Territorios, Constitucin e historia constitucional · 2018-08-27 · espacios a la modernidad...

Territorios Constitucioacuten e historia constitucional

Joseacute Mariacutea Portillo Valdeacutes

SUMARIO I La historia del primer constitucionalismo y la

historia constitucional II Texto y jurisprudencia Los aacutembi-

tos del primer constitucionalismo III iquestUn imperio comercial

catoacutelico IV Crisis monaacuterquica e imperial V iquestUn gobierno

del ldquoreinordquo VI Fuentes consultadas

I La historia del primer constitucionalismo y la historia constitucional

No cabr a duda alguna al escribir un manual de historia nacional referido a cualquiera de los paiacuteses del Atlaacutentico hispano que la explicacioacuten de los oriacutegenes del constitu-cionalismo debe abrir una parte referida a lo que se suele englobar en el teacutermino ldquorevolucioacuten liberalrdquo De hecho asiacute se escriben dichos manuales y asiacute por lo comuacuten se han divi-dido las especialidades acadeacutemicas de historia en Ameacuterica usualmente como una distincioacuten frente al periodo ldquocolonialrdquo

Universidad del Paiacutes Vasco Espantildea y Universidad Externado de Colombia

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Territorios Constitucioacuten e historia constitucional bull Joseacute Mariacutea Portillo Valdeacutes

y para resaltar el propiamente ldquonacionalrdquo y en Espantildea como una distincioacuten entre la eacutepoca moderna y la contemporaacutenea Si se prescinde por un momento del mimetismo que existe en esta distincioacuten acadeacutemica respecto de la visioacuten francesa de regiacutemenes antiguo y moderno divididos por la revolucioacuten de 1789 lo relevante es entender que es en la actualidad ldquocontem-poraacuteneordquo un mundo que inauguroacute justamente aquel primer constitucionalismo

Esta comprensioacuten ha conducido a un anaacutelisis de aquel periodo en que la monarquiacutea tu-vo una crisis y el constitucionalismo surgioacute como respuesta a la misma que se ha centra-do mayoritariamente en los modelos contemporaacuteneos de la eacutepoca en el novum Los antildeos que dependiendo del gusto nacional se eligieron como referencia esencial (por ejemplo 1808 en Espantildea 1810 en Meacutexico Argentina y Colombia 1811 en Venezuela o 1825 en Bolivia) se entendieron por la historiografiacutea como particulares 1789 La Independencia y la Constitucioacuten vendriacutean a marcar el momento de aporte propio a una historia de la revolucioacuten del hemisferio occidental que veniacutea desde Estados Unidos y principalmente Francia cambiando el curso de la Historia

Asiacute se trataba de ubicar en ese momento de crisis y revolucioacuten los signos de una moder-nidad que mdashsiguiendo el imperativo de este pensamiento historiograacutefcomdash como ya veniacutea experimentada y establecida previamente entre Estados Unidos y Francia podiacutean identifcarse mejor declaraciones de derechos divisiones de poderes gobiernos representativos reformas de la fscalidad la educacioacuten y la milicia eran los principales marcadores de modernidad en los que la escritura de la historia debiacutea fjar su atencioacuten para dar debida cuenta del acoplamiento nacional respectivo a ese proceso Si uno repasa hoy obras ciertamente fundacionales a es-te respecto como las de Luis Villoro Miguel Artola y otros historiadores que comenzaron a producir y publicar sus textos maacutes relevantes entre los antildeos 50 y 60 del siglo xx dos aspectos sobresalen en las mismas En primer lugar la perspectiva nacional desde la que se escribieron interesando en ellas el modo en que tal o cual espacio nacional accedioacute a aquella modernidad marcada por las revoluciones canoacutenicas de Estados Unidos y Francia En segundo lugar el he-cho de que parece maacutes un presupuesto que una conclusioacuten la adaptacioacuten de cada uno de esos espacios a la modernidad constitucional en el periodo de la crisis de la monarquiacutea

Tanto para Espantildea como para la Ameacuterica espantildeola el cruce de ambas liacuteneas de in-terpretacioacuten mdashformacioacuten de naciones que ademaacutes desde su nacimiento se suman a la modernidad constitucionalmdash han marcado de manera indiscutible el discurso historio-graacutefco Las liacuteneas gruesas de la investigacioacuten han ido por el derrotero de mostrar un momento que deja atraacutes el Ancienne regravegime e inaugura el nuevo orden del Estado liberal Maacutes auacuten en momentos recientes que coinciden con la celebracioacuten del bicentenario de es-tos acontecimientos decisivos dicha estrecha relacioacuten entre nacimiento nacional y acceso a la modernidad constitucional ha sido el tema maacutes utilizado desde el discurso puacuteblico

Una de las aportaciones que entiendo maacutes sugerentes realizadas recientemente por la historiografiacutea ha consistido en matizar este entusiasmo liberal en la interpretacioacuten del primer constitucionalismo Admitiendo que la mera aparicioacuten del orden constitucional como marco poliacutetico fundamental de referencia es por siacute un indicio de modernidad se



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Meacutexico en Caacutediz 200 antildeos despueacutes

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advierten tambieacuten aspectos de aquellos primeros experimentos constitucionales que los acotan respecto del paradigma de la ldquomodernidad constitucionalrdquo Aspectos tan medula-res a ese paradigma como la representacioacuten y el sufragio la liquidacioacuten de privilegios y fueros o la divisioacuten misma de poderes que presentariacutean algunos aspectos contradictorios con el mismo modelo de referencia

Coacutedigos mdashel civil ante todomdash que se tardan deacutecadas en llegar formas de sufragio vinculadas a la vecindad parroquiana asambleas que asumen funciones y procedimientos de los antiguos consejos de la monarquiacutea corporaciones que siguen dotando de orden a las sociedades gobernadas por las nuevas constituciones devuelven una imagen no tan niacutetida como se creyoacute de la adecuacioacuten al paradigma de la modernidad Desde luego que el problema no estaacute en que estas realidades desentonen con la modernidad sino en el hecho de asumir y aceptar que tal cosa mdashun paradigma de la modernidadmdash exista

Estas constataciones que ha realizado la historiografiacutea no obstante exigen un esfuer-zo adicional de interpretacioacuten de este momento del constitucionalismo originario Re-clama creo en primer lugar que se considere una cronologiacutea no obcecada con esas cifras maacutegicas de 1808 1810 o 1812 El primer constitucionalismo en efecto debe ser visto no soacutelo como un punto de arranque de una modernidad liberal sino tambieacuten mdashy diriacutea prin-cipalmentemdash como el de llegada de una modernidad ilustrada Aunque falta mucha labor por hacer al respecto las aportaciones que se han hecho al conocimiento del constitucio-nalismo ilustrado permiten identifcar buena parte de sus presupuestos y propuestas en las primeras constituciones que se generaron como reaccioacuten a la crisis de la monarquiacutea

Habriacutea tambieacuten que alargar esa cronologiacutea del primer constitucionalismo hasta los antildeos 30 del siglo xix Fue entonces de manera clara que la criacutetica al primer constitucionalismo (que en realidad comenzoacute con eacuteste) puso de relieve precisamente las carencias ldquoliberalesrdquo del mismo Eacuteste fue el caso aunque pueda parecernos chocante por ejemplo de la criacutetica contundente que los liberales de los antildeos 20 y 30 hicieron de los primeros sistemas represen-tativos y electorales Los consideraron errados por lo mismo que actualmente se tenderiacutea a considerarlos acertados es decir por ampliar notablemente el ciacuterculo de los llamados a par-ticipar en procesos electorales Sin embargo aquellos liberales sabiacutean muy probablemente mejor de queacute hablaban la representacioacuten de todos los vecinos varones cabeza de familia era maacutes propia para representar una sociedad corporativa que otra civil

Junto a la cronologiacutea la geografiacutea de estos primeros experimentos constitucionales estaacute corrigiendo notablemente el planteamiento originario del paradigma de la modernidad Lo hace en el sentido de rescatar una comprensioacuten mucho maacutes transnacional de aquel consti-tucionalismo de lo que se habiacutea supuesto Aunque todos aquellos textos mdashcomo luego todas las constituciones hasta la fechamdash han tenido una referencia incuestionablemente nacional fueron aquellos textos que se transferiacutean con sorprendente facilidad entre naciones Fue ese el caso de la Constitucioacuten de Caacutediz pero tambieacuten de otras muchas como se vio en los espa-cios americanos que completaron su despliegue nacional con posteridad a la Independencia como Centroameacuterica y Gran Colombia

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Todo ello estaacute apuntando hacia una reubicacioacuten del primer constitucionalismo en la historia constitucional Lo hace en el sentido de valorar la novedad de esta experiencia maacutes en la reordenacioacuten de las piezas tradicionales de gobierno que en la sustitucioacuten de las mismas por instituciones que cortaran ataduras con la historia El rasgo probablemen-te maacutes compartido y duradero de este primer constitucionalismo en toda la geografiacutea atlaacutentica creo que lo pone bien de relieve Me refero a esa profesioacuten de fe que inclu-yeron todas las constituciones ldquomodernasrdquo hispanoamericanas No soacutelo hago referencia a aquellos artiacuteculos que asiacute de claro lo establecieron disponiendo la confesioacuten catoacutelica nacional y excluyendo la concurrencia de cualquier otra religioacuten sino al hecho de que aqueacutellas fueron constituciones antropoloacutegicamente catoacutelicas la permanente invocacioacuten de asistencia divina en su confeccioacuten su socializacioacuten mediante juramentos colectivos la determinacioacuten parroquial del elector Se trata de un constitucionalismo pensado por y para catoacutelicos y que no admite la posibilidad de que los ciudadanos catoacutelicos puedan determinar libremente sus conciencias

Esto de por siacute deberiacutea llevar a matizar mucho el caraacutecter liberal de aquel constitucio-nalismo estaba fallando la primera pieza la que dice que el individuo empieza a serlo por ser duentildeo de su conciencia iquestEs una casualidad que la aceptacioacuten de este aspecto tan medular del liberalismo llegue a este espacio soacutelo deacutecadas despueacutes de ensayado el consti-tucionalismo iquestLo es que sea ideacutentico su caso al de los coacutedigos civiles y otros aspectos de la modernidad constitucional En Meacutexico como en Espantildea o en Colombia llegaron en escenarios de enfrentamientos civiles que teniacutean como un motivo central justamente esa descatolizacioacuten de la poliacutetica

Aunque obviamente el campo es vastiacutesimo para aportar investigacioacuten que lo corrobore podriacutea pensarse en la hipoacutetesis de que entre las primeras deacutecadas del constitucionalismo se dieran sin la radicalidad constituyente que usualmente se le supone La demarcacioacuten entre el atisbo ilustrado de la necesidad de la Constitucioacuten en las uacuteltimas deacutecadas del xviii y la aceptacioacuten y constitucionalizacioacuten de un sujeto individual pleno a partir de la segunda mitad del siglo xix podriacutea considerarse asiacute el espacio especiacutefco de ese primer constitucionalismo

II Texto y jurisprudencia Los aacutembitos del primer constitucionalismo

En estrecha sintoniacutea con el discurso de la modernidad se situacutea una actitud historiograacutefca que ha venido privilegiando la textualidad del primer constitucionalismo en otras formas de expresioacuten del mismo Propio de la modernidad resulta el hecho de que frente al derecho y los ordenamientos tradicionales el orden nuevo se exprese en forma de derecho positivo racional general y uniforme Por ello su historia ha de fabricarse con materiales que cum-plan tales condiciones y las constituciones parecen quedar como un guante al respecto



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Este supuesto historiograacutefco ha informado la lectura maacutes habitual del primer constitucio-nalismo en dos sentidos que quisiera aquiacute discutir brevemente En primer lugar predisponien-do un anaacutelisis de la textualidad constitucional aacutevida de hallar en ella los signos inequiacutevocos de la modernidad No es en absoluto extrantildeo que incluso se haga uso de la doctrina y la dog-maacutetica constitucionales actuales para analizar aquellos textos Un ejemplo de ello puede verse bien extendido al describir desde la textualidad constitucional los engranajes de poderes e instituciones que en ellas se describen Antes que cuestionarlos se dan por hechos la divisioacuten de poderes la existencia de la administracioacuten la tutela judicial el parlamentarismo y otros elementos que caracterizan idealmente la historia del constitucionalismo moderno Del mis-mo modo categoriacuteas constitucionales fundamentales como la igualdad o la representacioacuten se estudian como si fueran ya parte del bagaje juriacutedico-poliacutetico de la misma modernidad

Una aproximacioacuten maacutes matizada creo que aporta un conocimiento maacutes preciso de la textualidad misma del primer constitucionalismo Creo que habriacutea que plantearse maacutes decididamente el estatuto mismo de aquellos textos en el sentido de que se trataba segu-ramente de textos en primer lugar menos ldquoabsolutosrdquo de lo que se suele suponer pen-saacutendolos desde el constitucionalismo moderno Asiacute como una Constitucioacuten se entiende hoy un texto fundamental en el sentido de que actuacutea como una esclusa respecto de todo el ordenamiento (el que pasa por ella es vaacutelido y el que no se entiende por este hecho inservible) las primeras constituciones fueron textos fundamentales en el sentido de que recogiacutean principios baacutesicos de gobierno y de disposicioacuten del ordenamiento que afectaba al aacutembito de la poliacutetica Esto no los convertiacutea en exclusivas fuentes del ordenamiento ni des-cartaba que otras fuentes siguieran perfectamente activas como fue el caso del derecho eclesiaacutestico militar y en algunos casos derechos territoriales y municipales

En segundo lugar aquel primer constitucionalismo a diferencia del que generaraacute luego la modernidad liberal desarrollada desde el principio de nacionalidad se entendioacute mu-cho maacutes transitivo Una vez desplegado el principio de nacionalidad y desarrollado un constitucionalismo a su medida la transferencia constitucional resultoacute maacutes improbable Sin embargo el constitucionalismo comenzoacute a desarrollarse en un mundo que no estaba tallado por aquel principio y que estaba transitando a las naciones desde los imperios atlaacutenticos La comunicacioacuten constitucional en ese escenario era mucho maacutes probable y ademaacutes no causaba problema moral alguno Lo que los historiadores presentan como la ldquoinfuenciardquo de tal texto en tal otro (normalmente con una lectura muy colonial que ve esas transferencias desde espacios metropolitanos a los coloniales) es en realidad una caracteriacutestica relevante de un constitucionalismo transitivo

Unos textos que se entendiacutean fundamentales con respecto al gubernaculum1 que eran mucho maacutes transitivos que nacionales (aun estando hechos para naciones) y que no se

Es todo lo que constituye la direccioacuten de algo El teacutermino latino refere al timoacuten o mecanismo del gobierno de una nave de este vocablo procede el de gobierno

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concebiacutean como textos absolutos necesariamente teniacutean que mostrar formas de des-pliegue maacutes allaacute de los textos En efecto aquel constitucionalismo temprano se nutrioacute y mucho de elementos que trascendiacutean la textualidad constitucional Un buen ejemplo de ello lo constituye lo que se puede denominar como jurisprudencia constitucional difusa Se debe de nuevo tomar distancia respecto de una idea de la Constitucioacuten como texto absoluto y que por ello requiere de una unicidad intransferible en la capacidad jurisdic-cional de interpretacioacuten del propio ordenamiento Es lo que mdashno sin una muy interesante controversia de por mediomdash logroacute a principios de 1800 asentar el Tribunal Supremo de los Estados Unidos y lo que acabaron siendo los Tribunales de Garantiacuteas y Tribunales Constitucionales en Europa desde la segunda deacutecada del siglo xx

Los textos constitucionales que alumbroacute la crisis de la monarquiacutea espantildeola por el con-trario obedecieron a una jurisprudencia constitucional difusa Por supuesto no existioacute nada parecido a un tribunal constitucional o de garantiacuteas Tampoco nada similar a las funciones que logroacute atribuirse el Tribunal Supremo de los Estados Unidos desde 1804 Por teacutermino general aquellos textos establecieron dos principios la defensa esencial de la Constitucioacuten correspondiacutea a un cuerpo representativo mdashla misma asamblea representa-tiva de la nacioacuten o alguacuten cuerpo especialmente habilitadomdash pero al tiempo la capacidad para iniciar procedimientos de infraccioacuten se difundiacutea por todo el cuerpo social de ciu-dadanos A ello se sumaba una idea tambieacuten difusa de la responsabilidad personal de los funcionarios puacuteblicos en el ejercicio de sus cargos lo que haciacutea alusioacuten de manera directa tambieacuten a posibles infracciones a la Constitucioacuten

No es extrantildeo que esta loacutegica constitucional que llevara aparejada una capacidad tambieacuten extendida por el entramado institucional que componiacutea el gubernaculum para interpretar el mismo texto constitucional del modo maacutes acorde con las circunstancias propias Estrechamente unida a la idea de que el texto en siacute no era un absoluto normativo la jurisprudencia constitucional se extendioacute praacutecticamente a cada autoridad encargada de aplicar el texto Soacutelo en el caso de que dicha interpretacioacuten generara controversia y que la misma no se solucionara en aacutembitos locales o regionales se entenderiacutea que debiacutea activarse esa capacidad suprema de interpretacioacuten del texto reservada a instancias representativas superiores

Es seguramente este de la jurisprudencia constitucional en los textos del constitucio-nalismo temprano del Atlaacutentico hispano el aspecto en el que maacutes investigacioacuten hace falta invertir Se conoce de manera bastante aceptable los textos y sus circunstancias cuaacutentos fueron coacutemo se hicieron queacute debates se dieron en torno a ellos en aulas parlamentarias y en la prensa queacute alcance tuvieron Sin embargo se sabe bastante menos acerca de la efectiva aplicacioacuten de los mismos En otros teacuterminos se sabe maacutes acerca de queacute fueron esos textos que de coacutemo fueron Ahiacute es donde entra de manera decisiva la idea de una jurisprudencia constitucional difusa

Eacutesta comenzoacute por las propias instancias que crearon los textos Eacuteste fue el caso de la Constitucioacuten de Caacutediz que a dos meses de haber sido promulgada se vio reformada por



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viacutea de interpretacioacuten por las propias Cortes en un aspecto tan esencial como el dere-cho de voto en elecciones locales (en un decreto de mayo de 1812 relativo al voto de la gente de color) Pero sobre todo aquellos textos fueron ldquousadosrdquo por las autoridades que teniacutean que implementarlos de acuerdo con una capacidad que entendieron tan propia como lo habiacutea sido usualmente y que mdashcomo cualquier iudex perfectus habriacutea hechomdash implicaba activar su prudentia Esto hizo de los textos constitucionales mucho maacutes que los propios textos pues los convirtieron en algo asiacute como unos desplegables constitucionales donde el principio establecido en el texto podiacutea tener distintos desarrollos jurisprudenciales

Algunos aspectos del primer constitucionalismo fueron especialmente sometidos a este proceso de reconstitucionalizacioacuten local como fue el caso del derecho de voto o del ejercicio de algunas libertades como la de imprenta Pero lo fue en algunos casos de la misma Constitucioacuten del texto en su integridad Asiacute ocurrioacute con el texto de Caacutediz en Ameacute-rica su implementacioacuten o aplicacioacuten parcial dependioacute de unas autoridades que ni siquiera estaban reguladas por el propio texto como fueron los virreyes que aunque reconvertidos en jefes poliacuteticos del distrito provincial de la capital siguieron actuando y tanto en Peruacute como en Nueva Espantildea decidiendo la aplicabilidad del texto gaditano

Si se mira no solamente a estos casos maacutes gruesos de interpretacioacuten del texto sino principalmente a una jurisprudencia local que tuvo en la marcha que decidir cuestio-nes de tanto calado como la institucionalizacioacuten constitucional (nuevos cuerpos locales y regionales nuevas magistraturas etceacutetera) la adjudicacioacuten del derecho electoral o el reconocimiento de libertades es muy posible que tener una imagen maacutes real de un primer constitucionalismo que se pensoacute para ser texto y seguir siendo jurisprudencia

III iquestUn imperio comercial catoacutelico

Antes de su crisis incitada en 1808 la monarquiacutea habiacutea sufrido un intenso proceso de transformacioacuten Se suele afrmar con cierta alegriacutea que fue la ldquomonarquiacutea catoacutelicardquo la que se liquidoacute con la crisis iniciada en mayo de 1808 lo que es soacutelo parcialmente exacto prin-cipalmente porque esa expresioacuten remite a la monarquiacutea formada a partir de su expansioacuten y de su identifcacioacuten con una razoacuten de religioacuten que se sobrepuso a la de Estado y que quiso con ella ser una monarquiacutea esencialmente antipolitique Eacutesa fue la monarquiacutea que llegoacute efectivamente hasta Westfalia y que se consolidoacute como ldquoviacutea propiardquo o ldquoespantildeolardquo frente a los ldquopoliacuteticos y ateiacutestasrdquo Fue una monarquiacutea barroca que sin embargo ya mostraba siacutentomas de agotamiento de su discurso en las deacutecadas fnales de 1600

Historiograacutefcamente ha sido muy habitual hacer la correlacioacuten entre nueva dinastiacutea de la casa de Borboacuten centralizacioacuten del gobierno y reformas Sin embargo no es una ten-dencia que llega como cosa ldquoextranjerardquo con los Borbones sino que es posible detectar en proyectos cortesanos de la eacutepoca de Carlos II Particularmente a fnales de este reinado

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que acaboacute con el siglo la monarquiacutea catoacutelica comenzoacute a postularse por parte de algunos infuyentes cortesanos como un entramado necesitado de una nueva mano poliacutetica que entre otras cosas la compactara maacutes en torno a la fgura del priacutencipe La promocioacuten en esos antildeos fnales de 1600 de una imagen del rey como pastor que tiene el empentildeo esen-cial de mantener unido y a salvo su rebantildeo teniacutea bastante sentido entre el barroquismo de la propia imagen y su utilidad para promover una idea maacutes integral de la monarquiacutea (Fernaacutendez Albaladejo 2007)

Me permitireacute aquiacute uacutenicamente un par de apuntes respecto a las dimensiones de estos cambios no iniciados como queda dicho pero siacute operados con mayor intensidad al fna-lizar la guerra de sucesioacuten espantildeola En primer lugar debe recordarse que a diferencia de lo que la historiografiacutea espantildeola suele dar por sentado no es algo que afecte uacutenicamente a los reinos del entramado catalano-aragoneacutes Ameacuterica tambieacuten tuvo su particular Nueva Planta que se tradujo en un largo proceso de reacomodacioacuten territorial y de intervencioacuten administrativa Este hecho tuvo consecuencias de muy largo recorrido y como en los reinos peninsulares soacutelo se entendioacute parcialmente corregida con el advenimiento de la Constitucioacuten de Caacutediz En segundo lugar especialmente en la deacutecada de los 40 del siglo xviii y coincidiendo con el impacto de la bancarrota de 1739 la reforma del espacio monaacuterquico tomoacute un sesgo claramente imperial Como entonces dejoacute escrito en un infu-yente texto Joseacute del Campillo se trataba de establecer como norte de las reformas ldquojustas y necesariasrdquo la emulacioacuten de los imperios enemigos especialmente del de Inglaterra

Justamente fue la fjacioacuten de un nuevo modelo tomado no de la antiguumledad claacutesica o de la biacuteblica sino estrictamente contemporaacutenea la que marcoacute el desarrollo de un proceso que se puede califcar de ldquoimperializacioacutenrdquo de la monarquiacutea Eacutesta no dejoacute de ser esencial-mente lo que era una monarquiacutea catoacutelica pero empezoacute a ser tambieacuten otra cosa (Fradera 2006) Es un proceso que se intensifca de manera notable despueacutes de la desastrosa par-ticipacioacuten tardiacutea de Espantildea en la Guerra de los Siete Antildeos al comprobar cuaacuten vulnerable resultaba aquel entramado territorial separado por dos oceacuteanos Quien lo puso en eviden-cia fue ni maacutes ni menos que la monarquiacutea que se estaba tomando como nuevo ejemplo y modelo de coacutemo se debiacutea conformar una monarquiacutea imperial Inglaterra Lo que llamaba la atencioacuten de los ministros e intelectuales de la Corte de Carlos iii respecto del enemigo secular de Espantildea no era la existencia de cuerpos poliacuteticos de ingleses y otros britaacutenicos trasplantados en Ameacuterica sino la manera en que se benefciaba de un sistema colonial que se articulaba en torno al comercio Aquellos funcionarios y proyectistas sontildeaban con la posibilidad de combinar catolicismo con imperio comercial Josep M Delgado en el es-tudio citado antes ha mostrado coacutemo el debate de una reforma imperial de la monarquiacutea entretuvo largamente a quienes habitualmente aunaban ambas condiciones de ministros de la corona e intelectuales En ambas condiciones mdashde ofciales y escritores puacuteblicosmdash buena parte de ellos asumieron un contraste que enfrentaba la modernidad de la mo-ral imperial britaacutenica con la caducidad civilizatoria del ldquoimperio antiguo espantildeolrdquo Este



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contraste de comercio y conquista como ha demostrado Eva Botella se habiacutea sin embar-go fabricado principalmente en Inglaterra al calor de disputas imperiales y coloniales entre otros y de manera muy infuyente por John Locke quien teniacutea intereses propios muy directos en aquellas disputas imperiales (Botella 2008) Amplifcado por un best seller de las dimensiones de El espiacuteritu de las leyes (1748) el mantra no dejoacute de resonar en Europa y asiacute fue repetido mdashconvenientemente podado del tono denigrante desde el punto de vista de la gloria nacionalmdash en Espantildea La traduccioacuten que hizo Pedro Rodriacuteguez de Campomanes en 1762 del conocido pasaje de Montesquieu en que santifcoacute el contraste el antiguo im-perio de conquista espantildeol y el moderno de comercio britaacutenico puede tomarse como el momento de plena asuncioacuten de la necesidad del cambio de exemplum en el cual imaginar la monarquiacutea espantildeola deberiacutea devenir para seguir funcionando en un Atlaacutentico comer-cial en algo parecido a un moderno imperio catoacutelico

Las reformas en el gobierno de la monarquiacutea que corren desde mediados de los 60 hasta comienzos del siglo xix sin duda se quedaron muy lejos de las previsiones que hicieron disentildeadores de las mismas como Joseacute de Gaacutelvez Aunque esa fuera la idea no lograron hacer funcionar de manera efectiva la monarquiacutea como un imperio comercial catoacutelico Se cruza-ron de por medio en primer lugar una tradicioacuten en las formas de gobierno y sobre todo una suerte de Verfassung2 con un entramado de poderes y jurisdicciones que se mostroacute especialmente coriaacutecea a la implementacioacuten de reformas que implicaran cambios de pro-fundidad En segundo lugar se topoacute con una competencia imperial que resultoacute del choque entre el imperio britaacutenico en remodelacioacuten desde 1783 y el experimento imperial de la Fran-cia republicana que acabaraacute viendo en los dominios de los Borbones espantildeoles su verdadera oportunidad de rebasar sus dimensiones europeas

A pesar de ello los intentos de imperializacioacuten de la monarquiacutea no resultaron ni mu-cho menos inocuos Creo al contrario que son determinantes para explicar por queacute la crisis se generalizoacute desde un primer momento y por queacute se ofrecieron respuestas cons-titucionales tan similares en toda la geografiacutea monaacuterquica espantildeola Especialmente en el sentido fscal y militar mdashpara los que ante todo estaban pensadas las reformasmdash la monarquiacutea se traboacute de manera considerablemente maacutes soacutelida El hecho fue que en los reinados de Carlos iii y de su hijo la monarquiacutea se concibioacute y manejoacute como un espacio fscal mucho maacutes uniforme y el gobierno de ese espacio consecuentemente tambieacuten se pensoacute de manera mucho maacutes compacta

Ello como han mostrado diversos estudios conllevoacute no solamente procesos de inte-gracioacuten administrativa sino tambieacuten de disciplinamiento social Esto fue particularmente sensible en aquellos espacios tanto maacutes desprotegidos cuanto sometidos a una actuacioacuten maacutes domeacutestica del gobierno como los indiacutegenas pero no estuvo ausente en absoluto en

En alemaacuten signifca ldquoconstitucioacutenrdquo en su sentido tambieacuten material no soacutelo como texto normativo 2

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otros como los municipales y eclesiaacutesticos La monarquiacutea imperial precisaba de un con-trol maacutes exhaustivo en territorios gentes y recursos lo que se tradujo en diferentes taacutec-ticas En lugares de dudoso dominio espantildeol se potenciaron negociaciones y tratados con pueblos americanos haciendo uso de estas alianzas donde conveniacutea para involucrarlos en las pugnas imperiales con el correlato por parte indiacutegena de valerse tambieacuten de esa misma competencia imperial en benefcio propio (Levaggi 2008)3 Se intensifcoacute tambieacuten el proceso de conquista mdashnunca completada por otra partemdash de espacios indiacutegenas hasta entonces marginales a la monarquiacutea pero no ahora al imperio y sus competencias Fue el caso por ejemplo del norte de la Nueva Granada y el Darieacuten y de numerosas islas del Gran Caribe (Luna 1993)

Sin embargo el peso de la imperializacioacuten fue notable en los espacios indiacutegenas que la monarquiacutea podiacutea dar por maacutes regulares entonces Los estudios de los que se disponen de los pueblos de indios en la Nueva Espantildea muestran coacutemo la nueva moral imperial tuvo una de sus apoyaturas esenciales en el cometido de ldquodesindianizarrdquo tales espacios No se tratoacute tanto de operaciones de acoso y derribo cultural mdashaunque tambieacuten de ello hubo serios intentosmdash cuanto de control de espacios y recursos Quizaacute donde menos insistencia hubo mdashaunque la hubomdash fue donde maacutes se le podriacutea esperar una historia hecha desde el principio de naciona-lidad los indios continuaron por lo regular utilizando sus propias lenguas o formas ladinas y costumbres ldquonacionalesrdquo Hubo menos tolerancia con praacutecticas que entonces colindaban con lo religioso mdashingesta de alcohol o inhalacioacuten de hierbas como la marihuana praacutecticas medicinales algunas formas de expresioacuten artiacutestica etceacutetera (Martiacutenez 2008)mdash

Donde la monarquiacutea imperializada se sintioacute maacutes llamada a meter su larga mano fue en las reformas de los gobiernos y en la exaccioacuten de recursos La operacioacuten comenzoacute tambieacuten en territorios indiacutegenas con la introduccioacuten de nuevos tributos la intervencioacuten de las cajas de comunidad la monetarizacioacuten de prestaciones laborales y ante los casos que se dieron de resistencia a todo ello la liquidacioacuten directa de gobiernos e instituciones propias En el aacuterea andina todo ello confuyoacute en una revolucioacuten que en varios aspectos antecede a las de indepen-dencia fenoacutemeno que sin la magnitud que alcanzoacute alliacute se repite contemporaacuteneamente en el aacuterea maya y en algunas zonas de la Nueva Espantildea especialmente en Michoacaacuten (Serulnikov 2012 y Patch 2002)

Las ordenanzas de intendentes que comenzaron a operar en los antildeos 60 del siglo xviii y se consolidaron en un cuerpo de derecho de desigual incidencia a comienzos del siglo xix mostraron que la imperializacioacuten de la monarquiacutea teniacutea vocacioacuten de afectar de modo inte-gral al gubernaculum de la misma Nuevas demarcaciones territoriales militarizacioacuten de los gobiernos enviacuteo de ofciales a cubrirlos con el mandato de crear una red de subdelegados

Abelardo Levaggi 2008 Diplomacia hispano-indiacutegena en las fronteras de Ameacuterica David J Weber 2002 Bourbons and Baacuterbaros Center and Periphery in the Reshaping of Spanish Indian Policy Es por otra parte una dinaacutemica que se incrustra luego en la competencia entre las naciones resultantes de las disoluciones imperiales veacutease DeLay (2008)

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que controlara los poderes locales y especialmente los recursos fscales y militares era lo que estaba previsto en aquella Nueva Planta americana que tanto se debioacute a la labor de Joseacute de Gaacutelvez

Que la monarquiacutea y sus ministros concibieran tendencialmente el espacio de la mis-ma como un ldquoimperiordquo y que se lo fguraran no pocas veces mdasho al menos lo desearan vermdash como un sistema integral no implicaba mdashal contrariomdash que lo hicieran desde una concepcioacuten igualitaria del mismo La integracioacuten de la monarquiacutea como forma de imperio no conllevoacute su conformacioacuten o ni siquiera fguracioacuten como un espacio ldquonacionalrdquo comuacuten En mi opinioacuten fue entonces cuando de manera maacutes evidente se segregaron las ideas de nacioacuten e imperio En la mente de los intelectuales espantildeoles de fnales del siglo xviii la primera la nacioacuten se referiacutea a la parte matricial de la monarquiacutea es decir la europea y el segundo el imperio al resto esto es a los dominios ultramarinos del rey catoacutelico No es solamente cosa de funcionarios y ofciales de la monarquiacutea intelectuales como Jovellanos Cadalso Cabarruacutes o Valentiacuten de Foronda reprodujeron con insistencia esta dicotomiacutea entre imperio y nacioacuten

El resultado por lo tanto de la experiencia de la imperializacioacuten de la monarquiacutea fue doble Por un lado implicoacute una integracioacuten mayor del espacio gigantesco que todaviacutea se controlaba desde la Corte de Madrid Por otro sin embargo conllevoacute una agudizacioacuten de las formas de dependencia En la medida que la monarquiacutea precisaba ejercer un control maacutes estricto de sus caladeros fscales fue tambieacuten remodelando las formas de adminis-tracioacuten de distintos espacios Ocurrioacute como queda recordado en espacios indiacutegenas de manera temprana e intensa Pero la dependencia fue tambieacuten creciente en el extremo opuesto del escalafoacuten social americano Cabriacutea decir siguiendo la sugerencia de Walter Mignolo que el conjunto de aquellas sociedades fue sometido a un proceso maacutes inten-so de ldquocolonialidadrdquo (Mignolo 2012) La historiografiacutea ha insistido mucho como es bien sabido en el hecho de que los criollos de las eacutelites provinciales americanas se vieron cre-cientemente excluidos de los puestos dirigentes de la administracioacuten Si este orillamiento se dio mdashmaacutes por un afaacuten a la postre baldiacuteo de desvincular al ofcial real de los intereses comunitariosmdash habriacutea que verlo en todo caso en relacioacuten con la transferencia inversa es decir de personal criollo a puestos relevantes en la propia peniacutensula que tambieacuten se dio en estas deacutecadas de imperializacioacuten Lo importante en mi opinioacuten no es tanto queacute cantidad de puestos relevantes en Indias fueron ocupados por peninsulares o por ameri-canos sino el hecho maacutes cultural de que se segregaran dos espacios uno nacional y otro imperial Como ha mostrado Carlos Garriga el trasfondo de la querella criolla por los puestos y los honores en sus propias provincias no respondiacutea tanto a la cantidad como a la entidad del hecho en siacute puesto que un siacutentoma maacutes que evidente de dependencia consistiacutea en tener que ser gobernado por otros (Garriga 2003)

La experiencia de la imperializacioacuten de la monarquiacutea debe relacionarse por tanto con una creciente intensidad de formas de dependencia colonial en la parte americana de

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la monarquiacutea y por otro lado con una asuncioacuten de la dicotomiacutea entre imperio y nacioacuten que en la parte europea fue bastante transversal a diversos posicionamientos poliacuteticos Este anaacutelisis pudiera parecer que aclara el panorama en el sentido de explicar lo sucedido desde entonces de acuerdo maacutes o menos con estos dos postulados esa experiencia de la colonialidad no soacutelo en espacios indiacutegenas sino un poco por todo el espectro socio-eacutetnico americano explica que los criollos fnalmente se rebelaran desde 1810 contra la monar-quiacutea espantildeola mdashcon no escaso apoyo indiacutegenamdash y fueran pensando en crear y fnalmente crearan sus propios espacios poliacuteticos por el otro lado la suerte de ldquoconcienciacioacuten nacio-nalrdquo que se produjo en la generacioacuten de espantildeoles europeos que llegoacute a protagonizar Caacutediz explica por queacute ese empentildeo en generar ldquocontra naturardquo una nacioacuten catoacutelica

En realidad creo que el asunto hay que verlo exactamente a la inversa si la experiencia imperial signifcoacute una mayor dependencia americana del gobierno metropolitano fue en buena medida tambieacuten por voluntad criolla Dicho de otro modo la imperializacioacuten no se dio soacutelo en una direccioacuten sino que fue una posibilidad deseada y aceptada por una buena parte de las eacutelites americanas No es soacutelo que haya auteacutenticos ideoacutelogos de la misma como es el caso del cubano Francisco de Arango y Parrentildeo sino tambieacuten que la posicioacuten adqui-rida en ese esquema imperial por lo que Carlos Marichal llamoacute submetroacutepolis explica que sus clases dirigentes se identifcaran con el conjunto del sistema-mundo de un imperio comercial catoacutelico La ldquopacifcacioacutenrdquo del Tawantinsuyu andino la posicioacuten adquirida por Guanajuato en la produccioacuten de plata o la capitalidad ganada por Buenos Aires todo ello alrededor de la deacutecada de los ochenta de 1700 explica esa implicacioacuten americana en la imperializacioacuten de la monarquiacutea (Tomich 2005 y Gonzaacutelez-Ripoll 2010) Esas eacutelites cues-tionariacutean crecientemente no tanto la monarquiacutea imperial sino reclamariacutean su lugar en el gubernaculum de la misma precisamente para poder gestionar tambieacuten su dimensioacuten co-mercial Es en parte lo que seguiraacuten haciendo en las Cortes de Caacutediz al presentar en sus primeros meses de vida propuestas concretas de correccioacuten de los desajustes comerciales industriales y productivos en la monarquiacutea

Eso mismo era sin embargo lo que no apareciacutea en el programa de reformas de la monarquiacutea que manejaban aquellos espantildeoles peninsulares imbuidos de la dicotomiacutea que distinguiacutea imperio y nacioacuten Salvo casos realmente extraordinarios como el de Victoriaacuten de Villava el reformismo constitucional de fnales de 1700 y primeros antildeos del siglo xix es decir el que se produjo justo antes de que en Caacutediz se vertiera en la Constitucioacuten de 1812 no suele contemplar protagonismo americano alguno (Portillo 2004)

Lo que se esperariacutea entonces en el momento en que la crisis de la monarquiacutea abra el debate constitucional desde 1808 es un cruce distinto el de unos espantildeoles americanos que queriacutean entrar a gestionar el espacio poliacutetico a la vez que ver sancionada su posicioacuten dominante en las res publicae americanas y por otro lado el de unos espantildeoles europeos que veniacutean preparados para dar solucioacuten constitucional a una monarquiacutea imperial en crisis Es por eso que la Constitucioacuten de 1812 acaboacute encontrando su idiosincrasia en una



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dimensioacuten imperial que quiso para la nacioacuten espantildeola y es por ello mismo que no pudo servir como vehiacuteculo de emancipacioacuten para los espantildeoles americanos (Fradera 2012 )4

IV Crisis monaacuterquica e imperial

Desde 1804 la monarquiacutea veniacutea dando muestras evidentes del debilitamiento de su opcioacuten imperial El encadenamiento entre la extensioacuten a Ameacuterica de la consolidacioacuten de Vales Reales a fnales de ese antildeo la derrota naval de Trafalgar y la toma por Gran Bretantildea de Montevideo y Buenos Aires marcan un rastro inconfundible de descolocacioacuten espantildeola en la tectoacutenica imperial de comienzos de 1800 (Chust 2010) A ello vino a antildeadirse desde fnales de 1807 una crisis de la monarquiacutea que agregoacute ingredientes igualmente inusita-dos pacto con un soberano extranjero permitieacutendole la introduccioacuten de numerosa tropa conspiracioacuten del priacutencipe de Asturias y meses despueacutes deposicioacuten efectiva del rey y su ministro principal y fnalmente salida de toda la familia real de Espantildea y entrega de los derechos dinaacutesticos y la soberaniacutea al emperador de los franceses

En su correspondencia con los enviados de Fernando VII que buscaban reconoci-miento imperial para su soberano tan en precario ascendido al trono Joaquiacuten Murat el ldquovirrey napoleoacutenico de Espantildeardquo dejoacute claras las intenciones que el emperador ya se habiacutea formado Siguiendo el consejo de Talleyrand habiacutea decidido que no habriacutea ya maacutes Borbones en Europa para que pudiera asentarse la cada vez maacutes extendida familia real de Bonaparte Como enseguida informoacute el mismo duque de Berg a su amo la familia real espantildeola no se lo podiacutea poner maacutes faacutecil ambas facciones de la Corte encabezadas por Carlos IV y su heredero comiacutean ya de su mano y pediacutean ser reconocidos por el em-perador El motiacuten ocurrido en Aranjuez el 19 de marzo de 1808 habiacutea signifcado para los planes de Napoleoacuten una bendicioacuten al colocarlo como uacutenico aacuterbitro en el conficto interno a la familia real espantildeola

Lo que interesa fundamentalmente de ese momento criacutetico que confuye en Bayona a comienzos de mayo de 1808 es el hecho de que abre una crisis monaacuterquica sin precedentes en el contexto de una crisis imperial arrastrada desde haciacutea tiempo y de manera innegable desde 1804 Esa confuencia es lo que va a caracterizar maacutes la crisis espantildeola y a singula-rizarla en el espacio de los imperios atlaacutenticos La primera crisis atlaacutentica la britaacutenica se originoacute en la parte imperial sin afectar constitucionalmente a su raiacutez monaacuterquica La Cons-titucioacuten de Inglaterra y el sistema britaacutenico de gobierno siguieron funcionando propiciando asiacute la recomposicioacuten imperial mediante el dominio del mar en el Atlaacutentico y de la expansioacuten a la India en Asia

Es la tesis que defende Josep M Fradera ldquoSituar la constitucioacuten de 1812 en el contexto de las constituciones imperialesrdquo En El Atlaacutentico y la modernidad iberoamericana 17501850 Cit vol 1 Meacutexico GM Editores 2012

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La crisis francesa pocos antildeos despueacutes se originoacute en su raiacutez monaacuterquica y la solucioacuten constitucional que se adoptoacute en 1791 entendioacute que el manto constitucional no cobijaba a las colonias y dominios ultramarinos aun formando eacutestos parte del empire franccedilaise Aunque durante la Convencioacuten la retoacuterica fue maacutes allaacute mdashes el primer momento de hecho y no Caacutediz en el que hay representantes ultramarinos en instituciones representativas en Europamdash la desconexioacuten constitucional fue un hecho que la revolucioacuten haitiana ratifcoacute en 1804 La crisis portuguesa por su lado donde tambieacuten podriacutea haberse producido esa confuencia entre crisis imperial y monaacuterquica dio un giro radical al trasladarse la mo-narquiacutea al imperio en 1807 para gobernar desde la ldquoVersalles tropicalrdquo todo el conjunto

La espantildeola sin embargo combinoacute desde un principio ambas crisis del imperio y de la monarquiacutea Lo que ocurrioacute entre octubre de 1807 con la frma del Tratado de Fontainebleau mayo de 1808 con las cesiones irregulares de la familia real espantildeola y julio de 1808 con la aprobacioacuten de la Constitucioacuten de Bayona fue que Espantildea dejoacute mdasho eventualmente dejariacutea de sermdash un sujeto propio del derecho de gentes En otros teacuterminos la monarquiacutea espantildeola habiacutea perdido su independencia cumplieacutendose el va-ticinio expresado por varios intelectuales europeos deacutecadas atraacutes de que la monarquiacutea espantildeola deberiacutea ser sometida a tutela

Era lo que recogiacutea como previsioacuten de fondo el texto que hizo aprobar Napoleoacuten en Bayona de Francia como Constitucioacuten para Espantildea Era el modo tambieacuten de cerrar de-fnitivamente la crisis Espantildea teniacutea nueva dinastiacutea dependiacutea de una matriz imperial aunque manteniacutea su gobierno y regeneraba eacuteste con instituciones retomadas de la tradi-cioacuten juriacutedico-poliacutetica propia aderezadas con otras de maacutes intenso sabor napoleoacutenico Se seguiacutea la liacutenea que manteniacutea el constitucionalismo de disentildeo imperial napoleoacutenico des-plegado por Europa generando una monarquiacutea moderada por instituciones pensadas maacutes a manera de consejos del rey que de instancias parlamentarias un Senado vitalicio unas Cortes estamentales y un Consejo de Estado con funciones colegisladoras Antildeadiacutea tambieacuten por vez primera en la historia de la monarquiacutea presencia americana por medio de una diputacioacuten propia en las Cortes y en la Corte Acompantildeaban fnalmente algu-nas medidas largamente antildeoradas por los ilustrados espantildeoles unifcacioacuten de coacutedigos planta y jerarquiacutea uniforme de tribunales con uno superior de casacioacuten supresioacuten de aduanas interiores abolicioacuten de privilegios fscales y separacioacuten de la hacienda puacuteblica y del tesoro real

Como el conde Toreno Jovellanos o el poeta Manuel Joseacute Quintana explicaron en me-morias escritas entonces o en los antildeos posteriores a esta crisis la oferta napoleoacutenica tentoacute a una buena parte de los intelectuales y ofciales reales del momento No ha de extrantildear visto el panorama que como alternativa representaba Fernando VII desde Francia Si otros como ellos mismos no lo hicieron la razoacuten radicoacute no en esa parte del programa ilustrado que incorporaba Bayona sino en la que afectaba de lleno a la monarquiacutea desde el punto de vista del ius gentium En efecto no soacutelo leiacutean un texto que se deciacutea hecho de orden del



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emperador de los franceses y que a eacutel remitiacutea los derechos dinaacutesticos sino que ademaacutes ex-pliacutecitamente liquidaba la presencia independiente de Espantildea en el escenario internacional mediante en artiacuteculo 124 lo que no haciacutea sino sancionar una larga serie de disposiciones en este sentido adoptadas por Napoleoacuten desde la ocupacioacuten de la monarquiacutea

Fue asiacute que lo que el rey y la Corte consintieron contraviniendo toda la legislacioacuten fun-damental de la monarquiacutea lo resistioacute aquella ldquonacioacuten de heacuteroesrdquo El problema fue que dicha nacioacuten distaba notablemente de existir no ya como cuerpo poliacutetico sino tan siquiera como cuerpo Lo que en la repuacuteblica de las letras era defendible como conjunto de glorias literarias era invisible poliacutetica y socialmente Ya lo habiacutean recordado los intelectuales que citados al co-mienzo de este ensayo como Leoacuten de Arroyal al lamentarse de la falta de una Constitucioacuten del reino Francisco Primo de Verdad y Ramos siacutendico del ayuntamiento de Meacutexico en 1808 al defender la necesidad de formar una junta para enfrentar convenientemente la crisis tuvo que recordar a la opositora Real Audiencia que entre el rey y los pueblos no habiacutea nada cons-titucionalmente hablando No podiacutea resumirse mejor en queacute habiacutea parado la Constitucioacuten de Castilla mdashy por extensioacuten de la monarquiacutea despueacutes de la Nueva Plantamdash una vez liqui-dada la presencia constitucional del reino Era la imagen en fn recogida por una literatura juriacutedica que el abogado Verdad y Ramos conociacutea bien y que fjaba en los pueblos y no el reino los auteacutenticos sujetos constitucionales de la monarquiacutea junto al rey Lorenzo de Santayana y Bustillo en un tratado utilizado prolijamente acerca del gobierno municipal establecioacute que si por derecho natural el gobierno de los pueblos perteneciacutea a ellos mismos por pacto originario habiacutean transferido en el monarca una ldquopotestad civilrdquo y eacuteste aun reservaacutendose dicha potestad habiacutea comunicado a los ayuntamientos de los pueblos el ldquogobierno poliacuteticordquo Joseacute Agustiacuten Ibaacutentildeez de la Renteriacutea al proponer la elaboracioacuten de un coacutedigo municipal de la monarquiacutea sintetizaba bien el resultado de esas transferencias entre pueblos y rey en la mo-narquiacutea espantildeola ldquoLa Espantildea es una monarquiacutea pura cuya feliz constitucioacuten es la causa de la calma y sosiego interior que ha experimentado en estos siglos pero contiene en su seno una infnidad de Repuacuteblicasrdquo (Discursos que don Joseph Agustiacuten Ibantildeez de la Renteriacutea presentoacute aacute la Real Sociedad Bascongada de los amigos del paiacutes en sus Juntas generales de los antildeos 1780 81 y 83 con superior permiso en Madrid por Pantaleoacuten Aznar 1790)

V iquestUn gobierno del ldquoreinordquo

En el escenario de la crisis de la primavera de 1808 la resistencia a la mediatizacioacuten de la monarquiacutea se activoacute justamente desde esos cuerpos municipales Entre mayo y septiembre se fueron creando en distintas ciudades principales tanto de la Espantildea europea como de la americana juntas que asumieron la soberaniacutea de Fernando en depoacutesito y que confor-maron a fnales de septiembre un gobierno ldquonacionalrdquo al que denominaron Junta Central Suprema Gubernativa del Reino Es un nombre al que se debe prestar atencioacuten pues se-guiacutea indicando cuerpo depositario pero no actuario de la soberaniacutea se queriacutea colocar por

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encima de las otras juntas provinciales y se anunciaba como el sujeto encargado en exclu-siva del gubernaculum del ldquoReinordquo Las primeras deducciones que podiacutean hacerse de este tiacutetulo completo de la Central no desentonaban y menos en una situacioacuten tan extraordina-ria como la creada en mayo de 1808 Sin embargo la alusioacuten al ldquoReinordquo en singular resulta ciertamente chocante desde el momento en que la monarquiacutea se componiacutea de varios y no habiacutea sido tampoco teacutermino que coloquial o informalmente siquiera se usara para referirse a todos los dominios del rey catoacutelico Lo habitual era hacerlo a la ldquomonarquiacuteardquo en el bien entendido de que albergaba varios reinos

El ldquoReinordquo puede estar manifestando una clara vocacioacuten nacional y denotando unidad de cuerpo poliacutetico por encima de reinos y provincias La Central como se sabe teniacutea el aspecto maacutes bien de un Senado conformado por representantes de las juntas provinciales pero desde un principio mostroacute tambieacuten su clara determinacioacuten de hacerse con todo el depoacutesito de soberaniacutea que cada junta provincial entendioacute haber asumido en su respectiva creacioacuten Junta de juntas por tanto la Central sin embargo se presentaba como gobierno del ldquoReinordquo La hipoteca de ser creacioacuten de las juntas mdashde los pueblos en defnitivamdash no se la pudo sacudir en toda su existencia entre otras cosas porque desde la batalla de Baileacuten todo le fue mal en el campo militar Sin embargo fue tambieacuten en el seno de esta institu-cioacuten de emergencia que tanto la nacioacuten como la Constitucioacuten comenzaron a tomar forma Conviene por ello prestar particular atencioacuten al momento de su creacioacuten como cuerpo nacional para preguntarse coacutemo fue que llegoacute Ameacuterica tambieacuten a formar parte del mis-mo y con ello a confuir defnitivamente en una crisis global monaacuterquico-imperial que requirioacute solucioacuten constitucional

Despueacutes de un carteo cruzado entre varias juntas peninsulares se decidioacute por la con-vocatoria de un cuerpo colectivo de todas ellas ldquoadonde todas las provincias y reinos re-curran por medio de representantesrdquo (Circular de la Junta de Murcia 1808) seguacuten deciacutea la primera convocatoria de la junta de Murcia en junio de 1808 ldquoFormemos un cuerpo elijamos un Consejordquo (Circular de la Junta de Murcia 1808) concluiacutea esta circular que abrioacute un debate entre distintas juntas en el que se impusieron fnamente dos principios en primer lugar como resaltoacute la junta de Sevilla confrmar la desautorizacioacuten de las autorida-des tradicionales como el Consejo de Castilla por su actitud reciente de plegamiento a la voluntad imperial francesa y en segundo lugar reconocer por ldquoincontestable que es propio y privativo de las juntas supremas [es decir las provinciales] elegir las personasrdquo (Circular de la Junta de Sevilla 1808) que formaran el cuerpo central Las juntas provinciales estaban proponiendo por tanto crear un cuerpo central como representacioacuten de siacute mismas y en las mismas condiciones constitucionales que se habiacutean creado ellas Esto implicaba que transferiacutean a esa Junta Central ldquosu fel depoacutesitordquo (Circular de las Juntas de Castilla y Leoacuten 1808) de la soberaniacutea ldquohasta que haga entregardquo (Circular de las Juntas de Castilla y Leoacuten 1808) del mismo al monarca Con ello tambieacuten una expresa limitacioacuten al no poder disponer activamente de esa soberaniacutea ni consecuentemente ldquoreformar en la parte maacutes



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miacutenima la Constitucioacuten actualrdquo (Circular de las juntas de Castilla y Leoacuten 1808) como recordaban las juntas de Castilla y Leoacuten

Cuando esta junta se reunioacute en Aranjuez no habiacutea en su seno mdashni de momento se les es-perabamdash representantes americanos Cuando las juntas peninsulares debatiacutean acerca de su formacioacuten se dio por hecho lo contrario que Ameacuterica era objeto pero no sujeto de gobierno La junta de Valencia fue especialmente cristalina en este punto al afrmar que la razoacuten maacutes poderosa mdashademaacutes de hacerle la guerra al emperador de los francesesmdash para crear un go-bierno central ldquoes la conservacioacuten de nuestras Ameacutericas y demaacutes posesiones ultramarinasrdquo (Circular de la Junta de Valencia 1808) Sin un gobierno central no se sabriacutea

Cuaacutel de las provincias dirigiriacutea a aquellos paiacuteses las oacuterdenes y las disposiciones necesarias

para su gobierno para el nombramiento y direccioacuten de sus empleados y demaacutes puntos in-

dispensables para mantener su dependencia (Circular de la Junta de Valencia 1808)

Por lo tanto en el momento en que nace el primer cuerpo ldquonacionalrdquo lo hace siguiendo la loacutegica imperial en que se habiacutea manejado la monarquiacutea muy especialmente como se ha recordado antes en las deacutecadas recientes La parte nacional se seguiacutea entendiendo como la metropolitana y la ultramarina como la parte colonial precisada de que alguna autori-dad nacional le dirigiera oacuterdenes y le nombrase empleados como recordaba Valencia La forma en que Sevilla explicoacute a la propia Central su proceder con el virreinato de la Nueva Espantildea refeja sin disimulos esa actitud imperial envioacute delegados para exigir su recono-cimiento urdieron tramas contra el virrey y comunicaron a la junta que lo asumioacute la necesidad de deponerlo por haberse decidido por la viacutea juntista en vez de la de obediencia a la autoridad metropolitana que Sevilla suponiacutea corresponderle

Sin embargo el 22 de enero de 1809 cuatro meses despueacutes de haber sido formada la Junta Central emitioacute un sorprendente decreto en el que anunciaba a los americanos una doctrina radicalmente contraria ya no eran consideradas colonias sino partes ldquoesencialesrdquo de la monarquiacutea Ese adjetivo era el que habitualmente usaba la doctrina para indicar en una perfecta derivacioacuten aristoteacutelica que un cuerpo formaba parte consustancial con la mo-narquiacutea Por supuesto una monarquiacutea podiacutea tener partes accesorias o accidentales de las que podiacutea ademaacutes desprenderse Eran de diferente tipo como establecimientos colonias factoriacuteas o presidios entre otras Las mismas Cortes de Caacutediz aplicaron esta concepcioacuten cuando debatieron la venta de algunos presidios de Aacutefrica para fnanciar la guerra (Lorente 1996) El decreto de la Central usoacute deliberadamente la expresioacuten seguida de la que negaba que fueran precisamente ldquocolonias o factoriacuteasrdquo como las de las otras naciones

La tramitacioacuten de este decreto tambieacuten es todo un siacutentoma de la concepcioacuten imperial de fondo que se sosteniacutea Fue iniciado en octubre al requerir al Consejo que emitiera opinioacuten al respecto y derivado fnalmente al secretario de Hacienda de la junta Francisco Saavedra quien teniacutea una larga y exitosa carrera como ofcial en Nueva Espantildea y Tierra

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Firme Existen pruebas textuales relativas a algunas expresiones que ya habiacutea utilizado el ministro anteriormente de que la mano de Saavedra fue determinante en la elaboracioacuten del decreto (Morales 2004 247-8)5 De ser esto asiacute se estariacutea ante el encargo hecho a un ofcial senior de la monarquiacutea imbuido plenamente de una loacutegica imperial que entendioacute perfectamente que la uacutenica viacutea de perpetuacioacuten imperial de la monarquiacutea era por viacutea nacional

En Ameacuterica se acusoacute perfectamente recibo del cambio que este decreto implicaba en su estatuto en el cuerpo de la monarquiacutea al transferirles potencialmente al menos de la parte imperial a la nacional como manifestoacute ejemplarmente el instructivo enviado a su representante en ese cuerpo central de la monarquiacutea por el cabildo de Santafeacute de Bogotaacute En eacutel su redactor el jurista Camilo Torres reclamaba consecuentemente ideacutentica repre-sentacioacuten a la gozada por las provincias peninsulares tocando con ello el punto esencial que debiacutea derivarse de la asombrosa declaracioacuten de enero de 1809 Este texto de manera ejemplar y otros muchos que se produjeron al abrigo del decreto de convocatoria vinieron de alguacuten modo a ldquoforalizarrdquo Ameacuterica si se me permite esta expresioacuten Quiero con ella signifcar que es a partir de este momento con este reconocimiento que los americanos llegaron a ser fnal y plenamente ldquoreinosrdquo de la monarquiacutea en un sentido territorial y no soacutelo monaacuterquico Obviamente la consecuencia de esta nueva foralidad americana debiacutea ser su presencia con pie propio y en reacutegimen de igualdad en las instituciones representati-vas del ldquoReinordquo que deciacutea la Central o de la ldquoNacioacutenrdquo que diraacuten las Cortes

Tal consecuencia sin embargo nunca se dio Desde el momento mismo en que se adop-taba esta trascendental decisioacuten se generaron mecanismos diferenciados de representacioacuten para Ameacuterica Asiacute obroacute en la misma convocatoria que acompantildeaba a este decreto la Junta Central la Regencia hizo lo propio al convocar las Cortes Generales y Extraordinarias y fnalmente la Constitucioacuten de Caacutediz no dudoacute en recortar el censo americano degradan-do la representatividad de aquella parte que sin embargo se seguiacutea entendiendo esencial de la monarquiacutea Este es el hecho maacutes sobresaliente quizaacute de todo el operativo de transfor-macioacuten constitucional de la monarquiacutea operado entre su crisis y su disolucioacuten Como se ve surge con la crisis misma y consiste en trascender en la retoacuterica constitucional el horizonte imperial a la vez que este se reafrma en la praacutectica poliacutetica Esa tensioacuten que acompantildearaacute este proceso hasta 1824 tiene sin duda una de sus hondas raiacuteces en esos meses que media-ron entre septiembre de 1808 y enero de 1809 cuando se decidioacute incorporar a Ameacuterica a la representacioacuten nacional pero se hizo en precario Es por ello muy preciso valorar hasta queacute punto aquel momento fundacional de la esencialidad constitucional de Ameacuterica en

Saavedra veniacutea proponiendo reformas en el sistema colonial desde haciacutea deacutecadas Asiacute en un informe suyo de 29 de noviembre de 1781 se lee ldquoDistiacutenguense estas [las colonias espantildeolas] de las demaacutes naciones las cuales soacutelo son factoriacuteas o depoacutesitos de negociantes transeuacutentes en lugar que las espantildeolas son una parte esencial de la nacioacuten separada de la otrardquo (Morales 2004 247-8)

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la monarquiacutea fue inducido por las circunstancias llegada de la Grand Armeacutee y huida de la Central rumbo al sur necesidad consecuentemente de incrementar los gastos beacutelicos con muy escasos recursos a mano en la peniacutensula y de manera muy determinante a mi juicio concomimiento del atentado poliacutetico de primer orden ocurrido en Meacutexico poco antes de formarse la Central pero que los centrales dieron enseguida por bueno Todo ello confuyoacute precisamente en Sevilla entre fnales de octubre y a lo largo de los meses de noviembre y diciembre de 1808 que es cuando se gesta este decreto

La crisis de la monarquiacutea se habiacutea traducido en un momento protagonizado por los pue-blos que en la parte metropolitana y autorreconocida como ldquonacionalrdquo de la monarquiacutea habiacutea conducido a una solucioacuten como expresaba la junta de Valencia de hecho federativa Lo que se federaba no eran estados o cuerpos poliacuteticos soberanos sino maacutes precisamente un depoacutesito de la soberaniacutea es decir una suerte de tutela colectiva de un bien que debiacutea reintegrarse a su legiacutetimo duentildeo el rey Fernando VII Esa tutela la ejerciacutean los pueblos y ellos por medio de sus juntas la transfrieron en un cuerpo federal de los mismos la Junta Central El hecho signifcativo es que este mismo proceso se activoacute tambieacuten en Ameacuterica con similar propoacutesito de generar cuerpos poliacuteticos tutelares de la soberaniacutea en Meacutexico Caracas La Paz Chuquisaca y luego en Bogotaacute Buenos Aires y otras capitales se fueron creando juntas que reclamaron para siacute el derecho a la tutela de la soberaniacutea Las autori-dades peninsulares que condujeron el traacutensito hacia una crisis constitucional (la propia Junta Central y la Regencia formada en enero de 1810) nunca reconocieron sin embargo en los americanos tal capacidad de tutela La invitacioacuten a formar parte de la Junta Central impliacutecitamente la negaba al llamar a elegir representantes no a las juntas formadas en las capitales de los reinos como en la peniacutensula sino a los cabildos y en forma claramente inferior en cuanto a la representatividad Se abriacutean asiacute posibilidades evidentes de repro-duccioacuten constitucional del imperialismo que se evidenciaraacuten en Caacutediz

Fue esa marca de faacutebrica imperial que acompantildea a la geacutenesis de la Constitucioacuten de Caacutediz la que acabariacutea haciendo baldiacuteo el intento de transformar en nacioacuten la antigua monarquiacutea El texto gaditano reprodujo esta misma comprensioacuten imperial al intervenir decididamente el censo americano mediante la exclusioacuten de la ciudadaniacutea y del censo de los descendientes de africanos y lo que no era menos por medio de un disentildeo provincial que se adaptaba bastante precariamente al espiacuteritu de autoadministracioacuten que alimentoacute el tiacutetulo sexto de la Constitucioacuten

Debe tenerse presente tambieacuten que la Constitucioacuten era entonces un texto legislativo de referencia pero no como dijimos al inicio de este ensayo de exclusividad Se abriacutea no soacutelo al derecho anterior sino tambieacuten y mucho a una jurisprudencia difusa producida en el terreno Esto permitioacute desarrollos constitucionales insospechados en espacios indiacutegenas o afro-indiacutegenas sobre todo pero tambieacuten una utilizacioacuten del texto como arma poliacutetica por parte de las autoridades espantildeolas en su lucha contra la insurgencia La consecuencia fue que la Constitucioacuten tuvo una aplicacioacuten bastante casual en Ameacuterica generando la sensacioacuten

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de que como ocurriacutea con las normas emanadas tradicionalmente de la fuente de soberaniacutea regia aqueacutella tambieacuten podiacutea suspenderse total o parcialmente a conveniencia

El resultado de este traacutensito hacia la Constitucioacuten que alumbroacute Caacutediz fue que el texto que cumple ahora 200 antildeos no nacioacute solo Vino acompantildeado de otros textos constitucio-nales muy a su pesar en el escenario de la monarquiacutea espantildeola Algunos le precedieron mdashen Nueva Granada y Venezuelamdash y otros llegaron enseguida y en masa Caacutediz quiso ser la Constitucioacuten y se vio entre constituciones Parte de las razones como se ha tratado de exponer aquiacute pueden estar en los oriacutegenes celulares primeros de aquel experimento que prolongaron la mirada imperial maacutes allaacute de la crisis de la monarquiacutea

VI Fuentes consultadas

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y para resaltar el propiamente ldquonacionalrdquo y en Espantildea como una distincioacuten entre la eacutepoca moderna y la contemporaacutenea Si se prescinde por un momento del mimetismo que existe en esta distincioacuten acadeacutemica respecto de la visioacuten francesa de regiacutemenes antiguo y moderno divididos por la revolucioacuten de 1789 lo relevante es entender que es en la actualidad ldquocontem-poraacuteneordquo un mundo que inauguroacute justamente aquel primer constitucionalismo

Esta comprensioacuten ha conducido a un anaacutelisis de aquel periodo en que la monarquiacutea tu-vo una crisis y el constitucionalismo surgioacute como respuesta a la misma que se ha centra-do mayoritariamente en los modelos contemporaacuteneos de la eacutepoca en el novum Los antildeos que dependiendo del gusto nacional se eligieron como referencia esencial (por ejemplo 1808 en Espantildea 1810 en Meacutexico Argentina y Colombia 1811 en Venezuela o 1825 en Bolivia) se entendieron por la historiografiacutea como particulares 1789 La Independencia y la Constitucioacuten vendriacutean a marcar el momento de aporte propio a una historia de la revolucioacuten del hemisferio occidental que veniacutea desde Estados Unidos y principalmente Francia cambiando el curso de la Historia

Asiacute se trataba de ubicar en ese momento de crisis y revolucioacuten los signos de una moder-nidad que mdashsiguiendo el imperativo de este pensamiento historiograacutefcomdash como ya veniacutea experimentada y establecida previamente entre Estados Unidos y Francia podiacutean identifcarse mejor declaraciones de derechos divisiones de poderes gobiernos representativos reformas de la fscalidad la educacioacuten y la milicia eran los principales marcadores de modernidad en los que la escritura de la historia debiacutea fjar su atencioacuten para dar debida cuenta del acoplamiento nacional respectivo a ese proceso Si uno repasa hoy obras ciertamente fundacionales a es-te respecto como las de Luis Villoro Miguel Artola y otros historiadores que comenzaron a producir y publicar sus textos maacutes relevantes entre los antildeos 50 y 60 del siglo xx dos aspectos sobresalen en las mismas En primer lugar la perspectiva nacional desde la que se escribieron interesando en ellas el modo en que tal o cual espacio nacional accedioacute a aquella modernidad marcada por las revoluciones canoacutenicas de Estados Unidos y Francia En segundo lugar el he-cho de que parece maacutes un presupuesto que una conclusioacuten la adaptacioacuten de cada uno de esos espacios a la modernidad constitucional en el periodo de la crisis de la monarquiacutea

Tanto para Espantildea como para la Ameacuterica espantildeola el cruce de ambas liacuteneas de in-terpretacioacuten mdashformacioacuten de naciones que ademaacutes desde su nacimiento se suman a la modernidad constitucionalmdash han marcado de manera indiscutible el discurso historio-graacutefco Las liacuteneas gruesas de la investigacioacuten han ido por el derrotero de mostrar un momento que deja atraacutes el Ancienne regravegime e inaugura el nuevo orden del Estado liberal Maacutes auacuten en momentos recientes que coinciden con la celebracioacuten del bicentenario de es-tos acontecimientos decisivos dicha estrecha relacioacuten entre nacimiento nacional y acceso a la modernidad constitucional ha sido el tema maacutes utilizado desde el discurso puacuteblico

Una de las aportaciones que entiendo maacutes sugerentes realizadas recientemente por la historiografiacutea ha consistido en matizar este entusiasmo liberal en la interpretacioacuten del primer constitucionalismo Admitiendo que la mera aparicioacuten del orden constitucional como marco poliacutetico fundamental de referencia es por siacute un indicio de modernidad se



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