Teoría del Arte: Práctica 1. Panosky_Idea

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PRÁCTICA 1: PANOFSKY. “IDEA” Durante toda la Historia del Arte ha sido necesario buscar una explicación, ya sea filosófica, teológica o científica, con la cual se pudiera dar un entendimiento o un fundamento a la actividad creadora del artista. Panofsky nos reúne en su libro las numerosas interrogantes y soluciones dadas acerca de la problemática de la Teoría de las Ideas. Nos hace un recorrido desde la Antigüedad Clásica, pasando por la Edad Media, el Renacimiento, el Manierismo y terminando con el Clasicismo. Tomará, no sólo las teorías de los filósofos, sino también abarcará las ideas de los propios artistas y teóricos del momento. Así como también los pensamientos de los teólogos. Con este libro, Panofsky no busca encontrar una solución única a esa Teoría de las Ideas, sino que se limita a exponer cada una de las soluciones buscadas en cada momento de la historia, vinculadas con el desarrollo del pensamiento filosófico, teológico y científico propio. Podríamos decir que hace una recopilación de teorías desde la Antigüedad hasta el periodo Clasicista, con un papel meramente erudito y con la intención de esclarecer y hacer conocer las distintas posturas y contradicciones. Como el mismo título del libro lo sugiere, se trata de una “contribución a la historia del arte”. Parte desde Platón con una afirmación no menos interesante sobre su visión filosófica sobre el arte. Nos recuerda su punto de vista acerca de los artistas. Para Platón, es evidente que no todos pueden contemplar el mundo de las Ideas, ya que resulta un arduo camino en el cual es necesario usar la razón como guía. Piensa que los artistas no son capaces de llegar a este mundo, ya que se limitan a imitar el mundo que copia al Mundo de las Ideas. Es evidente, para Platón, que estas Ideas son inmutables, eternas. Por eso, Panofsky nos resalta su crítica al arte griego y a su evolución, contraponiéndolo al arte egipcio, al cual le atribuye ese carácter intemporal, que no posee su propio arte. Sin embargo, Melancthon se diferenció de Platón al afirmar que estas Ideas se encuentran en el espíritu humano, y no en un mundo aparte o en el intelecto. Con estas dos hipótesis, Panofsky se abre paso a las distintas épocas y nos desarrolla los diferentes caminos que toman las diversas posturas. Ya desde la Antigüedad, vemos una asociación de esta visión de las ideas con las divinidades. Panofsky alude a los pensamientos de Cicerón. Se trata ahora de una imagen interior, una visión sublime de la belleza, de la esencia. Así, aunque partiendo en cierta forma de los pensamientos platónicos con esa Idea eterna e inmutable, a partir de aquí, va dando importancia a la condición del artista VERÓNICA GONZÁLEZ RIVERA - 3º B HISTORIA DEL ARTE Página 1

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PRÁCTICA 1: PANOFSKY. “IDEA”

Durante toda la Historia del Arte ha sido necesario buscar una explicación, ya sea filosófica, teológica o científica, con la cual se pudiera dar un entendimiento o un fundamento a la actividad creadora del artista. Panofsky nos reúne en su libro las numerosas interrogantes y soluciones dadas acerca de la problemática de la Teoría de las Ideas. Nos hace un recorrido desde la Antigüedad Clásica, pasando por la Edad Media, el Renacimiento, el Manierismo y terminando con el Clasicismo. Tomará, no sólo las teorías de los filósofos, sino también abarcará las ideas de los propios artistas y teóricos del momento. Así como también los pensamientos de los teólogos.

Con este libro, Panofsky no busca encontrar una solución única a esa Teoría de las Ideas, sino que se limita a exponer cada una de las soluciones buscadas en cada momento de la historia, vinculadas con el desarrollo del pensamiento filosófico, teológico y científico propio. Podríamos decir que hace una recopilación de teorías desde la Antigüedad hasta el periodo Clasicista, con un papel meramente erudito y con la intención de esclarecer y hacer conocer las distintas posturas y contradicciones. Como el mismo título del libro lo sugiere, se trata de una “contribución a la historia del arte”.

Parte desde Platón con una afirmación no menos interesante sobre su visión filosófica sobre el arte. Nos recuerda su punto de vista acerca de los artistas. Para Platón, es evidente que no todos pueden contemplar el mundo de las Ideas, ya que resulta un arduo camino en el cual es necesario usar la razón como guía. Piensa que los artistas no son capaces de llegar a este mundo, ya que se limitan a imitar el mundo que copia al Mundo de las Ideas. Es evidente, para Platón, que estas Ideas son inmutables, eternas. Por eso, Panofsky nos resalta su crítica al arte griego y a su evolución, contraponiéndolo al arte egipcio, al cual le atribuye ese carácter intemporal, que no posee su propio arte. Sin embargo, Melancthon se diferenció de Platón al afirmar que estas Ideas se encuentran en el espíritu humano, y no en un mundo aparte o en el intelecto. Con estas dos hipótesis, Panofsky se abre paso a las distintas épocas y nos desarrolla los diferentes caminos que toman las diversas posturas. Ya desde la Antigüedad, vemos una asociación de esta visión de las ideas con las divinidades. Panofsky alude a los pensamientos de Cicerón. Se trata ahora de una imagen interior, una visión sublime de la belleza, de la esencia. Así, aunque partiendo en cierta forma de los pensamientos platónicos con esa Idea eterna e inmutable, a partir de aquí, va dando importancia a la condición del artista frente a la sociedad. Ya que éste, ayudado por la inspiración divina, es capaz de ver en su espíritu la Idea originaria y la Belleza superior de las cosas. A esto le añade, según Panofsky, las ideas aristotélicas, al descender las Ideas al mundo de la conciencia humana, y llevándolas al mundo real a través de “introducir una determinada forma en una determinada materia”. Sin embargo, se producirá la problemática de legitimar esa capacidad de ver la Idea. Para ello, Panofsky nos desarrolla la existencia de una doble solución, la de Séneca y la Neoplatónica. Séneca afirma que el artista es capaz de imitar la forma interior real que ve. Mientras que el Neoplatonismo da un valor nuevo a la forma, un carácter más vivo, pero independiente del artista. Plotino las lleva otra vez al Mundo de las Ideas, pero con carácter divino, velándolas a la vez, como un camino de privilegiados. Así, Panofsky llega a la Edad Media, donde en un principio se acepta la idea Neoplatónica sin cambio alguno. Pero, ahora se acepta más claramente que la Idea se sitúa en el mundo divino y el artista pasa a ser un mediador entre Dios y el mundo terrenal. Aparece la imagen del <<deus pictor>>. Se define la visión del arte según Dante <<… en tres fases: en el espíritu del artista, en el instrumento y en la materia que, a través del arte, recibe su forma>>.

Panofsky llega así al Renacimiento, en el cual resalta una contradicción: la postura de imitación de la naturaleza, como guía única, y el de superación de la misma. Se busca dar una visión científica del arte, para alcanzar ese ideal de perfección y, por tanto, la belleza superior. Esto es lo que principalmente diferencia a esta época de la anterior. El arte se convierte en una visión estética y formal, en algo físico. Se buscan leyes universales y absolutas. Pero, frente a esto, está la postura de “superación” de la naturaleza, se le atribuye al artista la capacidad de “mejorar” lo contemplado. Se busca una “selección” de lo mejor de cada parte para crear algo perfecto y más cercano a la Idea. A esto se le llamará <<Fantasía>>. Pero, ya no se sitúa su origen en el artista, sino independiente a él.

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PRÁCTICA 1: PANOFSKY. “IDEA”

No es innata. Se siguen los pensamientos neoplatónicos en este punto. Esa idea <<nace>> y <<llega a la mente>>. Así, puede ser <<conformada y esculpida>> según Armenini. Esta idea no viene del artista, sino que se extrae de la naturaleza a través del <<giudizio universale>>. Y, como no hay un modelo absolutamente bello, se puede usar una <<certa Idea>> para corregir sus visiones contemplando la naturaleza y viceversa.

De esta forma, Panofsky llega al Manierismo, con la exposición, nuevamente, de varias posturas contradictorias: se busca continuar con el renacimiento, por un lado, y, por otro, superarlo. Aparecen varias corrientes, como la naturalista de Caravaggio, criticada por ser demasiado semejante al mundo terrenal e imperfecto, y la idealista, que tomaba sólo lo mejor de cada parte. Panofsky considera el máximo exponente de la corriente manierista a nivel pensamiento filosófico-artístico a F. Zuccari, ya que este rechaza el Renacimiento extremadamente teórico y científico, frente a un arte más asociado a la figura del artista en sí mismo. Éste es capaz, como hombre libre, de crear una obra de arte sin estar tan limitado por las concepciones matemáticas. Se va hacia un arte cada vez más subjetivo. Pero, sigue habiendo esa dualidad sobre la forma en la que vemos las cosas a cómo son en realidad. Por ello, aparece una postura que vuelve a la concepción medieval de la Idea como inspiración divina que se produce en el espíritu humano. Así, “lo que se revela en la obra de arte, ya existe en el espíritu del artista”. Pasa del mundo celestial, a los ángeles como intermediarios, a los artistas, a su espíritu. Es ahora cuando el Neoplatonismo adquiere una mayor importancia. Tomándose, de esta forma, la idea de que la armonía es síntoma de una visión de Dios, como representación del Bien. Afirmándose que existe una Belleza <<supraterrestre>>, alcanzable con la contemplación de lo divino y gracias a la bendición de Dios sobre el artista. Continuando, de esta manera, se vuelve a recuperar la Antigüedad durante el periodo Clasicista. Por lo tanto, se produce <<un nuevo acercamiento a lo real>>. Se alude, otra vez, a la Idea como contemplación de la naturaleza. Pero, ahora se hace una selección de las partes más bellas y no la mera copia de la misma. Por eso, se condena la corriente Naturalista de Caravaggio. Es en este momento cuando se transforma la palabra “Idea” por “Ideal”. Lo pintado supera, ahora, a lo real.

Para terminar, Panofsky comenta las posturas de dos artistas en concreto, la de Miguel Ángel y la de Durero. Advierte el parecido de la visión de M. Ángel sobre la Idea encerrada en acto en el artista y en potencia en el mármol, con los pensamientos aristotélicos. Pero, este artista diferencia entre una <<Belleza celestial>> y <<Belleza terrenal>>, entre “visión exterior e interior”. Esto lo distancia de la concepción de los clásicos y del clasicismo. Básicamente, no cree en la contemplación del mundo terrenal, pero no lo rechaza, ya que sirve de medio para llegar a lo divino. Por otro lado, Durero, más matemático-científico, vuelve a la perfección teórica de las artes, pero se diferencia de lo anterior por creer que no hay un único modelo universal. Pero, también, regresa a la contemplación medieval y neoplatónica de la Idea. El artista es capaz de extraer de su espíritu esta forma. Se da, así, en este momento el concepto de la inspiración como <<creación semejante a Dios>>. De esta manera, con todo este recorrido, Panofsky pretende exponer las contradicciones existentes en las diferentes épocas artísticas, y termina aludiendo a la imposibilidad de crear una solución única para entender este Mundo de las Ideas y cómo se llega a él.

Realmente, es interesante este libro de Panofsky por realizar un resumen sobre las diferentes opiniones y posturas filosófico-artísticas del mundo del arte. Creo que es necesario conocer los precedentes para poder entender mejor el desarrollo del arte hasta nuestra actualidad. Da una visión concreta de cada pensamiento, aunque admito que puede ser a veces algo lioso. Tengo la sensación de que quiere abarcar demasiados puntos y eso le lleva a una pequeña confusión. Por lo que se refiere a un entendimiento más técnico, creo que Panofsky hace una buena aportación a la Teoría del Arte. Realiza un análisis adecuado de la visión de las épocas artísticas, pero la desvincula en cierta forma de su contexto histórico. Creo que sería más adecuado explicar los motivos que llevan a una postura u otra, algo de lo que carece este libro. Pero, en general lo considero útil para el mundo de la Teoría artística, por tener un carácter erudito y una intención investigadora.

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