Terror y Miseria Del Tercer Reich - Bertolt Brecht

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  • Terror y miseria del Tercer Reich es una serie de 24 episodios escrita porBrecht aproximadamente entre 1935 y 1938 con la colaboracin de M.Steffin.

    La obra consiste de una serie de escenas, algunas muy breves, y permiteque se representen juntos o separados.

    En ella se muestra la Alemania Nacional Socialista de los aos 30 comouna tierra de pobreza, violencia, miedo y engao.

    Est basado en relatos de testigos y noticias aparecidas en la prensa yconstituye un duro relato de la vida cotidiana de la Alemania despus deque Hitler fuera elegido canciller del gobierno.

    Esta obra fue seguida por muchas otras obras que eran abiertamenteantinazi que buscaban hacer una anlisis marxista de la situacin. Brechtlos escribi estando en exilio en Dinamarca y se inspir durante una visitaa Mosc, en donde se familiariz con el creciente movimiento antinazi.

  • Bertolt Brecht

    Terror y miseria del Tercer Reich24 escenas

    ePub r1.0Rov 31.03.14

  • Ttulo original: Furcht und Elend des Dritten ReichesBertolt Brecht, 1938Retoque de portada: Rov

    Editor digital: RovePub base r1.0

  • EL GRAN DESFILE ALEMNCuando en el quinto ao supimosQue el que deca ser enviado de DiosEstaba listo para su guerra, forjados estabanTanques, caones y acorazados, yEn sus hangares haba tal nmero de avionesQue, alzndose a un gesto suyo,El cielo oscureceran, decidimosVer qu pueblo, compuesto de qu gentesEn qu estado y con qu principiosLlamara a sus banderas. E hicimos un gran desfile.

    Ah vienen ya en bandada:Masa desordenadaY plida. Muy altaLa cruz en la banderaRoja de sangre fieraQue al pobre sobresalta.Aquellos que no cedenSe arrastran como pueden.La guerra va a empezar.No hay gemidos ni quejasNi murmullos de viejas.Msica militar.

    Son nios y mujeres.Cinco aos, no te mueres,Pero otros cinco vendrn.Traen a enfermos y ancianos,Eran todos hermanosEjrcito alemn.

  • 1COMUNIDAD NACIONAL

    Ah estn ya las SSLa cerveza que no cese.Van cansados y repletos.Quieren pueblo poderosoMuy temido y fervoroso.Un pueblo de hombres muy quietos.

    Noche del 30 de enero de 1933. Dos oficiales de las SS vienenpor la calle dando traspis.

    EL PRIMERO: Ahora estamos arriba. Qu impresionante, la marcha de lasantorchas! Ayer todava derrotados, hoy en la Cancillera del Reich. Ayerbuitre vencido, hoy guila imperial.

    Orinan.

    EL SEGUNDO: Y ahora viene la Comunidad Nacional. Yo espero unlevantamiento del pueblo alemn de enormes proporciones.

    EL PRIMERO: Pero primero habr que hacer salir al alemn de la chusma delos infraseres. En dnde estamos? No hay banderas.

    EL SEGUNDO: Nos hemos perdido.EL PRIMERO: Un lugar asqueroso.EL SEGUNDO: Un barrio de asesinos.EL PRIMERO: Crees que es peligroso?EL SEGUNDO: Ningn camarada como es debido vivira en semejantes

    barracas.EL PRIMERO: No hay luz por ningn lado!EL SEGUNDO: No estarn en casa.EL PRIMERO: Estos tipos s. Crees que habrn ido a ver de cerca el

    advenimiento del Tercer Reich? Vamos nosotros cubrindonos la retirada.

  • Otra vez se ponen en movimiento tambaleantes, el primero detrs delsegundo.

    EL PRIMERO: No es este el barrio que bordea el canal?EL SEGUNDO: No lo s.EL PRIMERO: Ah en la esquina descubrimos una guarida de marxistas.

    Luego dijeron que era una asociacin de jvenes catlicos. Mentira!Ninguno llevaba babero.

    EL SEGUNDO: Crees que l conseguir realizar la Comunidad Nacional?EL PRIMERO: Lo conseguir todo!

    Se detiene y escucha. En alguna parte se ha abierto una ventana.

    EL SEGUNDO: Qu es eso?

    Quita el seguro a su pistola. Un anciano se asoma a la ventana encamisn y se le oye llamar en voz baja: Emma, eres t?.

    EL SEGUNDO: Son ellos!

    Da vueltas como un loco y empieza a disparar en todas direcciones.

    EL PRIMERO, ruge: Socorro!

    Tras una ventana situada frente a la que est abierta, en la quetodava sigue el anciano, se oye el grito horrible de alguien alcanzado porlos disparos.

  • 2LA DELACIN

    Ah vienen delatores que, sin tinoCavaron la fosa de su vecinoY saben que lo sabemos.Tal vez la calle lo olvide?No duermen: nadie lo impide.Algn da los tendremos.

    Breslau, 1933. Un piso de pequeos burgueses. Una mujer y unhombre, de pie junto a la puerta, escuchan. Estn muy plidos.

    LA MUJER: Ahora estn abajo.EL HOMBRE: Todava no.LA MUJER: Han roto la barandilla. Estaba ya sin conocimiento cuando lo

    sacaron del piso arrastrando.EL HOMBRE: Yo slo dije que no era aqu donde se escuchaba en la radio

    emisiones extranjeras.LA MUJER: Slo dijiste eso.EL HOMBRE: No dije nada ms.LA MUJER: No me mires as. Si no dijiste nada ms, es que no dijiste nada

    ms.EL HOMBRE: Eso digo yo.LA MUJER: Por qu no vas a la comisara y dices que no tuvieron visitas el

    sbado?

    Pausa.

    EL HOMBRE: No voy a ir a la comisara. Lo han tratado como bestias.LA MUJER: Le est bien empleado. Por qu se mete en poltica?EL HOMBRE: No hubieran tenido que romperle la chaqueta. No era para

    tanto.

  • LA MUJER: La chaqueta es lo de menos.EL HOMBRE: No hubieran tenido que romprsela.

  • 3LA CRUZ DE TIZA

    La SA ya venaRastreando cual jauraPersiguiendo a sus hermanos.Los dejan ante el jefazoSaludando en alto el brazo.La sangre mancha sus manos.

    Berln, 1933. La cocina de una mansin. El hombre de la SA, lacocinera, la muchacha y el chfer.

    LA MUCHACHA: De verdad que no tienes ms que media hora?EL HOMBRE DE LA SA: Hay ejercicios!LA COCINERA: Qu ejercicios son esos?EL HOMBRE DE LA SA: Eso es secreto oficial!LA COCINERA: Una batida?EL HOMBRE DE LA SA: Te gustara saberlo! Pero a m nadie me saca nada. No

    dir esta boca es ma.LA MUCHACHA: Y todava tienes que ir hasta Reinickendorf?EL HOMBRE DE LA SA: A Renickendorf o a Rummerlsburg, o quiz a Lichterfeld,

    eh?LA MUCHACHA, un tanto desconcertada: No quieres comer algo antes de

    irte?EL HOMBRE DE LA SA: Nunca me hago de rogar: venga el rancho!

    La cocinera trae una bandeja.

    Eso es, no hay que irse de la boca! Coger al enemigo por sorpresa!Caerle siempre cuando menos se lo espera. Mirad al Fhrer cuando estpreparando un golpe! Impenetrable! No se sabe nada de antemano. Quizni l mismo lo sabe de antemano. Y luego, como un relmpago. Las cosas

  • ms increbles. Eso es lo que hace que nos teman tanto. Se ha anudado laservilleta al cuello. Levantando tenedor y cuchillo, pregunta: No irn avenir de pronto los seores, Anna? Y yo aqu sentado, con la boca llena demayonesa. Exagerando, como si tuviera la boca llena: Heil Hitler!

    LA MUCHACHA: No, siempre llaman antes para pedir el coche, verdad, seorFrancke?

    EL CHOFER: Cmo dice? Ah s, claro!

    El hombre de la SA, tranquilizado, empieza a ocuparse de la bandeja.

    LA MUCHACHA, sentndose a su lado: No ests cansado?EL HOMBRE DE LA SA: Hecho polvo.LA MUCHACHA: Pero el viernes estars libre?EL HOMBRE DE LA SA, asintiendo: Si no surge algo.LA MUCHACHA: Oye, arreglar el reloj me cost cuatro marcos y medio.EL HOMBRE DE LA SA: Qu robo.LA MUCHACHA: El reloj slo me haba costado doce.EL HOMBRE DE LA SA: Sigue fastidindote el dependiente de la droguera?LA MUCHACHA: Ay Dios.EL HOMBRE DE LA SA: No tienes ms que decrmelo.LA MUCHACHA: Yo te lo digo todo. Llevas las botas nuevas?EL HOMBRE DE LA SA, desanimado: S. Por qu?LA MUCHACHA: Minna, ha visto las botas nuevas de Theo?LA COCINERA: No.LA MUCHACHA: Ensaselas, Theo! Se las acaban de dar.

    El hombre de la SA, sin dejar de masticar, estira una pierna para quele vean la bota.

    LA MUCHACHA: Bonitas, no?

    El hombre de la SA mira a su alrededor buscando algo.

    LA COCINERA: Le falta algo?EL HOMBRE DE LA SA: Estoy un poquito seco.LA MUCHACHA: Quieres una cerveza? Te la traer. Sale corriendo.LA COCINERA: Esa se desvive por usted, seor Theo!EL HOMBRE DE LA SA: S, debo de tener algo. Algo fulminante.

  • LA COCINERA: Los hombres os podis permitir demasiadas cosas.EL HOMBRE DE LA SA: Porque a las mujeres os gusta. Viendo que la cocinera

    levanta un caldero muy pesado: Pero qu hace? Djeme, eso es cosa ma.Le lleva el caldero.

    LA COCINERA: Es usted muy amable. Siempre me ayuda. Pero no todos sontan serviciales. Echando una mirada al chfer.

    EL HOMBRE DE LA SA: No haga tantos aspavientos. Lo hago con gusto.

    Llaman a la puerta de la cocina.

    LA COCINERA: Es mi hermano. Trae la lmpara para la radio.

    Deja entrar a su hermano, un obrero.

    LA COCINERA: Mi hermano.EL HOMBRE DE LA SA Y EL CHOFER: Heil Hitler!

    El obrero murmura algo que, en caso de apuro, podra interpretarsecomo Heil Hitler.

    LA COCINERA: Traes la lmpara?EL OBRERO: S.LA COCINERA: Quieres ponerla enseguida?

    Salen los dos.

    EL HOMBRE DE LA SA: Qu clase de tipo es?EL CHFER: Un parado.EL HOMBRE DE LA SA: Viene a menudo?EL CHFER, encogindose de hombros: Yo vengo poco por aqu.EL HOMBRE DE LA SA: Bueno, la gorda no puede ser ms fiel a la causa nacional.EL CHFER: Desde luego.EL HOMBRE DE LA SA: Sin embargo, su hermano puede ser muy distinto.EL CHFER: Sospecha usted algo concreto?EL HOMBRE DE LA SA: Yo? No. Nunca! Nunca sospecho nada. Sabe, eso es ya

    casi una certeza. Y entonces la cosa va en serio.EL CHFER, murmurando: Fulminante.EL HOMBRE DE LA SA: As es. Echado hacia atrs y con un ojo cerrado:

  • Entendi usted lo que murmuraba? Imita el saludo del obrero . Puedehaber sido Heil Hitler!. Pero no estoy muy seguro. Esos tipos megustan.

    Se re a carcajadas. Vuelven la cocinera y el obrero. Ella sirve a suhermano algo de comer.

    LA COCINERA: Mi hermano entiende mucho de radio. Y, sin embargo, no leinteresa nada escucharla. S yo tuviera tiempo la tendra siempreencendida. Al obrero: Y a ti el tiempo te sobra, Franz.

    EL HOMBRE DE LA SA: De veras? Tiene una radio y no la pone?EL OBRERO: A veces oigo msica.LA COCINERA: Y, sin embargo, se fabric l mismo, con nada, el mejor de

    los aparatos.EL HOMBRE DE LA SA: De cuntas lmparas?EL OBRERO, mirndolo desafiante: Cuatro.EL HOMBRE DE LA SA: Bueno, cada uno tiene su gusto. Al chfer: No es verdad?EL CHFER: Cmo dice? Ah s, naturalmente.

    Entra la muchacha con la cerveza.

    LA MUCHACHA: Est bien helada!EL HOMBRE DE LA SA, ponindole cariosamente la mano en la suya: Muchacha,

    ests sin aliento. No hubieras debido correr as, yo poda esperar.

    Ella le sirve de la botella.

    LA MUCHACHA: No importa. Le da la mano al obrero . Ha trado la lmpara?Pero sintese un rato. Seguro que ha hecho todo el camino a pie. Al hombrede la SA: Vive en Moabit.

    EL HOMBRE DE LA SA: Dnde est mi cerveza? Alguien se ha tomado micerveza! Al chfer: Se ha tomado usted mi cerveza?

    EL CHFER: No, claro que no! Cmo se le ocurre? Le ha desaparecido lacerveza?

    LA MUCHACHA: Pero si yo te la he servido!EL HOMBRE DE LA SA, a la cocinera: Usted se ha tomado mi cerveza! Rindose

    a carcajadas. Bueno, calmaos. Es un truco de nuestra cantina! Tomarse lacerveza sin que nadie se d cuenta. Al obrero: Iba a decir algo?

  • EL OBRERO: Un truco muy viejo.EL HOMBRE DE LA SA: Hgalo entonces! Le sirve de la botella.EL OBRERO: Bueno. Aqu tengo la cerveza levanta el vaso, y ahora

    viene el truco. Se bebe la cerveza tranquilamente y con placer.LA COCINERA: Pero se le ha visto!EL OBRERO, secndose la boca: Ah s? Entonces es que me ha salido mal.

    El chfer se re a carcajadas.

    EL HOMBRE DE LA SA: Lo encuentra gracioso?EL OBRERO: Tampoco usted puede haberlo hecho de otro modo! Cmo lo

    ha hecho?EL HOMBRE DE LA SA: Cmo quiere que se lo ensee, si se me ha soplado toda

    la cerveza?EL OBRERO: Aah, es verdad. Sin cerveza no podr hacer el truco. No

    conoce otro? Conoceris ms de un truco.EL HOMBRE DE LA SA: A quin se refiere?EL OBRERO: Quiero decir los jvenes.EL HOMBRE DE LA SA: Ah.LA MUCHACHA: Slo ha sido una broma del seor Lincke, Theo!EL OBRERO, pensando que es mejor contemporizar: No me lo tomar a

    mal!LA COCINERA: Le traer otra cerveza.EL HOMBRE DE LA SA: No hace falta. Ya he podido enjuagarme.LA COCINERA: El seor Theo sabe entender una broma.EL HOMBRE DE LA SA, al obrero : Por qu no se sienta? No nos comemos a

    nadie.

    El obrero se sienta.

    Vivir y dejar vivir. Y de vez en cuando alguna broma. Por qu no?Slo somos duros en lo que se refiere a la forma de pensar.

    LA COCINERA: Tenis que serlo.EL OBRERO: Y cmo est ahora la forma de pensar?EL HOMBRE DE LA SA: La forma de pensar est bien. Por qu? No est usted de

    acuerdo?EL OBRERO: S. Pero creo que nadie dice lo que piensa.EL HOMBRE DE LA SA: Que nadie lo dice? Por qu? A m s que me lo dicen.

  • EL OBRERO: De veras?EL HOMBRE DE LA SA: Claro est que no van a venir a decirle a uno lo que

    piensan. Hay que ir all.EL OBRERO: Adnde?EL HOMBRE DE LA SA: Bueno, por ejemplo a la oficina del subsidio de

    desempleo. Por las maanas vamos a esa oficina.EL OBRERO: Es verdad, all se pone a protestar alguno de vez en cuando.EL HOMBRE DE LA SA: Precisamente.EL OBRERO: Pero as slo pueden pescar uno, porque luego los conocen. Y

    entonces vuelven a cerrar la boca.EL HOMBRE DE LA SA: Cmo que me conocen? Quiere que le demuestre que no

    me conocen? A usted le gustan los trucos. Le puedo ensear uno, porquetenemos muchos. Y, como digo yo siempre, si se dieran cuenta de todo loque sabemos y de que nunca se saldrn con la suya, quiz renunciaran.

    LA MUCHACHA: S, Theo, cuenta cmo lo hacis!EL HOMBRE DE LA SA: Bueno, supongamos que estamos en la oficina del subsidio

    de la Mnzstrasse. Digamos mira al obrero que est usted en la coladelante de m. Pero antes tengo que hacer algunos preparativos. Sale.

    EL OBRERO, guiando un ojo al chfer: Ahora veremos cmo trabajan.LA COCINERA: Descubrirn a todos los marxistas, porque no se puede tolerar

    que lo destruyan todo.EL OBRERO Aj.

    Vuelve el hombre de la SA.

    EL HOMBRE DE LA SA: Naturalmente, yo voy de paisano. Al obrero : Y ahoraempiece a protestar.

    EL OBRERO: Contra qu?EL HOMBRE DE LA SA: Bueno, no se ande con rodeos. Siempre tenis alguna cosa

    de que protestar.EL OBRERO: Yo? No.EL HOMBRE DE LA SA: Est usted escarmentado. Pero no me ir a decir que todo

    es perfecto!EL OBRERO: Por qu no?EL HOMBRE DE LA SA: As no vamos a ninguna parte. Si no colabora, no iremos a

    ninguna parte.EL OBRERO: Est bien. Dir impertinencias. Lo tienen a uno aqu, como s

  • nuestro tiempo no valiera nada. Y adems tardo dos horas en venir desdeRummelsburg.

    EL HOMBRE DE LA SA: Eso no vale. Rummelsburg no est ms lejos de laMnzstrasse en el Tercer Reich que en la poca de los capitostes de laRepblica de Weimar. Venga de una vez!

    LA COCINERA: No es ms que teatro, Franz. Sabemos que lo que digas noser lo que realmente piensas.

    LA MUCHACHA: Por decirlo as, interpretas el papel de un protestn. Puedesestar completamente seguro de que Theo no lo tomar a mal. Slo quiereensearte algo.

    EL OBRERO: Bueno. Entonces dir que me paso por el culo a toda la SA, tanbonita como es. Yo estoy a favor de los marxistas y de los judos.

    LA COCINERA: Pero Franz!LA MUCHACHA: Eso no vale, seor Lincke!EL HOMBRE DE LA SA, rindose: Hombre! Entonces lo hara detener

    sencillamente por el primer poli! No tiene dos dedos de imaginacin?Tiene que decir algo a lo que, llegado el caso, pudiera dar otro sentido,algo que realmente pueda decirse.

    EL OBRERO: Bueno, entonces tenga usted la amabilidad de provocarme.EL HOMBRE DE LA SA: Eso no sirve desde hace tiempo. Podra decir que nuestro

    Fhrer es el hombre ms grande que ha habido en la tierra, ms grande queJesucristo y Napolen juntos, y entonces usted dira, todo lo ms: eso sque es verdad. Entonces yo seguira otro mtodo y dira: pero lo que ellostienen grande es la bocaza. Todo es propaganda. En eso son los amos.Sabis el chiste de Goebbels y los dos piojos? No? Bueno, pues dospiojos apuestan a quin llega primero de un lado a otro de la boca. Y ganael que da la vuelta alrededor de la cabeza. Es el camino ms corto.

    EL CHFER: Ah.

    Todos se ren.

    EL HOMBRE DE LA SA, al obrero: Bueno, ahora arrisguese tambin a decir algo.EL OBRERO: Por eso no voy a ponerme a decir sandeces. A pesar del chiste,

    usted podra ser un sopln.LA MUCHACHA: eso es verdad, Theo.EL HOMBRE DE LA SA: Sois todos unos mierdas! A veces me pongo furioso!

    Nadie se atreve a decir esta boca es ma.

  • EL OBRERO: Eso lo piensa realmente, o lo dice en la oficina del subsidio?EL HOMBRE DE LA SA: Eso lo digo tambin en la oficina del subsidio.EL OBRERO: Si lo dice en la oficina del subsidio, yo le digo en esa oficina

    que cuando se tiene el tejado de vidrio hay que ser prudente. Yo soycobarde y no tengo revlver.

    EL HOMBRE DE LA SA: Voy a decirte una cosa, camarada, ya que hablas tanto deprudencia: eres muy prudente, muy prudente, y de pronto te encuentras enel Servicio de Trabajo Voluntario!

    EL OBRERO: Y si no eres tan prudente?EL HOMBRE DE LA SA: Entonces, de todas formas, tambin. Eso lo reconozco. Por

    eso se llama voluntario. Bonita voluntariedad, verdad?EL OBRERO: Entonces podra ocurrir que alguien fuera as de atrevido y los

    dos estuvierais ante la oficina del subsidio y que usted lo mirase con susojos azules, de forma que l dijera algo sobre la voluntariedad del serviciode trabajo. Qu podra decir? Pues algo as como: ayer se fueron otrosquince. A menudo me pregunto cmo consiguen que lo hagan, si todo esvoluntario, y sin embargo, cuando hacen algo no reciben menos que cuandono hacen nada, aunque tendran que comer ms. Entonces me contaron lahistoria del Doctor Ley y el gato, y naturalmente todo me result claro.Conoce la historia?

    EL HOMBRE DE LA SA: No, no la conocemos.EL OBRERO: Pues el Doctor Ley hace un pequeo viaje de negocios con la

    organizacin A la Fuerza por la Alegra y conoce a un capitoste de laRepblica de Weimar, ya no me acuerdo del nombre, quiz fuera en uncampo de concentracin, aunque all no va el Doctor Ley, porque es muysensato, y el capitoste le pregunta enseguida cmo se las arregla para quelos obreros se traguen todo lo que antes no se hubieran tragado de ningunamanera. El Doctor Ley le muestra un gato que toma el sol y le dice:supongamos que quiera usted que se trague una buena racin de mostaza,le guste o no. Qu hara? El mandams coge la mostaza y se la unta algato en el hocico y, naturalmente, el animal se la escupe a la cara; detragrsela nada, pero araazos los que quiera! No hombre, le dice elDoctor Ley a su estilo afable, eso es un error. Mreme! Coge la mostazacon un amplio gesto y, en un abrir y cerrar de ojos, se la mete al infelizanimal por el culo. A las seoras: Ustedes me perdonarn, pero la historiaes as El animal, muy afectado y aturdido, porque le duele muchsimo,se pone enseguida a lamerse toda la mostaza. Ya ve, amigo, dice triunfante

  • el Doctor Ley, se la traga! Y voluntariamente!

    Se ren.

    EL OBRERO: S, muy divertido.EL HOMBRE DE LA SA: Ahora vamos un poco mejor. El Servicio Voluntario de

    Trabajo es uno de los temas favoritos. Lo malo es que ya nadie se atreve aresistirse. Nos pueden dar mierda de comer y todava les daremos lasgracias.

    EL OBRERO: No, eso tampoco es verdad. Hace poco estaba en laAlexanderplatz, pensando si deba presentarme impulsivamente en elServicio Voluntario de Trabajo o esperar a que me llevaran arrastrando. Yentonces sale del almacn de comestibles de la esquina una mujer pequeay delgada, evidentemente la mujer de un proletario. Alto ah, le digo,desde cundo hay an proletarios en el Tercer Reich, cuando tenemos unaComunidad Nacional, que incluye hasta a los Thyssen? No, dice ella, hansubido el precio de la margarina! De cincuenta pfennig a un marco. Me vaa convencer de que eso es una Comunidad Nacional? Buena mujer, tengacuidado con lo que me dice, porque yo soy nacional hasta los huesos.Huesos, dice ella, pero nada de carne, y salvado en el pan. A eso seatrevi! Yo me quedo estupefacto y murmuro: Tiene que comprarmantequilla! Adems, es ms sana! No hay que ahorrar en la comidaporque se debilitan las fuerzas del pueblo, lo que no podemos permitirnoscon los enemigos que nos rodean, hasta en los puestos ms altos nos lohan advertido. No, dice ella, nazis somos todos, hasta el ltimo suspiro,que puede venir muy pronto por el peligro de una guerra. Pero cuando,hace poco, dice ella, quise dar mi mejor sof al Socorro de Invierno,porque al parecer Gring tiene que dormir en el suelo, con todas esaspreocupaciones por las materias primas, me dicen en la oficina quepreferiran un piano, para A la Fuerza por la Alegra, sabe?! No hayharina de verdad. Me vuelvo a llevar el sof del Socorro de Invierno y voyal trapero de la esquina, porque haca ya tiempo que quera comprarmemedia libra de mantequilla. Los de la mantequera dicen: hoy no haymantequilla, compaera, no quiere un can? Dmelo, le digo, dice ella.Y yo le digo: Pero, buena mujer, para qu quiere caones? Con la tripavaca? No, dice ella, si tengo que morirme de hambre, ms vale arrasar porcompleto a toda esa chusma, con Hitler a la cabeza Pero, le digo, pero,

  • exclamo horrorizado Con Hitler a la cabeza venceremos tambin a losfranceses, dice ella. Si ya fabricamos gasolina con lana! Y la lana?, digoyo. La lana, dice ella, la fabricamos ahora con gasolina. Tambinnecesitamos lana! Cuando una buena pieza de lana de los viejos tiemposllega al Socorro de Invierno, se la disputan los del Partido. Si Hitler losupiera, oiga, pero ese no sabe nada, le importa un pimiento, al parecer nohizo ni el bachillerato. Bueno, yo no saba qu decir ante tanto disparate.

    Oiga joven, le digo, tengo que ir un momento a la Alexanderplatz!Pero, qu me dice, cuando vuelvo con un agente, no me esperaba ya! Dejade fingir. Bueno, qu me dice de todo eso?

    EL HOMBRE DE LA SA, continuando el juego: Yo? Bueno, qu le voy a decir?Quiz le mirase con reproche. Ir corriendo a la Alexanderplatz, le diraquiz. A ti no se te puede decir nada con franqueza!

    EL OBRERO: No se puede. A m no. Si alguien me confa algo, va listo. Scul es mi deber de camarada y, si mi propia madre me susurrara algo alodo sobre el aumento del precio de la margarina o algo as, me iraenseguida a la sede de la Seccin. Denunciara a mi propio hermano simurmurase del Servicio de Trabajo Voluntario. Y en cuanto a mi novia, sime escribiera que en el campo de trabajo le haban hecho una barriga consus Heil Hitler, la ira a buscar: nada de abortos porque, si no actuamosas, si nos ponemos en contra de nuestra propia carne y nuestra propiasangre, el Tercer Reich, al que amamos por encima de todo, no perdurarLo he hecho mejor ahora? Est contento conmigo?

    EL HOMBRE DE LA SA: Creo que ya basta. Sigue con el juego. Y ahora puedes irtranquilo a que te sellen la cartilla, te he comprendido, todos te hemoscomprendido, verdad, compaeros? Pero en m puedes confiar, camarada,ser mudo como una tumba. Le da una palmada en el hombro y deja defingir. Bueno, y ahora se ir a la Oficina del Subsidio de Desempleo y lodetendrn inmediatamente.

    EL OBRERO: Sin que usted se salga de la fila y me siga?L HOMBRE DE LA SA: Sin necesidad de eso.EL OBRERO: Y sin que le haga una sea a nadie de que hay alguien

    sospechoso?EL HOMBRE DE LA SA: Sin necesidad de hacer seas.EL OBRERO: Y cmo?EL HOMBRE DE LA SA: Quiere saber el truco! Pngase de pie y ensenos la

    espalda. Lo hace girar agarrndolo por los hombros, para que todos

  • puedan vrsela. Luego, a la muchacha: Lo ves?LA MUCHACHA: Tiene una cruz, una cruz blanca!LA COCINERA: En mitad de la espalda!EL CHFER: Es verdad.EL HOMBRE DE LA SA: Y cmo ha llegado hasta ah? Ensea la palma de la

    mano: Bueno, aqu est la crucecita blanca que ha pasado ah de tamaonatural!

    El obrero se quita la chaqueta y contempla la cruz.

    EL OBRERO: Buen trabajo.EL HOMBRE DE LA SA: Bueno, verdad? Llevo siempre tiza encima. Hay que

    pensar un poco, para eso no hay plan. Satisfecho. Y ahora, a Reinickendorf.Se corrige: Tengo all una ta. No parecis muy entusiasmados. A lamuchacha: Por qu pones esa cara de tonta, Anna? Es que no hascomprendido el truco?

    LA MUCHACHA: Claro que s. Qu te crees, tan torpe no soy.EL HOMBRE DE LA SA, como si se le hubiera estropeado la diversin, extiende la

    mano: Lmpiamela!

    Ella le limpia la mano con un trapo.

    LA COCINERA: Es que hay que trabajar as, porque quieren destruir todo loque ha levantado nuestro Fhrer y nos envidian todos los pueblos.

    EL CHOFER: Cmo dice? Tiene toda la razn. Saca su reloj. Voy a lavar elcoche. Heil Hitler! Sale.

    EL HOMBRE DE LA SA: Qu clase de tipo es ese?LA MUCHACHA: Un hombre tranquilo. No quiere saber nada de poltica.EL OBRERO, levantndose: Bueno, Minna, yo tambin me voy Y no me

    guardes rencor por lo de la cerveza. Tengo que confesar que he vuelto aconvencerme de que nadie que tenga algo contra el Tercer Reich puedesalirse con la suya, eso es una tranquilidad. Por lo que a m se refiere,nunca tengo contacto con esos elementos destructores, aunque me gustaraencontrarme con alguno. Pero no tengo vuestra presencia de nimo. Claray distintamente: Bueno, Minna, muchas gracias y Heil Hitler!

    LOS OTROS: Heil Hitler!EL HOMBRE DE LA SA: Si quiere que le d un buen consejo, ser mejor que no

    parezca tan inocente. Eso llama la atencin. Conmigo puede permitirse

  • algn pequeo desahogo, porque s entender una broma. Bueno, HeilHitler!

    Sale el obrero.

    Un tanto deprisa se han largado los muchachos. Como si les hubieraentrado algo de repente! Lo de Reinickendorf no hubiera debido decirlo.Estn siempre sobre aviso.

    LA MUCHACHA: Tengo que pedirte una cosa, Theo.EL HOMBRE DE LA SA: Sultalo!LA COCINERA: Voy a colgar la ropa. Tambin yo he sido joven. Sale.EL HOMBRE DE LA SA: Qu pasa?LA MUCHACHA: Te lo dir slo si s que no me lo vas a tomar a mal. Si no, no

    te digo nada.EL HOMBRE DE LA SA: Venga, sultalo!LA MUCHACHA: Es slo que Me resulta penoso necesito veinte marcos

    del dinero.EL HOMBRE DE LA SA: Veinte marcos?LA MUCHACHA: Ya ves, te parece mal.EL HOMBRE DE LA SA: Es que sacar veinte marcos de la cartilla de ahorros no es

    algo que me guste. Para qu quieres esos veinte marcos?LA MUCHACHA: Preferira no decrtelo.EL HOMBRE DE LA SA: Vaya. No me lo quieres decir. Eso lo encuentro raro.LA MUCHACHA: S que no vas a estar de acuerdo conmigo, y prefiero no

    decirte mis razones, Theo.EL HOMBRE DE LA SA: Si no tienes confianza en mLA MUCHACHA: S que confo en ti.EL HOMBRE DE LA SA: Entonces, quieres que liquidemos nuestra cartilla de

    ahorros?LA MUCHACHA: Cmo puedes pensar algo as! Si saco esos veinte marcos,

    me quedarn todava noventa y siete.EL HOMBRE DE LA SA: No necesitas decrmelo tan exactamente. Yo tambin s el

    dinero que hay. Slo puedo imaginarme que quieres romper conmigoporque quiz ests coqueteando con algn otro. Quiz quieras que l reviselas cuentas.

    LA MUCHACHA: Yo no coqueteo con nadie.EL HOMBRE DE LA SA: Entonces dime para qu es.

  • LA MUCHACHA: No vas a querer drmelo.EL HOMBRE DE LA SA: Cmo puedo saber que no lo quieres para algo que no

    est bien? Me siento responsable.LA MUCHACHA: No es para nada indebido, pero si no lo necesitara no te lo

    pedira, eso lo sabes.EL HOMBRE DE LA SA: Yo no s nada. Slo s que todo me resulta bastante

    turbio. Para qu necesitas de repente veinte marcos? Es una bonita suma.Ests embarazada?

    LA MUCHACHA: No.EL HOMBRE DE LA SA: Ests segura?LA MUCHACHA: S.EL HOMBRE DE LA SA: Si llegara a enterarme de que te proponas algo ilegal, si

    me llegara el menor indicio, todo habra terminado, te lo aseguro. Habrsodo decir que todo lo que atenta contra el fruto que germina es el mayorcrimen que se puede cometer. Si el pueblo alemn no se multiplica, seacab su misin histrica.

    LA MUCHACHA: Pero Theo, no s de qu me hablas. No es nada de eso: te lodira, porque sera tambin cosa tuya. Sin embargo, s puedes pensar algoas, te lo dir. Slo es porque quiero ayudar a Frieda a comprarse un abrigode invierno.

    EL HOMBRE DE LA SA: Y por qu no puede tu hermana comprarse ella el abrigo?LA MUCHACHA: No puede hacerlo con su pensin de invalidez, son veintisis

    marcos mensuales.EL HOMBRE DE LA SA: Y el Socorro de Invierno? Eso es lo que pasa, no tenis

    ninguna confianza en el Estado Nacional-Socialista. Lo puedo ver sloescuchando las conversaciones de esta cocina. Crees que no me he dadocuenta de que antes has reaccionado muy mal ante mi experimento?

    LA MUCHACHA: Cmo que he reaccionado muy mal?EL HOMBRE DE LA SA: S, t! Exactamente igual que esos tipos que se largaron

    de pronto!LA MUCHACHA: Si quieres que te diga la verdad, esas cosas no me gustan

    nada.EL HOMBRE DE LA SA: Y qu es lo que no te gusta, si se puede saber?LA MUCHACHA: Que hagas detener a esos pobres diablos con engaos y

    trucos y dems. Mi padre est tambin sin trabajo.EL HOMBRE DE LA SA: Bueno, eso es lo que quera or. De todas formas me lo

    haba imaginado al hablar con ese Lincke.

  • LA MUCHACHA: Quieres decir que vas a tenderle una trampa por lo que l hahecho para darte gusto y porque todos lo hemos animado a hacerlo?

    EL HOMBRE DE LA SA: Yo no digo nada, ya lo he dicho antes. Y si tienes algo encontra de lo que hago en cumplimiento de mi deber, tendr que decirte quepuedes leer en Mein Kampf que el propio Fhrer no consideraba indignoponer a prueba las convicciones del pueblo y que, incluso, esa fue su tareadurante cierto tiempo, cuando estaba en el Reichswehr, y que lo haca porAlemania y eso ha tenido grandes consecuencias.

    LA MUCHACHA: Si te pones as, Theo, lo que quiero es saber si puedo contarcon los veinte marcos y nada ms.

    EL HOMBRE DE LA SA: A eso slo puedo decirte que no estoy precisamente dehumor para dejar que me saquen los cuartos.

    LA MUCHACHA: Cmo que sacarte los cuartos? Es mi dinero o el tuyo?EL HOMBRE DE LA SA: De pronto tienes una extraa forma de hablar del dinero

    de los dos! Para eso hemos alejado a los judos de la vida nacional, paraque ahora nuestros propios camaradas nos chupen la sangre?

    LA MUCHACHA: No dirs eso por los veinte marcos?EL HOMBRE DE LA SA: Ya tengo suficientes gastos. Slo las botas me costaron

    veintisiete.LA MUCHACHA: Pero no te las dieron en el servicio?EL HOMBRE DE LA SA: S, eso creamos. Por eso eleg tambin las mejores, las de

    polainas. Y luego nos las cobraron y nos quedamos con dos palmos denarices.

    LA MUCHACHA: Veintisiete marcos por unas botas? Y cules han sido losotros gastos?

    EL HOMBRE DE LA SA: Qu otros gastos?LA MUCHACHA: Me has dicho que habas tenido muchos gastos.EL HOMBRE DE LA SA: No me acuerdo. Y no me gusta que me interroguen.

    Puedes estar tranquila, que no te engaar. Y lo de los veinte marcos me lotengo que pensar.

    LA MUCHACHA, llorando: Theo, no es posible, me dijiste que no haba ningnproblema con el dinero y s que lo hay. Ya no s qu pensar. Nos tienenque quedar todava veinte marcos en la caja de ahorros de todo nuestrodinero!

    EL HOMBRE DE LA SA, dndole palmaditas en la espalda: Quin dice que no nosqueda ya nada en la caja de ahorros? Eso es imposible. Puedes creer en m.Lo que t me confas est tan seguro como en una caja fuerte. Bueno, te

  • fas otra vez de tu Theo?

    Ella llora, sin responder.

    Eso es slo una crisis de nervios porque has trabajado demasiado. Mevoy a mi ejercicio nocturno. Y el viernes vendr a buscarte. Heil Hitler!Sale.

    La muchacha trata de contener las lgrimas y va de un lado a otro porla cocina, desesperada. Vuelve la cocinera con un cesto de colada.

    LA COCINERA: Pero qu le pasa? Se han peleado? Sin embargo, Theo es unhombre tan recto. Tendra que haber ms como l. No ser nada serio?

    LA MUCHACHA, sin dejar de llorar: Minna, podra ir a casa de su hermano yadvertirle de que tenga cuidado?

    LA COCINERA: De qu?LA MUCHACHA: Bueno, es algo que se me ha ocurrido.LA COCINERA: Por lo de esta noche? No puede decirlo en serio. Algo as no

    lo hara Theo nunca.LA MUCHACHA: Ya no s qu pensar, Minna. Ha cambiado tanto. Lo han

    estropeado por completo. No anda en buenas compaas. Hace cuatro aosque estamos juntos y ahora me parece como si Por favor, mire si notengo yo tambin una cruz en la espalda!

  • 4SOLDADOS DEL PANTANO

    Hay SA por todas partesY ms vale que te apartes.Discuten Lenin y BebelY hasta ves Kautsky y ves MarxEn manos de Satans.Bunker nazi se los lleve.

    Campo de concentracin de Esterwegen, 1934. Algunos presosmezclan cemento.

    BRHL, en voz baja a Dievenbach: Aprtate de Lohmann, no es de fiar.DIEVENBACH, en voz alta: Lohmann, Brhl me dice que me aparte de ti, que

    no eres de fiar.BRHL: Qu cerdo.LOHMANN: Y eso lo dices t, judas! Por qu mandaron a Karl a la

    casamata?BRHL: Fue por m acaso? Es que tengo cigarrillos que nadie sabe de

    dnde vienen?LOHMANN: Cundo he tenido yo cigarrillos?EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA: Cuidado!

    El centinela de la SA pasa por el terrapln de arriba.

    EL HOMBRE DE LA SA: Alguien ha hablado. Quin ha sido? Nadie responde. Sivuelve a ocurrir, habr casamata para todos, entendido? Cantad!

    Los presos cantan la primera estrofa de Soldados del pantano. Elhombre de la SA sigue su camino.

    A donde miren los ojos

  • slo divisan pantanos.No cantan los petirrojosy se alzan robles enanos.Nosotros somos soldados,con nuestros picos alzadosmarchamos hacia el pantano.

    EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA: Porqu segus pelendoos?DIEVENBACH: No te ocupes de eso, estudioso de la Biblia, porque no lo

    comprenderas. Sealando a Brhl: El partido de este vot ayer en elReichstag a favor de la poltica exterior de Hitler. Y este seala aLohmann cree que la poltica exterior de Hitler significa la guerra.

    BRHL: No, si participamos nosotros.LOHMANN: Con vuestra participacin hubo ya una guerra.BRHL: Militarmente, Alemania es demasiado dbil.LOHMANN: Bueno, a Hitler le disteis de dote un acorazado.EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA a Dievenbach: Qu eras t? Socialdemcrata o

    comunista?DIEVENBACH: Me mantuve al margen.LOHMANN: Ahora ests metido de lleno, y de hecho en un campo de

    concentracin.EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA: Cuidado!

    Aparece otra vez el hombre de la SA. Los observa. Brhl comienza acantar despacio la segunda estrofa de Soldados del pantano. El hombrede la SA sigue su camino.

    Van y vienen centinelasy nadie podr escapar.No hay huida si no vuelas.Cuatro muros que saltar.Nosotros somos soldados,con nuestros picos alzadosmarchamos hacia el pantano.

    LOHMANN, tirando la pala: Si pienso que estoy aqu porque os negasteis aformar un frente unitario, podra aplastarte el crneo.

    BRHL: Aj! Si no quiero ser tu hermano, t me sentars la mano,

  • no? Frente unitario! Pajarito, te conozco: eso os hubiera gustado,tomarnos el pelo!

    LOHMANN: Claro, prefers que os tome el pelo Hitler! Traidores alpueblo!

    BRHL, coge furioso su pala y la levanta contra Lohmann, que ha cogidola suya al mismo tiempo: Te voy a ensear a ti.

    EL ESTUDIOSO DE LA BIBLIA: Cuidado!

    Empieza a cantar apresuradamente la ltima estrofa de Soldados delpantano.

    Vuelve a aparecer el hombre de la SA, y los otros cantan tambin,mientras siguen mezclando el cemento.

    Pero no nos quejaremosel invierno acabary algn da exclamaremospatria, eres ma ya!Y aunque seamos soldadoscon nuestros picos alzadosno iremos ya hacia el pantano.

    EL HOMBRE DE LA SA: Quin ha gritado traidores del pueblo?

    Nadie responde.

    Nunca aprenderis. A Lohmann: Quin?

    Lohmann mira fijamente a Brhl y guarda silencio.

    A Dievenbach: Quin?

    El estudioso de la Biblia guarda silencio.

    A Brhl: Quin?

    Brhl guarda silencio.

    Os voy a dar cinco segundos, y luego os meter en la casamata hastaque os pudris.

  • Aguarda cinco segundos. Todos permanecen callados, mirando antes.

    A la casamata.

  • 5AL SERVICIO DEL PUEBLO

    Aqu estn ya los guardianes,Los soplones y rufianesSirviendo al pueblo con celo.Los que oprimen y trituran,Los que azotan y torturanCon el mximo desvelo.

    Campo de concentracin de Oranienburg, 1934. Un pequeopatio entre las paredes de las barracas. Antes de que se ilumine laescena, se oyen latigazos. Luego se ve a un hombre de la SA azotandoa un detenido. Al fondo est un jefe de grupo de la SA, fumando, deespaldas a la escena. Luego sale.

    EL HOMBRE DE LA SA, cansado, se sienta en un tonel: Sigue trabajando.

    El detenido se levanta del suelo y comienza a limpiar las letrinas conmovimientos nerviosos.

    Por qu no puedes decir que no, so cerdo, cuando te preguntan si erescomunista? A ti te dan una paliza y yo me pierdo la salida, hecho polvocomo estoy. Por qu no se lo encargan a Klapproth? A l le divierte. Siese chulo de putas vuelve a aparecer escucha, coges el ltigo y tepones a dar golpes en el suelo, entendido?

    EL DETENIDO: S, jete.EL HOMBRE DE LA SA: Cuidado!

    Fuera se oyen pasos, y l hombre de la SA seala el ltigo. Eldetenido lo coge y da latigazos en el suelo. Como el ruido no suenaautntico, el hombre de la SA seala perezosamente un cesto que hay allado, y el detenido empieza a golpear en l. Los pasos de fuera se detienen.

  • El hombre de la SA, nervioso, se levanta rpidamente y azota al detenido.

    EL DETENIDO, en voz baja: En el vientre no.

    El hombre de la SA le azota el trasero. El jefe de grupo de la SA seasoma.

    EL JEFE DE GRUPO DE LA SA: Dale en el vientre.

    El hombre de la SA azota al detenido en el vientre.

  • 6LA BSQUEDA DEL DERECHO

    Luego vinieron los juecesY les dijeron mil veces:Justo es, si al pueblo aprovecha.Dijeron: cmo sabremos?As juzgarlos veremosA todos bajo sospecha

    Augsburgo, 1934. Sala de deliberaciones de un Palacio deJusticia. Se ve por la ventana una lechosa maana de enero. Todavaarde una lmpara de gas redonda. El juez se est poniendo la toga.Llaman a la puerta.

    EL JUEZ: Adelante!

    Entra el inspector de lo criminal.

    EL INSPECTOR: Buenos das, seor juez.EL JUEZ: Buenos das, seor Tallinger. Le he pedido que viniera por el

    juicio Haberle, Schnt y Gaunitzer. El caso, francamente, no me resultaclaro.

    EL INSPECTOR: ?EL JUEZ: Por el expediente he deducido que la tienda en que ocurri el

    altercado, la joyera Arndt, es juda, no?EL INSPECTOR: ?EL JUEZ: Y Haberle, Schnt y Gaunitzer siguen siendo miembros de la

    Seccin de Asalto nmero siete?

    El inspector asiente con la cabeza.

    EL JUEZ: Es decir, que la Seccin no encontr motivo para sancionarlos?

  • El inspector niega con la cabeza.

    EL JUEZ: Sin embargo, es de suponer que, despus del escndalo que seprodujo en el barrio, la Seccin investig.

    El inspector se encoge de hombros.

    EL JUEZ: Le quedara muy agradecido, Tallinger, si antes de la vista mehiciera un pequeo resumen.

    EL INSPECTOR, mecnicamente: El 2 de diciembre del pasado ao, a las ochoy cuarto de la maana, los miembros de la SA Hberlc, Schnt y Gaunitzerpenetraron en la joyera Arndt de la Schlettowstrasse y, tras un altercadoverbal, hirieron al joyero Arndt, de cincuenta y cuatro aos de edad, en lanuca. Se produjeron daos materiales por valor de once mil doscientostreinta y cuatro marcos. Las investigaciones de la polica, iniciadas el 7 dediciembre del pasado ao, revelaron que

    EL JUEZ: Mi querido Tallinger, todo eso est en el expediente. Muestrairritado el escrito de acusacin, que es slo de una pgina. Este escrito deacusacin es el ms flojo y chapucero que he visto en mi vida, y en losltimos meses he visto muchos. Pero todo eso est ah. Esperaba que mepudiera decir algo del trasfondo del caso.

    EL INSPECTOR: Por supuesto, seor juez.EL JUEZ: Entonces?EL INSPECTOR: En realidad, el caso no tiene ningn trasfondo.EL JUEZ: No me querr decir, Tallinger, que est claro.EL INSPECTOR, sonriendo: No, no est claro.EL JUEZ: Al parecer, desaparecieron tambin joyas durante la disputa. Se

    han encontrado?EL INSPECTOR: No que yo sepa.EL JUEZ: ?EL INSPECTOR: Seor juez, tengo familia.EL JUEZ: Yo tambin, Tallinger.EL INSPECTOR: Por supuesto.

    Pausa.

    El caso es que ese Arndt es judo, sabe?EL JUEZ: Como su nombre indica.

  • EL INSPECTOR: Por supuesto. En el barrio se corri la voz durante ciertotiempo de que deba tratarse incluso un caso de relaciones sexualesinterraciales.

    EL JUEZ, viendo algo de luz: Aj! Y quin estaba mezclado?EL INSPECTOR: La hija de Arndt. Tiene diecinueve aos y dicen que es bonita.EL JUEZ: Investigaron el caso las autoridades?EL INSPECTOR, reservado: Eso no. El rumor volvi a acallarse.EL JUEZ: Quin lo propal?EL INSPECTOR: El dueo de la casa. Un tal seor von Miehl.EL JUEZ: Sin duda quera que ese negocio judo desapareciera de su casa?EL INSPECTOR: Eso pensamos. Pero, al parecer, se retract otra vez.EL JUEZ: Sin embargo, en definitiva podra explicarse as por qu haba en

    el barrio cierto encono contra Arndt. De forma que los jvenes actuaroncon una especie de exaltacin patritica

    EL INSPECTOR, resuelto: No lo creo, seor juez.EL JUEZ: Qu es lo que no cree?EL INSPECTOR: Que Hberle, Schnt y Gaunitzer quieran insistir mucho en lo

    de las relaciones sexuales interraciales.EL JUEZ: Por qu no?EL INSPECTOR: El nombre del ario de que se trata, como le he dicho, nunca se

    mencion en el expediente. Ese hombre puede ser Dios sabe quin. Podraestar en cualquier sitio donde hubiera un montn de arios, no? Y dndehay un montn de arios? En pocas palabras, la Seccin de Asalto no deseaque eso salga a relucir.

    EL JUEZ, impaciente: Entonces, para qu me lo cuenta?EL INSPECTOR: Porque me dijo que tena familia. Para que no lo saque a

    relucir usted. Al fin y al cabo, cualquier testigo de la vecindad podraempezar con eso.

    EL JUEZ: Comprendo. Pero por lo dems no comprendo mucho.EL INSPECTOR: Cuanto menos comprenda, tanto mejor, dicho sea entre

    nosotros.EL JUEZ: Eso es fcil de decir. Pero yo tengo que dictar una sentencia.EL INSPECTOR, vagamente: Claro, claro.EL JUEZ: Entonces slo queda la posibilidad de una provocacin por parte

    de Arndt, porque de otro modo el incidente es incomprensible.EL INSPECTOR: Estoy completamente de acuerdo, seor juez.EL JUEZ: Cmo fueron provocados los de la SA?

  • EL INSPECTOR: Segn su declaracin, tanto por el propio Arndt como por undesocupado contratado para quitar la nieve. Al parecer, ellos querantomarse un vaso de cerveza y, al pasar por delante de la tienda, tanto eldesocupado Wagner como el propio Arndt les gritaron soeces insultosdesde la puerta.

    EL JUEZ. No tienen testigos, verdad?EL INSPECTOR: Los tienen. El propietario, ese von Miehl, declar que, desde

    la ventana, vio a Wagner provocar a los de la SA. Y el socio de Arndt, untal Stau, estuvo esa misma tarde en la sede de la Seccin y reconoci enpresencia de Hberle, Schnt y Gaunitzer que Arndt, incluso delante de l,hablaba siempre con desprecio de la SA.

    EL JUEZ: Ah, Arndt tiene un socio? Ario?EL INSPECTOR: Claro que ario. Cree que iba a utilizar de testaferro a un

    judo?EL JUEZ: Pero su socio no declarar contra l.EL INSPECTOR, con astucia: Quiz s.EL JUEZ, irritado: Por qu? Si se prueba que Arndt provoc la agresin

    de Hberle, Schnt y Gaunitzer, los del negocio no podrn presentar unademanda de daos y perjuicios.

    EL INSPECTOR: Y de dnde saca que Stau tiene algn inters en esademanda?

    EL JUEZ: Eso no lo entiendo. Al fin y al cabo, es socio.EL INSPECTOR: Pues por eso.EL JUEZ: ?EL INSPECTOR: Hemos podido comprobar naturalmente bajo cuerda, eso no

    es oficial que Stau entra y sale como quiere en la sede de la Seccin. Fuemiembro de la SA o lo es an. Por eso, probablemente, Arndt lo tomcomo socio. Stau estuvo ya complicado en un asunto as, en el que los de laSA hicieron una visita a alguien. En aquella ocasin tropezaron con lapersona equivocada y cost mucho trabajo dar carpetazo al asunto.Naturalmente, no quiero decir que el propio Stau, en este caso De todasformas, no es un tipo inofensivo. Le ruego que considere esto totalmenteconfidencial, ya que antes ha hablado de su familia.

    EL JUEZ, asintiendo: Lo que no veo es qu inters puede tener el seorStau en que su negocio sufra daos por valor de ms de once mil marcos.

    EL INSPECTOR: S, las joyas desaparecieron. Quiero decir que, en cualquiercaso, Hberle, Schnt y Gaunitzer no las tienen. Tampoco las han vendido.

  • EL JUEZ: Ah.EL INSPECTOR: Naturalmente, si se prueba que Arndt tuvo una actitud

    provocadora, no se podr exigir de Stau que lo conserve como socio. Y laprdida sufrida, naturalmente, tendra que indemnizrsela Stau, estclaro?

    EL JUEZ: S, eso en cualquier caso est muy claro. Contempla un instantepensativo al inspector, que lo mira otra vez sin expresin, de una formatotalmente oficial. Sin duda se sacar en limpio que Arndt provoc a los dela SA. El hombre, al parecer, se ha hecho impopular en todas partes. Nodijo usted que, por las escandalosas circunstancias de su familia, dio lugara una denuncia del propietario? S, s, ya s que no hay que sacar a relucireso, pero de todas formas se puede suponer que tambin por esa parte severa con agrado que se hiciera pronto un desalojo. Se lo agradezco,Tallinger, realmente me ha prestado un servicio.

    El juez da al inspector un puro. El inspector sale. Se encuentra en elumbral con el fiscal, que entra en ese momento.

    EL FISCAL, al juez: Puedo hablarle un momento?EL JUEZ, que est pelando una manzana de desayuno: Puede.EL FISCAL: Se trata del caso Hberle, Schnt y Gaunitzer.EL JUEZ, ocupado: S?EL FISCAL: El caso est bastante claroEL JUEZ: S. Francamente, no comprendo por qu la Fiscala inici unas

    actuaciones.EL FISCAL: Cmo? El caso provoc en el barrio una lamentable

    expectacin. Hasta los dirigentes del Partido consideraron adecuada suinvestigacin.

    EL JUEZ: Yo slo veo un caso claro de provocacin juda y nada ms.EL FISCAL: Qu disparate, Goll! No crea que nuestros escritos de

    acusacin, porque parezcan ahora un tanto lacnicos, no merecen mayoratencin. Ya me haba imaginado que, con toda ingenuidad, se inclinarausted por la primera solucin. Pero no cometa una equivocacin. Seencontrara en los confines de la Pomerania antes de lo que se imagina. Yall no se est muy cmodo ahora.

    EL JUEZ, perplejo, deja de comerse la manzana: No lo entiendo enabsoluto. No querr decir que tiene la intencin de exculpar al judo

  • Arndt?EL FISCAL, con fuerza: Claro que la tengo! Ese hombre no tena intencin

    de provocar. Cree usted que, porque sea judo, no puede encontrar justiciaante un tribunal del Tercer Reich? Expone usted unas opiniones muypeculiares, Goll.

    EL JUEZ, furioso: No he expuesto ninguna opinin. Slo tena laconviccin de que Hberle, Schnt y Gaunitzer fueron provocados.

    EL FISCAL: Pero no por Arndt, sino por el desempleado, cmo se llama, quelimpiaba la nieve s: Wagner.

    EL JUEZ: En su escrito de acusacin no dice una palabra de eso, miquerido Spitz.

    EL FISCAL: Claro que no. La Fiscala slo supo que hombres de la SAhaban agredido a Arndt. Y usted procedi como deba. Pero si el testigovon Miehl, por ejemplo, declara en el juicio que Arndt no estaba siquieraen la calle en el momento del incidente, y en cambio el desempleado, vaya,cmo se llama, s, Wagner injuri en voz alta a los de la SA, habr quetomarlo en consideracin.

    EL JUEZ, cayendo de las nubes: Eso declarar von Miehl? Pero si es elpropietario de la casa y quiere echar de ella a Arndt No declarar a sufavor.

    EL FISCAL: Qu tiene ahora contra von Miehl? Por qu no va a decir laverdad bajo juramento? Quiz no sepa usted que von Miehl, adems de sermiembro de las SA, tiene buenas relaciones en el Ministerio de Justicia. Leaconsejara que lo considerase un hombre decente, mi querido Goll.

    EL JUEZ: Es lo que hago. En definitiva, hoy no se puede considerarindecente a quien se niega a tener en su casa un negocio judo.

    EL FISCAL, generoso: Mientras el hombre pague su alquilerEL JUEZ, diplomticamente: Al parecer, ya lo denunci otra vez por otro

    asuntoEL FISCAL: Ah, lo saba usted. Pero quin le dice que con ello quera

    desalojarlo? Tanto ms cuanto que la denuncia fue hoy retirada Esohara pensar ms bien en un buen acuerdo, no? Mi querido Goll, no seaingenuo.

    EL JUEZ, ahora realmente furioso: Mi querido Spitz, las cosas no son tansencillas. El propio socio, del que pensaba que lo protegera, va a acusarlo,y el propietario de la casa, que lo acus, va a protegerlo. Eso no seentiende.

  • EL FISCAL: Para qu nos pagan nuestro sueldo?EL JUEZ: Es un asunto espantosamente complicado. Quiere un puro?

    El fiscal coge un puro, y fuman en silencio. Luego, el juez empieza areflexionar, sombro.

    Si ante el tribunal se demuestra que no hubo provocacin, que Arndtno provoc, podr presentar enseguida una demanda por daos y perjuicioscontra la SA.

    EL FISCAL: En primer lugar, no podra demandar a la SA sino, todo lo ms,a Hberle, Schnt y Gaunitzer, que no tienen nada, si es que no quieredemandar a ese desocupado, cmo se llama eso es, Wagner. Con nfasis:En segundo lugar, se lo pensara un poco antes de presentar una demandacontra miembros de la SA.

    EL JUEZ: Dnde est ahora?EL FISCAL: En el hospital.EL JUEZ: Y Wagner?EL FISCAL: En un campo de concentracin.EL JUEZ, tranquilizndose un tanto: Bueno, en vista de las circunstancias,

    Arndt, realmente, no tendr mucho inters en demandar a la SA. Y Wagnertampoco querr insistir mucho en su inocencia. Pero la Seccin no sequedar nada contenta si el judo es absuelto.

    EL FISCAL: La SA demostrar ante el tribunal que fue provocada. Si lo fuepor el judo o por el marxista les dar igual.

    EL JUEZ, dudando an: No del todo. Al fin y al cabo, en el altercado entreel desempleado Wagner y la SA se causaron daos a la joyera. Algunaresponsabilidad tendr la Seccin.

    EL FISCAL: Bueno, no se puede tener todo. No podr usted ser justo contodo el mundo. Y con quin debe serlo se lo dir su sentimiento patritico,mi querido Goll. Lo nico que puedo asegurarle es que, en los crculosnacionalistas y hablo tambin de cargos muy altos de las SS, se esperaprecisamente un poco ms de firmeza de la judicatura alemana.

    EL JUEZ, suspirando profundamente: En cualquier caso, hacer justicia noes hoy tan sencillo, mi querido Sptz. Eso tendr que reconocerlo.

    EL FISCAL: De buena gana. Pero hay una frase magnfica de nuestroComisario de Justicia a la que puede atenerse: Justicia es lo que aprovechaal pueblo alemn.

  • EL JUEZ, sin ningn entusiasmo: S, s.EL FISCAL: Sobre todo, no tenga miedo. Se levanta. Ahora conoce el

    trasfondo. No debiera resultarle tan difcil. Hasta luego, mi querido Goll.

    Sale. El juez est muy descontento. Se queda un rato junto a laventana. Luego hojea distrado el expediente. Al terminar hace sonar untimbre. Entra un ujier.

    EL JUEZ: Vaya a la sala de testigos a buscar al inspector de policaTallinger. Hgalo discretamente.

    Sale el ujier. Vuelve a entrar el inspector.

    Tallinger, con su consejo de considerar el asunto como unaprovocacin de Arndt me hubiera metido en un buen lo. Al parecer, elseor von Miehl est dispuesto a declarar bajo juramento que fue eldesocupado Wagner el autor de la provocacin y no Arndt.

    EL INSPECTOR, impenetrable: S, eso dicen, seor juez.EL JUEZ: Qu quiere decir con eso dicen?EL INSPECTOR: Que los insultos los profiri Wagner.EL JUEZ: Y no es verdad?EL INSPECTOR, molesto: Seor juez, sea verdad o no, no podemosEL JUEZ, con firmeza: igame bien. Est usted en un Palacio de Justicia

    alemn. Ha confesado Wagner o no?EL INSPECTOR: Seor juez, yo no estuve en el campo de concentracin, si es

    eso lo que quiere saber. En las actas de la investigacin hecha por elcomisario al parecer, Wagner estaba enfermo de los riones se diceque confes. Slo que

    EL JUEZ: O sea, que confes! Qu quiere decir ese slo que?EL INSPECTOR: Estuvo en la guerra y tiene una bala incrustada en la garganta

    y como declar Stau, ya sabe, el socio de Arndt, no puede alzar la voz.Cmo pudo entonces von Miehl, desde el primer piso, orle gritar insultosno resulta del todo

    EL JUEZ: Bueno, entonces dirn que, para ser un Gtz de Berlichingen[1], nohace falta mucha voz. Se puede hablar tambin con simples gestos. Tengola impresin de que la Fiscala quiere dejar a la SA una salida as. Mejordicho, esa salida y nada ms.

    EL INSPECTOR: Por supuesto, seor juez.EL JUEZ: Qu dice Arndt?

  • EL INSPECTOR: Que no estaba all y que la herida de la cabeza se la produjo alcaer por la escalera. No se le puede sacar nada ms.

    EL JUEZ: Probablemente ese hombre es por completo inocente y pinta lomismo que Poncio Pilato en el Credo.

    EL INSPECTOR, resignado: Por supuesto, seor juez.EL JUEZ: No diga siempre por supuesto como un cascanueces.EL INSPECTOR: Por supuesto, seor juez.EL JUEZ: Qu es lo que quiere decir realmente? No me guarde rencor,

    Tallinger. Tiene que comprender que estoy un poco nervioso. S que esusted un hombre honrado y, si me dio un consejo, debi de ser por algo,no?

    EL INSPECTOR, bondadoso como es, hace un esfuerzo: No ha pensado que elsegundo fiscal poda querer sencillamente su puesto, el de usted, y loenga por eso? Eso ocurre ahora mucho Supongamos, seor juez, queusted declara la inocencia del judo. Dice que no provoc lo ms mnimo.Que ni siquiera estaba all. Le hicieron la herida en la nuca por puracasualidad, en una reyerta de otras personas. Entonces, al cabo de algntiempo vuelve a su tienda. Stau no puede impedrselo. Y su negocio hasufrido daos por valor de once mil marcos. Sin embargo, son unos daosen los que participa Stau, que no podr reclamar esos once mil marcos aArndt. Por consiguiente, Stau, por lo que s de l, reclamar a la Seccinsus joyas. Naturalmente, no lo har por s mismo porque, como cmplicede un judo, sirve a los judos. Pero habr gente que lo haga por l.Entonces dirn que la SA, por celo patritico, roba joyas. Lo que la Seccinpensar entonces de su sentencia se lo puede imaginar. Y el hombre de lacalle tampoco lo entender. Porque cmo es posible que, en el TercerReich, un judo tenga razn frente a la SA?

    Desde hace un rato se oye ruido al fondo. Ahora se hace bastantefuerte.

    EL JUEZ: Qu es ese ruido horrible? Un momento, Tallinger. Llama yentra el ujier. Qu es ese alboroto, oiga?

    EL UJIER: La sala est repleta. Y ahora estn tan apretados en los pasillosque no puede pasar ya nadie. Y entre ellos hay algunos de la SA que dicenque tienen que pasar porque tienen orden de presenciar el juicio.

  • Sale el ujier, porque el juez se ha limitado a mirarlo espantado.

    EL INSPECTOR, continuando: No podr librarse de esa gente, sabe? Leaconsejo que se ocupe de Arndt y deje en paz a los de la SA.

    EL JUEZ, se sienta destrozado, con la cabeza en la mano. Fatigosamente:Est bien, Tallinger. Tengo que reflexionar en el asunto.

    EL INSPECTOR: Tiene que hacerlo, seor juez.

    Sale. El juez se levanta pesadamente y toca a rebato. Entra el ujier.

    EL JUEZ: Vaya al seor Fey, magistrado de la Audiencia, y dgale que leruego que venga un minuto.

    Sale el ujier. Entra la criada del juez con una bolsa de desayuno.

    LA CRIADA: Un da se va a olvidar usted la cabeza, seor juez. Es horrible.Qu ha vuelto a olvidarse hoy? Pinselo: lo ms importante! Le tiende labolsa. La bolsa del desayuno! Luego tendr que ir a comprar brezelcalientes an, y otra vez, como la semana pasada, tendr dolor deestmago. Es que no se cuida.

    EL JUEZ: Est bien, Marie.LA CRIADA: Por poco no me dejan pasar. Todo el Palacio de Justicia est

    lleno de hombres de la SA, por ese proceso. Pero hoy les van a dar lo suyo,verdad, seor juez? En la carnicera la gente deca: menos mal quetodava hay Justicia! Dar una paliza as a un comerciante! En esa Seccin,la mitad eran antes delincuentes, lo sabe todo el barrio. Si no fuera por losjueces se llevaran hasta las torres de la catedral. Lo hicieron por losanillos; uno, ese Hberle, tiene una novia que haca la calle hasta hace seismeses. Y al desempleado Wagner, que tiene una bala en la garganta, logolpearon mientras limpiaba la nieve, todos lo vieron. Actan abiertamentey aterrorizan al barrio, y a los que se atreven a decir algo los esperan y, agolpes, los dejan tendidos en el suelo.

    EL JUEZ: Est bien, Marie. Ahora vyase!LA CRIADA: Yo he dicho en la carnicera que el seor juez les dara lo que

    es bueno, no tena razn? A las personas decentes las tiene usted de suparte, puede estar seguro, seor juez. Pero no se tome el desayunodemasiado deprisa, que podra hacerle dao. Es tan malo para la salud, yahora me voy y no lo detengo ms, que lo esperan en la vista, y no se ponga

  • nervioso en la vista, es mejor que coma primero, por el par de minutos quenecesita para comer no va a pasar nada, y no coma con el estmagorevuelto. Porque tiene que cuidarse, la salud es el mayor bien, pero ahorame voy, usted sabe lo que se hace y ya veo que est impaciente por irse a lavista, y yo tengo que ir ahora a los ultramarinos.

    Sale la criada. Entra Fey, magistrado de la Audiencia, un seor deedad, amigo del juez.

    EL MAGISTRADO: Qu ocurre?EL JUEZ: Quisiera hablar de una cosa contigo, si tienes un momento. Esta

    maana tengo un caso bastante horrible.EL MAGISTRADO, sentndose: S, el caso de la SA.EL JUEZ, detenindose en sus idas y venidas: Cmo lo sabes?EL MAGISTRADO: Lo comentaba ayer por la tarde. Un caso desagradable.

    El juez vuelve a pasear nervioso de un lado a otro.

    EL JUEZ: Qu decan?EL MAGISTRADO: Nadie te envidia. Curioso: Qu vas a hacer?EL JUEZ: Eso es lo que no s. Pero no pensaba que el caso fuera ya tan

    conocido.EL MAGISTRADO, asombrado: No?EL JUEZ: Parece que ese socio es un tipo muy peligroso.EL MAGISTRADO: Eso dicen. Pero ese von Miehl tampoco es un bienhechor de

    la Humanidad.EL JUEZ: Se sabe algo de l?EL MAGISTRADO: Lo bastante. Tiene relaciones.

    Pausa.

    EL JUEZ: De muy alto nivel?EL MAGISTRADO: De muy alto nivel.

    Pausa.

    Con cautela: Si dejaras fuera al judo y absuelves a Hberle, Schnt yGaunitzer por haber sido provocados por el desocupado, que se refugi en

  • la tienda, la SA se dara por contenta, no? En cualquier caso, Arndt nodemandar a la SA.

    EL JUEZ, preocupado: Pero el socio de Arndt s. Ir a la SA y reclamarsus objetos de valor. Y entonces tendr encima a toda la direccin de laSA, Fey.

    EL MAGISTRADO, despus de pensar en ese argumento, que lo ha sorprendidoal parecer: Pero si no dejas fuera al judo, ese von Miehl con todaseguridad te romper el cuello por lo menos. No sabes que Arndt tiene enel banco pagars de von Miehl? Necesita a Arndt como el que se estahogando necesita una brizna de paja.

    EL JUEZ, espantado: Pagars!

    Llaman a la puerta.

    EL MAGISTRADO: Adelante!

    Entra el ujier.

    EL UJIER: Seor juez, realmente no s cmo reservar asientos para el seorFiscal General y el seor presidente de la Audiencia Schnling. Si me lohubieran dicho a tiempo

    EL MAGISTRADO, dado que el juez guarda silencio: Desocupe dos asientos yno nos moleste.

    EL JUEZ: Eso es lo que me faltaba!EL MAGISTRADO: Von Miehl no puede en ningn caso entregar a Arndt y dejar

    que se hunda. Lo necesita.EL JUEZ, hundido: Para exprimirlo.EL MAGISTRADO: Yo no he dicho eso, m querido Goll. Tampoco puedo

    comprender realmente cmo puedes atribuirme algo as. Quisiera dejar enclaro que no he pronunciado ni una sola palabra contra el seor von Miehl.Siento que sea necesario decirlo, Goll.

    EL JUEZ, nervioso: No puedes tomarte las cosas as, Fey. Cuando t y yoestamos tan unidos.

    EL MAGISTRADO: Qu quieres decir con eso de que t y yo estamos tanunidos? No puedo inmiscuirme en tus asuntos. Si quieres ponerte de partede la polica criminal o de la SA, tendrs que hacerlo solo. Al fin y al cabo,es hoy cada uno el mejor consejero de s mismo.

    EL JUEZ: Yo tambin soy mi mejor consejero. Lo que pasa es que no s

  • qu consejo darme.

    Est de pie junto a la puerta, escuchando el alboroto de fuera.

    EL MAGISTRADO: Mala cosa.EL JUEZ, agotado: Yo estoy dispuesto a todo, Dios Santo, comprndeme!

    T has cambiado mucho. Resolver esto o aquello, lo que quieran, perotengo que saber lo que quieren. Si no se puede saber, es que no hay yaJusticia.

    EL MAGISTRADO: Yo no gritara que no hay Justicia, Goll.EL JUEZ: Qu he dicho? No quera decir eso. Slo quera decir que

    cuando hay tales contradiccionesEL MAGISTRADO: En el Tercer Reich no hay contradicciones.EL JUEZ: No, naturalmente. Yo no he dicho otra cosa. No analices cada

    palabra.EL MAGISTRADO: Por qu no? Soy juez.EL JUEZ, sudando: Si hubiera que analizar cada palabra de los jueces, m

    querido Fey! Yo estoy dispuesto a examinarlo todo de la forma mscuidadosa y concienzuda, pero tienen que decirme qu resolucinconvendra a los intereses superiores! Si dejo al judo en su tienda,contrariar naturalmente al propietario de la casa no, al socio, ya no slo qu me digo y si la provocacin parti del desempleado, entonces elpropietario cmo se llama, von Miehl querr que No me puedenmandar a los confines de Pomerania, tengo una hernia y no quiero tenernada que ver con la SA Al fin y al cabo tengo familia, Fey! A mi mujerle resulta muy fcil decir que, sencillamente, tengo que averiguar lo querealmente ocurri! Si lo hiciera, lo mejor que me pasara sera despertarmeen un hospital. Hablar de la agresin? Hablar de la provocacin.Entonces, qu quieren? Es evidente que no condenar a la SA sino al judoo al desempleado, pero a cul de los dos condenar? Cmo voy a elegirentre el desempleado y el judo, o sea entre el socio y el propietario? APomerania no ir en ningn caso, ni hablar, prefiero un campo deconcentracin, Fey! No me mires as! No soy el acusado! Estoydispuesto a lo que sea!

    EL MAGISTRADO, que se ha levantado: Estar dispuesto no lo es todo, queridoamigo.

    EL JUEZ: Pues entonces, cmo voy a juzgar?

  • EL MAGISTRADO: En general, eso se lo dice al juez su conciencia, seor Goll.No lo olvide! Ha sido un honor.

    EL JUEZ: S, naturalmente. Segn su leal saber y entender. Pero en estecaso, qu debo elegir? Qu, Fey?

    Sale el magistrado. El juez lo sigue con la vista sin decir palabra.Suena el telfono.

    EL JUEZ, cogiendo el telfono: S? Emmi? Se han excusado de iradnde? A la bolera? Quin llam? El pasante Priesnitz? Y cmolo sabe ya? Qu quiere decir con eso? Tengo que dictar una sentencia.

    Cuelga. Entra el ujier. Se oye fuertemente el alboroto de los pasillos.

    EL UJIER: Hberle, Schnt y Gauntzer, seor juez.EL JUEZ, buscando sus actas: Enseguida.EL UJIER: Sent al seor presidente de la Audiencia en la mesa de la

    prensa. Se qued muy satisfecho. Pero el seor Fiscal General se neg asentarse con los testigos. Quera sentarse en la mesa del tribunal. Yentonces usted hubiera tenido que dirigir el juicio desde el banquillo de losacusados, seor juez! Se re tontamente de su propio chiste.

    EL JUEZ: Eso no lo har nunca.EL UJIER: Por aqu, seor juez. Pero dnde ha puesto la carpeta de la

    acusacin?EL JUEZ, totalmente confuso: S, la necesito. Si no, no sabr quin es el

    acusado, eh? Qu vamos a hacer con el Fiscal General?EL UJIER: Eso que se lleva ahora es la gua de telfonos, seor juez. Aqu

    tiene su cartera.

    Se la mete al juez bajo el brazo. El juez sale fuera desconcertado,secndose el sudor.

  • 7LA ENFERMEDAD PROFESIONALAqu llegan los doctoresDel Estado servidoresY se les paga a destajo.Lo que les manda el verdugoLo cosen por un mendrugo:Y ese es todo su trabajo.

    Berln, 1934. Sala del Hospital de la Caridad. Han trado a unnuevo enfermo. La monja est escribiendo su nombre en la pizarrasituada a su cabecera. Dos enfermos de las camas de al lado hablan.

    UN ENFERMO: Quin es ese?EL OTRO: Lo he visto ya en la sala de curas. Yo esperaba junto a su

    camilla. Todava estaba consciente pero no me contest cuando le preguntqu le pasaba. Tiene todo el cuerpo hecho una llaga.

    EL UNO: Entonces no te haca falta preguntarle.EL OTRO: No lo vi hasta que lo curaron.UNA DE LAS MONJAS: Silencio, el profesor!

    Seguido de ayudantes y monjas, entra el cirujano en la Sala. Sedetiene ante una de las camas y comienza su clase.

    EL CIRUJANO: Seores, he aqu un caso muy hermoso que les muestra que,sin preguntas e investigaciones siempre renovadas sobre las causasprofundas de la enfermedad, la medicina se convierte en purocuranderismo. El paciente presenta todos los sntomas de una neuralgia ydurante mucho tiempo fue tratado en consecuencia. En realidad, sinembargo, padece la enfermedad de Reynaud, que contrajo trabajando comoobrero en aparatos de aire comprimido, es decir, una enfermedadprofesional, seores. Slo ahora lo tratamos como corresponde. Por estecaso pueden ver lo errneo que es considerar al paciente slo como parte

  • integrante del anlisis clnico, en lugar de preguntarse de dnde viene elenfermo, dnde ha contrado su enfermedad y adonde volver cuando hayasido tratado. Qu tres cosas debe saber un buen mdico? Primera?

    EL PRIMER AYUDANTE: Preguntar.EL CIRUJANO: Segunda?EL SEGUNDO AYUDANTE: Preguntar.EL CIRUJANO: Y tercera?EL TERCER AYUDANTE: Preguntar, seor profesor!EL CIRUJANO: Exacto! Preguntar! Y preguntar sobre todo qu?EL TERCER AYUDANTE: Cules son las condiciones sociales, profesor!EL CIRUJANO: Sobre todo sin temor a investigar la vida privada del paciente,

    que a menudo, por desgracia, es francamente triste. Cuando un ser humanose ve obligado a ejercer una profesin que a la corta o a la larga loaniquilar fsicamente, de forma que, por decirlo as, muere para nomorirse de hambre, no resulta agradable orlo, y por eso tampoco agradapreguntarlo.

    Se dirige con su squito a la cama del nuevo enfermo.

    EL CIRUJANO: Qu le pasa a este hombre?

    La superiora le susurra algo al odo.

    EL CIRUJANO: Ah.

    Lo reconoce superficialmente y de evidente mala gana.

    EL CIRUJANO, dando su clase: Contusiones en la espalda y los muslos.Herida abierta en el abdomen. Algn otro sntoma?

    LA SUPERIORA, leyendo: Sangre en la orina.EL CIRUJANO: Diagnstico al ingreso?LA SUPERIORA: Desgarramiento del rin izquierdo.EL CIRUJANO: Primero habr que mirarlo por rayos. Hace gesto de alejarse.EL TERCER AYUDANTE, que anota el historial del enfermo: Causa de la

    enfermedad, profesor?EL CIRUJANO: Qu dice ah?LA SUPERIORA: Como causa se indica una cada por las escaleras.EL CIRUJANO, dando su clase: Cada por las escaleras Por qu tiene

  • atadas las manos?LA SUPERIORA: El paciente se ha arrancado dos veces las vendas, profesor.EL CIRUJANO: Por qu?EL PRIMER ENFERMO, a media voz: De dnde viene el paciente y adonde

    volver?

    Todas las cabezas se vuelven hacia l.

    EL CIRUJANO, carraspeando: Si el paciente est inquieto, denle morfina. Sedirige a la cama siguiente. Qu, nos sentimos mejor? Vamosrecuperando fuerzas?

    Examina el cuello del paciente.

    UNO DE LOS AYUDANTES, al otro: Obrero. Viene de Oranienburg.EL OTRO, con una mueca: O sea, otro caso de enfermedad profesional.

  • 8LOS FSICOS

    Los fsicos y su electrnicaCon falsa barba teutnicaY la mirada extraviada.No quieren fsica variaSino una fsica ariaY debidamente autorizada.

    Gotinga, 1935, Instituto de Fsica. Dos cientficos, X e Y. Y acabade entrar. Tiene aspecto de conspirador.

    Y: La tengo!X: Qu?Y: La respuesta a las preguntas que hice a Mikowsky en Pars.X: Sobre las ondas gravitatorias?Y: Si.X: Y qu?Y: Sabes quin nos ha escrito exactamente lo que necesitbamos?X: Quin?

    Y escribe un nombre en un papel y se lo alarga. Cuando X lo ha ledo,Y recupera el papel, lo rompe en pedacitos y lo arroja a la estufa.

    Y: Mikowsky le pas nuestro cuestionario. Esta es la respuesta.X, tendiendo la mano con avidez: Dmelo! De pronto se detiene. Pero

    si descubren que mantenemos esa correspondenciaY: Eso no podemos hacerlo!X: De otro modo no podremos avanzar. Dame.Y: No podrs leerla, porque la he escrito con mi propia taquigrafa, es

    ms seguro. Te la leer yo.X: Ten cuidado!Y: Est el Cabeza Gorda en el laboratorio? Seala hacia la derecha.

  • X, sealando hacia la izquierda: No, pero est Reinhardt. Sintateaqu.

    Y, leyendo: Se trata de dos vectores contravariantes aleatorios, y ,y de un vector contravariante t. Con ellos se forman los componentes de untensor mixto de segundo grado, cuya estructura es, en consecuencia.

    X, que ha estado escribiendo, le hace signo de pronto de que se calle:Un momento!

    Se levanta y se dirige de puntillas hacia la pared de la izquierda. Alparecer no oye nada sospechoso y vuelve. Y sigue leyendo,interrumpindose sin embargo de vez en cuando de forma parecida.Comprueban el telfono, abren rpidamente la puerta, etc.

    Y: En la materia incoherente, no interactiva por tensiones, T = es elnico componente distinto de cero de la densidad de energa tensorial.Como consecuencia, se crea un campo gravitatorio cuya ecuacin es,introduciendo el factor de proporcionalidad constante 8

    Eligiendo adecuadamente las coordenadas espaciales, la desviacin dec2dt2 es muy pequea

    Se cierra una puerta de golpe en alguna parte y quieren esconder susnotas. Sin embargo, parece innecesario. A partir de ese momento, los dosse sumergen en el estudio y parecen olvidarse de que lo que estn haciendoes peligroso.

    Y, reanudando la lectura: Por otra parte, las masas mencionadas sonmuy pequeas en comparacin con la masa en reposo que engendra elcampo, y por consiguiente el movimiento de los cuerpos situados en elcampo gravitatorio viene dado por una curva geodsica dentro de esecampo gravitatorio esttico. Como tal, cumple el principio de variacin

  • permaneciendo fijos los extremos de la curva,X: Pero qu dice Einstein de,?

    Por el espanto de Y, X se da cuenta del lapsus y se queda tambinmudo de espanto. Y le arranca de las manos las notas escritas y se guardatodos los papeles.

    Y, muy fuerte, dirigindose a la pared de la izquierda : Efectivamente,es un puro sofisma judo! Qu tiene que ver eso con la fsica?

    Aliviados, vuelven a sacar sus notas y siguen trabajando en silencio,con la mayor prudencia.

  • 9LA MUJER JUDIA

    Ah vienen qu pobres seres!Les quitaron sus mujeresY las acoplan con arios.No valen jeremiadas,Son unas degeneradasY no faltan voluntarios.

    Francfort, 1935. Es de noche. Una mujer est haciendo elequipaje. Elige lo que va a llevarse. De cuando en cuando vuelve asacar algo de la maleta para meter otra cosa. Durante largo ratoduda de si llevarse o no una gran fotografa de su marido que estsobre la cmoda. Por fin la deja. Se can sa de hacer el equipaje y sesienta un rato sobre una maleta, con la cabeza entre las manos. Luegose levanta y llama por telfono.

    LA MUJER: Soy Judith Keit. Es usted. Doctor? Buenas noches. Le llamoslo para decirle que tendrn que buscarse otra compaera de bridge, mevoy de viaje No por tanto tiempo, pero de todos modos sern unassemanas Voy a Amsterdam S, dicen que la primavera es muy bonitaall Tengo amigos No, en plural, aunque no se lo crea Cmo se lasvan a arreglar para el bridge? La verdad es que hace ya dos semanas queno jugamos Naturalmente, tambin Fritz estaba resfriado. Cuando hacetanto fro no se puede jugar al bridge, ya lo dije yo tambin Claro queno, Doctor, cmo voy a? Thekla tena a su madre de visita Lo sPor qu iba a pensar algo as? No, tan repentino no ha sido, es que loiba aplazando, pero ahora S, tendremos que dejar tambin lo del cine,muchos saludos a Thekla Por qu no lo llama algn domingo?Bueno, hasta la vista! S, claro, con mucho gusto Adis!

    Cuelga y llama a otro nmero.

  • Soy Judith Keith. Quisiera hablar con la seora Schck Queradespedirme a toda prisa, me voy de viaje por algn tiempo No, no mepasa nada, slo para ver caras nuevas S, quera decirte que el prximomartes Fritz tendr al profesor para cenar, quiz podrais venir tambin;como te digo, yo salgo esta noche S, el martes. No, slo quera decirteque me marcho esta noche, no tiene nada que ver con eso, pero he pensadoque podras venir tambin Bueno, por decirlo as, aunque yo no est,no? Ya s que vosotros no sois as, pero en estos tiempos revueltostodos tenemos que tener cuidado. Entonces vendris? Podr Max?Tiene que poder, dile que el profesor vendr tambin Ahora tengo quecolgar. Adis!

    Cuelga y marca otro nmero.

    Eres t, Gertrud? Soy Judith. Perdona que te moleste Gracias.Quera pedirte que cuidaras de Fritz, yo me voy por unos meses Creoque t, como hermana Por qu no ibas a querer? A nadie se loparecer, y desde luego no a Fritz Naturalmente, l sabe que no nosllevamos tan bien pero Entonces l te llamar si quieres S, se lodir Todo est bastante ordenado, pero el piso es un poco demasiadogrande Lo que hay que hacer en su despacho lo sabe Ida, djala hacerMe parece muy inteligente y l est acostumbrado a ella Y otra cosa,pero, por favor, no lo tomes a mal: a l no le gusta mucho hablar antes dela comida, te acordars? Yo siempre me contengo No quiero discutirloahora, mi tren sale pronto y todava no he terminado de hacer el equipaje,sabes? Echa una ojeada a sus trajes y recurdale que tiene que ir alsastre, ha encargado un abrigo, y cuida de que su dormitorio est biencaldeado, siempre duerme con la ventana abierta y hace demasiado froNo, no creo que tenga que endurecerse, pero ahora tengo que terminar Telo agradezco mucho, Gertrud, y nos escribiremos a menudo Adis.

    Cuelga y llama a otro nmero.

    Anna? Soy Judith, oye, me voy No, tengo que hacerlo ya, las cosasse estn poniendo demasiado difciles Demasiado difciles! S, no,Fritz no quiere, todava no sabe nada, sencillamente he hecho lasmaletas No creo No creo que diga nada. Sencillamente, le resultademasiado difcil, es evidente De eso no hemos hablado La verdad es

  • que nunca hablamos de eso, jams! No, no es que l haya cambiado, alcontrario Me gustara que os ocuparais un poco de l, al principio S,sobre todo los domingos, y convencerle para que se mude Elapartamento es demasiado grande para l Me hubiera gustadodespedirme de ti, pero ya sabes, el portero De manera que adis, novayas a la estacin, de ningn modo! Adis, te escribir Seguro.

    Cuelga pero no marca otro nmero. Ha estado fumando. Ahora quemala agenda en la que ha buscado los nmeros de telfono. Va de un lado aotro por la habitacin. Luego empieza a hablar. Ensaya el pequeodiscurso que piensa soltara su marido. Se supone que l est sentado enuna silla determinada.

    S, me marcho ahora, Fritz. Tal vez haya esperado demasiado, tienesque disculparme, pero

    Se detiene, reflexiona, y vuelve a comenzar de otro modo.

    Fritz, no debes retenerme, no puedes Es evidente que te hundira, los, no eres cobarde, no tienes miedo a la polica, pero hay cosas peores. Note llevarn a un campo de concentracin, pero maana o pasado maana note dejarn ir a la clnica, y t no dirs nada pero te pondrs enfermo. Noquiero verte sentado aqu, hojeando revistas, y si me voy es puro egosmopor mi parte, nada ms. No digas nada

    Vuelve a interrumpirse. Comienza otra vez desde el principio.

    No digas que no has cambiado, porque no es verdad! La semanapasada dijiste, de forma totalmente objetiva, que el porcentaje decientficos judos no es tan alto. Siempre se empieza por la objetividad, ypor qu me dices ahora continuamente que nunca he sido tan nacionalistajuda como ahora? Claro que lo soy. El nacionalismo se contagia. Ay,Fritz, qu nos ha pasado!

    Vuelve a interrumpirse. Comienza otra vez desde el principio.

    No te he dicho que quera irme, que me quiero ir desde hace tiempo,porque no puedo hablar cuando te miro, Fritz. Me parece entonces tan

  • intil hablar Todo est ya decidido. Qu les ha pasado realmente? Ququieren realmente? Qu les he hecho? Nunca me he metido en polticaAcaso estaba a favor de Thlmann? Soy una de esas mujeres burguesasque tienen criados y, de pronto, resulta que slo pueden tenerlos lasmujeres rubias. En los ltimos tiempos he pensado a menudo que haceaos me dijiste que haba personas que valan y otras que valan menos, yunas tenan derecho a la insulina si padecan diabetes y otras no. Y yoestaba de acuerdo, estpida! Ahora han hecho una clasificacin de esas, yresulta que pertenezco a las que no valen nada. Me est bien empleado.

    Vuelve a interrumpirse. Comienza otra vez desde el principio.

    S, estoy haciendo las maletas. No finjas que no habas notado nada enestos ltimos das. Fritz, yo lo acepto todo, salvo que en la ltima hora quenos queda no nos miremos a la cara. No deben conseguir eso esosmentirosos que obligan a todos a mentir. Hace diez aos, cuando alguiendijo que no se notaba que yo fuera juda, t dijiste enseguida: claro que seve. Y eso me alegr. Aquello era evidente. Entonces, por qu andarse conrodeos? Estoy haciendo el equipaje porque, si no, te quitarn el puesto dejefe de sala. Y porque en la clnica te niegan ya el saludo y porque por lasnoches no puedes dormir. No quiero que me digas que no me vaya. Y medoy prisa porque no quiero orte decir que me vaya. Es una cuestin detiempo. El carcter es una cuestin de tiempo. Slo dura cierto tiempo,como los guantes. Los hay buenos, que duran mucho. Pero no duraneternamente. Adems, no estoy enfadada. Bueno, s, lo estoy. Por qutengo que comprenderlo todo? Qu hay de malo en la forma de mi nariz oen el color de mi pelo? Tengo que marcharme de la ciudad donde nac paraque no tengan que darme mi mantequilla. Qu clase de hombres sois? S,tambin t! Inventis la teora de los cuantos y la ciruga del pulmn y osdejis mandar por semisalvajes que os ofrecen conquistar el mundo perono os dejan tener la mujer que queris tener. Respiracin artificial, y elmejor ruso es el ruso muerto! Sois monstruos o lacayos de monstruos! S,por mi parte es poco razonable, pero de qu sirve ser razonable en unmundo as? T ests ah, viendo cmo tu mujer hace el equipaje y no dicesnada. Las paredes oyen, no? Pero vosotros no decs nada. Unos escuchan,otros guardan silencio. Maldita sea. Yo tambin debera guardar silencio.Si te quisiera, guardara silencio. Y te quiero realmente. Dame esa ropa de

  • ah. Es una ropa interior muy seductora. La necesitar. Tengo treinta y seisaos, no son muchos, pero no puedo permitirme experimentar. En miprximo pas, las cosas tendrn que ser diferentes. El prximo hombre quetenga, tendr derecho a conservarme. Y no me digas que me mandarsdinero, porque sabes que no puedes hacerlo. Y tampoco tienes que hacercomo si slo se tratase de cuatro semanas. Esto no durar slo cuatrosemanas. T lo sabes y yo tambin. Entonces no digas: al fin y al cabo sonslo unas semanas, mientras me das el abrigo de piel que no necesitarhasta el invierno. Y no digamos que es una desgracia. Digamos que es unavergenza. Ay Fritz!

    Se interrumpe. Se oye una puerta. La mujer se arreglaapresuradamente. Entra su marido.

    EL MARIDO: Qu haces? Ordenando cosas?LA MUJER: No.EL MARIDO: Por qu ests haciendo el equipaje?LA MUJER: Me voy.EL MARIDO: Qu quieres decir?LA MUJER: Ya hemos hablado alguna vez de irme por algn tiempo. Aqu

    no van muy bien las cosas.EL MARIDO: Eso es absurdo.LA MUJER: Entonces, me quedo?EL MARIDO: Adnde quieres ir?LA MUJER: A Amsterdam. Fuera de aqu.EL MARIDO: Pero si all no conoces a nadie.LA MUJER: No.EL MARIDO: Por qu quieres marcharte? Por m, desde luego, no lo hagas.LA MUJER: No.EL MARIDO: T sabes que yo no he cambiado, verdad, Judith?LA MUJER: S.

    l la abraza. Permanecen mudos, de pie, en medio de las maletas.

    EL MARIDO: Y no hay otra razn para que quieras marcharte?LA MUJER: Ya sabes que no.EL MARIDO: Quiz no sea ninguna tontera. Necesitas respirar un poco.

    Aqu se ahoga uno. Ir a buscarte. Cuando lleve slo dos das al otro lado

  • de la frontera me sentir mejor.LA MUJER: Es lo que deberas hacer.EL MARIDO: Esto no durar ya mucho. De alguna parte vendr el cambio.

    Todo parece otra vez una infeccin Es realmente una desgracia.LA MUJER: Desde luego. Has visto a Schck?EL MARIDO: S, bueno, slo en la escalera. Creo que ya lamenta habernos

    hecho el vaco. Estaba francamente abochornado. A la larga, no podrnreprimir tan completamente a los que somos animales intelectuales.Tampoco podrn hacer la guerra con seres sin columna vertebral. La genteno es ya tan esquiva cuando se la encuentra uno de cara. Cundo quieressalir?

    LA MUJER: A las nueve y cuarto.EL MARIDO: Y adonde quieres que te mande el dinero?LA MUJER: Quiz a lista de correos, en Amsterdam.EL MARIDO: Har que me den una autorizacin especial. Diablos, no puedo

    dejar que mi mujer se vaya al extranjero con diez marcos al mes! Malditasea. Me siento horriblemente.

    LA MUJER: Venir a buscarme te sentar bien.EL MARIDO: Y poder leer algn peridico que diga algo.LA MUJER: He llamado a Gertrud. Cuidar de ti.EL MARIDO: Es totalmente innecesario. Unas semanasLA MUJER, que ha vuelto a empezar a hacer el equipaje: Quieres darme

    ese abrigo de piel?EL MARIDO, dndoselo: Al fin y al cabo, slo sern unas semanas.

  • 10EL CHIVATO

    Ah llegan ya los maestrosQue deben mostrarse diestrosMarcando muy bien el pasoCada alumno es un chivatoQue viene a pasar el ratoPero le hacen mucho caso.

    Y luego ese nio tiernoSalido del mismo infiernoLleva al esbirro a su hogar.Seala al progenitorDiciendo que es un traidorY a la crcel va a parar.

    Colonia, 1935. Una tarde de domingo lluviosa. El marido, lamujer y el nio, despus de comer. Entra la muchacha.

    LA CRIADA: El seor y la seora Klimbtsch preguntan si los seores estnen casa.

    EL MARIDO, speramente: No.

    Sale la muchacha.

    LA MUJER: Hubieras debido ponerte al telfono. Saben que no es posibleque hayamos salido.

    EL MARIDO: Por qu no es posible que hayamos salido?LA MUJER: Porque est lloviendo.EL MARIDO: Eso no es una razn.LA MUJER: Adnde bamos a ir? Es lo primero que se preguntarn.EL MARIDO: Hay muchsimos sitios.

  • LA MUJER: Entonces, por qu no salimos?EL MARIDO: Adnde vamos a ir?LA MUJER: Si por lo menos no llovieraEL MARIDO: Y adonde iramos si no lloviera?LA MUJER: Antes, por lo menos, se poda visitar a alguien.

    Pausa.

    Ha sido un error que no hayas cogido el telfono. Ahora sabrn que noqueremos recibirlos.

    EL MARIDO: Y qu si lo saben?LA MUJER: Resulta desagradable hacerles el vaco ahora cuando

    precisamente todo el mundo les hace el vaco.EL MARIDO: No les estamos haciendo el vaco.LA MUJER: Entonces, por qu no quieres que vengan?EL MARIDO: Porque ese Klimbtsch me aburre a muerte.LA MUJER: Antes no te aburra.EL MARIDO: Antes! Me pones nervioso con esos antes!LA MUJER: En cualquier caso, antes no habras cortado con l porque la

    inspeccin de enseanza le hubiera instruido un expediente.EL MARIDO: Quieres decir que soy un cobarde?

    Pausa.

    Entonces llmalos y diles que acabamos de volver por la lluvia.

    La mujer sigue sentada.

    LA MUJER: Les decimos a los Lemke si quieren venir?EL MARIDO: Para que vuelvan a decirnos que no nos preocupamos lo

    suficiente de la defensa antiarea?LA MUJER, al nio: Klaus-Heinrich, deja en paz la radio!

    El nio se pone a leer peridicos.

    EL MARIDO: Es una calamidad que hoy llueva. Pero no se puede vivir en unpas en que es una calamidad que llueva.

    LA MUJER: Te parece sensato decir cosas as?

  • EL MARIDO: Entre estas cuatro paredes puedo decir lo que me parezca. Nopermitir que en mi propia casa me impidan

    Se interrumpe. Entra la muchacha con el servicio de caf. Guardansilencio mientras ella est all.

    EL MARIDO: Por qu tenemos que tener una criada cuyo padre es elvigilante de la manzana?

    LA MUJER: Creo que de eso hemos hablado ya bastante. Lo ltimo quedijiste fue que tena sus ventajas.

    EL MARIDO: Cuntas cosas he dicho! Dile algo as a tu madre y ya vers ello en que nos metemos.

    LA MUJER: Lo que yo le diga a mi madre

    Entra la criada con el caf.

    Djelo, Erna. Puede irse que ya me encargo yo.LA CRIADA: Gracias, seora. Sale.EL NIO, sealando el peridico: Todos los curas hacen eso, pap?EL MARIDO: El qu?EL NIO: Lo que dice aqu.EL MARIDO: Pero qu ests leyendo? Le quita el peridico de las manos.EL NIO: Nuestro jefe de grupo dice que lo que dice ese diario lo podemos

    saber todos.EL MARIDO: No me importa lo que diga tu jefe de grupo. Lo que puedes leer

    y lo que no puedes lo decido yo.LA MUJER: Toma diez pfennig, Klaus-Heinrich, sal y cmprate algo.EL NIO: Pero si est lloviendo. Se aprieta contra la ventana indeciso.EL MARIDO: Si no dejan esas noticias sobre los procesos a los eclesisticos,

    dejar de comprar ese diario.LA MUJER: Y a cul quieres suscribirte? Lo publican todos.EL MARIDO: Si todos los diarios publican semejantes porqueras, no leer

    ninguno. No estar menos enterado de lo que pasa en el mundo.LA MUJER: No es malo que hagan un poco de limpieza.EL MARIDO: Limpieza! No es ms que poltica.LA MUJER: En cualquier caso, no nos afecta, no somos evangelistas.EL MARIDO: Pero a la gente no le da igual no poder entrar ya en una iglesia

    sin recordar esos horrores.

  • LA MUJER: Qu pueden hacer si esas cosas ocurren?EL MARIDO: Qu pueden hacer? Podran barrer alguna vez su propia casa.

    Segn dicen, en la Casa Parda no todo est tan limpio.LA MUJER: Eso slo prueba que nuestro pueblo se est saneando, Karl!EL MARIDO: Saneando! Bonita forma de sanear! Si eso es la salud,

    prefiero la enfermedad.EL MARIDO: Hoy ests muy nervioso. Ha pasado algo en el colegio?EL MARIDO: Qu quieres que pase en el colegio? Y haz el favor de no

    decirme todo el tiempo que estoy muy nervioso, porque es eso lo que mepone nervioso.

    LA MUJER: No deberamos discutir todo el tiempo, Karl. AntesEL MARIDO: Eso es lo que me faltaba. Antes! Ni quera antes ni quiero

    ahora que envenenen la imaginacin de mi hijo.LA MUJER: Por cierto, dnde est?EL MARIDO: Cmo quieres que lo sepa?LA MUJER: Lo has visto salir?EL MARIDO: No.LA MUJER: No comprendo a donde puede haber ido. Llama: Klaus-

    Heinrich!

    Sale de la habitacin. Se la oye llamar Vuelve.

    Realmente se ha ido!EL MARIDO: Por qu no iba a salir?LA MUJER: Pero si est lloviendo a mares!EL MARIDO: Por qu te pone tan nerviosa que el chico haya salido?LA MUJER: De qu estbamos hablando?EL MARIDO: Qu tiene que ver eso?LA MUJER: ltimamente pierdes con facilidad los estribos.EL MARIDO: ltimamente no pierdo con facilidad los estribos, pero aunque

    los perdiera, qu tiene que ver eso con que el chico haya salido?LA MUJER: Ya sabes que los nios escuchan.EL MARIDO: Y qu?LA MUJER: Y qu? Y si lo cuenta por ah? Ya sabes cmo los convencen

    en las Juventudes Hitlerianas. Los animan claramente a comunicarlo todo.Es raro que se haya ido sin decir nada.

    EL MARIDO: Qu tontera.

  • LA MUJER: No viste cundo sali?EL MARIDO: Estuvo un buen rato pegado a la ventana.LA MUJER: Me gustara saber qu fue lo que oy.EL MARIDO: l sabe muy bien qu pasa si se denuncia a alguien.LA MUJER: Y el chico de que hablaron los Schmulke? Al parecer, su padre

    est an en un campo de concentracin. Si por lo menos supiramos cuntohace que sali.

    Va al otro cuarto y llama al nio.

    No puedo imaginarme que, sin decir una palabra, se haya ido. No espropio de l.

    EL MARIDO: Tal vez haya ido a casa de algn amigo del colegio?LA MUJER: Entonces slo puede estar en casa de los Mummermann. Lo

    llamar.

    Llama por telfono.

    EL MARIDO: Creo que todo es una falsa alarma.LA MUJER, en el telfono: Soy la seora de Furcke, el profesor. Buenos

    das, seora Mummermann. Est Klaus-Heinrich en su casa? No?No puedo imaginarme dnde se habr metido Dgame, seoraMummermann, est abierto el local de las Juventudes el domingo por latarde? S? Muchas gracias, preguntar all.

    Cuelga. Los dos se quedan sentados en silencio.

    EL MARIDO: Qu puede haber odo?LA MUJER: Hablaste del diario. Eso de la Casa Parda no hubieras debido

    decirlo. l es tan nacionalista.EL MARIDO: Qu he dicho de la Casa Parda?LA MUJER: Tienes que acordarte! Que no estaba todo limpio all.EL MARIDO: Eso no se puede interpretar como un ataque. No estar todo

    limpio o, como yo dije ms suavemente, no todo tan limpio, lo que es unadiferencia y muy considerable, es ms bien un comentario jocoso ypopulachero, por decirlo as en lenguaje familiar; slo quiere decir que all,probablemente, no siempre y en todos los casos las cosas son como querrael Fhrer. Ese carcter de pura probabilidad lo expres adems con toda

  • intencin al decir, como recuerdo claramente, segn dicen no est todotan limpio, utilizando tan para quitar fuerza a la frase. Segn dicen!No segn digo yo. No puedo decir que hay algo all que no est limpio,porque no tengo motivo alguno para decirlo. Las imperfecciones sonhumanas. No he sugerido otra cosa e incluso lo he hecho en forma muysuave. Adems, el propio Fhrer formul una crtica en cierta ocasin enese sentido, una crtica muchsimo ms dura.

    LA MUJER: No te entiendo. Conmigo no tienes por qu hablar as.EL MARIDO: Me gustara no tener que hacerlo! Pero no estoy muy seguro

    de lo que t misma parlotees sobre lo que se dice entre estas cuatroparedes, quiz en un momento de excitacin. Entindeme bien, estoy muylejos de acusarte de divulgar con ligereza cosas contra tu marido, lo mismoque no supongo ni por un momento que el chico pueda hacer algo contra supropio padre. Pero desgraciadamente hay una diferencia enorme entrecausar un dao y saber que se causa.

    LA MUJER: Ya est bien! Ten cuidado con lo