Teoria y práctica de la gestión cultural

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    Seleccin de lecturas

    CompilacinGabriel Enrique Gutirrez Menndez

    Centro Nacional de Superacin para la CulturaColeccin Punto de Partida

    La Habana, 2010

    Teoria y prctica de lagestin cultural

    Contextos y realidades

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    Compilador: Gabriel Enrique Gutirrez Menndez, 2010 Sobre la presente edicin:

    Ediciones Adagio, 2010

    ISBN:

    Edicin y correccin: MARA OFELIA PRENDES VZQUEZComposicin electrnica: IRIANA CARRILLO MARREROY MARIO ROS ARGELLESDiseo de cubierta: ELISEO PALACIOS GARCA

    Ediciones AdagioCalle 34 entre 5tay 7ma, Miramar, Playa,

    Ciudad de La Habana.E-mail: [email protected]

    Auspiciado por el Centro Nacional de Superacin para la CulturaCalle 15 entre 2 y Paseo, El Vedado.Telfono: 838-22-99 y 838-23-00e-mail: [email protected]

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    A los que trabajan todos los das y son imprescindibles

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    Presentacin

    El volumen sobre Gestin Cultural que tiene ahora usted, lector, en sus ma-nos, es resultado de la labor docente y la experiencia en el trabajo metodolgico

    de profesores del Sistema de Superacin del Ministerio de Cultura; con lpretendemos dar continuidad temtica a la precedente Seleccin de Lecturassobre Promocin Cultural Editorial Adagio, 2006; ambas publicaciones secuentan entre los esfuerzos que realiza el Centro Nacional de Superacinpara la Cultura ante la demanda de bibliografa a consultar sobre el tema.

    No es nuestra intencin abarcar la complejidad interna de cada uno delos temas ni las mltiples interconexiones que entre ellos existen ni las quese desarrollan entre ellos y otros procesos con los cuales mantienen estre-

    chos vnculos. Ms bien, se trata de un recorrido a travs de los referentestericos y metodolgicos de la gestin cultural abordado desde una de susdinmicas, desde los diferentes mbitos de su realizacin y tocando, en unaprimera aproximacin, algunas de sus dimensiones.

    Intencionalmente hemos querido proponer un recorrido desde las polticasculturales como punto de partida para la gestin de los procesos culturaleshasta los proyectos de desarrollo socioculturales como expresin concreta

    de estas polticas en los ambientes institucionales, empresariales, comunita-rios y de otras organizaciones que con su labor contribuyen, desde la partici-pacin, con las estrategias de desarrollo sociocultural del pas.

    Considerando las caractersticas de la Gestin Cultural en el entorno ibe-roamericano donde los procesos formativos de los diferentes actores sociales

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    que participan activamente en la accin cultural, desde las dimensiones de laGestin Cultural, se desarrollan desde las ms dismiles formas y modalida-des, hemos intencionado la propuesta desde la realidad cubana actual.

    El colectivo de autores pretende promover la reflexin y el debate desdelos conocimientos y prcticas individuales de los lectores, en quienes hemospensado y con los que desearamos continuar intercambiando en los espaciosacadmicos mediante la socializacin de los saberes y experiencias indivi-duales y colectivas. Esperamos que la presentacin de nuestras experien-cias, ms que el intento de aseveraciones definitivas, estimulen esa necesidadde dilogo, esa provocacin de criterios. Para ello hemos trabajado.

    M SC. GABRIEL ENRIQUE GUTIRREZ MENNDEZ

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    Cultura y prctica poltica.Reflexiones para el debate

    desde una perspectiva dialctica*

    * Autora: MSc. Milay Gallardo Rodrguez

    Sin nimo de teorizar, para conducir un debate reflexivo, resulta pertinente enprimer lugar recordar que la poltica cultural del Estado cubano se articula

    desde los mismos inicios de la Revolucin, cuando se llev a cabo el primergran suceso cultural que signific la Campaa de Alfabetizacin en 1961,cuyo propsito principal era librar al pueblo de la ignorancia a la que habasido sometido durante tanto tiempo. Sin lugar a dudas este acontecimientomarc pautas en los procesos de socializacin que posteriormente enfrenta-ra la Revolucin en el afn de ofrecer igualdad de oportunidades de accesoa la cultura a todos los ciudadanos cubanos.

    Por otra parte, en el propio ao aconteci otro hecho trascendental para la

    cultura cubana, a partir del cual quedaran esbozadas las bases de la polticaque el Estado establecera en este sentido: cuando el Comandante en Jefeconvoc a los intelectuales y artistas cubanos a participar en el proceso deconstruccin de la nueva sociedad socialista, precisamente por la significa-cin del arte y la cultura en la esfera ideolgica de la conciencia social.

    Entonces Fidel plante:

    La Revolucin no puede pretender asfixiar el arte o la cultura cuandouna de las metas y los propsitos fundamentales de la Revolucin esdesarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura

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    lleguen a ser un real patrimonio del pueblo. (...) Y lo mismo que laRevolucin se preocupa por el desarrollo de las condiciones y de lasfuerzas que permitan al pueblo la satisfaccin de todas sus necesida-des materiales, nosotros queremos desarrollar tambin las condicio-

    nes que permitan al pueblo la satisfaccin de todas sus necesidadesculturales (...) Hay que esforzarse en todas las manifestaciones porllegar al pueblo, pero a su vez hay que hacer todo lo que est al alcancede nuestras manos para que el pueblo pueda comprender cada vez msy mejor. (Castro, 1977: 22)

    De esta forma quedaba oficialmente desechado el concepto de conside-rar el arte y la cultura asociados nicamente a las bellas artes y privilegio

    de una minora elitista, por uno que vena transparentndose en las crea-ciones intelectuales de la vanguardia cubana y que comenz a esbozarsedesde la fundacin del Grupo Orgenes, por Rodrguez Feo y sus contem-porneos ms cercanos dgase Marinello, Vitier, Maach, Carpentier,entre otros; se asumi de esta forma un concepto de arte ms participativoy democrtico al cual tuvieran acceso la mayora de los ciudadanos, comoparte de la satisfaccin de las necesidades espirituales del pueblo en elcamino de la emancipacin humana que propiciara el sistema socialista y

    en el cual adquira ahora especial preponderancia, la creacin artsticapopular.

    Las reflexiones de Fidel Castro en esa coyuntura histrica especial cobra-ran mayor expresin en la Tesis Sobre la cultura artstica y literaria (1977)del Primer Congreso del PCC en la que se plantea que:

    la poltica del PCC sobre la cultura artstica se dirige al establecimien-to en nuestro pas de un clima altamente creador, que impulse el pro-

    greso del arte y la literatura, aspiracin legtima de todo el pueblo ydeber de los organismos polticos, estatales y de masas.

    Como puede apreciarse, en la materializacin de esta aspiracin se le otorga-ba un papel significativo a los organismos polticos, estatales y de masas,donde ocuparan un puesto relevante las instituciones culturales, y que ven-dra a consolidarse a partir, de la creacin del Ministerio de Cultura en 1976 yms adelante con la instauracin de las diez instituciones bsicas de la comu-nidad; se organiza entonces un sistema institucional con la responsabilidad deorientar, promover y supervisar la poltica cultural del Estado cubano, dedi-cando los recursos asignados no solo a la produccin de obras de calidadexcepcional, sino a elevar la produccin de valores artsticos y literarios conla intervencin de la mayora de la poblacin para propiciar un nivel estticode apreciacin superior.

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    Desde este punto de vista son las instituciones culturales las que en mayormedida poseen el encargo estatal de emprender acciones que tributen a lasolucin de las contradicciones que se presentan en la vida espiritual del hom-

    bre, a travs de la promocin de valores ticos y estticos acordes con elproyecto social cubano. Convendra resaltar aqu las reflexiones del Ministrode Cultura, Abel Prieto Jimnez, sobre la misin de stas cuando las ubic

    como mediadoras entre el creador y el receptor, desempeando unpapel insustituible en un proceso donde hay que desechar toda tenta-cin autoritaria y vertical. Promotores y creadores, especialistas y cr-ticos, en un debate franco, abierto y culto, intervienen en la imprescin-dible labor de seleccin y anlisis que acompaa a la promocin y

    difusin de una obra determinada. (Prieto, 2001: 66)

    A lo largo de todo el proceso revolucionario se han creado condicionesfavorables para la implementacin coherente de la poltica cultural del Es-tado, a travs de la ejecucin de diversas estrategias como parte de losProgramas de Desarrollo Cultural. Sin embargo, no siempre el xito que laimplementacin de esta poltica aseguraba en el plano de los documentosoficiales encontr su concrecin en la prctica, hecho que estuvo marcado

    por la accin de instituciones con un modelo de desarrollo cultural centrali-zado y verticalista que tradicionalmente existi y que en lugar de propiciarla participacin activa y creadora del sujeto social, provocaban un efectocontrario, de apata y desinters, asociado muchas veces al comportamien-to de los sujetos institucionales; expresin lgica de las contradicciones en-tre la sociedad poltica y la sociedad civil, que aunque no se revelan demanera antagnica como en el sistema capitalista, s resultan inherentes alproceso de construccin del socialismo.

    Este comportamiento de los sujetos sociales que intervienen en el desa-rrollo cultural no se puede entender al margen de las manifestaciones indi-viduales de la tica, adquiridas en el proceso de produccin y reproduccinsocial, si tenemos en cuenta los criterios de Adolfo Snchez Vzquez(1969:23) que la considera como una ciencia, cuyo objeto de estudio loconstituye un tipo de actos humanos, conscientes y voluntarios de los indivi-duos que afectan a otros, a determinados grupos humanos o a la sociedaden su conjunto. Asimismo enfatiza que:

    la tica no es la moral, pero en la medida en que su misin es explicarla moral efectiva, puede influir en la moral misma. Asocia tambin a latica y la moral en tanto expresan un modo de conducta que no res-

    ponde a una disposicin natural, sino que es adquirido o conquistadopor hbito.

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    Tales reflexiones nos indican que existe una interrelacin dialctica entretica y poltica cultural, asumiendo esta ltima en nuestro contexto como:

    un conjunto de intervenciones articuladas en un sistema de accionesque se expresan en programas y proyectos institucionales con el obje-tivo de promover valores ticos y culturales acordes con la identidadnacional, que reconoce en sus prcticas la diversidad de expresionesculturales y condiciona la participacin activa de todos los sujetossociales en la toma de decisiones asociadas a los procesos culturalesen funcin de la satisfaccin de sus necesidades espirituales, a partiruna comunicacin dialgica con todos los implicados y beneficiarios.La poltica cultural favorece la disposicin de los recursos asignados

    por el Estado en beneficio del desarrollo humano y la emancipacincultural de todos los miembros de la sociedad civil. (Gallardo, 2006).

    Podramos coincidir entonces en que la implementacin de una poltica cultu-ral coherente con los principios de la sociedad socialista que se construyenecesita determinados tipos de actos humanos que se articulen en los indivi-duos de forma consciente y voluntaria, para favorecer el logro de los objeti-vos propuestos por la poltica que establece el Estado para el desarrollo de lacultura. Pero, de igual forma, la poltica influye decisivamente en la forma-

    cin de la tica cultural en tanto sta se adquiere o se conquista a partir dehbitos que rigen la conducta humana, en lo cual poseen una participacindecisiva las acciones asociadas a las prcticas polticas. Es decir: sin la impli-cacin real de los sujetos de la poltica cultural, difcilmente se pueda lograruna articulacin coherente de las acciones.

    Ello, por otra parte, necesita de la superacin de las contradicciones de lossujetos de la poltica cultural inherentes al propio proceso en el desarrollo dela actividad prctica en funcin de formar una tica en estos individuosfavorable a la consecucin de los propsitos formulados en la poltica.

    Sin embargo, resulta vital el reconocimiento de estas contradicciones y laevaluacin de las potencialidades para superarlas, proceso que muchas ve-ces hace nfasis en los sujetos beneficiarios de las acciones diseadas por elsistema de instituciones culturales como parte de la poltica, pero que tambinrequiere de una mirada crtica hacia al interior de las instituciones, los mto-dos, vas y mecanismos que configuran la tica de los sujetos implicados en la

    implementacin de la poltica cultural.El anlisis concreto de las contradicciones internas que le son inherentes a

    los procesos culturales en la sociedad socialista, conduce a revelar las cualida-des esenciales del objeto y por consiguiente a su conocimiento verdadero y sutransformacin radical, condiciones insoslayables para develar las pautas ne-

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    cesarias para la superacin gradual de dichas contradicciones en el caminohacia el cambio social y el progreso en el contexto especfico de las relacionessociales consustanciales al modo de produccin de transicin al socialismo.

    Si bien las contradicciones de los procesos culturales que se dan en lasociedad cubana actual poseen un carcter no antagnico pues los aspectosy tendencias contrarios que se expresan en ellos no se encuentran en extre-mos polares y hostiles su no observancia y tratamiento intencional por unapoltica cultural estatal planificada puede conducir, en lugar de su solucin, asu profundizacin; y con ello hacer emerger rasgos incompatibles que puedendar al traste con el proyecto socialista.

    En este sentido, vale tener en cuenta las consideraciones que al respectoha expresado Abel Prieto:

    Hay, por otra parte, una zona de contradicciones que no debemoseludir: se revelan con frecuencia en nuestro arte, en nuestra literatura,las angustias, dudas y desgarramientos de un minuto como el presen-te, y muchas veces esto no se comprende, y se le echa la culpa altermmetro de la fiebre del paciente. Chocan entonces conceptosdiversos, y hasta opuestos, de la cultura y de su papel, y se tiende a

    simplificar y a no evaluar el problema en todos sus matices y dimensio-nes. (Prieto, 2001: 55)

    Solo desde una perspectiva dialctica, el estudio cientfico de las contradic-ciones internas de los procesos culturales indicar el verdadero modo de re-solverlas; pero en el contexto especfico de la sociedad cubana, deberasumirse que

    la sociedad en trnsito al socialismo es tan contradictoria desde el punto

    de vista dialctico, es decir, de la dialctica objetiva como cualquieraotra. Solo que en su desarrolloprogresivoy aqu es necesario subrayarlo de progresivo, porque en su marcha puede darse y de hecho histrica-mente ocurre tambin el regreso, es decir, retroceso van sucediendocambios esenciales en la naturaleza de los contrarios, en el tipo de suinteraccin y en el modo de despliegue de las diferentes contradiccionesque se conforman en la vida de la sociedad, en las diversas formas deactividad en que los hombres manifiestan sus fuerzas esenciales, en quecrean sus distintas relaciones sociales. (Limia, 2008)

    En este punto del anlisis se hace necesario reparar en la pertinencia de unapoltica estatal cientficamente sustentada, que prevea el desarrollo de lascontradicciones internas y su gradual superacin a partir de la potenciacindel factor subjetivo; habida cuenta del papel que en ello desempea la activi-

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    dad consciente de los individuos en las condiciones del socialismo. Al respec-to, vale sealar que la poltica estatal establecida en Cuba para el desarrollode los procesos culturales ha concebido desde sus inicios, con el triunfo de la

    Revolucin socialista en 1959, la planificacin de estrategias que conduzcana la superacin gradual de las contradicciones consustanciales a las pautasculturales heredadas del modo de produccin capitalista y a la potenciacinde una actividad cultural de carcter socialista, con la real participacin cons-ciente de los sujetos sociales en virtud de una transformacin que conduzca asu emancipacin plena.

    La poltica de la Revolucin cubana ha intencionado acciones que favore-cen el crecimiento individual y social: la elevacin de los niveles de instruc-

    cin y culturales de la poblacin, la libertad de creacin, la posibilidad deacceder a todos los servicios culturales, ha conllevado a niveles de aprecia-cin y creacin artsticos y literarios superiores que presuponen una conductaactiva del individuo frente al hecho cultural.

    El escenario cubano actual ofrece mltiples oportunidades para la puestaen prctica de experiencias que conduzcan al desarrollo sociocultural de lasociedad en su conjunto, con la consiguiente canalizacin de los interesesindividuales y colectivos que esto requiere en las polticas institucionales. Laimplementacin de programas y estrategias que permiten cada vez ms laextensin de una cultura general a todos los sectores y grupos sociales impo-ne el aprovechamiento de esas potencialidades que ofrece el Estado, pararevertirlo en la construccin de espacios de reflexin crtica sobre la realidadsociocultural con actitudes conscientes y activas que siten al sujeto socialcomo responsable y principal actor de su desarrollo cultural.

    La puesta en prctica de estrategias institucionales debe, por otra parte,

    partir de esquemas conceptuales referenciales operativos, estructurados so-bre la base de las contradicciones de los participantes; lo que contribuir engran medida a la funcionalizacin de las instituciones culturales como media-doras en la satisfaccin de las necesidades espirituales y culturales, y en laconsolidacin del proyecto social cubano desde un paradigma emancipadorque dignifique al ser humano.

    En este sentido resulta necesario reconocer que algunas manifestacionesde esa poltica, en prcticas singulares, han aportado desde los marcos

    institucionales elementos sustanciales a la configuracin de una tica culturalfavorable para la implementacin de la poltica cultural, a travs de accionesque han conducido a la estructuracin de hbitos que permiten la elevacindel desarrollo cultural de los sujetos sociales. Sin embargo, de esta realidademergen regularidades que expresan un conjunto de contradicciones latentes

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    o manifiestas, cuya superacin deviene reto de la aplicacin de la polticacultural y pudiera sintetizarse en los siguientes aspectos:

    La participacin real y no formal de los sujetos beneficiarios de las

    acciones generadas en el proceso de produccin y reproduccin so-cial, asociada a la actividad prctica de la poltica cultural: este aspectose refiere a la prioridad que se le debe conceder al dilogo interactivoentre las instituciones culturales y los sujetos beneficiarios entindaseartistas, creadores, especialistas, tcnicos, la poblacin en generalcomo base para el reconocimiento de las necesidades reales de estossujetos y su satisfaccin a travs de los programas de desarrollo cultu-ral; lo que se expresar en el carcter democrtico de las intervencio-

    nes en la realidad sociocultural desde los marcos institucionales, sobrela base del desarrollo de mecanismos que permitan el establecimientode relaciones de horizontalidad y la exclusin del verticalismo en lamaterializacin de la poltica cultural. Esto implica mayor autonoma ydescentralizacin en la gestin institucional, en correspondencia conlas necesidades reales de los sujetos participantes.

    El estmulo al desarrollo de los procesos de creacin artstica como vaesencial para el perfeccionamiento del proceso de construccin delsocialismo en nuestra sociedad, a partir del reflejo de las contradiccio-nes inherentes al mismo.

    La promocin y difusin constantes de las obras culturales de ms altacalidad, mediadas por los procesos de jerarquizacin artstica; en loque sobresale la sistematizacin de espacios editoriales como va deretroalimentacin con el sujeto receptor del hecho cultural, necesariapara el perfeccionamiento de la gestin institucional y la actualizacin

    de los referentes culturales en funcin de la adquisicin de niveles deapreciacin estticos cada vez ms altos en los sujetos beneficiarios.

    La sistematizacin de espacios institucionales dedicados a la crticaartstica profunda, pertinente y oportuna, como fundamento para elperfeccionamiento del proceso de creacin en correspondencia conlos valores ticos y estticos del proyecto social cubano, as como parala retroalimentacin necesaria con los receptores del hecho cultural.

    La evaluacin permanente de los resultados e impactos de las prcti-

    cas polticas asociadas a la cultura en los sujetos beneficiarios de losProgramas de Desarrollo Cultural.

    Los vnculos de la vanguardia artstica con todas las institucionessociales implicadas en la creacin y recepcin del hecho cultural,especialmente las organizaciones que representan a la vanguardia

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    poltica de la sociedad, sobre la base de un clima de comunicacinfranco y abierto.

    El desarrollo de la promocin cultural, entendida como proceso en el

    que se articula un conjunto de acciones dedicadas a la transformacinsocial desde el mbito cultural, que genera potencialidades creativaspara la satisfaccin de las necesidades culturales de los individuos so-bre la base del reconocimiento de sus propias contradicciones. Hechoque implica un reconocimiento del pluralismo y la diversidad culturalesy los procesos intersubjetivos que se verifican en el escenario de lavida cotidiana, a partir de la coexistencia de diferentes expresionesculturales y su constante interaccin, y en el que debe quedar des-

    echado cualquier enfoque de asistencialismo institucional.La conservacin y promocin de las expresiones tangibles e intangibles

    ms autnticas del patrimonio cultural como elemento esencial de laidentidad local, nacional y universal.

    Una gestin cultural que asuma coherente el concepto de que, en lti-ma instancia, como asevera Vctor Guedes (1996):

    responde a una cobertura global, donde se conjugan los mbitos de la

    administracin cultural (planificacin, coordinacin, direccin y eva-luacin) y a las dimensiones del quehacer cultural (animacin, crea-cin, preservacin, divulgacin), que asegura un adecuado y eficientedesenvolvimiento de las polticas tanto en los sistemas macro socialescomo en aquellos relacionados con el comportamiento de entidades,

    programas o proyectos especficos del sector.

    Ello, por otra parte, implica una articulacin lgica entre los procesosculturales, la economa y las polticas estatales, que se revele bsica-

    mente en los marcos institucionales como la capacidad para adminis-trar los recursos humanos, financieros y materiales con vistas a la eje-cucin de proyectos que conduzcan al desarrollo de valores ticos,estticos y culturales acordes con la poltica del Estado, como un pro-ceso de inversin estatal en virtud de la emancipacin cultural de lossujetos sociales.

    El desarrollo de una industria cultural cuya funcin social resulte cohe-rente con los presupuestos de la poltica estatal en funcin del desarro-

    llo integral de la sociedad sobre la base de la participacin ciudadana atravs de la promocin y la comercializacin de productos artsticos yculturales de alta calidad y autenticidad como reflejo de los fundamen-tos esenciales de nuestra identidad. Una industria cultural que asumala cultura desde una perspectiva humanista como experiencia vivida,

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    como lo advirti Raymond Williams (1981)1; no como bien de consumomeramente determinado por las leyes del mercado, sino como biensimblico de resistencia frente a la dominacin ejercida por el modo de

    produccin capitalista.La preparacin y capacitacin constante de los recursos humanos aso-

    ciados a la implementacin de la poltica cultural, como base para laobtencin de referentes artsticos actualizados en correspondencia conel desarrollo humano contemporneo; as como la enseanza artsticacomo garanta para el futuro de las nuevas generaciones de artistas ycreadores en la formacin de valores y hbitos ticos y estticos acor-des con el proceso socialista.

    La investigacin cientfica como va eficaz para el acceso a un conoci-miento veraz de la realidad sociocultural actual y como punto de parti-da para la transformacin y el perfeccionamiento de los mecanismosde aplicacin de la poltica cultural.

    Los anteriores no significan, por supuesto, todos los retos que debe enfrentaruna poltica cultural socialista que articula su actividad prctica en un contex-to global donde el orden econmico social predominante es el pertenecienteal modo de produccin capitalista. No se puede obviar, por tanto, que la pol-

    tica cultural necesita ser entendida a la luz del anlisis de los factores internosy externos que la condicionan desde una perspectiva dialctica de la realidad.Ello supone un posicionamiento coherente con una visin dialctica de la cul-tura que desentrae los rasgos esenciales que determinan los procesos desocializacin cultural, como base para la determinacin de las contradiccio-nes y de las potencialidades existentes en la realidad para superarlas.

    Por largo tiempo el concepto de cultura ha sido objeto de anlisis y centro

    de numerosos debates, pero es en las ltimas dcadas que se ha resemantizadoa partir de su inclusin como dimensin insoslayable del desarrollo humano.El desplazamiento de las teoras que vinculan a la cultura con las humanida-des y las bellas artes, hacia aquellas que la asocian como un componenteesencial de las transformaciones sociales y los proyectos emancipadores delser humano, le han asignado un carcter de complejidad al trmino, cuyoanlisis no puede ser despreciado en cualquier estudio de la sociedad que enel contexto contemporneo se realice.

    Sin embargo, aunque esta realidad es cada vez ms certeramente recu-rrente sobre todo en la ltima dcada del siglo XX, no se puede obviar quehan sido y siguen siendo muy extendidos los anlisis que han reducido el

    1 Ver a propsito: Althuser, L. Estudios culturales e ideologa.

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    concepto a una visin ms economicista, limitada al crecimiento de las indus-trias culturales como indicador irremediablemente consustancial al fenmenode la globalizacin y sus impactos; propuestas que aparecen como justificacin

    de modelos de desarrollo hegemnico, opuestas a las ideas del desarrollo vincu-ladas al progreso de las colectividades humanas. Son enfoques procedentes deuna visin materialista vulgar que considera la superestructura como mero re-flejo de la base, vinculada a modelos funcionalistas de desarrollo. O sea, setrata de incluir en los anlisis a la industria, pero no basta con quedarse ah.

    Algunos de los conceptos revisados ilustran esta problemtica. En estesentido se ha planteado que:

    la cultura sigue vindose de la manera tradicional, y resulta un factorpoco ponderado tanto por los estudiosos como por los hacedoresde poltica internacional. Puede observarse incluso, que las organiza-ciones regionales han reducido su inters en el tema y, como reflejo,tambin los estudiosos. (Gaztambide-Gigel y Hernndez, 2003:9)

    A lo que podramos aadir las consideraciones que sobre el tema ha hechoMartn Barbero (1999:21) cuando expresa:

    la dimensin cultural del desarrollo se ha convertido ltimamente enun tema central tanto en el mbito poltico como acadmico. Pero eseinters disfraza en muchos casos un profundo malentendido: el quereduce la cultura a dimensin del desarrollo sin el menor cuestionamientode la cultura del desarrollo que sigue an legitimando un desarrolloidentificado con el crecimiento sin lmites de la produccin, que hacedel crecimiento material la dimensin prioritaria del sistema social devida y que convierte al mundo en un mero objeto de explotacin.

    Otros autores, sin embargo, s se han cuestionado esas concepciones tradi-cionales de cultura y desarrollo; as, por ejemplo encontramos la definicin deCarranza Valds (1999:32):

    el desarrollo no es simplemente el crecimiento ms o menos armnico delos diferentes sectores de la economa, medido por estadsticas fras ycriterios de rentabilidad. Es un proceso ms complejo y abarcador, enfuncin de los intereses y aspiraciones materiales y espirituales de los

    pueblos, que debe incorporar coherentemente diversas lgicas

    socioculturales y experiencias histricas para dar lugar a una sociedadculta, solidaria, justa, polticamente democrtica y ecolgicamente sus-tentable. La cultura no es solamente el espacio de la literatura y las bellasartes, sino el conjunto de valores, conocimientos, experiencias, creen-cias, maneras de hacer, actitudes y aspiraciones de los pueblos en unapoca determinada, vistas adems en una interinfluencia creciente.

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    Si asumimos el criterio de este autor, podramos coincidir en que ese carctercomplejo del concepto de cultura, est dado porque al insertarlo como dimen-sin del desarrollo humano se liga indisolublemente a lo social; como conse-

    cuencia, se hace expresin de la complejidad de la realidad, en tanto ella sinte-tiza las mltiples determinaciones que la definen en su esencia contradictoria,resultante de los conflictos devenidos del desarrollo social contemporneo encuya gnesis se constata una naturaleza intrnsecamente cultural.

    Esto nos acerca a una cuestin esencial para encauzar acertadamentecualquier estudio: la cultura, en tanto resulta mediatizada, ella en s misma esmediadora del devenir de la sociedad en cualquiera de sus estadios: pasado,presente y futuro.

    Desde esta perspectiva de anlisis, bastara interpretar como un conceptobastante integrador la definicin de cultura ratificada por la UNESCO en laDeclaracin Universal sobre la Diversidad Cultural en noviembre de 2001:

    En su sentido ms amplio, la cultura puede ser considerada hoy como elconjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivosque caracterizan una sociedad o un grupo social. Adems de las artes y lasletras, engloba los modos de vida, los derechos fundamentales del ser huma-

    no, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.Asimismo se plantea:

    La cultura da al hombre la capacidad de reflexin sobre s mismo. Es ellala que hace de nosotros seres especficamente humanos, racionales,crticos y ticamente comprometidos. Gracias a ella discernimos valo-res y tomamos decisiones. A travs de ella el hombre se expresa, tomaconciencia de s mismo, se reconoce como un proyecto inacabado,cuestiona sus propios logros, busca incansablemente nuevas signifi-caciones y crea obras que lo trascienden.

    De esta interpretacin emerge la cultura no como una nocin abstracta, sinocomo un concepto que resulta del cuestionamiento crtico de la realidad obje-tiva, que presupone esencialmente las relaciones intersubjetivas establecidascomo parte de la interaccin de lo imaginario y simblico individual. El con-cepto de la UNESCO convoca a un reconocimiento del sistema de contradic-ciones y representaciones individuales como elemento sustancial en la cons-

    truccin y modelacin de una identidad cultural colectiva, en cuya base esta-ra el respeto a la diversidad y el pluralismo cultural.

    Convendra entonces resaltar que en la estimacin de la diversidad y elpluralismo se puede tambin advertir el carcter contradictorio de estas re-laciones, que no implica necesariamente la oposicin a una alternativa positi-

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    va en favor del progreso; por el contrario, asumir la posibilidad de confronta-cin de las diversas expresiones culturales contiene un componente dialcti-co indispensable para el desarrollo de la sociedad y los individuos; lo que

    Marx concibe como una particularidad que determina que el desarrollo nosea lineal, y rompe en ltima instancia con la concepcin evolucionista deldesarrollo en Darwin.2

    Esta concepcin aplicada al mbito cultural impone el enfrentamiento aprcticas reduccionistas cotidianas en pases de nuestra regin que enfatizanen el carcter mercantil de la cultura considerada nicamente como bien oservicio y no como sntesis de expresiones identitarias individuales y colecti-vas resultantes tambin de su carcter simblico. Dichas consideraciones

    responden a una interpretacin metafsica y fragmentadora de la realidadsocial, que no contribuir a la solucin de los conflictos que se presentan en lavida del hombre; por el contrario, condicionar cada vez ms el desarrolloantagnico de las contradicciones inherentes a la vida en sociedad.

    En muchos casos estas concepciones se erigen como paradigmas defen-sores de los impactos de la globalizacin, en detrimento de la emancipacinde los seres humanos. En tales circunstancias el mercado

    favorece la constitucin de algunos grupos capaces de actuar a escalamundial, de imponer sus redes de distribucin y, por ende, de elegir loque ser visto y odo, que privilegian la mercantilizacin de la cultura ylos productos rentables, que ven en la diversidad un simple recurso aexplotar, con el riesgo de instalar la dominacin de una suerte dehipercultura globalizante vehiculada por un sistema corporativotransnacional que trae aparejado el triunfo de los valores comerciales.(Tardif, 2004)

    Aunque no se pretenda teorizar sobre las particularidades especficas delpluralismo y la diversidad cultural categoras tan recurrentes en la literaturacientfica actual sobre el tema s resulta pertinente acudir nuevamente aTardif para destacar que de manera general la diversidad cultural ha sidoconsiderada como la condicin de lo viviente, incluido el hombre; es un datode la naturaleza que no cesa de producirla. Este autor la considera como unbien pblico global asociado a la naturaleza; en tanto el pluralismo cultural

    es el producto constante de las decisiones humanas en sus interacciones() no es un objetivo en s mismo; se vuelve tal en la medida en que

    2 La valoracin parte de la cita utilizada por Edgardo Romero Fernndez en Eldesarrollo y las ideas del progreso, cultura, civilizacin y cambio social.

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    contribuye a la elaboracin de la convivencia en un proyecto polticoque discipline las confrontaciones. Hacer del pluralismo cultural un

    proyecto, debe consistir en defender la apertura controlada, el derechoa ejercer, en el respeto de los valores fundamentales sometidos al pen-

    samiento crtico y en el respeto de los dems, las propias opcionesindividuales y colectivas en condiciones suficientes de autonoma ysin restricciones o condicionamientos externos determinantes, inclusoen la posibilidad de producir e intercambiar las propias formas de ex-

    presin cultural en su diversidad. (Ibdem).

    Visto as no podemos considerar que el simple reconocimiento de tales cate-goras indique una posicin radical de enfrentamiento a la globalizacin, puescon frecuencia aparecen contenidas en el discurso poltico de muchos pasesde nuestro continente fundamentalmente, lo que por supuesto no resultasuficiente si no se articulan como parte de un proyecto sostenible que garan-tice la supervivencia de las especies, incluido el hombre como portador deexpresiones culturales diversas y a la vez ese proyecto condicione la aperturade espacios de debate y reflexin crtica en torno a la realidad social contem-pornea como prctica cotidiana de instituciones que conduzcan a la solucinde los conflictos culturales inherentes a las relaciones sociales.

    Para que constituyan un reflejo verdadero de la complejidad del objeto,las conceptualizaciones sobre cultura no deben realizarse en los marcosepistemolgicos tradicionales de las ciencias sociales, cuyo devenir respon-de a una lgica metafsica y fragmentadora; sino que deben responder a lasexigencias de la etapa de reconstruccin epistemolgica, inscripta porMayra Espina (2004:102) a partir de la ltima dcada del siglo XX hasta laactualidad.

    Una conceptualizacin de cultura coherente con el desarrollo humano con-

    temporneo implicara asumir al objeto en sus mltiples mediaciones, inhe-rente al carcter contradictorio de la realidad social en su devenir; de lo queresultara la cultura como episteme integrador, sntesis de los elementos par-ticulares y singulares que contiene su esencia universal. Tal construccinencuentra su clave en la dialctica como el modo terico de interpretar larealidad, expresin por tanto de la multicondicionalidad del conocimiento cien-tfico (Vila, 2007) condicin suficiente para poseer un concepto verdaderode esa realidad.

    Sin embargo, la interpretaciones de la cultura no han escapado de lastendencias contemporneas de las ciencias sociales que en correspondenciacon la lgica del modo de produccin capitalista, fragmentan al objeto y no locaptan en sus regularidades esenciales, como expresin de generalizacionessuperficiales devenidas de un nivel representativo del conocimiento que obe-

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    dece a una lgica formal metafsica, en tanto lo refleja como resultante deuna historia lineal y unidireccional que no permite la aprehensin de la reali-dad en sus mltiples determinaciones asociadas a su evolucin y desarrollo.

    En el tema particular de que se trata, ello quiere decir que el eclecticismoimperante en la produccin gnoseolgica de las ciencias sociales modernasse ha transparentado en la incapacidad de reflejar a la cultura en su movi-miento histrico real.

    Una interpretacin dialctica de la cultura como condicin sine qua nondel reflejo del objeto en su esencialidad en tanto capta la potencialidad uni-versal contenida en l permite devolver a la prctica las ideas o abstraccio-nes como sntesis del conocimiento cientfico del objeto y lo expresa en su

    lgico devenir, contradictorio y multideterminado por la realidad que condi-cion su existencia y cuya interpretacin real permitir su transformacin.

    Especialmente desde una perspectiva dialctica marxista, la prctica legi-timar la universalidad de la cultura devenida objeto del conocimiento cient-fico y por tanto sus cualidades determinarn la naturaleza de dominacin oemancipatoria del cambio social que se articule desde ella.

    Tal posicin supone reivindicar los estudios culturales que rechazan toda

    visin de determinismo econmico y superestrucutralista de la cultura, no obs-tante sus limitaciones para un anlisis dialctico integrado de la cultura dgaseel propio Reymond Williams, Richard Hoggart, Edward Thompson, LouisAlthuser, Stuart Hall, Max Weber, Cliffort Geertz, entre otros en los que demanera general se destaca un coincidente inters por el estudio de las formasculturales vivas, cuyo desarrollo y evolucin se inscribe en una formacinsocial determinada por la articulacin orgnica de los niveles econmico, polti-co e ideolgico; que hace que estas formas culturales si bien se ubican en las

    formas de percepcin de los individuos en correspondencia con la materialidadespecfica que estas poseen, a partir de las relaciones de produccin y de cla-ses; tambin haya que considerarlas como parte de un sistema de relacionessimblicas que configuran las representaciones individuales, devenidas de lassubjetividades de los individuos que participan en ellas y que en dependencia desu experiencia, les otorga sentidos a sus prcticas sociales especficas.

    Un posicionamiento epistemolgico sobre la cultura, coherente con el gra-do de evolucin alcanzado por la sociedad actual, significa asumirla como

    cualidad esencial del desarrollo social y por tanto interpretarla como un siste-ma complejo y abierto que contiene lo plural y diverso de los elementossustantivos que integran su esencia universal; implica considerar que:

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    la construccin de universales pluralistas supone la unidad de lo di-verso, no como externalidad, objetividad constatable, sino como posi-

    bilidad de aprehensin de los sistemas sociales y de accin. Suponetambin que la capacidad transformativa de los sujetos sociales no

    tiene inevitablemente que circunscribirse a su cotidianidad inmediatalocal, sino que puede desbordarla y conectarse con la del sujetootro,reconocindolo legtimo en su otredad. (Ibdem.)

    Por otra parte, el conocimiento de la cultura resultar verdaderamente cien-tfico y en esa medida una va para la transformacin y el progreso social,nicamente desde una perspectiva dialctica que integre los saberes acumu-lados por el devenir de las prcticas culturales, que tambin incluye la pro-

    duccin gnoseolgica; por consiguiente, supone una estimacin de la capaci-dad de transformacin de los sujetos concebidos como agentes de cambio apartir de sus potencialidades para la reflexin y cuestionamiento de la reali-dad social; y estimar adems la dimensin cultural del desarrollo en su doblecondicin de conservacin de la tradicin y de generacin de posibilidades deinnovacin, de encontrar acciones originales, no inscritas en los repertoriostradicionales de accin de los actores. (Ibdem.)

    El referido posicionamiento epistemolgico indica el anlisis de los proce-

    sos culturales en el sistema de contradicciones inherentes a las relacionessociales especficas que condicionan el desarrollo y la autorreproduccin delos elementos constitutivos del subsistema cultural, con sus consiguientes cam-bios y transformaciones. En el caso de Cuba significa un reto para las cien-cias sociales, especialmente a partir de la dcada de los 90 en que se exige elhallazgo de resultados cientficos que se correspondan con el movimiento realdel sistema de contradicciones sociales de ese momento.

    Vale resaltar que a finales de la dcada del 80 el derrumbe del camposocialista representado por los pases de Europa del Este y la Unin Soviti-ca le impuso a Cuba un modo de vida en condiciones especiales que exigi delas ciencias sociales un reto diferente: el anlisis de las nuevas cualidades gene-radas por las transformaciones que acontecan en el escenario social cubano.

    Fue entonces entendida por los intelectuales y acadmicos cubanos lanecesidad de cuestionamiento y anlisis de las pautas culturales heredadasdel extinto modelo socialista, la indagacin en las causas que provocaban los

    malestares, las frustraciones e insatisfacciones de los individuos a partir de laprdida o desarraigo de patrones que garantizaban la seguridad de su vida.En esas circunstancias de crisis result decisiva una vuelta renovada al estu-dio de las subjetividades y de sus interacciones en la construccin de un modode vida cotidiana de cualidades diferentes en Cuba, que se expresaba ade-

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    ms en la aparicin de nuevos grupos e instituciones sociales que le aadana su vez nuevas contradicciones, complejidades y conflictos al entramadoestructural tradicional de la sociedad cubana de los 90; hecho que determin

    la aparicin de otras cualidades en el escenario social de produccin y repro-duccin de la prctica poltica asociada a la cultura, y por tanto al sistema derelaciones sociales.

    En este peculiar contexto, el anlisis de los procesos culturales adquiridiferentes dimensiones como parte de su lgica insercin en el desarrollohumano y se volvi centro de numerosos debates, con nfasis en lo local y locomunitario como una alternativa de resolucin para los conflictos, que ga-rantizara en ltima instancia la supervivencia y seguridad del proyecto social

    cubano ante los impactos de la crisis, as como la defensa de la identidadnacional en medio de un contexto donde los impactos de la globalizacin eranahora mayores.

    Entonces los pilares axiolgicos y ticos sobre los cuales se eriga el pro-yecto socialista cubano en construccin independencia nacional, solidari-dad, equidad, justicia social, se removan al comps de las transformacionessociales, lo que conduca a una coyuntura conflictual dramtica que exigauna solucin urgente. Sin embargo, la resolucin de estos conflictos necesita-ba la puesta en marcha de alternativas que respondieran a la emergencia delmomento histrico, y que por otra parte garantizaran la sustentabilidad a largoplazo del proyecto emancipador cubano; que condujeran no solo a su supervi-vencia, sino a la consolidacin del modelo de transicin al socialismo, quecontena el no renunciar a las conquistas alcanzadas y al desarrollo humanoen las nuevas circunstancias. Estas alternativas, por tanto, deban descansaren bases profundamente tericas que requeran el concurso de las cienciassociales.

    De esta forma y con este imperativo, las ciencias sociales en Cuba abor-daron objetos de estudio complejos acordes con las particularidades del con-texto social y la inclusin oportuna de visiones revolucionarias de conceptosrelegados hasta esos momentos. Tal fue el caso del de sociedad civil, quesac a la luz las teoras construidas en torno al tema, revisadas y criticadasdesde posiciones renovadoras con el propsito de hacerlas ms traduciblesa la realidad poltica, cultural e ideolgica cubana.

    Se destaca en esta etapa la produccin cientfica de varios autores (HugoAzcuy, Fernando Martnez, Haroldo Dilla, Miguel Limia, Luis Mesa Delmonte,Joaqun Santana, Rafael Hernndez, por solo citar algunos), con la intencin depolemizar en torno a aquellos aspectos de naturaleza intrnsecamente cultural,que se encuentran mediando las transformaciones sociales; pero ms all de

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    distinguir las aristas presentadas en cada uno de los enfoques, lo que convienedestacar aqu es la coincidencia de ellos en la importancia del tratamiento te-rico de la temtica para el desarrollo del proyecto revolucionario cubano.

    A modo de ilustracin, resulta oportuno resaltar algunas concepciones delrescate de la cultura como dimensin insoslayable del desarrollo; as, porejemplo, se plantea que

    si el desarrollo resulta un problema cultural, lo es en la medida en queabarca no solo una herencia los comportamientos establecidos y lasmecnicas tradicionales o aprendidas, sino tambin los cambios ins-tantneos que tienen lugar en los modos de reproduccin de la vidacotidiana, de reestructuracin de los procesos y redes sociales, de trans-formacin de la actividad comunitaria, de alteracin de cdigos y repre-sentaciones colectivas sobre el presente y el futuro. De esos fenmenosculturales depende decisivamente cmo funciona realmente el sistema

    productivo, cmo se generan los bienes y servicios, la eficacia del pa-trn de acumulacin, y hasta la posibilidad misma de convertir el merocrecimiento econmico en desarrollo. Por tanto si de desarrollo se trata,la economa que cuenta es la que se convierte en (o se reconoce como)un valor cultural para la sociedad civil. (Hernndez, 2003:25).

    En los problemas culturales que este autor concibe como consustanciales aldesarrollo, se revela una naturaleza contradictoria, pues generan conflictosque atraviesan los proyectos que el hombre encauza en el escenario de lavida cotidiana para lograr su emancipacin plena. Lo conflictual de las rela-ciones de produccin inherentes al desarrollo cultural no implica necesaria-mente una visin negativa de la modernidad, cuando en primer lugar existe unreconocimiento de ello como elemento inmanente del desarrollo de la civiliza-cin, pues precisamente la conciencia de su coexistencia en el contexto con-temporneo es el camino ms cercano a su resolucin.

    Asimismo, por su vnculo con el desarrollo, es la dialctica marxista la quecontiene mayores posibilidades para una aprehensin terica de las media-ciones consustanciales a su esencialidad, y por consiguiente el posiciona-miento epistemolgico ms pertinente para erigir desde los procesos cultura-les una prctica poltica que conduzca a la transformacin de la realidad so-cial, en la medida que permite asociarla adems a la participacin de los

    actores sociales, en tanto sujetos de la actividad multideterminados por elsistema de contradicciones sociales; toda vez que:

    lo cultural abarca el conjunto de procesos a travs de los cuales repre-sentamos e instituimos imaginariamente lo social, concebimos y ges-tionamos las relaciones con los otros, o sea las diferencias, ordenamos

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    su dispersin y su inconmesurabilidad mediante una delimitacin queflucta entre el orden que hace posible el funcionamiento de la socie-dad (local y global) y los actores que la abren a lo posible.(GarcaCanclini, 2000:63)

    Desde esta perspectiva de anlisis, la cultura necesariamente deviene unsistema complejo que posee carcter acumulativo, regido como otros fen-menos por la concatenacin universal que contiene la interaccin recprocade todos los procesos que la constituyen; y, por tanto, el concepto que larefleje debe considerar sus mltiples nexos internos y la interrelacin existen-te entre ellos. Por otra parte, esta consideracin exige el anlisis de las con-tradicciones internas y su accin recproca en la estructuracin de los proce-

    sos culturales, pero reveladas en el contexto especfico donde se concretandichos procesos.

    Tal perspectiva rescata un concepto que expresa el movimiento real delos procesos de ndole cultural que se han dado en el contexto especfico de lasociedad cubana y que los devuelve a la prctica en su devenir histricolgico, develando su esencia contradictoria con la consiguiente unidad y luchaentre cada una de las partes que constituyen el proceso como un todo.

    En tal sentido no debemos eludir las consideraciones del eminenteantroplogo cubano Fernando Ortiz, cuya obra, en la opinin de Julio leRiverend, queda inscrita en el proceso de formacin y coherencia del pensa-miento cubano sobre Cuba, como punto de partida, incitacin seera de lainvestigacin social () o como citando a Malinowski rosa de los vientosque sugiere numerosos caminos a la indagacin nacional.(Le Riverend,1991:11)

    Ya en 1940 Ortiz, con la incorporacin del neologismo transculturacin a

    la lengua espaola, inclua un nuevo trmino en las ciencias sociales, sin cuyacomprensin difcilmente podran desentraarse los rasgos que definen la esen-cia de los procesos socioculturales cubanos y por consiguiente de las prcti-cas polticas asociadas a ellos. La propuesta aparece en sustitucin del voca-blo ingls acculturation, que bsicamente significa la asimilacin de unacultura totalmente diferente a la que le preceda al entrar en contacto conotra que la absorbe; muy recurrente en los estudios antropolgicos yetnogrficos de inicios del siglo XX (Powel, Holmes, Boas, Lesser, Parsons).

    Este trmino viene a incorporarse no como un mero cambio en el nivel lexicalde la lengua, sino que encierra en s un conjunto de complejidades que definenla naturaleza profundamente social de los procesos culturales en laestructuracin del ethnos cubano, por tanto la transformacin formal delsignificante, deviene un proceso de resemantizacin que le agrega nuevas

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    cualidades al significado y que requieren ser tenidas en cuenta en cualquierestudio que de la sociedad cubana se haga.

    Segn Ortiz (1991) el vocablo transculturacin:

    expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una culturaa otra, porque este no consiste solamente en adquirir una distintacultura, que es en rigor lo que indica la voz angloamericanaacculturation; sino que el proceso implica tambin la prdida o des-arraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcialdesculturacin, y adems, significa la consiguiente creacin de nue-vos fenmenos culturales que pudieran denominarse neoculturacin.Al fin, como bien sostiene la escuela de Malinowski, en todo abrazo de

    culturas sucede lo que en la cpula gentica de los individuos: lacriatura siempre es distinta a cada uno de los dos. En conjunto, el

    proceso es una transculturacin, y este vocablo comprende todas lasfases de su parbola.

    Se advierte aqu una superacin de las limitaciones metafsicas que contieneel concepto ingls y nos revela la transculturacin como una transicin ha-cia una perspectiva necesariamente dialctica que aprehende las complejida-des intrnsecas en los procesos culturales que como parte del desarrollo hu-mano van modelando constantemente la estructura social cubana. En estesentido el propio autor explica que la transculturacin expresa:

    los variadsimos fenmenos que se originan en Cuba por lascomplejsimas mutaciones de culturas que aqu se verifican, sin cono-cer las cuales es imposible entender la evolucin del pueblo cubano,as en lo econmico, como en lo institucional, jurdico, tico, religioso,artstico, lingstico, psicolgico, sexual y en los dems aspectos de

    su vida. (Ibdem.)

    Asimismo, le aporta a las ciencias sociales un mtodo renovador de indaga-cin causal en las contradicciones asociadas a los fenmenos del pluralismo yla diversidad culturales y a las relaciones intersubjetivas que se establecen enla construccin de una identidad colectiva propia. Deja atrs las concepcio-nes que lo identificaran con el positivismo, en tanto no asume el procesocomo la suma de las identidades individuales, a travs de una mirada externaa partir de cifras, datos y estadsticas; sino como una resultante viva y din-mica a la que se le van incorporando nuevas cualidades a partir de la interacciny transformacin sociales. La propuesta viene a formar parte de una concep-cin epistemolgica que nos traza el camino a seguir en la indagacin cient-fica de los procesos sociales en Cuba, coherente con un paradigma emanci-pador. Podemos, entonces, coincidir con Julio Le Riverend cuando dice en el

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    propio texto que en l lo que va quedando de su positivismo es ms unaconducta de sabio que una filosofa cientfica.

    Estos criterios adquieren una expresin ms concreta en el pensamiento

    orticiano al apuntar que:

    ms all de balades cuestiones de nomenclatura sociolgica, para lamejor inteligencia de los fenmenos sociales; el concepto detransculturacin es cardinal y elementalmente indispensable paracomprender la historia de Cuba, donde su historia es una intenssima,complejsima e incesante transculturacin de varias masas humanas,todas ellas en pasos de transicin.(Ibdem.)

    La concepcin del autor trasciende al contexto contemporneo cubano im-pregnada de un dialectismo sorprendente, pues en el reconocimiento de esaincesante transculturacin de varias masas humanas en pasos de transi-cin est contenido todo el imaginario simblico resultante de lasintersubjetividades actuantes en la construccin de la vida cotidiana, que seexpresa en el sistema de relaciones de la sociedad cubana que se genera enel proceso de construccin del socialismo; constituye as, una justa dignificacindel papel de la cultura en el desarrollo humano que viene a saldar una vieja

    deuda de las ciencias sociales. Pues, como expresa Jess Guanche (1995:21),comprende desde la capacidad de negacin de aspectos culturales prece-dentes hasta el proceso de creacin, aceptacin y transmisin de nuevosvalores, objetos y acciones de la cultura.

    En esta visin de Ortiz encontramos, por tanto, una clave insoslayable paradevelar los rasgos que definen la naturaleza dialctica de los procesos cultura-les y para el anlisis de las mediaciones que estructuran sus rasgos esenciales,y en consecuencia las pautas para el diseo de estrategias de poltica cultural.

    Un enfoque dialctico de la cultura exige entonces, por una parte, com-prenderla como proceso devenido de la interaccin de las mltiples mediacio-nes que la configuran como un todo integrado; y por otra, el anlisis de lascontradicciones resultantes de las relaciones sociales de produccin que deter-minan sus cualidades generales esenciales, a partir de la consideracin de susrasgos particulares estructurados en el contexto histrico concreto dondeemergen estos procesos.

    Significa que desde este punto de vista, los estudios de la sociedad cuba-na actual y particularmente los referidos a la dimensin cultural, no debenconcebirse al margen de las contradicciones esenciales inherentes a las rela-ciones sociales determinadas por el modo de produccin de transicin alsocialismo.

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    Ser consecuente con este posicionamiento epistemolgico, implica com-prender que la esencia de los procesos culturales se encuentra determinadapor las leyes de la dialctica, especialmente la referida a la unidad y la lucha

    de los contrarios en virtud de la cual a todos los objetos, fenmenos y proce-sos le son inherentes contradicciones internas, aspectos y tendencias contarios,que se encuentran en estado de concatenacin y negacin mutua(Konstantinov,1985:137); obviar la presencia de esta contradicciones inter-nas significara negar la posibilidad de que en las condiciones impuestas por elmodo de transicin al socialismo, los procesos culturales poseen la cualidadde automovimiento y autodesarrollo, esencia para un transicin hacia el pro-greso, que no por conflictual, contiene tambin la capacidad de superacin de

    esas contradicciones.La observancia de esta premisa exige un conocimiento cientfico de la rea-

    lidad sociocultural, que solo puede ser posible desde una perspectiva dialctica,en virtud de la cual los procesos culturales se construyen como devenir socialque transcurre como proceso y resultado de la actividad prctica de los hom-bres. Por tanto la actividad gnoseolgica en relacin con estos procesos deberevelar las contradicciones y sus causas, as como las mediaciones que incidenen la realizacin concreta de la actividad de los sujetos sociales en el sistema de

    relaciones sociales que la condiciona. Entendida as, la actividad cultural puedeser analizada como modo de existencia, cambio, transformacin y desarrollo dela realidad sociocultural, fundamento y valor de la cultura.

    En el contexto institucional de la cultura, este imperativo conduce necesa-riamente a la obtencin de resultados cientficos, cuyo objeto de estudio devengadel anlisis de la actividad de los sujetos y sus consiguientes derivacionessocioprcticas en el proceso de la construccin del socialismo, a partir de locual solo resultara posible la articulacin de estrategias que gradualmenteconduzcan a la superacin de las contradicciones inherentes al sistema derelaciones sociales determinadas por este modo de produccin, y en conse-cuencia se podran operar los cambios en el mundo ideal de los hombres, esdecir, en las formas de la conciencia social que resulten coherentes con elproyecto social cubano y con su fin ltimo: la emancipacin plena del hombre.

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    Apuntes prcticos sobre poltica yprogramacin cultural en Cuba*

    * Autora: Lic. Mara Isabel Landaburo Castrilln

    Una de las prioridades de la poltica cultural cubana en la actualidad se refie-re a la necesidad de garantizar una programacin cultural sistemtica, varia-

    da, estable, que permita satisfacer los gustos, preferencias y necesidadesculturales de los diferentes pblicos que acceden a las instituciones culturaleso residen en comunidades y barrios. Este artculo describe cuestiones referi-das a las especificidades de la programacin cultural como expresin de esapoltica cultural.

    La programacin cultural permite, entre otros aspectos, la concrecin yrealizacin de esta poltica cultural a cada nivel; as como la satisfaccin delas necesidades culturales de los creadores y artistas, y de los diversos pbli-

    cos. Se considera la programacin como un proceso participativo, regido pordeterminados principios que deben protagonizar los diferentes actores socia-les para ofrecer opciones culturales que promuevan el enriquecimiento de lavida espiritual de la poblacin en cada localidad. La claridad en los objetivos,la comunicacin y el anlisis crtico en cada propuesta, as como las condicio-nes materiales y la responsabilidad de las diferentes personas que participanen el diseo de esta programacin son fundamentales.

    Este proceso contribuye a la formacin de los pblicos y a desarrollar unnivel de apreciacin crtica de los bienes y servicios culturales que se le ofre-cen, de manera que adquieran conocimientos, habilidades y valores para dis-

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    cernir acerca de los que enriquecen su vida espiritual. Toda la poblacin tienederecho a disfrutar de espacios que propicien su desarrollo sociocultural atravs del arte y la cultura general, pero no siempre existe una comprensin

    cabal de cmo hacer llegar a esos pblicos la riqueza que nos brinda el talentoartstico profesional o aficionado y otras expresiones culturales en el entornoen que convivimos en nuestra vida cotidiana. Por ello, nos proponemos re-flexionar acerca de un proceso complejo, eminentemente prctico, que nopuede desconocer algunos referentes tericos necesarios para su real com-prensin y permanente perfeccionamiento.

    LA PROGRAMACIN CULTURAL COMO EXPRESIN DE LASPOLTICAS CULTURALES

    El anlisis de la programacin cultural como una de las prioridades de la polticacultural cubana nos ha llevado a la bsqueda de referentes acerca del trata-miento de este tema en otros pases. La informacin encontrada se refiere a laprogramacin que pueden realizar ayuntamientos, administraciones locales,comunidades, grupos e instituciones culturales de manera particular, para ofertaral pblico las actividades que realizarn en las funciones previstas. Esta situa-cin se relaciona directamente con la acepcin tradicional deprogramacin y

    programar; la primera como accin o efecto de programar y, la segunda, comoformar programas, previa declaracin de lo que se piensa hacer y anuncio delas partes de que se ha de componer un acto o espectculo, o una serie de ellos.Existen, por dems, experiencias concretas en este sentido.

    Para el propsito de este artculo es vlida la definicin de polticas cultu-rales que se refiere al conjunto de intervenciones realizadas por el Estado,las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientarel desarrollo simblico, satisfacer necesidades culturales de la poblacin y

    obtener consenso para un tipo de orden o transformacin social (GarcaCanclini, 1987:26), ya que precisa algunos de los actores y objetivos cultura-les que necesariamente estarn presentes en el anlisis de la programacincultural como expresin de una poltica cultural coherente que se debe aplicarcon una visin mucho ms amplia, cuestin que no aparece argumentada enla escasa literatura existente acerca del tema. Por ello, la experiencia cubanapudiera ser muy til al concebirla en este sentido no en instituciones aisladas,sino en el sistema de instituciones pblicas que prestan servicio para la pobla-

    cin sistemticamente, tanto al ofrecer un producto cultural ya elaborado,como al brindar la oportunidad de que la poblacin misma lo conciba, disee,presente a los pblicos y disfrute de ello.

    La programacin cultural no es un esquema que recoge actividades, da,hora y lugar, sino una concepcin convertida en instrumento de aplicacin de

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    la poltica cultural en cada localidad, institucin y provincia. Es la expresinde la poltica cultural a determinado nivel, pues en ella se concreta la relacinque debe establecerse entre el creador o artista y los pblicos, teniendo como

    mediadores a las instituciones o a los promotores culturales para cumplir consu encargo social; es una forma concreta de realizacin de la poltica cultural,de cumplir los principios y las funciones de sta en cuanto al enriquecimientode la vida espiritual de la poblacin.

    No se trata de un instrumento de la poltica cultural nuevo en nuestro pas.Forma parte de los procesos que intervienen en la gestin cultural para que sehaga posible la atencin a las necesidades, intereses y anhelos de los escrito-res y artistas, as como de los pblicos.

    Desde 1959 se reconoce la creacin de un conjunto de instituciones cultu-rales para brindarle espacios de realizacin a los artistas y escritores en ejer-cicio en el surgimiento de oportunidades para la formacin artstica de ungrupo cada vez mayor de personas talentosas, en la posibilidad de incremen-tar el nivel cultural de toda la poblacin a travs de la Campaa de Alfabeti-zacin, y en la universalizacin de la educacin; la idea era que el pueblopudiera acercarse cada vez ms a las obras de sus artistas. Sobre el sentidopopular de la cultura Fidel Castro deca:

    no quiere decir eso que el artista tenga que sacrificar el valor de suscreaciones, y que necesariamente tengamos que sacrificar su calidad.Quiere decir que tenemos que luchar en todos los sentidos para que elcreador produzca para el pueblo y el pueblo a su vez eleve su nivelcultural a fin de acercarse tambin a los creadores. (Castro, 1961:29)

    Poco tiempo despus, Osvaldo Dortics Torrado, entonces Presidente de la

    Repblica, en el discurso inaugural del Primer Congreso de Escritores y Ar-tistas expres:

    Al pueblo hay que ir, y no digo descender, porque al pueblo se ascien-de y no se desciende! Al pueblo hay que ir, pero honrndolo!, y se lehonra desde vuestro quehacer profesional cuando a l se acude conlas armas de la mejor excelencia literaria o artstica. (Dortics, 1961: 46)

    De esta forma, la comunicacin entre los artistas y escritores y el pueblo,

    mediada por las instituciones culturales y sus promotores, es un principio per-manente en la aplicacin de la poltica cultural que ha sido posible, entre otrosprocesos, a travs de la programacin cultural.

    Las prcticas de la programacin cultural en Cuba han atravesado dife-rentes etapas desde la creacin del Consejo Nacional de Cultura, cuando sus

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    instituciones subordinadas organizaban el programa de actividades artstico-culturales que informaban a laDireccin de Divulgacin para darlas a co-nocer a los pblicos en diferentes soportes elaborados por el grupo de

    diseadores y el rea de prensa.En 1976, con el surgimiento del Ministerio de Cultura y un conjunto de

    instituciones en todos los municipios que se suman a las ya existentes en lasprovincias y en la capital, se organiza laDireccin de Balance y Coordina-cin de actividades artsticas para la msica y los espectculos, cuyasfunciones se resumen en elaborar la poltica a seguir para determinar elcontenido de la programacin de actividades artsticas, as como coordinar yproponer la estructura concreta del plan de actividades principales y el mto-

    do de informacin para el control y anlisis de su comportamiento en losterritorios; de esta forma se relacionaba desde la fuerza artstica del munici-pio hasta el plan nacional de actividades principales y los artistas que se pre-sentaran en las diferentes provincias.

    En 1989, con el proceso de reestructuracin del organismo y para que lalabor de las instituciones fuera menos administrativa y ms cultural, apare-cen diversos institutos y consejos, las funciones de la Direccin de Balanceson descentralizadas y stos asumen su propia programacin; comenzaron agestionar disear, coordinar, organizar y controlar la ejecucin de la pro-gramacin de sus espacios, sin la participacin directa del Ministerio.

    Durante la siguiente dcada, en medio de la crtica situacin del llamadoPerodo Especial, la programacin cultural de las instituciones se vio seria-mente afectada por el xodo y la escasez de fuerza tcnica y profesionalpara continuar la formacin de aficionados al arte que sostuvieran las activi-dades culturales en cada localidad; incidieron adems los problemas de trans-

    porte, alojamiento y alimentacin que no permitieron dar continuidad a lasgiras del talento artstico en todo el pas; as como la deprimente situacinconstructiva de los teatros y las instituciones, el cierre de otros espacios comocabaret, salones de baile, etc. Estas cuestiones, en general, frenaron las pre-sentaciones de los artistas profesionales y aficionados de cada territorio, ymotivaron una depresin en la vida artstico-cultural a lo largo del pas.

    Se inici el nuevo milenio con el surgimiento de los programas priorizadosde la Revolucin que significaron un importante aporte tcnico-material a la

    labor artstico cultural en los municipios, la elevacin paulatina de los recursosmateriales y financieros asignados al sector, el discreto incremento de losingresos en las empresas del organismo y de los presupuestos destinados a lacultura en los territorios, la formacin de promotores culturales e instructoresde arte en las provincias, entre otros elementos; gracias a ello, la programa-

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    cin cultural comienza a adquirir una nueva dimensin, tanto en el incrementode las actividades artsticas, como en el hecho de que pasa a ser centro deatencin del cuyo trabajo se extendi hasta la rMinisterio de Cultura por

    constituir la expresin concreta de la aplicacin de la poltica cultural a todoslos niveles. En la Planificacin Estratgica del Ministerio de Cultura 2000-2003 inicialmente aparece como un objetivo estratgico y, posteriormente, seconvierte en un rea de Resultados Clave hasta el 2006, en que pasa a sernuevamente un objetivo estratgico en el rea de Resultados referida a lavida cultural de los territorios.

    En el Informe de Rendicin de Cuentas del Ministerio de Cultura a laAsamblea Nacional del Poder Popular, en el Primer Perodo Ordinario de

    Sesiones de la VI Legislatura, el 25 de octubre de 2003, se dedic especialatencin al desarrollo y los resultados de la programacin cultural en Cuba,en el que se expresa que:

    a pesar de los avances experimentados, el crecimiento del presupues-to, de las estructuras y plantillas, resulta an insuficiente para alcanzarla ampliacin y sistematicidad de la programacin en cada territorio.Las mayores dificultades se presentan en la cobertura para dar solu-cin a los distintos elementos que requiere el movimiento y presenta-

    cin del talento artstico: transportacin, alojamiento, alimentacin,luces y sonido, as como la incorporacin de la fuerza tcnica necesaria

    para asegurar el trabajo cultural en la base, (MINCULT, 2003: 13)

    Y ms adelante se aade:

    Las direcciones provinciales y municipales de cultura, han trabajado endisear, con su talento profesional y aficionado y su fuerza tcnica, aninsuficiente, una programacin cada vez ms ajustada a las necesidadesde recreacin de la poblacin, evaluadas a partir de las condicionesespecficas de cada lugar, con el propsito de contribuir a un empleo

    productivo del tiempo libre, con prioridad en nios, adolescentes y jve-nes. No es posible en nuestras condiciones, pretender que la vida cultu-ral de un territorio se sostenga sobre la base de giras provenientes de lacapital del pas o de las capitales provinciales, lo que significa que sobrelos aficionados recae, en muchos lugares, la responsabilidad de soste-ner la programacin cultural en las comunidades. (MINCULT, 2003: 13)

    Queda aprobado en esta asamblea, como una de las prioridades del Ministe-rio de Cultura, el diseo y ejecucin de una programacin cultural variada yde calidad, en una estrecha relacin entre instituciones nacionales, provincia-les y municipales, con el objetivo de satisfacer las crecientes demandas de lapoblacin. (MINCULT, 2003: 6)

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    De esta forma se persigue lograr una coherencia del trabajo cultural en elsistema, con la consiguiente elevacin de la calidad de los productos y serviciosculturales destinados a la poblacin a favor de la formacin de una cultura

    general e integral, la cual consideramos como un sistema de conocimientos yhabilidades acerca de las disciplinas humansticas y sociales, el arte, la culturapopular y tradicional y la ciencia en general, que propicia el desarrollo de lasensibilidad y de los valores ticos y estticos del ser humano, y le permiteparticipar de forma activa como protagonista en el desarrollo de la sociedad.

    Actualmente se mantiene como uno de los objetivos estratgicos del Mi-nisterio de Cultura y parte esencial del trabajo que se viene realizando en elmbito de la gestin en el sector, por lo que la programacin cultural su

    planificacin, organizacin, control y evaluacin contina siendo un impor-tante instrumento en la aplicacin de la poltica cultural cubana.

    LA PROGRAMACIN CULTURAL COMO PROCESO INTERNODE LA GESTIN CULTURAL

    En la bsqueda de referentes tericos acerca de cmo se concibe y estructu-ra este proceso en otros pases, encontramos que en el Manual del Promo-tor Cultural, Adolfo Colombres considera que para que las acciones depromocin arrojen resultados visibles y transformadores de la realidad debenestarprogramadas, obedecer a un determinadoprograma, a un plan cohe-rente a sus fines, y que programares idear una actividad que se requiererealizar y elegir los mecanismos conducentes o apropiados para alcanzar unobjetivo. (Colombres, 1999: 23)

    Por otra parte, en su Glosario de trminos sobre la accin sociocultural,Hctor Santcovsky considera que laprogramacin es la actividad que tien-

    de a organizar el calendario de manifestaciones culturales de un teatro, de uncentro cultural, de una administracin local o ayuntamiento. (Santcovsky,1995:55). Ms adelante, en otra de las acepciones, precisa que, tcnica-mente, en el terreno de la gestin, se entiende como un proceso de realizacinen el tiempo y en el espacio, con una definicin de agentes y medios pararealizar los objetivos predeterminados (dem.); y adems incluye la necesi-dad de realizar un diagnstico sociocultural. En este caso, se concibe laprogramacin como un proceso ms afn con la concepcin que se tiene en

    Cuba de gestin de programas de desarrollo sociocultural que con la progra-macin cultural propiamente dicha.

    En este sentido, consideramos la gestin cultural como un proceso msamplio, integral y estratgico en aras de lograr los fines de las polticas cultu-rales. Segn precisa Vctor Gudez, la gestin cultural:

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    es todo aquello que concierne a los procesos de la administracin cultural(planificacin, coordinacin, control, evaluacin, direccin) y a las dimen-siones del quehacer cultural (creacin, produccin, promocin,comercializacin, preservacin) que asegura un adecuado y eficiente des-

    envolvimiento de las polticas, tanto en los sistemas macro-sociales comoen aquellos relacionados con el comportamiento de entidades, programaso proyectos especficos del sector cultural. (Gudez, 2001: 117)

    Mientras, teniendo en cuenta la definicin de la Direccin de Programas delMINCULT (2003), asumimos porprogramacin cultural, desdenuestra rea-lidad, el proceso de diagnstico, planificacin, organizacin, ejecucin, control yevaluacin de un sistema de actividades que posibiliten la relacin arte y cultu-

    ra-pblicos, atendiendo a las necesidades, gustos, aspiraciones y demandas dela poblacin y de los creadores, teniendo en cuenta la capacidad de gestin delas instituciones, y los espacios y recursos de que disponen, para el desarrollode la diversidad de opciones culturales en los distintos territorios.

    La programacin cultural viene a ser un instrumento de gestin de laspolticas de las instituciones culturales pblicas cubanas, concebida sta nocomo un momento aislado dentro del macro proceso de gestin cultural sinocomo uno de los elementos del sistema que propicia las interrelaciones de las

    diversas expresiones artstico - culturales con los diferentes pblicos, quetiene sus formas particulares de organizacin y ejecucin y que debe ser unade las alternativas fundamentales de enriquecimiento de la vida cultural de lapoblacin. De igual forma, debe contribuir a la satisfaccin de las necesida-des y expectativas de los creadores escritores y artistas profesionales yaficionados en la realizacin y reconocimiento social de sus obras, en amboscasos, fines esenciales de la poltica cultural cubana.

    Para alcanzar estos fines de la poltica cultural la institucin debe desem-pear, con respecto a la programacin cultural, las siguientes las funciones:

    Propicia la realizacin de investigaciones que profundicen en la rela-cin programacin / pblicos, para conocer los gustos, preferencias,necesidades y tendencias; los niveles de participacin, las demandas yel nivel de consumo cultural, as como el impacto en la evolucin ydesarrollo sociocultural en los distintos territorios y comunidades.

    Elabora propuestas, orienta, controla y supervisa la poltica a seguir

    para determinar la estructura y el contenido de la programacin.Disea, elabora y propone los objetivos que orientan las prioridades de

    la programacin en un plazo dado, a partir de la poltica aprobada.

    Elabora, propone y supervisa la ejecucin de las indicaciones, lineamientosy normativas para el diseo y ejecucin de la programacin.

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    Disea y ejecuta las estrategias de programacin relacionadas conprogramas de carcter nacional, ramales o especiales en coordinacincon diversas instituciones, entidades, reas y organismos que intervie-

    nen en ellos.Organiza y controla el sistema de relaciones con entidades, organiza-

    ciones y organismos que intervienen en la programacin.

    Favorece variantes para desarrollar una atencin particular sobre aque-llos lugares con mayores desventajas para mantener una programacinsistemtica y variada, el control y evaluacin de la programacin cultu-ral, encaminadas al mejoramiento de la oferta cultural a la poblacin.

    Asegura la base de datos para mantener actualizada la informacinque posibilite el anlisis del comportamiento y problemticas que inci-den sobre la programacin, sus tendencias y la toma de decisiones.

    Mantiene actualizados los catlogos o registros de los artistas vincula-dos a la institucin y el inventario de los espacios y locales que en cadalugar sirven a los propsitos de la programacin.

    Selecciona y estudia aquellos elementos que posibiliten evaluar sus re-sultados tales como: balance, variedad, sistematicidad, relacin oferta

    demanda, grupos poblacionales favorecidos, entre otros.Proporciona informacin a los niveles de direccin correspondientes en

    relacin con el comportamiento de la programacin y los resultados delas evaluaciones realizadas.

    Brinda la informacin necesaria sobre el contenido de la programacinartstica y cultural a los efectos de su conocimiento y promocin por lasreas correspondientes.

    Participa en la planificacin y realizacin de actividades artsticas y cul-turales consideradas principales.

    Controla el uso de los medios tcnicos asignados a estas actividades.

    Evala la planificacin del presupuesto asignado para la programacincultural en las diferentes estructuras e instancias y su ejecucin eficiente.

    EL PROCESO DE PLANIFICACIN DE LA PROGRAMACINCULTURAL

    La programacin cultural es una de las vias para, de forma orgnica, brindaropciones a fin de satisfacer las necesidades culturales de la poblacin y defomentar y estimular nuevas necesidades. Constituye un instrumento para so-cializar el arte, para que el movimiento artstico profesional y aficionado deacuerdo con las condiciones de cada lugar encuentre tambin su espacio y

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    contribuya a una mejor estructura y dinmica de la utilizacin del tiempo librede los diversos grupos etreos, en especial los nios, adolescentes y jvenes.

    Esta supone una jerarquizacin artstica y cultural que influya en la calidad

    de las actividades que se ofertan, donde las condiciones estn creadas de acuerdocon las caractersticas, ubicacin geogrfica y fuerza calificada, entre otrosaspectos. Se hace necesario, por tanto, realizar un diagnstico que debe teneren cuenta algunos elementos para el diseo de la programacin; entre ellos: lastradiciones, costumbres y diversas expresiones de la cultura popular; el talentoprofesional del municipio, de la regin y de otras zonas aledaas o de girasartsticas con talento nacional; el talento aficionado de la comunidad, barrio,escuela o centro de trabajo; las necesidades de los diversos pblicos por seg-

    mentos y grupos etreos; los espacios disponibles para las presentaciones arts-ticas y culturales; el presupuesto planificado y las condiciones de infraestructu-ra, medios tcnicos y tecnolgicos, as como los especialistas calificados para ladireccin, produccin y desarrollo de espectculos o actividades.

    Segn la Direccin de Programas del Ministerio de Cultura, los principiosbsicos para el diseo de la programacin son:

    1. Balance en la oferta cultural: Variedad entre los talentos artsticos y

    las manifestaciones, los gneros, los autores e intrpretes, cuya combi-nacin es la base de una proyeccin cultural.

    2. Jerarquizacin: Seleccin del talento segn su calidad para los e