lo sonmi corazón y mi alma”11.

Una brújula de la moral

En 1942, poco después de haber solicitadola entrada a la academia de oficiales militares,el presidente Faust tuvo que presentarse anteuna mesa examinadora. Casi todas las pre-guntas que le hicieron se concentraban ensus normas y sus creencias. ¿Fumaba? ¿Bebía?¿Oraba? Aunque temiendo resultar ofensivo, élcontestó cada pregunta sin vacilación. Luegole preguntaron si el código moral debería sermás flexible en tiempos de guerra.

“En aquel momento pensé que quizás meconvendría ganar algunos puntos si me mostra-ba liberal”, comentó. “Me parecía que esas pre-guntas provenían de hombres que no vivían

L IAHONA O CT UB RE DE 2007 3

Arriba: James Faust (el cuarto de la izquierda)

durante una carrera cuando era estudiante.

Derecha: Con sus padres, Amy y George Faust,

y su hijo James.

ACONTECIMIENTOSIMPORTANTES DE LA VIDA DELPRESIDENTE JAMES E. FAUST

31 de julio de 1920Nace en Delta, Utah, hijo de George A. Faust y Amy Finlinson de Faust

1937–1939Asiste a la Universidad deUtah, en Salt Lake City

1939–1942Cumple una misión enBrasil

21 de abril de 1943Contrae matrimonio conRuth Wright en el Templo de Salt Lake

1942–1945Presta servicio militar du-rante la Segunda GuerraMundial en la aviación delejército de Estados Unidos,recibiendo una baja honora-ble como teniente primero

1948Se gradúa en la Universidadde Utah con un título de licenciado en derecho y comienza su práctica deabogado en Salt Lake City

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de conformidad con las normas que se mehabían enseñado. Pensé por un instante quequizás podría decirles que yo tenía mis pro-pias creencias pero que no quería imponérse-las a otros. Sin embargo, me pareció ver enmi mente los rostros de las muchas personasa las que yo, como misionero, había enseña-do la ley de castidad, así que simplemente lescontesté que no creía que hubiera más deuna norma de moralidad”12.

Para su sorpresa, pasó el examen y fue se-leccionado para la academia de candidatos aoficiales.

“En todos mis largos años de vida no heintentado ocultar quién soy ni lo que creo.No recuerdo una sola situación en la que

4

Arriba, a la izquierda: Ruth Wright Faust.

Arriba: El élder y la hermana Faust, aproxima-

damente en 1980. Derecha: Una foto de su

boda, 1943.

8 de mayo de 1949Lo sostienen como obispodel Barrio Big Cottonwood

1949–1951Es miembro de la Cámarade Representantes de Utah

18 de marzo de 1956Lo sostienen comoPresidente de la EstacaCottonwood, Utah

31 de mayo de 1962Lo eligen Presidente delColegio de Abogados del estado de Utah

1962El presidente John F.Kennedy, de los EstadosUnidos, lo nombra para in-tegrar el Comité de aboga-dos por Derechos Civiles yconflictos raciales

14 de diciembre de 1968Se le llama como represen-tante regional

Enero de 1970Se le nombra para integrarla mesa directiva del perió-dico Deseret News

6 de octubre de 1972Se le sostiene comoAyudante del Quórum de los Doce Apóstoles

1º de octubre de 1976Se le sostiene como miem-bro de la Presidencia delPrimer Quórum de losSetenta

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haya dañado mi carrera ni haya perdido valio-sos amigos por admitir humildemente que yoera miembro de esta Iglesia”13.

La honradez, a la que el presidente Faustcaracterizó como “brújula de la moral”, le fuede gran utilidad en los veinticuatro años enque practicó la abogacía. Su integridad —unida a su reputación de persona justa, dedecisiones prudentes, de compasión y preocupación por los demás—, lo hizo distinguirse entre sus colegas y le brindó

oportunidades de prestar servicio profesionaly cívico. Desde 1949 hasta 1951 fue integran-te de la legislatura de Utah; de 1962 a 1963fue Presidente del “Utah Bar Association”[Colegio de abogados de Utah]; prestó servi-cio en el Comité de abogados por derechosciviles y conflictos raciales de Estados Unidos,creado por el presidente John F. Kennedy, ycomo miembro de la “Utah ConstitutionalRevision comission” [comisión encargada de revisar la Constitución del estado].

La combinación particular de comprensióny habilidad que poseía el presidente Fausttambién le ayudó a prestar eficaz servicio co-mo obispo, miembro del sumo consejo, pre-sidente de estaca, representante regional,Ayudante de los Doce, Setenta y Apóstol. “En cada uno de esos llamamientos”, observóel élder Neal A. Maxwell (1926–2004), delQuórum de los Doce Apóstoles, “demostróque para ser un buen líder es necesario serun buen oyente”14.

Su aptitud para establecer buenas

relaciones

Aunque era modesto y siempre pronto adar el crédito a los demás, el presidente Fausthizo muchas contribuciones importantes a laIglesia a través de sus décadas de servicio.Cuando era miembro del Comité de AsuntosPúblicos de la Iglesia, utilizó su experiencialegal para resolver varios asuntos políticosque tenían implicaciones morales, entre ellosun sistema de apuestas de dinero en carrerasde caballos en el estado de Utah. Tambiénapoyó el cambio del logotipo de la Iglesia pa-ra que se destacara el nombre de Jesucristo.Además, con su dirección contribuyó a la de-cisión de contratar los servicios de una firmamundial de relaciones públicas que ha ayuda-do a la Iglesia a diseminar su mensaje, corre-gir ideas falsas y mejorar las relaciones conlos medios de comunicación.

Por otra parte, se dedicó a establecer bue-nas relaciones con miembros y líderes deotras religiones; en esa labor, demostró sertardo para ofenderse pero presto para mani-festar paciencia, bondad y comprensión.

En una reunión cívica a la que asistieron ély su esposa, un líder de otra religión criticó ala Iglesia. La hermana Faust comentó: “A me-dida que hablaba, yo me enojaba cada vezmás, pero Jim lo escuchó pacientemente.Después de la reunión, se acercó al hombre

L IAHONA O CT UB RE DE 2007 5

Arriba: El élder Faust

(extremo izquierdo),

cuando era miembro

nuevo del Quórum de

los Doce Apóstoles,

tomada aproximada-

mente en 1979.

Izquierda: El presidente

y la hermana Faust con

sus hijos.

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y le dijo: ‘Reverendo, si usted piensa eso denosotros, debe de ser porque estamos ha-ciendo algo mal. Me gustaría que almorzára-mos juntos para que me explique cuáles sonsus puntos de vista’. Lo hicieron, y desde en-tonces han sido buenos amigos”15.

En la década de 1980 trabajó hombro ahombro con el presidente Howard W. Hunter(1907–1995), que era entonces miembro delQuórum de los Doce Apóstoles, y con el él-der Jeffrey R. Holland, que era Presidente dela Universidad Brigham Young, para convertiren realidad el sueño de tener un Centro deEstudios del Cercano Oriente en Jerusalén.En su responsabilidad de arrendar un terrenoy supervisar la construcción del centro, elpresidente Faust y el presidente Hunter na-vegaron a través de intensas negociacionesy una oposición prolongada.

Una persona que observó el proceso di-jo: “El élder Faust era verdaderamente unhombre pacífico, buscando siempre la manera de apaciguar a nuestros agitados

amigos judíos que procuraban poner fin anuestra presencia en Jerusalén, y de calmarlas aguas turbulentas cuando los Santos delos Últimos Días que estaban en la ciudad sesentían ofendidos por la oposición”16.

Se acercaba a los demás

Ya fuera cuando trabajó en Brasil, de 1975 a1977, cuando presidió la Misión Internacionalen 1977 siendo miembro de la Presidenciadel Primer Quórum de los Setenta, en su mi-nisterio a los miembros de la Iglesia comoApóstol desde 1978, o prestando servicio como Segundo Consejero del presidenteGordon B. Hinckley, el presidente Faust siem-pre trató de acercarse a la gente con un espíri-

tu de bondad y fraternidad.Sus discursos en las conferencias refleja-

ban muchas veces estos dos mandatos delSalvador: amar y servir a Dios y amar yservir a Sus hijos. Con simpatía, buen hu-mor y sabiduría, llevaba al púlpito una

6

Izquierda: Durante una conferencia de prensa

que se realizó en 1995, se presenta la nueva

presidencia de la Iglesia: el presidente Thomas

S. Monson (izquierda), Primer Consejero de la

Primera Presidencia; el presidente Gordon B.

Hinckley; el presidente James E. Faust, Segundo

Consejero; y el presidente Boyd K. Packer,

Presidente en funciones del Quórum de los

Doce Apóstoles. Abajo: la Primera Presidencia

en el Templo Mount Timpanogos, Utah.

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Junio de 1977Se le llama a presidir laMisión Internacional

30 de septiembre de 1978Se le sostiene como integrante del Quórum de los Doce Apóstoles

12 de marzo de 1995Se le aparta como SegundoConsejero de la PrimeraPresidencia

27 de abril de 1998Recibe el premio de ciuda-dano honorario de Brasil, un honor que se ha otorga-do a muy pocos líderesmundiales

2000Dedica siete templos: enOaxaca, México; TuxtlaGutiérrez, México; Medford, Oregon; Memphis,Tennessee; Nashville,Tennessee; San José, Costa Rica; Oklahoma City,Oklahoma

10 de agosto de 2007Fallece en Salt Lake City,Utah, a la edad de 87 años

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gentileza de abuelo bendiciendo a todos losque escucharan su testimonio y prestaranatención a sus consejos.

“…la causa más grande del mundo [es] lasalvación de cada uno de los hijos de nuestroPadre”17, dijo. “La mayor satisfacción de la vi-da se recibe al prestar servicio a los demás”18.

En su Mensaje de la Primera Presidencia,en agosto de este año, el presidente Faust di-jo que deseaba “ofrecer oportunidades de de-sarrollo y de felicidad a todos los miembros,tanto casados como solteros”. Y refiriéndosea la parábola del buen pastor, agregó: “El bus-car a personas que necesiten nuestra ayudasupone diferentes alternativas”19.

En su último discurso de conferencia ge-neral, testificó del poder del perdón: “Para to-dos los que perdonemos ‘a los hombres susofensas’ [Mateo 6:13], aun a los que hayancometido crímenes graves, la Expiación nosbrinda una medida de paz y de consuelo”, di-jo. “Recordemos que debemos perdonar paraser perdonados… Con todo mi corazón y mialma, creo en el poder sanador que podemosrecibir al seguir el consejo del Señor de ‘per-donar a todos los hombres’ [D. y C. 64:10]”20.

Su testimonio

Durante su ministerio, el presidente Fausttestificó muchas veces del Libro de Mormón,de la Restauración, del profeta José Smith yde las llaves y de la autoridad que han poseí-do y que poseen los presidentes de la Iglesia.“…la voz que necesitamos oír hoy día es ladel presidente Hinckley; es su consejo el queprecisamos seguir para que nos sucedan lasmejores cosas”, dijo21.

También expresó un testimonio fervientedel Salvador al escribir la letra de la canción“El Cristo es” [véase Liahona, diciembre de2006] y al testificar: “Los que poseemos elSanto Apostolado siempre deseamos cumplirnuestra responsabilidad al testificar de la divinidad del Salvador. Me siento impelido

“Su sabiduría era amplia y

profunda, y provenía de una

vasta experiencia en muchas

esferas. Trajo consigo el intelec-

to de un abogado y la compa-

sión de un líder religioso… Su

fe en la verdad del Evangelio

restaurado era inquebrantable.

En su mente no cabía ni una

sombra de duda con respecto

al llamamiento profético de

José Smith ni tampoco en cuan-

to a la validez del Libro de

Mormón…

“Su partida ha estado llena

de paz, amor y luz. Que la paz

acompañe su memoria. Todos

nos hemos beneficiado por

nuestra relación con él”.

Presidente Gordon B. Hinckley

“Era un hombre de experien-

cia, un hombre de prudencia,

un hombre de amor. Era un

hombre de fe y de oración, pero

sobre todo era un hombre de

Dios. No había grietas en su ar-

madura; en su alma no existía

el engaño; su carácter estaba

libre de defectos.

“El presidente Faust amaba

al Señor con todo su corazón y

con toda su alma, y lo sirvió

con todas sus fuerzas hasta el

fin de su vida terrenal… Era un

maestro de la verdad, y deja un

patrimonio de honor y un lega-

do de amor. Que Dios bendiga

su memoria”.

Presidente Thomas S. Monson, PrimerConsejero de la Primera Presidencia

TRIBUTOS DE LA PRIMERA PRESIDENCIA DURANTE EL FUNERAL

L IAHONA O CT UB RE DE 2007 7

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a hacerlo. He tenido un testimonio toda mi vida. Sin em-bargo, últimamente ha llegado a mi alma un potentísimotestimonio de la divinidad de esta santa obra. Este testimo-nio irrefutable es más firme que nunca”22.

El presidente Faust nunca olvidó a aquel asustado cor-derito de su infancia, ni tampoco su determinación comomayordomo del redil. En su afán por emular al BuenPastor, de quien tenía un testimonio “inquebrantable”23,llevó una vida que se convirtió en su mejor sermón: elejemplo de un pastor amado. ■

NOTAS1. “Las responsabilidades de los pastores”, Liahona, julio de 1995, pág. 52.2. “Uno de los pescadores”, Liahona, mayo de 1973, pág. 33.3. Citado por William Grant Bangerter en “Elder James E. Faust”,

Ensign, octubre de 1986, pág. 7.4. “Las responsabilidades de los pastores”, Liahona, julio de 1995,

pág. 52.5. “En busca de la vida abundante”, Liahona, noviembre de 2000, pág. 5.

6. “Mi respuesta al llamamiento”, Liahona, febrero de 1979, pág. 26.7. Véase de Neal A. Maxwell, “Presidente James E. Faust”, Liahona,

octubre de 1995, pág. 21.8. Citado por James P. Bell en In the Strength of the Lord: The Life and

Teachings of James E. Faust, 1999, pág. 229.9. Véase “Uno de los pescadores”, Liahona, mayo de 1973, pág. 33.

10. Véase “Elder James E. Faust of the Quorum of the Twelve”, Ensign,noviembre de 1978, pág. 95.

11. “Mi respuesta al llamamiento”, Liahona, febrero de 1979, pág. 26.12. “La honradez, una brújula de la moral”, Liahona, enero de 1997,

pág. 47.13. “Mensaje a mis nietos varones”, Liahona, mayo de 2007, pág. 56.14. “Presidente James E. Faust”, Liahona, octubre de 1995, pág. 21.15. In the Strength of the Lord, pág. 178.16. Citado por David Galbraith en In the Strength of the Lord, pág. 207.17. “Vayan y tráiganlos de las planicies”, Liahona, noviembre de 1997,

pág. 8.18. “¿Cómo me beneficia a mí?”, Liahona noviembre de 2002, pág. 22.19. “Sean todos bienvenidos”, Liahona agosto de 2007, págs. 3, 5.20. “El poder sanador del perdón”, Liahona, mayo de 2007, pág. 69.21. “No puede sucederme a mí”, Liahona, julio de 2002, pág. 54.22. Véase “Lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe”,

Liahona, enero de 1998, pág. 69.23. “Presidente James E. Faust”, Liahona, octubre de 1995, pág. 19.

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Arriba: Un James Faust más joven habla en

el Tabernáculo, alrededor de 1970. Derecha:

El presidente Faust, durante su discurso en

la conferencia general de abril de 2007.

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