Tengo algo que contar

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Editaron las obras de los ganadores del concurso "Tengo algo que contar".

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Tengo algo que contar

Tengo algo que contar

EDICIONES DEL ENTE CULTURAL TUCUMAN

Calvo, Ricardo (director del proyecto)Tengo algo que contar: relatos de niños. - 1ª. ed. - TucumánEdiciones del Ente Cultural Tucumán, 2012.140 p. ; 21x14 cm. ISBN: 978-987-25029-3-5 1. Antología Literaria. 2. Relatos Infantojuveniles. I. Título

CDD A863.928 2

Fecha de catalogación: 10/04/2012

© 2012 - Concurso de relatos Tengo Algo que Contar

© 2012 - EDICIONES DEL ENTE CULTURAL TUCUMÁN

Portada: Carlos Díaz | Dpto. de Diseño Gráfico del ECTCorrección de pruebas: Nancy Ocaranza, Alfredo Aráoz y JimenaMedina Chueca Maqueteado: Jimena Medina ChuecaDirector: Ricardo CalvoDIRECCIÓN DE LETRAS ENTE CULTURAL DE TUCUMÁNSan Martín 251 - 1º Piso - S. M de TucumánTel: 0381 - 4001062Email: direcciondeletrastucuman@yahoo.com.arwww.enteculturaltucuman.gov.arISBN: 978-987-25029-3-5Impreso en ArgentinaPrinted in Argentina

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

Los relatos de la presente publicación corresponden al proyectoTengo algo que contar. El concurso se realizó en el marco del 7ºMayo de las Letras. Expediente Nº 0592/232/D/2011 con ResoluciónNº 0526/01 (ECT).

Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio sinprevio aviso al Ente Cultural de Tucumán.

ÍNDICE

Índice / Tengo Algo que Contar

Introducción

Palabras del Jurado

El oso y la mariposa

El ángel y yo

El poder del amor

La hoja coqueta

No es un triste final (carta de un amigo)

Un sueño para no recordar

Sabiduría indígena

Ababacaba

¿Qué ves cuando te ves?

El que murmura en las tinieblas

Tengo que contar

Tengo algo que contar

Un mensaje oculto

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Índice / Tengo Algo que Contar

La última mirada

La casa de los gatos

Curriculum Vitae

El cuento que cuenta mal su historia

Viaje a las estrellas

La bailarina

Una nube de estrellas

El niño de los duraznos

Sueño marino

Mi amigo

Los fantasmas de mi pueblo

La historia de mi vida escolar en planta alta

Juan el cuenta cuentos

Cómo nacieron las manchas del dálmata

El misterioso asesinato

Sólo preguntas simplemente preguntas

Red (rojo)

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Introducción / Tengo Algo que Contar

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Introducción

Cuántas veces la lectura ha sido planificada por dis-positivos que controlan el sentido. Tengo algo que contares un espacio expresivo que funciona como modelo alter-nativo, más democrático y sociabilizador, algo así comoreparar en los niños el derecho a leer cuanto se les ocu-rra sin menoscabar éste o aquel autor, ésta o aquella o-bra, sin quebrantar el arbitrario mandato de lo que debeno debieran leer. Y que hay de la libertad a escribir con lamirada de su tiempo, con su corta edad, no tan corta co-mo para no enunciar que tienen intereses y deseos.

Ellos quieren contar algo sin tanta elocuencia, quie-ren escribir porque tienen ese derecho, no importa lobanal que pueda ser su historia; todo obedece a que estánen este mundo; tal vez no importe si algún día fuesen por-tadores de historias descollantes, lo que realmente impor-ta es que se habrán entregado al enorme placer de habersido autores de relatos por fuera del control del sentido.

Tengo algo que contar es tomar la palabra, es avivarla voz, es el resultado de un ejercicio intencional que noshan regalado los autores de estos relatos, los que por unarazón, intima, personal, que desconozco, nos han escrito.

Tengo algo que contar reivindica el derecho de niñosy jóvenes a escribir en libertad.

Prof. Ricardo José Calvo Director de Letras | Ente Cultural de Tucumán

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Palabras del Jurado

Un muy antiguo relato esquimal cuenta que en lanoche de los tiempos vivía un pájaro que deseó con talintensidad la luz, que la tierra se iluminó.

Este cuento, exaltación de esperanza y vida, reflejacómo la fe, los objetivos claros, más el ánimo de luchapermiten transformar la adversidad.

El pobre pájaro vivía el sinsentido de la oscuridad,aislado de las cosas, de sus formas y colores. Aislado delos otros, sin identidad, sin juego. Sin gozar de la visiónde amaneceres o cielos estrellados. Pero esa pesada os-curidad, por decisión de una firme voluntad se trans-formó en un torrente de luz. Y el pájaro recuperó elmundo y le fue posible el gozo y la alegría.

¿Por qué el recuerdo y el comentario de esta histo-ria en Prólogo de un libro que recoge escritos infantiles?

Porque el Concurso Tengo algo que contar, es tam-bién, triunfo de la luz sobre las tinieblas. Porque logródarle luz a las palabras de cientos y cientos de niños yjóvenes.

En Tengo algo que contar hay niños adentro, bus-cando y encontrando el lugarcito que anhelan. Hay niñosy jóvenes construyendo y descontruyendo, en función dela magia de esas palabras que convocan, que encandilan.Que hacen enmudecer pero que nunca dejan indiferentea sus destinatarios. Porque hay un mundo escrito porniños, al mundo. Y se trata de un mundo esencial. De lacreación de su intimidad. De su yo y el mundo que habránde plasmar en el otro. De aquello que se está gestandoen su alma como respuesta a lo circundante. ¿Acaso es

Palabras del Jurado / Tengo Algo que Contar

posible negar la importancia que poseen las experienciasinfantiles en la vida adulta?

Sabido es que el niño vive de ilusiones. El latinodiría de illudo, de in más ludo. El niño vive jugando; esun juego de deseo, de anhelo, de proyecciones en ordena la perfección, a la realidad que es y desea transformar.Vivir para él significa devenir en su ser, plasmarse en pa-labras. Juega con su proyecto de hombre, con-juga conél. No en vano, desde la lozanía de su ser incipiente seentrega candoroso y sin soberbia al juego del verbo cre-ador, que lo hace crecer, que le permite madurar y ser élmismo, la palabra. Y esto es así. El niño juega con histo-rias. Sondea territorios infinitos y legendarios. Prefigurala grandeza del espíritu en la virtud. Conjuga creación,magia y juego, transitado por la palabra.

De allí mí satisfacción al destacar el enorme y fruc-tífero esfuerzo de la Dirección de Letras del Ente Culturalde Tucumán para la concreción de esta realidad. Hemosvisto durante largos meses que no se trataba de algo im-provisado. Sin sustento epistemológico. Lo principal erael deseo, la convicción y la fe en poder realizarlo. ¡Y selo ha logrado de manera tan significativa que ahora semanifiesta en esta edición!

Deseo y juego, cuento y poesía, palabra y madurezson los binomios de la varita mágica que posee la graciade convertir el universo en un paisaje habitado por cosasdeseables que son y han de ser realidad, para que el niñode hoy, habite mañana en un mundo humano, resultadode esta obra.

Dra. Honoria Zelaya de Nader

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Palabras del Jurado / Tengo Algo que Contar

Este libro que publica el Ente Cultural de Tucumáncontiene los relatos de niños y adolescentes tucumanos.Son ellos los ganadores del concurso “Tengo algo quecontar” abierto a todos los alumnos de las escuelas pri-marias y secundarias de nuestra provincia. También par-ticiparon alumnos de las escuelas experimentales de laUniversidad Nacional de Tucumán. Mi condición de in-tegrante de la Dirección de Letras del Ente Cultural, mepermitió participar en todo el proceso de la convocatoria,desde el surgimiento de la idea de llamar a un concursode relatos, la confección del reglamento, la recepción delos trabajos, etc. Quiero recordar a ese joven que, con in-sistencia, pedía que aceptáramos su obra, la que debíaser presentada por la escuela, pero ésta estaba cerradapor problemas edilicios por lo cual no tenía contacto consus docentes. Se gestionó la recepción del trabajo y final-mente fue uno de los ganadores, hoy co - autor de estelibro. Quiero compartir la sorpresa que despertaron lasfilas de maestros y profesores en la puerta de la Direcciónde Letras para entregar los trabajos de sus alumnos, ve-nían de todos los puntos de nuestra provincia y se pre-sentaron más de ochocientas obras. Esta inusitadaparticipación modificó la dinámica interna de la Direc-ción y también los tiempos en el proceso de decisión delJurado. La tarea de lectura y valoración llevó meses, conreuniones y ricas discusiones, para entregar esta colec-ción.

Seguramente este libro llegará a todas las escuelasde nuestra provincia y estará en manos de todos los par-ticipantes del Concurso. Les quiero contar que al leercada relato me inquietaba saber quién era el autor, saber

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Palabras del Jurado / Tengo Algo que Contar

quién hablaba. Quién causó tanta conmoción, alegría,dolor, maravilla. Quién me hablaba de la injusticia, dela discriminación, del amor, de la postergación social.Quise saber quién me hacía sentir otra vez el candor dela adolescencia y los juegos, la ternura de la inocencia,la gracia de las travesuras, la admiración por un maes-tro. Saber quién me contaba de los esfuerzos de los pa-dres y los avatares familiares. A todos ustedes quierodecirles ¡Gracias! por todo lo que vivimos juntos en estosrelatos compartidos. Gracias por esa pasión de libertadexpresada en la palabra y generosamente compartida,deseo que viva por siempre en ustedes, como en quienesconfiamos en seguir escuchando esas voces. Este Con-curso vino a cuidar ese brote, para que despunte y crezcamaravillosamente. Ojalá podamos cumplir este deseo.

Lic. Mónica Ruffino

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Palabras del Jurado / Tengo Algo que Contar

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Palabras del Jurado / Tengo Algo que Contar

Tengo algo que contar: a propósito de las desventurasen el país del no me acuerdo

Blanco y negro, bueno y malo, cerca y lejos, arribay abajo, cielo e infierno. Rojo, azul y amarillo. Uno, dosy tres: vamos a ver cómo es el reino del revés.

En prodigiosa enumeración se van sucediendo lasoperaciones binarias que conforman nuestro archivo derelatos, pero, la experiencia narrativa de la vida es siem-pre más compleja. La voluntad de decir por escrito nosinvita a pensar en las curiosas triangulaciones del tres:la cifra de la diferencia con la incomodidad de lo impar.

Se vuelve entonces difícil prologar la innumerablecolección de los cuentos de los chicos de Tucumán. De-cires urgentes donde las cosas se salen de los formatosprefigurados y la salita azul se encuentra con el Polimo-dal, el primer año, el segundo ciclo y la EGB uno, dos ytres y otra vez todo en el mismo patio de las hojas de unlibro colectivo.

Los más altos y los más bajos se sienten convidadosal desafío de escribir su historia propia. Con el lápiz, conla computadora, con la tiza: todos salen a jugar a la ra-yuela. Prologarlos es quizás una nueva operación de laacción de acompañarlos al cruzar la calle. Darles lamano para salir a jugar desde los espacios privados alinfinito territorio de la producción escrita.

Reponer derechos y ejercitar nuevas escuchas; sersiempre un lector extraño y plural: ellos tienen muchoque contar, ellos tienen mucho silencio que necesita vol-verse audible. Olvidar pero siempre recordar lo que nospasa, lo que nos pasó y dejó huellas que se reconstruyen

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Palabras del Jurado / Tengo Algo que Contar

en fragmentos dispersos. En desafiante ejercicio liberta-rio los chicos de nuestra provincia no sólo han tomadola palabra sino que además se han apropiado de la es-critura para inscribir sus relatos en la memoria letrada:con nombre propio, con firma de autor.

El Concurso organizado por el Ente Cultural de Tu-cumán en coordinación con el Ministerio de Educaciónde la Provincia, interpeló a la literatura desde un lugarque deliberadamente se apartó de los formatos canóni-cos, que interpeló a la palabra hablada para representarla oralidad en el mundo de las letras acabadas. La co-lección de los chicos nos sacude como adultos y nos con-voca a ejercitar la voluntad de heredar bienes simbólicosy transformar los legados establecidos.

Los cuentos salen al mundo inventando, llevando elpensamiento hacia otras zonas, generando nuevas ope-raciones, produciendo una escritura a contrapelo, a con-trafirma incluso de su propia tradición. Contradictoria ysinuosa, llana, simple, desnuda, por momentos vergon-zosa, otras impávida. Los chicos cuentan a viva voz, agrito pelado, en secreto, con murmullos, siempre con unagestualidad nueva que denuncian los espacios más vul-nerables, que festejan su abundancia y lloran su pobreza.Los relatos nos invitan a trabajar sobre lo que no sabe-mos, sobre lo que no conocemos o apenas intuimos.

Fiesta y denuncia, escritura urgente, frontera, ima-ginación al poder que toma la escritura por asalto y laexpande hacia zonas peligrosas, hacia los rincones, haciael patio de atrás. Lo mayor y lo menor se cruzan en unterritorio complejo y se vuelven audibles. La canción decuna, el lamento y la luna lunera tan cascabelera, tan re-

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donda, tan plateada en la noche oscura se esconde yjuega a las sombras con nuevas figuras desopilantes, ba-rrocas y siempre sorprendentes.

Tradición y ruptura, aún en su previsibilidad, sonlas operaciones de lectura y de escritura que se desplie-gan en los textos luminosos de nuestra colección. Lomayor y lo infantil, arroz con leche y canela. Como ya sesabe: colorín colorado, esta nueva historia ha comen-zado.

Dra. Rossana Nofal

Palabras del Jurado / Tengo Algo que Contar

La literatura acompaña al niño desde las primerasrimas, versos, nanas. Es el primer acercamiento almundo de la palabra y de la imagen.

Mientras juega, el niño proyecta simbólicamente sumundo interior.

En estas historias, escritas por ellos mismos, pode-mos observar la riqueza y la profundidad de sus realida-des.

Escribir es comprenderse a sí mismo en este mundoconvulsionado, es dejar salir las ideas que forman sussentimientos, es una manera de poner “su casa internaen orden”.

Por muchas más historias ¡¡¡¡Por niños lectores yproductores!!!! ¡¡¡¡Este es el camino!!!!

Lic. Liliana Bliman

Palabras del Jurado / Tengo Algo que Contar

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Tengo algo que contarRelatos de alumnos pertenecientes al Sistema

Educativo de la Provincia de Tucumán

El oso y la mariposa

Había una vez un bosque muy lejano llamado Bos-que Tropical.

Vivía allí el oso Peloso que comía mucha miel, peroun día conoció a la mariposa Antonia que era muy colo-rida y delgadita.

Un día se encontraron en el bosque y el oso la invitóa tomar el té a un bar, el más popular del bosque.

Mientras el oso Peloso y la mariposa Antonia toma-ban el té apareció un hada de los sueños y les dijo que po-dían pedir un deseo.

El oso y la mariposa dijeron que querían realizar unagran fiesta en el bosque para todos los animales. Y el hadacumplió su deseo, al día siguiente concurrieron todos losanimales a la fiesta, todos sorprendidos al ver tantos co-lores y comidas se pusieron a bailar felices y contentos.Finalmente el oso y la mariposa se despidieron hasta elotro año para volver a encontrarse en el mismo lugar delbosque.

Luciano Monteros nació en Tucumán el 2 de abril del año2000. Asiste a 6º año de la Escuela Nº 157 “Maestro Rural de CóndorHuasi”. Actualmente vive en Agua Dulce (Leales), lugar donde trans-currió su niñez. Su familia esta integrada por su papá Moisés René,quien trabaja en tareas rurales y por Claudia Lorena, quien se desem-peña como agente sanitario. Sus hobbies son jugar al fútbol, hacerdeportes y leer, en particular cuentos y leyendas. Luciano participóen el concurso “Tengo algo que contar” y escribió el cuento “El Osoy la Mariposa”, motivado por un dibujo y por su señorita que lo in-centivó a participar del mismo.

Luciano Monteros / Tengo Algo que Contar

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El ángel y yo

Una noche se prendió una luz en mi dormitorio, eratan brillante que no me permitía abrir los ojos, era comoun bichito de luz que giraba a mi alrededor, de repente laluz se hizo más brillante y grande, ¡era mi reflejo, eraigualita a mí! Se acercó y me dijo que era un ángel, miángel de la guarda.

Su cabello era dorado, sus alas de seda, la envolvíaun polvo mágico. Tomó mi mano y con una voz suavecantó una canción de cuna, me pidió que sea amable, obe-diente, que ría, juegue y tenga muchos amigos, que dis-frute de mi niñez.

Luego sentí cosquillas en mi cuerpo, jugamos a lasescondidas y a la rayuela, ¡me sentí tan feliz! que no que-ría regresar a la cama, pero era tarde y tenía que ir a laescuela.

Por las noches le rezo y en silencio me duermo so-ñando que regresa a jugar conmigo.-

Giuliana Frasca asiste a 3º grado de la Escuela pública “Dr.Raúl Colombres”. Vive con sus padres y dos hermanos.

Su mamá es profesora de baile, de allí su amor por el mismo.Su hobbie es bailar. Otro de sus mayores gustos es el placer por

leer todo tipo de cuentos. Giuliana recibe permanentemente el apoyo de su familia para

su formación integral.

Giuliana Frasca / Tengo Algo que Contar

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El poder del amor

Hacía ya dos horas, que Astri estaba sentada en elbanco de la plaza.

Su juventud y belleza, se parecían a un pimpollo derosa. Aunque en el claro de sus ojos se reflejaba una fuertetristeza.

Los pájaros enterados de su dolor, cantaban una yotra vez, para consolarla.

Pero no tuvieron éxito. - ¿Cómo es posible?, se preguntaba Astri, al mismo

tiempo que de sus ojos se escapaban varias lágrimas querecorrían su rostro lentamente, para luego dejarse caer enel hermoso vestido azul que lucía.

Linda tarde, así era para muchos, porque para ellaera la más gris.

Por su mente cruzaron los momentos que había vi-vido con la persona que más amaba. Y que ahora no es-taba a su lado por culpa de un conductor ebrio ¡Dios mío!su corazón parecía estallar de angustia recordando.

¡No, no es posible! se decía al tiempo que sus pala-bras se ahogaban en el aire.

Luego inclinó la cabeza, deseando estar junto a suamado, que alguien sin sentido le había arrebatado. Pasa-ron unos minutos y de pronto…

Escuchó una voz que la llamaba, levantó su miraday vió una escalera que desde el cielo, llegaba hasta suspies, y en el último escalón estaba su amado, que esti-rando sus brazos la invitaba a subir.

No lo pensó. Solo corrió hacia él sin parar. Aunquefaltaba poco para llegar, sus pies parecían doblarse de

Sofía Macarena Campos / Tengo Algo que Contar

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cansancio.En su mente no existía otra cosa que el deseo de lle-

gar al final y así lo hizo.Una alegría inexplicable se adueña de los dos y abra-

zados se perdieron entre las espesas nubes, que compin-ches de esos locos enamorados, cubrían sus cuerpos paradesaparecer de la realidad.

Eran las 19:30 horas, cuando el banco donde estabael cuerpo sin alma de Astri, se encontraba rodeado degente que observaba en el hermoso rostro de la joven sinvida, una sonrisa que jamás olvidarían.

A lo lejos se oyen las sirenas. El sol se ocultaba de-trás de los árboles y los pájaros volvían a sus nidos.

Sofía Macarena Campos asiste a 2º año del Instituto privadoSan Pedro. “Mi familia está integrada por mi papá, mi mamá, mi her-mano y hermana. Mi papá es independiente y mi mamá es ama decasa”. Escribí el relato “porque me gusta leer cosas románticas”.

“Mi hobby es leer en el tiempo libre y hacer algún deporte”. Ge-neralmente “me destaco en literatura y arte”. En relación al tipo delectura, “me gusta lo romántico, de suspenso y en algunos casos deterror. Ahora estoy leyendo una novela de amor llamada Amistadamorosa”.

Sofía Macarena Campos / Tengo Algo que Contar

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La hoja coqueta

Había una vez una niña que le gustaban los árbolesy un día vio una hoja muy coqueta arriba de un árbol. Ellasiempre iba a verla. Le gustaba como se movía en elárbol.

En la primavera el árbol dio lindas flores. Y vinieronlos tucanes y los loros y sin darse cuenta tiraron al sueloa la hoja coqueta.

La niña encontró a la hojita en el suelo y se la llevóa su casa a vivir. La puso en un cuadro en su pieza y todoslos días la miraba y la hojita bailaba siempre coqueta.

Camila Belén Sala asiste a 2º grado de la Escuela pública In-dependencia (Concepción). Nació un 11 de abril del año 2004 en elseno de una familia integrada por cuatro hermanos, su papá y sumamá. Su papá trabaja de jardinero y es el único ingreso económicodel hogar. Su mamá es ama de casa y "nos cuida muy bien", aseguraCamila, a pesar de que sufre serios problemas de salud.

“Vivo en una casa muy humilde, pero tengo lo que necesito, mipapá, mi mamá y mis hermanos”, nos cuenta Camila, y agrega: “mihobbie es leer cuentos fantásticos y pintar; disfruto mucho la escuela,me gustan todas las materias, pero más me gusta leer; escribí elcuento porque la seño nos leyó un cuento en clases y después de tra-bajar en él, nos invitó a que nos animáramos a escribir nosotros uncuento referido a la primavera”.

Camila Belén Sala / Tengo Algo que Contar

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Ramiro Medrano / Tengo Algo que Contar

No es un triste final(carta de un amigo)

Como un barco que vio por última vez alta mar, hoyme voy para ahogar estas penas, casi siempre muy lejosquiero llegar pero termino en el mismo lugar. Yo no séque pasó ni lo que va a pasar, van dos rondas y sigo muymal, no me acuerdo porqué en esto me metí pero creosaber por quién estoy así. No pude encontrar la salida,tampoco regresar a mi hogar, ni mis amigos me pudieronayudar…

Recuerdo que tardé mucho tiempo en darme cuentaque mi vida era un juego, mientras más apostaba más per-día, no me daba cuenta que mi vida pasaba delante de misojos. Quiero que lean atentamente amigos míos y quesepan entender, disfruté mucho el estar con ustedes, mialma siempre estará pero mi cuerpo ya se marchó. Amigosyo los amo pero debo partir, estas son las últimas palabrasque voy a decir y estaré libre.

Ya no soy parte de ustedes, estoy sentado en la lunamirando el mar, montañas y nubes, la tempestad que antessolía ser mi lugar.

No pienso en volver, no puedo volver, extraño lalucha y el poder disfrutar, se que hice todo mal. Mirandoel cielo los veo pasar, sus voces escucho y es lo que mehace llorar, pero la realidad es que solo tengo el sonidode la soledad. Si algún día mis palabras pudieran escucharyo les diría “amigos, sepan disfrutar lo que la vida les da,no apuesten a lo que yo jugué, sepan valorar lo que la vidales da”.

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No es un triste final porque me lo busqué, desdelejos los veo muy bien y sé que en algún momento nosvolveremos a ver.

La droga nos hace mucho daño y no es fácil salir deella, como muchos creen.

Ramiro Medrano asiste a 5º año del Instituto privado SanPedro.

Ramiro Medrano / Tengo Algo que Contar

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Un sueño para no recordar

Estaba sola en la oscuridad, acompañada por unavieja casa abandonada y un farol de la calle que se encen-día y apagaba como poseído. El frío se filtraba por mismejillas y calaba mis huesos haciéndolos vibrar.

Corrí hacia la casa abandonada y me detuve en elpórtico, no me decidía a entrar pero los sonidos que pro-vocaba el ulular del viento y las sombras que reflejaba laluna llena me convencieron.

Abrí con coraje la puerta y entré…adentro todo eraoscuro. Busqué en el bolsillo de mi campera la pequeñalinterna que tío Santiago y tía Victoria me habían obse-quiado a mí y a mi hermano Martín. La encendí y enton-ces me arriméa lacocina, busqué algoconque defendermepero no encontré más que unos fósforos humedecidos.

Me quedé en silencio rogando para que no volvierana aparecer esos fenómenos de monstruos que acababancon la raza humana. Un ruido me apartó de mis pensa-mientos y escuché pequeños pasos que se acercaban haciamí. Yo estaba aterrada, pero un aullido lastimero me con-venció a abrir los ojos….cuando los abrí no podía creer:un pequeño cachorro asustado que me miraba con ojostristes se acercó a mí. Lo abracé y nos sentamos.

De repente se sintieron los aullidos. Esos aullidos alos que tanto pánico les tenía. Ruidos de pisadas acercán-dose, de repente silencio…el picaporte giraba lentamente,aquellos bichos raros entraban y yo con un grito diciendo¡No, por favor, ¡BASTA! me desperté de esa horrible pe-sadilla.

Tía Victoria me sacudía suavemente del brazo y me

Milagros García / Tengo Algo que Contar

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preguntó si me encontraba bien. - ¡Oh Celia, te escuché gritar! ¿Qué sucedía? Lo dijo

con tal cara que solté una carcajada.- Nada tía. Otra de mis pesadillas por culpa de las

historias de tío Santiago, contesté.- Acompáñame a desayunar y darle un buen reto al

tío por hacerme sufrir con sus historias terroríficas.- Esta bien, bajemos cariño, dijo por fin tomándome

afectuosamente de la mano y dándome un cariñoso besomientras bajamos las escaleras.

Milagros García cursa el 6º grado en la Escuela pública Nor-mal Superior en Lenguas Vivas J.B. Alberdi. Su familia está integradapor sus padres y un hermano menor. Su mamá es ingeniera en siste-mas y su papá es músico y docente.

Sus hobbies son tocar el violín y el piano, hacer gimnasia artís-tica, tenis, natación y leer mucho.

Se destaca en violín y en gimnasia artística. Disfruta leer librosde aventuras, terror y misterio.

Escribió el cuento porque quiso participar del concurso Tengoalgo que contar.

Milagros García / Tengo Algo que Contar

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Sabiduría indígena

Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo unacharla con sus nietos acerca de la vida y de cómo los com-portamientos marcan nuestras acciones.

El abuelo les dijo:“¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mi!... ¡Es

entre dos grandes lobos!”“Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia,

dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento,inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia,superioridad y más”.

“El otro lobo es Bondad, Alegría, Paz; Amor, Espe-ranza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Be-nevolencia, Amistad, Verdad, Compasión, Fe…etc.

Estos dos lobos muchas veces son inseparables enel camino de la vida y juegan una carrera para ver cualllega primero. Lo bueno es saber a qué actitudes acudirpara llegar con el mejor Lobo, ese que nos proporcionarála felicidad que necesitamos en el recorrido de nuestrocamino.

Es, les decía el abuelo a sus nietos, como el blancoy el negro, como el día y la noche, uno existe por el otroa pesar de ser tan diferentes.

Esta misma pelea está ocurriendo dentro de todoslos seres de la tierra. Los niños se preocuparon pensandoque dentro de ellos existían también esos lobos y que de-bían ser muy inteligentes para saber a cual debían obede-cer.

Muchas veces, continuó el cacique, elegimos mal elcamino pero lo bueno es darse cuenta a tiempo y comen-

Agustina Figueroa / Tengo Algo que Contar

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zar de nuevo. Los niños pensaron estas sabias palabraspor un minuto y el más pequeñín de ellos le preguntó:

“¿Y cuál de los lobos crees que ganará?”El viejo cacique que más sabía por viejo, por las en-

señanzas de la vida respondió, simplemente…“EL QUE ALIMENTES”.

Agustina Figueroa asiste a 6º grado de la Escuela pública Nor-mal Superior en Lenguas Vivas J.B. Alberdi. Su familia está integradapor su mamá, María José, periodista y licenciada en comunicaciónsocial, su papá, periodista, doctor en artes y escritor y su hermanaLucrecia.

Agustina vive con su madre, su hermana, y sus dos mascotas:un perro caniche (Benicio) y un hamster (Flor).

Sus libros preferidos son Romeo y Julieta, la saga de Crepúsculoy El fantasma de Canterville, entre otros.

En el establecimiento educativo, ya ganó en otra oportunidadun concurso de poemas (que se publicó en Historias de Grandes Pe-queños, de Mundo Hispano), cuando tenía siete años, el cuento sellamó El Colibrí y El Cóndor, y un concurso de ortografía, gracias alcual se hizo acreedora del libro de Roberto Espinosa, El Caracol delos Sueños.

Le encanta la computadora, la gimnasia y desde los cuatro añoshace teatro, fue seleccionada para pertenecer al teatro de niños y jó-venes de la provincia, junto a su hermana y ya realizaron la primeraobra: "El sueño de Alicia".

Agustina escribió el cuento porque se lo pidieron en la escuela,pero siempre le gustó leer a María Elena Walsh y a Oscar Wilde, éstosjunto a William Shakespeare son sus escritores favoritos.

Agustina Figueroa / Tengo Algo que Contar

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¡Ababacaba!

Comencé a practicar siendo muy pequeño. Apenastenía dos o tres años, y yo hacía desaparecer cualquier ob-jeto: la pelota, el pañal, una zapatilla de papá. El truco erasencillo, pero acorde a mi edad simplemente agarrabaalgo y lo metía en el tacho de basura o lo tiraba detrás deun sillón. Entonces me envolvía en alguna sábana que meservía de capa, buscaba a mi mamá y con grandes aspa-mentos decía en mi media lengua:

¡ababacaba!Y mi mamá me miraba así, de torcido porque sospe-

chaba de mis trucos, y me preguntaba:- ¿Qué escondiste esta vez?- No penses en gua gua – le respondía bien serio- ¡El perro! Exclamaba mamá - ¿Cómo se te ocurre

esconder el perro?Y enseguida se daba cuenta de que no teníamos

perro, de que le estaba haciendo “magia mental”. Comola llamaba, la distraída como hacen los magos de verdad,para que no se diera cuenta del otro truco: de que en ver-dad había escondido a la abuela.

- Vaya que sos bueno…me decía mamá.Lo mío no era un simple acto infantil de esconder y

encontrar (además, en general, no volvería a encontrarnada), sino una vocación, un designio: yo sería mago, elmago más grande que el mundo llegara a conocer. Seríael mago ¡ababacaba!, si es que en el camino no encon-traba un nombre mejor.

La magia es ilusión. La magia de verdad existe sóloen los cuentos, y la de los magos es un arte que se aprende

Axel Mariano Frías / Tengo Algo que Contar

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con esfuerzo y dedicación. Pero eso, no cualquiera llegaa ser un inicio, un socio del club de los secretos, y la ma-yoría de los aspirantes a magos terminan animando cum-pleaños infantiles o haciendo magia en una plaza, acambio de algunas monedas que, por favor, no desapa-rezcan.

Yo lo sabía, y por eso puse todo mi empeño, dondeaquella época del ¡ababacaba! en convertirme en un magodigno de llamarse mago.

Pero fue alrededor de mi cumpleaños número diezcuando tuvo una relación. Yo era torpe, asquerosamentetorpe. Iba por la vida y golpeándome y tropezándome.

Mis pies no sabían dar dos pasos seguidos: se en-ganchaban a cualquier cosa, se enredaban, se torcían, peroni hablar de mis manos, que transpiraban y dejaban caertodo, de mis dedos que se ponían de huelga, de mis mu-ñecas que no respondían las órdenes más sencillas.

Para colmo, rompía las varitas como arte de magia,vaya paradoja. Cuando quería convertir un fósforo en unaflor, me quemaba; y ni hablar de los juegos con cartas,era triste, pero era así. Yo sería mago, ya lo verían. Memiraba en el espejo y me decía ¡nunca pienses en unmago! Y el mago que yo imaginaba que sería, aparecióde la nada.

Fue por aquella época que empecé clases de magia.Un mago de barrio llamado Viskonti me enseñaba los tru-cos más sencillos. Pobre hombre, ya le había roto cincojuegos de aros mágicos, había dejado escapar sus palomaspreferidas, había hecho desaparecer su reloj…y nunca loencontramos.

Un día, claro, pasó lo que supuse que podía pasar

Axel Mariano Frías / Tengo Algo que Contar

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Viskonti me llamó a su lado, y me alejó del lado de lo in-flamable, o puntiagudo, y me dijo lo que yo no quería es-cuchar.

- Pibe, lo siento, pero vos no tenés alma de mago.- ¿Cómo? ¿Cómo? - tal vez no tuviera mano de

mago, a lo mejor me faltaba destreza de mago pero almade mago, ¡la tenía! ¡Tenía alma de mago!, la más inmensaque pudiera existir, todo eso lo iba a gritar a Viskonti, peroen cambio le dije:

- ¡No mires ahí!Y Viskonti respondió, girando la cabeza hacia todos

lados:- ¿Dónde? ¿Dónde?Y cuando se dió cuenta de que no había nada admi-

rable para ver, me miró a mí y creyó que me había chi-flado ahí nomás. Pero enseguida se notaba, se puso apensar.

- ¡Fantástico! – exclamó, realmente creí que teníaque mirar algún lado.

- Vaya…- Sos un mago de palabras…Y así fue como encontré mi destino. Es posible que

hayan escuchado de mí.Puede que no sea el mago más grande del mundo

pero soy único.Nadie hace lo que hago yo, ¿no me creen? déjenme

probarles, aunque yo no este allí a su lado, mi magia re-corre el universo, mi magia va de mente en mente, mimagia no tiene fronteras

- Piensen en un chancho verde- Piensen en un chancho verde con alas

Axel Mariano Frías / Tengo Algo que Contar

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- Piensen en un chancho verde con alas volando ensu habitación

- Piensen en un chancho verde con alas volando ensu habitación que se ríe

- Piensen en un chancho verde con alas volando ensu habitación que los hace reír…

Axel Mariano Frías nació un 21 de noviembre de 1997, enSanta Ana. Asiste a la Escuela Rural N° 280 de la misma localidad.Su familia está compuesta por su padre, Mariano Alberto, su madre,Susana del Carmen y sus tres hermanos: Mario Dante José, Jorge Da-niel y Nancy Mabel. Su padre es empleado de la comuna rural y sumadre es ama de casa.

Mariano vive actualmente en una ex colonia del ex IngenioSanta Ana y proviene de una familia bien constituida, cuyos padresson muy dedicados para con sus hijos.

Le gusta jugar con la computadora. Cuando está en la escuela,en los recreos, le gusta permanecer en la biblioteca y leer libros y re-vistas, también le gusta escuchar música y escribir cuentos.

Sostiene que durante las vacaciones de verano del año 2009, sesentía muy aburrido ya que en la zona solo se ve televisión y se leocurrió producir textos.

Axel Mariano Frías / Tengo Algo que Contar

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¿Qué ves cuando te ves?

- Debería ir a un psicólogo. – dijo el doctor Celso asu paciente, mientras escribía, con su letra ilegible, un nú-mero telefónico en un papel.

Cristian lo miraba fijo. Se sentía mal, estaba confun-dido. Hace ya varios días que se sentía de esa manera yno encontraba respuesta al por qué.

- ¿Por qué cree que estoy así?- Usted no está padeciendo ninguna enfermedad

como ya le dije, solo cree estarlo, eso es todo. Y no puedorecetarle ningún remedio para eso, esa es la razón por laque le doy el número de teléfono de un psicólogo. – lepasó el papel – Hable con él, cuéntele todo lo que siente,seguro podrá ayudarlo.

Cristian agarró el papel y lo leyó.“Psicólogo”.¿Cree que estoy loco? – le preguntó al doctor. Celso

se sacó los anteojos, les pasó un pañuelo y se los pusootra vez.

- No creo que esté loco, sino que algo pasa por sucabeza, algo que quizás lo tenga incómodo, asustado opreocupado.

Y de hecho, el doctor algo de razón tenía. A Cristianalgo lo tenía tanto incómodo como asustado, lo que ge-neraba una preocupación, pero ¿qué era lo que formabaesta mezcla de sentimientos que lo hacía creer enfermo?

- Quiero sacarme “eso” de la cabeza doctor, me con-funde, no sé que me pasa.

- Le vuelvo a decir, vaya al psicólogo, él sabrá quehacer con “eso”, no lo dude.

Giuliano Bettuzzi / Tengo Algo que Contar

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Se levantó de la silla y se dirigió a Cristian. Apoyóuna mano en su hombro como diciéndole “todo va a estarbien”, pero algo le decía que no iba a ser así.

Ulises se vio al espejo. Su cara denotaba cansancio.Bostezó.Se mojó la cara con agua fría para despertarse. Se higienizó, se cambió y fue a prepararse el des-

ayuno. Salió de su casa, sin ánimos. Estaba cansado, con el

deseo de volver a su cama y nada más.Realizó uno cuantos trámites y se fue directo a su

oficina. Al parecer, iba a ser un día tranquilo, sin mucho tra-

bajo. “Gracias a Dios.”A la hora del almuerzo pidió comida y aprovechó

para seguir leyendo la “Eneida” de Virgilio.“… Hay dos puertas del sueño, una de cuerno, por

la cual tienen fácil salida las visiones verdaderas; la otrade blanco y nítido marfil, primorosamente labrada, peropor la cual envían los mares a la tierra las imágenes fa-laces”.

Terminó de comer, dejó el libro a un lado del escri-torio y vio su agenda. En diez minutos iba a llegar An-drea, una de sus pacientes más viejas. Ella decía tener unamigo imaginario, que más que un amigo era un enemigo,pero no quería deshacerse de él, porque aunque la tratasemal, no se sentía sola. Una vez Ulises le dijo una fraseque había leído en un libro oriental: “Eres el enemigo detí mismo si no matas al enemigo que tienes por delante”.

- Deshazte de él, es tu enemigo, no un amigo. Noestá para acompañarte, sino para atormentarte. – le había

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dicho en varias ocasiones. – No seas tu propio enemigoAndrea, deshazte de él. – pero no le era muy sencillo“matar” a su enemigo, hasta ahora no lo había podidohacer, y seguía en su compañía.

Tocaron a la puerta y, tímidamente, Andrea entró ala oficina de Ulises.

- ¿Cómo está Andrea? – preguntó Ulises sonriente.- Bien, creo. ¿Usted? – se sentó en un sillón.- Cansado. Fue un día lento y aburrido. Pero

bueno… ¿Cómo se encuentra su “amigo”?- Mal.-…A la hora Andrea se levantó, saludó a Ulises y se fue

por donde vino.Tenía uno diez, quince minutos libres antes de su

próximo paciente. Acomodó un poco su oficina y se sentóa esperar.

Nuevamente tocaron la puerta.- Adelante. - dijo Ulises. Un chico alto, de tez mo-

rena y pelo corto entró en la oficina, un poco asustando.- Buenos días. - saludó.- Buenos días… ¿Cristian, verdad?- Si. – se sentó- Muy bien, ahora dígame por qué vino. – Cristian

lo miró unos segundos y dijo:- Vine porque el doctor Celso me dijo que lo hiciera.

Fui a verlo a él porque me vengo sintiendo mal y penséque estaba enfermo, pero me aseguró que solo creía es-tarlo, que lo que me pasaba era algo más mental que fí-sico. Dice que quizás algo me perturba, me hace sentirincómodo, asustado. – vaciló – Y creo que tiene razón..Vio que el psicólogo escribía en un cuaderno y algo, no

Giuliano Bettuzzi / Tengo Algo que Contar

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supo qué le llamó la atención. Algo en su manera de es-cribir. Era zurdo, igual que él. Mientras Ulises continuabaescribiendo, Cristian observó el lugar en donde se encon-traba. Era una oficina pequeña, pero confortable. A su de-recha había una pequeña biblioteca con unos cuantoslibros grandes y viejos. A su izquierda, en diagonal, habíaun escritorio, en donde se posaba una computadora, unteléfono y diversos artículos de oficina. También había unlibro. Cristian, amante de la lectura, reconoció el libro alinstante: “Eneida”.

- ¿Por qué cree que el doctor tiene razón? preguntóUlises sacándolo de sus pensamientos.

- Porque si me siento incómodo a veces, y cuandome pasa eso, también me siento asustado y no lo entiendo.No sé que es lo que me provoca esto.

Ulises se acomodó en su silla y cruzó las piernas.Cristian también las tenía cruzadas. Notó que respirabanal mismo tiempo. Respiraciones lentas, profundas.

De pronto esa oficina no era tan confortable, se sen-tía…se sentía incómodo.

- Hay algo más. – continuó Cristian – Algo que nole dije al doctor. Algunas veces también siento que hayalguien igual a mí, o que no soy dueño de mi cuerpo – violas piernas cruzadas de Ulises – o que estoy conectadocon alguien y no me gusta, no me gusta sentir eso. Comole dije: me incomoda, pero no tengo idea de la razón deeso.

El psicólogo lo miró detenidamente. Su pacientecreía estar, de alguna forma conectado a alguien, cosa quele perturbaba. ¿Por qué le sucedía eso? ¿Qué le molestabade aquello?

Giuliano Bettuzzi / Tengo Algo que Contar

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- Se miraban a los ojos. Los mismos ojos marronesoscuros. Eran iguales. Ambos pestañaron.

Ulises notaba algo raro en Cristian. Este no se sentíabien, se sentía “enfermo”.

Transpiraba.- Deje de mirarme por favor. – pidió enojado Cris-

tian. Ulises se sobresaltó.- Disculpe.Silencio…- Tenemos los mismos ojos. – dijo Cristian rom-

piendo el mutismo.- No me había percatado de eso. – “Otro paciente es-

pecial” pensó.El clima se volvió tenso. Ulises estaba…incómodo.

Los dos estaban así. Se sentían de la misma manera. Sesentían iguales.

Pestañaron.Respiraron.Se miraron.Eran análogos.- Emm…bueno, cuénteme…cuénteme algo de su

vida. ¿A qué se dedica? – preguntó nervioso, Ulises.- Soy estudiante de arquitectura. – contestó Cristian. - ¿Por qué lo quiere saber?- Quiero conocerlo mejor. ¿Tiene novia?- No.- ¿Amigos?- No, no me gusta la compañía, me gusta estar solo. El psicólogo se sorprendió, y con una leve sonrisa

le dijo:- Aquí tenemos algo. No le gusta la compañia, la

Giuliano Bettuzzi / Tengo Algo que Contar

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amistad, no le gusta el hecho de juntarse con sus iguales,personas que compartan con usted casi las mismas ideas,pasatiempos, gustos. En resumen, no le gusta que se pa-rezcan a su persona, eso le incomoda. – Cristian se limi-taba a escucharlo. – Quizás le moleste hasta el hecho deque se parezcan, de alguna forma, físicamente. Hace unosminutos me dijo que “tenemos los mismos ojos” y se loveía mal.

- Puede que tenga razón. - La tengo. Dígame la verdad, cuando vio que tene-

mos los mismos ojos ¿se incomodó? ¿O se asustó?- Ambos y aún lo siento.- Cristian se paró. Odio que

sean iguales.- Cálmese. – le pidió Ulises. – Creo, Cristian, que

usted necesita, en mi opinión, ser único.- Me quiero ir.- Espere, se levantó de la silla.- ¡No se levante! ¡No se me acerque!- Tranquilícese, por favor. Déjeme que le haga unas

cuantas preguntas más. - Cristian lo miraba. - ¿Tiene fa-milia?

- No, me fui de casa. – contestó sollozando.- ¿Por qué?Cristian cerró los ojos.- Éramos iguales.- ¿Quiénes?- Mi papá, mi mamá, mi hermana, yo…iguales…los

mismos ojos…Su nariz se dilató. Lo besó.Sangre.Volvió a ser uno solo.

Giuliano Bettuzzi / Tengo Algo que Contar

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Giuliano Bettuzzi / Tengo Algo que Contar

Giuliano Bettuzzi asiste a 5º año del Ciclo Superior del ColegioGymnasium (Escuela Experimental de la UNT). Giuliano, tiene a sumadre que es artista coreógrafa. Acaso cierta sensibilidad estética he-redada.

Posee muy buen nivel académico y un excelente concepto acti-tudinal.Concurre a un taller literario que dicta la institución y que sebrinda en la currícula como materia optativa, desde los cursos pre-paratorios. Excelente lector, tiene talento narrativo, constancia, en laproducción escrita y gran bagaje cultural, que lo sistematiza en susescritos.

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El que murmura en las tinieblas

Era una mañana corriente como todas las mañanas.Cristóbal se levantaba, desayunaba, y partía preparadopara comenzar con sus tareas laborales; era un hombremuy particular, diferente a las demás personas, no man-tenía relaciones con nadie, siempre le gustó estar en so-ledad, pensaba que su mundo le pertenecía y nadie podíaingresar o en todo caso entenderlo. Tenía gustos dema-siados particulares: su música, lo que lo calmaba, eran losllantos, las súplicas, personas implorando piedad, con estoél se sentía poderoso, que por esos minutos de dolor al-guien lo tomaba en cuenta, le fascinaba la sensación deque una vida dependiera absolutamente de él.

Esa mañana cuando iba rumbo a su trabajo comenzóa escuchar un murmullo, pensó que era alguien que sola-mente pasaba a su lado, se dio vuelta y no encontró nadiealrededor, las calles estaban tan desoladas como unanoche de invierno, sin embargo siguió su camino sin darimportancia a lo sucedido.

Repentinamente las calles se tornaron blancas, se cu-brieron de niebla, se volvió a oír el mismo murmullo,pensó “¿me estaré volviendo loco?”, se quedó inmóvil,guardando silencio, para comprobar si su inconsciente leestaba jugando una mala pasada o si algún simpático es-taba realizando una broma de muy mal gusto, al cabo deunos minutos se da cuenta que el murmullo seguía lle-gando a sus oídos, comenzó a desesperarse de modo queempezó a correr; al estar con un alto nivel de nerviosismotropieza y ve aparecer una sombra, la cual no pudo con-templar por la niebla, de pronto lo atrapa de los pies,

Gisell Millicay / Tengo Algo que Contar

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arrastrándolo, desesperado imploró por su vida y con susojos llenos de lágrimas pidió perdón por todo el mal quehabía causado. La sombra desapareció y el murmullo seescuchaba cada vez más retirado, poco a poco la nieblaiba desapareciendo.

Secó sus lágrimas siguiendo su camino, haciendo decuenta que no había ocurrido nada.

Cuando retornaba a su hogar, encontró a unos niñosjugando al fútbol, uno de ellos patea y golpea en la cabezaa Cristóbal, enfurecido, sacude al niño, aplasta la pelotay la lanza hacia uno de los techos que se encontrabancerca del lugar.

Minutos más tarde, cuando por fin llega a su hogar,se recuesta en su sillón a ver televisión; en un momentovolvió ese murmullo insoportable, su casa se encontrabarepleta de niebla y al mismo tiempo la sombra volvió amanifestarse.

Al cabo de unos segundos la niebla desapareció peroesta vez Cristóbal con ella…

La vida nos da siempre una segunda oportunidadpara redimirnos o hacer un examen de conciencia. Estáen nosotros saber aprovecharlo o seguir con nuestra vidasin darle importancia.

La vida es como la suerte y los sueños, los construi-mos nosotros mismos.

La vida es como un libro donde día a día se escribeuna página nueva de nuestra historia.

¿Cristóbal seguirá escribiendo en esas páginas? O¿ya se habrá quedado sin tinta? ¿Será ese su final?

¿Vos pensaste lo que venís realizando últimamente?

Gisell Millicay / Tengo Algo que Contar

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Gisell Millicay / Tengo Algo que Contar

Gisell Millicay nació un 20 de mayo del año 1995, en San Mi-guel de Tucumán.Asiste a 5º año del Instituto Privado San Pedro.“Mifamilia esta integrada por mis tres hermanos,y papá y mamá”.

“Mi papá trabaja en la empresa San José, es chófer de camionesy mi mamá trabaja en una pollería”.

Sus escritores preferidos son: Gabriel García Márquez, JorgeLuis Borges,William Shakespeare y Antonio Santa Ana.

Sus libros preferidos son: "Los ojos del perro siberiano","Cró-nicas de una muerte anunciada","Lo que deba ser" y "La vida essueño".También le gustan otros libros pero estos llamaron más suatención.

“Escribí el cuento sinceramente porque la profe de lengua nosobligó pero sí me gusta escribir, decidí el terror porque ya me habíacansado de escuchar o leer cuentos de amor y que siempre terminenmuy bien, de vez en cuando es bueno leer algo diferente, realmentedisfruté muchísimo escribiéndolo, jamás imaginé que iba a ser unosde los elegidos”.

“Mi hobby es bailar, actualmente estoy yendo a una academia.“La verdad que no sé, si tengo algo en que me destaco, lo que

hago trato, obviamente, de que salga bien, quizás en presentación detemas, perdí la verguenza hace mucho y no tengo problema en expo-ner temas delante de gente que no conozco”.

“Leo una gran diversidad de cosas, me encanta leer, pero si ten-go que elegir un género serían los cuentos con realismo mágico, megusta leer porque me fascina enriquecer mi vocabulario, o simplemen-te imaginar sucesos”.

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Tengo que contar

Mi papá murió cuando yo tenía cuatro años y desdeentonces lo extraño mucho, a veces lloro y siento quedesde el cielo me cuida. Ahora yo lo llamo papá a mi her-mano mayor pero no es lo mismo, no es el mismo cariñoy amor de mi padre. Sé que nunca más lo voy a tener con-migo. Le doy gracias a Dios por tener una mamá que envez de tener un corazón tiene dos, el de ella y el de mipapá.

Ayélen Gallardo cursa 3º grado de la EGB 1en la Escuela pú-blica Casa Grande (Burruyacú). Su familia está integrada por sumadre y seis hermanos.

Se integra con facilidad con sus compañeros, es solidaria y suparticipación es activa y permanente.

Su hobby es leer y disfrutar juegos con su hermanito. Le gustaleer cuentos, historietas, leyendas y todo tipo de textos.

Escribió el cuento, basándose es su historia personal, ya que apesar de su corta edad quedó marcada por la pérdida de un ser tanapreciado como su padre.

Ayelén Gallardo / Tengo Algo que Contar

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Tengo algo que contar

Tengo algo que contar, mi vida y algo más, tengoonce años que pasaron como una ráfaga nada más, me pa-saron muchas cosas, buenas y malas ¡Que será! Las bue-nas: aprendí a compartir, a jugar, a estudiar y amar. Lamala es un poco triste, no tenía casita donde vivir, deandar de aquí para allá muchos años fueron ya.

Miraba a mi madre, ella no era la madre que a mime gustaba ver, con su rostro triste que no quería vivirmás. Rogué a Dios que todo se resolviera, cada noche,cada día.

Pero una noche pasó algo hermoso, vino papá y nosdijo: vamos a vivir con los abuelos en la casa de ellos,porque están solos, viejitos. Mi madre me abrazó confuerza, me dijo desde hoy comenzamos una vida nueva,le daremos gracias a Dios por lo que nos dio, que se hacerealidad la vida de verdad. La vida es preciosa no laquiero desperdiciar, quiero vivirla con vos madre mía demi corazón, no importa si no tenemos casa propia le decíaa mi mamá, lo principal es estar juntos y ahora en com-pañía de dos viejitos más que quiero mucho y que se vana integrar.

Tengo algo que contar, soy un niño de once años queha vuelto a cantar, no tiene casa propia pero dejó de llo-rar.

César Perea asiste a 6º grado de la Escuela Mitre. Su familiaestá integrada por sus padres, sus abuelos y tres hermanos. Su papáes chofer de taxi y su mamá es ama de casa. Es un niño que se destaca

César Perea / Tengo Algo que Contar

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César Perea / Tengo Algo que Contar

por su simpleza, es buen compañero, le gusta jugar a la pelota y leerlibros de acción y misterio. Escribió el cuento motivado por su rea-lidad; estaba por ser desalojado de su vivienda y veía a su madre llo-rar todos los días. Vió en el concurso una oportunidad para expre-sar lo que sentía.

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Un mensaje oculto

En una noche de verano no podía conciliar el sueño,me levantaba a cada momento, las horas parecían minu-tos, cuando por última vez me levanté, vi a una personitapequeña sentada en la punta de mi cama, no le prestémucha atención porque pensé que era mi hermanita. A lasiguiente noche me ocurrió lo mismo, me asusté porqueera la segunda vez que la veía, en el mismo lugar. Perono dije nada de lo que había visto. Pasó una semana de losucedido.

Una noche volvía de una fiesta con unas amigas yvi a la misma nena sentada en el cordón de la vereda, ahísi me asusté porque mis amigas no la veían pero yo sí, yasí la vi pasando una semana en todo el verano.

Intrigada y aterrorizada por lo que me estaba suce-diendo comencé a investigar. Me enteré que esa niñahabía vivido al frente de mi casa y había fallecido hacíamás de tres años por una enfermedad terminal.

Pero esa vez no entendía porque me buscaba solo amí.

Entonces busqué la forma de comunicarme con ella.Una tarde cuando me estaba bañando se empañó el es-pejo, con mi dedo escribí ¡HOLA!

Increíblemente aparecieron las letras contestán-dome. Y así logré comunicarme con ella, me dijo su nom-bre y me pidió ayuda. Me contó que no podía tomarremedios, que le gritó a su mamá, le dijo que la odiaba yque ella tenía la culpa de todo.

Todas las noches su mamá llora abrazada con su ju-guete preferido. La niña me contó que antes de fallecer

Noelia Cruz / Tengo Algo que Contar

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escribió una carta a su madre pidiéndole perdón y agra-deciéndole todos sus cuidados, y que la escondió detrásde una madera floja en su habitación.

Al día siguiente me crucé a hablar con la señora quesiempre vestía de negro y triste, ella me escuchó, subimosa la habitación y encontramos la carta.

Desde ese día nos hicimos muy amigas con la madrede la nena.

Por las tardes a la salida del colegio tomábamos elté. Ella dejó de usar esos vestidos negros y comenzó avestirse con ropa más clara. Me dijo que estaba feliz por-que sabe que su hija ahora descansa en paz.

Y vi por última vez a la pequeña niña a los pies demi cama, como la primera vez que me apareció pero estavez se disipaba en una luz blanca la cual salió por la ven-tana y subió al cielo, es la más brillante y hermosa detodas las estrellas.

Noelia Cruz asiste a 4º año del Instituto privado San Pedro. “Mifamilia está integrada por mi mamá, mi papá y mis dos hermanas.Mi mamá es docente y mi papá empleado de una empresa privada”.

“Escribí el relato porque me gusta narrar historias y hacer volarmi imaginación, plasmándola en cuentos. Mi hobby es escuchar mú-sica y hacer gimnasia. Me destaco en el estudio. Disfruto leyendonovelas, cuentos fantásticos y textos informativos”.

Noelia Cruz / Tengo Algo que Contar

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La última mirada

Una tarde mientras caminaba por el parque, vi a unchico que me llamó demasiado la atención, tenía una son-risa muy tierna, ojos verdes, cabello castaño. Él me miróy sonrió porque se dio cuenta que yo lo observaba mucho.Pasó un rato y vi que se estaba acercando, mi corazón em-pezó a latir más rápido, me sonrojé y me preguntó cuálera mi nombre yo, un poco nerviosa, le dije Julieta ¡Quéhermoso nombre! ,me dijo - ¿tú cómo te llamas? Con vozun poco temblorosa. Me llamo Matías - me contestó muyrelajado. Entre charlas, y charlas pasaron las horas, mecontó sobre su vida. Él era fotógrafo, -que buena tu vo-cación- le dije. Nos fuimos conociendo poco a poco,cuando oscureció, me despedí y volví a mi casa, comple-tamente enamorada.

Al otro día recibí un mensaje que decía: hola Julicómo estas, ¿te gustaría que salgamos a pasear por el par-que? Súper contenta le contesté: si dale nos vemos a las15:00 en el parque.Mi mamá no sabía porqué estaba tanfeliz y había cambiado tanto de un día para el otro, en-tonces le conté un poco de Matías.

Me fui, él ya me esperaba, caminamos por todo elparque, era una tarde bellísima, el sol brillaba radiante-mente, los niños jugaban…

Fueron pasando los días y conocía cada vez más deMatías, un día después de tanta confianza y amistad quehabíamos creado, tomó mis manos para decirme que es-taba enamorado de mí, le dije que yo también lo estaba.Le conté que desde que lo vi me enamoré de él.Así fue como comenzamos a ser novios, cada día me

Amira Yesmin Satle / Tengo Algo que Contar

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mostraba fotografías nuevas.Una mañana fuimos a su casa, mientras él buscaba

más de sus fotos, yo muy curiosamente quise sacar unrollo que estaba arriba de un aparador, no pude alcanzarloporque estaba demasiado alto, al subirme en una silla lle-gué, sin darme cuenta volqué un bote que contenía ácido.

El ácido cayó en mis ojos y así es como mi vida seoscureció, cuando Matías llegó al lugar donde estaba yo,me vio y preguntó qué me pasaba, yo ya no lo podía ver.

Me llevó al hospital lo más rápido posible, al llegarlos doctores me dieron la noticia de que nunca más podríavolver a ver. Fue tanto el dolor que decidió darme susojos. Yo sin ganas de nada le pedí que se alejara de mí,solo pude escuchar sus últimas palabras al decirme te amoy nunca te olvidaré. Sentía tanto dolor, pero pensé que eralo mejor, el no podía estar con nadie como yo. Pasaronunos meses cuando volví a ver la luz del día, estaba tancontenta no lo podía creer.

Después de la operación el doctor me dio un papeldonde decía: te doy mis ojos para que puedas volver a verlo hermosa que es la vida, te amo, Matías.

Dejé caer el papel, salí corriendo a buscarlo…lleguéa su casa y me dijeron que ya no vivía ahí, fue tanto eldolor que sentí dentro de mi que decidí caminar por elparque donde lo conocí,¡ recordando todo lo vivido!

Nunca hagas con el amor lo que hace un niño con suglobo, que por jugar lo pierde y por perderlo llora…

Amira Yesmin Satle asiste a 5º año del Instituto privado SanPedro.

Amira Yesmin Satle / Tengo Algo que Contar

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La casa de los gatos

Es curioso que nunca lo hubiera notado. Ahora no latengo por culpa de ellos pero antes, simplemente no ha-bían llamado mi atención. Es astuta esa trampa. Es sim-plemente…triste y bella. En verdad devastador.

El edificio era viejo. Era una casa que no estaba pin-tada. Y siempre, siempre se levantaba ante mis ojos el car-tel que alentaba a la sospecha, ya que había permanecidoallí hacía diez años. Se vende, decía, y nada más, ni firmade inmobiliaria ni logotipo de la misma. Un cartel blancocon letras azules que ofrecía la casa a los compradoresque pudieran llegar. Se preguntarán que hay de extrañoen esto ¿no es así? Cualquier casa puede venderse, dirán.Pero esta tenía siempre habitantes. Y las casas en ventaestán siempre vacías. Y ese cartel, el maldito cartel quete ofrecía esa misteriosa casa como si nada.

Y los gatos que había en el jardín te miraban condesdén, no hay derecho a que un animal te mire así. Eranveinticuatro - los he contado más de cien veces - gatospersas, todos de colores distintos, que te observabandesde sus caras redondas y aplanadas, desde sus pelajesenmarañados, desde sus solitarias vidas nocturnas llenasde lujuria. Realmente no tenían derecho, pero consiguie-ron lo que yo no pude en ocho años de matrimonio. Y esecartel.

Se preguntarán cual es la razón de mi confusión, demi repulsión y a la vez amor hacia aquella casa y sus enig-máticos gatos. Pues voy a contar la historia.Fue un 18 defebrero, la noche ya había caído sobre mi ciudad, y Fran-cine y yo salimos, en media hora nos esperaban paracenar.

Carmina Pérez Bertoli / Tengo Algo que Contar

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Francine, mi esposa, siempre había sentido apegopor los animales, sobre todo por los malditos gatos. Yono concordaba del todo con su afición, los animales nome agradaban y es por eso que nunca había aceptado unamascota en casa. Supongo que alguna vez debí hacerlo,nosotros no podíamos tener niños y tal vez, con otra clasede compañero, ella no se hubiera sentido tan sola cuandoyo salía a trabajar.

Cuando pasamos por la casa, ella, que a pesar de sus32 años, siempre había tenido el alma y la frescura de unaniña, se detuvo a observarlos con la ternura y el deseo re-flejados en los ojos. Introdujo su mano pequeña a travésde la verja para poder acariciar el desprolijo pelaje de unode los gatos, uno de color gris.

- Querida, es tarde. Nos están esperando para cenar.– Le señalé en el reloj.

- Solo un momento – me dijo con una voz distante,como hipnotizada, y luego siguió acariciando al altivoanimal.

- Francine…- Está bien, está bien. Vámonos, no debemos hacer

esperar a tu jefe y su esposa – me interrumpió algo tristey enojada a la vez. Y en sus ojos vi ternura. Dentro deFrancine habitaba un espíritu solitario y melancólico, quedeseaba fervientemente un hijo y buscaba satisfacer eldeseo en otra clase de compañía. En ese momento mecompadecí de ella. Yo llevaba una vida social tumultuosa,muchos amigos, demasiados quizás. Pero Francine no.,Ella había sido tímida y reservada desde su adolescencia,y sabía que era en mí donde había encontrado un amigo,alguien en quien confiar y que no la abandonaría. Aunque

Carmina Pérez Bertoli / Tengo Algo que Contar

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me temo que en nuestros años de matrimonio no habíacumplido muy bien con ese rol. Así que lo consideré unmomento y luego le sugerí:

- Quien sea que viva en esta casa debe estar harto degatos- a ella se le iluminaron los ojos - quizás podamospreguntarle si nos regalaría alguno, cuando regresemos…

Ella se colgó de mi cuello con sus finos brazos y meabrazó tan fuerte que sentí su felicidad correr también através de mi pecho.

- ¡Gracias, cariño, gracias! - me decía mientras be-saba mis mejillas y las manchaba con labial.

- Bien, bien - le dije entre carcajadas mientras mequitaba la pintura de la cara con un pañuelo- pero ahoravámonos.

La cena fue tranquila. Mi jefe era de verdad un hom-bre amable y su esposa era encantadora. La sonrisa entrelos labios de Francine no desapareció durante toda la ve-lada. Su mirada me recordaba a la de mis sobrinas cuandoesperan a los reyes magos. Ella estaba expectante al mo-mento de nuestra partida.

La cena estuvo exquisita, pero me temo que debe-mos irnos - me disculpé finalmente con mi jefe mientrasestrechaba su mano.

Tocamos dos veces el timbre de la casa de los gatospero nadie salió a abrirnos.

- Quizás estén durmiendo, podemos regresar mañana- me dirigí a Francine de espaldas a la casa, pero fue in-útil. Ella ya había abierto el portón y se introducía en lavieja casa. Sonreí ante su atrevimiento y me dispuse a se-guirla.

Di pasos rápidos hasta la verja y la abrí lentamente.

Carmina Pérez Bertoli / Tengo Algo que Contar

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Nunca olvidaré ese primer encuentro con aquella Fran-cine. Ella no era mi esposa, es decir, sí, era ella, sólo queveinte años más joven. Una Francine pequeña, que lle-vaba un vestido amarillo y su largo cabello castaño atadocon una cinta.

Ella acariciaba a un pequeño gatito blanco y me per-caté de que a su lado había otras dos niñas muy parecidasa ella. Las tres jugaban juntas y reían. Recordé que Fran-cine no tenía hermanos y que siempre había sido una niñasolitaria.

Mi primer impulso fue el de hablarle, de gritarle quevolviéramos a casa. Pero justo antes de que lo hiciera, unade las niñas puso su dedo índice sobre su boca, obligán-dome a callar. Luego señaló el rostro de Francine. Y yolo observé.

La pequeña Francine tenía un semblante de real fe-licidad. Hablaba y reía tanto que apenas la reconocí. Es-taba contenta, ya no estaba sola.

No podía hacer nada más allí. Lentamente me dirigíhacia el portón. Antes de salir le dirigí una mirada a la pe-queña Francine, sonreí ante su felicidad, pero sabía quela extrañaría.

Yo no he vuelto a casarme, he salido con algunasmujeres pero nada más que un par de noches. Todas mehan abandonado pues es alegría lo que buscan en mí y yoya no tengo nada para dar. Mis sentimientos más hermo-sos sólo salen a la luz cuando voy a visitar a mi pequeñaFrancine, cuando veo su rostro feliz en la casa de losgatos.

Carmina Pérez Bertoli / Tengo Algo que Contar

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Carmina Pérez Bertoli / Tengo Algo que Contar

Carmina Pérez Bertoli asiste a 6º año del colegio San Ignaciode Loyola. Es la mayor de seis hermanos. Su mamá es médico pe-diatra y su papá periodista.

El hobbie de Carmina es la actuación, participó encortometrajesy obras de teatro en distintas salas de nuestra provincia.

Carmina se destaca por su inclinación hacia la literatura y elarte, lo que plasma en el teatro y en su producción literaria, que ya lahizo acreedora de otros premios.

Como joven que encuentra regocijo en la lectura, se inclinahacia las novelas, siendo su autor preferido Robert Lewis Stevenson,también le agradan las poesías.

"La Casa de los Gatos" fue inspirada a partir de una circunstan-cia cotidiana, en que al transitar por una calle, le sorprendió la imagende una casa oscura y llena de gatos, que le despertó un interrogante:¿qué pasaría en esa casa? y a partir de allí, le surgió la inspiraciónpara esta obra.

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Curriculum Vitae

Ahí me encontraba yo, en ese ambiente tan espa-cioso como la inmensidad. Solo pero sin sentir soledad.Tan acogido, protegido, acompañado.

¡ZAS!¿Muerte o vida?Condena.Soy uno más.Desde ese momento dejé de ser un parásito cama

adentro y pasé a formar parte del rebaño.En el comienzo de mis recuerdos ya éramos dos.

Tropezábamos y caíamos, típico de otros críos de tem-prana edad.

Los primeros años fueron fáciles: juegos, color, ino-cencia, diversión.

En esos tiempos donde el aire estaba infestado de in-genuidad; el viento rasguñaba nuestro rostro que san-graba.

Por las mañanas los sacerdotes remojaban nuestrasheridas en vinagre. Intentábamos mantenernos sobrios,pero éramos débiles.

Aún no me daba cuenta que había más posibilidadesademás de ser un cordero.

Cuando estaba solo veía cómo perseguían a rebel-des, impotente y con miedo no sabía crecer para enfren-tar.

Dos pasos atrás y un gran paso adelante.Aunque ayer era un cadáver, mañana aprenderé a

volar.La paciencia es una virtud que voy en camino de do-

Gaspar Nuñez / Tengo Algo que Contar

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minar.Ya no me atormentan esas siluetas que, creía yo, eran

lobos.Hoy me levanto y contemplo a los cerdos volar de

flor en flor. Ellos con su cuerpo dan calor a ese solitariogirasol.

Siempre seré guardado y protegido.

Gaspar Nuñez asiste a 2º año (Polimodal) de la Escuela deBellas Artes (Escuela Experimental de la UNT).

Gaspar Nuñez / Tengo Algo que Contar

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El cuento que cuenta mal su historia

Había una vez un cuento que no sabía bien su histo-ria.

Un día él andaba caminando por la calle sucio, en-fermo, y cada vez que estornudaba se le volaban las letrasde su historia. A un niño curioso, le llamó la atención tan-tas letras sueltas y le preguntó:

- ¿Quién sos?- El cuento, sorprendido y enojado, lecontestó:-¡Aaah!, ¿Ahora me preguntas quién soy?¡Cuando me pasé toda la vida en la biblioteca! ¡Nadie nisiquiera se acercaba a mirarme! ¡Y menos a leerme! Tuveque salir, enfermarme, ensuciarme, perder mis letras yhasta olvidarme partes de mi historia para que alguien sedé cuenta de que existo!

- No te enojes conmigo, yo no te leía porque no séleer y encima soy muy pobre y no tengo plata para alqui-larte y menos para comprarte.- Le contestó el niño.

- Ah, perdón por retarte. ¿Querés que te cuente mihistoria?

- Sí, sí, sí! Por favor, me encantan los cuentos.- res-pondió el pequeño.

- Mi historia se trata de elefantes…No, no, no… erade leones…No, ya me acuerdo, era de mis amigos. Re-sulta que un día mis amigos estaban en el bosque y de re-pente aparece una jirafa…creo…No, era un lobo y quisomorder a Estela, o era a Sebastián…No, no, no era Se-bastián ni Estela… ya me acordé era a Manu. Sí, sí, sí,así era. Manu se largó a correr por todo el bosque sinmirar hacia delante… quiero decir… sin mirar hacia atrás,y sus amigos lo perseguían para que no lo encontraran.

Ángel Bozolo / Tengo Algo que Contar

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¡Ay! ¡qué torpe soy! Era para que no lo pierdan de vista.Ah, y también estaba Estefany. No, no, era Barney y susamigos y lo sacaron caminando al lobo, o corriendo, nome acuerdo bien. Pero sé que luego cantaron una cancióny vivieron felices para siempre. Sí, más o menos, así erami historia. ¿Qué te pareció?

- ¡Hermoso!- dijo el niño- Pero no entendí mucho.- Bueno es que no me leían y ni yo me acordaba ya-

dijo el cuento medio avergonzado.- ¿Por qué no buscás un chico que sepa leer y escri-

bir? le dijo el niño.-Le vas dictando, así escribe tu historiay no te olvidarás más.

Y así es como entro yo en la historia. Aparte que miseñorita me pidió que escribiera una historia y me vinocomo anillo al dedo porque de paso ayudaba al cuento ol-vidadizo.

La verdad que traté de escribir lo mejor posible y mecansé de hacer borradores porque el cuento me confundíay yo me equivocaba, repetía muchas palabras y a vecesno se entendía lo que queríamos decir. Pero mi seño nosayudó mucho.

De repente, o no tan de repente, porque nos llevóbastante tiempo corregirlo, el cuento se limpió y se curó,Ya no estornudaba más, ni perdía sus letras. Le agreguéalgunas ideas mías, por eso también aparece la entrome-tida de Anahí (mi compañera), que se metió al cuento ytambién se hizo famosa gracias a mí y al cuento. En fin,por eso te cuento este cuento.

Ángel Emanuel Bozolo asiste a 6º de la Escuela pública José

Ángel Bozolo / Tengo Algo que Contar

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Ingenieros. Vive con sus padres y su hermana de cinco años. Su papáes docente y su mamá ama de casa.

Se caracteriza por ser solidario, responsable, buen compañeroy por tener muy buena conducta.

A Manu, le gusta estudiar y jugar a la pelota. Le agrada leer tex-tos informativos y suplementos periodísticos de fútbol. Se destacapor emitir juicios críticos, y por su gran capacidad de organizar tra-bajos. Es muy ocurrente y proactivo. Es líder por naturaleza y siem-pre se destacó a lo largo de su trayectoria escolar, lo cual se poten-ciaba con el apoyo incondicional de su familia.

Ángel Bozolo / Tengo Algo que Contar

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Viaje a las estrellas

Querido Papá:La verdad quiero saber si te olvidaste de mí: no al-

morzamos como antes, no me preguntas sobre las cosasde la escuela. Le pregunto a mamá dónde estás, y nuncame quiere decir. Ayer, por fin, me dijo dónde estabas. Poresta razón la carta es para decirte que estoy enojado convos, sos un mal tripulante y un mal compañero de trabajo.Me has defraudado, a continuación te voy a redactar todolo que tuve que pasar para que te des cuenta de lo enojadoque estoy.

Siempre me encontraba volando, diseñando navesespaciales que me llevarían ahí donde estaba la gran es-fera amarilla que salía todas las mañanas antes de ir al co-legio, tan simple y para mí fue algo más, era eso que meprovocaba deseos de tocar, eso, eso…que se ocultaba de-trás de la campera de lentejuelas amarillas y que, por tantobrillo, no se dejaba ver completamente: pero siempre,siempre a donde iba me seguía y era la que hacía quetodos los días el calorcito reposara en mis mejillas. Talera el deseo de tocarla que, desde que me regalaste lapunta de cartón para el armado de la nave, decidí desdeese momento emprender la labor para realizarla.

La señorita Teresa siempre llamaba a mi mamá parahablar con ella, me escribía en el cuadernito de comuni-caciones más que a los otros chicos y nunca sabía “por-qué”. Cuando mamá terminó de hablar con la maestra medijo lo mismo de siempre: que estaba desconcentrado, quecuando los chicos salían al recreo yo me quedaba dibu-jando, que tenía la carpeta incompleta y unas cuantas

Ana Gabriela Paliza / Tengo Algo que Contar

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cosas más, que realmente no me interesaban y que ya nome acuerdo, pero bueno, yo sólo tenía tiempo para minave espacial, no podía desgastar mi mente en cosascomo ésas.

Nunca supe que realizar una nave llevaba tantotiempo, y era tan arriesgado, era robar de la alacena ban-dejas de aluminio, recolectar envases de leche; pedir altío Luis que me diera ese cilindro de metal que tenía enel patio, convencer a mi mamá que me dejara traerlo acasa, uff…costó bastante convencer a mamá pero cuandole dije que al terminarla iba a llevarla conmigo, rápidocambió de opinión. Parece que no sabía que la tenía enmi lista de tripulantes, y ¡claro que la iba a tener!, sinoquién cocinaría a mis tripulantes, pero con una condición,que nunca le comenté: que sólo podía cocinar las cosasque al capitán le gustaran, como las milanesas con papasfritas. Sino pensaba llevar a la abuela, y de paso dicen queen el espacio no envejecen…creo que le hubiera venidobien.

¿Te acordás el año pasado?, cuando llegaste a casahacía mucho que no te veía, antes me habías dicho queme ibas a ayudar, pero claro en vez de adelantar el trabajo,decidiste discutir con mamá como siempre. Cuando medijeron que para tener un bebé mamá y papá se tenían quequerer mucho, me pregunté: ¿Cómo puede ser que sequieran tanto y se peleen como se pelean? Y cuando in-terrogo siempre es lo mismo, cosa de grandes, así que pre-fiero no preguntar nada. Es así como decidí decirte papá:si quería viajar pronto, no podía tener un trabajador pocoeficiente.

Hablando con Nicolás mi único amigo del transporte

Ana Gabriela Paliza / Tengo Algo que Contar

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escolar, mientras llegaba a mi casa, me dijo que era unproblema tener que viajar a esa edad, siendo que no esta-bas en casa mucho tiempo. No había nadie que cuidara amamá y eso me preocupaba bastante, siendo que mamáestaba un poco loca esos días; aparte me dijo cómo iba ahacer despegar la nave. Eso no lo había pensado hasta esemomento, eso era lo que tenía que pensar ahora: cómohacerla despegar. No creía que fuera tan complicado,aparte como había visto en la tele, algo como fuego lesalía de la parte de abajo, pero había un problema: Mamáno me dejaba hacer cosas con fuego, entonces me puse aver las opciones que tenía, una era reencontrarte y que meayudaras con el fuego, que no podía pasar porque ya note veía en casa para decirte que te devolvía el empleo.Otra opción era tratar de hacer fuego sin que mamá se en-terara, como en la prehistoria que se raspaban piedras ola tercera opción era llamar al señor ese que estaba sen-tado siempre a la par de la puerta tomando vino que pa-recía tener tiempo de sobra, aparte era un mayor. Primerointenté con las piedras, debo decir que no resultó paranada, una hora raspando y ni una chispita. Así que mequedaba una opción, salí a la puerta y le pregunté al señor,aceptó al decirle que le regalaría una de esas botellas quemamá tenía en el armario. Costó bastante levantarlo delsuelo, pero al fin y al cabo lo levanté, pero al instante quelo levanté, se cayó de vuelta. Si no se podía levantar delpiso, menos iba a poder prender un fósforo, ¡cómo haygente poco eficiente en el mundo!

Creo que el único que podía ayudarme en eso era esehombre que había visto en la televisión que explicaba lode las naves espaciales, ahora el problema era cómo con-

Ana Gabriela Paliza / Tengo Algo que Contar

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seguirlo.El otro día vino el abuelo a casa, era tan divertido

hablar con él, está un poquito loquito, cuenta unas histo-rias raras sobre los peces que vuelan y los osos que lloran,pero nunca termina porque en la mitad del cuento seduerme y cuando le pido que cuente el final se olvida, en-cima me quiere hacer creer que estuvo con los osos quelloran, pero ¿cómo pudo estar con ellos si los osos no sellevan bien con las personas? Los osos que lloran sólo po-drían estar con la Dana, tu hija, podrían llorar juntos, ¿note parece? entonces aproveché de preguntar al abuelosobre el tema de cómo despegar una nave, y, como siem-pre estuve mucho tiempo buscando la forma de que en-tienda lo que le estaba tratando de decir.

Hasta ese día las cosas habían estado bastante mal,yo no conseguía al hombre de la televisión que me ayu-dara con la nave, mamá no paraba ni un minuto, llevabay traía cables, tubos y cosas raras de todo tipo al igual quela abuela: vos hace mucho que no llegabas a casa y mamáa cada rato no paraba de llorar y hablaba con la abuela ensecreto, en jeringozo para que yo no entendiera nada,bueno vos ya las conoces. Así son las mujeres, sabés a loque me refiero, las cosas eran muy sospechosas, piensanque por tener cinco años uno es tonto, estaba tan estre-sado.

Por este motivo muy tristemente dejé por un tiempoel armado de mi nave, dejando a muchos de mis tripulan-tes con las ganas de viajar. Ahora me vengo a enterar, des-pués de un año que no apareces en casa: ¡qué te habíasido al cielo! , Tengo tanto enojo, habíamos quedado quenos íbamos juntos, yo sabía que mamá y la abuela eran

Ana Gabriela Paliza / Tengo Algo que Contar

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tus cómplices, te llevaban esos cables raros para el ar-mado de tu nave, por eso no me ayudabas con la mía, es-tabas muy ocupado con la tuya, te querías llevar todo elcrédito!; ya sé no querías que yo fuera el primer hombreen llegar al sol, te entiendo, pero bueno así no se hacenlas cosas, cuando era chiquito me dijiste que las cosas sehacían en equipo.

Después de pensarlo y meditarlo un poco, te voy aperdonar, sólo quiero que vuelvas para mi cumpleaños,que se acerca, te estoy extrañando mucho, es el 1º deenero, por si te olvidaste, y lo que quiero de regalito esun pedacito de sol. Si no pudiste llegar con tu nave, noimporta, nos tiramos en el pasto como antes, estaremostodo el día jugando bajo el calorcito. Después, si querés,volvemos los dos juntos al sol en tu nave ¿qué te parece?Un besito.

Ana Gabriela Paliza asiste al 11º curso de la Escuela y LiceoVocacional Sarmiento (Escuela Experimental de la UNT). Su familiaestá integrada por su papá, Ángel, su mamá, Patricia y sus dos her-manos, Jerónimo Andrés y Carlos Gustavo. Su papá es abogado ydocente y su mamá es docente y profesora en juegos teatrales.

Gabriela es sensible, sociable, divertida y muy exigente con lalectura. Posee además cierta sensibilidad estética y artística viven-ciada en el seno familiar. Disfruta hacer deportes y le encantan elcine y el teatro; actuó en varias obras teatrales tales como: Alicia enel País de las Maravillas y El Gato con Botas, y participó también,como asistente de dirección en la obra Sanguijuelas.

Sus libros y cuentos preferidos son: “Cartas para Julia”, deMaría Inés Falconi, la saga de “Harry Potter”, las “Crónicas de Nar-nia” (literatura fantástica) y algunos cuentos de García Márquez yBorges. Escribió el cuento motivada por la excelente relación quetiene con su profesora de literaratura, que a su vez es su tutora.

Ana Gabriela Paliza / Tengo Algo que Contar

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La bailarina

Me acuerdo de cuando era realmente muy chiquita,tanto, que no podía asomar mis ojos por el borde de unaventana.

Había una caja de música sobre la mesa ratonera demis abuelos, y no olvido a la pequeña bailarina con alasde mariposa que vivía dentro de la caja. Cuando la abría,estallaba un débil sonido y me imaginaba a las notas ele-vándose lentamente desde el interior, que cambiaban decolores a medida que se desvanecían. Entonces alzabamis brazos y en punta de pies espejaba a la muñeca ves-tida de rosa.

Un día la miré bien…, los elementos de su sem-blante se acomodaban de tal forma que parecían reflejarun acto de llanto, y eso me preocupaba. Mi abuela medecía que no era así, que ella solo estaba sonriendo, peroa mí no me convencía del todo…Me preguntaba cómopodría dormir quien fuera que la haya coloreado, si en suconciencia pesaba que había pintado una bailarina triste.En varias ocasiones traté de mirarla desde varios ángulosmientras bailaba obligada cada vez que abría la caja, peroera una causa perdida, su boca tenía las comisuras ligera-mente hacia abajo, y algo en la línea de sus ojos manifes-taba aflicción.

Comencé a pensarlo mejor, y la música de allí ya nome parecía tan bonita. Hasta había empezado a darmemiedo. Me puse en el vestido de esa bailarina, y al fin creíentender esa congoja. Imaginé una vida envuelta en man-tas y mantas de oscuridad, permanecer inmóvil por horas,plegada en un reducido espacio cubierto de polvo…ade-

Andrea Canto / Tengo Algo que Contar

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más…estaba completamente sola allí dentro.Una vez que la cajita era abierta, la frágil bailarina nopodía salir huyendo como supuse le habría gustado, sinoque tenía que elevarse en puntas de pie y dedicarse a girarhasta que la música dejara de escucharse.

Me la pasé llorando por debajo de numerosas lunas,ahogada por la culpa de haberla forzado a bailar en tantasocasiones, solo para darme el gusto a mí.

Un domingo me armé de valor y la escondí debajode mi blusa, de brazos cruzados entré al auto de mis pa-dres y llegué a casa sin que nadie se diera cuenta de loque me había robado. Fui corriendo hasta la habitación yla puse sobre la mesa de noche. La miraba desde lejos, nosabía qué hacer…aunque no le diese cuerda, si la abríaella quedaría de pie inevitablemente y sufriría el dolor ensus dedos.

¡Pobrecita! Traté de mantenerme el mayor tiempoposible erguida sobre los dedos de mis pies, y no llegué acompletar un mínimo lapso de diez segundos sin tamba-learme. Tenía que esconderla debajo de mi cama mientrasdormía para que no me descubrieran, pero aún así me des-pertaban los sollozos desconsolados de esa niña tan di-minuta. A veces la cubría con mis sábanas y le hablabade cosas bonitas para que no se sintiera tan sola, me que-daba horas contándole cuentos e incluso cantándole hastaque cesara de llorar, y ambas nos dormíamos a la vez.Había veces en las que no resistía la curiosidad pero teníaque ver cómo estaba, entonces abría el alhajero, pronun-ciaba “perdón” e inspeccionaba su cara de nuevo. Me pa-reció que ya no se veía tan triste, pero no era suficiente,yo quería ver que sonriera.

Andrea Canto / Tengo Algo que Contar

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En ocasiones me pasaba tardes enteras dibujandopaisajes en pequeños papeles anotadores y, con ágil ve-locidad, los metía dentro de la cajita sin abrirla por com-pleto, para que ella pudiera verlos.

Era una forma efectiva de enseñarle algunas de lascosas más hermosas del mundo, como los arco iris, lasnubes, los cielos, el sol, las flores, los castillos…

En una de esas largas noches en las que conversába-mos me confesó su dinámico deseo de volar por uno deesos cielos azules que yo le había pintado.

Tras unos días de pensarlo y sopesar la idea, tomé ladecisión perfecta. Me costó llegar a ella, porque en esetiempo en el que fue mía, realmente la quise mucho. Aúnlo hago…

Una noche de la verde primavera, caminé hasta eljardín de atrás. Me senté entre las alegrías del hogar, abríel joyero y la miré. Agitó sus alitas amarillas y me sonriócon amabilidad; con una mano pude liberarla de su pe-destal, era tan minúscula…me habló con su voz de pájaro,alimentando mi deseo y concediéndome una última piezade baile. Di cuerda tres veces de la perilla en forma dellave, y ella mariposeó por el aire con una tierna elegan-cia.

Bailó de flor en flor por un largo rato, más largo delo que habría creído. Antes de que la música dejase desonar, me dedicó una ancha sonrisa, sentí la suavidad desu cuerpo y sus manitas al rozar mi mejilla en un abrazomudo.

Encontré las dos estrellas de sus ojos brillando amodo de despedida, disolviéndose en el infinito, llegandoa formar parte de la suma de las galaxias. Supe que la

Andrea Canto / Tengo Algo que Contar

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vería en forma de cometa, arrastrando sus colores por lasdimensiones del universo, o convertida en mariposa, irra-diando su belleza, sumida en un profundo silencio, expo-niendo la naturalidad de su hermosura. Desapareciócuando dejé caer mis párpados, pero no recuerdo haberdespertado aquella vez, ni tampoco encuentro en mi me-moria el preciso instante en que la música se disipó.

Jamás la volví a ver pero no dudo que llegó a errarpor los cielos de todo el mundo. Aún elevo mis ojos alfirmamento de vez en cuando, esperándola ver sobrevolarmi cabeza como una alegra alevilla soleada.

Ahora, si en sus destinos le espera la ineludible co-ordenada de cruzarse con mi bailarina, comuníquenme sila han escuchado riendo, y díganle que la esperaré con lacaja cerrada y tres vueltas de perilla, anhelando poder ver,algún día, la última pieza de ballet.

Andrea Canto asiste a 2º año de la Escuela de Bellas Artes (Es-cuela Experimental de la UNT).

Andrea Canto / Tengo Algo que Contar

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Una nube de estrellas

Hace mucho, mucho tiempo, cuando no existía ni eltiempo, un hombrecito pequeño que vivía en una nube deestrellas, creó el mundo. Se llamaba Susej y tenía todoslos poderes para hacerlo. Cada vez que se imaginaba algo,eso mismo aparecía delante de él. Por eso debía tenermucho cuidado en lo que pensaba.

Lo primero que se imaginó fue un lugar donde viviren paz. Entonces hizo explotar una de sus estrellas y dela parte del centro creó la tierra, y la adornó con plantasy flores muy bonitas. Pero como todo estaba oscuro y nose podía ver, creó el sol.

Después hizo una muñequita de barro y creó a laspersonas. De las hojas de las plantas hizo caer el rocío yformó los ríos. Con un papel negro, formó la noche y enun papel blanco recortó la luna.

A los animales los hizo dibujando en el suelo y luegole dio vida con una estrella a cada uno. Los colores lossacó de un dedo que se lastimó con la tijera y así creó elrojo. El azul lo inventó con una gota del río, el amarillocon un rayo del sol, el blanco con la luz de la luna y losotros colores fueron apareciendo cuando se divertía mez-clando los primeros. Estaba tan contento que decidió pin-tar todo lo que había creado. A los animales los adornocon rayas y lunares de colores, y a las personas les dibujóuna enorme sonrisa rosita para que siempre estén felices.A cada una de las hojas de los árboles les dibujó un pincelpara que cuando se movieran por el viento llenaran de co-lores todo lo que estuviera cerca.

Cansado pero feliz por todo lo que había hecho, de-

Jenifer Alderetes / Tengo Algo que Contar

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cidió descansar un poco. Sin embargo, algo no le permitíasentirse completamente feliz. No tenía con quién compar-tir toda su creación, y se dio cuenta de que necesitaba unamigo. Pero no podía crearlo, porque a los amigos no selos inventa en un ratito. Estaba muy triste, por primeravez no tenía lo que quería.

Pero había una solución. Podía convertirse en per-sona, bajar a la tierra y hacer muchísimos amigos, peroperdería para siempre sus poderes. Tenía que elegir entrevivir solo y poderoso o vivir con amigos pero sin poderes.Era una decisión difícil. No sabía que hacer.

Desde entonces, la nube de estrellas y los poderesdesaparecieron para siempre. No se crearon más cosas.Susej era feliz porque tenía todo lo que necesitaba.

Jennifer Elizabeth Alderetes asiste a 6º grado de la Escuelapública José Ingenieros. Su familia está integrada por sus padres, treshermanos y un sobrino bebé. Su papá realiza trabajos de albañilería,ingreso con el cual mantiene a la familia.

Ingresó al establecimiento educativo en el año 2010; su perso-nalidad introvertida, y un padecimiento vinculado a una disminuciónen la audición, contribuyeron a su falta de integración. a nivel grupal.;a pesar de ello, el arduo trabajo llevado a cabo conjuntamente consus docentes le permitió encontrar su espacio y establecer relacionescon sus compañeros. Cursando el 6º grado, demostró gran compro-miso y se destacó por su responsabilidad y creatividad. Sin embargo,su mayor logro fue recibir el reconocimiento de toda la comunidadeducativa, por haber ganado el concurso “Tengo algo que contar”,elevando su autoestima y confianza en sus capacidades. Disfrutamucho de los cuentos de terror y aventuras. Escribió el cuento pen-sando en la paz del mundo y en todas las personas que necesitanayuda. El protagonista del cuento es SUSEJ, JESÚS al revés.

Jenifer Alderetes / Tengo Algo que Contar

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El niño de los duraznos

Había una vez un niño que vivía en los cerros tucu-manos, lo llamaban “el niño de los duraznos”, era muyfamoso y todos hablaban de él. Un día llegó esta noticiaa la gran ciudad, a las escuelas, las plazas, las calles, aldiario, todos querían conocerlo.

Así fue como un grupo de maestros no perdierontiempo y organizaron una excursión para ir a verlo.

Todos los niños se pusieron muy contentos, prepa-raron sus mochilas, llenas de caramelos, sándwiches,agua, galletas y con el permiso de sus padres emprendie-ron el viaje.

Los niños estaban entusiasmados, algunos se pre-guntaban ¿cómo será? ¿Será inteligente?, otros decían¿tendrá la forma de un durazno? ¿Será que come muchosduraznos? Muchas preguntas se hacían mientras viajabany observaban el bello paisaje: puentes, plantas, pájaros yarroyos. Se deleitaban sacando fotos, escuchando el cantode los pájaros. Las maestras repartían caramelos y jugosdurante el viaje mientras los niños interpretaban cancio-nes.

-¡Ya falta poco!- exclamó la señorita Carolina, apocos metros se veía la escuela que estaba en lo alto dela montaña, era de adobe y tenía una gran chimenea.

El primero en bajar del colectivo fue Juan y corrióhacia la escuela. Y allí se encontraba la señorita directoraMaría Luisa, quien los recibióa todosconun ricodesayunocon dulce casero y queso.

Los niños no terminaron de desayunar, cuando lepreguntaron a la directora:

Lucas Nahuel Pintos / Tengo Algo que Contar

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- ¿Dónde está?- preguntó José.- Hoy no vino a clases, él se encuentra en casa por-

que está un poquito enfermo -.Todos los chicos se pusieron muy tristes porque ya

no iban a conocer al famoso “niño de los duraznos”. Alver las caritas, la señorita directora les dijo. –no estén tris-tes, lo mismo vamos a viajar hasta su casa, que queda auna hora de viaje a caballo y a dos caminando.

Comenzaron a caminar por un caminito muy an-gosto, lleno de piedras, muchos pajaritos y muy divertido.

Después de tanto caminar apareció en medio de mu-chos árboles una casita blanca y varias personas que sa-lían a su encuentro.

Allí está -dijo la directora- Rodrigo, el niño de losduraznos.

Rodrigo se encontraba jugando con sus dos herma-nos más pequeños, corrió a saludarlos y dijo:

- No fui a la escuela, porque estoy un poco resfriadoy tenía que cuidar a mis hermanos, ya que mi papá se fuea vender leña -.

- Aquí te traje unos amigos de la gran ciudad que tequieren conocer, dicen que eres muy famoso por tus du-raznos- dijo la directora.

Rodrigo se reía.Juan-el más curioso del grupo- le preguntó: ¿Por qué

te dicen así?Rodrigo le respondió:- vamos a conocer mi planta

de duraznos-.Juan:- Qué linda planta, es tan grande, llena de in-

mensos duraznos amarillos y rosados-.Rodrigo les contó como fabrica dulce, caramelos y

Lucas Nahuel Pintos / Tengo Algo que Contar

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después los vende en el pueblo para ayudar a su papá.Mi planta tiene fruta todo el año, mi mamá me la re-

galó hace mucho tiempo, cuando yo tenía cinco años,pero ella murió, por eso la cuido mucho a mi planta.

Después les regaló a cada niño una semilla de aque-lla planta y les enseñó como fabricar dulces y caramelos.Todos regresaron muy contentos a sus casas por haber co-nocido a aquel niño tan bueno.

Lucas Nahuel Pintos asiste a 6º grado de la Escuela públicaFortunata García (Las Talitas).Su familia está integrada por sus pa-dres y dos hermanos mayores adolescentes. Su madre es enfermeray su padre tiene un pequeño vivero, que es el sostén de la familia.

Sus hobbies son andar en bicicleta y cuidar de las plantas, abo-narlas y regarlas.

Le gusta mucho leer y disfruta mucho de la lectura de leyendas,que en algunas ocasiones transmite a sus compañeros.

Escribió el cuento con mucho entusiasmo y dedicación, esme-rándose en realizar una buena producción.

Lucas Nahuel Pintos / Tengo Algo que Contar

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Sueño marino

En mis sueños de mar y arena, encontré una sirenachiquita como mi dedo meñique.

Ahí vi por primera vez, una bella cola de pez. Co-queta como una dama se lustraba cada escama.

Entonaba una hermosa melodía salada y fría y su vozme gustó tanto que quise aprender el canto. Pero apenasme acerqué, la sirenita se fue y se alejó muy asustadamontada en su hipocampo.

En la huida perdió su collar…puras perlas…purobrillo.

Hoy lo uso como anillo y lo llevo justo en mi dedomeñique.

Micaela Pachi asiste a 2º grado de la Escuela pública Delfín Ji-jena. Su familia está integrada por su mamá, un hermano de onceaños y su abuela. Su madre trabaja y se esfuerza mucho para costearlos gastos familiares.

Se destaca por ser responsable y autónoma en la realización detareas.

Sus hobbies son ir a la escuela y escribir; disfruta leer cuentos,poesías, historietas y reseñas históricas.

Micaela Pachi / Tengo Algo que Contar

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Mi amigo

El auto golpeaba contra la ruta esa oscura noche delluvia. Yo conversaba con un amigo:

- ¿Seguro vas a estar bien?- Sí, no te preocupes, no pasa nada.- ¿Es acá?- Sí, pedile a tu papá que pare el auto.- Bien.Entonces se bajó en medio del campo. De repente

sacó un control remoto y pulsó un botón. En ese momentosu vehículo apareció. Él subió y arrancó. Se perdió en elcielo. Mi amigo había retornado a su planeta, su verda-dero hogar.

Dariel Aguero es alumno de 2º año del Ciclo Básico del Cole-gio Gymnasium (Esuela Experimental de la UNT). Vive con sumadre, quien se sacrifica mucho para solventar los gastos de su edu-cación.

Posee un excelente nivel académico y actitudinal. Concurre aun taller literario que se dicta en el colegio desde muy pequeño. Cu-rioso y autodidacta, afecto a la investigación de los temas propuestos,de gran capacidad para la reflexión existencialista, y la narrativa fan-tástica. Gran lector. Persona solitaria y ensimismada. Tiene un ex-quisito bagaje cultural.

Dariel Aguero / Tengo Algo que Contar

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Los fantasmas de mi pueblo

Me llamo Alan y vivo en un pueblo llamado Tapia.Este suele ser un lugar muy tranquilo como otros pueblosde mi ciudad, pero cuenta la gente que vive aquí desdehace muchos años, que en este pueblo hay muchos fan-tasmas dando vueltas, especialmente a determinada horade la noche. Yo nunca pensé que podría alguna vez en-contrarme con alguno, hasta que en una noche fría y so-litaria estaba terminando las tareas de la escuela, teníaencendido un brasero para calentarme mientras escribíala historia que me dio de tarea mi señorita. De pronto, almirar hacia la ventana de la cocina, una sombra se vis-lumbró ante mis ojos. El miedo invadió mi cuerpo y noquise voltear nuevamente la mirada hacia aquel sector.Seguí escribiendo, pero mi intranquilidad de saber siaquella sombra era el duende del que tanto se hablaba enmi pueblo, me perturbaba cada vez más.

Pasaron las horas y todo continuaba igual hastacuando quise levantarme de la silla para acomodar misútiles, algo frío volvió a invadir mi cuerpo. Al lado de lapuerta y, parado como una estatua, vi al duende con unenorme gorro en punta y su cara toda arrugada. Fue tal elsusto que me llevé, que enmudecí para poder gritar y enmenos de un segundo la sombra desapareció.

Desde ese momento de terror que pasé por unos se-gundos, mis pensamientos sobre la existencia de los fan-tasmas tomaron credibilidad.

Alan Gabriel Rodríguez nació un 12 de diciembre de 2000.

Alan Gabriel Rodríguez / Tengo Algo que Contar

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Tiene diez años y asiste a 5º grado de la Escuela pública Nº 45 deTapia (Trancas). Vive junto a sus hermanos Alejo, Jonathan y Daiana.Lo llaman Alan por su primer nombre, también le dicen Gagy.

Siempre le gustó escribir cuentos y leer libros, es así que, siendomuy pequeño, le compraron un libro de cuentos de caballos, y cuandoaprendió a leer, lo leía una y otra vez.

Para escribir, le gusta hacerlo tranquilo, solo, sin ruidos que loperturben.

En la escuela se destaca en las materias Lengua y Ciencias So-ciales, porque le gusta mucho la investigación.

Valentín Guardia / Tengo Algo que Contar

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La historia de mi vida escolar en planta alta

Era el día 3 de marzo de 2010 nosotros con mis com-pañeros veníamos de tercer grado “C” con las siguientesmaestras: Mercedes en Ciencias, Susana en Lengua y Ce-cilia en Matemáticas. Un año muy difícil ya que estába-mos a un paso de la planta alta de la escuela Doctor RaúlColombres. En cuarto muchos de mis compañeros nos se-paramos en distintas secciones:“A”, “B” y “C”, las maes-tras de tercero siguieron estos caminos: Susana se fue aprimer grado “B”, la señorita Cecilia buscó otro trabajoy la seño Mercedes se jubiló.

El 4 de marzo ya todos nos habíamos amigado conmis compañeros nuevos y mis seños nuevas: Cinthya enMatemáticas, Sandra en Lengua y la tutora de este gradola señorita Patricia en ambas Ciencias.

La seño Sandra, nos enseñó muchas cosas nuevas:como el contenido del chiste gráfico, tener una buena ca-ligrafía, los homónimos y el tiempo verbal.

La seño Cinthya, nos enseñó: división y multiplica-ción por dos cifras, números romanos y la descomposi-ción posicional y decimal.

La seño Patricia, nos enseñó: los movimientos de latierra, las fechas importantes de la historia y los departa-mentos de Tucumán.

Yo pasé de grado con la libreta llena de nueves y die-ces.

Mi vida escolar continuará ahora con la señorita quenos enseñó los recursos de la poesía, los seudónimos y lacarta.

La seño Cinthya nos enseñó el sistema de numera-

Valentín Guardia / Tengo Algo que Contar

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ción egipcio y chino.Y la maestra Estella Maris: el plano, los océanos,

mares y ríos. Tenemos nuevos compañeros de distintas divisiones

de esta escuela y de otras escuelas.

Valentín Guardia nació un 2 de mayo de 2001. Asiste a 5ºgrado de la Escuela pública Raúl Colombres.Vive con su mamá y susabuelos.

Su hobbie es leer cuentos de fantasías, aventuras y ficción. Sumamá le compra libros en la librería El Ateneo. Le gustan las pelícu-las de Harry Potter. Practica fútbol en el club San Martín.

Escribió el cuento porque quería que conozcan su vida en la es-cuela.

Valentín Guardia / Tengo Algo que Contar

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Juan el cuenta cuentos

Juan era un niño que siempre tenía algo que contara sus amigos: sus aventuras. Aunque imaginarias diver-tían y alegraban a todos los que las escuchaban.

Un día cuando caminaba a orillas del mar se encon-tró con otro niño al que no le gustaban las historias ysiempre vivía enojado.

Juan se le acercó esperando que éste lo corriera perosólo lo miraba con sus grandes ojos negros. Sabés -le dijoJuan- esto me recuerda el día en el que viajé al otro ladodel mundo, esperando una respuesta continuó´, - conocía un niño que cada vez que se enojaba, el cielo se oscu-recía, llovía y llovía-.

Los pobladores enojados decidieron correrlo delpueblo. “Siempre se elige el camino más corto, sin im-portar lo que sentiría si fuéramos nosotros a quienes lesocurrieran esas cosas”.

Todo estaba preparado para que el niño se vaya, perofue entonces cuando una voz salió entre la multitud y dijo:

- Si el niño se va, estoy seguro que la sequía nos ma-taría porque morirían nuestros animales y plantas tam-bién...¿No sería mejor buscar otra solución?

Entonces todos preguntaron al anciano que había ha-blado cuál podría ser esa solución. Este hombre propuso“alegrar el corazón del niño”. La sorpresa fue tanta quese miraron unos a otros abriendo grandes sus ojos y dije-ron: ¿cómo se podría hacer eso?

El anciano respondió que en lugar de ignorar al niñodebían invitarlo a participar de las actividades que hacíancomo comunidad, integrarlo, que sea uno más, que sin-

Celina Varela / Tengo Algo que Contar

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tiera su pertenencia al pueblo.Así se hizo y pasó, exactamente lo que dijo el an-

ciano. Además, Juan y ese niño se hicieron los mejoresamigos del mundo.

Celina Varela asiste a 6º grado del Colegio privado SantísimoRosario (Monteros). Su familia está conformada por sus padres y unhermano menor, llamado Lautaro. Ambos padres son docentes y tra-bajan en la Escuela Técnica Nº 1, de la ciudad de Monteros.

Escribió el cuento porque le gusta escribir, principalmente.Desde muy pequeña su madre le leía cuentos de aventuras y prince-sas. Ahora, ella usa la imaginación, estimulada por estas prácticas,cuando escribe narraciones.

Cuenta Celina, que este relato lo hizo pensando en su abuelo,fallecido hace un tiempo, ya que a él le gustaba mucho narrarle his-torias. Grande fue la enseñanza y el ejemplo que dejó en esta niña lacercanía de sus abuelos. Y es importante destacar también, que lamotivación y el diálogo con su maestra, la llevó a interesarse por par-ticipar en este concurso literario.

Su hobbie es incrementar sus conocimientos en todos los aspec-tos. Le gusta leer, ver canales educativos y ¡claro!, como a todos suspares usar la computadora. Se destaca por su constancia y responsa-bilidad. Es destacable la perseverancia en el estudio y el orden en sustrabajos, ella cuida que sus tareas estén prolijas y sus carpetas com-pletas siempre.

Es dulce en su trato cotidiano. A esta edad, disfruta de lecturasde aventuras, con personajes que destacan valores humanos y tam-bién lee artículos de actualidad.

Representa también al colegio, acompañando la Bandera Insti-tucional.

Celina Varela / Tengo Algo que Contar

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Cómo nacieron las manchas del dálmata

Antes, hace mucho tiempo, los dálmatas eran tanblancos como la nieve.

Tan bonitos eran que uno de los dioses de aquellaépoca tenía una hermosa cachorra dálmata llamada Alba.La perra era muy juguetona y hacía todas las travesurasque podía. Su amo, cansado de que Alba se metiera enproblemas, pensaba en una solución.

Una tarde el amo tenía que salir a crear un nuevoplaneta y debía dejar a la perrita sola. Pensó en amena-zarla, para que se atemorice y no le dieran ganas de jugar.El dios con toda su voz le gritó a Alba:- tengo que salir, ¡más vale que te portes bien o te dejarénegra!-.

La cachorrita, asustada, se metió en su pequeña ca-sita de madera y se quedó ahí por un largo rato. Luego sedistrajo con unos pájaros y los persiguió por toda la man-zana. Saltando rompió varias plantas de la diosa vecina,muy problemática que sacó a la pobre cachorra a escoba-zos. Cuando Alba se acordó de lo que dijo su amo, se fuecorriendo a su casa.

Llegó a su casita de madera e inmediatamente se fuea ver en el espejo, pensando que estaría toda negra. Sinembargo solo notó algunas pequeñas manchas en sucuerpo. Dentro de todo, su amo no había sido tan malo,sólo le agregó a la perrita una pequeña mancha por cadatravesura. Así nacieron las manchas del dálmata, perrosque siguen siendo muy inquietos y traviesos.

Laura Tagashira / Tengo Algo que Contar

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Laura Irene Tagashira asiste a 6º año de la Escuela públicaNormal Juan Bautista Alberdi. Su familia está integrada por sus pa-dres, Roberto y Silvia, y sus tres hermanos: Celia de 20 años, Anade 18 años y Roberto de 16 años. Sus padres son docentes universi-tarios en la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología. Su mamá esprofesora de ísica y su papá es profesor de Ciencia y Tecnología.

Escribió el cuento porque le gustan los animales, y su familiatiene como mascota una perra dálmata de siete años, la cual fue bas-tante traviesa desde cachorra; le asombró también encontrar en in-ternet una raza de caballos que tiene el mismo pelaje que losdálmatas.

No tiene un hobbie definido, aunque le gusta leer revistas y li-teratura para su edad. También usa la computadora e internet, aunqueen la familia se trata de regular el tiempo dedicado a ello.

Le gustan los idiomas, principalmente el francés, idioma queestudia en la Escuela Normal y el inglés, que estudia en el InstitutoAnglo; también hizo un taller de portugués en la escuela.

Lee con gusto la bibliografía que le solicitan en la escuela, perotambién concurre a la librería El Ateneo, para seleccionar libros delectura acorde a su edad, principalmente cuentos y novelas cortas.

Laura Tagashira / Tengo Algo que Contar

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El misterioso asesinato

Era una noche oscura, lluviosa y tenebrosa. Hoy encalle 25 de mayo al 1.200 se presentaba un nuevo librode la escritora Elizabeth Moya, ella era muy famosa porsu fascinante imaginación.

Eran ya las 00:00, la escritora no llegaba, de prontoapareció y miles de fotógrafos la apuntaron con sus cá-maras, comenzó a tambalear, en segundos cayó al suelo.La detective le tomó el pulso y dijo:

- ¡Está muerta!- ¿Pero quién podría ser? El forense dijo que alguien le había inyectado un ve-

neno llamado Exmetix y que sus efectos eran mareos ycalor.

El forense le preguntó:-¿Cómo se llama usted?- Perdón no me di cuenta, soy la detective Carla Eli-

zamon.- ¿Usted es algún pariente?- No, ¿y usted cómo se llama?- Soy Eduardo de la Fuente.- Hasta luego.La detective se enteró de un rumor, que la escritora

tenía un amante o amor prohibido.Investigó y fue a la calle Corrientes. - Toc, toc.- ¿Quién es?- Soy la detective Carla Elizamon.- ¿A quién busca?- Busco al señor José Pedraza.

Layla Yasmín Dibe Acosta / Tengo Algo que Contar

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- Si, discúlpeme soy yo.En el momento le hizo varias preguntas, por ejem-

plo:¿conocía a la escritora?Obvio que todas las preguntas eran referentes a la

escritora.Después fue a la mansión de la escritora, interrogó

a todas las personas de la misma una por una, no se le es-capó nadie. Pero había muchos testigos y sospechosos.Faltan el camarero y la enfermera, dijo la mucama, en-tonces desaparecieron los dos.

La detective le preguntó a la enfermera:- ¿Qué inyección le puso?- La de la diabetes. Ah, se me escapó.- ¿Cómo?¿tiene diabetes?- Sí, yo mandé al chofer a que comprara el medica-

mento.Inmediatamente salió corriendo a investigar al cho-

fer, le preguntó:¿Usted que tipo de medicamento compró?- El de la diabetes.- ¿Y cómo es que murió la escritora?- Porque le inyectaron un veneno.- No, no puede ser, yo no compré otra cosa.- ¿En qué farmacia lo compró?.- En la farmacia Pueblo.La detective fue a la farmacia.- Disculpe señor: ¿Usted atendió al chofer de la es-

critora Elizabeth Moya?- Sí.- ¿Y qué le vendió al señor?- El medicamento para la diabetes.

Layla Yasmín Dibe Acosta / Tengo Algo que Contar

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- Usted sabía que…- Ssssshhhh cállese, ya lo sé.Luego fue a preguntarle al chofer a quién le dió el

medicamento, y él le respondió que al camarero.En el momento llegó una mucama y le dijo a la de-

tective que el camarero había cambiado el medicamento.La detective le preguntó porqué lo había hecho, él

le dijo que él era quien escribía los libros, mientras ellase convertía en multimillonaria y famosa.

Entonces llamó a la policía.Mientras la policía lo llevaba, él gritó, -¡Yo no lo

hice!- , pero la detective lo tomó como que decía algopara defenderse.

Al día siguiente salió en el diario que habían matadoa otra escritora.

Layla Yasmín Dibe Acosta asiste a 4º de la Escuela San Martín.Su familia está integrada por sus padres y una hermana menor. Supadre trabaja como encargado en un Spa y su madre es maquilladora.

Desde muy pequeña su papá le leía cuentos policiales y al ir cre-ciendo se interesó por esta tipología textual, son sus favoritos.

Su hobbie es escribir cuentos y obras de teatro todas referidas aasesinatos y suspenso. Evidencia gusto y placer por la lectura y pro-ducción de textos.

Layla Yasmín Dibe Acosta / Tengo Algo que Contar

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Sólo preguntas, simplemente preguntas

Comenzar nunca fue fácil, sinceramente esa es laverdad.

No niego que amo la literatura, me apasiona leer, es-cribir, redactar, copiar y aprender palabras nuevas todoslos días; por el simple hecho de lo maravilloso que espoder interpretar lo que cada uno ve, quiere y siente delas palabras, los cuentos, los poemas, y porqué no, las le-tras.

Me decidí a empezar esto, porque es algo que nece-sito contar; no crean que es fácil, al contrario me resultómuy difícil decidirme ya que es algo que todavía no lopude superar, este dolor y esta pérdida grabada en míestán como que no se quieren borrar, intento alejarlos demí y no se puede, trato de ocultarlos y más aparecen, in-tento olvidarlos y en mi cabeza están constantemente,están y nunca se irán.

Todo comenzó así cuando un día soñando, pero so-ñando despierta se me vuelven a la mente y a los recuer-dos, que un día como cualquier otro, un día sin sol peroque transcurre fuera de lo extraordinario; de repente y sinprevio aviso recibí una noticia; pero no una noticia cual-quiera, ni mucho menos una buena, la peor noticia quealguien puede recibir…Esta noticia la recibí yo, pormedio de una compañera de escuela; en esos momentosno recuerdo bien precisamente cuántos pero alrededor deonce años habremos tenido, si no me equivoco en el año2004, para ser más precisa en el tiempo, fue ella quien melo dijo.

Me acuerdo de ese día como si fuese ayer, creo que

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será el único día que llevaré por siempre en mi memoria.Eran las siete de la mañana de un día de noviembrecuando caminando rumbo a la escuela me encontré conmi compañera, quien iba con su papá, y a quienes saludé;y le pregunto a ella hacia donde iba, en esos momentoscuando termino de formular mi pregunta noto una actitudmuy rara en su mirada, y su rostro empañado de lágrimasy no entendía el porqué, cuando logra decirme sólo escu-ché: - no te enteraste, falleció Ruth-.

Me lo dijo de modo calmo, para tratar de suavizar elimpacto que sobre mí puede causar, pero nada en elmundo suaviza un golpe tan brusco y fuerte: la cruel rea-lidad es que mi mejor amiga falleció, se fue de esta mismarealidad sin explicación y dejando por atrás un millón deporqués sin sus respuestas. En esos momentos al escu-charlo fríamente el cielo se oscureció, gris es muy pocopara el color que tomó y una tormenta como diluvio di-vagósinpreocupación;arrasóporelcielo quecomo océanoquedó. El cielo lloró, la lluvia como lágrimas cayó, elviento suspiraba y sollozaba; su fuerte brisa lo reflejó, elclima de un momento a otro cambió, como una fría ma-ñana de junio quedó porque el frío todo lo congeló…Asílloré y suspiré yo, y por ese frío se endureció mi corazón.Fue una sensación la cual nunca antes había sentido, enesos momentos si me preguntaban lo que sentía no lo po-dría haber contestado, no podría haber dado una respuestaa esa pregunta ya que era algo nuevo en mi vida y todavíano podía asimilar lo ocurrido, no lo comprendía. Real-mente no sentía nada, sólo dolor y ardor en mi garganta,junto al vacío de mi estómago, y lo peor sentir un fuertefrío correr por mi espalda, jamás podré olvidar esa sen-

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sación, hasta ahora no la volví a tener y espero nunca másen mi vida volver a sentir eso. Fue como que me arranca-ran la mitad del corazón y me cegaran por completo, nopodía mirar el mundo, no quería volver a mirar, en esosmomentos sentí miedo, temía no poder aguantar. Tenía ytodavía tengo miedo, me falta la persona más importanteen mi vida, la persona que me enseñó a vivir, quien medio motivos para vivir y reír, fue ella quien me demostróque no todo es lo que parece, que a las cosas hay que en-frentarlas y no darse por vencida ni aún vencida. Se pusoen mi camino como si hubiese tenido un punto fijo en mí,me ayudó a cambiar la Micaela que era antes, esa nenamiedosa que no podía entablar una conversación con otraspersonas, que le tenía miedo a todo y por todo lloraba, laque veía que el mundo era malo y no valía la pena lucharpor algo que estaba perdido. Fue ella quien me cambió,me convirtió en una Micaela capaz, sincera, fuerte y sobretodo luchadora, me enseñó a brillar, a reír, a estar segura,a confiar, a creer y a amar la verdad: recuerdo el día queme dijo:“LA MENTIRA ES LO PEOR QUE HAY, AMALA VERDAD. ES PREFERIBLE LA VERDAD AUNQUEDAÑE, ANTES QUE LA MENTIRA QUE MATA”. Ahorasí quiero correr por mis sueños y quiero que me cuestenlo que me tengan que costar porque sé que mayor va a serel orgullo que voy a sentir cuando lo logre. Sé que puedo,y más si lo hago por ella.

Sólo puedo recordar con lujo de detalles esa horriblemañana en la cual no podía entender nada, lo primero quehice fue caminar y caminar, sin siquiera saber adondequería llegar, caminaba sin poder respirar, nudos en lagarganta se me formaron y ni siquiera saliva dejaban

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pasar, solo caminé y caminé y cuando ya no daba másparé y decidí fijarme que era lo que estaba haciendo y medí cuenta de que había hecho el mismo recorrido que hicepor última vez con ella, caminar desde la escuela hasta elquiosco de los helados de máquina, luego hasta la farma-cia donde nos íbamos a pesar, seguíamos hasta el quioscode caramelos, donde muchas veces comprábamos los cos-peles para el colectivo, y así tomar el colectivo, que mu-chas veces corríamos para alcanzarlo, o en la esquina lehacíamos señas a los choferes para ver si querían parar.Hice el mismo recorrido y fue ahí que sentí lágrimas co-rrer por mi mejilla, salían solas sin que yo quisiera quesalgan pero todavía no sentía nada, sólo ese mismo vacío.

Luego caminé a mi casa y cuando llegué lo primeroque hice fue bañarme, después me preparé para volver ala escuela, para ir con mis compañeras al velorio de ella.Todo estaba tranquilo sólo hablaba con mis compañerasde otras cosas y todavía seguía sin sentir nada, eso era loque más me preocupaba, no poder sentir nada, sólo esevacío que ahora me paralizaba el cuerpo y ni palabras medejaba decir.

Cuando llegó el momento veía a lo lejos que veníamucha gente caminando despacio, mis manos y piernasduras quedaron, ahí realmente quedé ciega por cinco mi-nutos hasta que llegó su cajón a la puerta, ahí sí sentí lapérdida, ahí me daba cuenta de todo por fin sentía algo yno quería sentir eso tampoco, hubiera preferido no sentirnada y seguir como estaba, en ese vacío, el dolor era ho-rrible, no podía hablar, sólo llorar y llorar y saber que notendría más a mi amiga en vida.

Ahí en esos momentos comprendí todo y lo entendí

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cuando ví que su cajón se iba a lo profundo, y yo estabaahí y por más que quería no podía hacer nada, ya no podíasacarla de ahí, estaba ahí y ahora su cuerpo iba a estar porsiempre ahí, y yo estaba ahí y no podía hacer nada pormás que lo pidiera no se podía, ya no había nada parapoder sacar a mi amiga de ese oscuro y frío cajón, y yosiendo su amiga no pude dar mi vida por la de ella, nopude y es lo único que voy a lamentar, no haber podidohacer nada. Ya no iba a estar más, nunca más, sólo en micorazón y por siempre en mi memoria. Frente a estehecho, mi vida da un vuelco total, y llega el momento des-pués, asimilar detalles del hecho y de comprender quetodo cambiaría para mí y que ya nada volvería a ser igual,de replantearme todo lo que daba por sabido con respectoa mi vida, de repensar como haría y continuaría de ahoraen más mi vida. Y en ese momento que entre lágrimas,angustias, penas, nebulosas y confusiones, llego al puntoen el cual comienzan a surgir preguntas, miles de pregun-tas, millones de preguntas, una cantidad ilimitada de pre-guntas, demasiadas preguntas para mi gusto, demasiadaspreguntas sin una respuesta concreta…preguntas quejamás se contestan, esas que ni el tiempo logra hallar susrespuestas. Simplemente en mi cabeza son sólo preguntas,y no pasan de eso: ¿qué haré de ahora en más?¿cómo se-guiré sin ella?¿ qué será de mí sin ella? ¿Dónde estaráahora? ¿ estará bien?, ¿habrá sufrido en su partida?, ¿conquién hablará cuando esté mal?, ¿quién me retará y mehará abrir los ojos cuando cometa algún error?, ¿qué seráde mí si perdí el motivo por el cual despertaba cada ma-ñana y vivía un día más en este mundo?Pero sin lugar a dudas, el pensamiento que dominó mi

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mente, y que tuvo un peso mayor a los otros fue el grandilema de si debería ir en su búsqueda, si seguir o no lu-chando por vivir y si debería realmente acompañarla y nodejarla como ella nunca antes lo había hecho conmigo.¿Debería acompañarla a su destino incierto?, ¿lo correctosería que todo terminara para mí también?... Pero a la vez,supe que ella querría lo mejor para mí también, por lotanto surgió en mí la pregunta: ¿qué es lo mejor para mí?,¿quedarme y sufrir? porque ya no tengo a mi lado el mo-tivo de mi existir, o ¿sólo irme por el camino más fácil?,pero sabiendo que quizás así tampoco llegue hacia ella,o, en caso de encontrarla ¿estaría muy enojada conmigopor mi decisión?...aunque creo que entendería la razón yel porqué de mi decisión. Ella si entendería que necesitoque esté conmigo, que necesito de sus palabras de aliento,de su fuerza, de su mirada, de su risa, de su espontanei-dad, realmente necesito de su luz.

Ese día sentí todo de golpe y aprendí a valorar lavida, a ver todo de otra manera al saber lo que es perdera alguien, ahí mi vida dio un giro de ciento ochenta gra-dos, fue como que el alma de Ruth se depositó en mí, perono por completo porque quedaba mi mitad. Creo que fuelo mejor que pudo haber pasado, en esos momentos sentíeso porque ahora me sentía segura y fuerte a pesar de todoel dolor y sufrimiento, eso fue lo que me ayudó a no caerpor completo, a poder de a poco levantarme.

Cómo me gustaría y quisiera que estuviera aquí, yque todo sea al revés; que el cielo tenga su color azul, queen vez de lluvia el sol plasme las veredas con sus rayos,el arco iris se llene de color, y que un suave calor descon-gele mi corazón que un día de noviembre, un día como

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cualquier otro se endureció por una horrible noticia…Re-almente quisiera borrar ese día de mi memoria pero esimposible, por más que quiero e intento en mí está y nose va jamás, el dolor y los nudos en la garganta tampoco,están y creo que nunca los voy a poder sacar, nada ninadie, es imposible, es como ESPERAR QUE EL SOLSALGA DE NOCHE, algo sin sentido y no lo puedo pedir,porque fue mi amiga quien se fue ese día de este mundo,sólo quisiera que no me duela tanto y quisiera ser másfuerte y demostrarle que puedo, que por más que ella noesté aquí conmigo voy a poder lograr todo lo que me pro-ponga porque su alma y memoria están conmigo y confíoen eso, no lo dudo, eso lo sé porque lo siento y muy en loprofundo.

Quisiera poder contarle que descubrí una de mis pa-siones que es algo que creo que puedo hacer bien y sobretodo que me hace feliz cuando lo hago; que es escribirtodo lo que más puedo, quiero escribir para sacar muchode lo que sé con las maravillosas palabras, con eso quesé, quiero llegar a lo que quiero ser, una escritora muy re-conocida como Elsa Bornemann o Poldy Bird, o porquéno, como Ana Frank que a pesar de que estaba prohibido,ella escribía la propia historia de su vida, yo quiero serigual que ellas y tal vez mejor, porqué no soñar a logrande, no está prohibido, quiero que las personas sientanlo que trato de expresar cuando escribo, quiero que pue-dan entender cada una de mis palabras y lo que significan,quiero que se den cuenta de lo maravilloso que es poderleer y comprender eso que están leyendo mientras sientenlo que el autor escribió, que fabuloso sería, realmente parael autor eso tiene un gran valor. También sigo pensando

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en ser periodista, eso por suerte se lo conté y lo voy a lo-grar. Esto quisiera poder contarle a ella un día en el cualestemos sentadas conversando de la vida, o tomando algo,o un día en el cual venga a mi casa, o en la propia escuelaque es el lugar donde nos conocimos, será por eso queamo la escuela, pero lamentablemente ella ya no estáaquí.

Me gustaría que esté aquí para poder confesarle quedescubrí cuál era su misión y que estoy segura de que lologró bien, fue haberme encontrado y haberme cambiadopara ser hoy quien soy, ¿qué hubiese sido si no se poníaen mi camino?, prefiero no preguntármelo ni muchomenos pensarlo ahora, estoy agradecida por lo que logróconmigo y por más que todos los días llore por su ausen-cia estoy feliz por haberla conocido así como fue, y doygracias todos los días por ser yo quien la llore, más alládel dolor, la angustia y los vacíos estoy bien, y siemprevoy a agradecer a la vida que ella se halla puesto en micamino. Esto es lo que soy gracias a ella, todo es por ella.

Sin lugar a discusión, y la única respuesta entera quetengo, es que éste fue mi momento límite que me llevó areplantearme todo lo que conozco por vida desde princi-pio a fin, todo lo que conozco por felicidad, todo lo queconozco de todo…Y sinceramente no sé a donde voy allegar, y dónde estaré pero sé lo que quiero, sé que es loque a ella le prometí y por nada en el mundo le voy a fa-llar, así me cueste muchísimo lo voy a cumplir.

Ya perdí demasiado y sólo soy una mortal que vivey sigue viviendo para luchar por cumplir sus sueños; parademostrarme a mí misma y a la vida que con la fuerza ycon lo que me enseñó mi amiga puedo lograrlo porque es

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lo que quiero…NO POR MIEDO A ERRAR VOY ADEJAR DE JUGAR MI JUEGO. No me voy a dar porvencida ni aún vencida, porque como me dijeron una vezNO SE PUEDE VENCER A ALGUIEN QUE NO SEVENCE, PORQUE EL ESPÍRITU Y LA ESPERANZA ESLO ÚLTIMO QUE SE PIERDE.

Esto solo fueron dos historias de vidas unidas y teníala necesidad de contarlo, y yo no tengo un final, pero cadahistoria tiene su final, pero en la vida cada final solo esun nuevo comienzo para algo nuevo…No tengo ideacómo hacer un cierre a esto, solo comenzando por el prin-cipio, que no soy buena comenzando ni mucho menos ter-minando esto que yo tenía para contar, una historia devida más, pero la historia de mi amiga y era eso lo quetenía para contar.

Micaela Gallo Pérez nació un 19 de Diciembre de 1993, en SanMiguel de Tucumán. Asiste al 10 º curso de la Escuela y Liceo Vo-cacional Sarmiento (Escuela Experimental de la UNT). Su familiaestá compuesta por su mamá Natalia, su papá Miguel, y sus hermanasMilagros y Maya. Su papá es comerciante y su mamá ama de casa.

Sus escritores favoritos son: Elisa Roldán, Elsa Bornemann, An-tonio Santa Ana, Ana Frank y sus libros preferidos son: “Deciramigo”, “Corazonadas”, “Los ojos del perro siberiano” y “El diariode Ana Frank”.

Sus hobbies son: escuchar música, bailar, escribir, inventar his-torias y leer.

Lee mucho, tanto textos ficcionales como no ficcionales, esdecir, realiza todo tipo de lecturas.

El motivo inspirador de su cuento fue la muerte de una compa-ñera, que la movilizó mucho.

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Red (rojo)

Cuanto más te conozco, menos te entiendo, nopuedo ver algo como un hilo rojo, porque no puedo dejarde creerte.

Abrázame aunque sepa que es una mentira. No es-conderé mi ahogado corazón.

Me ahogo en tus labios, tu calor me llenará sin re-torno.

Temblando bajo la lluvia que cae, sin un paraguas,tengo miedo de conocer la soledad.

Yo te quería.No puedo ver algo como un hilo rojo, porque no

puedo dejar de desearte.Asentí a tus palabras entremezcladas y con un sus-

piro: “podremos reír juntos de nuevo, aún en desacuerdo”.Quiero creerlo…Si es un hecho que todo tendrá un final, sin duda será

por la eternidad…Si se dice que no hay nada que sea cierto, podemos

jurar por nosotros mañana…Abrázame, aunque sepa que es una mentira. No es-

conderé mi ahogado corazón.Si me ahogo en tus labios, tu calor me llenará sin re-

torno.La lluvia golpeaba incesante los vidrios del auto.

Llovía incesantemente. Ambos íbamos en el asiento tra-sero, desalineados y algo sucios, mirando por nuestrasrespectivas ventanillas, distraídos el uno del otro, en ab-soluto silencio, sin más que respirar porque es una cos-tumbre de siempre y no una mera necesidad.

Melina Mariana Méndez / Tengo Algo que Contar

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¿Cómo es que llegamos a esto? ¿a una situación así?Me preguntaba miles de cosas como esas, al mismo

tiempo que giraba mi cabeza y me atrevía a mirarlo di-rectamente al rostro. Habíamos tenido una amistad her-mosa, de muchísimos años y la habíamos destruído poruna revolcada y un par de estupideces cursis, absurdas ysin sentido que no tendrían que haber sucedido…

En la noche anterior habíamos dejado nuestros vasossobre el techo del auto y nos habíamos dejado caer en suinterior, arrullados por el deseo y la lujuria, el juego y eldesafío de cuando el placer es mutuo y todo es válido,que muchas veces lo arruinan todo. Fue la mejor nocheque tal vez ninguno de los dos había pasado jamás; peroestábamos borrachos, desinhibidos, destruidos interior-mente, locos, irreconocibles.

Éramos un par de locos desconocidos tocándose sinmás, porque se daba la oportunidad y porque ¿qué eramejor que hacerlo ahora que el otro había caído?

Teníamos los corazones destruidos y lo sabíamosperfectamente. Lo sentíamos profundamente. Había cosasque queríamos subsanar y las buscamos en el otro.

Siempre se daba el tema de la lluvia en momentosde intenso pesar, énfasis, dolor y silencio como lo eraaquel, ese mediodía.

No tenía ganas de comer, dormir o ver televisión…lo único que me interesaba era poder desaparecer, que medestruyera un rayo. Que algo potente me hiciera desapa-recer del mapa lo más pronto posible sin dejar ni un solorastro. Quería morir…Me sentía usada, engañada y tratada como una estúpida.Me sentía como siempre me había sentido desde que

Melina Mariana Méndez / Tengo Algo que Contar

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había compartido aquella tarde con él en mi casa, esatarde en la que Leandro trató de tonto a Matías, que meenfurecí y discutí con él defendiendo al otro para despuésresponderle mal a Lisandro y después, al recostarme, pen-sar idioteces sobre que no le intereso realmente a Matías.

¿Podía pasar algo más?, sí, me sinceré con el men-cionado para que él sólo atinara a decirme que no mequiere como espero, que hay cosas que preferiblementese olvidan…para que Leandro hiciera una fiesta en la cualvería a todos, en la cual sabría que Ángel había abando-nado por un mero juego a Lisandro y que él quería lomismo que yo: olvidar todo lo malo, empezar de nuevo,volver a vivir, a reír y a disfrutar de la vida pero con al-guien más…

¿Qué me había llevado a pensar que ese alguien máspodía ser yo? ¿Desde cuándo sentía cosas tan fuertes porél? ¿Por qué cedimos?

Ahora estábamos ambos sentados, uno al lado delotro, completamente enmudecidos, sin saber que decir.

Tal vez, simplemente no queremos decirnos nada,reflexionar nada, transmitirnos nada, no queremos seguiraparentando para el otro y para nosotros mismos nada.

¿Qué haría yo ahora con este sentimiento? Lisandro:- Ángel te usa cuando quiere y el tiempo que quiere comoa una ramera y después cuando ya no le sirves te bota, note ama y tú sin embargo lo idolatras-. A Leandro sólo leimporta pasarla bien, embriagado, tirándose a Patriciotodas las veces que puede y Matías…nadie pero nadie,sólo nosotros dos sabemos que hubo entre nosotros yahora sólo quieres mantenerte lejos de mí.Aparentemente no funciona para él la frase “donde hubo

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fuego, cenizas quedan”.No quiere recordar lo bien que estábamos y aquí me

veo: por una estúpida fiesta sin sentido terminé enredadacon Lisandro en el asiento trasero del auto de quién sabequién, ante los ojos vidriosos y tristes de Matías.

Episodio 1: Temperatura

Era una tarde cálida de otoño. En esos días, podríadecirse que andaba sintiéndome bien, por lo menos no re-negaba o no me sentía dolida para nada.

Esa tarde Lisandro venía a visitarme. Lo estaba es-perando ansiosa.

Vivíamos con cierta distancia el uno del otro peroigual tratábamos de vernos seguido, éramos amigos desdesiempre. Compartíamos muchas cosas en común y nosllevábamos bien a pesar de ciertos arranques raros de miamigo.

Esa tarde todo empezaría a encaminarse mal.Cuando llegó, me saludó con un fuerte abrazo al que

yo respondí, luego de que lo dejé adentrarse en mi casa,le pregunté cómo estaba, se lo pregunté realmente. Muchagente dice que preguntarle a las personas sobre cómo sesienten es solo un acto de cortesía, que realmente a nadiele importa si estás realmente bien o si sólo muestras unacruda fachada de alegría y bienestar cuando en realidadte estás muriendo por dentro.

Cuando entramos a mi hogar y Lisandro se acomodóen la cocina, donde le invité algo para tomar, una expre-sión de dolor y sufrimiento profundos se apoderaron desu cara. Al poco tiempo de preguntarle qué pasaba, me

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habló de Ángel, de cómo siempre, Ángel también eraamigo mío, pero no tan querido y cercano como el propioLisandro, Matías o Patricio. Era novio (o simulación denovio) de Lisandro desde ya hacía bastante tiempo perosiempre suponía que Ángel sólo jugaba con los sentimien-tos de mi amigo y, como en casi todas las oportunidadesen las que lográbamos vernos últimamente, Lisandro sólopodía hablar de él.

Sí, Lisandro era bisexual, al igual que algunos de losotros amigos.

Esta vez y como casi siempre, Ángel había pasadola noche anterior con mi amigo, lo había maltratado y des-pués se fue dejándolo botado en cualquier lado. No sóloyo se lo repetía, Lisandro se daba cuenta por sí mismo ysabía perfectamente que el rubio lo usaba desde siempre,que jugaba con él y con su cuerpo cuando quería, pero elmorocho siempre cedía ante él y ambos lo sabíamos.

Por algún motivo que no lograba entender, mi amigosiempre perdía ante los encantos de Ángel y siempre su-cumbía ante él.

Se sinceró y me explicó que se sentía muy usado,estúpido, destruído y por sobre todo un iluso sin remedioni vuelta, ya que no podía no querer como quería desdesiempre a Ángel, no podía imaginar una vida sin él. Aun-que lo usara.

Cuanto más lo escuchaba, menos lo entendía.(…)

Un rato después de merendar nos sentamos frente a lacomputadora a ver qué había de bueno en Internet, quenos entretuviera y distrajera de sus dolencias a Lisandro.

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Ahí entramos a su Twitter y vimos a Leandro conectado.Mi amigo inició una conversación con él:

El chico pelirrojo y enano como lo era Leandro, ha-blaba de una fiesta en su casa ese mismo sábado y nos in-vitaba a ambos, ya que Lisandro le dijo que se encontrabaen mi casa. También preguntó por Ángel y Matías. Como,repentinamente ante la idea de recordar al rubio, Lisandrono quiso seguir hablando con Leandro por un momento,yo proseguí con la conversación cibernética:

- ¡Hola! ¿Cómo estás?- respondió.- Bien. Bien aquí pasando un rato con Lisandro.- Eh, ¿vendrás a mi fiesta? Es este sábado, a eso de

las once de la noche.- Bueno, a lo mejor vaya- respondí.- Y no te olvides de decirle al otro tonto que también

venga -(risas), se refería a Matías.- Ok…escribí y envié esperando que se diera cuenta

de que me había molestado su comentario.- Bueno, no te enojes…es sólo un modo de decir

(risas), sabes que suelo hablar así.No creo que sea un simple modo de decir, no llames

así a Matías, respondí secamente. Sé cómo eres Leandro,no soy ninguna estúpida.

- Bueno, está bien, no te olvides de decirle a Matíasque venga, ¿así está mejor?

- No trates de relajarme, odio que traten de verme lacara de estúpida. Lisandro leía la conversación al tiempoque me decía que me frenara un poco, que tal vez me es-taba sobrepasando con el trato hacia Leandro pero yo noquería frenarle al otro idiota que se creía muy pícaro.- Ok, ok, no te digo más nada, simplemente quiero saber

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si le vas a pasar el mensaje a Matías.- Si, lo haré.- Ok, nada más, ahora pásame con Lisandro, ter-

minó.Finalmente me levanté de la silla y le di lugar al más

alto, quien me reprochaba que me había pasado de duracon el pelirrojo pero, el hecho de que me hablara mal deMatías siempre me ponía los pelos de punta, sentía muchoafecto hacia él y odiaba que hablaran mal de su persona,de modo que me alteré lo suficiente como para respon-derle de mala manera a la insistencia de mi invitado. Unarranque de furia salida de algún lugar interno de mi ser,había logrado que el chico sintiera aún más dolor que elque Ángel le provocaba, porque lo noté en sus ojos, quese quedara mirándome asustado y dolido y que finalmentese resignara bajando la cabeza, en absoluto silencio.

Me avergoncé malamente ante la situación que aca-baba de lograr y, sin dejar pasar más tiempo, me acerquéa Lisandro, lo abracé y le besé el rostro buscando una son-risa y que me disculpara.

“Tranquila… somos seres humanos y todos come-temos errores”…las personas suelen tener arranquescomo esos y…y es normal, no te culpo, Leandro a veceses bien irritante.

Todo está bien…me dijo riendo, o por lo menos tra-tando de reír aun rodeado por mi brazos.

(…)

Más tarde, en la noche, Lisandro se fue con un poco másde ánimo, mucho más del que había traído. Lo acompañéhasta la parada del bus y, una vez que lo vi alejarse y volví

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a mi casa, me relajé con un baño caliente y luego, los pen-samientos y múltiples ideas me asaltaron la mente, seamontonaron en mis sienes, se agolparon en mi gargantaen forma de lágrimas.

Aquella tarde había lastimado a mi mejor amigo, aaquel incondicional de siempre, por un estúpido arranquede bronca. Había discutido con Leandro casi por una pe-queñez, aunque repentinamente pensaba que ese enano semerecía esos insultos y miles más: no sabía si él habíasido así siempre y yo no me había percatado de ello hastamucho después, o si se había convertido en el monstruoque era ya. A mi entender, se había convertido en un nenemalcriado, enojón, caprichoso, nariz parada, creído, etc.,etc., que sólo le importaba él mismo y se la pasaba nin-guneando a medio mundo. Y en ese instante tambiénpensé que había discutido con el pelirrojo, tal vez pornada, a lo mejor Matías ni siquiera me agradecería pordefenderlo, tal vez no le importaba si yo ponía las manosen el fuego por él, o mejor nunca pensaba en mí y, cuandose acordaba de esta personita simplemente la recordabacomo una molestia, como alguien más a quien no le con-cierne mucha importancia ni consentimiento.

Una más entre las muchas que pudieron haber pa-sado por su vida.

A lo mejor todo lo que aún sentía por él, todo lo quehacía o dejaba de hacer por él y todo lo que me preocu-paba, su estado y todo lo que le pudiera pasar o no, sim-plemente era siempre en vano…

De repente las lágrimas me ahogaron y entré almundo de los sueños en su compañía.

Una piel fría y el viento de la calle de luces rotas

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Sombra desconocidaLas huellas del abandonoLa libertad fue robadaSi aparece un cielo oscuroUna risa penetra en mis oídos tapadosLa violencia abusa de míEntender es imposible¿Por qué fui elegido? Alguien debería contes-

tarme…Por favor, dime que todo esto es un mal sueñoGrité una y otra vez, mi voz se quebró.No hay más cabello que sacar de esta cabezaUna risa penetra en mis oídosUna débil temperatura se mezcla con el inviernoDejé de gritar y cuando sentí que podría marchi-

tarme y morir, me dije a mi mismoNo pierdas las ganas de vivirEn las noches temblorosas, me calloY me hundo en mi dolorPor favor perdona mi débil respiración…Por favor, dime que todo esto es un mal sueño¿Cuánto más tengo que gritar y retorcerme de dolor?Por favor, muéstrame que todo esto es un mal sueñoQuiero volver a reír una vez más antes del fin (*)

(*) Letra de la canción “Taión” (traducida)/Inter-prete: The Gazette.

Episodio 2: Mil Grullas

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sufrido tanto y tan de repente, había llorado tanto, habíapensado tantas cosas y me sentía realmente mal…

Sin importarme mucho eso, supe que éste era unnuevo día y que había que ponerle buena cara al maltiempo, que había que salir y seguir peleándola, porquela vida seguía, lo del día anterior no era nada comparadocon lo que muchas otras personas viven.

A veces las personas nos quejamos porque perdimosa una persona que sabemos que no nos valoró nunca perosin embargo renegamos y las lloramos, nos quejamos por-que no encontramos algo necesario para cocinar, porquenos quedamos sin crédito en el teléfono o por miles detonteras y pequeñeces sin sentido ni razón, siendo quehay otra gente para la cual eso es lo de menos o es algoinalcanzable.

Siempre lo pienso, por eso me considero afortunadaen la vida aunque no todo me salga siempre bien.

Sin importarme mucho eso, decidí llamar por telé-fono a Matías y quedamos en vernos aquella tarde. Iría asu casa, lo vería, pasaría un buen rato con él y, en el mo-mento adecuado, le relataría todo lo que había pasado eldía anterior.

(…)

Me había invitado a almorzar y a pasar el día en sucasa.

Cuando llegué me recibió muy bien y muy son-riente, como siempre y simplemente él era. Al llegar, leayudé un poco en la cocina, después de comer nos tiramosa ver películas en su habitación y así pasábamos latarde…

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Hasta hacía unos pocos meses Matías o Mat, comoyo le llamaba cariñosamente, había sido mi novio. Bueno,siempre pensé que con esa palabra quedaba muy simpley común: Matías lo fue todo para mí en ese único año quepasamos como pareja, fue mi razón de vida, el fuerte mo-tivo por el que sentía que debía levantarme y seguir ca-minando cada día, cada vez que sentía que no teníasentido seguir luchando, fue mi luz en la oscuridad, fuemi total alegría.

Si por él hubiera sido, lo nuestro hubiese durado unaeternidad.

Matías solía ser muy cariñoso, comprensivo y atentoconmigo, por no decir cursi y, a veces demasiado pegote.

También era posesivo (de buen modo), era educado,me respetaba, me amaba como jamás había amado a nadiey eso me constaba, siempre me lo demostraba.

En lo que a intimidades respectaba, era cuidadoso,tierno, amable, apacible, suave, lento y a su vez, ardiente,loco, descontrolado, sagaz, apasionado y muy fogoso. Encierto modo igual a mí. Éramos como cóncavos y conve-xos.

Cualquiera hubiera creído que lo nuestro era espec-tacular y perfecto. Nos constaba a ambos que hacíamoslo que podíamos y estábamos bien, éramos felices.

Lo nuestro fue algo inolvidable. El problema era queno lo supimos cuidar.

Una mañana al despertar, no sentí lo mismo que enotras mañanas. Algo estaba cambiando y sabía que fueralo que fuera, estaba directamente relacionado con Matías.De repente, me invadía la cotidiana monotonía, a pesarde tener días hermosos al lado de este chico que posee la

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sonrisa más hermosa que en la vida podré encontrar.Repentinamente ya no sentía nada ante su tacto, ya

no se me movía el piso al verlo acercarse a mi, insinuarse,¿Qué pasaba? ¿Me estaba acostumbrando a esas cosas, auna sórdida convivencia? No. No estaba acostumbrán-dome y llevando una vida monótona con nada.

Simplemente algo me decía que hasta ahí llegaba larelación con él.

Todo se fue repitiendo hasta que tuve que hablar conél.

Me odié por el hecho de hacerlo llorar aquel medio-día, hacía pocos meses atrás, cuando le expliqué qué ocu-rría. Es verdad, teníamos miles de planes, teníamosmillones de cosas de por medio y que queríamos alcanzarjuntos, pero yo no podía más. Algo me impedía seguircon el loco amor y la tranquilidad que tenía a su lado.

- …A lo mejor… lo que necesitamos es distanciar-nos un tiempo…tal vez…, recuerdo que le dije, tartamu-deando de los nervios pero, increíblemente sin derramarni una sola lágrima y eso era lo que menos me ayudaba.Algo en mi interior necesitaba irrigarle la acción de llantoa mi cerebro pero éste no reaccionaba.

Algo me decía que si lloraba, Matías me diría queestaba fingiendo o que estaba confundida y así me haríaabrir los ojos y me mantendría a su lado…pero eso jamáspasó. Él nunca lo vio o tal vez yo jamás pude transmitír-selo.

- Si de verdad me quisieras…jamás necesitaríastiempo lejos de mí- decía- y no me pidas tiempo…re-cuerdo que me miró con los ojos muy enrojecidos y la ca-rita empapada…porque alejarse así es un adiós, jamás

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volveremos…lo sé porque es así…en ese tiempo a lomejor te enamores de otro y jamás vuelvas…así que…notengas el descaro de pedirme este permiso…lloraba, -simplemente ve.

Me hirió de muerte con sus palabras y, como se sabeque todos valoramos verdaderamente lo que tenemos re-cién cuando lo estamos perdiendo, recapacité en una frac-ción de segundo pero ya era demasiado tarde pararetractarse y pedir perdón…

Desde ahí que habíamos quedado como muy buenosamigos. Tratamos de dejar todo lo malo atrás y seguir pe-leándola.

Después de mencionarle sobre la fiesta a la que Le-andro nos invitaba y después de merendar, ya casi a lanoche, Matías me acompañó a la parada del bus.

En el camino le hablé con lujo de detalles sobre loque había pasado el día anterior y sobre cómo me lo habíatomado yo al acostarme. Puse especial énfasis al hablarlesobre lo que había pensado en esos momentos de dolorsobre él.

Estuvo todo el tiempo atento y simplemente te-niendo la cortesía de oírme. Cuando terminé y esperé aque me diera una respuesta concreta, Matías dijo: “siem-pre hay dudas y nunca hay nada que sea cierto”. Al pe-dirle que, por favor, jamás me mintiera ni me ocultaracosas fuera del hecho de que ya no fuéramos pareja, éldijo: “nunca te miento y lo sabes mejor que nadie, porqueme conoces como nadie, además quiero que sepas quesiempre podremos reír juntos, aún en desacuerdos”. Reíy ambos nos estrechamos los cuerpos en un fuerte abrazo.Me había sincerado tanto con él que casi estaba llorando

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y se lo estaba contagiando a él también.Los minutos pasaban y nos habíamos ido por las

ramas de la conversación, ya nos habíamos alejado porcompleto del tema inicial cuando sentí verdaderas ganasde volver con él. Comencé a tirarle indirectas muy evi-dentes, mi plan era el siguiente, en ese entonces perversa,buscaba hacer caer al pobre Matías en mis redes y, unavez ahí, decirle que lamentaba mucho todo lo que habíaocurrido antes con lo nuestro y que buscaba su perdón ysu amor nuevamente, pero el chico parecía no darsecuenta (o no quería darse cuenta.) y, justo en un momentocúspide, aparecía por la esquina el bus que yo debía abor-dar.

Nos dimos un tibio beso en la mejilla cada uno yvolvíamos a apretarnos en un cálido abrazo, al tiempo queel móvil se acercaba y frenaba al lado de nuestra burbuja.

- Quiero que sepas que…que me están pasandocosas fuertes con Patricio…me susurró al oído, aún pe-gado a mí. Después me soltó y yo lo miré tratando de son-reír y de aguantarme las lágrimas. Le palmeé el hombroriendo como dándole ánimos para que encarara a Patriciocuando se diera la ocasión para después abordar el bus.

Así le daba inicio a mi segunda noche a puro llanto.No voy a negar que trajera mucho tiempo tratando desaber si Matías querría volver conmigo algún día, teníaávidas ganas de saber desde hacía bastante pero de supo-ner que la realidad y su respuesta eran éstas, hubiera pre-ferido no haberlo sabido nunca.Por lo menos así seguiría teniendo esperanzas…Un profundo y a mi entender, irreparable dolor me inva-día, al tiempo que me sentaba en uno de los asientos al

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final del bus y dejaba fluir mis más sentidas lágrimas.¿Qué más podía hacer? “hay cosas que preferible-

mente se olvidan”…habría dicho Mat en su oportunidad.Tu carta contiene signos nada más que ilegiblesTengo que oírlas de tu bocaIncluso con el color blanco del cielo claro, un sus-

piro resuenaSi solo pudiera oírlo de tus labios y entender el por-

quéLos colores del cielo causan este aliento, ¿por qué

no me rescatas de esto?Deseamos ser fuertes por todo lo que no podemos

hacer bienCómo cuesta olvidar…Del mañana me aparto, cuando cantas con tal pasión

acompañas mi sueñoEl refrenamiento se entrelaza como espinas en mi

sueñoIncluso la mente parece dormirEn mi sueño siento tu calor, tu mejilla con fiebre

contra míAl mirar las sombras del hueco borroso yo veo los

colores cálidos de un sueñoMis ojos reflejando tu imagenIncluso si el día se pierde de vista tú vendrásTú siempre te quedaras al frente de mis ojos En días cuando la luz del sol brilla a través de las

copas de los árbolesNo estaré a tu lado masEl cielo blanco que borra mis lágrimasY también olvido tus palabras

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¿Dónde está el fluir de tus lágrimas?Llamas mi nombre Incluso cuando esté a punto de romper tú me sosten-

drás fuertemente en tus brazosPero tengo miedo de perderte…¿Dónde cantas esa canción para mí?Mis oídos no pueden oír nada, pero el eco tiembla

dentro de míIncluso la mente parece dormirEl color frío del cielo que atormenta mi memoriaEl calor, tu pulso débil e inestable, siento tu mejilla

contra míEn un instante casi no pude recordarMiles de diminutas plumas dibujan cerca de míComo no recordar la expectativa de que vuelvas…Apareció el color frío del cieloLa última vez que oí tu vozPidiendo en aquel momento…El sonido de tu suspiro, en el frío cielo blancoNosotros dos nunca podremos estar unidos Como un ser otra vez (*)

(*) Letra de la canción “Chizuru” (traducida)/ Inter-prete: The Gazette

Episodio 3: Melancolía Pasiva

Nuevamente tuve que consolarme con pensar queera un nuevo día y levantarme para darle para adelante.Mierda…estaba perdida…

En la noche anterior, en pocas palabras, se me había

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venido el mundo con todo su poderoso peso encima. Mehubiera gustado nunca saber aquella dura verdad. Y esedía sábado, era la fiesta de Leandro, en su casa. En latarde compré el regalo y, como no había quedado en ircon nadie, me arreglé y fui sola.

Llegué casi a media noche y, cuando toqué el timbreme atendió Patricio: lo vi sonriente y animado. Me invitóalegremente a pasar y a adentrarme en la fiesta no sinantes darme un abrazo y un beso en la mejilla. Le corres-pondí con ambos gestos tratando de quitar de mi cabezael recuerdo del comentario de Matías en la noche anterior.Con él también traía una amistad de muchos años. Nueve,más o menos, y éramos muy unidos a pesar de algunasdiferencias.

Casi todos los amigos y familiares del cumpleañeroestaban ahí, la casa estaba repleta y apenas se podía andarpor entre tantos invitados, sin importar que la casa de Le-andro fuera grande…

Al llegar al cumpleañero, lo miré con cierta distanciay pensé que tal vez todavía estaba medio molesto por lode nuestra discusión en Twitter, que sólo me daría un sa-ludo simple, mínimo y recibiría el regalo que le traía.

Estaba riendo acomodado en el sofá, acompañadode unas chicas, Pato que se prendía a la conversación, sumadre y algunos chicos, que reconocí, eran sus primos.

Después de un rato meditándolo, tomé aliento y meacerqué. Lo saludé y, al verme, se levantó como impul-sado por un resorte del sillón y se lanzó a abrazarme: no,no estaba borracho todavía, no apestaba a alcohol aún, es-taba bien sobrio y aquel abrazo fue real. Le correspondícon el gesto porque sentí que era sincero. Me apretó con-

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tra él, yo le acaricié el cabello y, cuando nos separamosnos dimos un beso en las mejillas y le di su regalo.

Parecía verdaderamente feliz de verme y de tenermeen frente en su propia casa.

Me quedé un rato con el grupo, conversando. Patose reía tanto que se le marcaba perfectamente la forma depico de pato en los labios y me contagiaba esa alegría ex-trema y rara que tenía. Estaba logrando que me sintierabien y que le pusiera onda a la fiesta. Siempre le agrade-ceré por todo lo que me dio y aún me da. Lo quiero mu-chísimo.

(…)

En un momento necesité usar el baño. Le pedí per-miso a Leandro, quien me acompañó muy amablementey me dejó cerca. Cuando intenté pasar, noté que la puertaestaba trabada desde adentro y, al rato, se abrió y salióuna persona a la que no hubiera querido ver, o por lomenos, no aún: Matías.

Al tenernos frente a frente no pudimos evitar vernosa los ojos. Rubíes se fusionaron en aquella fracción de se-gundo. Supongo que sólo yo experimenté una ligera in-comodidad.

- ¡Eh! ¿Cómo estás?, me saludó al tiempo que seacercaba y me abrazaba.

- Bien disfrutando de la fiesta…no hice mucho es-fuerzo por responder a su abrazo y traté de sonreír…seestá poniendo entretenida, reí.

- Sí es verdad, me soltó, mostrándome su amplia ytan bella sonrisa- ¿eh, llegaste bien a tu casa anoche? Nome llamaste, me dijo sonriente y a la vez, aparentemente

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preocupado, apuntándome con uno de sus largos dedos.- Ay, lo siento, ¡lo olvidé!, reí y él también. En rea-

lidad no lo había olvidado: lo había mentado durante todoel viaje de regreso a mi casa, pero ni iba a llamarlo, noquería que me oyera llorando.

- Bueno no importa, está todo bien igual.- me sonriótan sencillo y calmado como siempre y yo sonreí también,sintiendo un nudo en la garganta, calor en la punta de minariz y líquido tratando de brotar de mis ojos.

- ¡Ok!, reí y en ese preciso momento…- ¡Ay, mierda! oímos un grito proveniente desde la

cocina. Era Patricio.- ¿Qué te pasó?, le preguntó Matías tratando de ir a

verlo, ansioso.- Ya vuelvo, ¿Ok?, dijo volteando hacia mí.- Ok, no hay problema, yo mientras paso al baño, y

ambos seguimos nuestras direcciones.Antes de meterme en el mediano espacio del toilette,

me quedé viendo al morocho ir casi corriendo hacia la ha-bitación que se separaba del baño por el pasillo, casi endiagonal, iba a asistir a Pato. Me alejé lentamente de lapuerta del baño y me acerqué un poco a la de entrada dela cocina y vi a Pato con varias botellas de cerveza enambas manos, estaba sacándolas del refrigerador altiempo que Matías le ayudaba y podía apreciar una botellarota, rodeada de aquel líquido espumante, en el piso. Talvez el grito había sido por la caída de la botella y el hechode que apenas podía moverse por el peso de tantas.

Al ver esa escena, tuve verdaderas ganas de desapa-recer. El nudo en mi garganta terminó por arrancarme laslágrimas que no quería derramar, no ahí ni en ese enton-ces. Rápidamente me adentré en el baño, cerré bien la

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puerta a mis espaldas y me dejé caer sobre ella. No podíadetener el frenesí de mi llanto. Sentir aquel profundodolor en el alma era lo peor que me había pasado, era lopeor que podía estar experimentando. Trataba de pararpero era casi imposible. Trataba de no hacer mucho ruido,aunque con lo alto que estaba el volumen de la música ylo alegre que estaban todos, muy prendidos con Leandroy entretenidos en la velada, dudaba que fueran a oírme.

Nadie se enteraría de que había una persona llorandoy sufriendo entre todos los que felizmente reían, nadienunca se daría cuenta…

Repentinamente mientras trataba de frenar mis lá-grimas, alguien llamó a la puerta:

- Ocupado… balbuceé.- ¿Mel?, preguntaron desde afuera. Reconocía esa

voz, era Ángel.- Sí…ya salgo, comencé a secarme aquel líquido sa-

lido del rostro con el revés de las manos,- espera un mo-mento por favor…

- No, tranquila, ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?- pregun-taba al parecer preocupado.

- Nada, estoy bien, trate de responder de maneraconcisa, para que no se percatara de mi llanto. Di unospasos hasta el lavamanos y miré mi reflejo en el espejo:tenía el maquillaje corrido y una expresión en el rostroque era mortal. Abrí el grifo y me lavé un poco, -eh,Ángel, ¿me harías un favor?

-Sí, dime.- ¿Podrías traerme mi bolso? Está sobre el sofá-- Ok, ya vuelvo- fue lo último que dijo antes que pu-

diera oír sus largas zancadas alejándose.

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Observé mi reflejo por última vez antes de queÁngel volviera con mi bolso. Cuando llamó a la puertapara dármelo, sólo entreabrí y lo recibí. Volví a maqui-llarme y practicaba sonrisas frente al espejo para que alsalir de ahí, nadie sospechara nada.

Al abandonar el toilette vi a Ángel primero quenadie. Nos acercamos y nos saludamos, él inhóspito comosiempre y yo sonriéndole y agradeciéndole que me alcan-zara el bolso, por fuera odiándolo terriblemente por hacersufrir a Lisandro, por dentro.

(…)

Eran tal vez las 02:45 horas y la fiesta seguía igualde prendida que al principio.

Quise fumar un momento y, mientras salía hacia elpatio trasero de la casa del cumpleañero, comenzaba apercatarme de la ausencia de Lisandro en la fiesta. Lean-dro también era amigo suyo y, sin embargo, no lo habíavisto desde que había llegado.

Comenzaba a extrañarlo en el lugar.Afuera en el patio, sobre uno de los tres sillones de

picnic, vi a una persona sentada, mirando hacia la fron-dosa oscuridad de los árboles cercanos, con un cigarrilloy una copa en las manos y una botella casi vacía cerca desus pies.

Me acerqué lentamente al tiempo que encendía micigarrillo y, una vez a su lado, me di cuenta de que eraLisandro, vestía una camisa larga, un largo saco plateadoencima, oscuros pantalones ajustados, un cinto, cadenas,las uñas cubiertas de esmalte negro, zapatos oscuros, elcabello liso y un flequillo que casi le cubría ambos ojos.

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¡Estaba maquillado! Y tristemente solo. Me senté lenta-mente a su lado, le corrí el flequillo con la misma delica-deza y terminé por verlo lloroso.

Por un momento había llegado a pensar que si meencontraba con Lisandro en la fiesta me divertiría un pocomás, hablaría y reiría con él, pero ahora lo encontrabasolo en el patio, en medio de la oscuridad, llorando en si-lencio y envenenándose con el vil alcohol.

¿Qué pasaba?Le pregunté qué tenía y, nuevamente entre nuestros

temas de conversación aparecía Ángel. Esta vez habíasido el colmo de todos los colmos posibles: el rubio lehabía dicho muy secamente a Lisandro que llevaba mu-chísimo tiempo, más del que él mismo se podía imaginar,engañándolo y jugando con él, se lo había escupido en elrostro como si nada, como si entre ambos nunca hubierahabido nada que los uniera. En pocas palabras lo habíadestruído de todos los modos posibles. En un modo grá-fico de hablar, lo había destruído de un mazazo.

Le había dicho las peores cosas que se pueden decira mi amigo y, además se le había reído con la mejor delas gracias.

Había sido algo muy fuerte, tan fuerte que Lisandrosentía ganas de morirse. No quería seguir viviendo en unmundo donde el único ser que realmente amaba lo des-preciara, lo maltratara y usara. Se había echado sobre mipecho, llorando como un niño desprotegido y muy asus-tado, al tiempo que decía que quería dejar de amar aÁngel, quería que el dolor se fuera, quería olvidar todolo malo, empezar de nuevo, volver a vivir, a reír y a dis-frutar de la vida pero con alguien más…

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Lo miré a los acuosos ojos, en el momento en queaquella última frase salió intencionadamente de su boca:compartíamos aquel sentimiento, aquel dolor, el mismí-simo dolor. Nos quedamos en silencio un rato y ahora erayo la que no podía evitar romper en llanto.

Le conté todo lo que había ocurrido con Matías eldía anterior, todo lo que habíamos hablado y su última yfulminante frase antes de que yo abordara el bus, que fuelo que más me había lastimado. Él sabía perfectamentede mi antigua relación con el chico de la hermosa sonrisay me comprendía.

Teníamos los corazones destruidos y lo sabíamosperfectamente. Lo sentíamos profundamente. Había cosasque queríamos subsanar y, de repente, las buscamos en elotro.

Después de hablar sobre nuestros pesares, tratar dereír a pesar de las circunstancias y terminarmos la únicabotella que teníamos con nosotros, perdimos la nocióndel tiempo.

Hasta el día de hoy no logro comprender (o asimilar)qué fue lo que me había llevado a pensar que la personacon la que Lisandro esperaba iniciar una nueva vida podíaser yo.

De repente en un momento dado, abandonamos labotella en el sillón de picnic y comenzamos a caminarhacia los autos y camionetas de los invitados de Leandro,que se encontraban estacionados ahí, cerca de nosotros ycasi entre los matorrales y árboles, en el patio. Llevába-mos nuestras copas, aún con un poco de licor que nos es-taba haciendo perder la cordura y algunos sentidos.

Llegamos caminando, abrazados, hasta el medio de

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los móviles y, sólo con los árboles como testigos, nosacercamos y nuestros labios se rozaron. Tal vez supusi-mos que podríamos arruinarlo todo con lo que comenzá-bamos a hacer pero algo nos llamaba.

Ya nos besamos con lentitud pero con fuerza.Comenzamos a buscar entre los móviles, alguna

puerta que hubiera quedado olvidada y accidentalmenteabierta, al tiempo que nuestras lenguas combatían. Al en-contrar una, no nos importó en lo absoluto de quién fuerael auto azul que empezábamos a abordar por una de laspuertas traseras.

Mi cuerpo quemándose, ardiendo en llamas, consu-miéndose entre los brazos de mi mejor amigo como leñaal fuego. Me calcinaba la cordura, mataba mi concienciay sólo quedaban las caricias tórridas, los besos y el deseo,que yo creía nuestro, a la deriva.

Nadie se enteraría de que había un par de personasamándose locamente entre todos los que felizmente reían;nadie nunca se daría cuenta…

El sabor sangriento de su boca, el tacto helado de losvidrios de las ventanillas, él explorando con privilegio mianatomía, despertando sensaciones que creía dormidas,arrancando frase de mis labios, haciéndome caer presa desu éxtasis, vanagloriándose por ser el protagonista denuestros pecados.

Mis manos traviesas se movían con febril desespe-ración, arrancando uno a uno los botones que cerraban sucamisa, buscando tocar, acariciar su abdomen de mármol,sentir piel a piel el calor del fuego extendiéndose por elasiento de aquel auto azul en penumbras. Sus dedos cáli-dos viajaban por mi vientre, yo intentaba respirar con

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calma, pero era inútil, el oxígeno entraba y salía de mispulmones al mismo ritmo que mi corazón latía emocio-nado. La tortura no se detenía. Suplicaba que no se detu-viera, aunque conociéndolo podía estar tranquila, no loharía.

Nuestras voces se quebraron como el cristal, sus pu-pilas se oscurecieron, nubladas de deseo. Las copas devino olvidadas yacían sobre el techo del móvil, sobre no-sotros.

Lo besaba con frenesí, le pedía más, quería saciaresa sed repentina, impensada y extrañamente correspon-dida que tenía de él. Me aferraba a su cuerpo, cerraba losojos y me acercaba a su oído planeando más delitos, gus-tosa de pecar, sin remordimientos, él me abrazaba tam-bién, jadeante.

Un derroche de pasión. Palabras que entonaban pro-mesas, su respiración agitada y gemidos de placer. Su pielcaliente contra el asiento de aquel auto, perdíamos unaprenda, dos, tres…estábamos desnudos, libres de ropa yde sensatez, no nos importaba nada, al menos en ese mo-mento, dejábamos para después los lamentos.

Su cuerpo temblaba, cobijado entre mis brazos; elsudor perlaba nuestras frentes, la lujuria recorría nuestrasvenas, se volvía lava y nos quemaba. Gemía sobre suboca y sus desvaríos más pecaminosos se volvían reali-dad. Abrasaba cada fibra de mi ser, el aire se tornaba pe-sado y en silenciosos reclamos pedía que no me hicieraesperar.

Me embistió lento, para ir más rápido. Nuestros mo-vimientos se volvieron una danza, ambos bailábamos alson de una melodía sensual, nuestras lenguas batallaban,

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y finalmente me rendí entre suspiros. Me hacía suya, mereducía a nada y dejábamos huellas en nuestras pieles.Marcaba su territorio, dejando en claro que sólo él mepodía y siempre podría satisfacer, que era de él, que lepertenecía aunque no se repitiera jamás. El exquisitocompás de nuestras caderas, sus movimientos eran exper-tos, de arriba abajo, de izquierda a derecha, terminábamospara volver a empezar, era un círculo vicioso del que yano podíamos escapar.

Empuñaba mis manos, no quería dejar escapar el so-noro grito que sentía agarrado en la garganta, pero él mellevaba al límite, parecía que ansiaba oírme suplicar, queno se detuviera, que ronroneara mi nombre y revolvierasus cabellos negros y largos.

Experimenté nuevamente el tacto helado con el vi-drio de la ventanilla y, a la vez, lo dejaba que hiciera con-migo lo que le gustara. Me enredaba en su cuello,mientras él me tomaba una vez más y se movía con ver-tiginosa velocidad. Besando, succionando y lamiendo mipiel con desesperación, saciando nuestro deseo.

Deliraba de placer, tocaba el cielo con las manos, elvaivén se tornaba poesía, la miel de sus labios, ambrosía.Todo el fuego a nuestro alrededor, perdíamos completa-mente la noción del tiempo y gemíamos hasta quedarnossin voz. Me susurraba al oído y atrapaba mis labios entresus dientes.

Me volteaba de espaldas, tomaba mis muñecas y, enesa nueva posición, seguía adueñándose de mi cuerpo,fusionándonos en un solo ser, demostrándome que a lomejor, realmente me amaba ¿Le transmitía acaso mi in-seguridad ante lo que vendría después de aquel inespe-

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rado momento de lujuria? Saboreaba la pura gloria al es-trechar mi cuerpo menudo contra el suyo.

(…)

El aire llenaba nuestros pulmones, nuestros pechosy abdómenes subían y bajaban. Las llamas se iban apa-gando, quedaban sólo cenizas, las pruebas del incendioque ya no amenazaba con volver a propagarse, en el mo-mento exacto en que nuestros labios inflamados y decolor carmesí, se saboreaban degustando los restos de losbesos voraces.

Lentamente y con los cuerpos aún en delicioso éx-tasis, nos acomodamos, abrazamos y recostamos en elasiento que hasta hace poco rato había sido una fogosahoguera. Nos cubrimos con su saco plateado y, despuésde decirnos un par de cosillas al oído, nos dejamos caeren los nebulosos brazos de Morfeo, aún envenenados delicor.

¿Desde cuándo sentía cosas tan fuertes por Lisan-dro? ¿Por qué cedimos?

(…)

Un ruido y luego un zafiro de aire helado me quita-ron del mundo de los sueños. Al abrir mis ojos, noté queamanecía, los colores anaranjados, amarillos y acuososse hacían presentes en el cielo, sobre nosotros. Giré unpoco la cabeza y sonreí al ver a Lisandro durmiendo tantranquilo como un niño, a mi lado. Me provocaba verda-dera ternura.

Tenía un mechón de su sedoso cabello sobre el ros-tro, iba a quitárselo pero me percaté que la puerta del

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asiento del conductor se abría, alguien ingresaba y se aco-modaba frente al volante al tiempo que le quitaba el se-guro a la puerta del asiento del copiloto. Por esta segundapuerta subía alguien más.

Moví un poco a Lisandro, hasta despertarlo y, unavez con los ojos bien abiertos, le indiqué que teníamoscompañía. Él giró los ojos y miró, al tiempo que la per-sona sentada en el asiento del conductor giró y se quedóviéndonos muy, pero muy sorprendidos. Ídem acción departe de la otra persona que se encontraba en el asientode al lado.

Nosotros nos incorporamos rápidamente sin saberqué decir o cómo reaccionar. Cubriéndonos los cuerpos,aún desnudos, como podíamos.

Las personas que acababan de abordar aquel autoazul y que ahora nos miraban sin poder creer absoluta-mente nada de lo que veían eran Matías y Ángel.

Realmente hasta hacía pocas horas, cuando encon-tramos una bendita puerta abierta, no teníamos idea deque ese móvil era el auto de Matías. Sinceramente ni lohabíamos imaginado y ahora estábamos en terrible drama.

Tanto el rubio como el morocho al volante nos mi-raban entre sorprendidos, impresionados y entristecidos.

Más allá de la cortinas que revolotean con el viento,Lo que tembló ante la débil voz no fue mi cuerpo,Por vez primera, me sentí “Pérdida”.Una ansiedad que mancha indeleblemente y no se

va,Con el fin de olvidar la tibieza de la mano que lim-

piaba,Los muros de yeso blanco que secuestran la paz de

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mi mente,¿Cuántas veces más veré abril antes de que acabe?Derrumbo esto con facilidad desde que nuestros ca-

minos se cruzaron, es verdad soy más frágil de lo que mepermito.

Ligeramente, agitadamente, tiemblo en la miseria.Oh melancolía que no se muestra en la sonrisa que

devuelvo, a donde…El significado de TRANSITORIEDAD realizado por

la debilidad en la que me reflejo,Ahora para que te pueda proteger, ahora para que te

pueda abrazar…Di que la respuesta es una mentira, sonríe y di que

es una pesadilla.Incapaz de respirar, sencillamente perdurando,Oh melancolía que envuelve completamente las pa-

labras que devuelvo, a donde…El mañana que quiero abrazar está floreciendo aún

ahora.Como si te protegiera…(*)

(*) Letra de la canción “Shiroku Yuutsu” (traducida)/Interprete: “ The Gazzette.

Episodio 4: Sin dejar rastro

Nadie pudo articular palabra.Nos quedamos unos minutos así, mirándonos. Ellos

sin poder entender o creer nada y nosotros tratando de en-contrar nuestras ropas. En un momento Matías sólo bajóla mirada, al igual que Ángel, ambos giraron hacia el

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frente y el morocho puso en marcha el móvil.Lisandro y yo comenzábamos a vestirnos, al tiempo

que el auto avanzaba por el costado de la casa de Leandroy salía del patio, directo a la acera y, finalmente, poníalas ruedas sobre el asfalto. Un terrible silencio nos acom-pañaba, nadie se animaba a hablar y, por evidentes moti-vos, nosotros tampoco.

Ambos en el asiento de atrás, nos vestimos rápida-mente por lo que quedamos desalineados. Justo comen-zaba a llover, de ahí el motivo del airecito frío que entrabapor las rendijas del auto. Lisandro se movió hacia el cos-tado izquierdo y se pegó a la puerta, escurriendo su mi-rada por la ventanilla y yo hice lo mismo, pero hacia laderecha, y todo en absoluto silencio…

Nos alejábamos a velocidad moderada al tiempo quela lluvia golpeaba incesante los vidrios del auto. Llovíaintensamente.Ambos íbamosenasiento traserodesalinea-dos y algo sucios, morando por nuestras respectivas ven-tanillas, distraídos el uno del otro, en absoluto silencio,sin más que respirar porque es una costumbre de siemprey no una mera necesidad.

No quería hablar porque recién entonces caía en lacuenta de la seriedad del momento. Tal vez esto era lo queme preocupaba y a lo que no le presté mucha atención enla noche, cuando Lisandro me hacía suya. No me habíaimportado. No sabía porque a mi amigo, ahora con ciertosderechos, tampoco hacía el intento de explicar algo, sólomiraba a Ángel con el rabillo del ojo, suspiraba y volvíaa perderse en las húmedas calle, aún solitarias, Yo mirabade momentos a Matías, él sólo conducía, muy serio, sinintenciones de hablar ni aclarar nada, parpadeando cada

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vez con más frecuencia.Había muy pocas personas en las calles, apenas ama-

necía y sólo divisábamos otro auto de rato en rato. Nosabía exactamente dónde íbamos, a lo mejor a la casa deLisandro, por la ruta que comenzábamos a transitar.

Silencio sepulcral.Pensaba miles de cosas al tiempo que giraba un poco

la cabeza y me atrevía a mirar a Lisandro directamente alrostro. Habíamos tenido una amistad hermosa, de muchí-simos años y la habíamos destruído por una revolcada yun par de estupideces cursis, absurdas y sin sentido queno tendrían que haber sucedido…

Ahora empezaba a sentir una especie de culpa, co-menzaba a avergonzarme y a tratar de cubrirme con michaqueta como si aún estuviera desnuda. Me avergonzabala presencia de Matías pero trataba de quitar esos pensa-mientos de mi cabeza diciéndome, ironizándome y jac-tándome de mí misma con locas ideas, sobre que, ahoracon todo aquello, le habíamos dado una probada de supropio chocolate a Ángel y me había desquitado de Ma-tías, pero ¿y después de eso?

No me quedaba nada. Algo me decía que había co-metido uno de los peores errores de mi vida y que lo la-mentaría muchísimo. El sonido del teléfono celular deÁngel nos sacó a todos de nuestros respectivos pensa-mientos.

- Hola Pato, atendió casi susurrando, -sí, están connosotros…estamos yendo a casa de Lisandro…aparente-mente, respondía a las preguntas del castaño, -si… no vasa poder creerlo…- sí, respondía al tiempo que su voz sequebraba ¿acaso estaba llorando?… -¿se lo olvidó ahí?

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Bueno…no importa, que después pase a buscarlo…ok…nos vemos después…tranquilo en cuanto nos veamos tediré…bueno, si se lo diré…adiós, colgó y se guardó el te-léfono en uno de sus bolsillos- eh, Mel…me llamó sinhacer el mínimo intento de mirarme.

- Si…logré sacar un sonido de entre mis labios, res-pondiendo.

- Me decía Pato que olvidaste tu bolso en casa deLean, ve a buscarlo cuando puedas…me explicó en tonosúper cortante. Su enojo y algunas lágrimas afloraban encada palabra. Aquellas fueron las últimas palabras quecruzamos durante el viaje.

¡Mierda! ¡Era verdad, me había olvidado dejado elbolso allí! Todo por dejarme llevar, entre lo de anoche yel hecho de que nos hubieran encontrado de tal modo enla madrugada habían logrado que me olvidara completa-mente de muchas cosas. Para cuando yo quisiera volvera buscar mi bolso negro, seguramente ya todos sabrían elmotivo del llanto de Ángel, lo que había sucedido erró-neamente entre Lisandro y yo y cómo había culminadotodo.

Lisandro no me miraba, sólo observaba disimulada-mente a Ángel por debajo de su flequillo. Ni hablar deMatías, parecía que no iba con nadie más que Lisandro yÁngel en el auto. Continuamos en absoluto e incómodosilencio los últimos minutos de camino.

(…)

Al llegar a casa de mi amigo, todos descendimos delmóvil en silencio y nos quedamos los cuatro parados,frente a frente sin articular palabra. La situación se ponía

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cada segundo más tensa, tristemente acompañada por lalluvia.

Siempre se daba el tema de la lluvia en momentosde intenso pesar, énfasis, dolor y silencio como lo eraaquel, ese mediodía. Ya chorreábamos agua fría de nues-tros cuerpos.

- Te veo y…te veo y no sé que pensar…o decir…re-dundaba, - no sé…no sé exactamente qué pensar… te veoy no te reconozco…Me aniquiló con aquellas palabrasque irrumpían en nuestro silencio, decía no reconocerme,¿tan inmoral era mi error?

- Tranquilo…sigo siendo la misma…traté de reír.- No quiero pensar estupideces, Mel…quiero no

enojarme contigo… de verdad… decía como suplicandoque hiciera algo para que nos diéramos cuenta de quetodo aquello era un mal sueño, pero, desgraciadamenteera una real pesadilla.

- Pues no te enfades…yo no me enfadé el viernes ala noche…Debo reconocer que lo último se me escapó.Con aquella frase, mi querido Mat, entendió que lo habíahecho por despechada. Era un error tras otro, ¡todo se tor-naba horrible!

- Dios mío… se restregó los húmedos ojos.- Lisandro…el rubio habló de repente, - quiero que

sepas que…lo miró muy pero muy lloroso y mi amigosólo podía mirarlo a él. En cierto modo eso me molestaba.Apenas ángel llamó a su nombre

Lisandro lo miró. Fue instantáneo, - quiero que meperdones, decía al tiempo que yo sólo observaba cada re-acción de mi querido amigo -…no sé en qué estuve pen-sando… quiero que sepas que no era verdad eso de que

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te engañaba, nunca fue verdad…se explicaba con la voztemblorosa, entrecortada y, al oír aquellas palabras, Li-sandro tuvo un espasmo, se sobresaltó, el aire se le habíaquedado en la garganta y miraba al rubio sorprendido ydejando a sus lágrimas confundirse con la lluvia.

- ¿Lo…lo dices en serio…? preguntó y yo comen-zaba a sentir que me ignoraba

-…Lo juro…decía quieto, sin hacer el mínimo in-tento por acercarse y abrazarlo -…te amo, Lisandro…¡Mierda ¡¡lo engatusaba una y otra vez!

“¡Noooo, Lisandro!!!¡No cedas! ¡Siempre es lomismo!” gritaba en mi cabeza. Rogaba que una especiede función telepática hiciera que el moreno escuchara missúplicas pero no, no podía no llorar por Ángel.

-¿Me perdonas?...juro que no…volveré a mentirtey…trataré de ser una mejor persona…mejor hombre…para ti, sollozaba, -Lisandro, de verdad…te amo…teme-roso dio un paso adelante y ahí se quedó.

¡Noooo, Lisandro!!!!!¡No cedas!” le gritaba desdeel interior de mi ser“¡Piensa en…¿nuestro? ¿lo nuestro?¿y acaso teníamos algo? A mi modo de ver, un revolcónno significaba nada. En una relación concisa, seria y ade-cuada, lo importante es amar lo de adentro, lo del cora-zón, el alma y los sentimientos por encima del deseofísico. El sexo es a veces hasta lo menos importante. Siuna relación sólo se basara en el sexo, sería trivial, vacía,estúpida.

Amar no es sólo manosear, no es sólo desear y sa-ciar la excitación.

- No…no lo sé, Ángel…-“¡ay, Dios!,decía el mo-reno, bajando la mirada ante los ojos rojos, irritados y

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reno, bajando la mirada ante los ojos rojos, irritados y llo-rosos del rubio -no sé si creerte…he pasado tantas cosaspor ti.

Ángel…odio como me usas y juegas con lo quesiento por ti…“¿lo que siente por él? ¿Aún?”

- Pero Lisandro… ¿aún me amas?, le preguntó re-pentinamente decidido, porque si aún me amas es sufi-ciente…lo demás vendrá solo…sabremos arreglarnuestros problemas y superarlos…-

Estaba sorprendida y, a la vez, muy dolida. Estabaperdiendo a mi querido amigo…Lisandro se quedó mi-rándolo inerte y, al poco rato, escondió su rostro entre susrobustas y pálidas manos y rompió en un llanto que medestruía. Ángel se acercó y lo rodeó con sus brazos, tam-bién derramando aquel líquido salino por sus verdes ojos.

- ¿Me amas como antes de todo esto Lisandro?Dime…

Ya no había nada que yo pudiera hacer para cambiarlas cosas…

-…Sí…sí…te amo, mi Ángel…todo quedó parali-zado y en un aterrador silencio para mí. Ideas que se obs-truían y destruían en mi cabeza. Sentía un fuerte dolor enla parte trasera de mi cráneo, me dolía demasiado…sentíaaprisionado el corazón y me quedé estática al sonido deun grito horrible, que me dejaba sin respiración, sin mo-vimiento y con terribles ganas de morirme. Aún hoy nopuedo dejar de pensar en esto, me duelen muchas cosas yme siento muy mal… Ni siquiera parpadeaba. Teníamiedo de volver a oír aquellos sonidos. No quería quenada detonara nuevamente esos gritos en mi cabeza pero,a la vez, no me importaba…

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¡Qué terrible dolor el que sentía en esos momentos!Ambos frente a mí, abrazados, reconciliándose y con

el rubicundo buscando la boca regordeta del moreno.¿Qué haría yo ahora con este sentimiento Lisandro?De repente noté que Matías me miraba sin expresión

alguna. ¿Del lado de quién estaba?, ¿Me comprendía ypodía lanzarme a llorar en su hombro o comenzaba a sertoda una realidad el hecho de que ahí yo estaba de más?Le sostuve la mirada unos segundos hasta que él, frun-ciendo el seño y sin sonrojarse como muchas veces antes,miró hacia otro lado y después en un punto fijo en el piso.

Entendí perfectamente, no hacía falta que me lo ex-plicaran: estaba muy de más. ¿Acaso le había herido elorgullo o lo había traicionado de algún modo para que meahuyentara así? No lo entendí entonces y, aún hoy, no leencuentro ninguna explicación coherente. Ya no importaen realidad.

Ángel y Lisandro se besaban como bien el morenome habría besado a mí la noche anterior.

Sin lugar para gente débil. Comprendí que ya nadaque ver o hacer tenía yo ahí así que, simplemente y sinintenciones de llorar, giré y comencé a caminar, a ale-jarme bajo la torrencial y pesada lluvia. No tenía idea adónde iría entonces pero en algún lado me refugiaría,tarde o temprano.

No volteé a cerciorarme de si alguno de los chicosme observaba alejarme. Por algún motivo que no com-prendía no me importaba, no me interesaba en lo absolutosi me observaban no lo que podrían estar pensando sobremi persona. Repentinamente una lejana y compleja voz amedias en una conversación que no lograba individuali-

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zar, que todos los buenos momentos y las grandiosascharlas que había tenido con estos tres chicos y los otrosdos que habían quedado en la casa de la fiesta, tal vez hu-bieran sido los últimos, al igual que todo lo ocurrido enlos últimos días contando los sucesos de la fiesta.

Nunca más volverían a verme como antes y yonunca volvería a verlos.

Me alejaba caminando por el centro de la calle as-faltada, resbalosa y mojada. Me pesaba la ropa por lo mo-jada que estaba y por tanta agua que caía y me pesaba elalma con ese estúpido y, evidentemente insignificantesentimiento que había nacido de las caricias y los besosque me propinada tan dulce y amorosamente en la nocheanterior. Mis lágrimas rodaban por mis mejillas. Tambiénse confundían con el agua proveniente del cielo y apare-cieron recién cuando me encontraba lo suficientementelejos de los chicos.

Tal vez todo era como lo pensaba en esos instantes:cuanto más conocía a Lisandro menos lo entendía, eraverdad que creía en todo lo que me decía y que reconocía,que en la noche anterior todo había sido una especie dementira por despecho pero no me escondería por eso, nome avergonzaba pero, si tuviera la oportunidad volveríaa dejarme llevar por su calor. Entonces, horas después dehaber hecho lo mejor que hubiera podido, reconocía quelo quería con todo mi ser, que lo amaba, mientras tem-blaba bajo la lluvia y aceptaba que le temía al hecho deestar sola y que por ello, había cometido ya muchos erro-res.

Mierda…seguía deseándolo…En la noche anterior había querido creer en las pala-

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bras que me susurraba entre suspiros, pero estábamos bo-rrachos, desinhibidos, interiormente, locos, irreconoci-.bles. Si en la vida todo tiene un final, seguramente ésteera por la eternidad. Si se dice que nada en la vida escierto, igualmente Lisandro nunca podría jurar por nos-otros y la eternidad de algo que podría ser nuestro.

Algún día…algún día…mi querido amigo volverá amí, a abrazarme, aunque sea otra vil mentira y yo no meesconderé, no me hundiré y ahogaré en mi misma. Algúndía…cuando sus labios me atrapen otra vez, su calor vol-verá a llenarme sin retorno.

Me deshago de mi débil concienciaLentamente, sin que mis pisadas hagan ruido algunoMe rompo en pequeños pedazos reducidos a cenizasNada más que eso…nada más que esoSin dejar rastroLos sentimientos que ignorantemente conozcoDesde la impotencia, mi cobardíaSe arrastra en el fondo de la mezcla de mi concien-

ciaEl loto que mis ojos no pudieron ver antes.Sepulto mi inspiración en la tranquila estaciónTú, quien esperó por ayuda, te empapas.La marchita canción que no volverás a escucharEstá llorando sin rumbo.Las lágrimas que derramé por mi pérdidaTambién se derraman en mi ejecutado corazónAsí como todos quienes mueren sin ayudaCierro mis párpados.En la espiral, mi cuerpo entrelazadoLentamente, lentamente se retuerce

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En mi garganta hay miles de preguntas que quierohacerme

¿Qué puedo salvar?Ante mis ojos el loto se está marchitando.Sepulto mi respiración en la tranquila estaciónTú, quien esperó por ayuda, te empapas.La marchita canción que no volverás a escucharEstá llorando sin rumbo.Con una densa niebla despejándoseComo una prueba de vida que no despareceSi esta canción te pudiese alcanzarProbablemente pensarías que es hipocresía.Sepulto mi respiración en la tranquila estaciónTú, quien esperó por ayuda, te empapas.

Como mi voz está ahorcada ya no la puedes oír.Sé que mis pecados no pueden ser perdonados. (*)

(*) Letra de la canción “Without a Trace” (traducida)/ Interprete: The Gazette

Melina Mariana Méndez asiste a 6° año de la Escuela públicaDomingo Savio. Vive con su abuela y la pareja de su abuela. Suabuela es ama de casa y su pareja es jubilado.

Escribió el cuento por una serie de hechos que le sucedieron,que no tienen relación directa con lo que escribió, sino que lo refor-muló para redactarlo, cosas que suelen suceder.

Sus hobbies son escribir , pintar y tocar la guitarra. Se destacaen dibujo y escritura.

Difruta todo tipo de lecturas: enigmas - policiales (ErnestoMallo - Paulo Coelho).

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Tengo Algo que Contar

Se terminó de imprimir en Artes Gráficas, Caseros 1551,

Provincia de Salta, en el mes de abril de 2012.