teoria-literaria-feminismo, algunas ideas
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26 de febrero de 2013
Teoría literaria: el feminismo
El feminismo es una forma de concebir el mundo y de vivir en él. Es una reacción ante
los siglos de opresión que ha sufrido la mujer. La problemática se origina en las causas de la
desigualdad sexual entre hombres y mujeres por el dominio masculino sobre la mujer.
Históricamente, la mujer ha sido marginada. La marginación de la mujer ha sido y es por
motivos religiosos, culturales, legales y verbales. El sentido religioso la masculinidad se
configura en la imagen de Dios, de los ángeles, de los sacerdotes, de los ministros, entre otros.
Esta disposición divina de la masculinidad se crece en las interpretaciones erróneas de hombres
“santos” que “santifican” los atropellos que sufren las mujeres y los perpetúan en el nombre de
llegar al cielo.
Lo religioso va de la mano de lo cultural y lo legal. Bajo el manto de erróneas
interpretaciones santificadas y al amparo de la estructura patriarcal dominante en nuestras
sociedades, la mujer fue privada de educación formal, del derecho al voto, y víctima de
atropellados juicios por su sexualidad.
En el aspecto verbal, el lenguaje se tornó cómplice de la subyugación impuesta. El
lenguaje se desarrolló reforzando la supremacía del hombre al instaurar sutilmente la hegemonía
viril de la sociedad a la cual sirve.
Es por esto que el feminismo comenzó cuestionando por qué ocurre todo tipo de opresión
contra la mujer (Rolón y Llenín 161). Con esta sencilla pregunta el feminismo, como
movimiento político, comenzó la gesta de cambiar la visión masculina del mundo para abrir y
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establecer espacios para lo femenino. De lo político se pasó a lo literario, pues al fin de cuentas
es el lenguaje -oral y escrito- el que construye nuestra identidad histórica, social y cultural.
Nuestro yo histórico, social y cultural (lo simbólico) es importante para la interpretación
de un texto, del cómo lo leemos. El cómo lo leemos debe de ir acompañado de nuestro contexto
histórico y presente, de nuestra educación formal e informal y de la conciencia institucional de
nuestra sociedad. Estas herramientas nos permiten leer y comprender la ausencia de la voz
femenina en la literatura y los discursos que la silencian. Y por otro lado, reconocer y
comprender que esta ausencia le da presencia a la mujer en la literatura. Además, leer y
entender, en toda su complejidad, los discursos femeninos que en diferentes formas literarias y
momentos históricos descargan su ira contra la opresión y la marginalización de la mujer (Rolón
y Llenín 163).
Para realizar una aproximación a la crítica feminista, se debe tener presente que no existe
un solo tipo de feminismo ni un solo tipo de feminista (Rolón y Llenín 162). Así las cosas, la
crítica literaria feminista tiene múltiples focos de atención y caminos divergentes que persiguen
un mismo fin. Esta diversidad de enfoques o propuestas es un síntoma de la salud y vitalidad de
la crítica feminista (Cuder 84). La crítica literaria feminista ha tenido grandes logros, sin
embargo, es su deber seguir luchado para ser más crítica, más literaria, más feminista (Cuder 73).
La teoría feminista es una crítica a la sociedad. Ésta permite ver cosas que sin ella no se
ven. El acceso al feminismo presume la adquisición de una nueva red de conocimientos (es ver a
través de un nuevo cristal) que muestran una realidad distinta de la que percibe la mayor parte de
las personas.
Tres focos de atención de la crítica feminista son la autoría femenina, las lectoras
femeninas y las críticas feministas. El primer foco es la autoría. La autoría es uno de los
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primeros espacios que tuvo que rescatar la lucha feminista para proveer un espacio de expresión
que era dominado con exclusividad por los hombres (Cuder 74, Fariña y Suárez 325). Con la
exigencia de abrir el espacio de la escritura para las mujeres, se señaló el modelo pluma-pene
(Cuder 75) para romper el binomio hombre/mujer ejemplificado en la pluma/papel. Entonces
esta re-visión del espacio de la escritura abrió el camino para mirar la autoría femenina desde dos
perspectivas: la institucionalización del feminismo y de la crítica feminista, y el crecimiento
comercial exitosos de la literatura escrita por mujeres (Cuden 76). El primero requirió la
elaboración de anti-canon mediante la deconstrucción del canon masculino. Este no estuvo
exento de críticas sobre todo porque esta deconstrucción del canon masculino dejó fuera otros
criterios y valores que debieron ser considerados como los prejuicios raciales, de clase, de
orientación sexual e imperialistas (Cuder 76). Creo que por esto el feminismo ha dejado de ser
una lucha de mujeres para abrazar a todo aquel que se marginado. En este sentido...
El feminismo habla y actúa para eliminar las jerarquías o escaleras, los privilegios
para los que están arriba, a la vez que reconoce y aprecia las diversidades. El
feminismo lucha para que se respete y se brinden espacios a aquella o aquél que
no quiere o no puede seguir la ruta de los demás...1
Desde otro punto de atención, cuando se escribe como mujer se establece autoría
femenina que nace del hecho de que las mujeres tienen una especificidad que las distingue de los
hombres cuya finalidad no es apropiarse de la subjetividad masculina sino que se apropie de la
subjetividad femenina al experimentarla e identificarla en sí misma (Fariña y Suárez 326). De
esta forma se espera que su discurso revele una propuesta del nuevo orden donde lo femenino no
sea sinónimo de inferioridad, debilidad o pasividad.
1 Solá, M. “Feminismo, agenda para terrícolas del 2000”. Arroyo, E. (1994). Leer para escribir. Río Piedras, Puerto
Rico. Editorial Plaza Mayor. p. 270.
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El segundo foco son las lectoras femeninas. Las lectoras tienen como misión realizar y
ofrecer lectura feministas para examinar y señalar las imágenes y estereotipos de la mujer, las
omisiones y los falsos conceptos de la mujer en la literatura (Cuder, 78). Lo que se pretende es
acabar con la misoginia implícita en las imágenes femeninas en la literatura (Cuder 78). Se trata
nuevamente de cuestionar los binomios hombre/mujer: agentividad/pasividad, fuerza/debilidad,
entre otros, para seguir avanzando en el estudio de la recepción femenina de los textos (Cuder
79). De igual forma, la mujer lectora o leer como mujer (Fariña y Suárez 322) provocó un
cambio de conciencia que intentó e intenta romper la experiencia individual de la opresión
femenina para hacerla extensiva a través de la lectura y la crítica como un medio de deconstruir
la visión patriarcal y promover la autoconciencia feminista (Fariña y Suárez 322). Esto implica
que la mujer al interactuar con el texto tiene que ser agente de cambio para sí misma y para
quienes le rodean. En este sentido, el feminismo ha sido y debe seguir siendo un movimiento
que genere el cambio social. Donde no pretende que todos sean iguales sino que se respete la
diversidad y haya tolerancia (Solá 270-271).
El tercer foco de atención son las críticas feministas. La crítica feminista se ha
comprometido con la búsqueda y reconstrucción de una tradición literaria feminista (Cuder 81).
Este solo ha podido ser configurado al establecer las diferencias con el cuerpo literario ya
existente porque solo puede crítica dentro de una cultura dominante (Arnés 1). La crítica
feminista pretende contestar la pregunta: ¿en qué consiste un texto propiamente femenino? La
respuesta a esta pregunta se reduce al binomio de género (sexo) que produce una disrupción con
el texto androcéntrico, para feminizar el espacio del canon literario. Entonces la crítica literaria
feminista reclama una re-visión de la historia y la teoría del género para revindicar espacios que
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se consideraban extraliterarios por su relación con lo doméstico o lo privado, que habitualmente
eran los espacios permitido para la mujer (Cuder 83).
A través del feminismo no sólo se busca una nueva visión de los espacios masculinos
para hacerlos más femeninos, sin que se busca crear la resistencia. Es a través de la crítica
literaria feminista que se propone un ejercicio de resistencia interpretativa que se oponga a la
norma establecida en un determinado contexto social y textual (Arnés 6). Leer en femenino
implica leer contaminado al priorizar el género. Al cuestionar los viejos modelos, los viejo
hábitos, al retar la norma y cuestionar los viejos pactos se puede leer los espacios que aun hoy
permanecen en silencio (Arnés 6) se puede crear una conciencia crítica que produzca una crítica
literaria más feminista (Cuder 73).
Bibliografía
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Arnés, Laura A. “La crítica feminista, ¿en el desierto o en la academia?” en Actas de VII
Congreso internacional Orbis Tertius, (2009) Web. 13 de febrero de 2013
<http://www.orbistertius.unlp.edu.ar/congresos/viicitclot/Members/spastormerlo/actas-
del-vii-congreso-internacional-orbis-tertius-1/ponencias/Arnes.pdf>
Cuder Domíguez, Pilar. Crítica literaria y política de género. Feminismo/s 1 (junio 2003). Web.
13 de febrero de 2013
<http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/2822/1/Feminismos_1_06.pdf>
Fariña Busto María J. y Suárez Briones, Beatriz. “La crítica literaria feminista una apuesta por la
modernidad Web. 13 de febrero de 2013
<http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/2183/8641/1/CC081art26ocr.pdf>
Rolón Collazo, Lissette y Llenín Figueroa, Beatriz. ¿Quién le teme a la teoría? Puerto Rico
Editorial Educación Emergente,2010. Print.