Testimonios Shoa

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Testimonios… “…Hoy como entonces, ser judío es testimoniar. Ser testigo de lo que es y de lo que ya no es más. La idea de que cada uno de nosotros esta habilitado para hablar en nombre de todos nunca ha sido más verdadera que ahora. Salvo que ahora cada judío habla también en nombre de los judíos que ya no existen. ¿Demasiado difícil? Ser judío es buscar lo difícil y enseguida sobrepasarle. Se puede atestiguar con facilidad, evocando el renacimiento de Israel, o con ira, recordando las cenizas del Holocausto; lo que cuenta es la voz que da al testimonio su valor humano, sino durable. Lo que cuenta también es la actitud interior que se tiene hacia lo que se transmite. Por mi parte, ningún testimonio me parece válido, a menos que el testigo se identifique con él…” Elie Wiesel Testimonios… Vi cumplirse el último sueño de mi vida Ahora es evidente que todo lo que ha sucedido es mucho más grave de lo que anticipamos. Hicimos lo imposible para hacer frente a los alemanes. Pero nuestras fuerzas se agotan, estamos en el umbral del olvido. Dos veces obligamos a los alemanes a replegarse, pero han vuelto con más efectivos. Uno de nuestros grupos resistió cuarenta minutos, otro peleo durante seis horas. La mina que plantamos en la zona de la fábrica de cepillos explotó. Luego atacamos a los alemanes y les infligimos fuertes pérdidas, mientras que, las nuestras fueron reducidas. También esto es un logro. Caí junto a esta ametralladora. Siento que nos hemos atrevido a hacer cosas importantes, de enorme valor. Nos hemos visto forzados a cambiar la táctica y adoptar los métodos partisanos. Esta noche seis patrullas saldrán a cumplir dos tareas: reconocimiento y captura de armas. Recuerden, las armas de corto alcance no nos sirven. Sólo rara vez las utilizamos. Necesitamos muchos rifles, granadas, ametralladoras y explosivos. No puedo describirles las condiciones en las que viven ahora los judíos del ghetto. No es posible que más que un puñado resista semejantes condiciones. El resto morirá, tarde o temprano. Su destino ha quedado sellado. Porque aunque hay millares escondidos en recovecos y ratoneras, no hay en esos lugares, aire suficiente ni para encender una vela. Ustedes, que están afuera, considérense benditos. Quizás logremos ser testigos de otro milagro. Pero es sumamente dudoso. La última aspiración de mi vida se ha cumplido. La resistencia armada judía es un hecho. La autodefensa judía y la venganza judía son una realidad. Soy feliz y estoy satisfecho de haber sido uno de los primeros combatientes del ghetto. ¿De dónde vendrá la salvación? Mordejai Anilewitz Comandante del Ghetto de Varsovia, 23/4/1943

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Testimonios…

“…Hoy como entonces, ser judío es testimoniar. Ser testigo de lo que es y de lo que ya no es más. La idea de que cada uno de nosotros esta habilitado para hablar en nombre de todos nunca ha sido más verdadera que ahora. Salvo que ahora cada judío habla también en nombre de los judíos que ya no existen. ¿Demasiado difícil? Ser judío es buscar lo difícil y enseguida sobrepasarle.

Se puede atestiguar con facilidad, evocando el renacimiento de Israel, o con ira, recordando las cenizas del Holocausto; lo que cuenta es la voz que da al testimonio su valor humano, sino durable. Lo que cuenta también es la actitud interior que se tiene hacia lo que se transmite. Por mi parte, ningún testimonio me parece válido, a menos que el testigo se identifique con él…”

Elie Wiesel

Testimonios…

Vi cumplirse el último sueño de mi vida

Ahora es evidente que todo lo que ha sucedido es mucho más grave de lo que anticipamos. Hicimos lo imposible para hacer frente a los alemanes. Pero nuestras fuerzas se agotan, estamos en el umbral del olvido. Dos veces obligamos a los alemanes a replegarse, pero han vuelto con más efectivos.

Uno de nuestros grupos resistió cuarenta minutos, otro peleo durante seis horas. La mina que plantamos en la zona de la fábrica de cepillos explotó. Luego atacamos a los alemanes y les infligimos fuertes pérdidas, mientras que, las nuestras fueron reducidas. También esto es un logro. Caí junto a esta ametralladora. Siento que nos hemos atrevido a hacer cosas importantes, de enorme valor. Nos hemos visto forzados a cambiar la táctica y adoptar los métodos partisanos. Esta noche seis patrullas saldrán a cumplir dos tareas: reconocimiento y captura de armas. Recuerden, las armas de corto alcance no nos sirven. Sólo rara vez las utilizamos. Necesitamos muchos rifles, granadas, ametralladoras y explosivos.

No puedo describirles las condiciones en las que viven ahora los judíos del ghetto. No es posible que más que un puñado resista semejantes condiciones. El resto morirá, tarde o temprano. Su destino ha quedado sellado. Porque aunque hay millares escondidos en recovecos y ratoneras, no hay en esos lugares, aire suficiente ni para encender una vela. Ustedes, que están afuera, considérense benditos. Quizás logremos ser testigos de otro milagro. Pero es sumamente dudoso. La última aspiración de mi vida se ha cumplido. La resistencia armada judía es un hecho. La autodefensa judía y la venganza judía son una realidad. Soy feliz y estoy satisfecho de haber sido uno de los primeros combatientes del ghetto.¿De dónde vendrá la salvación?

Mordejai AnilewitzComandante del Ghetto de Varsovia, 23/4/1943

Auschwitz

Esta es en realidad la historia del planeta Auschwitz. Yo mismo estuve en Auschwitz durante dos años. Allí, el tiempo no es un concepto como lo es en nuestro planeta. Cada fracción de segundo que transcurría tenía un ritmo distinto. Y los habitantes de ese planeta no tenían nombres. No tenían padres y no tenían hijos. No se vestían como nos vestimos aquí. No nacieron allí y no concibieron allí. Respiraban y vivían según leyes distintas de la naturaleza. No vivían y no murieron según las leyes de nuestro planeta. Su nombre era un número: K. Tzetnik. “Y creo a ciencia cierta que debo llevar ese nombre en tanto el mundo no despierte para borrar este mal después de la crucifixión de una nación, así como se alzara después de la crucifixión de un hombre…”

Testimonio de Yehiel Di-Noor (K. Tzetnik)En el juicio de Adolf Eichmann 7/6/1961

Si esto es un hombrePrimo Levi* (1958)

Los que vivís segurosEn vuestras casa caldeadasLos que os encontráis, al volver por la tarde,La comida caliente y los rostros amigos:Considerad si es un hombreQuien trabaja en el fangoQuien no conoce la pazQuien lucha por la mitad de su panecilloQuien muere por un si o por un no.Considerad si es una mujerQuien no tiene cabellos ni nombreNi fuerzas para recordarloVacía la mirada y frio el regazoComo una rana invernal.Pensad que esto a sucedido:Os encomiendo estas palabras.Grabadlas en vuestros corazonesAl estar en casa, al ir por la calle,Al acostaros, al levantaros;Repetídselas a vuestros hijos.O que vuestra casa se derrumbe, La enfermedad os imposibilite,Vuestros descendientes os vuelvan el rostro

∗ Químico y Escritor judío italiano, prisionero de Auschwitz. Público varios testimonios y

reflexiones sobre la experiencia concentracionaria.

Autor del libro “Si esto es un hombre”, 1958.

La Shoá en la mirada de los niños:

De Auschwitz al espacio.

En 1944, un alto y muy delgado muchacho de 14 años formaba fila en el ghetto de Theresienstadt, los nazis lo empujaron a la fila de los ineptos para el trabajo; por supuesto, era una sentencia de muerte.

En los años que llevaron a ese funesto día, Peter Ginz, artista local y director de la revista clandestina del ghetto, mantuvo su mente funcionando aún cuando su cuerpo no podía hacerlo.

Pasó sus largos días de hambre en el ghetto pintando y escribiendo, creando imágenes de libertad, en la que los humanos podían navegar por el mar y volar hacia la luna, dirigidos sólo por la gravedad y el viento y no por las armas.

A pesar de su juventud, creó una colección de cientos de dibujos y poemas. También era un deseoso lector, y en cada libro estampaba su nombre junto a una profunda convicción: “La ciencia por encima de todo”.

Aunque fue exterminado en Auschwitz a la edad de 14 años, sus sueños de ciencia y libertad fueron preservados en 120 dibujos que permanecieron ocultos en Theresienstadt.

Después de la guerra, un niño sobreviviente los sacó del escondite y los entregó a los padres de Peter Ginz, quienes tuvieron mejor suerte que su hijo.Cuando llegaron a Israel en los años 50 donaron esa colección al Museo de la Shoá en Yad Vashem, en honor a Peter.

Allí, en Ierushalaim, los dibujos quedaron en exhibición, hasta que recientemente uno de ellos se cruzó en el camino del primer astronauta israelí, Ilán Ramón Z.L., y los sueños del joven judío tuvieron una segunda oportunidad.

Durante el entrenamiento para su vuelo espacial, Ramon pasó muchas horas reflexionando sobre lo que llevaría al espacio, además de una colección de banderas israelíes.

Sabía que tenía que ser algo especial, que reflejara sus propias experiencias y las del pueblo judío, al que representaría.Durante meses, y con una guiñada, decía a los reporteros que estaba incubando una sorpresa.

La idea para la sorpresa se originó cuando Ramon se encontró con miembros de la sociedad estadounidense de Yad Vashem en Texas, donde se estaba preparando con la NASA desde 1998.Reflexionando sobre las memorias de su familia, de una madre que sobrevivió a Auschwitz y de un abuelo y muchos otros parientes muertos durante el Holocausto, comenzó a parecerle apropiado que algo preservado de esa era debía acompañarlo en sus viajes espaciales.A solicitud de Ramon se pidió a la curadora de Yad Vashem de Jerusalén, Yehudit Shendar, que elaboraran una lista de posibilidades. Shendar sólo necesitó una mirada al Paisaje Lunar de Peter Ginz para darse cuenta de que no era necesario ninguna lista, calificando a la elección como "predestinada".A Ramon le gustó la idea de establecer una conexión con antecesores perdidos y

esto se adecuaba perfectamente.Al igual que Ramon, Ginz era talentoso en muchos temas, incluyendo ciencias.

En sus días era muy inusual que imaginara viajes espaciales.Buscaba descubrir nuevas fronteras, dijo Shendar:

"Después de encontrar el dibujo me di cuenta de que Ramon y Ginz hasta tienen parecido físico".Mas tarde descubrimos que el transbordador espacial saldrá al espacio el 19 de julio (después de la entrevista el vuelo fue postergado), que es el cumpleaños del padre de Peter.

También encontramos que Ramon, sin saberlo, había estudiado en su infancia con la sobrina de Peter Ginz.Por cierto, dice la hermana sobreviviente de Peter, Eva Ginz Pressburger, de 72 años, quien hoy vive en Beersheva, casi 60 años después de que Peter soñara con libertad y espacio:"Es como si Peter hubiera vuelto a la vida para cumplir su destino. Hay dos clases de artistas: están los que documentan la realidad, y quienes crean nuevos mundos.

Soñar con la libertad y nuevas clases de vida mantuvo vivo a Peter", dijo su hermana.

"Su alma está viva en ese dibujo, y ahora es como si continuara a través de la aventura del dibujo".Ramon empleó palabras similares para describir sus sentimientos acerca de Peter al hablar ante miembros de Yad Vashem:

"Siento que mi viaje al espacio cumplirá el sueño de Peter Ginz. Un sueño que es la prueba última de la grandeza del alma del niño aprisionado dentro de los muros del gueto, muros que no pudieron ahogar su espíritu.

Los dibujos de Ginz son un testimonio del triunfo del espíritu" Y así, dice ahora Ramon cuando el transbordador Columbia de la NASA salga al espacio, no solo llevara al primer astronauta israelí, sino también algunos sueños que casi murieron en el Holocausto.

"Estamos mostrando al mundo que, sean cuales sean las circunstancias, el espíritu judío y el pueblo judío seguirán viviendo".

La MariposaPavel Friedmann, 4/6/1942

La última, por cierto la última,Tan rica, brillante, deslumbrante amarilla,

Tal vez si las lágrimas del sol cantaran Sobre una piedra blanca…

Así, tan amarillaSe eleva lentamente hacia lo alto.Quiere irse, estoy seguro, porque quiere

Besar al mundo, adiós decirle.

Siete semanas aquí he vividoEncerrado dentro de este ghetto,Pero aquí encontré a mi pueblo.Los amargones me llamanY las castañas blancas lucen en el patio.Sólo que, nunca vi otra mariposa.

Esta mariposa fue la última.Las mariposas no viven aquí, En el ghetto.

En TerezínTeddy (L. 410), 1943

Cuando llega alguien nuevoTodo le resulta extraño:¿Qué? ¿Acostarme en la litera, yo?¿Y comer esas papas negras, yo? ¿En esa mugre? ¿Tengo que vivir aquí?En el suelo lleno de barroMe ensuciaré todoSi tengo que acostarme.

Hay demasiado movimientoY muchísimas moscasLas moscas provocan la fiebre.¡Algo me pica! ¿Son chinches?

Qué miedo da Terezín…¿Cuándo volveremos a casa?Eso… no lo sé.

La Shoá en la literatura

Nos hemos acostumbrado

Nos hemos acostumbrado a estar de pie a las siete de la mañana, luego al mediodía, y de nuevo a la siete de la tarde, formados en una larga cola con la cacerola en la mano, esperando que nos echen un poco de agua tibia con gusto a sal o con gusto a café, esperando que nos den algunas papas. Nos hemos acostumbrado a dormir sin camas, a saludar a cada uniformado, a marchar evitando las aceras, y a marchar otras veces sobre las aceras.

Nos hemos acostumbrado a recibir bofetadas sin ninguna razón, a los golpes, a las ejecuciones.

Nos hemos acostumbrado a ver morir a la gente en sus propios excrementos, a ver los féretros con su carga y montones de cadáveres; a ver cómo los enfermos se revuelcan en la mugre y a ver la desesperada impotencia de los médicos.

Nos hemos acostumbrado a que de vez en cuando lleguen por aquí mil infelices y a que otros mil partan de tanto en tanto…

De la prosa de Peter Fischl, de 15 años (nacido el 9/9/1929 y muero en Auschwitz en 1944)

Velas del Shabat en Auschwitz

Por Rifka Kuper, testigo en el juicio a Eichman.

¡A nuestra llegada allí el 18 de enero de 1943, nos hicieron entrar a las construcciones de Birkenau que en el pasado fueron usados como caballerizas.Recibimos una especie de estantes de madera sobre los que nos deberíamos acostar para dormir. Una de las primeras cosas que los compañeros que llegaron conmigo y yo hicimos fue buscar conocidos entre los presos de Auschwitz... y encontramos. Una de las primeras cosas que les pedimos fue resto de velas. En la noche de Shabat nos reuníamos todos en el estante superior de nuestro block. Eramos entonces entre 10 y 12 mujeres . No nos quedamos mucho tiempo. En la completa oscuridad encendíamos las velas. No había entonces en Auschwitz ni piso ni ningún tipo de condiciones sanitarias (que al final instalaron), y empezamos a cantaren silencio canciones del Shabat. Estábamos enceguecidas por la luz de las velas y no sabíamos que pasaba a nuestro alrededor. Al poco rato escuchamos un llanto ahogado cerca nuestro sobre los estantes que nos rodeaban. Al principio el llanto nos asustó, nos impresionó. Luego pudimos comprobar que de todos los lugares, de todos los estantes, mujeres judías que estaban meses y a veces años, se acercaban unas a las otras y escuchaban la canción. Hubo otras que descendían de sus lugares y nos pedían que les permitieran bendecir las velas.Este fue el primer episodio conmovedor. Luego, aquellos que estaban en el block se acostumbraron a que toda noche del Shabat prendíamos velas. No teníamos pan, a veces no teníamos que tomar, pero las velas siempre las conseguíamos de alguna manera...

Modificó nuestra identidad Por Tomás Abraham

Fuente : Revista Raíces.

Para los judíos, Auschwitz, símbolo de la lacra del racismo, será siempre una cuestión personal, algo que cambió a un pueblo entero para siempre, pero que

también marcó a toda la civilización occidental y cristiana.

En estos días estuve averiguando el destino de los hermanos y hermanas de mi abuelo, de sus hijos también, de quienes nunca supe nada. Sé que vivían en la ciudad transilvana de Hidalmas en momentos en que los nazis y sus aliados ocuparon la zona. Aparentemente se los llevaron a un campo de exterminio en Polonia.

Una organización que tiene un sitio en Internet ha logrado identificar casi la mitad de los asesinados por los nazis; por los datos que ofrece hay tres personas con el apellido Abraham en el listado del pequeño lugar. Aún no sé si son mis parientes. Amplié la requisitoria a la vecina ciudad de Cluj, una de las principales de Rumania, y, para mi sorpresa, aparecieron decenas de Abraham exterminados, portando este nombre que creía escaso en aquella región.

Introduzco estos datos personales para mostrar que Auschwitz es para los judíos una cuestión personal, hayan tenido o no parientes asesinados. Más aún, es una identidad, somos judíos, los que lo somos, de un modo diferente después de lo que sucedió entre 1933 y 1945. Nuestra identidad se ha modificado.

Los nazis no le preguntaban a nadie qué clase de judío era: practicante, creyente, ateo, comunista, convertido, lindo o feo, para enviarlo a las cámaras de gas. Todos los eran por igual hasta siete generaciones atrás. Sólo la causalidad histórica permitió la supervivencia de mis padres y mi nacimiento. Provengo de la provincia de Banat, en la que los judíos humillados e injuriados salvaron la piel por el azar de unos pocos kilómetros.

Hoy ser judío es un legado histórico que portamos los que hemos sido testigos vivientes o históricos de aquel genocidio. Jamás dejaremos de serlo, vayamos o no al templo, cumplamos o no con la tradición religiosa, apoyemos o no al Estado de Israel, hagamos lo que hagamos, no hay buenos o malos judíos, hay judíos que son buenas o malas personas, lo que no es lo mismo.

El espíritu de Auschwitz nos recuerda que el antisemitismo jamás desaparecerá. Hay muchas razones para afirmarlo. Mientras el catolicismo tenga un Dios que sufrió una muerte auspiciada por una secta de la comunidad judía -a los que este Dios pertenecía porque era esenio-, mientras este mito de la Pasión exista más allá de declaraciones diplomáticas, habrá quienes siempre odien a los judíos.

También habrá quienes les falten el respeto, como alguien que días atrás no tuvo vergüenza en decir que hasta la década del sesenta no se sabía con exactitud lo que había pasado con los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Ni siquiera fue al cine a ver «El Juicio de Nüremberg».

Habrá quienes identifiquen a los judíos con los nazis para reflotar su estalinismo y

tomar su partido en la espantosa guerra de medio oriente y el sufrimiento del pueblo palestino.

Víctimas y verdugos

Se usa el Genocidio, llamado bíblicamente Holocausto, para enarbolar nuevos prestigios. Monumentos a la Memoria, congresos, mesas redondas, cócteles en embajadas, nuevos títulos de nobleza de quienes -de mi camada- se hacen llamar los «de la segunda generación del Holocausto», todo esto hace que no todos los testimonios de aquel crimen tengan el mismo valor. No hay una simbólica y pseudoprestigiosa segunda generación, hay víctimas y verdugos, y, claro, cómplices. Además estamos todos aquellos de cualquier generación que damos testimonio, porque sabemos que aquel genocidio no sólo ha marcado a los judíos para siempre, sino a toda la civilización occidental y cristiana.

Nuestro país (Argentina) ha sido albergue de nazis. Para que mis padres y yo pudiéramos entrar al país se escribió en mi partida de nacimiento que era evangélico luterano. Había presiones durante el primer gobierno de Perón para que se limitara la cuota de judíos que llegaban al puerto desde Europa. Pero mi familia encontró en la Argentina el hogar que no había tenido en Rumania. La palabra «étnico» era desconocida aquí, en nuestro país. Simplemente convivían árabes y judíos en el mismo barrio comercial, y las comunidades, aún manteniendo instituciones con sus recuerdos, rituales y lengua, se confundían en la escuela pública y en el trabajo. La Argentina ha mejorado la calidad moral de alemanes, polacos, italianos, serbios, croatas, respecto de su lugar de origen.

Pero el antisemitismo es una de las ideologías espontáneas del nacionalismo argentino. Este se expresa no sólo en palabras, símbolos y razonamientos, sino en hechos. La palabra «conexión local» sí se integró a nuestro vocabulario desde el impune crimen de la AMIA hace más de diez años.

El espíritu de Auschwitz está presente en la filosofía. La reflexión ética en el siglo XX se ha visto conmovida por los escritos de los sobrevivientes de los campos de exterminio. No ha sido en los claustros universitarios en donde se ha renovado el pensamiento moral sino en los escritos de Primo Levi, Jean Améry, Bruno Bettelheim, Viktor Frankl, Imre Kertész, Paul Steinberg, Jorge Semprún, todos ellos han retomado la reflexión sobre la condición humana en situaciones límite, sobre la espiritualidad, la búsqueda del sentido, una vez rotas las bisagras de la seguridad, la conservación de sí, y los parámetros del pensamiento tranquilo. Hannah Arendt y Tzvetan Todorov han meditado sobre estos testimonios dándonos obras admirables.

¿Para quiénes se escriben éstas y muchas otras cosas? Para el lector desconocido, y también en este caso para el judío desconocido, quien es heredero no sólo de una tradición que nace con la liberación de la esclavitud de un pueblo milenario, sino, desde 1945, de un crimen contra la humanidad que lo tuvo como víctima de una de las lacras más fantasmáticas y terribles de la historia: el racismo.

600 palabrasPor Etgar Keret - Escritor y periodista israelí

Traducción: Sebastián Kleiman

Mi madre me dice que nunca podré entender lo que significa para un pueblo no tener un país propio. Ella, por cierto, sabe de lo que está hablando. Después de todo, atravesó el holocausto, vio destruida su casa en Polonia, perdió a su mamá, a su papá y a su hermano, y al final terminó aquí, en la Tierra de Israel, su país, la tierra que se prometió no abandonar nunca.

Ghassan me dice que nunca podré entender los que significa para un pueblo vivir bajo ocupación. No, él no tuvo que atravesar el holocausto, y toda su familia, gracias a Dios, está viva, al menos por ahora. Pero está harto de los soldados israelíes en los checkpoints de la frontera. “Algunas veces puedes atravesar la barricada en uno o dos segundos, pero hay otras, cuando ellos están aburridos, en las que pueden hacerte perder las ganas de seguir viviendo. Te obligan a esperar durante horas bajo el sol y sin razón alguna, nada más que para humillarte. La semana pasada, sin ir más lejos, me confiscaron dos paquetes de cigarrillos Kent largos, simplemente porque se les dio la gana. Un chico de dieciocho años, con un rifle en las manos y la cara llena de heridas, vino y me las quitó.”

Adina, la vecina del piso de abajo, me dice que nunca podré entender lo que significa perder a un ser querido en un atentado suicida. “Ninguna muerte puede ser más absurda que esa”, dice. “Uno muere por dos razones –porque se es israelí y porque a uno le dieron ganas de tomarse un café expreso en mitad de la noche. Si puedes imaginar razones para morir más estúpidas que esas, dime cuáles son. Y ni siquiera hay con quién enojarse. Después de todo, el muchacho que mató a mi hermano está muerto y también él voló en pedazos." Mi madre dice que no tenemos otro lugar a dónde ir, que a dónde vayamos siempre seguiremos siendo extraños, odiados, judíos. Ghassan dice que mi país, el Estado de Israel, es una entidad extraña y aberrante y que no hay nada que se le parezca en todo el mundo. Ahí la ves en mitad del Oriente Medio creyéndose en el corazón de Europa, participando cada año en el certamen Eurovisión y asegurándose que uno de sus equipos de fútbol dispute la Copa UEFA, sin entender que está en el corazón del desierto, rodeado por una mentalidad, propia del Oriente Medio, que se niega a reconocerlo. Adina dice que vivimos de prestado, que cada vez que ve a los niños palestinos, locos de contentos, celebrar con golosinas luego de cada ataque suicida, ella piensa en la manera en que aquellos niños habrán de crecer. Por lo tanto, yo debería terminar con todo ese absurdo discurso sobre la paz. Y si hay algo que mi madre, Ghassan y Adina tienen en común, es que todos ellos están seguros, absolutamente seguros, de que yo simplemente no puedo comprender qué es lo ellos piensan.

Pero de hecho yo soy bastante bueno para imaginar qué es lo que piensan las otras personas, y algunas veces, cuando los tiempos se ponen difíciles, me las ingenio para vivir de eso. Todo clase de publicaciones extranjeras me llaman y me piden que explique, en lo posible en no más de 600 palabras, lo que piensa la gente en Israel. Es una pena que no pueda inventar nuevos pensamientos, distintos a los reales –unos que sean un poco menos temerosos, que conlleven un poco menos de

odio. Pensamientos más positivos, más optimistas, más compactos, en no más de 600 palabras.