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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LUJÀN Paradigma de Resiliencia. Un aporte significativo en el abordaje de la problemática social de discapacidad. Autora: Daniela Renzi Tutora: Dra. Mercedes Escalada. TRABAJO FINAL DE GRADUACIÓN LICENCIATURA EN TRABAJO SOCIAL Campana-2010

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LUJÀN

Paradigma de Resiliencia.

Un aporte significativo en el abordaje de la

problemática social de discapacidad.

Autora: Daniela Renzi

Tutora: Dra. Mercedes Escalada.

TRABAJO FINAL DE GRADUACIÓN

LICENCIATURA EN TRABAJO SOCIAL

Campana-2010

RESUMEN

Este trabajo aborda la problemática social de

discapacidad como una expresión de la cuestión social y

como resultado de una construcción social que reivindica

los derechos y la participación ciudadana de las personas

con discapacidad.

Propone incorporar desde el Trabajo Social el

Paradigma de Resiliencia, y recuperar una parte del

mercado laboral en el campo de las Políticas Sociales de

Ocio, especialmente los programas de deportes, cultura y

promoción de Integración Social.

Gracias por aceptar mi humanidad

Gracias a los que comprenden

que yo no tengo la culpa que

mi cuerpo no sea el “deseable”

y logran mirarme

“sin desprecio o lástima”.

Vivo preso en este cuerpo, con dolores y movimientos limitados;

pero mi mente y emociones

tiene mucho potencial.

Me ayudan a desarrollarlo.

Algo en mí me dice que tengo algo bueno para ofrecer.

Gracias a los que saben que mis oídos

tienen que esforzarse;

por más que me grites no puedo oirte

pero tenemos otras formas de comunicarnos.

Si los dos queremos podemos.

Pensa todas las veces que dijiste “mi jefe no me entiende”, “mi hijo no me escucha”, “los políticos son indiferentes”,

¿encontraste otras formas de comunicarte?

Gracias a los que aceptan que mi mente es lenta; pero se regocijan con

mi sonrisa, mi abrazo y mis palabras cariñosas

y mi absoluta espontaneidad. Soy auténtico, no hago nada por interés, sólo quiero ser amado y aceptado. Es fácil,

porque no tengo maldad, no hago cosas por interès, sonrío y soy cariñoso.

Estas cosas no las veo en los demas. Podrían imitarme?.Tal vez los ayude a ser felices?

Gracias por soportar mi balbuceo, mis gritos, las preguntas que se repiten

y aún palabras sin sentido,

Uds. también lo hacen aunque no tengan un “certificado de discapacidad”.

Gracias por escucharme,

yo también tengo algo que decir, tengo mis propios deseos y necesidades.

Porque haya ido a una Escuela Especial

no significa que siempre sea un niño;

también aspiro a enamorarme, vivir en pareja y formar una familia.

Si me ayudan, como Uds, puedo ser feliz. No me nieguen la posibilidad.

Gracias a los que comparten mi mesa

aunque no pueda comer como ellos,

y coma como un bebè en un cuerpo adulto.

Hago lo que puedo,

no hago nada para ofenderlos, dañarlos o incomodarlos.

Gracias a los que se esfuerzan por interpretar lo que siento o necesito;

aunque se equivoquen, yo no puedo decirlo con palabras,

trato de traducir en mis ojos que sufro y necesito amor, soy un ser humano.

Gracias a todos aquellos que usan su inteligencia y sus recursos

o las estrategias necesarias para ayudarme en el camino de mi autorrealización,

aunque no sea la socialmente esperada.

Gracias por respetarme aceptarme y valorarme como soy,

tan sólo como soy, y no cómo ellos querrían que fuera.

Al fin de cuentas todos sufrimos por no ser amados, aceptados, valorados

por nuestra familia, por la sociedad.

Si dudan qué hacer o qué decir, piensen que necesitaban cuando eran niños; cuando no tenìan títulos, trabajo, dinero,

poder u otras “màscaras”.

Eran como yo; sólo que no les tocó una limitación evidente “sin pedirlo, ni merecerlo”.

La diferencia es que Uds. son como “ se debería ser”, según lo que dice la “norma”.

Soy como Dios o la Naturaleza quiso.

Con alma, sentimientos y emociones igual a las de Uds.

Tengo la misma categoría, nos une nuestra condición humana..

Necesito un gesto de reconocimiento

de mi dignidad humana.

Una sonrisa es un buen comienzo.

Lic. Daniela Renzi

Gracias a Cecilia Gutierrez, futura colega en Trabajo Social.

Al doctor en Trabajo Social GustavoParra , por sus aportes teóricos y

Técnicos y muy especialmente a la Dra. Mercedes Escalada, quien humanizó el proceso burocrático

para recibirme de Lic . en Trabajo Social. Sin ella nunca hubiera terminado esta etapa indispensable

de acreditación académica. A mi compañero de vida Enrique, quien me recordó que todavía estaba a

tiempo de concluir éste camino y confió en mí.

Gracias a BETHOVENN, VICTOR FRANK, ANA FRANK, FRIDA

KALHO Quienes hicieron de su sufrimiento una regalo a la humanidad…

A FRIDA quien fue, es y será un ejemplo

de RESILIENCIA, antes aún de haber

sido estudiado el fenómeno y antes de

haber descubierto mi vocación por

abogar por los derechos de las personas

con discapacidad.

Ella me enseñó…

…“NO NECESITO PIERNAS… TENGO ALAS PARA VOLAR”!

BIOGRAFÍA (1907 -1954)

-1913: Enferma de poliomielitis y, como secuela, el pie derecho le queda ligeramente deformado. Va a la escuela

primaria en Colegio Alemán de México.- 1922: Ingresa en la Escuela Nacional Preparatoria para prepararse para la

carrera de medicina. De los 2000 alumnos de la Escuela, sólo 35 son mujeres. - 1925: El 17 de septiembre sufre un

grave accidente de tráfico al chocar un tren con el autobús que la llevaba, junto a su amigo Alejandro Gómez Arias,

de la escuela a casa. Pasa un mes en el hospital de la Cruz Roja, donde inicia su afición por la pintura. Anteriormente

ya había tomado algunas clases de dibujo con el grafista publicitario Fernando Fernández, cuyo estudio se hallaba

muy cerca de la escuela - 1928: Se hace miembro del Partido Comunista de México (PCM), donde se encuentra de

nuevo con Diego Rivera1. Se enamoran. El pintor la retrata en el fresco "Balada de la Revolución", que pinta en el Ministerio de Cultura, con una blusa roja y estrella en el pecho, repartiendo armas para la lucha revolucionaria.

- 1930: A principios del año sufre su primer aborto provocado, a causa de la "desfavorable presentación de la

extremidad pélvica". Rivera obtiene encargos en Estados Unidos, y la pareja se traslada en noviembre a San

Francisco.

- 1931 - 1932: El matrimonio se traslada en abril a Detroit, donde Rivera ha de realizar un nuevo trabajo. Después de

tres meses y medio de embarazo, el 4 de julio sufre otro aborto - 1933: La pareja se traslada en marzo a Nueva York,

donde Rivera pinta un mural en el Rockefeller Center. A finales de año regresan a México y compran una nueva casa en el lugar suburbial San Angel.

- 1934: A causa de "infantilismo de los ovarios", pierde sus embarazos- 1935 - 1936: de vuelta en la casa de San

Angel, es operada por tercera vez en el pie derecho. Se enrola en un comité de solidaridad con los republicanos españoles.

- 1942 - 1943: Obtiene un puesto docente en la Escuela de Arte "La Esmeralda". Su mal estado de salud la obliga, ya a los pocos meses, a dar las clases en su casa de Coyoacán.

- 1946: Con su cuadro "Moisés" obtiene el premio nacional de pintura, otorgado por el Ministerio de Cultura. Le operan la columna vertebral en Nueva York.

- 1948: Se adhiere de nuevo al Partido Comunista de México (PCM).

- 1950: Es operada siete veces de la columna vertebral y pasa nueve meses en el hospital.

- 1951: Tras darse de baja en el hospital, se ve obligada a desplazarse en silla de ruedas. A partir de ahora tendrá que tomar continuamente anabólicos.

- 1952: Participa en la recolección de firmas en apoyo al Movimiento Pacifista. Diego Rivera la retrata en en su mural "La pesadilla de la guerra y el sueño de la paz".

- 1953: Lola Álvarez Bravo organiza en su galería la primera exposición individual su la obra

- 1954: Enferma de una infección pulmonar y, aún durante la convalecencia, participa,

contra el consejo de sus médicos, en una manifestación contra la intervención

norteamericana en Guatemala. Muere el 13 de julio en la "Casa Azul". A los cuatro años

de su muerte, la Casa Azul se convirtió en el Museo Frida Kahlo.

1 En 1922 entró en la Escuela Nacional Preparatoria de Ciudad de México, la más prestigiosa institución educativa de México, la

cual empezaba por primera vez a admitir chicas como alumnas. Allí sus travesuras la convirtieron en la cabecilla de un grupo

mayoritariamente formado por chicos rebeldes con los que realizó innumerables trastadas en la escuela teniendo generalmente como víctimas a sus profesores. Fue precisamente en esta escuela donde entraría en contacto con su futuro marido, el conocido muralista

mexicano Diego Rivera, a quien le había sido encargado pintar un mural en el auditorio de la escuela.

ÍNDICE

Introducción………………………………………………………….1

CAPITULO I: Problemática social de la discapacidad desde una

perspectiva de derecho……………………………………………..12

1- Construcción social del problema social de discapacidad…….16

1-1. Actualidad de la problemática………………………………………21

2-Conceptualización………………………………………………………25

2-1.Definiciones de organismos referentes……………………………..27

3-Paradigma hegemónico…………………………………………..32

3-1.La discapacidad una cuestión de derechos. ………………………...34

3-2.Enfoque desde derechos humanos…………………………………….…..39

3-3.Consideraciones para intervenir……………………………………..........41

4.Marco Legal…………………………………………………………………..44

CAPITULO II: Abordaje de la problemática sobre discapacidad

desde el Paradigma de Resiliencia

Introducción………………………………………………………….…52

1-Evolución histórica de la conceptualización de Resiliencia………….54

1-1.Primera generación…………………………………………………60

1-2.Segunda generación……………………………………………… 62

1-3. Una nueva perspectiva……………………………………………..65

2-Elementos teóricos propios de esta teoría………………………...

2-1.Factores de Resiliencia………………………………………….

2-2.Factores Protectores…………………………………………….....66

2-3. Pilares de resiliencia………………………………………………71

2-4.Pilares de resiliencia comunitaria…………………………………77

2-5. Anti-pilares de resiliencia…………………………………………79

3- Paradigma de Resiliencia, una nueva perspectiva para la

intervención…………………………………………………………. 82

3-1. Cambio de Paradigma………………………………………….. 86

3-2. Algunos Interrogantes…………………………………………..88

3-3. Mitos sobre Resiliencia………………………………………..91

CAPÍTULO III: Desafío Contemporáneo del Trabajo Social.

Introducción…………………………………………………………111

1-Modelo sistémico-ecológico…………………………………… 115

1-1.Perspectiva del Trabajo Social desde la visión sistémica………120

2-Políticas Públicas y Políticas sociales……………………………..117

2-1. Políticas Sociales de Ocio………………………………………124

2-2 . Importancia y evolución de las Políticas Sociales de Ocio……..126

2-3. Discapacidad y Ocio…………………………………………….129

2-4. Deporte como un recurso de promoción de resiliencia………….130

2-5.Beneficios del Ocio…………………………………………….. 131

3-Políticas socio-culturales como opción de Ocio…………………..133

4- Desafío contemporáneo del Trabajo Social……………………….138

Conclusiones………………………………………………………….142

Bibliografía…………………………………………………………..157

Consideraciones: En el presente trabajo deben considerarse dos acepciones, teniendo en cuenta que no son sinónimos:

PROBLEMÁTICA DE LA DISCAPACIDAD = reflexión teórica y/o descriptiva sobre el problema

empírico de la discapacidad

PROBLEMA DE LA DISCAPACIDAD = problema empírico (social) de la discapacidad.

INTRODUCCIÓN

En principio, el presente documento intenta ser una síntesis básica con los

argumentos necesarios para dar solidez a la hipótesis que surge como respuesta a la

problemática en relación con el tema general, que es la discapacidad como problema

social. El recorte teórico se circunscribe al abordaje del problema social de discapacidad

desde la perspectiva de resiliencia. La hipótesis surge como respuesta o propuesta de

intervención desde el TS, reivindicando el área de las Políticas Públicas, con los

consiguientes grados de ejecuciones: políticas, planes y proyectos sociales.

Puesto que la presente investigación se realiza en el marco de la presentación del

Trabajo Final de graduación para la Licenciatura en Trabajo Social, no puede tener la

forma de una tesis –dicha formulación se reserva para las carreras de postgrado–; por lo

tanto, he decidido que el género académico más adecuado y pertinente es una

Monografía de Investigación, ya que este género no sólo implica el explicitado de

posicionamientos de otros autores sino que además incluye reflexiones propias y

argumentaciones acerca del tema, desde una posición política, ideológica y personal

fundamentada en marcos teóricos, epistemológicos y metodológicos, rigurosos, precisos

y coherentes. En consecuencia, el proceso tiene la pretensión de constituirse en un

Ensayo Teórico.

La última afirmación deviene de una premisa. Desde el trabajo social,

entendemos que conocimiento y acción son dos momentos de una misma totalidad, ya

que la acción es orientada desde el conocimiento, y el conocimiento es producto de

dicha acción. También entendemos a la intervención profesional del trabajo social –que

le da su especificidad a la disciplina– como un conjunto de acciones sustentadas en

marcos teóricos, epistemológicos y metodológicos rigurosos y precisos. Concebimos

que la práctica de los profesionales del trabajo social no se agota en la intervención en

realidades particulares concretas, sino que la investigación es un componente esencial

de la profesión. Entonces, estamos en condiciones de afirmar que el trabajo social es

parte de la ciencia, en tanto y en cuanto es fuente de producción de conocimientos

científicos.

A lo largo del proceso de construcción teórica2 hemos intentado «una suerte de

triangulación metodológica» entre la teoría escrita por referentes teóricos tanto

latinoamericanos como europeos y norteamericanos, la propia praxis, observación

participante y el personal análisis crítico. Epistemológicamente este trabajo está

encuadrado en el Paradigma interpretativo combinando metodologías de investigación

cualitativa, procedimientos , enfoque dialéctico.3

Hemos pretendido aproximarnos a la “inter-subjetividad” recuperando investigaciones

de distintos teóricos a través de la investigación bibliográfica, ya que resultaría

grandilocuente hablar de “rigor científico”, al no contar con recursos materiales,

técnicos, humanos necesarios, ni de tiempo, estructura o institución de soporte.

Se fundamenta en la tradición alemana de la hermeneútica (arte de interpretar), en la

tradición del verstehen (entender), en la fenomenología de Alfred Schultz, en las críticas

al cientificismo y al positivismo. Buscan resolver el conflicto que existe entre el

subjetivismo y el objetivismo.

Aplican la metodología empirista al inquirir humano. Quieren desarrollar una ciencia

interpretacionista objetiva para investigar la experiencia subjetiva del ser humano. El

comportamiento humano tiene un propósito.Los agentes sociales se consideran

autónomos, intencionales, activos, orientados hacia unas metas; construyen e interpretan

su propio comportamiento y el de los otros agentes. La acción humana la interpretan

por medio del concepto del Verstehen 4.

2 Para el construccionista no hay un mundo real preexistente e independiente de la actividad mental humana y del

lenguaje simbólico humano. Es anti-esencialista y rechazan la idea de que la determinación social sea precedida de

algo esencial o natural. Nelson Goodman , filósofo que más ha influenciado la teoría constructivista, es irrealista,

pluralista y pragmático; entiende que el mundo se reconstruye partiendo de mundos ya hechos; no son diferentes

interpretaciones del mismo mundo sino diferentes versiones del mundo. Utiliza lo correcto en lugar de la verdad. La

función del investigador es describir e interpretar no dar una descripción del mundo real. 3 La dialéctica es un método de pensamiento y de interpretación del mundo, tanto de la naturaleza como de la sociedad. La

dialéctica es la lógica de la contradición.Es una forma de analizar el universo que parte del axioma de que todo se encuentra en un estado de constante cambio y flujo. 4 Interpretaciones del Versthen : fenomenológica - lo interpretan como el poder de captar los significados intersubjetivos y las

actividades simbólicas que son constitutivas de la vida social

No pretendemos decir que la interpretación que hacemos es verificable o comprobable.

A través principios éticos hemos intentado persuadir con un sentido práctico de

razonamiento, de la necesidad tomar decisiones éticas de las interpretaciones en

situaciones concretas (es tratar de tomar decisiones responsables y poder dar buenas

razones para haberlas tomado). La propuesta de reivindicar los Proyectos Culturales

para promover la Integración y la resiliencia, es debido a que la misma se considera que

es interactiva y hermeneútica5; se tiene que interpretar sin buscar razones causales; es

un contexto dentro del cual los seres se pueden describir. El lenguaje y los símbolos

son una parte constitutiva de la cultura; no son objetos separados. Se concibe la

realidad como el significado que se la da a las acciones de los miembros de una cultura.

El significado de lo que es la realidad depende de las acciones de los miembros de una

cultura. La función del investigador no es observar y describir sino descubrir y describir

los significados de las acciones humanas.

La motivación intrínseca –que ha sido el motor de este trabajo de larga data– es

la explicación del carácter novedoso de la presente propuesta. La respuesta está en la

mayor fuente de información, que es la observación directa y la experiencia en trabajo

de campo.

Cabe aclarar que soy Profesora en Educación Física, luego me licencié, y desde

1992 me especialicé en el área de Discapacidad (en Argentina y en Cuba), focalizando

mi labor en las áreas de Prevención Primaria, Secundaria y Terciaria. Con esas certezas,

logré hacer prácticas en hospitales de Cuba y escribir la Tesis de Licenciatura,

proponiendo la intervención de los profesores de Educación Física en los Cursos de

Psicoprofilaxis para embarazadas en los hospitales, a fin de reducir el intervencionismo

y favorecer el parto natural (1998).

Años más tarde, comprobamos –sobre la base del sentido común– la importancia

de la actividad física en la prevención y de los estudios a nivel mundial sobre las

estrategias de reducción del intervencionismo. Todavía se centra el poder de opinión en

los ámbitos médicos, sin visualizar el recurso económico y humano del cuerpo docente.

La respuesta es que los profesores no pueden estar en los hospitales.

Desde postgrado en salud y rehabilitación en la Universidad de La Plata,

participamos en una experiencia de prevención a través de un ejercicio en el Hospital

5 Hermeneútica - el que inquiere participa en la producción de significados por medio de las interpretaciones que hace del

mismo ( círculo de interpretaciones).

de 25 de Mayo. La experiencia en Cuba (1998-2001) puso en evidencia mi certeza al

respecto: menos recurso económico y más capital humano. Sin embargo, las elites

académicas no toman a los profesores de Educación Física como parte de los equipos

interdisciplinarios, por cuestiones de castas académicas.

Cursé primer año de Postgrado de Salud Pública en la UBA, pero al segundo año

no lo dictaron. Desde 1999, trabajo en la Municipalidad de Escobar en el Área de

Discapacidad, donde me desempeñé como profesora de recreación, deportes, natación,

vida en la naturaleza, cultura y equinoterapia, entre otras disciplinas. Es en ese ámbito

donde surge la necesidad de comprender la problemática de la discapacidad, con el

objeto de mejorar la calidad del servicio en el campo y tomar conciencia de la necesidad

de generar espacios desde el Estado.

Me inscribí en esta carrera con el fin de estudiar, investigar y generar propuestas

para este grupo poblacional, desde el Estado. Terminé de cursar en el año 2004. Desde

el comienzo, transferí los contenidos de cada materia a la problemática. Hago esta

aclaración, porque el presente trabajo es la síntesis de un proceso personal e intelectual.

Nunca ejercí como trabajadora social, y abandoné el ámbito académico.

Durante años leí, investigué y escuché muchos discursos sobre integración e

inclusión. Ciertamente, muchas discusiones academicistas se dan con gente que no

practica ni promueve la integración. Justamente, el hecho de “hacer integración” es el

desafío. Desde lo social, se trata de promover el acceso a las políticas sociales

culturales.6

Las experiencias profesionales se fueron enriqueciendo con los insumos teóricos

a lo largo de la cursada de la carrera de TS, lo que fue traduciéndose en un verdadero

planteo de la problemática, del que surgieron millones de preguntas, con el consecuente

intento de responderlas.

Una inquietud crucial en mi carrera profesional, puesto que no ejerzo como

trabajadora social, apuntó al cuestionamiento respecto de sobre qué temas podría o

debería producir conocimientos el trabajo social. Precisamente, la producción de

conocimientos puede efectuarse en dos escenarios: la situación identificada como

6 Generé un Proyecto Social, con el fin de crear nuevas experiencias desde lo personal,

profesional y social. Desde el año 2007 creé una Comedia Musical Integrada, para personas con o sin

discapacidad. El objetivo es una misión social: favorecer la resiliencia de esas personas a través de artes

escénicas (canto, danza, tango, teatro), para materializar la integración social.

problemática objeto de la intervención profesional y los temas con un mayor nivel de

abstracción, que trascienden esa esfera, aunque la atraviesan.

Otras inquietudes que sirvieron de motivación a la hora de buscar respuestas

para la presente investigación, fueron las siguientes: ¿Qué es la resiliencia? ¿Cuáles son

sus manifestaciones? ¿Cómo se promueve y qué aporta a las ciencias sociales y, en

especial, al trabajo social? ¿Cómo se engloba todo este conocimiento dentro del nuevo

paradigma? ¿Qué se entiende por discapacidad, con sus múltiples determinaciones

(históricas, culturales, sociales, políticas y jurídicas)? ¿De qué modo la globalización

imbrica los paradigmas terapéuticos y educacionales en su abordaje? ¿Cómo concibe el

trabajo social la problemática de la discapacidad? ¿Qué implicancias tienen las

acepciones “discapacidad como construcción social” o “cuestión de derechos”? Por

último, ¿cómo se cruzan esta problemática social y el paradigma de resiliencia como

alternativa en leal abordaje con el trabajo social, en el desafío que conlleva la

Posmodernidad? Son ellos algunos de los interrogantes que posibilitaron la construcción

del problema objeto de conocimiento.

Esta problemática se sintetiza en el problema objeto de conocimiento: ¿Cómo

los trabajadores sociales pueden tomar el paradigma de resiliencia para intervenir en la

problemática de discapacidad y favorecerla desde programas sociales de ocio?

A grandes rasgos podemos decir que dio origen al área temática: “Resiliencia”; y

también al tema: “La resiliencia en el abordaje de la discapacidad, un desafío para el

trabajo social”.

La teoría que iluminó mi camino de formación profesional en estos cinco años

universitarios hizo su primera aparición cuando el profesor G. Parra, de Introducción al

Trabajo Social, nos permitió conocer a un icono del T.S., Marilda Iamammoto, con su

célebre frase: “ni mesianismo, ni fatalismo”. De allí en más, se presentó el desafío de

enriquecer las brechas desde un optimismo realista.

El desafío, entonces, ha sido profundizar en la teoría que nos lleva a constatar la

hipótesis inicial: los proyectos socio-culturales –que operan desde las políticas sociales–

son una estrategia óptima para favorecer o propiciar la resiliencia social en personas con

discapacidad.

Esta investigación de búsqueda bibliográfica y de fuentes secundarias pretende

despertar en el trabajador social la necesidad de despojarse de prejuicios y de corsetes

ideológicos, para formarse y adecuarse al mercado laboral contemporáneo, con el

compromiso ineludible de la formación y la búsqueda inacabable del sustento teórico.

En el marco teórico, epistemológico y metodológico –riguroso y coherente– que

orienta esta investigación, he sustentado el discurso en la experiencia y observación, así

como en todas las acciones propias de la revisión bibliográfica.

Lo anteriormente citado tiene dos objetivos: en primer lugar, justificar la

importancia, relevancia y originalidad de la temática; y, en segundo término,

fundamentar las fuentes directas de las afirmaciones que sirven de sustento en este

proceso.

Otro recurso metodológico fue la revisión bibliográfica, que consiste en el

análisis crítico de producciones teóricas que sirvan como modelos explicativos de la

realidad social. Su objetivo es indagar y profundizar los puntos en común y las

coincidencias, en detrimento de las posibles incompatibilidades de las distintas

perspectivas teóricas que permitieron, a lo largo del camino de revisión bibliográfica, la

construcción de una mirada teórica.

Para fundamentar la necesaria consideración del paradigma de resiliencia en la

formación profesional (conceptuación, investigación e intervención), profundizaré el

tema desde un sólido marco teórico y desde antecedentes de prácticas e intervenciones

de trabajadores sociales publicadas en la web. A través de fundamentos teóricos,

bibliografía y sitios de Internet, habrá un rico material teórico para dejar de emitir

juicios subjetivos a priori desde la ideología marxista.

Cabe aclarar que los académicos posicionados realistamente en el materialismo

dialéctico, y no en el idealismo hegeliano, podrán ir dilucidando puntos en común ante

la perspectiva de la intervención del trabajo social, contemplando las múltiples

determinaciones como una práctica histórica y transformadora de la realidad social, y el

análisis de intervención desde el paradigma de resiliencia.

En dicho proceso crítico y reflexivo como sujeto investigador, interpelando a los

autores desde sus producciones teóricas, me he apropiado críticamente de esas teorías,

con sus propios conceptos y categorías.

Las acciones básicas que fui haciendo en esta metodología fueron selección,

lectura, relectura y análisis crítico. El producto final es el trabajo escrito, a modo de

síntesis o resumen, para fundamentar las premisas iniciales, tomando como instrumento

la ficha bibliográfica, propia de esta técnica metodológica.

Esta investigación de búsqueda bibliográfica y de fuentes secundarias pretende

despertar en el trabajador social la necesidad de despojarse de prejuicios y de corsetes

ideológicos, para formarse y adecuarse al mercado laboral contemporáneo, con el

compromiso ineludible de la formación y la búsqueda inacabable del sustento teórico.

Es mi más sincero deseo realizar un aporte a la búsqueda de caminos para la práctica

profesional del trabajador social en la problemática de la discapacidad.

Es necesario considerar que esta investigación bibliográfica surge como

inquietud en el afán de encontrar recursos de sustento teórico para proponer una

relación sólida entre esta perspectiva y el nuevo paradigma de intervención en la

problemática de discapacidad. La misma se materializa en la siguiente hipótesis: los

programas sociales de ocio (recreación, deportes, cultura y turismo) son eficientes

promotores de resiliencia en personas con discapacidad en situación de pobreza.

De esta manera se expondrán tres ejes de análisis:

1) Discapacidad: paradigmas, conceptuación, salud, educación, ocio,

perspectivas, políticas sociales, programas específicos, derechos, marco legal.

2) Resiliencia: paradigmas, conceptuación, antecedentes, políticas sociales,

derechos, investigaciones, legalización, pilares, factores, críticas y mitos.

3) Trabajo social: mitos de resiliencia, rol del trabajo social históricamente

asignado y legalmente definido; desafío del trabajo social contemporáneo, y en el nuevo

paradigma de resiliencia.

4) Conclusión, propuesta y desafío.

La importancia de considerar a la discapacidad como un problema social que

debe ser abordado estratégicamente es el punto de partida. Esta afirmación puede ser

resumida en el siguiente postulado: “Toda persona con discapacidad tiene derecho a las

medidas destinadas a permitirle lograr la mayor autonomía posible.”

El tema específico abordado en el presente trabajo se centra en un grupo

poblacional, en cuya unidad de análisis se determinan como personas con discapacidad.

Desde el principio debemos aclarar que no sería pertinente referirnos a “minorías”,

pues el 10 por ciento de la población mundial padece algún tipo de discapacidad,

deteriorando el desempeño laboral, educativo, recreativo, político, sindical, sexual,

religioso o relacional, tanto desde la perspectiva de sus derechos como de sus

obligaciones.

Esta problemática trasciende espacios geográficos, clases sociales, sexo, credo,

cultura, etcétera, pero es irrefutable que el estigma de la pobreza es un sello que agudiza

la situación desde sus causas a sus consecuencias; es un factor concomitante ineludible.

Por este último motivo es que se estrecha intrínsecamente a la cuestión social, a

las políticas sociales y, específicamente, al campo de intervención propio del trabajo

social. Es nuestro desafío brindar un aporte para que el tema salga de lo discursivo e

ingrese en la agenda pública; pero no sólo en el plano político, sino también en los

recintos de nuestra Alta Casa de Estudios, para ser visualizado y debatido, tomado por

nosotros como actores sociales, intelectuales orgánicos o, al menos, como ciudadanos

sensibles a las problemáticas sociales de los sectores vulnerados y vulnerables.

Aquí se pondrá en el centro de la escena el enfoque de resiliencia. Hablaremos

de personas con alguna discapacidad, y no de personas discapacitadas. No “son” o

“están” discapacitadas, sino que tienen una discapacidad, como una peculiaridad de su

vida. Esto nos ubica frente a las capacidades y también nos presenta un concepto amplio

de salud.

Por lo tanto, liberamos de la cripta a la discapacidad como enfermedad, quitando

la hegemonía en el actuar a los médicos y atribuyéndonos un espacio de intervención

necesario, que trascienda el mero asistencialismo burocrático del trabajo social para

tramitar el Certificado de Discapacidad o Pensión. Esto es necesario y propio de nuestro

quehacer.

Las políticas públicas que deberían atender las necesidades colectivas propias de

la problemática social de discapacidad son insuficientes, en particular en los países

periféricos, debido a factores tales como integración, inclusión, exclusión y

discriminación, que entretejen una compleja trama de poder entre minorías y mayorías.

Esto se traduce, inevitablemente, en desigualdades significativas respecto de las

oportunidades de los miembros de la sociedad. Luego se profundizará sobre exclusión e

inclusión como dos caras de una misma moneda, que permiten identificar claramente

situaciones de vulnerabilidad que requieren de atención e intervención.

Proponemos como contracara la posibilidad de reivindicar al sujeto, recuperar su

protagonismo y realzar su subjetividad con posibilidad de constituirse en actor social en

asociación con otros, recuperando el sentido de la existencia desde un proceso

dignificante.

He tomado como representantes del trabajo social a dos académicas de

renombre: Marilda Iamamoto y Andrea Oliva. La primera autora será la que nos dé el

puntapié inicial, a modo de introducción, para realizar el análisis necesario del trabajo

social contemporáneo y la adecuación en la formación e intervención a los nuevos

mercados laborales. Utilizaré el trabajo de la licenciada Oliva para retomar el análisis de

discernimiento del posicionamiento ideológico, no como polos opuestos, sino

complementarios.

El análisis de la gestión, asistencia y educación como tareas históricamente

asignadas servirá a modo de analogía, para llevarla al concepto de promoción de la

resiliencia como estrategia de intervención, que lleva implícita dicha dualidad y el

posicionamiento ideológico propio del trabajador social, cuya praxis dará como

resultado la reproducción del sistema (statu quo), o bien será una praxis reinvindicativa

y transformadora.

En el presente trabajo intento ir más allá, no sólo en el quehacer pragmático y

técnico. Propongo una red conceptual, a través de conceptos ordenadores, tales como

derechos, políticas sociales, ocio, cultura y proyectos sociales, que también entran en el

ámbito profesional del trabajo social y brindan aportes a la problemática como

prevención primaria, secundaria y terciaria, aun sin ser médicos.

Ineludiblemente, la formación profesional deberá considerar la legislación y

orientarse con ella, para elaborar políticas públicas y planes de investigación y

transferencia de conocimientos.

Pretendo distanciarme del discurso pesimista, donde todo está mal y no se hace

nada por los discapacitados; muy por el contrario, en los últimos años la problemática

de la discapacidad se ha hecho más visible y el punto de inflexión fue el año 2001,

cuando la crisis dio paso al protagonismo de los propios involucrados y al comienzo del

auge de los movimientos sociales, con la consecuente visualización.

Un punto de partida es reivindicar la amplia y diversa legislación específica de

vanguardia en el mundo entero, de la cual Argentina es pionera. Esto es vital, y he aquí

nuestro buen augurio: ya tenemos el primer paso dado, contamos con la ley que nos

respalda; sin embargo, ahora nos queda un largo y arduo camino por recorrer, que es el

de efectivizar los derechos. Dicho camino va desde la lucha en manifestaciones hasta la

puesta en marcha de proyectos sociales destinados a la población. Todo sobre la base de

una premisa: no desligar toda la responsabilidad en el Estado, sino en nuestra

construcción cotidiana del proyecto societario en el cual debemos comprometernos

como ciudadanos, y más aún como profesionales del trabajo social.

Cabe hacer una última aclaración: debido a la extensión adecuada para el

presente trabajo y a la complejidad del entramado conceptual, hemos elegido la

modalidad de recurrir a un glosario (cada vez que aparezca “G”) como estrategia

discursiva, para evitar el hecho de tener que explicar conceptualmente cada categoría de

análisis, citando y develando el posicionamiento teórico y paradigma, corriendo el

riesgo de que el lector pierda el hilo conductor, en detrimento de la transparencia y

agilidad de la lectura para el público en general.

Son destinatarios tanto los lectores en general interesados en la problemática

social de la discapacidad como los lectores del ámbito académico. Recomiendo leer el

índice para entender la secuencia y encadenamiento de los contenidos, y recurrir al

glosario cada vez que aparezcan términos propios de la jerga de trabajo social que

pudieran generar confusión.

Los invito a recorrer juntos el desafío de encontrar en la teoría el fundamento de

proyectos sociales enriquecedores para personas con discapacidad, considerados como

protagonistas de una problemática social, desde la perspectiva del Derecho y desde el

enfoque del modelo de intervención de la resiliencia social como tema central.

A continuación se desplegará un intento de ensayo teórico, que se ofrece a la

lectura y a la crítica de colegas y estudiantes comprometidos con la problemática de la

discapacidad. El mismo se configura como un campo de conocimiento que comienza a

identificarse con perfiles propios.

Es mi más sincero deseo realizar un aporte a la búsqueda de caminos para la

práctica profesional del trabajador social en la problemática de la discapacidad.

¿Por qué veo a la discapacidad como un problema que no me incumbe?

¿Tengo presente que se trata de una persona, aunque tenga alguna discapacidad?

Mucho más es lo que nos une que lo que nos separa.

Ambos somos seres humanos y, por ello, dignos.

Tenemos necesidades inherentes a nuestra humanidad:

ser amados, reconocidos y aceptados socialmente.

Ambos tenemos la capacidad de disfrutar y de sufrir.

Ambos buscamos autorrealizarnos y ser felices.

El desafío del trabajo social como posibilidad de intervenir desde el paradigma de

resiliencia en la problemática social de discapacidad, promoviendo la resiliencia a

través de la programación, gestión y ejecución de programas sociales de ocio

(recreación, deportes y cultura) y en su intervención específica constituye la

centralidad del presente trabajo

CAPÍTULO I

Problemática social de la discapacidad desde una perspectiva

de derecho.

Introducción.

Las sociedades contemporáneas han llevado la discapacidad a la categoría de

problemática social, como producto de una evolución conceptual y de la construcción

de la sociedad, hasta lograr circunscribirla en el ámbito de la cuestión social y

mantenerla, a fuerza de luchas constantes, en la “agenda pública” –con mayor o menor

intensidad–, gracias a la utilización de los medios de comunicación masiva, que

detentan un poder sin precedentes en la historia.

Indudablemente, hay un punto de partida indiscutible: el reclamo constante –

aunque muchas veces estéril– al Estado. Partimos de una verdad incuestionable: es el

Estado quien debe garantizar los derechos sociales, sin distinción de raza, género, credo

o discapacidad, tal como lo indica la Constitución en su Artículo 14 bis. He aquí una

gran “disquisición”: El Estado “de bienestar” quedó como recuerdo añorado de un

Estado paternalista, que era el responsable de satisfacer todas nuestras necesidades y lo

hacía, entre otras cosas, gracias a una política de pleno empleo.

Llegamos al siglo XXI y, más allá del reclamo legítimo al Estado para que haga

cumplir las leyes vigentes, debemos reconocer al Tercer Sector, compuesto por la

sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, etcétera.

Además, es necesario que nos reconozcamos como ciudadanos capaces de transformar

positiva y constructivamente nuestra sociedad, disminuyendo la brecha entre la realidad

y el proyecto societario que deseamos.

Finalmente, por encima del debate legítimo en relación con la presencia del

Estado que todos deseamos, debemos aceptar, reconocer y utilizar la preponderancia del

Tercer Sector, al menos como estrategia válida y viable.

Esta afirmación, que implícitamente lleva un posicionamiento ético, ideológico y

político, tiene su basamento en la historia misma. La cuestión social surge como tal a

fines del siglo XIX, cuando el capitalismo comenzaba a ceder ante las luchas

protagonizadas por las primeras organizaciones sindicales, “otorgándoles” a los

ciudadanos la capacidad y responsabilidad de resolver su propia supervivencia,

justificando de esa manera la ausencia del Estado y centralizando la visión en el

objetivo de amortiguar los efectos de la pobreza, circunscribiéndolos a las instituciones

de beneficencia o caridad.

La cuestión social implica la necesidad de diseñar e implementar políticas

sociales, que idealmente aspiran a la justicia social y a la promoción de los derechos

básicos de la ciudadanía.

La cuestión social sigue siendo intrínsecamente la misma, sólo que en la

sociedad contemporánea se ha logrado categorizar y conceptuar fenómenos que, si bien

existieron siempre, no se nombraban.

A continuación mencionaremos algunos fenómenos sociales que giran en torno

a la discapacidad, tales como exclusión, inclusión e integración. Cabe aclarar que se

trata sólo de una incipiente aproximación conceptual y de ninguna manera puede ser

tomada como definición.

Sabido es que una manifestación de la agudización de la cuestión social es la

pobreza –siempre vigente e in crescendo–, que sigue cobrando sus víctimas, personas

pobres e indigentes, pese a su naturalización y al intento por parte de las políticas

sociales por mitigar o corregir las consecuencias de este modelo de producción que

genera y promueve la desigualdad. Es innegable la necesidad de relacionar estas

situaciones con la vulnerabilidad que se agrega a las personas en situación de

discapacidad.

Retomamos la cuestión social por dos razones: la primera, porque encarna las

desigualdades en el Estado moderno; la segunda, porque entre sus múltiples

manifestaciones la exclusión se evidencia en todas sus formas, separando, segregando,

clasificando, estratificando y seleccionando los que “están dentro” o “están fuera”.

En los últimos años hemos asistido a una presencia cada vez más fuerte en el

discurso social del término “exclusión” y el incremento de la pobreza contribuye a su

legitimación. Así, en lo cotidiano, pobreza y exclusión se naturalizan. Algunos de sus

protagonistas, quienes sufren exclusión y pobreza, son llamados pobres e indigentes, y

se materializan como beneficiarios de políticas sociales que tratan de corregir y/o

mitigar las consecuencias de este nuevo orden: el de la desigualdad.

La correlación entre pobreza, situaciones de riesgo o debilidades y discapacidad

es clara. Cuando nos referimos a exclusión, lo hacemos en el contexto de la cuestión

social, que está inexorablemente ligada al modelo de producción capitalista. Si bien es

producto de los procesos económicos, provoca menoscabo en el ejercicio de todos los

derechos, y no sólo de los que garantizan la satisfacción de las necesidades básicas.

Esta situación, originada por la imposibilidad de ingresar en el sistema

económico, se ve agravada por el desconocimiento debido a la falta de educación o de

información. Las consecuencias directas de no pertenecer al sistema económico

hegemónico –concentración de riquezas y profundización de las desigualdades

económico-sociales– pueden llegar hasta la privación u obturación de los derechos más

elementales.

El término “inclusión” ha comenzado a utilizarse en el discurso social en el

marco del pensamiento sistémico, o de los sistemas complejos. Surge como paliativo

para corregir o mitigar las consecuencias de la exclusión. De todas maneras, desde hace

tres décadas viene gozando de preponderancia en el ámbito educativo –específicamente,

en las áreas de la Educación Especial–, haciendo referencia a la necesidad de respetar la

identidad y singularidad de la persona con discapacidad. Lamentablemente, esto queda

en el plano simbólico del discurso y se restringe a una nimia muestra de la población en

cuestión que, a su vez, encuadra en la educación oficial y/o convencional.

En realidad, lo que debería hacerse es debatir y trabajar para llevar adelante

políticas sociales o sistemas que promuevan la inclusión, aunque no en escuelas

inclusivas. Sin lugar a dudas, la situación deviene de una connotación económico-

social-cultural, en el sentido de pertenencia a las clases socio-económicas funcionales al

capitalismo.

Algunas características básicas de la educación inclusiva son las siguientes: se

materializa a través de políticas educativas que enfatizan los derechos humanos;

incorpora el concepto de accesibilidad, intentando derribar las barreras no sólo

arquitectónicas (diseño universal), establece como indicador la calidad educativa y

promueve la aceptación de la diversidad a través de la formación de todos los actores

sociales.

Ambos términos, inclusión y exclusión, no son antagónicos, sino

complementarios, y deben ser tomados desde una perspectiva totalizadora, como

aspectos de una misma realidad, las dos caras de una misma moneda. Más allá de las

disquisiciones conceptuales que ameritarían ambos términos, lo que queremos apuntar

es que estos conceptos refieren intrínsicamente a la intención de hacer efectivos los

derechos que invariablemente derivan del nivel de inserción económica en el sistema.

Es inevitable que los conceptos desplegados anteriormente deriven en dos

términos que son “hitos inevitables” a la hora de intervenir en la problemática social de

la discapacidad. Se trata de inclusión e integración, que no son términos antagónicos,

sino complementarios. El primer término va creciendo y apoderándose de los ámbitos

académicos.

Debemos evidenciar que este término se acuña dentro del Paradigma de Salud

que propugna la OMS, hecho que explica su hegemonía, no sólo en el ámbito de la

salud y la educación, puesto que funciona como orientación general para la intervención

en la problemática.

En general, la inclusión social se aplica al análisis y resolución de las urgencias

coyunturales. El proceso de inclusión se lleva adelante a través de intervenciones

puntuales que se corresponden con determinadas políticas públicas. Éstas se

fundamentan en una suerte de “discriminación positiva”, están enfocadas hacia sectores

específicos y son de carácter provisional. No se alude aquí al logro de un grado de

bienestar generalizado, como en el caso de la integración social.

Recuperamos algunos de los fundamentos del sociólogo Robert Castel, y del

trabajo realizado sobre la integración social por parte del Senado de la provincia de

Buenos Aires. Esta perspectiva parte del supuesto de que la integración se alcanza

mediante la búsqueda de los grandes equilibrios sociales, homogeneizando el acceso a

la educación, a los servicios y a las protecciones sociales. De ese modo, se reducen las

desigualdades y se logra un mejor reparto de las oportunidades.

Tomamos ese paradigma dado su intento superador frente a la inclusión.

Además, propicia acciones para paliar los efectos de la exclusión socio-económica,

involucrando y comprometiendo a los propios damnificados, al mismo tiempo que

fomenta el debate público entre los distintos sectores.

Proponemos el término “integración” porque es un mecanismo que supera a la

inclusión, ya que incorpora a las personas en la red social en la que todos sus “nodos”

son activos y están contemplados dentro de una comunidad, globalmente integrada.

Cabe destacar que cuando hagamos referencia al grado en que el individuo o una familia

en particular forman parte de la sociedad, utilizaremos el concepto de “inclusión”.

Como ser social, el sujeto tiene el derecho y el deber de participar del proceso

por el cual se integra en la sociedad. De este modo, se posibilita el despliegue de

capacidades y oportunidades para poder conectarse, a través de las distintas sinergias,

con el paradigma de desarrollo humano dentro de un determinado contexto social. Si

bien este mecanismo no tiene una evolución lineal y puede obstruirse en su dinámica,

siempre continuará interrelacionándose y tendrá retroalimentaciones que mantengan su

vitalidad.

En las sociedades con capacidad integradora subyace una concepción de la

persona como un ser valioso, útil y activo. No podemos caer en la trampa de la

dicotomía entre la solidaridad y el asistencialismo, inclusión versus integración.

Apoyamos la necesidad de asegurar el derecho al conjunto de bienes y servicios

para todos, pero no tomando a la persona con discapacidad como un sujeto al que se

debe auxiliar constantemente de un modo paternalista, sino dándole poder como

hacedor de su destino, promoviendo su autodeterminación. Si no se da ese mecanismo,

no hay integración social posible, aunque el Estado garantice el acceso a los derechos

indispensables para alcanzar la cohesión social, sin sacrificar a los grupos vulnerables.

Por último, si bien la integración es un derecho, se materializará en la medida

en que haya un poder capaz de hacerlo efectivo; de lo contrario, quedará en el ámbito

de las buenas intenciones o de inmejorables declamaciones registradas en la legislatura.

Partimos de la premisa de que la persona con discapacidad tiene grandes

posibilidades de desarrollar una plena integración en la vida social (familia, educación,

trabajo, tiempo libre, organizaciones, etcétera. Ese derecho a la integración conlleva el

principio de equiparación de oportunidades por parte del tejido social e implica el

desarrollo intencionado de estrategias que permitan el ejercicio de las capacidades de

todas las personas.

La totalidad de los fenómenos que hemos tratado de conceptuar anteriormente

requiere de la intervención del Estado a través de políticas sociales que respondan a los

principios de normalización e igualdad de oportunidades. Esto se relaciona con el hecho

de derribar barreras.

Se trata de favorecer la accesibilidad y la seguridad en los diferentes ambientes,

brindando las facilidades que las personas requieren para la supresión de barreras, tanto

físicas como conceptuales, que impiden su integración y ponen en peligro su salud.

Surge así la necesidad de la normalización o adecuación del medio, en concordancia con

el principio de equidad, lo cual implica la decisión de encarar las inversiones y gastos

necesarios para su cumplimiento.

En el polo opuesto, la intervención del Estado a través de políticas sociales no

puede descuidar la percepción de riesgos, y su efectiva existencia difiere según las

características y gravedad de la discapacidad que afecta a las personas. A mayor

limitación y más baja capacidad y respuesta psicofísica corresponde una mayor

exposición a dichos riesgos.

La preocupación por las barreras físicas que dificultan y/o impiden la

accesibilidad y circulación en el espacio urbano es una constante para las personas con

discapacidad. Concretamente, esta situación se pone de manifiesto cuando se ven

implicadas sus necesidades de desenvolvimiento en la vida cotidiana, sea en el ámbito

familiar, laboral, recreativo, deportivo o religioso. A veces se endilga a dichas barreras

la principal causa de participación e integración no plenas, responsabilizando por ello a

las autoridades y a la sociedad en general.

En el intento de superar esas etapas, anticiparemos en esta oportunidad el

capítulo final, la propuesta de intervención, tomando como eje a la cultura como una

estrategia a la hora de pensar en políticas sociales que promuevan la integración de

personas con discapacidad. De modo singular, desde el ámbito de la cultura podemos

brindar importantes aportes a la identificación y puesta en marcha de las capacidades de

una comunidad para trabajar por su integración y desarrollo. Pretendemos reivindicar la

cultura como trama que configura una red de interdependencias, profundizando una

dimensión relacional, en detrimento del individuo.

“La cultura es el conjunto de conocimientos, experiencias, valores, principios,

creencias y costumbres, propias y asimiladas, que las comunidades o grupos han forjado

a través del tiempo con un propósito específico: la búsqueda del bienestar en sus

distintas manifestaciones.”

1-Construcción social del problema social de discapacidad

Hablar de discapacidad siempre hace referencia a una “desventaja”, a las posibilidades

limitadas de desarrollo humano. Tiene una connotación de “limitación”; esto es erróneo,

ya que la discapacidad no está dada exclusivamente por las carencias –físicas y

mentales, entre otras–, sino también por la misma comunidad a la que se pertenece, en

tanto no ofrece oportunidades o medios alternativos de superación y/o promoción.

Partimos de la base de que la discapacidad es un fenómeno social que se puede

objetar. En principio, está constituido básicamente por una situación de menoscabo

físico, psíquico o sensorial que afecta a personas concretas y se reproduce en el nivel

socio cultural. Cada sociedad configura la imagen social de la discapacidad, como

producto colectivo de valores, creencias e ideología, que se manifiestan en las

intervenciones específicas y en el lugar simbólico y real de las personas con

discapacidad en un tiempo y espacio concreto. Esto nos da una mirada esperanzadora,

puesto que parte de una construcción alrededor del problema social, que indica la

posibilidad de cambio y mejora del fenómeno a través de intervenciones adecuadas. Por

otra parte, este enfoque se encuentra en absoluta consonancia con el de resiliencia.

Reivindicamos el papel activo y protagónico en la trama social. La sociedad

“discapacita” o habilita, es decir, segrega o agrega. Hablar de discapacidad como si

fuera una desventaja, es hacer referencia a las posibilidades limitadas de desarrollo

humano. La limitación, no está dada exclusivamente por las carencias –físicas y

mentales, entre otras– del individuo, sino por la misma comunidad a la que se

pertenece, en tanto no ofrece medios alternativos de superación y/o promoción.

Así planteado el tema, puede decirse que la discapacidad es un problema social, que

implica un adecuado tratamiento en el estudio y en la intervención, en dos sentidos: 1)

la persona que padece la discapacidad, rescatando su subjetividad y papel activo; y 2) la

comunidad a la que pertenece. Un ejemplo es el gran avance tecnológico y científico,

aun académico en el primer sentido, no siempre acompañado por la sensibilización,

concientización y compromiso social frente a esta problemática social.

Un problema social desde una perspectiva sociológica nos lleva más a ver qué es lo

que funciona mal, a entender, interpretar y explicar cómo se desempeña todo el sistema

de que se trata. Eso es lo que pretendemos en materia de discapacidad.

Nuestro propósito es entender al individuo con discapacidades en su carácter de ser

social, partícipe de una cultura e inserto en una comunidad, en retroalimentación

permanente.

Estamos en condiciones de afirmar que la discapacidad es un problema social, porque

encuadra en los requerimientos teóricos que así lo especifican:

- Es una situación negativa o indeseable, que afecta cualitativamente a la dignidad y

derechos de personas, así como a la igualdad de oportunidades; cuantitativamente,

afecta a un número significativo de personas (10 por ciento de la población mundial),

siendo que la extrema pobreza aumenta el riesgo de discapacidades y profundiza sus

consecuencias. Esto justifica la imprescindible necesidad de visualización de la

problemática, más allá que el 10 por ciento de la población total mundial actualmente

no movilice a los que detentan el poder. Indudablemente, toda discapacidad plantea

diferentes limitaciones que inciden socialmente de modo perjudicial, porque el

individuo no puede lograr una realización plena, porque no puede aportar al aparato

productivo o, tal vez, porque no hay respuesta social a las necesidades individuales.

- Debe corregirse mediante la acción social colectiva. No sólo la sociedad debe ser

conciente de lo que debería cambiarse, sino que puede ser útil para encontrar los

recursos necesarios con el fin de favorecer el cambio, por lo que es indispensable la

difusión, que debe partir de organismos estatales y privados.

- Por último, la discapacidad es un problema social en cuanto a que ciertas personas se

ven afectadas o limitadas. Varias son las esferas de desventajas con las que las personas

con discapacidad deben enfrentarse a diario y que les cercenan su práctica de

ciudadanía: educación, trabajo, transporte, edificios, barreras culturales para llevar una

vida según el patrón cultural vigente, etcétera.

La limitación no depende solamente del individuo que la padece, sino que

obedece también a las posibilidades de integración y promoción que la comunidad le

ofrece. Esta situación es reconocida como perjudicial, no deseada concientemente por la

sociedad. Dicha conciencia de lo no querido no solamente debe motivar la acción

rectificadora: el hecho de comprender la complejidad del “malestar” implica considerar

múltiples factores que intervienen en la interacción social.

Hay pruebas históricas, de larga data, del carácter social de esta problemática.

Claude Veil, en Minusvalía y sociedad (página 19), recupera datos significativos:

* En los comienzos de la humanidad, la selección debió haber sido natural; la

precariedad de las condiciones de vida así como los peligros y el estado de indefensión,

conllevaba a la “supervivencia de los más aptos”.

* Cuando en la evolución de la humanidad se da el “sedentarismo”, se va formalizando

la selección, pues la propia incapacidad para defenderse implicaría un peligro para sí

mismo y para sus más allegados. Las expectativas de vida no superaban la mera

supervivencia. Desconocían por completo el origen, las implicancias y las

consecuencias de dichas afecciones.

* “Los espartanos eliminaban a los que nacían con algún defecto...” La historia dice que

los niños imperfectos eran abandonados en Esparta, bajo el régimen de Licurgo; de

hecho, sus leyes avalaban que tales niños fueran abandonados. Se asevera que los

atenienses daban muerte a los niños sordos y que los espartanos los consignaban (sic) en

la gran fosa de Taygetus. Se supone que en Atenas, aun en la época Solón y Platón, se

producía el abandono de tales niños. Algunos afirman que Aristóteles aprobaba un

procedimiento no muy loable.

En Esparta no se permitía que existiese un individuo socialmente impedido,

porque se ponía en peligro la vida de los demás. (Frampton y Rowell, escritores ingleses

abocados al proceso histórico de la educación especial). Traducción: La educación de

los impedidos. Versión castellana por Alejandro Meza).

Más allá de los innumerables avances y conquistas en la problemática, sigue

persistiendo el rechazo del diferente y la invisibilidad. El dominio paternalista de los

ámbitos culturales y de los espacios públicos se sigue practicando en nuestra sociedad,

plagada de prejuicios, prepotencias y negociaciones de la dignidad humana.

El presente trabajo intenta “dar luz”, debatir, interpretar y visualizar el campo

problemático de la discapacidad tomando como premisa que cada sociedad, con su

bagaje simbólico histórico-socio-cultural y el paradigma vigente, posiciona y jerarquiza

el tema de un modo peculiar. De aquí devienen los distintos modelos de intervención,

con sus respectivos marcos teóricos – epistemológicos e ideológicos.

Por otro lado, depende de la imagen social preponderante y de las aspiraciones

del proyecto societario colectivo. Por ejemplo, no es lo mismo intervenir y brindar

atención a una persona o grupo con discapacidad desde un modelo democrático que

priorice el ejercicio de la autonomía personal con un sentido de solidaridad social, que

desde el modelo neoliberal, que propugnará la productividad, el individualismo y la

competencia.

La práctica de ciudadanía trasciende el hecho de haber nacido o habitar el

territorio nacional reconocidos oficialmente, porque “ser ciudadano” tiene que ver con

las prácticas culturales, que nos dan sentido de pertenencia e identidad y satisfacen

nuestras necesidades de aceptación social. No es un valor o atributo heredado, o

inmanente; por el contrario, se va materializando en el ejercicio, se va construyendo,

modificando y descubriendo con la práctica cotidiana de esa ciudadanía.

Se trata de una categoría de análisis fundamental para el abordaje de la

discapacidad desde un enfoque de resiliencia, confirmando la factibilidad de cambio

del problema social en cuestión. El mismo está sujeto a múltiples determinaciones

histórico-socioculturales-económicas, a la imagen social, y a los consecuentes modelos

de intervención, auto-percepción y/o acción de los propios involucrados.

En cada sociedad y situaciones particulares, no sólo es distinta la situación

personal del discapacitado, involucrando tanto a los afectados como a quienes

conviven con él, sino que también deben contemplarse los condicionamientos sociales

–profesionales, legales, administrativos– de los asistentes, y por supuesto, las

definiciones que la sociedad adopta con relación a las problemáticas que la discapacidad

plantea.

La paulatina, lenta pero firme, entrada en escena de las ONGs en la problemática

de la discapacidad tuvo impacto decisivo en los foros internacionales, ya que hasta

entonces las decisiones estaban circunscritas a la voluntad de los gobiernos, que

imprimían un carácter eminentemente caritativo o de asistencia, cuyo origen se

encuentra en el otrora Estado “de bienestar”.

En este artículo tratamos de asumir la problemática de la discapacidad como

una construcción de ciudadanía y afirmación de derechos. Desde dicha perspectiva, las

personas con discapacidad, sus familias y los profesionales que trabajan en su

promoción y desarrollo, están llamadas a converger en un movimiento social, que

amplía las fronteras de la democracia, construyendo desde sus reivindicaciones y

demandas un horizonte más humano, más justo y más participativo.

En la sociedad argentina los movimientos sociales, las asociaciones y ONGs –

instituciones del Tercer Sector–, encarnados por los protagonistas, quienes están

afrontando en carne propia el problema –llámense personas con discapacidad, padres o

familiares de discapacitados– presentan similitudes con las luchas de liberación en el

marco del movimiento social de los derechos humanos.

Diversos autores coinciden en situar al año 2001 como un punto de inflexión en

el que se produjo una vigorosa movilización ciudadana de las personas con

discapacidad. La marcha de las sillas vacías, seguida por la de las camas vacías, ilustra

este nuevo rumbo. De esas luchas surgieron, a su vez, nuevos protagonistas sociales,

como es el caso de los padres de familias con personas con discapacidad,

representantes de distintos sectores de la salud, etc.

Este punto de inflexión con respecto a la problemática y su lugar en la cuestión

social , así como la agenda pública, tienen su asidero en los movimientos sociales, que

hoy son una expresión significativa de la capacidad político-organizativa de los sectores

populares para luchar por el fortalecimiento de su situación concreta, en cuanto al

mejoramiento de sus condiciones de vida o al logro de un avance en materia de

participación en la toma de decisiones centrales para la existencia familiar, grupal o

comunitaria. Se trata de la expresión plena de la construcción social misma, tomando el

espacio político desde su esencia misma, el trabajo desde el compromiso ciudadano para

aportar al proyecto societario democráticamente elegido.

“Son sus protagonistas hombres y mujeres de los sectores populares, motivados por sus

reivindicaciones concretas en torno al acceso a la calidad de vida, trabajo, salud y

otras necesidades sociales básicas.” Carlos Eroles, La familia como actor político

Finalmente, queremos hacer referencia a un sujeto que se ubica a mitad de

camino entre las personas y los movimientos sociales. Nos referimos a las familias y a

las pequeñas comunidades de vecinos, que en determinadas circunstancias asumen

protagonismo político.

Toda sociedad, cualquiera sea el nivel de desarrollo económico alcanzado, tiene

la obligación de hacer lo necesario para que las personas con discapacidad puedan

ejercer, en un plano de igualdad, el conjunto de los derechos humanos.

1-1- Actualidad de la problemática

Más de 500 millones de personas en el mundo –lo que equivale al 10 por ciento de la

población total– padecen algún tipo de discapacidad, según la OMS. En la mayoría de

los países, por lo menos, una de cada diez personas tiene una deficiencia física, mental

o sensorial, y por lo menos el 25 por ciento de toda la población se ve adversamente

afectada por la presencia de incapacidades.

Estas cifras muestran con notoria elocuencia la dimensión universal y la magnitud del

problema, poniendo de manifiesto el enorme impacto que tiene sobre el conjunto de

una sociedad. Sin embargo, esta cuantificación no alcanza por sí sola para evaluar la

verdadera gravedad del fenómeno, pues con frecuencia esas personas viven en

condiciones deplorables debido a la existencia de barreras físicas y sociales que

impiden su integración y plena participación en la comunidad.

El resultado de ello es que millones de niños y adultos en el mundo entero se ven

segregados y, al ser privados de casi todos sus derechos, arrastran una existencia

marcada por la marginación y el infortunio.

Es un principio básico y elemental la realización de un diagnóstico actualizado y real,

no sólo cualitativo sino también cuantitativo, para trabajar sobre datos precisos y una

muestra real. Esta problemática ha sido planteada exhaustivamente en el ámbito

académico hace décadas –por parte de una pionera, Liliana Pantano–, y en el seno

mismo de las oficinas de gobierno. Ha habido numerosos intentos desde cada entidad de

índole municipal, de las mismas ONGs y hasta de los censos nacionales. Los mismos

han sido inciertos e ineficaces, y el análisis de datos se ha realizado a destiempo. Lo

peor no es el total de resultados inmediatos, sino la falta de planificación o

sistematización para revertir la situación, al menos a largo plazo. Hay una razón

hipotética: “los discapacitados no votan, y tampoco están vistos como un nicho del

mercado; por último, no producen divisas”, por lo que el futuro no puede visualizarse

con un cambio drástico frente a la falta de datos estadísticos, específicos y ampliados.

Históricamente se manifestaron problemas de cuantificación, convirtiéndose en una

estrategia eficaz para hacer invisible la problemática de discapacidad.

Excepcionalmente se sabe cuántos discapacitados hay en un país, región o provincia,

pero el dato no siempre es confiable debido al uso inadecuado de técnicas, falta de

capacitación de los encargados del relevamiento y objetividad. Tampoco hay acuerdo en

cuanto a los métodos de recolección o de clasificación, que hacen inviable la

comparación o el estudio de la evolución de las cifras a largo plazo. Esta situación

sigue inalterable, a pesar de haber sido estudiada y expuesta magistralmente en la obra

de Liliana Pantano, décadas atrás.

Desde siempre, los únicos datos utilizados como directrices a la hora de evaluar y

planificar rumbos de acción han sido los de la OMS, por instalar criterios técnicos

uniformes sobre discapacidad en el plano internacional; por su cantidad y complejidad,

se han hecho universales. La utilización de los mismos ha tenido repercusiones sociales

(sanitarias, educativas, laborales, etcétera); no obstante, diferirán según dónde y cuándo

ello tenga lugar, puesto que los principios y modelos de vida y convivencia adoptados

por los miembros de la sociedad pueden mostrar grandes diferencias con los de otras y

los ensayos clasificatorios elaborados.

En nuestro país, los hogares con presencia de discapacidad alcanzan el 20,6 por ciento

del total de los hogares urbanos de localidades de 5.000 y más habitantes. Estos

albergan aproximadamente a 2.200.000 personas con al menos una discapacidad, y a

unas 4.500.000 personas en esos hogares, según datos de la Primera Encuesta Nacional

de Personas con Discapacidad 2002/3, (ENDI) Complementaria del Censo 2001 del

Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).

Las estadísticas podrían poner de manifiesto el origen, las causas y los distintos

factores de riesgo con datos cuantitativos, que serían un aporte sin precedentes a la hora

de evaluar prioridades, necesidades, objetivos y metas cuando se trata de planificar e

intervenir.

Las causas de las distintas discapacidades son diversas y complejas, y siempre

obedecen a múltiples motivos. Entre ellas pueden tomarse las más conocidas, como las

deficiencias degenerativas a causa de la edad, los accidentes (particularmente los de

tránsito, domésticos y laborales), la violencia o algunos deportes, como el rugby, entre

otros. Esto pone de manifiesto que la discapacidad transitoria o permanente es

adquirible, y tiene que ver con la prevención y con la seguridad de los entornos.

La alta concentración en conglomerados urbanos y perimetrales pobres genera

exclusión, aumento de los accidentes y de la violencia. En consecuencia, los niños

crecen con mayor riesgo de padecer alguna discapacidad, sumada a otros riesgos como

consecuencia de la pobreza. Ya no se puede ocultar o disimular la relación directa entre

pobreza y discapacidad: la maltrución en el embarazo determina un sistema nervioso

pobre en calidad y cantidad de neuronas, así como también problemas metabólicos

discapacitantes; el embarazazo precoz y los accidentes que sufren los niños de madres

adolescentes por falta de madurez a la hora de resguardar a sus hijos; las condiciones

precarias de vivienda inciden en el mayor riesgo de sufrir accidentes; la violencia como

consecuencia del consumo de alcohol y drogas; la mala calidad alimenticia determina la

inmadurez del SNC, que termina de desarrollarse a los 10 años; y un sinnúmero de

situaciones evitables.

De esta forma, más de 100 millones de seres humanos en el mundo padecen distintos

tipos de discapacidades como consecuencia de deficiencias en la alimentación, esto es,

más del 20 por ciento del total de personas con discapacidad.

Datos Internacionales de la OPS:

- 7 al 10 por ciento de la población mundial padece algún tipo de discapacidad: 500

millones de personas.

- Según estimaciones de la OMS, el 50 por ciento de las discapacidades actuales son

accidentes que se podrían prevenir, desnutrición, violencia y falta de inmunización.

- El Banco Mundial estima que una de cada 10 personas en el mundo sufre de algún

padecimiento sensorial, intelectual o mental, con consecuencia en su capacidad de

producción. Mientras tanto, en los países en desarrollo viven 400 millones de personas

con discapacidad.

- Cada año se suman 10 millones de personas con discapacidad moderada o severa.

- Cada día se suman 25.000 personas con discapacidad moderada o severa.

- Para el año 2025 habrá un estimado de 600 millones de personas con discapacidad.

- Son predicciones de discapacidad: enfermedades emergentes y crónicas; accidentes de

todo tipo; uso y abuso de alcohol y drogas; violencia social; envejecimiento

poblacional; desnutrición; niñez abandonada; grupos sociales postergados; pobreza

extrema; desplazamientos de grupos poblacionales; contaminación ambiental y

situaciones bélicas.

ENDI: Primeros resultados de la Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad

2002-2003. Complementaria del Censo 2001. La Encuesta Nacional de Personas con

Discapacidad (ENDI) realizada en el Período 2002-2003 tuvo por objetivo cuantificar y

caracterizar a las personas con discapacidad en lo que concierne al desenvolvimiento de

la vida cotidiana dentro del entorno físico y social.

Creemos que este apartado es de vital importancia, no sólo por la gravedad y

complejidad del tema –incidencia de la pobreza en la problemática de la discapacidad–,

sino también por la forma en que se manifiesta. La relación entre causa y efecto es

imperceptible. La incidencia de la pobreza –hambre, malnutrición, etcétera– en la

discapacidad pasa desapercibida, dadas las características intrínsecas de la

discapacidad.

Esta “invisibilidad” no sólo no es casual, sino también causal. Lo más dramático de

la situación es que un alto porcentaje de las discapacidades podrían ser evitadas desde

sus múltiples causas a través de políticas de prevención primarias, secundarias y

terciarias. El margen de discapacidades genéticas o aquellas que aún el hombre no

puede detectar o evitar son mínimas frente a aquéllas que podrían ser evitadas con una

intención real y compromiso de evitar padecimientos innecesarios, teniendo en cuenta

especialmente a las familias y las complicaciones que deben sortearse a la hora de

contar con una estructura de atención eficaz.

Finalmente, si hablamos de cuestión social y construcción social, estamos

posicionados desde la perspectiva del Derecho y del lugar que ocupamos hoy como

ciudadanos, que es el de profesionales especialistas en este tema. Por lo tanto, no

podemos dejar de abordar las políticas sociales, como las estrategias de mediación entre

el sujeto de derecho y el Estado, que debe garantizarlas. Allí entramos en acción,

superando el prejuicio en el sentido de que dichas políticas son simples amortiguadores

del impacto de la pobreza y exclusión en la ciudadanía lesionada. Si bien sabemos que

es así, constituye negligencia e impericia el desconocimiento o no uso de estas

herramientas en pro del usuario, por nuestras reticencias ideológicas.

La política pública debe promover no sólo las escuelas inclusivas sino también las

sociedades que incluyan (se habla de una política de inclusión en un contexto de

exclusión que excede lo educativo). Esta tarea no es sólo de la educación especial. Y

éste es otro de nuestros desafíos, ya que por el momento tenemos una gran falencia,

incluso en el seno mismo del ámbito académico de nuestra formación.

2-Conceptualización

Es indispensable, requisito sine qua non, comenzar por acordar cómo vamos a

denominar nuestra unidad de análisis. Cabe aclarar que el valor de la palabra tiene un

peso fundamental.

En primera instancia, el hecho de que en la actualidad se debata hasta la forma de

nombrar el fenómeno tiene tres puntos a favor: 1- ahora tienen nombre las personas

(antes estaban condenadas a la muerte, el sufrimiento o el encierro); desde los orígenes

de la cuestión social, son un grupo destinatario de atención y cuidado. 2- Actualmente,

con mayor o menor intensidad, este grupo con su problemática están en la agenda

pública. 3- Se toma en consideración qué denominación es menos dañosa y ofensiva, al

tiempo que más positiva y constructiva, a la hora de intervenir y sortear barreras

simbólicas o culturales.

Está claro que la denominación siempre lleva implícita una connotación (positiva o

negativa), teniendo un impacto directo en la imagen social, en el modelo de

intervención y en el paradigma hegemónico.

Por otro lado, todos esos factores están intrínsecamente relacionados a través de un

feedback, donde no pueden determinarse la causa y el efecto de manera unidireccional,

sino que existen múltiples determinaciones en el paradigma de la complejidad.

A modo de ejemplificación, “idiota”,”mogólico”, “corqui” (tiene una connotación

negativa; es casi un insulto), “con “necesidades especiales”, “especiales”, “con

capacidades diferentes” (desde las teorías educativas); “excepcionales” (en Brasil),

etcétera. Dichas denominaciones son variables e intencionales, pero no se dirigen al

valor esencial, sino que se quedan en cuestiones externas que, con el afán de incluir,

caen en eufemismos y hasta en clichés “marketineros”, como si el hecho de tener

capacidades diferentes o especiales nos llevara a considerarlos ángeles o seres de otro

planeta. Con el afán de mostrarlos como seres buenos y simpáticos que nos llenan de

amor sin pedir nada a cambio, tratan de mostrar con grandes avances en la TV, Mc.

Donald‟s o películas sólo personas con síndrome de Down (el icono de la discapacidad),

sonriendo y diciéndonos lo felices que son porque los aman.

Presentamos una propuesta superadora, y es la tomada por referentes internacionales

(Demetrio Casado, experto español). Siempre hablaremos de personas con

discapacidad; ya que esta última es sólo una característica o atributo exterior, y no la

esencia de la persona. De la misma forma que hablar de “sidótico”, no sólo es un error

conceptual, sino un agravio, decir “discapacitado” anula todas las capacidades

remanentes, a pesar de las consecuencias o secuelas de la discapacidad.

Por ello, nos centramos en el Enfoque Ecológico y de Resiliencia, porque nos

basamos en lo positivo de la persona, sin caer en una versión irreal de las capacidades

o características “mágicas” de las personas en cuestión. Si no nos basamos en la

realidad, no podremos intervenir eficazmente.

Por último, no deberíamos descuidar la subjetividad de las personas que son nuestros

sujetos de intervención, ya que no es lo mismo determinar convencional y legalmente

quién es discapacitado, que ser concientes y sentir esas limitaciones socializadas.

2- 1 Definiciones de organismos referentes

La Convención Interamericana sobre Eliminación de todas las Formas de

Discriminación de las Personas con Discapacidad (aprobada por Ley 25.280), define a

la discapacidad (Art. 1) como “una deficiencia mental, física o sensorial, sea de

naturaleza permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer uno o más

actividades esenciales para la vida diaria, que puede ser causada o agravada por el

entorno económico y social.”

A efectos de aclarar nuestra visión del universo de las personas con

discapacidad, adherimos al artículo de la Ley 22.431/81, que establece lo siguiente:

“Entiéndase por persona con discapacidad a toda persona que padezca una alteración

funcional permanente, transitoria o prolongada, física, sensorial o mental, que en

relación a su edad y medio social implique desventajas considerables para su adecuada

integración familiar, social o laboral.”

Evidentemente, esta definición de la normativa nacional trasciende las barreras

de la concepción clásica de enfermedad (etiología-patología-enfermedad), e intenta

superar el ámbito de la salud para considerar las consecuencias que la enfermedad tiene

en el individuo, tanto en su cuerpo como en su persona y en su relación con la sociedad.

Tomamos aquí sólo una pequeña muestra de definiciones generadas en el ámbito

legal, que –como hemos dicho anteriormente– son necesarias burocráticamente, como

marco para hacer efectivo el ejercicio de derechos, de modo que no sean meras

declamaciones. Tenemos nuestras reservas frente al hecho de estigmatizar a las personas

con un certificado de discapacidad, y estamos convencidos de que sus derechos y

dignidad como personas está al resguardo de esos sellos. De todos modos, a la hora de

intervenir, y para facilitar el acceso a las políticas sociales, no podemos desconocer o no

respetar dichas normativas, que serán herramientas para nuestra intervención.

En 1980, la OMS elaboró una Clasificación Internacional de Deficiencias

Discapacidades y Minusvalías, que contempla tanto la visión de sus orígenes médicos

como sus manifestaciones últimas, en todos los aspectos de la vida humana: sociales,

económicos, políticos, laborales, culturales, de entretenimiento o placer, etcétera. A

partir de CIDDIM, el antiguo esquema fue reemplazado por una visión más abarcadora

(enfermedad-deficiencia-discapacidad.-minusvalía), que representó un enorme aporte a

las áreas de rehabilitación, educación, estadística, política, legislación, demografía,

sociología, economía y antropología. Por primera vez se señaló al entorno físico y social

como un factor decisivo en la discapacidad, y a las propias limitaciones y reducción de

oportunidades.

Esta primera clasificación partía de un enfoque lineal, basado en las

consecuencias de la enfermedad o en el daño, factor intrínseco hacia la siguiente

progresión:

1. las deficiencias que se presentan en lo corporal, fisiológico u orgánico

(exteriorizada);

2. las discapacidades, entendidas como restricciones en la actividad de un

individuo debido a cualquier deficiencia (objetivada); y

3. las minusvalías, entendidas como situaciones desventajosas, derivadas de

deficiencias o discapacidades que limitan o impiden participar o desempeñar

roles sociales en niveles considerados normales (socializada).

Por esta razón, la OMS decidió someter la clasificación a una reformulación

conceptual radical y desde un enfoque bio-psico-social- que se expresó en la nueva

CIDDIM-2. LA OMS la puso a disposición de los interesados, cuyos comentarios y

sugerencias fueron valorados en la redacción del texto definitivo de la clasificación,

aprobado en el año 2001 por 191 países.

La nueva versión recibe el nombre de Clasificación Internacional del

Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud” (CIF). En ella el término de discapacidad

es reemplazado por un término neutro de actividad y las circunstancias negativas en esta

dimensión se describen como limitaciones de actividad. El concepto de minusvalía se

reemplaza por el de participación y las circunstancias negativas en esta dimensión se

describen como restricciones de la participación.

La clasificación de la CIF cubre toda alteración en términos de estados funcionales,

en los niveles corporal, individual y social, asociados a estados de salud. La CIF ha sido

aceptada como una de las clasificaciones de las Naciones Unidas e incorpora las

Normas Uniformes para la Equiparación de Oportunidades para las Personas con

Discapacidad. En consecuencia, aporta un instrumento apropiado para la implantación

de los mandatos internacionales sobre los derechos humanos, estadísticas y de

investigación. La CIF ayuda a la valoración de las necesidades clínicas y es también un

marco de referencia conceptual para la mejora de la participación social, tanto en la

toma de conciencia como en el diseño de políticas.

Durante la década del ‟70 la OMS redactó en inglés la Clasificación

Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías. (CIDDIM). Su

traducción y posterior análisis estuvo a cargo de especialistas internacionales

organizados a través del Instituto Nacional de Servicio Social (INSERSO) y de

la Secretaría de Rehabilitación Internacional (Madrid, España, 1983.)

Deficiencia: cualquier pérdida o anormalidad de la estructura o función

psicológica, fisiológica o anatómica.

Discapacidad: cualquier restricción o carencia (resultado de una deficiencia) de

la capacidad de realizar una actividad en la misma forma o grado que la que se

considera normal para un ser humano.

Minusvalía: una desventaja para un determinado individuo, como consecuencia

de una deficiencia o discapacidad, que limita o impide la realización de una

función que es normal (de acuerdo con la edad, el sexo, factores sociales o

culturales) para dicho individuo.7

El prefijo “dis” alude a una alteración no absoluta ni de todos los aspectos de la

persona. El prefijo “in” nos parece más abarcador y peyorativo, por lo que no nos

inclinamos por término “incapacidad”. En cuanto al inconveniente de la relativa

neología de “discapacidad” y “discapacitado”, creemos que no es tan grande, pues ya se

venía utilizando. De la misma manera que minusválido no se utilizaba antes de 1970, y

ahora es de uso común.

* La deficiencia se refiere a funciones propias de cada parte del cuerpo.

* La discapacidad se refiere a actividades integradas que se esperan de las personas o

del cuerpo en su conjunto (tareas, aptitudes o conductas).

* La minusvalía es una situación desventajosa para un individuo determinado,

consecuencia de una deficiencia o de una discapacidad que limita o impide el

desempeño de un rol que es normal en su caso (en función de su edad, sexo, factores

sociales y culturales).

7 Informe del Comité de Expertos de la OMS en Prevención de Incapacidades y Rehabilitación, serie de informes

técnicos 668, Ginebra, 1981. Instituto Nacional de Servicios Sociales INSERSO, Clasificación Internacional de

deficiencias, Discapacidad y Minusvalías, Manual de Clasificación de las consecuencias de la enfermedad, Servicios

de Publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid, 1983.

…”La minusvalía se caracteriza por una discordancia entre la actuación o el status del

individuo y las expectativas del grupo concreto al que pertenece. La desventaja se

acrecienta como resultado de su imposibilidad de adaptarse a las normas de su mundo.

La minusvalía es, por ello, un fenómeno social, que representa las consecuencias

sociales y ambientales que se derivan para el individuo por el hecho de tener

deficiencias y discapacidades. La esencia de una valoración negativa por parte de la

comunidad es la discriminación; sin embargo, el concepto es esencialmente neutro, por

lo que se refiere a sus orígenes.” (INSERSO).

En el año 2001, la OMS aprobó la Clasificación Internacional del

Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud, que enfatiza el

funcionamiento (factor positivo) y no la discapacidad (factor negativo). Esta

revisión se basa en un cambio de jerarquías: lo que antes se concentraba en la

discapacidad, ahora se concentra en el funcionamiento que permanece sano y

que la persona mantiene como posibilidad. PMS-OPS, Clasificación

Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud. Ministerio

de Trabajo y Asuntos Sociales de España.

La discapacidad es el resultado de la interacción entre una persona que tiene una

determinada condición de salud y el contexto ambiental en el que se desenvuelve. Esta

definición incorpora otros que están interrelacionados.

Deficiencia: en la experiencia de la salud, una deficiencia es toda pérdida o

anormalidad de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica.

La deficiencia considerada como el primer nivel dentro de la clasificación de las

consecuencias de la enfermedad contempla las limitaciones funcionales de

situaciones, tanto congénitas como adquiridas.

Discapacidad: Dentro de la experiencia de salud, una discapacidad es toda

restricción o ausencia (debido a una deficiencia) de la capacidad de realizar una

actividad de forma o dentro del margen que se considera normal para un ser

humano.

Minusvalía: Dentro de la experiencia de la salud, minusvalía es una situación

de desventaja para un individuo determinado, consecuencia de una deficiencia o

de una discapacidad que limita o impide el desempeño de un rol que es normal

en función de su edad, de su sexo y de los factores sociales y culturales a los

que pertenece.

La Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad (ENDI), realizada en el

período 2002-2003, tuvo como objetivo la cuantificación y caracterización de las

personas con discapacidad en lo que concierne al desenvolvimiento de la vida cotidiana,

dentro del entorno físico y social. La definición de la que partió considera como

discapacidad a “toda limitación en la actividad y restricción en la persona en forma

permanente para desenvolverse en su vida cotidiana dentro de su entorno físico y

social.”

Más cerca en la historia, el Banco Mundial brindó en diciembre de 2004 la

siguiente definición: “La discapacidad es el resultado de la interacción entre personas

con diferentes niveles de funcionamiento y un entorno con limitaciones físicas,

sensoriales o mentales. Son a menudo discapacitadas no por una condición de

diagnóstico, sino porque se les restringe el acceso a la educación, los mercados

laborales y los servicios públicos. Esta exclusión conduce a la pobreza y, como un

círculo vicioso, la pobreza conduce a más discapacidad, porque aumenta la

vulnerabilidad de las personas, la desnutrición y la cantidad de viviendas indignas, al

tiempo que empeora las condiciones de trabajo.”

Al analizar estos conceptos vemos un punto fundamental: en principio, existe una

gran diferencia entre conceptos o definiciones, aunque estas últimas son necesarias,

pues constituyen el marco indispensable para la intervención profesional dentro del

sistema oficial. Un ejemplo dará cuenta de su importancia.

Las definiciones anteriormente desplegadas marcan los requisitos para que una

persona adquiera el “certificado de discapacidad”. Ésta situación, que etiqueta y

estigmatiza a la persona con un sello imborrable, es el pasaporte a los derechos sociales.

O sea, si la persona y su familia no aceptan el rótulo de discapacitado, determinado por

convenciones académico-sociales, no se pueden efectivizar los derechos legalmente

instituidos. La paradoja es que, aceptando la “discriminación negativa” en el sentido de

pertenecer a un grupo “inferior” al de los “normales”, accedo a los derechos y

privilegios de la “discriminación positiva”, en los cuales se embandera este grupo

poblacional que lucha por sus conquistas.

Las definiciones expuestas en una progresión lineal a lo largo de la secuencia

expresan una relación directa y unidireccional, cuestión que a simple vista es alejada de

la realidad. Por ejemplo, se puede tener una deficiencia sin tener una discapacidad, y

tener una discapacidad sin tener una minusvalía, o bien tener una minusvalía derivada

de una deficiencia y no de una discapacidad.

De las definiciones se deduce una visión desde “nosotros, los normales” y “los

otros, lo anormales”, a quienes nos esforzamos por “volver a adaptar”, “volver a

integrar” o, simplemente, “introducir” en un sistema social al que, por tener capacidades

diferentes, dejaron de pertenecer. La cuestión no es relacionar “normales” con

“anormales”, sino personas con capacidades más o menos distintas del patrón cultural

vigente.

Por último, nos parece acertado hacer una síntesis con la expresión “persona con

discapacidades”, en la medida en que se acentúa el primer término (persona) y se

señala, indica o informa que posee una/s discapacidad/es, siendo ésta/s una “restricción

o ausencia de la capacidad para realizar una actividad en la forma o dentro del margen

que se considera normal para un ser humano”.

En consecuencia, deberemos tomar las definiciones convencional e

internacionalmente acordadas, teniendo siempre presente la necesidad de abrir el debate,

abiertos a los cuestionamientos críticos, no sólo de la realidad y de la intervención, sino

también de la propia teoría.

“Una sociedad que excluye a un cierto número de sus miembros es una sociedad

contemporánea. Los impedimentos no deben ser considerados como un grupo especial

con necesidades diferentes de las del resto de la comunidad, sino como ciudadanos

corrientes que experimentan dificultades especiales para lograr la satisfacción de sus

necesidades humanas ordinarias. No se deben tratar por separado las actividades para

mejorar las condiciones de los impedidos, sino que deben formar parte integrante de la

política y de la planificación generales en cada sector de la sociedad”. Hace más de un

cuarto de siglo, en los borradores (1980) del que fuera el Plan de Acción Mundial para

la Personas con Discapacidad (1981)).8

3-Paradigma hegemónico

8 La autora citada define a la opresión a través de cinco formas: explotación, marginación, privación de poder,

imperialismo cultural, violencias y acosos motivados por el odio o el miedo grupal.

En primer término, debe mantenerse la atención sobre la discapacidad, no permitiendo

su ocultamiento, aun cuando otras urgencias sociales reclaman la atención pública. En

todo caso, debe considerarse el conjunto de las problemáticas en sus generalidades y en

sus reclamos específicos.

Para comenzar, debemos introducirnos en la conceptuación del paradigma 9a modo de

cosmovisión, de enfoque, de una manera particular de mirar, concebir, analizar una

realidad, desde un punto de vista y hasta “con anteojeras”. Por supuesto, esto supone un

posicionamiento ideológico, una cultura y hasta una historia personal, por lo cual uno

escoge lo que se ve y el significado que se le otorga. Los mismos se van re-significando

de acuerdo con los cambios sociales vigentes.

Sabido es en el ámbito académico que todo paradigma cambia, por más hegemónico

que sea, cuando aparece otro que paulatinamente es aceptado en el seno de la elite

académica. Por lo tanto, aspiramos a que algún día el asistencialismo paternalista

devenga en el enfoque de resiliencia social.

Cuando decimos que la gravedad de la realidad socio-económica excede el marco

teórico tradicional, nos referimos a la necesidad de un cambio de paradigma. Esto

implica varios elementos: en primer lugar, un adecuado diagnóstico; en segundo lugar,

la posibilidad de abordar el problema como psico-social (desde lo individual y desde la

estructura social en la cual está inserto), lo que requiere de un abordaje inter, multi o

trans disciplinario. Quiere decir que hay muchos niveles de análisis de un fenómeno tan

complejo. Desde aquí se desprende una estrategia operativa luego de un presunto

diagnóstico situacional.

Como fuera adelantado en la Pirámide de Maslow, que no pierde vigencia, la

condición sine qua non a la hora de plantear el problema es asegurar la satisfacción de

las necesidades básicas; si ellas no están cubiertas, es insostenible hablar de los

derechos y la autorrealización de las personas o grupo en cuestión. Aquí es donde la

pobreza, las historias de vida y la cultura son el basamento a partir del cual se construye

una base sólida o de emergencia (asistencialismo). Si nos encontramos con personas en

situación de pobreza o indigencia –casi todos los casos demandan nuestra atención–,

hay un paso previo e ineludible: la satisfacción de las necesidades básicas y la

9 El término paradigma debería reservarse a su verdadero significado sociológico, es decir, la presentación de una

codificación, un bosquejo compacto de los principales conceptos, supuestos, procedimientos, proposiciones y

problemas de un área sustantiva o del enfoque teórico en el análisis sociológico (Theodorson).

apropiación del certificado de discapacidad que le permita a la persona ingresar en el

circuito burocrático, como pasaporte de acceso a las políticas públicas. Estemos de

acuerdo o no desde nuestros posicionamientos o ética de lo que debería ser, éste es el

primer paso a sortear desde nuestra especificidad profesional.

Las declaraciones a nivel tanto nacional como internacional sobre los derechos de las

personas con discapacidad reafirman conceptos irrenunciables, agregan diferentes

matices y aportan orientaciones precisas. Más allá de la declamación del reconocimiento

de derechos sociales, resulta difícil la respuesta efectiva cuando éstos no dan ningún

rédito a la política (pues las personas discapacitadas, en su mayoría, no votan), y

además no producen bienes, servicios, productos o plusvalor. Según los valores

capitalistas, son una “mercancía vencida”. Esto revela a fondo el porqué de la

ineficiencia a la hora de intervenir en una ideología neoliberal y un modo de producción

capitalista.

Dentro del estudio de Paradigmas es un paso inevitable contemplar el Enfoque desde

la salud. Debido a la extensión del presente trabajo es imposible plasmar lo investigado

acerca de éste tema que es de gran importancia; pero a fines operativos deberá tomarse

en un próximo trabajo.

La deficiencia consiste en la pérdida o anormalidad de una estructura corporal o

de una función psicológica o fisiológica. CIDAP-2 (Clasificación Internacional de

Deficiencias, Actividades y Participación).

En 1980, el CIDAP, consideraba al "fenómeno" discapacitante como una secuencia

lineal de: a) enfermedad o trastorno según el estado de salud: cambios patológicos,

manifestaciones (síntomas y signos); b) deficiencia y nivel corporal: los signos son

exteriorizados (la enfermedad clínica es perceptible); c) discapacidad y nivel personal:

limitación de la actividad (objetivado); d)minusvalía, desventaja y nivel social:

respuesta de la sociedad a la experiencia del individuo, restricción de participación.

Desde 1980, la CIDAP es utilizada como herramienta de política social, planes de

seguridad social, sistemas de compensación, implemento y diseño de políticas.

3-1-La discapacidad una cuestión de derechos

Debemos reconocer que, en la actualidad, en nuestro país estamos lejos de alcanzar la

plenitud de la ciudadanía, porque existe un contexto social, económico, político y

cultural que imposibilita la accesibilidad –física, comunicacional, cultural, social y

asistencial– a los servicios a los que tenemos derecho, en el campo del trabajo, la

educación, la salud, el transporte, la vivienda, la seguridad social y, en definitiva, en

todos los planos de la vida cotidiana.

Cuando enunciamos nuestro trabajo sobre discapacidad como problemática social

desde la perspectiva de derechos, partimos de una premisa: “El derecho básico es el

derecho a tener derechos.” En este sentido, la ciudadanía es extensa (ciudadanía plena o

extendida), en cuanto involucra a todas las personas cualquiera sea su condición; y es

integral, en cuanto implica a los diversos ámbitos de lo público: lo político, lo

económico. Pese a que coincidimos respecto de que la ciudadanía extendida es el ideal,

son muchos los grupos minoritarios que se sienten excluidos no por no poseer los

derechos comunes propios de la ciudadanía, sino por su identidad socio-cultural

diferente. Por eso, Iris Marion Young plantea la idea de la ciudadanía diferenciada: “En

una sociedad donde algunos grupos son privilegiados mientras otros están oprimidos,

insistir en que como ciudadanos las personas deben dejar atrás filiaciones y experiencias

particulares para adoptar un punto de vista general, sólo sirve para reforzar privilegios.”

Los cimientos de lo anteriormente citado tienen una fuente oficial en la Declaración

Universal de Derechos Humanos, que establece el marco básico para la acción concreta

y expresa una ética universal que sostiene la igualdad y la libertad. La misma nos ha

inspirado a continuar con las luchas sociales por la inclusión, la eliminación de los

privilegios y la igualdad, y a llevar adelante acciones permanentes tendientes a la

ampliación de la base social de la ciudadanía, a la inclusión de grupos minoritarios,

discriminados o desposeídos como miembros de la comunidad política y al reclamo de

la igualdad ante la ley.

En el pensamiento humanista y, sobre todo, a partir de la doctrina de los derechos

humanos, se reivindica lo más esencial de los seres humanos, que es lo que todos tienen

en común: precisamente, su dignidad, su igualdad esencial y sus derechos. Los valores

fundamentales, como la vida, la libertad, la igualdad, la justicia, la solidaridad y la paz,

sustentan un compromiso con los derechos humanos de todas las personas, sin

distinción de sexo, religión, raza, ideología, política, edad, condiciones físicas o

mentales y clase social.10

10

El concepto de ciudadanía hace referencia a una práctica conflictiva vinculada con el poder, que refleja las luchas

acerca de quiénes podrán decir cuáles son los problemas comunes y cómo serán abordados. Elizabeth Jelin (Van

Gustaren, 1978).

También lo sustenta el Artículo 1º de la Declaración Universal de los Derechos

Humanos de 1948: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y

derechos, y dotados como están de razón y conciencia deben comportarse

fraternalmente los unos con los otros.”

Queda claro que este paradigma puede expresarse en la democracia como contexto

socio-político (en el que conviven tres dimensiones: el consenso, el conflicto y el

compromiso, enriquecidos por la práctica de la ciudadanía como estandarte de todos los

ciudadanos por igual. La ciudadanía no puede restringirse al voto como práctica

simbólica, sino que requiere de una ética (kantiana), la cual permitiría a todos por igual

participar en la toma de decisiones en la construcción del proyecto social compartido, en

igualdad de oportunidades y con la conciencia de que los derechos y los deberes están

intrínsecamente ligados en el ejercicio de la democracia participativa.

De allí emana que, para que la democracia se materialice y se acerque a lo enunciado

en la Constitución Nacional, para avanzar hacia el logro de una síntesis entre libertad y

justicia, a partir de la igualdad y de la participación, el Estado deberá garantizar la

igualdad de oportunidades en los sectores de mayor desigualdad y debilidad para hacer

sus demandas.

Si nos posicionamos desde la reivindicación de los derechos de las personas con

discapacidades, el paso inevitable es la construcción de la ciudadanía y su ampliación

constante hasta incluir a la totalidad de los habitantes en una comunidad democrática.

Éste parece constituir, en consecuencia, uno de los más significativos desafíos del

presente.

Si partimos de la premisa de que el Estado no hace la ciudadanía, porque en verdad es

el resultado de ella, sino que, por el contrario, trata de compensar y amortizar, a través

de las políticas públicas, los propios efectos de la cuestión social que su modelo de

gestión provoca, no podemos dejar de evaluar a las mismas como hito ineludible al

hablar de ciudadanía.

Tomamos el concepto de ciudadanía de Pedro Demo y Aranha Oliveira, quienes la

definen como la competencia para construir el desarrollo humano sostenible. Los

autores analizan determinados elementos, a saber: la capacidad de comprender

críticamente la realidad e intervenir de manera alternativa, a partir de esa conciencia

crítica; asumirse como sujeto histórico y participar activamente; y promover la

capacidad organizativa de la comunidad, potenciando, además, la competencia

innovadora .

Desde la visualización de esta relación estrecha entre ciudadanía, derechos y políticas

sociales, coincidimos con los autores mencionados anteriormente en que se deben

priorizar las políticas sociales que atiendan a la educación básica, políticas sociales que

afirmen la calidad de vida (salud, asistencia, trabajo, cultura, recreación); políticas de

seguridad jurídica (accesibilidad a la justicia); Justicia y derechos humanos (Estado

garantista y reconocimiento de los derechos plenos de las minorías y los segmentos

vulnerables de la población); prioridades estatuidas de atención, como la promoción de

los derechos de los llamados grupos vulnerables (niños y adolescentes, ancianos,

discapacitados, migrantes, minorías étnicas o discriminadas etcétera). Y agregamos: las

políticas sociales de ocio (recreación, deportes, arte, cultura) son una estrategia óptima

para reivindicar a los sectores marginales, integrándolos e incluyéndolos desde la

valoración de su dignidad humana. Lo más importante es que no requieren de mucho

costo y su impacto es de largo alcance.

Reiteramos: la práctica de ciudadanía no tiene solamente relación con el ejercicio de

los derechos reconocidos por los aparatos estatales para quienes nacieron en un

territorio u optaron por habitar en él, sino que ser ciudadano tiene que ver con las

prácticas culturales, que nos dan sentido de pertenencia de pertenencia e identidad y

satisfacen nuestras necesidades de aceptación social. Más que como valores absolutos,

fijados de una vez y para siempre, los derechos se van construyendo, modificando y

descubriendo con la práctica cotidiana de la ciudadanía.

Reconocemos que la participación organizada de la sociedad, es indispensable para

afirmar la ciudadanía desde las prácticas cotidianas, que materializan la posesión de

derechos. Es necesario en este punto recordar el aporte de Marshal (Citizenship and

Social Class,1949), en el sentido de que la ciudadanía consiste, esencialmente, en

asegurar que cada cual sea tratado como miembro pleno de una sociedad de iguales. La

manera de asegurar este tipo de pertenencia consiste en otorgar a los individuos un

número creciente de derechos de ciudadanía. Will Kymlicka y Wayne Norman El

retorno del ciudadano: una revisión de la producción reciente sobre ciudadanía,

Revista Agora Nº 7, Buenos Aires, 1997.11

11

Elizabeth Jelin, Igualdad y diferencia: Dilemas de la ciudadanía de las mujeres en América Latina”, en Revista

Agora Nº 7, Buenos Aires, 1997.

Pedro Demo-Lilian Nunes de Aranha Oliveira, Ciudadanía y derechos humanos desde la perspectiva de las políticas

públicas. Cuadernos de la CEPAL. Nº 79. Chile. 1997.

Al tomar como tema central en nuestro discurso la categoría de ciudadanía, no

podemos menos que abogar por la construcción de un nuevo sujeto: el ciudadano

discapacitado, capaz de descubrirse a sí mismo como parte de un colectivo que puede

contribuir a construir una sociedad más justa, más inclusiva, más abierta a la integración

social de todas las personas, donde el abordaje de la discapacidad no sea desde la

perspectiva de la deficiencia o minusvalía, sino, por el contrario, desde la dignidad del

sujeto con la capacidad de aportar a la construcción social.

Recuperamos las sabias palabras de Nora Aquín, quien plantea la necesidad de

no confundir a los ciudadanos con víctimas, ni al sujeto pobre con pobre sujeto…”12

Siendo varias las esferas de desventajas con las que las personas con

discapacidad deben enfrentarse a diario y que les cercenan su práctica de ciudadanía:

educación, trabajo, transporte, edificios, barreras culturales, etcétera, deberán ser

contrarestadas por una numerosa serie de acciones políticas que requieren de

protagonismo por parte de quienes están afrontando en carne propia el problema,

llámense personas con discapacidad, padres o familiares de discapacitados, reafirmando

su condición de sujetos, sea a partir de procesos de participación política o bien en el

marco de conflictos que determinan tensiones, rupturas y demandas.

La discapacidad ha dejado de ser un problema asistencial para convertirse en una

lucha de afirmación de derechos. No estamos solos. Hay una legislación nacional e

internacional que nos ampara, que reconoce nuestros derechos.

Hemos tratado de resaltar desde la perspectiva bioética los valores

fundamentales como la dignidad de la persona, el respeto por la diversidad, el estímulo

de la autonomía y la participación, el compromiso personal y profesional en la

superación de las situaciones de menoscabo y, en fin, la vigencia plena de los derechos

humanos.

Pues bien, la Argentina será mejor cuando los más débiles sean reconocidos

definitivamente como personas iguales en derechos y responsabilidades. Esto exige el

reconocimiento de derechos específicos, el cumplimiento de la legislación vigente y la

equiparación de oportunidades.

12

Digo: no quiero pobres significados como víctimas, porque la victimización es el resultado de un conjunto de

relaciones que hicieron que ese sujeto individual o colectivo esté en el lugar social cultural y simbólico en el que está.

Citado por Nora Aquín, Los desafíos éticos de la ciudadanía en trabajo social. Revista del Colegio de Asistentes

Sociales y Trabajadores Sociales de Mar del Plata, Nº 1, julio de 2000.

3-2. Enfoque desde derechos humanos

Según los aportes de la OMS, Modelo de Funcionamiento y Discapacidad ICID

–OMS, hay distintos modelos que pueden aplicarse para explicar la discapacidad y el

funcionamiento. Estos modelos pueden ser expresados en una dialéctica de “modelo

médico” versus “modelo social”, y con más propiedad desde un enfoque de derechos

humanos. El modelo médico ve a la discapacidad como un problema personal, causado

directamente por enfermedad, trauma u otra condición de salud, que requiere de cuidado

médico provisto en la forma de tratamiento individual por parte de los profesionales. El

manejo de la discapacidad tiene por objeto la cura o el ajuste del individuo y un cambio

conductual. El cuidado médico es visto como el tema principal, y en el nivel político la

principal respuesta es la modificación o reforma de la política del cuidado de salud.

Por otro lado, el modelo social de discapacidad ve el tema desde su

complejidad, considerando no sólo los aspectos médicos (tratamiento y rehabilitación),

sino también el conjunto factores que determinan la discapacidad. Es una visión global

de dimensión social, principalmente como un problema creado a nivel social, cuyo

objetivo es la integración plena de los individuos a la sociedad.

La discapacidad no es un atributo de un individuo, sino la resultante de un

conjunto complejo de condiciones entre las cuales se incluyen los obstáculos (como es

el caso de las “barreras arquitectónicas” para los discapacitados motores, o la carencia

de métodos especiales de enseñanza para los chicos disléxicos, sordos o ciegos).

Un factor extraordinariamente importante del que resulta la discapacidad es la

concepción que hay en el imaginario social, que surge de los modelos que inspiran las

políticas de discapacidad.

Si la discapacidad resulta de una lesión, es una “desgracia” que le ocurre al

individuo, y éste deberá resolverla en su ámbito personal. Pero si la discapacidad es

concebida como la resultante de la interacción entre una necesidad especial (generada

por lesión cerebral) y los obstáculos específicos existentes en el ambiente, las líneas de

acción no se dirigen sólo al individuo sino también a remover del ambiente los

obstáculos que agravan –y a veces constituyen el principal factor– la discapacidad.

Estamos ante un conjunto complejo de condiciones, muchas de las cuales surgen

del entorno social. Por lo tanto, el manejo del problema requiere de acción social, que

implica responsabilidad colectiva de la sociedad en general, para realizar las

modificaciones ambientales necesarias dirigidas a la participación plena de las personas

con discapacidades en todas las áreas de la vida social.

Existe un punto de partida: “abandonar la concepción de las personas con

discapacidad como sujetos de caridad (...) y tomar conciencia de las personas con

discapacidad como sujetos titulares de derechos.13

Cabe resaltar que el interés por la problemática de la discapacidad no puede descuidar

una problemática mayor y que aún no se ha visualizado. Siempre enfocamos en el sub-

grupo de los menores, o los chicos “especiales”, porque caemos en la eternización de la

infancia. Pero esto oculta un hecho inevitable: los chicos crecen, y cada persona con

discapacidad se tornará un adulto mayor, haciendo aún más compleja la situación de

todos los adultos mayores. Esta situación se agrava globalmente, tornando relevante el

problema del envejecimiento de la población que, si bien se diferencia de la situación

de las personas con discapacidad en otras etapas de la vida, se ubica como

requerimiento y desafío para la mejor calidad de vida de la población.

Sabemos que somos muchas las personas que abogamos por la reivindicación de los

derechos, calidad de vida, autorrealización, igualdad de oportunidades, superación de la

discriminación y exclusión. Somos muchos, no sólo profesionales, sino también

voluntarios, familiares, etcétera, los que compartimos las mismas preocupaciones y

aspiramos a una sociedad más inclusiva, donde la integración sea una situación

espontánea y no forzada en estructuras en el marco de la ley.

Todas las propuestas están inspiradas en la misma filosofía: la integración y la plena

participación de las personas con discapacidad. De esta forma, el eje central de las

políticas públicas debe contener mecanismos eficaces de inclusión. Ello ratifica no sólo

una correcta orientación, sino también un homenaje a quienes, superando dificultades o

impedimentos, militan a favor de los más nobles valores de la condición humana.

Con ello se ha inaugurado la posibilidad de un debate más profundo sobre esta

temática, abriendo como interrogante la mayor responsabilidad moral que nos cabe a

cada uno de nosotros.

Nos sentimos parte de una concepción emancipadora, que rechaza y resiste toda forma

de dominación y que apuesta su desarrollo y sus objetivos a la construcción de una

sociedad capaz de satisfacer las necesidades materiales, intelectuales, afectivas y

estéticas de nuestra población. Esta tarea reconoce en la profundización de la

democracia y en la construcción de la ciudadanía el camino necesario para que todos los

13

Pantano, La discapacidad como problema social, (Prólogo de Demetrio Casado Pérez), Buenos Aires, EUDEBA,

1987, 114.

hombres y mujeres puedan gozar en nuestro suelo de la vigencia plena de la Justicia y

los Derechos Humanos, sin distinción de ningún tipo. No caben aquí discriminaciones

étnicas, políticas, religiosas, de género, generación, salud o discapacidad.

De acuerdo con lo que hemos venido desarrollando, un enfoque integral contempla la

idea de que todas las personas, hogares y comunidades, son vulnerables a diferentes

riesgos, de orden individual, personal o ambiental. Asimismo, la evolución del enfoque

sobre discapacidad intenta garantizar la protección social sobre el beneficio de toda la

población, y no reducirlo a la condición de discapacidad.

La visión como sujeto con capacidad de crítica y con posibilidades de constituirse en

actor social en asociación con otros, representa la otra cara de las situaciones de

menoscabo e incertidumbre, instalando la perspectiva de una lucha por la dignidad y la

justicia, recuperando el sentido de la existencia.

Finalmente, queremos resaltar la interrelaciones entre la situación de riesgo y

vulnerabilidad del grupo poblacional en cuestión, agudizado por la pobreza y el enfoque

de resiliencia como estrategia de intervención. En el próximo capítulo,

profundizaremos el paradigma de resiliencia en el cual desplegaremos algunos

elementos técnicos y metodológicos para le trabajo en el área de discapacidad.

3- 3Consideraciones para intervenir.

Lo importante es considerar a la discapacidad como un problema social que

debe ser abordado estratégicamente. Esta afirmación puede ser resumida en el siguiente

postulado: “Toda persona con discapacidad tiene derecho a las medidas destinadas a

permitirle lograr la mayor autonomía posible”.14

Históricamente, cuando nos circunscribimos al ámbito de la intervención en la

problemática de la discapacidad como una expresión de la cuestión social, se visualizan

los modelos asistenciales basados en profusas clasificaciones internacionales y emitidos

por organismos internacionales. En ellos se incentiva a que se conjuguen las iniciativas

de todos los sectores de la sociedad para enfrentar las situaciones de exclusión y

discriminación. Es esperable que las propias personas con discapacidad y sus allegados

deban tomar un activo protagonismo, desde sus propias organizaciones y dentro del

14

Artículo 5 de la Declaración de los Derechos de los Impedidos. ONU. 1975. Incorporada en 1994 con la Reforma

Constitucional

conjunto del accionar de todos los actores sociales comprometidos con el tema. De ese

modo será posible, quizás, encontrar caminos de superación.

En toda situación de intervención deben estar siempre contemplados los tres

actores principales, a saber: la persona discapacitada, los asistentes y la sociedad. No se

buscó presentarlas como sectores antagónicos, sino como tres diferentes puntos de vista

sobre una misma cuestión, que se dan en un mismo lugar y momento. Sin embargo,

estarán implicados otros actores tales como: familia y círculos de amigos del grupo en

cuestión, actores del sistema de salud y educación en todos sus niveles, funcionarios

públicos, políticos, legisladores y judiciales, asistentes y trabajadores sociales, la

comunidad en su totalidad y los propios implicados. Todos ellos deberán estar

concientizados con la necesidad de luchar por la efectivización de los derechos y la

necesidad de fomentar una sociedad inclusiva..

La formación profesional deberá considerarse ineludiblemente y orientarse con

la legislación para elaborar políticas públicas y planes de investigación y transferencia

de conocimientos. A nivel de la investigación social, el campo de estudio es vasto y con

grandes área de vacancia. Se trata de un tema que resulta transversal a múltiples campos

de la actividad y que debe abordarse necesariamente desde la interdisciplina y la

transdisciplina. El sentido es una búsqueda interdisciplinaria de perspectivas de análisis

que enriquecen una comprensión totalizadora del mundo de la discapacidad y ofrecen

algunas bases para una propuesta de trabajo, tanto en el nivel familiar como

institucional o del diseño de las políticas sociales.

El uso del término en el área de la discapacidad se difundió a partir del

documento elaborado por Ramón Puig de la Bellacasa en 1979, Concepciones,

paradigmas y evolución de las mentalidades sobre discapacidad, 1979. Distingue tres

paradigmas o modelos respecto de la discapacidad: a) el tradicional, b) el de

rehabilitación15

y c) el de la autonomía personal. Se sintetizan a continuación sus

aportes:

a) En el modelo tradicional, el cristianismo ofrecerá cierta protección y asilo, tomando

al minusválido como objeto de caridad y con el objetivo de “exorcizar el mal” que en

ellos habita. Ellos son objeto de marginación, y “eternización de su infancia”

15

Se define a la rehabilitación en función de la calidad de vida en todos sus aspectos, apuntando a una

restauración óptima de un bienestar social y reconociendo la necesidad de atender a las diferencias

culturales, geográficas y socio-económicas. Señala como objetivo la autonomía personal y marca la

importancia de los movimientos organizados.

(infantilización). Es interesante la reflexión que aporta frente a la evolución la

concepción acerca del discapacitado, pasando a ser éste sujeto de administración, de

asistencia, sujeto-problema, objeto de estudio psico-médico-pedagógico, sujeto de

protección y tutela, de previsión socio-sanitaria.

La evolución de la asistencia al discapacitado se interpreta como beneficencia y

caridad a cargo de la Iglesia en el Medioevo, asistencia de orden público en los siglos

XVI y XVII, asistencia como derecho legal y asistencia como seguridad social en los

siglos XIX y XX.

b) El paradigma de la rehabilitación constituye un modelo médico-industrial. Define

al problema por la deficiencia del individuo y propone como solución la intervención

profesional, con desarrollo y aplicación de tecnologías terapéuticas y recuperacionistas.

La persona con discapacidad adquiere un rol de paciente-cliente, como objeto de

rehabilitación. Los resultados pretendidos son la adquisición de máximas destrezas

funcionales para la vida diaria y el empleo remunerado.

c) El paradigma de la autonomía personal apunta a salir del marco del modelo de

rehabilitador, rompiendo los pronósticos de vida dependiente e institucionalizada. Se

relaciona con el movimiento de vida independiente (independent living) surgido en

Estados Unidos a principios de la década de 1970. Propugna el principio de

normalización (Bank-Mikkelsen), inicialmente referido a la deficiencia mental,

extendido luego a todo tipo de discapacidad, y defiende el derecho a un tratamiento

igualitario. Critica la idea vulgar de normalidad, definiendo el problema no por la

deficiencia, sino por la dependencia de otras personas e instituciones, preocupándose

en mayor medida por el entorno de la persona con discapacidad. La persona con

discapacidad adquiere el rol de consumidor. El resultado pretendido es la autonomía

personal.

Cabe señalar que la tendencia evoluciona hacia un enfoque ecológico, donde

cobran valor las restricciones de la participación en los niveles corporal, personal,

familiar y social. El cambio de enfoque responde a una evolución del concepto de

discapacidad, que se incorpora en la nueva Clasificación Internacional del

Funcionamiento (CIF) y que destaca la importancia de hacer objetivos los riesgos

asociados a la discapacidad y, en consecuencia, la corresponsabilidad social de los

agentes públicos y privados en su prevención y control.

Ya hemos visto que las observaciones sobre personas y grupos que consiguen

afrontar adversidades con éxito de alguna manera proponen un desafío a los

paradigmas tradicionales en cuanto a la forma de abordar los problemas y sufrimientos

humanos. Esta perspectiva es sostenida desde un marco teórico del enfoque de las

resiliencias y permite pensar que, no obstante las adversidades sufridas por una

persona, una familia o una comunidad, ésta tiene potenciales capacidades para

desarrollarse y alcanzar niveles aceptables de salud y bienestar.

El concepto de resiliencia es un desafío a los paradigmas tradicionales en cuanto

a la forma de abordar los problemas y sufrimientos humanos. Mientras que la mirada

tradicional ha enfocado el trauma, el daño, los problemas, las limitaciones, las carencias

y las “desviaciones”, elaborando diagnósticos cada vez más complejos, en el afán de

encontrar causas y consecuencias predecibles, así como metodologías de corrección de

la desviación (con respecto a un eje de “normalidad” o del “síntoma”), la propuesta de

la resiliencia consiste en enfocar y enfatizar los recursos de las personas y los grupos

sociales para salir adelante. (M. C. Ravazzola, véase página 113).

Entendemos el término como la potencialidad de las personas con discapacidad

para fortalecer su calidad de vida y su desarrollo humano, de contar con los recursos

técnicos, pedagógicos, de salud o de seguridad social adecuados y –si se promueve la

confirmación de contextos económicos, sociales y culturales favorables– mediante

políticas públicas y acciones comunitarias y/o privadas.

Como todo desafío paradigmático, más que aportar nuevas certezas tiene el

inconmensurable valor de abrir múltiples interrogantes.

4-4- Marco Legal.

Las normas uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las personas con

discapacidad se han elaborado sobre la base de la experiencia adquirida durante el

Decenio de las Naciones Unidas para los Impedidos (1983-1992). El fundamento

político y moral de estas normas se encuentra en la Carta Internacional de Derechos

Humanos, que comprende la Declaración Universal de Derechos Humanos, así como el

Programa de Acción Mundial para Impedidos. De este último se desprenden los

siguientes conceptos:

Discapacidad: gran número de diferentes limitaciones funcionales. Puede revestir la

forma de una deficiencia física, intelectual o sensorial, una dolencia que requiera de

atención médica o una enfermedad mental. Puede ser de carácter permanente o

transitorio.

Minusvalía: pérdida o limitación de oportunidades de participar en la vida de la

comunidad en condiciones de igualdad con los demás. Describe una situación de la

persona con discapacidad en función del entorno Naciones Unidas (1983-1992),

Normas Uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las personas con

discapacidad.

Se entiende por "minusválido" a toda persona incapaz de atender por sí sola, total o

parcialmente, a las necesidades de su vida individual y/o social normal como

consecuencia de una deficiencia, congénita o no, en sus capacidades físicas o

mentales.

Se entiende por "subnormal" al minusválido psíquico (hoy trastorno de personalidad

o patología de orden psicológica). Ministerio de Salud y Acción Social.

Subsecretaría de Infancia y Medio Ambiente. Gobierno de la provincia de Buenos

Aires. Declaración de los derechos de los discapacitados. (deficiente mental, adulto,

minusválido psíquico, físico y sensorial).

El término "impedido" designa a toda persona discapacitada de subvenir por sí

misma, en su totalidad o en parte, a las necesidades de una vida individual y/o

social normal a consecuencia de una deficiencia, congénita o no, de sus facultades

físicas o mentales. Asamblea General de las Naciones Unidas (1977) Declaración

de Derechos de los discapacitados.

El término discapacidad significa una deficiencia física, mental o sensorial, ya sea

de naturaleza permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer una o más

actividades esenciales de la vida diaria, que puede ser causada o agravada por el

entorno económico social. (Ley 25.280 que entró en vigencia en Argentina en el año

2001. Convención Interamericana sobre eliminación de todas las formas de

discriminación contra las personas con discapacidad, aprobada en Guatemala en

1999).

Persona con Necesidades Especiales (N. E.): son aquellas que padezcan alteración,

parcial o total, y/o limitación funcional, permanente o transitoria, física, mental o

sensorial, que en relación con su edad y medio social impliquen desventajas

considerables en su desarrollo. (Ley 447).

Uno de los grupos históricamente marginados en las sociedades es el que

constituyen las personas con discapacidad.

En el sentido estricto, el término legislación se refiere al conjunto de normas

dictadas por el Poder Legislativo. Sin embargo, el uso corriente otorga a la palabra

legislación un sentido más amplio, comprehensivo de todo tipo de normas.

Ya hemos aludido al orden jerárquico que reconocen las normas. Ahora

corresponde señalar otra característica: existen normas generales, sectoriales y

particulares:

a) Son de carácter general aquellas normas cuyo destinatario es toda la población

(por ejemplo, la Constitución). A menudo, ese principio generalista, no pasa de

ser un enunciado teórico, pues las necesidades propias de ciertos sectores y

situaciones tiende a que se legisle para determinados grupos de personas,

actividades e intereses, que responden a las características que los identifican y

diferencian del resto de la comunidad.

b) Las normas sectoriales tienen por objetivo la regulación de sólo un aspecto de

los tantos que compromete la existencia y la dinámica de una comunidad

determinada: el agro, el comercio, el turismo, la seguridad, la discapacidad, etc.

Las leyes de este tipo son efectivamente sectoriales, aunque sin abandonar el

principio de generalidad, pues no se refieren a individuos determinados, sino a

integrantes de la comunidad que podrían encontrarse afectados por las notas

distintivas de un sector. Ejemplos: Ley 22.431: Sistema Integral de Protección

de los Discapacitados; Leyes 20.475 y 19.279: Jubilaciones Especiales; Ley

19.279: Franquicias para Automóviles.

c) Las normas particulares son las que afectan a individuos o a cosas

determinadas (por ejemplo, el Poder Ejecutivo que designa al presidente de

CONADIS).

El sistema en conjunto de las Naciones Unidas está comprometido con la

eliminación de prejuicios, y prueba de ello son, por mencionar las más trascendentes, la

Declaración del Año Internacional de las Personas con Discapacidad (1981), la Década

de las personas con discapacidad (1980-1990) y la declaración de las Normas

Uniformes para la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad

(1993).

Ya en la Biblia se parte de la dignidad humana a priori (desde la concepción),

hasta la Declaración de los Derechos de Hombre y el Ciudadano, en la Revolución

Francesa de 1789, que universalizó las nociones de libertad, igualdad y fraternidad.

Sin embargo, recién a mediados del siglo XX, luego de la segunda Guerra Mundial

y la creación de la Organización de las Naciones unidas (ONU), la comunidad

internacional llegó a la convicción de que es impostergable plasmar en documentos y en

acciones aquellos principios y derechos que son inherentes a todos los hombres, pero

que no sólo son desconocidos, sino que no son reconocidos ni respetados. Con esto se

pretendía favorecer la paz duradera, al promover la igualdad de derechos y la

equiparación de oportunidades, en procura de disminuir la pobreza, favorecer la salud y

la educación, el pleno empleo y, en suma, el mejoramiento de la calidad de vida.

En la Carta de las Naciones Unidas se otorga primordial importancia a la

reafirmación de los principios de paz, fe en los derechos humanos y en las libertades

fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la promoción de la

justicia social.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 afirma el derecho de

todas las personas –sin distinción alguna– a casarse, a la propiedad privada, a igual

acceso a los servicios públicos, a la seguridad social y a la realización económica,

social, cultural.

Ya en la década del „60, los pactos internacionales sobre derechos económicos,

sociales y culturales, y los relativos a derechos civiles y políticos contienen similares

reafirmaciones, siempre con carácter general, es decir, a favor de todos los individuos.

A principios de la década del ‟70 –en respuesta a la creciente presión de las

organizaciones dedicadas a prestar servicios a las personas con discapacidad y aquellas

representativas de sus derechos, sobre todo organizaciones escandinavas y canadienses–

, el Sistema de la Organización de las Naciones Unidas promulgó una larga serie de

documentos referidos específicamente a las personas con discapacidad. Así, en la

Declaración sobre el Progreso Social y el Desarrollo se establece la necesidad de

proteger a las personas con desventajas físicas y mentales, y de asegurarles su bienestar

y rehabilitación. Asimismo, se garantiza para todas ellas el acceso a oportunidades de

trabajo útil y productivo.

Las personas con discapacidad han llamado la atención de los legisladores desde

comienzos del siglo XX. Si bien recién en 1908 aparece la primera mención de la

materia, es necesario aclarar que estas primeras leyes no se referían al término

discapacidad que se forjó varios decenios más tarde, sino que regulaban casos

particulares de personas ciegas, sordas, lisiadas, etcétera.

En Argentina, en forma previa a cualquier manifestación de carácter legislativo,

fueron los ciegos quienes despertaron el interés de la sociedad por su educación, su

protección y la posibilidad de que cumpliesen algunas tareas. Alrededor de 1860,

Domingo Faustino Sarmiento se refería en uno de sus libros de viajes por Francia a un

método de lectura y escritura para ciegos con punto en relieve: fue en el Asilo de

Huérfanos que comenzó, en 1887, la enseñanza del Sistema Braille.

En 1902 se inauguraba la primera Escuela Especial privada, fundada y dirigida por

el ciego italiano Francisco Gatti, para instrucción primaria y talleres. Dicha escuela fue

nacionalizada, mediante la Ley 5.796 (la primera ley que se ocupa de personas con

discapacidad específica).

En la actualidad, a partir del año 2000 se debate el tema en el Congreso de la

Nación. Carta Abierta sobre Ciudadanía y Discapacidad, de las Jornadas sobre

Ciudadanía y Discapacidad. Congreso de la Nación, 2001.

“Ha llegado la hora de establecer un compromiso público y definido. Los dirigentes

argentinos de todos los sectores gubernamentales, políticos, sindicales, empresarios,

educativos, comunicacionales, de las organizaciones no gubernamentales, deben decir

en concreto si van a permitir que continúe el maltrato y la negación de los derechos de

las personas con discapacidad o si la igualdad de trato y de oportunidades garantizados

por los tratados internacionales, la Constitución Nacional (Art. 75, inc. 23) y la

legislación vigente, se va a traducir en lo inmediato y en los hechos en una nueva y

vigorosa política de integración social, cultural, laboral y económica de las personas

con discapacidad, a partir de una clara, definida y significativa asignación

presupuestaria”. “…La lucha para obtener la plenitud de los derechos ciudadanos de

nuestros compañeros discapacitados, es la lucha por los derechos de todos…” Un país

será juzgado en su desarrollo por la vida que garantice a su niñez, a sus ancianos, a sus

personas con discapacidad, a los más pobres y a los menos favorecidos. (Víctor de

Gennaro, Jornadas sobre Ciudadanía y Discapacidad. Congreso de la Nación, 2001).

Existes multiplicidad de opciones a la hora de denominar el colectivo de personas

que protagonizan el problema social con discapacidad, y casi todas están atravesadas

por una connotación negativa. Con posterioridad, si bien se hará referencia a “personas

con discapacidad” y no a “impedidos”, a “equiparación de oportunidades más que

“inclusión”, estos conceptos son retomados casi textualmente en documentos

trascendentes como la Declaración de Madrid de 2002, que proclamaba al 2003 como

Año Europeo de la Discapacidad y que resalta como estrategia básica la no

discriminación más la acción positiva, es decir, el hecho de tomar conciencia y generar

acciones facilitadotas concretas.

Sin una clara definición por parte de la sociedad y sus estamentos de poder acerca

de cuáles son los principios sustentados, los objetivos pretendidos, y las políticas

destinadas a lograrlos, todo lo que se haga en materia de discapacidad seguirá siendo

anárquico y frustrante, lo mismo para los asistentes que para los asistidos. Y, por

supuesto, los mayores costos los seguirá absorbiendo la sociedad en su conjunto.

1) Acciones Unidas, Consejo Económico y Social CEPAL. Proyecto Preliminar del Plan

de Acción Mundial de Largo Plazo. Doc. E/CEPAL/conf:72/L.5, 30 de septiembre de

1980, página 2.

2) El XI Congreso Mundial en Dublín de Rehabilitación Internacional (RI) de 1969 aprobó

el diseño presentado por Susane Koefoed como Símbolo Internacional de Accesibilidad

(SIA)

Comisión Nacional Nº 22.431.

El Sistema Integral para las personas con discapacidad define como sujeto de la

norma a todo aquel que padezca una alteración funcional, permanente, transitoria o

prolongada, física, sensorial o mental que, en relación con su edad o medio social,

implique desventajas considerables para su adecuada integración familiar, social o

laboral.”

Una situación de discapacidad aparece cuando, confrontado con un medio o con

circunstancias hostiles, un individuo no está a la medida de reaccionar como él entiende

o siente; es toda falta de adaptación de un individuo en relación con el medio. La

gravedad de esta discapacidad está cuantitativamente ligada a la importancia de esa falta

de adaptación. (Michel Conté, Productos Industriales y Discapacidad. Aplicación de la

Domótica. Paris, Egeris, 1991).

Ley 25.415: Programa Nacional de detección precoz y atención a la hipoacusia.

Observada parcialmente por el Poder Ejecutivo, Decreto Nº 469/01. Discapacitados

auditivos.

Ley 18.348: Servicio Nacional de Rehabilitación (Comisión Nacional de rehabilitación

del Lisiado). Discapacitados motores.16

16

En 1943 se funda ALPI (Asociación contra la Lucha de Parálisis Infantil), por la epidemia de poliomielitis

(década del „50).

Discapacitados mentales: Ley 22.431 (Decreto Reglamentario Nº 498/83). Sistema

Integral de Protección de las Personas Discapacitadas.

Patologías Psiquiátricas: Ley 25.421 de Salud Mental, que no debe confundirse con

discapacidad mental.

Ley 22.431 (Decreto 498/83): Sistema Integral de Protección de los Discapacitados.

Tiene una fuerte impronta de los Organismos Internacionales, pioneros desde la década

del „70.

Las personas con discapacidad recién figuran expresamente en la Constitución Nacional

a partir de la reforma de 1994. Segunda Parte, Título Primero, Capítulo IV,

Atribuciones del Congreso. Artículo 75, inciso 23:

“Legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de

oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por

esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos,

en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con

discapacidad.”

Otras leyes relacionadas

- Ley 23.592: medidas para quienes arbitrariamente impidan el pleno ejercicio de

los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución

Nacional.

- Ley 25.280: Apruébase una convención Interamericana para la Eliminación de

todas las formas de discriminación contra las Personas con Discapacidad

(Guatemala).

- Ley 25. 634: frecuencias de los Buses Accesibles.

- Ley 25.635: Pase Libre en el Transporte Público terrestre para personas con

discapacidad.

- Ley 25.643: Turismo Accesible

- Ley 25.644: Publicidad de las frecuencias de Buses Accesibles.

- Ley 25.689: Cupo Laboral de la Administración Pública.

La gran demanda consiste en el cumplimiento y difusión de la legislación. Si

bien es cierta la afirmación de que el Estado no controla el cumplimiento, la raíz del

problema del incumplimiento es más profunda: es el propio ejemplo de un Estado

incumplidor de la normativa, de donde deriva la negligencia de la comunidad en su

conjunto.

La situación de las personas con discapacidad en la Argentina desde el ámbito

legal presenta una contradicción. Por un lado, la profusa, extensa y compleja legislación

argentina, caso de vanguardia; pero, como contrapartida, su casi nulo cumplimiento.

Las soluciones no están en el dictado de más leyes, ni en el perfeccionamiento

de las actuales. La solución vendrá de la mano de una decisión comunitaria de cumplir

las leyes, de todas maneras. Toda ley debe cumplirse, por defectuosa que sea.

Aparentemente, ni las personas con discapacidad ni quienes se dedican a la

discapacidad, profesional o voluntariamente, conocen cabalmente la legislación

específica.

No serían necesarias tantas normas de carácter sectorial como existen en

Argentina. Por consiguiente, el fenómeno nos lleva a sostener que la profusa normativa

sobre discapacidad es la evidencia que las personas con discapacidad no han encontrado

todavía su lugar en la legislación para todos.

El incumplimiento de la legislación sobre discapacidad

en nuestro país es la única regla o ley que se cumple a “raja tabla”, y no la

excepción.

Goethe: “Toda situación es una oportunidad para algo.

Denme un punto de apoyo y moveré al mundo”.

Nietzsche: "quien dispone de un para qué es capaz de sobrellevar casi cualquier

cómo”.

"Bastaría citar los nombres de Beethoven, Helen Kéller o Frida Khalo..., entre tantos

hombres y mujeres célebres que, además de sus obras, nos dejaron el testimonio

viviente de quienes, aun debiendo hacer frente al dolor, la adversidad o graves

impedimentos de orden físico o mental, fueron capaces de conmover a la humanidad

por su arte, su ciencia o su genio.".

Leandro Despouy 17

CAPÍTULO II

Abordaje de la problemática sobre discapacidad

desde el Paradigma de Resiliencia.

La resiliencia es la obstinación de la vida sobre todas las formas de muerte. Quizás uno

tiene la sensación de que la vida es obstinada, la vida es resiliente, que tiene una

potencia singular, incluso transformadora de la misma muerte, porque si tomamos en

cuenta la humanidad, el proceso global y el planeta, vemos que la muerte fue

incorporada en la evolución como una manera de permitir la creación de la vida. La

vida no puede existir en el mundo sin la misma muerte y la muerte es aprovechada, en

el fondo, para generar vida...18

INTRODUCCIÓN.

Aún en el año 2010 podemos escuchar que la resiliencia es algo nuevo, que se

pretende imponer como moda. Vale aclarar, en primer lugar, que los estudios e

investigaciones al respecto, en todo el mundo, llevan más de dos décadas. Es cierto que

se asocia este concepto íntimamente a ciertos círculos especializados o focalizados, y

aun en los propios círculos académicos se sigue tratando con cierta liviandad, sólo a

título informativo. Desconocimiento, prejuicio, o estricta coherencia epistemológica.

Es nuestra intención, y tal vez una pretensión demasiado elevada, conocer,

profundizar, difundir y también problematizar este Paradigma de Resiliencia. Es

17

Abogado, fue relator especial en el tema de Discapacidad y Derechos Humanos de la Comisión de Derechos

Humanos de Naciones Unidad (1993), que oportunamente presidió. Subsecretario del área de Derechos Humanos de

la Cancillería Argentina. Presidente de la Auditoría General de la Nación. 18

Bienvenida del Director de la la Fundación S.E.S (Sustentabilidad, Educación, Solidaridad) al Seminario

Latinoamericano de Resiliencia: “Más que jóvenes en busca de oportunidades”, 2000(26,27 de oct), Buenos Aires.

necesario comenzar a poner en práctica sus principios o, al menos, recuperar sus

fortalezas. Yendo un paso más adelante, la pretensión es proponer el Enfoque de

Resiliencia como el mejor recurso para abordar el problema social de la discapacidad.

Desde el principio, y en todo momento, no debemos pasar por alto que, cuando

pretendemos abordar un problema social desde la resiliencia, partimos desde una

perspectiva integral que debe reunir todo lo que está pasando alrededor: los problemas

políticos, sociales, ecológicos, de salud y de género, así como también los que tienen

que ver con la diversidad étnica, con los distintas formas de cultura, con el pluralismo y

con la democracia. Es decir, el campo problemático –en este caso, la discapacidad–

debe considerarse con la complejidad específica y con las múltiples determinaciones

que lo atraviesan.

Cuando la perspectiva de resiliencia se pone en movimiento, uno supera las

adversidades para salir adelante, y es la misma persona la que se vuelve protagonista de

su historia para transformar su propia realidad y asumir los cambios personales y

colectivos. Este simple precepto, a las claras, está en sintonía con la esencia misma del

trabajo social; ni más, ni menos. Ante un problema social, es necesario tener la

convicción de que se puede achicar la brecha entre la situación actual y el ideal

societario, o al menos mitigar el mal, en principio, diagnosticando y utilizando de

manera óptima los recursos disponibles de los distintos actores, tanto individuales como

colectivos, institucionales o sociales.

Es nuestra intención, de principio a fin, establecer acuerdos, buscar puntos en

común, construir mediaciones y diseñar puentes que, de alguna manera, nos convoquen

a todos aquellos que aún nos desvelamos por mejorar la calidad de vida y reivindicar la

dignidad de las personas con discapacidad, ya sea desde lo profesional o como simples

ciudadanos. Se trata de un aporte a los futuros colegas que todavía problematizan,

buscan respuestas y se animan a intentar recorrer caminos nuevos.

Para todos ellos, comenzaremos a andar por el camino de la resiliencia,

construyéndolo, ya que estamos en un proceso aún no cerrado, en plena construcción.

Es de suma importancia destacar que este capítulo pretende hacer un breve resumen

de la inmensa cantidad de teorías producidas sobre el Paradigma de Resiliencia para

aquellos que se acercan por primera vez al tema y para exponer mi propio marco de

referencia , mis motivos y enfoques son los que enumero a continuación:

1-Este tema ha sido tomado en el marco de un ensayo teórico para proponer una

forma de intervención desde el trabajo social en la problemática de discapacidad.

2-Para todos los contenidos teóricos específicos (conceptos, definiciones, evolución,

pilares, anti-pilares, factores protectores y de riesgo, intervención) utilizo las fuentes

primarias, extractando los contenidos más importantes.

3- El objetivo es compilar la producción teórica de los grandes referentes acerca de

los elementos centrales de la teoría.

4-Al final el lector va a encontrar la bibliografía específica para profundizar cada

una de las áreas. Adelanto algunos de los principales referentes:

-Teoría de la primera etapa (Resiliencia individual): Kotliarenco, Wolin, entre

otros.

-Teoría de la segunda etapa (Resiliencia social): Suárez Ojeda, entre otros.

-Teoría del apego y aportes de psicología: Cyrulnik, V. Frank, entre otros.

1-Evolución histórica de la conceptualización de Resiliencia

Cuando hablamos de resiliencia (R) nos viene a la memoria la definición más

conocida: “Resiliencia es la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser

fortalecido o transformado por experiencias de adversidad.” (E. Groterberg, 2004).

Este concepto es más antiguo de lo que creemos, ya que tiene su origen en la

física. Resiliencia proviene de resilio, que consiste en volver al estado original, es decir,

recuperar la forma originaria. Se refiere a la capacidad de los materiales de volver a su

forma cuando son forzados a deformarse. El estudio de la energía invertida en la

deformación sin ruptura se profundizó en relación con los metales y las consecuencias

de los choques entre objetos.

Las ciencias sociales han encontrado fructífera esta metáfora para describir

fenómenos observados en personas que, a pesar de vivir en condiciones de adversidad,

son de todas maneras capaces de desarrollar conductas que les permiten una buena

calidad de vida. Esto permite sostener una mirada sobre los factores de protección (y no

tanto sobre los riesgos) y sobre la posibilidad de identificar los recursos usados por

individuos y comunidades para mejorar sus condiciones de vida, aun en circunstancias

terribles.

Sin dejar de lado las vulnerabilidades de personas y de relaciones ni la

inclusión de los conflictos en los procesos vitales, los estudios de las resiliencias han

definido con certeza la utilidad de este enfoque para todos los campos problemáticos

sociales, desde problemas puntuales como violación o abuso, hasta catástrofes naturales

o genocidios., ha sido comprobada experimentalmente su utilidad como método de

intervención del trabajo social.

Tanto Rutter (1992), como Kotliarenco (1997), pioneros en el tema y

especialistas en la intervención de niños y adolescentes, con gran repertorio

bibliográfico, afirman que la resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de

procesos sociales e intra-psíquicos que posibilitan tener una vida sana, viviendo en un

medio insano. Estos procesos tendrían lugar a lo largo del tiempo, dando afortunadas

combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural. De

este modo, la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con el que los niños

nacen, o que los niños adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de un

proceso interactivo entre ellos y su medio.

Michael Rutter ha caracterizado a la resiliencia como un conjunto de procesos

sociales e intra-psíquicos que posibilitan una vida sana, viviendo en un medio insano.

Estos procesos tendrían lugar a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones de

atributos del niño con su ambiente familiar, social y cultural.

La R es el resultado de una interacción entre el niño y su ambiente. Es importante

destacar que la conducta resiliente no es estable en el tiempo, ni lo es a través de los

contextos sociales y/o culturales.

Resulta necesario distinguir los variados factores protectores que entran en

juego en el proceso de crecimiento y desarrollo de los niños, como una forma de

diferenciar entre aquellos que actúan a favor de la resiliencia o bien de la

vulnerabilidad. Las bases de la resiliencia son tanto constitucionales como ambientales.

(Rutter, 1990/93).

El enfoque de las resiliencias permite pensar que, no obstante las adversidades

sufridas por una persona, una familia o una comunidad, éstas tiene potenciales

capacidades para desarrollarse y alcanzar niveles aceptables de salud y bienestar.

Esas capacidades permiten tolerar, manejar y aliviar las consecuencias psicológicas,

fisiológicas, conductuales y sociales provenientes de experiencias traumáticas. Este

punto referente a los traumas no puede ser tomado a la ligera, sino que implica un

acervo inconmensurable desde la perspectiva psicológica

Cabe aclarar que Cyrulnik(2005) -vanguardista en las cuestiones relativas a la

resiliencia, entre otros-, trabaja e investiga desde la perspectiva de resiliencia con

víctimas del holocausto, campos de concentración, genocidios y guerras. Su trabajo de

campo y experiencia en este enfoque es un hito que no se puede obviar; por ejemplo,

aplica esta metodología a chicos que quedaron lisiados por sacar minas, o que han

visto morir a todos sus seres queridos; aún allí, apuesta a la resiliencia, a la vida misma.

Aquí no profundizaremos los aportes desde la psicología, el psicoanálisis o la

logoterapia. 19

Las experiencias adversas más frecuentes e importantes son las que implican

carencias, abusos, sobreprotección, descalificación, negligencia e ineficacia parental y

de quienes lideran grupos sociales. También aquellas experiencias que exponen al

individuo a las adversidades sociales, sin apoyo como puede ser la oferta masiva de

consumismo, la exposición y pertenencia a culturas de evasión y trasgresión, la

disminución de oportunidades de participación activa y participativa, la falta de

gratificaciones, la disminución de la confianza en resultados justos, las experiencias de

pobreza, de marginación y de descalificación por ser diferente, de desocupación, de

detención, de reclusión o de pérdida de la inserción escolar, la carencia de redes de

apoyo, de aprendizaje de destrezas y de formas de lograr autonomía. Agregamos la

ausencia de proyectos, de reconocimiento social, de canales para comunicar las

necesidades, de oportunidades para desarrollar talentos alternativos, de valoración de los

aportes al entorno, las experiencias de estigmatización, de invisibilidad y de exclusión

social (Wolin y Wolin, 1993).

Hemos identificado y enumerado algunos factores que sabemos que inciden

negativamente en la vida y el desarrollo de las personas. Se trata de factores que han

sido exclusivamente estudiados en su influencia y consecuencias posibles.

Un recorrido por las definiciones de los autores más destacados resultado

resultara útil para analizar sus características. Se exponen a continuación:

Enfrentamiento efectivo de circunstancias y eventos de la vida severamente

estresantes y acumulativos. Losel, Blieneser y Kaferl (1989).

La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de proceso sociales e

intrapsíquicos que posibilitan tener una vida “ sana” en un medio insano. Estos

procesos se realizan a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones

entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural. Así la

resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que los niños nacen o

que los niños adquieren durante el desarrollo, sino que se trata de un proceso

que caracteriza un complejo sistema social, en un momento determinado del

tiempo. (Rutter, 1992).

19

Victor Frank, creador de una rama de la psicología y rama terapéutica, siendo un hito de la

Resiliencia.

*Historia de adaptaciones exitosas en el individuo que se ha visto expuesto a

factores biológicos de riesgo o eventos de vida estresante, además implica la

expectativa de continuar con baja susceptibilidad a futuros estresores.(Luthar

y Zingler,1991;Master y Garmez, 1985 Werner y Smid, 1982 . idem 1992).

*Milgran y Palti definen a los niños resilientes como aquellos que se enfrentan

bien (COPE well) a pesar de ls estresares ambientales a los que se ven

sometidos en los años más formativos de su vida. (1993:6)

*Concepto genérico que se refiere a una amplia gama de factores de riesgo y

los resultados de competencia. Puede ser producto de una conjunción entre los

factores ambientales, como el temperamento y un tipo de habilidad cognitiva

que tienen los niños cuando son muy pequeños.(Osborn, 1993).

El vocablo resilencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio

que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. El término fue

adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a

pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan

psicológicamente sanos y exitosos. (Rutter, 1993).

Habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a

una vida significativa y productiva. Institute on Chile Resilience and Family

(1994).

La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción,

es decir, la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión; por otra

parte, más allá de la resistencia, es la capacidad de forjar un comportamiento

vital positivo pese a las circunstancias difíciles . Vanistandael (1994).

Capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida,

superarlas e inclusive ser transformado por ellas. Grotberg (1995).

La resiliencia significa una combinación de factores que permiten a un niño, a

un ser humano, afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida y

construir sobre ellos. (Suárez Ojeda, 1995).

Concepto genérico que se refiere a una amplia gama de factores de riesgo y su

relación con los resultados de la competencia. Puede ser producto de una

conjunción entre los factores ambientales y el temperamento y un tipo de

habilidad cognitiva que tienen algunos niños aún cuando sean muy pequeños

(Osborn, 1996).

La resiliencia es un llamado a centrarse en cada individuo como alguien único,

es enfatizar las potencialidades y los recursos personales que permiten

enfrentar situaciones adversas y salir fortalecido, a pesar de estar expuesto a

factores de riesgo. (Melillo,Ojeda 2002)

En síntesis, las diferentes definiciones del concepto de resiliencia enfatizan

características del sujeto resiliente: habilidad, adaptabilidad, baja susceptibilidad,

enfrentamiento efectivo, capacidad, resistencia a la destrucción, conductas vitales

positivas, temperamento especial y habilidades cognitivas, todas desplegadas frente a

las situaciones vitales adversas, estresantes, etcétera, que le permiten atravesarlas y

superarlas.

Asimismo, destacan dos elementos cruciales: la resiliencia se produce en función

de procesos sociales e intra-psíquicos. No se nace resiliente ni se adquiere

“naturalmente” en el desarrollo, sino que depende de ciertas cualidades del proceso

interactivo del sujeto con los otros seres humanos, responsables de la construcción del

sistema psíquico humano.

La resiliencia implica un optimismo realista y una mirada esperanzadora que ha

venido a fortalecer las posibilidades de intervención positivas de las instituciones y de

los profesionales de la salud, la educación y el desarrollo social. Por otra parte, abre

enormes expectativas en el campo de las investigaciones transdisciplinarias,

especialmente entre la Medicina, la Psicología, la Sociología y la Educación.

A lo largo de la historia del concepto de resiliencia ha habido varias definiciones.

Entre ellas, la que mejor representa a la segunda generación de investigadores es la

adoptada por Luthar y otros (2000), quienes definen la resiliencia como “un proceso

dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en contextos de gran

adversidad.” Esta definición, al igual que otras características de esta segunda

generación de investigadores, distingue tres componentes esenciales, a saber:

1) la noción de adversidad, trauma, riesgo o amenaza al desarrollo humano;

2) la adaptación positiva o superación de la adversidad; y

3) el proceso que considera la dinámica entre mecanismos emocionales, cognitivos

y socioculturales que influyen sobre el desarrollo humano.

Al definir cada uno de estos componentes del concepto, es posible crear un modelo

de resiliencia para investigaciones y diseño de programas de promoción de la

resiliencia.

1) Adversidad: La definición del concepto de resiliencia requiere que el individuo

logre una adaptación positiva a pesar de estar o haber estado expuesto a una

situación de adversidad (Kaplan, 1999). El término adversidad (usado como

sinónimo de riesgo) puede designar una constelación de muchos factores de riesgo

(tales como vivir en la pobreza), o una situación de vida específica (como la muerte

de un familiar). Agregamos la discapacidad como situación que impide la

adaptación “normal” (de acuerdo con los parámetros convencionales), por lo que es

una situación adversa y genera situaciones adversas concomitantes.

La adversidad puede ser definida objetivamente, a través de instrumentos de

medición, o subjetivamente, a través de la percepción de cada individuo (Luthar,

Cicchetti y Becker, 2000; Luthar y Cushing, 1999; Kaplan, 1999).

Hemos identificado y enumerado algunos factores que, a nuestro entender, inciden

negativamente en la vida y el desarrollo de las personas, factores que han sido

exclusivamente estudiados en su influencia y consecuencias posibles. (Ojeda, 2002,

108)

En resumen, para identificar la resiliencia y diseñar investigaciones y programas de

promoción, se sugiere que la definición de adversidad especifique la naturaleza del

riesgo, si es subjetivo u objetivo, y la conexión que existe entre adversidad y

adaptación positiva.

2)Adaptación positiva: La adaptación positiva permite identificar si ha habido o no

un proceso de resiliencia. La adaptación puede ser considerada positiva cuando el

individuo ha alcanzado expectativas sociales asociadas a una etapa de desarrollo, o

cuando no ha habido signos de desajuste. En ambos casos, si la adaptación positiva

ocurre a pesar de la exposición a la adversidad, se considera adaptación resiliente.

3)Proceso20

: La resiliencia es un proceso en el que están implicados diferentes

niveles y factores. La metáfora de la casita, creada por S. Vanistendael y J. Lecomte

(2002) nos permite enumerarlos sucintamente.

La resiliencia es la naturaleza dinámica. Puede variar a traves del tiempo y las

circunstancias. Es el resultado de un equilibrio entre factores de riesgo, factores

protectores y personalidad del ser humano.Se funda en una interacción entre la persona

y su entorno.Para que la resiliencia se desarrolle requiere que se ponga en marcha los

recursos propios del niño/adolescentes y que se trabaje sobre su ambiente o medio

cultural. Una persona puede ser resiliente en un medio y en otro no. No es una

capacidad absoluta ni estable:

Es una capacidad universal.Todo niño tiene el potencial de desarrollar y mostrar su

resiliencia contando con ciertos recursos que lo pueden ayudar a sobrellevar la

adversidad. Nuestra tarea esta en descubrir en todas las señales de resiliencia y los

recursos que poseen, por mas débiles que aparezcan.

El concepto de resiliencia nace con la aparición de resultados inesperados de

acuerdo con las predicciones basadas en los riesgos y conserva el factor sorpresa como

un elemento inherente a su definición.

El creciente interés en considerar la R como un proceso significa que ésta no es una

simple respuesta a una adversidad, sino que incorpora los siguientes aspectos:

1) Promoción de factores resilientes. El primer paso en el proceso de resiliencia

es promover sus “factores” como lo describimos previamente en el primer

apartado. La resiliencia , está asociada al crecimiento y desarrollo humanos,

incluyendo diferencias de edad y género. Éstos son los factores que serán usados

en el siguiente paso del proceso. Agrego que contempla en su bastedad, dos

conceptos que serán ampliados en el glosario : diversidad y vulnerabilidad.

2) Compromiso con el comportamiento resiliente: supone la interacción dinámica

de factores de resiliencia seleccionados-“yo tengo”, “yo soy”, “ yo estoy”, “ yo

puedo”-, para enfrentar la adversidad que ha sobrevivido.

20

*La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intra psíquicos que

posibilitan tener una vida "sana" en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del

tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar,

social y cultural. (Rutter, 1992).

Se han sugerido “modelos organizadores” (esta aclaración es mía):

a) Identificar la adversidad: muchas veces una persona o un grupo no están

seguros de cuál es la adversidad y es necesario definir la causa de los problemas

y riesgos.

b) Seleccionar el nivel y la clase de respuesta apropiadas: Al leer esta

terminología “ respuestas apropiadas”, “adaptación positiva”, estamos tentados a

descartar todo, por reconocer un “sesgo positivista”. A su vez hemos

experimentado el gran rechazo y resistencia sufrida por este Paradigma por

relacionarla directamente con la cooptación del Modelo Capitalista. Mi humilde

aporte es que más allá de las palabras, identificadas con cualquier

posicionamiento, todas las personas tienen derecho a pertenecer a un grupo,

poder incluirse, integrarse a todos los procesos sociales, económicos, culturales

y políticos, vivir en armonía y con relaciones saludables con el “medio” y por

sobre todas las cosas sentir el orgullo, la autovaloración dignidad de haber

alcanzad sus metas personales , su autorrealización. Esta es la connotación que

quiero transparentar y compartir, al hablar de “adaptación positiva o saludable”.

c) Valoración de los resultados de Resiliencia: el objetivo de la resiliencia es

ayudar a los individuos y grupos no sólo a enfrentar las adversidades, sino

también a beneficiarse de las experiencias.

La resiliencia es más que la suma de sus partes (factores promotores de salud), en

tanto encierra una “X”que será la que finalmente decidirá acerca del resultado.

Además, la lista de factores de resiliencia nunca logra apresar la chispa de la que

dependerá el resultado final (Ojeda, 2002, 225).

Ésta “X” (incógnita en una ecuación, con valor indeterminado) a la que hace

referencia el autor, da cuanta de un factor “arbitrario”, azaroso , un factor que no se

puede mensurar o controlar, que es impredecible y va más allá de lo genético, personal,

familiar, ambiental o coyuntural. La Resiliencia se puede promover o promocionar;

pero no se puede “asegurar” su surgimiento ni permanencia.

El creciente interés por considerar a la R como un proceso significa que ésta no es

una simple respuesta a una adversidad, sino que incorpora los siguientes aspectos:

3) Promoción de factores resilientes: El primer paso en el proceso de resiliencia es

promover sus factores, como lo describimos previamente en el primer apartado.

La resiliencia está asociada al crecimiento y desarrollo humanos, incluyendo

diferencias de edad y género. Éstos son los factores que serán usados en el

siguiente paso del proceso. Agrego que contempla en su vastedad dos conceptos

que serán ampliados en el glosario: diversidad y vulnerabilidad.

4) Compromiso con el comportamiento resiliente: supone la interacción dinámica

de factores de resiliencia seleccionados –“yo tengo”, “yo soy”, “yo estoy”, “yo

puedo”– para enfrentar la adversidad a la que ha sobrevivido.

Se han sugerido “modelos organizadores” : (esta aclaración es mía):

d) Identificar la adversidad muchas veces una persona o un grupo no están seguros

de cuál es la adversidad y es necesario definir la causa de los problemas y

riesgos.

b)Seleccionar el nivel y la clase de respuesta apropiadas teniendo en cuenta que

todas las personas tienen derecho a pertenecer a un grupo, poder incluirse, integrarse

en todos los procesos sociales, económicos, culturales y políticos, vivir en armonía

y con relaciones saludables con el medio y, por sobre todas las cosas, sentir el

orgullo, la autovaloración y la dignidad de haber alcanzado sus metas personales, su

autorrealización. Ésta es la connotación que quiero transparentar y compartir al

hablar de adaptación positiva o saludable.

c)Valorar los resultados de la resiliencia: el objetivo del enfoque de la resiliencia es

ayudar a los individuos y grupos no sólo a enfrentar las adversidades, sino también a

beneficiarse con las experiencias.

Vanistendae (1994) distingue 2 componentes: 1) la resistencia frente a la

destrucción, capacidad de proteger la propia integridad frente a la destrucción, y 2) la

capacidad para construir un conductismo vital positivo pese a circunstancias difíciles.

1-1.Primera generación de investigadores

En los orígenes de la traspolación del concepto de Resiliencia aplicado a las ciencias

sociales, encontramos que el mismo fue el que trascendió en lo que concierne a las

ciencias, cuyo objeto de estudio es el hombre. Este responde a la primera etapa de

estudio, también llamada “primera generación”. En esta etapa se ponía énfasis en las

cualidades intrínsecas del ser humano, sin considerar las múltiples determinaciones que

lo atraviesan y condicionan, aunque no por ello –valga la paradoja– lo determinan.

La casita, es decir, la resiliencia, está sustentada en unos cimientos –vendría a

ser el entorno– que permiten cubrir las necesidades básicas y, fundamentalmente,

sentirse amado y aceptado. No puede favorecerse la resiliencia si no se promueven

interacciones de aceptación , apoyo y sostén social en los contextos de vida de las

personas. Además, hay que entender estos contextos como redes de mutua influencia,

donde el entendimiento y la cooperación son fundamentales. En segundo lugar, es

imprescindible la capacidad de descubrir un sentido de la existencia. En tercer lugar, es

necesario contar con un conjunto de condicionantes personales, tales como la

autoestima, las aptitudes, las competencias y el uso del humor. Por último, el futuro,

entendido éste como un conjunto de experiencias a descubrir. De este modo, aparece un

sujeto conformado por múltiples dimensiones relacionadas entre sí, no pudiendo éstas

ser reducidas a unade ellas.

Junto con el concepto de resiliencia surgió una primera generación de

investigadores cuyo interés era descubrir aquellos factores protectores que están en la

base de la adaptación positiva en niños que viven en condiciones de adversidad

(Kaplan, 1999).

En cuanto a las fuentes interactivas de la R, de acuerdo con Edith Grotberg

(1997), para hacer frente a las adversidades, superarlas y salir fortalecidos, o incluso

transformados, los niños toman factores de resiliencia de cuatro fuentes que se

visualizan en las expresiones verbales de los sujetos con características resilientes: Yo

tengo, en mi entorno social; Yo Soy y Estoy, lo que habla de las fortalezas

intrapsíquicas y de las condiciones personales; Yo puedo, concierne a las habilidades

de relaciones con los otros.

Subrayando las acepciones que nombramos a continuación entran, en su

mayoría, dentro de la primera etapa de evolución del término, es decir, la que

corresponde a la resiliencia individual.

Resiliencia es la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser

fortalecido o transformado por experiencias de adversidad. (E.

Groteberg, 1995: 20).

Es la habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y

acceder a una vida significativa. (Child Resilience, 1994).

Es el enfrentamiento efectivo de circunstancias y eventos de la vida

severamente estresantes y acumulativos. (Loser, Blenerser, Kofer).

Es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la

vida, superarlas e, inclusive, ser transformado por ellas. (Grotberg,

1995).

La resiliencia tiene dos componentes: la resistencia frente a la

destrucción –capacidad de proteger la propia integridad bajo presión– y,

por otra parte, es la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo

pese a circunstancias difíciles. (Vanistendael, 1994).

Es el conjunto de procesos sociales e intra-psíquicos que posibilitan tener

una vida "sana" en un medio "insano". Es una afortunada combinación

entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural.

(Rutter).

La resiliencia implica una combinación de factores que permiten a un

niño, a un ser humano, afrontar los problemas y adversidades de la vida y

construir sobre ellos. (Suárez Ojeda, 1996).

Desde Esta perspectiva, podremos considerar Individuos resilientes a aquellos

que, al estar insertos en una situación de adversidad y expuestos a un conglomerado de

factores de riesgo, tienen la capacidad de utilizar los factores protectores para

sobreponerse a la adversidad, crecer y desarrollarse adecuadamente, llegando a madurar

como seres adultos competentes, pese a los pronósticos desfavorables. Son aquellos

sujetos que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se desarrollan

psicológicamente sanos y socialmente exitosos.

Como dijéramos en la introducción, estos conceptos se centralizan en las

capacidades intrínsecas del individuo para superarse. Esa instancia fue superada,

reivindicando el efecto del medio y su impacto en la posibilidad de que surjan de ese

potencial.

Los avances alcanzados en la investigación en torno a la caracterización de los

comportamientos resilientes, la acumulación creciente de conocimientos en torno a los

factores y mecanismos protectores, así como las posibles formas de promover la

resiliencia, sitúan a los alcances logrados en esta dirección en un lugar privilegiado

para diseñar posibles formas y contenidos, con el objeto de lograr un trabajo preventivo

en sectores populares a través del diseño de políticas sociales, y la operatoria a través de

planes, programas y proyectos.

Por último, debemos considerar algunos aspectos, que aparecen en todas y en

las más diversas definiciones:

Se despliegan recursos internos ante adversidades estructurales o situacionales,

lo que permite atravesarlas y superarlas. Éstas son, entre otras: inteligencia

emocional (empatía, adaptabilidad o flexibilidad, baja susceptibilidad,

optimismo, resistencia a las situaciones adversas, humor, habilidades cognitivas,

creatividad, protagonismo, etcétera). Es un concepto relacional, pues no depende

únicamente de condiciones personales, sino de la interacción, en primer lugar, de

un “adulto significativo” que le brinde aceptación, apoyo y valoración como

cimiento para el desarrollo de su autoestima y, simultáneamente, de apoyos

familiares y comunitarios.

Es un proceso, por lo que requiere de la compleja interacción entre recursos

internos, familiares, institucionales, comunitarios y políticos. Nada está dado a

priori, nada está asegurado, no existen relaciones directas, ni hay

determinismos. No existen situaciones mágicas, como el carisma (de antiguas

concepciones). Sí existen entornos propicios, que se pueden promover y

fomentar no sólo por parte de las familias, los profesionales, las instituciones y

la comunidad, sino, que requieren del compromiso del Estado, visualizado

mediante políticas sociales.

No se es resiliente, sino se está resiliente, en un tiempo y espacio determinados,

y se está sujeto a cambios positivos y/o negativos, dependiendo del contexto

inmediato y mediato y de la perdurabilidad del estado, pero de ningún modo

puede ser adjudicado a una esencia especial del individuo.

1-2.Segunda generación de investigadores

Una segunda generación de investigadores expandió el tema de la resiliencia en

dos aspectos: la noción de proceso, que implica la dinámica entre factores de riesgo y

de resiliencia, que permite que el individuo supere la adversidad, y la búsqueda de

modelos para promover la resiliencia en forma efectiva, a nivel de programas sociales.

En sus comienzos esta vertiente fue criticada desde los sectores ideológicos de

izquierda, dando cuenta de que ésta teoría es funcional al modelo neoliberal,

proponiendo paliar los efectos del modo de producción capitalista.

Es cierto que este enfoque prioriza los efectores calamitosos de la pobreza,

tomándola como una adversidad social; pero también existen otras tragedias colectivas,

tales como catástrofes naturales, efectos de la guerra y genocidios.

Cada desastre o catástrofe que una comunidad sufre representa un daño en

términos de pérdidas de recursos y vidas. Esa desgracia puede significar el desafío para

movilizar las capacidades solidarias de la población y emprender procesos de

renovación que modernicen no sólo la estructura física sino también toda la trama social

de la comunidad.

Es necesario contextualizar el surgimiento de esta teoría en el subcontinente

integrado por América Latina y el Caribe; la región se aproxima ya a los 500 millones

de habitantes y constituye un área geográfica y poblacional caracterizada esencialmente

por la disparidad y la iniquidad.

En el plano socioeconómico, es considerado como el continente de la

iniquidad21

. En América Latina somos parte de la periferia de un capitalismo salvaje,

que concentra impúdicamente la riqueza en unos pocos y multiplica la extensión de la

pobreza.

En esta etapa ha quedado constancia del papel protagónico de los referentes

argentinos en el estudio y la evolución de la resiliencia en los ámbitos académicos de

elite y en los organismos internacionales de salud.

Durante la reunión realizada en Nuevo México, convocada por la Universidad de

Colorado y organizada por William Frankenberg, la resiliencia fue el tema principal de

discusión.

A partir de esa reunión, el doctor Néstor Suárez Ojeda, asesor regional en Salud

Materno Infantil de la Organización Panamericana de la Salud (OMS), comenzó a

trabajar en estrecha colaboración con la doctora Edith Grotberg y el Civitan Center de la

Universidad de Alabama, que estaban desarrollando la investigación internacional sobre

resiliencia. Ulteriormente, Suárez Ojeda se integró al Comité Científico como

investigador y participó en las reuniones que se realizaron en París, Lisboa y Gratz

(Austria).

Hacia fines de 1995, la OPS, con sede en Washington, organizó el primer taller

sobre resiliencia, coordinado por el doctor Néstor Suárez Ojeda, en el que participaron

Edith Grotberg, Steve Wolin, y otros investigadores consultores del Departamento de

Promoción y Prevención de la Salud.

Este taller tuvo el mérito de poner en la agenda de la OPS y la OMS el concepto

de resiliencia. Posteriormente, la consultora regional en Adolescencia, doctora Matilde

Maddaleno, incluyó en el Programa Regional la producción del Estado del Arte en

Resiliencia, realizado por la licenciada María Angélica Kotliarenco, y promovió la

redacción del Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y

adolescentes. (Munist y otros, 1998).

En la Universidad Nacional de Lanús, Buenos Aires, Argentina, en marzo de

1997, se creó el Centro Internacional de Información y Estudio de la Resiliencia

(CIER), dependiente del Departamento de Salud Comunitaria y apoyado por la

Fundación Van leer (Holanda). El Centro tiene como objetivos la recepción, elaboración

y difusión de la información producida en el tema, así como también el desarrollo

conceptual y la promoción de la aplicación de los principios de la resiliencia en

proyectos e investigaciones con enfoque comunitario y social. Hasta la fecha se han

publicado tres libros y realizado tres seminarios latinoamericanos para la promoción del

concepto

Hoy podemos considerar a la resiliencia como una herramienta, de genuino cuño

latinoamericano, que puede ser utilizada sin temor en la lucha contra la pobreza y la

iniquidad. Particularmente, el enfoque colectivo o comunitario de la resiliencia ha sido

un aporte latinoamericano, y así lo reconocen incluso autores europeos de gran prestigio

como Boris Cyrulnik y Stefan Vanistendael.

A partir de dicho enfoque, la resiliencia comunitaria desplaza la base

epistemológica del concepto inicial, modificando no sólo el objeto de estudio, sino

también la postura del observador y los criterios de observación y validación del

fenómeno.

21 iniquidad. „Desigualdad o falta de equidad‟: «Una sociedad convencida de la iniquidad del reparto de la renta y la

riqueza carecerá del mínimo de cohesión social» (FdzOrdóñez España [Esp. 1980]). No debe confundirse con

iniquidad („maldad o injusticia‟; → iniquidad).

Promover la R es reconocer la fortaleza más allá de la vulnerabilidad. Apunta a

mejorar la calidad de vida de las personas y de sus propios significados, del modo

como ellos perciben y enfrentan el mundo, rescatando las estrategias y los saberes

previos de los usuarios. Coincide con la perspectiva constructivista de reivindicar el

significado del discurso y su mundo de significados. De esta manera, la espiral

dialéctica propuesta como marco de interpretación e intervención se materializa y no

queda en meras especulaciones.

Entonces, nuestra primera tarea será reconocer aquellos espacios, cualidades y

fortalezas que han permitido a las personas enfrentar positivamente situaciones

adversas. Estimular una actitud resiliente implica potenciar estos atributos, involucrando

a todos los miembros de la comunidad en el desarrollo, la implementación y la

evaluación de los programas de acción.

Pensamos que las claves explicativas no están en las características individuales, sino en

las condiciones sociales, en las relaciones grupales y valores de cada sociedad.

Actualmente, cada comunidad posee un determinado perfil de resiliencia colectiva, en el

que se combinan pilares y "antipilares". De esa combinación surge una resultante o

vector, que nos permitirá hacer una estimación de la resiliencia de ese grupo, tanto para

elaborar un pronóstico como para diseñar intervenciones orientadas a su

fortalecimiento, con una mayor especificidad.

Se visualizan nuevas tendencias en resiliencia. E. Grotberg, propone ocho

enfoques a la hora de analizar el concepto.

Uno de los privilegios de la reflexión y la exploración en torno a la resiliencia a

lo largo del tiempo es que analizamos nuevas interpretaciones surgidas de las

investigaciones, nuevas ideas respecto de la naturaleza de la resiliencia y nuevos

desafíos para revisar ideas antiguas que no han tenido mayor impacto.

A continuación, detallaré los ocho nuevos enfoques y descubrimientos a partir del

concepto de resiliencia, que definen lo que está sucediendo hoy en esta área del

desarrollo humano, los cuales fueron desarrollados por E. Grotberg y retomados por

Melillo y Suárez Ojeda ( 2002).22

1) La resiliencia está ligada al desarrollo y el crecimiento humanos, incluyendo las

diferencias etáreas y de género.

2) Promover factores de resiliencia y tener conductas resilientes requieren de diferentes

estrategias.

3) El nivel socio-económico y la resiliencia no están relacionados.

4) La resiliencia es diferente de los factores de riesgo y los factores de protección.

5) Ls resiliencia puede ser medida; además, es parte de la salud mental y la calidad de

vida.

6) Las diferencias culturales disminuyen cuando los adultos son capaces de valorar

ideas nuevas y efectivas para el desarrollo humano.

7) Prevención y promoción son algunos de los conceptos relacionados con la

resiliencia.

22

Aldo Melillo: Médico psicoanalista, ex secretario de Salud y Medio Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires, es

miembro del Foro Psicoanalítico de Buenos Aires y Profesor de la Escuela Argentina de Psicoterapia para

Graduados, Vicerrector del CIER, es consejero académico del master en psicoanálisis de la Escuela de Psicoterapia

de la Universidad de la Matanza.

Elbio Néstor Suárez Ojeda: Consultor regional de Salud Materno-Infantil (OPS/OMS, Washington D.C) y director

del CIER. Es docente de la Escuela de Salud de la provincia de San Luis. Es miembro del Comité Internacional de

Inclusión de Niños con Discapacidad. Ver en: Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas. Aldo Melillo, Elbio

Néstor Suárez Ojeda (compiladores). PAIDÓS. Tramas Sociales.

8) La R es un proceso: hay factores de R, comportamientos resilientes y resultados

resilientes.

1-3. Una nueva perspectiva

Luego de haber hecho un largo recorrido por la evolución histórica del concepto

de resiliencia, a través de los dos grandes momentos, podemos enunciar una premisa: la

resiliencia es un antídoto ante las determinaciones.. A grandes rasgos podemos afirmar

que, por más experiencias adversas que hayan dejado huella en nuestro

conciente/inconsciente/alma/vida, y por más limitaciones reales (económicas, físicas,

ambientales, geográficas, etcétera), combinando dos elementos poderosos (factores

protectores: personales, familiares y ambientales) y un entorno que los favorezca,

podemos torcer un “destino”23

que, a simple vista, está signado por malos augurios. Lo

escribo en términos del sentido común, precisamente para desnaturalizar y romper con

prejuicios que salen del sentido común; porque muchas veces, como profesionales que

debemos trabajar para contribuir a esa construcción de un proyecto personal, familiar o

comunitario, nos quedamos anclados en ese supuesto destino.

Como la R no es algo estático, sino que forma parte del devenir de la propia

persona, y a ésta la determinan la propia historia de cada cual, se podría decir que en la

capacidad del individuo de dialogar consigo mismo positivamente, con su memoria,

con sus recuerdos más o menos concientes, está la capacidad de explorar y de buscar un

sentido a su propia historia, de enriquecerse ante la adversidad para salir fortalecido del

dolor.

A partir de aquí se podría hablar, citando a Boris Cyrulnik, de la Resiliencia

como “antidestino”24

. Para este autor, son los recuerdos, la representación que nos

hacemos de nuestra propia historia, los que dan el sentido. Él cita una frase de J. L.

Godard: “Es extraña la forma en que las cosas adquieren sentido. Cuando terminan, es

entonces cuando comienza la historia.”.

2-Elementos teóricos propios de esta teoría

2-1.Factores de Resiliencia

El concepto integra puntos de vista basados más en la promoción de la salud que

en la expectativa de enfermedad, y está compuesto por un conjunto de factores de

resiliencia.

Promover factores de resiliencia y tener conductas resilientes requiere de

diferentes estrategias.

En las primeras etapas de investigación he identificado factores resilientes y los he

organizado en cuatro categorías diferentes: “yo tengo” (apoyo); “yo soy” y “ yo estoy”

23 Boris Cyrulnik, es neurologo, psiquiatra, y psicoanalista, profesor de la Universidad de Var en Francia y responsable de un grupo

de investigación en etologia clinica en el hospital de Toulon.Tiene numerosas obras, entre otras – Los patitos feos. El murmullo de los fantasmas y El amor que nos cura. Tras sobrevivir a Auswitchz, donde perdio a su familia, dedico su vida a estudiar la

resiliencia: La capacidad que tiene toda persona para sobreponerse a la desgracia y decidir su propia vida. En este libro Cyrulnik

recurre a numerosos casos tomados de la vida real para enseñarnos que una infancia dura y traumática no

predetermina necesariamente la vida adulta: “un golpe de la fortuna es una herida que se inscribe en nuestra

historia, no un destino”. Su propia vida constituye quizás uno de los más relevantes ejemplos. 24 “El hombre no se destruye por sufrir, el hombre se destruye por sufrir sin sentido”.Víctor Frankl. “La resiliencia es

un antidestino”, dice Cyrulnik. “Es un trabajo, no es fácil, pero es un espacio de libertad interior que hace posible

que uno no se someta a su herida”.

(atañe al desarrollo de fortaleza intra-psíquica); “yo puedo” (remite a la adquisición de

habilidades interpersonales y de resolución de conflictos).

YO TENGO: personas del entorno en quienes confío y que me quieren

incondicionalmente; personas que me ponen límites para que aprenda a evitar

peligros o problemas; personas que me muestran por medio de su conducta la

manera correcta de proceder; personas que quieren que aprenda a desenvolverme

solo; personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro, o cuando

necesito aprender.

YO SOY: una persona por la que otros sienten aprecio y cariño; feliz cuando

hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto; respetuoso de mí

mismo y del prójimo.

YO ESTOY: dispuesto a responsabilizarme de mis actos; confiado en que todo

saldrá bien.

YO PUEDO; hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan; buscar la

manera de resolver los problemas; controlarme cuando tengo ganas de hacer

algo peligroso o que no está bien; buscar el momento apropiado para hablar con

alguien o actuar; encontrar alguien que me ayude cuando lo necesito.

Las conductas de resiliencia requieren de factores de resiliencia y acciones. En

efecto, las conductas resilientes suponen la presencia e interacción dinámica de factores,

y los factores en sí van cambiando en las distintas etapas de desarrollo. Las situaciones

de adversidad no son estáticas, sino que cambian y requieren de cambios en las

conductas resilientes.

Todo lo expuesto, nos aporta una nueva interpretación y posicionamiento frente a la

adversidad, podemos incentivar el proceso de la resiliencia, cuyos factores, como bien

dijimos precedentemente son:

YO SOY, YO TENGO , YO PUEDO - Estos factores resilientes, deben promoverse en

forma combinada, conforme al análisis y diagnostico elaborado con pensamiento

crítico, y a las estudiadas estrategias y planes que adoptemos tendientes a lograr la

mejor calidad de vida posible, dentro del nuevo contexto existencial que nos toca vivir;

pero ahora dominado y superado en la medida de las mejores respuestas resilientes que

seamos capaces de elaborar y ponerlas en marcha.-

2-2.Factores Protectores

Garmezi, Mastein y Tellegen (1984) sostienen que los factores protectores

operan a través de tres mecanismos: a) el desafío en el que el estrés es visualizado

como estímulo para actuar con mayor competencia; b) lo compensatorio en el que el

estrés potencial puede ser compensado con cualidades personales o con alguna fuente

de apoyo; y c) la inmunización en la que los factores protectores "modulan" el impacto

del “estresor”, aun cuando no esté presente. No son excluyentes, interactúan y pueden

presentarse en distintas etapas.

Según Rutter (1990), el foco está puesto en la interacción que se produce entre

las variables y factores del individuo y su ambiente, que posibilita un cambio en la

trayectoria de riesgo hacia una adaptación positiva. Esta interacción puede ser

clasificada de acuerdo con los efectos que tienen los diferentes mecanismos, tanto sobre

el individuo como sobre la situación. Esta clasificación incluye: los que reducen el

impacto de riesgo, los que reducen las probabilidades de reacciones negativas; los que

promueven la autoestima y la auto-eficacia, y los que crean oportunidades.

Rutter concluye que la protección no radica en los fenómenos psicológicos del

momento, sino en la manera en que las personas enfrentan los cambios de la vida y lo

hacen respecto de esas circunstancias estresantes y desventajosas. Es necesario prestar

atención especial a los mecanismos fundamentales de los procesos de desarrollo que

incrementan la capacidad de las personas para enfrentar eficazmente el estrés y la

adversidad futuros, lo que les permite superar las secuelas de riesgos psicosociales

pasados.

Autores como Rutter y Werner ya referidos señalan factores protectores de

importancia a tener en cuenta; entre otros, citamos las fuentes de apoyo y afecto.

Además, es necesario favorecer la comunicación y desarrollar la habilidad de resolución

de problemas, condiciones éstas que pueden promover el desarrollo de los niños en

condiciones desfavorables.

El análisis de datos y resoluciones, o de las actitudes de niños en situaciones de

graves desventajas, nos muestra que ser resiliente no es un atributo estático, sino el

resultado del equilibrio entre riesgo y factores protectores de la personalidad, sin

conocer todavía los procesos mediante los cuales se generan circunstancias que resultan

desfavorables.

Las principales características de cada tipo de factor se enuncian y se describen a

continuación:

1) Factores personales:

a) Características temperamentales.

-mayor tendencia al acercamiento;

-humor más positivo;

-ritmo biológico estable (control de esfínteres, patrones de sueño, alimentación).

b) Características cognitivas y afectivas.

-mayor Cociente Intelectual (C.I) verbal y matemático.

-mayor empatía;

-mayor autoestima;

-mayor motivación al logro;

-mayor sentimiento de autosuficiencia;

-menor tendencia a sentimientos de desesperanza;

-mayor autonomía e independencia.

-habilidades de enfrentamiento caracterizadas por: orientación hacia tareas, mayor

actividad dirigida a la resolución de problemas, mejor manejo económico, precaución

de problemas y menor dramatización.

2)Factores psicosociales de la familia:

-ambiente cálido; existencia de madres o sustitutas contenedoras; comunicación abierta

al interior de la familia; estructura familiar sin disfuncionalidades importantes; padres

estimuladores; buenas relaciones con los pares; mayor apoyo social (emocional,

material, informativo); trasmisión de valores éticos que tinedan al bien común e

incluyan pautas de crianza que promueban la cohesión familiar.

3)Factores socioculturales:

-sistema de creencias y valores; sistema de reuniones sociales (espacios públicos y

privados); sistema político y económico; sistema educativo. Esta trama de redes

institucionales, denominado meso-sistema lo que actúa a modo de protección, al incluir

al sujeto dentro de un grupo de pertenencia revestida en un mundo simbólico cultural

compartido.

Las conversaciones que se están gestando a partir del uso de la metáfora de la

resiliencia permiten sostener una mirada sobre los factores de protección, y no tanto

sobre los de riesgo, así como sobre la posibilidad de identificar los recursos usados por

individuos y comunidades para mejorar sus condiciones de vida, aun en circunstancias

terribles.

Sin dejar de lado las vulnerabilidades de las personas, de las relaciones o la

inclusión de los conflictos en los procesos vitales, los estudiosos de las resiliencias han

definido algunas de las condiciones que las refuerzan, entre las que se encuentran

creencias, aptitudes, actitudes que ya han sido mencionadas y descriptas.

Dado que la idea no es definir individuos, familias o redes sociales resilientes

como si se tratara de una esencia que tienen algunos y no otros, sino reforzar las

cualidades que están potencialmente presentes en los paradójicos individuos sociales, ,

en las relaciones es muy importante que las personas lleguen a:

*Reconocer los problemas y limitaciones que hay que enfrentar.

*Comunicar abierta y claramente acerca de ellos.

*Registrar los recursos personales y colectivos existentes.

*Organizar y reorganizar las estrategias y metodologías tantas veces como sea

necesario, revisando y evaluando los logros y pérdidas.

Para esto, Walsh sostiene que es necesario que, en las relaciones, se produzcan

las siguientes prácticas:

*Actitudes demostrativas de apoyos emocionales (relaciones de confirmación y

confianza en las competencias de los protagonistas).

*Conversaciones en las que se compartan lógicas y códigos.

*Conversaciones en las que se construyan significados compartidos acerca de los

acontecimientos perjudiciales, con coherencia narrativa y con sentido dignificante para

sus protagonistas.

Es interesante plantearse cómo aquellos rasgos definidos como individuales en

un principio son observados luego en la familia, cuyos integrantes son capaces de

superar problemas graves.

Más convencionalmente han sido descriptas las capacidades de comunicarse

abiertamente, de expresar emociones, de usar códigos comprensibles para otros, de

experimentar en conjunto sensaciones de complicidad y pertenencia, con vivencias

importantes de aceptación e inclusión.

Vale aclarar que en el presente trabajo no nos explayaremos en los riesgos, pues

no lo consideramos relevante, ni coherente con el foco de éste informe. Por el contrario,

partimos de la premisa de la necesariedad de complementar ambos enfoques: El

Enfoque de Riesgo 25

y el de Resiliencia.

Ambos son consecuencias de la aplicación del método epidemiológico a los fenómenos

sociales. Sin embargo, se refieren a aspectos diferentes pero complementarios.

Considerarlos en forma conjunta proporciona una máxima flexibilidad, genera un

enfoque global y fortalece su aplicación en la promoción de un desarrollo sano.

Como venimos reiterando, el enfoque de resiliencia se explica a través de lo que se ha

llamado el modelo “del desafío o “de la resiliencia. Ese modelo muestra que las fuerzas

negativas, expresadas en términos de daños o riesgos, no encuentran a un niño inerme

en el cual se determinarán, inevitablemente, daños permanentes. Describe la existencia

de verdaderos escudos protectores que harán que dichas fuerzas no actúen linealmente,

atenuando así sus efectos negativos y, a veces, transformándolas en factor de superación

de la situación difícil. Por lo tanto, no debe interpretarse que este enfoque está en

oposición del modelo de riesgo,

sino que lo complementa y lo enriquece, acrecentando así su aptitud para analizar la

realidad y diseñar intervenciones eficaces.

Una vez más, es posible advertir un modificaciones conceptuales permanentes

que enriquecen el proceso construcción del marco teórico acorde a las nuevas

investigaciones y comprobaciones en la vida real de personas que estudian el fenómeno

de la resiliencia. En este punto, leer a Boris Cyrulnik, quien no sólo es un referente, sino

que investiga e interviene en casos extremos, es un paso inevitable para evaluar lo

positivo de ahondar en éste campo.

He aquí una disquisición en cuanto a la terminología: la consideración de los

factores de resiliencia que enfrentan el riesgo ha sido desplazada por la de los factores

de protección que resguardan del riesgo.

Se establece una diferenciación respecto a como influyen frente a la sutución de

vulnerabilidad, adversidad, factores de riesgo o situaciones traumáticas de los sujetos en

cuestión. Mientras que los factores de protección que funcionan para neutralizar los

25

El enfoque de riesgo se centra en la enfermedad, en el síntoma y en aquellas características

que se asocian con una elevada probabilidad de daño biológico o social. Ha sido

ampliamente utilizado en programas de atención primaria, y el personal de los mismos

está familiarizado con sus conceptos y aplicaciones.

riesgos, cualesquiera que sean, son fácilmente identificados con la inmunidad al

peligro (como una vacuna); los factores de resiliencia, factores que resultan protectores

para los seres humanos, más allá de los efectos negativos de la adversidad, tratando de

estimularlos una vez que fueran detectados.

Aquí surge un punto álgido en la teoría que no debemos pasar por alto. Esta

percepción de los factores de protección nos hace pensar en el individuo como inmune

al riesgo, para lo cual no necesitaría desarrollar la resiliencia.

Los factores de protección que resguardan del riesgo. Los factores de protección que

funcionan para neutralizar el riesgo, cualesquiera que sean éstos, son fácilmente

identificados con la inmunidad al peligro (como una vacuna). Se estimulan a través de

medidas de Prevención Primaria, inespecífica, cuando es previsible la aparición de las

situaciones nocivas pero se pueden prevenir.. Esta percepción de los factores de

protección, nos hace pensar en el individuo como inmune al riesgo, para lo cual no

necesitaría desarrollar la resiliencia.

Volviendo al punto de partida, hablar de resiliencia es hablar de la capacidad humana,

individual o grupal, de resistir a situaciones adversas, encontrando recursos creativos

para emerger de ellas, no podemos menos que considerar los factores de resiliencia

que enfrentan el riesgo, puesto que el proceso de resiliencia contempla la adversidad (

riesgos entre otras acepciones)

El concepto integra puntos de vista basados más en la promoción de la salud que en la

expectativa de enfermedad, y está compuesto por un conjunto de factores de resiliencia.

(Promover factores de resiliencia y tener conductas resilientes requiere diferentes

estrategias.

Sin dejar de la lado las vulnerabilidades de las personas y de relaciones ni la inclusión

de los conflictos en los procesos vitales, los estudiosos de las resiliencias han definido

algunas de las condiciones que las refuerzan, entre las que se encuentran creencias,

aptitudes , actitudes que ya han sido mencionadas y descriptas, tales como la capacidad

de buscar y dar colaboración, la confianza en sí y en los otros, las habilidades

comunicacionales, las capacidades expresivas, las habilidades en la resolución de

conflictos, la capacidad de compromiso y participación, la capacidad de autoestima y

autocontrol, el acceso a las emociones ligadas a la esperanza y el optimismo, la

alegría, el humor, la flexibilidad, la capacidad autorreflexiva.

Pero dado que la idea no es definir individuos, familias o redes sociales resilientes como

si se tratara de una “ esencia” que tienen algunos y no otros, sino la de reforzar las

cualidades que están potencialmente presentes en los paradójicos individuos sociales.

Por último, debemos tener claro, que éstos conceptos no son antagónicos ni se

descartan; por el contrario, son complementarios e inherentes al proceso mismo tanto de

construcción conceptual y epistemológica , sino también el campo de trabajo.

2-3 Pilares de Resiliencia

Hay, entonces, una secuencia de identificación y de construcción de la

autoestima26

, que comienza con la madre y sigue con el padre, los hermanos, la familia

extensa, los amigos, los docentes, otros cuidadores, agentes de salud etcétera. Debe

tenerse en cuenta en éste punto un concepto de cuño psicológico “narcisismo” 27

que

aunque hubiera sido deteriorado en las relaciones primarias, casi siempre es posible

reestablecerlo.

Basándonos en los elementos significativos desde la perspectiva de Resiliencia

, apego, adulto significativo y apoyo incondicional, serán cruciales en el proceso de

“narcización” del sujeto, o sea del desarrollo consistente de su autoestima y su amor a

sí mismo, lo cual lo habilita para determinados logros que, al ser enunciados, no son

otros que algunos de los caracterizados como pilares de resiliencia.

La creatividad, en un sentido amplio, incluye la capacidad de generar

condiciones de vida aptas para los deseos y ambiciones del individuo, es decir,

constituye la capacidad de crear las condiciones de satisfacción en el mundo.

Una cualidad originaria del funcionamiento de la mente humana es la reflexión sobre sí

misma. La capacidad de pensar sobre los propios pensamientos abre el camino a la

inusual capacidad de generar nuevos conceptos, hipótesis, apreciaciones de situación,

posibilidades de apoyarse en lo que el entorno le brinda, con lo cual incrementa

sustancialmente su capacidad de desenvolverse en el mundo. La condición creativa no

es un don ni una rara condición, sino que es parte de la naturaleza humana y depende de

cómo se desarrolle el sujeto.

26

27

Término específico de la Psicología, específicamente del Psicoanálisis que hace referencia a la Fabula de

Narciso, quien muriera ahogado al quedar embelesado al contemplar su imagen en el espejo de un río. Es tomado

para trabajar el concepto de autoestima o autovaloración.

El origen de la creatividad es el juego, la ocupación más intensa y preferida del

niño. Se podría decir que para el niño el juego es una forma de tratar la realidad, de

insertar las cosas del mundo en un orden que le agrada. Lo opuesto al juego no es la

seriedad, sino la realidad efectiva. El juego del niño no es sólo imaginativo; también se

ocupa de apuntalar sus objetos y situaciones imaginadas hacia cosas palpables y visibles

del mundo real. “Al jugar el niño consigue desplazar sus miedos, angustias y problemas

internos, dominándolos mediante la acción”. Opera creativamente repitiendo en el

juego las situaciones que resultan excesivas para su yo débil, dominándolas con el

auxilio de los objetos externos a su disposición, mutando las situaciones displacenteras

y repitiendo a voluntad las placenteras. (Aberasturi, 1998).

Durante su crecimiento, el niño va dejando de jugar y, con mucho empeño, va

asumiendo las realidades de la vida con la debida seriedad. Pero al adulto plenamente

desarrollado le queda como adquisición la capacidad de crear y manipular situaciones

nuevas.

Por supuesto, depende de la actitud de los padres y de los cuidadores el hecho de

no poner trabas a la creatividad del niño y estimularla afectivamente para que se

desarrolle en forma cabal.

Es fundamental en este proceso sentir la gratificación afectiva proporcionada por

los actos y pensamientos del niño que muestran creatividad.

Con respecto a la introspección, considerada como el arte de preguntarse a sí

mismo y darse una respuesta honesta, es tributaria de un desarrollo equilibrado de la

relación del yo con el súper-yo ideal del sujeto. Preguntándose a uno mismo se pone en

juego la autoestima del sujeto y la consistencia afectiva de la relación con uno mismo.

Esto significa que el desarrollo de la capacidad de introspección está indisolublemente

ligado a una sólida autoestima que, a su vez, es fruto de buenas relaciones con los otros

significados.

La empatía permite acceder privilegiadamente a la experiencia mental del otro.

Algo del orden de la empatía subyace en la confianza que nos facilitan las relaciones

con los semejantes. Habría una empatía primaria relacionada con el vínculo con la

madre que nos prepara para poder acceder a las experiencias internas básicas de los

demás.

El sentido del humor no ofrece un cuadro de grandiosidad y euforia, sino el de

un sereno triunfo interior, en el que no está ausente cierto matiz de melancolía no

negada. El humor o ironía se observa a través de una conciencia crítica neutralizada.

La aceptación de la finitud de la sabiduría y la existencia es la capacidad del

hombre de aceptar las limitaciones de sus poderes físicos, intelectuales y emocionales.

Permite mantener una actitud estable frente a la vida, integrando conocimientos pero

admitiendo los límites y recurriendo al sentido humor y al sistema de valores atravesado

por la experiencia vivida de los deseos.

El humor es un rasgo que constituye un comportamiento muy significativo de la

mente humana. La naturaleza del sistema de información que da origen a la percepción

es un sistema auto-organizado en la historia del individuo, a través de pautas que lo

especifican. El humor muestra cómo la percepción de una situación puede

reconfigurarse súbitamente y producir un cambio en el afecto y el comportamiento del

sujeto. Constituye, además, la esencia de la creatividad.

En este punto es necesario retomar el concepto de sublimación, expresado

como “mecanismo de defensa” en la Teoría de Psicoanálisis de Freud, donde se revela

la capacidad de transformar el sufrimiento en placer y acciones socialmente valoradas.

Aquí es donde el humor hace una incursión “triunfal” como una defensa inmejorable

contra el sufrimiento contribuyendo a la salud anímica y permitiendo que el sujeto

atraviese el dolor convirtiéndolo en algo placentero. Para que el humor “florezca” es

indispensable la base de una autoestima bien instalada. A nivel relacional el efecto se

despliega en relación con otro disminuyendo la tensión que puede existir en el vínculo,

generando un intercambio positivo.

La capacidad de relacionarse con otros es la consecuencia de la necesidad vital

que en ese sentido manifiesta todo ser humano. La provisión constante de afecto que

requiere la autoestima del sujeto moviliza esta necesidad durante toda la vida.

Finalizando, quiero enriquecer lo anteriormente dicho con experiencias y

testimonios tanto escritos como fílmicos basados en experiencias extremas como los

campos de exterminio nazi.

Victor Frankl (1979)28

, en su libro “En busca de sentido” afirma que el humor era una

de las armas con las que el sujeto luchaba por su supervivencia en los campos de

28 El Hombre en busca del Sentido,Autor del libro: Viktor Frankl,Editorial trabajada: Herder .Lugar y fecha de

edición: Barcelona 1979, 2003.Número de páginas: 190 páginas

exterminio. Cuenta que con un compañero se hacían la promesa de que cada día

inventarían una historia divertida sobre algún incidente que pudiera ocurrir al día

siguiente de la liberación.

Frank V. mantiene una coherencia en toda su narración. Hay ideas claves que quiere

transmitir. Entre ellas, algunas que refuerzan la perspectiva de resiliencia: cómo y de

qué manera, ocasiones que nos parecen el fin, no lo son siempre; que hasta en los

últimos momentos, inconscientemente, siempre medimos y valoramos la dignidad y los

valores de cada una de las personas que nos rodean, y viceversa, por lo tanto, por muy

horrible que sea nuestra situación, no debemos olvidar que somos animales racionales y

debemos comportarnos como tales. No todos los hombres hacen buen uso de su libertad,

a pesar de que ellos crean que sí. Por muy mal, que estén las cosas siempre pueden

llegar a empeorar

Por último, la película La vida es bella, es un claro ejemplo de todo lo expuesto

en el apartado anterior.

La vida es bella es una película italiana de 1997 en la que se narra cómo un italiano

judío, Guido Orefice (interpretado por Roberto Benigni, también director y coescritor

del filme), se enamora, casa, tiene un hijo al cuál junto con él lo llevan a un campo de

concentración e inventa una especie de mentira, a su hijo cómo contraposición al

terrible momento que pasan, estar en un campo de concentración. La trama transcurre

en 1939. Guido (Roberto Benigni), un italiano descendiente de judíos, vive en Arezzo

(Italia). Con los fascistas en el poder, Guido, su tío y su hijo Josué (Giorgio Cantarini)

son deportados a un campo de concentración nazi. Allí, con tal de salvar la vida de su

hijo de cinco años, Guido se inventará un juego en el cual ganará aquel que consiga

esconderse de los gruñones guardias alemanes. La imaginación de su padre hará que el

pequeño Josué viva el holocausto de una manera distinta.

Esta película es un elemento de trabajo y estudio casi ineludible a la hora de

analizar categorías de análisis del Enfoque de Resiliencia. Si bien podrán los detractores

apoyarse en el factor “ ficción”, aclaro bastará leer y analizar todo lo escrito por Victor

Frank o Ana Frank, para tomar de referencia una de las adversidades más atroces que

puede experimentar el ser human En principio, vale destacar algunos pilares de la

resiliencia, tales como autoestima, confianza, capacidad de relacionarse, iniciativa,

creatividad, humor, expresión de emociones, autonomía, identidad cultural,

cooperación, autoconocimiento, moralidad, como atributos propios de la persona en

proceso de resiliencia. Ellos van de la mano de los factores de resiliencia o protectores

de la adversidad. Se suele hacer una analogía, al hablar de los factores como escudo

protector de la personalidad ante la adversidad.

Entre otros muchos, y sólo a modo de ejemplo, describiremos los siguientes pilares de

Resiliencia más frecuentes en la bibliografía.

Autoestima consistente: es la base de los demás pilares y el fruto del cuidado afectivo

consecuente del niño o adolescente por un adulto significativo suficientemente maduro

y capaz de dar una respuesta sensible.

Este primer pilar de la R es la base del desarrollo de todos los demás.

Introspección: es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta.

Depende de la solidez de la autoestima que se desarrolla a partir del reconocimiento del

otro. De allí la posibilidad de cooptación de los jóvenes por grupos de adictos o

delincuentes, con el fin de obtener ese reconocimiento.

Independencia: se trata de saber fijar límites entre uno mismo y el medio con

problemas; es la capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el

aislamiento. Depende del principio de realidad que permite juzgar una situación con

prescindencia de los deseos del sujeto. Los casos de abusos ponen en juego esta

capacidad. La independencia se basa en un adecuado desarrollo del principio de

realidad, que permite juzgar una situación externa prescindiendo de los deseos íntimos

del sujeto, que lo pueden llevar a distorsionar la verdadera situación.

Capacidad de relacionarse: es la habilidad para establecer lazos e intimidad con otras

personas, para balancear la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a

otros. Una autoestima baja o exageradamente alta producen aislamiento: si es baja, por

autoexclusión vergonzante y, si es demasiado alta, puede generar rechazo por la

soberbia que supone.

Iniciativa: es el gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más

exigentes.

Humor: consiste en encontrar lo cómico en la propia tragedia. Permite ahorrarse

sentimientos negativos, aunque sea transitoriamente, y soportar situaciones adversas.

Creatividad: es la capacidad de crear orden y belleza a partir del caos y el desorden.

Fruto de la capacidad de reflexión, se desarrolla a partir del juego en la infancia.

Moralidad: entendida ésta como la consecuencia para extender el deseo personal de

bienestar a todos los semejantes y la capacidad de comprometerse con valores positivos.

Es la base del buen trato hacia los otros.

Capacidad de pensamiento crítico: es un pilar de segundo grado, fruto de las

combinaciones de los otros, que permite analizar críticamente las causas y

responsabilidades de la adversidad que se sufre –cuando es la adversidad en su

conjunto la que se enfrenta– y se propone formas de enfrentarlas o cambiarlas.

Autodeterminación. Dentro de las ocho dimensiones contempladas en el concepto de

calidad de vida, la autodeterminación está siendo especialmente considerada por

diferentes autores, dada la importancia que tiene para la vida de las personas, en el

sentido de ejercer el control sobre los diferentes aspectos de su vida. Se trata de actuar

como primer agente causal en la vida propia y el tomar decisiones y hacer elecciones

acerca de la propia calidad de vida, libre de influencias o interferencias externas

(Wehmeyer, 1996).

Para Tamarit (2001), la autodeterminación no significa necesariamente tener una mayor

independencia física o tener un mayor control del contexto que lo rodea; más bien se

trata de una adecuada interdependencia social. Este autor comparte con otros que la

comunicación intencional puede ser la forma más básica de autodeterminación.

El énfasis en la autodeterminación se sustenta en estudios que revelan que las personas

con retraso mental tienen, en relación con las demás personas, una frecuencia

significativamente menor de hacer elecciones y de tomar decisiones que mejoren su

vida. En ello inciden representaciones sociales, que han construido una imagen

infantilizada y minusvalorada de los adultos con retraso mental.

Comunicación intencional. La comunicación intencional, en cualquiera de sus formas,

es un instrumento esencial para señalar cuáles son nuestras elecciones y, por lo tanto,

ejercer algún control sobre nuestras vidas. En las personas con discapacidad mental

severa esta habilidad comunicativa se ve limitada, pero no imposibilitada, en la medida

en que la persona que está a su lado pueda descifrar e interpretar adecuadamente, en el

lenguaje corporal, qué es lo que desea y qué es lo que no desea. El rápido entendimiento

disminuirá la ansiedad y temor que provoca el ingreso a una institución. La

comunicación intencional, en cualquiera de sus formas, y la respuesta del medio, son

esenciales para ejercer algún tipo de autodeterminación.

La internación de una persona con este tipo de discapacidad trae aparejado el riesgo

de que se pierdan o se inhiban las habilidades de autodeterminación que ha ido

adquiriendo a lo largo de su vida. Este hecho puede ocasionar una serie de

consecuencias; entre ellas: dilatar el encuentro con quienes lo rodean, aumentar su

angustia, provocar la pérdida de habilidades comunicativas, incrementar su estrés,

provocar que no pueda conectarse con las personas y objetos que quiere, anular sus

posibilidades de hacer alguna elección significativa, reducir su participación en el

contexto, limitar sus experiencias y aumentar el encierro en sí mismo. Todas estas

consecuencias que suelen suceder como producto de una internación van en contra, a las

claras, de la calidad de vida, que debe ser el objetivo de toda intervención, no

iatrogénica, el problema a tratar.

Los estímulos prenatales y el entorno biológico, socio-afectivo y emocional.En la vida

intrauterina está demostrado que el bebé recibe por medio de las neuronas las

emociones de la madre, lo cual determina en gran parte el posterior desarrollo de sus

mecanismos de respuesta o la capacidad de interaccionar con el entorno de forma

positiva.

Otro factor determinante es del tutor de resiliencia. Se trata de la persona, lugar,

acontecimiento u obra de arte que provoca un renacer del desarrollo psicológico tras el

trauma. Para Boris Cyrulnick -neuropsiquiatra francés al que se considera como mayor

experto en este campo- casi siempre se trata de un adulto que encuentra el niño y que

asume para él el significado de un modelo de identidad, provocando el viraje de su

existencia. Para el autor citado no se trata necesariamente de un profesional, sino que un

encuentro significativo puede ser suficiente.

En cuanto a las fuentes de apoyo y afecto, es necesario tomar en consideración

elementos básicos necesarios para la comprensión de los procesos afectivos y su

evolución. Dentro del desarrollo total de las personas, es parte inseparable el tono

afectivo aliado a toda experiencia y a todo proceso.

Al discriminar los procesos afectivos, sus manifestaciones y su relación con la

constitución de la personalidad, se observan aspectos que desempeñan una función

nuclear.

Desarrollo y maduración psicomotriz, adecuada a la edad cronológica. La vida

psíquica se inicia con lo que el cuerpo, en tanto instrumento de sentir y actuar, puede

aportar como datos del mundo y de sí mismo.

Piaget presta atención dominante a lo motor, y Wallon (1964, 1965), en principio, en

concordancia con él respecto de la relación entre el acto y el pensamiento, señala la

existencia de factores prefijados de maduración y patrimonio genético. En ambos, la

relación personal aparece como elemento fundamental para asegurar el desarrollo.

A la imagen corporal, el niño añade percepciones auditivas, su nombre, recuerdos, la

calidad afectiva de la experiencia emocional propia y el juicio valorativo de los otros

acerca de sus logros y conductas, que constituyen progresivamente la imagen de sí.

Es en relación con las personas que colorea e imprime aspectos particulares a la

diferenciación en la evolución afectiva. El intercambio inicial que se establece entre el

niño y su madre es el elemento promotor básico de desarrollo, intercambio que, a

medida que el niño crece, va ampliándose hacia los demás miembros de su familia,

otros niños y otras personas.

Los procesos afectivos ligados al placer y relacionados con la actividad son

importantes para el desarrollo del aprendizaje; es el denominado placer funcional, que

con la maduración hace que cada vez sean más complejas las actividades que lo

relacionan y acompañan. Tanto la experiencia personal como las actitudes del ambiente

influyen sobre él, determinando preferencias y rechazos.

2-4.Pilares de Resiliencia Comunitaria

Como hemos visto anteriormente en el apartado de evolución del concepto, la

teoría de R social tiene su basamento en la primera etapa. Si tomamos los estudios de

Wolin, vemos que los autores latinoamericanos hacen una transpolación de las

categorías.

De esta manera, hemos podido avanzar hacia la identificación de pilares de la

resiliencia comunitaria de modo similar a lo planteado por Wolin en el plano individual.

En el caso de lo colectivo, es también muy rica la experiencia acumulada en cuanto a

factores negativos o debilitantes, muy claramente identificables en algunos procesos de

gobierno padecidos por pueblos latinoamericanos, lugares en donde se han desarrollado

los estudios que dieron origen al concepto resiliencia social o comunitaria. Estos pilares

fundamentados son: autoestima colectiva, identidad cultural, humor social y honestidad

estatal.

La lista de características sociales que favorecen la resiliencia comunitaria es

extensa, pero aquí hemos desarrollado los cuatro pilares que, a la luz de las

observaciones actuales, parecen ser los más significativos. Por razones operativas-de

tiempo y espacio- no desarrollaremos aquí otros pilares, tales como capacidad de

generar liderazgos auténticos y participativos, la construcción de una democracia

efectiva en la toma de decisiones cotidianas y la inclusión de una sociedad en la que no

exista discriminación.

Creemos de suma importancia transcribir el análisis profundo de los pilares de

Resiliencia Comunitaria, tales como aparecen en la obra del mencionado autor.29

Autoestima colectiva: entendemos esa actitud como un sentimiento de orgullo por el

lugar en que se vive. La conciencia de las bellezas naturales o creadas por el hombre, la

comunión con los valores que esa sociedad respeta, el disfrute de las condiciones del

clima, actividades recreativas y culturales. Esto se percibe en el uso del gentilicio: la

manera en que se dice “soy mendocino” por ejemplo denota la satisfacción por asumir

esa condición. Esa satisfacción por la pertenencia implica reconocer que uno es parte de

una sociedad y que comparte valores que inspiran. No es extraño que aquellas

localidades en las que se observa una elevada autoestima colectiva tengan mayor

posibilidad de recuperación frente a las adversidades. La exageración y distorsión de

éste pilar lo transforma en chauvinismo.

Identidad cultural: reconocemos esa persistencia del ser social en su unidad, a través de

cambios y circunstancias diversas. Es un proceso interactivo que se logra a lo largo del

desarrollo e implica la incorporación de costumbres, valores, giros idiomáticos, danzas,

canciones, etcétera, que se transforman en componentes inherentes al grupo. Esto otorga

al grupo humano o social un sentido de permanencia que le permite afrontar y elaborar

las influencias de culturas invasoras. En el siglo de la globalización irrestricta, la

persistencia de sociedades capaces de preservar su identidad cultural representa una

esperanza para la humanidad.

Aquellas comunidades como la de los “pueblos originarios” que respetan y

valoran su propio y genuino acervo cultural, han demostrado una gran capacidad para

afrontar y resolver la adversidad y continuar una lucha transgeneracional. De allí que

aquellas poblaciones que han hecho un baluarte del respeto y exaltación de las culturas

tradicionales hayan mostrado una mayor capacidad para recomponerse y renacer luego

de numerosas adversidades.

La defensa de la identidad cultural no debe enceguecernos frente al fenómeno

innegable de la interculturalidad. Lo medios de comunicación de todo tipo penetran

nuestras comunidades con influencias muy ajenas a las de nuestros ancestros, que a

menudo son asimiladas por las poblaciones. Cuanto más afianzada está la identidad

cultural de un pueblo, mayor es la capacidad para afrontar la interculturalidad, sin

perder por ello la “unimismidad”.

29 Libro de Suárez Ojeda y Melillo (2002). Resiliencia: Descubriendo sus propias fortalezas.

Humor social: entendemos que es la capacidad de algunos grupos o colectividades para

encontrara comedia en la propia tragedia. Es la capacidad de expresar en palabras,

gestos o actitudes corporales los elementos cómicos, incongruentes o hilarantes de una

situación dada, logrando un efecto tranquilizador y placentero. Históricamente los

pueblos oprimidos han desarrollado “el humor político” para sobrellevar los rigores de

algunas dictaduras como estrategias de supervivencia. En este sentido, el humor es una

estrategia de ajuste que ayuda a una aceptación madura de la desgracia común y facilita

cierta distancia con el problema, favoreciendo la toma de decisiones para resolverlo. Al

destacar los elementos incongruentes e hilarantes de la situación, promueve un tipo de

pensamiento divergente que implica una mayor capacidad para encontrar respuestas

originales y soluciones innovadoras, aun en medio de la crisis.

Para Borges, el “humor inteligente” es siempre una metáfora, la intuición que

establece el nexo entre dos imposibles; es una infracción, pero nos ofrece un

reordenamiento del caos y, quizás, la forma de salvarse de él.

El humor iconoclasta tiende a desmoronar las convenciones aceptadas

cotidianamente y es capaz de poner en duda el falso orgullo nacional.

Honestidad colectiva o estatal: Este aspecto remite al manejo decente y transparente de

la cosa pública y va más allá de la limpieza administrativa de la burocracia. Implica la

existencia de una conciencia grupal que condena la deshonestidad de los funcionarios y

valoriza el honesto ejercicio de la función pública. Las perversiones administrativas son

más graves cuando impregnan a todos los estratos de la sociedad. Y, en términos de la

capacidad de recuperación tras un desastre, constituye en nuestro medio un elemento

fundamental. Pocos estarán dispuestos a ofrecer su esfuerzo solidario si no confía en

quienes administran los recursos que se asignen a esa reconstrucción.

Sin dejar de lado las vulnerabilidades de las personas y de las relaciones ni la

inclusión de los conflictos en los procesos vitales, los estudios de las resiliencias han

definido algunas de las condiciones que las refuerzan, entre las que se encuentran las

creencias, actitudes y aptitudes que ya han sido mencionadas y descriptas, tales como la

capacidad de buscar y dar colaboración, la confianza en sí mismo y en los otros, las

habilidades comunicacionales, las capacidades expresivas, las habilidades de resolución

de conflictos, la capacidad de autoestima y autocontrol, la capacidad de compromiso y

participación, el acceso a las emociones ligadas a la esperanza y al optimismo, la

alegría, el humor, la flexibilidad y la capacidad auto-reflexiva.

2-5. Antipilares de Resiliencia

Como antípoda de estos pilares se han podido detectar condiciones o

características que reducen la resiliencia comunitaria o, dicho de otra manera, inhiben

la capacidad solidaria de reacción frente a la adversidad colectiva. Entre esos antipilares

cabe mencionar el “malinchismo”30

, el fatalismo, el autoritarismo y la corrupción.

* El Fatalismo es entendido como la actitud de pasividad y apatía frente a la desgracia.

Desafortunadamente, algunas posiciones religiosas exacerban esa actitud no-resiliente

30

El término Malinchismo se utiliza en alusión al conocido episodio de la historia de México, a esa admiración

obsecuente por todo lo extranjero, especialmente por lo que viene de Europa o Estados Unidos. Esta actitud se opone

a los valores de la identidad cultural y de la autoestima colectiva. Renuncian así a su grupo de pertenencia, con lo que

generan una anulación de sus recursos potenciales, ecológicos y culturales, y empobrecen su capacidad de respuesta.

que se halla implícita en la expresión “es la voluntad de Dios”. Sin ánimo de invadir el

terreno teológico, creo que una posición razonable es aceptar la ocurrencia de la

desgracia, pero interpretarla como una ocasión para demostrar nuestra capacidad de

“renacer”. , Es sabido que tanto en lo individual como en lo colectivo, la “religiosidad”

–apoyarse en la fé- a sido de gran utilidad para superar adversidades; pero dbe

considerarse que su exageración nos conduce al fanatismo y hasta a el

“fundamentalismo”, transformanse no sólo en un factor negativo o de riesgo; sino

hasta la justificación para guerras mundiales.

* Con el Autoritarismo los sistemas totalitarios de gobierno han sido una lacra bastante

extendida durante el siglo XX. Su efecto negativo en la resiliencia comunitaria e

individual ha sido documentado. Prolongados períodos de dictadura inhiben esa

capacidad de liderazgos alternativos y espontáneos, tan necesarios en situaciones de

crisis colectivas. Varias décadas de dictaduras han dejado profundos estigmas en la

cotidianeidad y todavía subsisten esquemas rígidos y autoritarismos de distinto grado

que atraviesan desde los jardines infantiles hasta los lugares de trabajo.

* La Corrupción provoca que ninguna sociedad esté dispuesta a brindar su esfuerzo o

donar sus recursos para la reconstrucción después de una catástrofe si no puede confiar

en la administración honesta de los recursos. En la realidad latinoamericana, la

corrupción es el principal flagelo que inhibe la resiliencia comunitaria.

En resumen, cada comunidad posee un determinado perfil de resiliencia

colectiva, en el que se combinan pilares y antipilares. De esa combinación surge una

resultante o vector que nos permitiría hacer una estimulación de la resiliencia de ese

grupo, tanto para elaborar un pronóstico como para diseñar intervenciones orientadas a

su fortalecimiento, con una mayor especificidad.

Algunas consideraciones a modo de repaso, nos darán cuenta de la compleja

sólida trama conceptual que se establece entre los elementos teóricos del Enfoque de

estudio aquí profundizado. Hemos percibido gran similitud, hasta reiteración; ello da

cuenta de su consistencia interna.

Por último; a modo de fijación de conceptos repasaremos las bases teóricas:

Pilares de Resiliencia: elementos o evidencias de competencias tanto del individuo

grupo o comunidad para que se despliegue el proceso de resiliencia. Da cuenta que

existe el “gérmen” , la “semilla”, que “per sé” no da la certeza de su desarrollo. Deberán

ser estimulados una vez detectados.

Los pilares de la resiliencia no sólo los individuales pueden ser resilientes; también las

familias, los grupos y las comunidades pueden serlo (Grotberg, 1995).

Factores de resiliencia condiciones que refuerzan, el proceso de resiliencia: creencias,

aptitudes , actitudes que ya han sido mencionadas y descriptas, tales como la capacidad

de buscar y dar colaboración, la confianza en sí y en los otros, las habilidades

comunicacionales, las capacidades expresivas, las habilidades en la resolución de

conflictos, la capacidad de compromiso y participación, la capacidad de autoestima y

autocontrol, el acceso a las emociones ligadas a la esperanza y el optimismo, la alegría,

el humor, la flexibilidad, la capacidad autorreflexiva.

Pero dado que la idea no es definir individuos, familias o redes sociales resilientes

como si se tratara de una “ esencia” que tienen algunos y no otros, sino la de reforzar las

cualidades que están potencialmente presentes en los paradójicos individuos sociales,

Es interesante plantearse cómo aquellos rasgos definidos como individuales en un

principio son observados luego en la familia, como capacidades de comunicarse

abiertamente, de expresar emociones, de usar códigos comprensibles, de usar códigos

comprensibles para otros, de experimentar en conjunto sensaciones de complicidad y

pertenencia, con vivencias importantes de aceptación e inclusión. Las conductas de

resiliencia requieren factores de resiliencia y acciones.

De acuerdo con Edith Grotberg (1997), para hacer frente a las adversidades, superarlas

y salir de ellas fortalecido o incluso transformado, los niños toman factores de

resiliencia de cuatro fuentes que se visualizan en las expresiones verbales de los sujetos

(niños, adolescentes o adultos) con características resilientes. En las primeras etapas de

investigación he identificado factores resilientes y los he organizado en cuatro

categorías diferentes: “ yo tengo” (apoyo); “ yo soy” y “ yo estoy” ( atañe al desarrollo

de fortaleza intrapsíquica); “yo puedo” ( remite a la adquisición de habilidades

interpersonales y de resolución de conflictos

.Los factores de protección se utilizan ante el desafío del riesgo, a la manera de un

“escudo protector” que evita los daños a la persona. Éste es el mecanismo

por el cual una condición adversa o una situación negativa se transforma

en un factor de superación (Munist, M., 1998). Desde la perspectiva de la prevención,

en resumen, decimos que los factores de riesgo se contrarrestan con los factores de

resiliencia que dotan a los individuos de habilidades y competencias psicosociales que

mejoran el clima en el que se desarrollan, mediante el cambio de actitudes y la

participación comunitaria, es decir, en el contexto interactivo y dinámico del

individuo y su ambiente proximal.

La consideración de los factores de resiliencia que enfrentan el riesgo ha sido

desplazada por la de los factores de protección que resguardan del riesgo .

Los factores de protección que funcionan para neutralizar el riesgo, cualesquiera que

sean éstos, son fácilmente identificados con la inmunidad al peligro) como una vacuna.

Esta percepción de los factores de protección, nos hace pensar en el individuo como

inmune al riesgo, para lo cual no necesitaría desarrollar la resiliencia.

Es conveniente diferenciar entre el enfoque de resiliencia y el enfoque de riesgo. Ambos

son consecuencias de la aplicación del método epidemiológico a los fenómenos

sociales.Sin embargo, se refieren a aspectos diferentes pero complementarios.

Considerarlos en

forma conjunta proporciona una máxima flexibilidad, genera un enfoque global y

fortalece

su aplicación en la promoción de un desarrollo sano.

El enfoque de riesgo se centra en la enfermedad, en el síntoma y en aquellas

características

que se asocian con una elevada probabilidad de daño biológico o social. Ha sido

ampliamente utilizado en programas de atención primaria, y el personal de los mismos

está familiarizado con sus conceptos y aplicaciones.

El enfoque de resiliencia se explica a través de lo que se ha llamado el modelo “del

desafío o “de la resiliencia. Ese modelo muestra que las fuerzas negativas, expresadas

en términos de daños o riesgos, no encuentran a un niño inerme en el cual se

determinarán, inevitablemente, daños permanentes. Describe la existencia de verdaderos

escudos protectores que harán que dichas fuerzas no actúen linealmente, atenuando así

sus efectos negativos y, a veces, transformándolas en factor de superación de la

situación difícil. Por lo tanto, no debe interpretarse que este enfoque está en oposición

del modelo de riesgo, sino que lo complementa y lo enriquece, acrecentando así su

aptitud para analizar la realidad

3- Paradigma de Resiliencia, una nueva perspectiva para la

intervención.

Una primera aproximación a la problemática nos permite dar cuenta del enfoque

tradicional, que se traducía en una percepción del individuo a partir del déficit,

olvidando el resto de los rasgos que componen su personalidad. Cualquier déficit debe

percibirse como un rasgo más de la personalidad del individuo que la padece.

Si bien la discapacidad implica una limitación como estado secundario o un

trastorno funcional, siempre las dificultades se definen, sitúan y concretan en la

interacción entre individuo y el medio.

El paradigma de la diferencia procura brindar los apoyos que las personas con

limitaciones funcionales necesitan para tener las vidas que ellos quieran tener y puedan

sostener. Una determinada patología31

puede durar toda la vida, pero la discapacidad no

tiene por qué durar tanto.

Si bien no se puede descartar ni desestimar este enfoque, por el otro polo no

podemos desconocer el nuevo paradigma que pugna por la hegemonía del paradigma

biomédico, que aún sigue definiendo el destino de numerosos individuos. Un ejemplo es

el certificado de discapacidad firmado por un médico, que determina el acceso a los

derechos (de discriminación positiva) pero también al estigma de por vida y al rótulo,

ambas caras de una misma moneda.

Si consideramos a la resiliencia como la capacidad para superarse en la

adversidad, debemos reconocer el mérito de este concepto que revolucionó el campo

psico-social.

Con respecto a la discapacidad la posibilidad de transformación se evidencia de

un modo potente y claro. En este sentido, la resiliencia rompe el paradigma del déficit y

fortalece la diversidad.

Las investigaciones en resiliencia han cambiado la forma en que se percibe al ser

humano: de un modelo de riesgo basado en las necesidades y la enfermedad se ha

pasado a un modelo de prevención y promoción basado en las potencialidades y los

recursos que el ser humano tiene en sí mismo y a su alrededor.

Específicamente, en el plano de las intervenciones psicosociales, el modelo de

resiliencia ha cambiado la naturaleza de los marcos conceptuales, las metas, las

estrategias y las evaluaciones (Masten, 2001). Las áreas de las metas de intervención

incluyen la promoción de adaptación positiva al mismo tiempo que previenen

problemas específicos o síntomas. Las estrategias buscan promover ventajas y aspectos

positivos de la ecología del individuo, además del tratamiento de la enfermedad.

De acuerdo con Masten (2001), todos esos cambios reflejan una transformación

en la conceptuación de lo que significa prevención e intervención. Algunos autores

31

La enfermedad designa un estado en que la salud se ve alterada por una lesión de los órganos o por

trastornos de sus funciones.

(Infante,1997 /2001) consideran que el enfoque en resiliencia es un aporte a un cambio

de paradigma epistemológico, ya que se considera al individuo como agente de su

propia ecología y adaptación social. Se trata de un individuo que ya no sólo carece y se

enferma sino que, además, es capaz de buscar sus propios recursos y salir fortalecido de

la adversidad.

El enfoque de resiliencia obliga a los trabajadores de la salud y a los

profesionales del área social a fijarse en lo que Masten (2001) denomina “ordinary

magic”, o magia cotidiana, expresión que remite a la evidencia de que el proceso de

adaptación positiva puede ocurrir en contextos cotidianos de adversidad extrema y que,

aun así, el individuo es capaz de encontrar recursos y superar la adversidad.

Por último, este enfoque posee la ventaja de considerar que el proceso de

adaptación resiliente no es responsabilidad única del individuo, sino también de la

ecología que lo rodea.

El Enfoque de Resiliencia propone al desarrollo humano como una categoría

de análisis indispensable. Es decir, si cada individuo está inmerso en un marco

ecológico, es necesario considerar el ambiente y la cultura del individuo, al igual que

las tareas específicas correspondientes a cada etapa del desarrollo. Esto significa que

las definiciones de adversidad y de adaptación positiva provienen de investigaciones

empíricas del grupo que participará en la intervención, más que de categorías

exportadas de la psicología dominante.

Finalmente, si consideramos a la ecología del ser humano como la fuente de

recursos y posibilidades para un desarrollo sano, la promoción de la resiliencia pasa a

ser una responsabilidad compartida entre profesionales de diferentes disciplinas,

distintos niveles de influencia y diferentes edades.

Luego de una prolongada consulta de material teórico y técnico y de la selección

de aquellos aportes que resultaban más respetables, considero que el concepto de R y

los enfoques que incorpora constituyen una fuente de modalidades y lenguajes en los

que podemos confluir los profesionales interesados en una práctica que ayude

eficazmente a resolver problemas y a lograr bienestar para sectores amplios de la

población.

Habíamos mencionado cómo la visualización y la difusión de la noción de las

resiliencias (tanto atribuidas a individuos como a grupos sociales) produce ese efecto

de cambio paradigmático, proponiendo un lenguaje y una forma capaz de convocar a

profesionales de la salud mental de diferentes orientaciones.

A partir del surgimiento de esa noción, se abre la posibilidad de que los

operadores investiguen las capacidades que pueden desplegar los miembros de cada

familia con la que se ponen en contacto, en lugar de designarlos como patológicos o de

responsabilizarlos totalmente por los problemas que presentan. Este concepto también

tiene la propiedad de poner en duda teorías causales deterministas de la psicología que

prescriben consecuencias inexorables para quienes han tenido experiencias dolorosas,

de ataques o pérdidas significativas, especialmente en edades tempranas. Podemos

sintetizar algunos beneficios señalando, pautas orientadoras para la intervención.

*Aprender de la experiencia: ¿Qué se aprendió y que más necesita ser aprendido? Cada

experiencia implica éxitos y fracasos. Los éxitos pueden ser utilizados en la próxima

experiencia de una adversidad con mayor confianza y los fracasos pueden ser

analizados para determinar cómo corregirlos. ¿Qué factores de Resiliencia y qué

comportamientos resilientes necesitan mayor atención?

*Estimar el impacto sobre otros: Los comportamientos resilientes suelen conducir a

resultados ineludiblemente positivos, uno de los factores de la Resiliencia es el respeto

por los otros y por sí mismo. Nunca la adversidad puede ser superada a expensas de

otros.

*Reconocer un incremento del sentido de bienestar y del mejoramiento de la calidad

de vida. Estos resultados presuponen un efecto en la salud mental y emocional, que son

las metas de Resiliencia.

Frecuentemente se habla del concepto de R en términos de un cambio de

perspectivas que, al ocuparse de aquellos factores que funcionan como promotores de

salud, puso en cuestión el enfoque anterior centrado en los factores de riesgos.

Con este modo de presentación podríamos suponer un continuo entre factores de

riesgo (-) y factores protectores (+) en el que ambos conceptos guardarían entre sí una

relación de oposición, como las dos caras de una moneda. Pero hay varias razones para

afirmar que la propuesta novedosa que encierra el concepto de resiliencia va más allá

de lo que supondría un mero cambio de signo, según el cual podría considerarse a los

enfoques de riesgo y resiliencia como dentro del mismo orden de hechos.

El enfoque centrado en la noción de riesgo pertenece más bien al ámbito

biomédico, mientras que la resiliencia incursiona ambiciosamente en terrenos

diferentes del acontecimiento humano, de modo tal que las temáticas referidas a la

subjetividad, dentro de las cuales la creatividad ocupa un lugar importante, hacen a su

campo de interés y a su territorio conceptual.

El concepto de resiliencia surge del fracaso de las predicciones provenientes de

los modelos de riesgo, pero las explicaciones o respuestas que aporta para dar cuenta de

los resultados inesperados no pertenecen en general al ámbito de las ciencias naturales.

La resiliencia toma la condición humana desde una óptica más amplia, francamente

interdisciplinaria, que necesaria y fundamentalmente incluye aportes de las ciencias

sociales, particularmente de la psicología.

Históricamente, el concepto de resiliencia surgió como respuesta frente a una

serie de hechos sorpresivos, donde sujetos condenados a la enfermedad, de acuerdo con

las expectativas del modelo de riesgo, no confirmaban ese destino anunciado y

accedían a situaciones de realización personal llamativas.

La novedad que trae este concepto de resiliencia al campo de la salud supone

bastante más que una simple contraposición al anterior modelo centrado en los factores

de riesgo. Resiliencia es un modo de nombrar la singularidad y creatividad de la

conducta humana individual o grupal en su impredecible devenir cuando da por

resultado conductas saludables frente a situaciones adversas.

3-1. Cambio de Paradigma

Ya hemos visto en el capítulo anterior, cuyo eje era la discapacidad, los

paradigmas que se fueron construyendo a su alrededor. Cuando hablamos de

paradigma, más allá de la “cosmovisión” acerca del tema en cuestión, no podemos

menos que considerar el compacto de los principales conceptos, supuestos,

procedimientos, proposiciones y problemas de un área sustantiva o del enfoque teórico

en el análisis sociológico. Esto implica varias cosas: en primer lugar, un adecuado

diagnóstico; en segundo lugar, la posibilidad de abordar el problema como psico-social,

lo cual requiere de un abordaje interdisciplinario, como ya se afirmó.

Debemos entender a la discapacidad como un complejo problema social

atravesado por múltiples determinaciones histórico-socio-económico-culturales y,

además, partir de la premisa de que es una adversidad, pero que como tal no es destino

truncado, sino que puede ser superada y transformada positivamente con la

determinación del protagonista y el apoyo significativo del medio. Con esas

afirmaciones, entendemos que los paradigmas tradicionales no se adaptan a este campo

problemático. Se requiere de un cambio de paradigma.

Como ya lo anticipáramos, los paradigmas de rehabilitación, están centrados en

la discapacidad como deficiencia, minusvalía, enfermedad y riesgo. Su eje pasa por la

premisa de que algo está mal y debe ser curado o mitigado, pasado por alto la

capacidad, el potencial, el poder del sujeto y su propia determinación, con la

contribución de su familia y comunidad, para construir un destino prometedor.

Es importante resaltar la relación ineludible con la variable de la calidad de

vida con sus indicadores como auto-cuidado, capacidad de ocio, capacidad profesional,

contactos con amigos y familia, vida matrimonial y sexual, y situación financiera.

El paradigma de la autonomía personal apunta a salir del marco del modelo de

rehabilitación, rompiendo con los pronósticos de vida dependiente e institucionalizada.

Se relaciona con el movimiento de vida independiente (independent living) surgido en

Estados Unidos a principios de la década de 1970.

Es necesario diferenciar entre principio de normalización, y la “normalidad”

inicialmente referido a la deficiencia mental y extendido luego a todo tipo de

discapacidad. Debemos referirnos a “normalización” para contemplar la necesidad de

igualar las oportunidades. De ésto se desprende la crítica la idea vulgar de normalidad,

definiendo el problema no por la deficiencia, sino por la dependencia de otras personas

e instituciones, preocupándose en mayor medida por el entorno de la persona con

discapacidad. Busca la integración al main streaming, o sea, a la corriente principal en

todos los aspectos de la vida. Propone como soluciones la orientación a los padres, la

autoayuda, el control del interesado, la acción legal propia y la remoción de barreras. La

persona con discapacidad adquiere el rol de consumidor. El resultado pretendido es la

autonomía personal.

Ya hemos visto que las observaciones sobre personas y grupos que consiguen

afrontar adversidades con éxito de alguna manera proponen un desafío a los

paradigmas tradicionales en cuanto a la forma de abordar los problemas y sufrimientos

humanos. Mientras la mirada tradicional ha enfocado el trauma, el daño, los problemas,

las limitaciones, las carencias y las desviaciones, elaborando diagnósticos cada vez más

complejos, en el afán de encontrar causas y consecuencias predecibles, así como

metodologías de corrección de la desviación (con respecto a un eje de normalidad) o del

síntoma, la propuesta de la resiliencia consiste en enfocar y enfatizar los recursos de las

personas y los grupos sociales para salir adelante. (M. C. Ravazzola, 2002:113).

Por último, agregaremos que estos modelos y tendencias no son superados

definitivamente y coexisten con las formas anteriores, evidenciándose gran disparidad

respecto a su aceptación o rechazo o inclusión en los parámetros de intervención en las

problemáticas sociales. Como todo desafío paradigmático, más que aportar nuevas

certezas tiene el inconmensurable valor de abrir múltiples interrogantes.

3-2. Algunos Interrogantes.

Es importante analizar las críticas que ha recibido el concepto de R. Una de

ellas es plantear la posibilidad de que los niños y/o jóvenes que sufren adversidades

tales como la pobreza pueden sobreponerse y aun salir favorecidos.

El motivo por el cual aún este paradigma genera resistencia desde los ámbitos

académicos de fuerte impronta marxista es que, a simple vista, puede ser entendido

como un concepto funcional al mantenimiento de las condiciones políticas, económicas

y sociales que generan la feroz extensión de la pobreza y la exclusión social de tantas

personas, mas aún cuando los lineamientos de acción provienen de organismos

internacionales, tales como la OMS y la OPS.

No sólo por esas críticas, sino precisamente por falta de apoyo, interés y recursos

del propio Estado (a quien debería ser funcional), no se ha sistematizado de un modo

práctico y aplicable justamente a las poblaciones desfavorecidas, como modo de

generar un estado que amortigüe los efectos nocivos de las situaciones de riesgo o les

permita avanzar hacia un desarrollo saludable.

Desde la primera etapa de evolución del concepto se pensó en las cuestiones

genéticas de niños invulnerables, intrínsecas al sujeto, independientemente de la

historia de vida, experiencias o entorno. Luego se estudió una variable indispensable

(Pilar) de índole exógena. Existe una constante en los niños resilientes: todos ellos

tienen una persona significativa que les sirve de referente (familiar o no), que los

aceptó en forma incondicional, independientemente de su temperamento, su aspecto

físico o su inteligencia. Necesitaban contar con alguien y, al mismo tiempo, sentir que

sus esfuerzos, su competencia y su autovaloración eran tenidos en cuenta. Eso marcó la

diferencia: la relación más estrecha y cariñosa con un adulto significativo. La aparición

o no de esta capacidad en los sujetos depende de la interacción de la persona y su

entorno humano.

Este conocimiento nos lleva a afirmar que la necesidad de contar con un adulto

significativo para poder detonar ese potencial es clave para abordar el problema. Si al

evaluar la situación problemática la persona en cuestión no ha contado con un adulto

significativo que le haya posibilitado experimentar una aceptación, valoración, o amor

incondicional, deberemos proveer los medios desde la estrategia de intervención. Se

trata de un recurso fundamental.

Afirmamos que desde las políticas sociales, planes, programas y / o proyectos

sociales de ocio (recreación, deporte, arte y cultura) podremos reivindicar al sujeto

desde la valoración de sus potencialidades y capacidades.

Desde la perspectiva de la salud mental, podríamos aventurarnos en pensar que

la promoción de resiliencia sería una suerte de vacuna, es decir, prevención de daños

psicológicos irreversibles. Si se diseñaran políticas sociales de promoción de resiliencia

adaptadas a diferentes sectores sociales vulnerables, serían como las vacunas en

prevención primaria. El concepto de prevención se ligaba, con preponderancia, al

diagnóstico y tratamiento precoz en situaciones de riesgo y también a un conocimiento

genérico de la importancia de que las primeras relaciones de los niños fueran

afectivamente adecuadas para lograr un sano desarrollo.

Nos preguntamos: ¿Podremos utilizar el enfoque de resiliencia como vacuna?

¿Y como prevención de daños psíquicos irreversibles? ¿Se puede sistematizar de un

modo práctico y aplicable justamente a las poblaciones desfavorecidas? ¿Y como modo

de generar un estado que amortigüe los efectos nocivos de las situaciones de riesgo o

permita avanzar hacia un desarrollo saludable?

El concepto de resiliencia y la posibilidad de su promoción podría ser una posible

respuesta a las anteriores incógnitas, tiene la virtud de integrar transdisciplinariamente

el ámbito social y el psicológico, y abren una perspectiva de trabajo e investigación en

esta suerte de prevención primordial, mucho antes de la emergencia de una patología o

problema.

Por lo anteriormente dicho, partimos de una actitud abierta al debate

constructivo. No creemos tener marcos teóricos estrictos capaces de encorsetar la

práctica y, menos aún, la realidad que –como siempre – supera ampliamente a la

imaginación.

Sólo tenemos dos certezas:

1) Todos los aportes de este paradigma son irrefutablemente positivos y

constructivos. Tienen evidencia en casos individuales, sociales, y también en

trabajos de campos replicables en todas las áreas.

2) Hay interpretaciones e ideas que no constituyen resiliencia, las que se

describen a continuación.

NO es una sumatoria de aspectos personales, biológicos y de origen social lo

que determina el que una persona se denomine resiliente o no. Se trata más bien

de ver al ser humano en resiliencia como la persona que entra en una dinámica

en la que los recursos personales y sociales se manifiestan interactuando de tal

manera que constituyen una amalgama de posibilidades que producen respuestas

asertivas y satisfactorias que permiten no sólo la solución de conflictos, sino

también de desarrollo y potenciación de otras posibilidades en las que se

incluye como aspecto fundamental, la comunicación interpersonal, la interacción

e intercambio de recursos (capacidades, habilidades, valores, convicciones,

significados) que constituyen, a su vez, el bagaje de conocimientos prácticos

con que las personas y comunidades de éxito enfrentan su realidad.

NO se puede hablar de una secuencia lineal causa-efecto lo que va a determinar

el éxito, sino de una esfera de recursos construida de tal manera que aspectos

individuales y sociales no pueden ser vistos separadamente como si fueran

ingredientes, ya que en la misma dinámica en que operan pierden su identidad

como tales para formar parte de un todo en el que la persona se integra al

conjunto de posibilidades de un contexto. La esfera de resiliencia es un todo con

sus partes, pero éstas no adquieren sentido sino en función del todo, que es una

amalgama de factores que interactúan.

NO se puede llegar a pensar que la resiliencia es algo extraordinario, una

respuesta inusual. La literatura científica actual demuestra que es una respuesta

común, y que su aparición no indica patología, sino un ajuste saludable a la

adversidad. Está demostrado que un considerable número de individuos muestra

poco o nada de sufrimiento tras una pérdida personal; inclusive, hay individuos

que, expuestos a un suceso traumático, no muestran signos de estrés pos-

traumático.

NO podemos afirmar que un niño que ha sufrido adversidades en su infancia

(traumas, violencia, abandono, abuso, orfandad, terrorismo, guerra, catástrofes),

esté indiscutiblemente signado a una vida infeliz. La resiliencia representa el

“anti-destino”. Niños resilientes demuestran que se trata de una suposición sin

fundamento y que un niño herido no está necesariamente destinado a ser un

adulto fracasado.

NO es algo estático, sino que forma parte del devenir de la propia persona. Se

podría decir que en la capacidad del individuo de dialogar consigo mismo

positivamente, con su memoria, con sus recuerdos más o menos concientes,

está la capacidad de explorar, de buscar un sentido a la propia historia, y de

enriquecerse ante la adversidad para salir fortalecidos del dolor.

NO estamos proponiendo resistencia. Autores que hablan de personalidad

resistente generan confusión. El individuo resiliente no se resiste al

acontecimiento traumático, pues para que haya resiliencia se tiene que haber

sufrido una herida traumática. Lo que sucede es que el individuo es capaz de

sobreponerse a ésta y es capaz de rehacer su vida, sin que su herida le

condicione, siendo incluso capaz de extraer aprendizaje del dolor.

NO podemos hablar de R como un proceso unívoco y absoluto. Existen rasgos

y características particulares de acuerdo con los diferentes contextos en que se

manifiestan.

Es relevante dirigir nuestro esfuerzo hacia la comprensión de mecanismos que

actúan a nivel individual, familiar y comunitario y que puedan traducirse, a través del

desarrollo e implementación de programas de acción y educativos, en el reconocimiento

de las fortalezas más allá de la vulnerabilidad.

El desarrollo del concepto de R nos ha devuelto una nueva mirada, una nueva

dimensión de las personas, esperanzadora y optimista.

Promover la R apunta a mejorar la calidad de vida de las personas a partir de los

propios significados, del modo como ellos perciben y enfrentan el mundo.

Nuestra primera tarea será reconocer aquellas cualidades y fortalezas que han

permitido a las personas enfrentar positivamente experiencias estresantes asociadas con

la situación de pobreza. Estimular una actitud resiliente implica potenciar esos atributos,

involucrando a todos los miembros de la comunidad en el desarrollo, la implementación

y la evaluación de programas de acción.

La resiliencia es un proceso, un devenir, una forma de extraer aprendizaje del

dolor.32

Forma parte de la historia del individuo; sin embargo, como en todo devenir

hay diferentes situaciones, las puede haber negativas, incluso desde antes del

nacimiento.

3-3. Mitos sobre Resiliencia

Algunos prejuicios, o preconceptos, obstaculizan el conocimiento en esta área.

A través de fundamentos teóricos, bibliografía específica y sitios e Internet, habrá un

rico material teórico para “des-subjetivizar” éstos juicios “a priori” desde otras

concepciones.

Esta investigación pretende despertar en el trabajador social la necesidad de despojarse

de prejuicios, de “corset ideológicos” y formarse para adecuarse al mercado laboral

contemporáneo, con el compromiso ineludible de la formación y la búsqueda inacabable

de sustento teórico

32

Profundizando el tema del dolor como expresión de la adversidad, Boris Cyrulnik incorpora un concepto

“OXÍMORON” y lo desarrolla en su libro La maravilla del dolor, explicando la contradicción propia y creativa del

mismo fenómeno. El dolor como fuente de vida, crecimiento. El renacer, como el Ave Fénix.

Nuevos caminos éticos y políticos, en lo que respecta al estudio de Resiliencia,

requieren una toma de posición, pero de ninguna manera esto no es “a priori”

reproductora del sistema capitalista. Por ende, es equivocado “desechar” este caudal de

conocimientos y estrategias de intervención por “prejuzgarla” como funcional a la

dominación capitalista o como camuflaje/maquillaje de la pobreza”.

Vale la pena trascender- no obviar- el análisis dentro de las “paredes de los ámbitos

académicos” y ver la realidad, con el compromiso de una práctica transformadora.

El Paradigma de resiliencia es cualitativo y plantea la imprediscibilidad del destino

humano.

A continuación se desplegarán algunas consideraciones generales que pretenden

desmitificar algunas hipótesis basadas en desconocimiento y prejuicios, por

posicionamientos ideológicos o marcos teóricos rígidos. Para ello intentaremos, sólo a

modo de “boceto”, algunos ítems que serán desarrollados en otro trabajo por su longitud

y profundidad.

Primer Mito: EL CONCEPTO DE RESILIENCIA REPRODUCE EL MODELO

HEGEMÓNICO

A. Melillo (2002:16/17) hace un análisis crítico del deterioro económico-social actual y

sus manifestaciones a nivel personal, familiar y comunitario, culpando a la

globalización económica y a las políticas neoliberales. Evidencia sus secuelas,

anunciando que no existen las políticas públicas que tiendan a soluciones globales.

Propone realizar acciones sociales, educativas y de salud, que abarquen a sujetos

individuales, familias y comunidades asistidas por programas que promuevan y

refuercen las características resilientes.

El autor -referente indiscutible del tema de estudio y pionero en “ legalizar y legitimar”

dicho Paradigma para ser materializado en Políticas sociales- tiene un posicionamiento

reflexivamente crítico hacia el neoliberalismo

Mientras tanto, el Dr. Suárez Ojeda (2002:67), asegura que su aplicación fue en sus

orígenes en las zonas marginales urbanas de los países desarrollados; sin embargo, hoy

es un concepto extendido a todo la urbe”(…) en América Latina ha sido posible

identificar numerosos proyectos, así como grupos de pensadores que han llegado a

elaborar la Teoría latinoamericana de resiliencia/ Resiliencia Comunitaria”...

...“se equivocaría quien viera en la utilización de la resiliencia un mecanismo de

aceptación de statu quo o gatopardismo manipulador.”...( Dr. D Rodríguez.2002:188).

Segundo Mito: ESTA CONCEPCIÓN CULPABILIZA A LA PERSONA,

DESCONSIDERANDO EL CONTEXTO Y LA COYUNTURA.

Resiliencia es un concepto esencialmente “relacional”, por lo cual, tanto el análisis

teórico , como las estrategias de intervención, son inherentemente en relación con el

ambiente. No se habla de una condición o no individual, sino de una aptitud que se

construye y se potencia en la relación positiva con el entorno, familiar y social.

a)Primer punto de análisis: culpabilización del sujeto.

Cuando nos referimos al Trabajo Social en el área de intervención educativa,

específicamente la escuela, es necesario visualizar los factores que pueden estar

perturbando la trama de relaciones entre la escuela como institución, la familia y el

niño como protagonista indiscutible. Una de las posibles tergiversaciones son los

procesos de culpabilización, que suelen ser asumidos por los involucrados; pero suelen

ser inducidos por los propios profesionales. El desafío profesional deber ser el intentar

ser un mediador neutral, desbaratando toda posibilidad de culpabilización, muy por el

contrario tratando de dilucidar la compleja situación.

Ravazzola (2002:116) en la disertación acerca de resiliencias familiares nos recuerda:

... “otra conducta de carácter sistemático ha sido la capacidad de des-culpabilizar, es

decir de comprender que las adversidades no deberían ser entendidas como la culpa de

alguien que queda así estigmatizado ”...

Es innegable que aquellas concepciones psicológicas, sustentadas en teorías causales –

lineales, ha significado la permanente culpabilización de las familias ( en particular de

las madres) por parte de los profesionales de la salud mental, resultando prácticas

detectivescas de causas simplistas y reductoras frente a problemas de la niñez y

adolescencia ( Ravazzolla, 2002: 110)

b)Segundo punto de análisis:no contempla el contexto

El Paradigma de resiliencia, está enmarcado en la lógica sistémica y por ende, en el

modelo ecológico. Ambas posturas se acuerde o no ideológicamente, llevan implícito

el análisis del contexto.

... “El concepto de sistema remite a la conexión entre las partes, sujeta a ciertas reglas

que hacen que la pauta de interacción se repita. Desde esta perspectiva la familia es un

tipo especial de sistema, con una estructura que puede definirse como un conjunto de

pautas de interacción gobernadas de manera implícita.

La familia33

cumple una función difícilmente sustituible como creadora de identidad y

de modelos de relación que tienden a transmitirse transgeneracionalmente; pero también

a modificarse en virtud de las oportunidades que aparecen a lo largo de la historia de la

persona para crear nuevos vínculos significativos(...) por extensión su particular red

social”... (Moreno 2004:260/261)34

Bronfenbrenner/1987, exponente del modelo ecológico 35

dice :..“ambos aspectos deben

complementarse. Para poder complementarse con el otro es necesario establecer una

relación de calidad(...)entendiendo que la familia es la red de sostén36

, es importante

para el crecimiento y desarrollo del niño, red que a su vez, debe ser sostenida por otras

redes que generen apoyo social”….

c) Tercer punto de análisis: desde el materialismo dialéctico se podría decir que,

desconsidera las múltiples determinación de la compleja, histórica y dinámica, realidad

social.

Este tema, en principio, está muy relacionado con lo expuesto con el primer mito.

33

La familia es una pequeña sociedad con recursos, a veces inexplorados, conectados con la posibilidad

de cambiar ciertas reacciones, ofreciendo a los miembros de la familia otras opciones de acción. 34

Trabajo social, familia y escuela.José Luis Gastañaga Moreno (2004). Equipo de Orientación

Psicopedagógica de Coslada.Terapeuta Familiar del Grupo Zurbano de Terapia Familiar. Madrid. En este artículo me propongo reflexionar sobre la práctica del trabajo social en la escuela, para lo que

describiré algunas características de dicho contexto y las dificultades que presenta. En la actualidad

creo que es necesario, frente a cierto desdibujamiento de nuestra disciplina profesional, entendida en

un sentido muy restringido como mera gestora de recursos y derivaciones, poder retomar la importancia

de la relación de ayuda como eje de la intervención. Me serviré de las aportaciones teóricas del

modelo sistémico, del construccionismo social y de las ideas generadas por el concepto de resiliencia,

las tres perspectivas tienen en común la necesidad de poner en marcha procesos que permitan comprender

con el otro, junto con los otros, la situación de dificultad, para ayudar a generar recorridos relacionales

y colaborativos. Procesos enmarcados en un tiempo y un contexto, que tienen por objetivo

mitigar, reducir o resolver las diferentes situaciones a las que ha de hacer frente un trabajador social

en la escuela. 35

La teoría ecológica del desarrollo humano descrita por Bronfenbrenner (1997) plantea que las conexiones entre

diferentes contextos (mesosistemas), puede ser tan decisiva para el desarrollo, como lo que sucede en los entornos

inmediatos (microsistemas). 36 Las redes, las conformamos a través del lenguaje y de la interacción, en un contexto histórico, político y

económico determinado; de tal manera que deberíamos reflexionar acerca de cómo la calidad de la relación en cuanto

a la responsabilidad profesional está condicionada en la medida en que la forma de nuestro modelos teóricos, toman

en cuenta o no la distancia interpersonal generada por las diferencias de clase social, género o étnicas ( Moreno

2004: Pág. 260)

Al tratar el tema Resiliencia Comunitaria, eje central de la Teoría Latinoamericana de

Resiliencia, N. Suárez Ojeda, hace una descripción de la realidad de los países

latinoamericanos, que vale la pena rescatar. Contempla sus características histórico-

política-geográficas – y antecedentes de catástrofes de América Latina y el Caribe;

poniéndose énfasis en el aspecto socio-demográficos... “enormes montañas que

compiten con las más altas del mundo contrastan con inmensas llanuras y desiertos. El

río más caudaloso del planeta dista poco de áreas donde el agua es insuficiente para la

vida humana básica, poblacional caracterizada esencialmente por la disparidad y la

iniquidad. Siendo por su geografía proclive a sufrir catástrofes naturales (aludes,

maremotos, terremotos, tornados etc.).

En el plano socioeconómico, es considerado como el continente de la iniquidad.

... “En América Latina somos parte de la periferia de un capitalismo salvaje, que

concentra impúdicamente la riqueza en unos pocos y multiplica la extensión de la

pobreza”... (Melillo y Ojeda, 2002:69). Pese a tan sobrio panorama, rescata los ejemplos

de “comunidades resilientes” frente a innumerables catástrofes y desastres naturales.

Una de las críticas más extendidas que lleva a “resistir” el Enfoque aquí propuesto es

el de ser “funcional” al Capitalismo, pues busca compensar las “secuelas de la pobreza”.

Lo antes enunciado da cuenta que el cimiento donde se asienta la teoría latinoamericana

de Resiliencia Colectiva, se basa en un posicionamiento crítico respecto a la exacerbada

iniquidad social fruto del modelo de producción socio-económica. Cada uno de los

trabajos de investigación que fueron compilados para los últimos libros de los referentes

teóricos argentinos en esta teoría (Aldo Melillo y Suárez Ojeda)37

, comienazan su

introducción haciendo un diagnóstico social de los efectos de la pobreza.

Tercer Mito: ES UN CONCEPTO PROVENIENTE DE LA PSICOLOGÍA, NO

PUEDE SER TOMADO DESDE EL TRABAJO SOCIAL PUES IMPLICARÍA LA

“PSICOLOGIZACIÓN” DEL MISMO.

37

Melillo, A. y Suárez Ojeda, N. ( 2002 y 2008), en ambos compilan trabajos de investigación

adentrados en el enfoque de resiliencia. El primer libro se enfoca en la Resiliencia Comunitaria y el

segundo en una mirada más psicológica. Trabajan juntos en la Universidad de Lanas.

Si bien es un concepto transpolado de la física y es tomado por la psicología, el mayor

exponente del estudio de este concepto, Cyrulnik, contempla como prioritario el

aspecto “relacional”.

Esta categoría tiene como fin favorecer a los individuos, grupos y/o comunidades

vulnerables, por lo cual su intervención, competencia específica del trabajador social.

El criterio unificado acerca de la intervención contempla el trabajo Inter/trans

disciplinario motivo por el cual no puede estar ausente el trabajador social.

Los psicólogos que toman el concepto de resiliencia lo hacen desde el enfoque de la

“salud”, enfoque de promoción de salud y prevención de la enfermedad.

Melillo (2002:89 siendo psicólogo, al esgrimir fundamentos psicológicos en la

resiliencia enfatiza la relación del sujeto con su entorno “(...)”la resiliencia se

caracteriza por provenir básicamente de una relación significativa del sujeto con una,

dos o más figuras de su entorno, y no constituye un estado definitivo, es decir, se puede

estar más o menos resiliente de acuerdo con la situación que se vive y las condiciones

de su entorno”. Está claro que se prioriza al sujeto en relación con su medio, con “lo

social”, motivo por el cual, no habría argumento para ser descartado desde el trabajo

social.

Melillo recupera el aporte de Vanistendael, en su trabajo de 1992: “(…)”el concepto

de resiliencia y la posibilidad de su promoción tienen la virtud de una

transdisciplinariedad fructífera entre ámbito social y psicológico, y abren perspectivas

de trabajo e investigación en esta suerte de prevención primordial, mucho antes de la

emergencia de una patología o problema”... Con esto retoma la idea de “una suerte de

vacuna o escudo protector”; o sea con la promoción de los factores protectores y/o de

resiliencia se podrían evitar el surgimiento de enfermedades psicológicas y/o problemas

sociales.

Estas afirmaciones suelen provocar incredulidad; pero las investigaciones de los

trabajos de campo desde éste enfoque muestran como promoviendo los factores

protectores y de resiliencia y mitigando los factores de riesgo llegan a los resultados

esperables aún en casos de tragedias como son las adversidades tales como orfandad,

víctimas de guerra o catástrofes naturales (leer libros de Boris Cyrulnik).

Cuarto Mito: ES UN PLANTEAMIENTO LIMITADO, APLICA UNA LÓGICA

LINEAL IMPLICANDO UNA RELACIÓN CAUSA-EFECTO.

Este mito se basa en suposiciones sobre las cuales se afirma que los marcos teóricos

son reduccionistas, ya que se asientan sobre una relación causal (causa-efecto).

De ninguna manera el Enfoque de Resiliencia podría relacionarse con reduccionismo o

relaciones causales. Por el contrario, el mismo modelo de producción capitalista, lleva

implícito que los sectores marginados y excluidos verán restringido su futuro por las

adversidades inequívocas que deberán vivenciar. En este sentido el Modelo Médico

Tradicional da por sentado que algunos individuos padecerán algunos déficit, por el

hecho de haber sufrido a edades tempranas experiencias estresantes, dolorosas, ataques,

pérdidas significativas o traumáticas.

La Resiliencia esencialmente NO estigmatiza y menos a “los pobres”. En el seno

mismo de éste término está la certidumbre en la posibilidad de cambio y especialmente

la posibilidad de superación. Melillo (2002:23) testimonia... “aunque la pobreza no es

condición de vida aceptable, no impide el desarrollo de la resiliencia”(…) “la conducta

resiliente exige prepararse, vivir y aprender de las experiencias de adversidad”.Por lo

tanto no se “es” resiliente sino que se “está” más o menos resiliente. Esto da por el suelo

la “predestinación exitosa” por poseer determinadas cualidades personales.

Si bien las críticas en este sentido se iniciaron en la primera generación en la cual se

ponía énfasis en las cualidades personales innatas, lo que trajo aparejado prejuicios de la

índole relación causal: capacidades innatas=éxito, nada más reduccionista que este

“prejuicio”. En el polo contrario; las teorías lineales relacionaban causas (padres

ineficientes o “dañinos” con el pronóstico de niños con futuro “funesto”.

De lo que habla el Marco Teórico de Resiliencia visibilizan otras competencias tales

como el factor humano de “impredecibilidad”. Desde aquí se da cuenta que individuos

que han sufrido pobreza, violencia social y situaciones familiares caóticas y han sido

capaces de recuperarse y salir adelante.

Existen evidencias en los escritos de referentes teóricos que nos hablan no sólo del

factor “X” ( ya tratado en apartado anteriores), lo cual da cuenta del una variable

imposible de controlar o mensurar “el azar”; sino de la Resiliencia como “antidestino”.

Cyrulnik despliega esta teoría de la Resiliencia como estrategia de construcción del

propio destino, más allá de las predicciones basadas en diagnósticos de factores

protectores o de riesgo.

Por último, “El enfoque de resiliencia se propone contemplar la vida como un proceso

multifacético y no como un mecanismo determinista”. (Vanistandael, 1996).

Quinto Mito: ES UN CONCEPTO TRASPOLADO DE EEUU Y EUROPA, QUE

NO ES ADAPTABLE A LA SITUACIÓN LATINOAMERICANA.

Este concepto se gestó en Europa y fue transferido a EEUU.En América Latina, y

especialmente en Argentina, existen exponentes reconocidos por sus

trabajos/investigaciones y por haber reconceptualizado la categoría de análisis

Resiliencia Comunitaria.

El Dr. Suárez Ojeda pone en la “agenda” de organismos internacionales de salud (OPS

y OMS) el tema y la propuesta de intervención.

Los estudios y la aplicación de la R. han tenido una expansión marcada en la última

década. Si bien el mayor desarrollo inicial se produjo en los países desarrollados de

Europa y Norteamérica, a fines de la década pasada se intensificó su estudio y

aplicación en los países de “Tercer Mundo”.

El Dr Suárez Ojeda (2002:67, cuando describe la concepción latinoamericana,

latinoamericana, refuta de plano la desafortunada afirmación falaz.

“En el caso de América Latina, ha sido posible identificar numerosos proyectos

aplicables38

, algunos cuidadosamente evaluados, así como grupos de pensadores que

han llegado a elaborar la teoría latinoamericana de resiliencia, con enfoques más

adecuados a esta realidad social y con sus aportes sustantivos en el campo gnosológico

y pragmático del tema. Otro hecho significativo es que numerosas instituciones

(organizaciones no gubernamentales, universidades, ministerios y gobiernos) han

incorporado los principios de resiliencia. Hoy en día gran número de cursos y maestrías

para personal de salud y educación incluyen el tema de resiliencia entre sus contenidos”

El enfoque colectivo o comunitario de la resiliencia ha sido un aporte latinoamericano y

así lo reconocen incluso autores europeos de gran prestigio como Boris Cyrulnick,

Stefan Vanistandael.

38 La Fundación Van Leer, editó un libro sobre los cuarenta y cuatro proyectos de intervención a través de

Resiliencia en los que se incluyen estrategias e intervenciones basadas en la resiliencia. En términos de números, los

países que están aplicando, en mayor escala estos principios son Brasil (12), Perú ( 10), Argentina ( 6) y Chile (5).

Hoy podemos considerar a la resiliencia como "herramienta", de genuino cuño

latinoamericano, que puede ser utilizado, sin temor, en la lucha contra la pobreza y la

iniquidad.

Sexto Mito: EL CONCEPTO DE RESILIENCIA NO ES AVALADO POR

INSTITUCIONES DE RENOMBRE, NI POSEE MARCO LEGAL QUE LO

SUSTENTE.

En Argentina es un país referente no sólo en cuanto al estudio y capacitación en el tema

de Resiliencia;sino que oportunamente fue presentado un Proyecto de Ley en la Ciudad

Autónoma de Buenos Aires para ser ejecutado especialmente en el ámbito de la salud

pública. El marco teórico de la misma está en consonancia con la Ley de Salud Mental.

Es de público conocimiento que los referentes teóricos más representativos, tales como

el Dr. Suárez Ojeda, la Dra. Mabel Munist y Melillo, siguen desarrollando una tarea

científica valorada a a nivel internacional . En sus comienzos han hecho aportes

significativos en la Organización Panamericana de la Salud, siendo no sólo pioneros en

la temática, sino desarrollando y construyendo teoría para Planes en el ámbito de la

salud comunitaria entre otros.

Actualmente realizan una tarea incansable en la Universidad Nacional de Lanús y

desde el CIER ( Centro Internacionales de Estudios de Resiliencia). Desde allí trabajan

en red tanto con otros centros internacionales de estudio del mismo tema, sino en forma

mancomunada con referentes internacionales de distintas partes del mundo.

Durante la reunión realizada en Nuevo México, convoca por la Universidad de

Colorado y organizada por William Frankeberg, la resiliencia fue el principal tema de la

discusión. A partir de esta reunión, el doctor Néstor Suárez Ojeda (argentino), asesor

regional en Salud Materno-Infantil de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)

y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), comenzó a trabajar en estrecha

colaboración con la doctora Edith Grotberg y el Civitan Center de la Universidad de

Alabama, que estaban desarrollando la investigación internacional sobre resiliencia.

Ulteriormente Suárez Ojeda se integró al Comité Científico como investigador y

participó en las reuniones que se realizaron en París, Lisboa y Gratz (Austria)

Hacia fines de 1995, la OPS, con sede en Washington, organizó el primer taller sobre

resiliencia, coordinado por el Dr. Suárez Ojeda y en el que participaron Grotberg,

Wollin y otros investigadores, consultores del Departamento de Promoción y

Prevención de la Salud.

Este taller tuvo el mérito de poner en la agenda de la OPS y la OMS el concepto de

resiliencia.

En marzo de 1997, En la Universidad Nacional de Lanús, Provincia de Buenos Aires,

se creó el CENTRO INTERNACIONAL DE INFORMACIÓN Y ESTUDIO DE LA

RESILIENCIA (CIER), dependiente del Departamento de Salud Comunitaria y

apoyado por la Fundación Bernard van Leer ( Holanda).

En el área metropolitana de Buenos Aires, el Centro de la Universidad Nacional de

Lanus CIER (Centro Internación de Estudio en Resiliencia en Universidad Nacional de

Lanas)y la Fundación S.E.S (Sustentabilidad, Educación y Solidaridad), son algunos de

los lugares con que se deben contar a la hora de trabajar en el tema de la resiliencia.

También se puede agregar la Asociación Civil, Fé y Alegría (de alcance regional

latinoamericano) con alianza estratégica con el Estado Nación y local, trabaja con

financiamiento privado y auspicio de Organismos Internacionales cuyo objetivo es la

educación de los sectores desfavorecidos a través del método participativo.

En lo que se refiere estrictamente al marco legal, cabe destacar que hubo intentos de

estructurar legalmente el Enfoque en cuestión. Si bien , fue redactado por referentes

argentinos en el momento en que el Enfoque de Resiliencia era “ vanguardista” era un

momento ideal por la contemporaneidad con la Ley de Salud Mental y el movimiento

mundial que tiende a la des-institucionalización y la recuperación de los principios de la

Salud Comunitaria. Insisto este Proyecto que pasó desapercibido, hubiera sido una gran

estrategia del Estado, un gran aporte a la crisis de la salud pública, pues rescataría todo

el potencial o capital humano, social como estandarte del cambio.

El PROYECTO DE LEY, que fue presentado en el Senado y Cámara de Diputados

de la Nación Argentina hacía referencia a la CREACIÓN DEL PROGRAMA

NACIONAL DE PROMOCIÓN DE LA RESILIENCIA. 29 de agosto del 2003 se

materializó en la Ley Nº 1441. sancionada el 26/08/04. Decreto Nº 1740 del 24/09/04.

BOCBA Nº 2038. (4/10/04).

Se describe una breve reseña de aquellos puntos que encuadran en el objetivo de este

trabajo, desmitificando la “esfera de resiliencia”.

ART. 1 Créase el Programa Nac. De Promoción de la R. Estará orientado a incorporar

en la ejecución de las Políticas Públicas prácticas que fomenten el desarrollo de las

capacidades resilientes de la población infantil y adolescente, en especial la afectada por

las situaciones individuales o colectivas adversas.

ART. 2 A los fines de esta Ley, se entiende por:

1) Resiliencia : es la capacidad de los seres humanos que permite al individuo, grupo

comunidad minimizar o sobreponerse a los efectos nocivos de las condiciones psico-

sociales desfavorables y construir, incluso en el contexto de situaciones adversas.

2) Promoción de Resiliencia: implementación de un enfoque multidisciplinario

preventivo para desde la actuación de los agentes y operadores comunitarios de las

políticas públicas de educación, sociales y de salud, fomentar en la población infantil y

adolescente el conjunto de aptitudes que facilitan un proceso de crecimiento y desarrollo

personal y comunitario sano.

ART. 3: El Programa tiene como objetivos:

a-Fortalecer la conciencia de operatividad de los derechos del niño y adolescente,

con participación de sus entornos sociales y afectivos, fomentando la capacidad de

evolución hacia un desarrollo sano aún en medio de situaciones adversas.

b- Mejorar la calidad de vida de las poblaciones excluidas del desarrollo económico

y social, a través de la recuperación y fortalecimiento de las capacidades del niño y

del adolescente, así como de las familias y las comunidades..

a. Realizar la capacitación y actualización de los educadores, profesionales y

técnicos de la salud, psicólogos, trabajadores sociales y demás operadores

comunitarios, para su desempeño adecuado en la promoción de resiliencia y la

correcta identificación de los Factores de Riesgo, Factores Protectores y Fuentes

de Resiliencia, en los ámbitos donde cada uno de los operadores desempeña su

tarea.

Se transcribió los objetivos de la Ley, respetando su ordenamiento y

fundamentación. Intentaremos enriquecer este punto. Cabe destacar que el Enfoque de

Resiliencia, sostenido dentro del marco teórico del Paradigma de Resiliencia, es

incomensurable, no sólo en los campos de aplicación o intervención (educación, salud,

infancia y adolescencia, catástrofes naturales, violencia, penitenciarías etc) sino en lo

que respecta a la investigación ( teórica-práctica), y la capacitación y formación de

profesionales, actores sociales, funcionarios públicos y los propios protagonistas. En lo

personal, considero que para materializar los aportes del Enfoque de Resiliencia,

requiere un complejo poder de gestión inter-institucional y compromiso político.

Los proyectos de ley o las propias leyes no tienen valor; sino en su propia aplicación; si

bien en esta área específica es sumamente difícil aplicar los aportes teóricos en las

distintas instancias de la gestión pública; podemos ratificar que en nuestro país entre la

aprobación de las leyes y el control de su ejecución, “existe un abismo insondable”.

ART. 6: La ejecución de la presente Ley salvaguardará en toda instancia la satisfacción

del interés superior del niño en pleno goce de sus derechos y garantías, con eje rector

para la interpretación de la Convención Internacional de lo s Derechos del Niño, Ley

23.849.

ART. 9. Son funciones de la COMISION TÉCNICA INTERDISCIPLINARIA:

2) Realizar la capacitación y actualización especializada de educadores, trabajadores

sociales, psicólogos, médicos ..

2-2 Organizar una red social y de pertenencia conformada por establecimientos

educativos, sanitarios, de seguridad social, con participación de la sociedad civil a

través de ONG´s, que aporten ayuda al individuo resiliente y su grupo.

2-4-Desarrollar la investigación de la temática.

ART. 10- Los Programas y Subprogramas de capacitación ya existentes en la Secretaría

de Educación, de Salud y Desarrollo Social, que tengan como beneficiarios directos o

indirectos a los niños o adolescentes incluidos en los alcances de la presente Ley, son

readecuados, redimensionados por la autoridad correspondiente para el cumplimiento en

forma progresiva.

ART. 11- la autoridad de aplicación de la presente Ley es la Secretaría de Educación ,

que coordina su actuación con las Secretarías de Salud y de Desarrollo Social y el

Consejo de las Niñas, Niños y Adolescentes.

Séptimo Mito: EL CONCEPTO NO ESTÁ AVALADO POR CONOCIMIENTO

CIENTÍFICO.

El Enfoque de Resiliencia surge a partir de los esfuerzos por entender las causas y la

evolución de la psicopatología. Estos estudios demostraron que existían niños que no

desarrollaban problemas psicológicos o de adaptación social pese a las predicciones de

investigadores (Masten 1999 /2001y Groteberg. El primer paso fue asumir que estos

niños se adaptaban positivamente debido a que eran "invulnerables"(Koupernik,A, en

Rutter 1991), es decir, podían "resistir" al estrés y la adversidad.

Junto con el concepto de resiliencia surgió la primera generación de investigadores

cuyo interés era descubrir aquellos factores protectores que están en la base de esa

adaptación positiva en los niños que viven en condiciones de adversidad (Kaplan,

1999).

Una segunda generación de investigadores expandió el tema de resiliencia con dos

aspectos de la noción; proceso, implica la dinámica entre factores de riesgo y de

resiliencia, superando la adversidad y modelos para promover resiliencia en forma

efectiva a nivel de programas sociales.

Estudios de la “primera generación”

Como hemos dicho en apartados anteriores y no es menor este punto, puesto que estos

dos momentos de la evolución conceptual, no son antagónicos; sino por el contrario se

complementan; más aún, la primera generación marcó las bases a las que debemos

volver en una espiral dialéctica que requiere un permanente beed-back de construcción

conceptual en proceso inacabado.

El foco de la investigación se desplaza de un interés en cualidades "personales" que

permitían superar las “adversidades” hacia un mayor interés en estudiar los factores

externos al individuo y la necesariedad de la interacción.

La primera, que comienza a principios de los 70, se formula la pregunta: entre los

niños que viven en riesgo social, ¿Qué distingue a aquellos niños que se adaptan

positivamente, de aquellos niños que NO se adaptan a la sociedad? ( Luthan, 1993 y

Kaplan, 1999).Un hito en ésta generación es el estudio longitudinal de Emmy Werner y

Ruth Smith (1992 en Hawai).

Los primeros proyectos de investigaciones estaban focalizados en la relación existente

entre padres que vivían en situación de pobreza o que padecían problemas patológicos y

sus hijos; es más, estaba implícito una cierta tendencia “casi inevitable” de repetir

modelos o patrones familiares, salvo las excepciones de las “personas resilientes”.

El punto de partida del concepto de resiliencia fue el descubrimiento de E. Werner

durante un estudio de epidemiología social realizado en la isla de Hawai, donde siguió

durante treinta y dos años el desarrollo de vida de una cohorte de quinientas personas

aproximadamente, sometidas a condiciones de vida signadas por la pobreza extrema. A

pesar de las situaciones de riesgo a las que estaban expuestos muchos niños, observaban

que lograban sobreponerse a las adversidades. La mirada estaba puesta en descubrir las

características personales innatas, auténticas de aquellos individuos que lograban

superar la adversidad y salir fortalecidos. De allí el anhelo de propiciar la emergencia

de aquellas cualidades por lo que numerosos investigadores del Norte del mundo

plantearon la necesidad de promover las características sanas y protectoras de los

sujetos, todavía inconexas del medio y el macrosistema.

Investigaciones de la “segunda generación”:

La segunda generación de investigadores, comenzó a publicar a mediados de 1990. El

foco de investigación de esta segunda generación retoma el interés de la primera en

inferir qué factores están presentes en aquellos individuos de alto riesgo social que se

adaptan positivamente a la sociedad.

Dos investigadores pioneros en la noción dinámica de la resiliencia fueron Michel

Rutter (1991), quien propuso el concepto de mecanismos protectores, y Edith Grotberg,

quien propuso el concepto, que está detrás del Proyecto Internacional de resiliencia

(P.I.R)

M. Rutter ( 1991, en Infante, 1997:16) entiende Resiliencia como "una respuesta

global en la que se ponen en juego los mecanismos de protección, entendiendo por

estos, no la valencia contraria a los factores de riesgo, sino aquella dinámica que

permite al individuo, salir fortalecido de la adversidad, en cada situación específica y

respetando las características personales".

Edith Grotberg fue pionera en la noción dinámica de la resiliencia ya que en su estudio

P.I.R (Proyecto Internacional de Resiliencia) define que la resiliencia requiere de tres

niveles diferentes: soporte social (yo tengo), habilidades (yo puedo) y fortaleza interna

(yo soy, yo estoy). De ésta forma, a pesar de organizar los factores de resiliencia en un

modelo triádico, incorpora como dinámica esencial la dinámica e interacción entre estos

factores. El estudio internacional de resiliencia (Grotberg, 1999) marcó un cambio

importante en la medición de la misma, ya que ayudó a formalizar los hallazgos previos.

Este proyecto consistió en determinar cómo los niños se habían transformado en

resilientes. Estos estudios fueron la base para el desarrollo de una Guía de promoción

de resiliencia en niños, Fortaleciendo el espíritu Humano (Grotberg , 1995), trabajo

que el colega Ojeda tradujo al español.

En ésta segunda generación se entiende resiliencia como proceso dinámico donde

las influencias del ambiente y el individuo interactúan en una relación recíproca que

permite a la persona adaptarse a pesar de la adversidad , como afirman Luthar y

Cushing (1999).

Melillo (2002:15,16) analiza y recupera un importante aporte para la hipótesis que guía

el presente trabajo, cuando afirma que la gran mayoría de investigadores pertenecientes

a esta generación podrían adscribirse al modelo ecológico transaccional de resiliencia,

el cual tiene sus bases en el modelo ecológico de Bronfenbrenner (1981). La perspectiva

que guía este modelo es que el individuo se halla inmerso en una ecología determinada

por diferentes niveles que interactúan entre sí, ejerciendo una influencia directa en su

desarrollo humano. Los niveles que conforman el marco ecológico son: el individual,

el familiar, el comunitario y el vinculado a los servicios sociales, y el cultural, vinculado

a los valores sociales.

En síntesis, existe un acuerdo explícito entre los expertos, que existen dos generaciones

de investigadores (Masten, 1999; Luthar y otros, 2000; Luthar y Cushing, 1999;

Kaplan, 1999); así como existen dos senderos interpretativos: uno genetista

individualista, constata la existencia de personas resilientes entre aquellas sometidas a

la adversidad de la pobreza y los riesgos, quienes por "eso" adquieren el "derecho" a

salvarse y enfatiza su capacidad de “adaptación positiva" a las condiciones de vida

adversas; el otro enfoque, basado en las características de la imprescindible interacción

con los otros seres humanos para el desarrollo de los sujetos, reclama el abordaje del

problema desde la más temprana edad, directamente con los sujetos o a través de sus

padres, educadores, cuidadores, miembros del equipo de salud, para lograr el

desenvolvimiento de un sujeto sano, en una familia recuperada, si es posible, en una

comunidad interesada y volcada hacia una misma política. Aquí aparece la idea que

abarca al individuo en su ecología vital: familia, comunidad, cultura.

En ésta última esta etapa se acuñan conceptos muy vigentes en los ámbitos de salud y

educación. De ésta manera, la resiliencia es efectiva no sólo para enfrentar

adversidades, enfrentar estresares (como una nueva acepción de las clásicas

adversidades) sino también para la promoción de salud mental-emocional y promover la

calidad de vida.

Octavo Mito:ES UN " MODA" Y COMO TAL PRETENDE IMPONERSE.

El “Paradigma tradicional”

Ha habido tendencias que determinaron modos y perspectivas del pensamiento durante

mucho tiempo, como es poner el foco sobre déficit, desviaciones, anomalías y

enfermedades. Aun cuando intentamos ampliar y expandir los componentes de nuestros

modelos explicativos de salud mental, continuamos deteniendo nuestra mirada sobre lo

que se nos presenta como déficit, lo que no funciona bien.

Así es que los déficit, lo negativo, la enfermedad, las fallas, los problemas, los fracasos,

nos han sesgado la mirada y hasta nos han hecho considerar, personas en sus aspectos

más reducidos.

La mirada tradicional se ha focalizado en el trauma, el daño, los problemas, las

limitaciones, las carencias y las “desviaciones”; con el objetivo de elaborar complejos

diagnósticos con el afán de establecer relaciones entre causas y consecuencias

predecibles; aún más intentando corregir desviaciones ( comparando con el parámetro

de “normalidad”).

Lo mismo ocurre con las familias, las instituciones, las culturas. Los modelos de déficit

se han instaurado en el centro de los paradigma médico-psiquiátrico -psicológico-

social y nos inducen a pensar pronósticos reductores y negativos. Los modelos de

déficit niegan las capacidades de quienes protagonizan sufrimientos, pasivos

receptores de esas soluciones, en lugar de ser quienes activamente propongan lo más

adecuado a sus propias necesidades.

Un nuevo paradigma, una incipiente esperanza

Ravazzola (2002:103) nos ayuda a contextualizar en Argentina el surgimiento del

Paradigma en cuestión enfatizando la relación del mismo a partir del esfuerzo por

entender las causas y la evolución de la psicopatología. Han sido escasos los intentos de

incorporar otras pautas a los servicios hospitalarios, así como también han sido escasos

los esfuerzos por incorporar ese tipo de pautas a las políticas de salud mental. Pero la

necesidad de dar respuesta a los problemas graves mencionados (alcoholismo,

drogadicción, violencia familiar y social, trastornos graves de conducta), problemas de

visibilidad creciente, ha llevado poco a poco, en los últimos diez años, a la creación de

agencias gubernamentales y no gubernamentales a abordar estos problemas, muchos de

ellos con enfoques que trascienden las teorías psicológicas centrales, incorporan

aspectos de los enfoques comunitarios e investigan sobre modalidades innovadoras.

Un concepto que aporta este nuevo campo de indagación teórica- y que resulta vital para

orientar la práctica profesional y habilitar acciones fructíferas- es la noción de

construcción social; podemos de-construir y redefinir nuevos contextos de género, la

familia, los roles de padres y madres, el amor, los contratos matrimoniales, la historia

individual y colectiva, la vida cotidiana, y tantos otros temas que condicionan

emociones y conductas. También podemos tomar conciencia de las tendencias que

sostienen nuestros propios discursos y generar y cuidar un lenguaje que ayude a

producir debates y conversaciones liberadoras... Éstos integran el conjunto en los que

se apoyan las competencias y recursos y se deja así de poner énfasis en los problemas y

fallas, propio de los modelos de déficit.

Habíamos mencionado cómo la visualización y la difusión de la noción de las

resiliencias (atribuidas tanto a individuos como a grupos sociales) producen ese efecto

de cambio paradigmático, proponiendo un lenguaje y una forma capaz de convocar a

profesionales de la salud mental de diferentes orientaciones. A partir del surgimiento de

esa noción, se abre la posibilidad de que los operadores investiguen las capacidades

que pueden desplegar los miembros de cada familia con la que se ponen en contacto,

en lugar de designarlos como "patológicos" o de responsabilizarlos totalmente por

problemas que presentan.

Melillo (2002: 126) rescata a Bronfenbrennen cuando dice que también podemos

pensar que los rasgos positivos descriptos como "propios" de algunos individuos son

favorecidos por algunas interacciones y dificultados por otras, y que por lo tanto es

posible contribuir a construir las resiliencias según concepciones sistémico -ecológicas,

evolutivas y contextuales desde los distintos grupos sociales e instituciones de la

comunidad. "Cabe considerar a la familia, el grupo de pares, la escuela, el lugar de

trabajo o los sistemas sociales amplios, nichos contextuales para la competencia

social".

Por último, el enfoque aquí tratado nos propone el desafío de superar los paradigmas

tradicionales en cuanto a la forma de abordar los problemas y sufrimientos humanos.

Tiempo de cambios, una “bisagra” entre viejos y nuevos paradigmas.

Sólo nos damos cuenta de estas tendencias cuando afortunadamente nos topamos con

algún paradigma nuevo, que revea los aspectos repetitivos, aquellos que nos conducen

a "mordernos la cola", lo que resulta circular y limitado respectonde algún modo de

pensar hasta el momento más habitual, y de esta manera nos rescata para realizar

nuevos esfuerzos y exploraciones que abran otros horizontes y habiliten más opciones

para nuestro quehacer.

Frecuentemente se habla del concepto de resiliencia en términos de un cambio de

perspectiva que, al ocuparse de aquellos factores que funcionan como promotores de

salud, puso en cuestión el enfoque anterior centrado en los factores de riesgo. Hay

bastantes razones como para afirmar que la propuesta novedosa que encierra el concepto

de resiliencia va más allá de los que supondría un mero cambio de signo, según el cual

podría considerarse a los enfoques de resiliencia y de riesgo como dentro de un mismo

orden de hechos. porque el enfoque centrado en la noción de riesgo pertenece al ámbito

biomédico,mientras que la resiliencia incursiona ambiciosamente en terrenos diferentes

de acontecer humano, de modo tal que temáticas referidas a la subjetividad, dentro de

las cuales la creatividad ocupa un lugar importante, hacen a su campo de interés y a su

territorio conceptual.

El concepto de resiliencia surge del fracaso de las predicciones provenientes de modelos

de riesgo, pero las explicaciones o respuestas aportan para dar cuenta de los resultados

inesperados no pertenecientes en general al ámbito de ciencias naturales.

Melillo y Ojeda ( 2002:226-228) toman el trabajo de Estametti, a la hora de analizar el

cambio de paradigma, hablamos de revertir el tradicional, ampliar nuestra área de

percepción, nuestra capacidad de pensamiento creativo, para diseñar estrategias

innovadoras que involucren a todos los sectores de la comunidad, es una manera de

entender las demandas crecientes y cualitativamente variables. Define el cambio de

paradigma significa adoptar una opción de reinterpretar la enfermedad, poner el acento

en la salud y el desarrollo y elaborar estrategias de intervención comunitaria bajo la

orientación y supervisión de especialistas.

La conclusión pretende responder a la inquietud que incentivó la desmitificación de la

resiliencia y abrir el debate desde el trabajo social, respecto a reflexionar sobre la

intervención en el marco del nuevo paradigma.

Por último, el enfoque de resiliencia presenta un cambio de paradigma que incluye el

pasaje del modelo médico tradicional, centrado en a debilidad y la enfermedad, a otra

perspectiva que incluye, además, la capacidad de afronte, la estimulación de

potencialidades, la consideración de la esperanza, como componente indispensable en el

desarrollo de las personas; en suma del pasaje del modelo de riesgo al modelo de

desafío.

A continuación esbozo algunas afirmaciones que tienen sustento en la argumentación

previa.

Razones para incorporar resiliencia en Trabajo Social:

1) Contempla al individuo multidimensionalmente en su contexto inmediato y mediato,

en el marco de la globalización y con sus múltiples determinaciones políticas,

económicas, sociales y culturales.

2) Recupera las capacidades, potencialidades y estrategias de supervivencia, poniendo

énfasis en los recursos, materiales, humanos o simbólicos existentes rompiendo con la

omnipotencia de los profesionales.

3) Pretende superar los tradicionales modelos de intervención en los que el poder se

centra en el profesional y/o instituciones y; por el contrario, reivindica la dignidad, el

protagonismo y la condición de ciudadano.

4) Tiende a combatir al asistencialismo, librando de la impotencia ante su situación a la

persona que requiere nuestra intervención profesional.

5) Propone estrategias de intervención concretas y no se queda en el mero análisis

teórico, academicista, crítico e ideológico, aunque indispensable y requiere de

mediaciones para efectivizarse en acciones concretas.

6) Busca transformar positivamente el proyecto societario, teniendo como objetivo

desde el análisis a los proyectos aplicables hasta recuperar los valores y las fortalezas de

los sujetos/grupos o comunidades de intervención.

8) Sabiendo que para la intervención es necesario un diagnóstico, este paradigma nos

enseña a ejecutar, con una visión “optimista”, cómo podemos hacer real un cambio

beneficioso en la realidad concreta.

9) No deberíamos descartarlo " a priori" por “fanatismos ideológicos”; sino por le

contrario, se deben explicitar los posicionamientos ideológicos o proyecto ético-

político, que sustenta los discursos y acciones de los profesionales que trabajan con

éste paradigma.

10) Contempla en la esencia del concepto, los derechos humanos y las políticas

sociales, dos categorías intrínsecas del trabajo social.

11) Existe un marco legal, que explicita la necesaria participación de los trabajadores

sociales en los equipos transdisciplinarios.

12) Nos obliga a reflexionar sobre el cambio de paradigma que nos urge al enfrentar

problemáticas, tales como, discapacidad, salud pública, salud mental, gerontología,

niñez, adolescencia, encierro (cárcel) etcétera.

13) El Paradigma de resiliencia, estudia y profundiza categorías de análisis propios del

trabajo social, tales como infancia, actores vulnerables, políticas públicas, calidad de

vida, derechos humanos, salud, educación, desarrollo social, redes, prevención,

promoción, participación, familia, niñez-adolescencia, Modelo Ecológico,

inter./multi/transdisciplina .

Retomo parafraseando y, a modo de conclusión, en este punto algunas ideas esbozadas

por la académica de peso y vanguardia, M. Iamammoto39

, ya enunciadas en la

introducción: sin ser un "positivismo" ingenuo, nos devuelve la "esperanza" de poder

transformar esta realidad como ciudadanos y/o profesionales, orientados por un

proyecto societario y colectivo (profesional).Partiendo de la base, que aunque antecede

y pre-exite a nuestro análisis, es susceptible de ser transformada.

Desde el materialismo dialéctico, nos da la certeza que desde nuestras praxis

profesionales (concientes, críticas, reflexivas, creadoras, creativas, constituivas)

estaremos construyendo ciudadanía y materializando un proyecto societario, desde una

lógica de derechos reivindicados y efectivizados, de equidad, como resistencia a la

lógica de mercado hegemónica.

Compartimos la convicción de Marilda "el futuro depende de nosotros".Es una

construcción histórica, y “no dada, es nuestro desafío", no obviar, ni limitarnos a

nuestra responsabilidad como "intelectuales orgánicos", sino también visibilizar las

formas de sobrevivencia y "resistencia" de los sectores subalternos, preexistentes, como

vías alternativas.

39 IAMAMOTTO, Marilda. (1998) O SERVIÇO SOCIAL NA CONTEMPORANEIDADE: TRABALHO

E FORMAÇÃO PROFISSIONAL. São Paulo, Cortez, 1998.

CAPÍTULO III

Desafío Contemporáneo del Trabajo Social.

INTRODUCCIÓN

Para comenzar este apartado es necesario profundizar dos premisas, con el fin de no

perder la coherencia discursiva ni el hilo conductor, que se basa en la intrínseca y

compleja trama entre los conceptos ordenadores (C.O)40

, tales como políticas públicas

(PP), políticas sociales (PS), derechos y cuestión social (CS), que se fueron desplegando

en torno a la problemática social de discapacidad.

Históricamente, el T.S. fue considerado una disciplina, que se encuentra

instrínsecamente ligada al hacer, es decir, a la práctica. Ha sido estigmatizada como una

sub-disciplina que depende de otras ciencias, de las cuales toma los respectivos marcos

teóricos (psicología, sociología, antropología, etcétera).

En sus comienzos, la formación profesional se restringía a una tecnicatura (cuya

formación era terciaria y no universitaria, por lo que no se podía hablar de profesión).

En su evolución se han evidenciado grandes logros; aunque para muchos todavía no se

haya independizado, es irrefutable que sea considerada ciencia a la luz de la variada,

amplia y profusa producción teórica.. Es inevitable la conjugación con distintas

disciplinas y ciencias sociales, pues están y deben estar amalgamadas, ya que comparten

un mismo objeto de estudio: comportamiento humano. Dada la complejidad humana, su

estudio requiere de una casi infinita gama de perspectivas de estudios, todas ellas

interdependientes. Por este motivo, es evidente que, si bien el estudio sobre resiliencia

proviene de la Psicología, tiene la misma misión que el TS : en esencia, superar o

mitigar problemas sociales, que van en detrimento de la calidad de vida y los derechos

de las personas; no podemos dejar de reconocerlo, más allá del posicionamiento político

ideológico de cada uno.

40

No es el objetivo de este trabajo profundizar teóricamente en cada uno de los conceptos ordenadores, ni

debatir epistemológicamente acerca de los mismos, o buscar su raigambre ideológica, para ponerme en algún

extremo; esto trae aparejadas imprecisiones metodológicas. Sólo intentamos aproximaciones a conceptos

amplios y dinámicos, a modo de constructores sociales que se van amalgamando en un espiral de conocimientos

que se construye dinámica e indefinidamente.

Partimos de la base de que práctica y teoría están indisolublemente ligadas. No

pueden ir en vías paralelas; por el contrario, se retroalimentan mutuamente. Si la teoría

surge de la abstracción especulativa o del idealismo (hegeliano), difícilmente sea útil o

transferible a la práctica cotidiana y al quehacer profesional. En el polo opuesto, la

práctica deberá ser consciente y fundada en una teoría, que le dé sustento. Por lo tanto,

no podemos descartar a la resiliencia sin haber experimentado y probado su teoría.

Continuando con el hilo conductor, que nos lleva a proponer el Enfoque de

Resiliencia como un desafío para el Trabajo Social para el abordaje de la problemática

de la discapacidad, es indispensable volver al aporte teórico de M. Iamammoto en su

libro El Trabajo Social Contemporáneo no fue sólo un disparador a la hora de

fundamentar la importancia de considerar la perspectiva de resiliencia como

instrumento mediador de su propuesta, sino que también a lo largo de mi formación

profesional han sido las palabras esperanzadoras que me motivaron a tener la

convicción de que siempre hay una posibilidad de cambio, por más inquebrantable,

burocrático o perverso que sea el sistema.

Cuando la autora se propone repensar la contemporaneidad de la profesión, nos

habla de la necesidad de construir proyectos profesionales como consecuencia de una

formación profesional sintonizada con los nuevos tiempos, tomando como punto de

partida la concepción de la cuestión social contemporánea (CSC). 41

Cabe aclarar que muchas de las categorías de análisis propias del TS, tales como

derechos, ciudadanía y cuestión social, fueron abordadas anteriormente, en el capítulo

I, que se refiere a la problemática social de discapacidad. Esto conlleva algunas

salvedades, a saber: en el abordaje teórico se buscó solidez y coherencia desde el

posicionamiento ético y político partiendo de un ciudadano portador de derechos y

capaz de construir y materializar un proyecto societario.

Por otro lado, hemos anticipado que no consideramos que la CS sea contemporánea,

sino que –coincidiendo con Netto- es esencialmente la misma, es inherente a la

contradicción existente entre capital y trabajo, con cambios externos en sus distintas

expresiones. A modo de ejemplo, podemos citar los cambios del mercado de trabajo,

41

Esta expresión es la de las desigualdades que el capitalismo adquiere en los procesos de producción, los cuales son

cada vez más colectivos y la apropiación de sus producto es cada vez más individual, dándose una mayor

concentración del producto en menos manos. En una sociedad cada vez más individualista, el ser humano es cada vez

más dependiente para reproducirse material y socialmente.

debiendo adecuarse el trabajo profesional en el proceso de inserción recorriendo

nuevos caminos éticos y políticos.

Me detengo en este punto para fundamentar el posible motivo por el cual creo que

este ensayo teórico puede ser un aporte significativo tanto para alumnos como para

futuros colegas. Es necesario reconocer que en el plan de estudios de esta carrera, la

Universidad presenta falencias en la formación, lo que restringe la inserción

profesional en la problemática de discapacidad. Practicamente se contempla a este

grupo, vulnerable y vulnerado en su condición ideal de ciudadanos, ni desde la

minoridad, la familia, las políticas sociales, o el trabajo social; por ende, torna invisible

un problema social, un grupo social que en realidad debería ser objeto de nuestras

intervenciones profesionales. ¿No deja traslucir ésto la reproducción de un modelo de

acumulación que excluye y cercena la condición de sujeto de derecho a los no

productivos? Aquí cabe hacer una salvedad: estamos de acuerdo con que no existe un

TS específico para discapacidad, sino que es uno solo, con distintas aplicaciones. Sin

embargo, para trabajar en este problema, como en cualquier otro, es necesario conocerlo

en profundidad, visualizarlo, ser sensible y conciente de sus peculiaridades para poder

mitigarlo.

Por otro lado, al desconsiderar a la resiliencia como nuevo paradigma en las áreas de

educación, salud, prevención, intervención en problema de la niñez y adolescencia, en el

diseño de políticas sociales, gestión, etcétera, ¿no se está restringiendo el campo de

acción de los futuros egresados? Es más, ¿no se está induciendo a un posicionamiento

ideológico, alineando hacia el marxismo, en lugar de generar espíritu crítico con

competencia para la intervención eficaz en los problemas sociales?

Desde el comienzo de mi formación en esta Alta Casa de Estudios, el discurso de M.

Iamammoto dejó huella y estará presente en cada una de mis reflexiones,

especialmente cuando ella nos desafía a formular propuestas con actitud positiva,

flexible, mediadora y negociadora.

Es necesario visualizar y reivindicar las estrategias de supervivencia y resistencia de

los sectores subalternos, anticipando tendencias y enriqueciéndolas con actitud

"propositiva", que será el germen de posibles transformaciones.

Con dichas reflexiones, habrá que exhortar a los trabajadores sociales. Lo digo en

especial por mi propio trabajo reflexivo previo a la intervención, para no caer en

posiciones extremas que descalifiquen otras formas de pensar, reflexionar o intervenir.

No deberíamos caer en la tentación de los integrismos ideológicos, que cercenen no sólo

nuestras formas de pensar y actuar, sino incluso de ver campos de investigación.

Podría ir más allá y decir, intuitivamente, que estos temas no tienen quórum para

ser investigados, difundidos y/o publicados, pues en el ámbito académico se hacen

declamaciones desde el materialismo dialéctico y se profundiza en la investigación

cualitativa, pero a la hora de abrir y bucear en los océanos insondables del

conocimiento, muchos académicos se sienten más a gusto con aquellas afirmaciones que

están demostradas empíricamente, por métodos cuantitativos y bajo la consabida

epistemología positivista.

Por el contrario, el paradigma de resiliencia es cualitativo y plantea lo impredecible

del destino humano. ¿No es coherente con el discurso de la no estigmatización, el hecho

de despojarnos de prejuicios y de recuperar los discursos, significados y significantes de

los distintos actores sociales? ¿No es inherente al trabajo con seres humanos y, por

ende, propio de las ciencias sociales, en las que nos encontramos inmersos?.

A esta altura del desarrollo discursivo, es útil recordar que la perspectiva teórica,

inherente al Trabajo Social, está anclada en el materialismo dialéctico, por considerar

que la profesión no sólo se dedica a estudiar la realidad sino a intervenir y actuar sobre

ella, transformándola desde el compromiso ético con los sectores excluídos,

marginados, vulnerables y vulnerados de la sociedad, a través de proyectos que se

“adelanten a la demanda” y trasciendan el contexto institucional, haciendo uso de su

autonomía profesional, en el marco del neoliberalismo en el que se inscribe.

Tanto los “espacios de indefinición científica”, que otrora (en la

Reconceptualización), fueran objeto de debate académico, como el cuestionamiento

del grado de “funcionalidad” en el ejercicio de las Políticas Sociales, desde una

perspectiva dialéctica se presenta la posibilidad de construcción social y praxis

transformadoras, tomando como bandera la investigación y la necesidad imperiosa de

trascender el mero pragmatismo.

Por último, creemos que a esta altura es obsoleto el planteo de la necesidad de

justificación de los requerimientos propios del positivismo, acerca de cientificidad que

de sustento a nuestra profesión.

Definitivamente, para superar la cuestión de “profesionalidad” del trabajo social cuando

estamos interviniendo desde un posicionamiento que trasciende la mera operatividad

nos nutrimos con sustento teóricos y nos apropiamos de la investigación como una

estrategia metodológica que no la circunscribimos a una elite academicista.

Para concluir, M. Iamamoto nos plantea: "Uno de los mayores desafíos que el

trabajador social vive en el presente es desarrollar su capacidad de descifrar la

realidad y construir propuestas de trabajos creativas y capaces de preservar y

efectivizar derechos, a partir de demandas emergentes en el cotidiano. En fin, un

profesional propositivo y no sólo ejecutivo". (1998:20)

1-Modelo sistémico-ecológico

De acuerdo con la definición de Bateson (1993) se plantea que la vida psíquica

de una persona puede entenderse como el resultado de organización individual de la

experiencia relacional. Los sentidos y el lenguaje son sus bases instrumentales. La

unidad de supervivencia es el organismo en un ambiente.

El concepto de sistema, de manera muy esquemática, nos remite a la conexión

entre las partes, que está sujeta a reglas que hacen que la pauta de interacción se repita.

Dicha interacción es de orden circular, es decir, cada uno de los polos de la relación es,

a la vez, estímulo y respuesta donde existe un inter-juego entre la estabilidad (repetición

de las pautas conocidas) y el cambio (conservar, desechar y/o crear pautas alternativas).

Desde esta perspectiva, la familia es un tipo de sistema, con una estructura que

puede definirse como un conjunto de pautas de interacción gobernadas por reglas

implícitas.

Las afiliaciones, jerarquías, tensiones y su particular modo de resolución

confieren una significación especial a la relación, en tanto definen las expectativas

recíprocas, los límites, lo permitido y lo prohibido. Las cualidades del individuo, la

formación de la imagen de sí mismo y su conducta, están determinadas, en parte, por su

particular posición dentro de la familia.

Así, la familia cumple una función difícilmente sustituible como lugar creador

de identidad y de modelos que tienden a transmitirse.

Por otra parte, la familia es una pequeña sociedad con recursos a veces

inexplorados, que están conectados con la posibilidad de cambiar ciertas relaciones,

ofreciendo a los miembros de la familia otras posiciones y, con ellas, nuevas y

diferentes opciones de acción.

J. Bowlby (1996) plantea que el principio clave es poder convocar al grupo a un

encuentro conjunto. De este modo, se ven las pautas de interacción y los círculos

viciosos y virtuosos; además, si se obtiene el permiso de la familia, es posible realizar

intervenciones más directas con el grupo familiar.

Para Bowlby, el objetivo consiste en ayudar a cada uno de los miembros a

observar el problema desde perspectivas diferentes. Desde la neutralidad, el profesional

intenta introducir información diferente que ayuda a resolver el problema desde otros

ángulos y/o favorecer cursos de acción distintos de los ya intentados.

Bronfenbrenner (1987) hace referencia al mesosistema. Su riqueza depende de

los lazos relacionales que se creen y de su riqueza. El desarrollo humano se ve

influenciada por las amenazas u oportunidades familiares. En este sentido, D. Renal

(1998) plantea que cada una de las partes debería ser portavoz de una realidad: los

padres podrían traer a la escuela la voz del trato más individualizado y de las

necesidades efectivas más personalizadas. El maestro debería ser la voz objetiva de una

realidad más inmediata y de la exigencia de una vida colectiva. Ambos aspectos no

deben contraponerse, sino que deberían complementarse.

Para poder complementarse con el otro, es necesario crear una relación de

calidad; ante todo, es preciso contar con un lugar de respeto a los padres, entendiendo

que la familia es la red de sostén más importante para el crecimiento y desarrollo del

niño. A su vez, dicha red debe ser sostenida por otras que posibiliten el apoyo social.

Las redes se conforman a través de la interacción y del lenguaje, en un contexto

histórico, político y económico determinado; por lo tanto, deberíamos reflexionar acerca

de la calidad de la relación, en cuanto la responsabilidad profesional está condicionada

por la forma en que nuestros modelos teóricos toman en cuenta, o no, la distancia

interpersonal generada por las diferencias de clase social, género o etnias.

Carlos Eroles, respetado y reconocido tanto del TS como de las luchas por la

reivindicación de los derechos de las personas con discapacidad, y siempre

vanguardista, se adelanta y propone una reivindicación del protagonismo de los propios

interesados en la problemática. Siendo él un defensor teórico del modelo ecológico y el

enfoque social como herramienta profesional para abordar la problemática en cuestión,

y también un interesado directo (él mismo padecía una discapacidad, producto de una

enfermedad degenerativa), ha hecho carne la lucha como discapacitado, como

profesional (TS, Coordinador de la Carrera en la UBA), como orador en defensa de los

derechos humanos –tanto a nivel local como internacional– y como ciudadano en las

contiendas políticas. Ha sido testimonio de cada una de sus declamaciones y sus marcos

teóricos (rompiendo el academicismo estéril), llevándolos al campo. Sin lugar a dudas,

fue responsable tanto de la visualización de la problemática como del avance en la

legislación y de su efectivización, hasta el momento de su reciente fallecimiento.

Carlos Eroles reafirma el enfoque social e incursiona en los fundamentos

teóricos, haciendo hincapié en la democracia y la ciudadanía y rescatando el concepto

de identidad. Lo considera un movimiento social de liberación y de los derechos

humanos. Se trata de una acción política que dependerá, esencialmente, de la

concurrencia y el sostén de quienes están afrontando en carne propia el problema,

llámense personas con discapacidad, padres o familiares.

Toda sociedad, cualquiera sea el nivel de desarrollo económico alcanzado, tiene

la obligación de hacer lo necesario para que las personas con discapacidad puedan

ejercer, en un plano de igualdad, el conjunto de sus derechos humanos.42

1-1.Perspectiva del trabajador social con visión sistémica

A continuación se esbozarán, sólo a modo de puntapié inicial, algunas

consideraciones o datos importantes rescatados en el relevamiento de trabajos que

proponen el modelo sistémico. Dentro de ellos, se propugna el enfoque de resiliencia

como instrumento profesional a la a hora de intervenir profesionalmente en la

problemática social de discapacidad.

De ninguna manera se enunciarán estas consideraciones como recetas estrictas a

seguir o replicar. Hechas las salvedades del caso, pasamos a enunciarlas:

Es cierto que los TS constituimos un sistema de apoyo profesional a individuos y

grupos para quienes la pobreza, las deficiencias físicas o psíquicas, las conductas

estigmatizadas y las discriminaciones sociales se convierten en problemas sociales

crónicos o graves.

Algunos objetivos pueden ser considerados pertinentes. En el presente trabajo

podemos destacar los siguientes:

-Observar, evaluar y esclarecer las relaciones recíprocas ente contextos, así como su

efecto en las personas y las familias, favoreciendo el cambio constructivo en las

relaciones, en la medida en que podemos introducir información diferente.

42

La Discapacidad, una cuestión de Derechos Humanos. Eroles - Ferreres (Compiladores). ESPACIO.

-Restaurar el sentido de conexión entre las personas y entre los sistemas, favoreciendo

los procesos de reciprocidad, responsabilidad y ayuda mutua.

-Restaurar el sentido de poder de agencia de los usuarios, en la medida en que

posibilitamos la co-construcción de dominios de sentido, donde se definen problemas y,

a su vez, aspiraciones. Se buscan recursos, tanto internos al propio sistema como del

ambiente, creando nuevas posibilidades.

Para este fin es importante tener en cuenta la noción de apoyo social como

resultado de la interacción de un conjunto de variables que operan en diferentes

niveles, tales como los modelos internos de representación de sí mismo y de los demás

que tiene la persona, las características de las redes, la naturaleza del hecho estresante o

perturbador y la posición en la estructura social o pertenencia a un grupo social

determinado. (E. Gracia, 2002)

El apoyo social es una relación de ayuda basada en un intercambio, sustentada

en la propia red social, que supone o puede suponer un sentimiento de conexión entre

las personas participantes, así como una asistencia real.

El apoyo social puede presentar diversas formas:

-apoyo emocional;

-apoyo informacional;

-apoyo material o instrumental.

Las fuentes de apoyo social son diversas: la red natural constituida por

relaciones íntimas y de confianza, tales como la familia y los amigos, las organizaciones

de ayuda informal, como organizaciones voluntarias, grupos cívicos y servicios

profesionales.

La ayuda pretende que la persona y su grupo de pertenencia avance en la vida

afirmando y desarrollando sus valores y compromisos, haciendo que se descubra y sea

miembro de la comunidad. Esto implica promover la aparición de su red social y de sus

apoyos reales o virtuales, introducir una relación de diálogo, en la cual, frente a

determinados dilemas, opciones y/o elecciones, el usuario es puesto en posición de

agente en la resolución de sus dificultades sociales.

En un sentido más concreto, A. Ripoll (2001) menciona las distintas actividades

que se pueden desarrollar en diferentes niveles y se reproducen a continuación.

*Objetivos sobre el usuario: consistente en la reducción del malestar psíquico,

incremento de la autoestima y apoyo en las transiciones vitales. Se trata de promover la

identidad y dotar de habilidades.

*Objetivos sobre el medio familiar: reconocimiento de patrones socio-culturales e

histórico-políticos vigentes. Apuntan a promover el cambio del statu quo, sostener las

fases del ciclo vital correspondiente, contener para asumir nuevos roles y analizar las

fronteras intra y extra familiares, como así también la comunicación familiar.

*Objetivos sobre el medio: Analizar la demanda y el contexto de intervención oportuno;

permitir y facilitar la actuación; analizar la situación de la red; favorecer la conexión de

redes inter-institucionales constructivas. Se trabaja con la red social de la persona o de

la familia, con el fin de reivindicar los aspectos factibles de cooperación entre los

diversos sistemas (individuo, familia e instituciones).

Retomamos la teoría ecológica del desarrollo humano descrita por

Bronfenbrenner (1987). Sintéticamente, plantea que las conexiones entre diferentes

contextos (mesosistema) pueden ser tan decisivas para el desarrollo como lo que sucede

en cada uno de los entornos inmediatos (microsistema). Siguiendo esta orientación, una

de las metas de la intervención con la familia o desde la escuela es lograr una co-

participación intensa de ambos sistemas.

En la actualidad creo que es necesario, frente a cierto “desdibujamiento” de

nuestra disciplina profesional –entendida en un sentido muy restringido, como mera

gestora de recursos y derivaciones–, poder retomar la importancia de la relación de

promoción como eje de la intervención.

Me serviré de las aportaciones teóricas del modelo sistémico, del

construccionismo social y de las ideas generadas por el concepto de resiliencia. Las tres

perspectivas tienen en común la necesidad de poner en marcha procesos que permitan

comprender con el otro, junto con nosotros, la situación de dificultad, para ayudar a

generar recorridos relacionales y colaboradores.

Se trata de procesos enmarcados en un tiempo y un contexto, que tienen por

objetivo mitigar, reducir o resolver las diferentes situaciones a las que ha de hacer frente

un TS para intervenir en el problemática social de discapacidad.

Los TS intervenimos con los sujetos en dificultad y con su contexto social. Para

D. Howe (1997), el contexto social es el mundo de las relaciones entre las personas, el

mundo del lenguaje y la cultura, de la interpretación y del significado. Así, el individuo

pasa de ser una entidad psicológica discreta a ser un producto y, a la vez, un co-

constructor de su propia historia. Esta mirada particular, necesariamente diferente de la

del profesional, es intrínsecamente integradora, pues tiene en cuenta las posibilidades y

las restricciones del contexto.

Con esta perspectiva, tres son lo caminos teóricos particularmente pertinentes

que nos inspiran y orientan en la intervención: el modelo sistémico, el modelo

constructivista43

y el concepto de resiliencia.

2-Políticas estatales o política pública

En principio, es necesario aclarar algunos puntos respecto de los siguientes

conceptos: políticas públicas (P.P), políticas estatales (P.E.) y políticas sociales (P.S.).

Cuando abordamos un problema objeto de conocimiento –en adelante, POC–, nos

referimos a P.S. que están contempladas dentro de las PP o PE. Son una mediación que,

de igual manera, pretenden satisfacer necesidades básicas tales que permitan

reproducirse socialmente y acceder a una ciudadanía digna

Cuando nos referimos a PP o PE estamos haciendo referencia a las acciones y/u

omisiones que se desprenden de las intervenciones del Estado en los distintos

problemas sociales. Los mismos requieren de atención, interés o movilización de

otros actores en la sociedad civil. Esta situación supone tomar partido, sea por

acción o por omisión.

Las PP o PE tienen en su germen una clara intencionalidad política proveniente de

la estrategia de gobierno; no son inocuas, sino que tienen un trasfondo político, una

doble lectura.

Son un conjunto de lineamientos políticos, como meras declamaciones o manifiestos

(implícitos o explícitos); generalmente se evidencia el posicionamiento del Estado

frente a una situación social, cuando ésta figura en la agenda pública.

Por lo general, el Estado espera que las posiciones de otros actores sociales con

poder (los medios masivos de comunicación, entre otros) estén nítidamente

definidas, dejar que las cosas se resuelvan en la arena privada entre las partes

involucradas, o bien la inacción. Siempre deberá legitimar la gobernabilidad.

Las tomas de posición del Estado cuentan con el respaldo de normas de

cumplimiento supuestamente obligatorio y se fundan en el control de superiores

medios de coacción física y en la posibilidad objetiva de producir importantes

consecuencias, porque la ciudadanía en general le concede el protagonismo,

43

especialmente los sectores pobres o indigentes que cuentan con ese respaldo para su

subsistencia.

Oszlak y O`Donnell (2000) nos aportan una metáfora que sirve a la hora de

visualizar las PP. Ellos las comparan con nudos en una red o compleja trama social

con todos los actores que intervienen, donde confluyen PP y políticas privadas, pero

que son centrales y referenciales para la sociedad en su conjunto y causan gran

impacto.

Al momento de analizar las PP, no podemos pasar por alto el contexto socio-

histórico-cultural y los distintos posicionamientos de los actores sociales con peso

político, que serán los que influyan en las resoluciones.44

Por último, retomamos a las PS como una categoría de análisis e intervención

que debería estar más presente en los trabajadores sociales, en comparación con lo que

se da en lo cotidiano.

En su ponencia sobre Políticas Sociales, Género y Ciudadanía, la licenciada B.

Travi(1997) toma a Grassi, en 1989, cuando sostiene que las PS son el producto

exclusivo de los intereses de una clase dominante, porque tales proyectos tienen que ver

con que los sectores sociales a los que van dirigidos no son bloques pasivos e inermes,

sino que presionan sobre el poder y, por lo menos, cuestionan el statu quo de las

relaciones sociales y su hegemonía a las clases dominantes.45

.

Más allá, que el foco de éste informe está puesto en el Paradigma de Resiliencia;

es inevitable pasar por una base teórica ineludible. Para ello, extractamos ( está claro

que es escaso), un trabajo del Dr. Parra Gustavo46

, donde nos aclara conceptos y

relaciones que dan coherencia interna a la propuesta desplegada. Para ello, toma

elaboraciones teóricas de referentes latinoamericanos ( especialmente brasileros, pues su

tesis doctoral la llevó a cabo junto a ellos). A saber:

Desde la postura del CELATS, resulta innegable el carácter práctico o interventivo de

nuestra profesión, es más, podemos definir nuestra particularidad en cuanto profesión a

44

Oscar Oszlak, Guillermo O' Donnell (2000) Estado y Políticas Estatales en América Latina: hacia una estrategia

de investigación.

45

Licenciada Bibiana Travi: Políticas Sociales, Género y Ciudadanía. Una reflexión desde el Trabajo Social. XIX

Jornadas Nacionales de Trabajo Social. Mar del Plata, octubre 1997. 46

El Objeto y el trabajo Social.Algunas aproximaciones de la problemática del objeto en el Ts. Gustavo Parra.

Publicaciones. Facultad de TS. UNER.

partir de este rasgo inherente al Trabajo Social, o en otros términos, la dimensión

interventiva o práctica del Trabajo Social es constituyente y constitutiva del ethos

profesional, de nuestra esencia en cuanto profesionales. Esta característica nos llevaría a

discutir otro de los núcleos conflictivos del Trabajo Social que han aparecido

históricamente, la relación entre teoría y práctica o la falsa dicotomía entre teoría y

práctica, pero para concentrarnos en el tema que nos ocupa, podemos decir que el objeto

en Trabajo Social no puede limitarse a un objeto de conocimiento, sino que es al mismo

tiempo un objeto de conocimiento y de intervención.

Para Iamamoto, y desde una perspectiva dialéctica, esta imprecisión sobre el Trabajo

Social se presenta como la posibilidad de construcción, como un campo fértil de

desempeño profesional generando nuevas y creativas formas de intervención

profesional, así como podemos agregar también novedosos y desafiantes aspectos de la

realidad social a investigar que nutran nuestra intervención.

Netto , nos llama a no quedarnos en la inmediatez de tomar como objeto del TS a los

problemas sociales. Nos plantea que la intervención frente a la cuestión social se realiza

fragmentándola y parcializándola, y que esto no puede ser de otra manera en el

capitalismo puesto que "tomar la „cuestión social‟ como problemática configuradora de

una totalidad procesual específica es remitirla concretamente a la relación

capital/trabajo –lo que significa poner en jaque el orden burgués"(1992:28).

Lo anteriormente recuperado, nos sirve a modo de introducción para afianzar la

coherencia en la interrelación entre las categorías de análisis. Recordemos que éste

trabajo se basa en una propuesta de intervención en el problema social de discapacidad

reivindicando proyectos sociales de ocio ( recreación, deportes y cultura) como

mediaciones de políticas sociales; en última instancia de políticas públicas. Es por ello,

que debemos recurrir a teóricos que refuercen éstos conceptos ordenadores ( políticas

sociales y políticas públicas. Vale aclarar, que no podremos profundizar éstos puntos,

debido a la extensión y especificidad del tema que nos convoca.

Nuevamente (Netto, 1992:28-29). nos esclarece un hito ineludible:

De tal modo que la política social es fragmentada en políticas sociales, "las secuelas de

la „cuestión social‟ son recortadas como problemáticas particulares (el desempleo, el

hambre, la carencia de vivienda, el accidente de trabajo, la falta de escuelas, la

incapacidad física, etc.) y así enfrentadas. (...) Así, la „cuestión social‟ es atacada en

sus refracciones, en sus secuelas aprehendidas como problemáticas cuya naturaleza

totalizante, si asumida consecuentemente, impediría la intervención. Donde la

„categorización‟ de los problemas sociales y de sus vulnerabilizados no sólo con su

consecuente priorización de las acciones (con su apariencia casi siempre fundada como

opción técnica), pero sobre todo con la atomización de las demandas y la competición

entre las categorías demandantes"

Siguiendo el análisis de Netto, el Trabajo Social es institucionalizado para llevar

adelante estas políticas sociales y los trabajadores sociales contratados por el Estado

como ejecutores terminales de las mismas. Desde aquí limitar la intervención del

profesional a los llamados "problemas sociales" es quitar sustancia, complejidad a la

cuestión social, es limitar la intervención a la lógica necesidad/ayuda o riqueza/pobreza,

perdiendo de vista el carácter de desigualdad asentado en la relación capital/trabajo, o la

relación justicia/injusticia asentada en los derechos sociales.

Siguiendo la coherencia interna del discurso acerca d elas políticas sociales y

compartiendo el posicionamiento ético-político-epistemológico. Margarita, Rozas

Pagaza47

, enriquece el discurso.

Nos acerca a un tema importantísimo, dice: la función de la política social se

asistencializa perdiendo su inspiración inicial, respecto a la protección social. Al mismo

tiempo, que el Estado desplaza sus funciones a diversas organizaciones privadas de la

sociedad y apelando a la solidaridad de los voluntarios. De este modo, se afianza una

tendencia de disolución de la acción colectiva del Estado para pasar a un proceso

refilantropización o neofilatropización con apoyo y financiamiento de las acciones

asistenciales de grupos privados e instituciones motivados por la buena voluntad. De

esta forma, volvemos a las instituciones de caridad y beneficencia que habían sido

superadas por las instituciones modernas que posibilitaron la responsabilidad social de

los riesgos. En este contexto, el debate de las políticas sociales no está divorciado del

debate sobre el desarrollo económico, cultural y social en un mundo globalizado como

el que nos ha tocado vivir. Las decisiones que se tomen respecto a las políticas sociales

no debe estar al margen de las decisiones fundamentales del desarrollo económico, en la

que ineludiblemente está como tema central, la desigualdad fenomenal entre pobres y

ricos. En esta dirección, el desafío está justamente en la necesidad de pensar la política

social incorporada en las decisiones de carácter económico asimismo en la

resignificación de sus fines respecto a considerarlas como la vía de desarrollo de los

derechos sociales y la ciudadanía social.

Por ello la exposición pasa no sólo por analizar la política social como aquel

instrumento orientado a resolver las desigualdades sociales generadas en el ámbito de

la esfera económica, este carácter subalterno de la política social no ha tenido los

efectos esperados en materia social. Por ello el debate actual pasa por renovar nuestra

comprensión sobre la política social como la definición estratégica de todo desarrollo

y en ese sentido como estructurador de ciudadanía y de derechos sociales, esta

definición implica un posicionamiento teórico diferente de la comprensión tradicional

de las políticas sociales. Asimismo implica preguntarse por la direccionalidad que

está tomando la actual cuestión social, así como por los desafíos que ello implica en

materia de la intervención profesional, dado el vínculo histórico entre cuestión social,

política social e intervención profesional.

Llegamos a este último punto para desarrollar la base sobre la que se funda el

presente análisis. Se trata de la necesidad de redescubrir la imperiosa necesidad de

47

Margarita Rozas Pagaza

Intervencion,cuestion social y politicas

sociales.http://www.ts.ucr.ac.cr/suradoc.htm

recurrir a las PS, planes, programas y proyectos que las mediatizan, que están arraigados

en el derecho y se constituyen en un campo fértil de acción.

2-1. Políticas sociales de ocio 48

Para empezar a hablar de ésta categoría de análisis, debemos empezar por dar a conocer

que no es una acepción que sea reconocida de éste modo en Argentina. El mismo es

tomado de España. La razón es que éste país tradicional e históricamente lo ha

instituido, legitimado y desarrollado en el propio seno del Estado.

Es el IMSERSO49

, o como algunos han dado en llamarle INSERSO, donde se gestan,

desarrollan, ejecutan y supervisan planes sociales, programas, investigaciones, y

publicaciones al respecto, abarcando no sólo todo tipo de discapacidad (con tal amplitud

que profundizan en la problemática de la vejez), sino con profundidad teórica e

institucional ( comprende todas las Federaciones y Ong, como una trama institucional,

con raigambre en las propias políticas sociales; mejor dicho en las políticas públicas

como posicionamiento del Estado).

He aquí una breve síntesis de lo dicho sólo a modo de ejemplo. Aprovecho la

oportunidad para decir, que mi gran objetivo es hacer el Doctorado en Trabajo Social en

España, para poder aportar a nuestro país esta veta de las políticas sociales y poder

definitivamente con un sólido marco teórico lo estudiado y experimentado en mis dos

carreras de formación ( Lic. en trabajo social y educación física).

Sólo a modo de ejemplo, damos cuenta aquí en forma comparativa del desarrollo

español en el tema aquí abordado.

El Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), que hasta el 2004 se

denominaba Instituto de Migraciones y Servicios Sociales, creado el 31 de enero de

1997 en reemplazo del INSERSO, es la Entidad Gestora de la Seguridad Social para la

gestión de los Servicios Sociales complementarios de las prestaciones del Sistema de

Seguridad Social en materia de mayores en España. También se encarga de la gestión de

pensiones de invalidez y jubilación en su modalidad no contributiva, la propuesta,

gestión y seguimiento de planes de servicios sociales de ámbito estatal en el campo de

acción de la entidad y de las relaciones con organismos extranjeros e internacionales y

la asistencia técnica a programas de cooperación internacional dirigidos a las personas

mayores.Como consecuencia de la colaboración entre el IMSERSO, del Ministerio de

48 En adelante, PS d O. El Ocio es un derecho esencial que contribuye a dar mejor calidad de vida; el deporte se

convierte en elemento positivo para favorecer la salud física y psíquica de todas las personas. Es un elemento

indispensable para contemplar la “normalización” de las personas con discapacidad. La diversión en un sentido de

escape o de "pasar el tiempo" tiene una función definida, pero no parece suficiente. 49

Trabajo y Asuntos Sociales y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CISC)

surge Portal Mayores * (http://www.imsersomayores.csic.es). Se trata de un portal

científico que establece y desarrolla un sistema de información sobre personas mayores

en Internet, de acceso libre y gratuito, dirigido al ámbito académico y científico, los

profesionales de los servicios sociales, los propios mayores y la sociedad en general.

Fruto de una iniciativa conjunta entre el IMSERSO del Ministerio de Trabajo y Asuntos

Sociales y el Instituto Universitario de Integración en la Comunidad, perteneciente a la

Universidad de Salamanca se creó el Servicio de Información sobre Discapacidad (SID)

que comenzó su andadura en junio de 1999. Es un servicio documental con un sistema

informatizado de acceso vía Internet para obtención de información sobre discapacidad:

normativa, empleo, accesibilidad, actualidad, salud, educación, rehabilitación, recursos

y estadísticas.

Uno de los principales servicios que brinda el IMSERSO son los viajes a personas

mayores de 60 años, pensionistas que puedan valerse por sí mismos a distintas zonas de

España, también así dispone de viajes a Portugal (Algarve y Lisboa). Esto se cumple a

través del programa Mundosenior impulsado por MundoSocial el cual brinda

actualmente un portal en internet para integrar a las personas mayores en las reservas de

viajes on-line.

Comprendemos que la problemática social de discapacidad, tal como es

abordada en el presente trabajo, resulta extensa, compleja y difusa. Es necesario que nos

enfoquemos ahora en una categoría de análisis, las PS, sólo con fines didácticos. Más

aún, la propuesta de este trabajo final para recibirme de Licenciada en TS pretende ser

novedosa: las políticas sociales de ocio –que contemplan planes, programas y proyectos

recreativos, deportivos, culturales, artísticos y terapéuticos– tienden a impulsar la

resiliencia en personas con discapacidad, promoviendo la integración social.

En principio, es necesario aclarar que el término “ocio” –que no es de uso

corriente– abarca actividades que se realizan en el tiempo libre (luego de realizar las que

hacen a la supervivencia y de cumplir con el trabajo); están contempladas en la

bibliografía sobre derechos y en los países europeos está institucionalizado, e inclusive

sistematizado, en las PS para personas con discapacidad.

Al analizar las PS es imprescindible abordar el concepto de derecho social, dos

caras de la misma moneda. Tanto en documentos internacionales como en algunas

ordenanzas municipales, aparecen enunciadas grandilocuentes declamaciones de los

derechos sociales para todos los ciudadanos, especialmente para los más vulnerables.

De la misma forma que es conocido el derecho a satisfacer necesidades básicas (NB)

como la alimentación, el ocio (tiempo libre, recreación, deportes, turismo) siempre está

presente. Por citar un ejemplo, mencionaremos el Artículo 14 bis de la Constitución

Nacional y el Artículo 75 de nuestra Carta Magna que, en su inciso 23) explicita la

responsabilidad que le compete al Estado acerca de viabilizar la accesibilidad de los

derechos de todos los ciudadanos a través de las PP.

"Corresponde al Congreso legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la

igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta

Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular, con

respecto a los niños, mujeres, ancianos y personas con discapacidad."

En cuanto a las definiciones sobre discapacidad, se hace referencia al derecho a

realizar actividades recreativas y deportivas en el Artículo 11. En ese sentido, los

Estados deben adoptar medidas encaminadas a asegurar que las personas con

discapacidad tengan igualdad de oportunidades para realizar actividades recreativas y

deportivas. Los Estados deben garantizar la accesibilidad a las personas con

discapacidad a todos los lugares donde se realizan actividades deportivas y recreativas.

Esas medidas abarcarán el apoyo al personal encargado de los programas de recreo y

deportes, incluso proyectos encaminados a desarrollar métodos para asegurar el acceso

y programas de participación, información y capacitación.

Tanto los servicios turísticos como las organizaciones que brinden actividades

recreativas, deben hacerlas accesibles a personas con necesidades especiales. Debe

alentarse a las organizaciones a que fomenten las oportunidades de participación de las

personas con discapacidad en actividades deportivas, realizando las adaptaciones

necesarias.

Los estados deberán apoyar la participación de las personas con discapacidad en

competencias nacionales e internacionales. Las personas que participen en actividades

deportivas deben tener acceso a una instrucción y un entrenamiento de la misma calidad

que los demás participantes. Los organizadores de actividades recreativas y deportivas

deben consultar a las organizaciones de personas con discapacidad cuando establezcan

servicios para dichas personas.

2-2. Importancia y evolución histórica del ocio 50

En el contexto actual de la posmodernidad, el significado del ocio ha variado

considerablemente. Hoy es considerado un derecho y se ha democratizado gracias a su

extendida accesibilidad. Es un tiempo sumamente constructivo, dado que sirve para

hacer lo que nos gusta, lo que nos hace disfrutar y que deseamos compartir.

50

Debido a la extensión del tema, lo ampliaremos en ANEXO.

Esa situación tan naturalizada pierde su esencia cuando hablamos de personas

con discapacidad. Esto es así debido a que, como en su mayoría no tienen empleos

formales, por añadidura se supone que no necesitan un tiempo de ocio. Es más, todas las

opciones de tiempo libre están ligadas arbitrariamente a actividades terapéuticas o para

rehabilitación “integral”.

Si se considera la vivencia del ocio como una experiencia humana que favorece

el desarrollo personal y aumenta la calidad de vida, se han de diseñar los medios

necesarios para que las personas puedan gozar del ocio, tanto personal como

comunitario, a través de la realización de determinadas actividades a las que –por lo

menos hasta el momento– en muchas ocasiones se ha negado el acceso, porque han

estado basadas en la decisión de llevar a la práctica criterios eficaces de una

determinada recuperación basada en el déficit.

En consecuencia, nos referimos al ocio como a un conjunto de ocupaciones en

las que una persona emplea su tiempo sin estar obligado a hacerlas. Etimológicamente,

el término “ocio” proviene del latín otium, que significa “reposo”. Según el Diccionario

de la Real Academia Española (1992), ocio es el tiempo libre, fuera de las obligaciones

y ocupaciones habituales.

Por lo tanto, el término se relaciona con el tiempo libre, es decir, el tiempo no

sujeto a obligaciones. Como dijimos anteriormente, estos conceptos se inscriben en el

marco de la revolución industrial, como consecuencia de la masificación del trabajo

formal y la conquista de los derechos laborales.

Es en la sociedad industrial donde se produce la separación entre trabajo y ocio,

elevando a este último a categoría social. En la actualidad la sociedad pos-industrial la

ha convertido, progresivamente, en un principio angular de la cultura occidental y

contemporánea. La sociedad industrial está centrada en el trabajo y en la sociedad pos-

industrial el ocio cobra mayor importancia.

La extensión del ocio a todas las capas sociales y a todo orden, sea de edad,

sexo, condición o clase social, se convierte en una reivindicación generalizada para

cualquier persona que reclama su espacio y tiempo dedicado a otras actividades que, en

principio, le supongan algún tipo de satisfacción. Esta idea se identifica con conocidos

slogans políticos tales como: "Deporte para todos", "Educación física escolar",

"Democratización de la cultura", "Equipamientos públicos colectivos", entre otros.

Es necesario comenzar por contextualizar en el marco del modelo de producción

y acumulación capitalista el creciente protagonismo del ocio y, a partir de allí, la

novedosa propuesta de reivindicar las PS de Ocio como estrategia óptima de integración

social para las personas con discapacidad y como campo de intervención de los

trabajadores sociales.

Todavía hoy, en el siglo XXI, cuando nos sentimos satisfechos de los

descubrimientos de la ciencia, la técnica y la medicina, hablar de ocio sigue siendo

complejo y polivalente. Considerado hasta hace poco como un aspecto residual de la

vida, parte irrelevante, o un lujo para ricos, hoy comienza a ser un elemento central,

necesario patrimonio de todo ser humano. Mientras los rectores de la Revolución

Industrial hablaban del ocio como justificación y premio al trabajo, las sociedades

tecnológicas lo califican hoy como derecho de todos a la ocupación libre y gustosa.

Desde un punto de vista individual, el ocio tiene que ver con la incidencia de

situaciones y experiencias placenteras y satisfactorias. Ocio es sinónimo de ocupación

gustosa, querida, libremente elegida. La vivencia del ocio no depende de la actividad en

sí misma, sino que está relacionada con el sentido que la persona experimenta, con lo

esperado, deseado y querido. De allí su conexión con el mundo de la emotividad y,

consecuentemente, con la felicidad. Se trata de una experiencia no motivada en forma

externa por la utilidad, sino auto-motivada por la necesidad de placer y/o satisfacción,

más allá de los resultados.

En la actualidad, es una referencia importante de bienestar y estilo de vida, de

desarrollo y calidad de vida, un derecho básico, independiente de la vida comunitaria.

Aparece como un fenómeno democrático, legitimado y asumido personal y

colectivamente, entendido así como auto-expresión, realización social y práctica

creativa; es, por lo tanto, un paso más en la afirmación de la libertad y la dignidad.

El fenómeno del ocio ha experimentado un crecimiento y una incidencia social

sin precedentes en la historia. Existe mayor conciencia en el sentido de que bajo esta

denominación se resguarda un tercio de la vida humana. Junto al sueño y al trabajo, el

ocio debería ocupar el resto temporal de nuestras vidas. Esto se manifiesta con mayor

relevancia en las personas con discapacidad que, en su mayoría, no acceden al trabajo;

en consecuencia, ese tiempo libre de obligaciones carece de sentido.

Aun hoy hablar de ocio sigue siendo complejo y polivalente. Lo tomamos como

la práctica de actividades no obligadas –porque en realidad son deseadas o queridas–

que incide en las prácticas cotidianas.

2-3. Discapacidad y ocio.

En el caso de las personas con discapacidad, las experiencias de O pueden

resultar específicamente beneficiosas, por diversas razones. En este ámbito no existen

exigencias de excelencia o estándares que haya que cumplir para alcanzar una supuesta

normalidad. La medida del O está en uno mismo, en el sentido y significado, y en la

capacidad de disfrute personal. Puede, inclusive, compensar las reiteradas experiencias

negativas de discriminación y frustración. Precisamente, para aquellos que –por su

grado de afectación– no pueden cumplir roles socialmente valorados, ésta es una vía.

En el imaginario colectivo, la calidad de vida se asocia con una vida con

abundancia. Los ejemplos cotidianos dan muestra de lo contrario. Para citar algunos

ejemplos, mencionaremos los suicidios, la corrupción, la drogadicción, las numerosas

muertes por estrés (paros cardíacos), la inseguridad y los secuestros de gente con

"abundancia" económica.

Intentaremos demostrar la influencia del O en la calidad de vida.

Partamos del concepto de que calidad de vida es el grado en el que una sociedad

posibilita la satisfacción de las necesidades (materiales y no- materiales) de los

miembros que la componen. Esto depende de condiciones objetivas (acceso) y

condiciones subjetivas, es decir, percepción individual de la satisfacción de dichas

necesidades individuales reales y socialmente creadas.

Por lo tanto, una sociedad con vida de calidad sería aquella donde las

necesidades de alimentación, vivienda, abrigo, salud, seguridad, educación y movilidad

están garantizadas (se trata de derechos sociales, no sólo legislados, sino también

legitimados).Pero también es necesaria una justicia de no discriminación, donde las

relaciones se basen en la igualdad y el respeto, y no en el dominio de unos sobre otros.

Vida cotidiana, estructura social y ecológica no pueden sino caminar al unísono si se

desea atender a la calidad de vida.

En síntesis, son necesarias dos condiciones para materializar la calidad de vida

de todos los ciudadanos: la primera es la real y justa accesibilidad al ejercicio de los

derechos sociales; y la segunda, la percepción de necesidades satisfechas.

El ocio es una necesidad fundamental, legitimada como un derecho social.

Constituye un elemento fundamental, tanto para contribuir al ajuste entre condiciones

objetivas y percepciones subjetivas, como en la corrección de discrepancias que pueden

detectarse en la calidad de vida.

El O es una necesidad humana que contribuye a la calidad de vida; además,

cumple funciones y contiene dimensiones susceptibles de ser aplicadas para mejorar la

calidad de vida en otras áreas en que las necesidades no están satisfechas, como la salud

o el trabajo.

El O es, en sí mismo, una necesidad humana, y como tal su satisfacción

constituye un requisito para la calidad de vida.

2-4. Deporte como recurso del ocio.

El deporte puede ser contemplado desde un aspecto lúdico o participativo, que

busca la mejora de la salud y la calidad de vida mediante la práctica de la actividad

física o desde la óptica de la competición, que implica una superación de retos

personales en competencia con las metas de otros deportistas.

La práctica deportiva y la actividad física constituyen un buen motivo para

ampliar el círculo de amistades, frecuentar centros y compartir experiencias con otras

personas de vivencias similares. Mediante el juego y el deporte se generan situaciones

agradables en las que no falta el afán de superación de sobreponerse a las dificultades.

Si hacemos un poco de historia, podemos recordar que el padre de todo este

movimiento fue Sir Lugwing Guttmann, allá por los años 1940, cuando adoptó el

deporte como terapia de rehabilitación, sobre todo para los ex-combatientes de la

Segunda Guerra Mundial. Una vez concluido ese conflicto bélico, fueron muchos los

que concurrieron al Hospital de Stoke Mandelville (Inglaterra) para seguir con ese

método, que logró salvar la vida de numerosos jóvenes.51

51 En 1944, el Dr. Guttmann crea en Stoke Mandeville (Inglaterra) el primer centro del mundo para la rehabilitación

de personas con lesión medular, incorporando plenamente la actividad deportiva al tratamiento rehabilitador. sitio e-deporte . Se amplía en Ocio y Deporte.

La actividad física y deportiva es una tarea ideal para el tiempo de O:

proporciona una mejora significativa del desarrollo físico y mental, y es capaz de lograr

un equilibrio psicológico en quienes lo practican.

La sociedad civil debe fomentar que los minusválidos puedan hacer deportes,

destruyendo las barreras arquitectónicas y, fundamentalmente, las psicológicas, que

tanto han marginado e impedido el deporte para todos. Este lema apunta a la superación

y recuperación física y psíquica, a modo de escuela de convivencia y de amistad. Es

también una eficaz herramienta de integración, de normalización, de cohesión social y

de felicidad humana, máxima aspiración vital.

El deporte se puede practicar como simple recreo, ejercicio o actividad

competitiva, o bien como profesión o plataforma para hacer de los deportistas atletas de

elite. Para este colectivo, el deporte es esencial para su desarrollo físico, mental,

emocional y social.

El deporte es una escuela de convivencia que obliga a aceptar normas y reglas

de comportamiento, así como también limitaciones y potencialidades propias y ajenas;

además, potencia la relación y el respeto entre compañeros y contrincantes. Con la

práctica deportiva, el minusválido psíquico, al igual de los discapacitados físicos y

sensoriales, desarrolla y mantiene funciones disminuidas, así como el afianzamiento de

la personalidad. Para todos es una atractiva vía de integración social.

Para que las personas con minusvalía se inicien cuanto antes en la práctica

deportiva y consigan una pronta recuperación física y anímica, instamos a personas

responsables, políticos y técnicos, para que la rehabilitación comience en el hospital.*

No hablamos de una sociedad utópica, como si la utopía fuera necesaria, sino de

una sociedad justa, equilibrada, solidaria y humana, en la que todos los ciudadanos

tengamos las mismas oportunidades.

La actividad física permite a las personas sobreponerse a sus problemas

derivados de accidentes o relativos a enfermedades. De ese modo, se logra una mejora

en la salud y en la calidad de vida.

2-5. Beneficios del Ocio

"El ocio no es sólo un componente de la calidad de vida, sino la esencia de ella"(John Neulinger

Este punto requiere de comparación con las PS de prevención, que tiene como

protagonista a la actividad física. Utilizaré los registros de los viajes a Cuba.

El análisis de los beneficios es especialmente importante en aquellas condiciones

en que el pleno acceso no está asegurado, ya que la legislación por sí sola no garantiza

el cumplimiento de la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos,

especialmente para quienes experimentan situaciones desventajosas o desfavorecidas.

Cuando se comenzó a estudiar el O para este tipo de colectivos, se lo planteó

como un ocio terapéutico para ayudar a subsanar determinados déficits o problemas.

Esto perjudicó la concepción, al ser tomado como un medio y no como un fin. Hoy en

día se apunta a un O normalizado, defendiendo la idea de que otorga los mismos

beneficios para todos y algunos específicos para determinados grupos de personas.

Al hablar de de los beneficios del O podemos identificar aspectos de diversa

naturaleza: económicos, sociales, psicológicos, físicos, e incluso espirituales.

La práctica de actividades gratificantes de ocio tiene una repercusión positiva y

necesaria. Cualquier actividad de ocio proporciona satisfacción, permitiendo

contrarrestar los problemas derivados de la vida rutinaria.

El ocio de cada uno de nosotros forma parte de nuestro estilo personal; desde el

punto de vista comunitario, se transforma en experiencia vital compartida. Su práctica

sistemática desarrolla lazos afectivos de unión entre quienes lo comparten, que se

reflejan en la cohesión de la comunidad y en su desarrollo.

Un ocio comunitario –entendido como dimensión lúdica, creativa, ambiental-

ecológica, festiva y solidaria– representa un potencial de desarrollo de gran

trascendencia para la comunidad.

Hace tiempo que psicólogos americanos vienen destacando los beneficios del O.

Afirman que la práctica de actividades gratificantes de O tiene una repercusión positiva

y necesaria para todos, proporciona satisfacción y permite contrarrestar problemas

ocasionados por la rutina diaria. Dichas actividades nos ayudan a afirmar nuestra vida y

a contrarrestar la parte negativa de la existencia, restablecen la armonía perdida y nos

devuelven el equilibrio.

Por otra parte, el O nos permite entrar en contacto con otras personas y otros

problemas, viviendo situaciones queridas que faciliten la realización y el desarrollo de

nuestra personalidad.

La vivencia del Ocio va más allá del derecho al descanso y a la diversión;

justamente, se abre la posibilidad a un ámbito de libre expresión, autorrealización y

auto-desarrollo. De allí que, cuando las personas discapacitadas reivindican igualdad de

derechos y no discriminación, incluyan el derecho al ocio como tal, requiriendo no sólo

de la aprobación de normas o leyes, sino también de la colaboración de todos para la

progresiva desaparición de barreras físicas y de actitudes por parte de la sociedad.

Su propia naturaleza y características –salud física y mental, calidad de vida–

hacen del O una realidad personal y social valorada como positiva. A nivel profesional,

es necesario que se realicen investigaciones que las demuestren objetivamente, para

justificar el desarrollo y mantenimiento de acciones sociales en torno al O.

Numerosas investigaciones han demostrado las consecuencias positivas del O a

nivel personal y social. En cuanto al aspecto social, fomenta la cohesión social, facilita

las relaciones interpersonales, ayuda a desarrollar y mejorar las habilidades sociales,

evita el aislamiento, permite establecer nuevas relaciones e incluso tiene la capacidad de

prevenir problemas sociales.

3-Políticas socio-culturales como una opción de ocio

En principio, este apartado tiene como fin fundamentar la necesidad de gestionar

propuestas culturales como expresiones de políticas sociales. Se trata de una alternativa

óptima de ocio para promover la integración social.

Sin desconocer la importancia del trabajo como institución básica de la

socialización, el problema de la integración social radica en la generación o el

fortalecimiento de espacios de genuina participación que integren a las personas más

allá de su condición laboral.

Para ello debemos recordar las apreciaciones tomadas en el capítulo I sobre

discapacidad, acerca de las disquisiciones entre integración e inclusión. Aquí hablamos

de integración, porque partimos de la interacción entre todos los individuos en forma

activa, en una interdependencia horizontal y democrática.

Para nuestro análisis preferimos el concepto de integración social al de inclusión

social, tomando los conceptos de Robert Castel y del trabajo realizado por el Senado de

la provincia de Buenos Aires en el año 2002.

La inclusión social se aplica al análisis y resolución de las urgencias

coyunturales, pero no se alude aquí al logro de un grado de bienestar generalizado,

como en el caso de la integración social. El proceso de inclusión se lleva adelante a

través de intervenciones puntuales que corresponden a determinadas políticas públicas.

Éstas se fundamentan en una suerte de “discriminación positiva”, se focalizan en

sectores específicos y son de carácter provisional.

Básicamente, la cultura es el conjunto de conocimientos, experiencias, valores,

principios, creencias y costumbres, propias y asimiladas, que las comunidades o grupos

han forjado a través del tiempo. Cabe aclarar que la cultura no es más que un reflejo de

la estructura social; por ende, la intervención sobre la cultura de muy poco servirá si no

se actúa en la estructura social.

Como parte integrante del sistema social, las actividades que sustentan al ocio

plantean problemas de estratificación social, ya que dichas actividades, al ser un reflejo

de la estructura social como un todo, dejarán al descubierto desigualdades e

inconsistencias que hay que explicar en términos de oportunidades sociales.

Se identifica como cultura del ocio al conjunto de patrones culturales

desarrollados en las sociedades industriales como respuesta a la gradual disminución,

a lo largo del siglo XX, de la jornada laboral de las clases trabajadoras.

La explotación comercial es la base para la formación de una cultura de masas.

A su vez, desde el punto de vista cultural, son un pilar básico en el fenómeno de la

globalización.

Según Caride (1998), el ocio ha sido conceptualizado desde tres enfoques

diferenciados:

a) Dimensión básica de la vida cotidiana de la persona, en función de los

hábitos y comportamientos socioculturales de su comunidad.

b) Derecho que ha de ser garantizado por las políticas de servicios

sociales, con el objetivo de reducir la inactividad y las conductas

antisociales que puedan aparecer en el tiempo libre de las personas.

c) Factor de desarrollo integral de la persona humana, valorado como

ámbito de expansión cultural idóneo para promover experiencias con

fines formativos o terapéuticos.

La dimensión creativa del ocio se encuentra relacionada con la educación

artística en los aspectos referidos a la música, la pintura, la danza, etcétera.

Posee un carácter formativo, cultural y de desarrollo personal, mediante el

aprendizaje y la formación. Tiene una finalidad en sí misma, y ha de ser elegida

libremente.

Este tipo de ocio se diferencia de los demás por su naturaleza reflexiva.

La experiencia, elegida libremente, y que surge a través del contacto con las

diferentes técnicas artísticas, produce un sentimiento gratificante de

autorrealización, debido al desarrollo personal que se genera mediante el

aprendizaje. El disfrute del ocio creativo depende de la preparación que se

precise para poder acceder a él.

La práctica de un ocio creativo requiere de cierta formación previa en la

creatividad y un aprendizaje, para poder apreciarlo y disfrutarlo. Partiendo de esta

premisa, cobra especial relevancia la educación artística, presente en todos los

currículos de la enseñanza obligatoria, que potencia la aproximación a experiencias de

carácter cultural incidiendo en la reflexión y el conocimiento.

El desarrollo de las experiencias, tanto culturales como artísticas, desde la

perspectiva del ocio, genera el incremento de su dimensión creativa desde dos

direcciones. La primera, como expresión creativa; y la segunda, como penetración

receptiva. Son necesarias cierta iniciación y preparación cultural básica.

Este trabajo también busca destacar el aporte que las políticas y las

intervenciones del sector cultural, en cooperación con otros sectores de la comunidad,

pueden llevar adelante para revertir el actual proceso de exclusión y desintegración

social. Resulta necesario conocer e investigar las causas profundas, los límites y los

problemas existentes para diseñar políticas sociales y culturales que se traduzcan en

prácticas transformadoras.

Ciertamente, la cultura puede suministrar herramientas para intervenir hacia

dentro de los procesos sociales, acompañando a los grupos en sus cambios y marcando

así una diferencia sustancial en la vida de las personas.

En su prólogo, el profesor de teatro (Director de compañía de Teatro Integrado)

Gustavo Manzi52

–quien coordina el Área de Integración por el Arte en el Instituto

Cultural de la Provincia de Buenos Aires– dice lo siguiente:

“Creemos que la cultura no sólo promueve el desarrollo económico, sino que

favorece la integración social. O sea, promoviendo un proceso comunitario, genera un

reordenamiento de los sistemas de relaciones de una sociedad, a través del

afianzamiento de creencias, valores, formas de hacer y ser, que cohesionen y

profundicen el sentimiento de pertenencia; en suma, reivindicando el capital humano y

social, en sus expresiones como la participación social y la cooperación.

“Si entendemos la cultura como la manifestación más auténtica y vital de un

pueblo, es irrefutable que la misma favorezca los procesos de recuperación social.

“Desde hace muchos años la tarea del Área de Integración por el Arte se centra

en facilitar a las personas el descubrimiento de sus capacidades creativas y la

posibilidad de dar respuesta a nuevos problemas; de eso se trata la Integración en

nuestro caso. Es decir, valorizar en el individuo el despertar a nuevas posibilidades

para encontrar valores propios desde los que se pueda manifestar y vencer el

aislamiento.

“Así como las disciplinas artísticas permiten desarrollar prácticas que dan a las personas en

situación de exclusión nuevas herramientas para destacar lo que se posee y construir, a partir de allí, el

ámbito cultural, si asumen su potencial integrador pueden influir en la sociedad en las formas orgánicas

y profundas.

“Este trabajo es una contribución concreta para que la integración de los sectores excluidos a

través de la cultura se vayan universalizando. A la vez que representa una clara señal del interés del

Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires de trabajar en esa dirección.”

Capdepón, N (2006) explicita una política social específica del tema que

venimos abordando, que remarca los puntos en común en el análisis que llevamos a

cabo: “Esto también se visualiza en el ámbito de la Cultura con la promoción de actividades creativas

que apuntan al desarrollo y puesta en valor del ocio y la recreación, potencian las destrezas personales,

el pensamiento abstracto, la capacidad de expresión, etcétera. Un ejemplo a nivel masivo es el Programa

Torneos Bonaerenses que, a través de actividades artísticas, deportes y juegos reglados, socializa

implícitamente en el conocimiento y aceptación de las normas, en el trabajo en equipo, la camaradería,

competencias transversales necesarias para el intercambio social.”

No podemos dejar de invocar al premio Nóbel de la Paz, Nelson Mandela, quien

instituyó al deporte como símbolo de consenso a lo largo de su vida–, llamamos a

52

Prólogo del libro la Cultura, Motor de Desarrollo y la Integración Social (Capdepón,N,Nocetti,

G,Iturralde,I). Instituto Cultural de la Pcia. de Bs. As.2006.

“utilizar al deporte para la construcción nacional y para promover las ideas que

conducirán a la paz y la estabilidad”.

Alejandro Rodríguez, el actual secretario de deportes de la Pcia de Bs As, así

presenta la mayor política social deportiva-culturales que incluye competencias para

adolescentes y adultos especiales: “Sólo a través de procesos colectivos se alcanzan objetivos

importantes y sustentables. Los convoco a que todos juntos construyamos LOS JUEGOS BA 2010 para

cumplir con nuestra promesa de garantizar el derecho a practicar un deporte gratuito y de excelencia, y

así promover de manera equitativa e integradora a la Cultura, la Educación y la Salud.”

Los Juegos BA 201053

son, sin duda, un aporte fundamental en la construcción

de una sociedad más justa, solidaria y equitativa. Un lugar para construir ciudadanía y

sentir el sano orgullo la identidad bonaerense

Los juegos son un espacio organizado, formativo y educativo, de participación e

inclusión para los jóvenes y adultos mayores bonaerenses, a través de la práctica de

actividades deportivas, lúdicas y culturales. Los mismos se sustentan sobre una serie de

valores e intentan estimular, más que la competencia, la auto-superación y reivindicar

valores tales como amistad, inclusión, identidad, solidaridad, participación, auto-

superación, el juego limpio, la lealtad y el respeto por todos.

Esta política de ocio contribuye a la gestión de industrias deportivas, con la

generación de más competencias y torneos que contribuirán a la promoción del turismo

y la cultura, con la consecuente creación de puestos de trabajo.

Si bien las personas especiales cuentan con disciplinas “especiales”, tales como

artesanías, manualidades, artes plásticas y danzas folklóricas, el único espacio de

integración es el Teatro Integrado. Es como un holograma de la sociedad: los espacios

de integración son casi nulos y forzados, pues las personas con discapacidad sólo

cuentan con espacios de participación por “discriminación positiva”.

Debido a mi formación de base como docente, trabajo para promover la

socialización, apostando a salvaguardar los grandes fines de la Educación Especial,

que son la integración y normatización los que hacen referencia a un proceso de

socialización; este proceso sólo podrá materializarse si promovemos las potencialidades

y no hacemos hincapié en las limitaciones. Es necesario ahondar en las capacidades

artísticas y expresivas, y no estigmatizar a las personas por su limitación intelectual,

53

Pág oficial de Juegos TB 2010. wwww.juegos.gba.gov.ar

todo ello en un contexto reivindicador acorde con la actividad que se realizada (en este

caso, el Teatro) y de carácter reivindicador.

Luego de brindar servicios profesionales como profesora de Educación Física

especializada en Discapacidad en la Municipalidad de Escobar, durante ocho años en

disciplinas tales como deportes (habiendo participado de Torneos Juveniles

Bonaerenses, compitiendo en Atletismo Especial), recreación, vida en la naturaleza,

natación terapéutica, equinoterapia, e innovar en propuestas artísticas, en el año 2008

presenté en la Dirección de Cultura un proyecto social de índole cultural para propiciar

la integración de personas con discapacidad.

Esta propuesta surgió como desafío para experimentar lo que hoy estoy

compartiendo a través del presente escrito. Quería constatar en el campo toda la teoría

desde la educación física, la educación especial, la inteligencia social y emocional, y

todo el acervo de la carrera de Trabajo Social, aun sin ejercer. Lo llevé a cabo como

proyecto piloto, en forma independiente, en el año 2007. Fue así como veintitrés

adolescentes, con y sin discapacidades, llevaron a cabo la Primera Comedia Musical

Integrada “Atrévete a Soñar”, con musicalización de Disney, cuya trama se apoya sobre

valores que promueven la integración, obra dirigida y producida integralmente por

quien suscribe, y se estrenó en el Teatro Municipal.

En el año 2008, presenté en la Dirección de Cultura un proyecto denominado

Escuela de Comedia Musical Integrada, para sistematizar el trabajo y mejorar la calidad

del servicio su resultado fue el aprendizaje de un grupo de personas, con o sin

discapacidad, formados en tango, danza, canto y teatro, que llevaron adelante dos

musicales de tango: “Tango Joven 08 y 09“ y “La noche que me quieras”, con dirección

y producción a mi cargo y guión de mi autoría.

4-Desafío contemporáneo del Trabajo Social.

Comenzamos a abordar el TS partiendo del mismo como un concepto ordenador,

a modo de categoría de análisis.54

54 De acuerdo con Escalada, “(…)no se entiende el concepto en su acepción más corriente, esto es, en términos que

designan objetos, hechos, fenómenos, sino (...) el significado más profundo de la concepción materialista dialéctica:

el concepto como la síntesis más acabada de las determinaciones esenciales del fenómeno.” (Escalada, 1986, 86).

Desde mi perspectiva se entiende que el trabajo social es una disciplina de las

ciencias sociales, cuya especificidad está constituida por la intervención de

profesionales, es decir, el conjunto de acciones orientadas desde un marco teórico,

epistemológico y metodológico, que toma contenido a partir de la realidad particular

sobre la cual interviene.

La intervención profesional así entendida presentaría dos polos en su

materialización: el polo del disciplinamiento, en tanto la conformación de determinadas

prácticas sociales entre los grupos destinatarios de las intervenciones de los

profesionales del trabajo social; y el polo de la emancipación, en cuanto a la

construcción y el afianzamiento de espacios alternativos de autonomía. El énfasis en

uno o en otro polo, que se presentan como momentos simultáneos, interdependientes e

interrelacionados, imprimirá características particulares al concepto de resiliencia,

sostenido desde el trabajo social tanto por parte de sus profesionales como de los

alumnos que estudian la carrera.

Retomo esta última categoría y adelanto que, en lo que respecta al estudio de

resiliencia, también requiere de una toma de posición, pero esto no es a priori. Es

erróneo descartar este enfoque por considerarlo funcional o reproductor del sistema

capitalista, sin antes conocer los conceptos mínimos (detallados en el Capitulo II).

A continuación analizaremos en profundidad un texto de la TS A. Oliva, en el

que evidencia que todas las prácticas profesionales y, en especial, las históricamente

asignadas (educación, gestión, asistencia), están mediatizadas por el posicionamiento

ideológico del profesional y/o intelectual orgánico que haga uso de ellas; esto es, el

proyecto ético político por el que se haya optado. Esto se evidenciará en praxis

reivindicativas o reproductoras del sistema capitalista, más allá de los discursos

academicistas “marxistas ortodoxos” que nos pueden llevar a la sensación de

impotencia o parálisis (fatalismo/ Iamammoto) ante un modelo de producción o

acumulación que, en los tiempos que corren, ostenta una hegemonía sin parangón.

Los análisis marxistas nos recuerdan que nuestra profesión surge de las mismas

entrañas del conflicto de clases y del atravesamiento de la misma cuestión social, no

como mero telón de fondo. Vale la pena trascender, y no obviar, el análisis dentro de las

paredes de los ámbitos académicos, para ver la realidad con el compromiso de una

práctica transformadora. No se trata de una mirada mesiánica, pretendiendo cambiar el

sistema capitalista con su voracidad fagocitadora de más de doscientos años de vida; por

el contrario, no olvidando nuestra condición de asalariados, pero sí como sujetos

históricos, hay que ver con ojos críticos una realidad que no está solidificada y que es

factible de ser modificada. De allí la importancia de considerar el paradigma de

resiliencia, a partir de los factores de riesgos u obstaculizadores del contexto o

coyuntura. Desde ese punto, habrá que plantear una estrategia de intervención que parta

de los recursos humanos, individuales, institucionales, profesionales, legales y

coyunturales disponibles, partiendo de la responsabilidad compartida (sin culpabilizar)

y del compromiso de todos para un cambio que tienda al bien común, sin obviar las

múltiples determinaciones que aporta al análisis el marxismo.

Si seguimos la lógica de la autora, es posible hacer real la coherencia entre el

discurso y la viabilidad de propuestas transferibles a la cotidianidad del campo,

diferenciándonos así claramente del idealismo dialéctico hegeliano, basado en la

creencia de algunos interpretadores de que sólo pensando y sólo con el análisis crítico

del capitalismo y su proceso de cooptación podemos transformar alguna situación social

que requiera de nuestra intervención profesional específica, para acerarnos al proyecto

societal buscado.

Por otra parte Marilda Iamammotto hace hincapié en la necesidad de

reconstrucción del proyecto profesional, como producto de una formación profesional

adaptada a cambios del mercado de trabajo, que implica nuevos proyectos éticos y

políticos.Con respecto al contenido ideológico de nuestras praxis, la autora nos convoca

a no olvidar nuestra condición de asalariados, ya que el TS con su específica

intervención produce y reproduce las relaciones de la vida social. El profesional trabaja

y participa en la construcción de la materialidad y subjetividad de las clases sociales

(reproduce elementos subjetivos y materiales). En dicho proceso, las relaciones sociales

se vuelven relaciones de poder. No debemos pasar por alto la trama de poder que nos

atraviesa, y de la cual somos partícipes necesarios. A su vez, podemos potenciarla en un

sólo sentido, o bien ser filtro de la dirección de dominación e intentar refractar.

Para lograr una plena inserción en el mercado laboral hay que entender y

reflexionar (M. Iamammoto) en el sentido de que el TS es un tipo de trabajo inserto en

la división socio-técnica del trabajo, condicionada por las relaciones laborales con el

Estado y la sociedad civil en su conjunto, incluyendo los sectores hegemónicos. Podría

decirse que, como trabajador, es el fiel reflejo de la contradicción inherente al sistema

de producción capitalista (capital versus trabajo.

El TS no puede abstraerse de esa tensión y contradicción. Debe descifrar las

nuevas mediaciones, de modo que compensen la tensión de esos intereses

contrapuestos. No se trata solamente de un proletario: es un asalariado, pero responde al

capital, ya que su naturaleza es constitutiva e inherente al surgimiento de la cuestión

social. Cuando el Estado toma acciones u omisiones frente a las tensiones sociales,

responde a intereses hegemónicos. La CS atraviesa al trabajador.

Si bien está presentada la propuesta de adecuarse a los nuevos desafíos que

propone el mercado laboral, producto de la mutación de la forma de acumulación dentro

del propio sistema capitalista, se desconsidera la continuidad de las protoformas

(caridad y filantropía), expresándose en una continuidad de manifestaciones ineludibles

(neoasistencialismos y filantropía empresarial) de la que todos somos actores o

espectadores, en medio de toda la metamorfosis.

El TS no sólo trabaja con la CS, sino que ésta atraviesa su cotidianidad y sus

relaciones laborales históricamente determinadas, de la misma forma que atraviesa la

vida de la población con la que trabaja.

La referente de TS brasilera, enuncia una afirmación que no sólo no pierde

vigencia, sino que nos sirve de guía en nuestras praxis profesionales: Se debe tener la

capacidad teórica y metodológica de descifrar estas nuevas manifestaciones y develar

tendencias, descubriendo alternativas viables a largo plazo, teniendo en cuenta tanto las

posibilidades como las limitaciones que están en tensión, para preguntarnos qué

posibilidades existen de generar nuevos espacios laborales o aprovechar los que aun no

están.

Este trabajo está incentivado por esa última afirmación promisoria, que me

impulsa a profundizar en este sentido.

Por último, agrego una instancia respecto del campo de intervención. Siguiendo

la línea discursiva en relación con la CS como factor crucial, debemos contemplar que

las PS también se fueron modificando y metamorfoseando como el mismísimo modelo

de acumulación, las nuevas expresiones de la CS y el rol del Estado, con su intervención

a través de políticas públicas.

El desafío que proponemos es tomar un rol protagónico en el diseño, gestión,

ejecución y supervisión de las PS y sus respectivas operaciones, tales como planes,

programas y proyectos.

La resiliencia es encontrar sentido de vida en cada circunstancia, a pesar de las

adversidades .

CONCLUSIONES

Si bien este trabajo está dirigido fundamentalmente a los miembros del tribunal

de defensa, también aspira a ser leído y consultado tanto por estudiosos como por

personas no avezadas, sea que se trate de profesionales afines al proceso de

rehabilitación integral o bien de personas con discapacidades, o sus familiares, cuyos

deseos superen la mera resolución de lo individual y abogen, de una forma u otra, por la

participación e integración plena de las personas con discapacidad. Se trata de un

estudio con vistas a la acción y está orientado a prestar una contribución, con el objeto

de formular alternativas para operar sobre la realidad, lo cual no resulta nada fácil.

En principio, y en relación con algunas de las preguntas que fueron el germen

del proceso de investigación, creemos haber demostrado la validez de la proposición, a

saber: los proyectos socio-culturales que ejecutan las políticas sociales facilitan la

integración de las personas o los grupos con discapacidad y promueven la resiliencia

social.

Los procesos reflexivos y de investigación surgidos a partir del examen del

problema de la discapacidad, desde la perspectiva de la resiliencia, han servido de

cimientos para los principales aportes que presenta este.informe.

A continuación he de fundamentar algunos puntos centrales que sintetizan

posturas expuestas a lo largo del trabajo:

El paradigma de resiliencia se postula como muy apropiado para el abordaje del

la problema de discapacidad, desde los equipos inter-multi-trans disciplinarios;

por ende, también por el colectivo profesional de TS.

Como profesionales es necesario tener la suficiente “apertura mental, académica

y profesional” para hacer uso de distintos marcos teórico-metodológicos para la

intervención, siempre y cuando los mismos sean recursos adecuados para

satisfacer las demandas del usuario y transformar positivamente la realidad. Eso

no implica la carencia de un proyecto ético y político propio, sino la capacidad

de des-centralización para poder entender la realidad del sujeto demandante de

la intervención profesional y, desde un enfoque constructivista, poner todo

nuestro acervo al servicio de la causa, desactivando los “encorsetamientos

academicistas”.

Está claro que no hay recetas de un TS para discapacidad, a partir del análisis y

del diagnóstico del campo problemático desde la teoría, que implique

comprender la realidad con sus múltiples determinaciones; pero no podemos

quedarnos allí. Creemos que ese análisis, visto desde el paradigma de resiliencia,

nos permite intervenir eficientemente en lo que respecta a la integración.

Es necesario abrir el debate y poner en la “agenda de la Formación Profesional”

a personas con discapacidad, contemplando su situación como un problema

social desde la perspectiva de derecho y como una de las innumerables

expresiones de la cuestión social.

En este punto cabe aclarar que están involucradas todas las carreras de

formación profesional, desde arquitectura (por las barreras arquitectónicas y las

normas de accesibilidad), hasta psicología (por los duelos de los padres, los

conflictos al interior de la familia, etcétera), incluyendo a los médicos y

necesariamente a los trabajadores sociales, entre otros, debido a nuestra

expertise en los problemas sociales. Históricamente ha estado invisibilizado

como problema tal cual hoy se está configurando.

Desde una análisis reflexivo y crítico, podemos afirmar que la Universidad, como

estructura dentro del sistema , también reproduce funcionalmente el modelo de

marginación-exclusión de éste colectivo humano al “invisibilizar” o sacar del

discurso académico la problemática reivindicada en el presente estudio. Por

ejemplo, dentro de cada una de las materias se habla, estudia, analiza etc de la

infancia, adolescencia, vejez, problemática de la mujer; pero ni siquiera hay

bibliografía o material accesible para responder a los intereses ni personales , ni

como formación para la intervención en campo. Por otro lado tanto desde TS,

Políticas Sociales, Constitución y derechos humanos, no se debate acerca del tema,

ni se toma como un problema social. Doy fe de ello, pues en los 5 años de cursada,

fui insistente y perseverante al respecto con cada una de las materias y profesores,

puesto que cursé toda la carrera para con el objetivo de conocer la esfera social de la

problemática en cuestión.

Los recursos pedagógicos, formativos, terapéuticos y sociales, así como la

promoción de factores de resiliencia al interior de los programas sociales de ocio

para personas con discapacidad, no sólo no son contemplados, sino que son

descartados, como ámbito y como estrategia de intervención, desde la gestión

pública. Cabe aclarar que las políticas sociales de ocio para personas con

discapacidad de cualquier índole socioeconómica son históricamente

reconocidos y valorados, más allá de las ideologías y de los modelos

económicos de distintos países, desde Canadá (referente de los países

americanos), hasta Cuba (con su particular modelo socio-económico-político), y

también en Europa, con las reconocidas PS de ocio en España. Se trata de un

espacio de intervención descuidado o desconocido por los trabajadores sociales

y por la política social de nuestro país.

El paradigma de resiliencia nos abre una interesante visión a la hora de

intervenir en la situación de la discapacidad, y nuestro colectivo no debiera

desconocerlo o desconsiderarlo. La estrategia alternativa en programas sociales

de ocio que postulamos en este trabajo no sólo nos parece pertinente y que tiene

asidero para dar respuesta a las necesidades de los grupos de personas con

discapacidad, sino que también está ampliamente valorada y justificada en

países con alta trayectoria deportiva, más allá de su desarrollo económico (Cuba

vs. Canadá). Lo anterior nos permite llegar a una última conclusión: los

programas sociales de ocio para personas con discapacidad no sólo son eficaces

y pertinentes, sino que no requieren de gran inversión económica para que se

sustente. Lo que faltaría en nuestro país es una planificación, seguimiento y

evaluación desde la perspectiva de TS, para que se convierta efectivamente en

una política social y deje de ser un conjunto de programas de clientelismo

político. Es decir que para pasar del “asistencialismo” a la asistencia, se requiere

de la intervención de nuestro colectivo profesional.

En suma, si consideramos a la discapacidad como una adversidad concreta,

agravada o acentuada, especialmente cuando se vive en situación de pobreza, la buena

noticia es que existe la posibilidad de experimentarla dignamente, sin limitarse a un

destino o augurio negativo. Siempre existe un margen de libre albedrío dentro del cual,

haciendo uso de recursos internos, del meso-sistema (los grupos, instituciones y redes)

y del macro sistema (múltiples determinaciones socio-económico-histórico-culturales),

es posible alcanzar las propias metas realistas, otorgando a la situación un sentido de

plenitud o trascendencia. Dichos recursos serán un pasaporte seguro a la

autorrealización, que –al menos desde esta perspectiva – es lo que determina una vida

exitosa, a partir de los propios parámetros.

En este proceso, será requisito sine qua non la interacción constructiva con otro

sentido, o un tutor de resiliencia. No debe ser necesariamente un integrante de la

familia, sino una persona cualquiera (incluso un profesional, o un trabajador social), que

en un momento determinado “empodera” a la persona en situación de vulnerabilidad,

ayudándola a reconocer sus propios recursos y otorgando una mirada esperanzadora y

un sentido de vida.

Esta última afirmación nos abre la puerta al uso de los conocimientos desplegados

en este trabajo para activar el proceso de resiliencia, luego de la intervención específica

de nuestra profesión, que incluye un diagnóstico complejo y dinámico que devele la

realidad.

Al respecto, una célebre frase de Goethe sintetiza y refuerza la idea anteriormente

remarcada: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. A través del uso de los

contenidos de la teoría de resiliencia, podemos intentar ser ese punto de apoyo que

permita mover recursos internos y externos. Sin su resignificación, dejan a la persona en

una situación de vulnerabilidad, victimización o impotencia.

La historia nos ha mostrado innumerables ejemplos de vidas “resilientes”, como es

el caso de Víctor Frank, quien luego de sobrevivir a un campo de concentración nazi,

sublima su dolor y aporta a la humanidad la “logoterapia” (recupera el valor de la

palabra); de Forrest Gump que, más allá del recuerdo cómico que eternizara la película,

es el caso real de una persona con discapacidad que llega a una elite en rendimiento

deportivo; de Beethoven (que a traviesa su sordera inmortalizándose con su producción

artística); o de Helen Keller, pionera en la educación parar personas ciegas; y hasta del

mismísimo licenciado Carlos Eroles, quien ha sido un referente en la lucha social por

los derechos de las personas con discapacidad en Argentina. Pero quien es –al menos,

en mi vida– un modelo a seguir y una musa inspiradora, no sólo en este escrito, sino

también en la hipótesis y en la tesis, es esencialmente Frida Kahlo, a quien la propia

impotencia por el dolor y la discapacidad inmortalizó en la historia del arte

latinoamericano. Ella es pura sensibilidad, libertad, talento, sublimación: la imagen

misma de la resiliencia, a través de sus expresiones artísticas para superar la adversidad

de la discapacidad.

Como todas las investigaciones, ésta tiene también sus amplias limitaciones. Es más

un punto de partida que un cierre. Se ha pretendido triangular tres grandes ejes o

categorías, a saber: la problemática social de la discapacidad, el paradigma de

resiliencia y el trabajo social, con su estrategia de intervención desde las políticas

sociales y desde los proyectos sociales de ocio (cultura), que nos abren grandes y

profundos interrogantes. Por ejemplo: ¿Podrán incluirse como tema de estudio el

paradigma de resiliencia y sus formas de intervención en la formación de TS? En los

próximos años, ¿se podrá lograr como política educativa de formación profesional en

todas las carreras? ¿Podremos asumir el compromiso como agentes sociales y como

ciudadanos, más allá de nuestros trabajos, con la situación de la discapacidad,

entendiendo que responde a una construcción social, histórica, política y cultural?

Desde el campo de intervención, ¿nos animaremos a ahondar los contenidos de la

inteligencia social y emocional, la programación neuro-lingüística, para asesorar a

personas en situación de adversidad, con el fin de generar las vías de solución con los

recursos propios, institucionales y estatales? ¿Seremos capaces de afrontar el debate

académico entre inclusión e integración desde una mirada realista?¿o seguiremos

creyendo que la discapacidad está tratada en forma óptima desde el ámbito educativo y,

específicamente, desde las políticas sociales?

Se trata de interrogantes que hay que tomar con seriedad y compromiso profesional,

incluyendo ambas problemáticas: la discapacidad como problema social y el paradigma

de resiliencia. En principio se tendría en cuenta el ámbito de estudio e investigación y el

debate académico, para poder transferirlo luego al ámbito público y social, a modo de

intelectuales orgánicos, lo que propulsaría la necesaria visualización de la problemática

y la lucha por mantener el tema en la agenda pública.

Queda mucho por estudiar e investigar en cuanto a las múltiples formas de

intervención respecto del problema social en cuestión. Queda claro que este trabajo no

propugna recetas, ya que siempre debería prevalecer la especificidad y singularidad del

caso, atendiendo a la compleja realidad. Sin embargo, no se pueden desconocer

experiencias que dan resultados positivos en la intervención.

Los contenidos teóricos y el proyecto aquí propuesto pueden ser replicados o

llevados a cualquier ámbito, no sólo de grupos de personas que portan alguna

discapacidad, sino también a cualquier sector vulnerable o vulnerado.

Queda planteado el desafío, tanto al colectivo profesional como a quienes están en

proceso de formación, no sólo de indagar en todas las problemáticas de las

características analizadas, sino de proponer, a través de las universidades, convenios que

permitan la real intervención profesional, con aportes específicos en las PS y en los

programas sociales de ocio.

Como fuera anticipado en los apartados pertinentes, sin importar los modelos de

acumulación y producción imperantes en distintos países, tanto desarrollados como

“subdesarrollados”, hay sobrados antecedentes de programas sociales de ocio para

grupos con discapacidad. A modo de ejemplo, para recuperar sus experiencias, se puede

citar a Cuba país donde las políticas sociales para personas con discapacidad, con

escasísimos recursos materiales, son más que eficientes en los tres niveles de

prevención. Cuba demuestra que, aún en contextos institucionales desprovistos de

infraestructuras o equipamientos adecuados, las deficiencias estructurales se pueden

compensar con el capital humano, esto es, el aprovechamiento del trabajo en red que

permita optimizar los medios disponibles y la capacitación del recurso humano, con el

consenso institucional que dé lugar a la creatividad y a propuestas superadoras.

Otro país digno de mencionar en este sentido es España, cuya estructura estatal

respalda las amplias y diversas políticas sociales, a través del INSERSO –Instituto de

Mayores y Servicios Sociales–, de modo tal que han podido llegar a situaciones

impensadas en Argentina, tales como turismo social y de aventura, u hogares asistidos

para el grupo poblacional que nos ocupa.

No está de más aclarar que la consecuencia lógica de este pequeño aporte no es más

que la reapertura para el debate en relación con un campo problemático de estudio e

intervención que requiere de investigación, trabajo y experiencia de campo, para no

quedar en declamaciones o hipótesis estériles. De todas maneras, sabido es que las

investigaciones a lo largo del tiempo y con procedimientos reconocidos por la

comunidad científica requieren de recursos materiales y económicos, que podrían ser

aportados por subsidios de investigación.

El presente trabajo ha sido extenso, diverso y profundo en algunas cuestiones.

Ningún tema ha quedado cerrado; por el contrario, cada asunto abordado ha dejado

innumerables interrogantes. A continuación, se rescatan algunas aproximaciones acerca

de determinadas categorías.

Sobre la complementariedad de paradigmas:

Si bien la discapacidad implica una limitación, las dificultades se definen, se sitúan

y se concretan en la interacción del individuo con el medio. Se considera muy

importante el análisis de la Clasificación Internacional del Funcionamiento (OMS

2001). Luego de los contenidos desarrollados a lo largo de todo el trabajo, resulta claro

que la discapacidad no es estática, sino más bien fluida, dinámica y cambiante. Si bien

las limitaciones funcionales y estructurales inherentes a la persona son una variable

determinante, hemos afirmado que los apoyos disponibles en el ambiente, tanto los del

meso como los del microsistema, cumplen una función transformadora determinando

las posibilidades de autonomía, integración, igualdad y autorrealización.

A partir de esa primera determinación se afirma que la discapacidad no es una

enfermedad, sino un fenómeno complejo que contempla al individuo determinado por

múltiples determinaciones y en interdependencia tanto con el meso como con el macro-

sistema. Desde esa concepción, en que la condición de discapacidad debe ser

considerada como atributo de gran significación para la persona, aunque no debe

desplazar su consideración como tal, como ser humano total, es inevitable abordar la

situación desde el paradigma de resiliencia. En principio, es necesario reivindicar las

posibilidades y las potencialidades (lo que antes, desde el paradigma de rehabilitación,

se llamaba “remanentes”), buscando compensar los riesgos que se han diagnosticado.

La OMS desmitifica el diagnóstico, quitándole protagonismo, pero indica que es

insuficiente para predecir las consecuencias de la discapacidad y para evaluar las

necesidades de apoyo que requieren. No es posible hablar de un pronóstico cerrado,

definitivo e indiscutible, pero de todos modos un diagnóstico certero evidencia las

necesidades generales y los apoyos necesarios. Si se toman en consideración las

experiencias cotidianas y los testimonios de los padres y familiares, se puede dar cuenta

de que los principios biomédicos no pueden tomarse como predicciones irrevocables.

Esta afirmación se sustenta en las experiencias de vida que, como contrapartida,

reivindican el paradigma de resiliencia.

El enfoque tradicional se traducía en una percepción del individuo a partir del

déficit, la falta, lo que está mal o ausente, con las consecuencias que se suponen que eso

trae aparejado, como destino obturado o estigmatizado por el paradigma de riesgo. De

todas maneras, es posible “compensar” esa situación reivindicando la diversidad o

diferencia y brindando los apoyos necesarios para poder experimentar la vida

priorizando su calidad.

Se considera que el “modelo de daño” se centra en el análisis de la vulnerabilidad,

mientras que el “modelo compensatorio” se enfoca en las ayudas que pueden otorgarse,

pero que conservan la condición de ser externas y pasivas. En cambio, la promoción de

la R constituye un “modelo de desafío”, tendiente a generar competencias propias en un

sujeto activo.

A continuación se transcribe una síntesis de los mejores aportes conceptuales y

metodológicos de nuestra referente; Amellia Dell ´Anno, en el tema específico del

presente trabajo, pero no puede dejar de considerarse el necesario abordaje

interdisciplinario, ya que –como dijimos en numerosas oportunidades– el problema

social que nos convoca atraviesa todas las esferas humanas y sociales y, por ende, todas

las disciplinas y ciencias que tengan como objeto de estudio al ser humano.

A modo de propuesta metodológica, la autora ha elaborado en 1997 (Dell´ Anno,

1997) un planteo de etapas o pasos que sintetizan aportes de diferentes autores, y que

reconocen una evolución de objetivos y acciones profesionales destinados a:

a) Delimitaciones de un problema y/o de un ámbito de actuación.

b) Estudio de la situación, a través de su investigación.

c) Evaluación diagnóstica sobre la relación contexto-necesidades-aspiraciones y

recursos.

d) Programación: selección de las variables que intervienen, como alternativas de

acción.

e) Ejecución de programas y estrategias.

f) Evaluación permanente.

Estos pasos se pueden relacionar con lo que Ezequiel Ander-Egg ha denominado “El

esquema metodológico que está en la base de todo trabajo o acción social” (Ander-Egg,

s/f: 78-102), y que se sintetiza como estudio, programación, ejecución y evaluación. *

Sin embargo, existen múltiples ejemplos de la capacidad de afrontar la adversidad

en muchas personas que demuestran una fortaleza particular. Eso da lugar al concepto

de R, en referencia a la capacidad de algunos materiales de recobrar su forma original

después de ser sometidos a una presión deformadora. (OPS, 1998).

Se trata de un término adoptado por las ciencias sociales para caracterizar a

aquellos sujetos que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se

desarrollan psicológicamente sanos y socialmente exitosos (Ibíd, 8). No se trata de

invulnerabilidad, ya que no existiría un individuo con una resistencia total. “La R es un

llamado a centrarse en cada individuo como alguien único; es enfatizar las

* Dialéctica entre proceso grupal y proceso metodológico del TS, en Di Carlo E. (1997).

Trabajo Social con grupos y redes. Lumen-Humanitas. Bs. AS., pp. 257-285.

potencialidades y los recursos personales que permiten enfrentar situaciones adversas y

salir fortalecido, a pesar de estar expuesto a factores de riesgo” (Ibíd, 1).

Sobre la perspectiva de derechos y la bioética.

Desde el comienzo de nuestra formación como futuros trabajadores sociales y

durante la misma; al comienzo de nuestra inserción laboral e incluso antes y también

durante la intervención pude entender que es indispensable ser los primeros en

plantearse, con espíritu crítico, los propios condicionamientos, en el marco de un

proceso de concientización y sensibilización del problema social. Para ello, es necesario

desnaturalizar y deslegitimar prejuicios o preconceptos, advirtiendo tendencias

discriminatorias que constituyen el mundo simbólico y son los cimientos no sólo de

nuestras significaciones, sino de las mismas praxis, actitudes y discursos personales y/o

profesionales frente a la cuestión. Es deseable que, como profesionales, nos

embanderemos con valores culturales tales como diversidad, convivencia,

multiculturalidad e integración.

Como profesionales cuya especificidad, dentro de las Ciencias Sociales, nos

relaciona con los sectores vulnerables como los demandantes de nuestros servicios –y,

entre ellos, el grupo poblacional afectado por alguna discapacidad–, debemos tener

presente el marco de los derechos humanos como basamento insuperable para la

orientación.

Al evidenciar esta necesaria relación intrínseca, debemos pasar a la consideración

de aspectos éticos y actitudinales, previos a la mismísima intervención, basada en la

bioética, que proporciona principios claros que apuntan a la responsabilidad social, a la

equidad, a la justicia social, al respeto por la dignidad del hombre, a la

autodeterminación y el consentimiento informado, a la sustentabilidad y al desarrollo de

una perspectiva solidaria.

El propio posicionamiento ideológico, sustentado en principios éticos, se traducirá

en las actitudes personales que podrán ser reproductoras y funcionales al sistema de

producción, que excluye y margina a los que no generan capital, con las consecuentes

acciones de abuso de poder, o bien propiciará la autodeterminación y liberación de los

beneficiarios. A través de una postura basada en la empatía, cuando la discapacidad no

afecte la capacidad de discernimiento y autonomía (por ejemplo, en la discapacidad

mental severa), se podrá facilitar a la persona la posibilidad de autoafirmarse, realizar

su propia autocrítica y diseñar sus propias estrategias de vida. Para ello, el vínculo

centrado en el paradigma de resiliencia se considera muy apropiado..

La mayoría de las veces no se respetan las premisas bioéticas fundamentales,

debido a que casi siempre se interviene sobre el emergente o la urgencia, lo que

conlleva una acción irreflexiva e ineficiente a largo plazo. De esta manera, se actúa

como bomberos, “apagando el fuego”, pero no se trabaja estratégicamente en

lineamientos de prevención y promoción. Toda acción responsable en el terreno de lo

social debe apoyarse en una reflexión teórico-metodológica conciente de sus

componentes éticos.

Como ya fuera mencionado en el apartado correspondiente, el problema en

Argentina no son las leyes, ya que son múltiples, prolíferas y vastas; si bien se ha

avanzado en el terreno de la equiparación de oportunidades, los logros aún no son los

esperados y persisten las situaciones de marginación para el conjunto de personas con

discapacidad, lo que tiene su basamento en el imaginario social y en la construcción

social de la situación.

El desafío de los trabajadores sociales será promover la efectivización de los

derechos ya legislados, facilitando la participación ciudadana activa, especialmente de

los propios involucrados, sus familias y sus grupos de pertenencia. En pocas palabras,

como profesionales, ya tenemos las principales armas para la lucha. Las leyes ya

sancionadas y los tratados internacionales como marco legal, servirán de materia prima

para nuestra labor.

Sobre políticas públicas, sociales y educativas. Educación inclusiva.

Durante el desarrollo de este trabajo, creo que ha quedado claro que estamos del

lado de la resiliencia, partiendo de la premisa de que la discapacidad es un problema

social y no puede desconsiderarse el factor de la pobreza como determinante, que actúa

como agravante de la discapacidad.

Este hecho daría mayor solidez y coherencia al discurso desplegado en este trabajo

final, ya que el factor de la pobreza es la base del análisis. Por ello, aparecen como

categorías ineludibles las políticas sociales.

Tal como ha sido manifestado en innumerables oportunidades, este fenómeno

social debe ser analizado a la luz de múltiples determinaciones, pero debe ser

diagnosticado contemplando el macro contexto.

En resumen, los niños de los países subdesarrollados están castigados, en un gran

porcentaje, por los flagelos de la pobreza, que son entre otros, la marginación, la

exclusión, el abandono y el analfabetismo. Sabemos que, casi como una constante, las

condiciones de pobreza y/o indigencia comprometen a más de la mitad de la infancia en

Latinoamérica.

Esa situación lamentable se ve agravada cuando se constata que aproximadamente

el diez por ciento de la población mundial padece algún tipo de discapacidad. Los

índices negativos de los diagnósticos que se hacen acerca de la infancia en Argentina

confluyen en una hipótesis que potencia en forma nociva una relación irrefutable entre

discapacidad y pobreza. La población objeto de estudio y/o conocimiento que nos

convoca es, a las claras, una población en riesgo social. Hoy ya no se puede ocultar el

vínculo peligroso entre desnutrición infantil y discapacidad.

Mas allá de éstas y otras afirmaciones de connotación muy negativa, no sólo como

diagnóstico, sino teniendo en cuenta las implicancias de sus consecuencias negativas y

secuelas, el paradigma de resiliencia da por tierra con la creencia tradicional

fuertemente establecida de que una infancia infeliz determina forzosamente un

desarrollo posterior hacia formas patológicas de comportamiento y de la personalidad.

Justamente, los estudios demuestran lo contrario.

Una de las consecuencias inmediatas del problema planteado es que la situación se

traduce en desigualdades significativas respecto de las oportunidades de los miembros

de la sociedad. Para compensar esas desigualdades, el Estado interviene por medio de

las políticas públicas. En general, responden insuficientemente a las necesidades

colectivas, en particular en los países más pobres.*

Sobre la prevención:

Confirmando la perspectiva de abordaje desde el paradigma de resiliencia,

promovemos el mejoramiento de la calidad de vida. Si bien para ello es necesaria la

eliminación o minimización de los factores de riesgo, éste no es un factor

exclusivamente determinante, ya que –como hemos explicado aquí– estamos frente a un

fenómeno social multicausal. Esto no exime de responsabilidades al Estado, a la

Sociedad Civil, a las familias y a los propios involucrados, dentro de sus posibilidades

reales, para disminuir o mitigar los factores de riesgo. Se trata de llevar adelante

acciones concretas que promuevan la salud y la prevención en los niveles primario,

secundario y terciario (rehabilitación), como resultado de un debate a conciencia acerca

de la situación.

Como hemos anticipado, el Estado está omnipresente, con acciones u omisiones,

frente a todas las expresiones de la cuestión social. Está claro que, de las múltiples

causales del fenómeno de la discapacidad, muchas de ellas pueden ser evitadas o

mitigadas, y aun sus consecuencias, lo que tiene que ver con la prevención terciaria o

rehabilitación. Un ejemplo crucial en lo que respecta a la prevención es nuevamente

Cuba, que ha reducido considerablemente tanto cuantitativa como cualitativamente

distintos tipos de discapacidades. Se implementan sistemáticamente acciones desde la

promoción –tales como detección temprana–, como también desde la rehabilitación.

Una vez acontecida la discapacidad, lo más significativo es que los logros eficientes no

devienen de recursos económicos extraordinarios, sino de un trabajo coherente,

sistemático y serio, basado sobre un gran capital humano, con escasos recursos

materiales.

Está estudiado a nivel mundial que la mayoría de las discapacidades, tanto

congénitas como adquiridas, se pueden evitar. El caso emblemático está constituido por

las discapacidades que son consecuencia de accidentes de tránsito, por no usar

cinturones de seguridad o cascos, o bien por conductas negligentes que en todas las

ocasiones provocan daños que requieren de gran movilización de recursos materiales,

técnicos, humanos e institucionales. De todos modos, en la mayoría de los casos se

pueden evitar. La prevención de accidentes y lesiones en la población general

comprende los efectos discapacitantes, a través de la creación de ambientes seguros. Ya

en 1982, en el Programa de Acción Mundial para las Personas con Discapacidad

(Naciones Unidas, 1982) se señalaban como medidas importantes de la prevención las

siguientes: la supresión de guerras; la mejora de la situación educativa, económica y

social de los grupos menos favorecidos; la modificación de los estilos de vida; y la

educación relativa a peligros ambientales.

Este tema se centra en investigaciones destinadas a conocer la realidad social e

identificar tanto las situaciones de riesgo como los recursos disponibles, reconstruyendo

estrategias que deben situarse dentro de un concepto amplio de promoción de la salud.

Sobre las políticas sociales de ocio, especialmente deportes o cultura,

favoreciendo la resiliencia en personas con discapacidad.

Este trabajo ha recorrido un largo camino a través del estudio del problema social

de la discapacidad. La resiliencia es la propuesta de estudio e intervención. Por último,

se profundiza lo relativo al Trabajo Social.

Lo que consideramos novedoso de la propuesta es la inclusión de políticas

sociales de ocio (deportes, recreación, cultura, arte, turismo social, etcétera) como una

estrategia de abordaje de un problema que está descuidado y que debería ser utilizada

por los trabajadores sociales, ya que es una herramienta muy asequible y efectiva.

Hoy en día se ha podido comprobar, a través de juegos deportivos con personas con

discapacidad, que el deporte permite canalizar mejor su líbido, emociones, y

frustraciones pudiendo expresar su personalidad y saber superar con mayor facilidad las

dificultades de relación con el entorno, familia y amigos, donde, gracias al deporte, las

personas especiales se consideran importantes y capaces de hacer lo que hacen los

demás.

En la niñez y adolescencia la motricidad presenta su momento cumbre, solicitando

una enseñanza responsable, deportiva o profesional. Es la auténtica edad del deporte; el

juego ya no produce placer, ni ningún tipo de sensaciones. Se intenta que los niños

sientan amor hacia los deportes colectivos como voleibol, fútbol-sala, baloncesto y,

sobre todo, por el desarrollo de deportes individuales más técnicos como esquí, judo,

etcétera. La persona experimentará placer en el reencuentro consigo misma, al tiempo

que se sentirá importante, útil y como los demás.

Los procesos afectivos ligados al placer y relacionados con la actividad son

importantes para el desarrollo del aprendizaje. Se trata del denominado “placer

funcional” que, con la maduración, hace que cada vez sean más las actividades que lo

relacionan y acompañan. Tanto la experiencia personal como las actitudes del ambiente

influyen sobre él, determinando preferencias y rechazos.

Las sociedades tienen la obligación de hacer que su medio ambiente físico en general, sus

servicios sociales y de salud, sus oportunidades educativas y laborales, así como su vida

cultural y social, incluidos los deportes, sean totalmente accesibles a los

impedidos. Esto no sólo beneficia a los impedidos, sino a la sociedad en su conjunto.

Una sociedad que excluye a un cierto número de sus miembros es una sociedad

empobrecida. Los impedidos no deben ser considerados como un grupo especial con

necesidades diferentes de las del resto de la comunidad, sino como ciudadanos

corrientes que experimentan dificultades especiales para lograr la satisfacción de sus

necesidades humanas ordinarias. No se deben tratar por separado las actividades para

mejorar las condiciones de los impedidos, sino que deben formar parte integrante de la

política y la planificación generales en cada sector de la sociedad.

En conclusión, si tomamos el Año Internacional de la discapacidad (1981) como

síntesis de una gran propuesta de acción, comprobamos que gestó avances relevantes: se

insistió en la urgencia de entender a la persona con discapacidades no sólo como sujeto

de derechos, sino también de obligaciones, y cobró mayor fuerza la idea de

responsabilidad social.

A pesar de los avances históricos, persisten serias dificultades para obtener y

consolidar resultados significativos en torno de la integración.

A nivel de la investigación social, el campo de estudio es vasto y con grandes

áreas de vacancia. Se trata de un tema que resulta transversal a múltiples campos de la

actividad y que debe abordarse necesariamente desde la interdisciplina y la

transdisciplina.

Como insistentemente se señala en la presentación de esta obra, se renuevan

periódicamente las declaraciones, tanto a nivel nacional como internacional, sobre los

derechos de las personas con discapacidad. Las mismas reafirman conceptos

irrenunciables, agregan diferentes matices y aportan orientaciones precisas. Las sendas

están trazadas y la dirección es clara. Sin embargo, la concreción de acciones es lenta e

insuficiente, pues las decisiones políticas no son siempre firmes. Más allá de la

declamación respecto del reconocimiento de los derechos sociales, resulta difícil la

respuesta efectiva cuando ella afecta determinados intereses.

En realidad, la discapacidad es una producción social resultante de la interacción

dinámica entre la persona y su entorno. Desde esta concepción, el diagnóstico no es un

destino.

En resumidas cuentas, puede decirse que la presente investigación ha sido inspirada

por una profunda reflexión. Tuvo por objeto definir la problemática de las personas con

discapacidades desde el TS y, desde esa misma perspectiva, detectar aquellos

conocimientos y datos de base para engendrar un aporte más rotundo y apuntar algunas

sugerencias para la acción. Ellas pueden ser de utilidad tanto para el especialista en el

tema como para planificadores preocupados por la formulación de políticas más

abarcadoras de los diversos sectores de la población.

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