Temas de Debate - "Educación Superior en Bolivia"

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El panorama de la educación superior en Bolivia muestra la presencia de 53 instituciones: 38 son de naturaleza privada, 12 están afiliadas al Sistema de la Universidad Boliviana y tres son de régimen especial. No conforman estrictamente un sistema, en el sentido de participar de un espacio integrado y con relaciones de cooperación y transitabilidad entre sí. La situación se parece más a un archipiélago poblado de islas de distinto tamaño y con misiones diferentes y hasta contradictorias. Conviven en él macro instituciones de más de 70 mil estudiantes con otras que apenas superan los doscientos; unas realizan las tres funciones sustantivas: docencia de pre y postgrado, investigación e interacción; mientras que otras son claramente docentes y de pregrado. Unas se autogobiernan, gozando de autonomía, mientras que otras, las más, son reguladas por el Estado. Un puñado intenta conformar comunidades plurales y paritarias de discusión y gobierno, las otras, las de carácter privado, responden a la voluntad de sus inversionistas y propietarios, que muchas veces son también sus autoridades académicas. Los años 90 del siglo pasado marcan una profunda transformación en la educación superior universitaria en Bolivia que conduce a esta heterogeneidad, que es a la vez riqueza y debilidad. Por una parte, se asiste a la diversificación institucional, con la emergencia de las universidades privadas, que rompen el monopolio del sector estatal. En la misma línea aparece la oferta postgradual, inexistente hasta entonces. Por otra parte, se consolidan las tendencias de masificación del sistema. En 1996 había 178.161 estudiantes y en 2003 –últimas cifras disponibles– 312.769, la mayor parte en las instituciones públicas (incluyendo a la Universidad Católica Boliviana-UCB y la Escuela Militar de Ingeniería- EMI). La cobertura universitaria en Bolivia es del 25% (en 1950 era del 1,5%); es decir que uno de cada cuatro jóvenes comprendido entre 18 y 24 años está inscrito en una universidad. Porcentaje similar al promedio latinoamericano. El ritmo de crecimiento estudiantil es claramente mayor al poblacional y avanza por vértices no tradicionales. Un cambio muy significativo –sinónimo de la democratización universitaria– es la presencia femenina que alcanza, al finalizar la década, un porcentaje de la matrícula casi similar (48%) al de los varones. Otro es la modificación del perfil del estudiante que dejó de ser sinónimo de clase media y colegio particular. Un buen porcentaje de los estudiantes de las universidades autónomas, quizá entre el 60% y el 70%, proviene de sectores de bajos ingresos y de establecimientos fiscales. Ocurre exactamente lo contrario en las universidades privadas. El espacio universitario, como resultado, se segmenta socialmente de una manera hasta ahora desconocida. Estos escenarios propios de un panorama de reforma, aunque impresos más por fuerzas reactivas que proactivas, no fueron acompañados por una transformación interna de las instituciones que incremente su transparencia, su pertinencia y la calidad de su aprendizaje. Todos los diagnósticos realizados, incluidos los que provienen de las propias instituciones, concuerdan que la universidad en Bolivia enfrenta una profunda crisis de calidad, transparencia y pertinencia que amenaza su propio rol. En la medida que las fuerzas regeneradoras no parecían emerger de las propias universidades, se abrió campo, también legitimidad e incluso exigencia desde la sociedad civil para que el cambio venga desde el Estado. LA REFORMA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR: UN BALANCE Los mismos años 90 estuvieron asociados también a los primeros intentos de establecer políticas públicas que, abandonando su "negligencia benigna", convirtieran al Estado boliviano de un actor pasivo en un gestor de las reformas de la educación superior orientadas a incentivar la calidad, eficacia y eficiencia de las instituciones públicas y privadas, además de gobernabilidad y participación en circuitos globales. Una agenda sin duda ambiciosa de cara a los medios disponibles, tanto económicos como políticos. Bajo esta premisa, en 1993, durante el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, se creó por primera vez una instancia estatal encargada de promover dichas políticas públicas. En julio de 2001 se estableció el Programa (Inicial) de Reforma de la Educación Superior (PRES) con recursos del Banco Mundial, y con la mirada puesta sobre todo en las universidades públicas, en las cuales se pretendía "crear las condiciones favorables para mejorar de forma integral la calidad educativa y la eficiencia de las instituciones de educación superior". Comparado con el monto que utilizó la Reforma Educativa, las cifras que manejó el PRES resultan pequeñas, pues bordearon los cinco millones de dólares en sus cuatro años de funcionamiento. Las políticas públicas se orientaron hacia tres grandes objetivos, que, con altibajos, estarían presentes entre 2001 y 2005: a) La acreditación. Destinada a certificar la calidad de instituciones y programas, a fin de cautelar la fe pública y prometer al interior de la universidad una cultura autoevaluativa. En junio de 1994, en el marco de la Ley de Reforma Educativa, no sin resistencia de las universidades autónomas, se dispuso la creación del Consejo Nacional de Acreditación y Medición de la Calidad Educativa (CONAMED), encargado de la acreditación de todo el sistema de educación superior. El CONAMED nunca pudo implementarse por problemas políticos y su inadecuado diseño técnico. Solamente, luego de arduas negociaciones entre el gobierno y las universidades, en mayo de 2006 se aprobó en el Congreso Nacional, el Consejo Nacional de Acreditación de la Educación Superior (CONAES), que tampoco se implementó y actualmente no forma parte de la agenda de las autoridades educativas. b) Mayor eficacia financiera. Propuesta para cambiar las reglas de asignación de los recursos fiscales a las universidades públicas intentando reducir los alcances de una asignación histórica e incremental condicionada por presiones callejeras 1 . Las políticas NÚMERO 7 AÑO 4 FEBRERO DE 2007 BOLETÍN DEL PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN ESTRATÉGICA EN BOLIVIA La universidad en Bolivia enfrenta una profunda crisis de calidad, transparencia y pertinencia. En la medida que las fuerzas regeneradoras no parecen emerger de las universidades, se abrió campo, también legitimidad e incluso exigencia de la sociedad civil, para que se impulse un cambio desde el Estado. Educación superior en Bolivia [1] (pasa a la página 2)

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El panorama de la educación superior en Bolivia muestrala presencia de 53 instituciones: 38 son de naturalezaprivada, 12 están afiliadas al Sistema de la UniversidadBoliviana y tres son de régimen especial. No conformanestrictamente un sistema, en el sentido de participar deun espacio integrado y con relaciones de cooperacióny transitabilidad entre sí. La situación se parece más aun archipiélago poblado de islas de distinto tamaño ycon misiones diferentes y hasta contradictorias. Convivenen él macro instituciones de más de 70 mil estudiantescon otras que apenas superan los doscientos; unasrealizan las tres funciones sustantivas: docencia de prey postgrado, investigación e interacción; mientras queotras son claramente docentes y de pregrado. Unas seautogobiernan, gozando de autonomía, mientras queotras, las más, son reguladas por el Estado. Un puñadointenta conformar comunidades plurales y paritarias dediscusión y gobierno, las otras, las de carácter privado,responden a la voluntad de sus inversionistas ypropietarios, que muchas veces son también susautoridades académicas.

Los años 90 del siglo pasado marcan una profundatransformación en la educación superior universitariaen Bolivia que conduce a esta heterogeneidad, que esa la vez riqueza y debilidad. Por una parte, se asiste ala diversificación institucional, con la emergencia delas universidades privadas, que rompen el monopoliodel sector estatal. En la misma línea aparece la ofertapostgradual, inexistente hasta entonces. Por otra parte,se consolidan las tendencias de masificación del sistema.En 1996 había 178.161 estudiantes y en 2003 –últimascifras disponibles– 312.769, la mayor parte en lasinstituciones públicas (incluyendo a la UniversidadCatólica Boliviana-UCB y la Escuela Militar de Ingeniería-EMI). La cobertura universitaria en Bolivia es del 25%(en 1950 era del 1,5%); es decir que uno de cadacuatro jóvenes comprendido entre 18 y 24 años estáinscrito en una universidad. Porcentaje similar alpromedio latinoamericano.

El ritmo de crecimiento estudiantil es claramentemayor al poblacional y avanza por vértices notradicionales. Un cambio muy significativo –sinónimode la democratización universitaria– es la presenciafemenina que alcanza, al finalizar la década, unporcentaje de la matrícula casi similar (48%) al delos varones. Otro es la modificación del perfil delestudiante que dejó de ser sinónimo de clase mediay colegio particular. Un buen porcentaje de losestudiantes de las universidades autónomas, quizá

entre el 60% y el 70%, proviene de sectores de bajosingresos y de establecimientos fiscales. Ocurreexactamente lo contrario en las universidades privadas.El espacio universitario, como resultado, se segmentasocialmente de una manera hasta ahora desconocida.

Estos escenarios propios de un panorama dereforma, aunque impresos más por fuerzas reactivasque proactivas, no fueron acompañados por unatransformación interna de las instituciones queincremente su transparencia, su pertinencia y la calidadde su aprendizaje. Todos los diagnósticos realizados,incluidos los que provienen de las propias instituciones,concuerdan que la universidad en Bolivia enfrenta unaprofunda crisis de calidad, transparencia y pertinenciaque amenaza su propio rol. En la medida que lasfuerzas regeneradoras no parecían emerger de laspropias universidades, se abrió campo, tambiénlegitimidad e incluso exigencia desde la sociedad civilpara que el cambio venga desde el Estado.

LA REFORMA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR:UN BALANCE

Los mismos años 90 estuvieron asociados también alos primeros intentos de establecer políticas públicas

que, abandonando su "negligencia benigna",convirtieran al Estado boliviano de un actor pasivo enun gestor de las reformas de la educación superiororientadas a incentivar la calidad, eficacia y eficienciade las instituciones públicas y privadas, además degobernabilidad y participación en circuitos globales.Una agenda sin duda ambiciosa de cara a los mediosdisponibles, tanto económicos como políticos.

Bajo esta premisa, en 1993, durante el primergobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, se creó porprimera vez una instancia estatal encargada depromover dichas políticas públicas. En julio de 2001se estableció el Programa (Inicial) de Reforma de laEducación Superior (PRES) con recursos del BancoMundial, y con la mirada puesta sobre todo en lasuniversidades públicas, en las cuales se pretendía"crear las condiciones favorables para mejorar deforma integral la calidad educativa y la eficiencia delas instituciones de educación superior". Comparadocon el monto que utilizó la Reforma Educativa, lascifras que manejó el PRES resultan pequeñas, puesbordearon los cinco millones de dólares en sus cuatroaños de funcionamiento.

Las políticas públicas se orientaron hacia tresgrandes objetivos, que, con altibajos, estarían presentesentre 2001 y 2005:

a) La acreditación. Destinada a certificar lacalidad de instituciones y programas, a fin de cautelarla fe pública y prometer al interior de la universidaduna cultura autoevaluativa. En junio de 1994, en elmarco de la Ley de Reforma Educativa, no sinresistencia de las universidades autónomas, se dispusola creación del Consejo Nacional de Acreditación yMedición de la Calidad Educativa (CONAMED),encargado de la acreditación de todo el sistema deeducación superior. El CONAMED nunca pudoimplementarse por problemas políticos y su inadecuadodiseño técnico. Solamente, luego de arduasnegociaciones entre el gobierno y las universidades,en mayo de 2006 se aprobó en el Congreso Nacional,el Consejo Nacional de Acreditación de la EducaciónSuperior (CONAES), que tampoco se implementó yactualmente no forma parte de la agenda de lasautoridades educativas.

b) Mayor eficacia financiera. Propuesta paracambiar las reglas de asignación de los recursosfiscales a las universidades públicas intentando reducirlos alcances de una asignación histórica e incrementalcondicionada por presiones callejeras1. Las políticas

NÚMERO 7AÑO 4FEBRERO DE 2007

B O L E T Í N D E L P R O G R A M A D E I N V E S T I G A C I Ó N E S T R A T É G I C A E N B O L I V I A

La universidad en Bolivia enfrenta una profunda crisis de calidad, transparencia y pertinencia. En lamedida que las fuerzas regeneradoras no parecen emerger de las universidades, se abrió campo, también

legitimidad e incluso exigencia de la sociedad civil, para que se impulse un cambio desde el Estado.

Educación superior en Bolivia

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en este campo se limitaron, sin embargo, aestablecer el Fondo de Mejoramiento de la Calidad(FOMCALIDAD), un mecanismo de asignación derecursos concursables a las universidades autónomas,previa presentación de proyectos de mejoramiento decalidad y con evaluación de resultados. Los recursosdestinados entre 2002 y 2005 apenas superaron losdos millones de dólares, cifra que se puede contrastarcon los 175 millones utilizados en Argentina y los 250millones en Chile, para objetivos similares. En Bolivia,por lo expuesto, el impacto del FOMCALIDAD fuenecesariamente reducido, aunque sus logros estánpendientes de evaluación.

c) Modernización de la gestión universitaria.El PRES adoptó como horizonte deseado el modelode universidades emprendedoras y flexibles, y lo tratóde introducir mediante cursos y seminarios deadministración y gestión estratégica para capacitar aautoridades universitarias. Aunque no hay unaevaluación de los resultados alcanzados, es visible queprevalecen los modelos tradicionales de poder ygestión: (co)gobierno y equilibrio inestable en lasinstituciones públicas, y de empresas familiares condecisión centralizada, en las privadas.

En conclusión, los objetivos del PRES no secumplieron. El Estado, con una burocracia pequeña yno especializada, sin recursos económicos suficientesy sin contar con el amparo de disposiciones legales quedefinan claramente su rol, se reveló como un actor débil,inconstante y vulnerable a las presiones y los juegos depoder de las universidades. Éstas, por su parte, mostraronpoca disposición para absorber e incorporar las políticaspúblicas y los cambios que propugnaban.

HACIA UNA NUEVA REFORMA: LA NUEVA LEY DE LA EDUCACIÓN BOLIVIANA

El fracaso de la (auto) reforma universitaria reafirmóla insatisfacción en la sociedad civil sobre el rol,pertinencia y resultados de las instituciones públicas,principalmente entre aquellos movimientos socialescuyos miembros tienen menos acceso a sus aulas. Frutode los cambios políticos producidos a partir de laselecciones de diciembre de 2005, comenzó a prefigurarseun nuevo escenario para la educación superior, en elcual el Estado pretende nuevamente jugar un rol activo,aunque con otro enfoque de política.

Pese a que previamente a implementarla serequieren de mayores consensos con los actores, deprecisiones técnicas y estimaciones de costos, es claroque la propuesta de la Nueva Ley de la EducaciónBoliviana "Avelino Siñani y Elizardo Pérez", supone uncambio frente a la política impulsada por el PRES.

Por ahora se reduce al nivel discursivo, sin quese vislumbren con claridad los mecanismos operativose institucionales que la pondrán en marcha. Lo quees claro es que actualmente el énfasis se coloca muchomenos en la calidad, la eficiencia, la innovación y losvínculos con el mercado; y mucho más en la coberturay la pertinencia, entendida como la demanda de losmovimientos sociales, particularmente el indígena, loque le da un sesgo internalista que contrasta con lainternacionalización propuesta por la ReformaEducativa de 1994.

Por otra parte, se levanta un horizonteintracultural, intercultural y plurilingüe que supondríael reconocimiento de los "saberes, conocimientos ytecnologías indígenas como parte estructural delcurrículo universitario", frente a la tradiciónmonocultural, modernizante y propensa a representaruna cultura universal; una tradición que habita en lasuniversidades, carentes de estrategias para abordar

la otredad indígena2. Las universidades públicas nieganser espacios de discriminación y afirman, en cambio,ser tolerantes, plurales e inclusivas (no se cuenta conestudios que permitan contabilizar el porcentaje deindígenas en las universidades). Un estudio realizadoen 2005 por jóvenes investigadores del Programa deInvestigación Estratégica en Bolivia (PIEB) cuestionaesta mirada grata y complaciente al revelar los conflictosque enfrentan becarios y becarias indígenas en laUniversidad Mayor de San Simón, situación que bienpuede extenderse al resto del sistema público.

"La universidad pública es un espacio que generala 'diferencia'. La incorporación de becarios deorganizaciones sociales (...) hace que autoridadesacadémicas y docentes empiecen a identificar aestos estudiantes como personas 'con problemascognitivos', 'inclinaciones políticas de izquierda' ysin 'recursos económicos'. Estas creencias circulanen espacios académicos cotidianamente, y setraducen en dos tipos de actitudes: la discriminacióny el paternalismo”(Saavedra et al, 2005).

De contextos como estos, que arrastran a unacrisis de confianza en las universidades autónomas ysu capacidad de autoreforma, se desprende otraconsecuencia muy polémica para ellas, históricamentecelosas de su independencia: desde varios movimientossociales y el propio Gobierno del Movimiento alSocialismo (MAS), se postula una "autonomía conparticipación social". Aunque no se especifica aún elrol y las atribuciones que se conferiría a la"participación social" en el entramado de poderuniversitario ni quiénes integrarán los organismos defiscalización, cuya estructura y composición tampocoestá clara; su sola mención representa una modificaciónen la coordinación del sistema. Se intentaría, al parecer,pasar de una situación autónoma a otra heterónoma,donde el poder para decidir la agenda universitariase hallaría fuera del campus universitario.

La autonomía es, o debe ser, inseparable delejercicio de la responsabilidad social pues, en últimainstancia, la universidad pertenece a la sociedad. Maseste proceso de accountability debiera insertarse ensu práctica normativa sobre supuestos científicos ytécnicos, pero, en ningún caso, a partir de basespolíticas o corporativas, tal como ocurrió durante laexperiencia de participación social de la UniversidadPública de El Alto (UPEA), que finalmente colapsó.En España, los Consejos Sociales, como órganos departicipación social en la universidad, están establecidospor ley y su experiencia podría constituir un referentepara el debate en Bolivia.

Existen otros dos componentes en la propuestade la Nueva Ley que brotan del mismo marco de dudassobre la capacidad de la universidad de atender elencargo social. Por un lado, la obligatoriedad desintonizar su currículo con las demandas sociales yde desconcentrar sus unidades ampliando su coberturageográfica hacia las zonas rurales y peri urbanas.Llama la atención en este último punto que no semencione a las nuevas tecnologías o métodostradicionales de educación a distancia, útiles paraatender a una población dispersa. Por otro, las garantíasotorgadas a la transitabilidad de la formación técnicaa la universitaria. Medida que al parecer nace más dela búsqueda de una reparación social. Con ella sebusca equiparar, por una medida legal, la educacióntécnica, donde asisten los estudiantes de grupossubalternos e indígenas, con la universitaria de clasemedia o sectores populares en ascenso. Equiparaciónque, a no dudarlo, al no estar sostenida en un estudio

de contenidos curriculares, enfrentará dificultadesemergentes de las diferencias de calidad, culturainstitucional y enfoque pedagógico entre institutostécnicos y las universidades, ya advertidas en paísesvecinos que pretendieron introducir la navegabilidadal interior del sistema para mejorar la empleabilidadde los estudiantes.

¿MERCADO EDUCATIVO EN CRISIS?

Una de las grandes sospechas, en verdad ya una certeza,es que el título universitario no asegura empleo. Comocorolario de las reformas estructurales emprendidasdesde mediados de los años 90 del siglo XX, el mercadoprofesional boliviano está en proceso detransformación, pero no existen estudios que nospermitan visualizar la naturaleza de este mercado3.En la última década se entrecruzaron cuatro factoresque han incidido, con distintos signos, en la estructuradel mercado de trabajo en Bolivia4. En primer lugar,la contracción económica de varios sectoresproductivos y, en contrapartida, un crecimiento deaquellos sectores de capital intensivo ligados a lasempresas transnacionales. En segundo lugar, lacreciente oferta de profesionales y técnicos, cuyo ritmode titulación es visiblemente mayor al crecimiento dela demanda laboral. En tercer lugar se halla lareducción en el aparato del Estado, aunque, encontrapartida, su descentralización y municipalizaciónha generado nuevos espacios laborales. Finalmente,están los nuevos requerimientos de empleo que exigencada vez más una formación postgradual para accedera cargos directivos e incluso intermedios. Situaciónque explica el incremento de postgrados al que ya noshemos referido. La marcada heterogeneidad económicay productiva boliviana es otro dato a tomar en cuentapues segmenta el mercado profesional.

¿Carreras sobresaturadas?

Cada año, y el volumen es creciente, se gradúan enBolivia aproximadamente 15.000 profesionales queal concluir sus estudios inician la penosa tarea deencontrar empleo. Un buen porcentaje terminará como"desempleado educado". Un estudio realizado por laFundación para la Producción (FUNDAPRO) y laUniversidad Privada Boliviana (UPB), y declaracionesde graduados y empleadores, sugieren que ciertasáreas del conocimiento están sobresaturadas,principalmente aquellas relacionadas a la contabilidad,la administración y la gestión de negocios, las que,paradójicamente, son las que mayor matrículaestudiantil atraen y hacia las cuales, para promoversu oferta, se han dirigido las estrategias de marketingde las instituciones universitarias privadas. No existe,en consecuencia, una conexión entre las necesidadeslaborales y las decisiones estudiantiles.

La crisis del empleo formal explica, por otra parte,el desplazamiento de la demanda estudiantil haciacampos que permiten el autoempleo, como ser cienciasde la medicina, derecho o arquitectura. No obstantela situación de este segmento de profesionales que seautoemplean y generan su propio espacio laboral, estátambién en cuestión el enfrentar los límites en lacapacidad de absorción del mercado. Hay síntomasvisibles, aunque no cuantificados, de que estáemergiendo otro tipo de saturación. Se puede presumirque el incremento de la oferta laboral ha reducido,por ejemplo, los honorarios de los servicios médicosy ha obligado a las nuevas generaciones a trasladarsehacia áreas urbanas y periurbanas.

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La propuesta de Nueva Ley de la Educación Bolivianaseñala en su artículo 75 que las universidades estaránsujetas a esa normativa. El enunciado es, sin embargo,escueto y genera vacíos que tal vez ya están resueltos,pero que no figuran en el texto presentado alParlamento.¿Podrán, bajo ciertas condiciones, serautónomas las universidades privadas, como ocurreen otros países, por ejemplo Chile?-Definitivamente no. Las universidades privadastienen que ser normadas, reguladas y evaluadassistemáticamente por el Estado y en ese contextono pueden tener autonomía.

¿Qué organismo se encargaría de cumplir estasfunciones? ¿El Consejo Académico Nacional deEducación Superior (CANES) previsto en el artículo76 de la Ley?-No. Lo que se está planteando y se está trabajando esque es el Estado quien tiene la competencia de normar,regular y evaluar. El CANES tendrá otras competenciasmás académicas de seguimiento y acreditación.

En otros términos, el Ministerio de Educación yCulturas será el organismo de regulación, y el CANES,de acreditación.-En efecto, aunque las funciones del CANES van aser precisadas. Una particularidad de esta Ley esque fue trabajada por los movimientos sociales,que no se detuvieron en detallarlas.

Un punto de conflicto con las universidades privadases si podrán ser solamente fundaciones sin fines delucro. No figura en la Nueva Ley, pero ha sidomencionado por autoridades del Ministerio, lo queha servido para que las universidades cuestionenla propuesta de Ley, señalando que se atenta contrasus derechos y libertades.-Lo que se está buscando es que las institucionesprivadas, si bien son empresas, no tengan como

fin último el lucro, la ganancia, sino que cumplanun servicio social, porque la educación no puedeser como cualquier otra mercancía. Ahora si paraeste propósito es necesario convertir su naturalezajurídica y de constitución en fundación, enasociación civil o sociedad anónima, eso está endebate.

Para las universidades públicas habrá control socialy descolonización. ¿Alcanzarán estas medidas a lasinstituciones privadas?-A las universidades públicas les planteamos cincoejes temáticos: Desconcentración; Transformacióncurricular, es decir recoger los conocimientos,saberes y tecnologías indígenas en el currículo;Universalización de la formación técnica;Investigaciones conjuntas y aplicadas y Autonomíauniversitaria con participación social. Lo que seestá buscando es que transparenten todo su accionary manejo de recursos económicos a la sociedad,que tiene el derecho de conocerlos.

En el caso de las universidades privadas se lesha planteado tres ejes temáticos de discusión. Elprimero es la transformación curricular, porquelas universidades privadas también tienen que partirde nuestra realidad multigeográfica, multidiversay multicultural y respetar ese contexto. Tienentambién que dar estatus académico a los saberes,conocimientos y tecnologías indígenas. Se les haplanteado, asimismo, la universalización de laformación técnica y, finalmente, tienen que disponerde investigaciones conjuntas aplicadas. Cuandodecimos conjunta, hablamos de universidad,sociedad civil y Gobierno, y que serán aplicadasporque deberán constituir insumos para generarpolíticas de gobierno, tanto departamentales,municipales y nacionales.

¿Cuál será el rol de las instituciones privadas en un nuevo contexto que cuestionala mercantilización de la educación superior, pues proclama que es un bien

público? La nueva Ley de Educación Boliviana remueve el piso de las institucionesprivadas orientadas hacia el mercado, que ya han adelantado criterios contrarios

a esta normativa. Benecio Quispe Gutiérrez, sociólogo orureño (provinciaCarangas), docente universitario de la Universidad Pública de El Alto (UPEA),y el primer indígena en ocupar el cargo de Viceministro de Educación Superior,

Ciencia y Tecnología, nos da pistas sobre este debate.

Las universidades privadasen el nuevo tablero

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El sello de la universidad

¿El éxito en el mercado profesional se hallacondicionado por la universidad de la que provieneel graduado? En otras realidades universitarias, ciertascarreras parecen patentadas y tienen marca registradade una u otra institución. En Bolivia, en cambio, unaencuesta realizada en 1992 establecía que para lamayoría de los empleos (69,94%) era indiferente estepunto y solamente en el 13,79% de ellos sedemandaban expresamente a los postulantes sergraduados en universidades privadas y/o extranjeras.Si nos atenemos a las declaraciones de actoresempresariales, es probable que las cosas hayancambiado, desplazándose la preferencia,principalmente en el sector empresarial, hacia algunasuniversidades privadas. Una explicación posible deeste fenómeno es que desde 1992 en adelante seahondó la crisis de la universidad pública, lo queafectó la calidad de su formación y, en contrapartida,surgió un contingente importante e insospechado deuniversidades privadas, lo que enmaraña el mercadoprofesional. Los empleadores cuentan actualmentecon más opciones que en un pasado reciente, cuandoel mercado se hallaba monopolizado por egresadosde instituciones públicas.

Ahora bien, la demanda no es especializada ytodavía privilegia la experiencia sobre los títulos depostgrado a los que apuntan muchos licenciados enun afán, muchas veces sin resultados inmediatos, de(re)calificarse. Precisamente un estudio de FUNDAPRO-UPB de 2005 concluye que:

"Más allá de aspectos relativos a calidad en laformación, se evidencia una todavía bajaparticipación de postgraduados en el mercadode profesionales ocupados (Maestría 5% yDoctorado 0.2%). Ello se traduce en falta decompetitividad de las empresas e institucionesdel país, por un lado, e insuficiente formación,por otro” (FUNDAPRO-UPB, 2005).

La inversión en el postgrado no es pues valoradapor los empleadores, aunque la situación empieza acambiar y, al parecer, recién está alcanzado un impactodecisivo en el mercado de trabajo. En efecto, son máslos graduados y empleadores que opinan que cadavez será más difícil lograr empleo y mantenerse en él,sin exhibir un certificado postgradual, lo que explicael inusitado crecimiento que ha tenido el postgradode carácter profesionalizante desde 1995, sobretodoen las instituciones privadas.

Educación técnica sin prestigio

En Bolivia, como ocurre en otras latitudes, la mayorparte de la matrícula postsecundaria se concentra enlas universidades, todavía fuente de prestigio social yde promesa laboral. Pocos optan, como primera opción,por matricularse en la educación técnica. Según destacanestudios realizados por el Programa de Fortalecimientode la Educación Técnica y Tecnológica del Ministeriode Educación entre 2004 y 2005, pese a que existedemanda insatisfecha por parte de empresarios, lasramas técnicas no disponen de un reconocimiento porla sociedad ni constituye un nicho laboral específico.Se la concibe más bien como educación de baja calidady prestigio, y como una subsidiaria de los estudiosuniversitarios que acoge a estudiantes que no puedeningresar a las universidades o que han fracasado enellas (situación que la Nueva Ley de la Educación Boliviapretende, como señalamos, superar por medio de una

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Elaboración: Gustavo Rodriguez | Diagramado: Henrry Carrión | Programa de Investigación Estratégica en Bolivia | Av. Arce 2799, edificio Fortaleza piso 6, of. 601 |tel. (591-2) 2432582 y 2431866 | Casilla12668 | Fax: (591-2) 2435235 | [email protected] www.pieb.org | d.l.: 4-2-794-03. La Paz-Bolivia

Temas de Debate: Educación Superior

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UMSS2005 Revista Pensar la Universidad. Número 2, año 2, noviembre de 2005. Cochabamba: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educaciónde la UMSS.

FUNDAPRO-UPB2005 "Estudio del mercado laboral en Bolivia.Oferta y demanda de profesionales y técnicos".Resumen Ejecutivo.

Gibbons, Michael1998 Pertinencia de la educación superior en el siglo XXI. WorldBank, 1998.

IESALC-UnescoInformes sobre Bolivia: Género, acreditación, instituciones privadas,educación virtual, financiamiento, etc. En: www. iesalc.unesco.org.veInstituto Ortega y Gasset1997 La Reforma de la Educación Superior de Bolivia. Bogotá: SECAB.

Lizárraga, Kathleen2002 Economía y Universidad Pública. La Paz:Plural.

Rodríguez Ostria, Gustavo (et al.)2000 De la Revolución a la Evaluación. La Paz: PIEB.

Rodríguez Ostria, Gustavo y Wiese, Crista2006 La Educación Superior Universitaria en Bolivia. Estudio Nacional.La Paz: IESALC-UNESCO.

Saavedra, Lourdes; Mayorga, Jorge Antonio y Campanini, Oscar2005 "Entre la comunidad y la universidad. Jóvenes universitarios de lasprovincias en la UMSS".Informe final de investigación. La Paz: PIEB.

Vargas, Cynthia; Arias, Ana Karin y Edgley, Jesús2006 La profesión es todo. La profesión es nada.Los jóvenes benianos con relación al valor de su profesión e inserciónlaboral. La Paz: PIEB.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

1 Sobre las consecuencias perversas de la asignación incrementalver Lizárraga, 2002.

2 Ver, al respecto, Wiese, 2004.3 Una excepción es el estudio realizado en el 2004 por

FUNDAPRO y la Universidad Privada Boliviana (UPB),con financiamiento parcial del Viceministerio de EducaciónSuperior, Ciencia y Tecnología.

4 Esta parte se basa en Rodríguez y Wiese, 2006.5 Rodríguez Ostria, Gustavo y Crista Wiese, op.cit. capítulo X.

NOTAS

disposición meramente administrativa). A este fenómenode desvalorización, que no es privativo de Bolivia sinoque tiene características universales, se agrega que lasobresaturación y la competencia de la oferta laboralde personal con estudios de licenciatura e inclusopostgrado, está desplazando a los técnicos tanto enindustrias como en otros espacios de trabajo. Eldesconocimiento entre el empresariado del perfilprofesional de un técnico es otro factor que incidenegativamente en el estatus de los graduados del sector.

Mercado segmentado

Al contexto anteriormente descrito se agrega lanaturaleza históricamente segmentada del mercadode trabajo profesional en Bolivia.

Un estudio realizado en la ciudad de Trinidad(Beni) confirma esta afirmación:

"Se evidencia una relación directa entre el origensocial y la obtención de un empleo, y esto se daprincipalmente a través del capital social familiaren las redes movilizables para tener acceso a lainformación y más que todo el 'crédito social'necesario para conseguir un trabajo. La posiciónque ocupan los padres en la estructura social–continúa– influye en gran medida en la obtencióndel empleo del hijo y en las posiciones que esteocupa. Aquí tienen mucho que ver las redes socialesinformales de los padres y el poder que ellos tienenen tales redes" (Vargas et al., 2006).

Es decir, se trata de un mercado que discrimina porsexo, raza y clase social, y en el cual los contactos políticosy las redes familiares juegan un papel medular en losresultados laborales obtenidos por graduados y graduadas.

DOCENCIA SIN INVESTIGACIÓN

El modelo humboltiano de universidad, que afirmaque las casas superiores de estudio no debenlimitarse a transmitir conocimiento sino tambiéna generarlo, no se ha consolidado en Bolivia yconstituye una promesa incumplida. Lo revela laescasísima y marginal contribución boliviana, ydentro de ella la universitaria, a la produccióncientífica internacional. Según datos proporcionadospor el Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana(CEUB), la principal contribución se da en lasciencias "duras" (naturales e ingenierías) yrepresenta el 0,2% del total regional. Si para 1986,del millón cuatrocientos mil artículos publicadosmundialmente apenas siete tenían origen en Bolivia,la situación no ha mejorado ostensiblemente desdeentonces. Por su lado, la producción tecnológicaes igualmente pequeña, menos del 5% de patentesregistradas regionalmente tienen su origen enBolivia5.

Los datos disponibles revelan que es en el ámbitode las universidades públicas donde se crean y seacumulan capacidades para crear, seleccionar,absorber y difundir nuevo conocimiento científico,esto por las características específicas de una instituciónque cuenta con los recursos humanos dedicados a lainvestigación. Las universidades privadas, en cambio,son instituciones de docencia que no realizan, salvocasos aislados, investigación científica.

Por otro lado, aunque las universidadesconcentran el mayor número de centros deinvestigación del país, no todas las universidades hacen

investigación. En verdad solamente un númeroreducido de las universidades en cada país esresponsable de la producción y generación deconocimientos. En las ciudades del denominado ejecentral de Bolivia, integrado por La Paz, Cochabambay Santa Cruz, reside la mayor parte de la poblacióndel país y lógicamente en ellas se concentra la mayorpoblación universitaria. Estas unidades tambiénalbergan a más del 60% de los centros de investigaciónexistentes en el país.

A partir de estos datos podemos sacar algunasconclusiones: primero, que la presencia de las grandesuniversidades públicas –como la Universidad Mayorde San Andrés (UMSA), la Universidad Mayor de SanSimón (UMSS) y la Universidad Gabriel René Moreno(UGRM)– son las que cuentan con la mayor cantidadde los centros e institutos de investigación. Sudistribución revela, además, un reparto equitativoentre todas las áreas científicas, excepto para lasHumanidades. Aún así, la mayor parte de lasuniversidades investiga en dos o menos áreascientíficas. En las universidades privadas, en tanto,existen centros más pequeños y mucho menosconsolidados.

Se desconoce, empero, el aporte con detalle yespecífico de las universidades públicas y suproductividad por unidad de gasto. No obstante, sibien son estas universidades las instituciones de mayorpeso, existen en su seno grandes insuficiencias en losresultados científicos alcanzados y, lógicamente,muchas de las insuficiencias tienen directa relacióncon las políticas de investigación científica o la ausenciade ellas en el país.

¿Pueden, en estas condiciones, convertirse lasuniversidades públicas en instituciones de investigacióncon capacidad de generar conocimiento de punta,con planteles estables de científicos y con condicionesadecuadas de trabajo? Si bien lograron en la últimadécada aumentar su personal y extender sus resultados,se mueven aún en un contexto en que el Estado nocuenta con una política de educación superior, ni conrecursos específicos para el desarrollo deinvestigaciones científicas e innovación. Una pruebafehaciente y adicional es que una parte importante dela investigación no se realiza con fondos propios ogubernamentales sino con recursos aportados por lacooperación internacional.

La situación podría modificarse. En efecto, elDecreto Supremo 28421 del 21 de octubre de 2005,establece que los recursos del Índice de DesarrolloHumano (IDH), no deben ser utilizados en gastocorriente, sino en "Investigación científica, tecnologíae innovación en el marco de los planes de desarrolloy producción a nivel nacional, departamental y local",y otros tres componentes, como ser infraestructuray evaluación, además de interacción social hacia lossectores más vulnerables.

En 2006, la parte del IDH que recibió el sistemade universidades públicas se aproximó a los 20millones de dólares (que se incrementarán tras lasuscripción de los nuevos contratos con lasempresas hidrocarburíferas). Se desconoce quémonto de recursos fueron destinados este año alárea de investigación científica. Un incremento enlas asignaciones constituye una condición necesaria,pero no suficiente para consolidar espacios deinvestigación, mientras persista una carenciainterna. Un primer obstáculo es que las institucionesno cuentan con docentes con competencias yformación postgradual para desarrollar actividades

de investigación; el reducido número de ofertas depostgrado para formar masa crítica; falta de visióncompartida entre el Estado y la universidad pública,y también privada, así como la insuficiencia delsistema nacional de ciencia y tecnología. En segundolugar, la mayor parte de las agendas de investigaciónestán desconectadas de las necesidades sociales yse deciden, en la mayoría de los casos, desde lospropios cuerpos académicos o por loscondicionamientos de la cooperación internacional,sin que exista retroalimentación con los potencialesusuarios de sus resultados.

En cambio, las universidades debieran mirar asu contexto de pobreza y exclusión para definir suagenda de investigación y sus resultados no debieranevaluarse solamente por la presencia de susinvestigadores en revistas indexadas o en las oficinasde patentes. La pertinencia de la investigación, comoha sugerido Michel Gibonns (1998) y como estátambién asumido en la Nueva Ley de EducaciónBoliviana, debiera ser juzgada principalmente en surelación con la contribución al desarrollo, lo queamerita dar cabida a un nuevo paradigma capaz derealizar una adaptación, en términos de las relacionesentre la sociedad civil, la comunidad local y launiversidad. Para concretarlo, un camino alternativoa la asignación ciega de los recursos del IDH y a suuso muchas veces sin retorno social que actualmenteprevalece, podría ser asignarlos por la vía de fondosconcursables (como existen en Chile o México), loque permitiría orientar las investigaciones hacia lasobjetivos definidos colectivamente, permitiendotambién evaluar los resultados obtenidos alcontrastarlos con los recursos asignados.