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    UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA MATANZA

    DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES

    Y CIENCIAS SOCIALES

    Proyecto A / 145

    La crnica latinoamericana como espacio de resistencia al periodismohegemnico

    INFORME FINAL

    2010-2011

    Director: Mario A. Zimmerman

    Equipo de Investigacin: Adriana Callegaro, M Cristina Lago,

    Mariana Quadrini, Fernando Bragazzi.

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    NDICE

    1. Introduccin42. Justificacin de la seleccin de los cronistas y el corpus....53.

    Objetivos

    ..6

    4. Hiptesis..75. Antecedentes/Estado de la Cuestin

    5.1. Estudios clsicos sobre crnica..75.2. Estudios ms recientes.8

    6. Perspectiva terica6.1. La problemtica de los gneros y el lugar que ocupa la crnica106.2. Los intentos por definir la crnica a travs de autores iberoamericanos..126.3. La mutua influencia entre Literatura y Periodismo166.4. El Nuevo Periodismo en los Estados Unidos176.5. El periodismo narrativo en Amrica Latina: el caso de Rodolfo Walsh..18

    6.6. Narracin versus Informacin.206.7. La crnica latinoamericana a travs de las categoras de Walter Benjamin226.8. La crnica latinoamericana, una mirada dialctica246.9. La realidad social a partir de la tcnica del montaje y el collage .256.10. El cronista urbano actual, bien lejos de la figura del flaner.266.11. Ni intelectuales comprometidos, ni revolucionarios276.12. La crnica roja o el relato policial tradicional..28

    7. Contexto histrico de surgimiento de la crnica latinoamericana

    8. Corpus textual8.1. Revistas de culto, el nuevo soporte de la crnica latinoamericana328.2. Configuracin del corpus textual ...34

    9. Marco terico metodolgico..359.1. Las categoras de anlisis cultural9.1.a. Acerca del periodismo hegemnico36

    9.1.a.1. Segn el paradigma del conflicto o del consenso.369.1.a.2. Modelo de propaganda poltica (MP)379.1.a.3. El enfoque desde la economa poltica de la comunicacin.38

    9.1.b. Acerca de vulnerabilidad y exclusin39 9.1.c. Acerca de la cultura popular...40

    9.2. Las nociones del Anlisis del Discurso Narratolgico9.2.a. Representacin, ficcin y realidad.429.2.a.1.Conversin de lo factual en relato ficcional..49

    9.2.b. Lo pblico y lo privado: constitucin de imaginarios sociales51

    10. Anlisis del corpus textual: a) Enfoque discursivo narratolgico

    10.1. Instrumentos tericos de anlisis10.1.a. El narrador: una mirada y un saber.5710.1.b. Polifona5910.1.c. Tiempo y espacio.60

    10.2. Anlisis del corpus10.2.a. El enunciador narrativo...63

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    10.2.b. El tiempo y el espacio..70

    b)Enfoque socio-cultural74

    11. Conclusiones finales11.1. Enfoque narratolgico86

    11.2. Enfoque socio-cultural9112. BIBLIOGRAFIA ..9413. APNDICE: Corpus de crnicas utilizadas..101

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    1.Introduccin

    Desde hace pocos aos, la situacin social latinoamericana es retratada con otro registro que no

    es el estrictamente informativo que suele guiar la prctica periodstica de las redacciones. La

    vida cotidiana de la gente comn, tambin de los sectores marginados, as como la puesta enescena de procesos y prcticas de supervivencia y lucha de los sectores populares suelen ser

    los temas abordados por jvenes cronistas para contar historias que conmueven, asombran e

    indignan, en un dilogo permanente con la literatura y el anlisis sociocultural.

    El secreto de la crnica depende de incluir lo que no es histrico, la vida cotidiana, casi secreta,

    que respalda esa noticia, describi sinttica pero claramente Juan Villoro, en el prlogo del

    ltimo libro del periodista estadounidense Jon Lee Anderson (2009).

    La eleccin de un conjunto de crnicas que relatan las vicisitudes de gente comn y muestran

    inters por lo cotidiano, es decir, por aquello que no es noticia, nos ha permitido iluminar un

    recorte de la situacin social latinoamericana desde la subjetividad de los cronistas que parecen

    poner en tensin el campo literario, periodstico y social a partir, justamente, del arte de narrar.

    Si la crnica es la matriz de uno de los modos de contar la realidad social latinoamericana

    (Falbo, 2007), el anlisis discursivo y social de estas narrativas nos invitan a reflexionar sobre elconjunto de creencias, valores, prcticas y representaciones con que estos cronistas abordan

    una porcin de la realidad sobre la base de referentes provistos por una determinada perspectiva

    histrica y cultural.

    En este sentido, autores como Mnica Bernab (2006) consideran que el primer aspecto que

    distinguira a la nueva crnica latinoamericana sera, ms que la intencin por contar historias, su

    empeo por encontrar una voz en confluencia con una mirada como estrategia de percepcin de

    un mundo cada vez ms complejo.

    Detrs de estas crnicas, ya no vemos entonces al escritor comprometido o al intelectual

    revolucionario. Tampoco el contexto social es el mismo que en las dcadas del 60 y el 70. Como

    bien seala Bernab, desde el momento en que la alianza entre las vanguardias estticas y

    polticas comenz a desarticularse, y cuando las narrativas abandonaron el relato de la utopa

    por efecto de la persecucin impuesta por las dictaduras latinoamericanas, las ideas neoliberales

    empezaron a invadir progresivamente todos los espacios.

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    Y muchas de las crnicas que ahora leemos estn indisolublemente ligadas a la crisis y la

    transformacin neoliberal de las economas y las sociedades latinoamericanas (Poblete, 2009).

    De all la potencialidad que ofrece este gnero como material de anlisis social y cultural.

    Son historias que suelen girar en torno a la desolacin, el desencanto, la marginacin, la

    violencia y la injusticia o, directamente, proponen una fuga hacia el universo de lo

    desacostumbrado, como lo ejemplifica Manuel Vicua al describir el repertorio de crnicas de

    Leila Guerriero, una de las autoras emblemticas de este gnero.

    Un gigante que es una ruina de s mismo habitada por sus recuerdos de gloria; una joven violada queapual a la criatura al momento de parirla, en un arrebato psictico; un mago manco cuya nica mano

    esgrime la baraja con un virtuosismo desafiante; unos jvenes varados en el limbo de la Patagonia, queparecen practicar el suicidio como un recndito sacramento colectivo; un baterista down ungido lderespiritual de una banda rock en constante trance creativo; unas mujeres que hicieron de la venta decosmticos una liturgia del capitalismo como frmula de la felicidad y de la prosperidad individual; o unaantroploga forense que aprendi a descifrar, en los huesos desperdigados en las fosas comunes, ellenguaje del terrorismo de Estado y la identidad perdida de sus vctimas.

    Tambin en la originalidad de esta galera de personajes aparece la pasin por los detalles y el

    inters por captar el espritu de una poca que, como bien seala Sarlo, no puede captarse en

    sus grandes movimientos sino en la insignificancia aparente del detalle, abstrado, recortado yfijado por la mirada de Medusa como Benjamim llam en su momento a la mirada de los

    surrealistas (Sarlo, 2011:42)

    Como una suerte de coleccionistas de objetos banales y personajes desventurados, tambin

    estos nuevos cronistas exploran en los mrgenes e intersticios las marcas de un pasado de

    explotacin, dolor y abandono que se reeditan en el presente como una contradiccin.

    Por ello, en este nuevo escenario del capitalismo postindustrial, las crnicas muchas vecesllegan a constituir un acto de intervencin, en un sentido performativo, una operacin de

    interpelacin tica que acta e intercede para que se produzca el encuentro entre el lector y

    aquello que permanece invisible a primera vista o aquello que no se quiere ver (Bernab, 2006).

    2.Justificacin de la seleccin de los cronistas y el corpus

    En primer lugar, los autores seleccionados renen varios puntos en comn. Son

    latinoamericanos, integran una misma generacin, al rondar los 40 aos, y se reivindican como

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    cronistas/periodistas antes que escritores, pese a tener varios libros en su haber. Trabajan o han

    trabajado en medios de referencia1, pero tambin en revistas internacionales de culto2 y blogs.

    Son reconocidos en determinados circuitos legitimadores del periodismo narrativo3 donde sus

    trabajos fueron premiados.

    Adems, son citadas por sus pares como integrantes de una generacin de jvenes cronistas

    que guardan una trayectoria interesante. En el ltimo tiempo, las facultades de Periodismo y

    Comunicacin Social suelen invitarlos para ofrecer seminarios, charlas y debates, o sus crnicas

    son consideradas modlicas para la enseanza del periodismo narrativo. De hecho, algunos de

    sus libros, donde aparecen recopiladas varias crnicas, han llegado a sumarse a la bibliografa

    de algunas ctedras de Periodismo.

    En segundo trmino, y como venimos sealando, estas crnicas miran la realidad argentina con

    un temario en el cual hay espacio para lo cotidiano y popular con sus historias mnimas o

    heroicas, para recorrer los mrgenes de una geografa olvidada, o para tratar de entender los

    ms resonantes casos judiciales y policiales, pero siempre desde una mirada diferente al reporte

    metdico de la sala de redaccin de la prensa hegemnica. De all nuestro inters por abordar,

    paradjicamente, tan diverso recorte temtico, que lejos de ser un ensayo sociolgico, retrata al

    pas a travs de mltiples miradas.

    3. Objetivos:

    Identificar desplazamientos de sentido en torno a las representaciones de los sectores

    populares, respecto al tratamiento que tradicionalmente le otorga el periodismo

    hegemnico. Analizar los juicios de valor literario4 que apartan estas crnicas del enfoque cannico.

    1Se considera en este trabajo a la prensa de referencia como aquellos medios grficos, principalmente diarios, que tienen mayor

    tirada y, por tanto, ms capacidad de influencia.

    2 Nos referimos en particular a algunas de las revistas culturales y de periodismo narrativo ms destacadas de Amrica Latinacomo las colombianas Gatopardo y El Malpensante; la peruana Etiqueta Negra; la argentina La mujer de mi vida y la mexicana ElReplicante, entre otras.

    3Como la Fundacin para el Nuevo periodismo Iberoamericano (FNPI) dirigida por Gabriel Garca Marquez

    4 Cuando nos referimos a juicios de valor literario no lo hacemos slo en trminos de lo que pueda interpretarse como una

    especie de formalismo esttico, sino a otra formulacin que, como dice Nelly Richard (2005), permita abrir los textos al an lisis

    de las luchas entre los diferentes sistemas de valoracin sociales a travs de los cuales las hegemonas culturales van modelando

    los significados y las representaciones de la literatura y de lo literario.

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    4. Hiptesis:

    Si bien ambas hiptesis se entrelazan, hemos decidido consignarlas por separado con la idea de

    privilegiar mayor claridad.

    1) Las crnicas seleccionadas inauguran nuevos puntos de vista y perspectivas respecto a

    la mirada del periodismo hegemnico sobre la vida cotidiana de sectores populares, a

    partir de recursos narrativos propios de la literatura y un determinado enfoque histrico y

    cultural de sus autores.

    2) Las piezas periodsticas elegidas muestran un desplazamiento de sentido en las formas

    de representacin de actores, prcticas y procesos con respecto al registro clsico del

    periodismo hegemnico, ms enfocado en reproducir representaciones autorizadas, esdecir, acordes al orden cultural dominante, a la lgica masiva y del imaginario

    compartido por el pblico.

    5. Antecedentes/Estado de la Cuestin

    En este apartado abordaremos una revisin temtica y crtica de la bibliografa relevante al tema

    de este proyecto. A tal fin, reseamos algunas de los textos considerados relevantes por sus

    valiosos aportes tericos, ya se trate por los enfoques que tienen o las discusiones que

    promueven.

    5.1. Estudios clsicos sobre crnica

    La crnica es la matriz de uno de los modos de contar la realidad social latinoamericana,

    escribe Graciela Falbo (2007) en la Introduccin de Tras las huellas de una escritura en trnsito:

    la crnica contempornea en Amrica Latina, un texto que condensa diferentes trabajos y

    perspectivas sobre el gnero. En este texto, varios autores5acadmicos, escritores y periodistasabordan desde sus respectivos campos disciplinares diversas problemticas que han surgido

    en torno a la crnica.

    En tanto, los estudios clsicos sobre crnica entre otros, los de Anbal Gonzlez, Susana

    Rotker y Julio Ramos-, estn enfocados, bsicamente, al anlisis de la crnica

    hispaonamericana, con un fuerte anclaje en lo literario.

    5Anadeli Bencono | Rossana Reguillo | Maryluz Vallerjo Meja | Juan Poblete / Marta Sierra | Gabriela Esquivada | Patricia Nieto /Juan Jos Hoyos

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    Mientras Gonzlez se ocupa de hacer una genealoga del gnero, Rotker se centra en la

    subjetividad que va adoptando el cronista como uno de los rasgos que terminar imponindose

    al discurso cronstico tradicional. Por su parte, Julio Ramos teoriza sobre el verdadero significado

    del cronista modernista en un momento clave de la modernizacin de la ciudad latinoamericana.

    Un aspecto interesante en el trabajo de Ramos es que habla de los periodistas como los

    cronistas de la vida urbana que junto con correctores, editores y traductores fueron los primeros

    profesionales literarios - los primeros intelectuales separados entonces de las funciones

    orgnicas estatales del letrado- preocupados por la necesidad de gestar un mercado literario.

    En el texto La invencin de la crnica, Rotker (2005) propone a Rubn Daro y a Jos Mart

    como antecedentes de lo que hoy llamamos crnica. Hacia 1880, tanto la prensa latinoamericana

    como los escritores empezaron a dejar de ser tan solo difusores de las ideas polticas ypartidarias para buscar su propio espacio discursivo. Esta innovacin hizo, segn Rotker, que

    surgiera la figura del reporter, mientras se mantena el editorial en primera pgina y la

    publicacin de textos literarios, crnicas y folletines convivan con noticias telegrficas, en uno de

    los tantos cruces entre periodismo y literatura.

    En La ciudad letrada, ngel Rama tambin aborda la crnica y el periodismo en su estudio sobre

    Rubn Daro y el Modernismo. Sin embargo, este autor le asigna al arte y la literatura la misin

    de articular una relacin entre ideologa, poder y nacin, una perspectiva considerada

    fundamental en su momento, aunque hoy, segn la crtica Nelly Richard (2005), ha perdido

    fuerza frente a los cruces desterritorializadores de la globalizacin capitalista.

    5.2. Estudios ms recientes

    Mucho ms prximo a nuestros das, el estudio de Linda Egan sobre Carlos Monsivis en

    Cultura y crnica en Mxico contemporneo (2001), nos aproxima a una teora de la llamada

    crnica urbana,. A juicio de esta autora, la crnica sigue siendo un gnero mestizo, incluso ungnero marginado por la academia, que hoy centra su atencin fundamentalmente en los grupos

    ms desvalidos de la sociedad con el fin de darles una voz. Para Egan, no existe divisin tajante

    entre literatura y periodismo, ya que considera que la crnica tiene atributos de ambos.

    En tanto, un trabajo de Lenidas Morales T. (2007) pone el acento en la mirada dominante que

    se ha constituido en relacin al testimonio. Observa que en los estudios sobre esta prctica de

    escritura se subraya el componente poltico e ideolgico, e incluso, en algunos casos, su

    carcter de praxis de liberacin. Este punto de vista abre un espacio privilegiado para la

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    observacin de las relaciones de poder y las luchas entre discursos hegemnicos y subalternos,

    conflicto que, segn esta lectura, definira adems la identidad latinoamericana.

    Por su parte, el interesante trabajo de Alicia Montes vincula la problemtica del gnero, de difcil

    encorsetamiento dentro de una conceptualizacin, con la mirada que se tiene sobre la cultura.Para esta autora, esta perspectiva tiene que ver con la bsqueda por parte de muchos escritores

    de un camino para narrar al otro, esa alteridad compleja que, asegura, la cultura dominante

    siempre represent como desvo y que se hace necesario rescatar de la invisibilidad sin

    estereotipos, en la compleja urdimbre de sus paradojas. No obstante lo sealado, Montes

    tambin advierte en relacin a la crnica que, en tanto gnero contradictorio y proteico, tiene

    una vertiente normalizada que se somete a las demandas del mercado, siempre ansioso de

    productos nuevos y excitantes

    Otro abordaje interesante lo propone Juan Poblete (2009). Frente a una nueva encrucijada de

    transformaciones culturales, la crnica (re)aparece, a su juicio, como el espacio para

    contemporneos fenmenos de mediacin entre la nueva organizacin de la produccin

    intelectual y nuevas formas de discursividad pblica, entre nuevas prcticas y demandas de

    consumo lector y los gneros escriturarios dominantes, entre los imaginarios nacionales y

    urbanos, y las formas de discursividad globales.

    Como venimos sealando, quienes abordan el tema desde la literatura o la crtica literaria

    advierten zonas fronterizas entre gneros cuando se habla en trminos ficcin o no ficcin, como

    una tradicin de relaciones promiscuas entre la literatura y el periodismo (Chilln, 1999). Sin

    duda, existen vasos comunicantes entre la literatura y el periodismo (Wolfe, 1998; Capote, 1966;

    Walsh, 1984; Garca Mrquez, 1970), cruce en el que se puede empezar a abordar ms

    cmodamente la crnica latinoamericana contempornea.

    Es decir, ciertos gneros periodstico-literarios desde las crnicas de Indias; el folletn; lascrnicas modernistas y de viajes; las aguafuertes hasta llegar incluso al periodismo de denuncia,

    pero en clave de Nuevo Periodismo o la versin local del Periodismo Narrativo, pueden ayudar a

    marcar un derrotero por donde seguir la evolucin de la crnica y analizar la influencia que ha

    recibido de estos gneros (Aon, 2008; Rotker, 2005; Saitta, 1993; Bernab,2006).

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    6. Perspectiva terica

    6.1. La problemtica de los gneros y el lugar que ocupa la crnica

    Como toda produccin humana, la problemtica de los gneros est sometida a cambios

    permanentes y puede abordarse desde diferentes perspectivas. Desde un enfoque histrico

    dialctico, se parte de la concepcin de los gneros como una forma de produccin cultural

    histricamente condicionada y, por tanto, relacionada con las transformaciones sociales. Y, en

    ese sentido, las transformaciones histricas de las formas de produccin y consumo culturales

    modifican las convenciones literarias que en una poca son canonizadas y en otra marginadas o

    menospreciadas, como ha ocurrido con la crnica (Chilln, 1999).

    La concepcin histrico dialctica del gnero, promovida por los formalistas rusos y checos(Escuela de Praga), recibi importantes aportes de la tradicin crtica marxista (Lukacs, Gramsci,

    Benjamin, Bretch, Goldman) y, en las ltimas dcadas, de los representantes del estructuralismo

    (Barthes, Todorov, Genette, Eco). Sin embargo, existe coincidencia en que el aporte ms

    fecundo al estudio histrico dialctico de los gneros lo aport Bajtin sobre la base del concepto

    clave de enunciado.

    Segn el semilogo ruso, todos los enunciados reales y posibles tienen una naturaleza

    lingstica comn y todos los gneros del discurso son tipos relativamente estables de

    enunciados sometidos a cambios histricos (Bajtin, 1997). En este sentido, una actividad

    determinada como la periodstica genera diversos gneros o tipos temticos, composicionales y

    estilsticos de enunciados determinados y relativamente estables, que son claramente

    reconocidos por el lector habitual a partir de un contrato o pacto de lectura (Vern, 1993) que

    establece con el medio.

    Hay que reconocer que otros enfoques ejercieron gran influencia en el estudio de los gneros

    periodsticos como la oleada positivista que puso nfasis en su evolucin emprica durante

    buena parte del siglo XIX y XX. Prueba de ello lo podemos advertir en la infinidad de manuales y

    textos acadmicos que intentan establecer una siempre incompleta y errtica taxonoma de

    gneros, lo que ha generado una confusin metodolgica en los ltimos aos.

    Este abordaje estuvo acompaado por una actitud normativa, producto de una lectura rgida y

    restrictiva de las formulaciones fundacionales de Aristteles y Horacio, que conciben los gneros

    como categoras inmutables con valor prescriptivo (Chilln, 1999: 32). Esta suerte de pureza de

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    gneros responda a un principio esttico de valor normativo, y as fue concebido por algunos

    tericos de la comunicacin y periodistas, durante mucho tiempo.

    Desde esta perspectiva, los estudios sobre gneros periodsticos no lograron consenso y

    terminaron por establecer una amplia variedad de tipologas segn los criterios que cada autortomaba en cuenta, creando un verdadero caos taxonmico, como veremos ms adelante.

    Pero antes de seguir con la problemtica de los gneros, resulta conveniente consignar aqu una

    breve referencia en relacin con el surgimiento del relato cronstico desde la Antigedad y su

    evolucin hasta las actuales formas que fue adoptando.

    A lo largo de la historia, los hombres desarrollaron distintas estrategias para narrar un hecho.

    Algunos autores rastrean incluso la gnesis de la crnica en los textos bblicos. En realidad,desde la antigedad clsica, ya se podan identificar dos grandes formas de narracin. Una de

    ellas estaba identificada con el relato homrico, que se inscribe en la retrica clsica, y que

    adoptara muchos siglos despus la forma de la llamada pirmide invertida, como la bautiz la

    escuela de periodismo anglosajn. Este esquema narrativo priorizaba la presentacin de los

    hechos segn su importancia decreciente, es decir, consignaba lo ms relevante en los primeros

    prrafos.

    Sin embargo, con el paso del tiempo, esta forma de narrar los hechos segn su fuerzadecreciente, como seala Josep Mara Casass (1991) en su texto Estilo y gneros

    periodsticos, fue dejado de lado frente al avance de otra modalidad: el relato cronolgico en el

    que no importaba que el hecho ms importante estuviera al final de texto, dado que lo que se

    privilegiaba era el registro segn el orden de aparicin temporal.

    El relato cronolgico se impuso finalmente y fue considerado hasta bien entrado el siglo XIX

    como el orden natural con el que deban expresarse las ideas. Los estudiosos del tema acuerdan

    que la primera forma de expresin fue el gnero de opinin, ligado a las ideas polticas y

    religiosas usadas por distintos grupos de inters que recurran a la prensa como tribuna de

    debate poltico. Recin en el siglo XIX, bajo el influjo de los avances tecnolgicos e industriales y

    el signo de la economa, se afianz una divisin entre noticias y opiniones que un siglo antes

    el Daily Courant de Inglaterra haba introducido tmidamente (Pearanda, 2000).

    La divisin en noticias y opiniones (news and comments) inaugur la primera clasificacin de

    gneros periodsticos informativos y de opinin. Para el primer caso, se prescriba la redaccinobjetiva como ideal a seguir a partir de una prosa despojada, distante e impersonal, en un intento

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    por eliminar cualquier atisbo de subjetividad; en tanto que bajo el gnero de opinin se podan

    encuadrar el editorial, la columna, la crtica y el comentario, entre otros formatos.

    Pero con la aparicin de la fotografa y las revistas de actualidad, la divisin de gneros

    periodsticos atraviesa una nueva transformacin al surgir una tercera clasificacin: lainterpretacin. Dese entonces se conforma una de las ms generalizadas divisiones de los

    gneros hasta la actualidadinformativos, opinativos e interpretativos aunque, como veremos

    ms adelante, no es completamente aceptada.

    Para algunos autores, la crnica, la entrevista y la nota pueden catalogarse como gneros

    informativos, si se pone el acento en un relato objetivo de los hechos; o interpretativos, si se

    ofrece una visin ms personal. A esta aparente confusin se suma una nueva clasificacin

    hecha por las agencias de noticias internacionales que empiezan a dividir su trabajo entre news

    (noticias) y features (notas de color), al ubicar bajo esta nueva categorizacin a las crnicas del

    mundo hispanoamericano.

    El gnero interpretativo termin por afianzarse hacia los aos 40, en plena Guerra Mundial,

    cuando el pblico lector comienza a demandar ms explicacin y contexto antes que datos fros,

    para entender la evolucin del conflicto blico.

    Hacia finales de la dcada del 50 se registra otra novedad en la forma de relatar losacontecimientos con el denominado Nuevo Periodismo a partir de sus estrechas relaciones con

    la literatura. Y, a partir de entonces, el Periodismo empieza a transitar por una multiplicidad de

    gneros y formatos, difciles de categorizar.

    Si se analiza esta problemtica desde una vertiente normativa, los gneros son entonces

    categoras casi inmutables con valor prescriptivo. Pero, quizs la crnica ha sido el gnero que

    ha mostrado mayor resistencia a cualquier tipo de encasillamiento.

    6.2. Los intentos por definir la crnica a travs de autores iberoamericanos

    Para comprender la acepcin del concepto crnica y sus cambios a travs de los aos,

    reseamos a continuacin algunos de los principales autores que se ocuparon del tema desde el

    campo periodstico.

    La literatura espaola sobre gneros periodsticos destaca, entre otros referentes, los postulados

    sostenidos tanto por Martn Vivaldi como Jos Luis Martnez Albertos, quienes proponenmetodologas diferentes para la clasificacin de los gneros.

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    Martnez Albertos (1983) considera a la crnica como una informacin interpretada sobre

    hechos actuales. Segn este autor, su estilo est determinado por quien escribe la crnica, por

    lo que se permiten los juicios del autor, as como un manejo libre del lenguaje, puesto que una

    crnica puede ser narrativa, descriptiva o literaria. Para este autor, el sujeto que narra la historia

    puede bien estar implcito o explcito.

    En tanto, Martn Vivaldi (1998) define a los gneros sin correlato con categora periodstica

    alguna y los rotula como reportaje, crnica y artculo. Para este autor, el reportaje es un relato

    bsicamente informativo, mientras la crnica est constituida por informacin, pero contiene una

    valoracin de los hechos que narra; en tanto el artculo es considerado por este autor como un

    escrito con mayor intencionalidad en su forma de produccin, hecho que determinar su

    interpretacin.

    Por su parte, para otros autores como los periodistas Sibila Camps y Luis Pazos (1996), al

    analizar la cuestin en su texto As se hace el periodismo, introducen la mayor velocidad de

    difusin de las noticias a travs de Internet y el desarrollo de las nuevas tecnologas como

    factores de cambio en las formas de relatar, si de un soporte estrictamente grfico se habla.

    En este sentido, consideran que los medios grficos se han visto obligados a lanzar una suerte

    de contraofensiva en este marco de velocidad, que se manifiesta en mayor cantidad de

    suplementos en los diarios, que dara lugar a crnicas ms descriptivas que complementan as

    los textos meramente informativos. En resumen, de acuerdo con estos autores, la crnica es la

    narracin de un hecho o situacin mediante tcnicas de la redaccin que permiten mayor libertad

    en el modo de transmitir la informacin

    Por su parte, Vicente Leero y Carlos Marn publicaron en Mxico, en 1986, un Manual de

    Periodismo que es un texto de uso frecuente en muchas carreras de Comunicacin y formacin

    de periodistas de Amrica latina. Una curiosidad de esta publicacin tiene que ver con unasentencia consignada en ella que indica que, este manual fue originalmente, hace 25 aos, un

    curso de periodismo por correspondencia.

    Este dato demuestra que estos manuales, surgidos frecuentemente en las propias redacciones o

    como compilaciones de cursos de periodismo, fueron durante muchos aos el nico referente

    vlido a la hora de situar a la crnica en el universo de los gneros. A travs de ellos se

    intentaba dar una respuesta metodolgica y acadmica a lo que hasta entonces se anclaba

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    particularmente en la prctica, y lo hacan, entonces, relacionando el concepto de crnica con el

    de noticia.

    La crnica se ocupa fundamentalmente de narrar cmo sucedi un determinado hecho; recrea

    la atmsfera en que se producen los sucesos pblicos, resumen los autores mientras sealanque la noticia, en cambio, es el gnero fundamental del periodismo, el que nutre a todos los

    dems y cuyo propsito nico es dar a conocer los hechos de inters colectivo (Leero y Marn,

    1986).

    Los denominados Manuales de Estilo, surgidos al calor de las redacciones de diarios y agencias

    de noticias, tambin aportan su visin a la hora de definir la crnica y sus particularidades. Por

    ejemplo, el Manual de Estilo del diario argentino La Nacin (1997) describe la crnica como un

    gnero caliente, lo que requiere del periodista que est en el lugar y que sea testigo del hecho

    acerca del cual va a informar a sus lectores". Esta definicin resume la subjetividad asumida

    posteriormente por el gnero y la necesidad de que el cronista relate el hecho desde su propia

    visin y experiencia.

    Tambin se refiere al tema Juan Gargurevich (1987) cuando define la crnica como "un relato

    de construccin literaria especial", y alude a su escritura en secuencia. A la misma caracterstica

    se refiere Martn Vivaldi al unir sus atributos literarios e histricos: gnero literario en virtud del

    cual el cronista relata hechos histricos, segn un orden temporal, pero con la aclaracin de que

    se narra algo al propio tiempo que se juzga lo narrado.

    Crnica deriva de la voz griega cronos, que significa tiempo. Lo que viene a decirnos que la

    crnica, hoy gnero periodstico por excelencia, fue ya, mucho antes de que surgiera el

    periodismo como medio de comunicacin social, un gnero literario en virtud del cual el cronista

    relata hechos histricos, segn un orden temporal, contextualiza Martin Vivaldi (1998)

    En tanto, para el periodista cubano y ex decano de la Facultad de Comunicacin Social de la

    Universidad de La Habana, Julio Garca Luis (1969), la crnica es el relato noticioso que puede

    tratar tanto de lo actual como de hechos pasados que son actualizados por una circunstancia

    cualquiera. Este autor le asigna importancia clave a la riqueza y expresividad del lenguaje al

    considerar que el objetivo de la crnica es iluminar determinado hecho o acontecimiento, sin

    acudir a una argumentacin rigurosa, formal, directa, sino mediante la descripcin de la realidad

    misma, de alguna pincelada valorativa y del manejo de factores de tipo emocional.

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    Ms prximo a nuestros das, el reconocido escritor y cronista mexicano Juan Villoro describe

    magistralmente la crnica en su libro Safari Occidental (2005) al bautizarla como el ornitorrinco

    de la prosa en un intento por enumerar todos los gneros de los cuales se nutre.

    De la novela dice- extrae la condicin subjetiva, la capacidad de narrar desde el mundo de lospersonajes y crear una ilusin de vida para situar al lector en el centro de los hechos; del

    reportaje, los datos inmodificables; del cuento, el sentido dramtico en espacio corto y la

    sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo

    justifica; de la entrevista, los dilogos; y del teatro moderno, la forma de montarlos; del teatro

    grecolatino, la polifona de testigos, los parlamentos entendidos como debate: la "voz de

    proscenio", como la llama Wolfe, versin narrativa de la opinin pblica cuyo antecedente fue el

    coro griego; del ensayo, la posibilidad de argumentar y conectar saberes dispersos; de laautobiografa, el tono memorioso y la reelaboracin en primera persona

    Sobre este amplio catlogo de influencias que puede extenderse hasta el infinito, Villoro lanza

    una advertencia: Usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta letal. La crnica es un

    animal cuyo equilibrio biolgico depende de no ser como los siete animales distintos que podra

    ser.

    Tambin su coterrneo, Carlos Monsivais (1980), sucumbi a la tentacin de definir la crnica y

    lo hizo en trminos de una reconstruccin literaria de sucesos o figuras, gnero donde el

    empeo formal domina sobre las urgencias informativas.

    Un abordaje sumamente productivo lo aporta el periodista y escritor argentino Martn Caparrs

    otro reconocido exponente de la crnica latinoamericana- cuando la vincula con los primeros

    relatos de la historia de Amrica, un gnero bien sudaca, como le gusta decir.

    La crnica es el gnero de no ficcin donde la escritura pesa ms..aprovecha la potencia del

    texto, la capacidad de hacer aquello que ninguna infografa, ningn cable podran: armar un

    clima, crear un personaje, pensar una cuestin, seala en el prlogo del libro La Argentina

    crnica. Historias reales de un pas al lmite (Tomas, 2007: 9)

    Para Caparrs, la crnica sirve para descentrar el foco periodstico que mira permanentemente

    al poder y habla de los poderosos o ricos y famosos. Es decir, la considera como una

    herramienta necesaria para romper con la lgica massmeditica y descubrir en lo cotidiano la

    pequea historia que puede contar tantas otras. La gota que es el prisma de otras tantas,asegura metafricamente (Tomas, 2007:10)

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    En tanto, para la periodista y antroploga Rossana Reguillo (2000) lo verdaderamente irruptivo

    de la crnica es que rompe con el periodismo de fuentes autorizadas, porque relata desde otra

    geografa los mismos acontecimientos que generan la posibilidad de otra lectura y por

    consiguiente, inaugura nuevos puntos de vista.

    En sntesis, para esta autora, la crnica fisura el monopolio de la voz nica para romper el

    silencio de personas, situaciones, espacios, normalmente condenados a la oscuridad del silencio

    porque este gnero ha trado una forma de registro en la que ha podido contarse una historia

    paralela que pone en crisis el discurso legtimo..

    Mnica Bernab (2006) asume una perspectiva diferente. Lejos de interrogarse por la inscripcin

    genrica de la crnica, le interesan los enlaces que se pueden establecer entre lo real y el arte

    de narrar. En el umbral del siglo XXI, cuando han colapsado todos nuestros preconceptos sobre

    qu es literatura, algunas escrituras exploran nuevos horizontes perceptivos a fin de transgredir

    la indiferencia y uniformidad que sobrevuela en buena parte del arte actual, destaca en el

    prlogo de Idea Crnica, una compilacin de interesantsimas crnicas iberoamericanas.

    Como se desprende de este recorrido bibliogrfico, intentar definir la crnica de forma unvoca

    parece un desafo inalcanzable y, muy probablemente, poco productivo, pero reflexionar sobre

    las mltiples y muy variadas analogas y metforas con que se alude, o los puentes que

    establece con otros campos de la cultura constituye un ejercicio exploratorio enriquecedor y a la

    vez placentero. O como bien seala Bernab desde afuera o desde dentro del peridico, ms

    ac o ms all de la literatura, la crnica sigue produciendo textos aunque su intento resida slo

    en exhibir una mirada que aspira a captar algo de lo real (2006:11).

    6.3. La mutua influencia entre Literatura y Periodismo

    Tradicionalmente, la literatura ha tenido una profunda influencia en el periodismo. En su texto

    Literatura, crnica y periodismo, el acadmico Anibal Ford (1985) rastrea los antecedentes de

    la non-fiction y asegura que se pueden encontrar, incluso, en cualquier manual de literatura

    griega o latina6 .

    Ya en el siglo XVIII, el periodismo suma nuevas formas como la entrevista, el reportaje, la

    crnica breve, y en el siglo XIX la literatura empieza a buscar su especificidad. Resulta oportuno

    sealar que en el siglo XVII, el periodismo de las gacetas apel a lo literario para evadir la

    6 Biografas: Plutarco, los Evangelios, Suetonio; epistolarios pblicos y privados: Pablo, Cicern; historia narrada, crnicas, viajes:Herodoto, Jenofonte, Polibio, Csar, Tito Livio; autobiografas: San Agustn; oratoria: Cicern, Demstenes; sketches de carcter:Teofrasto; etc. (Ford: 219).

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    censura. Pero cuando surgen los diarios en el siglo XVIII, muchas personalidades de la literatura

    se dedicaban tambin al periodismo como Defoe, Steele, Addison, Swift, Johnson y Fielding,

    entre otros.

    As, el periodismo particip en la transformacin de tcnicas y de gneros literarios. La narracindestinada al entretenimiento y la divulgacin contribuy progresivamente al afianzamiento del

    relato breve y las historias de inters humano, gneros que sedujeron a un pblico lector cada

    vez ms masivo.

    En el siglo XIX, el inters de los nuevos lectores provenientes de la pequea burguesa rural y

    urbana europea, junto con los avisadores7 se transformaron en el principal sostn econmico de

    los peridicos. De esta forma, prestigiosos escritores desfilaron por las pginas de los diarios

    retomando la tradicin del folletn a travs de la publicacin de sus novelas por entregas.

    Mientras tanto, las transformaciones sociales y econmicas que se producan en los Estados

    Unidos en la primera mitad del siglo XIX, tambin tuvieron influencia en la forma de hacer

    periodismo y en la conformacin de un nuevo tipo de lector. No olvidemos que son aos en los

    que EEUU reciben importantes oleadas de inmigrantes que buscan integrarse a la sociedad y se

    transforman, para las autoridades, en un nuevo caudal electoral. De all la importancia que se le

    asigna a la expansin de la enseanza a partir de la alfabetizacin, lo que provoca el surgimiento

    de nuevos pblicos.

    Fruto de la influencia de la literatura sobre el periodismo, las historias de inters humano,

    destinadas a conmover sentimentalmente al lector a travs del relato de hechos cotidianos

    cercanos, cobran mayor importancia y con ello tambin todo tipo de notas que incluyeran la

    descripcin de personajes, ambientes y contextos, lo que exiga al lector una buena ejercitacin

    de la percepcin.

    6.4. El Nuevo Periodismo en los Estados Unidos

    Hacia finales de la dcada del 50 irrumpe en los Estados Unidos una modalidad narrativa difcil

    de encasillar como gnero por sus evidentes relaciones con la literatura, que fue bautizada como

    Nuevo Periodismo. Algunos de los principales referentes de este movimiento, como Norman

    Mailer, Truman Capote, Tom Wolfe, Gay Talese, entre otros, liberaron an ms las formas de

    7 Vale aclarar que en el primer tercio del siglo XIX, el clebre impresor Emile de Girardin provoc una de las ms grandesrevoluciones en la prensa, sentando las bases lo que hoy se conoce como avisos pagados, que pasaron a ser rpidamente el sostnde los peridicos

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    redaccin periodsticas al retomar la nocin del punto de vista subjetivo, proveniente de la

    literatura, para reconstruir los hechos en sus notas.

    En el texto clsico El nuevo periodismo, Wolfe (1998) alude a la estrecha relacin del periodismo

    con la literatura y resume la nueva modalidad narrativa a partir de procedimientos que fuerontomados de la novela realista, como la construccin escena por escena, el dilogo y el punto de

    vista.

    La novela de realismo social se haba desarrollado en los Estados Unidos en los aos 30,

    aunque entr en decadencia pocos aos despus. En los aos 60, algunos periodistas ocuparon

    aquel lugar vacante dejado por los novelistas. De esta forma, el Nuevo Periodismo retom las

    tcnicas y procedimientos de la novela realista para dar cuenta de los acontecimientos sociales.

    Al tiempo que este nuevo gnero comenz a ganar espacio, tambin gener confusin y

    ofuscamiento en el mundo literario porque, como seala el propio Wolfe, los crticos rechazaban

    la mixtura de la realidad con la ficcin y consideraban a este tipo de narrativa como una forma

    bastarda .

    En su libro emblemtico, Wolfe (1998) habla del surgimiento de un periodismo que el pblico

    poda leer como si se tratara de una novela. El origen del trmino New Journalism no puede ser

    establecido con exactitud. No tengo ni idea de quin concibi la etiqueta de El NuevoPeriodismo ni de cundo fue concebida. [] Fue a finales de 1966 cuando se oy hablar por

    primera vez a la gente del Nuevo Periodismo en las tertulias, que yo recuerde. No estoy

    seguro recuerda Wolfe (1998: 38). No obstante, el trmino designa una manera de hacer

    periodismo que, siguiendo a este autor, estara presentando tres grandes caractersticas:

    a) las notas producidas para los peridicos poseen varios de los recursos estilsticos propios de

    la novela.

    b) la verosimilitud de las notas est respaldada por el modo en que los periodistas recolectan la

    informacin de los hechos.

    c) en las notas, los hechos son presentados como una escena, no como un conjunto de datos.

    6.5. El periodismo narrativo en Amrica Latina: el caso de Rodolfo Walsh

    Los ensayos de este tipo de periodismo tambin tuvieron referentes latinoamericanos como los

    trabajos del colombiano Gabriel Garca Mrquez, quien introdujo los recursos literarios en sus

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    crnicas periodsticas. Su ms difundido libro sobre esta temtica fue Relato de un nufrago

    escrito cuando en Estados Unidos esta tcnica recin se iniciaba.

    De manera contempornea a la transformacin que se estaba desarrollando en el periodismo

    grfico norteamericano, el periodista argentino Rodolfo Walsh publicaba en 1957 su obraOperacin Masacre, inaugurando en Argentina una suerte de periodismo de denuncia, pero con

    recursos literarios, caracterstica que se seala como propia de la corriente latinoamericana del

    denominado Nuevo Periodismo. De esta forma, con Walsh, el gnero asumi el compromiso

    poltico-social de intentar desenmascarar aquello que la historia oficial pretenda ocultar, pero

    con recursos literarios.

    En el texto Operacin Masacre, Walsh cumple el triple rol de investigador, periodista y

    denunciante. Da a conocer una realidad oculta (los fusilamientos de un grupo de obreros en el

    basural de Jos Len Suarez por la llamada Revolucin Liberadora) y, de esta manera, asume

    una responsabilidad social al combinar compromiso poltico con profesionalizacin.

    Es decir, Walsh trabaja dentro de la industria cultural, pero eso no le impide difundir sus ideas ni

    buscar el modo de agitar a los lectores cruzando tcnicas del periodismo con la literatura, pero

    contando hechos reales como si ocurrieran dentro de una novela (Cecilia Flachsland y Miguel

    Angel Scenna (2004); Amar Sanchez, 1992).

    Uno de los recursos ms utilizado por Walsh en Operacin Masacre es la tcnica retratista, que

    consiste en la descripcin fsica, social y psicolgica de los personajes. A travs de esta tcnica,

    Walsh busc generar verosimilitud y dotar al relato de impacto y emocin. Y a travs de la

    crnica, el periodista desarroll un exhaustivo trabajo de campo en el que recuper las voces

    de los protagonistas, adems de realizar un anlisis de la realidad social.

    El novelista Ricardo Piglia (1987) destaca como gran hazaa de Walsh el uso poltico de la

    literatura (que) debe prescindir de la ficcin. En otras palabras, mostrar los hechos de una

    manera atractiva para atrapar al lector y vincularlo con la historia, pero contndolos como

    realmente sucedieron. Para ello, Walsh se vali de numerosas fuentes: acudi a los testigos

    presenciales de cada una de las etapas del hecho; consigui pruebas materiales (por ejemplo, la

    versin taquigrfica de las sesiones secretas de la comisin estatal que se ocup el crimen) y

    consult a personas neutrales. Todos los datos fueron chequeados con, al menos, tres o cuatro

    fuentes. El escritor tambin adopt una particular forma de encarar el proceso de investigacin:

    recorri el lugar de los hechos, recogi testimonios de terceros, consult con especialistas -los

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    abogados, por ejemplo- y hasta se hizo pasar por un pariente de una de las vctimas para

    presenciar el juicio.

    Por la forma en que llev adelante la narracin, a partir de la informacin y los datos precisos

    obtenidos, el periodista logr los siguientes efectos: otorgarle veracidad y autenticidad a loshechos y a los personajes; reconstruir fielmente a stos; y acercar al lector, inquietarlo, mediante

    los recursos literarios con los que reconstruye a los protagonistas y los presenta.

    Otras estrategias discursivas de las que se vali el autor de Variaciones en Rojo apuntaron a

    reforzar la oralidad y el aspecto visual del relato. Ellos fueron los dilogos y los juicios,

    correspondientes al nivel oral; los cuadros, las ambientaciones y los smbolos, propios del nivel

    visual. Walsh present los dilogos con frases cortas, concisas y contundentes. Y, de esta forma,

    exhibi las voces que le otorgaban veracidad y credibilidad a los hechos que narraba, al mismo

    tiempo que los reconstrua. Con los dilogos busc recuperar la voz de los protagonistas y

    acercar al lector desde lo emotivo, generando un ensamble entre lo auditivo y lo visual, porque

    las voces tambin podan remitir a gritos, disparos, golpes y ruidos.

    En sntesis, el periodista y escritor argentino ensambl estos recursos en la tcnica retratista,

    con la que logr fundir los tres niveles que atraviesan a los personajes. A travs de esta tcnica

    realiz una descripcin fsica, deline un perfil psicolgico y acerc el entorno ntimo y social delos protagonistas. Su texto Operacin Masacre termin siendo emblemtico de una forma

    novedosa de narracin, conocida como Nuevo Periodismo, al emplear recursos de la ficcin para

    describir hechos reales. Recin ocho aos despus, Truman Capote se eriga como referente del

    Nuevo Periodismo en los EEUU con la obra A Sangre Fra, la historia del violento crimen de la

    familia Clutter, que sacudi la tranquila vida de un pueblito de Kansas.

    6.6. Narracin versus Informacin

    Como en los casos de los escritores mencionados anteriormente, las crnicas latinoamericanas,

    a caballo entre la literatura y el periodismo, presentan un tejido discursivo que cruza la narracin

    con intencin informativa, sin abandonar los recursos de ficcionalizacin propios de la novela. La

    crisis de los grandes relatos, como describe Lyotard (1987: 36-50) ha dado paso al relato

    individual, como modo de recuperar el lazo social. As, se puede hallar en las crnicas

    latinoamericanas, incluso, un gnero que se confunde, segn Walter Benjamin, con el arte de la

    narracin oral, en donde el autor destacaba la facultad de intercambiar experiencias y el deseode escuchar una historia.

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    El arte de la narracinest tocando a su fin. Es cada vez ms raro encontrar a alguien capaz de narrar

    algo con probidad. Con creciente frecuencia se asiste al embarazo extendindose por la tertulia cuando

    se deja or el deseo de escuchar una historia. Dirase que una facultad que nos pareciera inalienable, la

    ms segura entre las seguras, nos est siendo retirada: la facultad de intercambiar experiencias

    (Benjamin, 1991)

    Sin embargo, Benjamin no consideraba esta prdida como producto de la decadencia o de

    una manifestacin moderna, aunque reconoce en el arte de narrar cierto carcter artesanal.

    Es un proceso que viene de muy atrs () Se trata, ms bien de un efecto

    secundario de fuerzas productivas histricas seculares, que paulatinamente desplazaron

    a la narracin del mbito del habla, y que a la vez hacen sentir una nueva belleza en lo que desvanece

    (Ibidem)

    Vale recordar aqu que el periodismo moderno ha sido uno de los factores que contribuy a la

    desaparicin del relato del legendario narrador oral que poda transmitir, de generacin en

    generacin, una experiencia adquirida gracias a la vida vivida. Como seala Benjamin en su

    breve pero esclarecedora obra El Narrador, con la aparicin de la prensa, la legendaria crnica

    y la novela terminan por encontrar en la informacin un feroz competidor.

    Nos percatamos que, con el consolidado dominio de la burguesa, que cuenta con la prensa como uno

    de los principales instrumentos del capitalismo avanzado, hace su aparicin una forma de comunicacin

    que, por antigua que sea, jams incidi de forma determinante sobre la forma pica. Pero ahora s lo

    hace. Y se hace patente que sin ser menos ajena a la narracin que la novela, se le enfrenta de manera

    mucho ms amenazadora, hasta llevarla a una crisis. Esta nueva forma de la comunicacin es la

    informacin(Ibidem)

    La informacin reivindica una pronta verificabilidaddice Benjamin- adems de que el relato sea

    plausible, como si no alcanzara acontecimiento alguno si no est cargado de explicaciones.

    Pero, a la vez, la informacin muestra un alineamiento con el discurso de los polticos. Por eso,

    se dice que la noticia mira al poder y se nutre de l, al fabricar artificialmente acontecimientos

    que considera relevantes para imponer una agenda, que es una forma de mirar el mundo, como

    advierte Martn Caparrs, otro de los cronistas emblemticos.

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    La informacintal como existe- consiste en decirle a muchsima gente qu le pasa a muy poca: la que

    tiene poder. Decirles, entonces, a muchsima gente que lo que debe importarle es lo que les pasa a sos.

    La informacin postula impone- una idea del mundo: un modelo de mundo en el que importan esos

    pocos. Una poltica del mundo.8

    Sin embargo, la crnica se rebela contra todo ello y se maravilla con la banalidad, con el hecho

    comn y cotidiano o -como dice Caparrs- con la pequea historia que puede contar tantas

    como la gota que es el prisma de otras tantas.

    Como plantea Lyotard, el sujeto individual es poco, pero no est aislado, est atrapado en un

    caamazo de relaciones ms complejas y mviles que ms mviles que nunca (1987: 37).

    6.7. La crnica latinoamericana a travs de las categoras de WalterBenjamin

    Recurrir a Benjamin para analizar el fenmeno cronstico actual tiene varias justificaciones.

    Algunas, resultan obvias. Por un lado, se trata de uno de los principales tericos y crticos de la

    cultura del siglo XX que ha abordado una multiplicidad de objetos y fenmenos culturales a partir

    de motivaciones filosficas, literarias y de la crtica cultural, con la metodologa del materialismodialctico.

    Se lo suele sindicar tambin como uno de los primeros intelectuales que ha pensado la cultura

    tan profundamente sumergida en un medio material y urbano en donde ciudad y poesa

    moderna se implican como producciones simblicas y se presuponen como experiencia.(Sarlo,

    2011:51-52).

    Pero, adems, las reas temticas ms relevantes alrededor de las cuales gira la obra de este

    autor9 junto a su abordaje metodolgico nos ayudan a entender ms cabalmente el proyecto

    cronstico actual, por una serie de vasos comunicantes, tensiones similares y categoras

    interesantes para extrapolar, como una suerte de ejercicio de anlisis cultural.

    8 La Argentina crnica: historias reales de un pas al lmite, Prlogo de Martn Caparrs, 2007.9Ralph Buchenhorst atribuye el repertorio temtico de Benjamin a la lectura intensiva de tres autores literarios que lo

    determinaron: Charles Baudelaire, Marcel Proust y Franz Kafka. Del primero de ellos dice- formula la pregunta por la percepcinmodificada en la ciudad contempornea y desarrolla una esttica de la modernidad que une el mito con la moda. El segundoplantea la pregunta por la memoria en el sujeto moderno. El ltimo, la pregunta por la implicacin mtica en la vida moderna en suconjunto y su prdida de experiencia comunicable (extrado del prefacio de Esttica y Poltica, Ralph Buchenhorst, 2009: 13)

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    En ese sentido, resulta pertinente citar aqu las observaciones de Susan Buck-Morss (2005)

    cuando seala algunas de las razones por las cuales Benjamin se ha convertido en un favorito

    en el campo de la crtica literaria de la actualidad.

    Sus escritos crpticos y cargados de imgenes se prestan fcilmente a los mtodos posestructuralistas

    de lectura, donde los textos, arrancados de la historia concreta que les da origen, parecen permitir una

    serie ilimitada de glosas interpretativas, entre las cuales se elige la ms interesante de acuerdo con el

    clima acadmico del momento (Buck-Morss, 2005:12)

    Benjamin aborda una heterogeneidad de motivos y se sumerge en la esfera de las

    manifestaciones de la vida, de las relaciones sociales, pero evitando los tipos sociales ms

    obvios y concentrndose en los mrgenes, al igual que esta nueva generacin de cronistas

    cuyas narrativas se exploran en este trabajo.

    Se suele sealar que los trabajos de Benjamin perseguan los signos de la modernidad a travs

    de esos objetos banales como los escaparates, los coleccionistas y los pasajes de Pars, ciudad

    que problematiz para dar cuenta de la espacializacin del capitalismo y la circulacin de la

    mercanca en la vida social (Sarlo, 2011; Buck-Morss, 2005)

    Tambin hay en la crnica una determinacin histrica y no slo estilstica. As como Benjamin

    plantea su propia escritura bajo las circunstancias sociales y polticas de los aos 30, con el

    advenimiento del nazismo y la certeza de que el progreso no es tal, las mejores piezas del

    periodismo narrativo latinoamericano muestran la contracara del capitalismo con la expansin de

    la pobreza a escala planetaria. A mediados de los 90, la nueva cartografa social de muchos

    pases de la regin ya revelaba una creciente polarizacin entre los ganadores y los

    perdedores del modelo (Svampa, 2000). Las consecuencias ms importantes de la aplicacin

    de estas polticas de corte neoliberal pueden advertirse en algunos de los nuevos escenarios y

    sujetos que describe la nueva crnica latinoamericana. Suelen ser emergentes de la exclusin y

    la pobreza, que transitan por los lmites de la mariginalidad y la desesperanza; y luchan en medio

    de la falta de oportunidades y la creciente desigualdad social.

    Por aquellos aos haba triunfado el neoliberalismo ms brutalmente destructor de lo pblico, la

    obscena sumisin a USA, la mltiple y expansiva corrupcin, el desprecio hacia los servidores

    pblicos, la zafiedad como estilo personal, ilustra Martn Barbero (2003) como un cuadro de

    poca.

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    6.8. La crnica latinoamericana, una mirada dialctica

    La mirada dialctica se basa en la bsqueda de instantneas, de imgenes fugaces de la

    modernidad para leerlas como fenmenos primitivos. Segn Ralph Buchenhorst (2009) la

    representacin de la historia de Benjamin, toda su teora cultural, intenta deconstruir grandes

    formas narrativas con el fin de expresarse en ese tipo de imgenes, porque entenda que la s

    imgenes dialcticas eran el modo de transmitir la cultura pasada, de manera que iluminara la

    posibilidad revolucionaria del presente, como el grupo contado de hilos que representan la

    trama de un pasado en el tejido del presente, sin que se entienda ello como un nexo causal.

    Es entonces su particular forma de escribir y de concebir sus ideas, como imgenes de

    pensamiento arquitectnicamente inspiradas 10 a travs de la potica tcnica de montaje, lo queresulta una de las formas ms apropiado para abordar la crnica, un gnero de difcil

    encorsetamiento, como la obra de Benjamin en general, que no puede circunscribirse a ninguna

    disciplina en particular.

    Segn Susan Buck-Morss, en la incompleta y fragmentaria obra de lo que luego se llam

    convencionalmente Libro de los Pasajes - que ocup a Benjamin desde 1927 hasta su muerte en

    1940- se puede percibir su mtodo de trabajo. Se trata de una coleccin de imgenesconcretas, fcticas, de la experiencia urbana que trat como hechos cargados polticamente y

    como si fueran capaces de transmitir energa revolucionaria a travs de distintas generaciones.

    Su mtodo consista en crear a partir de ellos, utilizando el principio formal del montaje, construcciones

    de texto que tenan el poder de despertar la conciencia poltica de los lectores del presente .(Buck-

    Morss, 2005: 117)

    Hay que recordar que la eleccin de los pasajes de Pars no fue una decisin azarosa ni casual,

    es decir, no le daba lo mismo elegir esa que otra ciudad. Benjamin observaba en los pasajes de

    Paris formas tempranas del lujo industrial que estaban en decadencia en su propio tiempo y a

    travs de su mtodo de anlisis, creaba imgenes dialcticas en las cuales lo pasado de

    moda, lo indeseable, de pronto pareca actual, o lo nuevo, lo deseado, apareca como repeticin

    de lo siempre igual (Buck-Morss, 2005: 119).

    10Ibidem, p.14.

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    O, como describe Sarlo, una aproximacin entre dos registros (dos temporalidades) que por

    separado, cada uno en s mismo, han perdido su verdad, pero cuya contraposicin instituye un

    sentido (Sarlo, 2011: 33)

    6.9. La realidad social a partir de la tcnica del montaje y el collage

    Volviendo a la crnica urbana actual, una de las marcas ms notorias que se le atribuyen,

    - como ha sido el testimonio y la narrativa de no ficcin en su momento- es la insistencia sobre

    la realidad social, pero lejos de la pretensin de reflejar la realidad. Como analiza Benjamin en el

    libro de los Pasajes, hay una distancia entre representar una totalidad y llegar a ella a travs de

    fragmentos, gracias a las nuevas tcnicas de reproduccin como el montaje y el collage de

    imgenes, una metodologa que le serva para analizar la materialidad de lo social como una

    alternativa a la nocin de reflejo11

    Tambin la crnica urbana actual se deconstruye en acontecimientos menores, casi

    intrascendentes, historias mnimas de personajes annimos que suelen ser invisibilizadas por la

    prensa hegemnica. La ciudad se descompone en calles y pasajes habitados por rostros sin

    nombre o, si se quiere, sin la urgencia del acopio de datos precisos para crear un efecto de

    verosimilitud, y con ello la eterna ilusin de objetividad que busca la prensa tradicional.

    Parafraseando a Buchenhorst, sobre el enfoque crtico de Benjamin, puede sealarse lo que se

    dice a menudo de la crnica latinoamericana: es intensa y fragmentaria, refleja una

    heterogeneidad de motivos y capta nuestra atencin desde el primer momento, como un cdigo

    de vistas en miniatura de la modernidad12.

    Podramos sintetizar aqu que la nueva crnica latinoamericana, de caractersticascontrahegemnicas, se aparta de los aspectos cannicos y dogmticos del periodismo

    tradicional para adentrarse en una propuesta diferente de narracin para relatar, de modo

    fragmentario, porciones de la realidad bajo la tcnica del montaje o el collage.

    La mirada de estos cronistas es, sin duda, fragmentaria, pero no porque renuncien a la totalidad,

    sino porque la buscan en los detalles casi invisibles, nimios. Su mirada reposa en lo que todo el

    11

    Mnica Bernab, prlogo de Idea Crnica, p.1012Walter Benjamin, Esttica y Poltica, Prlogo de Ralph Buchenhorst, p.16.

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    mundo mira, pero sin llegar a ver. O en la historia de un hombre simple que, en un momento

    dado, puede sintetizar la historia de toda la humanidad.

    6.10. El cronista urbano actual, bien lejos de la figura del flaner

    Si como caracteriza Buck- Morss (2005: 133-134) el flaner es el prototipo de una nueva forma

    de empleado asalariado que produce noticias/literatura/publicidad con el propsito de

    informar/entretener/persuadir para llenar las horas vacas en las que se ha convertido el tiempo

    fuera del trabajo en la ciudad moderna, el cronista urbano actual est bien lejos de la figura de

    flaner.

    Un flaner asalariado lucra al seguir la moda ideolgica, aade Buck Morss y para apoyar estaaseveracin rastrea en tardas notas de Benjamin la vinculacin que el pensador alemn

    establece entre el flaner y el informante de la polica, incluso hasta llegar a la siguiente cadena

    asociativa: flaner-hombre-sandwich-periodista-uniforme, en la que el ltimo trmino de la

    cadena semntica publicita al Estado, no ya a la mercanca (Buck-Morss, 2005: 138).

    En este sentido, se podra asimilar la figura del flaner al escritor que, como seala Buck-Morss

    registra la realidad meramente aparente del mercado detrs de la cual las relaciones socialesentre clases permanecan ocultas, como una suerte de autor de ficcin que se desentiende de

    las lucha de clases.

    El flaner-como-escritor era as el prototipo del autor-como-productor de cultura de masas. En vez de

    reflejar la verdadera condicin de la vida urbana, distraa a los lectores de su aburrimiento. Para decirlo

    simplemente: el flaner es en la sociedad capitalista un tipo social ficcional; de hecho, es un tipo social

    que escribe ficcin. La flanerie difundi un estilo de observacin social que perme la escritura del siglo

    XIX, mucha del cual era producida para la seccin de folletn de los nuevos peridicos masivos (Buck-

    Morss, 2005:133)

    Otra interesante interpretacin sobre el rol del cronista urbano actual la esboza la investigadora

    Valeria Aon (2009) cuando seala que para este tipo de relatos, el cronista tampoco es un

    Flanerni un turista:

    Sus derroteros tienen algo de azaroso, es cierto, pero tambin de reto: ahora, la posibilidad de perderse

    en las abrumadoras ciudades latinoamericanas, de diez, doce, veinte millones de habitantes, convoca el

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    temor antes que el goce. Ms an: el cronista es desde las crnicas de Indias testigo de vista. Su

    palabra representa y remeda la ficcin de una experiencia que hace de la mirada subjetiva, deforme

    incluso la razn de ser de la escritura misma. Esta toma de posicin se vuelve doblemente significativa

    cuando el principal protagonista es la cultura popular, en la medida en que este posicionamiento facilita y

    promueve cierta contaminacin entre el cronista y su objeto, que implica pero excede la intertextualidad y

    la polifona.

    6.11. Ni intelectuales comprometidos, ni revolucionarios

    Pero qu se son y qu se proponen entonces los nuevos cronistas urbanos? Ninguno de ellos

    cumple tampoco el rol de intelectuales comprometidos que polemizan y denuncian desde el

    campo intelectual, segn el canon existencialista. El escritor tiene una situacin en su poca;cada palabra suya repercute. Y cada silencio tambin, escriba Sartre en 1945, en la revista Les

    Temps Moderns, para dar cuenta de esta posicin. Tampoco responden al perfil del intelectual

    revolucionario de los 60 y los 70, cuando muchos de ellos formaban parte de la intelligentsia

    politizada o contestataria y terminaban por inscribirse claramente en el grupo de intelectuales

    revolucionarios que pensaban en la resolucin del conflicto poltico a travs de una va

    necesariamente violenta (Tern, 1993). O, como dice Silvia Sigal, cuando actuaban como

    mediadores entre espacios culturales privilegiando la misin socia l del intelectual sobre lafuncin crtica de la inteligencia, asumiendo esa misin como periodista desde una escritura de

    tipo documental y testimonial, que desnudaba y denunciaba los crmenes del poder, como lo

    encarn Rodolfo Walsh, mientras escriba Operacin Masacre, al relatar la investigacin de los

    fusilamientos de un grupo de obreros en el basural de Jos Len Suarez.

    No son revolucionarios, ni contestatarios. Pero sus relatos tienen densidad y nos proponen

    miradas insospechadas sobre la realidad; y eso no es poco en estos tiempos. Agotadas las

    vanguardias artsticas y polticas que haban provocado la confluencia de destinos literarios y

    polticos, los mejores cronistas en los albores del Siglo XXI se empean ahora por romper con la

    lgica hegemnica del periodismo tradicional anestesiado muchas veces por la uniformidad de

    miradas.

    Parafraseando a Bernab (2006) estos cronistas recurren muchas veces al humor, la irona o la

    memoria, pero siempre tratando de poner en peligro un mundo administrado por la indiferencia,

    la disciplina del consumo y la aplastante uniformidad social. Forman parte de jvenes

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    generaciones de escritores y periodistas latinoamericanos que se plantean el desafo de narrar

    al otro, esa alteridad compleja que, segn Alicia Montes, la cultura dominante siempre

    represent como desvo y que se hace necesario rescatar de la invisibilidad sin estereotipos.

    En las narrativas de la posmodernidad sobre los sectores sociales subalternos y marginales, la

    crnica aparece entonces estrechamente unida a la mirada que se tiene sobre la cultura. Y,

    como texto hbrido y fronterizo, se vuelve espacio de contaminaciones y pasajes, sometido al

    devenir histrico. Como venimos sealando, en la actualidad, estos relatos urbanos se definen

    an en su diversidad por la pretensin de contar pequeas historias de los sujetos marginales en

    el contexto de los proyectos neoliberales del capitalismo tardo.

    Sus autores son cronistas que intentan no reproducir los estereotipos reificadores del discurso

    dominante al representar la alteridad, pero sin caer tampoco en el miserabilismo ni el populismo;

    sin recurrir a la simplificacin ni a los lugares comunes. De all que los mrgenes y los

    intersticios - como tambin lo crea Benjamin- se han convertido en los espacios clave para dar

    cuenta de aquellas realidades que suelen ser invisibilizadas socialmente por la prensa

    tradicional o hegemnica.

    6.12. La crnica roja o el relato policial tradicional

    Resulta pertinente hacer tambin aqu una alusin crtica a la crnica policial, dado que algunas

    de las temticas (crnicas) analizadas en este trabajo han tenido una amplia repercusin

    oportunamente, aunque bajo el registro del gnero o relato policial clsico en distintos medios

    grficos y televisivos13.

    Existe amplio consenso dentro de la prctica periodstica de que la crnica roja se construye en

    base a determinados parmetros prescriptivos donde prevalece la funcin informativa en torno al

    tratamiento o la cobertura de acontecimientos en los que existe algn tipo de violencia que, como

    seala Jos Luis Arriaga Ornelas (2002) rompe lo comn de una sociedad determinada y, a

    veces tambin, su normatividad legal. Ah caben los relatos acerca de hechos criminales,

    catstrofes, accidentes o escndalos en general, pero expuestos segn un cdigo cuyos

    elementos ms identificables son los encabezados impactantes, las narraciones con tintes de

    exageracin y melodrama, entre otros.

    13Nos referimos al caso Tejerina y al de la quinceaera que lideraba una banda de secuestradores expres. Mucho ms actual es el

    caso Trimarco, sobre la trata de mujeres, por el juicio oral que se est sustanciando con amplia difusin meditica

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    Los temas policiales, a su vez, han mantenido histricamente una estrecha relacin con los

    sustentos criminolgicos. Los informantes de las fuerzas de seguridad y de la justicia han sido

    tradicionalmente fuentes relevantes para los periodistas que se ocupan de temas policiales,

    adems de responder, por lo general, al pensamiento hegemnico de los sectores medios y altos

    que promueven el control para prevenir el orden pblico.

    Incluso, una genealoga sobre la crnica policial establece una estrecha relacin con la

    constitucin del Estado nacional moderno y el aporte de la primera Criminologa. Vale recordar

    que la organizacin de la justicia criminal fue uno de pilares de la constitucin del Estado

    argentino, promovido por la generacin de 1880 y, en ese sentido, la ciencia, la literatura y el

    periodismo hicieron su aporte al proyecto nacional, aunque la llamada prensa seria de ese

    entonces le dedicara poco espacio al tema policial (Martini, 2007).

    No fue hasta el surgimiento del diario Crtica, creado en 1913 por Natalio Botana, que la seccin

    de policiales se transform en un espacio para entender la vida cotidiana desde las crnicas

    amarillistas escritas con un lenguaje sencillo y un estilo entretenido. Bajo un similar registro le

    sucedi el diario Crnica, en 1963, que le agreg al clsico relato policial una cuota de

    dramatismo para lograr su propia frmula de verosimilitud. En la actualidad, el abordaje

    sensacionalista de los sucesos policiales est dejando de ser la marca exclusiva del periodismo

    de corte popular para desplazarse hacia otros soportes mediticos que se proponen como

    medios serios en su contrato de lectura (Martini: 1999)

    As vemos cmo el lenguaje sensacionalista funciona como una retrica propia de la prensa

    popular, heredera de los antiguos folletines, de la novela popular y de la novela por entregas del

    siglo XIX. El surgimiento de la prensa popular en Amrica latina retoma las matrices de la cultura

    popular donde la informacin se cruza con las impresiones o, en trminos de Guillermo Sunkel

    (2002) se conecta con una esttica melodramtica que altera la separacin racionalista entretemticas serias y las que carecen de valor o, en trminos de jerga periodstica, noticias

    blandas y noticias duras.14

    El melodrama clasifica las emociones y los sentimientos bajo pares de opuestos (bueno/malo;

    hroe/ villano; vctima/ victimario) y apela a la estilizacin metonmica que traduce lo moral en

    trminos de rasgos fsicos, cargando la apariencia, la parte visible del personaje, de valores y

    14Se identifica a las noticias duras con el relato de hechos vinculados a la coyuntura poltica y econmica, mientras que lasblandas estn asociadas con notas de inters humano, menos trascendentes. Los medios procuran hacer un balance entre ambostipos de noticias para ofrecer al lector un producto ms ameno.

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    contravalores ticos (Martn Barbero, 1992). Otros procedimientos como la esquematizacin y la

    polarizacin de personajes y hechos han contribuido a un enfoque periodstico estigmatizador

    de los grupos menos favorecidos econmicamente y en especial de los adolescentes y nios en

    situacin de riesgo social, comnmente identificados como chicos de la calle.

    7. Contexto histrico de surgimiento de la crnica latinoamericana

    Habamos comentado que el surgimiento de la crnica latinoamericana est indisolublemente

    ligado a la crisis y la transformacin neoliberal de las economas y las sociedades

    latinoamericanas. De all la necesidad de justificar este contexto histrico con referencias

    generales sobre el impacto que tuvieron las polticas neoliberales en Amrica Latina.

    La experimentacin del ideario neoliberal en la regin se aplic tempranamente en Chile y

    Argentina durante las dictaduras militares y se profundiz luego durante los gobiernos

    democrticos que se sucedieron. El viraje continental en direccin al neoliberalismo se consolid

    en Mxico, en 1988, con la presidencia de Salinas de Gortari; seguido de la llegada de Menem al

    poder en la Argentina, en 1989; con la segunda presidencia de Carlos Andrs Prez en los

    mismos aos en Venezuela y con la eleccin de Fujimori en Per, en 1990. En rigor, ninguno

    de estos presidentes confes al pueblo, antes de ser electo, lo que efectivamente hizo despus.

    Menem, Carlos Andrs Perez y Fujimori, por cierto, prometieron exactamente lo contrario a las

    polticas radicalmente antipopulistas que implementaron en los aos 90 (Perry Anderson,

    1997:25).

    En trminos generales, la poltica de globalizacin econmica desarrollada a partir de la dcada

    de 1990 se caracteriz por la apertura econmica y su reorientacin hacia el mercado externo.

    Esta poltica consisti en poner en marcha las ideas del denominado Consenso de Washington

    (documento propuesto por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) que estableca

    una frrea disciplina fiscal, reforma tributaria, tasas de inters positivas determinadas por el

    mercado, privatizacin de empresas pblicas, desregulacin y proteccin de la propiedad

    privada.

    Los pases que adoptaban estas medidas recibiran ayuda financiera. Segn Luis Alberto

    Romero (2001) la idea era facilitar la apertura de las economas nacionales, para posibilitar su

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    insercin en el mundo globalizado, y poner fin al Estado interventor y benefactor. Pero tanto el

    Banco Mundial como el FMI terminaron transformando estas recomendaciones en exigencias.

    Hay que reconocer que muchos de los pasos previos de este proceso sistemtico de destruccin

    de las economas de los estados nacionales fueron gestados durante las ltimas dictadurasmilitares que castigaron a la regin, aunque los primeros efectos sociales se hicieron visibles y

    se acentuaron aos despus.

    En trminos econmicos y sociales, las polticas neoliberales aplicadas en la regin provocaron

    el surgimiento de nuevas identidades sociales, ms frgiles y voltiles, acompaadas por un

    aumento cuantitativo y cualitativa de las formas de pobreza; el aumento de la desocupacin y la

    subocupacin; el desmantelamiento sistemtico de las polticas sociales universalistas; el cierre

    de fbricas y comercios medianos y pequeos; la concentracin del poder econmico y la

    destruccin de las economas regionales.

    El aumento de la pobreza produjo una merma en el nivel de vida de ciertos grupos

    poblacionales, marcando fuertes diferencias sociales. Dentro del marco de la economa mundial

    los Estados nacionales terminaron debilitando su poder en pos de la economa globalizada de

    libre mercado. El planteo, que se expandi como un dogma, fue que el mercado poda prestar

    mejor los servicios que el mismo Estado, con mayor eficacia y menor coste (Hobsbawm (2007)

    De esta manera, los servicios pblicos fueron sustituidos por servicios privados. Actividades tan

    caractersticas del gobierno nacional, o del local, como las oficinas de correo, las prisiones, los

    colegios, el suministro de agua e incluso los servicios de asistencia social terminaron en manos

    de empresas privadas o transformadas en negocios lucrativos (Romero, 2001)

    Pero la pregnancia que tuvieron las ideas neoliberales no pueden entenderse cabalmente sin

    analizar la experiencia comn que atravesaron las sociedades latinoamericanas como, por

    ejemplo la Argentina, uno de los pases que qued atrapado en procesos hiperinflacionarios que

    desestabilizaron gobiernos democrticos. Hay que reconocer que la legitimidad social de las

    ideas neoliberales en la Argentina alcanzaron amplios mrgenes de aceptacin por haber

    controlado procesos hiperinflacionarios que haban desarticulado en muchos sectores los lazos

    sociales ms elementales15.

    15

    Nos referimos a la ola de saqueos de supermercados producida en las principales ciudades del pas con epicentro en 1989, luego de una

    devaluacin de la moneda, lo que desestabiliz al gobierno de Ral Alfonsn y forz adelantar seis meses el paso de mando al justicialista CarlosMenem, ganador de las elecciones presidenciales de mayo. Para tener una idea de la crisis, el ndice de precios lleg a alcanzar e l 3079,5%anual (Svampa 2000, Scrivano, 1999, )

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    Incluso, dentro de espacios acadmicos, se hacan fuertes las posiciones neoliberales que

    proclamaban el desmantelamiento del Estado y el libre mercado como la condicin clave de la

    libertad de los ciudadanos, colocando a los derechos sociales en una categora formal, sin base

    real (Nun, 2000).

    En palabras de Garca Canclini (2001), lo propio del pensamiento neoliberal fue reducir el

    conjunto de las actividades sociales a prcticas mercantiles y as empobrecer la vida econmica

    como si se tratara solamente de inversiones financieras que logran ms o menos rditos.

    8. Corpus textual

    8.1. Revistas de culto, el nuevo soporte de la crnica

    latinoamericana

    Como se desprende de los captulos anteriores, la crnica latinoamericana tiene caractersticas

    propias que la ubican ms prxima a la literatura. De all, que el nuevo soporte de publicacin lo

    constituyan, en la actualidad, las revistas literarias, culturales o autodefinidas como de

    Periodismo Narrativo. Consignamos a continuacin algunas breves referencias sobre aquellas

    que hemos considerado ms representativas, dado que no se trata de revistas de conocimiento

    masivo.

    El Malpensante es una revista literaria colombiana fundada en octubre de 1996 por Andrs

    Hoyos Restrepo y Mario Jursich Durn, con un nombre extrado de un libro de aforismos escrito

    porGesualdo Bufalino y traducido por Jursich para Editorial Norma. La editorial de dicha revista

    realiza adems el Festival Malpensante, una serie de encuentros anuales que incluye diversas

    actividades culturales realizadas en Bogot.

    Etiqueta Negra es una revista de periodismo narrativo editada en Per, y publicada adems en

    Panam y Chile. Se autodefine como "una revista para distrados". Fundada porJulio Villanueva

    Chang, ha sido dirigida por Daniel Titinger y Marco Avils. Desde el 2010 una nueva dupla

    asumi la conduccin de Etiqueta Negra, los cronistas David Hidalgo y Daniel Goya. Etiqueta

    Negra cuenta con la colaboracin de renombrados escritores, periodistas y artistas de

    Hispanoamrica. Inspirada en la estadounidense The New Yorker, la revista publica crnicas,

    perfiles, ensayos y reportajes de investigacin.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Revistahttp://es.wikipedia.org/wiki/Colombiahttp://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Octubre_de_1996&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/wiki/Aforismohttp://es.wikipedia.org/wiki/Gesualdo_Bufalinohttp://es.wikipedia.org/wiki/Editorial_Normahttp://es.wikipedia.org/wiki/Bogot%C3%A1http://es.wikipedia.org/wiki/Revistahttp://es.wikipedia.org/wiki/Per%C3%BAhttp://es.wikipedia.org/wiki/Panam%C3%A1http://es.wikipedia.org/wiki/Chilehttp://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Julio_Villanueva_Chang&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Julio_Villanueva_Chang&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/wiki/The_New_Yorkerhttp://es.wikipedia.org/wiki/The_New_Yorkerhttp://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Julio_Villanueva_Chang&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Julio_Villanueva_Chang&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/wiki/Chilehttp://es.wikipedia.org/wiki/Panam%C3%A1http://es.wikipedia.org/wiki/Per%C3%BAhttp://es.wikipedia.org/wiki/Revistahttp://es.wikipedia.org/wiki/Bogot%C3%A1http://es.wikipedia.org/wiki/Editorial_Normahttp://es.wikipedia.org/wiki/Gesualdo_Bufalinohttp://es.wikipedia.org/wiki/Aforismohttp://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Octubre_de_1996&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/wiki/Colombiahttp://es.wikipedia.org/wiki/Revista
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    Desde sus inicios en el 2002, primero bimestral y luego mensualmente, cada nmero de Etiqueta

    Negra aborda un determinado tema -dinero, viajes, cine, erotismo, moda, cocina, etc.- desde

    distintas perspectivas y gneros: de la crnica fotogrfica al ensayo, del reportaje a la entrevista.

    En Marzo del 2007 Etiqueta Negra es relanzada luego de un nmero de despedida con el que su

    hasta la fecha director, Julio Villanueva Chang, deja la revista para darle paso a Daniel Titinger

    en la conduccin. Etiqueta Negra reaparece con un nuevo diseo y presentando columnas

    mensuales en una seccin nueva denominada "Supermercado". Adems aparece un cuento

    indito en cada edicin.

    Gatopardo es una revista de periodismo narrativo mensual fundada en Colombia por Miguel

    Silva y Rafael Molano. Editada porGrupo de Publicaciones Latinoamericanas. Gatopardo se hadistinguido por la buena crnica y el reportaje de calidad. Manteniendo la idea original de la

    publicacin, Gatopardo vio la luz como la nica revista latinoamericana de crnicas y reportajes

    bajo la conviccin de que hay cronistas en el continente con grandes capacidades y lectores

    interesados en los temas de toda la regin.

    Circula en Argentina, Mxico, Colombia, Panam, Venezuela, Chile, Per, Uruguay, Costa Rica,

    Puerto Rico, Miami y Nueva York (EE.UU.).

    La actualidad y las historias particulares comparten espacio en esta publicacin. A partir del

    nmero 70 (julio de 2006) Gatopardo cambi su domicilio a la Ciudad de Mxico, manteniendo la

    misma lnea editorial. Ha inspirado algunas publicaciones en la regin como Etiqueta Negra en

    Per.

    Han colaborado con la revista, Ernesto Sabato, Toms Eloy Martnez, Antonio Tabucchi, Juan

    Villoro, Carlos Fuentes, Martn Caparrs, Alma Guillermoprieto, Leila Guerriero, entre otros

    muchos cronistas latinoamericanos.

    El nombre de la revista se basa en la novela El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.

    Obra de excepcional contenido literario esttico; existe versin cinematogrfica, de Luchino

    Visconti.

    Replicante es una revista cultural mexicana dirigida por Roberta Garza y cuyo editor general es

    Rogelio Villarreal. Apareci por primera vez en octubre de 2004 y en abril de 2010 se restringi

    http://es.wikipedia.org/wiki/Cinehttp://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Julio_Villanueva_Chang&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Daniel_Titinger&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/wiki/Colombiahttp://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Miguel_Silva&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Miguel_Silva&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Rafael_Molano&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Grupo_de_Publicaciones_Latinoamericanas&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/wiki/Ciudad_de_M%C3%A9xicohttp://es.wikipedia.org/wiki/Etiqueta_Negrahttp://es.wikipedia.org/wiki/Per%C3%BAhttp://es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_Sabatohttp://es.wikipedia.org/wiki/Tom%C3%A1s_Eloy_Mart%C3%ADnezhttp://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Tabucchihttp://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Villorohttp://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Villorohttp://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Fuenteshttp://es.wikipedia.org/wiki/Mart%C3%ADn_Caparr%C3%B3shttp://es.wikipedia.org/wiki/Alma_Guillermoprietohttp://es.wikipedia.org/wiki/El_gatopardohttp://es.wikipedia.org/wiki/Giuseppe_Tomasi_di_Lampedusahttp://es.wikipedia.org/wiki/Luchino_Viscontihttp://es.wikipedia.org/wiki/Luchino_Viscontihttp://es.wikipedia.org/wiki/Revistahttp://es.wikipedia.org/wiki/Culturahttp://es.wikipedia.org/wiki/Mexicanahttp://es.wikipedia.org/wiki/2004http://es.wikipedia.org/wiki/2010http://es.wikipedia.org/wiki/2010http://es.wikipedia.org/wiki/2004http://es.wikipedia.org/wiki/Mexicanahttp://es.wikipedia.org/wiki/Culturahttp://es.wikipedia.org/wiki/Revistahttp://es.wikipedia.org/wiki/Luchino_Viscontihttp://es.wikipedia.org/wiki/Luchino_Viscontihttp://es.wikipedia.org/wiki/Giuseppe_Tomasi_di_Lampedusahttp://es.wikipedia.org/wiki/El_gatopardohttp://es.wikipedia.org/wiki/Alma_Guillermoprietohttp://es.wikipedia.org/wiki/Mart%C3%ADn_Caparr%C3%B3shttp://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Fuenteshttp://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Villorohttp://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Villorohttp://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Tabucchihttp://es.wikipedia.org/wiki/Tom%C3%A1s_Eloy_Mart%C3%ADnezhttp://es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_Sabatohttp://es.wikipedia.org/wiki/Per%C3%BAhttp://es.wikipedia.org/wiki/Etiqueta_Negrahttp://es.wikipedia.org/wiki/Ciudad_de_M%C3%A9xicohttp://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Grupo_de_Publicaciones_Latinoamericanas&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Rafael_Molano&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Miguel_Silva&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Miguel_Silva&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/wiki/Colombiahttp://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Daniel_Titinger&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Julio_Villanueva_Chang&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/wiki/Cine
  • 7/28/2019 Tesis Cronica u. Matanza

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    nicamente al formato digital. Se caracteriza por presentar, en cada edicin, una temtica central

    que es abordada por los colaboradores desde diferentes puntos de vista.

    Rolling Stone es una revista del grupo La Nacin que ya lleva 14 aos de existencia. Orientada

    fundamentalmente al mundo de la crtica musical, tambin incluye crnicas y reportajes. Se edita

    en formato papel y tambin en versin digital.

    Lamujerdemivida se edita en Buenos Aires desde mayo de 2003. Cada nmero presenta un

    dossier central dedicado al tema de tapa, cuentos inditos de reconocidos escritores y secciones

    de pensamiento, cine, arte y psicoanlisis.

    En sus pginas conviven autores consagrados, como Hctor Tizn y Andrs Rivera, con

    periodistas, filsofos, pensadores, psicoanalistas, nuevas voces de la narrativa argentina y

    escritores internacionalmente reconocidos, como Juan Jos Mills y el premio Nobel J.M.

    Coetzee. Desde la tapa hasta la ltima pgina, cada edicin est ilustrada por dibujos originales

    de artistas argentinos contemporneos como Carlos Nine y Hugo Horita.

    Durante los primeros cinco aos, la revista se public mensualmente. En 2003 recibi el Premio

    Julio Cortzar de la Cmara Argentina del Libro a la mejor revista cultural del ao, y en 2005, el

    Premio Letras de Oro otorgado por Honorarte. Desde 2008, sale en forma trimestral.

    Se suman tambin a este inacabado univers