Teología Moral Fundamental

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TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL TEMA I. LA NATURALEZA DE LA TEOLOGÍA MORAL 1.1. ¿Qué es la Teología Moral? La moral es la sinergia/colaboración de la acción de Dios con la acción del hombre (Ratzinger). Es, según el Catecismo, la vida en Cristo. La moralidad es el valor o el sentido de la acción humana que logre la plenitud, la perfección, la felicidad de la persona con la consideración de su vocación cristiana, a la santidad. La Teología moral puede definirse, por tanto, como la parte de la ciencia teológica que estudia los actos humanos a la luz de la razón iluminada por la fe, para ordenarlos a la perfección del hombre y a la visión amorosa de Dios, como felicidad verdadera y plena, por medio de la gracia. O también como la reflexión científica, a partir de los datos que ofrece la Revelación, sobre la actividad moral humana como respuesta a la vocación cristiana. 1.2. Fundamento de la T. Moral La Teología moral está fundamentada sobre: a) la estructura moral de la persona (ética) (común a todos y que se puede estudiar racionalmente); b) la Revelación . En la teología moral estudiamos la ética incorporando el mensaje de la Revelación y la acción de Dios sobre la persona. Entre la ética y la revelación hay una continuidad pero hay también una novedad. Aquí surge el problema de la especificidad cristiana: si la razón y la moral cristiana pueden caminar juntos. El problema lo planteó San Agustín: ¿cómo considerar la virtud de los paganos? Y responde: las virtudes de los paganos son completas pero imperfectas. Es decir, para que sean perfectas, las virtudes paganas deben llevar la caridad. En la Sagrada Escritura leemos: “El que quiera ser mi discípulo que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga”. Pero ¿qué tiene que crucificar el hombre? El hombre viejo, el pecado. No hay que negar lo bueno del hombre, sino lo que le hace mal. Por eso, entre la ética racional y la ética de la fe no hay oposición. El desarrollo humano y cristiano se integran. Sin embargo, el fundamento de la moral es sobre todo Cristo. Hay que escuchar las palabras de Jesús y sobre todo imitarlo. Pero eso no se resume a una simple imitación exterior (yo lo hago porque lo hacía Jesús…) Eso está bien pero no es eso exactamente la moral cristiana que va más a fondo: tenemos que buscar a Cristo en lo más íntimo. Lo que interesa es recibir el principio de vida de Cristo (la gracia). Éste es el principio último que se desarrolla en las virtudes. La gracia, además, debe meterse en la estructura humana, en la razón y en el corazón. De esa manera, empezaremos a razonar de manera cristiana. Por tanto, la moral además de ser un conjunto de normas (Decálogo, Bienaventuranzas) es sobre todo la narración de una experiencia (la vida de los santos). Por este motivo podemos decir que la teología moral es una reflexión que concierne a la «moralidad», o sea, al bien y al mal de los actos humanos y de la persona que los realiza, y en este sentido está abierta a todos los hombres; pero es también teología, en cuanto reconoce el principio y el fin del 1

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Resumen de teología moral fundamental - Biblia y historia

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TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL

TEMA I. LA NATURALEZA DE LA TEOLOGÍA MORAL

1.1. ¿Qué es la Teología Moral? La moral es la sinergia/colaboración de la acción de Dios con la acción del hombre (Ratzinger). Es, según el Catecismo, la vida en Cristo. La moralidad es el valor o el sentido de la acción humana que logre la plenitud, la perfección, la felicidad de la persona con la consideración de su vocación cristiana, a la santidad. La Teología moral puede definirse, por tanto, como la parte de la ciencia teológica que estudia los actos humanos a la luz de la razón iluminada por la fe, para ordenarlos a la perfección del hombre y a la visión amorosa de Dios, como felicidad verdadera y plena, por medio de la gracia. O también como la reflexión científica, a partir de los datos que ofrece la Revelación, sobre la actividad moral humana como respuesta a la vocación cristiana.

1.2. Fundamento de la T. MoralLa Teología moral está fundamentada sobre:a) la estructura moral de la persona (ética) (común a todos y que se puede estudiar racionalmente); b) la Revelación . En la teología moral estudiamos la ética incorporando el mensaje de la Revelación y la acción de Dios sobre la persona. Entre la ética y la revelación hay una continuidad pero hay también una novedad. Aquí surge el problema de la especificidad cristiana: si la razón y la moral cristiana pueden caminar juntos. El problema lo planteó San Agustín: ¿cómo considerar la virtud de los paganos? Y responde: las virtudes de los paganos son completas pero imperfectas. Es decir, para que sean perfectas, las virtudes paganas deben llevar la caridad. En la Sagrada Escritura leemos: “El que quiera ser mi discípulo que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga”. Pero ¿qué tiene que crucificar el hombre? El hombre viejo, el pecado. No hay que negar lo bueno del hombre, sino lo que le hace mal. Por eso, entre la ética racional y la ética de la fe no hay oposición. El desarrollo humano y cristiano se integran.

Sin embargo, el fundamento de la moral es sobre todo Cristo. Hay que escuchar las palabras de Jesús y sobre todo imitarlo. Pero eso no se resume a una simple imitación exterior (yo lo hago porque lo hacía Jesús…) Eso está bien pero no es eso exactamente la moral cristiana que va más a fondo: tenemos que buscar a Cristo en lo más íntimo. Lo que interesa es recibir el principio de vida de Cristo (la gracia). Éste es el principio último que se desarrolla en las virtudes. La gracia, además, debe meterse en la estructura humana, en la razón y en el corazón. De esa manera, empezaremos a razonar de manera cristiana.Por tanto, la moral además de ser un conjunto de normas (Decálogo, Bienaventuranzas) es sobre todo la narración de una experiencia (la vida de los santos). Por este motivo podemos decir que la teología moral es una reflexión que concierne a la «moralidad», o sea, al bien y al mal de los actos humanos y de la persona que los realiza, y en este sentido está abierta a todos los hombres; pero es también teología, en cuanto reconoce el principio y el fin del comportamiento moral en el único que es Bueno y que, dándose al hombre en Cristo, le ofrece las bienaventuranzas de la vida divina.

1.3. El objeto de la moral cristianaEl objeto de la moral cristiana son los actos humanos en cuanto conducen al fin último de la persona, a la bienaventuranza. Eso se basa especialmente en 2Pe 1, 3-8: “Dios, con su poder y mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó con su propia gloria y potencia, nos ha otorgado todo lo necesario para la vida y la religión. Y también nos ha otorgado valiosas y sublimes promesas para que, evitando la corrupción que las pasiones han introducido en el mundo, os hagáis partícipes de la naturaleza divina. Por eso mismo, poned todo vuestro empeño en unir a vuestra fe una vida honrada, a la vida honrada, el conocimiento, al conocimiento, el dominio de sí mismo, al dominio de sí mismo, la paciencia, a la paciencia, la religiosidad sincera, a la religiosidad sincera, el aprecio fraterno, y al aprecio fraterno, el amor. Pues si poseéis en abundancia todas estas cosas, no quedaréis inactivos ni estériles en orden al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pe, 1, 3-8).

1.4. La Moral y la TeologíaVeritatis Splendor n. 9, afirma que la Teología moral es la ciencia que acoge e interpela la divina Revelación y responde a la vez a las exigencias de la razón humana. Es una reflexión sobre los actos humanos buenos y malos y

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de la persona que los realiza, y en este sentido está abierta a todos los hombres. Pero es teología porque reconoce el principio y el fin en Jesucristo.Santo Tomás se preguntó una vez si la moral podía ser teología. Responde que desde luego es práctica y dice que hay unas cosas reveladas por Dios que se refieren al comportamiento (gracias, virtudes). En este sentido la moral puede ser teología porque el hombre mediante sus obras puede unirse a Cristo.

Teología moral y teología dogmáticaAmbas son partes de la teología.Dogmática: se centra en la especulaciónMoral: es práctica.La revelación integra esas dos dimensiones, lo que se ha de creer y lo que se ha de obrar. Son inseparables, las cosas de fe entran en las cosas de costumbres y la inversa.

Teología moral y teología espiritualLa llamada a la santidad ha de ser objeto de la teología moral. No se puede sostener su separación. Se puede una separación de carácter didáctico. Son complementarias. Ambas ensenan como debe vivir el cristiano para identificarse con Cristo y reflexionan sobre los medios para esto.

Teología moral ciencia practicaPor su objeto como por el fin al que se ordena, es una ciencia práctica. Se orienta sobre todo al estudio de la conducta humana a fin de que sea buena, contribuya a la perfección de la persona y a la gloria de Dios. Es práctica porque tiene como fuente la moralidad humana la misma vida de Cristo.

Partes o divisiones de la teología MoralTeología moral fundamental: se ocupa de los fundamentos que sustentan el obrar humano. Su objeto material: actos libres del bautizado. Objeto formal: perspectiva dese la que considera esos actos, es la relación que guardan con el fin último. Estudia los fundamentos de la vida cristianan.Teología moral especial: trata de la moralidad de los actos humanos en su realización particular. Según la perspectiva que se adopte se originan tratados diversos:

Moral de la persona: sobre el obrar moral más relacionado con la persona como sujeto singular. Moral teologal: actos humanos en cuanto la persona se relaciona con Dios Moral social: actos humanos, por los cuales, la persona se relaciona con los demás.

La dimensión moral es una característica del obrar humano e implica siempre la persona su totalidad de dimensiones. Toda actividad moral por ser personal es al mismo tiempo religiosa (teologal) y social.

1.5. Fuentes de la Teología Moral a) Sagrada Escritura: en ella encontramos unas normas morales concretas válidas para todos los tiempos. Pero eso no es todo. La Escritura no es sencillamente un conjunto de normas, sino que aporta sobre todo una novedad: Jesucristo. Por eso, de ella sacamos una verdad nueva sobre el hombre, una realidad nueva, un criterio nuevo para lo humano: la fe. El que tiene fe percibe en Cristo una nueva forma de actuar. La verdadera novedad será, así, la configuración a Cristo puesto que es el hombre nuevo y perfecto, modelo para todos los hombres. (VS 28)b) Tradición: es el desarrollo de la verdad salvífica. (VS 25-27). c) Magisterio: el Magisterio se ha pronunciado respecto a la fe y las costumbres, pero no existen dogmas morales. En realidad, existen unas verdades “definitivamente definidas”, es decir, se pueden reformular, pero su objeto ya está definido (p. ej: aborto y eutanasia). El Magisterio de la Iglesia ha reclamado constantemente su competencia sobre el orden moral natural que se fundamenta en la relación entre: a) la ley moral natural y la ley evangélica y b) la necesidad de la observancia de la ley moral natural para la salvación. “La Iglesia ha custodiado fielmente lo que la palabra de Dios enseña no sólo sobre las verdades de fe, sino también sobre el comportamiento moral, es decir, el comportamiento que agrada a Dios (cf. 1 Ts 4, 1), llevando a cabo un desarrollo doctrinal análogo al que se ha dado en el ámbito de las verdades de fe. La Iglesia, asistida por el Espíritu Santo que la guía hasta la verdad completa (cf. Jn 16, 13), no ha dejado, ni puede dejar nunca de escrutar el «misterio del Verbo encarnado», pues sólo en él «se esclarece el misterio del hombre»” (VS 28).d) Fuentes auxiliares: hay también unas cuantas fuentes auxiliares que pueden ser la filosofía (la ética), la psicología, la biología, la antropología… Pero en sí mismas son insuficientes. La Teología Moral las tiene en cuenta pero no son definitivas ya que no proporcionan los criterios del discernimiento moral.

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TEMA II. HISTORIA DE LA TEOLOGÍA MORAL (según apuntes del profesor)

2.1. La Moral PatrísticaEsta época del desarrollo del pensamiento moral puede describirse como el primer intento de síntesis de la enseñanza moral recibida de Cristo y los apóstoles y la integración de esta doctrina en el primer anuncio de la Vida en Cristo dentro de la Iglesia. Sin embargo, no hay un interés explícito por una formalización moral - la teología primero fue dogmática y no moral - apoyado en el hecho de que de modo natural se había heredado el corpus moral heleno (como dato, ninguna decisión solemne de los primeros concilios tienen que ver con la conducta moral cristiana). La predicación eclesiástica, por el contrario, era masivamente moral, lo que conduce a la relación interesante entre formas literarias de expresión de la fe cristiana y la costumbre cristiana (o formas efectivas de la vida).No hay, pues, desarrollos sistemáticos de la moral como ciencia, sino datos integrados en el conjunto del desarrollo teológico.

Fuentes:Dos son las fuentes de la doctrina moral patrística:a) Vinculación con la vida eclesial y la liturgia (catecumenado y penitencia);b) Conexión directa con la Sagrada Escritura (homilías).Las referencias morales mantienen una vinculación esencial con la teología sistemática (más que dogmática). Tampoco se desarrolla como una aplicación de principios racionales morales sino como una dimensión intrínseca de la fe (moral como vida). Por eso en estas primeras formulaciones morales se encuentra semejanza con otros planteamientos éticos (moral como parte de la verdad del hombre, dentro del pluralismo cultural). Aquí está el interesante problema de la helenización del pensamiento cristiano también en materia moral y la variante apologética contra el paganismo (el contra Celsum de Orígenes) que se deriva de esta relación…En efecto, la integración de la verdad evangélica con el contexto cultural del momento se realiza fundamentalmente en una doble vertiente de influencia y diálogo con las corrientes predominantes: - judía (parénesis como muestra del peso bíblico, ascesis judía, unión palabra y acción…) - y griega (neoplatonismo y estoicismo).

Las claves de comprensión de este desarrollo moral de la teología patrística son:a) Contexto ético de eudaimonía: vida feliz, vida de totalidad como camino de salvación (y Cristo como centro y recapitulación). Esta es quizás la idea nuclear de la Patrística, la idea de una vida feliz, que implica la búsqueda de una vida eterna (desde el movimiento del deseo, pues, no desde los preceptos); b) Contexto de unidad fe/vida: conducta cristiana como distintivo (grandeza, bondad). Por eso la visión moral es tema común de la apologética; c) Primacía del Don de Dios respecto de la acción del hombre (relación libertad divina-humana). Dios alcanza al hombre en el don (ágape, divinización). Y el hombre alcanza a Dios por la respuesta libre (no determinismo griego). La moral patrística, pues, se centra en la primacía de la recepción del don divino (y la visión divina, que es el fin de la vida moral). Gracia y moral están perfectamente unidas;d) En este sentido, primacía de la contemplación amorosa frente al puro intelectualismo gnóstico. El don de Dios que lleva al acto perfecto no es obra solo de la inteligencia, sino del amor (novedad frente al helenismo);e) Visión histórico-salvífica (creación, caída, redención).En resumen, el pensamiento moral patrístico ofrece novedades respecto de lo recibido de los influjos clásicos: de razón inmanente a Logos trascendente, de conciencia a voz de Dios (S. Pablo), pero, sobre todo, en la aparición del término amor frente al intelectualismo estoico.

Claves y modelos de la vida eclesialLa referencia a la vida de la Iglesia y a sus figuras es esencial para toda la reflexión moral y su transmisión: - La moral forma parte de la institución catecumenal como enseñanza que le propone y permite su cambio y novedad de vida respecto del anterior paganismo. De esta institución fundamental surgirán después las Escuelas catequéticas y teológicas. Las catequesis están relacionadas directamente con los escrutinios como forma de acceso al cristianismo, que incluye siempre un cambio de vida efectivo. Sus fuentes son, pues, los escrutinios de los que estamos hablando (catequesis y formulaciones más morales con respecto a las mistagógicas del bautismo o de recepción del símbolo) y los comentarios bíblicos (sapienciales, especialmente).- La institución de la penitencia pública respecto de los tres pecados clave: apostasía, homicidio y adulterio. Otros modelos eclesiales específicos puede ser el testimonio de los mártires.

Formulaciones a) Catequéticas (enseñanza moral dentro del contenido general del mensaje cristiano):

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Las primeras formulaciones siguen los ejemplos de la Escritura. Así, en los Padres apostólicos, sus primeras catequesis son las de “los dos caminos”:- Didaché (Doctrina de los Apóstoles) (130/150)): lista de pecados que conducen a la muerte) (en torno al Deuteronomio y la Alianza) y - Pastor de Hermas (150ca) (con una forma muy judía de presentar los mandamientos y con la confesión de la necesidad de la penitencia). Esta catequesis de los dos caminos durará hasta San Agustín, que la cambia por la de los Mandamientos. Lo original de esta catequesis no es que haya dos formas de vida, sino que a una de ellas eres llamado (vocación) por Dios. b) Sistemáticas (cuestiones más concretas en relación con la vida cristiana):- El Pedagogo de Clemente de Alejandría (150ca-215ca). Es la primera obra moral sistemática. El Verbo es el Maestro (en este sentido, primacía del amor y la Escritura, aunque también se advierte influencia platónica y estoica). Explica los modos de actuar del cristiano (de modo muy concreto: reglas de vida virtuosa según el modelo estoico). Cristo es pedagogo (lo lleva de la mano) y a la vez el modelo (de apatheia (vida sin pasiones)), que mejora nuestra alma guiándonos a fin de restablecer la imagen de Dios en el hombre (no tanto para adecuarnos prácticamente a la norma evangélica). - San Ambrosio de Milán (330ca-397) y el De Oficiis ministrorum: descripción del deber del ministro de ser ejemplar mediante su comportamiento. Lo esquematiza desde las virtudes cardinales y los deberes que se derivan para cada persona en su situación (influencia ciceroniana, claro, pero mezclando también a Orígenes). En su comentario al Evangelio de san Lucas, relacionará cada bienaventuranza con las distintas virtudes, entendidas como camino de felicidad). Es la segunda obra moral como tal.- San Agustín (354-430). Ofrece la que puede considerarse primera obra sistemática latina de moral: el Comentario al Sermón de la Montaña. No sólo es un comentario bíblico, sino que propone una primera sistematización moral cristiana en torno a la búsqueda de la felicidad, que se encuentra en la visión de Dios. El medio de esta búsqueda será la conocida vía interioritatis (o sea, reconocer en uno y recibir libremente el don de Dios). Relacionará las bienaventuranzas con los dones (motores de la acción) y con las peticiones del Padrenuestro, indicando así que el don de Dios es el auténtico motor de la vida cristiana, que nos mueve hacia las Bienaventuranzas como camino hacia la felicidad. Se establece, pues, la relación entre el don de Dios y la felicidad del hombre de modo intrínseco: la felicidad es a la vez, don de Dios y acción del hombre. - Comentario moral de la Escritura. San Gregorio Magno (540-604). De los sentidos de la Escritura, literal, anagógico (moral), alegórico y sentido tropológico, desarrolla el sentido moral: usar la Escritura para sus efectos morales. Escribe así sus Moralia in Iob (ejemplo de esta exégesis moral: “¿Por qué los discípulos van de dos en dos sino para que se pueda decir “mirad cómo se aman”?). Aunque Gregorio Magno no es muy original, fue un magnífico sintetizador y divulgador: así, es el sistematizador de nociones tan importantes como los pecados capitales o las obras de misericordia.

Conclusión-Teología como un todo (unidad). No fragmentación de doctrina y vida (necesidad de recuperar esta unidad: Agustín: teólogo, pastor y santo).-Moral como camino (los dos), comportamiento y formación del sujeto.

2.2. La Edad Media2.2.1. Los Libros penitencialesLa confesión cambia. Acaba la penitencia pública y comienza la confesión privada con los monjes como camino de conversión continuada. Comienza en Irlanda, donde empieza la evangelización de los pueblos bárbaros. Se unen entonces moral y confesiones. Aparecen los manuales tarifados y la práctica de la penitencia tarifada: lista de pecados más habituales y penitencias: los libros penitenciales (precedente del Manual del confesor, un verdadero género de literatura que alcanzará mucha difusión y prestigio a partir de la práctica anual de la confesión, especialmente (Conc. IV de Letrán, ya en el s. XIII)). Su límite es que no tienen lógica interna (unas veces por tipos, otros por frecuencia…), por lo que lograrán una moral excesivamente objetivista y una separación entre perfectos (los que siguen los votos y los consejos) y mínimos (que han de seguir solo los mandamientos).

2.2.2. El Renacimiento carolingioCon el surgimiento del Sacro Imperio hay un intento de unificación social y política. Con el Renacimiento Carolingio, Carlomagno intenta recuperar la cultura del imperio. Para eso, encarga a Alcuíno de York de organizar el plan de estudios de los monasterios que toman la Regla de San Benito como norma de vida. Un autor importante de este momento es Anselmo de Aosta (argumento ontológico) que desarrolló una doctrina de la libertad: hay una libertad inicial y una libertad final. Entre una y otra está la verdad entendida como orden. Se trata, entonces, de encontrar una verdad recta. La libertad es conocer la rectitud de la verdad y cumplirla. Dios como libertad plena no peca. Cristo tampoco pecó, y no fue menos libre, luego el pecado no es esencial a la libertad, sino signo de esta y signo de su posibilidad de superación. El pecado entonces es un falso orden, de ahí la famosa frase de

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que “el poder pecar no es libertad, ni parte de la libertad”, pues la perfección de la libertad se identifica con la voluntad del bien.

2.2.3. La primera escolásticaSe puede hablar en esta época de una primera revolución sexual: con la desaparición de los esponsales (prometida desde niña hasta la edad adecuada) y la aparición de la libertad de elección. Por su parte, los cátaros, herejía de corte gnóstico, rechazan el matrimonio (como puros que son), lo que acabará estableciendo la unión libre sin vínculo y la aparición de la figura del amor cortés. San Bernardo (1091-1153) (y la reforma cisterciense) hablará del amor esponsal y de María como madre (y no como sede, en el icono románico), también como respuesta a esta revolución sexual y su literatura cortés (con su Comentario al Cantar de los Cantares). El afecto empieza a cobrar importancia.

2.2.4. Escolástica Se destaca Pedro Abelardo que presta gran atención a temas morales: intención, conciencia, pecado (distinto de acción mala praeterintencional: acción fuera de la intención). Los que mataron a Cristo no pecaron, porque seguían su conciencia, que es la que define el pecado: el pecado no es el hecho material sino el consentimiento interno. También, “acostarse con una mujer no es pecado, sino consentir en el acto”. Los actos como tales son indiferentes, ni buenos ni malos (lo que va contra la objetividad del acto). Concibe los temas en torno a la tríada: fe, caridad y sacramentos. Ethica seu liber dictus Scito te ipsum: aspecto personal de la acción frente al materialismo objetivo de los Penitenciales. Fue rechazado por todos, pero generó una gran expectativa. Pedro Lombardo (1095-1160) habla sobre el esquema Agustín de considerar los frui, uti y signa y sobre el del Credo, propone una división de la teología original: Libro I: Trinidad (aquí incluirá el tema de la fe); libro II: Creación (aquí potencias, acto, libertad y pecado), libro III: Jesucristo (aquí, las virtudes y dones); libro IV: Sacramentos y escatología. El tema moral está, pues, disperso por los distintos tratados. Las sentencias se hicieron texto base para todos los cursos teológicos (hasta el s. XVI en que se cambiará por la Summa Theologiae de Santo Tomás) y los Maestros medievales debían comenzar su magisterio con un Comentario a las Sentencias del Maestro.El IV Concilio de Letrán se ordena la obligación de la confesión anual y por eso es muy importante para la moral. Surgen los manuales para confesores. Se destaca aquí San Raimundo de Peñafort.Alejandro de Hales (1185ca-1245) introduce la costumbre del comentario a las Sentencias del Lombardo. Su suma sigue el esquema de aquel, pero trata temas tremendamente nuevos (por ejemplo, la gracia en su aspecto cristocéntrico). Es él el que divide la Revelación en fides et mores, aunque el estudio de la moral aún no ocupa un lugar propio. Sin embargo, la escuela franciscana destaca ya una función práctica de la teología (frente a la filosofía), y destaca, por tanto, la unidad de la teología en fe y costumbres. San Buenaventura trata de la contemplación amorosa de Dios: camino ligado a la experiencia interna de Dios (identificación con Cristo). Es un defensor de la teología sapiencial y desarrolla mucho el aspecto cristocéntrico y trinitario (en las virtudes, por ejemplo). De su Legenda maior sobre San Francisco, concluyó que el Santo era Alter Christus, por la imitación perfecta de Cristo por amor, que constituía el ideal de todo cristiano. Santo Tomás supone una novedad absoluta por su síntesis única y por su novedad en el tratamiento de los temas: en concreto, de la Moral. Da el estatuto epistemológico a la moral dentro de la teología. No la separa de ella, sino que reconoce su perspectiva propia como análisis teológico de la dinámica de la acción humana. Esta nueva concepción de la moral es fruto de una interesante evolución y síntesis de Santo Tomás en su carrera intelectual: uno de los cambios profundos se produce en la CG (Contra Gentiles), con su síntesis original entre libertad y providencia desde el amor: la providencia es un acto de amor que potencia la libertad del sujeto promoviendo su conversión. La perspectiva más completa es, sin embargo, la de Summa Theologiae. Un objetivo principal de su magisterio es, pues, superar la manualística y darle base dogmática a la teología moral. Esquema (Realiza una división nueva respecto al Lombardo) De Trin/Creac/Encarn/ Sacramentos, pasa a: I pars: Dios (Trin y Creac, gran novedad), II pars: hombre (ahí la visión teológico-moral tan novedosa) y III pars: Cristo (sacramentos).Santo Tomás propone en la Summa un auténtico cambio de perspectiva desde la ley hacia los actos, donde la acción humana es un verdadero motus creaturae in Deum, y donde la libertad se comprende como un proceso dinámico, no solo como una potencia ante la ley, e introduce la categoría del tiempo/temporalidad en el modo de recibir el don de la Beatitudo. Así logra una teología unitaria.Visión teológica de la acción: Santo Tomás resalta la importancia de la acción en la moral, porque concibe la moral como un motus en el hombre. Ese movimiento nos habla de un inicio, de una finalidad, de un motor y de un sentido. Ese movimiento, pues, nos acerca a Dios, y entender nuestra acción es entender un modo de revelación de Dios: su donación, la recepción, la respuesta… y, por consiguiente, un modo de conocer a Dios mismo: entender nuestras acciones nos ayuda a conocer a Dios. La acción humana, además, es específica respecto de Dios (porque su propia acción, la Bienaventuranza, acción perfecta, no es motus) y respecto de los ángeles, por lo que nos ayuda también a entender a Dios (es decir, la acción y su estudio no es ajeno a la teología. Es el concepto de Sacra doctrina). Claves para comprender la acción:

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a) Nuestra acción revela su finalidad de felicidad, de comunión, de unión con Dios (la Bienaventuranza que comienza como bienaventuranza imperfecta). b) La Providencia (acción de Dios), se entiende también como entrega al hombre de la libertad para responder él mismo con su acción, desde dentro (autonomía). c) La síntesis tomista sería descubrir en nuestras acciones la acción de Dios, lo que no se ha logrado mucho en teología, pero que se entiende muy bien desde una teología del amor: La estructura básica de la acción es un don de Dios. El fin de la bienaventuranza es dada por Dios desde el Principio: el don de la amistad, la caridad.d) La amistad será la forma de hacernos más grandes, de encontrar la vía imposible de la felicidad humana. Por la amistad, participamos en la comunión trinitaria, aunque de modo imperfecto. Nuestros actos morales cada vez más perfectos son un modo de ir recibiendo esta comunicación de la Bienaventuranza. e) Los actos tienen unos principios internos (las pasiones, los hábitos, las virtudes) y externos (la ley y la gracia). Estos principios externos no deben, sin embargo, considerarse de modo extrínseco, sino como originados por la acción de otro con un objeto: la ley quiere conducir a la bienaventuranza, como una llamada; la gracia es un don de Dios que constituye la verdadera esencia de la ley desde la fe y la caridad.Es decir, estructura de la moral desde el don de Dios que el hombre tiene que llevar a cabo, donde la Bienaventuranza no es inmediata, sino recibida humanamente en la libertad y expresada en los actos (e incrementada en su capacidad de acogida por la acción). Hemos recibido a todo Dios, pero no del todo (plenamente): por eso con los actos (de modo especial, con las bienaventuranzas), perfeccionamos la bienaventuranza… El don se introduce en el proceso y se articula como racionalidad práctica (prudencia), para aspirar a lo más grande. No obstante, se puede señalar como límite que la moral tomista es más una moral de la virtud que del amor. Aquí la carencia cristocéntrica del planteamiento tomista como teología del amor. Se verá mejor en los comentarios a los Evangelios: Cristo como el sabio y como el amigo. Caridad como amistad con Cristo.

2.2.5. Baja Edad MediaDespués de Tomás la teología entra en decadencia. Aparecen Juan Duns Scoto y Guillermo de Ockham. Juan Duns Scoto (1266-1308), franciscano, replantea la epistemología de la fe y de la revelación. La Revelación no deja espacio a la deducción (desde causas, como Tomás), sino que depende de la voluntad contingente y de la autoridad del que revela. Dios se hace actor en la historia y en lo concreto (pone el ejemplo de los mandamientos y segunda tabla como medios útiles condicionados y signo de esta voluntad divina contingente (por eso dispensó del matrimonio en la Ley mosaica). Se produce, pues, una vuelta a la ley como voluntad de autoridad de Dios. La libertad se entiende como una relación entre voluntades desde un cierto voluntarismo. La moralidad es lo mandado (relativo a la voluntad divina (por ejemplo, los preceptos de la segunda tabla), no la racionalidad. Aumentan así los actos indiferentes (dependientes de la voluntad del legislador y de las condiciones del acto humano en forma, circunstancias, fin, aceptación por parte de Dios, etc). El conocimiento práctico no será el conocimiento del fin, sino la aplicación de preceptos generales a casos particulares…Para Guillermo de Ockham lo importante no son las cosas en sí, sino el nombre de cada una de ellas. Así, no importa si una cosa es buena, sino si Dios le hace buena. Guillermo habla de la potentia Dei, la voluntad de Dios todopoderosa. Lo que debemos hacer delante de esta voluntad es obedecer. Dice: “A la potencia divina se puede atribuir cualquier cosa, excepto lo que manifiesta contradicción”. Si Dios quiere debe ser obedecido (destaca el valor de la obediencia). Habla además de la libertad de indiferencia, es decir, ante las cosas no estamos inclinados. La libertad es un vacío: no estamos inclinados, sino que estamos ante dos contrarios a los que hay que elegir. Aquí el único límite es otra libertad: la libertad del otro es el límite de mi libertad. La libertad consiste hacer lo que está mandado por Dios. No hay, pues, ley natural (los mandamientos son solo voluntad divina positiva), y Dios aparece como límite total por ser Voluntad pura. La libertad ya no será imagen de Dios, y no puede crecer. De aquí se acaba en el casuismo: cómo responder a la Voluntad de Dios en cada caso, de la que se deriva una moral muy penitencial, judicial y controlada (cumplir con el mandamiento de confesar).A partir de Guillermo se extiende mucho el casuismo: surgen las sumas de los confesores. Son importantes los actos singulares en la medida que nos conduce a toda la persona. La teología se divide: a) Racional: trata de cuestiones poco importantes porque es demasiado teórica;b) Espiritual o mística: es práctica. Surge la Devotio Moderna (Maestro Eckhart y Tomas de Kempis). Kempis dice que hay que imitar las virtudes de Jesús y pone el acento en la vivencia piadosa del cristianismo. Eso llevará más tarde a que Erasmo de Roterdam no de importancia a los dogmas. Se abre paso a un clero inmoral, a los problemas con la jerarquía y las indulgencias que culminaría en la reforma luterana.

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Edad ModernaEn la Edad Moderna empieza un nuevo panorama ideológico, político y cultural que exigirá unos principios morales que reglamenten la vida social. Cae Constantinopla y empieza de forma más radical la ruptura de la unidad con la Iglesia de Roma. Comienza el individualismo. Se descubre América, se desarrolla la ciencia, se inventa la imprenta, ocurre la Guerra de los Treinta Años. En ese momento aparece Martín Lutero con sus ideas renovadoras protestantes. Con él se produce una separación entre la dimensión sagrada (muy individualista) y la dimensión secular. Lutero tiene una gran experiencia de la gracia personal (el sujeto tiene su propia verdad, se relaciona directamente con Dios), lo que le lleva a desarrollar la conciencia individual (sin la conciencia eclesial). Con esta noción de conciencia individualista (“Dios para mí”), importa la revelación de Dios a mí, que me hable y salve, y no tanto quién sea.Se acaba presentando una separación entre dos áreas diversas de presentación de la ética: ética divina, regida por la sola fe, a través de la conciencia y ética mundana, regida por la prudencia. En esta separación Dios / mundo, el matrimonio, por ejemplo, se considera que compete al Estado, porque es carnal/material y sujeto, pues, de la política.Lo que une el pueblo ya no es la fe, sino la razón. Fruto de esa cisión entre fe y razón se producen las guerras del siglo XVI. Locke dice que lo importante no es la fe, sino la tolerancia. La fe es una expresión particular, individual, no pública. Tomás de Victoria (1492-1546) vuelve la mirada a los universales, defiende los derechos de los indios, defiende el derecho de las gentes y así hace una teología más racional. Modera el legalismo nominalista, pero tampoco alcanza un concepto adecuado de virtud ni de moralidad, que sigue siendo la relación trascendental entre acto y ley divina.Todo eso contribuye para el desarrollo del protestantismo y se produce la Reforma católica de Trento. En este ambiente es importante el surgimiento de los manuales: la teología ya no está concentrada en las sumas y se hace más accesible. San Ignacio reforma el Colegio Romano creando el ordo studiorum a raíz de Trento proponiendo un curso mayor y un curso menor. El primero destinado a los profesos y párrocos, el segundo a los vicarios. Es la época de la apologética: que Dios existe, que es Creador, que se reveló en Cristo, que fundó la Iglesia, que se puede vivir por los sacramentos… pero aquí todavía no aparece la moral. La Moral se concentra en el curso de vicarios cuando se habla de los casos de conciencia. El gran manual es el de Juan de Azor, Institutiones morales donde se estudia el acto humano, la ley, la conciencia, el pecado, los sacramentos y la censura.Se discute mucho la Ley y la conciencia. Se plantea problemas de dudas de conciencia que culmina en los sistemas morales: el probabilismo (lo probable), probabiliorismo (la postura más probable entre todas), el tuciorismo (lo absolutamente probable es lo que propone la ley). De este último surgirá el rigorismo. Éstos son estudios respecto a las probabilidades de pecados. “Cuando hay dos opiniones, de las cuales una es más probable y la otra simplemente probable, se puede seguir a esta última” (B. de Medina). Estos sistemas van a llevar al laxismo o al rigorismo. Un ejemplo del rigorismo es Pascal y del laxismo, los Jesuitas.En el siglo XVIII aparece el puritanismo que viene del calvinismo que lleva también a rigoristas o a laxistas. El puritanismo separa mucho el interior del exterior. Lo importante es lo exterior no lo interior. Esto está basado en la idea calvinista de que las buenas obras son señal de salvación. Lo importante es que la conducta exterior sea recta. La conducta exterior debería ser intachable. La formula es: Dios – moral – obligaciones – represión. Aparece aquí D. Hume (1711-1776) que habla de la felicidad como un estado anímico y no como perfección humana o social: la moral se rige por las pasiones individuales, se busca el sentirse bien. Los sentimientos (el amor) se privatizan (satisfacer utilitariamente las propias pasiones) y pierden utilidad social: los afectos no cuentan en las relaciones sociales ni el amor mueve la sociedad. El puritanismo deriva, en fin, en el Romanticismo del XVIII (exaltando la espontaneidad) y en un irracionalismo emotivista, por este exceso reglamentador del puritanismo.Es un auténtico error identificar moral con obligación, y no con perfección. Y es mayor error aún identificar obligación con obligación de represión de los deseos. Por el contrario, es la gracia la que puede dirigir los deseos a Dios. La Iglesia no tendrá respuesta a estos problemas básicos de la afectividad, sexualidad y economía burguesas, por lo que, de hecho, teología y vida se separan. La única respuesta que se ofrece es una espiritualidad separada de moral y de teología (de un horizonte de sentido).Estos sistemas morales duraran hasta finales del siglo XVIII cuando llega San Alfonso María de Ligorio que predica la honestidad, la no exageración, la oración, acoge muy bien a la gente, incentiva las predicaciones populares, etc. llevando a un equilibrio de la moral. Su manual se llama Theologia moralis donde habla del equiprobabilismo que le lleva todavía a la escuela probabilista. San Alfonso no es el fin de los problemas, pero sí que es más racional y más equilibrado. Para él la ley de los actos humanos es doble: una remota, otra próxima. La remota o material es la ley divina. La próxima o formal, la conciencia. Esta debe conformarse con aquella.

En el siglo XIX hay un ambiente de separación entre los grandes temas culturales y las discusiones morales de la Iglesia. Hay necesidad, pues, de una renovación evangélica de la moral y de diálogo con las filosofías del momento.Junto con Kant, las otras dos corrientes filosóficas del siglo serán:a) Utilitarismo: razón técnica que consiga los intereses individuales.

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b) Idealismo: no se dedica demasiado a la ética. No es muy práctico. Generó más bien ideas. Primacía de la idea como absoluto abstracto. Este concepto de la idea no da lugar a una moral práctica (su división no es práctica).En teología, se quiere iniciar una reconstrucción de la moral desde el replanteamiento de los fundamentos, desde el impasse de la Teología moral de los dos últimos siglos.a) Escuela de Tubinga: Se basa en la experiencia cristiana. Elabora una moral basada en el Reino de Dios, en el fundamento histórico / escriturístico de la moral. Estudia los símbolos de la fe y la Iglesia como misterio. Es un planteamiento renovador no racionalista. El gran autor es Johann Adam Moehler. b) John Henry Newman: rebate las acusaciones de los protestantes que, en la época, acusaban a los católicos de seguir más el magisterio papal que la propia conciencia. Habla de la conciencia como una servidora de Jesucristo. La conciencia es el lugar en el hombre donde habla Dios. Conciencia y magisterio nunca pueden estar reñidos. La conciencia no inventa la verdad, la reconoce, la lee. La conciencia tiene el deber de buscar la verdad. “La conciencia tiene el derecho de ser obedecida” (Newman).c) Protestantismo liberal: da mucha importancia a la historia. Las normas morales no son permanentes sino que evolucionan. Dicen que lo importante es tener los sentimientos de Cristo y no tanto el dogma. Hablan de que la experiencia religiosa hace progresar el individuo. Autores importantes son Schleiermacher, Lessing y Harnack. Una respuesta se dará con S. Kierkegaard, y el encuentro concreto con Cristo como experiencia (Cristo no es una idea, contra Hegel), de modo que la fe no puede diluirse en el sentido de la Historia. El yo individual es lugar teológico (el yo frente a Dios) y la fe como paso nuevo al ético y estético, que responde a la acción interior de Dios en el hombre (origen del existencialismo).

El siglo XX: en el marco de la I Guerra Mundial. Fin del protestantismo liberal y del puritanismo. Hay que tener en cuenta también las revoluciones sexuales en Rusia (años 20). La ruptura definitiva del puritanismo llega con Freud que dice que lo importante no es la conciencia, sino la inconciencia. Aquí comienzan los grandes movimientos sexuales. León XIII en la Encíclica Aeterni Patris invita a la renovación tomista. Se desarrolla la ética de situación según la cual las situaciones morales son tan complicadas que hay que estar muy situados. En este sentido, se desarrolla la moral de que cada uno tiene que decidir en conciencia lo que le pide Dios. Eso es verdad, pero hay que reconocer que una interpretación subjetiva de este análisis puede llevar a un subjetivismo. Aquí es donde se fija el Vaticano II: qué es más importante ¿la persona o la naturaleza? La discusión moral alrededor de la cual gira el Vaticano II es la ética de situación. Renovación de la moral en el siglo XX: Bernard Haring hace un manual llamado La Ley de Cristo que recoge los pensamientos de los autores anteriores. Propone que la obediencia a Cristo no es ciega. Vaticano II: De ordine morale fue el documento preparatorio. Empieza hablando de ley natural, conciencia y pecado (vuelve al esquema de la manualística). Hay una gran oposición a este documento y al final no se produce ningún documento conciliar sobre la moral. La realidad es que el tema moral está presente en todos los documentos de alguna manera (por ej. Lumen Gentium sobre la santidad personal, la caridad; Gaudium et spes sobre la familia, la paz, la economía... Optatam Totius, 16 sobre los estudios morales en los seminarios: “Aplíquese un cuidado especial en perfeccionar la teología moral, cuya exposición científica, más nutrida de la doctrina de la Sagrada Escritura, explique la grandeza de la vocación de los fieles en Cristo, y la obligación que tienen de producir su fruto para la vida del mundo en la caridad”). Los desarrollos del Vaticano II son un intento de diálogo con el mundo moderno. Habla del consecuencialismo, del proporcionalismo (se fija en aspectos un poco exteriores) y de la autonomía (el cristiano es autónomo que tiene unas motivaciones evangélicas). Todos estos datos llevan a la necesidad de proseguir la renovación emprendida. Un apretado núcleo de la aportación conciliar es que la moral tiene que ser vida en Cristo (perspectiva teológica frente al racionalismo de la ley natural). Esa vida en Cristo se entiende como respuesta a una llamada de Dios (concepto de vocación). Esto se relaciona con LG y la llamada a la santidad: la moral no puede ser un listado de preceptos. La santidad, por el contrario, es el ejercicio propio de la caridad, de la que vienen los frutos propios para la vida del mundo. No se es santo para uno mismo, sino en una comunión eclesial para la vida de los demás (no para la propia salvación).En 1968 Paulo VI publica la Humanae vitae. El post-concilio hasta 1993: empieza un dialogo con las ciencias (racionalidad) y la utilización de la Escritura. Esta es la cuestión de la especificidad (autonomía). Empieza la moral autónoma que define una moral racional donde el hombre puede, con la sola razón, distinguir entre el bien y el mal. A partir de ahí se podría llegar a un acuerdo con todos (habría un mínimo para todos). La Biblia, según ellos, expresaría unas normas que valdrían en su tiempo y no normas universales. Bastaría, entonces, la racionalidad para hablar del bien y del mal. Se prescinde de la Escritura y del Magisterio. Respecto a la especificidad se afirma que la moral cristiana no es distinta de la moral racional, no hay una moral específica. Lo que trae la Escritura es lo mismo que lo que dice la racionalidad. La Escritura solamente lo explicita de manera más fuerte. Hay dos planos: un aspecto trascendental y el otro práctico. Otra corriente, combatiente de la autónoma, es la ética de la fe. Dos grandes autores de esta corriente son Ratzinger y Von Balthasar. Dicen que hay una moral en la Escritura.

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San Juan Pablo II: en 1987 crea una comisión para estudiar la moral que culminará en la Veritatis Splendor. En 1992 se publica el Catecismo.

VERITATIS SPLENDOR (Comentario)

La Veritatis Splendor (1-11): El cap. 1 habla de la antropología y el cap. 3 habla de la moral de la Iglesia. El cap. 2 es el más moral. Comentario a la Veritatis Splendor: “Ya no se trata de contestaciones parciales y ocasionales, sino que, partiendo de determinadas concepciones antropológicas y éticas, se pone en tela de juicio, de modo global y sistemático, el patrimonio moral” (n. 4). La encíclica ya no habla de unos casos como pretendía los debates y la crisis, sino que quiere exponer todo el conjunto de la doctrina moral católica. En primer lugar, es Cristo que ilumina la libertad del hombre, ilumina su corazón. Se destaca el papel de la gracia. Se habla de la teonomía participada.La encíclica analiza el episodio del joven rico: el joven pregunta a Jesús que de bueno hay que hacer para llegar a la vida eterna. La contestación de Jesús trasforma la pregunta en pregunta religiosa: Solo uno es bueno. Aquí la categoría del encuentro es importante: la moral cristiana se fundamenta en el encuentro con Cristo. En el n. 4 dice: “Ya no se trata de contestaciones parciales y ocasionales, sino que, partiendo de determinadas concepciones antropológicas y éticas, se pone en tela de juicio, de modo global y sistemático, el patrimonio moral. En la base se encuentra el influjo, más o menos velado, de corrientes de pensamiento que terminan por erradicar la libertad humana de su relación esencial y constitutiva con la verdad”. Aquí es importante el binomio verdad y libertad. Y continua: “Está también difundida la opinión que pone en duda el nexo intrínseco e indivisible entre fe y moral”. Se destaca aquí la fe unida a la moral, a la vida. Es peligrosa una verdad sin libertad como una libertad sin verdad. Hay una verdad que mueve a la libertad: el amor de Cristo que mueve el corazón. Cap. 2: repasa las grandes corrientes de todo el post-concilio. Estudia la relación entre la libertad y Ley, entre conciencia y Ley, entre elección fundamental (Jesús) y actos y entre objeto moral y el teleologismo (lógica del fin).Cap. 3: Se habla de la verdadera libertad que nos es dada por Dios y que está orientada por el amor. Entra ya en el contenido de la Nueva Evangelización. Perspectiva cristocentrica (n. 86): solo hay una verdad que mueve a la libertad y esta verdad es Cristo. Es una libertad que actúa sola (no se hace porque se manda, sino porque se cree). Realidad práctica: el conocimiento moral es original, no es aplicada. Es la racionalidad que mueve la libertad. VS, 78: situarse en la perspectiva de la persona que actúa. El que hace conoce de una manera determinada (perspectiva de la primera persona), es decir, solo yo sé lo que estoy haciendo, solo yo sé por qué actúo. El confesor es una tercera persona que ve las cosas desde fuera y puede juzgar mejor. Pero no toda moral se resume a la perspectiva del confesor.

TEMA III: EL MENSAJE MORAL CRISTIANO

3.1. El DecálogoLa moral israelita se contiene esencialmente en la Ley, dada por Dios a Moisés. De ella surge una sensibilidad moral que está vinculada a un evento histórico-salvífico: la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto y su conformación como el pueblo elegido por Dios. Por medio de la Ley Israel reconoce a su único Dios y se compromete a rechazar las desviaciones morales de los pueblos vecinos.El eje de la moral israelita es la alianza establecida con Dios en el Sinaí. De ella emanan una serie de derechos y de deberes muy concretos que el buen israelita se compromete a respetar con fidelidad. La moral israelita es una moral de pacto entre Dios y su pueblo. Es, por tanto, una moral religiosa: tiene su origen y su fuente en Dios, no en el hombre.SE denomina Decálogo a los dos textos de la Torah reconocidos como el núcleo de la ley y expresión de las principales exigencias morales de la ley natural. No se trata tanto de un código como de una exhortación o enseñanza: más que prescribir, enseña cómo se comporta un buen israelita, un hombre justo. El Decálogo aparece como un camino de vida y libertad frente a la esclavitud del pecado. Los mandamientos son un don de Dios, expresión de su alianza de amor con su pueblo, con todos los hombres. A la iniciativa de Dios con este don, ha de seguir la respuesta de los hombres con el cumplimiento de los mandamientos.

Mantiene viva la conciencia religiosa Previene la idolatría, superstición… Protege la familia y la vida Promueve respeto a las personas y a las cosas ajenas Fomenta justicia

Esquema de los mandamientos:a) Los que hablan de Dios: 1º, 2º y 3º;b) Los que hablan del hombre: 4º - 10º.

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Los mandamientos van hacia el interior del hombre. Dios empieza pidiéndonos que cuidemos los actos: cuidado de la vida (5º), no cometerás actos impuros (6º), no robarás (7º). Y sigue más afondo: no mentirás (8º), no consentirás pensamientos impuros (9º), no codiciarás los bienes ajenos (10º). Hay una estructura lógica que empieza con las acciones exteriores para luego pasar a las interiores. Con Dios es distinto. Lo primero es el deseo: amarle sobre todas las cosas (1º), no tomarás su santo nombre en vano (palabra – 2º) y guardar domingos y fiestas (3º).El sentido de los mandamientos está en Rom 7, 7: “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás”.Los mandamientos piden la gracia de Dios porque sin ella no es posible cumplirlos. Es un don de Dios. La Ley sirve para enseñarnos el pecado y para mostrar nuestra impotencia en vencerlos.

Una moral religiosa: el rasgo religioso de la moral israelita se pone particularmente de manifiesto em los libros proféticos. La doctrina moral de este período se puede caracterizar en tres puntos:

1. Subrayan las exigencias sociales de la Alianza, resaltando la importancia del prójimo.2. Se da a las obligaciones morales un fundamento religioso. Dios es fiel, está siempre junto al pueblo, por

tanto el hombre trata de actuar como Él.3. Se da la primicía a los preceptos morales respecto a los que se refieren al culto

En general la moral de los profetas fomenta la interiorización de los preceptos.

Una moral razonable: los libros sapienciales ponen de manifiesto el carácter razonable de la doctrina moral del pueblo israelita. La bondad de la ley divina se expone acudiendo a la razón, a la experiencia humana y al sentido común. Los libros sapienciales son distinto de la Torah, que exponía la moral acudiendo a la obediencia a la voluntad divina. La causa de la diferencia es la influencia de la cultura helénica. Los libros sapienciales tratan de mostrar que obedecer a Dios y respetar al prójimo es razonable.

Límites de la moral del A.T: Fuerte tendencia al legalismo, o sea, considerar que la moral es solamente cumplir la Ley Tendencia a la autosuficiencia. Cuando el hombre cumple la Ley puede considerarse justo, olvidando que la

salvación es siempre don divino. Se puede afirmar que la ética del A.T fue suficiente como preparación para acoger el anuncio moral de Cristo

Moral del N.T: Cristo no se presentó a sí mismo como un moralista, en el sentido actual del término. El esencial de su mensaje es el anuncio de la verdad, el evangelio que debe ser acogido con fe. Es la revelación del amor del Padre, la revelación de la vocación del hombre.

Revela al Padre y secundariamente al hombre. El mensaje moral de Cristo comienza a desvelarse en el Sermón de la Montaña con las bienaventuranzas. Con respecto a la Torah J.C quiere darle cumplimiento (dar cumplimiento significa que la Ley es un

instrumento para la realización de un grandioso proyecto divino) y corregir los límites de la moral de Israel. La reforma “propuesta” por Jesús implica el reconocimiento en Él de una autoridad como la de Yahvéh, pues

la Torah es de origen divina. Cristo propone un modelo basado en el arrepentimiento y en la gracia. Se dirige a los pobres, a los que solo pueden poner su seguridad en Dios. Quien es autosuficiente, quien piensa

que ha puesto a Dios en deuda por su justicia, no puede entender su mensaje.

Kerigma: la exegesis católica como método directo para captar lo esencial y original del mensaje de J.C el estudio del Kerigma. Elementos esenciales del Kerigma:

La fe en la persona y en la obra de Cristo. es lo único que garantiza un futuro seguro y feliz

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La conversión, metanoia (cambio de pensamiento), cambiar radicalmente, convertirse en nueva criatura. Acoger e incorporar la vida de Cristo

Bautizarse, pues es el sacramento indispensable para alcanzar la transformación Nueva identidad, el ser tiene precedencia sobre el hacer. El estilo de vida del cristiano está recogido en las

bienaventuranzas, en el doble precepto de la caridad, en el seguimiento de Cristo. Doctrina moral del Señor presentada en imágenes y parábolas (la del Reino y de la Vida)

3.2. Las Bienaventuranzas (texto colgado en ADI)

Esquema de las Bienaventuranzas

1 no está en el tener (los pobres). Reino de los cielos2 no está en el poder (los que sufren, los mansos) 3 no está en el estado de ánimo (los que lloran)

4 sobre la justicia Representa la comunión con Dios

5 los misericordiosos6 limpios de corazón (la castidad)7 Trabajar por la paz

8 el culmen del discurso. San Agustín habla del medio para conseguir las demás: Persecución, como el fuego que se aplica siete veces a la plata

Históricamente, las Bienaventuranzas se han considerado un principio moral básico que ilumina la cuestión de la felicidad humana. Las Bienaventuranzas se han vinculado desde el principio a las promesas de Dios hechas a Israel desde Abraham en las distintas fórmulas de Alianza, que se concluían con promesas de bendiciones y maldiciones como modo de asegurar su cumplimiento. (DT. 28, 1) Si en el AT estas bendiciones estaban más referidas a los bienes materiales (hijos, tierras), en el NT es la misma promesa de la vida y acción divinas la que sostiene el seguimiento de la Alianza, por encima de las ventajas materiales inmediatas. Dios no sólo es testigo, como en los pactos del AT, sino que es parte de la Alianza.Ya San Agustín había relacionado las Bienaventuranzas con los dones del Espíritu, uniendo el concepto de felicidad con el del Don de Dios en Cristo.

Así se puede entender la revelación de las Bienaventuranzas como el camino de felicidad en el régimen de la Nueva Alianza, que el mismo Cristo realiza en sí (retrato de Cristo) y que quiere comunicar a sus discípulos. Desde aquí se puede proponer una estructura básica de las Bienaventuranzas como camino ascendente que asume la paradoja fundamental de la condición cristiana en la propia persona de Cristo.-Las tres primeras indican una de las funciones principales del Sermón del Monte como purificación del corazón para

disponerse convenientemente a la recepción del don.-La cuarta representa la comunión con Dios (la sedaqah bíblica: la santidad en relación al Dios santo).-Las tres siguientes son la manifestación

de la comunión adquirida, en relaciones que afectan directamente a los otros (misericordia, pureza y paz).-La octava es el medio de las demás; el modo como las bienaventuranzas se desarrollan: la persecución, “el fuego mismo que se aplica siete veces a la plata para probarla”.El sentido de las Bienaventuranzas es el camino que Cristo nos enseña, para que, mediante la actuación de estas opciones excelentes desde la comunión con Jesús, nos dispongamos de modo perfecto a recibir el don de Dios.

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Modos de recibir el don de Dios

Hacen referencia a purificar el corazón, nos dicen donde no está la felicidad

Bienaventuranzas Dones Peticiones Padre nuestro

Pobres de espíritu Temor de Dios Santificado sea tu nombre

Mansos Piedad Venga tu reino

Los que lloran Ciencia Hágase tu voluntad

Hambre y sed de justicia Fortaleza El pan de cada díaMisericordiosos Consejo Perdona nuestras ofensas

Limpios de corazón Inteligencia No nos dejes en tentación

Pacíficos Sabiduría Líbranos del mal

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Como camino, las Bienaventuranzas señalan primero dónde no se encuentra la felicidad, lo que permite igualmente caracterizar positivamente las disposiciones fundamentales del cristiano como discípulo. Por este mensaje, el discípulo se forma globalmente un ideal de vida buena, que le permitirá recibir la plenitud de la felicidad como un don: la comunión con Dios y con los hombres. Esta idea de la primacía del bien de la comunión con Dios como don (correspondiendo al precepto del amor a Dios, y al concepto de felicidad cristiana como eudokía o relación interpersonal de donación) y su dimensión de exterioridad en el amor a los demás (segundo mandamiento del amor al prójimo) fundamenta la comprensión de las Bienaventuranzas.Se analizarán, pues, las Bienaventuranzas como dones de Dios en el obrar humano:Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: - “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Pobres/Reino de los Cielos. Bienaventuranzas integradas en el contexto del Reino (promesa con la que se empiezan y se concluyen las bendiciones). Las vivimos como promesa del Reino aun por cumplirse (bienaventuranza, pues, como don de Dios), pero significadas en la elección personal de la pobreza (condición paradójica e imperfecta de la bienaventuranza). Quiere indicar que la felicidad no está en el tener: la riqueza es relativa (siempre va a más y concibe en sí el temor) y no colma el deseo humano con su posesión. Hay una inquietud por las riquezas que esteriliza la vida cristiana. La posesión de las cosas no alcanza, además, lo más íntimo del hombre: es más, puede esclavizarlo. Pobreza significa, entonces, libertad para servir (no vivir para el tener), corazón puesto en la verdadera riqueza: el don de Dios: Dios es nuestro tesoro: pertenecemos a Dios y Dios nos pertenece; e imitación, desde ahí, de la generosidad del don de Dios y de Cristo.-“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra”. Mansos/herencia de la tierra. La felicidad no está en el poder (el tener estaba referido a cosas, el poder a personas), sino en el dominio propio: el poder como capacidad de hacer acciones más grandes (servicio), lo que incluye necesariamente al otro. El poder es un deseo siempre relativo, porque está continuamente volcado al futuro en comparación con los demás (por eso siempre subsiste la tentación de absolutizar ese poder, y el peligro de hacerlo completamente arbitrario). El poder tampoco sacia (por el contrario, también llega a esclavizar). Su objeto hace referencia a bienes exteriores (la manifestación del poder sólo llega a lo exterior) y se manifiesta frecuentemente en la violencia y amenaza. La tierra nueva prometida, sin embargo, es herencia (recepción de un don), no conquista (adquisición o imposición por la autoridad), por lo que se alcanza por la humildad y la paciencia. Cielo nuevo y tierra nueva heredados del Rey, hechos por las manos de Dios, completamente ajenos a nuestra autoridad, sino, más bien, fruto de nuestra entrega (Lc 17, 10: “hemos hecho lo que teníamos que hacer”; Rm 8, 17: “Si ahora padecemos con Él, igualmente seremos glorificados con Él”).-“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”. Lloran/consuelo. Formulación paradójica en grado total . Purificación del sentido último de la felicidad: felicidad no es sentirse bien (inalcanzable y síntoma de desorden como exclusivo criterio moral). La felicidad no son los estados de ánimo. La felicidad no son, pues, los bienes interiores o bienes de conciencia, aunque se den en el alma (las bienaventuranzas, en este sentido, tampoco son los “valores” del Reino). El cristianismo no es un camino de superación de los dolores, de las dificultades en una armonía que nunca padece. Eso no es salvar el deseo. El cristianismo es, por el contrario, la presencia divina (otra vez don) en medio de las dificultades como esperanza de la auténtica felicidad: “sobreabundar de gozo en las tribulaciones” (2Co 7, 4), sabiendo que Cristo llora con nosotros. Seréis consolados no es quedar consolado, sino saber que Dios está con nosotros, y fortalecernos en esa seguridad (estar consolado). De esta manera, desde nuestra conciencia del consuelo de Dios en la dificultad, nos hacemos, a la vez, más sensibles, más abiertos al dolor del otro, más vulnerables desde el amor: llorad con los que lloran. La felicidad debe ser, pues, entendida de modo activo en correspondencia a la acción de Dios en nosotros. En fin, la realidad de esta bienaventuranza es que el amor que se compadece encuentra una alegría nueva. Estas tres han sido negativas y purificadoras. Comienza ahora el camino positivo de los contenidos fundamentales de la felicidad. - “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados”. Hambre de justicia / saciados. El hambre de justicia significa que el hombre no se puede justificar a sí mismo (el marxismo sí quiere construir un reino de justicia en la tierra). Al cristiano no le vale esa justicia humana (incluída ya en la bienaventuranza acerca de la mansedumbre). Se refiere al hambre de justicia como aspiración permanente, no como autojustificación por acciones concretas, sino a “ser justos ante Dios” (concepto de sedaqah), que remite por eso necesariamente a la justificación de Dios en Cristo: justicia de Dios por encima de lo que el hombre puede merecer: don absolutamente gratuito. Por eso el objeto de la felicidad no puede ser tampoco nada creado… (Cfr. STh, q. 2, a. 8): porque cualquier bien creado es menor del verdadero bien del que es capaz. El bien universal, único bien perfecto que sacia todo apetito, es Dios. De aquí se deriva la primacía del don en la felicidad humana, dentro de la aspiración total del hombre (y de sus obras producidas en vistas a una realidad última). A partir de esta Bienaventuranza, se explican los modos de recibir el don de Dios como felicidad. Justificados, ser justos – San José.-“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Misericordiosos / misericordia. Se refiere al inicio y al núcleo afectivo de los actos, donde se reúnen primeramente la acción de Dios y la recepción del

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hombre. La misericordia es un don de Dios. El misericordioso es el que ha recibido misericordia. Misericordia como exigencia activa que tiene como principio de su acto el propio perdón de Dios: felicidad entonces como operación que antes se recibe y que no es individual (no se es misericordioso con uno mismo, y se distingue de la autocompasión). Por el contrario, es una exigencia referida al otro: Lc 10, 37: en el Samaritano: “haz tú lo mismo”, a partir de la primera misericordia de Dios sobre el hombre: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre celestial es misericordioso” (Lc 6, 36). El don de la misericordia (perdón) nos hace a nosotros capaces de perdonar, superar las ofensas por una unión afectiva que nos lleva a una comunión nueva de personas. Misericordioso es el corazón que “sabe padecer miseria”, “miserable”, como compasible, que hace suyas las miserias de los demás; de tal manera que, por medio de la acción personal, llegue a los demás la acción del Padre. Implica una asimilación progresiva a Dios por medio de nuestras acciones: Dios nos hace divinos, porque nos permite colaborar en obras grandes como las suyas, “para que seáis hijos de vuestro Padre celestial… Vosotros, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”. La misericordia incluye, en primer lugar, la posibilidad de vencer nuestra limitación y pecado por el perdón. Dios cura con su compasión. La alegría del perdón es una experiencia radical de felicidad. Ser perdonado es parte de la mejor experiencia de Dios. Jesucristo cambió la posibilidad del pecado en ocasión de una nueva experiencia de unión con Dios por el perdón. El hijo mayor del pródigo no se alegra porque no tiene necesidad de la misericordia del Padre, y por tanto, no ha aprendido a ser como Él. La felicidad consiste en cómo recibimos el don de Dios. La acción del hombre, entonces, nace de un nuevo principio: el perdón de Dios. -“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Limpios de corazón / visión de Dios. I/II STh. q. 3, a. 8, co.: Necesidad no solo de conocer la existencia de las cosas, sino también de conocer su causa y de qué es esa causa. La admiración de la existencia le lleva a buscar más. Luego por eso busca la fuente última: no descansa hasta llegar a conocer la esencia de la causa. Logrará su perfección por la unión con Dios como su objeto (eso será la esencia descubierta).Visión de Dios: participación de la vida eterna y la resurrección, felicidad plena. Sólo el corazón limpio ve a Dios. El corazón es el que conoce (Ricardo de San Víctor). Si no recibe un don de Dios no puede ver a Dios. Hay que aprender a ver a Dios: el valor activo de esta visión es la recepción de lo que Dios nos muestra como Luz… La limpieza de corazón es ver esa luz que ilumina la vida del hombre y saber vivir de ella. Dirigir los afectos al Señor a través de los objetos. En la historia de la teología, se dieron continuas discusiones acerca de si esta visión es un acto de la voluntad o de la inteligencia, pero la limpieza de corazón va por la integración afectiva que es necesaria como elemento dispositivo para la realización propia de tal don. La purificación del corazón es centrar los afectos en Dios, y esto es necesariamente un don. También entra este concepto de pureza como disposición al culto divino. Esta bienaventuranza remarca la función del corazón y el papel de los afectos en la dirección de la acción como presencia de una afectividad sobrenatural por los dones del Espíritu Santo. “Los sentimientos de Cristo”: La última disposición para la acción perfecta no puede ser sino de naturaleza afectiva (una vez realizada toda la integración perfecta de los dinamismos humanos): “querer con toda el alma una sola cosa” (Kierkegaard). Autoposesión de los afectos. Aquí se ven las bienaventuranzas como un todo: indican los actos excelentes que nos disponen (desde la recepción todavía imperfecta de la felicidad) a la recepción perfecta de la felicidad.Se puede comprender, entonces, cómo la plenitud integral que nos permite alcanzar el ideal de vida (que incluye la felicidad perfecta y su contemplación afectiva): no consiste en la vida práctica, en el objeto de las acciones, aunque se da por medio de ellas: la plenitud cristiana se refiere más bien al querer con todo el corazón propter Deum (viendo a Dios en los demás). I/II q. 3, a. 2, ad 4: “en los hombres, para el estado de vida presente, la perfección última de la Beatitudo es mediante la operación por la que se unen con Dios”: unirse a Dios, que en la tierra no podrá ser ni unión continua, ni única, y por tanto, en esta vida, será imperfecta (ut homines). Aquí solo queda, pues, aliqua participatio beatitudinis, tanto mayor, cuanto la operación por la que nos unamos a Dios (en una operación como la suya) sea más continuada y unificada. Para esta operación perfecta no basta un simple altruismo, sino una acción que perciba la profundidad de su colaboración con Dios, por medio de la acción personal, en total implicación personal. Se trata del poder totalizante y transformador de la unión afectiva en cuanto comunión con Dios que se hace motor de las acciones humanas.-“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Pacíficos / hijos de Dios. Paz como conjunto de los bienes mesiánicos: Es la promesa más alta: la filiación divina como sentido más profundo de la nueva unión con Dios. No es, pues, solo, vivir en paz, construir la paz, sino recibir la paz propia de los que son Hijos de Dios, porque la paz es hacer la voluntad de Dios. Es el valor activo que alcanza en el hombre la recepción del don de Dios. Esta bienaventuranza incluye su valor social (comunión humana), deseando para todos la felicidad en Dios (no la perfección de la virtud). Esta felicidad completa de ser hijos de Dios (que implica la paz del corazón) es el testimonio de la fecundidad del don en Cristo, que es nuestra paz y vence toda división. -“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”. Perseguidos / recompensa en el cielo. Esta última bienaventuranza

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indica de nuevo la condición paradójica y la razón de la bienaventuranza: hay que construir la paz porque hay actualmente guerra. Por tanto la paz no se trata de alcanzar un sentimiento, de lograr unas circunstancias, sino de una acción, hacer la voluntad de Dios en nuestra situación actual. La felicidad de la presencia y de la promesa de Dios en la tierra está condicionada al padecimiento de persecución e incomprensión. Muestra la tensión entre el don y la posibilidad de vivirlo realmente, cosa que solo puede realizar el mismo Cristo. No obstante, indica ya la presencia de esta felicidad aun en las condiciones más desfavorables y la superación de cualquier limitación circunstancial por el amor primero de Dios. Es el don de la filiación, y por tanto, fin de las inquietudes del hombre, en medio de las dificultades. Ya hay felicidad, incluso en medio de persecuciones. Forma de entender las bienaventuranzas: qué deseo humano persiguen. Cómo lo vive Cristo, lo que indicará su plenitud humana. Cómo la debo vivir yo.

Interpretaciones del Sermón de la Montaña:Moral pedagógica (Lutero): tendría solo una finalidad pedagógica. Las metas que pone Jesús están fuera de las posibilidades humanas. Sirven para despertar la conciencia de la incapacidad para cumplir el bien y de la necesidad de la misericordia.Moral provisional (A. Schweitzer): las bienaventuranzas son una ética provisional en un momento de inminencia del fin de los tiempos. Cristo no pretendía proponer un mensaje valido para siempre, sino indicar cómo comportarse en los momentos de prueba o cuando aparezcan las señales del fin de los tiempos.Moral ideal: los modelos del sermón son indicadores de un espíritu, Cristo no pide hechos concretos, sino solo los sentimientos que corresponden a los modelos que propuso.Moral “de primera clase”: entendida en un contexto ascético o espiritual. Lo que dijo Jesús no fue dirigido a todos, sino a los que desean alcanzar la perfección. Hay que distinguir las que expresan mandatos, de las que expresan consejos. Las exigencias más difíciles solamente para los más generosos.

El seguimiento de Cristo es el fundamento esencial de la moral cristiana.El doble precepto de la caridad Respecto al doble mandamiento de la caridad se deduce que:a) El Señor mismo se propone como fundamento, modelo y medida de este amor;b) Establece entre el amor a Dios y al prójimo una unión indisoluble.De este doble mandamiento depende toda la Ley y los Profetas: la caridad es todo en la vida del cristiano.

TEMA IV – LA CUESTIÓN SOBRE EL FIN ÚLTIMO DEL HOMBRE.El debate sobre la noción de fin último del hombre: en su perspectiva clásica bajo inspiración filosófico-teológico tomista este estudio se articula así:

Se busca un elemento de referencia para discernir cuando las acciones humanas son moralmente buenas o no. Se busca una razón que explica por qué se debe obrar bien. Este elemento de referencia depende de la concepción que se tenga de hombre. Si se parte de que el hombre es una criatura personal y libre la cuestión es determinar si existe o no un único

fin global al que deben ordenarse todos los demás fines particulares. Se afirma con argumentos de antropología y metafísica la existencia de un fin último que se identifica con la

perfección de la naturaleza humana y con Dios.

4.1. El esquema clásicoEl esquema clásico parte de la naturaleza una vez que todos tenemos una naturaleza. Esta naturaleza está dirigida a un fin último. Principios de la razón práctica: a) Hacer el bien y evitar el mal;b) Desear el bien;Por un lado hay unos movimientos espontáneos en el hombre y por otro está la búsqueda de sentido. A esta última, se le ha llamado fin último. Este fin último tiene unas características: a) tiene que ser lo último;b) debe saciar plenamente;c) debe poder ser alcanzado;d) debe parecer irreal, inasequible;e) debe ser demasiado exigente (todo se dirige hacia él). La cuestión del fin último va a tener tres condiciones o referencias:a) Dimensión subjetiva: es la felicidad, lo que satisface a la persona;b) Dimensión objetiva: este fin último debe hacernos crecer de alguna manera, ser mejores. Es la vida lograda;c) Condición de poseído: debe poder ser poseído, un bien real, que se pueda poseer. Es el Bien sumo. Sobre esas tres direcciones se ha movido la historia de la moral.

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Fin último, felicidad, vida lograda y bien sumo: buscar el bien y rechazar el mal es algo espontaneo en el hombre debido a su constitución ontológica, cabe el engaño, o sea, considerar lo bueno como malo y viceversa. Pero el obrar humano siempre desea el bien.Los interrogantes morales no son primarios o espontáneos, proceden de la propia experiencia sobre lo bueno y lo malo. La experiencia del desencanto ante lo que se consideraba un bien pueden conducir a replantearse si la conducta moral tiene siempre un sentido. La cuestión de fondo siempre es esta: si la vida humana tiene o no un sentido. Este sentido de la vida humana no puede ser comprendido desde acciones singulares aisladas.La cuestión del sentido de la vida moral ha sido comprendida bajo el concepto de bien sumo o de fin último. Este fin último es:

Definitivo - tiene que ser lo último Completo - debe saciar plenamente cumplido - debe poder ser alcanzado

La cuestión del fin último así entendido tiene poca presencia en los manuales actuales. Se pueden señalar algunas razones para esto:

es un concepto incierto parece inasequible aceptarlo conduciría a dirigir la vida en su dirección, algo así como jugarse la vida. En cambio la esperanza de felicidad constituí un punto de referencia en la vida de las personas.

El estudio sistemático del sentido de la vida desde la perspectiva del fin último exige distinguir tres conceptos: felicidad, vida lograda y bien supremo.

Felicidad: estado subjetivo de plena realización de una persona que ha alcanzado lo que esperaba vida lograda: crecimiento objetivo hacia la plenitud cumplida de la persona bien supremo: bien real que poseído abre el horizonte de una felicidad ilimitada. Este bien supremo es lo que

la tradición cristiana denomino Dios, un Dios Trino.

La felicidad y la vida logradaMuchos autores como S. Agustín y Sócrates, afirmaron que todos queremos ser felices. El problema está en qué es la felicidad.

definiciones de felicidad:a) Satisfacción de las necesidades – relación con el mundo: para ser feliz debo encontrarme en una situación particular de satisfacción; satisfacción de necesidades particularesb) Como fortuna: ser feliz es tener suerte;c) Existencia logradaAristóteles: felicidad es el motivo del actuar moral y el objeto apropiado de la ética. En este sentido la ética de Aristóteles es eudemonista, o sea, la virtud es el modo más apropiado de conseguir la felicidad que consiste, como también pensaban Platón y Sócrates, en la sabiduría.La idea central de los griegos es tomada por la tradición cristiana, pero la asientan sobre el fundamento teónomo, o sea, Dios. La vida virtuosa vale la pena por amor del Supremo Bien.Santo Tomás: va más allá de Aristóteles: le da a este concepto de felicidad un fundamento teónomo afirmando que la sabiduría es Dios. La felicidad es un bien perfecto de naturaleza racional: ser feliz es ver a Dios. El hombre puede ver a Dios a través de su inteligencia y su voluntad, que es el único capaz de satisfacerlo. Puede, además, conocerlo y amarlo. La felicidad está unida a la posesión de Dios. Para Santo Tomás hay dos tipos de felicidad:a) Terrena: la virtud, la sabiduría, la inteligencia…b) Sobrenatural: es don de Dios. Sin este don nunca podríamos llegar a esta dimensión.

Kant: hace una gran crítica al eudaimonia. Dice que todo lo que nos mueve a conseguir la felicidad es egoísmo, sentimiento de autocomplacencia. Cree que esta búsqueda es una búsqueda individualista de la felicidad porque se dirige a satisfacer los placeres personales. Moverse para uno mismo es egoísta y por lo tanto no puede ser universal. Si la ética es universal, la búsqueda de la felicidad no es ética. La ética es el cumplimiento de los deberes: eso sí es lo universal. El concepto de felicidad no es para Kant algo absoluto. Según él, no nos podemos mover por la felicidad y tampoco por el placer. Defiende que hay algo absoluto y objetivo por el cual todos debemos movernos. Pero su erro está en que la ética está fundamentada en partes en lo objetivo y en parte en lo subjetivo.d) Eudoquía: es lo más cristiano. Basado en Lc 2, 14 (Canto de los ángeles: y paz en la tierra a los hombres que aman al Señor/ a los hombres de buena voluntad). Hay una parte de la felicidad humana que es don de Dios. Pero está también el hecho de que el hombre tiene buena voluntad. Por tanto, hay una parte que hace el hombre (subjetiva) y una parte que hay que recibir de Dios (objetiva). El contenido de esta felicidad es la comunión entre personas, es decir, el amor. Aquí se deshace la tesis de Kant porque ya no es una búsqueda egoísta de la felicidad, sino que es donación de amor entre dos partes, es el don personal.

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Makarios (bienaventurado, feliz): aparece muchas veces en el N.T. se refiere a la condición de la criatura que ha sido salvada y redimida por J.C. El fin último y la unión con Dios, Sumo BienLos manuales clásicos abordan la cuestión de cual puede ser el fin último del hombre siguiendo el pensamiento de Santo Tomás. También se buscó determinar en lo que no puede consistir el fin último: riquezas, placer, ciencia…la razón es que estos bienes no satisfacen, pues son bienes parciales, no son seguros, no tiene el carácter definitivo que debe tener el fin último. Santo Tomás: en esta vida se puede vislumbrar dos tipos de felicidad:

natural: proporcional a la naturaleza humana, que la persona puede alcanzar por sí misma. Es verdadera felicidad, pero incompleta, siempre sometida al temor de la pierda.

Sobrenatural: que excede a la naturaleza humana, que se consigue solo con Dios. Participando de la naturaleza divina.

La perspectiva escatológica del A.T muestra la solución a precariedad de la felicidad, encontrándola en la vida eterna. El N.T añade a esta perspectiva la persona y el Evangelio de Cristo, la escatología ha entrado en la historia. Todo el evangelio viene a decir que no hay mayor bienaventuranza que encontrarse con Jesús. San Juan en su evangelio emplea la expresión vida eterna para hablar de lo que recibe uno cuando se encuentra con J.C. vida eterna incluye, superándola, lo que en filosofía denominamos vida lograda.Según la fe católica, el fin último, la felicidad del hombre es la comunión con Dios en la visión y en el amor, o sea la gloria de Dios.La doctrina católica reconoce en el hombre una capacidad natural de endiosamiento. El hombre es capax infiniti o capax Dei.

Fin último y deseo de DiosEn la reflexión sobre el fin último algunos han adoptado un camino relacionado de algún modo con el concepto de deseo natural de ver a Dios. La acción humana busca alcanzar algo, según esto, se puede reconocer un dinamismo interior del deseo y de los deseos. Según algunos en este dinamismo del deseo hay que contextualizar la reflexión sobre el fin último basada en la consideración finalista de la naturaleza humana. Se alcanza el fin último deseándolo.Afirmar que Dios es el fin último del hombre por naturaleza es verdadero, pero no dice nada de como el fin último desencadena la acción moral. El camino que conduce al descubrimiento del fin último y de su valor moral es el dinamismo de la acción y en este movimiento el deseo del bien tiene un papel de primer orden.Blondel: hay que distinguir “el deseo” de “los deseos”.Deseo: es algo no del todo consciente que está en el fondo de todas las acciones de un sujeto como su motor.Deseos: son lo deseado, el objeto de nuestras acciones.Cada acción tiende a satisfacer un deseo, pero nunca alcanza satisfacer plenamente “el deseo” que había en él, siempre lo sobrepasa.El deseo es inextinguible, es imposible satisfacerlo. El deseo impulsa hacia su satisfacción en la consecución de múltiples deseos, pero nunca se extingue. Hubo intentos de resolver la paradoja del deseo:

Hedonismo: ignorándolo Budismo: aniquilándolo Estoicismo: racionalizándolo Existencialismo: absolutizando la libertad

Esta paradoja parece que solo puede ser resuelta aceptando la existencia de un fin moral absoluto en el que acabe, aunque el deseo mismo no pueda determinarlo desde sí mismo.Autores personalistas y de corte teológico concluyen que la solución se encuentra en el “amor originario”. El deseo es la manifestación de la existencia de un amor anterior. El amor convierte la dinámica del deseo en esperanza, y es esta la que salva el deseo. El fin último del hombre es Dios.

TEMA V – A IMAGEN DE DIOS Y REDIMIDOS EN CRISTO.EL FIN ÚLTIMO DEL HOMBRE

El hombre caído por el pecado: la corrupción de la imagen divinaLa S.E nos habla del pecado del hombre. Su separación del querer amoroso de Dios. el texto bíblico transmiten las siguientes ideas:

La caída del hombre fue histórica. El hombre queda sometido al pecado, al dolor y a la muerte El hombre quiere seguir su propia voluntad y se convierte en fuente autónoma del bien y mal. La libertad humana quiere emanciparse de Dios, cerrada en sus límites.

Se manifiestan consecuencias del pecado:a. Ruptura de la armonía con Dios y en el interior del hombre

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b. Desarmonía en las relaciones del hombre con el cosmosc. Daños que se expresan en la condena de Dios muestran la miseria del hombre. Estos afectan su dignidad y

capacidad de representar a Dios, su fecundidad, y las relaciones humanas.d. Separación de Dios, llevando el hombre a la muerte.

En resumen, el pecado lleva a la corrupción de la imagen divina que es el hombre.

La ruptura con Dios y sus consecuenciasEl pecado es ofensa y rechazo de Dios. El pecado causa un deterioro en el interior del hombre y en todas sus relaciones: con Dios, con los demás, con la naturaleza. El pecado original que heredamos por generación es la causa de los pecados personales.El pecado origina el desorden del amor. Se pasa a desear fuera del designio divino.Santo Tomás: hombre en su estado original tenía su razón sujeta a la verdad de Dios. Esta sujeción era un don. Las fuerzas inferiores estaban sometidas a la razón, y el cuerpo al alma. Rota la comunión con Dios, el hombre pierde ese don, y la naturaleza se abandona en sí.El hombre no está totalmente corrompido, sino herido en su naturaleza. Sufre la concupiscencia. El pecado lleva a una descomposición entre razón y voluntadLa doctrina católica habla de cuatro heridas del pecado:

Oscurecimiento de la mente – dificultad de alcanzar a Dios y el sentido de la realidad. Dificultad de identificar y los principios morales

Malicia de la voluntad – alteración del ordo amoris. Se pierde el amor con que debería amar a Dios y gana un amor egoísta.

Desorden de la concupiscencia Debilidad de ánimo.

Loa amores humanos se desorientan y apuntan a los bienes humanos. El hombre separado de Dios no puede alcanzar la plenitud que tanto ansía.

Sometimiento a la muerte y al sufrimientoEl hombre no fue creado para la muerte sino para la vida, el anhelo de vida plena manifiesta esta verdad. El sufrimiento y la muerte son consecuencia del pecado. El hombre entra en un estado de necesidad: aspira a una plenitud que no tiene. Un estado de fragilidad: está expuesto a la descomposición. Un estado de limitación: no tiene recursos para satisfacer sus deseos ni para evitar su destrucción. Estas limitaciones impiden que alcance la vida feliz.La experiencia del mal deja en la alma amargura: por saberse derrotado en sus aspiraciones. Nostalgia: por la frustración de sus deseos, al mismo tiempo es nostalgia de una plenitud y deseo de ser salvado. Angustia: por percibir lo inevitable de los males y de la muerte.

Una libertad heridaLa ruptura interior del hombre le hace esclavo del pecado. Su razón llega con dificultad a la verdad de Dios y se engaña sobre el orden moral del universo. Sumido en el pecado padece una grave debilidad de la razón y una falta de dominio sobre sí. Su libertad está debilitada, sobre todo para obrar bien, de modo que no es capaz de vivir rectamente en orden al fin. Su corrupción no es absoluta, el hombre sigue siendo libre. Pero su libertad está limitada.

TEMA VI. LA VIDA CRISTIANA: EL SEGUIMIENTO DE CRISTO

El sentido de la existencia cristiana: el seguimiento de CristoLa vida del cristiano consiste en la progresiva realización de lo que es: imagen de Dios en Cristo. VS 19 enseña el fundamento esencial y original de la moral cristiana que es el seguimiento de Cristo.Las obras de los hombres serán buenas en la medida en que a través de ellas se identifique con Cristo. El seguimiento de Cristo, según VS (19-21) se puede sintetizar así:

Seguir a Cristo es adherirse totalmente a su persona, y en esto consiste la perfección cristiana. Es Cristo quien llama El seguimiento de Cristo no es algo solamente externo, cambia interior y exteriormente el hombre Es un seguimiento o imitación en el amor. La regla moral es el amor de Cristo La configuración con Cristo y su seguimiento tienen lugar en la Iglesia y por la gracia. Solo en la comunión

con Dios y con los demás puede hacerse realidad la imagen de Dios que es el hombre. Para identificarse con Cristo y seguirle es necesario el don de Dios, la gracia. El Espíritu Santo. Se hace por

medio de los sacramentos, especialmente el bautismo (confiere nueva identidad) y la Eucaristía (perfecciona la fe, el seguimiento). En el bautismo se configura el ser cristiano y la Eucaristía se recibe el don de Cristo.

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El encuentro personal con Jesucristo: la vida de la graciaLa configuración con Cristo se obra por medio de un encuentro personal con Él. Encuentro que da al hombre la oportunidad de adherirse a Cristo, de recibir la salvación, ser constituido hijo de Dios. Este es el fundamento de la vida cristiana. Este encuentro personal se da por un don de Dios que la tradición ha denominado gracia.Gracia: se trata de una realidad creada con que Dios libra del pecado la naturaleza caída del hombre, elevándolo a la condición de hijo de Dios en Cristo, haciéndolo participe de su naturaleza divina. La gracia no anula la naturaleza, sino que la salva y eleva sus características propias, haciéndola capaz de alcanzar a Dios. Las obras del cristiano en gracia, son a un tiempo, obra de la naturaleza y obra de la gracia.El cristiano que actúa es la nueva creatura sanada y elevada por la gracia.

Como llega la gracia al hombre? ordinariamente, por medio de los sacramentosComo llega al hombre la redención obrada por Cristo y qué consecuencias tiene? Cristo instituye la Iglesia y, en la Iglesia, los sacramentos. A través de los sacramentos se realiza el encuentro de Cristo con cada persona, produciendo una transformación de raíz. La gracia transforma al hombre en otro Cristo. Sana del pecado y eleva a la vida de comunión con Dios. vida de seguimiento interior, natural-sobrenatural, de Cristo.

El Bautismo y la Eucaristía en la vida cristiana. La libertad liberada.El bautismo en la vida cristiana: el bautismo ocupa un lugar fundamental, pues es origen de una nueva condición para el hombre. Es la raíz de la generación y nacimiento de la vida el hombre en Cristo, en el primer momento necesario de la identificación y del seguimiento de Cristo. En el bautismo la persona es implicada en la muerte y resurrección de Cristo. Destruye el pecado, el hombre se ve realmente liberado del pecado. Cambia completamente el hombre pues le concede vida nueva, le hace participar de la vida misma de Cristo resucitado. La confirmación otorga crecimiento y profundidad a la gracia bautismal. Una vez regenerado el hombre ha de seguir ejerciendo su libertad para desarrollar en su plenitud la vida recibida.

La eucaristía en la vida cristiana: el nacer en la vida cristiana no es todo, hay que vivir la vida cristiana. El bautismo no basta para vivir la vida de Cristo y seguirlo. La Eucaristía continúa y lleva a la perfección lo empezado en el bautismo. Fundamento de la vida en Cristo y de la vida moral de cristiano. Participar de la Eucaristía supone para el creyente tomar parte en la donación incondicionada de Cristo por amor. La Eucaristía nos hace configurar nuestro modo de vivir al del Señor que se entrega en ella. Toda vida cristiana es expresión de una respuesta de amor al amor que Dios nos muestra. La vida cristiana se desarrolla en un contexto de amor no de obligación.

La libertad liberada: el efecto de los sacramentos, particularmente la eucaristía y el bautismo, es infundir en el hombre una nueva vida no solo libre del pecado, sino dotada de cuanto necesita para desarrollarse como verdadera vida de hijo de Dios en Cristo. En Cristo hombre se produce la sanación: de nuevo, un hombre es capaz de hacer uso de su libertad para amar a Dios, para unirse verdaderamente con Dios. La salvación ofrecida por Cristo es la sanación de la libertad para que el hombre sea capaz de, en Él, vivir en comunión con Dios para la cual fue creado.El obrar cristiano es fruto de una libertad nueva. Que nace de la razón elevada por la fe, de su voluntad elevada por la caridad, y de todo su ser sanado por la gracia.la vida moral del cristiano ha de apoyarse en los sacramentos, de los que viene la gracia y la verdadera libertad.

En definitiva, el seguimiento de Cristo es la vida de la gracia que trasforma la persona misma. Es un cambio histórico, es decir, Cristo se realiza dentro de la persona en un tiempo. Por eso decimos que hay una dimensión histórica del seguimiento de Cristo. Si no hay un cambio en el interior del hombre es que Cristo todavía no ha llegado. El seguimiento de Cristo no es solamente escuchar una enseñanza o cumplir un mandamiento. Sino que es algo mucho más radical – es adherirse a la Persona de Jesús, compartir su vida y destinoParticipar de su obediencia libre y amorosa a la voluntad del padre.

TEMA VI. EL HOMBRE, SEÑOR DE SUS ACTOS.La naturaleza y el sentido de la libertadPercibir el sentido de la libertad humana exige preguntarse por su finalidad. Desde la Revelación la respuesta es: imagen y semejanza de Dios la persona es llamada al amor. Solo es posible amar se hay libertad, si se es capaz de responder al plan de Dios sobre su vida.Clases o sentidos de libertad humana:Libertad de coacción (social): ausencia de coacción. Poder hacer o no hacer actos externos. Condición del sujeto que no está necesitado o impedido en su obrar por agentes externos (físicos – tortura, morales – amenazas). Es un concepto pobre.

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Libertad de elección o psicológica: ausencia de necesidad interior y también dominio de sí con los requisitos de uso de la razón y control de las pasiones. La persona es dueña de sí misma y de sus actos. Según Guillermo de Ockham esa es la libertad fundamental: es la pura capacidad de elección. Esa libertad no crece, la tenemos todos.Libertad personal: es despertada por otro. Es la capacidad de elegir no cosas, sino personas. Aquí está el concepto cristiano de libertad. Es la libertad de Dios: Dios elige personas. Es un motor para la acción: elegimos una persona o la unión con tal persona. Eso fue lo que hizo JesúsLibertad moral: capacidad que posee la persona de conformar su conducta con la verdad y el bien a los que está inclinada por naturaleza. Es la libertad en el sentido ético. Es una libertad activa, que quiere realmente. Puede crecer o disminuir, y necesita ser educada. Cuando los afectos se convierten en hacer cosas buenas entonces les llamamos virtudes. El virtuoso es el que es capaz de hacer cosas buenas.

(clase)Respecto a la identidad del yo, según la psicología moderna, está envuelta en varias capas. De la más exterior a la más interior tenemos:a) Las sensaciones;b) las ideas;c) los sentimientos;d) los valores.Pero llega Freud y dice que hay todavía un subsuelo donde se fundamenta el yo: el “ello”, el subconsciente, el instinto. El que se aparece sería el “superyo”.Después, vendrá Víctor Frankl y dice que hay algo más importante: el espíritu. Nuestros actos no se basan en emociones, sino en el amor que proviene del encuentro. Cuando nos encontramos con los demás nos unimos afectivamente (desde el interior) para luego convertirlo en una comunión real. Así es como pasa con el hombre en su relación a Cristo. Nuestras acciones están fundamentadas en el encuentro con Cristo que culmina en la comunión íntima y real con Él.

La inclinación de la voluntad al bien:El Bien: lo que conviene a una cosa. Le conviene porque es lo que responde a su ser. Se dice también que “bien” o “bueno” es lo que todas las cosas apetecen.Se distinguen tres clases de bienes:

Bien útil – se funda en la utilidad – bien relativo. Bien deleitable – se funda en el placer – bien relativo Bien honesto – se funda en la virtud. Solo este es el bien en sentido pleno.

Desear el bien es innato al ser humano. Dios ha puesto el deseo en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia Él. Muchas veces el hombre no sigue ese deseo. Percibe que está orientado hacia ese bien y a la vez advierte que depende de él conformar o no con esa orientación lo que realiza.Ante la percepción del bien la libertad no puede permanecer indiferente. Se siente atraída hacia él. Delante del bien absoluto la voluntad no puede renunciar desearlo.Delante de los bienes particulares la libertad es indeterminada o no necesita de la voluntad. Esto se debe a que la razón está abierta a la totalidad del ser y la voluntad está ligada estrechamente a ese conocimiento.Pero la libertad no consiste solamente en esta indeterminación de la voluntad respecto de los bienes particulares, es necesaria, pero no suficiente. Se requiere que sea dueña de sus actos. La persona solo es libre cuando tiene dominio sobre sus actos. Eso solo tiene lugar cuando acomoda su conducta con el bien.

El sentido de la libertadLa libertad adquiere su sentido cuando se ejercita en servicio de la verdad. La esencia de la libertad se sitúa en determinarse por elegir el bien, si se decide por el mal se degrada. La libertad humana no es absoluta. Lo contrario es libertinaje. Toma su sentido de Dios y por su relación con Él.Solo cuando el obrar humano es fruto del cuerpo y del espíritu, es acción de la persona humana y solo entonces verdaderamente acción libre. Cuando se ejerce la libertad es toda la persona que obra.Por la libertad la persona es dueña de sí misma y de sus actos. Elige lo que hacer y lo que quiere ser. Cuando actúa con libertad es ella misma que se hace buena o mala.La bondad de las conductas no se mide porque estas respondan a una actuación libre de la voluntad sino porque se realicen libremente según la verdad.

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EXAMEN: 15 preguntas cortas de 4 o 5 lineas: cosas fundamentales de la historia (obras, grandes etapas, qué son los libros penitenciales, los sistemas morales, la manualística, el puritanismo. del siglo XIX no pregunta. Optatam totius 16 es bueno saber. Santo tomás es bueno saber.) Sagrada Escritura: mandamientos y bienaventuranzas (estructuras) y el doble mandamiento de la caridad. Las definiciones de objeto moral, de fin, de circunstancias…La cuestión del fin último: vida lograda, bien sumo y felicidad y deseo. Qué es el eudaimonismo. Los cuatro conceptos de felicidad. Los tres sentidos de la libertad. La seta atómica. Consecuencias morales del pecado original.El seguimiento de Cristo saberlo en general.La naturaleza y el sentido de la libertad.

PREPARAR UN TEMA PARA ESCRIBIR EN MEDIO FOLIO. (25 %)

COMENTARIO DE TEXTO DE VERITATIS SPLENDOR de 7 o 8 lineas: el seguimiento, el objeto (los folios de ADI), la opción fundamental.

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