Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

98

Transcript of Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Page 1: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"
Page 2: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"
Page 3: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"
Page 4: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

© Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia© Universidad de Antioquia – Instituto de Estudios Regionales Gobernación de Antioquia, Antioquia la más educada; Instituto de Cultura y Patri-monio de Antioquia, Sergio Fajardo Val-derrama: Gobernador de Antioquia / Juan Carlos Sánchez Restrepo: Director Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia / Jai-ro Alonso Escobar Velásquez: Subdirector Administrativo y Financiero Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia / Ánge-la María Fernández Gutiérrez: Patrimonio y Fomento Artístico y cultural Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia / Luis Guillermo López Bonilla: Líder Área de Pa-trimonio Cultural.

Universidad de Antioquia –INER: Rector Al-berto Uribe Correa / Directora INER: Clau-dia Puerta Silva / Grupo de Investigación: Felipe Andrés Arias, Ronson Castillo, An-drea Carolina Chía, David Andrés Escobar, Diana Isabel Henao, Diana Marcela Hines-troza, Oscar Julián Moscoso, Carlo Emilio Piazzini, Andrea Paola Solar, José Alejandro Úsuga y Sergio Villa.

Alcaldía de Frontino: Alcalde Jorge Hugo Elejalde López / Secretario de Educación, De-sarrollo y Cultura: Rubén Arenas / Director Casa de la Cultura: Mauricio Gómez.

Alcaldía de Urrao: Alcalde Luis Eduardo Montoya Urrego / Directora de Cultura, Fomento y Turismo: Luisa Fernanda San Martín / Director Casa de la Cultura: Wil-mar Vélez.

Coordinación editorialCarlo Emilio Piazzini Suárez

FotografíaProyecto de Investigación Inventario de Pa-trimonio Arqueológico Inmueble de Urrao y Frontino TextosCarlo Emilio Piazzini Suárez

MapasDavid Andrés Escobar Diseño y DiagramaciónPuntotres

ISBN: 978-958-8890-12-8

Impresión: Puntotres

Primera ediciónNoviembre de 2014Impreso en Colombia Instituto de Cultura y Patrimonio deAntioquiawww.culturantioquia.gov.co5124669 Universidad de Antioquia- Instituto deEstudios Regionaleswww.udea.edu.co2195699

Page 5: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

presentación

nOta intrODUctOria

inVitaciOnes a La LectUra

pOr LOs caMinOs De tOnÉ Y nUtiBara

saQUeO, GUaQUerÍa, arQUeOLOGÍa Y sitiOs saGraDOs

MeMOrias De La tierra

Periodo 1 (entre 8350 y 3000 años de antigüedad)Periodo 2 (entre 3000 y 2000 años de antigüedad)Los perúes o túmulos funerariosPeriodo 3 (entre 2000 y 1200 años de antigüedad)Periodo 4 (entre 1200 y 400 años de antigüedad)Periodo 5 (entre 400 y 100 años de antigüedad)El poblamiento embera de las vertientes cordilleranasLa presencia de las comunidades afrodescendientes en las cuencas de los ríos Arquía y Murrí

cLaVes para cOnOcer, VaLOrar Y prOteGer eL pa-triMOniO arQUeOLóGicO Y paLeOntOLóGicO

FUentes De cOnsULta

taBLa De cOnteniDO

( 5 )

( 6 )

( 7 )

( 10 )

( 18 )

( 30 )

( 33 )( 41 )( 42 )( 51 )( 57 )( 66 )( 68 )

( 75 )

( 80 )

( 86 )

Page 6: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"
Page 7: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

(( 7 ))

presentaciónEn Antioquia la más educada gene-

ramos oportunidades para la apropiación social del patrimonio cultural. Es por eso que la adjudicación de los recursos para el patrimonio cultural, que provienen del impuesto nacional al consumo sobre la telefonía móvil, se basa en criterios estric-tamente técnicos que permiten que los municipios del Departamento prioricen sus necesidades en el reconocimiento, salvaguardia y apropiación social del pa-trimonio cultural. Es así como el Institu-to de Cultura y Patrimonio de Antioquia viene financiando propuestas que involu-cran las diferentes acciones relacionadas con la gestión integral del patrimonio en las subregiones del Departamento.

La presente publicación contiene los resultados de investigación de dos proyectos que buscan dar el primer paso para la gestión del patrimonio: su inves-tigación y documentación. Para los mu-nicipios de Urrao y Frontino es clave el conocimiento de su historia a partir de investigaciones científicas que permiten conocer de primera mano cuales son los sitios que se debe salvaguardar por sus

contenidos arqueológicos y que eviden-cien sus características culturales y tem-porales, contribuyendo a la construcción de un marco interpretativo para las anti-guas ocupaciones humanas del Occiden-te del Departamento.

Pero más allá del valor científico de los proyectos de investigación, se quie-re resaltar la fuerza que tienen para el afianzamiento de la identidad cultural y la apropiación social del patrimonio. En el proceso participaron agentes culturales y vigías del patrimonio, se dieron espa-cios de formación y socialización con las comunidades locales y finalmente se en-trega este documento en el cual la termi-nología científica y académica se hace a un lado para dar paso a un texto ameno y compresible, que sin perder rigor permite que nos acerquemos a la interpretación del pasado prehispánico e incluso más re-ciente de esta región de Antioquia.

JUAN CARLOS SANCHEZ RESTREPODirector Instituto de Cultura y Patrimoniode Antioquia.

Page 8: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

(( 8 ))

Esta publicación es el resultado de los proyectos de inventario del patrimonio arqueológico inmueble, de los muni-cipios de Urrao y Frontino, realizados durante el año 2013 en el marco de la Convocatoria de Iniciativas en Patrimo-nio Cultural. Esta convocatoria fue pro-movida por el Ministerio de Cultura y la Gobernación de Antioquia, mediante el Instituto de Cultura y Patrimonio. Ob-tuvo además el apoyo de las alcaldías municipales de Urrao y Frontino, y del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia–INER.

Estos proyectos se suman a investigacio-nes realizadas en años anteriores, con apoyo de la Fundación de Investigacio-nes Arqueológicas Nacionales, la Gober-nación de Antioquia y el municipio de Frontino; han apoyado también Empre-sas Públicas de Medellín, el Comité para

nOta intrODUctOriael Desarrollo de la Investigación-CODI y el INER de la Universidad de Antioquia. Los resultados de estos proyectos son incorporados en esta publicación, pues se constituyen en antecedentes fun-damentales de investigación, sobre un tema poco estudiado en la región. Este programa de investigaciones en el Oc-cidente de Antioquia, se encuentra ads-crito al Grupo Estudios del Territorio del INER y se han beneficiado de la Estrategia de sostenibilidad 2012-2104 del CODI de la Universidad de Antioquia.

La presente publicación se encuentra acompañada de un mapa general en for-mato poster titulado Territorios Arqueo-lógicos de Urrao y Frontino, donde se ofrece una distribución geográfica de las áreas hasta ahora investigadas, así como de los sitios arqueológicos identificados.

Page 9: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

(( 9 ))

Son múltiples los reportes que desde el siglo XVI informan que en nuestra región existió una cultura antigua im-portante, lo cual se evidencia en un po-tencial arqueológico abundante para el desarrollo de investigaciones; ésta es la razón de que cada vez sean más los ha-llazgos de vestigios que permiten a los investigadores una interpretación cientí-fica de los procesos históricos precolom-binos y más recientes que son comunes en nuestra región comprendida entre Urrao y Frontino.

La presente publicación además de contener los resultados de investigacio-nes arqueológicas recientes en Urrao y Frontino, reúne como antecedentes las anteriores investigaciones realizadas en la región. Desde la década de 1990, se han venido documentando evidencias arqueológicas en la cuenca del Rio He-rradura (entre Cañasgordas, Abriaquí y Frontino), en el Valle de Nore, en Mu-singa, en Rio Verde y más recientemente en Caráuta; una abundante cantidad de sitios arqueológicos correspondientes a

inVitaciOnes a La LectUraasentamientos humanos que se remon-tan a unos ocho mil años de antigüe-dad. En Urrao las investigaciones apenas han comenzado, pero es evidente que la historia precolombina y colonial de este municipio posee aspectos comunes a la de Frontino, lo cual relaciona las figuras de los caciques Toné y Nutibara.

En el texto se establece una serie de cinco periodos históricos, y según los hallazgos relacionados a cada uno de ellos, se in-terpretan transformaciones en las for-mas de los asentamientos, la densidad demográfica y las tecnologías de pro-ducción de artefactos. Para los periodos más recientes se incluyen la invasión es-pañola en siglo XVI, el periodo colonial y el poblamiento de comunidades chocoés hacia estas regiones de Urrao y Frontino, conformando asentamientos por parte de los ancestros de los embera.

Esta publicación también presenta las normas estatales de protección de los sitios y piezas precolombinas, entre las que se establece la prohibición de la

Page 10: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

(( 10 ))

guaquería y la comercialización de pie-zas arqueológicas, así como la necesidad de realizar estudios de arqueología de forma previa a la realización de proyec-tos de explotación de minerales u obras de infraestructura, para determinar si allí existen vestigios arqueológicos, y en tal caso, aplicar medidas para su protec-ción, estudio y valoración.

También se exhorta a las autoridades de Urrao y Frontino para que “incorporen adecuadamente medidas de gestión del patrimonio arqueológico en sus esque-mas de ordenamiento territorial y que apoyen procesos tendientes a la declara-toria de áreas arqueológicas protegidas”

Es oportuno anotar que Las evidencias arqueológicas recuperadas de las exca-vaciones en estos territorios reposan en la Universidad de Antioquia, donde esta disponibles para el conocimiento de los interesados. Pero es necesario adelantar gestiones para que estas sean conserva-das en museos creados en los respectivos municipios de origen.

Esta publicación está escrita en un len-guaje entretenido y comprensible para quienes no entenderíamos el discurso técnico de la arqueología; va dirigida a docentes que verán en la cartilla una herramienta fácil de recrear este conoci-miento con sus alumnos, a los funciona-rios de las entidades municipales, a los

gestores culturales, a las organizaciones y corporaciones culturales, a los consejos municipales de cultura de ambos mu-nicipios, a sus centros culturales, a los grupos de vigías del patrimonio, a los cabildos indígenas, los consejos comuni-tarios, y a la comunidad en general

Es necesario este llamado a la valoración de una riqueza que es patrimonio cultu-ral nuestro, como son, por ejemplo, los perues o túmulos funerarios, evidencias aún vigentes y abundantes en los paisa-jes de Frontino y Urrao, y que correspon-den a lugares ceremoniales y monumen-tos precolombinos.

Al arqueólogo Carlo Emilio Piazzini Sua-rez y a su equipo de investigación con-formado por antropólogos, estudiantes de antropología y colaboradores locales: campesinos, jóvenes vigías del patrimo-nio local y gentes de la comunidad en general; a todos ellos inmensa admira-ción y gratitud por su entereza en es-tos asuntos que tanto apasionan y que dimensionan nuestro patrimonio históri-co, cultural y arqueológico; lo visibiliza, lo fundamenta como una herramienta sólida para gestionar políticas locales re-gionales y nacionales de conservación y prevención.

HORACIO QUIRóS TOROGestor cultural, Municipio de Frontino

Page 11: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

(( 11 ))

Colón por error descubrió América; me-dio siglo después por otro error lleno de sed de oro, se descubrió la “gran nación Catía”, llamada así por los cronistas es-pañoles por ser tan numerosos sus ha-bitantes, sus lenguas tan variadas y sus territorios tan extensos. Los catíos que poblaron el occidente antioqueño, tuvie-ron como uno de sus principales asenta-mientos la población de Urrao, que en su época se extendió hasta los límites con el Atrato y fue el lugar destinado para que Toné defendiera sus tierras y posesiones, es decir es el escenario local de una cul-tura, el punto de partida de nuestra his-toria, patrimonio e identidad.

Al proceso de invasión le sigue uno de colonización con la imposición de una cultural totalmente diferente, que trans-formó la cultura autóctona, de la cual solo quedan huellas que se van perdien-

do en el tiempo; pero como “si aquellos que fueron”, no quisiesen ser olvidados, van surgiendo de diferentes lugares de nuestro municipio testimonios mate-riales, indicios arqueológicos como los hallados desde la época de los 90 hasta nuestros días en Venados, Calles, Valle de Perdida, Murri, Guapantal, Chuscal, El Paso, El Indio, El Pesetas, La Florida, El Escubillal, San José Arriba, La Rapulosa, Pavón y otros lugares que esperan mu-dos, ignorados por el desconocimiento de su valor cultural y su importancia para la historia, pero que hoy gracias al interés de algunos profesionales en el área po-dremos conocer como parte de un lega-do que ha estado perdido en el tiempo. Huellas, un pasado en presente.

WILMAR VéLEZ AGUIRREGestor cultural, Municipio de Urrao

Page 12: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

pOr LOs caMinOs De tOnÉ Y nUtiBara

Page 13: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

(( 13 ))

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

¿Quién en Urrao y Frontino no ha escuchado hablar de toné y nutibara?

Legendarios caciques que hace más de cuatrocientos años hicieron par-te del choque entre el mundo eu-

ropeo y americano, defendiendo sus te-rritorios en lo que hoy es el occidente de Antioquia en sus vertientes al río Atrato. Nutibara y Toné evocan memorias pro-fundas de la presencia indígena, que se alimentan y actualizan en narraciones orales y escritas de diferente origen: unas provenientes de lo transmitido por los descendientes indígenas de genera-ción en generación; otras derivadas de lo anotado por los escribanos españoles, ya fuera de lo presenciado por ellos mismos o de lo narrado por sus compañeros. Contadas desde diferentes visiones del enfrentamiento entre propios y extraños, y recreadas desde distintas valoraciones acerca de lo que ha significado, siglos después, el legado español o indígena en estas tierras, dichas memorias no son caprichosas. Confluyen, sin perder sus particulares tonos, en ciertos aconteci-mientos y vestigios materiales que les son comunes.

Decía hace pocos años Don Vicen-te Bailarín en la comunidad emberá-ca-tío del Llano en Frontino, que el caci-que Nutibara “fue quien llegó primero aquí… En ese tiempo el indígena no era como nosotros así. No conocía el pa-dre. Nutibara conversaba como estamos aquí nosotros, conversaba con el diablo. Cuando llegaron los españoles, como co-gían a los indígenas, el diablo ayudó para que hicieran unas sepulturas grandes, para hacer ese perú”. Perúes o pirúes, así es como llaman en esta región a los túmulos, esos monumentos funerarios y ceremoniales precolombinos construi-dos con montículos de tierra. Todavía los túmulos hacen parte de los paisajes locales, evocando historias de caciques

Page 14: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

P O R L O S C A M I N O S D E T O N É Y N U T I B A R A

(( 14 ))

que se enterraron con sus atuendos do-rados, ante el acoso de los europeos por saquear sus riquezas.

Lo expresado por Don Vicente Bai-larín encuentra semejanza con lo dicho, en otro tiempo, por un escribano espa-ñol. Hace más de cuatrocientos cincuen-ta años Pedro Cieza de León, quien hizo parte de una de las primeras expediciones españolas que llegaron a las montañas del noroccidente de Antioquia, escribía en sus memorias que Nutibara era el ca-cique reinante en la provincia de Guaca. Hijo de Anunaibe y hermano de Quinun-chú, a este cacique debían obediencia y llevaban en hombros los principales seño-res de esas tierras. Escribía también Cie-za de Léón, que en lengua nativa Guaca era el diablo, quien bajo la figura de un tigre alertó a los comarcanos sobre la lle-gada de los europeos. Ocurrió entonces que por consejo suyo, tomaron las armas para la guerra y escondieron sus tesoros en templos donde lo adoraban.

Este escribano español pudo ver los perúes o túmulos funerarios, pues dice que en aquella región al morir los seño-res principales, les hacían sepulturas tan grandes como pequeños cerros, bajo los cuales eran enterrados en bóvedas enlo-sadas junto con algunas de sus mujeres y sirvientes, para que bajasen más acom-pañados a los infiernos.

Como se sabe, en nombre de la fe cristiana y las misiones de evangelización, las creencias indígenas fueron calificadas por los europeos de idolatrías, mientras que sus divinidades fueron satanizadas. Por eso, es que en los relatos escritos por los españoles Guaca fue descrito como un demonio y las formas de enterramiento indígena como un preparativo para viajar al infierno. Y es por eso que en la tradi-ción oral de los emberas, Nutibara puede aparecer como un aliado del diablo.

A pesar de todo, la figura de Nuti-bara ha sido exaltada en las memorias locales. Para los embera representa el vínculo de su pueblo con épocas que antecedieron la presencia de los misio-neros españoles. Y para los historiadores locales es una figura de arraigo a su terri-torio. Ramón Antonio Elejalde Escobar, historiador de Frontino, compuso hacia 1943 un poema dedicado a Nutibara, en una de cuyas estrofas dice:

“Cual Cheops orgulloso en roca dura

fabricó su sepulcro Nutibara,

para que altiva y libre su figura

jamás el español la profanara…”

Como una proclama, hasta hace poco esta poesía aparecía escrita en la pared de un local del corregimiento de Nutibara, asentamiento formado al vai-vén del camino que de Frontino conduce hacia Murrí. Dicen aquí que en un alto de las montañas que rodean el pueblo, alguien encontró en un perú las alhajas del cacique, otros dicen que sus riquezas jamás se hallaron. Para conmemorar la memoria del cacique, además de llevar su nombre, en el parque de Nutibara se erige una estatua del personaje, en ague-rrida posición, obra de Mariano Restrepo (ver figura 1). Y tradicionalmente, cada dos años, la presencia de Nutibara es re-novada, cuando se realizan fiestas popu-lares que llevan su nombre.

En Urrao, Toné es lo que Nutibara para las gentes de Frontino: símbolo de arraigo, defensa de lo propio, autonomía e identidad, todo ello en medio de las aceleradas transformaciones del mundo contemporáneo. De Toné es muy co-nocida la semblanza que hace más de cuatro siglos imaginó el cronista español

Page 15: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 15 ))

Juan de Castellanos, a partir de narracio-nes que recibiera de compañeros suyos que recorrieron la región:

“Gallardo, mozo, suelto, bien dispuesto

De fuerzas monstruosas y atrevido,

En quien nunca jamás hubo descuido

Para se defender de los contrarios”

Esta estrofa, que describe a quien presentó tenaz resistencia a los españo-les en su fortaleza del valle de Penderis-co, se recita y escribe por doquier en los libros de historia y en los monumentos

conmemorativos de Urrao, donde ade-más suele encontrarse esta otra, en la cual Castellanos puso en boca de Toné la siguiente advertencia:

“Llegaos un poco más acá, cristianos,

Por el tributo que se os adereza:

Dejaremos las armas de las manos

Para ponéroslas en la cabeza;

Y aún de vosotros a los más lozanos

Tengo de desmembrar pieza por pieza

Porque si padecéis muerte prolija,

La paz que me pedís quedará fija”

Figura 1. Estatua del cacique Nutibara en el parque del corregimiento de Nutibara en Frontino.

Page 16: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

P O R L O S C A M I N O S D E T O N É Y N U T I B A R A

(( 16 ))

Jaime Celis Arroyave, historiador urraeño, ha visto en esta actitud y en la resistencia que opuso Toné a los espa-ñoles la “primera proclama y declaración de libertad e independencia entre noso-tros”. Y es que Toné ha sido valorado por escritores y artistas de Urrao como figura tutelar del territorio. El poeta Elio-dino Durango Rueda, decía ya a inicios del siglo XX al referirse al Penderisco:

“Este es el río de Toné, el valiente,

el río que refresca las riberas

del valle, con la fuerza omnipotente

de un dios enloquecido de quimeras”.

Actualmente, una estatua situada en el parque principal de Urrao, elaborada por el maestro Humberto Elías Vélez, ofre-ce una figura estilizada de Toné tutelando en su regazo el nacimiento del río Pende-risco (ver figura 2). Desde hace tiempo, cada año los urraeños celebran sus fiestas populares en honor al Cacique Toné.

La importancia de Nutibara y Toné en las tradiciones culturales, así como su presencia en hitos del paisaje y en espa-cios públicos de Frontino y Urrao, es la cara visible de procesos históricos que por lo general han sido invisibilizados. La exaltación de los orígenes hispanos del pueblo antioqueño, las gestas de los héroes criollos asociados con la indepen-dencia y el tesón de aquellos campesinos que conformaron la colonización paisa, han cubierto capa tras capa, el subsue-lo histórico al cual remiten las figuras de estos caciques. Subsuelo que no es sólo el de las historias precolombinas, sino que incluye los procesos de resistencia y configuración étnica que en el perio-do colonial y republicano posibilitaron la presencia actual de las comunidades em-bera-catío en el occidente de Antioquia y en la cuenca del Pacífico.

También comparten esta posición subterránea las memorias sobre los pro-cesos de cimarronaje y manumisión de los grupos de origen africano esclaviza-dos durante la Colonia, que explican el origen y presencia actual de las comu-nidades afrodescendientes en las cuen-cas de los ríos Arquía, Murrí y Atrato. Pero aún más soterrados se encuentran aquellos procesos por los cuales grupos indígenas, negros, europeos o criollos interactuaron entre sí para producir in-finitas formas híbridas de la cultura, las cuales suelen simplificarse bajo la figura del mestizo, cuando no son ocultadas por viejas y nuevas maneras de purificar el origen hispánico, africano o america-no de las sociedades que hoy coexisten en estos territorios.

El carácter subterráneo de estos procesos se hace visible en ciertos relatos locales. Dicen que hace siglos existía un camino que desde las minas de oro del Cerro y pasando por debajo del Páramo, comunicaba a Frontino con Urrao. Cuenta la tradición oral embera-catío, que ese tú-nel fue hecho por sus ancestros, y se oye decir a algunos campesinos que éste co-menzaba en la Cueva del cacique Nutiba-ra, en la vereda El Limo de Frontino, y salía por la Cueva del cacique Toné en la vere-da Pabón de Urrao. Al penetrar en esas y otras cavernas, se encuentra sin embargo que concluyen o se interrumpen pronta-mente por derrumbes o sólidas peñas. En su interior se ven recovecos que proba-blemente corresponden a viejos desvíos o también a huellas de aquellos que lleva-dos por la promesa de un tesoro, excava-ron obstinadamente en la peña viva.

Imagine el lector que la búsqueda de vestigios y la interpretación de los procesos históricos que han conducido a lo que son hoy los territorios y gen-tes de Frontino y Urrao, se parece a la exploración de estas cuevas. Cargados

Page 17: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 17 ))

de leyendas, misterios y promesas, es-tos socavones terminan sin embargo allí donde las acciones recientes de los humanos han alterado o sepultado sus galerías, o donde el olvido absoluto del pasado se impone como una peña viva. Imagine también, pese a todo lo ante-rior, que es posible hallar una comunica-ción subterránea entre esas historias casi completamente sepultadas de Frontino y Urrao, cuyos indicios emergen en forma de caciques legendarios, tesoros fabu-losos, sepulturas y perúes que indican historias mudas y geografías invisibles de antiguos territorios y lugares sagrados.

Pero en esa tarea hay que enfrentar otra barrera: los límites y limitaciones que ha impuesto la geografía política más re-ciente. La definición de los límites muni-

cipales han tendido a separar, más que a unir, los municipios de Urrao y Fronti-no. Y la primacía política y económica de Medellín, ha provocado que la prioridad haya sido comunicar estos municipios con la región central de Antioquia, antes que entre ellos mismos. De forma para-lela, las historias e identidades municipa-les a menudo se han encerrado en sus propios territorios municipales, descono-ciendo procesos que vinculan fuertemen-te a Urrao y Frontino. Lo mismo ocurre en relación con los municipios de Murin-dó y Vigía del Fuerte, y más ampliamente con el Chocó (ver Mapa general).

Antes de la construcción de las fron-teras coloniales, debido a disputas entre diferentes autoridades y encomenderos por el control de la mano de obra indíge-

Figura 2. Estatua del cacique Toné en el parque principal de Urrao.

Page 18: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

P O R L O S C A M I N O S D E T O N É Y N U T I B A R A

(( 18 ))

na, las tierras y el oro, ya se habían gene-rado dinámicas milenarias de intercam-bio e interacción entre grupos sociales asentados en lo que hoy es el occidente de Antioquia y el Chocó. Incluso cuando se crearon las parroquias y los municipios como células básicas del ordenamiento territorial eclesiástico y republicano, los límites entre Urrao y Frontino poco signi-ficaron para las comunidades indígenas, afrodescendientes y de colonos campe-sinos que indistintamente establecieron sus asentamientos en las vertientes cor-dilleranas hacia el Atrato.

Para ellos, como para las personas que buscan ir de Urrao a Frontino, resul-tan cuando menos absurdas las vías que hoy conducen en automotor de un lugar a otro, pues hay que hacer un largo ro-deo por el cañón del río Cauca. Debido a este moderno sistema vial, se encuentran más cerca Urrao y Frontino de Medellín, que de ellos entre sí. Ni qué decir de las rutas aéreas hacia el Chocó, que surcan los cielos entre Medellín y los pueblos del Atrato sin hacer escala en Urrao o en Frontino.

Pero también es cierto que en bestia o a pié, durante dos o tres días, por caminos más o menos abiertos, se puede ir de una población a otra por La Encarnación o por el Valle de Pérdidas. Y desde ambos municipios se va hacia el Atrato por caminos secos o mojados que se descuelgan por las cuencas de los ríos Murrí y Arquía. Rutas que pueden ser testigos de centenarias redes cami-neras, mucho más importantes en el pa-sado que en el presente.

Esto lo advirtieron hace muchos años quienes los recorrieron con la mira-da atenta a las huellas que indicaban su existencia desde épocas muy antiguas. En 1927, al empresario y minero inglés Juan Enrique White le llamaban la atención los grandes caminos hechos antiguamente

por los indígenas mediante cortes y terra-plenes. Lo propio observaba en 1925 el historiador urraeño Ángel Madrid, quien describió: “La senda visible aún, de un camino magnífico que tiene su base en la desembocadura del río Murrí, atraviesa los valles de Mandé, Nendó Penderisco y otros, pasa por el lado oriental de esta cabecera, se interna luego en las llanu-ras del Pabón con un maravilloso trazado que bien pueden envidiar cualesquiera de nuestros mejores técnicos en ese ramo, para salir al Cauca, sin que sepamos el preciso lugar donde concluye”.

Trazos de los caminos referidos por Madrid y White se pueden ver hoy en las cuencas de los ríos Penderisco y su tribu-tario el Pabón, insinuándose al atardecer mediante banqueos lineales que trans-curren a media ladera por los potreros. Pero hay otros indicios que hablan de la existencia de rutas de comunicación que atravesaban el occidente de Antioquia, desde Urabá y el Sinú hasta Urrao y se proyectaban desde el Cauca al Atrato. Las formas y motivos decorativos de las piezas de orfebrería y cerámica fabrica-das en épocas precolombinas, poseen semejanzas que no son casuales, sino que atestiguan sistemas de significación compartidos por poblaciones asentadas en amplios territorios. Igualmente, la se-mejanza de los cementerios compuestos por túmulos funerarios o pirúes y las ade-cuaciones mediante banqueos o tambos para construir viviendas en terrenos de ladera, son testimonio de concepciones y saberes compartidos.

A partir de indicios y huellas que perseveran bajo la tierra y en su super-ficie, en los paisajes, en las narraciones orales y en los libros, se invita a quienes leen este texto a imaginar y recrear esas historias subterráneas que ponen en contacto a Nutibara y Toné; esas histo-rias que permiten comprender aspectos

Page 19: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 19 ))

olvidados o casi no recordados y poco estudiados de procesos y dinámicas so-ciales milenarias o centenarias que con-tribuyeron a dar forma a lo que son los actuales territorios de Urrao y Frontino.

En las siguientes páginas se ofrece una aproximación a esas historias, elabo-rada en buena medida a partir de la ob-servación de evidencias arqueológicas, es decir, rastros de antiguas viviendas, sitios funerarios y ceremoniales, caminos an-tiguos, así como restos de artefactos de cerámica, piedra, vidrio y metal hallados en esos lugares. Todos ellos son huellas, testigos mudos de actividades humanas que tuvieron lugar en el pasado, los cua-les no obstante se vuelven elocuentes cuando se sabe interrogarlos, cuando desde el presente son vinculados con preguntas sobre la vida de los hombres y mujeres que los construyeron y usaron.

Se trata pues de vestigios general-mente muy antiguos, otros más recien-tes, que no son meras reliquias, antigüe-dades o vejeces, sino indicios del pasado que coexisten con nosotros en el presen-te, cuyo valor estriba justamente en la posibilidad que proporcionan de aproxi-marse a historias que de otra manera es imposible o muy difícil conocer. Historias que alimentan las memorias y hacen par-te, conjuntamente con los lugares, los paisajes y los territorios, de la forma en que son las sociedades del presente, y de cómo conciben su devenir y su futuro. Bienvenidos.

Page 20: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

(( 20 ))

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

saQUeO, GUaQUerÍa, arQUeOLOGÍa

Y sitiOs saGraDOs

Page 21: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 21 ))

es frecuente, cuando se va por trochas y caminos, que al preguntar a las gentes si conocen de vestigios de ocupaciones humanas, se entablen conversaciones sobre guacas y tesoros.

se habla de luces, fuegos y alum-bramientos que en Semana Santa indican el lugar de las sepulturas

indígenas, tesoros e incluso fortunas más recientes que fueron enterradas ce-losamente por sus dueños. Se narran las dificultades, venturas y desventuras que suceden durante la búsqueda de esas ri-quezas, e incluso, sucesos misteriosos de presencias y voces fantasmales, o extra-ñas transformaciones del oro en piedra.

Todas estas son concepciones forja-das durante siglos a partir del sentido y valor de aquellas cosas que aun cuando están presentes, como los lugares de en-terramiento, remiten a un pasado inme-morial. De diversas maneras, todas las sociedades han incluido los vestigios ma-teriales del pasado dentro de particulares formas de interpretación del mundo. En América, estas concepciones se encuen-tran relacionadas con el tratamiento que los europeos, hace cinco siglos, dieron a aquellos lugares y cosas que hacían par-te de los rituales, ceremonias y memo-rias indígenas. Sobre la base de creencias medievales y cristianas, imaginaron que en el mundo americano abundaban do-radas riquezas que les estaban reserva-das, pero también que estaba habitado por gentes con extrañas costumbres que calificaron como idolatras y paganas. Así, el fulgor del oro y la promesa de fa-bulosas riquezas estuvieron acompaña-dos de un aura de misterio alimentada por creencias acerca del mundo de los muertos y de lo demoniaco.

En el noroccidente de lo que hoy es Colombia, estas formas centenarias de aproximación a los vestigios del pasado indígena tienen especial significación, por ser uno de los primeros “laborato-rios” de América donde se fabricaron leyendas acerca de fabulosos tesoros. Antes de que se hablara de la leyenda del Dorado, en el Darién y Urabá se ha-

Page 22: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

S A Q U E O , G U A Q U E R Í A , A R Q U E O L O G Í A Y S I T I O S S A G R A D O S

(( 22 ))

bía comenzado a hablar del Dabaibe, riqueza legendaria que actuaría como aliciente para muchas de las campañas de invasión y saqueo efectuadas por los europeos en la región.

A pocos años de iniciado el desem-barco español en América, los europeos que se encontraban en Santa María de la Antigua del Darién recibieron noticias acerca de la riqueza aurífera de las mon-tañas situadas al oriente y aguas arriba del río Atrato. Dichas noticias impulsa-ron la realización de algunas incursiones y la elaboración de no pocas narracio-nes acerca de la existencia de un extraor-dinario tesoro al que se daba el nombre de Dabaibe o Dobaibe. Según escribía por entonces el cronista Pietro Mártir de Anglería, Dobaibe era un cacique po-deroso y respetado con mucha riqueza de oro, cuyo pueblo estaba a cuarenta o cincuenta leguas del Darién. Era tam-bién el nombre del país que éste domi-naba, de las montañas y la región rica en depósitos de oro que se encontraban en sus inmediaciones y de un río, que en ocasiones asimila al Atrato, y en otras, a uno de sus afluentes.

Decía el cronista italiano que ese nombre se derivaba de Dabaiba o Do-baiba, una mujer que de acuerdo con las tradiciones indígenas poseía gran inteligencia y extraordinaria prudencia, y quien luego de su muerte se convirtió en una divinidad adorada por las gentes de la región. Madre del dios creador, Do-baiba enviaba tormentas y relámpagos y destruía las cosechas cuando se enojaba. Para aplacarla, le ofrecían sacrificios en cierta época del año, cuando en un san-tuario y templo hecho en su honor, se celebraban grandes reuniones oficiadas por sacerdotes que observaban estrictas reglas de castidad y pulcritud.

A estas ceremonias los caciques de diferentes naciones enviaban esclavos

para ser sacrificados. Tanto para la con-vocatoria como para la realización de la ceremonia se tocaba música con trompe-tas y campanas de oro, de las cuales dice Pietro Mártir que los españoles quitaron una muestra muy representativa a un ca-cique que hallaron a orillas del río Dabai-be: cerca de 14.000 pesos de oro (equi-valentes a unos 64 kilogramos), entre los cuales se contaban 1.300 campanas.

Las esperanzas puestas en este pri-mitivo Dorado provenían de rumores acerca de los hallazgos efectuados por Vasco Núñez de Balboa entre 1513 y 1515, en expediciones por el río Atrato y sus afluentes. Decía éste que habiendo llegado al pueblo mismo del cacique Da-baibe, encontró 7.000 castellanos de oro (unos 32 kilogramos) en las casas aban-donadas. Pero al mismo tiempo, varios funcionarios de Santa María de la Anti-gua del Darién escribían al Rey, diciendo que era en el Sinú donde podrían estar las riquezas del Dabaibe.

En un mapa de América, elaborado hacia 1519, ya aparece la leyenda de Da-baiba, localizada en el extenso y desco-nocido territorio al oriente del golfo de Urabá. La acompaña una inscripción que en latín dice: “Dabaiba es la reina y se-ñora que domina los pueblos que tienen mucho oro”. Pero, como suele ocurrir con las leyendas, la ubicación precisa del tesoro del Dabaibe nunca pudo ser con-firmada. Cabe decir aquí que el nombre actual del municipio antioqueño de Da-beiba se debe más a la celebración de la leyenda, que a la ubicación precisa del pueblo, santuario o tesoro del Dabaibe (ver figura 3).

Una vez agotadas las riquezas del Darién, a partir de la década de 1530 los españoles asentados en Cartagena co-menzaron a realizar expediciones hacia el oriente de Urabá, y muy especialmente al Cenú, llevando a cabo jornadas de inten-

Page 23: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 23 ))

so saqueo de templos y sepulturas que dieron como resultado una de las ma-yores riquezas de oro conseguidas en el Nuevo Mundo. Estas campañas fueron el primer paso de las incursiones europeas a las vertientes montañosas de lo que hoy es el occidente de Antioquia, y una escuela donde aprendieron a identificar y saquear los perúes o túmulos funerarios.

Entre 1537 y 1538 el capitán Fran-cisco Cesar y el licenciado Juan de Vadi-llo efectuaron dos expediciones llegando a las tierras de Nutibara en Guaca y las provincias de Nore y Buriticá. Ambos participaron en los saqueos efectuados en el Sinú y se habían animado a llegar hasta la región, por noticias que señala-ban las tierras altas de la cordillera, en el noroccidente de Antioquia, como el lu-gar del que provenía buena parte del oro obtenido en Urabá y el Sinú..

Según dijo Vadillo, en una primera entrada Cesar y sus soldados obtuvieron un botín de aproximadamente 20 mil pe-sos de oro (unos 92 kilogramos) prove-nientes del ajuar de una sola sepultura, localizada al interior de un templo en tie-rras de Nutibara. Por su parte, el teniente Alonso López de Ayala fue enviado por Vadillo a buscar dos ricos bohíos que se decía estaban aguas arriba del río Atrato, uno dedicado al diablo y otro a la diosa Dabaiba. éste último custodiado por un tigre, al que le daban mujeres jóvenes de comer.

Aunque no pudo llegar al mítico lu-gar encontró varios caciques, uno de los cuales fue forzado a entregar dos mil pe-sos de oro (unos 9 kilogramos) en piezas semejantes a las del Sinú. Por último, el mismo Vadillo, animado por estos resul-tados, efectuó una expedición que atra-

Figura 3. Fragmento de mapa anónimo de América, elaborado hacia 1519, donde aparece el toponímico Dabaiba. Fuente: Uhden Richard. 1938. An Unpublished Portolan

Chart of the New World, A. D. 1519. The Geographical Journal 91, No. 1.

Page 24: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

S A Q U E O , G U A Q U E R Í A , A R Q U E O L O G Í A Y S I T I O S S A G R A D O S

(( 24 ))

vesó las provincias de Nutibara, Nore y Buriticá hasta llegar al río Cauca, lo cual le permitió confirmar que allí no sólo existían riquezas representadas en piezas de orfebrería, si no que había minas de oro de aluvión y veta, que eran aprove-chadas por varios caciques de la región.

Las cifras del oro obtenido por los españoles en aquellos años seguramente no son precisas, dado que lo que bus-caban con su publicación era llamar la atención del Rey sobre el éxito de sus ha-zañas en el Nuevo Mundo. Sin embargo, la fiebre de oro llevó a que, en muy po-cos años, las incursiones españolas por el noroccidente de Antioquia arrasaran con poblaciones enteras, robando y des-truyendo cuanto podían. En 1542 Juan Bautista Sardella, escribano del mariscal Jorge Robledo, observaba que en Nore y

Guaca estaba todo destruido por cuenta de las armadas de Cartagena que por allí habían pasado.

Así mismo, los indígenas de la pro-vincia de Hebéxico le contaron que ha-bían tenido noticia que otros españoles habían pasado por Nore, Buriticá y Gua-ca, dando muerte a los indios y sus se-ñores, lo cual atribuía a las incursiones de Vadillo y Juan Graciano, que como no tenían intención de asentarse en esas tierras, robaron y destruyeron todo por donde pasaron (ver figura 4).

Ningún hallazgo era suficiente para satisfacer las esperanzas puestas en el Dabaibe, pues su búsqueda perduró por lo menos durante dos siglos más. En un mapa del Chocó, dibujado en 1610 y en-viado al Rey por el gobernador de Popa-yán Sarmiento de Sotomayor, se destaca

Fig 4. Grabado de Theodor de Bray. Fuente: Bartolomé de las Casas. 1598. Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Francofurti : Sumptibus Theodori de Bry, & Ioannis Saurii typis.

Page 25: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 25 ))

en las cabeceras del río del Darién (Atra-to) la figura de una gran casa, rodeada de una empalizada, a la cual correspon-de el nombre del Dabaibe (ver figura 5). Unos años después, en 1622, el cronista Vásquez de Espinoza escribía que en uno de los ríos afluentes del Atrato, se tenía noticia de la existencia del mayor santua-rio indígena de la región, el rico templo del dios Dabaibe, que era un león de oro al cual desde hacía mucho ofrecían tribu-to los indígenas. Añadía que dicho san-tuario no había podido encontrarse por la extensión de esas tierras, la vegetación cerrada de los bosques y las grandes montañas, que las hacían impenetrables.

Todavía en 1712, José López de Carvajal, por entonces gobernador y capitán general de la provincia de An-tioquia, refería haber mandado a varios

indios chocóes que se encontraban en el sitio de Murrí, a explorar por la cuenca del Río Verde hacia el norte, hasta llegar a las cabeceras del río Sinú. Allí se presu-mía que estaba el santuario del Dabaibe, llamado Oromira por estos lugares. Y es que desde el siglo XVI, los dueños de las encomiendas del occidente de Antioquia habían obligado a los indígenas mismos a desenterrar las antiguas sepulturas, con el objetivo de obtener piezas de oro que en-traban a hacer parte del pago de tributos.

Tiempo después, durante el siglo XIX en Frontino y la cuenca del río Murrí se registró un aumento considerable de la minería de oro, cuando empresarios antioqueños y extranjeros, sobre todo ingleses, efectuaron inversiones impor-tantes en la exploración y explotación de minas de oro de veta y aluvión. Para

Figura 5. Mapa del Chocó, dibujado en 1610 y enviado al Rey por el gobernador Sarmiento de Sotomayor. Fuente: Romoli, Kathleen. 1975. El alto Chocó en el siglo XVI. Revista Colombiana de Antropología, 29: 38.

Page 26: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

S A Q U E O , G U A Q U E R Í A , A R Q U E O L O G Í A Y S I T I O S S A G R A D O S

(( 26 ))

esa época, también estaban llegando a Urrao y Frontino familias de colonos pro-venientes de varias regiones de Antio-quia, estableciendo fincas y trabajando la minería. Al mismo tiempo, se pusie-ron en marcha varios proyectos oficiales de apertura de caminos para comunicar el interior de Antioquia con el Atrato y Urabá. En medio de estas actividades, la búsqueda de objetos orfebres preco-lombinos vivió un nuevo auge, esta vez por parte personajes conocidos como guaqueros, expertos en la identificación y excavación de tumbas indígenas.

Como en otras partes de América, en esta región la guaquería se conformó para dar respuesta a una demanda espe-cífica: la colección de objetos de origen indígena por parte de anticuarios locales o extranjeros, así como de las primeras generaciones de etnólogos y arqueólo-gos europeos y norteamericanos. Estos personajes consideraban que esos obje-tos eran reliquias, obras de arte indígena o testimonios del pasado precolombino que era necesario conservar o por lo me-nos dejar registrados para su estudio. De esta forma, aun cuando gran parte de los objetos de oro hallados continuaron ha-ciendo parte de los materiales que iban a las fundiciones, otra parte compuesta por aquellas piezas más espectaculares, al igual que utensilios de cerámica y piedra, que antes no interesaban a nadie, empe-zaron a a comerciarse con destino a co-lecciones públicas o privadas, localizadas en Colombia, Estados Unidos y Europa.

Por cuenta de este nuevo auge, se produjeron las primeras descripciones de sitios y piezas de valor arqueológico ha-llados en el occidente de Antioquia. Por ejemplo, en 1860 el químico y viajero in-glés William Bollaert decía haber hecho el examen de cuatro piezas de metal pro-venientes de túmulos funerarios del “Va-

lle de Antioquia” (se refería probable-mente al sitio conocido como Antioquia La Vieja en Frontino), presentes en una colección conformada por el diplomático norteamericano Harrison Smith en Pana-má y halladas por el Coronel neograna-dino Tomás Herrera.

Luego, entre 1875 y 1876, un viaje-ro más especializado como Adolf Bastian, director del Museo Etnográfico de Berlín, recorrió varias partes de Colombia, entre ellas Antioquia, para recolectar personal-mente piezas arqueológicas que alimen-tarían las colecciones del importante mu-seo alemán. En Medellín, Bastian conoció al ingeniero inglés Robert White empresa-rio de minas y caminos, quien le contó so-bre la existencia de túmulos funerarios en Frontino, Murrí y las cordilleras del Chocó. White, escribió en 1884 en la revista del Instituto de Antropología de Gran Breta-ña e Irlanda, descripciones precisas de los túmulos funerarios y sus contenidos, y en-vió piezas arqueológicas del occidente an-tioqueño al Museo Etnográfico de Berlín y al Museo Británico de Londres, donde aún se encuentran.

Por cuenta de estas noticias, hace más de ciento veinte años la región ha-bía obtenido reconocimiento en la litera-tura arqueológica internacional, como se puede observar en la obra La Raza Ame-ricana del médico y antropólogo nor-teamericano Daniel Brinton, escrita en 1891. Allí se apuntaba que en Antioquia había numerosos túmulos funerarios, es-pecialmente en los distritos de Frontino y Dabeiba, que rendían una rica cosecha a los anticuarios. Decía Brinton que en estas tumbas se habían hallado figuras, vasos y ornamentos de oro, utensilios de piedra de extraordinaria perfección, es-pejos de pirita pulida y pequeñas imáge-nes de piedra y terracota.

Por la misma época, piezas ar-

Page 27: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 27 ))

queológicas provenientes de guaquerías efectuadas en Urrao hacían parte de la colección del viajero francés Joseph de Brettes, quien recorrió Colombia entre 1890 y 1896 (ver figura 6). Pero no eran sólo extranjeros quienes se interesaban por los hallazgos. Desde 1882 el anticua-rio bogotano Liborio Zerda había inclui-do en su estudio sobre El Dorado la “cor-dillera del Frontino” como una de las áreas en donde más se habían extraído objetos precolombinos de oro en Antio-quia y anotaba sobre la existencia de tú-mulos funerarios allí y en el Sinú. Como producto de ello, algunos hallazgos ha-bían llegado a manos de coleccionistas de Medellín, como Vicente Restrepo y Leocadio María Arango quienes poseían piezas de orfebrería y cerámica prove-nientes de Frontino y Urrao (ver figura 7).

Durante la primera mitad del siglo XX, algunos propietarios de tierras y mi-nas aficionados a la arqueología, como Juan Enrique White y su hijo Gustavo White, llamaban nuevamente la atención sobre hallazgos de piezas de orfebrería y cerámica en el occidente de Antioquia, halladas en túmulos y tumbas con cá-maras recubiertas de lajas en Frontino y Dabeiba, además del registro de petrogli-fos en Cañasgordas. Al mismo tiempo, se producían otro tipo de “hallazgos”: his-toriadores locales como Ángel Madrid y Ramón Elejalde, entregados a la lectura de las crónicas españolas de la Conquis-ta, encontraron allí valiosa información sobre las costumbres y las formas de organización social y política de las so-

ciedades que en el siglo XVI poblaban la región. Entonces consignaron en las mo-nografías municipales que los catíos ha-bían habitado en el municipio de Urrao y que las provincias de Guaca y Nore se localizaban en el territorio de Frontino.

Al mismo tiempo, al otro lado del Atlántico, el etnólogo alemán Herman Trimborn, sin haber viajado a la región, estudiaba las crónicas españolas y adver-tía sobre la relevancia de los grupos so-ciales que habían habitado el occidente de Antioquia, los cuales destacaban en el contexto colombiano por su forma de organización política, sus creencias y prácticas religiosas, la práctica de la mi-nería y su participación en rutas de in-tercambio que comunicaban el centro y occidente del país. A raíz de ello publicó entre 1943 y 1944 tres estudios dedica-dos a los reinos de Guaca y Nore, las mi-nas de Buriticá y la diosa Dobaiba.

Hasta hace setenta años, todas las evidencias provenientes del occidente de Antioquia eran el resultado de trabajos de guaquería o de hallazgos fortuitos efectuados en labores de minería. Esto a pesar de que durante más de medio siglo anticuarios, arqueólogos y etnólo-gos como Robert White, Daniel Brinton y Herman Trimborn habían llamado la atención sobre el gran potencial que esta zona ofrecía para el desarrollo de inves-tigaciones arqueológicas. Los primeros estudios arqueológicos se vinieron a rea-lizar sólo durante las décadas de 1950 y 1960, cuando el antropólogo Graciliano Arcila, al frente del Museo de la Uni-

Figura 6. Narigueras procedentes de Urrao, en la colección de Joseph de Brettes. Fuente: Arsandaux Henri y Paul Rivet. 1922. L’orfèvrerie du Chiriqui et de Colombie. Journal de la Société des Américanistes 14-15: Lámina IV.

Page 28: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

S A Q U E O , G U A Q U E R Í A , A R Q U E O L O G Í A Y S I T I O S S A G R A D O S

(( 28 ))

versidad de Antioquia, efectuó visitas a Necoclí, Mutatá, Dabeiba y el Carmen de Atrato, donde hizo algunas excava-ciones, adquiriendo para el Museo varias piezas de cerámica y piedra.

Por entonces, siguiendo el modelo francés, ya se había establecido en Co-lombia la arqueología como una rama profesional de la antropología, dedicada a estudiar científicamente el pasado hu-mano con base en los vestigios materia-les. Así mismo, desde el Estado, y en con-sonancia con acuerdos internacionales, se habían dictado leyes que buscaban proteger los sitios y piezas precolombi-nas, entendiendo que servían al estudio del pasado de la humanidad y eran testi-monios y monumentos de la historia pa-tria. Por cuenta de estas leyes, la compra

y venta de piezas arqueológicas fue pro-hibida, al igual que su exportación ilegal. En este sentido, la guaquería comenzaba a ser vista como una práctica nociva e ilegal, porque destruía evidencias que más que un valor económico poseían un valor científico, histórico y cultural, a la vez que alimentaba el negocio de arte precolombino, con lo cual muchas pie-zas salían del país. Sin embargo, durante varias décadas las prácticas de guaquería y arqueología coexistieron muchas veces sin mayores problemas.

Solo en la década de 1980, median-te algunas tesis de grado en antropología comenzaron a efectuarse investigaciones en los municipios de Santafé de Antio-quia, Buriticá, Anzá, Peque y Abriaquí, bajo la dirección de la antropóloga Neyla

Figura 7. Vasija y colgante procedentes de Frontino en la colección de Leocadio María Arango. Fuentes: Arango, Leocadio. 1905. Catálogo del museo del señor Leocadio María Arango de Medellín, capital del Departamento de Antioquia en la República de Colombia. Medellín. Archivo fotográfico Museo Universitario Universidad de Antioquia.

Page 29: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 29 ))

Castillo de la Universidad de Antioquia. Estas investigaciones permitieron esta-blecer que en esos territorios se habían asentado grupos sociales desde hacía por lo menos dos mil años, y se proponía que para el momento de la conquista estaban organizados en unidades políticas perte-necientes a una misma tradición cultural.

En Frontino, las investigaciones arqueológicas solo comenzaron a reali-zarse en 2002 y en Urrao cerca de una década después. Ello pese a que, como se ha visto, desde hacía mucho era co-nocido el alto potencial arqueológico de estas regiones. Frontineños como Ra-món Elejalde Arbeláez, autor de la más reciente monografía municipal, y Gui-llermo Gaviria Echeverri se habían encar-gado de recordarlo por escrito. Y local-mente los fallecidos Alfonso Hernández concejal de Frontino y anticuario, y Julio Arbeláez, guaquero aficionado, lo difun-dían en sus conversaciones. En Urrao, Jaime Celis Arroyave lo ha indicado en sus obras recientes sobre historia y pa-trimonio cultural y José William Rueda lo relata en sus charlas.

Las investigaciones arqueológicas efectuadas hasta ahora en Urrao y Fron-tino, han permitido documentar una gran cantidad de sitios arqueológicos correspondientes a asentamientos que se remontan a unos ocho mil años de antigüedad. En estos estudios se obser-va que una gran cantidad de sitios pre-sentan huellas de haber sido cateados o excavados en búsqueda de tesoros. Entonces, lo que se tiene en esta región no solo es un repertorio inmenso de evi-dencias arqueológicas que pueden ser valoradas como patrimonio o herencia cultural, sino también, de manera para-

dójica, una gran cantidad de cicatrices que son testimonio de los afanes de aquellos que, en diferentes épocas, han querido hallar una riqueza inusitada. Las troneras y aún excavaciones recientes que deforman los túmulos funerarios y los antiguos aterrazamientos de vivienda indígena, atestiguan el saqueo efectua-do desde hace cuatro o cinco siglos por los españoles en busca del Dabaibe, los cateos y explotaciones efectuadas luego por los mineros y guaqueros, así como el chapuceo improvisado de aquellos que ocasionalmente y en cualquier época han querido hacerse a una riqueza fácil.

La guaquería es hoy una práctica de-clarada ilegal por las leyes colombianas, al igual que la compra o venta de piezas arqueológicas y su exportación. En estas leyes se considera que todos los bienes arqueológicos, independientemente de su monumentalidad y material, hacen parte del patrimonio cultural de la Na-ción; que su valor no es económico sino histórico, cultural y científico, y que es mediante investigaciones arqueológicas y acciones de conservación, que se debe dar tratamiento a dichos bienes. Esta ló-gica descansa también en consideracio-nes acerca de los bienes arqueológicos como recursos culturales no renovables, que son muy delicados y vulnerables.

Por lo tanto se prohíben las acti-vidades de excavación, extracción, ma-nipulación y venta de piezas que con-forman la práctica de la guaquería y se exige a los proyectos de explotación de minerales u obras de infraestructura, que realicen estudios de arqueología preventiva. Es decir, que identifiquen si en el lugar hay vestigios arqueológicos, con la finalidad de recuperarlos total o

Page 30: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

S A Q U E O , G U A Q U E R Í A , A R Q U E O L O G Í A Y S I T I O S S A G R A D O S

(( 30 ))

parcialmente antes de que puedan ser destruidos, y los analicen e interpreten para conocer y divulgar su valor científi-co, cultural e histórico.

Pero la guaquería y la comercializa-ción de piezas arqueológicas, en tanto constituyen prácticas enraizadas en las tradiciones locales y son fuentes de be-neficio económico, no han desaparecido. En ciertos casos estas prácticas resultan fortalecidas por dinámicas del mundo contemporáneo, como son el mercado internacional de arte y algunas formas de turismo que resultan irrespetuosas frente al patrimonio cultural. Igualmen-te, son muchas todavía las obras de in-fraestructura y explotaciones mineras que no cumplen con la realización de estudios de arqueología preventiva. En este sentido, no es posible esperar que la sola aplicación de la ley logre controlar-las, sino que es necesario que, tal y como ha venido sucediendo para alcanzar los propósitos de conservación ambiental, el tratamiento de los bienes arqueológicos parta de la plena convicción de que es necesario transitar hacia otras maneras de apreciar los bienes culturales.

En esta apuesta, la arqueología puede contribuir como una práctica complementaria de otras formas no mercantiles y no destructivas de valo-ración de las huellas del pasado. Pero eso no se logra de manera automática. Aun cuando el propósito fundamental de la arqueología ha sido el de aportar a la comprensión del devenir histórico de las sociedades, durante su confor-mación como disciplina académica mu-chas veces ha acompañado proyectos imperiales, coloniales y nacionales que en ocasiones implicaron el despojo de bienes culturales, la destrucción de sitios arqueológicos y la exclusión de públicos no especializados o de otras maneras de

valoración del pasado. Pero la arqueología en su misión de

producir conocimiento válido sobre pro-cesos históricos y sociales, reconociendo que trata con bienes públicos como son los artefactos arqueológicos, puede y debe involucrarse con los actores y pro-cesos locales y reconocerse como una entre otras formas válidas de aproximar-se al pasado. Así mismo, debe avanzar en el desarrollo y aplicación de técnicas de detección y obtención de muestras arqueológicas que sean de bajo impacto, además de conservar la mayor cantidad de evidencias arqueológicas en sus luga-res originales o cerca de ellos. Esto no se logra de la noche a la mañana; es un objetivo a alcanzar mediante un proceso continuado de transformación de las for-mas de hacer investigación y de estable-cimiento de convergencias con los pro-cesos educativos, culturales y de gestión territorial a escala local y regional.

Es de considerar que en las inves-tigaciones de las que se deriva la infor-mación presentada en esta publicación, hemos venido avanzando en esa direc-ción. En consonancia, se espera que las autoridades de Urrao y Frontino incor-poren adecuadamente medidas de ges-tión del patrimonio arqueológico en sus esquemas de gestión territorial y que apoyen procesos tendientes a la declara-toria de áreas arqueológicas protegidas, figura legal que se asemeja a la de sitios sagrados que las comunidades Embera vienen impulsando en el occidente de Antioquia y el Chocó.

Como exponemos en lo que sigue de este libro, el patrimonio arqueológi-co de Urrao y Frontino es producto de centenares, cuando no milenios de his-toria, durante los cuales la más diversas actividades humanas han tenido lugar en estos territorios. Pero la forma en

Page 31: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 31 ))

que esos testimonios han llegado hasta nosotros, está atravesada por otras his-torias, aquellas que hemos narrado bre-vemente aquí y que son las de quienes destruyeron, saquearon, guaquearon o comercializaron los tesoros indígenas precolombinos u otros más recientes; pero también, la de quienes pese a todo conservaron algunos fragmentos de ese pasado o se interesaron por describirlos y efectuar interpretaciones acerca de su significado, en términos históricos y cul-turales. Comprender esas otras historias hace parte del esfuerzo por transformar prácticas que tradicionalmente han de-teriorado ese patrimonio, para comenzar a valorarlo como parte del repertorio cul-tural que todo grupo humano requiere para saber de dónde viene, dónde está parado y hacia donde va.

Page 32: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M e M O r i a s D e L a t i e r r a

Page 33: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 33 ))

Los estudios arqueológicos realizados en los últimos doce años en Frontino y Urrao han permitido identificar hasta ahora 1100 sitios de valor arqueológico, correspondientes a lugares de vivienda, cementerios, algunos tramos de caminos antiguos y entables mineros.

a unque esta cifra es importan-te, es de esperar que exista en realidad una cantidad mucho

mayor de sitios que albergan vestigios de actividades desarrolladas por grupos humanos, que poblaron la región desde hace por lo menos ocho milenios. Exten-sas zonas localizadas en las vertientes que bajan hacia los ríos Sucio, Murrí y Arquía, así como las estribaciones del macizo montañoso que conforma el pá-ramo de Frontino o del Sol, son arqueo-lógicamente desconocidas y deberán ser estudiadas en los próximos años (ver Mapa general).

Una parte importante de la infor-mación arqueológica que aquí se pre-senta, ha sido producida mediante la ob-servación detenida de los paisajes, con el objetivo de identificar huellas de acti-vidades humanas del pasado, así como fragmentos de artefactos cerámicos o de piedra presentes en la superficie del suelo. Para acceder a evidencias que se encuentran bajo el suelo, se realizaron cuatro pruebas de pala por cada hec-tárea de terreno apto para el estableci-miento humano, en las que generalmen-te afloraron evidencias que confirman la presencia humana en esos lugares. Con base en ello se elaboraron mapas de distribución de sitios arqueológicos (ver figura 8 y mapas 1 a 5).

Para averiguar la antigüedad de las ocupaciones, en algunos lugares se rea-lizaron excavaciones arqueológicas que oscilan entre 1 y 14 metros cuadrados de magnitud, orientadas exclusivamente a la obtención de evidencias asociadas a restos de carbón vegetal o restos óseos (ver figura 9). Estas muestras son anali-zadas por la técnica de datación de ra-diocarbono, lo cual permite establecer su antigüedad aproximada en años antes del presente. Como dichas excavaciones

Page 34: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 34 ))

no se pueden realizar en todos los sitios arqueológicos detectados, el cálculo de la antigüedad de las evi-dencias obtenidas en los demás sitios se realiza por asociación; es decir, estableciendo marcadores cronológi-cos para ciertas clases de materiales y formas. Para ello, las muestras ar-queológicas recuperadas, consisten-tes en su gran mayoría por fragmen-tos de vasijas cerámicas y utensilios elaborados en piedra, fueron proce-sadas y analizadas en el laboratorio (ver figura 10).

En todos los casos, la realización de los sondeos y excavaciones ha contado con el permiso de los pro-pietarios de los predios y han sido rellenados y cubiertos con la capa vegetal para evitar la ocurrencia de procesos erosivos. Así mismo, cuan-do las investigaciones se realizaron en territorios indígenas, se informó, consultó y contó con la aprobación de las comunidades y sus organiza-ciones políticas (ver figura 11).

Finalmente, hay que decir que una muestra representativa de las evidencias recuperadas, conforma una colección de referencia que es conservada y está disponible para su consulta en el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia. Pero es necesario adelantar gestiones ten-dientes a conservar la totalidad de esta muestra o parte de ella en los municipios de Urrao y Frontino, para lo cual es necesario que las autorida-des municipales generan y manten-gan condiciones de largo plazo que garanticen su seguridad, conserva-ción y acceso al público, conforman-do salas o museos arqueológicos.

A continuación, se ofrece una interpretación de las evidencias ar-queológicas recuperadas en los dos

Mapa 1: Representación del paisaje arqueológico de los valles de Río Verde y Musinga, Municipio de Frontino.

Mapa 2. Representación del paisaje arqueológico de los valles de La Herradura y Nore, Municipio de Frontino.

Mapa 3. Representación del paisaje arqueológico de Carauta, Municipio de Frontino.

Nobogá

NANCUI

PoNTÓN

SAN MIgUEL

CARAUTA

LAS boCAS

EL SALADo

EL gUAYAbo

CHoRoDÓ

oRo bAJo

FRoNTINo

FRoNTINo

NoRE

EL CERRo

EL CERRo

MUSINgA

MUSINgA

CURADIENTE

NUTIbARA

convencionesTúmulo funerarioAsentamiento antiguoMuestreos arqueológicos

Page 35: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 35 ))

municipios, organizada en torno a cinco periodos que se relacionan con la ocurrencia de cambios o transfor-maciones en las formas de asenta-miento, la densidad de la población y las tecnologías de producción de los artefactos. Los cambios identificados entre estos periodos encuentran en varios casos relación con procesos históricos regionales, de tal forma que se entiende que la trayectoria de las sociedades precolombinas y de periodos más recientes de Urrao y Frontino, no ha ocurrido de ma-nera aislada, sino que hace parte de dinámicas socioculturales en las que participaron otras sociedades del no-roccidente colombiano. Investigacio-nes futuras seguramente permitirán refinar o ajustar esta periodización, e inclusive identificar nuevos periodos (ver figura 12).

Para los periodos más recientes, la información arqueológica ha sido complementada con la interpretación de fuentes escritas y estudios históri-cos relativos a la conquista española y los periodos Colonial y Republicano.

periodo 1 (entre 8350 y 3000 años de antigüedad)

Para la época en que vivieron Nuti-bara y Toné, ya habían transcurrido miles de años desde que las primeras sociedades se establecieron en el oc-cidente de Antioquia. Se sabe que el actual territorio colombiano ha estado habitado desde hace unos 20.000 años, mientras que para el occidente del mis-mo, las evidencias más antiguas se re-

montan a unos 10.000 años. Pero es probable que investigaciones futuras lo-gren identificar vestigios de ocupaciones aún más antiguas, dada la localización de esta región en la zona de confluen-cia entre Centro América y Suramérica, uno de los corredores más probables de la ruta de poblamiento temprano desde Norte América.

Mapa 4. Representación del paisaje arqueológico del Cerro El Pesetas, El Paso y La Encarnación, Municipio de Urrao.

Mapa 5. Representación del paisaje arqueológico del Valle del Río Pabón, Municipio de Urrao.

LAS ANIMES

CHAQUE

SAN JoSÉ

SAN JoSÉ

EL SALVADoR

EL ESCUbILLAL

EL HATo

Camino arqueológico Tramo 1

Camino arqueológico Tramo 2

SAN JoAQUÍNSAN CARLoS

SANTA ANA

ARENALES

EL CHUPADERo

HoYo RICo EL PoRVENIR

LA ENCARNACIÓNPáRAMo DEL SoL

EL CHUSCAL

gUAPANTALLA HoNDA

EL PASoCERRoEL PESETA

MUNICIPIo DE URRAo

Page 36: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 8. Procedimiento de realización de prueba de pala y registro de evidencias cerámicas en Urrao.

Page 37: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 9. Procedimiento de realización de una excavación arqueológica en Frontino.

Page 38: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 10. Procedimiento de registro en diario de campo y análisis de laboratorio.

Page 39: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 11. Socialización de las investigaciones con comunidades de Urrao y Frontino.

Page 40: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 40 ))

Poblamiento de América

Poblamiento del occidente colombiano

Invasión española

Fundación de Urrao y Frontino

Tiempos presentes

Periodo 1Entre 8350 y 3000 años de antigüedad

Periodo 2Entre 3000 y 2000 años de antigüedad

Periodo 3Entre 2000 y 1200 años de antigüedad

Periodo 4Entre 1200 y 400 años de antigüedad

Periodo 5Entre 400 y 100 años de antigüedad

Figura 12. Periodos arqueológicos de Frontino y Urrao.

Las evidencias humanas más anti-guas hasta ahora detectadas en el occi-dente de Antioquia, han sido identificadas en la cuenca del río Musinga en Frontino. En una excavación arqueológica, se obtu-vieron una serie de objetos de piedra en-tre 1 y 2 metros de profundidad, que por su forma y materias primas indican que fueron llevados a ese lugar y algunos de ellos, transformados por la acción huma-na para la elaboración de herramientas. Se trata de cantos rodados y fragmentos tallados de rocas conocidas como chert, arenisca y diorita que pudieron ser em-pleados, bien como materia prima para elaborar utensilios, o como herramientas para procesar alimentos. Por el método de radiocarbono estos artefactos fueron datados en 8350 años de antigüedad, aproximadamente (ver figura 13).

Artefactos similares se han identi-ficado en otros sitios del occidente de Colombia en sitios del Cauca Medio y Porce, con fechas entre 10000 y 4000 años de antigüedad.

Hasta hace algunos años, se pensa-ba que esas evidencias correspondían a grupos nómades dedicados fundamen-talmente a la cacería y la recolección. Sin embargo, estudios más recientes han demostrado que también practicaban la horticultura, entendida como el apro-vechamiento de especies vegetales que gradualmente serían domesticadas y en algunos casos cultivadas, mediante prác-ticas de selección de ciertas especies o de intervención de los bosques que favo-recieron la evolución y mejoramiento de las características alimenticias de ciertas plantas. Evidencias fosilizadas de polen

Page 41: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 13. Sitio Tablaito en Musinga, Frontino y artefactos de piedra del Periodo 1.

Page 42: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 42 ))

y otras partes de plantas como mafafa, yuca, maíz, batata, calabaza, guanába-na, anón, aguacate y varios tipos de pal-mas, han sido halladas en excavaciones arqueológicas en el occidente colombia-no con fechas entre 8000 o 6000 años de antigüedad.

Estos datos hacen pensar que en lu-gar de ser itinerantes, estas sociedades habían establecido relaciones duraderas y estables con ciertos tipos de entornos ecológicos, de tal forma que podían conocer en detalle sus especies y ciclos anuales y, en consecuencia, intervenir sus ecosistemas para domesticarlas y aprovecharlas para usos alimenticios y de otra índole (elaboración de construccio-nes y utensilios mediante técnicas como la cestería). Es posible entonces que desde muy temprano estas sociedades comenzaran a desarrollar particulares formas de apropiación de los espacios geográficos, que les permitían establecer territorios que vinculaban ciertas comu-nidades con el control y acceso a deter-minados recursos, al mismo tiempo que desarrollaban sentidos de pertenencia a ciertas geografías y paisajes.

Estos antiguos territorios podrían estar relacionados con diferencias lingüís-ticas y dialectales. Estudios recientes so-bre lingüística y genética de poblaciones indígenas que actualmente tienen sus territorios en el occidente de Colombia y oriente de Panamá, indican que la dife-renciación entre grupos que hablan len-gua chocó, como los Embera y los Wau-

nana, y los que hablan lengua chibcha, como los Cuna, comenzó a producirse desde épocas muy tempranas, hace apro-ximadamente unos 7000 u 8000 años.

Las evidencias arqueológicas iden-tificadas en Musinga son escasas, pero sugieren la posibilidad de ocupaciones tempranas en un área que, desde una perspectiva geográfica más amplia, re-sulta sumamente interesante respecto de las relaciones entre poblaciones del noroccidente de Suramérica y sur de Centro América. Las cuencas de los ríos Sucio, Murrí y Arquía son corredores que permiten la comunicación entre las tierras bajas del Atrato y las vertientes andinas, una posición estratégica para el establecimiento de rutas de poblamiento y redes de relaciones entre sociedades asentadas en Panamá y el occidente co-lombiano desde épocas muy antiguas.

No tenemos por ahora conocimien-to acerca de los procesos que tuvieron lugar entre los años 8000 y 3000 antes del presente, aunque para el 3000 se asocia el inicio de un poblamiento más numeroso de las tierras de Urrao y Fron-tino. Para otras partes del occidente co-lombiano se sabe que durante ese perio-do se produjeron dinámicas sumamente interesantes, como el desarrollo de la agricultura, el incremento de las ocupa-ciones sedentarias y la invención o adop-ción de la alfarería, temas que deben es-tar entre los objetivos de investigaciones que en los próximos años se efectúen en el occidente de Antioquia y en el Chocó.

Page 43: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 43 ))

periodo 2 (entre 3000 y 2000 años de antigüedad)

Resulta conveniente explicar aquí brevemente cómo desde los estudios arqueológicos es posible aproximarse a la demografía de las sociedades del pa-sado, para la identificación de aumento o descenso de la población y a los cam-bios en la distribución geográfica de los asentamientos y su tamaño. Se parte de la suposición de que el volumen y distri-bución de las basuras y restos materiales producidos por un grupo humano se re-lacionan con la cantidad y la ubicación de la gente que los usa, desecha o aban-dona. Entonces, al obtener una muestra representativa de basuras, desechos y restos producidos en una época, y com-pararlos con los de otra, es posible obser-var cambios o continuidades en la can-tidad de población y la manera en que se asentaba en el espacio. Para lograrlo, es necesario estudiar en detalle áreas re-lativamente extensas, de tal forma que aumente la posibilidad de identificar los restos materiales que permanecen como testimonio de las actividades cotidianas de las sociedades del pasado.

Es cierto que una parte importante de los materiales empleados por estas sociedades como madera, fibras, pieles o hueso, casi siempre han desaparecido por descomposición. Pero los utensilios y desechos de piedra y cerámica logran mantenerse relativamente intactos a lo largo del tiempo. Son precisamente este tipo de evidencias, sumadas a las huellas de antiguos sitios de vivienda y enterra-miento, los que permiten identificar dón-de tuvieron lugar los asentamientos, así como su extensión.

Para el caso de Urrao y Frontino, por lo menos a partir de hace unos 3000 años y hasta el periodo colonial, el tipo

de evidencias que con mayor frecuencia se encuentra corresponde a fragmentos de cerámica. Ello porque desde entonces mediante la alfarería se cubría una parte importante de las necesidades cotidia-nas, mediante la fabricación y uso de va-sijas y otros utensilios como volantes de uso para el hilado de las fibras textiles y rodillos para decorar telas.

Lo que hasta ahora se ha identifi-cado para Urrao y Frontino, es que en el periodo comprendido entre 3000 y 2000 años de antigüedad, el número de asen-tamientos humanos se incrementó no-tablemente, por parte de comunidades que producían cerámica, practicaban la agricultura, en ocasiones adecuaban si-tios de vivienda mediante la realización de banqueos en las laderas y enterraban a sus muertos en túmulos funerarios. Así lo indican excavaciones efectuadas en si-tios de vivienda en los cuales se identificó una cerámica muy antigua, caracterizada por la elaboración a partir de arcillas a las que se les agregaba abundante mi-neral de feldespato. En la cuenca del río Musinga, esta cerámica ha sido identifi-cada en excavaciones en varios sitios de vivienda, donde se obtuvieron fechas de 2580, 2470, 2300 y 2010 años de anti-güedad, aproximadamente. En la Hondi-ta y río Verde, también en Frontino, dos túmulos funerarios fueron excavados hallando restos de este tipo de cerámica asociados a fechas de 2540 y 2100 años de antigüedad, respectivamente.

Por su parte, en Urrao, en una exca-vación realizada sobre un banqueo en la ladera del cerro El Pesetas, en el que se ubicaba un sitio de vivienda, se obtuvo cerámica similar, con una fecha de 2460 años de antigüedad.

Page 44: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 44 ))

Por sus formas y materia prima, la cerámica característica de este periodo en Frontino, parece tener relación con cerámica temprana del área Sinú, mien-tras que se observan semejanzas entre la cerámica de Urrao y la registrada para ocupaciones tempranas del centro, sur de Antioquia y cuenca alta del río San Juan en Risaralda. Es posible entonces que el área constituyera desde enton-ces un espacio de vinculación entre las dinámicas históricas del norte y sur del occidente colombiano. Sin embargo, la poca decoración que caracteriza a esta cerámica y lo fragmentado de las mues-tras no permite avanzar mucho en esta interpretación (ver figura 14).

El rastreo de este tipo de cerámica temprana en otros sitios en los que sólo se realizaron pequeños sondeos, ha per-mitido establecer que ya para esa época estaban ocupados prácticamente todas las zonas hasta ahora investigadas, como son las cuencas del río La Herradura entre Cañasgordas, Abriaquí y Frontino, Nore, Musinga, Río Verde y Carauta, también en Frontino, y las cuencas del Penderisco y sus tributarios los ríos Pabón y Urrao en este municipio (ver figura 15).

Muestras de polen fósil obtenidas en excavaciones efectuadas en Musinga, indican que durante este periodo ocu-rren perturbaciones de la vegetación de bosque en la zona, posiblemente a cau-sa de prácticas de desmonte y apertura de claros para el establecimiento de cul-tivos. Incluso cuando la mayoría de las viviendas se ubicaban de forma dispersa por las laderas, probablemente relacio-nadas con áreas de cultivo, en ciertos lugares parecen haberse establecido al-deas o pequeños centros poblados.

Por ejemplo en el cerro El Pesetas, al frente de donde hoy está localizada la cabecera municipal de Urrao, todavía son visibles banqueos artificiales sobre las laderas, muy cerca unos de otros, donde se establecieron viviendas desde este periodo. Por otra parte, en el lla-no de Río Verde, cerca de Nutibara en Frontino, se registró una concentración de sitios de vivienda sobre buenos suelos para la agricultura, que parece corres-ponder a la fase inicial de un centro po-blado que en épocas posteriores aumen-taría su extensión.

Los perúes o túmulos funerarios

Se sabe que por lo menos en algu-nas partes de Frontino los túmulos fune-rarios ya estaban siendo construidos y utilizados desde hace por lo menos 2500 años. De tal modo que esta particular forma de enterramiento se encuentra asociada a los inicios del proceso de es-tablecimiento de grupos sedentarios, sir-viendo posiblemente, desde entonces, a la afirmación de sentidos de pertenencia a territorios y lugares específicos. Los tú-mulos funerarios en los que hasta ahora se han obtenido fechas de radiocarbono,

poseen antigüedades de 2540, 2100 y 1210 años, pero es muy probable que aún estuvieran en uso hasta hace unos 500 años, como se desprende de las anotaciones efectuadas por el escribano español Pedro Cieza de León sobre las costumbres funerarias de Guaca y Nore:

“Cuando se mueren los principales señores de estos valles llóranlos muchos días arreo, y tresquílanse sus mujeres, y mátanse las más queridas, y hacen una sepultura tan grande como un pequeño cerro, la puerta de ella hacía el nacimien-

Page 45: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 14. Cerámica del Periodo 2.

Frontino Urrao

Page 46: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 15. Áreas de asentamiento del Periodo 2. Valle de los río Verde en Frontino y Cerro El Pesetas en Urrao.

Page 47: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 47 ))

to del sol. Dentro de aquella tan gran sepultura hacen una bóveda mayor de lo que era menester, muy enlosada, y allí meten al difunto lleno de mantas y con el oro y armas que tenía sin lo cual, des-pués que con su vino, hecho de maíz o de otras raíces, han embeodado las más hermosas de sus mujeres y algunos mu-chachos sirvientes, los metían vivos en aquella bóveda, y allí los dejaban para que el señor abajase más acompañado a los infiernos”.

El mapa de distribución de túmu-los funerarios hasta ahora registrados abarca un área aproximada de 2000 ki-lómetros cuadrados en territorio de los actuales municipios de Urrao, Frontino, Abriaquí y Cañasgordas. Es muy posi-ble que este mapa sea aún más amplio, extendiéndose hacia el oriente hasta conectar con túmulos funerarios regis-trados en la parte alta de Buriticá, e in-clusive, que se extienda hacia el norte, por las estribaciones del páramo de Pa-ramillo en dirección al alto Sinú, donde comienza la distribución de túmulos aso-ciada a las sabanas de Córdoba y Sucre. Por lo demás, aún se desconoce si este tipo de enterramiento también se desa-rrolló en las vertientes bajas de la cordi-llera hacia el Atrato.

Lo que hasta ahora se sabe es que los túmulos funerarios están localizados de norte a sur en la franja de tierras tem-pladas, que atraviesa una serie de valles y cañones formados por ríos y quebradas que tributan sus aguas a los ríos Sucio y Murrí. Más de 800 túmulos se han iden-tificado en la cuenca media del río La He-rradura, el río Frontino, los valle de Nore y el alto del río Nobogá, las cuenca de los ríos Musinga, Verde y Carauta. En Urrao han sido identificados entre la cabecera municipal y la vereda San José, así como en las cuencas de los ríos La Encarnación y Pabón (ver Mapa general).

De acuerdo con descripciones efec-tuadas en varias épocas y a partir de los datos obtenidos en las investigaciones arqueológicas, los túmulos están com-puestos por uno o varios enterramien-tos efectuados en urnas funerarias en las que fueron depositados restos óseos calcinados. Estas urnas fueron a su vez dispuestas en pozos circulares cavados en la tierra y tapadas con lajas de piedra (ver figura 16). Según algunos testimo-nios, el ajuar funerario contenía en oca-siones piezas de orfebrería. Encima de estos pozos funerarios se amontonaron y apisonaron varias capas de tierra, con-formando montículos, que constituyen el perú o túmulo propiamente dicho. En un caso hasta ahora único, un túmulo funerario localizado en el filo de Piedras Blanquitas, en Frontino, fue construido mediante el amontonamiento de gran-des cantos rodados o piedras de río.

La mayoría de los túmulos posee una altura entre 1 y 3 metros y un diá-metro entre 10 y 20 metros. Pero los hay también muy pequeños que apenas lle-gan a 20 centímetros de altura y 3 me-tros y medio de diámetro, o muy grandes que llegan a medir 8 metros de alto y 49 metros de diámetro. Los túmulos de ma-yores dimensiones hasta ahora registra-dos se encuentran en Pabón y el Escubi-llal en Urrao (ver figura 17), y en Piedras Blancas, Piedra Blanquitas, el Alto de las Abejas, Montañitas, El Limo y Carauta en Frontino (ver figura 18). En ocasiones, el gran tamaño de algunos túmulos ha hecho que entre la población local se les reconozca con nombres propios, como sucede en Piedras Blanquitas, donde se habla de los perués Siete Puchas, Piedras, Suárez, Gramalote y Perú Grande. Es se-guro que originalmente las dimensiones de todos los túmulos eran mayores a las actuales, pues la erosión, el pisoteo del

Page 48: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 16. Proceso de excavación y dibujo de perfil de un túmulo funerario en Río Verde, Frontino.

Page 49: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 17. Túmulos funerarios en El Escubillal, Santa Catalina y Hoyo Rico, Municipio de Urrao.

Page 50: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 18. Túmulos funerarios en Piedras Blanquitas, Piedras Blancas y Carauta, Municipio de Frontino.

Page 51: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 19. Paisaje de cementerios con túmulos funerarios en Piedras Blanquitas, Piedras Blancas y Carauta,

Municipio de Frontino.

Figura 20. Paisaje de cementerios con túmulos funerarios en El Escubillal y Santa Catalina, Municipio de Urrao.

Page 52: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 52 ))

ganado y la guaquería los han ido dete-riorando en el transcurso de los años.

La mayoría de las veces se encuen-tran en concentraciones de dos o más, llegando a conformar cementerios ver-daderamente numerosos, como los de Pontón (entre 24 y 31 túmulos), Carauta (entre 14 y 24 túmulos), Alto de Nobogá (23 túmulos) y la Hondita (22 túmulos), todos ellos en Frontino (ver figura 19). En Urrao, los mayores cementerios has-ta ahora registrados poseen 6 túmulos, como sucede en El Hato, Hoyo Rico y El Escubillal (ver figura 20).

Se dice a menudo que el tamaño de los túmulos se relaciona con la impor-tancia política de los personajes que allí eran enterrados. Por ahora es difícil de establecer si ello es cierto, pero para el Sinú, donde también se han identificado numerosos túmulos, contaba el cronista español Fray Pedro Simón, que la mayor o menor altura de los mismos dependía del tiempo que duraran los dolientes y allegados del difunto cubriendo la tum-ba con tierra. Este ritual se hacía en una ceremonia tomando chicha, y entre más importante o rico el difunto, más chicha se tomaba y más alto era el túmulo.

En cualquier caso, lo cierto es que entre mayor sea el tamaño de un túmu-lo mayor ha debido ser la capacidad de los dolientes para convocar personas que dedicaran tiempo y trabajo en la acumu-lación y apisonamiento de grandes can-tidades de tierra, que en uno de los de mayor tamaño podía llegar a tener más de 6000 metros cúbicos.

En muchas sociedades del pasado y el presente, la monumentalidad de cual-quier tipo de enterramiento suele estar asociada a la importancia del difunto, pero sobre todo a la de sus parientes y allegados, aspecto que se puede enten-der a partir de los rituales y ceremonias funerarias. En este sentido, algunos de

los lugares donde se realizaban enterra-mientos en túmulos eran también espa-cios ceremoniales que seguramente eran visitados después de los rituales de ente-rramiento, a manera de santuarios.

En Piedras Blancas y Piedras Blan-quitas se han identificado cementerios que además de contener túmulos de gran tamaño, fueron construidos sobre aterrazamientos o planos previamente adecuados, además de estar rodeados de terraplenes y zanjas que los comu-nican entre sí, conformando anillos o figuras en forma de media luna a su al-rededor. Igualmente, los monumentales túmulos del Escubillal en Urrao, por su ubicación central y gran visibilidad en un sitio de confluencia de varios valles, ade-más de ser concebidos como cemente-rios, han debido servir a otras actividades de carácter ceremonial.

Cuando estaban recién hechos, los túmulos han debido observarse en el pai-saje desde grandes distancias porque se localizan generalmente sobre las partes altas de las cuchillas y las laderas, y ade-más porque el amontonamiento de tie-rra que los conforma es con frecuencia de colores rojizos o anaranjados, lo que los haría destacar entre el fondo verde de la vegetación circundante. A menudo se puede establecer una conexión visual entre los principales cementerios de tú-mulos entre sí, y las mayores concentra-ciones de sitios de vivienda de la época precolombina. De esta manera, se puede decir que los túmulos funerarios también fueron hechos para ser vistos.

En resumen, los túmulos eran luga-res de enterramiento pero también espa-cios ceremoniales, a la vez que hitos del paisaje precolombino, por lo cual des-empeñaban funciones muy importantes en términos culturales, políticos y terri-toriales entre los grupos sociales que, desde hace 3000 años y hasta la invasión

Page 53: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 53 ))

española, se asentaron en el occidente de Antioquia. Por una parte, vinculaban el espacio de los vivos y de los muertos, cargando el paisaje de símbolos de an-cestral ocupación que generaban senti-dos de arraigo y pertenencia a historias y geografías compartidas. Así mismo, al ser espacios ceremoniales donde se con-gregaba periódicamente por lo menos parte de la población, contribuían a la cohesión social de las comunidades. De otro lado, hacían visible el prestigio o po-der de personajes y sectores sociales que ejercían liderazgo en la organización po-lítica y religiosa. Finalmente, con su visi-bilidad en el paisaje y amplia distribución geográfica, parecen haber servido como marcadores de dominio territorial de di-ferentes unidades sociales y políticas.

La distribución geográfica de los túmulos funerarios del occidente de An-tioquia también indica que los grupos sociales de ese periodo compartían sis-

temas de pensamiento, particularmente en lo referido a las creencias mágico-reli-giosas. Aun cuando todavía es necesario efectuar estudios que definan mejor la antigüedad y extensión de este comple-jo funerario, es posible que se encuen-tren relaciones con otras sociedades del noroccidente colombiano que también desarrollaron este tipo de enterramiento, particularmente en el Sinú y en el pacífi-co chocoano. Cabe anotar, sin embargo, que la antigüedad de los túmulos regis-trados en esas regiones es menor a la es-tablecida para el occidente de Antioquia.

Aunque todo parece indicar que los túmulos funerarios, símbolos de arraigo, pertenencia, prestigio y territorialidad se mantuvieron vigentes por lo menos durante unos 2500 años, esto no quiere decir que al mismo tiempo no se hayan producido cambios y transformaciones, como a continuación se expondrá.

periodo 3 (entre 2000 y 1200 años de antigüedad)

Un tercer periodo histórico regional puede ser establecido para el lapso com-prendido entre los 2000 y 1200 años de antigüedad, cuando se notan diferencias en la distribución y cantidad de la pobla-ción, nuevas técnicas de producción de alfarería y son más evidentes los vínculos entre las sociedades locales y otras del occidente de Colombia. Así mismo, hay indicios a favor de que en ese periodo se introdujeron, o al menos se consolida-ron, las prácticas de minería de oro y or-febrería y se desarrollaron otras formas de enterramiento, sin túmulo.

Son varios los sitios excavados en los cuales se han obtenido fechas de radiocarbono correspondientes a este periodo, asociadas a unos tipos particu-

lares de cerámica que se diferencian de los del periodo anterior. Las materias pri-mas contienen mayores cantidades de cuarzo, dando como resultado utensilios más resistentes y con mejor terminado de las superficies. Además, la forma y decoración de las vasijas es más varia-da, reconociéndose semejanzas con la alfarería producida durante ese mismo periodo en regiones aledañas: hacia el norte con la cerámica del Sinú, hacia el occidente con cerámica del Chocó y ha-cia el oriente y sur con cerámica produ-cida en el centro de Antioquia y el Cauca medio (ver figura 21).

En Frontino las fechas obtenidas hasta ahora para este tipo de eviden-cias provienen de excavaciones efectua-

Page 54: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 21. Cerámica del Periodo 3.

Frontino Urrao

Page 55: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 55 ))

das en sitios de vivienda localizados en Musinguita, con antigüedades de 1900, 1840, 1780 y 1520 años; en Carauti-ca, con una antigüedad de 1660 años y en La María, cuenca del río La Herra-dura, con una fecha de 1530 años. Por su parte, en el Filo de Piedras Blancas un túmulo fue fechado en 1210 años. En Urrao han sido obtenidas fechas en excavaciones realizadas en sitios de vi-vienda en El Paso, con antigüedades de 1790 y 1490 años y en Hoyo Rico con una antigüedad de 1530 años.

A partir de la distribución de la ce-rámica típica de este periodo en los sitios identificados, se pueden realizar algunas aproximaciones a transformaciones en la manera de ocupación del espacio y la densidad de la población. En Frontino, en las áreas estudiadas en Nore, el Cerro, Río Verde y Musinga, donde ya se había dado una ocupación intensa de los dife-rentes paisajes desde el periodo anterior, se nota una cierta reducción demográfi-ca de la población local. Pequeñas aldeas o centros poblados ya existentes en el llano de río Verde y Grano de Oro con-tinuaron siendo poblados, e incluso se conformaron otros nuevos como en Mu-singuita, en éste último caso, compuesto por numerosos aterrazamiento o ban-queos (ver figura 22). Pero el número de sitios de vivienda que estaban dispersos por otras partes del territorio se redujo notablemente. La población parece ha-berse concentrado más en ciertas áreas.

Por su parte, en Carauta, donde las ocupaciones del periodo anterior eran pocas, se registra en cambio un cierto aumento de la población, pero aún a ni-veles comparativamente muy bajos res-pecto a lo que sería el tamaño de la po-blación en épocas posteriores. En cuanto a La Herradura destaca la conformación de una aldea relativamente grande a ori-llas del río en el sitio La Vuelta.

Para Urrao es por ahora difícil iden-tificar cambios en la demografía, dado que allí las investigaciones apenas han comenzado y es necesario contar con áreas más extensas de muestreo arqueo-lógico. Sin embargo, se observa que asentamientos que ya se habían esta-blecido en el periodo anterior, como el núcleo de aterrazamientos del cerro El Pesetas, se mantuvieron ocupados. En otras zonas habitadas que corresponden a este periodo como El Hato y El Paso, los asentamientos también se efectuaron sobre aterrazamientos (ver figura 23). Por su parte, en Hoyo Rico, se registran áreas de vivienda localizadas en la parte inferior de cementerios con túmulos fu-nerarios, en las cuchillas que descienden hacia el río Pabón.

La existencia de cultivos durante este periodo está atestiguada por el ha-llazgo de semillas carbonizadas de maíz, asociadas a una fecha de 1520 años de antigüedad en una excavación realizada en Musinguita. En este mismo sentido, varios sitios de Frontino fueron lugar de hallazgos como piedras y manos de mo-ler que indican el procesamiento de sus-tancias vegetales. Por otra parte, el des-cubrimiento en Musingita de utensilios elaborados en cerámica empleados para el hilado de fibras textiles, denominados volantes de huso, indica la existencia de prácticas de tejido.

En diferentes áreas de Frontino y Urrao se observa que en muchos de los sitios donde se concentran las evi-dencias de este periodo, hay huellas de guaquería que indican la probabilidad de formas de enterramiento diferentes a los túmulos funerarios. Además de no tener el característico promontorio de los túmulos, estas huellas se ubican en los mismos sitios de vivienda, cuando el patrón observable en el caso de los tú-

Page 56: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 22. Aterrazamientos con asentamientos del Periodo 3 y excavaciones arqueológicas en Musinguita, Frontino.

Page 57: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 23. Aterrazamientos con asentamientos del Periodo 3 en El Pesetas y El Paso, Urrao.

Page 58: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 58 ))

mulos es que se encuentran en espacios diferentes a la vivienda.

Si bien no ha sido posible por ahora hallar uno de estos enterramientos intac-to, se sabe que para este mismo periodo en otras zonas de Antioquia se realizaban enterramientos sin túmulo, conformados por pozos poco profundos, en ocasiones recubiertos con lajas, donde se deposita-ba el cadáver o sus restos óseos calcinados en urnas funerarias. Por lo general, estos enterramientos se realizaban en las áreas de vivienda. Tumbas recubiertas con lajas (llamadas de cancel) o localizadas bajo abrigos rocosos, ambas con urnas funera-rias, han sido identificadas en municipios relativamente cercanos al área en que se enfoca esta publicación, como Briceño al norte y Jardín y Concordia al oriente, to-dos ellos sobre la cuenca del río Cauca.

Es posible entonces que durante este periodo las sociedades asentadas en Urrao y Frontino hayan adoptado for-mas de enterramiento que se venían em-pleando en el centro y occidente cercano de Antioquia. Dado que ello implica el in-cremento de las relaciones de los grupos humanos locales con los de otras áreas, es importante tener en cuenta algo ya anotado: la semejanza entre las formas y decoraciones de la cerámica que se pro-ducía en Frontino y Urrao durante este periodo, y aquella que simultáneamente se producía en la cuenca del río Cauca y el centro de Antioquia.

A lo anterior, se suma el hecho de haberse registrado en colecciones con-formadas por anticuarios a finales del siglo XIX, piezas de orfebrería halladas en Frontino y Urrao, como colgantes, na-rigueras y remates de bastón cuya forma recuerda piezas semejantes a las del es-tilo Quimbaya clásico del Cauca medio. Sin embargo, al menos para Frontino, no se puede olvidar que durante este mis-mo periodo la cerámica y la orfebrería

reportada mantienen semejanzas con las del Sinú, región en la cual estaba vigente la práctica de enterramiento en túmulos funerarios, y con la cual, probablemente existan vínculos ancestrales.

En todo caso, estos indicios sugie-ren que entre los 2000 y 1200 años de antigüedad las sociedades de Urrao y Frontino hicieron parte de procesos en medio de los cuales se intensificaron las relaciones entre los diferentes grupos sociales que se habían asentado en el occidente colombiano e incluso Panamá. ¿Cómo llegaron hasta allí, pero también a Urabá, el Sinú y el Chocó, piezas de orfebrería, o por lo menos técnicas de fabricación y motivos decorativos de es-tilo Quimbaya clásico, por entonces muy populares en el centro de Antioquia y el Cauca medio? No sabemos los términos precisos de estas rutas de circulación de objetos y saberes, pero lo cierto es que han debido involucrar las sociedades de Urrao y Frontino, poniéndolas en contac-to con lo que ocurría en esas regiones.

Lo que ha podido averiguarse me-diante estudios arqueológicos, es que en esas regiones se venían establecien-do formas de organización que incluían jerarquías políticas y/o religiosas, en las cuales destacaban por su liderazgo cier-tos personajes, caciques o sacerdotes que conformaban élites locales. Como parte de la parafernalia asociada al reco-nocimiento de su prestigio social y políti-co, estas élites exhibían objetos elabora-dos mediante materiales y conocimientos tecnológicos escasos: piezas de orfebre-ría a menudo fastuosas, como cascos, pectorales, brazaletes, collares, bastones, orejeras y narigueras, elementos que hi-cieron parte de los ajuares funerarios, conjuntamente con vasijas, adornos ta-llados en piedra o concha y tejidos.

Lo que se cree es que las socieda-des de Urrao y Frontino se vincularon a

Page 59: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 59 ))

esas redes de intercambio de objetos y saberes escasos, no solamente porque en sus comunidades comenzaban a es-tablecerse jerarquías con élites religiosas y políticas, sino también porque en sus territorios existían minas de oro.

Es importante tener en cuenta que en Colombia los datos más antiguos so-bre orfebrería no se remontan más allá de unos 2500 años de antigüedad, de tal forma que es para esa época que se han debido desarrollar en algunas partes los saberes asociados a la minería y a la elaboración de piezas de oro y aleacio-nes. Pero es en los siguientes siglos, hace unos 2000 o 1500 años de antigüedad, que ya estaban plenamente establecidas las técnicas asociadas a la minería y orfe-brería entre ciertas sociedades.

Al respecto resulta sugestivo que durante el periodo que se viene tratando,

se registren concentraciones importan-tes de población en áreas en la cuales se sabe que existen depósitos de oro en veta o aluvión, los cuales han sido explotados históricamente o aún en el presente. Tal es el caso de asentamientos identificados en El Cerro y la cuenca alta del río Mu-singa en Frontino, donde se encuentran reconocidas minas de veta. Igualmente, en las cuencas de los ríos Musinga, La He-rradura y Carauta, se tienen noticias his-tóricas o recientes de minería de aluvión. Finalmente, aunque se desconoce su antigüedad, se han registrado narigueras de oro o tumbaga que han sido halladas por mineros o campesinos en el Llave-ro, Urrao y en La Blanquita y Carauta en Frontino, zonas cercanas a la cuenca del río Murrí, de reconocida riqueza aurífera (ver figura 24).

periodo 4 (entre 1200 y 400 años de antigüedad)

Este periodo cubre los últimos ocho siglos de la época precolombina e incluso las primeras décadas de la invasión espa-ñola, por lo cual las evidencias arqueoló-gicas identificadas para el mismo corres-ponden a procesos sociales e históricos que desembocaron en el estado de cosas que se vivía en Urrao y Frontino al arribo de los europeos.

El rasgo que más se destaca de este periodo es un aumento significativo de la población, acompañado en ciertas zonas del establecimiento de centros poblados mayores a los que se habían conforma-do en épocas anteriores. La organización espacial de los asentamientos sugiere la conformación de diferentes unidades so-ciopolíticas de base territorial, equivalen-tes a los pueblos y provincias indígenas nombradas por los escribanos y cronistas europeos para el siglo XVI: Guaca, Nore

y probablemente Xundabe. Al comple-mentar los datos arqueológicos y los do-cumentos escritos, se puede establecer que para este periodo estos pueblos par-ticipaban como productores y consumi-dores en rutas de intercambio de largo al-cance geográfico, a la vez que sostenían alianzas o disputas por el control de las mismas y de sus territorios.

Una de las características funda-mentales para identificar los sitios ar-queológicos de este periodo, es la forma de fabricación de la cerámica y sus ras-gos formales y decorativos. El empleo de arcillas con fragmentos de rocas gruesas de muy diversa composición, así como el aumento en el espesor de las paredes de las vasijas, el terminado a veces irregular de sus superficies, además de la decora-ción con base en incisiones y aplicacio-nes (ver figura 25).

Page 60: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 24. Piezas de orfebrería reportadas en Frontino y Urrao, y batea con oro de las minas del Cerro, Frontino.

Page 61: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 25. Cerámica del Periodo 4.

Frontino Urrao

Page 62: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 62 ))

Este tipo de cerámica se encuentra asociado a una serie de fechas obtenidas por radiocarbono en excavaciones reali-zadas en sitios de vivienda. En Frontino, han sido fechados yacimientos arqueo-lógicos en El Salado, cuenca alta del río Carauta en 1110 años de antigüedad, Curadiente en 860 años, El Hoyo en 800 años, El Cerro en 740 años, Carauta en 530 años y Musinga en 410 años de anti-güedad. En Urrao no han sido obtenidas hasta ahora fechas de radiocarbono para asentamientos de este periodo, pero con base en las características de la cerámi-ca identificada en algunos yacimientos es posible establecer que efectivamente hubo ocupaciones durante el mismo.

Para este periodo se registra la ma-yor cantidad de población en toda la historia de Frontino y es muy probable que lo propio ocurriera en Urrao. Las investigaciones arqueológicas permiten establecer la existencia de centros pobla-dos de importancia local como el Cerro, Grano de Oro, Musinga y Carauta y tal vez de importancia regional como el Lla-no de Río Verde. Estos constituían aldeas localizadas en cercanía a suelos apropia-dos para la agricultura o depósitos de oro de veta y aluvión, en torno de las cuales se concentraban aldeas más pequeñas y viviendas dispersas sobre los valles o la-deras. En Urrao sitios arqueológicos per-tenecientes a este periodo se localizan en el Cerro El Pesetas, ocupado ya desde épocas anteriores, en la cuenca del río Urrao en El Paso y en varios sectores de la cuenca del río Pabón, áreas éstas últimas con buenos suelos para la agricultura.

Para otras zonas de Colombia se sabe que el incremento de la población prehispánica del periodo más reciente se relaciona con la intensificación de la agri-cultura, principalmente de maíz, fríjol, yuca y papa. Estos cultivos aseguraban la base alimenticia para una creciente

población. En excavaciones realizadas en Musinga y Musinguita, restos de semillas de maíz, así como polen fosilizado de yuca y una especie cucurbitácea (familia de las ahuyamas) fueron identificadas conjuntamente con evidencias cerámi-cas de este periodo. Adicionalmente, se identificaron con frecuencia manos y pie-dras de moler en los sitios de este periodo (ver figura 26). Por otra parte, los indicios acerca de minería no son contundentes. Pero llama la atención la cantidad de ate-rrazamientos o banqueos que se locali-zan en cercanía a las minas de veta del Cerro, donde además se hallaron piedras de moler semejantes a las empleadas en épocas recientes por lo mineros para mo-ler la roca que obtienen en los cateos.

Por lo menos en Frontino los ente-rramientos en túmulos parecen haber continuado en uso, pues en varios casos como en Musinga, Río Verde y Carau-ta, se nota una relación muy clara entre las áreas donde se concentraba la ma-yor parte de la población y la ubicación de estos espacios funerarios y ceremo-niales. Es probable que ya desde esa época, estos se hayan valorado como monumentos o lugares sagrados por su antigüedad, actuando como vínculo con los ancestros de pueblos que ya para entonces tenían una larga historia de ocupación. Pero tal como parece haber sucedido en el periodo anterior, cuando otra forma de enterramiento fue incor-porada, durante este periodo hay indi-cios acerca de la existencia de nuevas prácticas funerarias.

En el vecino municipio de Cañas-gordas, a orillas del río Sucio, se ha identificado un enterramiento del tipo conocido en la región como “tumba de casa”, o hipogeo. Se trata de un nicho rectangular poco profundo, al interior del cual se dispusieron varias lajas de piedra de gran tamaño, conformando

Page 63: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 26. Utensilios de piedra de los Periodos 2 al 5.

Page 64: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 64 ))

una estructura en forma de vivienda. Aun cuando esta tumba había sido gua-queada, algunos fragmentos cerámicos recuperados de su interior hacen pen-sar que fue construida en este periodo. Tumbas semejantes han sido reportadas en esa misma cuenca en el municipio de Dabeiba y algo más lejos, hacia el noroc-cidente, en el cañón del río Cauca, en el municipio de Sabanalarga.

Lo propio parece haber ocurrido en Urrao, pero en relación con una forma de enterramiento conocida como tumba de pozo y cámara, característica del periodo más reciente de la historia precolombina en el occidente de Colombia. En la vere-da Santa Catalina, cuenca del río Pabón, recientes huellas de guaquería permitie-ron identificar una tumba de pozo pro-fundo, al interior de la cual se hallaron diversos tipos de vasijas, entre ellas urnas y cuencos, cuyas características de fabri-cación y forma parecen corresponder al tipo de cerámica característico de este periodo. Por su profundidad, existe la posibilidad de que sea de pozo y cámara lateral, mientras que las vasijas halladas en su interior son semejantes a las repor-tadas en otras partes para este tipo de tumba. En la cuenca del río Cauca, en Je-ricó, Concordia, Armenia y Sopetrán, se han hallado tumbas de pozo con cámara lateral. Incluso hacia la cuenca del río Atrato y el pacífico chocoano, tal como ha sido documentado en Bahía Solano y en Carmen de Atrato, municipio ubicado al sur de la cuenca del río Pabón, donde una tumba de cámara lateral contenía vasijas cerámicas semejantes a las halla-das en la tumba de Santa Catalina.

La continuidad de la práctica de enterramiento en túmulos, simultánea-mente con la adopción de otros cultos funerarios, es muestra de la relación entre permanencia y cambio en medio de los cuales vivieron las sociedades de

este periodo. De acuerdo con las inves-tigaciones arqueológicas efectuadas en el occidente y norte de Colombia, Fron-tino y Urrao se situaban durante este periodo entre procesos de cambio social con ritmos diferentes.

Las sociedades de la cuenca del río Cauca vivieron transformaciones más o menos simultáneas en varios aspectos de la vida social, hace unos 1200 años. Ade-más de un aumento significativo de la po-blación y de la intensificación de las prác-ticas agrícolas, se produjeron cambios notables en la alfarería, la orfebrería y las formas de enterramiento, que demues-tran transformaciones en los sistemas de pensamiento. Por otra parte, entre las so-ciedades del norte, asentadas en Urabá y el Sinú, aunque también se registran di-námicas de aumento demográfico, pare-cen haber prevalecido formas ancestrales de enterramiento, a la vez que prácticas alfareras y orfebres con rasgos que las vinculan con tradiciones anteriores.

Esta localización del occidente de Antioquia, quizá extensiva al Chocó, a manera de “visagra” entre diferentes rit-mos de cambio social, ha debido incidir en las dinámicas locales, toda vez que son varios los elementos que, como se ha visto, vinculan las evidencias arqueo-lógicas de ésta región con el occidente de Colombia. Y aun cuando se descono-ce la antigüedad de los caminos arqueo-lógicos que en Urrao transcurren por la cuenca del río Penderisco y su afluente el Pabón, es posible que daten de este periodo, dada la intensidad de las inte-racciones entre grupos locales y foráneos (ver figuras 27 y 28).

Para una mejor comprensión acer-ca de aspectos propios del periodo ter-minal de la época precolombina, resulta conviene aquí detenerse en información derivada de una lectura prudente de los textos producidos por los europeos en el

Page 65: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 65 ))

siglo XVI. Se deduce de lo anotado por Juan de Vadillo, Pedro Cieza de León, Jorge Robledo, Juan Bautista Sardella y Fray Pedro Simón, que entre Dabei-ba, Frontino, Cañasgordas y Abriaquí se localizaban las provincias de Guaca y Nore. Sus élites, lideradas por Nutiba-ra y Nabonuco, detentaban el poder de acuerdo con un sistema hereditario y un esquema de jerarquización sociopolíti-ca que incluía grandes señores, capita-nes, caciques, chamanes, comuneros y esclavos. Esta jerarquía se hacía visible en monumentos funerarios y atuendos personales que incluían bienes de presti-gio, notablemente de oro. Pero el poder no parece haber sido solo una cuestión simbólica: por lo menos Nutibara y sus caciques ejercían control directo sobre la producción de bienes de subsistencia por medio del tributo, pero también de la producción aurífera y de los sistemas de intercambio a larga distancia que los conectaban con Buriticá y Dabeiba, y, más allá, con Urabá y el Cenú.

En un contexto más amplio, se ob-serva que la interacción entre diferentes unidades sociopolíticas se había estable-cido en términos de disputas bélicas y redes de intercambio económico de al-cance regional. Guerra, antropofagia, es-clavitud y robo de mujeres, son prácticas mencionadas por los españoles en rela-ción con pendencias ancestrales entre las provincias de Guaca y Nore, y entre ésta última y Buriticá. Por otra parte, Buriticá y Nore, y con menor certeza Guaca, parti-cipaban como productoras de oro en una red de intercambio que se conectaba con las poblaciones del Sinú, el Atrato y Ura-bá. Estos intercambios incluían esclavos, oro, sal, tejidos, carne y pescado, y se efectuaban mediante un sistema de ca-dena, en el que participaban no sólo los productores y destinatarios finales de las mercancías, sino además aquellos grupos

cuyos territorios se encontraban locali-zados de forma intermedia en las rutas, como ocurría con Nore y Guaca donde se aportaban nuevos productos al circuito.

De otro lado, la identificación de los grupos que se encontraban asenta-dos en el actual Urrao durante el siglo XVI no es fácil, dado que esta zona no estaba localizada sobre las rutas de trán-sito más frecuentadas por los españoles. Suele asociarse a Urrao con la provincia de Xundabe o con los indígenas catíos, pero la información disponible no es concluyente al respecto. Sólo a partir del siglo XVII, cuando se establecen caminos desde Antioquia al Chocó, es que se en-cuentran descripciones algo más precisas sobre la población local, pero ya para ese momento se habían producido muchos movimientos de población como resulta-do de guerras y conflictos derivados de la ocupación española (ver figura 29).

Se deduce de lo anotado por Cie-za de León que en las tierras localizadas hacia el río Murrí, hoy compartidas con Frontino, se encontraba en el siglo XVI la provincia de Tatabe, conformada por pueblos con numerosas casas construi-das sobre pilotes, la cual se extendía hacia el Chocó. Más hacia el oriente, en tierras que hoy corresponden a Anzá, Caicedo, Concordia, Betulia y Urrao, pa-rece haber estado ubicada la provincia de Xundabe. Es a partir de la segunda mitad del siglo XVI que aparece la de-nominación de Catío asociada al valle del Penderisco y el sitio de Nogobasco, con base en lo escrito por Juan de Cas-tellanos respecto a los territorios donde el cacique Toné, de nación catía, resistió a los españoles. Pero la descripción que hace Castellanos, quien no conoció la región, sobre la localización y extensión de lo que denomina la nación catía no es precisa y abarca buena parte del occi-dente de Antioquia.

Page 66: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 27. Trazado general de caminos antiguos en la cuenca del Río Pabón, Urrao.

Figura 28. Detalle de caminos antiguos en la cuenca del Río Pabón, Urrao.

Page 67: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 29. Detalle del mapa Terra Firma in quae Dariae Fluvius Novum Regnum Granatense et Popayan, Willem Blaeu, 1630.

Page 68: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 68 ))

A principios del siglo XVII cuando la mayoría de la población local había sido reducida en encomiendas, Catío era el nombre de un repartimiento y enco-mienda, y Catía un apellido indígena. Es-tos provenían de Nogosco (¿Anocozca?), cerca de la cuenca de la quebrada No-que en el actual Caicedo. Por su parte, la denominación Urrao aparece también a inicios del siglo XVI ya como apellido asociado a repartimientos de indígenas Titiribíes que originalmente se hallaban en Guaca, o específicamente como el nombre de un repartimiento, presumi-

blemente cercano a Noque. Lo propio ocurre con la denominación Penderisco, que refiere a un repartimiento indígena de la misma época.

No es fácil por lo tanto deducir de los documentos de archivo y crónicas, el tipo de organización social y política de las comunidades que en el siglo XVI se encontraban asentadas en Urrao, como tampoco el tipo de relaciones que ha-bían establecido con sus vecinos. Ello indica la necesidad de profundizar en los estudios históricos y arqueológicos sobre este periodo.

periodo 5 (entre 400 y 100 años de antigüedad)

Las primeras expediciones españolas que entre 1538 y 1542 entraron a lo que hoy es el occidente de Antioquia, estuvie-ron encaminadas al saqueo de las rique-zas de oro más que al establecimiento de condiciones favorables para el asenta-miento permanente en el área. La única fundación española fue Antiochia, esta-blecida en 1541 en la provincia de He-béxico en el actual municipio de Peque, y trasladada un año luego al valle de Nore, cerca del actual Frontino. Esta incipiente fundación duró poco tiempo, pues los indígenas la atacaron en repetidas oca-siones y se dice que le prendieron fuego. En consecuencia, tuvo que ser trasladada nuevamente, esta vez a la Villa de minas de Santafé, al lado del río Cauca, confor-mando lo que sería Santafé de Antioquia. En todo caso el proceder de los españoles tuvo consecuencias catastróficas en tér-minos demográficos y de desarticulación política, social y cultural de las comunida-des locales, lo cual arqueológicamente se hace visible, tanto en Frontino como en Urrao, en el descenso drástico y la dis-continuidad a varios niveles que ofrecen

las evidencias de este periodo.Aunque hasta el momento sólo

se ha fechado por radiocarbono un si-tio en Carauta, con una antigüedad de 340 años, son varios los lugares en los cuales se ha identificado cerámica de ca-racterísticas diferentes a la de la época precolombina, a menudo asociada con restos de artefactos de hierro, vidrio y loza, que dan cuenta de la introducción de productos elaborados con técnicas de origen europeo. Los sitios de este perio-do se refieren mayoritariamente a asen-tamientos efectuados por los ancestros de las comunidades embera-catío. Pero posiblemente también a asentamientos españoles, y con mayor seguridad a co-munidades campesinas y entables mine-ros más recientes (ver figura 30).

La asociación entre cierto tipo de cerámica y los asentamientos relaciona-dos con la historia embera, se basa en una excavación efectuada en el Llano de Río Verde en Frontino, donde se hallaron restos de alfarería y cuentas de chaquira, insumo de los reconocidos collares (oka-má) y manillas embera. Una comparación

Page 69: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 69 ))

mejante a vasijas que hasta hace unos años todavía usaban los campesinos del área, y que según dicen, era traída de Buriticá, donde es reconocida una tra-dición alfarera de origen indígena, con-servada por familias campesinas. Esta cerámica, estaría indicando la existencia de asentamientos de mineros o colonos provenientes de la cuenca del río Cauca, quienes conformaron en buen medida la base de la población mestiza local entre los siglos XVIII y XIX.

Finalmente se destaca la documen-tación que se ha hecho de los vestigios de entables y asentamientos asociados a la explotación de minas de veta en el Cerro y Frontino durante los siglos XIX y XX. Con apoyo en documentación histó-rica y relatos de mineros locales, como Miguel Suaza, se identificó y mapeó un significativo conjunto de espacios y rui-nas correspondientes al enclave mine-ro establecido entre 1852 y 1943 por sucesivas compañías inglesas: The New Granada Limited, The Frontino & Bolivia Gold Mining Company Limited, The An-tioquia Limited, Cerro Syndicate Limited y Carmen Valley Gold Mines Limited. Se identificó la entrada al socavón princi-pal de la mina, denominado localmente como la “guía de los místeres”, el patio o taller donde se reparaba o construía la maquinaria, la casa con rasgos de ar-quitectura inglesa donde vivían los ad-ministradores, conocida como la “casa de los místeres” y lamentablemente hoy demolida. Así mismo, los cimientos don-de funcionaba la rueda pelton y las ace-quias que conducían hasta allí el agua.

Pero además, se identificaron casas aún en pié, construidas con madera so-bre mampuestos de piedra, donde vivían los trabajadores de la mina. Finalmente, se documentaron las ruinas del antiguo asentamiento del Cerro, contiguas al ta-ller y cercanas a la entrada de la Mina,

de esa cerámica con aquella producida hasta hace poco por los embera-catío de la comunidad del Llano, permitió esta-blecer afinidades en las materias primas y las formas. Este tipo de cerámica se ha registrado en asentamientos cuyas ma-yores concentraciones se ubican en las cuencas de los ríos, Musinga, Río Ver-de y Carauta, y en menor proporción en la cuenca del río Frontino, en Nore. En Urrao, unas pocas muestras se han identificado en La Honda, El Pesetas y El Paso. Consideramos que estas evidencias son testimonio del poblamiento embera de las vertientes cordilleranas y del esta-blecimiento del resguardo indígena de San Carlos de Cañasgordas a finales del siglo XVIII (ver figura 31).

De otra parte, algunos restos de loza semejantes a los que en otras regio-nes han sido identificados como de ori-gen europeo, fueron documentados en el valle de Nore. De acuerdo con infor-mación histórica y la tradición oral local, en este sector fue donde se estableció el asentamiento español de Antiochia en 1542, prontamente abandonado y co-nocido luego como Antioquia La Vieja. No es posible aseverar que estos restos correspondan a esa ocupación, pero lo que sí es claro es que la baja cantidad de este tipo de evidencias concuerda con una esporádica presencia española en el área. En Urrao, cerca de la cabecera mu-nicipal, en el sitio Los Halcones, también fueron halladas unas pocas evidencias de este tipo, que a juzgar por la infor-mación histórica pueden relacionarse con asentamientos de población criolla o mestiza que durante el siglo XVIII sentó las bases para la creación de la Parroquia de San José de Urrao.

Otro tipo de evidencias identifica-das en sitios arqueológicos de Nore, se refiere a fragmentos de cerámica, con abundantes partículas de mica, muy se-

Page 70: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 70 ))

compuestas por cimientos de muros en piedra que describen espacios rectan-gulares. De acuerdo con Miguel Suaza, funcionaban allí la inspección de policía, la escuela, tiendas, cantinas y algunas vi-viendas, conformando un caserío, que al tenor de la actividad minera llegó a tener la categoría de corregimiento. En 1943, una avalancha de la quebrada el Cerro sepultó el caserío, y ese mismo año, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, los

ingleses pararon la explotación minera (ver figura 32).

Las evidencias de este último perio-do de la arqueología regional remiten pues a diversos procesos, que no obs-tante se articularon entre sí para definir condiciones conforme a las cuales ha transcurrido la historia reciente de Urrao y Frontino. A continuación, y con base en fuentes de documentación escrita, nos referiremos con algún detalle a algu-nos de estos procesos.

el poblamiento embera de las vertientes cordilleranas

Durante el periodo colonial, en la vertiente cordillerana de Antioquia al Chocó ocurrieron varios desplazamientos de comunidades indígenas, entre los cua-les destaca el poblamiento de los ances-tros de los embera-catío hacia las cuencas medias y altas de los afluentes del Atra-to. A finales del siglo XVI e inicios del siguiente, diversos grupos conocidos por las autoridades españolas bajo la denomi-nación común de chocóes, comenzaron a huir de los entables mineros establecidos por los europeos en el alto Atrato, trasla-dándose hacia la cuenca del río Arquía, en los límites actuales de Antioquia y el Chocó. En ese movimiento, tuvieron en-frentamientos con otros grupos allí asen-tados, probablemente desde la época precolombina, denominados Taytas, que se dice eran “de nación Guaracú”.

Sobrevivientes de estos últimos, tuvieron que salir para establecerse en cercanías a Antioquia La Vieja, en terri-torio actual de Frontino, donde fueron reducidos a encomienda por los españo-les. Pero debido a nuevas arremetidas de los chocóes tuvieron que salir también de allí para establecerse en cercanías al

río Cauca, para ser finalmente reducidos en el pueblo de indios de San Juan del Pié de la Cuesta, cerca del actual munici-pio de San Jerónimo. Con similar suerte corrieron otros grupos asentados entre Urrao y Frontino, encomendados en los repartimientos catíos de Noque y No-gosco y otros como Urrao, Penderisco y Bruto, cuyos habitantes también huían de los chocóes que venían poblando la vertiente hacia el Atrato.

La existencia de rivalidades entre chocóes y otros pueblos que en el siglo XVI se encontraban en el medio y bajo Atrato, está bien documentada en los ar-chivos históricos, y hace parte de la tra-dición oral embera, específicamente en las narraciones sobre antiguas guerras sostenidas con los indígenas cuna. Pero también se encuentran datos sobre alian-zas entre miembros de estos diferentes grupos. Por ejemplo, a principios del si-glo XVII se registran matrimonios entre mujeres guaracúes y hombres chocóes, y en 1752, indígenas tunucunas del bajo Atrato ayudaron a indígenas chocóes a huir de San Joseph de Murrí, dándoles protección en sus propios pueblos.

Page 71: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 30. Cerámica y utensilios del Periodo 5.

Frontino Urrao

Page 72: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 31. Asentamientos embera en Cañadahonda y Cruces (Urrao). Doña María Carupia y el Llano de Río Verde, Frontino.

Page 73: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 32. Vestigios del entable minero del Cerro, Frontino.

Page 74: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 74 ))

Es posible entonces que durante el periodo colonial se hayan establecido relaciones entre comunidades chocóes provenientes del alto Atrato y aquellas asentadas en las vertientes de la cordi-llera Occidental que lograron resistir al dominio español, generando procesos de sincretismo que explicarían la parti-cularidad cultural de los actuales embe-ra-catío o eyabidas (gente de montaña en su idioma), incluyendo la conforma-ción de un dialecto específico dentro de la lengua Chocó. Ello además explicaría la presencia en su tradición oral de figu-ras como Dabeiba y Nutibara, al igual que de los Carautas como un grupo re-lacionado con la minería de oro, que les antecedió en la ocupación de las tierras del occidente de Antioquia.

En todo caso, el establecimiento de los chocóes en las cuencas de los ríos Arquía, Murrí y Penderisco fue el inicio del proceso de poblamiento que llevó a la conformación de los territorios em-bera-catío que hoy se encuentran loca-lizados en Urrao y Frontino, algunos de cuyos vestigios se han identificado ar-queológicamente. Para principios del si-glo XVIII, son varias las noticias acerca de indios chocóes nativos de Quibdó, Lloró y Bebará, que huyendo de la presión de misioneros y encomenderos de minas, llegaron al río Murrí y conformaron pa-lenques o cimarronas en sus márgenes. Allí fueron censados y trataron de ser evangelizados y congregados en pueblos por el gobierno de la provincia de Antio-quia, como una forma de legitimar su so-beranía sobre esas tierras de frontera, en disputa con la gobernación de Popayán.

En 1702 el cura Antonio de Guz-mán y Lezcano efectuó una entrada des-de Santafé de Antioquia hasta el Atrato, pasando por Noque y Urrao para llegar a Murrí, en donde presumiblemente esta-bleció una misión evangelizadora que no

prosperó, la misma que en 1711 tratara de restablecer José López de Carvajal, por entonces gobernador de Antioquia, reduciendo 140 indígenas en un pobla-do llamado San Joseph de Murrí, el cual contaba con capilla y cura doctrinero.

Al año siguiente, el mismo López de Carvajal se propuso reducir a poblados los chocóes huidos del pueblo de Bebe-rá que se habían asentado en la cuenca alta del río Murrí. Ya para entonces estas comunidades habían comenzado a ex-plorar las tierras de vertiente. En 1722, Facundo Guerra Calderón, gobernador de Antioquia, recibió una petición de los indios de Murrí para fundar un poblado y capilla en el valle del Río Verde, en el ac-tual Frontino, lugar en el cual ya habían establecido sus rocerías de maíz, aprove-chando lo fértil del terreno.

Atendiendo a este hecho y entran-do en contradicción con las autoridades de la Provincia de Citará, que solicitaban a las de Antioquia no amparar los cho-cóes huidos, en 1725 Guerra Calderón ordenó la fundación de dos pueblos: San Nicolás o Nuestra Señora de Juemia y San José o San Matheo de Chaquenodá, localizados en la cuenca del río Chaque-nodá, en el actual municipio de Frontino.

Ya para 1778 fueron censados en el pueblo de Murrí 279 indígenas chocóes que vivían en 12 bohíos. También tenían rocerías en el bajo y alto Río Sucio y en el río Bojayá. De forma semejante, en la cuenca del río Arquía tenían sus cultivos comunidades indígenas que se encon-traban asentadas en Beberá. Tan lejos habían llegado en su colonización de las vertientes cordilleranas, que en 1780 el gobernador de Antioquia, Cayetano Buelta Lorenzana, recibió una petición de indígenas chocóes que se encontra-ban en la cuenca alta del río Penderisco y no querían estar sujetos a las autori-dades del Citará. Ordenó entonces la

Page 75: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 75 ))

fundación del pueblo de San Carlos de La Isleta, localizado cerca de la cabecera actual del municipio de Urrao.

En general, el poblamiento y esta-blecimiento de los chocóes en la cuen-ca del Murrí y áreas aledañas durante el periodo colonial, constituyen la base fundamental sobre la cual se configuró la territorialidad embera-catío del occi-dente de Antioquia, territorialidad sobre la cual intervendrían las políticas colonia-les tardías de constitución de resguardos y posteriormente del Estado colombiano para dividirlos, liquidarlos o adjudicarlos, dependiendo del momento histórico.

Hacia finales del periodo colonial en 1776, Francisco Silvestre, por entonces gobernador de Antioquia, ordenó la re-ducción de los “chocóes fugitivos” que habitaban en el occidente de Antioquia en el pueblo de indios de San Carlos de Cañasgordas. Con ello, se formalizaban tardíamente sus asentamientos bajo la figura de un gran resguardo cuya exten-sión abarcaba territorios de los actuales municipios de Peque, Dabeiba, Urami-ta, Frontino, Abriaquí, Giraldo y Urrao. En un documento de 1833, cuando las nuevas políticas republicanas ordenaron la repartición de las tierras del resguardo, los límites del mismo eran establecidos de la siguiente manera:

“Del alto del Toyo a dar al alto de León = de aquí al alto de Urama grande = y de este por su filo a la cerrazón de río sucio = de aquí por su filo a dar al alto de Quiparado = y de este por su cordillera a dar al alto de Chaquinoda = del alto de este río a dar al alto de Curbata = y de este a dar al alto de Mande = y de aquí a la cerrazón de Penderisco = y de aquí por la orilla de este río a dar al alto de Carau-ta = y de aquí a dar al alto de Río verde = y de este a dar al alto de Musinga = y aquí a dar al alto del Plateado = y de este

a dar al alto de Alegría = y de este al alto de Toyo primer lindero”

De acuerdo con esta delimitación, buena parte de Frontino hacía parte del resguardo y se proyectaba hacia el te-rritorio de Urrao, particularmente en la cuenca media-baja del río Penderisco y la del río Mandé (ver figura 33). Es posible que originalmente haya cubierto tam-bién la cuenca alta del río Penderisco, pues se dice que la población indígena congregada en San Carlos de la Isleta fue incluida en el Resguardo por orden de Cayetano Buelta Lorenzana, pero que a petición de los mismos indígenas ello fue derogado en 1789. Sin embar-go, con la creación de la parroquia de Urrao en 1796 y el consecuente reparto de tierras entre los pobladores antioque-ños que formaron el pueblo, se infiere que concluyó la existencia de este asen-tamiento indígena y comenzó la presión de los colonos sobre los territorios indí-genas localizados en las cuencas de los ríos Penderisco y Murrí.

Con la organización de la Repúbli-ca el régimen político que regulaba la cuestión indígena cambió notablemente, desde una legislación colonial de carác-ter proteccionista, hacia una de tipo li-beral según la cual todos los ciudadanos colombianos tenían virtualmente los mis-mos derechos y obligaciones. Entonces varias leyes fueron expedidas ordenando la repartición de las tierras de resguar-do. Para la vertiente cordillerana hacia el Atrato, a la aplicación de estas políticas se sumaron dos dinámicas adicionales que implicaron una presión enorme so-bre los territorios de resguardo indígena creados en la Colonia.

En primer lugar, la liberación gra-dual (1821-1851) de la población negra que se encontraba esclavizada en las mi-nas conllevó nuevos procesos de pobla-miento, principalmente de las cuencas

Page 76: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 76 ))

bajas y medias de los grandes tributarios del Atrato. En segundo lugar, la deno-minada colonización antioqueña, que de manera dirigida o espontánea, llevó a campesinos mestizos a la apertura de tierras para la agricultura y la ganadería, así como a la explotación de minas en las cuenca altas y bajas de los ríos que des-cendían desde la cordillera. De tal forma que los territorios indígenas del resguar-do de San Carlos de Cañasgordas queda-ron sometidos a una doble presión: des-de el Atrato por parte de comunidades afrodescendientes y desde las tierras al-tas por parte de los colonos antioqueños, en una situación que se prolonga hasta el presente. A ello hay que agregar que, en el curso del siglo XIX e inicios del XX, se pusieron en marcha en la región políticas de concesión de minas y baldíos, apertu-ra de caminos de interés nacional y misio-nes con base en Frontino y Dabeiba que pretendían civilizar a los indígenas.

Así es que en cumplimiento de las nuevas leyes y en vista del escollo que los resguardos representaban para la minería y la expansión de la colonización antio-queña, entre 1833 y 1839 se procedió al repartimiento de las tierras del resguardo de San Carlos de Cañasgordas. Los terre-nos del resguardo, que según los trabajos de agrimensura sumaban 96.000 fane-gadas (unos 614 kilómetros cuadrados), fueron repartidos en 12 porciones, de las cuales las correspondientes a la escuela parroquial y al pago de la diligencia, fue-ron delimitadas en las mejores tierras en términos de su cercanía a la cabecera de Cañasgordas y la presencia de minas de veta, entre los ríos Sucio, La Herradura y Frontino. Las restantes porciones fueron adjudicadas a 14 familias compuestas por 135 indígenas en el sector occidental del antiguo resguardo, es decir, entre las cuencas de los ríos Musinga, Verde, Ca-rauta, Chaquenodá y Murrí.

El descontento generado por la for-ma en que se efectuó el repartimiento llevó a que en 1848, mediante Orde-nanza Departamental, se ordenara una rectificación que sin embargo sólo se llevaría a cabo unos cuarenta años más tarde. Entre tanto, la falta de rigor y las inconsistencias del proceso de reparti-miento, sumados a las tretas empleadas por los agrimensores, algunos vecinos y colonos procedentes de otras partes de Antioquia, conllevaron a que los predios fueran objeto de negociaciones injustas para los indígenas.

Sólo hasta 1887 se expidió un de-creto sobre Arreglo definitivo de los Res-guardos de Frontino y Cañasgordas, en cuya aplicación se definió la propiedad en una extensión de 100.000 hectáreas, dentro de las cuales no se alcanzó a in-cluir el área de Murrí. No obstante, y tal como lo anotó Juan Enrique White, que-daron muchísimos enredos derivados de la falta de claridad de los derechos de sucesión de los herederos indígenas y “libres”, estos últimos ya con numero-sos derechos comprados a los indígenas. La liquidación definitiva del resguardo de San Carlos de Cañasgordas se con-cluyó en 1920 con la distribución de las tierras del Valle de Murrí.

En las décadas siguientes las políticas del estado en materia indígena enfatiza-ron en la división o liquidación de los te-rritorios de resguardo que aún quedaban. Pero a partir de la década de 1950 se de-sarrolló una legislación mayoritariamente orientada hacia el reconocimiento formal de los resguardos y la propiedad colectiva de la tierra. Sobre la base de estos desa-rrollos legales e integrándose a las dinámi-cas de fortalecimiento de los movimientos indígenas, sobre todo de las que habían tenido lugar al sur del país, desde la dé-cada de 1970 las comunidades embera comenzaron a constituir cabildos y más

Page 77: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 77 ))

tarde a solicitar la creación de resguardos ante el INCORA. Para el caso de la cuenca del Río Murrí y zonas aledañas, fueron las comunidades asentadas en Vigía del Fuer-te y Murindó las primeras que lograron la adjudicación de los resguardos de Río Jarapetó, Río Murindó, Guaguandó, Cha-jeradó y El Salado entre 1984 y 1990.

Por su parte las comunidades asen-tadas en Urrao y Frontino lograron la adjudicación de resguardos con posterio-ridad a la expedición de la Constitución Política de 1991, dentro de un nuevo marco de políticas de Estado y mediante dinámicas de fortalecimiento étnico. Ac-tualmente tienen lugar en estos munci-pios los resguardos de Majoré Amburá, Valle de Pérdidas-Jengamecodá, Andabú, Murrí–Pantanos, Chaquenodá y Nusidó. Pero quedan algunas comunidades sin adjudicación de resguardos, como son las de Cañadahonda y Cruces en Urrao y las de El Llano y Loma de los Indios en Frontino (ver Mapa general).

descendiente de las cuencas de los ríos Arquía y Murrí, en la perspectiva de hacer visibles aspectos que deberían ser objeto de investigaciones arqueológicas futuras, a realizar con miembros de las comunida-des de Punta de Ocaidó y Mandé.

En los primeros entables mineros que establecieron los españoles en los ríos San Juan y Atrato, se empleó inicial-mente mano de obra indígena. Pero el fuerte impacto demográfico y las leyes que prontamente prohibieron el empleo

Figura 33. Extensión del Resguardo de San Carlos de Cañasgordas según Parsons. Fuente: Parsons, James. 1996. Urabá, salida de Antioquia al mar. Geografía e historia de su colonización. Bogotá: el Ancora editores. Mapa 4.

Por diferentes razones las investiga-ciones arqueológicas hasta ahora efectua-das en Frontino y Urrao no han abarcado zonas en las cuales haya presencia histó-rica de comunidades afrodescendientes. En general, la arqueología efectuada en Colombia no se ha propuesto contribuir a un mejor conocimiento de los procesos históricos de estas comunidades. No obs-tante, es pertinente exponer aquí a gran-des rasgos una interpretación de lo que ha sido el proceso de poblamiento afro-

La presencia de las comunidades afrodescendientes en las cuencas de los ríos arquía y Murrí

Page 78: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 78 ))

de indígenas en las minas, así como la re-nuencia de estos últimos al sometimiento español, hicieron que desde fines del siglo XVII se llevara población negra esclaviza-da para el laboreo de las minas. Aunque algunos negros habían hecho parte de las expediciones españolas en el siglo XVI, la mayoría fueron introducidos luego, ya fueran provenientes de las gobernaciones del Cauca, Cartagena, Antioquia y Pana-má, o mediante la importación directa desde los mercados de esclavos hacia el Chocó. En este sentido, confluyeron en el Chocó negros “criollos” y mulatos que habían nacido en la Nueva Granada y ne-gros “extranjeros” que según el rastreo de los apellidos provenían de diferentes regiones o estaciones esclavistas africa-nas, como Guinea, Sudán, Congo y Se-negal. Tan diversa procedencia implicó la coexistencia de gentes con distintos idio-mas o dialectos y religiones.

A la par que el auge minero del si-glos XVIII en el Chocó, la población negra aumentó notablemente: para 1704 ha-bían sido importados unos 600 esclavos, en 1724 se reportan 2000 y en 1782 se registran 7088, los que en comparación con los 6552 indios y 3899 “libres” cen-sados, constituían la mayoría de la pobla-ción del Chocó para la época. Las empre-sas mineras del Chocó eran controladas desde dos centros principales: las provin-cias de Novitá y Citará, (correspondiendo a Citará las minas explotadas en los ríos Cértegui, Andégueda, Neguá, Bebará, Murrí y Río Sucio), por lo cual el alto y medio Atrato se constituyeron en uno de los principales núcleos de población afro-descendiente durante el periodo colonial.

Entre los siglos XVII y XIX, al pie de las minas o en nuevos lugares situados en las riveras del Atrato y el curso bajo sus principales afluentes, se fueron con-formando numerosos asentamientos de gente negra, tanto por parte de aque-

llos que permanecían esclavizados, como aquellos que lograron comprar su libertad (automanumisión) o quienes huyeron y conformaron palenques o cimarronas. Para finales del siglo XVIII, mucho antes de que se dictaran leyes en contra de la esclavitud, una proporción importante de esta población había comprado su liber-tad y se encontraba asentada tanto en los antiguos sitios de explotación de oro, como en nuevos espacios localizados ha-cia el occidente del Atrato, incluso en las tierras costeras, en el bajo Atrato en Ura-bá y en los afluentes orientales del mismo.

En los contextos ribereños se fueron conformando parentelas en lugares don-de se podían combinar las labores mine-ras con la agricultura, la pesca y la cace-ría. Dado que la esclavitud había disuelto cualquier sistema de parentesco de ori-gen africano, los vínculos básicos de con-sanguineidad de estos asentamientos eran el de la madre y sus hijos y el de la madrina y el padrino y sus ahijados, que funcionó como un “parentesco ritual”. Entonces probablemente los primeros asentamientos ribereños que se hicieron por parte de negros libres estaban con-formados por hermanastros y hermanas-tras y sus progenitoras, así como nuevas alianzas matrimoniales, además de los vínculos de compadrazgo que se fueron estableciendo entre ellos.

En la cuenca baja del río Murrí se estableció un entorno donde confluyó la población de indígenas chocóes ini-cialmente huidos y luego agrupados en el pueblo de San Joseph de Murrí, con la población negra esclava o libre que explotaba sus propias minas y tenía sus plataneras y sembrados de caña. De acuerdo con un censo de 1777, en Murrí se encontraban residiendo 28 esclavos y 6 negros libres que tenían sus propias minas y cultivos.

Page 79: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 79 ))

Por su parte, una descripción efec-tuada en 1802 del corregimiento de Mu-rrí, perteneciente a la Provincia de Citará, indica que estaba compuesto en primer lugar por el pueblo propiamente dicho, en donde estaban congregados 47 indí-genas; en segundo lugar, unas 30 familias de mulatos, zambos y negros dispersas por las vegas del río, entre el pueblo y Bo-cas de Murrí (desembocadura al Atrato), que aprovechaban los terrenos fértiles para el cultivo de plátano, caña de azúcar y maíz, lo cual complementaban con ár-boles frutales y algodonales, así como la cría de cerdos, con lo cual se mantenían a sí mismos y vendían algunos excedentes en las minas de otros ríos y en Quibdó. Finalmente, estaban unas quince familias de mulatos, zambos y negros asentados en los ríos Bojayá, Murindó, Giguandó y Pabarandó, que, conjuntamente con los pobladores de la cuenca del Murrí, asis-tían a este pueblo en donde estaba la única iglesia parroquial del medio Atrato.

Tal parece que este proceso de po-blamiento dio lugar años luego al esta-blecimiento de comunidades negras río arriba, en el curso medio del Arquía y probablemente también del Murrí. Para 1835 se tiene noticia de vecinos de Man-dé y Ocaidó, que solicitaban al goberna-dor de Antioquia el establecimiento de una viceparroquia en Isletas, lo cual pare-ce habérseles concedido.

Durante el siglo XIX, la aplicación de la legislación republicana que daba término a la esclavitud, sólo se hizo efec-tiva hacia 1852, pero ya entonces la gran mayoría de la población negra había obtenido su libertad, entre otras razo-nes porque los dueños de las cuadrillas mineras habían agilizado la manumisión en vista del mal negocio que en ese mo-mento representaba mantener esclavos en lugar de pagar jornaleros.

En este escenario la población local, sumada a migrantes provenientes de los antiguos enclaves mineros de Nariño, Cauca y Antioquia, fortaleció la presencia negra en el Chocó, así como el proceso de poblamiento de entornos diferentes a las minas y el establecimiento de comu-nidades con un patrón, disperso a orillas de los principales afluentes del Atrato y el San Juan. De acuerdo con un censo de 1870, en el asentamiento de Opogodó del distrito de Murrí, la población se dedi-caba por entonces fundamentalmente a la minería, la pesca y la agricultura, ade-más del particular oficio de “rezandero”.

Es de esperar entonces que los asen-tamientos de afrodescendientes del bajo río Murrí, como Bocas de Murrí y Murrí Bajo, tengan origen en establecimientos mineros del periodo colonial, mientras que aquellos del curso medio, como Man-dé correspondan a movimientos de po-blación que se efectuaron, bien de forma paralela por parte de libres y cimarrones, o bien posteriormente por parte de pobla-ción manumitida o liberada en el siglo XIX.

Sin embargo, un trabajo sobre me-moria local elaborado por la Asociación Campesina Integral del Atrato-ACIA, indi-ca que de los actuales asentamientos afro-descendientes en la cuenca baja del río Murrí el más antiguo sería La Playa, con-formado hacia 1895 por familias prove-nientes de Palmadó y Río Quito en el Alto Atrato y Jiguamiandó en el Carmen de Atrato. Por su parte, el asentamiento de Loma de Murrí, conformado hacia 1940, se habría creado con familias provenien-tes del río Negua en el alto Atrato. Pos-teriormente, se crearon los asentamientos de Pueblo Nuevo (1980) y Vuelta Cortada (1982) con población proveniente de la misma cuenca del río Murrí y de otras zo-nas como Paimadó, Yuto y Catupa.

Durante el periodo colonial y repu-blicano, las relaciones entre afrodescen-

Page 80: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

M E M O R I A S D E L A T I E R R A

(( 80 ))

dientes e indígenas chocóes fluctuaron entre el aislamiento, la apatía y el estable-cimiento de alianzas, intercambio de pa-rentesco y préstamos culturales. De una parte, las políticas segregacionistas de la corona española y las dinámicas de con-trol social y reproducción cultural de cada grupo generaron límites a la interacción e incluso acciones violentas entre miem-bros de los dos grupos. Pero de otra, la proximidad espacial en los enclaves mi-neros y en los territorios de expansión propició el mestizaje, la adopción de sa-beres indígenas por parte de los negros y esporádicas alianzas para huir del control español (ver figuras 34 y 35).

Como producto de ello, y teniendo en cuenta que las condiciones ambienta-les en las que habitan ambos grupos son semejantes, entre las actuales comunida-des negras del Chocó biogeográfico se observan prácticas y rasgos de origen in-dígena, como el patrón de asentamiento, algunos elementos formales de la vivien-da, patrones de alimentación y prácticas de jaibanismo. Así mismo, se han esta-blecido relaciones de compadrazgo y de intercambio comercial, siendo los negros compradores potenciales de productos embera como canoas, canastos arte-sanales, cerdos, gallinas y huevos; a su vez, los embera compran a los negros productos provenientes del mercado ex-terior como armas, herramientas, encen-dedores, sal y aguardiente.

Ahora bien, con la aplicación efec-tiva de las leyes que declararon libres a los negros esclavizados, la cuestión de la propiedad de las tierras en las cuales se habían asentado no recibió ningún tipo de formalización por parte del Estado. De este modo, para la segunda mitad del siglo XIX eran considerados gene-ralmente como colonos que habitaban territorios baldíos de la Nación. En esa

condición tardaron mucho más tiempo que los indígenas en ser reconocidos como grupo étnico con derechos sobre sus territorios colectivos. Ello se explica porque en comparación con la legisla-ción proteccionista indígena del siglo XIX, y posteriormente con las repercu-siones de los movimientos indigenistas sobre las políticas de Estado en el siglo XX, la cuestión de las sociedades afro-descendientes sólo vino a hacerse visible en las leyes hacia la década de 1980.

Con anterioridad a la definición del marco legal que desde 1991 ha desa-rrollado los derechos de las comunida-des negras en Colombia, en el Chocó se venían dando procesos de organización social por parte de comunidades afrodes-cendientes, como es el caso de la Asocia-ción Campesina Integral del Atrato-ACIA, instancia desde la cual se lideró el proce-so de titulación de tierras colectivas que culminó en 1997 con la adjudicación de 696.254 hectáreas que pertenecían a baldíos de Antioquia (Murindó, Urrao y Vigía del Fuerte) y Chocó (Quibdó, Bojayá y Medio Atrato). En este proceso, partici-paron las comunidades afrodescendien-tes de Punta de Ocaidó, localizadas en la cuenca media del río Arquía. Posterior-mente, en 2001, las comunidades de Mandé, localizadas en la cuenca media del río Murrí, concretaron la titulación co-lectiva de sus tierras (ver Mapa general).

La realización de futuras investiga-ciones arqueológicas que incluyan expre-samente entre sus objetivos el estudio de los procesos de poblamiento, sistemas de asentamiento, transformaciones so-cioculturales y relaciones interétnicas de la población afrodescendiente, serán de gran valor para comprender mejor las tra-yectorias históricas que en este texto han sido expuestas de manera muy general.

Page 81: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 34. Interior de las casas de los indios. Provincia del Chocó. Acuarela de Manuel María Paz, 1853.

Figura 35. Pueblo de Sipí o San Agustín, provincia del Chocó. Acuarela de Manuel María Paz, 1853.

Page 82: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

c L a V e s p a r a c O n O c e r , V a L O r a r

Y prOteGer eL patriMOniOarQUeOLóGicO Y paLeOntOLóGicO

Page 83: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 83 ))

Las evidencias arqueológicas son huellas y restos materiales resultado de actividades humanas del pasado.

son testimonios, muchas veces úni-cos, para conocer y valorar los pro-cesos históricos que han constituido

lo que es hoy el país, sus particularidades y dinámicas regionales y sus nexos con otras partes del mundo. Sitios de vivien-da, campos de cultivo, caminos, cemen-terios, lugares rituales, arte rupestre y colecciones de piezas arqueológicas, son entre otros, testimonio de procesos mile-narios de poblamiento, cambio e interac-ción de las sociedades precolombinas. A ello se suman las huellas más recientes de lugares de asentamiento urbano o rural, sitios de explotación minera, producción agrícola e industrial, así como extensas redes de caminos de poblaciones indí-genas, afrodescendientes y mestizas del periodo colonial y republicano.

También existe un importante con-junto de vestigios arqueológicos en los espacios marítimos y costeros del país, ya como evidencia de asentamientos pre-colombinos y coloniales que hoy se en-cuentran bajo la cambiante línea costera, o restos de la infraestructura de defensa militar y portuaria del periodo colonial y de naufragios de las naves que en misión comercial o militar surcaron los mares.

Tales testimonios son bienes que conforman el patrimonio arqueológico del país, el cual está amparado legalmen-te por un régimen especial de protección que reconoce y defiende su naturaleza inalienable, inembargable e imprescrip-tible estipulada en el artículo 72 de la Constitución Nacional. Actualmente, la Ley 397 de 1997, modificada y adicio-nada por la Ley 1185 de 2008, así como los decretos 833 de 2002 y 763 de 2009, ofrecen los lineamientos necesarios para garantizar el mandato constitucional so-bre protección del patrimonio arqueoló-gico en Colombia.

Page 84: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

C L A V E S P A R A C O N O C E R , V A L O R A R Y P R O T E G E R E L P A T R I M O N I O A R Q U E O L Ó G I C O Y P A L E O N T O L Ó G I C O

(( 84 ))

De acuerdo con la Ley 1185 en su artículo 3º, el Patrimonio Arqueológico comprende aquellos vestigios producto de la actividad humana y aquellos restos orgánicos e inorgánicos que, mediante los métodos y técnicas propios de la arqueo-logía y otras ciencias afines, permiten re-construir y dar a conocer los orígenes y las trayectorias socioculturales pasadas y ga-rantizan su conservación y restauración.

Al mismo régimen de protección legal están sujetos los bienes que con-forman el patrimonio paleontológico. Estos corresponden a fósiles de organis-mos vivos y sus actividades, incluyendo tanto aquellos que se encuentran en co-lecciones, como los que permanecen en yacimientos expuestos en la superficie, en el subsuelo o bajo las aguas. Se tra-ta de evidencias que permiten conocer y valorar antiguos procesos geológicos, ecológicos y climáticos.

De acuerdo con lo dispuesto por la constitución y las leyes, el Estado, los en-tes territoriales y la población en general son corresponsables en la protección del patrimonio arqueológico y paleontológi-co. El Instituto Colombiano de Antropo-logía e Historia, ICANH es la autoridad nacional encargada de velar por el cum-plimiento del conjunto de leyes que sal-vaguardan el patrimonio arqueológico. Para el patrimonio paleontológico, esta entidad, conjuntamente con el Servicio Geológico Nacional, son las autoridades nacionales. Los departamentos, distritos y municipios son corresponsables en la protección, valoración y divulgación el patrimonio arqueológico y paleontológi-co presente en sus jurisdicciones.

Las leyes colombianas otorgan es-pecial atención a la protección del pa-trimonio arqueológico y paleontológico que se encuentra en sus lugares origina-les. Por tal motivo prohíben las excava-ciones ilegales, tradicionalmente asocia-

das a actividades de guaquería y saqueo de tumbas y otros sitios arqueológicos y yacimientos paleontológicos (ver figuras 36 y 37). Igualmente, se penalizan aque-llas actividades de vandalismo que aten-tan contra la integridad de los bienes arqueológicos y paleontológicos. Sólo pueden efectuarse excavaciones y otras intervenciones en sitios arqueológicos y yacimientos geológicos, por profesiona-les acreditados, mediando fines estricta-mente científicos y culturales, que serán evaluados por el ICANH para otorgar la correspondiente Autorización de Inter-venciones Arqueológicas.

Por su excepcional valor cultural, his-tórico y científico, los bienes del Patrimo-nio Arqueológico y Paleontológico perte-necen a la Nación, por lo tanto, no están sujetos al régimen de propiedad privada y está prohibida la compra y venta de piezas arqueológicas o fósiles paleonto-lógicos en cualquier parte del país. Por su parte, la exportación de piezas o mues-tras de estos bienes patrimoniales sólo es posible de manera temporal, siempre y cuando sea autorizada por el ICANH. Los particulares y entidades públicas o privadas podrán ejercer la tenencia de piezas arqueológicas o paleontológicas, sin que ello signifique derecho de pro-piedad. Quien posea este tipo de piezas, está en la obligación de registrarlas ante el ICANH. Una vez registradas, el intere-sado en ejercer la tenencia formal de las mismas, deberá solicitarlo expresamente al ICANH, indicando las condiciones rea-les que ofrece en términos de seguridad, conservación y acceso al público, las cua-les serán evaluadas por la entidad como condición para otorgar la correspondien-te autorización de tenencia.

Cualquier proyecto de infraestruc-tura o explotación de recursos naturales que pueda afectar sitios en donde se en-cuentran evidencias arqueológicas (vías,

Page 85: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

Figura 36. Túmulos funerarios afectados por guaquería y quemas en Frontino y Urrao.

Figura 37. Cicatrices de guaquería en tumbas precolombinas de Frontino y Urrao.

Page 86: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

C L A V E S P A R A C O N O C E R , V A L O R A R Y P R O T E G E R E L P A T R I M O N I O A R Q U E O L Ó G I C O Y P A L E O N T O L Ó G I C O

(( 86 ))

oleoductos, gasoductos, pozos explora-torios, minas, líneas de interconexión, hidroeléctricas, parcelaciones y urbani-zaciones, entre otros), debe incluir un programa de arqueología preventiva, mediante el cual se desarrollen los estu-dios científicos necesarios para identifi-car si existen evidencias arqueológicas en el área, establecer su importancia científica y cultural, así como formular y aplicar las medidas necesarias para su protección y conservación.

Por ello, para la obtención de li-cencias ambientales, registros o autori-zaciones equivalentes ante la autoridad ambiental, así como licencias de urba-nización, construcción y parcelación a cargo de autoridades municipales, como requisito previo a su otorgamiento debe-rá haberse puesto en marcha un progra-ma de arqueología preventiva y deberá presentarse al ICANH un plan de mane-jo arqueológico sin cuya aprobación no podrá adelantarse la obra. Los recursos financieros requeridos para el desarrollo de los programas de arqueología preven-tiva que exige la ley, corren por cuenta de las personas jurídicas o naturales res-ponsables de tales obras

En los casos en los que alguien en-cuentre de manera fortuita bienes del pa-trimonio arqueológico o paleontológico, está en la obligación de dar aviso al ICANH o a la autoridad civil o de policía más cer-cana quien deberá informar del hallazgo al Instituto dentro de los veinticuatro (24) horas siguientes al encuentro. El ICANH evaluará la información y dispondrá lo relativo a la protección de los bienes ha-

llados, siendo posible que envíe una comi-sión o que delegue en otros profesionales la visita, debidamente autorizada.

Para el desarrollo de investigaciones arqueológicas o proyectos de conserva-ción y restauración de bienes arqueoló-gicos, entidades como el Ministerio de Cultura, la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, Colciencias y el ICANH ofrecen mediante concursos públicos convocatorias anuales. Algunas universidades públicas y privadas con-templan también dentro de los fondos de apoyo a la investigación, la realiza-ción de estudios arqueológicos.

En cuanto a los departamentos, dis-tritos y municipios, claramente la ley ha establecido que deben incorporar a sus planes de desarrollo recursos orientados a la protección, conservación, sosteni-bilidad y divulgación del patrimonio ar-queológico, mientras que los Planes de Ordenamiento Territorial deben tener en cuenta la presencia de bienes inmuebles declarados como de interés histórico y cultural y áreas arqueológicas protegidas (Ley 388 de 1997, artículo 10º; Ley 1185 de 2008, artículos 1º y 7º; Decreto 763 de 2009, artículos 4º, 5º y 59º).

Ello indica que en cumplimiento de sus obligaciones legales los entes te-rritoriales deben apoyar la protección, conservación, valoración y divulgación del patrimonio arqueológico, y por ende el desarrollo de las investigaciones que de manera transversal aportan el cono-cimiento necesario para el cumplimien-to de dichas actuaciones. No obstante, resulta legítimo y conveniente que en

Page 87: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 87 ))

asocio con otras entidades territoriales y de otra índole, como las ya menciona-das, e incluso con apoyo de cooperación internacional, los departamentos y mu-nicipios diseñen estrategias de cofinan-ciación que permitan no sólo emprender investigaciones arqueológicas, sino po-sicionar y mantener programas de largo plazo para la investigación y gestión del patrimonio arqueológico localizado en sus jurisdicciones.

Finalmente, es indispensable tener en cuenta que la ley habilita la figura de estímulos tributarios a la inversión en la protección del patrimonio cultural de la Nación (Ley 1185 de 2008, artículo 56º). Específicamente en lo atinente al patri-monio arqueológico, brinda la posibilidad de deducciones tributarias para las enti-dades estatales que siendo contribuyen-tes del Impuesto de renta realicen gastos orientados a la formulación y aplicación de planes de manejo arqueológico, siem-pre y cuando estos no correspondan a programas de arqueología preventiva ligados a los proyectos, obras o activida-des a cargo de la respectiva entidad (De-creto 763 de 2009, artículo 77º). En este caso, los gastos realizados en los planes de manejo arqueológico tendrán lugar en el marco de convenios con el ICANH.

Con el propósito de brindar infor-mación sobre las entidades que en dife-rentes modalidades pueden ofrecer apo-yo para el desarrollo de un esquema para la promoción de la investigación y gestión del patrimonio arqueológico y paleonto-lógico, adjuntamos el siguiente listado:

Ministerio de Cultura: www.mincultura.gov.co Teléfono: 3424100 ext. 1180, 1181, 1182, 1184, en Bogotá. Línea gra-tuita nacional: 018000938081. Correo electrónico: [email protected]

Instituto Colombiano de Antropología e Historia: www.icanh.gov.coTeléfono: 4440544, en Bogotá.Línea gratuita nacional: 018000119811.Correo electrónico: [email protected]

Servicio Geológico Colombiano. Museo José Royo y Gómez: www.sgc.gov.coTeléfono: 2200100 ó 2200200, en Bo-gotá.Correo electrónico: [email protected]

Instituto de Cultura y Patrimonio de Antio-quia: www.culturantioquia.gov.coTeléfono: 5124669, en Medellín. Correo electrónico: [email protected]

Municipio de Urrao. Casa de la Cultura: www.urrao-antioquia.gov.coTeléfono: 8502317.Correo electrónico: [email protected]

Municipio de Frontino. Casa de la Cultu-ra: www.frontino-antioquia.gov.cTeléfono: 8595032.Correo electrónico: [email protected]

Page 88: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

(( 88 ))

FUentes De cOnsULtaEl lector interesado en mayores deta-

lles o en ampliar información, encuentra a continuación una lista de referencias biblio-gráficas organizadas de acuerdo con los di-ferentes capítulos y temas que componen este texto.

pOr LOs caMinOs De tOnÉ Y nUtiBara

Sobre tradición oral embera

Dogiramá, Floresmiro. 1984. Zroara Ne-bura. Historia de los Antiguos. Literatura Oral Embera. Transcripción de Mauricio Pardo. Centro Jorge Eliécer Gaitán, Bogotá.

Gobernación de Antioquia-Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacio-nales-Universidad de Antioquia. 2009. Ar-queología de Frontino: espacio, tiempo y sociedad en el noroccidente de Antioquia. Video Documental. Producción: Manigua Tantan. Medellín.

Rochereau, Henri. 1929. “Nociones so-bre creencias, usos y costumbres de los ca-tíos del occidente de Antioquia”. Journal de la Société des Américanistes 21 (1): 71-105.

Vélez, Luis Fernando. 1990. Relatos tra-dicionales de la cultura catía. Universidad de Antioquia, Medellín.

Sobre historia, literatura y arte en Frontino y Urrao

Celis, Jaime .2009. Historia General de Urrao. Impresos Begon, Medellín.

______. 2012. Diccionario Biográfico Urraeño. Impresos Begon, Medellín.

______. 2013. Patrimonio Artístico Urraeño. Impresos Begon, Medellín.

Elejalde Arbeláez, Ramón. 2003. A la sombra del Plateado. Monografía de Fron-

tino. Gobernación de Antioquia-Alcaldía de Frontino, Medellín.

Elejalde Escobar, Ramón. 1943. Mono-grafía del Municipio de Frontino. Tipografía San Antonio, Medellín.

Varios autores. 1925. Monografía del Distrito de Urrao. Tipografía Comercial, Medellín.

Varios autores. 1934. Monografía del Dis-trito de Urrao. Imprenta Nacional, Bogotá.

saQUeO, GUaQUerÍa, ar-QUeOLOGÍa Y sitiOs sa-GraDOs

Sobre las referencias tempranas al Dabaibe y primeras expedicio-nes al noroccidente de Antioquia

Castellanos, Juan de. 1997. Elegías de Varones Ilustres de Indias. FICA, Cali.

Cieza de León, Pedro. 1941. La Crónica del Perú. Espasa-Calpe, Madrid.

Núñez de Balboa, Vasco. 1913. “Carta dirigida al Rey por Vasco Núñez de Balboa desde Santa María del Darién, pidiendo los auxilios necesarios para asegurar la población y adelantar los descubrimientos en aquellas tierras-20 de Enero de 1513”. En: El descubrimiento del Océano Pacifico. Vasco Núñez de Balboa, Hernando de Ma-gallanes y sus compañeros. Tomo II. Docu-mentos relativos á Núñez de Balboa, edita-do por J. T. Medina, pp. 129-139. Imprenta Universitaria, Santiago de Chile.

______. 1993. “A su alteza de Vas-co Núñez de Valvoa, 16 de octubre de 1515”. En: Relaciones y Visitas a los An-des. S. XVI, editado por Hermes Tovar, pp. 79-91. Colcultura – Instituto de Cultura Hispánica, Bogotá.

Page 89: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

t e r r i t O r i O s Y M e M O r i a s a r Q U e O L ó G i c a s D e U r r a O Y F r O n t i n O

(( 89 ))

Fernández de Oviedo, Gonzalo. 1548/1852. Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra-Firme del Mar Océa-no, Tomo II. Imprenta de la Real Academia de la Historia, Madrid.

Mártir de Angleria, Pedro. 1912. The Orbe Novo. The eight decades, Vol. 1. G. P. Putnam´s Sons, New York.

Medina J. T. 1913. El descubrimiento del Océano Pacifico. Vasco Núñez de Bal-boa, Hernando de Magallanes y sus com-pañeros. Tomo II. Documentos relativos á Núñez de Balboa. Imprenta Universitaria, Santiago de Chile.

Robledo, Jorge. 1993. “Relación de An-zerma”. En: Relaciones y visitas a los An-des. S. XVI, editado por Hermes Tovar, pp. 335-361. Colcultura-Instituto de Cultura Hispánica, Bogotá.

Sardella, Juan B. 1993. “Relación de lo que subcedió al magnifico señor capitán Jorge Robledo”. En: Relaciones y visitas a los Andes. S. XVI, editado por Hermes To-var, pp. 263-331. Colcultura-Instituto de Cultura Hispánica, Bogotá.

Sarmiento, Pedro. 1993. “Relación de lo que subcedio en el descobrimyento de las provincias de Antiochia, Anserma y Carta-go y cibdades que en ellas estan pobladas por el seno)r capita(n) Jorge Robledo”. En: Relaciones y visitas a los Andes. S. XVI editado por Hermes Tovar, pp. 233-262. Colcultura-Instituto de Cultura Hispánica, Bogotá.

Simón, Fray Pedro. 1892. Noticias histo-riales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales. Tomo IV, Tercera Parte. Casa Editorial de Medardo Rivas, Bogotá.

Tovar, Hermes. 1997. La estación del miedo o la desolación dispersa: el Caribe colombiano en el siglo XVI. Editorial Ariel, Bogotá.

Vadillo, Juan de. 1864a. “Carta del li-cenciado Xoan de Vadillo a Su Magestad,

dándole quenta de su visita a la Goberna-ción de Cartagena. Octubre 13 de 1537”. En: Colección de Documentos Inéditos de Indias. Vol. 41, pp. 384-396. Imprenta Es-pañola, Madrid.

______. 1864b. “Carta del licenciado Xoan de Vadillo a Su Magestad, dándole quenta de su visita a la Gobernación de Cartagena. Octubre 15 de 1537”. En: Co-lección de Documentos Inéditos de Indias. Vol. 41, pp. 397-420. Imprenta Española, Madrid.

Vásquez de Espinosa, Antonio. 1948. Compendio y descripción de las Indias oc-cidentales. Smithsonian Miscellaneous Co-llections. Vol. 108. Smithsonian Institution, Washington.

Sobre mapas antiguos en donde aparece Dobaiba

Uhden Richard. 1938. “An Unpublished Portolan Chart of the New World, A. D. 1519”. The Geographical Journal 91 (1): 44-50.

Romoli, Kathleen. 1975. “El alto Chocó en el siglo XVI”. Revista Colombiana de Antropología 29: 9-38.

Sobre guaquería, anticuarios y arqueólogos en el siglo XIX

Arango, Leocadio. 1905. Catálogo del museo del señor Leocadio María Arango de Medellín, capital del Departamento de Antioquia en la República de Colombia. Medellín.

Arsandaux Henri y Paul Rivet. 1922. “L’orfèvrerie du Chiriqui et de Colombie”. Journal de la Société des Américanistes 14-15: 169-182.

Bastian, Adolf. 1878. Die Culturländer des Alten America. Weidmannsche Bu-chhandlund, Berlin.

Page 90: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

F U E N T E S D E C O N S U L T A

(( 90 ))

Bollaert, William. 1860. Antiquarian, ethnological and other researches in New Granada, Ecuador, Peru and Chile, with observations on the pre-incarial, incarial and other monuments of Peruvian nations. Teubnee & Co., Pateenostee Eoay, Londres.

Botero, Clara. 2006. El redescubrimien-to del pasado prehispánico de Colombia: viajeros, arqueólogos y coleccionistas 1820-1945. ICANH-Universidad de Los Andes, Bogotá.

Brinton, Daniel. 1891. The American Race. A linguistic classification and ethno-graphic description of the natie tribes of North and South America. David McKay Publisher, Filadelfia.

Exposición Histórico-Americana de Ma-drid. 1893. Catálogo, Tomo III. Herederos de Rivadaneyra, Madrid.

Joyce, Thomas. 1912. South American Archaeology: An Introduction to the Ar-chaeology of the South American Conti-nent with Special Reference to the Early History of Peru. Putnam, New York.

Piazzini, Emilio. 2009. “Guaqueros, an-ticuarios y letrados: la circulación de arte-factos arqueológicos en Antioquia (1850-1950)”. En: Arqueología y Etnología en Colombia. La creación de una tradición científica, editado por Carl Langebaek y Clara Botero, pp. 49-78. Universidad de Los Andes-Banco de la República, Bogotá.

Saffray, Charles. 1948. Viaje a la Nueva Granada. Biblioteca Popular de Cultura Co-lombiana, Bogotá.

Uribe, Manuel. 1885. Geografía general y compendio histórico del Estado de An-tioquia en Colombia. Imprenta de Victor Goupy y Jourdan, París.

White Uribe, Gustavo. 1953. “Civiliza-ción Katía Precolombina”. Revista Univer-sidad de Antioquia 111: 447-470.

______. 1956. “El hombre y el oro”. Bo-letín de Antropología 1 (4): 333-345.

White, Juan. 1919. “Disertación sobre los indígenas de occidente”. Repertorio Histórico de la Academia Antioqueña de Historia 2 (1-4): 585-589.

White, Robert. 1883. “Notes on the Central Provinces of Colombia”. Procee-dings of the Royal Geographical Society and Monthly Record of Geography 5 (5): 249-267.

______. 1884. “Notes on the aboriginal races of the North-Western provinces of South America”. Journal of the Anthropo-logical Institute of Great Britain and Ireland 13: 240-258.

Zerda, Liborio. 1882. “El Dorado”. En: Papel Periódico Ilustrado 1 (16 y 22): 253-258 y 356-360.

Sobre estudios de etnohistoria y arqueología del Occidente de Antioquia

Arcila, Graciliano. 1953. “Arqueología de Mutatá”. Boletín del Instituto de Antro-pología 1 (1): 7 - 64.

______. 1955. “Informe de las investiga-ciones realizadas en Dabeiba, Chigorodó y Acandí en Septiembre de 1954”. Boletín del Instituto de Antropología 1 (3): 247-264.

______. 1960. “Investigaciones arqueo-lógicas en el Carmen de Atrato, Departa-mento del Chocó”. Boletín del Instituto de Antropología 2 (7): 3-38.

Castillo, Neyla. 1988. “Complejos ar-queológicos y grupos étnicos del siglo XVI en el Occidente de Antioquia”. Boletín Mu-seo del Oro 20:16-34.

Castrillón, María 1996. Asentamientos prehispánicos en la vertiente oeste de la cordillera occidental de Antioquia: Munici-

Page 91: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 91 ))

pio de Abriaquí. Tesis de grado de Antropo-logía. Universidad de Antioquia, Medellín.

Eckert, George 1945. “El culto a los muertos y la concepción de la vida en el Va-lle del Cauca”. Revista de Indias 19: 73-122.

Girón, Jesús. 1985. Arqueología de Bu-riticá, Tesis de Grado. Departamento de Antropología. Universidad de Antioquia, Medellín.

Montoya, Martha. 1993. “Asentamien-tos prehispánicos y contactos culturales en el Occidente de Antioquia: municipio de Anzá”. Actualidad Arqueológica 2 (2): 40-49.

Piazzini, Emilio. 2003. “Graciliano Arcila y la arqueología en Antioquia”. En: Cons-truyendo el pasado. Cincuenta años de ar-queología en Antioquia, editado por Sofía Botero, pp.17-40. Boletín de Antropología. Edición Especial. Medellín.

Trimborn, Hermann. 1943. “Tres estu-dios para la etnografía y arqueología de Colombia: Los reinos de Guaca y Nore”. Revista de Indias 4 (11-14): 43-91, 331-347, 441-456 y 629-681.

______. 1944. “Tres estudios para la et-nografía y arqueología de Colombia: Las minas de Buriticá”. Revista de Indias 16: 199-226.

______. 1949. Señorío y barbarie en el valle del Cauca: Estudio sobre la antigua civilización quimbaya y grupos afines del oeste de Colombia. Instituto Gonzalo Fer-nández de Oviedo, Madrid.

______. 1953. “Dobaiba: diosa de las tormentas”. Revista Universidad de Antio-quia 94: 261-274.

Sobre las investigaciones arqueo-lógicas efectuadas en Urrao y Frontino

Arango, Clara y David Escobar. 2010. Cronología cerámica de Nore y El Cerro en Frontino. Tesis de grado. Departamen-to de Antropología, Universidad de Antio-quia, Medellín.

Gobernación de Antioquia-Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacio-nales-Universidad de Antioquia. 2009. Ar-queología de Frontino: espacio, tiempo y sociedad en el noroccidente de Antioquia. Video Documental. Producción: Manigua Tantan. Medellín.

Posada, William y Norberto Parra. 2010. “Microscopía de pedocomponentes en un sitio arqueológico del occidente de Antio-quia. énfasis en arqueobotánica y paleoe-cología”. Boletín Científico Museo de His-toria Natural 14 (1): 17 – 40.

Piazzini, Emilio. 2004. Arqueología del Río La Herradura, municipios de Frontino, Cañasgordas y Abriaquí en el Norocciden-te de Antioquia. Empresas Públicas de Me-dellín, Medellín.

______. 2009. “Planeación y procesos espaciales: configuración territorial del municipio de Frontino en el noroccidente de Antioquia”. Boletín de Antropología 23 (40): 186-228.

Piazzini, Emilio y David Escobar 2013. Inventario de patrimonio arqueológico in-mueble de Frontino y Urrao. Informe final. Instituto de Cultura y Patrimonio de An-tioquia-Municipio de Urrao-Municipio de Frontino-Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia, Medellín.

Piazzini, Emilio, Diego Herrera y Lucella Gómez. 2005. Procesos históricos de con-figuración territorial en el Noroccidente de Antioquia. Municipio de Frontino. Proyec-to de Investigación. Instituto de Estudios Regionales-CODI, Universidad de Antio-quia, Medellín.

Piazzini, Emilio, William Posada, Clara Arango y David Escobar. 2009. Arqueolo-

Page 92: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

F U E N T E S D E C O N S U L T A

(( 92 ))

gía de Frontino: espacio, tiempo y sociedad en el noroccidente de Antioquia durante la época precolombina y colonial. Informe final. Gobernación de Antioquia- Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia-Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, Medellín.

Pino, Jorge y Juan Forero. 2012. Pros-pección y Diagnóstico Arqueológico. Pro-yecto Central Hidroeléctrica Penderisco II. Municipio de Urrao, Antioquia. Informe final. EMGEA-PLYMA, Medellín.

Ramírez, Verónica. 2010. Paisajes, terri-torios y lugares que propiciaron y se gene-raron a partir de la minería aurífera de veta en el municipio de Frontino (Antioquia) desde finales del s. XVIII hasta mediados del s. XX. Tesis de Grado, Departamento de Antropología. Universidad de Antio-quia, Medellín.

Sobre arqueología y comunida-des indígenas y negras

Díaz, Gonzalo. 2011. “Estudios arqueo-lógicos en el Chocó”. En: Citará: Memoria Ambiental y visual del Chocó. http://lasme-moriasdegonzo.blogspot.com/2011/03/es-tudios-arqueologicos-en-el-choco_11.html

Flórez, Franz. 2003. “Boceto para una minga arqueológica en el Chocó costeño: entre recuerdos de los Nexus 6 y cuentos del Tío Ñeque”. En: Arqueología al des-nudo. Reflexiones sobre la práctica disci-plinaria, editado por Cristóbal Gnecco y Emilio Piazzini, pp. 71-107. Universidad del Cauca, Popayán.

Gnecco, Cristóbal y Patricia Ayala, edito-res. 2009. Pueblos indígenas y arqueología en América Latina. Fundación de Investiga-ciones Arqueológicas Nacionales-Universi-dad de los Andes, Bogotá.

Mendizábal, Tomas y Dimitrius Theo-dossopoulus. 2012. “The Emberá, tourism

and indigenous archaeology: “rediscove-ring” the past in Eastern Panama”. Me-morias 9 (18): 88-114.

Urdaneta, Martha. 1988. “Investiga-ción arqueológica en e Resguardo Indíge-na de Guambia”. Boletín Museo del Oro 22: 54-81.

Vasco, Luis Guillermo. 1991. “El tiempo y la historia entre los indígenas emberas”. Magazín Dominical de El Espectador 433 (11 de agosto): 20.

MeMOrias De La tierra

Sobre el Primer y Segundo Periodos

Aceituno, Francisco y Neyla Castillo. 2006. “El Bosque domesticado, el bosque cultivado: un proceso milenario en el valle medio del río Porce en el noroccidente co-lombiano”. Latin American Antiquity 17 (4): 561 – 578.

Aceituno, Francisco, Nicolás Loaiza, Mi-guel Delgado y Gustavo Barrientos. 2013. “The initial human settlement of Northwest South America during the Pleistocene/Ho-locene transition: Synthesis and perspecti-ves”. Quaternary International 303: 23–33.

Barrantes, Ramiro, Peter Smouse, Harvey Mohrenweiser, Henry Gershowitz, Jorge Azofeifa, Tomas Arias y James Neel. 1990. “Microevolution in Lower Central Ameri-ca: Genetic Characterization of the Chib-cha-speaking Groups of Costa Rica and Pa-nama, and a Consensus Taxonomy Based on Genetic and Linguistic Affinity”. Ame-rican Journal of Human Genetis 46: 63-84.

Cano, Martha. 1995. Investigaciones ar-queológicas en Santuario (Risaralda). Fun-dación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, Bogotá.

Constenla, Adolfo. 1995. “Sobre el es-tudio diacrónico de las lenguas chibchen-

Page 93: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 93 ))

ses y su contribución al conocimiento del pasado de sus hablantes”. Boletín Museo del Oro 38-39: 13-56.

Gnecco, Cristóbal y Javier Aceituno. 2004. “Poblamiento temprano y espacios antropogénicos en el norte de Suraméri-ca”. Cumplutum 15: 151-164.

Plazas, Clemencia y Ana Falchetti. 1981. Asentamientos prehispánicos en el bajo río San Jorge. Fundación de In-vestigaciones Arqueológicas Naciona-les del Banco de la República, Bogotá. ______. 1986. “Cerámica arcaica en las sabanas de San Marcos, Sucre”. Boletín de Arqueología 1 (2): 16-23.

Jaramillo, Luis. 2008. Sociedades prehis-pánicas en el territorio “Quimbaya”: uni-dades domésticas, áreas de actividad y el Complejo Tesorito. Fundación de Investiga-ciones Arqueológicas Nacionales, Bogotá.

Piazzini, Emilio y Oscar Moscoso. 2008. “Cronología arqueológica de los valles de Ciató y Risaralda en el Occidente colom-biano”. En: Aguas Arriba y Aguas Abajo: de la arqueología en las márgenes del río Cauca, curso medio, editado por Luis G. Jaramillo, pp. 53-90. Universidad de Los Andes, Bogotá.

Piperno, Dolores. 2011. “Prehistoric human occupation and impacts on Neo-tropical forest landscapes during the Late Pleistocene and Early/Middle Holocene”. En: Tropical Rainforest Responses to Clima-tic Change, editado por Mark Bush, John Flenley y William Gosling, pp. 185-212. Springer, Dordrech-London-New York.

Usme, Solangy, Milena Alonso, Hele-na Hernandez, EmilioYunis y Juan Yu-nis. 2013. “Genetic differences between Chibcha and Non-Chibcha speaking tribes based on mitochondrial DNA (mtDNA) ha-plogroups from 21 Amerindian tribes from Colombia”. Genetics and Molecular Biolo-gy 36 (2): 149-157.

Sobre el Tercer y Cuarto Periodos

Bermúdez, Mario. 1997. “Los grupos portadores del estilo cerámico tardío en el centro del departamento de Antioquia”. Boletín de Antropología 11 (27): 187-201.

Botero, Silvia, Diana Muñoz y Alejan-dro Ortiz. 2011. “Nuevos datos acerca del patrón funerario en el cañón del río cauca antioqueño”. Boletín de Antropología 25 (42): 203-230.

Botero, Sofía. 2000. Hallazgo de una es-tructura lítica en el municipio de Cañasgor-das, Antioquia. Informe.: Departamento de Antropología, Universidad de Antioquia, Medellín.

Botiva, Álvaro, Álvaro Bermúdez, Braida Enciso, Lucia de La Cruz, María Naranjo y Patricia Vargas (1987) El alto Sinú, 17 siglos de asentamientos ribereños. Arqueología de rescate. Reconocimiento arqueológico zona Urrá I. Proyecto arqueológico del alto Sinú. Informe final. Instituto Colombiano de Antropología - Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica, Bogotá.

Bray, Warwick. 1990. Cruzando el tapón del Darién: una visión de la arqueología del Istmo desde la perspectiva colombiana. Bo-letín Museo del Oro 29: 3-51.

Bruhns, Karen. 1990. “Las Culturas Pre-hispánicas del Cauca Medio”. En: Arte de la Tierra - Quimbayas, Colección Tesoros Precolombinos, pp. 10-14. Banco Popular, Bogotá.

Cooke, Richard. 1998. “Cupica (Chocó): a reassessment of Gerardo Reichel-Dolma-toff’s fieldwork in poorly studied region of the American Tropics”. En: Recent ad-vances in the archaeology of the Northern Andes: In memory of Gerardo Reichel-Dol-matoff, editado por Augusto Oyuela y Sco-tt Raymond, pp. 91-106. Universidad de California, Los Angeles.

Page 94: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

F U E N T E S D E C O N S U L T A

(( 94 ))

Falchetti, Ana María. 1979. “Colgantes “Darien”. Las relaciones entre áreas orfe-bres del Occidente colombiano y Centro-américa”. Boletín Museo del Oro 2: 1-36.

______. 1995. El Oro del Gran Zenú. Metalurgia prehispánica en las llanuras del Caribe colombiano. Banco de La República, Bogotá.

Gómez, Alba Nelly y Santiago Ortiz, edi-tores. 2012. Jericó. Herencia y Paisaje Prehis-pánico del Suroeste de Antioquia. Universi-dad de Antioquia-Instituto para el desarrollo – IDEA-Municipio de Jericó, Medellín.

Helms, Mary. 1979. Ancient Panama: Chiefs in Search of Power. University of Texas Press, Austin.

Hoppes, John y Oscar Fonseca. 2003. “Goldwork and Chibchan Identity: Endo-genous Change and Diffuse Unity in the Isthmo-Colombian Area”. En: Gold and Power in Ancient Costa Rica, Panamá, and Colombia, editado por Jeffrey Quilter y John Hoopes, pp. 49-89. Dumbarton Oaks, Washington.

Langebaek, Carl. 2003. “The Political Economy of Pre-Colombian Goldwork: Four Examples from Northern South Ame-rica”. En: Gold and Power in Ancient Costa Rica, Panamá, and Colombia, editado por Jeffrey Quilter y John Hoopes, pp. 245-278. Dumbarton Oaks, Washington.

Long, Stanley. 1967. “Formas y distribu-ción de tumbas de pozo con cámara late-ral”. Razón y Fábula 1: 73-87.

Oppenheim, Víctor y José de Recasens. 1944. “Análisis tipológico de materiales ce-rámicos y líticos procedentes del Chocó”. Revista del Instituto Etnológico Nacional 1 (2): 351-409.

Otero, Helda. 1992. “Dos períodos de la historia prehispánica de Jericó. Departa-mento de Antioquia”. Boletín de Arqueo-logía 7 (2).

Pérez de Barradas, José. 1965. Orfe-brería Prehispánica de Colombia: Estilos Quimbaya y otros. 2 Vols. Talleres Gráfi-cos Jura, Madrid.

Piazzini, Emilio. 1997. Arqueología en el Resguardo Embera de Chajeradó, Mu-rindó, Chocó. Informe final. Centro de Investigaciones Sociales, Universidad de Antioquia, Medellín.

Plazas, Clemencia, Ana Falcetti, Juanita Saenz y Sonia Archila. 1993. La sociedad hidráulica Zenu. Estudio arqueológico de 2000 años de historia en las llanuras del Caribe colombiano. Banco de la Repúbli-ca, Bogotá.

Reichel-Dolmatoff, Gerardo y Alicia Dussan. 1956. “Momil, excavaciones en el Sinú”. Revista Colombiana de Antropolo-gía 5: 109-333.

______. 1957. “Reconocimiento ar-queológico en la hoya del río Sinú”. Revis-ta Colombiana de Antropología 6: 31-160.

______. 1961. “Investigaciones arqueoló-gicas en la Costa Pacífica. I. Cupica”. Revista Colombiana de Antropología 10:237-330.

______. 1962. “Investigaciones arqueo-lógicas en la Costa Pacífica de Colombia. II. Una secuencia cultural del bajo río San Juan”. Revista Colombiana de Antropolo-gía 11: 9-72.

Rivet, Paul. 1932. “Préhistoire de la Co-lombie”. Journal de la Société des Améri-canistes 24 (1): 210 – 211.

Salgado, Héctor y David Stemper. 1995. Cambios en alfarería y agricultura en el centro del litoral pacífico colombiano du-rante los últimos dos milenios. Banco de la República-Inciva, Bogotá.

Santos, Gustavo. 1998. “La ce-rámica Marrón Inciso de Antioquia. Contexto histórico y sociocultural”. Boletín de Antropología 12 (29): 128-147.

Page 95: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 95 ))

Stemper, David. 1992. “Los cacicazgos prehispánicos en las llanuras aluviales de los ríos Sinú y San Jorge”. En: Arte de la Tierra. Sinú y río Magdalena, Colección Tesoros Precolombinos, pp. 10-15. Banco Popular, Bogotá.

Uribe, María. 1988. “Introducción a la orfebrería de San Pedro de Urabá, una re-gión del noroccidente colombiano”. Bole-tín Museo del Oro 20: 35-54.

______ 1991. “La Orfebrería Quimbaya Tardía. Una investigación en la colección del Museo del Oro”. Boletín Museo del Oro 31: 31-124.

______. 2005. “Mujeres, calabazos, bri-llo y tumbaga. Símbolos de vida y transfor-mación en la orfebrería Quimbaya Tem-prana”. Boletín de Antropología 19 (36): 61-93.

Además está la bibliografía citada para el apartado sobre referencias tempranas al Dabaibe y primeras expediciones al noroc-cidente de Antioquia.

Sobre el Quinto Periodo

Asociación Campesina Integral del Atra-to-HACIA. 1997. Sistematización Propues-ta de Titulación Colectiva, que recoge el análisis y los consensos de 4.530 personas de 116 comunidades del Medio Atrato, zona de influencia de la ACIA.

______. 2002. Medio Atrato: territorio de vida. Red de Solidaridad Social. Quebe-cor World S.A., Bogotá.

Botero, Sofía. 2005. “De los hevexicos a los catíos en la provincia de Antioquia”. Boletín de Antropología 18 (35): 15-50.

Duque, Marcela; Iván Espinoza, Aida Gálvez, Diego Herrera y Sandra Turbay. 1996. Chajeradó, el río de la caña flecha partida. Colcultura, Bogotá.

Gamboa, Jorge. 1999a. “La manumisión de los esclavos del Chocó. 1821-1851”. En: Construcción territorial en el Chocó. Volu-men I. Historias Regionales, coordinado por Patricia Vargas, pp. 97-104. Instituto Colombiano de Antropología, ICAN-Plan Nacional de Rehabilitación-Organización de Barrios Populares y de Comunidades Negras de la Costa Pacífica Chocoana, OBAPO, Bogotá.

______. 1999b. “Desarrollo de la pobla-ción chocoana desde la colonización espa-ñola hasta nuestros días En: Construcción territorial en el Chocó. Volumen I. Historias Regionales, coordinado por Patricia Vargas, pp. 105-125. Instituto Colombiano de An-tropología, ICAN-Plan Nacional de Rehabi-litación-Organización de Barrios Populares y de Comunidades Negras de la Costa Pací-fica Chocoana, OBAPO, Bogotá.

______. 1999c. “La política de baldíos en el Chocó durante la segunda mitad del siglo XIX”. En: Construcción territorial en el Chocó. Volumen I. Historias Regiona-les, coordinado por Patricia Vargas, pp. 127-158. Instituto Colombiano de Antro-pología, ICAN-Plan Nacional de Rehabilita-ción-Organización de Barrios Populares y de Comunidades Negras de la Costa Pacífi-ca Chocoana, OBAPO, Bogotá.

González, Luis. 1996. “Chocó en la cartografía histórica. De territorio incierto a departamento de un país llamado Co-lombia”. Boletín Cultural y Bibliográfico 33 (4)3: 3-72 y 112-142.

______. 2011. El Darién. Ocupación, poblamiento y transformación ambiental. Una revisión histórica. Parte I. Colección Bicentenario de Antioquia, Fondo Editorial ITM, Medellín.

Guzmán, Antonio de. 1954. “Descubri-miento y pacificación de la Provincia del Chocó.”, En: Historia Documental del Cho-có, editado por Enrique Ortega y Ana Rue-da, pp. 107-124. Editorial Kelly, Bogotá.

Page 96: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

F U E N T E S D E C O N S U L T A

(( 96 ))

Hincapié, Jaime. 1995. Proceso de cons-titución de resguardos indígenas en An-tioquia, 1995: legislación indígena y una aproximación a tres asentamientos embe-ra del noroccidente de Antioquia. Tesis de Grado. Departamento de Antropología, Universidad de Antioquia, Medellín.

Isacsson, Sven-Erik. 1976. “Embera: Territorio y régimen agrario de una tribu selvática bajo la dominación española”. En: Tierra, tradición y poder en Colombia. Enfoques Antropológicos, editado por Nina de Friedemann, pp. 19-38. Instituto Co-lombiano de Cultura, Bogotá.

______. 1981. “Gentilicios y desplaza-mientos de la población aborigen en el no-roeste colombiano (1500-1700)”. Indiana 6: 209-224.

Jiménez, Orian. 2004. El Chocó: un pa-raíso del demonio, Nóvita, Citará y el Bau-dó, siglo XVIII. Universidad Nacional de Co-lombia, Medellín.

López, Francisco. 2007. “Los invisibles del Real de Minas. Reflexiones y propues-tas en torno al sitio arqueológico de Nóvi-ta Viejo, Alto San Juan-Chocó (Colombia). Siglos XVIII-XIX”. Revista do Museu de Ar-queología e Etnologia 17: 391-417.

Losonczy, Anne Marie. 2006. La trama interétnica: ritual, sociedad y figuras del intercambio entre los grupos negros y em-bera del Choco. Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH-Instituto Francés de Estudios Andinos, IFEA, Bogotá.

Martínez Francisco de Paula. 1870. “In-forme del Protector de indígenas de Cañas-gordas y Frontino, Antioquia, marzo 15 de 1870”. Boletín Oficial del Estado Soberano de Antioquia. Año VII, trimestre II, No. 394, pp. 93 – 94.

Molina, Luis. 1993. “Visita del oidor Francisco de Herrera Campuzano a los indios de la provincia de Antioquia, 1614-

1616”. Estudios Sociales 6: 137-180.

Montoya, Fredy. 2010. “El Chocó: geo-grafía, población y recursos,1802-1803”. Historia y Sociedad 18: 213-257.

Montoya, Juan. 2008. “Guerra, fronte-ra e identidad en las provincias del Chocó, siglos XVI y XVII”. Historia y Sociedad 15: 165-189.

Montoya, Juan y José Gonzáles. 2010. Vi-sita a la provincia de Antioquia por Francisco de Herrera Campuzano, 1614 – 1616. Uni-versidad Nacional de Colombia, Medellín.

Pardo, Mauricio. 1983. “Transformacio-nes históricas en los indígenas chocó”. Bo-letín de Antropología 5 (18, 19 y 29), Tomo II: 611-627.

______. 1987. Regionalización de Indí-genas Chocó. Datos Etnohistóricos, Lin-güísticos y Asentamientos Actuales. Boletín Museo del Oro 18: 46-63.

Parsons, James. 1996. Urabá, salida de Antioquia al mar. Geografía e historia de su colonización. El Ancora editores, Bogotá.

______. 1997. La colonización antioque-ña en el occidente de Colombia. El Ancora editores, Bogotá.

Pérez, Julián. 2012. “Los indígenas no saben más que tejer canastros’. Despo-jo sobre las tierras del resguardo de Ca-ñasgordas, al noroccidente de Colombia (1886-1920)”. Boletín de Antropología 26 (43): 11-41.

Piazzini, Emilio. 2009. “Planeación y procesos espaciales: configuración territo-rial del municipio de Frontino en el norocci-dente de Antioquia”. Boletín de Antropo-logía 23 (40): 186-228.

Romoli, Kathleen. 1975. “El alto Chocó en el siglo XVI”. Revista Colombiana de Antropología 29: 9-38.

Page 97: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"

T E R R I T O R I O S Y M E M O R I A S A R Q U E O L Ó G I C A S D E U R R A O Y F R O N T I N O

(( 97 ))

______. 1976. “El Alto Chocó en el siglo XVI. Parte 2: las gentes”. Revista Colombia-na de Antropología 20: 25-71.

Ruffiner, Yohanna. 2008. “El resguar-do de Cañasgordas: Una fisura interna del pueblo “paisa”. Homo Habitus, Publica-ción electrónica. Edición nº 5.

Sharp, William. 1975. “The Profitability of Slavery in the Colombian Chocó, 1680-1810”. The Hispanic American Historical Review 55 (3): 468-495.

Silvestre, Francisco. 1950. Descripción del Reyno de Santa Fé de Bogotá. Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Bogotá.

______. 1988. Relación de la Provincia de Antioquia. Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia, Medellín.

Suárez, Ivonne. 1989. Nuestra Antioquia. Región de Occidente. Secretaría de Educa-ción y Cultura-Turantioquia, Medellín.

Vargas, Patricia. 1993. Los Embera y los Cuna: impacto y reacción ante la ocupación española. Siglos XVI y XVII. Instituto Colom-biano de Antropologia –CEREC, Bogotá.

______. 1999. “Organización social, identidad y territorio de las gentes negras en el río Atrato durante el siglo XVIII y sus huellas en la actualidad”. En: Construcción territorial en el Chocó. Volumen I. Historias Regionales, coordinado por Patricia Vargas, pp. 27-65. Instituto Colombiano de Antro-pología, ICAN-Plan Nacional de Rehabilita-ción-Organización de Barrios Populares y de Comunidades Negras de la Costa Pacífi-ca Chocoana, OBAPO, Bogotá.

Vasco, Luis. 1985. Jaibanás. Los verda-deros hombres. Fondo de Promoción de la Cultura del Banco Popular, Bogotá.

Werner, Erik. 2000. Ni aniquilados ni vencidos. Los Emberá y la gente negra del Atrato bajo el dominio español. Siglo XVI-II. Instituto Colombiano de Antropología e

Historia, Bogotá.

West, Robert. 2000. Las tierras bajas del Pacífico colombiano. Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Bogotá.

Williams, Caroline. 1999. “A Resistance and Rebellion on the Spanish Frontier: Nati-ve Responses to Colonization in the Colom-bian Chocó, 1670-1690”. Hispanic Ameri-can Historical Review 79 (3): 397-424.

cLaVes para cOnOcer, Va-LOrar Y prOteGer eL pa-triMOniO arQUeOLóGicO Y paLeOntOLóGicO

Ley 1185 de 2008. Por la cual se modifica y adiciona la Ley 397 de 1997 –Ley General de Cultura– y se dictan otras disposiciones.

Decreto 763 de 2009. Por el cual se re-glamentan parcialmente las Leyes 814 de 2003 y 397 de 1997 modificada por medio de la Ley 1185 de 2008, en lo correspon-diente al Patrimonio Cultural de la Nación de naturaleza material.

Decreto 833 de 2002. Por el cual se re-glamenta parcialmente la Ley 397 de 1997 en materia de Patrimonio Arqueológico Nacional y se dictan otras disposiciones.

Castellanos, Gonzalo. 2011. Régimen jurídico del patrimonio arqueológico en Colombia, 3ª ed. Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Bogotá.

Piazzini, Emilio. 2013. “Patrimonio ar-queológico en Colombia: una interpretación del proceso de conformación del marco le-gal actual”. En: Bienes arqueológicos: una lectura transversal sobre legislación y políti-cas culturales - Argentina, Colombia, China, Francia, Gran Bretaña e Italia, compilado por Luis G. Jaramillo y Emilio Piazzini, pp. 57-73. Universidad de Los Andes, Bogotá.

Page 98: Territorios y Memorias Arqueológicas de Urrao y Frontino "Versión Digital"