Tercero pisa fuerte: antología

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Esta antología recoge los textos literarios escritos por los alumnos de 3º 1ra de la EES Nº 46, La Plata.En esta experiencia, los alumnos participaron tanto escribiendo como dibujando y editando sus producciones en el espacio curricular de Prácticas del Lenguaje.

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Tercero pisa fuerte

Antología

E.E.S. Nº 46

2015

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Tercero pisa fuerte. Antología/ Coordinado por Lucas Gagliardi – 1ra ed. – La Plata: E.E.S. Nº 46, 2015.

Autores: Mauro Álvarez

Francisco Bramajo Vanina Busman

Nahuel Cano Luz Cantoni

Pablo Castilla Rocío Coria Alma Denis Ivan Duarte

Juan Pablo Ferreyra Andrés Galeano

Vanesa Garrido Ariadna Giordano

Sofía Gutiérrez Julieta Iraola

Ivan Kihs Dominga Montenegro

Noelia Muñoz Josué Ortiz

Agustina Palacios Franco Rodríguez Lilian Rodríguez

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PRÓLOGO En estas últimas semanas, 3º 1ra comenzó a preguntarse

qué es una antología. Buscamos definiciones y las leímos. Alguno dijo, hacia el final de una clase, que una antología era “como un rejunte” de textos diversos. Me gusta esa defini-ción, al igual que otras palabras que he escuchando en las últimas semanas en ámbitos varios: “maraña”, “mezcla”, “dispar”; todas ellas nos hablan de un encuentro de cosas, pero de un encuentro en el que quizá no se combinen bien unas con otras. Me gusta también que no tengan por qué “combinarse bien”, que hagan ruido.

Tercero pisa fuerte es una antología de textos muy diver-sos, tanto por sus múltiples autores como por sus estilos y temas. Se trata de una reunión de lo que hemos escrito a lo largo del ciclo lectivo 2015 en Prácticas del Lenguaje. O más bien de una porción de lo que hemos escrito. También, de una porción de lo que hemos conversado antes, durante y des-pués de escribir: diálogos sobre los textos literarios que leí-mos y de los cuales parten muchas de las producciones de esta antología; las numerosas conversaciones sobre los libros que muchos de estos estudiantes leen por fuera de la escuela o las películas y series donde encuentran similitudes con lo que trabajamos en clase; fragmentos sobre novedades (y sí, también chismes) que los chicos me han comentado y que luego han ingresado a sus textos.

Le agradezco a cada uno de estos autores (eso son, a fin de cuenta, además de estudiantes) por su trabajo durante el año, por responder a tanta exigencia y seguir trabajando, aún cuando tenían clase en las últimas horas del lunes y jueves. Este libro es de ustedes.

Prof. Lucas Gagliardi

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BESTIARIO:

UN CATÁLOGO DE CRIATURAS Desde hace años venimos escuchando sobre avistamientos de diferentes seres; algunos de ellos todavía no han sido estudiados ni clasificados por los zoólogos aún. Decidimos que era momento de salir a investigar sobre estas criaturas para informar a la población. La investigación arrojó un inquietante resultado: algunas de estas criaturas se encuentran en proceso de migración y todo indica que La Plata y sus alrededores se encuentran entre sus destinos probables…

SIN NOMBRE Acá tenemos un recorte periodístico sobre una extraña cria-tura que aterroriza Chubut Clarín, 12 de mayo de 2015

Miedo y muerte en el bosque de Chubut Todo ocurrió en un bosque tenebroso, cerca de la ciudad de Chubut que no podía ser visitado por gente. Se dice desde hace meses que en ese bosque tan tenebroso vive una cria-tura muy rara. Cerca de ese bosque existe un pueblo habitado por poca gente, el cual comenzó a ser atacado de noche por la criatura. Hasta ahora no lo pudieron matar. Existe información de que esa criatura no es nueva. Un 5 de mayo de 1789, en el diario Hoy se dice que esta criatura lle-vaba ya dos meses está aterrorizando al pueblo de Chubut. En el último mes, la policía ha confirmado la desaparición de 5

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personas en ese bosque, se sospecha que esa criatura tendría algo que ver con la desaparición de estas personas. Los investigadores dicen que esta criatura mide unos 2 me-tros, que pesa alrededor de 80 kg y uno de los habitantes de Chubut dice que vio algo extraño en ese bosque debe ser la criatura; tendría un cuerpo extraño como de abeja y una cara como de una calavera.

Investigadora: Sofía Gutiérrez

PICASANGRE Tenía alas de ángel y cuernos de diablo, colmillos de vampiro, cola de perro, ojos de gato, pies de humano, cabeza de chica, manos de lobo, orejas de elfo. Esta criatura con tanta mezcla de cosas se llamaba picasangre del aire. Vivía en una cueva oscura dentro de montañas. Se sabe que comía carne y sangre de seres humanos. Este animal era peli-groso sólo de noche porque cazaba gente viva en la oscuridad cuando estos pasaban por su territorio. La criatura está ex-tinta. Según las fuentes consultadas, la criatura tenía este aspecto:

Investigadoras: Luz Cantoni y Noelia Muñoz

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LOBESCO Es un animal mitad escorpión, mitad lobo. Habita en los de-siertos de Egipto y en los bosques de China. Come todo lo que puede, todo lo que tiene a su paso, por lo cual es peligroso para todos los seres vivos. Mata con sus colmillos y con su potente cola llena de veneno. Es muy buen cazador, pero cuando ve un depredador oculta su cola como protección. Cuando el depredador se distrae lo envenena de golpe. Su mordida también es muy letal. Acos-tumbra cazar de día; de noche muy pocas veces. Se refugia con sigilo para cazar.

Investigadores: Nahuel Cano y Mauro Álvarez

TRICOLOR Este animal fue creado por Godofredo, un científico nacido en los años 60 (no decimos su apellido para no comprometerlo). Este científico amaba los colores. Como no tenía ninguno que fuera su favorito decidió crear un animal con pelaje que con-tenga todos los colores del arcoíris. Este logró una combina-ción gracias a ciertos químicos que mezcló. Fue Llamado tricolor pese a que tiene más que tres colores. Es una especie de mono; puede vivir en varios hábitats ya que es sumamente tranquilo y no tiene comportamientos agresi-vos.

Investigadores: Pablo Castilla y Alma Denis

PUCHUNGA Fue creado por el científico argentino Lucas García. Esta bes-tia fue el resultado de un mal experimento que mezcló un lagarto overo, un rinoceronte del año 1890 y un ventilador.

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El científico no midió las consecuencias de su experimento. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho ya había muerto mucha gente porque la bestia puchunga era extremada-mente peligrosa e inestable. Comenzó a atacar todo lo que tenía cerca Acá tenemos un boceto de la criatura hecho por García antes de morir:

Investigador: Francisco Bramajo

LÚPULO Es un animal que vive en las alcantarillas. Se dice que no es peligroso: come insectos (arañas, moscas) aunque no todos están de acuerdo. Es un animal de aspecto peludo y muy viscoso, tiene un color blanco. Se arrastra y vive por zonas húmedas en la región del Chaco. Debido a estudios recientes se descubrió que vive de 30 a 40 años y fue llamado lúpulo. Aquí tenemos un relato de unos viajeros de la región que registraron su encuentro cercano con este ser. Este relato discute la idea de que la criatura no es peligrosa:

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Bueno, resulta que un día estábamos viajando con mi papá y de repente vimos que algo estaba en la calle pero no llegamos a frenar. Así que nos bajamos y miramos bajo el auto y no había nada. Nos detuvimos a pensar: no había nada, así que nos subimos al auto y seguimos pensando en lo que había pasado. Empecé a rascarme. Sentí una picazón irritable en la zona de la espalda. No paraba de rascarme. Llegábamos al lugar hacia donde nos dirigíamos y la picazón se hacía más intensa así que me acosté porque ya no me sentía bien: tenía nauseas, fiebre, mareos, y por sobre todas las cosas que me pareció lo más extraño, alucinaciones. Me enferme y tuvimos que volver. Cuando ya estaba en la cama, mamá me vio la espalda y vio algo raro, espantoso alimentándose de mi sangre. Me sentía mal sin fuerzas y como algo sin vida, una cosa, llamo urgentemente a un doctor y pudieron sacármelo quirúrgicamente y al fin y al cabo de tres semanas mi cuerpo respondió y se recupero por lo que volví a estar bien.

Investigador: Ariadna Giordano

AVEPEZ Es un monstruo de agua y del aire que puede respirar dentro y fuera del agua. Tiene el cuerpo de pez y la ca-beza de águila. Aunque puede vivir en el agua y fuera de ella, prefiere vivir en lagunas y ríos. Come algas y otros peses. Para los seres humanos es inofensivo en todos los aspectos. Sin embargo, hace un tiempo se conoció un caso que contra-dice esto. Hace 1 año en un riachuelo de Rusia hubo un caso

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de avepez que comía gente. Aparentemente, este avepez también podía caminar. Quizá los avepeces de esta zona evolucionaron y cambiaron su alimentación. Esto asustó mu-cho a la gente del lugar. Se mudaron casi todos los que esta-ban cerca del río.

Investigador: Andrés Galeano

COPELEO Es una criatura que aparece en los bosques de Australia y mata a todos los peces y los ciervos que hay. Tiene la cabeza de conejo, el cuerpo de león y la cola de un pez. Es muy peligroso para los animales y humanos. Puede vivir en el agua y en la selva. Le gusta la sangre. De día se esconde en una cueva o en el agua. Esta criatura ha llamado la atención de la prensa local, como se ve en la siguiente noticia del diario Australia informa:

Lunes del 19 de julio 2015

Terror por criatura prófuga En las últimas semanas el zoológico de Sydney se quejó de varias desapariciones de algunas espacies en extinción, entre una de ellas se hallaba un ejemplar de copeleo, la especie más peligrosa. Se cree que el animal se habría fugado y devorado a los otros animales faltantes. Varios vecinos asustados, hicieron la denuncia por las apari-ciones de este animal en sus patios acechando a sus hijos.

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Las autoridades del ejército de cazadores declararon que la búsqueda fue en vano ya que no se pudo lograr su objetivo.

Investigadores: Nahuel Cano y Franco Rodríguez

TAFANTA Esta criatura pesa unos 500kg y mide unos 3 mts. Es bastante ex-traño su aspecto ya que es mitad araña y mitad elefante. Se alimenta de vacas (2 o 3 por día) y lombrices. Es de acumular mucho la comida porque en verano se esconde en las cuevas o recove-cos en que vive dentro de las montañas. También se sabe que cambian de color de acuerdo con la temperatura. Este se existe en Argentina. Hace poco hubo un incidente relacionado con un tafanta.

El Día, martes 9 de junio de 2015

Temor en San Juan por los supuestos tafanta Se dice que es uno de los primeros ejemplares de este animal visto en años. Casi no hay antecedentes. Dos turistas dicen haber reconocido un tafanta en las monta-ñas de San Juan. Los turistas, una mujer y un hombre de 30 años, conocen mucho sobre animales extraños y sobre el tafanta en particular. Sospechan que los turistas en realidad

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quisieron aterrorizar al pueblo de San Juan y que todo el hecho es falso.

Investigador: Julieta Iraola

CORTACANRONTE Esta criatura es enorme, peluda y babosa. Posee colmillos y ojos grandes y saltones. Se la puede encontrar por todo el mundo, principalmente debajo de puentes y hasta en ciudades. Por ejemplo en Australia existe toda una manada de estos seres que ha tomado uno de los puentes más importantes de la costa del país. Tenemos una ilustración aproximada del aspecto de estos seres basada en testimonios de diferentes personas

Investigadora: Vanina Busman

CARGANTUMA Se trata de una mezcla de cabeza de pez (carpín dorado) y partes de elefante (en el resto de su cuerpo) y de pulga. Proviene de Escocia, puntualmente de la región del lago Ness donde se alimenta de plantas y animales de todo tipo. Ac-tualmente se encuentra a en peligro de extinción porque la gente los mata ya que lo considera peligroso porque a ata-cado a varias personas en los últimos años.

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Aquí tenemos un bo-ceto de la criatura: Por otro lado, la orga-nización Greenpeace está luchando para evitar la extinción de esta especie. Investigadora: Rocío Coria

CACHITO Es una criatura monstruosa: cabeza de dragón, brazos huma-nos, piernas y pies de vaca y el resto del cuerpo es de lobo. Su hábitat es la selva. Se lo llamó “Cachito, el salvaje” por su comportamiento: come carne humana cuando una persona se interna en la selva. Se lo encuentra en la selva misionera. La gente que vive en esta zona tiene que cuidarse mucho y aún más de noche porque el monstruo sale a buscar comida

Investigadoras:

Lilian Rodríguez y Dominga

Montenegro

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MANUAL DE INSTRUCCIONES La vida moderna nos ofrece muchas cosas. Entre tanta abundancia, nos damos cuenta de que necesitamos algunas instrucciones y consejos. Al igual que lo hiciera Julio Cortázar, los chicos se dedicaron a investigar sobre actividades varias y los pasos necesarios para llevarlas a cabo. Pero también se adentraron en las formas en que arman muchas historias, como si fueran aparatos perfectamente calculados y ensamblados. Instrucciones y recetas de historias varias es lo que veremos en esta sección.

Cómo quemar la comida que estabas cocinando. PASO 1: Para comenzar, elija lo que pretende coci-nar/quemar, por ejemplo: arroz blanco. PASO 2: Vierta agua en una olla pequeña y déjela hervir. PASO 3: Eche sal y el arroz que vaya a cocinar al agua hir-viendo. PASO 4: Pierda la atención acerca del arroz que estaba coci-nando por un largo tiempo. Podría entretenerse viendo una película, o usando la computadora. Se recomienda una pelí-cula de zombies. PASO 5: Revise, luego de cuarenta y cinco minutos, que el arroz se haya prendido fuego. Si es así, prosiga al paso 6. PASO 6: Llame a los bomberos. Tenga en cuenta que puede haber consecuencias inespera-das, como que su casa se queme con el arroz, o que el arroz explote hiriéndolo. Tenga preparado un botiquín de primeros auxilios.

Ivan Duarte

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Receta para una historia de terror Ingredientes: -Una casa -Un campo -Dos chicas (de 15 años). -Demonio (cantidad a elección) -2 lt. de suspenso Colocamos dos chicas en una casa y le agregamos un campo a su alrededor; luego, espolvoreamos con un demonio que anda rondando por ahí. Dejamos reposar a las dos chicas en la casa por 30 minutos. El campo está en silencio; nadie camina por él ni hace ruido. De pronto suena la puerta… Las chicas salen a ver quién es. Abren la puerta. No hay nadie al abrirla. La cierran. Vuelven a tocar. Ellas se asustan; una con miedo se asoma y sale a ver quién es con una linterna en la mano. La otra, mientras tanto, aguarda adentro. Pasan 20 minutos y la chica que salió no regresa. Agregar 2 litros de suspenso. Coci-nar a fuego lento.

Noelia Muñoz y Lilian Rodríguez

Cómo terminar una relación de pareja Lo primero es entrar a Facebook y enviar un mensaje a tu pareja. En caso de no tener una cuenta en esta red social, llamás por teléfono o buscás otros medios de comunicación. En segundo lugar, colocás en el mensaje el motivo por el cual querés terminar la relación (si es posible, evitando insultos). Luego de enviar el mensaje no se debe dejar pasar mucho tiempo ni dar oportunidad para que la otra persona conteste. Lo eliminás de tus contactos. Por último, cerrar la cuenta de Facebook o cambiar de teléfono.

Vanina Busman

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Receta para una historia de aventura -Una heroína (cant. necesaria) -200 gr. de princesa -300 gr. de príncipe -Un bosque (a gusto)

-Felicidad: 500 gr. -Cazador de príncipes y prin-cesas (cant. necesaria) -1 heroína valiente -10 kg. de castillo

Preparación: Colocamos 200 gr. de princesa y 300 gr. de príncipe en un bosque grande de aproximadamente 1kg; lo dejamos reposar 30 min. Luego agregamos un cazador de príncipes y princesas que los persigue por las siguientes cinco páginas. Cuando está a punto de atraparlos, se agrega una heroína (aproximada-mente 700 gr.) que agarra al cazador, le empieza a pegar y sostiene la paliza durante 15 minutos. Una vez que el cazador haya logrado escapar estará cocinado. La princesa y el príncipe se están terminando de cocinar; llegan al castillo de 10 kg. y le agregamos 500gr. de felicidad para terminar de cocinar todo.

Agustina Palacios

Cómo pegar un chicle debajo de la mesa Paso 1: Tener plata o salir a robar un banco para tener dinero. No se recomiendan los del centro de la ciudad, porque suele haber mucha gente y policías. Paso 2: Ir a un kiosco y comprar un chicle o pedirle a alguien por la calle. Paso 3: Mascar el chicle hasta dejarlo sin sabor. Paso 4: Sacar el chicle de la boca con los dedos. Cuidar que no se caiga al suelo. Paso 5: Pegarlo en el borde de la mesa. Y si no pega, tirárselo

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al alguien. Puede reírse de esa persona cuando vea que tiene pegado el chicle en el pelo.

Cómo chocar un auto Paso 1: Tener un auto o robar uno del modelo que Ud. quiera. Paso 2: Subirse al auto o hacer que ande solo. Esto último es más complicado así que mejor haga lo primero. Paso 3: Ir rápido, más o menos a 180km por hora. Paso 4: Ir por la Avenida 9 de Julio Paso 5: Localizar con la vista un árbol. Encararlo y tirarse del auto en movimiento. Consejo: Si usted es conductor de un auto antiguo y no tiene bolsa de aire, morirá a menos que se tire del auto.

Pablo Castilla

Receta para una historia de terror INGREDIENTES: 1 Cabaña 1 bosque 3 chicos (de 20 o 24 años)

1 diablo 1 hacha Gritos (1 cucharada)

PROCEDIMIENTO: Tomamos una cabaña y un bosque tenebroso (cuanto más tenebroso mejor). Los batimos y le espolvoreamos 3 chicos. Luego, incorporamos 10 gr. de un diablo previamente derre-tido. Cuando tengamos lista esa mezcla y comiencen las per-secuciones, conviene agregar una cucharada de gritos o esencia de sangre. Le incorporamos un hacha para que los personajes puedan defenderse del diablo. Ponemos la mezcla en un molde con forma de libro y la llevamos a la heladera. Luego de una hora la receta ya está lista.

Vanina Busman

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Cómo perder tiempo en clase Paso 1: Ingresar al salón de clase y sentarse en un banco, el que le parezca cómodo. Paso 2: No sacar los útiles. Paso 3: Usar el celular constantemente. Paso 5: Molestar a los compañeros. Paso 6: Dar vueltas por el salón. Paso 7: Dormirse hasta que toque el timbre de salida. Puede pasar los recreos durmiendo en el salón si quiere.

Luz Cantoni y Dominga Montenegro

Cómo arruinar una fiesta Paso 1: Antes que nada, Ud. debe estar consciente de que si sigue estas instrucciones será la persona más odiada de la fiesta. Si lo está, continúe con las instrucciones. Paso 2: Descontrólese, por ejemplo, rompiendo las decora-ciones del lugar. Paso 3: Tome alcohol. Comience a dar vueltas y vueltas. Cuando esté mareado y sienta ganas de vomitar, hágalo so-bre la persona que tenga más cerca de Ud. Paso 4: Vaya hacia el lugar donde se encuentra el equipo de sonido y tropiece con el mismo hasta arruinarlo.

Alma Denis

Receta para una historia de amor Ingredientes: 1 chica de 20 años. 1 chico de 20 años. 1 casa. 10 kg. de Felicidad.

2 kg. de Amor. 1 tercera persona. 100 gr. de celos. 20 gr. de Brujería.

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Preparación: Agregar en la olla a la chica de 20 años dejar cocinar por 30 minutos. Luego, incorporar al chico de 20 años y mezclarlo por 5 minutos. Luego, colocar la mezcla en una casa bonita y revolver por 10 minutos más. Después, añadir 10 kg. de felicidad, 2 kg. de amor, 10 kg de celos, una tercera persona y 20 gr. de brujería. Batir por 45 minutos hasta tener una pareja enamorada y una tercera persona que provoca los celos del hombre y echa brujerías a su mujer. Cocine a baño maría y obtendrá una historia de amor y brujería para consumir con el mate o el té.

Rocío Coria e Ivan Kihs

Torta de terror Ingredientes: 1 Chica rubia de entre 20 y 24 años 1 Hacha afilada 1 Auto abandonado 5lt. de sangre 200gr. de gritos 1kg de miedo Un chico llamado Michael (cant. necesaria) Preparación: Mezclamos el auto abandonado con una chica rubia. En este caso yo utilizo sólo una porción de cada ingrediente para evitar redundancias. Dejamos reposar la mezcla y a los 10 min. Le agregamos a Michael junto con el hacha. Revolvemos y agregamos la mitad de la sangre y gritos. Batimos a punto miedo y agregamos los ingredientes restantes. Llevamos al horno por 70 min.

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Cómo romper una ventana con una pelota Para comenzar, deberíamos conseguir una pelota, por ejem-plo, sacándosela a un amigo o comprándola con dinero ro-bado. Lo recomendable sería, luego, salir a la calle –no muy cerca de la casa de uno sino más bien cerca de la de algún vecino- y jugar un rato con la esfera. Cuando estés aburrido, sólo tendrás que comenzar a patear para cualquier lado hasta impactar contra alguna ventana. Se recomienda salir co-rriendo para buscar la pelota y devolvérsela al amigo a quién se la hayas pedido. Déjalo esperando allí hasta que saga el dueño de la ventana destruida y lo vea. Si es necesario, se puede decir “Yo no quiero tener problemas. El culpable es mi amigo”.

Ariadna Giordano

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NOSOTROS Y LOS MIEDOS ¿Te contaron historias que te hayan hecho helar la sangre? En esta sección tenemos un seleccionado de piezas de terror y suspenso, algunas de ellas con la presencia estelar de fantasmas, asesinos y finales que dejan interrogantes abiertos. A quien estas historias no le permitan dormir con tranquilidad por la noche, le recomendamos que pase a la próxima sección.

El hotel maldito Julieta Iraola

Las tres amigas (Clara, Paula y Victoria) se tomaron unas

vacaciones después de tanto trabajo y decidieron ir a Brasil a un hotel que les había recomendado un viejo amigo. Les había dicho que iban a tener muy buena atención, así que las chicas decidieron ir a aquel alojamiento. Era tal cual su amigo les había dicho: un edificio viejo pero elegante y quedaba en una zona poco habitada.

En aquel lugar vivía una gran familia dueña de aquel gran-dioso emprendimiento, las recibieron muy bien, pero era todo extraño pues no había nadie en ese hermoso estableci-miento. Una de las chicas, Clara, preguntó por qué en el hotel no había nadie a pesar de ser un lugar tan atractivo. La dueña contestó que no habría nadie ya que ese edificio estaba un poco escondido, al costado de la ruta y atrás de los árboles. A las amigas esa respuesta les pareció que no tenía mucho sentido. Fueron a sus habitaciones sin pedir más explicacio-nes.

Suben las escaleras. Abren la puerta y entran. Hay man-chas de sangre en el piso.

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Ellas, asustadas, se fueron a quejar a la recepción pero na-die de la familia supo darles explicaciones. Ellas se volvieron enojadas a su cuarto.

Mientas suben las escaleras no llegan a ver que uno de los hijos de la dueña del hotel estaba revisando sus cosas. Él sale de su habitación justo antes que las chicas alcancen a verlo.

Entran y ven que está todo revuelto. Ellas, ya aterroriza-das, decidieron pasar la noche ahí y al otro día irse a primera hora.

Llega la noche. El lugar queda en oscuridad casi total: sólo se ven las luces del hotel. Cansadas y todavía atemorizadas se acuestan. Hablan y miran un poco de televisión para distra-erse. En eso escuchan un ruido que viene del baño.

–¿Qué fue eso?– preguntó una de las chicas. Dos de ellas van a fijarse, todavía con mucho terror y anti-

cipándose a lo que estaban por encontrar. Al abrir la puerta ven algo que las paraliza del miedo: había un hombre con una cuchilla y con toda su ropa ensangrentada. Asustadas corren y el hombre las persigue.

Se escuchaban muchos gritos en ese piso. El asesino logra agarran a una de las chicas por el pelo y le da una puñalada en el hombro. Luego otra y otra más; el ruido de las puñaladas se mezcla con los gritos que se van haciendo cada vez más ba-jos. Pierde sangre poco a poco. En unos minutos la última gota de sangre había caído al suelo y su ruido retumbaba entre las paredes.

Las otras dos chicas gritaban y bajaban las escaleras en forma atropellada. Al llegar al mostrador de recepción ven a la dueña y le piden ayuda. Ella sonríe. Ellas entienden y co-mienzan a gritar y correr hacia la puerta de salida, pero está cerrada. Poco después se escuchó un último grito y desde entonces nadie supo lo que había pasado con esas chicas…

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El lago endemoniado Ivan Kihs

Era cinco de Febrero y no parábamos de llenar la camio-neta con nuestras cosas. Estábamos tan emocionados por llegar a la casa del lago de mi tía que olvidamos llenar el tan-que.

Paramos en una estación de servicio por el camino. Mis amigos July y Lucho aprovecharon y mientras algunos cargá-bamos el combustible, ellos fueron a ver a una pandilla que andaba rondando la estación y compraron droga. Yo cargaba combustible. Mientras veía cómo corría la flecha que indicaba el nivel de combustible en el tanque escuché de repente la voz del dueño de la gasolinera. Me sobresalté porque apare-ció de la nada. Dijo que de la casa nadie saldría con vida.

Nosotros mucha importancia no le dimos (aunque me pregunté cómo sabía que íbamos a la casa del lago) así que seguimos nuestro rumbo.

–¡Llegamos! ¡Llegamos!–dijimos todos unos minutos más tarde.

Bajamos tan ansiosos por ver la casa por dentro que no desempacamos nada durante tres horas.

–Tengo miedo, amor– dijo Sheila, mi novia. –No pasa nada amor, yo te cuido- Le respondí. Nunca la

había visto tan inquieta y asustada. Por la noche estábamos fumando yerba y tomando alco-

hol mientras Sheila y July bailaban un poco en joda. Ella y yo nos fuimos al lago a solas. Comenzamos a besarnos, desnu-darnos y tener relaciones. No había pasado mucho cuando, de repente, sentimos que alguien nos observaba desde el agua; pero al fin y al cabo no le dimos importancia y seguimos teniendo sexo.

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Después de unos minutos volvimos a sentir la misma sen-sación, cuándo repentinamente un hombre tenebroso viejo y lastimado sale del agua y ataca a Sheila con una trampa de liebres.

–Aaaaaaahhh… Ayuda– gritó. Yo me resistí, él sólo tenía el objetivo de matarme pero lo-

gre esquivar sus malditos putos golpes y ahí fue cuando el pervertido se la llevó.

Salí corriendo por mi vida. Solo pensaba en regresar a la casa para buscar auxilio. Al llegar no llegué a explicarles mu-cho a mis amigos. Estalló el vidrio de una de las ventanas. Sentimos más golpes y vimos que era el hombre del lago que cargaba un hacha.

July y Lucho corrieron a la habitación mientras yo luchaba con el maldito puto asesino. Me revolcó por todo el piso. Nos pateamos, nos golpeamos.

Cuando logré matarlo con su propia arma salí corriendo hacia la habitación donde se escondían mis amigos. Ni bien logré entrar los vi abrazados y temblando. Pero otro hombre que estaba en la ventana, detrás de ellos, con un machete a punto de matarlos. Y así fue... No tuve tiempo ni de avisarles. Todo pasó muy rápido. Todavía siento (o imagino) el ruido de su sangre al caer al suelo.

Corrí a la camioneta, la encendí y me fui de ese maldito lu-gar pensando en que todo esto mañana sería un recuerdo. Un mal recuerdo. O en buscar a Sheila, pero ¿la encontraría re-almente?

Al mirar hacia atrás, por el retrovisor, me doy cuenta de que no todo había acabado. Veo al asesino parado detrás mío sonriendo y con una motosierra en la mano…

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Muerte inesperada Luz Cantoni y Dominga Montenegro

Una pareja se muda a la ciudad de Londres en un barrio muy Lindo: tenía muchas plantas era muy silencioso y las casas parecían abandonadas. La casa a la que se mudaron era grande tenía cinco habitaciones tres baños cocina y comedor. Allí conocen a su vecinos y pronto ya se llevan muy bien con el que vivía al lado de su casa. Sin embargo, él era muy extraño: no hablaba con nadie, vivía solo y su casa siempre estaba cerrada...

Ellos comenzaron a hacer su vida normal. El marido, Mark, buscó trabajo en el restaurante a un par de cuadras de su casa. Su mujer, Wanda, se quedaba en su casa. Una tarde Wanda estaba mirando por la ventana y ve que su vecino, Aaron, estaba en la vivienda de la vereda opuesta. Ella no le dio importancia en ese momento. Cuando estaba llegando a la cocina, escucha el grito de su vecina. Asustada, abre la puerta y va a donde está la mujer. Al llegar ve que ella estaba tirada en el piso con un puñal en la espalda. Llama a la policía.

Después de quince minutos llegan los oficiales. Le empie-zan hacer preguntas y ella les dice lo que vio a la tarde, un rato antes. Cuando llega su marido, ella le cuenta lo que su-cedió; él le dice que no le deje entrar a Aron a su casa y que no hable más con él. Esa misma noche algo había cambiado.

Al otro día Mark fue a trabajar. Wanda, como siempre en su casa, estaba sentada en el comedor cuando de repente escucha un ruido. Se escuchaba como si estuvieran abriendo la puerta. Ella va hacia adelante y ve que no hay nadie. Cuando se iba a volver a sentar, la puerta se abre con una fuerza y azota. El golpe tira todo los cuadros. Cuando Wanda va a cerrar, ve que Aaron estaba parado justo en el marco de la puerta. Pero unos segundos después había desaparecido.

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A la noche, cuando estaba durmiendo con su esposo, Wanda se despierta. Ve la figura de un hombre como si estu-viera caminando por el pasillo de la casa. Asustada lo des-pierta a Mark; recorren toda la casa y al ver que no hay nadie. Vuelven a acostarse. Esto fue sucediendo un par de noches seguidas, cada vez peor.

Una tarde, Wanda se encontraba limpiando el sótano y encuentra un libro donde había recortes de diarios donde mostraban que mujeres habían muerto de maneras descono-cidas. Repentinamente escucha ruidos en la cocina, como si todo se empezara a caer de su lugar. Cuando sale corriendo para salir del sótano, la puerta se cierra muy fuerte. Ella em-pieza a gritar pero nadie la escucha, fue como un instante de silencio, cuando de repente algo se le viene encima y la de-güella. No se supo nunca qué fue lo que en verdad la había matado... su vecino Aaron también desapareció...

Casa embrujada Mauro Álvarez

En alguna casa de por ahí vivían dos hermanos. Sus nom-bres eran Cario y Valentina, de dieciséis y diecisiete años. La casa en la que vivían era antigua y se dice que estaba embru-jada. La escalera y el piso hacían ruidos cuando pasaban por ahí. Ellos habían heredado la casa de sus abuelos.

Los hermanos se habían ido a vivir allí porque se habían peleado con sus padres. Durante su primer día en a la casa antigua sintieron un escalofrío, como si hubiera alguien atrás de ellos, pero no había nadie allí. Ninguno dijo nada al res-pecto; lo único que hicieron fue mirarse entre los ellos.

Con el correr de las horas se fue poniendo de noche. Se acostaron en habitaciones separadas; Cario apagó todas las

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luces toda la habitación y la casa quedó prácticamente oscura salvo la habitación de la hermana que tenía miedo porque era un casa vieja. Cuando Cario se está por dormir escucha el grito de la hermana y sale corriendo hacia la otra pieza.

–¿Qué pasa Valentina? – le pregunta Ella, asustada, no podía ni hablar y él le vuelve a pregun-

tar: –¿Qué pasa Valentina? ¿Qué viste? Ella reacciona y dice: –Mirá, mirá esa araña. –Tanto espamento por una araña–la mata se vuelve a su

pieza para acostarse. Al día siguiente encuentra a la hermana jugando con una

muñeca misteriosa. –¿De dónde sacaste esa muñeca tan fea? –Del sótano. Estaba allí sola sin nada a su alrededor. Bueno, está bien. No hagas mucho ruido que voy a dormir

una siesta ahora. Cario sube a su pieza a acostarse para dormir la siesta y

escucha que corren en la habitación de su hermana. –¡Valentina, dejá de correr que quiero dormir un rato! – y

se escucha un golpe seco como si hubiese caído alguien al suelo. Va hacia la otra pieza, enojado con su hermana, llega allí y ve que no hay nadie. Entonces empieza a gritar.

–Valentina no jodas. Quiero descansar. Se escucha el grito de Valentina diciendo “¿Qué?”. Venía

desde abajo. Cario va a la planta baja y le dice que no vaya más a la pieza a correr. Ella le jura que ella nunca había subido las escaleras ni estado corriendo. Él le cuenta lo que le había sucedido y ella queda asustada igual que él.

A la hora de la cena estaban sentados y comiendo tran-quilos. De pronto se escuchan pasos que bajan de la escalera; entonces, Cario pregunta “¿Quíen está ahí?” y nadie con-

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testa. –¡No es divertido. ¿Quién está bajando la escalera? – grita.

Nadie contesta y siguen los pasos una y otra vez, cada vez más ruidosos hasta que de pronto paran. Los hermanos van a ver quién estaba ahí molestándolos. No hay nadie pero apa-rece escrita la pared diciendo que si no se iban ya mismo de la casa, morirían. Aunque se sintieron un poco angustiados, al final no le dieron bola a lo que decía la parad.

–Seguro que fue alguno de nuestros padres haciendo una broma de mal gusto– dijo Cario.

Valentina, asustada, no quería dormir en su habitación. Armaron otra cama en la pieza de Cario y se fueron acostar. El hermano apagó la luz y dejó prendida una vela para la her-mana que tenía miedo.

–Valentina ¿vos dejaste tu muñeca en mi habitación? Ella contesta que no: la había dejado abajo. Ya asustados,

los dos intentaron dormir. Había una vela que se había con-sumido muy rápido, y se había apagado gracias a un viento que entro por una ventana. Se escuchaban pasos que cami-naban por las paredes. Estaba todo oscuro. Desde afuera ya no entraba luz. Ya se agotaba la luz de la luna entre las nubes, que parecían estar devorándola. Se hizo un silencio y allí fue cuando se escuchó el grito de Cario, quién sintió cómo era tomado por los pies y arrastrado por la escalera...

Seres del más allá Noelia Muñoz

Todo empezó un, día de lluvia. Al amanecer, la joven iba a su colegio que quedaba cerca

de su casa. Al anochecer de ese día, Clara, la joven, escuchó una vos que decía su nombre. Ella se asustó.

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Ni bien llegó a su casa fue y le dijo a su padre que había es-cuchado una voz y que se parecía a la voz de su madre, quien había fallecido hacía ya unos seis años. El padre le dijo que no hablara de su madre y le que se fuera a su cuarto.

Desde ese momento, Clara estuvo investigando cómo contactarse con su madre. Entonces un día una amiga le dijo que ella sabía de una mujer que hacía para contarse con al-mas del más allá. Clara, al enterarse de eso, agarró un tras-porte y se fue al lugar donde la señora vivía. Quedaba un poco lejos. Tocó la puerta y se asomó una señora. La miró con cara indiferente y se negó a atenderla y le dijo que se fuera porque ella ya había dejado de hacer esas cosas, o sea de comuni-carse con muertos.

Clara se entristeció y comenzó a llorar con desesperación. Al ver eso la señora le dijo

–Pasá, que puedo hacer algo–. Clara pasó, miro la casa y le dijo:

–Qué linda casa. ¿Vive sola usted señora? –Sí, vivo sola. Mi esposo murió hace dos años Unos minutos después, la muchacha le había contado lo

que quería hacer clara. La señora empezó con lo suyo: le dijo “Cerrá los ojos junto conmigo”. Clara los cerró. De repente, se sintió un viento fuerte. La señora entró en la mente de la joven: veía todo lo que había en la mente de Clara. Allí se encontró con una joven que tenía la boca cosida y carecía de piernas. Era algo horripilante. La señora miraba sorprendida a la joven que estaba toda cosida: era Clara. En ese momento sintió que se acercaba un alma horrible y vio a la criatura: su piel era una piel vieja seca; tenía un aspirador de aire en el lugar de la boca.

La señora agarró a la muchacha por los pies y la arrastró, pero detrás de ella apareció el sujeto de piel seca que la

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agarró por el cuello. La señora estaba asustada. Todo era real: sentía la presión en el cuello. No podía respirar.

Pero entonces apareció su marido, el que había fallecido. El tomó a la criatura y forcejeó hasta sacársela de encima a la señora. Luego se sentaron en un sofá, pues ahora estaban en el interior de su casa. Clara seguía, cosida, al lado de la se-ñora. El hombre le pidió a su esposa que ella misma se matara para que por fin estuvieran juntos. Ella lo miró fijamente y le dijo

–No sos mi marido porque él nunca me pediría que me matara–.

Ella agarró un cuchillo y lo apuñaló. El hombre recibió el cuchillo y su cara cambión: era la criatura con la piel vieja y reseca. Se hizo ceniza.

La señora despertó. Había salido de la mente de la chica. –Clara, la que te habla en las noches no es tu madre, sos

vos. Estás encarcelada, date cuenta. Unos espíritus horribles te tienen en sus manos. Tenemos que hacer algo para sal-varte.

El camino hacia el terror Andrés Galeano

Era de día. En la carretera de Virginia, los jóvenes Iván, Cristian, Billy, Carolina y Elena iban conduciendo hasta un pueblo. Era el día de Halloween. Cuando iban conduciendo se les lanzó encima un hombre muy extraño. Lo esquivan y cho-can contra un árbol. Por suerte nadie resultó herido.

Luego de unos minutos salen del auto y se van a ver al hombre para ver si lo habían atropellado y para ayudarle. Uno de los jóvenes se acerca para ver si está lastimado y el hom-

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bre abre los ojos y lo ataca con una navaja, hiriéndole en el brazo. El resto de los muchachos se pone a golpearlo pensa-ban que era un hombre psicópata asesino. De repente dos policías que iban hasta al pueblo ven a los jóvenes y se detie-nen. Los policías les dicen que dejen de golpear al hombre, que se alejen del viejo y que pongan las manos en el cabeza.

Unos de los policías revisan el auto de los chicos y encuen-tra un paquete de droga; lo detienen al hombre también quien por cierto estaba deshecho. Ya en la estación, los chi-cos detenidos quedan a cargo de una policía de treinta años dado que todos se habían ido al festival de Halloween del pueblo para hacer guardia. Un doctor revisa al chico herido y le dice que no es muy grave y que en tres semanas se curará.

Los amigos se ponen a discutir sobre la droga. Uno dice que la sustancia es sólo de Billy; Elena dice que perderá la beca

–Nos expulsarán del colegio– Cristian suena asustado –Voy a decir que es mía para que no nos culpen a todos–

terminó Billy. Billy llama a la alguacil y le dice que sus amigos no sabían

nada de la sustancia y que se hace cargo. La mujer resopla: –Buenos, de cualquier manera necesito el espacio. Tene-

mos pocas celdas– y libera a sus amigos. – Tomen sus cosas y que se quedan en el pueblo. Esto va a durar unos días.

–No nos moveremos de allí– Elena sonaba esperanzada. Ya libres, se van a un motel en la esquina.

–¿Y qué pasa conmigo? Es a mí a quien atacaron. ¿Por qué estoy aquí?– dice el hombre a la alguacil.

–Asalto con arma blanca. Cállese. ***

Los viajeros llegan a un motel y se instalan. Lo que no sabían es que el hombre con el que habían tenido el altercado tenía hijos y ellos estaban cerca. Se trataba de tres personas

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que habían sufrido transformaciones y deformaciones en todo el cuerpo; su padre los mantenía en secreto y se habían vuelto caníbales. Ellos habían ido a buscar a su padre al ver que no regresaba a la casa y cruzaron a la patrulla que lo lle-vaba a la comisaría y a los chicos que se iban al motel.

Los hijos planean el rescate de su padre cortando las líneas telefónicas del motel y la fuente de electricidad. El guardia de seguridad los ve y al enfrentarlos uno de los hijos corta los fusibles y el transformador con un hacha y se los pierde de vista en la oscuridad. El guardia les pregunta “¿Qué es lo que hacen?” y ellos se ponen a perseguirlo. Lo agarran y atan con una soga. Lo suben hasta donde están los cables. Reactivan la electricidad cruzando algunos cables y… el guardia se elec-trocuta y muere. Esto genera una falla enorme y así se va la luz en todo el pueblo.

Mientras tanto, en la comisaría, el hombre sonríe –Ya vienen por mí. –¿Quien viene por ti?– pregunta la alguacil. –Mis chicos le contesta. –Ya estás muerta, sólo que aún no lo sabés. Te sacarán el

hígado y se lo comerán frente a ti–. Un detenido que acaba-ban de meter a la celda con el hombre le pide a la alguacil que lo cambie de celda.

En el motel, Elena dice a los chicos que va a llevar comida a Billy. Cristian le da una linterna. Cuando ella iba caminando por la calle ve a un tipo con máscara: es uno de los tres her-manos. Ella siguió caminando. Cuando vio que la estaban siguiendo empezó a correr y el sanguinario empezó a correr también detrás de ella.

En el motel Iván ve a Cristian y Carolina besarse y se pone incómodo; les dice que también se marchaba a ver a Billy.

Elena seguía corriendo. De repente se le ha aparece el ase-sino y le clava un cuchillo en el estómago, sacándole sus tri-

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pas con la mano y se las come. La chica cae al suelo desan-grada.

Ya se agotaba la luz de la luna entre y las nubes parecían estar devorándolas. Iván ya había llegado a la comisaria.

–Vengo a ver a Elena y Billy– la alguacil y su amigo lo mi-ran extrañados.

–Aún no ha llegado. En el motel, Carolina se mete a bañar mientras Cristian

estaba comiendo y viendo la televisión; en ese momento, alguien toca la puerta y Cristian se levanta para abrir. Era uno de los hermanos caníbales y le dice que se equivocó de habi-tación y cierra la puerta. Vuelven a tocar la puerta y lo abre otra vez y le dice que ya dijo a su amigo que esté no era su habitación. Los dos hermanos se lo llevan arrastrándolo, mientras carolina escucha ruidos y sale a ver qué sucedía. En la comisaria, Billy e Iván se preocupan por Elena que aún no ha llegado. El hombre encerrado en la otra celda les dice que sus muchachos ya lo habrán matado. Al mismo tiempo, en el motel uno de los hermanos regresa y ataca a Carolina. Ella corre, agarra un fierro y le pega. Sale la chica corriendo lo agarra de las piernas a carolina, lo tira y ve un cuchillo en el piso, se lo clava en el hombro. Sale huyendo. Por otro lado, a Cristian lo tienen amarrado por los pies y las manos. Los hermanos traen tres mazos y se ponen a darle mazazos en las dos piernas rompiéndosele. Él se desmaya y lo llevan frente a la comisaria y lo dejan en medio de la calle. Sale la alguacil con Iván y el otro detenido que estaba ahí para ayudarlo. Los hermanos vienen con el camión atropellando a la alguacil, que no logra esquivar el impacto.

La alguacil se va a la tienda del frente a buscar un radio y un generador de energía para pedir ayuda por radio. Consigue comunicarse con alguien y le pide que mande a todos policías disponibles ya que su pueblo está siendo atacado por tres

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psicópatas, que ya hay un muerto. Del otro lado de la línea no le creen y le piden que no haga bromas estúpidas y cortan.

Carolina, quien había conseguido escapar, llega a la comi-saria y ve a su novio muerto; se pone a gritar. Luego Billy e Iván salen a buscar a Elena con unas escopetas. Al doblar la esquina encuentran a Elena en la calle, muerta, y unos de los parientes del hombre encarcelado. El hijo comienza a dispa-rarle a Billy y se pierden en la distancia. Iván se queda con el cuerpo de Elena y se le lanza encima uno de los hermanos. Lo golpea hasta que el muchacho queda desmayado.

Billy seguía persiguiendo al el tercer muchacho. Éste le da con una pala en la cabeza. Unos minutos después Billy se despierta. Nota que no puede respirar. Se da cuenta de que estaba siendo enterrado, quedando solo la cabeza en la su-perficie. Ve que Iván estaba atado con una cadena alrededor de los pies. Están en una cancha de futbol, los hermanos vienen con una cortadora de césped y le corta la cabeza de Billy. Iván trata de liberarse de la cadena pero no puede. Trata de correr y se cae. Ahí le pasan por encima con la máquina, contándolo en pedacitos.

En la comisaría el detenido que había liberado la alguacil va a buscar a los comisarios que están en el evento; para ello agarra una camioneta. Cuando estaba yendo por la carretera, los hermanos ponen una madera con clavos en el camino y hacen que se estrelle, lo agarran. Después lo llevan a la ferre-tería y lo meten a un barril de acero y lo ponen arriba del fuego hasta que queda quemado como un carbón. La algua-cil, que apenas respiraba luego de haber sido atropellada, intenta salvarlo pero había garrafas que, al entrar en contacto con el fuego, explotan.

La explosión de oye desde donde están Carolina y el hom-bre encerrado.

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–Si me liberas no voy a matar a tus amigos– le dice. Ella duda. Pero al final la convence y lo libera. Carolina le apunta con un arma. Cuando el hombre iba saliendo de la celda apro-vecha un descuido de la chica, agarra unas tijeras y les saca los ojos.

La muchacha sale en la calle chorreando sangre. Se oyen sus gritos retumbando. Lo encuentra un oficial de policía que había regresado a los alrededores y la mete a dentro. Mien-tras ella trata de explicarle todo él le venda los ojos como puede, pero ella está herida y sin fuerzas.

El oficial sabe que no tiene muchas opciones. Sale a buscar ayuda por medio del radio que está en su móvil pero los her-manos lo agarran, lo traen a la comisaria de vuelta y lo meten en la celda. Acto seguido, echan gasolina a todo el lugar. Se ve cómo agarran una caja de fósforos, le prenden fuego y el oficial muere.

Los hermanos se marchan con su padre. Toman uno de los vehículos que habían quedado abandonados y se largan a la ruta. En la carretera encuentran a Carolina, que ha conse-guido escapar del fuego con algunas quemaduras. Tiene los ojos vendados aún y se la escucha llorar y pedir ayuda. Se detienen. Uno de los hermanos baja lo agarra de la mano y la sube a la camioneta. La chica, temblando, se sienta al lado del hombre al que le agradece por haberla salvado.

–Bienvenida, linda. Ella reconoce la voz y se pone a gritar.

El cazador de chicas Rocío Coria

Las chicas están de vacaciones en un pueblo lejano y vi-

ven en un departamento alejado de todo y con un campo al frente. Ellas se levantaban todos los días temprano y se iban a

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pasear porque todo le quedaba lejos, volvían de noche. Todas las mañanas dejaban la radio prendida y las luces también para que la gente pensara que estaban ahí.

Un día se fueron al parque a tomar mates. Cuando vol-vieron a la casa estaban las luces apagadas y se asustaron.

-¿Vos dejaste las luces apagadas Romina?-pregunta Va-leria

-No, yo salí primera hoy- responde Romina. -Sí, yo salí última y deje todo prendido. -¿Qué hacemos? -¡Vamos a revisar a ver si no nos robaron! -Bueno. Se pusieron a revisar y se dieron cuenta de que no habían

robado nada. Se fueron a dormir pensando que se había apa-gado sola la luz. Al otro día salen a comprar para cocinar tem-prano y cuando vuelven había un papel blanco manchado con sangre arriba de la mesa que ellas no habían dejado.

Valeria agarro el papel y lo tiró a la basura. Estaban asus-tadas pero pensaron que había entrado por la ventana que se habían olvidado abierta, cocinaron y se fueron al centro a pasear.

Cuando volvieron esa noche había un sobre debajo de la puerta. Adentro del mismo había un papel que decía que se cuidaran porque las iba a agarrar. Ellas se asustaron y llama-ron a la policía pero iban a tardar como una hora porque el departamento quedaba muy lejos.

Entonces el cazador, que era grande físicamente, tenía barba larga y un cuchillo en la mano entro a la casa, apareció. Las chicas se escondieron abajo de las camas. Él va a la pieza y ve que sobresalía el pelo de Valeria. Corre la cama violen-tamente y la agarra de los pelos. Le pone el cuchillo en el cuello.

Cuando el hombre sale de la pieza con Valeria, Romina

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sale rápido y agarra un palo que había ahí. Sigue en silencio al hombre y le pega en la cabeza hasta desmayarlo. Romina agarra a Valeria y se acercan a la puerta con ansiedad. Ro-mina toma el picaporte para abrirla.

Salieron corriendo hasta que se encontraron con la po-licía y se subieron a un patrullero, explicaron la situación y después fueron a buscar al cazador que estaba desmayado en el departamento.

Hospital al final de la calle Alma Denis

Era ya 2 de julio; el trimestre estaba cerrando y con mis amigos debíamos entregar un documental. Pero no cualquier documento sino uno que logre sorprender al profesor Duartte y así levantar la nota.

Nos tomó un día entero elegir el tema del documental: mientras que Diana estaba en la cocina preparando algo para merendar… ¡Ah! Olvidé decirles que Diana es mi novia desde hace ya más de dos años y estamos en el mismo curso junto con John, Lucy y Martin.

En fin, entre los cinco debíamos comenzar ese documental lo antes posible. Pasaban las horas y nosotros aun no había-mos elegido de qué se trataría el documental, hasta que en un momento Lucy levantó la mirada y acotó:

-Al profesor Duartte le gustan las cosas extrañas. -¿Escucharon hablar sobre el hospital que se encuentra al

final de la calle?- comentó Martin. -Sí, dicen que por las noches se escuchan los gritos de las

personas pidiendo auxilio- respondió Lucy. -Yo no creo en esas cosas- dijo John sin prestarnos mucha

atención.

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-¿Qué opinan si hacemos un documental sobre ese famos-o rumor del hospital?- pregunté mirándolos fijamente

-Será inútil, eso es pura mentira- respondió John aga-rrando su taza de café y sin darle importancia alguna.

-¡¡¡Hagámoslo!!! Saquemos la verdad sobre ese mito – in-sistía Lucy.

-¡Listo! Está decidido. Total con intentar no perdemos nada – dijo Diana.

Y fue así como comenzamos aquel documental. Si hubiese sabido que esos eran los últimos días junto a Diana, le hubiese dicho lo mucho que la amaba.

Esa misma noche tome mis cosas y salimos. John tomó su abrigo y el paquete de cigarros. Lucy agarró el anotador para ir escribiendo lo que sucedía en el transcurso del viaje. Diana y Martin salieron juntos detrás de mí.

Llegamos al lugar, encendí mi cámara y comencé a filmar todo a mi alrededor: la puerta estaba abierta así que no nos fue difícil entrar. Recorrimos todo pero no vimos ni escucha-mos nada fuera de lo común. John encendió un cigarro y empezó a burlarse de nosotros. Decidimos salir y regresar la noche siguiente. Capaz que encontraríamos algo.

Al salir noté que una de las ventanas del hospital estaba manchada con sangre. Y esta estaba fresca. Admito que por un momento me dio miedo, pero capaz era alguna alucina-ción mía y no le di importancia.

Eran ya pasadas las dos de la madrugada cuando llegamos a casa. Quedamos en vernos la noche siguiente para seguir investigando. Cada uno se fue a su casa; entonces decidí acostarme ya que estaba cansado. Al subir las escaleras sentí un viento fresco por mis tobillos que me provocó escalofríos. Ignoré eso y seguí.

A la mañana siguiente me levantó un grito que venía del baño, bajé las escaleras con gran velocidad ya que pensé que

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podía ser Diana en algún apuro. Sin embargo no había nadie. Revisé por las dudas y lo único que encontré fue una mancha de sangre en el piso: era idéntica a la mancha de sangre que había visto la noche anterior en la ventana del hospital; no encontré explicación coherente para esa mancha de en mi baño así que tomé mi abrigo y salí en busca de los chicos. Algo no andaba bien.

Nos dirigíamos hacia el hospital. Mientras que en el ca-mino les iba contando lo que me había pasado, a todos nos sorprendió y sinceramente sentimos miedo de lo que segu-ramente nos esperaba en aquel hospital, llegamos al lugar pero esta vez la puerta estaba cerrada y con candado. Pen-samos que alguien se había enterado de que la noche anterior habíamos entrado y por eso decidieron cerrar la entrada. Saltamos la reja y entramos igual. Fui el primero que entró. Sentí nuevamente aquel viento frio por mis tobillos. Cada vez sentía más miedo, atrás de mí venían Diana y los demás.

Comenzamos a recorrer el hospital hasta que escuchamos un grito escalofriante que venía de la habitación 131. Ninguno de los cinco quería averiguar lo que estaba pasando en aque-lla habitación; entonces tomé coraje y abrí la puerta espe-rando lo peor. Para mi sorpresa no había nadie. Cerré la puerta y seguimos caminando por los pasillos sin rumbo al-guno. Escuché nuevamente ese grito. Noté que sólo yo lo había escuchado. De pronto comencé a sentir que alguien nos seguía.

Diana cayó delante de nosotros. Nos dijo que alguien la había empujado pero ninguno de los cuatro había hecho nada. Luego de un rato de caminata por aquel frio lugar, John desapareció. Voltee para ver si estábamos todos pero faltaba él. Desesperados, comenzamos a buscarlo por todo el hospi-tal. Corrimos. Gritamos su nombre. Llegamos a una habita-ción con la puerta entre abierta y ahí estaba él, pidiendo

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auxilio desesperadamente. Estaba atado a una camilla y su cuerpo estaba repleto de jeringas que no lo dejaban moverse. No entendíamos lo que sucedía, pero eso no era todo.

Sabíamos que John no tenía mucho tiempo de vida ya que al tratar de sacar las jeringas de su cuerpo notamos que una parte de su cabeza tenía una herida profunda. Lo único que encontramos a su alrededor era un pedazo de vidrio. Esa persona o animal que le había hecho esto a John no tenía compasión y menos piedad.

Entre todos decidimos que lo mejor para él sería terminar esa tortura de una vez por todas. Tomé una almohada que estaba tirada debajo de la camilla y terminé con su vida.

Ahora éramos cuatro tratando de salir con vida de aquel horrible hospital. Todos estábamos aterrorizados. Buscamos la salida por horas pero no encontrábamos nada. Mientras caminábamos, vimos pasar una niña de alrededor de cuatro o cinco años de edad. La vimos subir por las escaleras; le grita-mos que se detuviera. Quizá ella sabría ubicarnos para hallar la salida. Pero nunca volteó; sólo siguió subiendo como si nadie la estuviera llamando.

Diana notó que la niña tenía puesto un bata de hospital como cuando alguien sale de alguna cirugía. Nos pareció súper raro ya que el hospital está abandonado desde hace más de 20 años. ¿Qué hacía ella ahí? Subimos tras ella y lle-gamos a un lugar oscuro como el sótano del hospital cuando en realidad era la morgue, donde se guardaban los cuerpos sin vida. Cuando nos dimos cuenta de eso buscamos la puerta por la cual habíamos entrado pero no entramos nada. Está-bamos encerrados con cuerpos fríos. Lucy y Diana entraron en pánico mientras que Martin y yo buscábamos la forma de salir.

De pronto escuchamos que alguien caminaba; alguien se dirigía a la morgue donde nosotros estábamos atrapados. Por

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un momento sentimos alivio: pensamos que eran rescatistas, pero ¡no! Era un hombre extraño vestido como enfermero. Junto a él venían tres hombres más arrastrando el cuerpo de nuestro buen amigo John. Nos mantuvimos en silencio y escondidos. El miedo nos dejaba sin respiración. Estábamos quietos como los cuerpos que se hallaban en esta habitación.

Los hombres comenzaron a cortar a John en mil pedazos: lo hacían sin piedad y con rencor como si John les hubiese hecho algo malo. Lo cortaban con vidrios de alguna ventana rota y fue entonces cuando recorté la venta rota y manchada de sangre que había visto el día anterior. Sentía un deja vu en lo que nos estaba sucediendo. Sin pedir ayuda, sin poder salir, sin tener escapatoria, nos quedamos viendo cómo maltrata-ban el cuerpo de nuestro amigo.

Pasaron alrededor de tres horas. Por suerte Lucy había traído el anotador donde registraba todo lo sucedido –no era como ahora que tenemos cámaras en los celulares-. Nuestro documental, saldría a la luz.

Cuando pensamos que se habían ido, salimos de nuestro escondite a ver si podíamos encontrar salido, pero lo único que encontramos fueron esos cuatro hombres vestidos de enfermeros. Intentamos huir, pero no ya no había escapato-ria. Vi con mis propios ojos cómo torturaban a la mujer que amé durante años y a mis amigos Lucy y Martin. De ellos no queda nada, ni los restos de su cuerpo ni la sangre que corría por sus venas. No quedó absolutamente nada. Sólo faltaba yo y esperaba lo peor. De pronto aparece la niña que habíamos visto subir las escaleras. Ella me mira y en esos ojos perdidos noté la gran tristeza que ocultaba detrás de ellos. Sincera-mente no la conocía, jamás la había visto o la había cruzado.

Vi como con una jeringa ingresaban un líquido en mi cuerpo. Después de eso no me acuerdo de nada. Sólo sé que desperté en mi cama, busqué ayuda con la policía pero fue en

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vano. Nadie creyó en nada de lo que decía. ¿Mis amigos? Desaparecieron. Nadie encontró sus cuerpos, nadie encontró nada de ellos. ¿Qué pasó conmigo? Me mandaron al psiquia-tra durante años. Creían que eran sólo alucinaciones cuando lo que realmente decía era la verdad de lo sucedido.

Cada día después de lo que sucedió me arrepiento de no poder hacer nada por ellos. La extraño cada día más y sólo anhelo verla nuevamente.

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TODO ES UN VERSO En algún momento del año nos preguntamos qué es lo que hacía que un poema fuera un poema. ¿Tiene que tener rima? ¿Verso? ¿Hablar del hermoso cabello de alguien? Alguien dijo en el curso que “Eso del verso es un verso” porque llegamos a la conclusión de que no era sencillo definir este tipo de textos. En esta sección encontrarán poemas desconcertantes inspirados en cierto poema de Elizabeth Bishop, sobre el arte de la pérdida.

El arte de mirar tele no es difícil: es algo genial que te divierte sin dudar. Es lo que hacés cuando comés y te embromás con lo que ella te da. La tele es un dios y si no lo es diría adiós

Sofía Gutiérrez El arte de El arte de hacer mandados No es difícil Porque los Chinos Están a dos cuadras de casa

Julieta Iraola

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El arte de cantar no es difícil. Yo quise aprender y me dijeron “Entonces volvé a nacer… De tu fama quise crecer pero siempre vuelvo a caer y poco puedo cantar El arte de cantar no es difícil. Entonces le canté a un pibito que andaba tranki en bici

Ivan Kihs Comer no es un arte difícil: sólo tienes que beber junto a ella. Comer no es un arte difícil: Sólo tienes que engordar junto a ella. Comer no es un arte difícil: sólo tienes que tener plata, alguien que te cocine y verás Que el arte de comer no es difícil.

Ariadna Giordano El arte de hacer fila en el banco no es difícil. Si tenés paciencia para esperar el arte de hacer fila no es difícil. Si las viejas que atienden lo hacen rápido el arte de hacer fila no es difícil. Si no hay bebés que lloren mucho, no es difícil si adelante tuyo no hay viejas chusmeando. Si hay poca gente no es difícil. Si tenés

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celular para escuchar música el arte de hacer fila no es difícil Si vas con alguien con quien hablarn no es difícil; si llegás y no hay nadie en el banco, el arte de hacer fila no es difícil.

Agustina Palacios El arte del fútbol No es para nada difícil. Lo difícil es no bajar los brazos. También es difícil Que en estos tiempos No haya nada arreglado, Ningún árbitro pagado. El arte del fútbol no es difícil

Pablo Castilla No sacer la tarea no es difícil si te sentás con un compañero lo molestás, jugás a las cartas… No es difícil si el profesor no te reta y es más fácil no hacer la tarea

Mauro Álvarez El arte de conversar no es difícil. Hay muchas conversaciones que lo parecen

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pero ninguna lo es. Practica, entonces, hablar más. Tienes que aceptar que hablas mucho. El arte de conversar no es difícil: sólo tienes que practicar

Rocío Coria El arte de jugar al fútbol es difícil. parece fácil, pero no. Todos critican, todos hablan pero ellos no están ahí adentro. Hoy jugaste bien y sos Dios. Jugás mal y no sos nadie. Jugar al fulbo es una pasión es difícil y duro llegar a tu objetivo: llegar a jugar en primera, pero no todos llegan ese es el arte, el arte de luchar. Es difícil pero no Imposible.

Josué Ortiz

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EL FUTURO LLEGÓ HACE RATO A principio del año nos pusimos a pensar cómo sería el futuro. Nuestros narradores arrojaron muchas teorías y luego cada uno escribió su propia visión de lo que nos espera. Para algunos, como dice una canción, el futuro ya ha llegado. Para otros, nos espera una vida… colorida, en la que figuran robots, viajes espaciales y novedosas enfermedades.

Epidemia Ivan Duarte Año 2042. Tres días antes de la epidemia zombie yo era un profesor

de química normal. Cuerdo, mejor dicho. Cuando mi vieja murió, me pasé el resto de las noches tratando de revivirla. Y sí, obviamente lo logré, si soy un genio. Pero me emocioné, y cuando les inyecté el suero de resurrección a mis alumnos (vivos) los maté. O eso creía. Todavía no sé muy bien por qué lo hice. La cosa es que volvieron a levantarse y comenzaron a perseguir a la gente, a comerles la carne, a cazar a los otros alumnos, al director. Los mataron a todos.

Yo logré huir, no sé cómo pero lo hice. Corrí lo más lejos que pude sin saber a dónde ir exactamente. Así que seguí corriendo. Cuando di vuelta la cabeza, vi detrás de mí, cómo los que antes eran chicos de secundaria se comían a los que pasaban por la vereda. No, pará, no los mataban: las víctimas pronto revivían, se convertían en zombies.

“¡UY, NO! ¡LA CAGUÉ!”, esa frase cruzó por mi cabeza. Me di cuenta de que acababa de comenzar el apocalipsis. YO

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comencé el apocalipsis zombie. Me quería matar, pero de todas formas hice todo lo posible para sobrevivir.

Hoy, tres meses después, con la cura en mis manos, es-pero todavía la oportunidad de curarlos a todos. Pero tengo miedo: no quiero salir de acá. Estoy a salvo en este lugar. No pienso salir: me quedo acá hasta que me maten o me salven.

¡SE ACERCAN ZOMBIES! NO TENGO A DONDE IR! Llegan de repente. Golpean las puertas, paredes y ventanas, y ya sé que me voy a morir. No tiene sentido tratar. Mejor me siento a esperar y les escribo un poco sobre quien fui:

“Bueno, mi nombre es José, José Osvaldo Rodríguez; tengo 48 y soy… bueno, ERA Profesor de Química en la Es-cuela N° 46. Nací en Uruguay y a los 13 años me mudé a Ciu-dad de Buenos Aires, donde viví hasta recibirme para ser profesor. Después me vine para La Plata, donde, como ya les conté, conseguí trabajo en una escuela muy linda, con gente agradable y buenos alumnos, pero los maté a todos. Yo siempre fui fan de las pelis de terror, pero ahora me metí en una, y es mi propia culpa: yo los maté a todos; los reviví como zombies y ahora estoy acá, sentado, esperando a convertirme en uno de ellos”.

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Escribí. Pasó el tiempo, y yo seguía sentado, los zombies no podían entrar. Pasó más tiempo, y llegaron… Me vinieron a salvar. ¿Quiénes? se preguntarán: el EMEU, Escuadrón Mili-tar Especial Universal, que vendría a ser una organización militar de rescate, en la cual participan los más especializados en los puestos que cada uno ocupa. Son tan buenos que nunca vuelven heridos (mucho menos muertos). Si me vienen a llevar a mí, creo que estoy bien…

Bueno creía que estaría bien, pero esta gente o era de la más capacitada: un principiante y su instructora. ¡Justo a mí me tenía que pasar! Estos eran un tal Ryan Sin, el princi-piante, de unos treinta y tantos años, inglés, feo; y Nicole Roux, 24 años, una belleza alemana. Dios mío, que ágil era con la ZADION-5391. Era como un ángel disparando balas de FRADIOTITO2. Sus labios eran rojos como la sangre de los zombies, su pelo oscuro como el cielo, y sus… eh… NO, me fui de tema. La cosa es que llegamos a su Base Madre. Sé que dije que Nicole era una belleza alemana, pero si pudiesen ver estos artefactos de clonación molecular, o esta máquina de transporte físico a través de la manta espacio-temporal (máquina del tiempo)... capaz que la use para mandar este mensaje a los lectores del pasado, si me dejan usarlo.

Volvamos al tema principal. Bueno, me dieron un tour por los laboratorios y luego me llevaron al Centro de Mezclas Químicas, donde, bueno, mezclaban químicos. Ahí me pidie-ron que recree el antídoto, pero no sabía cómo. Había pasado tiempo y los ejemplos y anotaciones del antídoto con las proporciones y cálculos exactos habían quedado en mi casa probablemente rodeada de zombies. No pude decirles que no

1 Los estudios confirman que la ZADION-539 es un arma nuclear portable en la época de esta crónica. 2 mineral altamente radioactivo descubierto en 2038

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podía volverá hacerla, pero igual se dieron cuenta. Me pre-guntaron dónde podrían encontrar las cosas; se los dije. Me dijeron que fuera con ellos y tuve que ir.

Nos subimos al helicóptero, y llegamos a mi casa. Entrar fue fácil: agarramos las cosas y cuando nos quisimos ir, nos esperaba una multitud de zombies hambrientos. No se podía salir. ¿Qué hacer? Se me ocurrió la gran idea de mandar a Ryan de carnada para alejar a los zombies, de mí y de Nicole. Claro, a él no se lo dije así.

Y bueno, a Ryan lo mataron. Nicole y yo logramos subir-nos al helicóptero y regresar a la Base. Luego de unos días de probar la fórmula, armamos la cura. La cargamos en armas. Salimos fuera de la base a probarla.

En menos de cuatro meses, habíamos salvado salvamos a muchos, incluido a Ryan, que yacía muerto-vivo en el piso de un supermercado.

A pesar de que YO, había salvado a todos, terminé en la cárcel, desde donde escribo esto. Permaneceré aquí hasta que me muera… y quizá reviva.

Cuando llegó la noche Ariadna Giordano y Dominga Montenegro

Todo comenzó en el verano del año 2023. Todos desper-tamos en un ambiente cálido. John y yo recién habíamos despertado y vimos sentados a Rebeca y Peter, inconscientes todavía. EI cuerpo de Peter temblaba: sus manos blancas casi pálidas. No sé cómo pero se oyó un sonido que de algún modo nos entumeció. Allí vimos que se acercaba, algo peli-groso a juzgar por la velocidad a la que venía. Teníamos que salir de allí para estar a salvo. No teníamos ni un minuto más.

–¡Corre! Corre! - gritó Peter.

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–¿Hacia dónde? - preguntó Rebecca. Logramos salir de ahí. Entonces nos detuvimos. Nos pre-

guntábamos qué hacíamos ahí: un lugar con muchos árboles, ¡una selva! Nos pareció raro. Caminábamos. Había muchas trampas. Temblábamos de miedo. Escuché mi nombre:

-¡Wendy! ¡Corre!- me grito John. Vi que algo me perseguía. Luego tropecé y algo se abalan-

zaba sobre mí: un robot. Logré esquivarlo. Corríamos tra-tando de no lastimarnos y caímos en un pozo.

Despertamos en un pueblo muy tranquilo. No oíamos ni un ruido; eran una bellísimas casas de colores cálidos una brisa cálida soplaba mi nuca sentíamos un olor a césped re-cién cortado. De pronto, por allá en el fondo un robot volvía a aparecer. ¿Era verdad lo que veíamos? Una invasión de robots gigantes. Corrimos. Corrimos muy rápido. Escondimos a Rebecca y Peter, nuestros hijos:

–Rebecca cuida a tu hermano -grito John. –¡No nos dejen aquí!- respondió Rebecca. –Quédense aquí- les ordene. Corrimos obligados a luchar. Cerré los ojos y escuche

“¡Wendy! ¡Wendy! ¡Wendyl” y vi cómo esos robots nos rodea-ban, aunque no sabía por qué motivo lo hacían. Era de noche.

Pierna de madera Pablo Castilla Notas del Dr. Castilla sobre el informe clínico del Dr. Silva Muñoz: Síntomas de la enfermedad: empieza a doler la pierna como si fuese un desgarro y también empieza a endurecerse. Se contagia por un virus de reciente descubrimiento. Se prevé que la enfermedad va a ser erradicada recién en 2021.

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Uno de los casos que despertó la atención sobre esta enfermedad es el de Mario Alberto Juárez Montes de Oca, más conocido como “Chicho”. Un día, este muchacho, se encontraba jugando al fútbol y comenzó a sentir un calambre en la pierna derecha, que le duró varios días. Fue al hospital y lo atendió el traumatólogo Sebastián Silva Muñoz; el médico lo envió a hacerse radiografías. Cuando terminó de hacérselas y se las mostro a Sebastián, el doctor no podía creer lo que estaba viendo: era una pierna a la que le estaba creciendo madera desde adentro hacia afuera, reem-plazando al hueso. El paciente murió tras meses de agonía por culpa de la ma-dera que le invadió todo el cuerpo. El doctor Silva Muñoz decidió quedárselo para hacerse una mesa en su casa y no desperdiciar la madera.

Ciudad bajo lava Rocío Coria y Agustina Palacios

-Buen día, mami –dijo Elizabeth. -Buen día, Elizabeth- respondió Alicia. -Prepárate el des-

ayuno. -No; es tarde. Desayuno en el trabajo-. -Está bien. Hasta luego- Elizabeth se marchó a su cansa-

dor trabajo como científica experta en desastres naturales. Cuando llegó a su trabajo sus compañeros le comentaron

la situación de que el volcán que estaba a diez kilómetros de la ciudad iba a entrar en erupción y que no encontraban solu-ción para detenerlo. Todo había sido muy repentino.

Elizabeth comienza a investigar cómo podía hacer para detenerlo, porque ante una erupción, la lava iba a cubrir toda la ciudad. Armaron una reunión con todos

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los científicos y empezaron a proponer ideas para solu-cionar el problema.

Entre todos llegaron a un acuerdo: probarían primero con tirarle mucho líquido al volcán para ver si se podía enfriar la lava hasta que esta de volviera roca, pero no sabían cómo llevar el agua hasta el volcán. Compartieron la idea con la gente de la cuidad para ver si se les ocurría otra cosa. Entre todos pensaron llevar el agua en barriles y trasladarlos en camiones hasta el volcán para que los helicópteros los subie-ran hasta el volcán.

Los científicos y la gente comenzaron a preparar el agua en los barriles y lo pusieron todos en los camiones. Llegaron al volcán y empezaron a tirar el agua para ver si se solucio-naba. Pero no funcionó. Evidentemente su plan no había sido muy bueno.

Comenzó la erupción. Los científicos se fueron rápido al laboratorio para hacer una reunión urgente. Elizabeth pro-puso evacuar a todos los habitantes y llevarlos a otro lugar. ¿Pero cómo hacerlo?

-Este no es mi día- pensó Elizabeth-. No puedo pensar con tanta hambre.

El planeta desconocido Ivan Kihs

En una nave que viajaba sin rumbo fijo por el espacio, a una velocidad impresionante, viajaban tres hombres con grandes brazos y ojos color café. Se llamaban; Julio, Peter y César. Los navegantes observaban el espacio tranquilamente hasta que algo sucedió: se descompuso el motor de la nave y tuvieron que aterrizar en un planeta que nunca antes habían visto.

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-¿Qué pasó? –dijo Julio, el capitán de la nave. -Se descompuso el motor de la nave –dijo Peter, uno los

tripulantes, -¿Dónde estamos capitán? –habló en voz baja el tripulante

César. -Nunca he visto este planeta. Es muy raro. Nunca he visto

un planeta color gris y negro, y con piedras cuadradas. No aparece en los mapas.

-Mientras que Peter y César reparan la nave, me parece que mejor voy a investigar este extraño planeta- se dice Julio.

***

Descendí de la nave para explorar. De pronto veo una planta muy raras. Estas plantas eran azules y lo más extraño fue que me saludaban, pero cuando me di vuelta descubrí que había una planta detrás de mí.

-Hola, me llamo Zinc. Te puedo hacer algunas preguntas- dijo la planta. Yo no salía de mi asombro.

-Hola soy Julio. Tengo 41 años. ¿En qué te puedo ayudar? – le respondí.

-¿Qué época es? ¿Cómo has llegado a este planeta y con quién? ¿Cuándo te irás? –me pregunta Zinc.

-Estamos en el año 2082- le respondí-. He llagado en una nave acompañado de dos amigos: Peter, de 40 años y Cesar, de 45 años. Me iré cuando mis amigos reparen la nave. ¿Les molesta nuestra presencia en este planeta?

-Sí y si no se van cuando antes les sucederá algo –dijo Zinc. Lo miré fijamente sin decirle nada y me retire asustado.

Cuando estaba llegando cerca de la nave, veo que no hay nadie allí. Llamé a mis compañeros pero no respondieron.

Antes de poder entrar a la nave se acercaron hacia mí dos plantas mucho más grandes que Zinc. No sabía qué hacer. En

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un instante, decidí salir corriendo por este planeta muy ex-traño y sin saber a dónde ir. Tropecé con una piedra y me caí

Cuando desperté del desmayo que me había producido el golpe, vi que me encontraba adolorido y en una especie de casa. A mi alrededor estaban mirándome unas diez plantas o más. Decido escapar hacia donde estaba mi nave (vaya uno a saber dónde estaría), pero cuando llegue al lugar no estaba la nave ni mis amigos…. Sólo encontré más y más plantas…

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CARTELERA TEATRAL En esta sección presentamos, a modo de cartelera de espectáculos teatrales, las obras de nuevos dramaturgos argentinos. El teatro nos invita a presenciar conflictos que incluyen la venganza, la risa o el suspenso entre otras posibilidades. En esta selección de obras veremos muchos de esos temas antes de cerrar el telón de nuestra antología.

La venganza De Rocío Coria e Iván Kihs PERSONAJES Ángela (adolescente) Vanesa (adolescente) Tom (adolescente) ESCENARIO: La acción se desarrolla en el interior de una casa (específica-mente en la cocina) y luego en un colegio. ACTO ÚNICO (Escuchamos el sonido del timbre. Ángela le abre la puerta de la casa a Vanesa) ÁNGELA: Te llamé para tomar unos mates y boludear un rato. VANESA: Bueno, dale. Poné la pava. ÁNGELA: Bueno, ya va. (Vanesa pasa y se sienta tranquilamente como si fuera su pro-pia casa. Ángela pone la pava) VANESA: Dame, dame, yo sebo. ÁNGELA: Bueno, tomá, monga. (Larga la carcajada)

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ÁNGELA: En realidad te llamé para contarte lo que me enteré de Tom. VANESA: (Sorprendida) Decime, decime. (Hablan con malicia) ÁNGELA: Vení, vení. Acercate que te cuento... Ayer vi a Tom en el centro con otra chica. (Vanesa la mira con la boca abierta y los ojos grandes, como sorprendida) VANESA: ¿Estás segura? ÁNGELA: Sí, sí. Es más: los vi abrazados y él le dio un beso. (Vanesa se larga a llorar. De repente cambia de actitud) VANESA: Me tengo que vengar. ÁNGELA: ¿Vos decís? VANESA: Sí, lo odio a él y a su amante. ÁNGELA: ¿Y qué querés hacerle? VANESA: Ni idea. Sos mi amiga ayudame a pensar. (Cambia la iluminación: se hace de noche. Vanesa y Ángela se recuestan en el piso como para dormir y hablan. El espectador no escucha lo que dice. Sólo se escucha el ruido de un reloj que indica el paso del tiempo. Se duermen. Luego, se prenden las luces. ÁNGELA: ¡Dale, dale! ¡Parate nena! (Ángela se levanta del piso y agarra una mochila. Mueve una y otra vez con el pie a Vanesa, que sigue recostada) Llegamos tarde al colegio VANESA: Ya voy... (Sueña el timbre de un colegio y se escuchan rumores de voces de alumnos y profesores) ÁNGELA: Vane, andá y tratá de convencerlo de que vaya al patio y hacé que cierre los ojos. (Vanesa sale del escenario por la izquierda. Mientras ella está fuera, Ángela saca de la mochila unos rollos de cinta skotch. Vanesa aparece con Tom con quien va hablando mientras camina)

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TOM: Vane, dale. Vamos a llegar tarde. Mirá que ya no tengo faltas. VANESA: (Haciéndose la inocente) Ah, no es nada. Unos minu-tos. TOM: ¿Qué querés? VANESA: Nada. Me dijeron que te vieron muy a los besos con una chica. Que no era yo. (Tom se queda con la boca abierta. Por detrás viene Ángela con la cinta en la mano. Entre las dos lo reducen y lo envuelven con cinta mientras Tom forcejea. Le ponen en la cabeza una gorra que tiene dos cuernos. Al final, le ponen un cartel que el público alcanza a leer: dice “Los cuernos quedátelos vos”) VANESA: Listo. Ojalá los preceptores te encuentren antes de que terminen las clases. Capaz que así no te quedás libre. (Vanesa y Ángela se van riéndose. Apagón).

Fila De Vanesa Garrido, Ariadna Giordano y Alma Denis PERSONAJES Juana (25 años) Marta (75 años) Julia (32 años) ESCENOGRAFÍA En un costado del escenario vemos una ventanilla; detrás de la misma está sentada Julia. Del otro lado, están los persona-jes que hacen fila. En el fondo hay un reloj que irá avanzando rápidamente mientras los personajes hablan. Hay algunas macetas con plantas y carteles.

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(Entra Juana al banco. Mira a la ventanilla y ve que hay mucha gente y a mitad del escenario está Marta. Julia hace mímica, como si estuviera atendiendo a la gente de la fila, que el espec-tador no ve. Juana se acerca y pregunta sorprendida a Marta). JUANA: ¿Esta es la fila para retirar plata? MARTA: ¿Cómo querida? ¿Que querés palta? (Se da la vuelta acomodándose la cartera) JUANA: ¡No, señora! Si esta es la fila para retirar plata. MARTA: Ahhh, sí querida, pensé que querías palta. JUANA: No, no quiero palta, gracias. MARTA: Qué lástima querida. En casa tengo un árbol que plantó mi bisabuela antes de viajar a Rusia en el año 1789. JUANA: (Con cara de fastidiada. Mira hacia un lado y el otro de la fila) Ah, qué bueno. MARTA: Ay esos tiempos eran los mejores. Recuerdo que mamá nos enjabonaba con palta el cabello para que no nos quedara brillante, pero yo, a escondidas, me comía lo que sobraba con azúcar. JUANA: (Fastidiada) Disculpe, pero la fila avanza. Y hay mucha gente. MARTA: Ay, sí querida. Discúlpame. (El reloj avanza rápidamente. Juana se muestra impaciente. No avanzan. Juana golpea repetidamente el suelo con sus tacos) MARTA: Escuchá, querida ¿Cómo te llamabas? JUANA: Juana MARTA: Qué lindo nombre. Yo soy Marta. Y ¿te gusta la palta? JUANA: Le dije que no, señora (enojada) MARTA: Ahhh... (Comienza a rascarse la rodilla). Estas medias que se corren de lugar. JUANA: Señora, ¡se le está viendo la bombacha! MARTA: ¿Cómo? ¿Qué tengo una cucaracha? (se agita) JUANA: No, señora: la bombacha.

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MARTA: (Extrañada) Sí, uso bombacha. (El reloj vuelve a avanzar. Lentamente, Marta se queda dor-mida y ronca. Julia mira por la ventanilla y hace señas JULIA: ¡Siguiente! (Juana se da cuenta de que Marta está dormida y comienza a picarla con el dedo) JUANA: ¡Señora! ¡Señora! ¡Señora! (Juana trata de despertar a Marta que se había dormido pa-rada) MARTA: (Despierta de repente) Sí, ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? JUANA: En el banco, señora. Por favor, avance. Es su turno. MARTA: Ah, gracias querida. (Marta avanza y empieza a hablar con la banquera) Julia: Hola, buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarla? MARTA: Hola. Vengo a buscar las pastillas que me recetó Carlitos, mi médico de años. ¿Lo conoce? JULIA: (Sorprendida. La mira a Juana y luego a Marta nueva-mente) No, señora. No lo conozco. Y… esto es un banco. MARTA: Tiene razón, disculpe. Vengo a buscar plata. Necesito pagar mi dentadura, porque la que tengo ya está vieja. JULIA: ¿Cuánto desea retirar? MARTA: A ver. Espere un momento. (Marta busca en su bolso el papel con el valor de su dentadura) JUANA: (Pregunta impaciente) Disculpe señora ¿le falta mu-cho? MARTA: Yo también te quiero mucho querida. JUANA: (Muy enojada) Si le falta mucho, señora. MARTA: No, ya lo encontré. (Le muestra a Julia el papel) MARTA: ¿Cómo te llamas querida? JULIA: Julia, señora. ¿Entonces va a retirar esa cantidad?

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MARTA: ¡Mi nieta se llama igual que vos! ¡Qué casualidad! Pará. ¿No serás vos, Juli, y le estás haciendo una broma a la abue? (Juana se lleva la mano a la frente. Se da vuelta y se va. Sale de escena) Telón.

¿De quién será José? De Noelia Muñoz y Lilian Rodríguez PERSONAJES Noelia María ESCENARIO: Los personajes se encuentran en un escenario dividido en dos sectores; en cada uno hay un asiento, una mesa y sobre esta última una notebook. Luego, con los mismos elementos se va a armar una plaza. (María y Noelia entran a escena. Se sienta cada una en un sector del escenario y comienzan a escribir en las computado-ras. Leen en voz alta a medida que escriben). MARÍA: Hola, Noelia ¿cómo estás? NOELIA: Hola, bien ¿Cómo has estado vos? MARÍA: Maso porque últimamente he estado con náuseas, como si fueran síntomas de embarazo. No sé qué me pasa.. NOELIA: ¡Uh, mal! Contá conmigo (pausa). Che, ¿no estarás en cinta? MARÍA: Bueno, gracias por tu confianza. (Con dudas) Mmmm, puede ser. Noelia ¿qué hago?

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NOELIA: ¿Te hiciste un test de embarazo? ¿Pero quién es el padre? No me digas que es justamente el tipo en el que estoy pensando ahora... MARÍA: No sé en quién estarás pensando, Noelia. Pero yo creo que es y tiene que ser de José, mi ex porque es con el único con el que he estado. NOELIA: ¡No! ¡No te puedo creer! Me lo hubieses dicho antes. Vos sabías que José me tiraba onda. ¿Y ahora cómo hago para sacármelo de encima? (pausa). Sería injusto que yo esté con el siendo vos mi mejor amiga y que estás esperando un hijo de él. Yo no te haría una cosa de esta... MARÍA: Bueno, igual no estoy segura de que sea un embarazo. Pero si en este caso fuese verdad, tendría que unirme a él por compromiso, porque es el padre. NOELIA: ¿Y qué hago con este amor tan grande que siento por él? MARÍA: Bueno, amiga, espero que comprendas que yo nece-sito que el padre de mi hijo se haga cargo. NOELIA: (Con la mirada triste) Está bien, te comprendo. Con el tiempo lo superaré. Lo voy a hacer por vos, porque te quiero como una amiga y hermana… MARÍA: Gracias amiga. Yo sabía que podía contar con vos. (Suena una alarma de su celular) Me tengo que ir. Mañana nos encontramos en Plaza Italia y te cuento lo que pasa. Justa-mente ahora pienso hablar con José para llegar a un acuerdo. Chau. Te quiero amiga. Cuidate. Besos. NOELIA: Por nada amiga. Gracias a vos porque me dijiste la verdad, antes de que me ilusionara más. Suerte espero que lleguen a un acuerdo con José. OK nos vemos mañana. Besos. (La escenografía cambia: los actores retiran las mesas y dejan los asientos. Los juntan para armar un banco de plaza. Hay más iluminación indicando que es de día) MARÍA: Hola, Noe. Me alegro de que hayas venido.

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NOELIA: Mari, gracias. Ahora que estamos en persona me gustaría saber tu situación. MARÍA: OK. Hoy en la mañana me hice el test y me salió posi-tivo. NOELIA: ¿Qué? ¡No, no puede ser! (María la mira a Noelia con pena) MARÍA: Bueno, lo hecho, hecho está. (Se quedan calladas unos minutos) NOELIA: Tenía la esperanza de que fuera solo un error. (Silen-cio. Suspira) Bueno, no pasa nada. Si José tiene que estar con vos que esté. Vos y yo vamos a seguir siendo amigas. MARÍA: Gracias. Te quiero. (Se miran) Todavía no hablé con él para aclarar las cosas, no me animé. NOELIA: Hacelo pronto. Mejor así ¿no? MARÍA: (Con dudas) Sí. Voy a ir a su casa, a ver si está y le digo. Nos vemos. NOELIA: Bueno, dale amiga. Chau. (Silencio) Y avísame cómo sale todo hoy. (Se abrazan. María sale por la izquierda del escenario. Noelia se queda sentada y pensando). NOELIA: Bueno, ahora a esperar a la cigüeña. (Telón)

Vecinos y venganza De Agustina Palacios y Juan Pablo Ferreyra PERSONAJES: Agustina, 26 años Juan 27 años ESCENARIO:La acción se desarrolla en un decorado donde vemos dos casas y la medianera que las separa. El espectador está en la vereda viendo lo que ocurre.

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JUAN: (Sale al patio y se encuentra con la basura y se enoja) ¿Otra vez lo mismo? (Sale Agustina, la esposa de Juan). AGUSTINA: ¿Qué paso? (Pregunta extrañada). JUAN: Carlos, el vecino, sigue tirando la basura para nuestro patio (Señala hacia el montón de basura que está en la casa de la derecha con respecto al punto de vista del espectador). AGUSTINA: ¿Qué vas a hacer? JUAN: (Enojado) Voy a juntar la basura y si vuelve a tirarla voy a vengarme de él. AGUSTINA: (Enojada) Bueno, yo te ayudo. Espero que no lo vuelva a hacer, pero si no... (Terminan de juntar la basura y entran a la casa; se van a dor-mir. Se apagan y se vuelven a prender las luces: es el día si-guiente).) JUAN: (Se levanta y va rápido al patio a fijarse. Ve un montón de basura tirada de su lado de la medianera) ¡Ay, Dios, ya me pudrió este Carlos! AGUSTINA: (a ver a Juan rápido, enojada) ¿Lo hizo de vuelta? JUAN: Sí y ahora me va a conocer. AGUSTINA: ¿Qué vas a hacer, Juan? JUAN: ¡Voy a juntar la mugre, se la voy a tirar toda en su casa y cuando salga Carlos le voy a pegar! (Tira toda la basura a lo de Carlos). AGUSTINA: (Enojada) Bueno, yo te ayudo a pegarle. Esperame que agarro un palo. JUAN: Dale ¿Vas a fijarte si está en su casa primero? AGUSTINA: Vuelvo enseguida (Se va corriendo a ver por la ven-tana del vecino. Agustina lo ve por la ventana y se va corriendo a su casa de vuelta) JUAN: ¿Está? AGUSTINA: ¡Sí! , vamos a pegarle (Salen los dos rápido hacia lo de Carlos. Agustina toca la puerta. Carlos abre).

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JUAN: ¿Por qué me tiras siempre la basura a mi patio? (Le dice con furia a Carlos). CARLOS: ¡Porque quiero, no me gusta que estén en el barrio! Desde que se mudaron no los aguanto. ¡Todo el día hacen ruido, escuchan la tele muy alta! JUAN: Ah, ¿lo hacés porque querés? ¡Yo te voy a pegar porque quiero también! (Se empiezan a pelear. Forcejean y se golpean. Luego se suma Agustina a repartir golpes). AGUSTINA: ¡Eso es porque siempre nos tirás la basura y noso-tros no te hicimos nada. ¡Sos un sucio, un sucio! (Le grita a Carlos, Carlos no se puede defender porque le estaban pegando entre los dos. Juan le pega mal y hace que se golpee la cabeza con una roca que había en el suelo y muera. Se hace un silencio de varios segundos. AGUSTINA: (Asustada) ¿Qué vamos a hacer ahora? JUAN: Siempre preguntás qué hacemos. Nunca se te ocurren ideas a vos. AGUSTINA: Ah, porque las tuyas son geniales. Lo matamos al tipo. JUAN: (Asustado) Vamos a irnos a otro país, vamos a escapar-nos. AGUSTINA: (cansada) Ah, otra idea genial. No sé por qué te hago caso. Dale, vamos. Decí que como es domingo y todavía es temprano no hay vecinos en la calle. Vamos. (Se van rápido a al interior de su casa. Cuando salen con unos bolsos que cargan en su auto. Juan busca las llaves en su bolsi-llo y en vez de encontrarlas encuentra unos papeles que no le sirven. Se acerca a la medianera y los tira del lado del vecino lentamente. Luego sale del escenario junto con Agustina) (Telón).

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Un vaso de veneno De Muro Álvarez y Nahuel Cano PERSONAJES Marco (45 años): Hijo y esposo Josefina (32 años): Señora de Marco Roberto (41 años): Matón ESCENARIO: Para la obra se utiliza el interior de la casa de Marco, un lugar antiguo y decorado elegantemente. Escena I (Lo que vamos a leer a continuación, transcurre en una casa de una familia adinerada. Están de velorio porque el dueño falle-ció) MARCO: (Llorando) ¿Por qué te has ido padre? Josefina: No llorrés, esposo mío. Él ahora está en un lugar mejor (abraza y consuela a Marco). MARCO: ¡Lo sé! Pero es muy doloroso. (Llega el vecino Roberto para dar el pésame a la familia. Entra por el costado izquierdo del escenario) Roberto: (Lo mira a Marco y dice) Mi más sentido pésame, amigo (lo abraza). MARCO: Gracias, Roberto por estar en este mal día para noso-tros. (Josefina y lo mira fijo a Roberto durante unos segundos) Josefina: ¡Buenas tarde Roberto! ¿Querés algo de tomar? ROBERTO: Gracias, pero en este momento no.

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(Josefina se va y les sirve algo a los invitados. Los invitados no se ven pero se escuchan murmullos de conversaciones y Jose-fina pasa a lo largo del escenario simulando hablar con ellos). ROBERTO: Marco. Me tengo que ir. Sólo pasé a saludarte y ver cómo estabas. MARCO: Está bien, gracias por pasar. Adiós. (Roberto se va pero no si antes echarle una mirada a Josefina. Se apaga la luz) Escena II (El escenario cambia. Ahora vemos la medianera que separa la casa de Marco y Roberto. Aparecen junto a la medianera Jose-fina y Roberto). JOSEFINA: Hablá más bajo. Marco nos puede escuchar. ROBERTO: (Susurra) ¡Bueno! ¿Pero cómo vamos hacer? JOSEFINA: No sé... Podríamos envenenarlo o mátalo mientras duerme. Roberto: ¡Sí! vamos a envenenarlo. Y luego vemos cómo hacemos con lo de la herencia. Estás segura que ya la cobró, ¿no? JOSEFINA: Sí. Pasame el veneno, que yo lo asesino. ROBERTO: ¿Y de dónde lo saco? No soy una farmacia. (En ese momento ingresa a escena Marco) MARCO: Hola, Roberto ¿De qué estaban hablando? (Ninguno de los dos sabe qué decir) JOSEFINA: De nada importante. Sólo de lo lindo que está el día y esas cosas. MARCO: Ah, sí. Está muy lindo el día (Mira con desconfianza a Roberto) Bueno, me voy a trabajar. Después no vemos (le da un beso en el cachete a Josefina. Ella casi ni se mueve. Roberto espera que se vaya y habla a Josefina). ROBERTO: Bueno hoy a la noche nos vemos y te consigo el veneno.

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(Antes de irse leda un beso en la boca. Apagón) Escena III (Volvemos a estar en el interior de la casa. Allí se encuentran Marco y Josefina. Él está sentado en un sillón leyendo el diario) Josefina: Esposo ¿querés algo para comer? MARCO: No por ahora no. ¿Me podes traer algo para tomar? JOSEFINA: Bueno, ahí te llevo. MARCO: Ggracias. (Silencio) Por cierto ¿de qué era que estabas hablando hoy con el vecino? (Detrás de él, Josefina pone veneno dentro del vaso con jugo) JOSEFINA: Eh, de que no habían pasado a buscar la basura. Viste que los recolectores están de paro. (Le alcanza el vaso a su esposo) Tomá. MARCO: Ah, no sabía lo del paro. (Agarra el vaso sin dejar de leer el diario. Toma un sorbo) Gracias. No acá no dice nada (toma otro sorbo). ¿Qué le pusiste al jugo? Tiene gusto raro. JOSEFINA: No le puse nada. Debe ser que no había de la marca que compramos siembre y compré de otra. (Josefina se queda de pie en medio del escenario mirando a Marco. Él sigue leyendo. De golpe comienza a toser y cae al piso. Unos segundos de silencio. Llega Roberto) ROBERTO: Lo hiciste, Josefina. Ahora vamos a poder estar juntos. JOSEFINA: Sí, igual me siento mal por lo que hice (con los ojos llorosos). ROBERTO: Calma. Ya pasó. Ahora yo me encargo de escon-derlo. Vos andá a dormir. JOSEFINA: Bueno, mañana nos vemos Roberto (Roberto co-mienza a mover el cuerpo cuerpo) (Josefina se va callada a su habitación. Se larga a llorar. Roberto se acerca a ella para consolarla)

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ROBERTO: Calmate, Jose (Le sirve agua dentro del vaso que había usado Marco. Josefina llora y toma del vaso. Josefina se da cuenta de lo que ha hecho y comienza a toser con cara de espanto. Roberto no entiende lo que le pasa. Apagón)

Chicas, nos quedamos encerradas De Julieta Iraola PERSONAJES Grey Julie Angie Profesora de Matemáticas Directora ESCENARIO Una parte del escenario sirve como aula: tiene bancos, sillas y un pizarrón. La otra no tiene objetos y sirve como diferentes espacios de la escuela y sólo tiene una puerta. PRIMER ACTO: (Los personajes están en clase de Matemáticas. Vemos a las tres chicas sentadas en unas sillas en un costado del escenario. La profesora está de espaldas a las chicas y anota números en el pizarrón que está al fondo del escenario. Se escuchan voces de otros estudiantes pero no los vemos). JULIE: Chicas faltan cinco minutos y salimos. GREY: ¿Cinco? Listo, yo guardo. ANGIE: Sí, chicas, guardemos total la profe no se da ni cuenta. Después vamos al centro. (La profesora de Matemáticas se da vuelta de golpe las reta)

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PROFESORA: Se quedan quietas y siguen trabajando. No ter-minó la hora todavía. GREY: Profesora, falta menos de cinco minutos. ANGIE: Sí, profe. Ya salimos (Toca en timbre y salen todos. Se escuchan ruidos de mesas, sillas y pasos. Luego, de golpe, queda todo en silencio) JULIE: chicas vamos al baño de acá dentro, si no, después en el centro no vamos a tener para ir. GREY: Sí, tiene razón. Pero apurémonos porque en diez minu-tos pasa el micro que nos deja justo allá. (Sin que nadie las vea van cruzan hacia la otra parte y se van detrás de escena. Segundos después, aparece la directora que es la última que queda de la escuela. Apaga todo, mira a ver si ve a alguien y cierra la puerta de la escuela tras de sí. Unos segundos de silencio. Vuelven a entrar las chicas a escena por el lado del escenario que está vacío). GREY: Chicas ¿qué paso? Está todo oscuro. ANGIE: (desconcertada)¡Para mí se fueron todos! (Miran hacia ambos lados y ven que esta todo apagado y no hay nadie). GREY: (enojada) ¡Chicas, nos quedamos acá por boludas! JULIE: Chicas bajemos, por ahí quedó alguien abajo y nos puede abrir (Las tres simulan que bajan por una escalera y señalan con esperanza la puerta que está al fondo del escenario. Grey va a abrirla. Está cerrada. Forcejea). JULIE: Chicas, ya está: no hay nadie. GREY: ¿qué? ¿Tenemos que pasar la noche acá? ANGIE: Sí, chicas no queda otra. Eso nos pasa por no avisar. (Se miran con pesadez) GREY: Bueno, nosotras tenemos la culpa. JULIE: Sí, chicas, la culpa es de nosotras.

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(Las chicas se sientan en el piso del pasillo. Pasan unos minutos de silencio. Ninguna sabe qué hacer). ANGIE: Paren. ¡Los celulares! (Todas revisan rápidamente sus bolsillos y mochilas. Sacan llaves, papeles y otras cosas. Luego los celulares) ANGIE: Uh, no tengo batería (Sus amigas la miran resignadas. Las caras de ellas indican que tampoco tienen carga en sus teléfonos) GREY: Me olvidé de cargarlo. Hubiera aprovechado la hora de Matemática para hacer eso al menos. (Vuelve a haber silencio. Grey vuelve a revolver su mochila y encuentra unos alfajores. Los comen. Silencio) ANGIE: ¡Sigo con hambre! (Telón) SEGUNDO ACTO: (Se abre el telón. Vemos a las chicas sentadas en el mismo sec-tor del escenario con cara de cansadas y aburridas) JULIE: Yo tengo sueño. ¿Qué hora será? GREY: Como las 10, ¿no? (Silencio. De pronto dice) tengo una idea. Capaz que quedaron alfajores o algo más de comer en la cocina. Veamos si quedó abierta. (Se levantan del suelo y salen del escenario. Luego vuelven entrar con unos alfajores en la mano, que aún están comiendo. Grey comienza a hablar con la boca llena, pero no se le entiende nada. Angie hace lo mismo, pronto, empiezan a hacerse señas para comunicarse y a reírse y toser). JULIE: Tengo otra idea ¿tienen sueño? ANGIE: Sí, yo no doy más. GREY: Sí, sí i ¿qué pasa? JULIE: Nada. Síganme (Angie y Grey la miran, y van detrás de ella).

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(Se desplazan a la otra mitad del escenario, hacia el aula. Pren-den las luces y con las mesas hacen unas camas. Con sus mochilas, almohadas. Se acuestan) ANGIE: Qué buena idea. Jamás se me hubiera ocurrido. GREY: Genial. Aunque un poco duros estos colchones (se ríen). JULIE: Bueno ¡a dormir! GREY: Hasta mañana, chicas. ANGIE: Mañana será otro día.¿Che, ¿no tenemos prueba de algo mañana? (Se ríen. Pronto se van apagando la risa y se duermen. Apagón. Vuelven las luces y es de mañana. Las chicas siguen durmiendo. Por la puerta en la otra parte del escenario se siente el ruido de llaves y entra la directora. July se despierta por el ruido de la puerta). JULIE: Chicas, chicas vino alguien. Agarremos todo a ver si podemos salir. ¿Qué hora es? GREY: Sí, sí, vámonos. (Agarran todo, acomodan todo y salen despacio; llegan a la puerta principal de la escuela y las frena la directora). DIRECTORA: (Sorprendida) ¿Qué hacen acá y a esta hora? ¡Ma-drugando? (Las chicas se miran con caras de miedo y le explican todo. Hablan las tres al mismo tiempo, hacen gestos. La directora las mira a cada una por turnos, tratando de escucharlas a todas pero queda algo confundida. Las interrumpe). DIRECTORA: Bueno, chicas. A ver. Enseguida llamamos a sus padres. JULIE: Gracias, directora. GREY: Gracias. Chau (La directora sale de escena. De repente). Che, sí, tenemos prueba de Matemática hoy. Espero que vengan mis viejos a llevarme. (Telón)

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Encerrados De Andrés Galeano y Francisco Bramajo PERSONAJES: Diego, Bruno y Francisco (alumnos) Lucas (profesor) Madre de Diego ESCENARIO: El escenario está dividido en 2 partes, el salón con ventanas y la otra parte que tiene el pasillo y al profesor tratando de entrar (Se encienden las luces. Suena el timbre y vemos a Francisco que camina hacia atrás, como intentando ver algo). FRANCISCO: Entren todos al salón que viene el profesor Lucas gritando, diciendo que nos va a matar y a tomar examen (Entran rápido). BRUNO: Me quedé afuera, chicos. Voy acorrer por el pasillo antes de que me agarre. (De repente lo agarra el profesor y le da una paliza con un palo que traía en sus manos). DIEGO: Lucas ya mató a Bruno (Mira por el vidrio de la puerta que los separa del profesor y el cadáver). FRANCISCO: Creo que sí, se escucharon sus gritos (Lucas sale del escenario). LUCAS: Ya voy por ustedes, malditos niños (Diego se queda en la puerta para vigilar si viene el profesor). FRANCISCO: voy a pensar en algo para escapar. DIEGO: Dale, pensá rápido, Francisco. FRANCISCO: Es lo que estoy haciendo. Cállate que no puedo pensar si me habla (Lucas se aproxima lenta y silenciosamente por el otro lado del escenario).

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FRANCISCO: Ya lo tengo. DIEGO: ¿Qué? ¿Qué vas a hacer? FRANCISCO: Un agujero. (Diego lo mira con cara de sorpresa. Francisco y Diego intentan hacer un agujero en la pared golpeándola con las sillas y no pueden) DIEGO: Es al pedo. ¿Por qué mejor no saltamos por la ven-tana? FRANCISCO: Buena idea. (Agarran una silla cada uno e intentan romper la ventana. El profesor pega el oído a la puerta. La idea de Diego tampoco funciona. Los dos chicos caminan a un lado y el otro del salón. Miran la hora. Las luces bajan indicando el paso del tiempo. De repente, a Diego le llega un mensaje de su madre.) DIEGO: Es mi vieja. Pregunta por qué no llegué a la casa si ya son las 7 de la tarde. (La llama) Mama, nos quedamos ence-rrados en la escuela con dos amigos. Bah, a esta altura con uno solo. Un profesor ya mato unos de mis amigos. Estamos asustados. No podemos salir. Voy a llamar a la policía. (Corta) ¿Por qué no se me ocurrió llamar antes? (Mientras que Diego llama a la policía, Francisco se pone histé-rico) FRANCISCO: Nos va a matar, nos va a matar (el profesor sonríe desde el otro lado de la puerta). DIEGO: Calmate, ya viene la policía. FRANCISCO: La policía va a tardar un rato. DIEGO: Sí. Mientras tanto, pongamos las mesas en la puerta para trabarla aún más FRANCISCO: Bueno. (Lucas se aleja de la puerta) LUCAS: Ya estoy acá chicos. No se van a escapar de mí (De repente, patea la puerta).

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FRANCISCO: (Temblando) Va a entrar el profesor y nos va ma-tar. DIEGO: (de espaldas a Francisco) No, ya viene la policía Fran-cisco. (Cuando Diego se da vuelta ve a Francisco lanzándose por la ventana. Diego mira por la ventana, sin palabras. El profesor sigue pateando la puerta. Se escuchan las sirenas de la policía. El profesor intenta escaparse. Dos policías entran y lo detienen. Diego se queda solo y sigue mirando por la ventana. Silencio. Las luces se van apagando y solo iluminan a Diego. Suena el timbre. Aparece la madre de Diego. Lo toma por los hombros y lo sacude) MADRE: Diego, diego, ¡Despertarte! (se prenden las luces). DIEGO: (confundido) Ah, ¿así que era todo un sueño? Mamá: Una pesadilla. Vamos, despabílate que hoy tenéis examen con el profesor ese que decís que te quiere matar.

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ÍNDICE Prólogo …………………………………………………………….………..1 Bestiario: un catálogo de criaturas…………………………………. 2 Manual de instrucciones……………………….………………………11 Nosotros y los miedos….………………………………………………18 Todo es un verso…………………………………………………..…… 40 El futuro llegó hace rato……………………………………………… 44 Cartelera teatral………………………………………………………… 53

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