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Marcos Francisco del Rosario Rodríguez 53 Bloque de derechos humanos como parámetro de constitucionalidad y convencionalidad Temas selectos de Derecho Electoral

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Marcos Franciscodel Rosario Rodríguez

Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

53

Doctor en Derecho con mención honorífica y maestro en Derecho Público por la Universidad Panamericana. Es profesor de posgrado y licen-ciatura en materias de derecho constitucional y profesor titular de posgrado en la Universidad de La Sabana, Colombia. Ha sido investigador visi-tante en Fordham University School of Law, y en Benson Latin American Collection, University of Texas, en los Estados Unidos de América. Es investigador nivel 1 en el Sistema Nacional de Investigadores. Fue jefe de la Unidad de In-vestigación en el Centro de Capacitación Judi-cial Electoral y secretario de estudio y cuenta de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Bloque de derechos humanos como parámetro de constitucionalidad y convencionalidad

Temas selectos de Derecho Electoral

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...En este número, Marcos Francisco del Rosario Rodríguez de-sarrolla el tema de la reforma constitucional del 10 de junio de 2011, con las implicaciones formales y de vinculatoriedad que se desprenden de esta. El autor presenta un recorrido histórico del desarrollo que la figura de la persona ha tenido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y señala que la evolución del término derechos del hombre llegó con el Constituyente de 1917, cuando la postura iuspo-sitivista llevó al Congreso a configurar un modelo constitu-cional en el que el vocablo garantía sustituyó al de derecho. También analiza los alcances de la reforma de 2011, en la que los derechos fundamentales tuvieron una denominación más uniforme con el modelo universal que incluyó el término derechos humanos, pero sobre todo elevó a rango constitu-cional los principios básicos que sostienen la teoría moder-na de los derechos humanos: universalidad, inalienabilidad, indivisibilidad, interdependencia y progresividad. O

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col

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44. Artículo 134 constitucional y su interpretación judicial electoral en México

Roberto Martínez Espinosa

45. Debates políticos y medios de comunicación

Janine Madeline Otálora Malassis

46. Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Su eficacia en diversos ámbitos

Beatriz Eugenia Galindo Centeno

47. Selección de candidatos en los partidos políticos. Comparativo de mecanismos y órganos de justicia interna

Juan Manuel Sánchez Macías

48. Requisitos fiscales de la propaganda Yolli García Alvarez

49. Con las cuotas no basta. De las cuotas de género y otras acciones afirmativas

Karolina Gilas

Temas selectos de Derecho Electoral

Bloque de derechos humanos como parámetro

de constitucionalidad y convencionalidad

Editorial tepjf

Bloque de derechos humanos como parámetro

de constitucionalidad y convencionalidad

Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

53

México, 2017

Temas selectos de Derecho Electoral

temas selectos de Derecho ElectoralBloque de derechos humanos como parámetro de constitucionalidad y convencionalidad

Primera edición 2017.

D.R. © Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.Carlota Armero núm. 5000, colonia CTM Culhuacán,CP 04480, delegación Coyoacán, Ciudad de México. Teléfonos 5728-2300 y 5728-2400.

Coordinación: Centro de Capacitación Judicial Electoral.

Edición: Coordinación de Comunicación Social.

Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva de los autores.

ISBN 978-607-708-386-3

Impreso en México.

Rosario Rodríguez, Marcos Francisco del.

Bloque de derechos humanos como parámetro de constitucionalidad y convencionalidad / Marcos Francisco del Rosario Rodríguez. -- Primera edición. -- México : Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2017.

78 páginas. -- (Temas selectos de Derecho Electoral; 53)

ISBN 978-607-708-386-3

1. Derechos humanos – reforma constitucional -- México. 2. Interpretación del derecho -- México. 3. Control de convencionalidad -- México. 4. México -- tratados internacionales. 5. Derecho constitucional -- México. I. Título. II. Serie.

341.472R656b

Directorio

Sala Superior

Magistrada Janine M. Otálora Malassis

Presidenta

Magistrado Felipe Alfredo Fuentes Barrera

Magistrado Indalfer Infante Gonzales

Magistrado Felipe de la Mata Pizaña

Magistrado Reyes Rodríguez Mondragón

Magistrada Mónica Aralí Soto Fregoso

Magistrado José Luis Vargas Valdez

Comité Académico y Editorial

Magistrada Janine M. Otálora Malassis

Presidenta

Magistrado Clicerio Coello Garcés

Magistrado Felipe de la Mata Pizaña

Magistrado Reyes Rodríguez Mondragón

Magistrada Mónica Aralí Soto Fregoso

Dr. José Luis Caballero Ochoa

Dr. Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot

Dra. Flavia Daniela Freidenberg Andrés

Dra. Ana Laura Magaloni Kerpel

Dr. Hugo Saúl Ramírez García

Dr. Carlos Alberto Soriano Cienfuegos

Lic. Héctor Javier Villarreal Ordóñez

Secretarios Técnicos

Presentación

En este número de la colección Temas selectos de Derecho Electoral, Marcos Francisco del Rosario Rodríguez desarrolla el tema de la reforma en materia de derechos humanos del 10 de junio de 2011 a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (cpeum), con las implicaciones formales y de vinculatoriedad que se desprenden de esta.

El autor comienza su exposición con un breve recorrido histórico acerca de la evolución que la figura de la persona ha tenido en la carta constitucional mexicana. Al respecto, es preciso recordar que la Constitución de 1857 tuvo influencia del pensamiento francés, con aportes españoles y estadounidenses. En ese sentido, el autor señala que aunque en este texto constitucional se incorporó el vocablo derechos del hombre —lo cual significó un avance en el contenido—, la situación por la que atravesaba el país a causa del federalismo obligó a prestarle más importancia a otros temas que en ese momento histórico parecían de mayor envergadura.

La evolución de los derechos del hombre llegó con el Constituyente de 1917, cuando la postura iuspositivista llevó al Congreso a configurar un modelo constitu-cional cuyo vocablo garantía sustituyó al de derecho. Con esos parámetros, el autor menciona que nació el título I, capítulo I, que fue denominado “De los derechos humanos y sus garantías”. Pese a los grandes avances que estas modificaciones traían a la nueva Carta Magna, otra vez el contexto social influyó para que fueran otros temas los que resaltaran en el naciente entramado constitucional.

No fue sino hasta el 10 de junio de 2011 que los derechos fundamentales tuvieron una denominación más uniforme con el modelo universal, mediante una reforma constitucional que incluyó el concepto derechos humanos en la cpeum. Dicha reforma elevó a rango constitucional los principios básicos que sostienen la teoría moderna de los derechos humanos: universalidad, inalienabilidad, indi-visibilidad, interdependencia y progresividad, los cuales, en palabras de Margarita Fuchs (2002), brindan una posibilidad “real y efectiva de hacer sustentable el desarrollo de las personas en su entorno político y social”.

El autor señala que otra de las innovaciones que trajo la reforma fue la incor-

poración del principio propersona, que tiene el objetivo primordial de poner a la

persona en el centro del quehacer estatal. Es un tema al que le dedica un amplio

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espacio en su disertación, ya que también aborda la cláusula de interpretación

conforme a la cual surgió, con el objetivo de amplificar el margen de vigencia y

protección de los derechos humanos.

Posteriormente, expone acerca del control difuso de convencionalidad, del

cual identifica como elemento clave la resolución del 12 de julio de 2011 de

la Suprema Corte de Justicia de la Nación (scjn), cuando resolvió en torno a la

aplicabilidad de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos

(Corte idh), en el caso Rosendo Radilla (Expediente Varios 912/2010). Con dicha

resolución, la scjn estimó válida la obligación de llevar el control de constitucio-

nalidad y de convencionalidad a todas las autoridades. Al margen de ello, analiza

otras resoluciones de la Corte idh, así como algunos casos nacionales que ilustran

adecuadamente su punto de vista acerca de la importancia en la adopción del

modelo de convencionalidad en materia de derechos humanos.

A partir de ello, el autor dedica la siguiente sección de su texto a profun-

dizar en el tema de la vinculatoriedad, a la luz de las sentencias emitidas por

la Corte idh. La parte final del libro, antes de las conclusiones, se enfoca a la

discusión de los dilemas locales que aún quedan por resolver en materia de

armonización legislativa.

El texto de Marcos Francisco del Rosario Rodríguez es una excelente guía

para entender la evolución de los derechos humanos, así como las implicaciones

que ha traído al sistema jurídico mexicano. Con ejemplos prácticos, sentencias y

algunos otros elementos de la historia de la jurisprudencia mexicana, el autor da

muestra de lo que se ha hecho en esta materia y de cómo se ha ido compaginando

con los criterios y tesis de organismos internacionales. Se trata, sin duda, de un

trabajo muy completo que brinda herramientas para una mayor comprensión de

los alcances de la reforma en materia de derechos humanos, así como para abonar

al debate especializado entre juristas y académicos.

Tribunal Electoral

del Poder Judicial de la Federación

Sumario: I. Reforma constitucional en materia de derechos humanos y

nueva clave constitucional; II. Control difuso de constitucionalidad y con-

vencionalidad; III. Vinculatoriedad de la jurisprudencia interamericana;

IV. Debate entre el bloque de constitucionalidad y la prevalencia de restric-

ciones constitucionales; V. Conclusiones, VI. Fuentes consultadas.

I. Reforma constitucional en materia de derechos humanos y nueva clave constitucional

La reforma y su importancia

El 10 de junio de 2011 se promulgó por parte del Ejecutivo una de las reformas

constitucionales más importantes en la historia moderna del sistema jurídico

mexicano en materia de derechos humanos. La trascendencia y los alcances de

esta reforma han sido tales que, como consecuencia de ello, se han erigido nuevos

paradigmas jurídicos, al sustituir a los que habían prevalecido durante la etapa

del positivismo jurídico y el Estado decimonónico (Kuhn 2007, 149-65).

Esta reforma es el resultado de una lucha constante de diversos grupos y

sectores de la sociedad, quienes por años buscaron la consolidación de un reco-

nocimiento constitucional de los derechos humanos como elementos de primacía

en el sistema jurídico. De igual forma, la influencia ejercida por el sistema interna-

cional e interamericano de los derechos humanos determinó en buena medida

este cambio de ruta. Pero, sin duda, el hecho que aceleró esta transformación

Bloque de derechos humanos como parámetro de constitucionalidad

y convencionalidad

Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

12 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

de manera conjunta a la reforma citada fue la sentencia condenatoria del caso

Rosendo Radilla Pacheco dictada por la Corte Interamericana de Derechos Hu-

manos (Corte idh) en contra del Estado mexicano.

México no podía mantenerse como un simple observador más, con un esta-

tus de neutralidad, al eludir la responsabilidad que tiene como Estado miembro

de una comunidad internacional, pues el reconocimiento y la protección de

los derechos humanos son los deberes más importantes a cumplirse.

La aprobación de la reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos

Mexicanos (cpeum) en materia de derechos humanos del 10 de junio de 2011

surgió de un consenso entre las diversas fuerzas políticas y partidistas del país.

Pese a ello, existen aún en la actualidad grupos interesados en revertir esta

modificación constitucional y sus efectos. Hasta ahora se han presentado dos

iniciativas de reforma constitucional ante el Congreso de la Unión, que buscan

suprimir el bloque de constitucionalidad contenido en el artículo 1. Dichos

grupos políticos consideran que, como consecuencia de la modificación del

precepto en cuestión, hay una reducción notable a la supremacía formal de

la cpeum.

Las objeciones al contenido de la reforma no hacen más que evidenciar el

largo camino que todavía queda por recorrer en la conformación de una verda-

dera cultura de los derechos humanos. Las resistencias y reticencias de algunas

autoridades ante estos nuevos paradigmas que se han edificado a partir de la

reforma solo serán superadas mediante una labor de concientización, sensibiliza-

ción y formación de toda la sociedad acerca de lo que implica la persona humana

como eje central de toda actuación del Estado. Sin esto, seguirá prevaleciendo un

formalismo jurídico per se que deriva en un Estado de Derecho constitucional y

democrático deficiente, y que poco abona al desarrollo integral de la sociedad

y de los individuos.

13Bloque de derechos humanos como parámetro...

Inclusión del vocablo derechos humanos

Uno de los aspectos más trascendentes de la reforma constitucional del 10 de junio de 2011 es la inclusión del vocablo derechos humanos1 en el texto constitucional. Además de la consecuencia semántica, esto implica la transformación sustancial del marco constitucional en dos sentidos:

1) La transición de un modelo positivista a uno cimentado en la persona (Aguayo 1995).

2) La creación de un vínculo de apertura con el orden internacional, en el que los derechos humanos previstos en los instrumentos internacionales son asimilados constitucionalmente (Nogueira 2002, 297).

La Constitución Política de 1917 fue diseñada con un esquema iuspositivista, derivado del contexto imperante en aquella época, cuando la noción del Estado moderno se caracterizaba por exaltar el principio de legalidad por encima de otros (Zagrebelsky 2002, 21-3). En ese entonces, la persona humana no jugaba un papel determinante en la estructura del Estado, pues solo se adhería como una pieza o un engrane más de una gran maquinaria.

La teoría del Estado moderno ––surgida a finales del siglo xix–– lo proyectaba como un ente de carácter suprasensible (González 2001, 3-20), caracterizado por ser un modelo de organización político-social, en el que los derechos y prerro-gativas de las personas habían sido otorgados por voluntad del propio Estado en un acto de summa potestas.

La soberanía, entendida como la facultad de autodeterminarse, resultaba un elemento esencial en el modus operandi del Estado moderno, pues con dicha fa-

cultad otorgaba motu proprio las prerrogativas y los derechos que consideraba que

debían prevalecer en el marco constitucional (Heller 2000, 360-3).

1 Cuando se habla de los derechos humanos se hace referencia a aquellos que son inherentes a la persona. Esto implica considerarla como un fin en sí misma, nunca como un medio. A su vez, no basta con conocer tal elenco de derechos; su reconocimiento y formalización en el derecho positivo es indispensable para su protección eficaz. Desde tal perspectiva es importante precisar que los derechos humanos son un producto jurídico de la modernidad, especialmente del iusnaturalismo racionalista (Ortiz 2002).

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Temas selectos de Derecho Electoral

Por tanto, la persona solo podía ejercer los derechos que el Estado le había

otorgado. La titularidad de estos estaba sujeta a tal otorgamiento y no se basaba

en un reconocimiento derivado de su condición humana. Es por ello que solo

se podía exigir su tutela si y solo si se encontraban en el marco constitucional.

Con estos parámetros conceptuales se configuró la Constitución de 1917. Así,

el título I, capítulo I, fue denominado: “De las garantías individuales”. El texto

original rezaba:

ARTÍCULO 1.- En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de las garan-

tías que otorga esta Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse,

sino en los casos y con las condiciones que ella misma establece (cpeum 2015).

Durante buena parte del siglo xx se consideró al vocablo garantía2 como

sinónimo de derecho, lo cual no solo implicaba un error semántico, sino la exclu-

sión de los derechos humanos que no se encontraban en el texto constitucional

(Martínez 1992, 3). El Constituyente delimitó el goce, el uso y el disfrute solo

a las prerrogativas que había plasmado por su voluntad en la cpeum. Por tanto,

los derechos que no formaban parte de la nómina constitucional eran conside-

rados como inexistentes.

El reduccionismo constitucional llegó a tal grado que no bastó con acotar la

eficacia de las prerrogativas que estuviesen en la Constitución, sino que se les

ubicó en un espacio geográfico en el texto para delimitar y distinguir los derechos

fundamentales de aquellos que no lo eran. De ahí que doctrinalmente se generó

una noción inexacta de que la parte dogmática de la cpeum se situaba entre el

artículo 1 y 29 (Martínez 1992, 2).

Esta ubicación de los derechos fundamentales en el texto constitucional,

además de ser errónea en sí ––pues en la llamada parte dogmática situada del

2 Todo derecho humano previsto en una Constitución, por el hecho de estarlo, se encuentra garantizado en su reconocimiento y protección, por lo que, en caso de que se presente una vulneración, aparecen las garantías, las cuales operan restituyendo o reparando su eficacia; es decir, las garantías son medios que aseguran la eficacia de los derechos humanos. El positivismo jurídico le ha dado un énfasis a la cualidad sancionadora de los derechos humanos como sujetos de ser garantizados en caso de una vio-lación, yendo incluso al extremo de afirmar que un derecho humano que tenga garantía se encuentra imposibilitado para ser tutelado (Ferrajoli 2002, 9-72).

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artículo 1 al 29 también hay disposiciones reglamentarias de otro tipo––, era

imprecisa, ya que más allá de los preceptos mencionados existe una serie de

disposiciones que contemplan derechos fundamentales, por ejemplo, el artículo

35, en el cual se reconocen los derechos políticos, o bien el artículo 123, en el

que se regulan los derechos laborales.

Sin duda, uno de los aspectos que más debilitó la parte sustantiva de la

Constitución fue haber suprimido el concepto de derechos del hombre (término

previo al de derechos humanos), contemplado en la Constitución de 1857, por el

de garantías individuales (Rabasa 2002, 68-74). Esta supresión derivó del contexto

ideológico predominante de la época, como se expuso anteriormente. Mientras

que el Constituyente de 1857 estuvo influenciado por la corriente iusnaturalista

(Martínez 1992, 10), cuya característica era el reconocimiento explícito en el texto

constitucional de los derechos del hombre como aspecto inherente a la condición

humana, en el Constituyente de 1917 el predominio de la postura iuspositivista

fue determinante para la configuración de un modelo constitucional formalista

(Martínez 1992, 11).

Esta tendencia marcó buena parte del quehacer jurídico en México durante

el siglo xx, situación que cambiaría a partir de varios hechos significativos que

han propiciado que el sistema constitucional mexicano se acerque mucho más a

un verdadero Estado constitucional y democrático de derecho:

1) La reforma constitucional en materia penal de 2008, en la cual se estableció

el principio de presunción de inocencia y la oralidad en los procedimientos

penales.

2) La reforma constitucional en materia de juicio de amparo del 6 de junio de

2011, mediante la cual el juicio de amparo fue modificado de forma sustancial

con el objetivo de que todos los derechos humanos reconocidos constitucio-

nalmente fuesen susceptibles de justiciabilidad, por medio de la figura de

interés legítimo, garantizando con ello el acceso de la justicia de todas las

personas.

3) La reforma constitucional en materia de derechos humanos del 10 de junio de

2011, en la cual se introdujo una serie de principios fundamentales, siendo

el de propersona el más importante, convirtiéndose en el motor de todo el

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Temas selectos de Derecho Electoral

sistema constitucional; de igual forma, se estableció un bloque de constitu-cionalidad en materia de derechos humanos que funge como parámetro de validez para todo el sistema jurídico.

4) La sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en contra del Estado mexicano, el día 14 de julio de 2011, en el caso Rosendo Radilla Pacheco y el reconocimiento de su vinculatoriedad por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (scjn). Mediante dicha sentencia se accionó el control difuso de constitucionalidad y convencionalidad ex officio, con el que se busca armonizar permanentemente los actos de autoridad a la normatividad convencional.

Universalidad, inalienabilidad, indivisibilidad, interdependencia y progresividad

Con la entrada en vigor de la reforma constitucional en materia de derechos humanos del 10 de junio de 2011, los principios fundamentales que antes no se encontraban plasmados fueron reconocidos formalmente. Esto no significa que con anterioridad no hubiesen tenido vigencia o exigibilidad (Vigo 2000, 150), aunque por el formalismo arraigado en el siglo xx resultaba deseable que fuesen explícitos en el texto constitucional, para así garantizar su respeto y aplicación integral.

Son varios los acontecimientos que en los últimos años han generado nuevos paradigmas en el sistema jurídico mexicano a partir de la entrada en vigor de la reforma constitucional en materia de derechos humanos, entre los cuales desta-ca ––como se señaló–– la inclusión de los siguientes principios constitucionales: universalidad, inalienabilidad, indivisibilidad, interdependencia y progresividad.

El hecho de que los principios sean universales implica que su validez y vi-gencia se dé en cualquier sistema constitucional, más allá de su reconocimiento formal, pues en estos se resguarda y sustenta todo orden jurídico (Beuchot 2001, 51-60). Su tutela y reconocimiento es indispensable para que pueda subsistir la eficacia de los derechos humanos.

Los principios constitucionales como ejes rectores de cualquier sistema establecen estándares de cómo debe actuar el Estado con su responsabilidad al

17Bloque de derechos humanos como parámetro...

tutelar de modo efectivo los derechos humanos. De ahí la trascendencia de que

los principios sean salvaguardados y puestos en práctica en cualquier ámbito de

la estructura constitucional.

Sin estos principios los sistemas jurídicos estarían a la deriva, pues la autori-

dad no tendría directrices claras de cómo llevar a cabo sus deberes, de los cuales

el principal es: la búsqueda del bienestar de todas las personas y la comunidad

(Adame 2001, 35-8).

También dichos principios se convierten en los cimientos de toda estructura

constitucional y solo adecuándose a estos se puede garantizar la vigencia de los

derechos humanos. Esto implica la posibilidad real y efectiva de hacer sustentable

el desarrollo de las personas en su entorno político y social (Fuchs 2002, 87).

Asimismo, los principios constitucionales adquirieron verdadera relevancia

práctica, una vez que se erigieron como factores supranacionales. Esto ocurrió

cuando el positivismo jurídico mostró su deficiencia como ideología filosófica y

jurídica posteriormente a la Segunda Guerra Mundial, y se evidenció la necesi-

dad de que cualquier Estado contara con mínimos necesarios para garantizar los

derechos humanos de las personas (Ayala 2005, 1471).

En la segunda mitad del siglo xx, los sistemas jurídicos modificaron sus es-

tructuras y las hicieron mucho más dúctiles y receptivas al derecho internacional,

con el fin de que las libertades básicas y los derechos humanos se encontraran

en plena vigencia.

Universalidad

El rasgo inherente a los derechos humanos, el cual lo distingue de cualquier otro

derecho, es la universalidad. Esto implica que cualquier persona, por el hecho de

serlo, está en una posibilidad real y efectiva de que le sean reconocidos todos y

cada uno de los derechos humanos, sin importar cualquier rasgo cultural, étnico,

social, sexual, político, etcétera.

Si bien los derechos humanos siempre han tenido una prevalencia, su conso-

lidación como elementos supraestatales se dio de forma posterior a la Segunda

Guerra Mundial.

18 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

El gran logro después de los lamentables acontecimientos acaecidos ––no solo

durante las guerras mundiales, sino en otras guerras atroces que laceraron a la

humanidad durante el siglo xx–– fue la emancipación de los derechos humanos

de la potestad soberana de los estados, con lo cual, a partir de entonces, su tutela

y reconocimiento no se encuentra sujeta a la voluntariedad de los órganos de

poder, sino que ahora son los derechos humanos los que condicionan el actuar

de los estados (Laporta 1987, 32).

Previamente al desarrollo de las guerras mundiales, el modelo decimonónico

imperante en los estados se caracterizaba por la potestad de otorgar derechos

y garantías a las personas, situación que cambiaría, precisamente, después de

concluida la Segunda Guerra Mundial, al emitirse la Declaración Universal de los

Derechos Humanos de 1948, el primer documento internacional consensuado

y cuya influencia generaría una conciencia colectiva internacional. Cabe señalar

que la universalidad y la legitimidad de la declaración es innegable, pues no solo

países occidentales (como erróneamente se afirma) lo suscribieron, sino naciones

de los distintos continentes, aspecto que quedaría ratificado 45 años después en

la Declaración de Bangkok, cuando los países asiáticos manifestaron su adhesión

a la universalidad conceptual de los derechos humanos.3

Una consecuencia de ubicar los derechos humanos en un plano supraestatal

fue la sustracción de la competencia de los estados para regularlos, comenzando

así una nueva etapa en el respeto integral de las personas humanas.

Esta conciencia y esta emancipación facilitaron la comprensión del ca-

rácter universal de los derechos humanos, cuya esencia —como se señaló

anteriormente— se sustenta en el hecho de que a cualquier persona, por el

hecho de serlo, se le debe reconocer la titularidad de estos, con independencia

de su sexo, preferencia ideológica o sexual, condición física, racial, étnica, so-

cial y económica. Por tanto, “estos derechos son exigibles por todos los seres

3 Cuarenta y cinco años después de la Declaración Universal de 1948, en el preámbulo de la Declaración de Bangkok se confirmaría la universalidad de los derechos humanos, tomando en cuenta las consideraciones vertidas por los países asiáticos, los cuales pidieron que se evitara la aplicación de un doble rasero a la realización de los derechos humanos y su politización, pero reconocieron que se debe alentar la promoción de los derechos humanos mediante la cooperación y el consenso, y no por medio del enfrentamiento y la imposición de valores incompatibles (Cerna 1993, 382).

19Bloque de derechos humanos como parámetro...

humanos en cualquier contexto político, jurídico, social, cultural, espacial y tem-

poral” (Vázquez y Serrano 2011, 140).

Los derechos humanos son inherentes a la persona y su vigencia no está

determinada por reconocimiento o concesiones del Estado, o por otros factores

culturales, jurídicos o políticos (Nikken 1994, 16). Esta condición accesoria de

los derechos permite que cualquier persona conserve su integridad en todo

momento y, en caso de verse vulnerada, los estados están obligados a restituir y

reparar la afectación causada.

La obligación de preservar estos derechos dimana de su carácter supraestatal,

por lo que toda autoridad está supeditada a hacer cumplir su vigencia y eficacia;

de ahí que no exista justificación alguna de los estados para crear medidas que

restrinjan el goce, el disfrute y la titularidad de tales derechos a los individuos

y las colectividades.

La universalidad de los derechos humanos está directamente relacionada

con el concepto de persona, al entenderse como fin y causa última de cualquier

quehacer estatal, puesto que es la condición para la existencia de todos los

derechos. El respeto a la integridad de las personas (Nikken 1994, 16) conlleva

la posibilidad real de que pueda ejercer sus libertades de forma efectiva, tanto

en su dimensión individual como colectiva, atendiendo a su naturaleza y a la

consolidación de su desarrollo.

Por ende, el principio de universalidad no puede estar sujeto a ningún tipo de

restricción, ya que de inmediato se provocaría una afectación a la condición

de igualdad y no discriminación, que debe imperar a favor de toda persona (Váz-

quez y Serrano 2011, 140).

La visión de advertir a los derechos humanos como exigencias éticas justifi-

cables, o bien con la noción de pensarlos desde una construcción histórica, no

garantiza en su totalidad la salvaguarda de su universalidad, ya que con estas pers-

pectivas pueden surgir argumentos que pretendan denostar su validez y vigencia.

De ahí que en muchas ocasiones se les haya acusado como concepciones culturales

de carácter occidental. Es por ello que debe atenderse la naturaleza accesoria de

los derechos como expectativas inherentes a la persona humana, mediante las

cuales se garantiza su desarrollo integral y cumplimiento de proyecto de vida.

20 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

Esta condición de inherencia no implica que no existan complicaciones para

entender la cualidad accesoria de los derechos de la persona humana, ya que

los distintos factores antropológicos pueden propiciar concepciones diversas al

respecto. Las personas son determinadas en parte por su cosmovisión, contexto

cultural e idiosincrasia, aspecto que puede dificultar la asimilación del concepto

de universalidad.

Por tal motivo, para evitar caer en percepciones relativistas de lo que es la

persona y su dignidad, es necesario que se establezcan relaciones y diálogos in-

terculturales (Sousa 1998, 300-50), con los cuales haya consensos que permitan

reconocer y salvaguardar los principios básicos de toda sociedad, así como los

bienes fundamentales que todo hombre debe detentar y disfrutar (Finnis 1992,

250-310).

Es con la creación de puentes dialógicos como se puede ir desarrollando una

noción asequible y extendida, en todas las sociedades, de lo que es e implica la

universalidad de los derechos humanos, y de esta forma erradicar visiones que

identifiquen a estos como exigencias culturales de corte occidental y liberal.

Cabe mencionar que en tiempos recientes ha surgido una mutación interpre-

tativa (Sagüés 2006, 192-4) en cuanto a la inherencia de los derechos humanos

a la persona humana, ya que se ha extendido la titularidad de estos a personas

morales. Esta noción puede ser razonable en la medida que se distinga ––por

las características y el contexto en que se encuentre una persona moral–– cuáles

derechos son susceptibles de ser reconocidos y sujetos a tutela. Lo que sí puede

resultar contradictorio es equiparar en esencia a las personas humanas con las

morales, ya que estas últimas son ficciones jurídicas creadas por los individuos

para alcanzar un fin determinado, y nada tiene que ver con los fines y expectati-

vas que poseen las primeras para su desarrollo individual y social (Isolina 1996).

De ahí que estas asimilaciones puedan resultar riesgosas si se otorga un re-

conocimiento total a las personas morales. Por ello, es necesario establecer con

claridad cuáles derechos humanos, en qué contexto y de qué forma pueden ser

ejercidos por dichos entes.

21Bloque de derechos humanos como parámetro...

Inalienabilidad

Una de las características cualitativas que poseen los derechos humanos, al ser

consecuentes con su naturaleza universal e inherente, es la inalienabilidad.

Esta característica implica que los derechos humanos son irrenunciables.

Significa que las personas humanas, aun siendo titulares de sus derechos, no

pueden sustraerse de detentarlos, ni tampoco un tercero puede alienarlos con

ningún motivo (Ballesteros, Fernández y Garibo 2007, 126).

Al retomar la idea de la naturaleza accesoria de los derechos humanos a la

persona humana, es lógico advertir que en ningún momento puede omitirse esta

realidad, puesto que su adherencia no está condicionada a la voluntad o consen-

timiento de las personas, o bien del otorgamiento que realice alguna autoridad

del Estado (D’Agostino 2001, 93-5).

La inalienabilidad de los derechos humanos conlleva que, al momento de su

reconocimiento y tutela, no pueda existir justificación válida que pretenda eludir

la conservación integral de su vigencia.

No hay que confundir los alcances de este principio cualitativo, pues que sean

inalienables no implica la imposibilidad de establecer límites en su ejercicio, o

de llevar a cabo una ponderación o preferencia entre un derecho en caso de

colisión. La inalienabilidad se sustenta en el aspecto esencial de todo derecho:

la persona humana.

Toda persona, por el hecho de serlo, es titular de derechos humanos. Esta

realidad, como se señaló, no está supeditada a factores, actos o contextos deter-

minados. La razón es que la persona no puede renunciar a este atributo. El ser

humano no es libre para ser o no serlo. La persona humana no posee libertad para

decir si es titular o no de sus derechos, a diferencia de la libertad que sí posee

para decidir si ejerce o no un derecho humano determinado.

En definitiva, los derechos humanos se conciben como necesarios para toda

persona por ser bienes básicos que permiten su desarrollo integral; en tal senti-

do, son inseparables a la condición humana e insustituibles para concretar dicho

desarrollo.

22 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

Indivisibilidad e interdependencia

El principio de indivisibilidad hace referencia a la unidad que poseen los derechos

humanos y, en consecuencia, la imposibilidad de que sean susceptibles de una

división en su contenido y vigencia.

Los derechos humanos son intrínsecos a la condición humana, y el reconoci-

miento de su dimensión se hace de forma integral, pues, de lo contrario, sería

imposible detentar su titularidad y llevar a cabo su ejercicio.

Es inviable pretender llevar a cabo ejercicios o reconocimientos parciales o

fraccionados de los derechos humanos (Nikken 2010, 71). En ese sentido, deben

considerarse de forma absoluta, esto es, que para su adecuado conocimiento y

protección se deben estimar en su totalidad. No pueden concebirse o tomarse

como elementos aislados o separados, sino en conjunto (Nikken 2010, 71), pues

solo de esta forma resultan ser eficaces y en beneficio de la persona.

La indivisibilidad coloca en un plano de jerarquía superior a los derechos,

sustrayéndolos de cualquier pretensión de reducción en su esencia, y de esa

forma garantizar plenamente su vigencia como factores de primacía en todo

orden jurídico.

Por otra parte, la interdependencia como principio expresa la relación que

existe entre todos los derechos humanos. Es decir, son interdependientes, ya

que establecen relaciones recíprocas entre sí (Vázquez y Serrano 2011).

La interdependencia implica el papel fundamental que tiene la vigencia y

la eficacia de un derecho para su realización. En la medida que un derecho sea

garantizado de forma óptima, traerá como consecuencia que otros también se

vean tutelados.

Es por ello que toda política pública, legislación y resolución jurisdiccional

realizada por el Estado, tendiente a regular o proyectar los derechos humanos,

debe efectuarse desde una perspectiva general y objetiva, y no enfocarse única

y exclusivamente a un grupo o tipo de derechos, ya que esto traería consigo la

disminución en la fuerza de aquellos que no han sido considerados por las ac-

ciones estatales. En ese sentido, todos los derechos tienen la misma necesidad

de ser atendidos y protegidos.

Existen dos relaciones reconocidas en el principio de interdependencia:

23Bloque de derechos humanos como parámetro...

1) Un derecho depende de otros(s) derecho(s) para existir.2) Dos derechos (o grupo de derechos) son mutuamente dependientes para su

realización (Vázquez y Serrano 2011).

Por tal motivo, cuando un derecho humano es vulnerado, en razón de su condición de interdependencia, provoca un detrimento en la vigencia de otros derechos. Dicha afectación no es uniforme, sino que varía dependiendo de cuáles derechos se vean involucrados, así como el contexto en que se dieron los hechos de dicha vulneración.

Dentro de los derechos humanos existen algunos que, por sus condiciones y características, requieren de un mayor grado de protección, pues de su intangi-bilidad y eficacia depende directamente la integridad y la viabilidad de otros. Un sector de la doctrina los ha denominado como derechos de prima facie (Villanueva 1995, 335-7). Con esta posición existen derechos que, por su naturaleza, su reco-nocimiento y tutela efectiva, se vuelven indispensables para la subsistencia y el desarrollo de la persona. Es decir, son de índole vital para la persona en cuanto a su proyecto de vida y desarrollo sustentable. Por ejemplo, el derecho al agua, cuya violación puede traer consigo la afectación en el derecho a la salud, incluso la del derecho a la vida.

El caso de las niñas Yean y Bosico vs. República Dominicana evidencia los alcances de la interdependencia de los derechos humanos (Corte idh 2005). Las niñas Yean y Bosico nacieron en República Dominicana, pero al ser hijas de padres haitianos con residencia ilegal en territorio dominicano, el Estado de-cidió negarles el registro y, por ende, no reconocerles su nacionalidad como dominicanas.

La negación efectuada por el Estado dominicano no se sustentó en ninguna disposición razonable y objetiva, situación que generó la violación de varios derechos humanos de las menores, entre estos, el interés superior del niño, el derecho al nombre, a la personalidad jurídica, el derecho de acceso a la edu-cación y a la salud, así como a la seguridad social, a su proyecto de vida, y todo esto derivado del no reconocimiento del derecho a la nacionalidad.

En consecuencia, resulta de suma importancia que el Estado advierta la interdependencia existente entre los derechos humanos, y cómo esa relación

puede verse quebrantada si no se conoce y dimensiona correctamente; de ahí

24 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

que esté obligado en todo momento a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos en su conjunto, y no de forma separada o individualizada.

Progresividad

El principio de progresividad atiende la noción de que los derechos humanos se encuentran en una constante evolución positiva y expansiva a favor de la persona, por lo que una vez que el Estado reconoce la vigencia de un derecho y establece los alcances y los límites de su ejercicio, no puede pretender acotar o reducir su vigencia.

El artículo 29, incisos a y b, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (cadh) establece que:

Ninguna disposición de la presente Convención puede ser interpretada en el

sentido de:

a) permitir a alguno de los Estados Partes, grupo o persona, suprimir el goce

y ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en la Convención o limitarlos

en mayor medida que la prevista en ella;

b) limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad que pueda estar

reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los Estados Partes o de

acuerdo con otra convención en que sea parte uno de dichos Estados (cadh 1969).

Si bien la existencia de los derechos humanos no depende del reconocimiento del Estado (Nikken 2010, 28), pues son inherentes a la persona humana, sí re-quieren del actuar prestacional de este (Rodríguez s.f.) para garantizar de forma adecuada su ejercicio y tutela efectiva. Es por ello que el Estado debe buscar de forma permanente la ampliación del ejercicio de los derechos humanos, aten-diendo los límites previstos por la Constitución e instrumentos internacionales.

Cuando el Estado, ya sea por medio de una disposición normativa, o mediante una resolución jurisdiccional o administrativa, reconoce el contenido y el alcance de un derecho humano, asume la obligación de ir incrementando su eficacia, al tomar en consideración las circunstancias y el contexto jurídico, cultural, social y político imperante en el sistema jurídico.

25Bloque de derechos humanos como parámetro...

Hay ciertos derechos humanos que por sus condiciones, una vez que han sido

reconocidos, requieren de una progresividad paulatina en su ejecución y desarro-

llo, ya que si no se atiende a sus características, lejos de garantizar su eficacia,

puede generarse una merma o afectación en su fuerza y vigencia.

Anteriormente, la doctrina había señalado que solo los derechos sociales esta-

ban sujetos al principio de progresividad, ya que por su carácter prestacional su

eficacia era indirecta, y solo en la medida que fuesen impulsados administrativa,

legislativa y jurisdiccionalmente podrían estar en un estado óptimo de concreción

(Silva 2004, 59-62).

Por ejemplo, el derecho a la salud, para que pueda ser cumplido de forma efec-

tiva, no solo requiere de un reconocimiento expreso y formal en la Constitución

e instrumentos internacionales, sino de una actuación coordinada de distintas

autoridades y ámbitos competenciales (León 2011).

Además de las disposiciones normativas que lo prevén, las políticas públicas

son determinantes para la eficacia plena de este y cualquier derecho social, pero

su vigencia no debe supeditarse solo a los programas que el Ejecutivo imple-

mente, pues en caso de que no se garantice de forma adecuada, mediante la vía

jurisdiccional se puede hacer exigible su pleno ejercicio.

Esta postura imprecisa terminó por abandonarse, ya que las categorías vertidas

a los derechos humanos no son válidas en la medida que explican un contexto

histórico (derechos de primera, segunda y tercera generación), pues apuestan por

una divisibilidad en su composición y naturaleza. Los principios fundamentales

rigen para todo derecho humano, por ende, la progresividad no solo opera para

los derechos sociales (Nikken 2010).

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (tepjf) se ha destaca-

do por el establecimiento de criterios jurisprudenciales que han contribuido al

fortalecimiento del principio de progresividad. Temas tales como la perspectiva

de género, derechos políticos de las comunidades indígenas, políticos de los

afiliados, libertad de expresión,4 entre otros, han advertido con claridad el

4 El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (tepjf) ha sido consistente en su labor interpre-tativa por ampliar la eficacia y la vigencia de los derechos políticos de las personas, lo cual ha traído un beneficio directo en el ejercicio de estos, más allá de lo dispuesto en el texto constitucional y en

26 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

establecimiento de pautas de ampliación constante en su ejercicio. Por ende,

como consecuencia de la progresividad, no podrían volver al estado que guarda-

ban previo a su maximización.

Es evidente cómo el contexto cultural y social, así como la visión antropológica,

puede ser determinante para que ciertos derechos se vean desfavorecidos en su

desarrollo. En tal sentido, el Estado no puede, de forma inmediata, garantizar a

plenitud su tutela y cumplimiento, pero progresivamente sí puede implementar

las acciones que sean necesarias para tender a ello.

Un ejemplo es el derecho político a votar de las mujeres, el cual, desde 1953,

cuando se reconoció en el marco constitucional, se ha venido perfeccionando

mediante la promulgación de leyes garantistas y con la expedición de criterios

jurisprudenciales que han incidido directamente en la ampliación y fortalecimiento

de su ejercicio.

Todo derecho humano es sujeto a ser optimizado, aun cuando su eficacia sea

inmediata, puesto que el perfeccionamiento en su concreción es permanente,

siempre a favor de preservar y favorecer la esfera jurídica de las personas.5

la legislación electoral. Un ejemplo de ello es la sentencia 12624/2011, en la cual el tepjf garantizó la perspectiva de género mediante el cumplimiento irrestricto del porcentaje de 60% y 40% en la integración de fórmulas para contender en las elecciones federales de 2012.

5 Al respecto, existe una tesis jurisprudencial dictada por el Segundo Tribunal Colegiado en materia admi-nistrativa del Cuarto Circuito, derivada del amparo directo 4/2012, en la cual se advierte de los criterios de interpretación que deben considerarse en aras de una optimización de los derechos humanos. La tesis en cuestión señala: PRINCIPIOS DE OPTIMIZACIÓN INTERPRETATIVA DE LOS DERECHOS HUMANOS RECONOCIDOS EN LA CONSTITUCIÓN FEDERAL (UNIVERSALIDAD, INTERDEPENDENCIA, INDIVISIBILI-DAD Y PROGRESIVIDAD). ORIENTAN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRECEPTOS CONSTITUCIONALES EN ESA MATERIA Y SON DE INELUDIBLE OBSERVANCIA PARA TODAS LAS AUTORIDADES. El 10 de junio de 2011 se promulgaron reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en materia de derechos humanos, de las que sobresale la modificación de su artículo 1o. que establece la obli-gación de toda autoridad, de promover, respetar y garantizar los derechos humanos, favoreciendo la protección más amplia posible a favor de la persona, de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En virtud de estos, la valoración de los derechos fun-damentales queda vinculada a la premisa de que deben respetarse en beneficio de todo ser humano, sin distinción de edad, género, raza, religión, ideas, condición económica, de vida, salud, nacionalidad o preferencias (universalidad); además, tales derechos han de apreciarse como relacionados de forma que no sería posible distinguirlos en orden de importancia o como prerrogativas independientes, prescindibles o excluyentes unas ante otras, sino que todos deben cumplirse en la mayor medida posible, así sea en diferente grado por la presencia de otro derecho fundamental que también deba respetarse y que resulte eventualmente preferible, por asegurar un beneficio mayor al individuo, sin que el derecho fundamental

27Bloque de derechos humanos como parámetro...

Principio propersona

El principio propersona en el sistema jurídico mexicano fue reconocido expresa-

mente a partir de la reforma constitucional del 10 de junio de 2011. Esta inclusión

vino a transformar la esencia de la estructura del Estado, pues se dejó un eminente

esquema formalista y reduccionista, arribando a otro en el cual la persona es el

factor más importante en el quehacer estatal.

Previamente a la entrada en vigor de la citada reforma constitucional, el dise-

ño de la ley fundamental se cimentaba en un modelo positivista, cuya principal

característica era poner el principio de legalidad por encima de cualquier otro

principio fundamental. Con esta perspectiva formalista, las personas solo podían

ejercer los derechos que el Estado les había otorgado expresamente en el catálogo

inserto en la Constitución, tal y como se advirtió con anterioridad.

Al ser el principio de legalidad el eje rector de la actuación del Estado, la inapli-

cación de algún contenido normativo por ser contrario a los derechos humanos

de las personas resultaba inviable, pues lo único que prevalecía, era la aplicación

uniforme e irrestricta de la ley, más allá de su contenido. Esta situación generó

durante mucho tiempo que las personas se vieran constreñidas en el reconoci-

miento y el ejercicio de sus derechos. La persona, paradójicamente, no se ubicaba

en un lugar privilegiado en el sistema jurídico (Vigo 2009).

La multicitada reforma constitucional ha sido de tal calado que modificó la

esencia de la Constitución, colocando como elemento central a la persona, y a

que ceda se entienda excluido definitivamente (indivisibilidad e interdependencia); asimismo, con el entendimiento de que cada uno de esos derechos, o todos en su conjunto, obedecen a un contexto de necesidades pasadas y actuales, mas no niegan la posibilidad de verse expandidos, por adecuación a nuevas condiciones sociales que determinen la necesidad y vigencia de otras prerrogativas que deban reconocerse a favor del individuo (progresividad). De esta guisa, los referidos principios orientan la interpretación de los restantes preceptos constitucionales en materia de derechos fundamentales, conduciendo a su realización y observancia más plena e inmejorable posibles, vinculando el proceder de toda autoridad en el cumplimiento del mandato de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos reconocidos en la Constitución y los tratados internacionales de la materia, por lo que se constituyen como auténticos principios de optimización e interpretación constitucional que el legislador decidió objetivar en la Norma Suprema y, que por ende, resultan de ineludible observancia para todas las autoridades, y más aún para las jurisdiccionales (Tesis IV. 2º. A.15 K [10ª]).

28 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

partir de ese momento la actuación del Estado, de modo permanente, gira en

torno a ella, buscando que los derechos humanos sean respetados y maximizados.

Este cambio ha sido tan profundo que se ha generado la edificación de un

nuevo paradigma (Ferrer 2013, 26), el cual ha transformado sustancialmente el

orden constitucional, haciéndolo más asequible y cercano a las personas.

No se puede hablar propiamente de un retorno al iusnaturalismo, como se

ha comentado en algunos foros, pues esta corriente no es la que influyó en el

poder revisor para que se ubicaran los derechos humanos como factores supre-

mos en el sistema jurídico, sino que ha sido la influencia cada vez más creciente

de la conciencia colectiva de índole internacional, tener como rasgo distintivo,

garantizar el respeto a la persona por encima de cualquier postulado, modelo

político, social y jurídico.

En la actualidad, la interpretación vertida a normas jurídicas debe atender al

principio propersona; esto implica que la autoridad tiene el deber ineludible de

aplicar la norma jurídica más amplia o el criterio interpretativo más extensivo,

que favorezca de mejor forma el ejercicio efectivo de los derechos humanos de

las personas (Salvioli 2003, 144), como lo dispone el párrafo 2 del artículo 1, en

el cual se pone de manifiesto la ubicación de dicho principio como eje rector de

la labor interpretativa en el sistema jurídico mexicano:

Artículo 1o.

[…]

Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad

con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo

en todo tiempo a las personas la protección más amplia (cpeum 2014).

En tal sentido, se pueden advertir dos dimensiones respecto de la aplicación

del principio propersona:

1) La preferencia de normas.

2) La preferencia interpretativa (Caballero 2012, 130-2).

29Bloque de derechos humanos como parámetro...

Respecto de la preferencia de normas, la autoridad6 deberá aplicar la más favorable a la persona, entre aquellas que se encuentran comprendidas en la Constitución federal, instrumentos internacionales, constitucionales locales o cualquier norma en el sistema jurídico, atendiendo a las restricciones que pudiesen existir en el texto constitucional federal, en cuanto al ejercicio de un derecho humano determinado,7 conforme lo estableció la scjn en la resolución de la contradicción de tesis 293/2011.

La preferencia interpretativa consiste en la búsqueda de aquella interpretación que optimice de mejor forma algún derecho humano previsto en la Constitución federal, tratados internacionales, constituciones locales y jurisprudencia intera-mericana. Para ello, la que sea seleccionada, por ser la que maximiza de mejor manera el derecho humano de una persona, debe, efectivamente, cumplir con la condición de ser optimizadora y no restrictiva. Tal y como opera para la prefe-rencia normativa, la interpretativa deberá atender ––en caso de que existan–– las restricciones constitucionales en el marco constitucional federal.

En cuanto a las restricciones de índole legal, no deben ser interpretadas de modo extensivo, sino de modo restrictivo, buscando con esto la prevalencia del principio propersona, es decir, la maximización del ejercicio de cualquier derecho humano, mediante la norma o la interpretación más adecuada al caso.

El principio propersona se ve beneficiado con la existencia del bloque de constitucionalidad ––cuya naturaleza y composición se verá posteriormente––, aunque su reconocimiento y tutela no está supeditada a la existencia de este, ya que en todo sistema los principios y los derechos humanos siguen a la persona, con independencia de los modelos jurídicos y políticos que prevalezcan en un país.

Basta con que cualquier derecho humano que se encuentre reconocido en el

marco constitucional o en algún instrumento internacional, en las constituciones

6 Conforme a los criterios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte idh) vertidos en el caso Gelman vs. Uruguay, del 20 de marzo de 2013, no solo los jueces están obligados a ejercer control de convencionalidad, sino cualquier autoridad desde el ámbito de sus competencias debe velar por la vigencia de los derechos humanos.

7 Si bien pareciera que atender a las restricciones merma la eficacia del principio propersona, la Corte Europea ha establecido criterios en una línea jurisprudencial clara al respecto, en la cual se reconoce la validez de las restricciones, siempre y cuando sean razonables, proporcionales, constitucionales y que atiendan un interés legítimo de la sociedad.

30 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

locales o en la jurisprudencia interamericana, se vea vulnerado, para que de forma

inmediata la autoridad actúe salvaguardando su vigencia, conforme lo previsto

en el párrafo 3 del artículo 1, el cual dispone:

Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de

promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad

con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresi-

vidad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar

las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley

(cpeum, artículo 1, 2014).

Tal y como se advirtió, el principio propersona tiene validez, aun cuando no

existiera un reconocimiento formal de este en el texto constitucional, lo cual

no implica que no resulte adecuado en favor de su eficacia integral, que se prevea

expresamente en un bloque de constitucionalidad en la norma suprema, ya que

con ello se asegura de forma permanente el reconocimiento y la tutela de todos

los derechos humanos reconocidos constitucional y convencionalmente (Rosario

2013, 108-10).

Más allá de que el bloque de constitucionalidad reconozca los derechos hu-

manos contenidos en las disposiciones e interpretaciones jurisprudenciales que

lo conforman, la primacía del principio propersona se extiende aún más de ese

bloque horizontal. La vigencia de este principio se expande transversalmente en

cualquier ámbito de competencia. En tal sentido, si una norma local o municipal

regula de mejor forma un derecho y, por ende, se traduce en un beneficio a la

persona, la autoridad deberá aplicar dicho dispositivo sin importar su grado

jerárquico (Sagüés 2010).

Esto es así, porque los derechos humanos no se encuentran sujetos a un ámbito

determinado, sino que poseen una jurisdicción y competencia universal, la cual

permite, a cualquier persona que vea trasgredida su esfera jurídica, hacer valer

dicha vulneración en todo momento, ante la instancia y autoridad correspondiente.

De ahí que el principio propersona sea el más importante, pues en la medida

que se mantenga intangible, se asegurará la armonía del sistema constitucional,

31Bloque de derechos humanos como parámetro...

por medio de la tutela efectiva del ejercicio de los derechos humanos de todas y

cada una de las personas. Además, propicia el desarrollo indiviso de las personas,

y de igual forma trasciende en la dimensión social del individuo.

Toda persona tiene el derecho de hacer valer ante cualquier autoridad la

eficacia plena de este principio, pero esto no implica que cualquier pretensión

llevada ante una instancia jurisdiccional o administrativa sea válida o viable. Por

ello se requiere que la autoridad esté formada en esta nueva clave constitu-

cional, para que, en aras de favorecer y garantizar el principio de certidumbre

jurídica, pueda atender la petición, o bien resolver el conflicto que le ha sido

planteado, buscando el beneficio de la persona.

En caso de que la pretensión sea válida ––como se señaló––, la autoridad de-

berá definir cuál dispositivo normativo o interpretación jurisprudencial se ajusta

de mejor forma al contexto de la litis, y de esta forma proceder a su aplicación.

La maximización de los derechos humanos no conlleva a que su ejercicio sea

absoluto, sino debe advertirse de los límites que posee todo derecho humano,

ya que si se ejercen de forma desproporcionada, afectarán con ello la vigencia de

otros derechos. La función de dichos límites es fundamental para salvaguardar el

orden y la estabilidad del sistema jurídico.

Los límites al ejercicio de los derechos humanos permiten su adecuado encau-

samiento, evitando así invasiones o trasgresiones en la vigencia de otros derechos;

de ahí que no pueda ser posible un ejercicio absoluto e indiscriminado sin que

existan colisiones. De igual forma, en circunstancias o contextos determinados, los

derechos humanos pueden y deben ser susceptibles de restricciones temporales,

ya que no existen condiciones para su desarrollo y tutela efectiva.

Hay situaciones de suma urgencia que requieren que el Estado actúe de forma

pronta y efectiva para solventar tal problemática, ya que, en caso de no conte-

nerse, terminaría por afectar de forma generalizada los derechos humanos de

un sinnúmero de personas. Esta contingencia justifica que ciertos derechos hu-

manos se vean suspendidos en su ejercicio para facilitar la actuación estatal, y

evitar así que se quebranten sin una razón ni medida proporcional.

En ese sentido, las motivaciones que lleven al Estado a determinar que ciertos

derechos deban ser restringidos por causas graves o de emergencia (tales como una

invasión, guerra, pandemia o violencia desmedida que impida la gobernabilidad

32 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

y el respeto de la persona) tienen que sustentarse en parámetros de racionalidad, proporcionalidad y constitucionalidad, pues de lo contrario tales medidas tendrán, como consecuencia, una mayor merma y reducción en la vigencia de los derechos humanos de las personas afectadas.

Para que la suspensión de derechos y garantías sea una medida legitimada tiene que poseer las cualidades anteriormente citadas. En tal sentido, será ra-cional en cuanto a que las medidas y los instrumentos empleados para abatir el estado de emergencia imperante resulten congruentes, idóneos y oportunos para lograr el cometido.

Por ello, para garantizar que estas medidas no sean excesivas, tendrán que ser proporcionales al objeto que se pretende alcanzar, dimensionando de forma adecuada la gravedad y el alcance de la problemática. Tendrán que advertir el contexto histórico y social para que atiendan de forma equitativa las necesidades a solventar. De ahí que toda suspensión debe señalar cuáles derechos serán sus-ceptibles de restricción, la extensión territorial en la que se aplicará la medida y el tiempo de duración de dicha suspensión.

La Corte idh, en el caso de la masacre de Pueblo Bello vs. Colombia, sentencia del 31 de enero de 2006, estableció respecto de la proporcionalidad que debe im-perar en la suspensión de derechos este criterio jurisprudencial en el párrafo 133:

133. Ciertamente el principio de proporcionalidad constituye un importante criterio

o herramienta de aplicación e interpretación de normativa interna y de instrumentos

internacionales, para determinar la atribución de responsabilidad al Estado. Ello

depende de la naturaleza del derecho que se alega violado, de las limitaciones

generales o específicas que admita su goce y ejercicio, y de las particularidades de

cada caso. Sin embargo, el presente caso no constituye una decisión acerca

de la legitimidad de una injerencia, restricción o limitación estatal en la esfera de

un derecho individual protegido por la Convención, en atención a determinados

fines en una sociedad democrática. Tampoco se trata de determinar la necesidad

del uso de la fuerza por parte de fuerzas de seguridad estatales, en casos en

que deba determinarse el carácter arbitrario de la muerte de personas y sea necesa-

rio juzgar la proporcionalidad de las medidas tomadas para controlar una situación

de afectación del orden público o un estado de emergencia. En estas hipótesis sí

tendría clara aplicación el principio de proporcionalidad (Corte idh 2006d).

33Bloque de derechos humanos como parámetro...

Para asegurar que las disposiciones que prevén la suspensión de derechos se

ajustan a los parámetros de razonabilidad y proporcionalidad, estas deberán estar

conforme a lo dispuesto por el marco constitucional y convencional, para que de

esta forma se evite en lo posible la existencia de contradicciones que pudieran

derivar en la invalidez de las medidas restrictivas.

En el marco constitucional, la figura de la suspensión está prevista conforme a

los lineamientos antes expuestos, incluyendo un catálogo de derechos humanos

que, a juicio del poder revisor, resulta indispensable para el disfrute y la vigencia

de todos los demás derechos, como lo dispone también la jurisprudencia inte-

ramericana en diversos casos, como en el Baldeón García vs. Perú,8 el Castañeda

Gutman vs. Estados Unidos Mexicanos9 y el Loayza Tamayo vs. Perú.10 En tal

sentido, el artículo 29 de la cpeum dispone:

Artículo 29. En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública, o de

cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el

Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo con los titulares de las

Secretarías de Estado y la Procuraduría General de la República y con la aprobación

8 “82. El derecho a la vida es un derecho humano fundamental, cuyo goce pleno es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos humanos. De no ser respetado, todos los derechos ca-recen de sentido. En razón de dicho carácter, no son admisibles enfoques restrictivos del mismo. De conformidad con el artículo 27.2 de la convención, este derecho forma parte del núcleo inderogable, pues se encuentra consagrado como uno de los derechos que no puede ser suspendido en casos de guerra, peligro público u otras amenazas a la independencia o seguridad de los Estados parte” (Corte idh 2006b).

9 “140. Los derechos políticos son derechos humanos de importancia fundamental en el sistema interamericano que se relacionan estrechamente con otros derechos consagrados en la Convención Americana, como la libertad de expresión, la libertad de reunión y la libertad de asociación, y que, en conjunto, hacen posible el juego democrático. La Corte destaca la importancia que tienen los derechos políticos y recuerda que la Convención Americana, en su artículo 27, prohíbe su suspensión y la de las garantías judiciales indispensables para la protección de estos” (Corte idh 2008).

10 “Los procedimientos de hábeas corpus y de amparo son de aquellas garantías judiciales indispensables para la protección de varios derechos cuya suspensión está vedada por el Artículo 27.2 y sirven, ade-más, para preservar la legalidad en una sociedad democrática [y que] aquellos ordenamientos consti-tucionales y legales de los Estados Partes que autoricen, explícita o implícitamente, la suspensión de los procedimientos de hábeas corpus o de amparo en situaciones de emergencia, deben considerarse incompatibles con las obligaciones internacionales que a esos Estados impone la Convención (El hábeas corpus bajo suspensión de garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de 1987. Serie A No. 8, párrs. 42 y 43)” (Corte idh 1998).

34 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

del Congreso de la Unión o de la Comisión Permanente cuando aquel no estuviere

reunido, podrá restringir o suspender en todo el país o en lugar determinado el

ejercicio de los derechos y las garantías que fuesen obstáculo para hacer frente,

rápida y fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado, por

medio de prevenciones generales y sin que la restricción o suspensión se contraiga

a determinada persona. Si la restricción o suspensión tuviese lugar hallándose el

Congreso reunido, este concederá las autorizaciones que estime necesarias para

que el Ejecutivo haga frente a la situación; pero si se verificase en tiempo de receso,

se convocará de inmediato al Congreso para que las acuerde.

En los decretos que se expidan, no podrá restringirse ni suspenderse el ejer-

cicio de los derechos a la no discriminación, al reconocimiento de la personalidad

jurídica, a la vida, a la integridad personal, a la protección a la familia, al nombre,

a la nacionalidad; los derechos de la niñez; los derechos políticos; las libertades

de pensamiento, conciencia y de profesar creencia religiosa alguna; el principio de

legalidad y retroactividad; la prohibición de la pena de muerte; la prohibición de la

esclavitud y la servidumbre; la prohibición de la desaparición forzada y la tortura;

ni las garantías judiciales indispensables para la protección de tales derechos.

La restricción o suspensión del ejercicio de los derechos y garantías debe

estar fundada y motivada en los términos establecidos por esta Constitución y ser

proporcional al peligro a que se hace frente, observando en todo momento los

principios de legalidad, racionalidad, proclamación, publicidad y no discriminación.

Cuando se ponga fin a la restricción o suspensión del ejercicio de los derechos

y garantías, bien sea por cumplirse el plazo o porque así lo decrete el Congreso,

todas las medidas legales y administrativas adoptadas durante su vigencia quedarán

sin efecto de forma inmediata. El Ejecutivo no podrá hacer observaciones al decreto

mediante el cual el Congreso revoque la restricción o suspensión.

Los decretos expedidos por el Ejecutivo durante la restricción o suspensión,

serán revisados de oficio e inmediatamente por la Suprema Corte de Justicia de la

Nación, la que deberá pronunciarse con la mayor prontitud sobre su constitucio-

nalidad y validez (cpeum, artículo 29, 2014).

Fue a partir de la reforma del 10 de junio de 2011 que la suspensión de

derechos y garantías en el marco constitucional mexicano dispuso que ciertos

35Bloque de derechos humanos como parámetro...

derechos, por su trascendencia y condición necesaria, poseyeran una naturaleza

irreductible, y hacer valer la primacía de los derechos humanos en cualquier acto

del Estado, incluyendo en situaciones de extrema urgencia.

Esta reforma, de alguna manera, permitió una mejor sintonía entre la norma-

tividad constitucional mexicana y la normatividad y jurisprudencia convencional

en la materia. La cadh establece en el artículo 27 las reglas, los supuestos y las

condiciones que deben imperar para que la suspensión de garantías pueda ser

válida convencionalmente hablando:

1. En caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la

independencia o seguridad del Estado parte, este podrá adoptar disposiciones que,

en la medida y por el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la situa-

ción, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de esta Convención, siempre

que tales disposiciones no sean incompatibles con las demás obligaciones que les

impone el derecho internacional y no entrañen discriminación alguna fundada en

motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social.

2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los derechos determi-

nados en los siguientes artículos: 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad

Jurídica); 4 (Derecho a la Vida); 5 (Derecho a la Integridad Personal); 6 (Prohibición

de la Esclavitud y Servidumbre); 9 (Principio de Legalidad y de Retroactividad); 12

(Libertad de Conciencia y de Religión); 17 (Protección a la Familia); 18 (Derecho al

Nombre); 19 (Derechos del Niño); 20 (Derecho a la Nacionalidad), y 23 (Derechos

Políticos), ni de las garantías judiciales indispensables para la protección de tales

derechos.

3. Todo Estado parte que haga uso del derecho de suspensión deberá infor-

mar inmediatamente a los demás Estados Partes en la presente Convención, por

conducto del Secretario General de la Organización de los Estados Americanos,

de las disposiciones cuya aplicación haya suspendido, de los motivos que hayan

suscitado la suspensión y de la fecha en que haya dado por terminada tal suspen-

sión (cadh, artículo 27, 1969).

Como se puede advertir, la figura de la suspensión de derechos, tratándose

de situaciones de emergencia, no representa en sí misma una contradicción a

36 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

los principios que rigen la vigencia de los derechos humanos; al contrario, las restricciones temporales tienden a salvaguardar la integridad de la totalidad de los derechos; de ahí que ante una contingencia que pone en riesgo su ejercicio se adopten medidas plenamente justificadas por el Estado en favor de cumpli-mentar tal objetivo, con los parámetros constitucionales y convencionales antes mencionados.

Cláusula de interpretación conforme

La cláusula de interpretación es la técnica mediante la cual los derechos humanos reconocidos en la Constitución son armonizados con las disposiciones normativas previstas en los instrumentos internacionales ratificados por el Estado y por la jurisprudencia internacional (Ferrer 2009, 359), con el fin de ampliar el margen de vigencia y protección de los derechos humanos y, por ende, potenciar el principio propersona.

Esta técnica hermenéutica ha permeado en diversos sistemas jurídicos, pues ha evidenciado su eficacia en el proceso de convencionalización e internaciona-lización de las constituciones locales. Este principio tiene su antecedente en la Constitución Española de 1978, en el artículo 10, el cual dispone que:

1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre

desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son

fundamento del orden político y de la paz social.

2. Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la

Constitución reconoce, se interpretarán de conformidad con la Declaración Uni-

versal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las

mismas materias ratificados por España (Constitución Española, artículo 10, 1978).

Posteriormente a su inclusión en la Constitución Española, otros países adop-taron la cláusula de interpretación conforme (Ferrer 2009, 360), comenzando así un proceso paulatino de interacción entre los catálogos de derechos locales y los contenidos en los instrumentos internacionales, generando un despliegue amplio de normas jurídicas que operan a favor de la persona (Caballero 2012, 103-5).

37Bloque de derechos humanos como parámetro...

La búsqueda de la mayor protección de los derechos humanos que se realice

en los marcos normativos nacionales e internacionales no implica que necesaria-

mente se atienda lo dispuesto en el derecho internacional, ya que pueden existir

disposiciones o criterios internos que proyecten de mejor forma la eficacia de un

derecho humano determinado a favor de la persona.

Aunque desde una perspectiva formal, como lo refiere el célebre jurista Héctor

Fix Zamudio (1999), la interpretación conforme implica, de alguna manera, la del

mismo derecho interno, ya que al momento de que los tratados internacionales

son ratificados, se incorporan directamente al derecho nacional. Por tanto, la

armonización se da entre normas que forman parte de un mismo bloque de

constitucionalidad (Caballero 2012, 115-6), con el fin de encontrar aquel dispo-

sitivo o criterio que proyecte, amplíe y potencie de mejor forma el ejercicio de

los derechos humanos de las personas.

La cláusula de interpretación conforme fue incorporada al sistema jurídico

en la reforma del 10 de junio de 2011. El artículo 1, párrafo 2, de la Constitución

federal lo prevé, al establecer:

Artículo 1º

[…]

Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad

con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo

en todo tiempo a las personas la protección más amplia (cpeum, artículo 1, 2014).

Al considerar lo previsto en el artículo 1 constitucional, toda norma jurídica

que sea interpretada en el sistema jurídico deberá hacerse de acuerdo con lo

estipulado por la Constitución y tratados internacionales, con el fin de hacer

efectivo el principio propersona.

Se puede afirmar que la interpretación conforme establece que las autoridades

tienen que orientar sus actuaciones al parámetro de constitucionalidad y conven-

cionalidad, pues de lo contrario carecerán de eficacia y de validez.

Como se puede advertir, existe una relación de interdependencia entre la cláu-

sula de interpretación conforme y el principio propersona. Mientras que la razón

de ser de la interpretación conforme es la búsqueda del dispositivo normativo e

38 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

interpretación más favorable para la persona, el principio propersona requiere

necesariamente, para su eficacia y aplicación, de una operación interpretativa en la

que se evidencie que la norma y criterio elegido son los más óptimos y benéficos.

La interpretación conforme se puede definir como la armonización constante

de las autoridades por medio de su actuación, entre las normas nacionales y los

parámetros convencionales e internacionales.

Esta técnica hermenéutica de armonización de las disposiciones locales,

convencionales e internacionales tiene que ser efectuada —tal y como se

señaló— por toda autoridad cuando en el sistema jurídico existan déficits o vacíos

normativos que conllevan mermas en la vigencia de los derechos humanos. Al ser

la armonización el fin de la interpretación, la derogación o inaplicación de las

normas jurídicas no es una opción válida para considerarse, ya que el objetivo de

este principio es la conciliación permanente de la estructura normativa contenida

en el bloque de constitucionalidad.

El expediente Varios 912/2010, emitido por la Suprema Corte de Justicia de la

Nación, provocó, en su momento, una serie de cambios sustanciales en la diná-

mica del sistema constitucional. En dicha tesis se establecieron las pautas para la

aplicación de la interpretación conforme que deben llevar a cabo las autoridades:

1) Interpretación conforme en sentido amplio. Todos los jueces y autoridades

del Estado mexicano deben interpretar el orden jurídico a la luz y conforme a

los derechos humanos establecidos en la Constitución Política de los Estados

Unidos Mexicanos y en los tratados internacionales en los cuales el Estado

mexicano sea parte, favoreciendo a las personas con la protección más amplia.

2) Interpretación conforme en sentido estricto. Cuando hay varias interpreta-

ciones jurídicamente válidas, los jueces deben, partiendo de la presunción de

constitucionalidad de leyes, preferir aquella que hace a la ley acorde a los

derechos humanos establecidos en la cpeum y en los tratados internacionales.

3) Inaplicación de la ley cuando las alternativas anteriores no son posibles.

Como se puede advertir, las pautas otorgadas por la scjn privilegian la armoni-

zación de los dispositivos normativos e interpretativos por parte de la autoridad,

por encima de la facultad conferida a estas para inaplicar la norma jurídica que

39Bloque de derechos humanos como parámetro...

vulnere algún derecho, o sea, contraria al orden constitucional y convencional, lo que se denomina control difuso, el cual se abordará más adelante.

De igual forma, la Suprema Corte prioriza la presunción de constitucionalidad de las leyes, ya que si la autoridad llegara a pronunciarse acerca de la constitu-cionalidad de la norma, además de ser poco deferente con el Poder Legislativo, se estaría incurriendo en una vulneración al principio de división de poderes, al invadir esferas competenciales de otros poderes,11 de ahí la importancia de la conciliación y preservación normativa que se hace mediante la interpretación conforme.

Por ello, la scjn, al momento de establecer las pautas para la aplicación de la interpretación conforme, dejó como último criterio la inaplicación, la cual solo procede en el supuesto de que sea materialmente imposible encontrar, entre las múltiples normas y criterios interpretativos del derecho interno, del convencional y del internacional, alguna disposición que favorezca el ejercicio de los derechos humanos de una persona.

Ahora bien, en caso de que sea imposible la armonización por parte de la autoridad, la inaplicación de la norma jurídica que presumiblemente es contraria al orden constitucional y convencional no significa que sea expulsada del siste-ma, ya que los efectos de la inaplicación no son los de una declaratoria general de inconstitucionalidad, esto es, una facultad reservada a la scjn como órgano máximo de control constitucional.

Tal facultad, la cual inicialmente se encontraba reservada a los jueces en el expediente Varios 912/2010, se expandió como consecuencia de la reforma cons-titucional del 10 de junio de 2011 a todas las autoridades. Esto no conlleva una afectación al principio de división de poderes, ya que su función es mantener la supremacía constitucional y convencional, al establecerse como el último reducto para garantizar la vigencia de los derechos humanos contenidos en el bloque de constitucionalidad, sin que esto genere, como se señaló, una declaratoria de

inconstitucionalidad.

11 El control difuso no pretende la expulsión de la norma del sistema jurídico por ser inconstitucional, puesto que la finalidad de dicho control es contener la posible afectación de una norma jurídica al momento de ser aplicada al caso concreto, pero no pronunciarse acerca de la validez o invalidez de dicha norma, ya que no posee la facultad para ello, ni es el objetivo del referido control difuso.

40 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

Si bien cada vez existe una mayor capacitación y formación en materia de

derechos humanos, las autoridades no llevan a cabo la interpretación conforme

en el ejercicio de sus actuaciones, ya que omiten las pautas previstas para su

adecuada aplicación y deciden directamente inaplicar la norma jurídica al caso

concreto. Esto, lejos de generar una armonización, conlleva una incertidumbre

jurídica que poco abona a la vigencia y protección óptima de los derechos hu-

manos de la persona.

Por último, es importante reiterar que la aplicación de cláusula de interpre-

tación conforme es obligatoria para toda autoridad, es decir, su aplicación no es

discrecional u optativa.

Hay que advertir que la interpretación conforme conlleva algunas dificultades

en su implementación, ya que el diseño de facultades y atribuciones que poseen

algunas autoridades en el sistema jurídico, principalmente las administrativas, se

cimienta en el principio de legalidad (Carmona 2013), lo cual —aparentemente—

reduce y limita el campo de actuación. Sin embargo, al ser el principio propersona

el eje que rige la actuación en cualquier ámbito, las facultades que poseen las

autoridades, por restringidas que puedan ser, se vuelven dúctiles con el fin de

preservar la vigencia de dicho principio.

De este punto resulta ilustrativo la explicación de Eduardo Ferrer Mac-Gregor

Poisot acerca de cómo debe llevarse a cabo la interpretación conforme por parte

de las distintas autoridades, considerando la naturaleza de sus funciones:

Los destinatarios de esta cláusula constitucional son todos los intérpretes de las nor-

mas en materia de derechos humanos, sean autoridades o particulares. Todas las

autoridades del Estado mexicano, dentro de sus competencias, tienen que seguir

este criterio interpretativo. Esto implica que los jueces deben acudir a esta técnica

de interpretación en todo caso relacionado con normas de derechos humanos en

los asuntos de su competencia; los legisladores tendrán que adecuar la normativa

existente utilizando este criterio y aplicarlo como parte de la técnica legislativa al

emitir la norma; y todos los órganos de la administración pública deberán ajustar

su actuación conforme a la nueva pauta interpretativa de derechos humanos,

especialmente cuando se trate de restricción de los mismos (Ferrer 2009, 363).

41Bloque de derechos humanos como parámetro...

Se puede decir con toda precisión que, con la inclusión de la cláusula de in-

terpretación conforme en el marco constitucional, se garantiza la armonización

entre las distintas normas jurídicas y los criterios interpretativos que reconocen

derechos, lo cual propicia la protección y vigencia del principio propersona, el

cual, tal como se advirtió, necesita de esta técnica hermenéutica para ser eficaz.

II. Control difuso de constitucionalidad y convencionalidad

Origen y definición del control difuso de convencionalidad

El 12 de julio de 2011 la scjn resolvió la aplicabilidad de la sentencia de la corte

idh del caso Rosendo Radilla, relativa a la consulta a trámite identificada con el

expediente Varios 912/2010.

Dicha resolución ––como se ha advertido–– es significativa respecto de la

erección de los nuevos paradigmas que rigen el sistema jurídico, puesto que, junto

con la reforma constitucional del 10 de junio de 2011, este caso resultó deter-

minante para la apertura de una nueva etapa en materia de derechos humanos.

Entre los distintos cambios que se dieron en la dinámica constitucional

como consecuencia de lo ya señalado, la inclusión del control difuso de cons-

titucionalidad y convencionalidad reviste un cambio sustancial para garantizar

la tutela efectiva de todos los derechos humanos reconocidos en el bloque de

constitucionalidad.

La scjn, al tomar en cuenta lo vertido en la sentencia dictada por la corte idh

en el caso Rosendo Radilla vs. México, estimó como válida la obligación de lle-

var a cabo el control de constitucionalidad y de convencionalidad para todas las

autoridades. Con esto se generó un cambio en el sistema de control constitucio-

nal, ya que anteriormente existía un control concentrado de constitucionalidad

depositado en el Poder Judicial de la Federación (Huerta 1998), y los jueces locales

se encontraban imposibilitados para ejercer algún tipo de control, pese a estar

estipulado desde la Constitución de 1857.

El Constituyente de 1857 fue influido con gran fuerza por el modelo cons-

titucional estadounidense (Rabasa 2000, 61-79), por lo que muchas cláusulas y

42 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

principios de aquel sistema fueron incorporados al de México, entre los cuales se

encuentra el control difuso de constitucionalidad, cuyos orígenes se remontan a los

debates que se dieron entre los padres fundadores (May 2001, 233) previamente

a la promulgación de la Constitución estadounidense de 1787, teniendo como

principal preocupación mantener la unidad de los estados y la prevalencia de la

ley suprema, integrada por la Constitución federal, los tratados internacionales

y las leyes federales. Con esto se buscaba que los estados de la unión tuvieran

presente en todas sus actuaciones la supremacía constitucional del orden federal;

en tal sentido, se diseñó una cláusula constitucional en la cual se estableció el

deber de los jueces locales de hacer valer dicha supremacía.

El control difuso en Estados Unidos de América surgió como un medio de

preservación de la vigencia de la ley suprema. Este medio opera al momento

de que el juez local ejerce su función jurisdiccional ordinaria. Si el juez advierte

que la norma a aplicar en un caso concreto contiene elementos contrarios a la

supremacía del orden federal, debe inaplicarla y garantizar con ello la vigencia

de su contenido.

El control difuso constitucional en su sentido primigenio conlleva la inapli-

cación de la norma a la luz del parámetro de la ley suprema, pero no conlleva la

declaratoria de inconstitucionalidad de tal norma. Esta noción de control fue la que

el Constituyente de 1857 decidió incorporar, para preservar la supremacía del

orden federal; aunque fue reconocida en el texto constitucional, nunca fue uti-

lizada, ya que desde la instauración del juicio de amparo en el ámbito federal,

este concentró la función de control jurisdiccional, siendo durante muchos años

el único instrumento de tutela y conservación constitucional.

Vale la pena señalar estas consideraciones, puesto que el control difuso de

constitucionalidad primigenio se diferencia en cuanto a fines y en la forma de su

aplicación del control difuso de constitucionalidad y convencionalidad, inserto en

el sistema jurídico mexicano mediante la resolución del asunto Varios 912/2010.

El control difuso de convencionalidad es una figura que fue construyéndose

por medio de los criterios jurisprudenciales emitidos por la corte idh. Su con-

cepción se encuentra en los votos razonados elaborados por el entonces juez de

la Corte Interamericana, el jurista Sergio García Ramírez (Sagüés 2010, 117-20),

43Bloque de derechos humanos como parámetro...

en los casos Myrna Mack Chang vs. Guatemala, del 25 de noviembre de 2003,12 y el caso Tibi vs. Ecuador, del 7 de septiembre de 2004.13

Fue hasta el caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile cuando por primera vez el pleno de la corte idh hizo referencia de la obligación de los jueces de los estados parte del sistema interamericano de salvaguardar a la convención de toda norma que pudiera mermarla.

Un estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana,

sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella,

lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención

no se vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin (Corte

idh 2006a).

12 En el voto razonado esgrimido por el juez García Ramírez, en el considerando 27 señaló: “Para los efectos de la Convención Americana y del ejercicio de la jurisdicción contenciosa de la Corte Interame-ricana, el Estado viene a cuentas en forma integral, como un todo. En este orden, la responsabilidad es global, atañe al Estado en su conjunto y no puede quedar sujeta a la división de atribuciones que señale el Derecho interno. No es posible seccionar internacionalmente al Estado, obligar ante la Corte solo a uno o algunos de sus órganos, entregar a éstos la representación del Estado en el juicio —sin que esa representación repercuta sobre el Estado en su conjunto— y sustraer a otros de este régimen convencional de responsabilidad, dejando sus actuaciones fuera del ‘control de convencionalidad’ que trae consigo la jurisdicción de la Corte internacional” (Corte idh 2010).

13 En los considerandos 3 y 4 de su voto razonado, el jurista García Ramírez refiere: “3. En cierto sentido, la tarea de la Corte se asemeja a la que realizan los tribunales constitucionales. Estos examinan los actos impugnados —disposiciones de alcance general— a la luz de las normas, los principios y los valores de las leyes fundamentales. La Corte idh, por su parte, analiza los actos que llegan a su conocimiento en relación con normas, principios y valores de los tratados en los que funda su competencia contenciosa. Dicho de otra manera, si los tribunales constitucionales controlan la ‘constitucionalidad’, el tribunal internacional de derechos humanos resuelve acerca de la ‘convencionalidad’ de esos actos. A través del control de constitucionalidad, los órganos internos procuran conformar la actividad del poder público —y, eventualmente, de otros agentes sociales— al orden que entraña el Estado de Derecho en una sociedad democrática. El tribunal interamericano, por su parte, pretende conformar esa actividad al orden internacional acogido en la convención fundadora de la jurisdicción interamericana y aceptado por los Estados partes en ejercicio de su soberanía. 4) Del mismo modo que un tribunal constitucional no podría —ni lo pretende— traer ante sí todos los casos en que se cuestione o se pueda cuestionar la constitucionalidad de actos y normas, un tribunal internacional de derechos humanos no aspira —mucho menos todavía que el órgano nacional— a resolver un gran número de litigios en los que se reproduzcan violaciones previamente sometidas a su jurisdicción y acerca de cuyos temas esenciales ya ha dictado sentencias que expresan su criterio como intérprete natural de las normas que está llamado a aplicar, esto es, las disposiciones del tratado internacional que invocan los litigantes. Este designio, que pone de manifiesto una función de la Corte, sugiere también las características que pueden tener los asuntos llevados a su conocimiento” (Corte idh 2003).

44 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

Posteriormente, tal y como lo resalta el maestro argentino Néstor Pedro

Sagüés, con los casos trabajadores del Congreso vs. Perú, del 24 de noviembre

de 2009, y Rosendo Radilla Pacheco vs. México, del 23 de noviembre de 2009,

se completaron los rasgos definitorios del control de convencionalidad (Sagüés

2010), que consiste en el ejercicio que deben realizar los jueces nacionales para

armonizar las normas locales al contenido de la Convención Americana y a la ju-

risprudencia interamericana, o bien inaplicando aquellas disposiciones normativas

que contravengan a dicho contenido.

Se puede decir, como lo afirma Sagüés, que el control difuso de convencio-

nalidad tiene dos efectos:

1) Represivo o destructivo. Cuando la norma doméstica opuesta al pacto o la ju-

risprudencia de la Corte Interamericana es inconvencional o anticonvencional,

tiene un resultado de mínima: no se aplica el caso en examen, se descarta o

resulta inválida para el mismo.

2) Efecto positivo o constructivo. En esta etapa, los jueces deben aplicar y hacer

funcionar el derecho local de acuerdo con las reglas del pacto de San José de

Costa Rica y, según también, la jurisprudencia de la Corte Interamericana de

Derechos Humanos (Sagüés 2010, 383).

En la sentencia del caso Rosendo Radilla emitida por la Corte Interamericana,

se resaltó el carácter oficioso del control de convencionalidad, lo cual implica que

la labor de contrastar las normas del sistema jurídico local con los parámetros

de convencionalidad no está sujeta a la discrecionalidad de los estados y las au-

toridades. De ahí que, como lo define Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot, todos

los jueces nacionales son jueces de convencionalidad,14 y no solo ellos, sino que

14 Véase en el voto razonado del juez ad hoc Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot en relación con la sentencia de la Corte idh en el caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, del 26 de noviembre de 2010:

“24. El ‘control difuso de convencionalidad’ convierte al juez nacional en juez interamericano: en un primer y auténtico guardián de la Convención Americana, de sus Protocolos adicionales (eventualmente de otros instrumentos internacionales) y de la jurisprudencia de la Corte IDH que interpreta dicha normatividad. Tienen los jueces y órganos de impartición de justicia nacionales la importante misión de salvaguardar no solo los derechos fundamentales previstos en el ámbito interno, sino también el

45Bloque de derechos humanos como parámetro...

a partir del caso Gelman vs. Uruguay ––que se verá posteriormente–– todas las autoridades de los estados que forman parte del sistema interamericano tienen la obligación de velar por la vigencia de las normas convencionales.

Como se ha señalado, derivado de la reforma constitucional en materia de de-rechos humanos del 10 de junio de 2011, así como por el resolutivo de la consulta a trámite Varios 912/2010 emitida por la scjn, se instauró en el sistema jurídico de México el control difuso de constitucionalidad y convencionalidad, el cual no solo vela por conservar la vigencia del orden jurídico interno, sino que también confronta a las normas jurídicas locales con los dispositivos convencionales, plasmados en la Convención Americana y en la jurisprudencia interamericana. Por ello, el control difuso que llevan a cabo las autoridades en cualquier actuación es un control de constitucionalidad y de convencionalidad, lo que de alguna ma-nera evidencia la existencia del bloque de constitucionalidad, y su importancia para garantizar la eficacia de los derechos humanos.

Control difuso de constitucionalidad y convencionalidad en el sistema jurídico mexicano

Caso Raúl Negrete15

En México, previamente al caso Rosendo Radilla Pacheco y a la reforma constitu-cional en materia de derechos humanos del 10 de junio de 2011, los tribunales ordinarios fueron los que comenzaron a ejercer el control de convencionalidad, al aplicar la jurisprudencia de la Corte Interamericana y reconocer los derechos humanos previstos en la Convención Americana, como parte de un bloque de

constitucionalidad.

conjunto de valores, principios y derechos humanos que el Estado ha reconocido en los instrumentos internacionales y cuyo compromiso internacional asumió. Los jueces nacionales se convierten en los primeros intérpretes de la normatividad internacional, si se considera el carácter subsidiario, com-plementario y coadyuvante de los órganos interamericanos con respecto a los previstos en el ámbito interno de los Estados americanos y la nueva ‘misión’ que ahora tienen para salvaguardar el corpus juris interamericano a través de este nuevo ‘control’”(Corte idh 2010).

15 Véase Sentencia que resolvió el amparo directo administrativo 1060/2008.

46 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

Un antecedente importante en el sistema jurídico mexicano fue el amparo

directo administrativo 1060/2008, resuelto por el Primer Tribunal Colegiado en

Materias Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito, conocido

también como el caso Raúl Negrete, en cuyas consideraciones se reconoció la

existencia de un bloque de constitucionalidad, así como el deber de los jueces

por conservarlo:

Eso significa que si bien los jueces y tribunales mexicanos —en principio— quedan

sujetos a la observancia y aplicación del imperio de las disposiciones nacionales;

cuando el Estado Mexicano ratificado un tratado internacional –como parte del

aparato del Estado que son, también quedan sometidos a esta; por tanto, están

obligadas a velar porque los efectos de las disposiciones que la integran no se

vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin; mediante

el ejercicio del control de convencionalidad entre las normas jurídicas internas

y la Convención Americana sobre Derechos Humanos; más aún la interpretación

que de esa convención hubiese realizado la Corte Interamericana, como su último

intérprete (Sentencia que resolvió el amparo directo administrativo 1060/2008).

En este criterio se denota la obligación ineludible de los tribunales locales

de hacer valer la primacía de los derechos humanos consagrados en las normas

convencionales, pues los efectos de los tratados y las convenciones vinculan a

todo el aparato gubernamental y de justicia del Estado mexicano.

Se advierte en esta resolución, previamente al caso Radilla Pacheco y la re-

forma constitucional de la materia, el deber de los órganos jurisdiccionales en el

mantenimiento de la vigencia y supremacía de los derechos humanos mediante

el ejercicio ordinario de sus actuaciones; es decir, en la administración de justicia,

con la variante de que en materia de derechos humanos el parámetro no será

el derecho interno (federal o local), sino lo previsto por el sistema interamericano

de derechos humanos (convención y jurisprudencia emitidas por la Corte idh).

47Bloque de derechos humanos como parámetro...

Caso Hank Rhon

Previamente al caso señalado, la Sala Superior del tepjf, en la sentencia del expe-

diente identificado como SUP-JDC 695/2007, conocido también como el caso Hank

Rhon, fue el primer órgano que resolvió una controversia a la luz del principio

de supremacía constitucional y de convencionalidad.

En este caso, la Sala Superior consideró como indebida la interpretación hecha

del artículo 42 de la Constitución Política del Estado de Baja California (cpebc),

por parte del Tribunal de Justicia Electoral del Poder Judicial del Estado de Baja

California (tjebc), el cual no tuvo en cuenta los tratados internacionales ratificados

por el Estado mexicano.

En la etapa en que se dictó esta resolución, la Sala Superior carecía de compe-

tencia para pronunciarse acerca de la inconstitucionalidad de las normas jurídicas

en materia electoral, pero no para dejar de advertir la inadecuada interpretación

del artículo 42 de la cpebc, a la luz de lo dispuesto por la Convención Americana

en su artículo 23.2, en el cual se establece un catálogo de los límites válidos para

el ejercicio de los derechos políticos que no fueron contemplados en el texto

constitucional local (Ríos 2009, 183-224).

La sentencia dictada por la Sala Superior fue un precedente trascendental, en lo

que se refiere a la expansión y potencialidad de la eficacia de los derechos huma-

nos, ya que, al pretenderse aplicar la restricción prevista por la Constitución local,

se hizo valer la primacía de los derechos humanos reconocidos en la Constitución

federal y en los instrumentos internacionales signados por el Estado mexicano.

Sentencia dictada por el magistrado Carlos Emilio Arena Bátiz

Otra caso de suma relevancia relativo a la aplicación del control difuso de consti-

tucionalidad fue la sentencia del 8 de agosto de 2011 dictada por el magistrado

Carlos Emilio Arena Bátiz, integrante de la Cuarta Sala Unitaria Penal del Tribunal

Superior de Justicia del Estado de Nuevo León (Ferrer 2012, 25).

En dicha sentencia, por primera ocasión, después de haber entrado en vigor

la reforma en materia de derechos humanos del 10 de junio de 2011, se llevó

48 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

a cabo un control difuso de constitucionalidad y convencionalidad, inaplicando un tipo penal previsto en una norma jurídica local, por considerarse contrario al orden constitucional.

La inaplicación operó directamente en este caso, ya que al ser normas jurí-dicas penales, estas no son susceptibles de armonización ni de cualquier forma de interpretación, pues se estaría contraviniendo lo previsto en el artículo 14 de la Constitución federal.

En este caso, el magistrado Arenas, al advertir una posible contradicción con el texto constitucional, procedió a dejar sin efecto lo dispuesto por la norma penal al caso concreto, preservando así la vigencia del parámetro de constitucionalidad y convencionalidad.

III. Vinculatoriedad de la jurisprudencia interamericana

Jurisprudencia internacional y su fuerza vinculatoria

Derivado del proceso de universalización de los derechos humanos, surgido a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se crearon instru-mentos internacionales que fueron integrando a los países en bloques regionales.

En 1948, en el marco de la IX Conferencia Internacional Americana llevada a cabo en Bogotá, Colombia, se emitió la Carta de Organización de los Estados Americanos, con la cual se dio paso a la creación de la Organización de los Esta-dos Americanos (oea), y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, documento fundante del sistema interamericano de derechos humanos, en el cual los países firmantes manifestaron su deber de dignificar a la persona humana, y que en sus constituciones se establecería como fin común la protección de los derechos esenciales del hombre.

Posteriormente, en la Tercera Conferencia Interamericana Extraordinaria —Buenos Aires, 1967— se aprobó la incorporación a la Carta de la Organización de los Estados Americanos de normas más amplias acerca de derechos económicos, sociales y educacionales, y se resolvió la creación de una convención interameri-cana de derechos humanos, la cual determinaría la estructura, la competencia y el procedimiento de los órganos encargados de esa materia.

49Bloque de derechos humanos como parámetro...

Fue en el marco de la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos

Humanos, llevada a cabo del 7 al 22 de noviembre de 1969, en San José, Costa

Rica, que se suscribió la Convención Americana sobre Derechos Humanos, con-

formándose así como la norma integradora y suprema en la materia de la región.

En la medida que los estados miembro de la oea fueron sometiendo sus

actuaciones en materia de derechos humanos a la competencia de la Corte idh

(órgano encargado de hacer valer la vigencia de la convención), esta norma fue

transitando de ser orientadora a rectora interamericana.

La convención se hace efectiva en la medida que sus contenidos son obser-

vados, y también cuando son cumplimentados los criterios jurisprudenciales

emitidos por la Corte Interamericana en los casos que son resueltos por vía de

su jurisdicción.

Uno de los aspectos más complejos que ha enfrentado el sistema interame-

ricano de derechos humanos es el relativo a la armonización del contenido de la

Convención Americana y la jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana

en los sistemas jurídicos pertenecientes a dicho sistema.

Con los principios jurídicos internacionales de pacta sunt servanda y bona fide

(Van 1983, 65), contemplados en el artículo 26 de la Convención de Viena, sobre

el Derecho de los Tratados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre

Organizaciones Internacionales de 1969, ratificado y publicado en el Diario Oficial

el 28 de abril de 1988 por parte del Estado mexicano, lo acordado en un tratado

o convención internacional obliga a la totalidad del país y no solo a los órganos

de poder participantes en la celebración y ratificación de estos.

La obligación de dar cumplimiento a los ordenamientos internacionales es

insustituible para la totalidad del Estado, sin que se admitan excepciones o re-

servas posteriores a su entrada en vigor.

Conforme al artículo 2.1, inciso d, de la Convención de Viena sobre el Derecho

de los Tratados (1980), la reserva es:

una declaración unilateral, cualquiera que sea su enunciado o denominación, hecha por

un Estado al firmar, ratificar, aceptar o aprobar un Tratado o adherirse a él con

objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en

50 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

su aplicación a ese Estado (Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados,

artículo 2.1, inciso d, 1980).§

Estas reservas, por tanto, solo pueden ser pronunciadas al momento de la

aceptación, la ratificación o la aprobación del instrumento internacional, por

lo que una vez que ha entrado en vigor no puede argumentarse ningún tipo de

excepción en torno al cumplimiento parcial o total de lo previsto por este (Bazán

2000, 186-96).

En el caso de las resoluciones emitidas por órganos jurisdiccionales trasnacio-

nales cuya competencia y origen se deriva de algún instrumento internacional, por

su naturaleza eminentemente restitutoria y reparadora, no pueden estar sujetas

a reservas o revisiones que deriven en su inobservancia.

En cuanto a la corte idh, su competencia deriva de la cadh, la cual, al momento

de haber sido ratificada por los estados parte, y no haberse establecido reserva

alguna, la jurisdicción de esta impera y rige en todos los sistemas jurídicos de

la región; por ende, sus resoluciones ––como valoraciones jurídicas surgidas del

análisis de casos concretos puestos a su consideración–– no podrán eludirse ni

dejarse sin efecto, ya que poseen la fuerza normativa suficiente para hacerse valer.

Respecto de la fuerza vinculatoria de la jurisprudencia interamericana, en

2010 la scjn conoció de la consulta a trámite identificada con el expediente Varios

912/2010, puesta a consideración ante el Pleno por el entonces presidente del

máximo órgano jurisdiccional, Guillermo Ortiz Mayagoitia, para determinar los

alcances de la sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Huma-

nos, en lo relativo al caso Rosendo Radilla, el cual representaba para el Estado

mexicano la primera sentencia condenatoria por violaciones a derechos humanos

contenidos en la Convención Americana.

En la sentencia se condenó al Estado mexicano a restituir los daños y perjui-

cios por violaciones graves en sus derechos humanos a Rosendo Radilla, quien

fue desaparecido en la década de los 70 por miembros del Ejército mexicano.

Además de lo anterior, se estableció la necesidad de que en México se modificara

§ Énfasis añadido

51Bloque de derechos humanos como parámetro...

el marco legal relativo al denominado “fuero militar”16 y, de esta manera, poder imputar responsabilidades jurídicas ante tribunales civiles a aquellos militares que cometiesen delitos relativos a desapariciones forzadas, tortura y violaciones sexuales (García 2010, 72-6).

En el expediente Varios 912/2010 se analizó si la sentencia dictada por la Corte Interamericana en el caso Rosendo Radilla vinculaba en su integridad al Estado mexicano; este órgano se pronunció a favor de reconocer la fuerza vinculante de las sentencias de la Corte idh, así como el reconocimiento de la primacía de los derechos humanos consagrados en la cadh, siempre y cuando el Estado mexicano sea parte. Este criterio —como se analizará más adelante— sería abandonado como consecuencia de la resolución de la contradicción de tesis 293/2011, emitida por el Pleno de la scjn, en la que se advirtió que toda la jurisprudencia intera-mericana es obligatoria, siempre y cuando su aplicación favorezca a la persona.

Mínimo de efectividad y eficacia de la jurisprudencia interamericana

Cuando se trata de sentencias dictadas por la Corte idh en casos en los que el Estado mexicano no sea parte de la litis, la scjn señaló en un primer momento ––en la resolución de la consulta a trámite identificada con el expediente Varios 912/2010–– que estas no podían ser consideradas como vinculatorias, solo podían concebirse como criterios orientadores.

Esta interpretación de la Suprema Corte se confrontaba con lo establecido por la Corte Interamericana en la sentencia del caso Radilla, en la cual se esta-blecía la obligación para todos los jueces del sistema interamericano de aplicar la jurisprudencia interamericana con independencia de que un Estado haya sido

parte o no en la litis.

16 Este tema tiene su antecedente en el proyecto realizado por el ministro José Ramón Cossío, puesto a consideración del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (scjn) el 10 de agosto de 2009. En dicho proyecto se proponía la reducción del fuero militar, posibilitando el sometimiento a la justicia civil de los miembros de la milicia, cuando se tratase de violaciones a los derechos humanos efectuadas en contra de civiles. Tal postura no alcanzó la mayoría del Pleno, pero sentó un cimiento importante que se reforzó tiempo después con la emisión de la sentencia del caso Radilla.

52 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

Con independencia de los problemas que pueda implicar para un juez

la aplicación de criterios jurisprudenciales contenidos en la jurisprudencia

interamericana,17 y que la scjn le haya conferido en su momento la naturale-

za de criterios orientadores, para el intérprete de la cadh no puede eludirse

este deber, puesto que su ejercicio es ex officio, tal y como lo señaló en el caso

Rosendo Radilla vs. México, confirmándolo en el caso Gelman vs. Uruguay, del

20 de marzo de 2013.

Sin duda, el viraje hecho por la Suprema Corte en la resolución de la contradic-

ción de tesis 293/2011, en la que se reconoce la vinculatoriedad de la jurispruden-

cia interamericana, conlleva un fortalecimiento del bloque de constitucionalidad,

ya que representa una ampliación del espectro de derechos humanos a ejercer por

parte de las personas. La scjn reconoció el deber de las autoridades mexicanas

de hacer valer la jurisprudencia interamericana, siempre y cuando ––siguiendo

el principio propersona–– sea el criterio más extensivo para el ejercicio de un

derecho humano.

En un primer momento, la Corte idh interpretó que la obligación ex officio de

aplicar el control difuso de convencionalidad correspondía exclusivamente a los

jueces del sistema interamericano, criterio que fue confirmado en el caso Cabrera

García y Montiel Flores vs. México (Corte idh 2010); posteriormente su criterio

evolucionó, ampliando dicha obligación y sus alcances a todo tipo de autoridad.

Respecto de la obligación que poseen los poderes públicos y las autoridades

públicas de cualquier jerarquía y ámbito de los estados de cumplir las sentencias

de los tribunales internacionales, en la resolución de la Corte Interamericana de

Derechos Humanos del 20 de marzo de 2013 acerca de la supervisión de cum-

plimiento de sentencia del caso Gelman vs. Uruguay, en los párrafos 59 y 65 se

dispuso lo siguiente:

17 El hecho de que cada resolución dictada por la Corte Interamericana se erija como jurisprudencia, y no exista una forma para determinar el orden de prelación de una jurisprudencia sobre otra, así como la inexistencia de un sistema de sustitución o abrogación, hace más difícil la aplicación correcta de criterios jurisprudenciales en aquellos casos que los estados no han sido parte del caso.

53Bloque de derechos humanos como parámetro...

59. La obligación de cumplir lo dispuesto en las decisiones del Tribunal correspon-

de a un principio básico del derecho sobre la responsabilidad internacional del

Estado, respaldado por la jurisprudencia internacional, según el cual los Estados

deben acatar el tratado internacional de buena fe (pacta sunt servanda) y, como

ya ha señalado esta Corte y lo dispone el artículo 27 de la Convención de Viena

sobre el Derecho de los Tratados de 1969, aquellos no pueden, por razones de

orden interno, dejar de asumir la responsabilidad internacional ya establecida38.

Las obligaciones convencionales de los Estados Parte vinculan a todos los poderes

y órganos del Estado39, es decir, que todos los poderes del Estado (Ejecutivo,

Legislativo, Judicial, u otras ramas del poder público) y otras autoridades públicas

o estatales, de cualquier nivel, incluyendo a los más altos tribunales de justicia de

los mismos, tienen el deber de cumplir de buena fe con el derecho internacional.

[…]

65. Así, en varias sentencias la Corte ha establecido que es consciente de que

las autoridades internas están sujetas al imperio de la ley y, por ello, están obligadas

a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico46. Pero cuando un

Estado es Parte en un tratado internacional como la Convención Americana, todos

sus órganos, incluidos sus jueces y demás órganos vinculados a la administración

de justicia en todos los niveles, también están sometidos al tratado, lo cual les

obliga a velar para que los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean

mermados por la aplicación de normas contrarias a su objeto y fin, de modo que

decisiones judiciales o administrativas no hagan ilusorio el cumplimiento total o

parcial de las obligaciones internacionales. Es decir, todas la autoridades estatales,

están en la obligación de ejercer ex officio un “control de convencionalidad” entre

las normas internas y la Convención Americana, en el marco de sus respectivas

competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea,

deben tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que

del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención

Americana (Corte idh, párrafos 59 y 65, 2013).

El deber ––para la autoridad–– de hacer valer la jurisprudencia de la Corte

idh evidencia una evolución del control de convencionalidad, que no se supedita

exclusivamente a la función jurisdiccional, sino que se extiende al resto de las

54 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

funciones estatales, más allá de las restricciones propias que puedan existir para

aquellos entes y autoridades que por sus atribuciones se vean impedidos de ha-

cer cualquier tipo de valoración o interpretación por estar sujetas a un régimen

estricto de legalidad.

La resolución emitida en el caso Gelman vs. Uruguay ha alentado la discusión

de los alcances del carácter obligatorio y vinculante de las sentencias de la Corte

Interamericana y también si, en su cumplimento, pueden existir matices o grados

distintos de eficacia al momento de incardinarse en los sistemas jurídicos. En los

párrafos 67, 68 y 69 de la resolución referida se establecen estas consideraciones:

67. De tal manera, es posible observar dos manifestaciones distintas de esa obli-

gación de los Estados de ejercer el control de convencionalidad, dependiendo

de si la Sentencia ha sido dictada en un caso en el cual el Estado ha sido parte o

no. Lo anterior debido a que a que la norma convencional interpretada y aplicada

adquiere distinta vinculación dependiendo si el Estado fue parte material o no en

el proceso internacional.

68. En relación con la primera manifestación, cuando existe una sentencia

internacional dictada con carácter de cosa juzgada respecto de un Estado que ha

sido parte en el caso sometido a la jurisdicción de la Corte Interamericana, todos

sus órganos, incluidos sus jueces y órganos vinculados a la administración de

justicia, también están sometidos al tratado y a la sentencia de este Tribunal, lo

cual les obliga a velar para que los efectos de las disposiciones de la Convención y,

consecuentemente, las decisiones de la Corte Interamericana, no se vean mermados

por la aplicación de normas contrarias a su objeto y fin o por decisiones judiciales

o administrativas que hagan ilusorio el cumplimiento total o parcial de la sentencia.

Es decir, en este supuesto, se está en presencia de cosa juzgada internacional, en

razón de lo cual el Estado está obligado a cumplir y aplicar la sentencia. En esta

situación se encuentra el Estado de Uruguay respecto de la Sentencia dictada en el

caso Gelman. Por ello, precisamente porque el control de convencionalidad es una

institución que sirve como instrumento para aplicar el Derecho Internacional, en

el presente caso que existe cosa juzgada se trata simplemente de emplearlo para

dar cumplimiento en su integridad y de buena fe a lo ordenado en la Sentencia

55Bloque de derechos humanos como parámetro...

dictada por la Corte en el caso concreto, por lo que sería incongruente utilizar esa

herramienta como justificación para dejar de cumplir con la misma, de conformidad

con lo señalado anteriormente (supra considerandos. 60 a 65).

69. Respecto de la segunda manifestación del control de convencionalidad,

en situaciones y casos en que el Estado concernido no ha sido parte en el pro-

ceso internacional en que fue establecida determinada jurisprudencia, por el

solo hecho de ser Parte en la Convención Americana, todas sus autoridades

públicas y todos sus órganos, incluidas las instancias democráticas48, jueces y

demás órganos vinculados a la administración de justicia en todos los niveles,

están obligados por el tratado, por lo cual deben ejercer, en el marco de sus

respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes, un

control de convencionalidad tanto en la emisión y aplicación de normas, en cuan-

to a su validez y compatibilidad con la Convención, como en la determinación,

juzgamiento y resolución de situaciones particulares y casos concretos, teniendo

en cuenta el propio tratado y, según corresponda, los precedentes o lineamientos

jurisprudenciales de la Corte Interamericana (Corte idh, párrafos 67, 68 y 69, 2013).§

Las resoluciones dictadas por la Corte idh poseen el estatus de cosa juzgada,

lo cual implica la imposibilidad de sustraerse del cumplimiento por cualquier

medio de lo contenido en la sentencia, así como la inmutabilidad de sus efectos

y alcances. Esta cosa juzgada vincula a la totalidad de los órganos y categorías

integrantes del Estado, por lo que no se podría hablar de una obligación parcial

o referida a un determinado órgano o categoría gubernamental.

El voto razonado elaborado por el juez de la Corte Interamericana, Eduardo

Ferrer Mac-Gregor Poisot, respecto de la resolución del caso Gelman vs. Uruguay,

del 20 de marzo de 2013, explica con suma claridad las implicaciones de la figura

de la cosa juzgada en el ámbito interamericano:

26. La “cosa juzgada” constituye una institución procesal que consiste en “la auto-

ridad y eficacia que adquiere la sentencia judicial cuando no proceden contra ella

§ Énfasis añadido

56 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

recursos ni otros medios de impugnación, y cuyos atributos son la coercibilidad,

la inmutabilidad y la irrevisibilidad en otro proceso posterior”.

27. En el ámbito del derecho internacional público, desde la más temprana

jurisprudencia de la Corte Permanente de Justicia Internacional, así como de la

Corte Internacional de Justicia, se ha establecido que las decisiones de organis-

mos de carácter jurisdiccional adquieren la fuerza de cosa juzgada y conllevan

la obligación de ser cumplidas.40 Asimismo, en su momento, se determinó que

sería imposible atribuir facultad a una corte nacional de invalidar una decisión de

una corte internacional y de negar la existencia de una violación al derecho inter-

nacional ya declarada a nivel internacional en un caso concreto.

28. En el ámbito interamericano la sentencia de la Corte IDH produce “auto-

ridad de cosa juzgada internacional”. Esto implica que una vez que la sentencia

interamericana es notificada a las partes, produce una eficacia vinculante y directa

hacia las mismas. En el supuesto de una sentencia estimatoria de condena a un

Estado, todos los poderes, órganos y autoridades del Estado condenado están

obligados a cumplir con la sentencia, sin que se requiera algún procedimiento o

interpretación interno o nacional para ello (Corte idh 2013).

El voto anteriormente referido resulta de gran valía para entender cómo se

proyecta la eficacia de las sentencias interamericanas. Para Ferrer, una vez que

las resoluciones dictadas por la Corte idh adquieren el estatus de cosa juzgada,

despliegan sus efectos en dos dimensiones:

1. De forma subjetiva y directa para las partes involucradas en la controversia

sometida ante la jurisdicción de la Corte Interamericana.

2. De forma objetiva e indirecta hacia todos los Estados Parte de la Convención

Americana.18

En cuanto a la dimensión subjetiva y directa, el alcance de los efectos es entre

las partes, las cuales tienen la obligación de hacer cumplir de forma integral lo

18 Voto razonado del juez Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot a la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 20 de marzo de 2013.

57Bloque de derechos humanos como parámetro...

plasmado en la resolución. Además de lo anterior, la ejecución del cumplimiento

de la sentencia debe darse de manera rápida e inmediata, ya que el retraso puede

producir perjuicios y mermas en la vigencia de los derechos humanos imbuidos

en el proceso.19

Cabe mencionar que los aspectos vinculatorios de la sentencia no se ubican

solamente en la parte de los resolutivos, sino a lo largo del documento; esto es,

en los razonamientos, argumentos y considerandos. En tal sentido, la sentencia

se presenta como un todo normativo, coherente y con una unidad vinculante, la

cual no puede disociarse.

Tal y como se señaló en párrafos anteriores, todos los órganos de poder, así

como cualquier autoridad de los estados, sin importar la materia, grado y com-

petencia, están sujetos a cumplimentar conforme a sus atribuciones ––y el grado

de responsabilidad que se les haya imputado–– todo lo vertido en la sentencia

dictada por la Corte idh.

En cuanto a la dimensión objetiva e indirecta, se trata de una eficacia de

alcance general o erga omnes para todos los estados integrantes del sistema

interamericano. Esto implica que todas las autoridades de dichos estados están

obligadas a salvaguardar la vigencia e intangibilidad de la cadh, y cumplimentar

los criterios interpretativos establecidos por la Corte Interamericana, conforme

lo previsto por los artículos 1 y 2 de la Convención Americana. Estos criterios

deben ser entendidos como estándares mínimos de efectividad de las disposicio-

nes convencionales, mediante los cuales dichas autoridades quedan obligadas a

aplicar los criterios jurisprudenciales vertidos en el resolutivo.20

19 En el primer supuesto se produce una eficacia inter partes, que consiste en la obligación del Estado de cumplir con todo lo establecido en la sentencia interamericana de manera pronta, íntegra y efectiva. Existe una vinculación total y absoluta de los contenidos y efectos del fallo, que se deriva como obli-gación de los artículos 67 y 68.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

20 “33. En el segundo se produce una eficacia erga omnes hacia todos los estados parte de la convención, en la medida en que todas las autoridades nacionales quedan vinculadas a la efectividad convencional y, consecuentemente, al criterio interpretativo establecido por la Corte idh, en tanto estándar mínimo de efectividad de la norma convencional, derivada de la obligación de los estados de respeto, garantía y adecuación (normativa e interpretativa) que establecen los artículos 1º y 2º de la Convención Ameri-cana; y de ahí la lógica de que la sentencia sea notificada no solo ‘a las partes en el caso’, sino también ‘transmitido a los Estados partes en la Convención’ en términos del artículo 69 del Pacto de San José” (Corte idh 2013).

58 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

En el artículo 1 del Pacto de San José se establece la obligación de los estados

parte de la cadh de respetar los derechos y libertades de la persona humana.

1. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y

libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona

que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza,

color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen

nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.

2. Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano (cadh 1969).

Derivado de la obligación de los estados parte de respetar los derechos re-

conocidos en la Convención Americana, el artículo 2 establece el deber de estos

para adoptar las disposiciones de derecho interno que sean necesarias, y de esta

forma hacerlos efectivos y vigentes.

Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere

ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes

se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a

las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter

que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades (cadh 1969).

Es precisamente en el artículo 2 del que emerge el deber de los estados de

armonizar y adecuar sus ordenamientos jurídicos, conforme a los contenidos

de la cadh. A esto se le ha denominado como el mínimo de efectividad:

Lo anterior es relevante para advertir que si una interpretación constitucional o

legal en el ámbito interno no se ajusta al estándar interpretativo establecido por

la Corte IDH para otorgar un mínimo de efectividad a la Convención Americana,

existe un incumplimiento de la obligación de “adecuación” previsto en el artículo

2º del Pacto de San José, es decir, al existir una inadecuada actuación interna con

la Convención; en cuanto limita la efectividad de la norma convencional al realizar

una interpretación de menores alcances a la realizada por el Tribunal Interamerica-

no, lo cual, además, prohíbe su artículo 29, al permitir que una práctica nacional

59Bloque de derechos humanos como parámetro...

limite los alcances de la norma convencional en perjuicio de la efectividad de un

derecho o libertad. Como lo ha expresado la Corte IDH “la existencia de una norma

no garantiza por sí misma que su aplicación sea adecuada. Es necesario que la

aplicación de las normas o su interpretación, en tanto prácticas jurisdiccionales y

manifestación del orden público estatal, se encuentren ajustadas al mismo fin que

persigue el artículo 2 de la Convención”.

La Corte IDH ha señalado que el deber general del Estado, establecido en el

artículo 2º de la Convención, incluye la adopción de medidas para suprimir las nor-

mas y prácticas de cualquier naturaleza que impliquen una violación a los derechos

previstas en dicho instrumento internacional, así como la expedición de normas y el

desarrollo de prácticas conducentes a la observancia efectiva de los mismos. Aquí

la observancia de la “efectividad” cobra relevancia en términos del principio del

effet utile “lo que significa que el Estado debe adoptar todas las medidas necesarias

para que lo establecido en la Convención sea realmente cumplido”; por lo que la

Corte IDH ha considerado necesario reafirmar que dicha obligación, por su propia

naturaleza, constituye una obligación de resultado.

En este sentido “la obligación estatal de adecuar la legislación interna a las

disposiciones convencionales no se limita al texto constitucional o legislativo, sino

que deberá irradiar a todas las disposiciones jurídicas de carácter reglamentario

y traducirse en la efectiva aplicación práctica de los estándares de protección de

los derechos humanos”. Así, la observancia a lo dispuesto en el artículo 2º del Pacto

de San José trasciende el ámbito meramente legislativo, pudiendo y debiendo las

autoridades administrativas y especialmente los jueces nacionales en todos los ni-

veles, realizar interpretaciones que no limiten el estándar interpretativo establecido

por la Corte IDH precisamente para lograr la efectividad mínima de la Convención

Americana, cuyo compromiso los Estados se comprometieron a aplicar.

Estas pautas permitirán, con claridad, ubicar el papel de los estados ante

la jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana, ya sea como partes del

conflicto o como entes vinculados por sus efectos. De ahí la importancia del es-

tablecimiento de un mínimo de efectividad, del cual puede definirse la capacidad

de adecuación de los estados a las pautas de convencionalidad, previstas en las

disposiciones o interpretaciones convencionales.

60 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

La idea del cumplimiento efectivo de las sentencias interamericanas no solo

radica en la bona fide (Van 1983, 65) de los estados parte para hacerlas valer, sino

en la labor constante y permanente de adecuar la totalidad del sistema jurídico a

los estándares de convencionalidad. Los déficit que existan o que surjan deben

ser solventados por las autoridades desde el ámbito de sus competencias y atri-

buciones, solo así se podrá sostener el mínimo de efectividad, indispensable para

garantizar la eficacia de la norma convencional, pero, sobre todo, de los derechos

humanos reconocidos en esta.

IV. Debate entre el bloque de constitucionalidad y la prevalencia de restricciones constitucionales

Naturaleza y fines del bloque de constitucionalidad o de derechos humanos

El concepto de bloque de constitucionalidad hace referencia al conjunto de

dispositivos normativos y jurisprudenciales ––en algunos casos principios y

valores–– que han sido elevados a un plano de supremacía, fungiendo como

parámetro de validez para todo acto y norma existente en un sistema jurídico

determinado (Sagüés 1998, 13).

Fue en Francia durante la década de 1970 cuando el Consejo Constitucional

francés utilizó por primera vez este vocablo, al hacer alusión a los principios y

valores que habían permanecido atemporalmente válidos en los diversos textos

constitucionales que han estado vigentes (Ospina 2006, 188-90).

En 1982, el Tribunal Constitucional español definió que el bloque de consti-

tucionalidad estaba conformado por la Constitución de 1978, los Estatutos de

Autonomía y demás normas que definen las competencias entre el Estado y las

autonomías. En su interpretación, el Tribunal señaló que el bloque se despliega

en dos facetas. La primera, cuando las normas que lo conforman se aplican a un

caso concreto, y la segunda, cuando el bloque de constitucionalidad se ubica

en un plano supremo en relación con el resto de las normas, delimitando así las

competencias entre el Estado y las comunidades autónomas (Rubio 1989, 10-38).

61Bloque de derechos humanos como parámetro...

La definición francesa y española dista de la noción de bloque de constitucio-

nalidad que ha permeado en el sistema interamericano, ya que esta hace alusión a

las normas que poseen un grado jerárquico supremo, por el hecho de reconocer

derechos humanos en sus contenidos.

Con la noción interamericana, se puede decir que la existencia de un bloque de

constitucionalidad favorece directamente a la persona, ya que amplía las alternati-

vas para el ejercicio de los derechos humanos. Dicha ampliación se genera con la

construcción de una nómina solvente de derechos humanos reconocidos no solo

en la Constitución federal, sino en los diversos instrumentos internacionales que

han sido ratificados por el Estado, jurisprudencia interamericana e internacional,

así como otras disposiciones jurídicas vigentes en la estructura normativa.

Por ende, el bloque de constitucionalidad no busca per se que determinadas

normas estén en un mismo plano jerárquico, sino que sean los derechos humanos

reconocidos en dichas normas los factores supremos que determinen la validez

de los actos en el sistema jurídico.

Mediante el bloque de constitucionalidad, las personas pueden disponer de un

ámbito maximizado de reconocimiento y tutela para el ejercicio de sus derechos,

situación que no sucede con un diseño constitucional unitario y decimonónico.

El contenido del bloque de constitucionalidad puede variar y ser tan extensi-

vo como el poder constituyente o reformador de un país lo establezca, o en su

defecto, como la interpretación vertida por el Tribunal Constitucional lo defina.21

Algunos bloques no solo prevén las normas constitucionales e internacionales,

sino también incluyen la jurisprudencia vertida por la Corte idh, la cual se ha encar-

gado en un sinnúmero de ocasiones de ampliar o reconocer derechos no plasmados

explícitamente en la cadh, o en cualquier otro instrumento internacional.

En México, el bloque de constitucionalidad se estableció con la reforma al

artículo 1 y 103, fracción I, de la cpeum, del 10 de junio de 2011. Dichos artículos

expresan la existencia del bloque en su redacción:

21 La integración del bloque puede estar expresamente señalada en el marco constitucional, siendo el poder revisor en el marco de sus facultades quien decida cuántas y cuáles normas forman parte de dicho bloque; o bien, la existencia del bloque puede surgir —como ocurrió en Francia y España— por vía interpretativa, es decir, por medio de una reforma sustancial o material de la Constitución.

62 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los

derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacio-

nales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su

protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos

y bajo las condiciones que esta Constitución establece […].

Artículo 103. Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia

que se suscite:

I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los

derechos humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por

esta Constitución, así como por los tratados internacionales de los que el Estado

Mexicano sea parte (cpeum, artículos 1 y 103, 2014).

Como se puede advertir, el poder revisor de la Constitución colocó a los dere-

chos humanos reconocidos en esta y en los tratados internacionales, ratificados

por el Estado mexicano, como factores supremos del sistema jurídico, erigiéndose

así en parámetros de validez para cualquier acto y norma jurídica vigente. Por tal

motivo, la expresión bloque de derechos humanos es mucho más exacta que la de

bloque de constitucionalidad, pues esta refleja el verdadero componente del bloque.

Los derechos dispersos a lo largo de una red normativa se constituyen como ele-

mentos de supremacía, condicionando con su estatus normativo la legitimidad y

validez de cualquier actuación estatal.

En la actualidad, desde una perspectiva sustancial o axiológica, la supremacía

constitucional se advierte como una cualidad adyacente de toda constitución, al

tener como rasgo distintivo el hecho de ser depositaria de los derechos humanos,

de los principios fundamentales y de los valores constitucionales (Rey 2008, 70-1).

En tal sentido, se puede afirmar que la existencia de un bloque de derechos

no es una condición sine qua non para el reconocimiento y defensa de los dere-

chos humanos, pero con su establecimiento sí se garantiza de una mejor forma

su vigencia.

63Bloque de derechos humanos como parámetro...

Bloque de constitucionalidad o derechos humanos y su reconocimiento

Desde la reforma del 10 de junio de 2011 se generó un debate en torno a la existencia o no del bloque de constitucionalidad. Muchos sectores adujeron que para afirmar la presencia de dicho bloque en el texto constitucional no basta-ba lo plasmado en los artículos 1 y 103, fracción I, de la Constitución Política, ya que ––según su posición–– al no haberse reformado el precepto que regula la supremacía y jerarquía constitucional (cpeum, artículo 133, 2014),22 era improce-dente argüir a favor de su presunta existencia.

Tal posición resulta equívoca, ya que el bloque de derechos se encuentra de forma explícita en los artículos 1 y 103, fracción I, en cuya redacción se proyecta a los derechos humanos como factores supremos en el orden constitucional mexicano, tal y como se señaló en párrafos anteriores.

Es un hecho que, por una cuestión de armonización del orden constitucional, lo idóneo hubiese sido una modificación constitucional al artículo 133, pero la existencia y vigencia del bloque de derechos no está sujeta a una reforma, pues los artículos 1 y 103, fracción I, resaltan la primacía de los derechos humanos y del principio propersona en el ámbito constitucional.

Consideraciones de la resolución de la contradicción de tesis 293/2011

Era necesario que la Corte confirmara la supremacía de los derechos humanos

reconocidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales, y así de-

terminar sus alcances en el sistema jurídico mexicano.

El Pleno de la scjn consideró, en la resolución de la contradicción de tesis

293/2011, que los tratados internacionales que contienen derechos humanos y la

22 Cabe señalar que no solo en el artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se encuentra el principio de supremacía, ya que este se desdobla a lo largo del texto constitucional, dotándole de fuerza y vigencia primaria. Aun cuando no existiera explícitamente, el principio de su-premacía es inherente a la condición de ser Constitución y no ser otra norma cualquiera.

64 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

Constitución poseen una misma jerarquía. Con esta resolución, la Suprema Corte

reconoció la primacía de los derechos humanos, colocándolos como parámetros

de validez para cualquier actuación estatal.

Si bien es cierto que este nuevo criterio armoniza el contenido de los artículos

1 y 133 constitucionales, al definir con precisión que derivado de la reforma

constitucional del 10 de junio de 2011 los derechos humanos son los verdade-

ros factores de supremacía constitucional, apoyándose en un bloque normativo

que integran la Constitución, los tratados internacionales y las jurisprudencias

interamericanas,23 es un hecho que tal criterio pudo haber sido mucho más fa-

vorable y deferente con el principio propersona.

Como se advirtió, los derechos humanos de la persona son la razón de ser del

bloque de constitucionalidad, los cuales requieren estar positivados para garantizar

su eficacia, pues de lo contrario se hace complejo exigir su judicialización.

Como consecuencia de que los derechos humanos se encuentran contemplados

en disposiciones normativas, se genera la facultad para que cualquier individuo o

colectividad, ante el caso de una violación de derechos, pueda exigir a la autoridad

jurisdiccional la aplicación de la norma o criterio interpretativo más favorable,

expandiendo el ejercicio efectivo de estos y protegiendo al máximo su esfera

jurídica (Bazán 2011, 82).

Por ello, al ser la persona el eje rector del sistema jurídico, resulta un tanto

contradictorio que la scjn se haya decantado por hacer prevalecer las restricciones

que estén contempladas en el texto constitucional, lo cual, en algunos casos, puede

constituir una merma o debilitamiento de la primacía de los derechos humanos.

En cambio, en un modelo en el que no se aplican restricciones, sino que

el principio propersona prevalezca permanentemente, el juez está en mejores

condiciones para buscar la solución normativa o jurisprudencial que le permita

tutelar de manera efectiva los derechos humanos. Con un margen amplio de

23 En el expediente Varios 912/2010, la scjn se había decantado por conferir vinculatoriedad única y exclu-sivamente a las sentencias en las que el Estado mexicano fuera parte, señalando que en el resto de los casos las resoluciones serían criterios orientadores, lo cual contrariaba el criterio jurisprudencial vertido por la Corte Interamericana en el caso Rosendo Radilla vs. México. Es por ello que con la resolución de la contradicción de tesis 293/2011, la scjn se armoniza con los parámetros de convencionalidad, dándole el mismo valor a las sentencias interamericanas, siendo parte o no de la litis.

65Bloque de derechos humanos como parámetro...

aplicación normativa, los jueces pueden desdoblar sin límites el reconocimiento

y la protección de los derechos humanos desde un plano garantista y progresivo.

Para tener una perspectiva más clara de cómo se llegó a esta resolución de

la contradicción de tesis 293/2011, se debe recordar que el primer proyecto pre-

sentado por el ministro ponente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea no pudo alcanzar

consenso en el Pleno. El rubro de dicho proyecto expresaba lo siguiente: Los de-

rechos humanos contenidos en la Constitución y en los tratados internacionales

constituyen el parámetro de control de regularidad constitucional.

Esta propuesta de jurisprudencia buscaba darle reconocimiento al conjunto

de derechos contenidos en la Constitución e instrumentos internacionales, de los

cuales el Estado mexicano sea parte. Llevando a cabo una interpretación literal,

sistemática y originalista del contenido de la reforma constitucional del 10 de

junio de 2011, las normas de derechos humanos no se relacionan jerárquicamente

entre sí, sino que su armonización dimana del principio propersona.

Por ello, en el texto del rubro propuesto en el primer proyecto por parte del

ministro Zaldívar se resaltaba que los derechos humanos constituyen el parámetro

de control de regularidad constitucional conforme del cual debe analizarse la

validez de las normas y actos de autoridad que forman parte del ordenamiento

jurídico mexicano, más allá de la fuente normativa que los contenga. Al conside-

rar el grado de progresividad del proyecto, resultaba complicado que existiera

consenso en torno a este, ya que las posturas existentes en la materia por parte

de los ministros parecían irreconciliables.

Dichas posturas devienen de la añeja confrontación entre la visión jerárquica

de la supremacía constitucional, caracterizada por resaltar el valor normativo de la

Constitución como único parámetro de validación en el ordenamiento jurídico, y

la visión de la supremacía de los derechos humanos, en la cual la norma suprema

posee este carácter no solo por su aspecto jerárquico, sino por ser depositaria

de los derechos humanos y los principios fundamentales.

Al decantarse por reconocer la supremacía de los derechos humanos y una

vinculación irrestricta de la jurisprudencia interamericana, se presumía que el

proyecto primigenio no lograría alcanzar la mayoría para su aprobación, por lo

que el ministro Zaldívar decidió modificarlo, buscando con esto una posición

intermedia que pudiera conciliar las dos posturas prevalecientes.

66 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

El segundo proyecto también reconoce la existencia y alcance del bloque de derechos como parámetro de control y validez de los actos y normas jurídicas que forman parte del sistema jurídico mexicano, pero a diferencia del primer proyecto, los alcances del bloque fueron acotados, al establecerse que cuando existan restricciones en el ejercicio de los derechos humanos de las personas se tomarán en cuenta los previstos por la Constitución y no los contenidos en los instrumentos internacionales. Con esto, se integró a dicho proyecto la visión de la supremacía normativa de la Constitución y generó con ello una mayoría de 10 votos a favor y 1 en contra, resolviendo así la contradicción de tesis 293/2011.

Entre las normas de derechos humanos consagradas en la Constitución, y las del

orden internacional, no existe una relación jerárquica. Los DD.HH. de fuente inter-

nacional tienen la misma eficacia normativa que los previstos en la Constitución

federal, es decir, que tienen un mismo rango normativo.

La reforma de derechos humanos de 2011 amplía el catálogo constitucional

de estos, con lo cual los juzgadores deben tomar en consideración criterios de

armonización de estos derechos, que deban aplicarse en casos concretos.

La armonización de normas constitucionales e internacionales debe realizarse

a través del principio pro persona o pro homine, a fin de garantizar la protección más

amplia para las personas.

Cuando exista una restricción expresa en las normas constitucionales, al ejerci-

cio de algún derecho humano, debe estarse a lo que indica la norma constitucional

de que se trate, según lo establecido en el primer párrafo del art. 1º y en el art.

133 de la Constitución (Contradicción de tesis 293/2011).

En relación con la jurisprudencia interamericana y su vinculatoriedad en el sistema jurídico mexicano, el proyecto elaborado por el ministro Zaldívar fue aprobado por una mayoría de 6 votos, estableciendo en su rubro lo siguiente: “La jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es vin-culante para los jueces mexicanos siempre que sea más favorable a la persona” (Tesis P./ J. 21/2014).§

§ Énfasis añadido

67Bloque de derechos humanos como parámetro...

Con este criterio jurisprudencial, se asume la vinculatoriedad ––con in-

dependencia de que el Estado mexicano haya sido parte o no del caso–– de

la jurisprudencia emitida por la Corte idh, buscando en todo momento hacer

prevalecer el principio propersona.

Es interesante advertir que con el reconocimiento de la vinculatoriedad de

la jurisprudencia interamericana por parte de la scjn se está configurando la

concepción de un ius comune interamericano en materia de derechos humanos,

sostenido por un corpus iuris interamericano, cuando en el texto del rubro se

justifica que dicha jurisprudencia obliga a todos los jueces nacionales, puesto

que todos los criterios jurisprudenciales vertidos en las sentencias dictadas por

la Corte idh constituyen una extensión de la cadh.24

En este criterio, se asientan los aspectos que todo juez debe advertir al

momento de aplicar la jurisprudencia de la Corte Interamericana, los cuales son

pertinentes citarlos para tener una idea mucho más amplia del sentido altamente

convencional de dicho criterio:

En cumplimiento de este mandato constitucional, los operadores jurídicos deben

atender a lo siguiente: (i) cuando el criterio se haya emitido en un caso en el que

el Estado mexicano no haya sido parte, la aplicabilidad del precedente al caso

específico debe determinarse con base en la verificación de la existencia de las

mismas razones que motivaron el pronunciamiento; (ii) en todos los casos en que

sea posible, debe armonizarse la jurisprudencia interamericana con la nacional;

y (iii) de ser imposible la armonización, debe aplicarse el criterio que resulte más

favorecedor para la protección de los derechos humanos de las personas (Contra-

dicción de tesis 293/2011).

Haber señalado los derechos humanos como factores primarios de valida-

ción, resaltando la obligación insoslayable de todo juez de buscar la aplicación

del criterio interpretativo más favorable para la persona, sin duda es un paso

24 Esta afirmación se da en razón de que mediante los criterios jurisprudenciales de la Corte Interamericana se explican los alcances y contenidos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y demás instrumentos interamericanos.

68 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

determinante en el proceso de convencionalización del sistema constitucional mexicano.

Con independencia del gran avance que por vía interpretativa trajo consigo el reconocimiento del bloque de derechos y su primacía en el orden jurídico mexicano por parte de la scjn del país, la prevalencia de las restricciones previstas en la Constitución respecto del ejercicio de los derechos humanos demuestra una deferencia a la idea de concebir la supremacía constitucional desde una perspectiva jerárquica.

Restricciones constitucionales al ejercicio de los derechos humanos

Ningún derecho humano en su ejercicio es absoluto. Existen límites que permi-ten contener cualquier actuar desproporcionado que conlleve a una colisión o afectación con otros derechos (Aldunate 2005, 69-78). Dichos límites deben es-tablecerse en disposiciones normativas (constitucionales o legales), o construirse por vía jurisprudencial. En ambos casos, en el diseño de cualquier restricción constitucional se deberá considerar la naturaleza del derecho y su armonización con el principio propersona.

Para lograr esta armonización, los límites deben estar contenidos expresa-mente, pues de lo contrario se violan los principios de certidumbre y seguridad jurídica. Además de estar contenidas formalmente en un dispositivo normativo, las restricciones deben estar sustentadas en razones legítimas, esto es, que con su instauración no se produzcan efectos negativos en el ejercicio de otros derechos o en la esfera jurídica de las personas.

Para que las restricciones expresamente contenidas en el texto constitucional a los derechos humanos puedan considerarse como medidas compatibles, deben ser razonables y proporcionales en relación con la posible afectación o menoscabo que puedan ocasionar en la esfera jurídica de una persona, o en el orden jurídico, como se hizo referencia cuando se analizaba la figura de la suspensión de los derechos humanos en casos de emergencia en párrafos anteriores.

El sistema europeo de derechos humanos ha establecido varios criterios juris-

prudenciales en este tema. Ha señalado que cuando los estados decidan aplicar

69Bloque de derechos humanos como parámetro...

algún tipo de restricción de origen constitucional, esta deberá ser plenamente

compatible con los parámetros constitucionales e internacionales en lo que se

refiere a conservar la intangibilidad del respeto a la persona. En dichos criterios

jurisprudenciales se acentúa la necesidad de que las restricciones contengan

una justificación racional, para que pueda permear de forma adecuada en los

distintos ámbitos sociales (Casal 2010, 188-208).

Cuando en un sistema jurídico se prevén restricciones al ejercicio de derechos,

su contenido y alcances deben dirigirse a un fin medible y concreto, toda vez que

lo único que se pretende generar con su aplicación es un beneficio tangible a la

sociedad (Casal 2010, 213-70).

La contradicción o falta de armonización con los principios constitucionales

y derechos humanos reconocidos en la propia Constitución e instrumentos in-

ternacionales puede ser un factor que conlleve la inconstitucionalidad e incon-

vencionalidad de las restricciones.

En caso de que las restricciones constitucionales no sean razonables, pro-

porcionales (Bernal 2007, 692-806) y armónicas con el resto de los preceptos

constitucionales, se puede afectar sensiblemente la vigencia del principio

propersona, ya que en el supuesto determinado de que un tratado internacional

amplíe de mejor forma el ejercicio de un derecho humano, la autoridad tiene

que anteponer ––en caso de existir–– los límites previstos en el texto constitu-

cional, aunque conlleven reducciones en su vigencia.

El bloque de constitucionalidad busca privilegiar la primacía de los derechos

humanos, en concreto, conservar la vigencia del principio propersona; en ese

sentido, resulta inviable que se llegue a generar un conflicto entre la Constitución

y los tratados internacionales, ya que la presunta jerarquía que pueda existir entre

estas no es algo trascendente en lo que hace al reconocimiento y tutela de los

derechos, puesto que con independencia de dónde se encuentren reconocidos,

la autoridad está obligada a aplicar el dispositivo normativo que mejor favorezca

a la persona.

Esto implica que, en materia de derechos humanos, la jerarquía normativa

es irrelevante, pues siempre se antepone la eficacia y vigencia del principio pro-

persona, y no que el dispositivo normativo per se contiene una mayor primacía.

70 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

V. Conclusiones

La inclusión del principio propersona como eje rector del sistema jurídico mexi-

cano garantiza que los derechos humanos estén en un régimen permanente de

reconocimiento y tutela, ya que existe un deber imperativo para la actuación

de toda autoridad y que sea válido, además de que se supedite a los parámetros de

constitucionalidad y convencionalidad.

Esta exigencia para la autoridad determina una nueva clave en el sistema jurí-

dico mexicano, cimentada en la persona, como el bien jurídico supremo a tutelar,

lo que propicia un retorno a un esquema más axiológico y menos formalista.

Para que este nuevo diseño constitucional sea funcional y se optimice real-

mente la eficacia en el ejercicio de los derechos humanos de las personas, se

hace indispensable la configuración de un bloque de constitucionalidad o de

derechos humanos, integrado por la Constitución, instrumentos internacionales

y jurisprudencia interamericana, cuya función principal es la armonización de

todas las disposiciones normativas inferiores que se encuentren vigentes en el

sistema jurídico.

La eficacia de la vinculatoriedad de la jurisprudencia emitida por la Corte idh

resulta vital para la debida operación del bloque de constitucionalidad o dere-

chos y, en particular, para la maximización del principio propersona. De ahí la

importancia de la aplicación de estándares que generen mínimos de eficacia, pues

solo así los sistemas domésticos tenderán a una adecuación y compatibilización

permanente con las disposiciones convencionales.

Las restricciones contenidas en el texto constitucional, conforme lo vertido

en la resolución de la contradicción de tesis 293/2011, poseen una prevalencia

respecto a lo dispuesto en un instrumento internacional ratificado por el Estado

mexicano. Esto sin duda puede conllevar mermas al principio propersona, si tales

restricciones carecen de razonabilidad, proporcionalidad y congruencia consti-

tucional. Por ello, resulta determinante la labor de la autoridad jurisdiccional

cuando en un caso concreto se apliquen tales restricciones, pues aun cuando estas

deben prevalecer conforme a lo establecido por la Suprema Corte, el principio

propersona debe imperar en cualquier actuación judicial.

71Bloque de derechos humanos como parámetro...

Es un hecho que los alcances de estos paradigmas están por venir, y se irán

construyendo principalmente en el ámbito de la interpretación constitucional;

de ahí la importancia de que los jueces estén formados y sensibilizados acerca de

la trascendencia y primacía de la persona en el orden jurídico.

De igual forma, el resto de las autoridades deben estar a la altura de estas

nuevas exigencias, pues comparten el deber constitucional y convencional con

los jueces de preservar y maximizar, por medio de sus actuaciones, los derechos

humanos y el principio propersona.

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78 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez

Temas selectos de Derecho Electoral

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de la colección Temas selectos de Derecho Electoral,

se terminó de imprimir en mayo de 2017

en Impresora y Encuadernadora Progreso, S.A. de C.V. (iepsa),

calzada San Lorenzo núm. 244, colonia Paraje San Juan,

CP 09830, Ciudad de México.

Su tiraje fue de 2,500 ejemplares.