Texto Canteros Psicoanalisis
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Consideraciones acerca del "Proyecto" freudiano - Revista de Psicoanálisis - Buenos Aires; 1995, Vol. 52, no. 2: 313-338
JORGE CANTEROS
Algunas consideraciones generales sobre la teoría freudiana
Si compartimos la idea de que el desarrollo de la ciencia no se da en forma lineal o
acumulativa, sino que se produce, por lo que señala T.Khun en su primer trabajo, a través de
revoluciones científicas, será cierto entonces que el psicoanálisis produce una revolución en el campo
de la psicología sino que la trascenderá.
El objetivo de este trabajo introductorio es el de dar cuenta de algunas de la influencias que
recibe Freud y paralelamente, el de señalar las rupturas epistemológicas que produce su desarrollo
teórico con el saber de su época. También, articular los conceptos más importantes de su obra,
acudiendo a su palabra en diferentes artículos, pero teniendo en cuenta que dichas citas son el
resultado de un selección no caprichosa aunque seguramente subjetiva.
Sigmund Freud fue el fundador de una corriente de pensamiento que colaboró en poner en tela
de juicio algunos de los supuestos básicos desde los que partía y descansaba el saber de la moderna
cultura occidental, aunque su libro La interpretación de los sueños (1900) –trabajo fundacional de la
teoría psicoanalítica en que se expresan sus primeras hipótesis- tardó varios años en vender su
primera edición de 600 ejemplares.
Fue así ignorado por los científicos en general, y en el mejor de los casos, duramente criticado.
Sin embargo, apoyándose en la seguridad de sus investigaciones, poco a poco comenzó a ser
escuchado aunque no siempre bien comprendido.
En sus primeros trabajos utilizó los términos análisis y análisis hipnótico para dar cuenta de una
nueva forma de abordaje de los fenómenos psicológicos. El término psicoanálisis empieza a figurar en
dos trabajos escritos en 1896, siendo en Nuevas observaciones sobre la neuropsicosis de defensa en
donde puntualiza que es el único método que permite “hacer consciente lo inconsciente”. Años
después precisará:
“Llamamos psicoanálisis al trabajo mediante el cual traemos a la conciencia1 del enfermo lo
psíquico reprimido2 en él”.
Freud señala en un artículo titulado Los caminos de la terapia psicoanalítica (1919) que análisis
significa descomposición, asociación, sugiriendo la actividad del químico en el laboratorio. Esta técnica
le permite partir de la consideración de los síntomas psíquicos como manifestaciones altamente
compuestas para llegar así a los elementos de su composición: motivaciones, mociones pulsionales3,
pudiendo dar explicación a manifestaciones no patológicas como sueños, actos fallidos y tendencias
sexuales cuyas causas permanecían ignoradas por el propio sujeto. Sin embargo, establece que esta
1
comparación con la química tiene ciertos límites, ya que, por ejemplo, cuando se desarticula un
síntoma4 al liberar una moción pulsional de un conjunto de relaciones, ésta no permanece aislada sino
que pasa a formar parte de un nuevo conjunto.
La definición más abarcativa que da Freud a lo largo de su obra con respecto a su teoría es la
siguiente:
Psicoanálisis es el nombre de:
“Un método de investigación de los procesos mentales prácticamente inaccesibles de otro modo”
“Un método basado en la investigación para el tratamiento de trastornos neuróticos5”
“Una serie de concepciones psicológicas adquiridas por este medio y que en conjunto van en aumento
para formar progresivamente una nueva disciplina científica.” Enciclopedia (1922).
No es casual en esta definición su insistencia en el tema de la investigación, ya que su
elaboración teórica se nutre y se contrasta permanentemente en la actividad clínica y no de la
especulación como punto de origen. La teoría no es un añadido contingente, ya que es constitutiva del
objeto mismo. El inconsciente como existente psíquico no es separable de los modelos tópico
(diferenciación del aparato psíquico en sistemas), económico (distribución y circulación de energía) y
dinámico (como un conflicto de fuerzas) que constituyen la teoría.
N. Braunstein en su artículo "¿Qué entienden los psicólogos por Psicología?" señala que el
psicoanálisis como teoría trasciende el plano de la práctica ideológica, a diferencia de otras teorías que
a partir de la observación, experimentación y clasificación establecen relaciones de fenómenos más o
menos constantes en sus posibles articulaciones, arribando a leyes sin explicarlas. Para el
psicoanálisis la conciencia y la conducta constituyen el campo de lo apariental e ideológico que deberá
ser tratado por un pensamiento científico. Las explicaciones dadas por Freud son el resultado de tomar
esas abstracciones simples (materia prima indeterminada) y procesarlas a partir de los conceptos de
una práctica teórica.
Una de las características del Psicoanálisis es que mientras las ciencias trataban lo universal,
Freud va a partir de los singular. La escucha del libre discurrir de sus pacientes (técnica de la
asociación libre) lo lleva a una extensión de lo natural y lo social. Lo que claramente va a diferenciar a
esta teoría de otras es el recate de laparticularidad del sujeto de estudio, donde las generalizaciones
caen para dejar paso a la significación personal en relación a su historia y sus deseos.
"Freud se atreve así a nombrar lo innombrable, llegando a los umbrales de lo prohibido", de
esta forma evidencia los límites de la razón, punto de partida y meta final de la ciencia por aquel
entonces.
"Una psicología que no ha conseguido explicar los sueños no podrá tampoco proporcionarnos
una explicación de la vida anímica normal; no tiene derecho alguno al nombre de ciencia." Análisis
profano (1926).
Contextualizando su cuerpo teórico en el campo de las ciencias señala:
2
"He dado por sentado que psicoanálisis no es una rama especializada de la Medicina, y por mi parte
no concibo que sea posible dejar de reconocerlo. El psicoanálisis es una parte de la Psicología, ni
siquiera de la Psicología médica en el viejo sentido del término, ni de la Psicología de los procesos
mórbidos sino simplemente de la Psicología a secas. No representa su totalidad, sino su
infraestructura, quizá aún todo su fundamento." Apéndice, Análisis profano (1927).
Si bien sus trabajos se inician en el campo de la clínica, su teoría le permite trascender la
misma extendiendo su aplicación a diversos fenómenos intersubjetivos y culturales. En el
artículo Múltiple interés del psicoanálisis (1913) Freud señala la colaboración del psicoanálisis a las
ciencias no psicológicas.
Aporta a la ciencia del lenguaje, pero no tan sólo a la expresión del pensamiento en palabras
sino también al lenguaje de los gestos y a la escritura, teniendo en cuenta que las interpretaciones del
psicoanálisis son traducciones que permiten el pasaje de una forma expresiva extraña a nosotros, a
otra familiar a nuestro pensamiento.
Con respecto a la biología, al estudiar la sexualidad del adulto y observarla a la luz de los
conocimientos adquiridos sobre la vida infantil, no se nos muestra ya la sexualidad como una función
encaminada sólo a la reproducción y equivalente a las funciones digestivas, respiratorias, etc., sino
que trasciende lo biológico. El concepto de pulsión, a diferencia del instinto, se impone como un
concepto límite entre las concepciones biológicas y psicológicas.
El interés del psicoanálisis para la historia de la civilización surge en la comparación de la
infancia del individuo con la historia primitiva de los pueblos, permitiendo un nuevo instrumento de
trabajo y planteando así nuevos interrogantes. Es posible entonces, aplicar la concepción
psicoanalítica obtenida en el estudio de los sueños y las neurosis a los productos de las fantasías de
los pueblos, tales como mitos y fábulas. Mientras que las fantasías impiden la aparición de la
angustia6, los mitos se construyen frente a hechos que la han producido; en tanto un vacío, el mito es
una construcción que alivia.
Con respecto a la pedagogía, Freud señala que cuando los educadores se hayan familiarizado
con los resultados del psicoanálisis, les será más fácil reconciliarse con determinadas fases de la
evolución infantil, y no correrán el peligro de exagerar la importancia de impulsos asociales del niño, ya
que la represión violenta desde el exterior no produce nunca la desaparición ni el vencimiento de tales
pulsiones, sino que por el contrario puede iniciar una tendencia a ulteriores enfermedades neuróticas.
Por otra parte, el psicoanálisis resuelve también satisfactoriamente algunos de los problemas
entre el arte y el artista, así como otros hechos culturales y sociales.
"La investigación psicoanalítica descubre en la vida psíquica del individuo humano hechos que nos
permiten resolver más de un enigma de la vida colectiva de los hombres, o por lo menos fijar su
verdadera naturaleza." Lecciones introductorias al psicoanálisis (1916).
Debemos destacar que Freud no creía que el psicoanálisis estaba destinado a una nueva
concepción del mundo o que desde su teoría podía explicarse todo; sólo la consideraba como un
3
aporte más al conocimiento científico. Aún con sus diferencias, estaba fuertemente determinado por el
espíritu de la época. Propiciaba, por lo tanto, una filosofía de la vida basada en la ciencia y no en la
metafísica y en la religión.
Freud instaura una psicología subjetivista, abriendo un espacio en la ciencia para las
diferencias. Hay un rescate del sujeto, pero éste no es un sujeto aislado. En la introducción del
artículo Psicología de las masas y análisis del Yo (1920/21) señala:
"En la vida anímica individual aparece integrado siempre, efectivamente, el otro, como modelo, objeto
auxiliar o adversario, y de este modo la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio
psicología social, en un sentido amplio pero plenamente justificado."
Durante los años en que desarrolló su obra no dejó nunca de replantear sus elaboraciones
teóricas y sus aplicaciones, las que giraron sobre una idea vertebral: su conceptualización del
inconsciente y los procedimientos de investigación para develar su discurso.
Su formación científico cultural
Sigmund Freud nace en 1856 en Freiberg-Moravia bajo el imperio austro-húngaro. A los tres
años va a vivir a Viena, ciudad en al que pasa la mayor parte de su vida. Cuando en 1937 los nazis
ocupan Austria, Freud se ve obligado a refugiarse en Inglaterra. En 1939 muere en Londres.
En el año 1859, cuando Freud se instala en Viena, Charles Darwin publica su trascendental
libro El origen de las especies, marcando un hito importante en el desarrollo científico. Sus estudios e
investigaciones señalan, a diferencia de otras teorías como la de Lamarck, Chambers, Spencer, la no
existencia de una meta ya establecida tanto por Dios o por la naturaleza. Lamarck, quien tendrá cierta
influencia en posteriores conceptos del psicoanálisis (fantasías originarias y el inconsciente colectivo
de Jung) sostenía la transmisión hereditaria de los conocimientos en la especie y la existencia de un
deseo interno de adaptación. Darwin, contrariamente, va a hablar de una selección natural. Sus
trabajos, aunque fueron fuertemente resistidos en su momento, revolucionarán la concepción del ser
humano sobre sí mismo.
Freud, tomará dichos aportes como una de las tres heridas narcisistas que sufre el hombre. La
primera aparece cuando descubre que la Tierra no es el centro del universo, perdiendo así el lugar
jerárquico que se había asignado. La segunda estará referida a los aportes de Darwin: el sujeto
humano pasa a ser un objeto más de estudio de la naturaleza, siendo el resultado de la evolución de
las especies. La tercera herida narcisista es el descubrimiento del inconsciente, ya que a diferencia de
lo que se pensaba no somos íntegramente racionales; la mayor parte de las motivaciones de nuestras
conductas nos es desconocida.
Hacia 1860, G. Feschner, hombre de ciencia, filósofo alemán e iniciador de la psicología
experimental, demostró que los fenómenos mentales eran pasibles de ser abordados científicamente y
medirse cuantitativamente. Recordemos que el paradigma científico de aquel momento era el de las
4
ciencias naturales. El trabajo de este pensador -y otros posteriores- facilitan la entrada de la psicología
al campo del conocimiento científico, donde comenzó a despertar interés.
Una publicación de Feschner en 1873, titulada "Algunas ideas sobre la historia de la creación y
evolución de los organismos" será citada por Freud en 1920 por coincidir en esencia con la concepción
de placer y displacer deducida por la teoría psicoanalítica.
Los aportes de la física contribuyen en la construcción del edificio de la ciencia. A mediados de
siglo, Herman Von Helmholtz formuló el principio de la conservación de la energía, señalando que la
misma al igual que la masa es cantidad y que puede transformarse pero no ser destruida. Desarrolla
de este modo lo que se considerará como el "campo de la dinámica"; la energía, cuando desaparece
en una parte del sistema, tiene que aparecer en otra parte del mismo. Esto llevó a pensar en una
nueva visión del ser humano estudiándolo y comprendiendo como un sistema de energía.
En 1873, Freud comienza sus estudios de medicina, decisión que toma por la lectura de un
ensayo goethiano "La Naturaleza", pues hasta ese entonces pensaba seguir abogacía. Se recibe
tardíamente, en 1881, por dedicarse de lleno a trabajos de investigación. Su primer investigación versó
por Carl Claus, quien motivó a Freud a que realizara su primera publicación científica. En ella señala la
posibilidad de que la diferenciación sexual de las anguilas no estuviera determinada genéticamente
(intersexualidad), sin advertir en aquel momento las vueltas posteriores que tendrá para él la temática
sexual. Luego, realiza investigaciones en el Instituto de Fisiología dirigido por el destacado
investigador Ernst Brücke, donde desarrolla una brillante carrera de investigación y gana en 1885 un
concurso como docente de neuropatología. En 1886 la facultad lo beca para continuar sus estudios en
París, y Freud elige la Clínica de la Salpertrière. Se interesa allí por los trabajos sobre la histeria
dirigidos por el médico Jean M. Charcot y descubre el aspecto psicológico de la neuropatología y
también la técnica de la hipnosis. Tanto esta última experiencia como las novedosas
conceptualizaciones sobre fisiología dinámica de Brücke (quien sostenía que el organismo vivo es un
sistema dinámico al que se le pueden aplicar las leyes de la física y de la química), marcarán un
camino a seguir en sus posteriores investigaciones. Tomando los aportes de Brücke pero
extendiéndolos a lo psicológico, configura una hecho trascendental cuando construye una psicología
dinámica que intenta dar cuenta del conflicto psíquico.
A partir del trabajo realizado con el destacado médico clínico A. Breuer sobre un caso de
histeria y por las experiencias posteriores con sus pacientes, Freud nota que los mismos manifestaban
conscientemente la búsqueda de una solución a sus dolencias; pero por otro lado se hacían evidentes
otras fuerzas que se resistían a ello. Así llega a la conclusión de que los síntomas neuróticos son el
resultado de motivaciones inconscientesocultas para el paciente. Elaborará poco a poco la
conceptualización de una aparato psíquico dividido en Sistemas: Consciente, Preconsciente e
Inconsciente, tomando el término aparato no sólo en el sentido médico sino fundamentalmente del
concepto original de la física, en el sentido de trabajo, de transformación de energía. Según esta nueva
conceptualización, el sujeto intentará mantener la cantidad de excitación o energía contenida en un
5
nivel tan bajo o constante como sea posible, lográndolo mediante la descarga o evitando aquello que
pudiera aumentarla.
A este trabajo de lo psíquico lo denominará posteriormente "principio de constancia". La
diferenciación en sistemas del aparato psíquico permite comprender el pasaje de energía libre a
energía ligada. La energía libre es la que fluye libremente en el inconsciente de una representación a
otra buscando su descarga. El pasaje al sistema preconsciente-consciente le permite ligarse a una
representación, posibilitando distintas vías posibles para su descarga, siendo ésta una de las formas
de comprensión del fenómeno psíquico desde el modelo económico.
El pensamiento generalizado de aquella época partía de una concepción iniciada por el
Iluminismo, la que se fundaba en la razón y en el conocimiento científico para arribar a la verdad:
"Sapere Aude", Ten valor de servirte de tu propia razón (Kant). Pero el amplio espectro cultural
contemplaba otras formas de pensar, por ejemplo ciertas corrientes de la literatura se inclinaban por lo
emocional, la sensibilidad y lo instintivo, como caminos de acceso a la verdad.
En el libro La literatura de Freud de S. Kobrin, se señala la notable influencia del romanticismo
alemán en él. "Esta corriente literaria estuvo ligada a la exaltación de los aspectos profundos y oscuros
de la conciencia, a la aparición de la idea del inconsciente, a la revaloración de los sueños y a la
resignificación del concepto de locura. Será por medio de los sueños, mitos y poesías que intentarán
conectarse con lo cósmico absoluto." Cercano a esta corriente podemos citar a Goethe, de quien fuera
lector el joven Freud. Dice Goethe en relación al concepto de inconsciente: "El hombre no puede
permanecer mucho tiempo en el estado consciente; debe resumergirse en el inconsciente, porque allí
vive la raíz de su ser" (cita de S. Kobrin).
Freud, en uno de sus últimos artículos, se refiere a aquellos aproximaciones previas a la
formulación de dicho concepto psicoanalítico:
"El concepto de inconsciente ha estado desde hace tiempo llamando a las puertas de la psicología
para que se le permita la entrada. La filosofía y la literatura han jugado con frecuencia con él pero la
ciencia no encontró cómo usarlo. El psicoanálisis ha aceptado el concepto, lo ha tomado en serio y le
ha dado un contenido nuevo." Algunas lecciones elementales del psicoanálisis (1938).
En efecto, como la ciencia estaba tan preocupada por la medición, la experimentación y la
objetividad, los aspectos más irracionales del ser humano sólo eran abordados por la literatura. Cada
época histórica está determinada por una particular forma de construir la realidad, de valorar los
aspectos del acontecer social, de seleccionar lo que considera prioritario. Este estructurante originario,
que determina el pensar y el hacer, es el "imaginario social". Concepto que nos permite dar cuenta de
la particular red de significaciones del incipiente desarrollo de la modernidad; es a partir del siglo XVIII
cuando claramente comienza a establecerse una nueva forma de ver la realidad y el ser humano. De
la certeza de la religión y del saber especulativo de la filosofía, se pasa a la búsqueda de la "certeza" a
través de la ciencia. Pero la filosofía racionalista que se constituye a partir del cógito cartesiano
marcará los límites de este nuevo saber.
6
Las nuevas estructuras económicas y sociales favorecen el desarrollo de la individualidad, la
que venía construyéndose desde el Renacimiento, y dan paso a la subjetividad moderna. La razón
será el instrumento para controlar el hacer y el sentir del sujeto ofreciéndole el camino de su desarrollo
personal y de su felicidad.
La ruptura con la filosofía racionalista
Pese a su imperio, la razón sufrió varias heridas por no poder cumplir con todo aquello que
prometía.
"Experimentamos la impresión de que la civilización es algo que fue impuesto a una mayoría contraria
a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y cohersión. Luego, no es
aventurado suponer que esta dificultades no son inherentes a la esencia misma de la cultura
desarrollada hasta ahora.
...Mientras en el dominio de la naturaleza ha realizado la humanidad continuos progresos y pueden
esperarse aún mayores, no puede hablarse de un progreso análogo de las relaciones humanas.
...los límites de la educabilidad del hombre supondrán también los de la eficacia de tal transformación
cultural." El porvenir de una ilusión (1927).
Las primeras críticas a los valores de la modernidad comienzan a fines del siglo XIX. Tanto P.
Ricocur como M. Foucault, pese a ser filósofos de posiciones muy distintas, comparten la idea de que
las tres grandes obras que cuestionan el pensamiento moderno son: El Capital de K. Marx (1867), El
nacimiento de la tragedia de F. Nietzche (1878) y La interpretación de los sueños de S. Freud (1900).
Estos tres grandes "maestros de la sospecha" llevan a cabo la desmitificación de la razón y despejen
el horizonte para dar paso a una palabra más auténtica, no sólo a través de la crítica sino también por
la intervención de un arte de interpretar. Descartes triunfa desde la duda sobre la cosa, por la
evidencia de la conciencia; ellos triunfan desde la duda sobre la conciencia por una exégesis del
sentido (J. Carvallo).
Para el pensamiento marxista el materialismo es el alma con el que se trata de abolir la
filosofía, que estaría al servicio de la burguesía (idealismo). Para Marx será la realidad social la que
determine la conciencia de los seres humanos.
Por otro lado, Nietzsche denunciará la fragmentación de la realidad, cuestionando la noción de
verdad y de mundo verdadero, poniendo en tela de juicio los ideales morales vigentes. Freud dirá que
su intuición se anticipó a los descubrimientos del psicoanálisis, nadie hasta él había sido tan
consciente de la dualidad de la conducta humana.
P. Ricoeur, en Hermenéutica y psicoanálisis explica que la filosofía parte de que las cosas son
dudusas, que no son tal como se nos aparecen, pero de lo que no duda es de que la conciencia de
sentido, pero si la conciencia no es entonces lo que cree ser debe instituirse una nueva relación entre
lo manifiesto y lo latente. Esta nueva relación correspondería a aquella que la conciencia había
instituido entre la apariencia y la realidad de la cosa.
7
La conciencia, fuente de conocimiento y autodominio, se tornará para Freud casi tan oscura
como el inconsciente mismo, dejando caer la ilusión de la plena conciencia de sí.
"...las fuerzas irracionales de la naturaleza humana son tan fuerzas que las fuerzas racionales tienen
escasas posibilidades de éxito. La mayoría de los hombres se sienten cómodos viviendo con sus
engaños y supersticiones en lugar de la verdad." El porvenir de una ilusión (1927).
La razón, entonces, para el psicoanálisis deja de ser la única vía posible para dar cuenta del
sujeto y su mundo, y se interna para explorar y dar a luz a los aspectos más irracionales, fuentes
ocultas de motivación de la conducta humana.
A diferencia de Descartes quien sostenía "pienso, luego existo", J. Lacan en sus Escritos va
sostener desde el psicoanálisis "pienso donde no soy, y soy donde no pienso".
Pero el psicoanálisis no deja de tener en cuenta la conciencia. Freud nos va decir que la
conciencia es engañosa pero es lo único con que contamos para descubrir el discurso del
inconsciente, verdadero estructurante originario del sujeto. El psicoanálisis provoca un cierto malestar
en la filosofía. el discurso pasa a ser otro después de su obra. Los fantasmas que rodeaban a la
filosofía racionalista ya no pueden obviarse. Freud rescatará al sujeto allí donde el sinsentido y la
contradicción cobran una singular significación.
Génesis del concepto de inconsciente y la ruptura con la psicología de la conciencia
En el último cuarto de siglo XIX se configura una psicología científica que constituye su objeto
de estudio a partir del análisis de los hechos de conciencia. Esta psicología se caracterizaba por se
experimental y centrarse en el estudio de las funciones. Si bien no se descartaba la existencia de ideas
latentes, por debajo del nivel de conciencia (subconsciente), a este y a otros fenómenos psíquicos se
los dejaba de lado por considerarlos nimios o carentes de fuerza. A fines de siglo algunos hombres de
ciencia comenzaban a interesarse por el fenómeno de la sugestión y en especial por la hipnosis, cuyos
orígenes se rescatan de los trabajos realizados por el médico vienés Mesmer (magnetismo animal o
mesmerismo). Paralelamente el interés popular se inclinaba por el ocultismo y el espiritismo, lo que
fuera denominado por Pierre Richet como metapsíquica. Comienza a generarse así una idea colectiva
de que el psiquismo rebasa el campo de la conciencia.
Sobre el término inconsciente podemos encontrar antecedentes pre-freudianos. Así como
citamos antecedentes en la literatura por parte del romanticismo alemán, desde la ciencia el
reconocimiento oficial del término fue adjudicado al médico y filósofo Pierre Janet, en cuya tesis para el
doctorado en letras (1889), y luego en el de medicina (1893), señala que en las regiones inferiores del
yo pueden aparecer segundas personalidades que le hagan ejecutar al individuo actos cuya causa
desconoce. Sin embargo, lo más importante para Janet es la "conciencia vigil", que asegura en su
fusión con lo real el estado normal del individuo. Por eso no duda de que la disgregación de este poder
de síntesis sea lo que abre la puerta a las manifestaciones inconscientes, es decir a las "formas
inferiores de la actividad humana". En sus investigaciones se propone penetrar en los procesos
8
psíquicos de la histeria entendiéndola como una alteración degenerativa del sistema nervioso, que se
manifiesta en una innata debilidad de la síntesis psíquica, incorporando por lo tanto a sus ideas, la
influencia de las doctrinas dominantes en Francia sobre la herencia y la "degeneración". Mientras
tanto, su maestro Charcot sostenía que tanto la hipnosis como la histeria eran una condición morbosa
del sistema nervioso.
Paralelamente, en Nancy (Francia) Liebeault y Bernheim afirmaban, a diferencia de Charcot,
que la hipnosis no era un estado patológico sino un sueño ordinario inducido por sugestión.
Concluyeron, a partir de sus investigaciones que los sujetos no podían dar cuenta de que la acción que
ejecutaban había sido inducida durante la hipnosis (sugestión post-hipnótica) y sí podían hacerlo si se
insistía posteriormente para que recordaran.
Algunos años después de su experiencia con Charcot, Freud se dirige a la escuela de Nancy a
perfeccionarse en la técnica de la hipnosis.
"Fui testigo de las experiencias de Bernheim con los enfermos del hospital, adquiriendo intensas
impresiones de la posible existencia de poderosos procesos anímicos que permanecían sin embargo,
ocultos a la conciencia." S. Freud, Autobiografía (1924).
El destacado médico clínico vienés, J. Breuer había atendido en el año 1880 a una joven
paciente con el cuadro polisintomático de histeria. Su nombre, para la literatura psicoanalítica, será
Ana O. (aunque su verdadero nombre fue Berta Papenheim) a quien aplicó como método terapéutico
la hipnosis. Esto le permitió a la paciente hablar acerca de las causas relacionadas con sus síntomas,
temática que no recordaba sino a través de esta técnica. Breuer observa que al salir a la luz estos
sucesos juntamente con el afecto que ellos habían suscitado, los síntomas desaparecían. Años
después de dicho tratamiento, junto con Freud, presentan un trabajo teorizado sobre la experiencia
denominando al método utilizando hipnosis catártica (Estudios sobre la histeria, 1895).
A partir de esta primeras teorizaciones y ya con la experiencia de sus propios pacientes, Freud
bosqueja algunas hipótesis, no todas compartidas por su colega, comenzando así a separarse de él.
En el mismo año (1895), un sueño con una de sus pacientes (Sueño de la inyección a Irma), lo lleva a
profundizar aún más en su historia clínica, lo que le permite empezar a sentar las bases para su
posterior obra La interpretación de los sueños y la teoría psicoanalítica.
Freud arriba así a una nueva y reveladora conceptualización del inconsciente, produciendo
la caída hegemónica de la conciencia en el psiquismo humano. Aquellos recuerdos olvidados a los que
no se les daba mayor importancia, se considerarán como determinantes de los fenómenos psíquicos,
pero estos contenidos sólo accederán a la conciencia una vez superado un mecanismo denominado
por él como represión. Este es un mecanismo por el cual el sujeto desaloja de la conciencia aquello
que puede tomarse displacentero a sus aspiraciones conscientes.
Desde sus primeras teorizaciones Freud comienza a bosquejar el concepto de "determinismo
de la vida psíquica", aludiendo a que las vivencias y los actos del sujeto no son azarosos sino que
están ligados a una causalidad, por lo que los sueños, síntomas y actos fallidos serían una forma
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enmascarada de acceso a la conciencia de motivaciones inconscientes, esto es, algunos de los modos
privilegiados del retorno de lo reprimido.
Partiendo del concepto de determinismo y causalidad (tomado de la física) abandona el método
catártico, ya que la asociación libre y el método de la interpretación suplían ampliamente la técnica de
la hipnosis y permiten acceder a temáticas más profundas y a posteriores elaboraciones7.
Por aquel entonces, la Psicología tradicional relacionaba el deseo con aquellas necesidades
que el individuo aspiraba satisfacer a través del ejercicio enérgico de su voluntad. Será a partir de
Freud que el deseo comienza a cobrar una nueva conceptualización. Aunque por momentos lo utiliza
desde su anterior acepción, el sentido estricto que cobrará para la teoría psicoanalítica lo colocará en
el orden de lo inconsciente y como motor del aparato psíquico. Será irreductible a la necesidad dado
que su origen no es a partir de un objeto real sino de la fantasía. Este origen inconsciente lo lleva a
pretender imponerse más allá de lo anhelado (conciente) por el sujeto o de las imposiciones de la
realidad externa, constituyéndose junto con la defensa en uno de los dos polos del conflicto psíquico.
Se configura así una nueva teoría sobre el sujeto humano, claramente diferenciada desde su
posicionamiento inicial a la psicología, a la sociología o a la psiquiatría. Considera un sujeto
inconsciente que opera a través de sus deseos y que a su vez está estructurado por ellos, pero de los
que no puede dar cuenta conscientemente. Su teoría hace ruptura con el concepto de individuo
(indiviso, no divisible) vigente, para partir de la consideración de una escisión básica del sujeto
(inconsciente/consciente), punto de partida de la predisposición universal a la neurosis. Tal escisión da
lugar así a un nuevo sujeto epistémico.
Con respecto a las consideraciones preliminares a Freud sobre el inconsciente, J. Lacan
comentará en el seminario Nº 11: "El inconsciente freudiano no es en absoluto el inconsciente
romántico de la función imaginativa. No es el lugar de las divinidades de la noche... A todos estos
inconscientes siempre más o menos afiliados con una voluntad oscura considerada como primordial,
con algo antes de la conciencia, Freud opone la revelación de que a nivel del inconsciente hay algo
homólogo en todos sus puntos con lo que sucede a nivel del sujeto: eso habla y eso funciona de
manera tan elaborada como a nivel de lo consciente, el cual pierde así lo que parecía ser privilegio
suyo."
La ruptura freudiana con algunos conceptos médicos de la época
Freud, médico neurólogo, con importantes y reconocidas investigaciones en el campo de la
medicina durante los primeros años de su vida profesional, poco a poco se aleja de algunas
conceptualizaciones básicas que sostenía la ciencia médica, cuando empieza a explorar el campo de
los fenómenos psíquicos. Uno de sus primeros trabajos sobre el tema, Proyecto de una psicología
para neurólogos, señala este momento de transición. La exigencia médico-científica de su formación lo
lleva a insertar los descubrimientos de los procesos psíquicos primarios (inconscientes)
y secundarios (conscientes) dentro de una concepción claramente biológica, ya que los relaciona al
10
sistema neuronal. Sin embargo, terminó desechando este trabajo y no concluyéndolo. Es más,
posteriormente no se refiere a él. Si lo retomamos y analizamos hoy, vemos que contiene en sí el
núcleo de gran parte de los pensamientos del desarrollo posterior de la teoría psicoanalítica freudiana.
Pero quizás, la ruptura que comienza a realizar Freud con la medicina, tiene también otros
orígenes.
"De joven no ansiaba más que el conocimiento filosófico, y ahora estoy en camino de satisfacer este
anhelo al pasar de la medicina a la psicología." Carta a Fliess (1896).
Es así como a través de la escucha de sus pacientes, llega a determinar varias hipótesis que
irá confirmando posteriormente. Una de ellas es que los síntomas neuróticos son de origen psíquico,
postura diferente a la de la medicina que buscaba afanosamente el origen somático de los mismos,
pasando a denominar a las neurosis (enfermedad de los nervios) como psiconeurosis.
"Allí donde los demás postulan un concomitante somático, nosotros postulamos la idea de un
inconsciente" Esquema del psicoanálisis (1923).
El inconsciente como tal es un constructo teórico que permite dar cuenta del fenómeno
psíquico; no teniendo entonces una localización anatómica, el inconsciente freudiano tendrá un
"carácter psíquico".
Una de las diferencias con Breuer es que para Freud, los contenidos que caen bajo represión
van a estar siempre referidos a una temática sexual. Pero no sólo al modo en que Charcot asociaba a
las histéricas con problemas de alcoba o como el saber popular que asociaba sólo genitalidad a
sexualidad. Freud va a abordar este concepto desde una significación más amplia. Es así que lo va a
entender como la búsqueda de placer que nos acompaña a lo largo de la vida, cursando
diferentes fases del desarrollo psicosexual hasta llegar a la genitalidad. Se mete de lleno en un terreno
hasta entonces vedado, la sexualidad infantil. Esta temática, junto con la importancia que asignó al
Complejo de Edipo8, generó una reacción adversa en los círculos culturales y científicos de la época,
resistencia que, en menor escala, aún perdura a través de diferentes modalidades.
"No deja de ser singular el hecho de que todos los autores que se han ocupado de las investigaciones
de las cualidades y las reacciones del adulto sobre la sexualidad, hayan dedicado más atención a
aquellos tiempos que caen fuera de la vida del sujeto, a la vida de sus antepasados, antes que a la
vida infantil. Reconociendo así mucho más la influencia de la herencia que a la niñez misma del
sujeto." Tres ensayos para una teoría sexual (1905).
El atravesamiento del complejo nuclear (Complejo de Edipo) determinará un tinte particular en
la sexualidad de cada sujeto. Si bien nacemos hombre o mujer, la masculinidad o la feminidad será
resultado fundamentalmente del transcurso de los primeros años de vida. "Frente a los modelos
imperantes de sexualidad en cada período histórico, el psicoanalista deberá apuntar a la manera
singular en que en cada sujeto y sus vínculos se despliega el deseo", ya que para el psicoanálisis no
hay un saber normativo y universal.
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La utilización de la técnica de la asociación libre instaurará una nueva modalidad en la relación
con el paciente, abriendo el camino para una dignificación del mismo, a través de la escucha del
analista, aún en los estados delirantes.
"La investigación psicoanalítica de la paranoia sería imposible si no nos permitiésemos ver que los
pacientes revelan espontáneamente, aunque alterado por la deformación, aquello que los neuróticos
ocultan como su más íntimo secreto." Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia
(1910).
Se produce así un corrimiento del saber médico imperante al saber del paciente. El
psicoanalista a través de su técnica, sólo ayudará a develarlo.
Primera formulación freudiana del aparato psíquico
La consideración de este tema la podemos rastrear en los primeros bosquejos que presenta
Freud en el capítulo VII de la La interpretación de los sueños (1900), si bien su pleno desarrollo se
plantea en los trabajos metapsicológicos del año 1915. El término metapsicología fue utilizado en los
comienzos de sus investigaciones para situarse "al otro lado de la conciencia" propuesta por la
psicología tradicional; posteriormente retomará el término para referirse a todo proceso psíquico en
sus relaciones tópicas, dinámicas y económicas. Esta primera formulación desde una concepción
tópica supone una diferenciación en sistemas dotados de características y de funciones diferentes,
además de una disposición en un determinado orden entre sí, lo que permite considerarlos como
lugares psíquicos, otorgándoles por lo tanto una representación espacial figurada.
La diferenciación en sistemas va unida a una concepción dinámica de la teoría, según la cual
estos lugares psíquicos se hallan relacionados entre sí como un conflicto de fuerzas. Desde
la concepción económicase podrán explicar los procesos psíquicos entendiéndolos como el resultado
de la circulación y la distribución de la energía pulsional, por lo que cada sistema tratará de establecer
el nivel más bajo posible de la energía que por él circula. Cuando hablamos de energía nos referimos a
la transformación de energía somática en energía psíquica y no de consideraciones místicas o
metafísicas. Se enlazarán así las tres formas de aproximación teórica que permiten dar cuenta del
fenómeno psíquico.
Utilizando un recurso didáctico para la descripción de esta tópica, Freud nos propone
representarnos la imagen de un iceberg. Aquello que se nos representará de él está comparable al
sistema Percepción-Conciencia. El nivel del mar será una censura (segunda) que nos obstaculizará la
clara visualización de su continuación; pero con un esfuerzo voluntario podremos observar su
prolongación. Este nuevo contorno se corresponderá al sistema Preconsciente. Cada vez, será más
difusa su percepción hasta llegar a un punto en que sabiendo que se continúa no podemos ya dar más
cuenta de él, denominando a este límite perceptivo, represión o primer censura. Aquello de lo que ya
no podremos dar más cuenta será el sistema inconsciente, sabiendo que se corresponde a la mayor
parte de la estructura del iceberg, lo que lo constituye como tal.
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Esta figuración imaginativa nos permite introducirnos en el tema y así inferir dos conceptos
fundamentales: el de represión y el de inconsciente, que diferencian claramente a la teoría
psicoanalítica.
Con respecto a la represión diremos que es una fuerza de desalojo de aquellos contenidos que
son vividos como displacenteros para el sentir consciente. Será displacentero, para cada sujeto,
aquello que dependa o guarde relación con contenidos reprimidos, fundamentalmente ligados a la
historia sexual infantil. Aunque con diferencias particulares puede considerarse su función como
universal ya que se constituye como el determinante de la escisión básica entre inconsciente y
consciente de todo sujeto. El proceso de represión no suprime ni destruye los contenidos
displacenteros sino que estos pasarán a formar parte del orden de lo inconsciente, pero ya sea por
desencadenantes internos o externos, dichos contenidos pueden cobrar una mayor fuerza e
intentarán retornar a la conciencia. Lo reprimido, dice Freud, siempre tiende a retornar, pero por efecto
de la fuerza de la represión lo hará por un camino indirecto, en forma desfigurada o de alusión a través
de las formaciones del inconsciente: síntomas, sueño, acto fallido, o deslizándose en el discurso.
Las representaciones inconscientes están siempre ligadas a una pulsión; en tanto lo pulsional
no puede devenir nunca consciente, lo hará a través de una idea que lo representa. El modo en que
podemos dar cuenta de la existencia de la representación es a través de la resistencia; a manera
defensiva, en actos o palabras, el sujeto vivenciará como ajeno a él todo contenido inconsciente, en
tanto éstos revelan deseos. Tanto la resistencia como la represión actúan con las mismas fuerzas.
Para ilustrar estos conceptos tomaremos un ejemplo que da Freud en una conferencia en la
Universidad de Clark (EE.UU.) en el año 1909.
"Acaso me sea lícito ilustrarles el proceso de la represión y su nexo con la resistencia mediante un
grosero símil que tomaré, justamente de la situación en que ahora nos encontramos. Supongan que
aquí, dentro de esta sala y entre este auditorio cuya calma y atención son ejemplares, se encontrara
empero un individuo revoltoso, que me distrajera de mi tarea con sus impertinentes risas, charlas,
golpeteo con los pies. Y que yo declarara que así no puedo proseguir la conferencia, tras lo cual se
levantarán algunos hombre vigorosos entre ustedes y tras una breve lucha pusieran al barullero en la
puerta. Ahora él está 'desalojado' (reprimido) y yo puedo continuar mi exposición. Ahora bien, para que
la perturbación no se repita, si el expulsado intenta volver a ingresar a la sala, los señores que
ejecutaron mi voluntad colocan sus sillas contra la puerta y así se establece como una 'resistencia' tras
un esfuerzo de desalojo (represión) consumado. Si ustedes transfieren las dos localidades de lo
psíquico como lo inconsciente y lo consciente, obtendrán una imagen bastante buena del proceso de
represión."
Podemos así arribar a la idea de que el inconsciente se irá conformando a partir de la
represión, especialmente con aquellos contenidos relacionados a la historia sexual infantil. Pero no por
ello debemos dejar de señalar que Freud va a hablar de un proceso hipotético denominado represión
originaria, que se constituirá en la base por la que se ejerce posteriormente la represión, ya que una
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representación no puede ser reprimida sino lo es por la atracción proveniente de contenidos que ya
son inconscientes. Agrega así, a esta construcción hipotética, las fantasías originarias (vida
intrauterina, escena originaria, castración, seducción), que son el resultado del patrimonio filogenético
y las organizadoras de las fantasías del sujeto.
Todos los contenidos (deseos, representaciones) alojados en el inconsciente están regidos por
una legalidad propia de este sistema, y tienen entonces la particularidad de ser ruptura con respecto al
principio kantiano que sostiene que el tiempo y el espacio son dos formas necesarias de todo
pensamiento. Para el psicoanálisis, los contenidos inconscientes no están ordenados temporalmente, y
nada de ellos será modificado por el tiempo, manteniendo la misma intensidad y fuerza que le dio su
origen, subsistiendo en él el inconsciente infantil entrelazado con lo actual. Freud comentará: como las
sombras del Hades en la Odisea, hasta que algo realimente las huellas mneumenicas para que
vuelvan a hablar.
Ausentes de contradicción. En el inconsciente se encuentran deseos que a nivel consciente
serían vividos conflictivamente por ser contradictorios; por ejemplo, el amor al padre admirado y el odio
al padre rival, como derivación del Complejo de Edipo.
Regidos por el principio de placer. Es uno de los dos principios que rige el funcionamiento
mental. Tiene por finalidad evitar lo displacentero y procurar el camino para darle libre acceso al
placer. Tiende a imponer el deseo originado por la descarga pulsional sin atender a los obstáculos que
pueda presentar la realidad exterior. El inconsciente interpretará la realidad sólo acorde a sus deseos
(realidad psíquica). La pulsión buscará así su descarga por el camino más corto.
Proceso primario. El análisis de los contenidos oníricos permitió a Freud el conocimiento del
funcionamiento psíquico y llegar a la conclusión de que los sueños no carecen de sentido sino que hay
un deslizamiento permanente de éste. El inconsciente tendrá así la posibilidad de desplazar los valores
o investiduras que las representaciones tienen, pudiendo condensarse en una nueva representación.
No se establece entonces una fijeza en la representación, porque intervienen para ello las dos formas
de funcionamiento anteriormente citadas. En el desplazamiento a un representación originariamente
sin intensidad y significación puede atribuírsele un nuevo valor psíquico, adquiriendo así la intensidad y
la significación originalmente atribuida a otra. Esta nueva representación que desplaza a la anterior,
está ligada a la primera por una cadena asociativa. Tomaremos como ejemplo una cita de Freud con
respecto al olvido de nombres propios:
"En tales casos sucede que no sólo se olvida, sino que además se recuerda erróneamente. A la
conciencia del sujeto que se esfuerza en recordar el nombre olvidado acuden otros nombres
sustitutivos que son rechazados en el acto como falsos, pero que, sin embargo, continúan
presentándose en la memoria con gran tenacidad. El proceso que os había de conducir al nombre
buscado se ha desplazado y nos ha llevado a un sustitutivo erróneo. Mi opinión es que tal
desplazamiento no se halla a merced de un mero capricho psíquico sino que sigue determinadas
trayectorias regulares y perfectamente calculadas, o por decirlo de otro modo, presumo que los
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nombres sustitutivos están en visible conexión con el buscado..." Psicopatología de la vida cotidiana
(1901).
Debemos destacar que tanto el desplazamiento como la condensación no son sólo una manera
de eludir la censura sino una característica del pensamiento inconsciente. En el inconsciente, las
representaciones son esencialmente imágenes visuales, que no están ligadas a un lenguaje verbal
sino a lo que Freud denominó representación cosa, a diferencia del sistema preconsciente donde las
representaciones están ligadas al lenguaje verbal, lo que le permitirá al sujeto tomar conciencia de los
contenidos inconscientes (representación palabra).
El sistema preconsciente contiene aquellas representaciones, ideas y recuerdos que no están
presentes en el campo actual de la conciencia pero que con un pequeño esfuerzo tiene libre acceso a
ella. Su funcionamiento está acorde con la lógica que reconocemos como propia por lo que su
legalidad tiene las siguientes características:
Se rige el proceso secundario, a diferencia del proceso primario, no admite el libre
desplazamiento y la condensación; cualquier representación no puede ocupar el lugar de otra y si esto
ocurre, por ejemplo en la metáfora, debe guardar una relación lógica o poética con la primera.
Temporalidad: esta característica permite una organización cronológica de lo vivido,
diferenciando los recuerdos de vivencias infantiles y los actuales.
Principio de contradicción: intenta resolver los conflictos que puedan ocasionar dos contenidos
que se contrapongan lograr una solución ya que no es lo mismo amar u odiar a una misma persona.
Principio de realidad: tiene la característica de cumplir una función reguladora con respecto al
principio de placer, postergando las demandas inconscientes, o dándole curso mediante rodeos de
acuerdo a las condiciones que plantea el mundo exterior.
La oposición entre proceso primario y secundario corresponde a la forma de circulación de la
energía psíquica en libre y ligada, y paralelamente a la oposición entre principio de realidad y principio
de placer.
La conciencia es un momento fugaz, donde las representaciones o ideas, una vez que
acceden voluntariamente a ella, dejan inmediatamente su lugar a otros contenidos. Esto permite un
orden y una discriminación en el pensamiento consciente del sujeto.
Situada, tópicamente, en la periferia del aparato psíquico, cumple la función de diferenciar las
percepciones internas y externas dentro del conjunto de los fenómenos mentales, constituyéndose en
lo que Freud denominó, el Sistema Percepción-Conciencia. Será entonces un "lugar de percepción
anímica" con respecto a pensamientos, recuerdos, sentimientos, sensaciones placenteras y
displacenteras. Dispone para ello de la atención, aunque se ejercicio no es totalmente independiente
del funcionamiento del aparato psíquico en su totalidad.
La relación con el preconsciente es que éste cumple la función de almacenamiento de
recuerdos y vivencias, que con poco esfuerzo permiten vencer la segunda censura dejando a los
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contenidos en un libre acceso a la conciencia. Como ambos sistemas participan de la misma legalidad,
Freud se refiere a ellos unificándolos como Sistema Preconsciente-Consciente.
Si bien el psicoanálisis produce una profunda ruptura, al elaborar esta tópica, con los
postulados de la psicología clásica, no por ello deja de considerar la importancia de la conciencia en el
funcionamiento psíquico del sujeto. La finalidad del análisis será hacer consciente lo inconsciente, esto
implicará un levantamiento de la represión integrando los contenidos inconscientes al sistema
preconsciente-consciente. Esta labor denominada trabajo elaborativo consiste en darle palabra a los
contenidos inconscientes. El tiempo que llevará la misma será lo que permitirá la integración
progresiva de estos contenidos a la verbalización por parte del sujeto. El pasaje de la representación
cosa a la representación palabra será lo que permita la toma de conciencia.
En las conferencias citadas anteriormente en la Universidad de Clark, Freud señala que uno de
los caminos de las representaciones que en algún momento ingresaron a la conciencia es la
sublimación; un mecanismo mediante el cual la energía de las mociones infantiles de deseo no es
bloqueada sino que se canaliza hacia otro fin, siendo el mismo reconocido y valorado socialmente.
Aunque su fin aparentemente ya no es sexual, la energía que lo sustenta halla sus fuerzas en una
pulsión sexual. Freud considerará como muy importante la capacidad de sublimación por parte del
sujeto para los resultados del tratamiento analítico.
Como ilustración del levantamiento del mecanismo de represión continuaremos con el ejemplo
dado por Freud en la conferencia antes citada.
"...Consideremos que con el distanciamiento del miembro perturbador y la colocación de los
guardianes ante la puerta el asunto no necesariamente queda resuelto. Muy bien puede suceder que
el expulsado, ahora enconado y despojado de todo miramiento, siga dándonos qué hacer. Es verdad
que ya no está entre nosotros; nos hemos librado de su presencia, de su risa irónica, de sus
observaciones a media voz, pero en cierto sentido, el esfuerzo de desalojo no ha tenido éxito, pues
ahora de ahí afuera genera un espectáculo insoportable, y sus gritos y sus golpes de puño que aplican
contra la puerta estorban mi conferencia más que antes su impertinente conducta. En tales
circunstancias no podríamos menos que alegrarnos si, por ejemplo, nuestro estimado presidente, el
Dr. Stanley Hall, quisiera asumir el papel de mediador y apaciguador. Hablaría con el miembro
revoltoso ahí afuera y acudiría a nosotros con la exhortación de que lo dejáramos reingresar,
ofreciéndose él como garante de su buen comportamiento. Obedeciendo la autoridad del Dr. Hall, nos
decidimos entonces a cancelar de nuevo el desalojo, y así vuelven a reinar la calma y la paz. En
realidad no es una figuración inadecuada de la tarea que le compete al médico en la terapia
psicoanalítica de la neurosis."
Las formaciones del inconsciente
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Se podrá ya acordar que el concepto de inconsciente freudiano posee las características de ser
un existente psíquico, de ser reprimido y agregaremos, de ser eficaz, y lo es en tanto produce efectos:
sueños, síntomas y actos fallidos.
El psicoanálisis no sólo ha oído sino que ha podido escuchar, otorgando sentido al sinsentido
en que se manifiestan las formaciones del inconsciente.
Por ejercicio de la represión, los contenidos inconscientes, retornan deformados a la
conciencia, como resultado de una transacción o compromiso entre el deseo que pugna por su
satisfacción y la defensa que intenta mantenerlo reprimido. En el análisis de estas formaciones de
compromiso o sustitutivas, podemos observar la legalidad y el modo de funcionamiento del
inconsciente (desplazamiento y condensación).
Desde un principio Freud escuchó a sus pacientes con frecuencia relatar algunos de sus
sueños y que éstos eran tan incomprensibles para ellos como sus síntomas. El análisis de estos
relatos lo lleva a establecer una relación entre los mismos.
"El fenómeno onírico es por sí mismo un síntoma neurótico que presenta, además, la inapreciable
ventaja de poder ser observado en todo el mundo, incluso en los individuos de salud normal."
Lecciones introductorias al psicoanálisis (1916).
Arriba así a la conclusión de que en ambos casos el deseo imaginariamente se ve cumplido.
En la vida despierta los deseos se hallan sometidos por la censura. La disminución de la misma
durante el dormir permite que estos deseos tengan mayor posibilidad para manifestarse. La función del
sueño es la de ser el medio por el que se suprimen las excitaciones psíquicas que acuden a perturbar
el reposo, supresión que se efectúa por medio de una satisfacción alucinatoria.
El sueño para el psicoanálisis es un fenómeno psíquico pero que se torna como una
manifestación incomprensible, aunque es muy probable que el sujeto sepa de qué se trata: "no
sabiendo que lo sabe, cree ignorarlo".
"Dichos sueños han sufrido una deformación; el proceso psíquico que entrañan hubiera debido hallar
originalmente una muy diferente traducción verbal.
Hay que diferenciar el contenido manifiesto del sueño, tal y como se lo recuerda con extrema
vaguedad por la mañana, que se reviste penosamente y con aparente arbitrariedad de palabras, de las
ideas latentes del sueño, que permanecen en lo inconsciente...
De este modo resulta tan difícil para el sujeto reconocer el sentido de sus sueños como para el
histérico, la relación y el significado de sus síntomas." Psicoanálisis (1909).
La elaboración del sueño será la labor que transforma el sueño latente en el sueño manifiesto.
Los efectos de la misma son: el desplazamiento, la condensación y la transformación de las ideas en
imágenes visuales; no es ésta la única forma en que las ideas se pueden revestir, pero las imágenes
constituyen lo esencial en la formación de los sueños.
El sueño manifiesto, como resultado de la elaboración, se puede considerar como una
manifestación enmascarada de un deseo reprimido.
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"La elaboración onírica nos hace remontar a una doble prehistoria: en primer lugar a la prehistoria
individual, o sea a la infancia, en tanto y en cuanto todo individuo reproduce abreviadamente en el
curso de su infancia al desarrollo de la especie humana, la prehistoria filogenética." Lecciones
introductorias al psicoanálisis (1916).
Los sueños serán estimulados por deseos sexuales infantiles y actuales, dice Freud, a veces
con tan desenfrenada licencia, que han hecho necesaria la institución de una censura y de una
deformación onírica.
En su construcción las ideas latentes se entrelazarán con otras ideas que el sujeto puede
recordar y que corresponden a vivencias del día anterior. Estos restos diurnos, bajo una ingenua
apariencia, ya que hallan una relación más o menos lejana con el deseo inconsciente, ofrecen algo
indispensable al sueño, ya que burlarán a la censura expresando bajo esta envoltura contenidos
reprimidos.
"...Estableceremos una distinción entre restos diurnos e ideas latentes, dando este nombre a todo
aquello que averiguamos por medio de la interpretación y reservando al de restos diurnos para una
parte especial de tales ideas. Diremos entonces que a los restos diurnos ha venido a agregarse algo
que pertenecía también a lo inconsciente, o sea un deseo intenso, pero reprimido, y que este deseo es
lo que ha hecho posible la formación del sueño. La acción ejercida por él sobre los restos diurnos crea
un nuevo acervo de ideas latentes, y precisamente aquellas que no pueden ser consideradas como
relaciones y explicables en la vida despierta."
El sueño será entonces un cumplimiento de deseos aunque esto no se puede deducir del
contenido manifiesto ya que puede ser tan engañoso que nos diga lo contrario. El análisis de las
pesadillas, por ejemplo, no suele mostrar este cumplimiento. Lo que ha ocurrido es que se ha expuesto
tan claramente el deseo que lejos de ser aceptado es rechazado.
En 1932, en el artículo Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis, Freud hace una
salvedad señalando al sueño como una tentativa de cumplimiento de deseos, ya que en determinadas
circunstancias el sueño puede conseguir muy imperfectamente sus propósitos o tiene que
abandonarlos; por ejemplo, en los casos de una fijación a un hecho traumático, este hecho puede
hacer fallar el trabajo de la elaboración onírica.
La interpretación analítica a partir de las asociaciones del paciente permitirán acceder al
contenido latente del sueño. Por lo tanto, lo recordado (manifiesto) ya no serán imágenes relacionadas
entre sí sino que pasará a ser un discurso que puede expresar uno o varios deseos.
El simbolismo onírico implica una representación figurada e indirecta de una conflicto que por
este rodeo puede escapar a la censura. El psicoanálisis tomará a toda formación de compromiso como
simbólica, es decir, el resultado de la relación entre el símbolo y lo simbolizado inconsciente.
Todo síntoma posee un sentido que se halla ligado a la vida psíquica del sujeto. Este sentido
fue descubierto por el Dr. Breuer en 1880, mediante el tratamiento de un caso de neurosis. Cabe
señalar que recién publicó esta observaciones diez años después en colaboración con Freud. Este
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descubrimiento se constituye en la base del tratamiento psicoanalítico: partiendo del síntoma se arribó
a la existencia del inconsciente.
"Para expresarlo más directamente, por medio de la investigación de los histéricos y otros enfermos
neuróticos, llagamos al convencimiento de que en ellos ha fracasado la represión de la idea que
entraña el deseo intolerable. Ha llegado a expulsarla de la conciencia y de la memoria ahorrándose así
aparentemente una gran cantidad de dolor, pero el deseo reprimido perdura en lo inconsciente,
espiando una ocasión para ser activado, y cuando ésta se presenta, sabe enviar a la conciencia una
disfrazada e insustituible formación sustitutiva de lo reprimido, a la que pronto se enlazan las mismas
sensaciones displacientes que se creían ahorradas por la represión. Este producto sustitutivo de la
idea reprimido, el síntoma, queda protegido de subsiguientes ataques de las fuerzas defensoras del
yo, y en lugar de un conflicto poco duradero, aparece ahora un interminable padecimiento."
Psicoanálisis (1909).
El síntoma será entonces un signo y un sustitutivo de una expectativa de satisfacción de un
deseo y también del resultado de la represión. Algunos síntomas están más al servicio de la
satisfacción del deseo y otros más al servicio de la satisfacción de la defensa. Estas dos fuerzas
opositoras, por medio de una transacción, se reconcilian en el síntoma. Esto nos muestra cuál es la
causa por la que su disolución presenta tanta resistencia por parte del paciente. Para Freud, la sola
desaparición de un síntoma no implica la disolución de la enfermedad, pues, manteniéndose aún
aquellos contenidos inconscientes que lo originaron, es posible que encuentren nuevas formas de
expresión.
Si profundizamos en la teoría nos dirá también que todos podemos ser considerados
neuróticos pues hasta los supuestamente más sanos llevan en sí las condiciones que posibilitan la
formación de síntomas. Debemos agregar que el síntoma psíquico es perjudicial o por lo menos inútil y
parasitario, y que el sujeto lo realiza en contra de su voluntad experimentando así sensaciones
displacenteras o dolorosas que demandan un esfuerzo psíquico muy alto, quitando dicha energía a
otras actividades.
Freud dirá que es un representante de lo reprimido cerca del yo y de un dominio muy lejano a
él, por lo que el paciente lo vive como incongruente con sus anhelos, incohercible en la medida en que
no lo puede controlar, y como señalamos anteriormente, incomprensible.
La diferencia fundamental con las otras formaciones del inconsciente es que pertenece al
campo de lo psicopatológico, mientras que el sueño y los actos fallidos, pertenecen al campo de lo que
Freud llama "psicopatología de la vida cotidiana".
Con respecto a los actos fallidos, diremos que son aquellas acciones en las que no se obtiene
el resultado esperado conscientemente, sino que éste se encuentra reemplazado por otro sin
justificación aparente alguna. Freud demostró que esta acciones son también formaciones de
compromiso entre la intención consciente y lo reprimido.
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En sentido extenso, el acto fallido no sólo engloba a las acciones aparentemente equívocas
sino también a los lapsus linguae, olvidos, pérdida de objetos, errores en la lectura, en la escritura y
del funcionamiento psíquico en general.
"Así pues el psicoanálisis ha extendido considerablemente la amplitud del mundo de los fenómenos
psíquicos y ha conquistado para la psicología dominios que anteriormente no formaban parte de ella."
Lección IV, Los actos fallidos (1916).
Debemos señalar que estos actos no son fallidos en relación al contenido inconsciente, ya que
ésta es la forma indirecta que encuentra para su emergencia. Citaremos un ejemplo que da Freud en
el artículoPsicopatología de la vida cotidiana (1901) en el que podemos observar una combinación de
actos fallidos que se repiten con notable insistencia.
"Por motivos desconocidos para él había Jones dejado sobre su mesa, durante varios días, una carta,
sin acordarse de echarla. Por último se decidió a hacerlo pero al poco tiempo le fue devuelta por las
oficinas de correo a causa de haberse olvidado de consignar las señas. Corregida esta omisión, echó
la carta, olvidándose esta vez de poner el sello. Después de esto no pudo dejar de ver ya su
repugnancia a mandar dicha carta."
Agregaremos otros actos a los que ya no denominaremos fallidos sino actos casuales y
sintomáticos, que se muestran también como fallidos, inmotivados y faltos de trascendencia, y se
distinguen de los anteriormente citados por la ausencia de otra intención distinta a aquella con la que
tropiezan. Tomaremos como ejemplo a aquellos actos casuales que se realizan sin tener una finalidad
aparente: enrollarse el pelo mientras se habla, dibujar garabatos durante un diálogo telefónico, etc.
Estos actos poseerán un sentido, son pequeños indicios reveladores de otros procesos psíquicos más
complejos.
"Observaréis que el investigador psicoanalítico se caracteriza por una estricta fe en el determinismo de
la vida psíquica. Para él no existe nada pequeño, arbitrario ni casual en las manifestaciones psíquicas;
espera hallar siempre una motivación suficiente hasta en aquellos casos en los que no se suele
sospechar ni inquirir la existencia de la misma, y está incluso preparado a encontrar una motivación
múltiple del mismo efecto psíquico, mientras que nuestra necesidad casual, que suponemos innata, se
declara satisfecha con una única causa psíquica." Psicoanálisis (1909).
El modelo de las series complementarias
Si bien en el comienzo de sus elaboraciones teóricas, Freud parte del concepto de
determinismo en un sentido simple (causa-efecto), pronto percibirá que son varias las causas que
producen un fenómeno psíquico, arribando así a la idea de una sobredeterminación. Es decir, a la
existencia de una superposición de diferentes cadenas causales en relación a un mismo efecto. En
1916, en el artículo "Lecciones introductorias al psicoanálisis", define, con una mayor claridad, que
desde el punto de vista etiológico, confluyen en mayor o menor medida que, según cada caso, tanto
factores endógenos (fijaciones) como exógenos (frustración) para desencadenar una neurosis. La
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fijación a ciertos puntos en la trayectoria infantil del sujeto debe ser comprendida como una
cristalización de una determinada cantidad de energía libidinal.
... Veinte años después
Por el año 1920 el Psicoanálisis se había constituido como un sólido cuerpo teórico que
permitía desde el campo de la ciencia acceder a la compresión de los aspectos más irracionales del
alma humana. A diferencia de sus primeros años había construido un lugar que se expandía en los
diversos círculos científico-culturales. Si bien para muchos su base teórica había encontrado una cierta
estabilidad, no lo fue así para Freud, cuyo espíritu crítico y de investigación continuaba con la misma
fuerza que en sus comienzos. Hasta aquí había arribado a una elaboración de una teoría pulsional
señalando que la misma es una carga energética que impulsa al organismo hacia un fin, y que se
diferencia del instinto ya que éste tiene un objeto y un fin predeterminado. Agrupa las pulsiones en un
parantitético dividiéndolas en pulsiones del Yo o de autoconservación (por ejemplo, hambre)
ypulsiones libidinales o sexuales (amor), sustituyendo éstas luego por las de libido objetal y libido
narcisista.
Partiendo de ciertas conceptualizaciones de la biología, Freud se da cuenta de que ya no
puede explicar la búsqueda de satisfacción por parte del sujeto con esta primer teoría pulsional,
correspondiente a un único tipo de pulsiones, pulsiones de vida (autoconservación, sexuales).
"En los trabajos de mis últimos años, (Más allá del principio de placer, Psicología de las masas y
análisis del Yo y El Yo y el Ello), he dejado libre curso a mi tendencia a la especulación, contenida
durante mucho tiempo y he intentado una nueva solución al problema de la pulsiones. He reunido la
conservación del individuo y de las especies bajo el concepto de Eros, oponiendo a ésta la pulsión de
muerte o de destrucción (tánatos) que elabora en silencio.
... La pulsión es concebida como una especie de elasticidad de lo animado; esto es como una
aspiración de reconstruir una situación que existió alguna vez y fue reprimida." Autobiografía (1924).
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El concepto antitético entre Eros, pulsiones de vida y Tánatos, pulsiones de muerte, recibió
fuertes resistencias en el seno del círculo psicoanalítico; Freud ya estaba acostumbrado a ello y
persistió en esta teoría hasta el final de su obra.
"Recuerdo mi propia resistencia cuando la idea de la pulsión de destrucción me apareció por primera
vez, y cuánto tardé en aceptarla." El malestar en la cultura.
J. Schabelson señala que el ser humano a lo largo de la historia sintió la muerte como un
hecho ajeno a sí mismo, que corta el hilo de la vida, inexplicable desde lo racional y por lo tanto librado
a lo religioso, a la voluntad de Dios. Tanto Freud como Heidegger (en sus primeros trabajos) producen
una ruptura con respecto al concepto de muerte; para ellos será una condición previa para la vida
dejando de ser un hecho repentino o fortuito.
La oposición entre pulsiones de Vida y de Muerte es introducida por Freud en el artículo Más
allá del principio de placer (1920). Las pulsiones de muerte tienden al retorno a un estado inorgánico, a
un estado de reposo tal, que desaparecen por completo las tensiones (Nirvana); mientras que las de la
vida tienden a conservar unidades vitales existentes y construir a partir de estas unidades más
complejas. Entre los motivos manifiestos que llevaron a Freud a esta nueva conceptualización se
encuentra al trabajo con sus pacientes; observa en los mismos una compulsión a la repetición de actos
o ideas que no podían explicarse por una búsqueda de satisfacción libidinal ni tampoco al intento de
dominar experiencias displacenteras, dependiendo de una fuerza independiente y capaz de oponerse
aparentemente al principio de placer. El principio de placer parece entonces hallarse también al
servicio de las pulsiones de muerte. Freud señalará con respecto a esta oposición sus aspectos
complementarios en la vida del sujeto. Por ejemplo, en la relación sexual se tiende a un equilibrio entre
ambas pulsiones, ya que el incremento de la pulsión de muerte lleva a una relación sádica con el
objeto y su ausencia o su pasividad a la impotencia.
En un reportaje realizado en 1929 por G. S. Viereck, Freud comentará que "tal vez muramos
porque deseamos hacerlo. Del mismo modo que en nuestro interior conviven simultáneamente el odio
y el amor por una persona, toda vida combina el deseo de supervivencia con un ambivalente deseo de
aniquilación. En todo ser normal el deseo de vivir es lo suficientemente intenso como para
contrarrestar el deseo de morir, aunque, en última instancia, este último acaba siendo el más
poderoso. Podemos así jugar con la sugerente idea de que la muerte nos alcanza porque en algún
momento la deseamos".
El Yo es otro concepto tomado de la Psicología que estuvo presente desde los inicios de sus
elaboraciones teóricas, utilizando tanto para referirse a la personalidad en su conjunto como en otras
oportunidades, para designar el sistema preconsciente-consciente. Es a partir de 1920 que Freud
comienza a reconceptualizarlo adquiriendo características propias a la teoría psicoanalítica. En el
artículo "El Yo y el Ello" (1923) es donde pone de relieve el hecho de que la instancia represora Yo y
sus operaciones defensivas son las que permiten evitar la angustia en el sujeto, siendo en su mayor
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parte inconscientes. El yo no será ahora equivalente a conciencia sino que alguno de sus aspectos
serán de origen inconsciente.
Estas últimas elaboraciones del funcionamiento mental lo llevan a la necesidad de reformular la
tajante división del aparato psíquico en dos sistemas, para considerar una nueva formulación del
mismo en tres instancias: Ello, Yo y Súper Yo. Lo significativo será que tanto el Yo como el Súper Yo
hunden sus raíces en el Ello. Como los límites de estas instancias son imprecisos, esta formulación se
diferenciará notablemente de la primera.
La conceptualización de esta tópica se conforma definitivamente en el artículo Nuevas
lecciones introductorias al psicoanálisis (1932). No deviene ya de las ideas del funcionamiento propio
de la física sino que en ella se juega una visión antropomórfica de los procesos psíquicos, basada en
el modelo de las relaciones interpersonales. Por ejemplo, cuando se refiere a la depresión, señala que
el Súper Yo se comporta sádicamente con respecto al Yo. El incipiente pensamiento estructuralista en
el campo de las ciencias ejercerá su influencia en esta nueva formulación. El aparato psíquico se
constituirá a partir de una diferenciación progresiva de las instancias psíquicas, existiendo entre ellas
una permanente interrelación, ocupando el Yo el lugar de representante de los intereses de la totalidad
de la persona.
Al caer el deseo de dar por terminadas las conceptualizaciones teóricas arribadas hasta ese
momento, reinstala la duda -fuente y motor de inspiración para proseguir la búsqueda de la verdad-.
"Tan sólo aquellos crédulos que piden a la ciencia un sustitutivo del catecismo podrán reprochar al
investigador el desarrollo o modificación de sus opiniones." Más allá del principio de placer (1920).
Segunda formulación del aparato psíquico
Las instancias Ello, Yo y Súper Yo serán consideradas como una diferenciación progresiva en
la constitución psíquica del sujeto. A partir del nacimiento no hay todavía una diferenciación entre el yo
y el no-yo por parte del sujeto. Este incipiente aparato psíquico está constituido sólo por el Ello, lo que
le otorgará a la pulsión un origen inicial. Freud se referirá a él metafóricamente como el caldero de las
pulsiones, o sea como un caos o un caldero hirviente de estímulos.
Si lleváramos esta tópica a una representación gráfica, lo haríamos con uno de sus extremos
abiertos, orientado a lo somático, recibiendo las necesidades pulsionales que es de donde cargará su
energía, las que posteriormente serán traducidas en expresiones psíquicas. Recordemos que la
pulsión es el límite entre lo somático y lo psíquico. Si lo comparamos con el inconsciente de la primera
tópica nos encontramos que mantiene su misma legalidad, careciendo, por lo tanto de organización, no
generando una acción conjunta y dando curso al principio de placer. Diremos entonces que el Ello es
inconsciente y que la energía pulsional es móvil y capaz de descarga, pues de otro modo no se
produciría el libre desplazamiento y la condensación característica de esta instancia psíquica.
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Es el gran reservorio de la libido (energía dinámica de la pulsión sexual). Sus contenidos se
constituyen a partir de lo hereditario, lo innato y lo reprimido, conformándose así en el polo pulsional de
la personal.
El término Ello, tomado por Freud de Broddeck y de Nietzsche, designa lo impersonal; para el
psicoanálisis será aquello que nos maneja desde un lugar distinto a aquel en el que somos capaces de
reconocernos.
"No esperéis que del Ello pueda comunicaros grandes cosas. Es la parte inaccesible y oscura de
nuestra personalidad; lo poco que sabemos de él lo hemos averiguado mediante el estudio de la
elaboración onírica y de la producción de los síntomas neuróticos. No pudiendo ser descripto sino
como antitético al Yo." Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis (1932).
El Yo es aquella parte del Ello que fue modificada por la proximidad y la influencia del mundo
exterior, recibiendo los estímulos y siendo también una protección hacia ellos.
"La relación con el mundo exterior ha sido decisiva para el Yo, el cual ha tomado a su cargo la misión
de representarlo cerca del Ello, para bien del mismo, pues, sin cuidarse de tan ingente poder exterior,
y en su ciega aspiración a la satisfacción pulsional, no escaparía al aniquilamiento.
... De este modo ha destronado al principio de placer que rige ilimitadamente su poder en el Ello, y lo
ha sustituido por el principio de realidad que promete mayor seguridad y mejor éxito." Nuevas
lecciones introductorias al psicoanálisis (1932).
Su constitución será a partir de lo que del otro humano toma como modelo, por medio de
identificaciones. Se constituye a partir de las primeras relaciones objetales, con aquellas personas que
cumplieron las funciones parentales, agregándose posteriormente al Complejo de Edipo otra figuras
significativas.
Su función perceptiva permite el registro del otro, con quien en sus primeros momentos se
establece un encuentro libidinal, resultado de sensaciones en la superficie de su cuerpo (caricias de la
madre), que le permiten su integración, y posteriormente, su diferenciación, lo que podemos considerar
como una proyección de su organismo en su psiquismo.
Este encuentro dará así lugar a las identificaciones, donde el Yo hace propias o internaliza
algunas características o rasgos del objeto. Esta constitución paulatina de integración y posterior
diferenciación del otro le permite al sujeto una forma de encauzar las demandas pulsionales.
La distinción con el Ello gira en torno a la posibilidad paulatina de organización y síntesis de
sus contenidos, representando a la razón y a la reflexión, lo que hace posible las funciones de
atención, pensamiento, percepción, etc.
Si bien la mayor parte de sus contenidos se rigen por el proceso secundario, debemos señalar
que la represión y los mecanismos defensivos del Yo (formación reactiva, racionalización, negación,
etc.) son inconscientes.
24
Así como el término Ello alude a lo impersonal, el término Yo, designa, como pronombre de la
primera persona aquello que el sujeto reconoce como propio. Aunque Freud va a señalar que el Yo es
débil constitutivamente en tanto su energía la recibe del Ello.
"La relación entre el Yo y el Ello puede compararse con la de un jinete y su caballo. El caballo
suministra la energía para la locomoción; el jinete tiene el privilegio de fijar la meta y dirigir los
movimientos del robusto animal. Pero entre el Yo y el Ello ocurre frecuentemente el caso nada ideal de
que le jinete tiene que guiar al caballo allí donde éste quiere ir."
Así es como solemos escuchar: No sé, no lo puedo evitar, esto es más fuerte que yo. El Súper
Yo será la tercera instancia psíquica que se constituye, a partir de la prolongada dependencia del
sujeto a la autoridad de los padres y fundamentalmente con la declinación del Complejo de Edipo.
"El Súper Yo es para nosotros la representación de todas las restricciones morales, el abogado de
toda aspiración a un perfeccionamiento; en suma aquello que se nos ha hecho psicológicamente
aprehensible. Siendo en sí procedente de la influencia de los padres, posteriormente de educadores ,
etc. El examen de esta fuentes nos ilustrará sobre su significación. Por lo regular los padres y las
autoridades análogas a ellos, siguen en la educación del niño las prescripciones de su propio Súper
Yo.
... De este modo el Súper Yo del niño no es constituido en realidad conforme al modelo de los padres
mismos sino al del Súper Yo parental; recibe el mismo contenido pasando a ser el sustrato de la
tradición de todas las valoraciones permanentes que por tal camino se han transmitido a través de
generaciones." Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis (1932).
Afirmamos el principio de que la constitución definitiva del Súper Yo es resultado de la
declinación del Complejo de Edipo, ya que su consecuencia es la renuncia a la satisfacción de los
deseos incestuosos por parte del sujeto, por efecto de la represión. El Complejo de Edipo se enfrenta a
la prohibición paterna siendo la figura del padre quien encarna la ley, por lo que el Súper Yo no es sólo
un residuo de la primeras relaciones objetales del Ello sino una enérgica formación reactiva contra las
mismas. Transformará así, el pequeño sujeto, sus deseos en un proceso de identificación con los
padres, a través de del mismo sexo lo que se constituirá en la base de la sexualidad adulta.
Freud señala que la relación con el Yo no se limita a la advertencia:
"Así como el padre debes ser" sino que comprende también la de prohibición: "Así como el padre no
debes hacer". No debes hacer todo lo que él hace pues hay algo que le está reservado. La
internalización de la ley fundamental, la prohibición del incesto, será la que permite la posterior
internalización del resto de las normas culturales.
Es en el artículo "El Yo y el Ello" (1920) donde figura por primera vez el término Súper Yo. En
aquel momento es tomado como sinónimo del Ideal del Yo, pero en el artículo citado de 1932 Freud
realiza una diferenciación de tres funciones: Ideal del Yo, conciencia moral y autoobservación. El
Súper Yo realiza una observación actual al yo y lo compara con el Ideal operando la censura en la
medida que se aleja de éste. Las tensiones entre el Yo y el Súper Yo dan como resultado sentimientos
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de inferioridad y de culpabilidad. El primero relacionado al alejamiento del Ideal del Yo y el segundo
por el no cumplimiento normativo de la conciencia moral; por lo que el Súper Yo determinará al Yo lo
que ha de reprimir y lo que no. Si bien algunos de sus aspectos son conscientes, la mayor parte del
Súper Yo es inconsciente.
El Ideal del Yo le permitirá al sujeto un modelo al que intentará adecuarse siendo
primariamente las figuras parentales y posteriormente otros modelos significativos. Estará relacionado
con el "deber ser".
"...el Ideal del Yo es un quien se compara el Yo, al cual aspira y cuya demanda de perfección siempre
creciente se esfuerza en satisfacer. No cabe duda que este ideal es el residuo de la antigua
representación de los padres, la expresión de admiración de aquellas perfecciones que le atribuía
entonces." Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis (1932).
El siguiente esquema ilustra las relaciones estructurales de la personalidad anímica:
Como vemos no hay límites precisos en las tres instancias por lo que la división sólo intenta
designar procesos, funciones y mecanismos diferentes constitutivos de la personalidad. Conducido por
el Ello, restringido por el Súper Yo y enfrentándose a la realidad, el Yo intenta establecer como puede
una cierta armonía entre las demandas que actúan sobre él.
Si en los primeros años el objetivo del psicoanálisis era hacer consciente lo inconsciente, Freud
dirá a partir de esta formulación "Lo que era Ello, Yo ha de ser".
La cura por la palabra
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Si partimos de los orígenes de la teoría psicoanalítica, debemos recordar que Ana O., aquella
paciente tratada por Breuer y sobre la que luego teorizó junto a Freud denominó ese tratamiento
hipnótico "cura por conversación", o en broma, "limpieza de chimenea".
"Pronto descubrió como por azar que mediante este deshollinamiento del alma podía obtenerse algo
más que una eliminación pasajera de perturbaciones anímicas siempre recurrentes. También se
conseguía hacer desaparecer los síntomas patológicos cuando en hipnosis se recordaba con
exteriorización de los efectos, la ocasión y el asunto a raíz del cual esos síntomas se habían
presentado por primera vez." Psicoanálisis (Cinco conferencias) (1909).
La utilización con sus pacientes del método catártico (derivado del griego katharsis que
significa purificación) va siendo dejada de lado, ya que la inducción hipnótica no sólo cada vez se
vuelve más resistente en los pacientes sino que encuentra una barrera en los recuerdos que no puede
atravesar. Además los síntomas tienden nuevamente a regresar. Luego de implementar la técnica del
apremio, consistente en ponerle la mano en la frente al paciente y señalarle que recordará así lo
buscado, Freud dejará cada vez más al paciente en su libre discurrir, arribando así a la técnica de la
asociación libre. Esta original técnica para la cura, que diferenciaba claramente al psicoanálisis de
otros abordajes terapéuticos, instauró un lugar privilegiado tanto a la escucha como a la palabra.
Sólo en la medida en que el paciente se permita la asociación libre se constituye un acto
psicoanalítico, determinándose así en su "regla fundamental".
"El éxito del psicoanálisis depende de que el paciente respete y comunique todo lo que atraviesa su
pensamiento y no se deje llevar a retener ocurrencias por creerlas insignificantes o faltas de conexión
con el tema dado, y otras por absurdas o desatinadas." La interpretación de los sueños (1900).
Este particular discurso no se hallará regido por las leyes de la clásica escuela asociacionista:
contigüidad, semejanza, contraste, sino que las formas en que se agrupan estas asociaciones, su
diversidad y engañosos modos de conexión, son el resultado de la propia dinámica de los mecanismos
de defensa inconscientes del sujeto. Al correrse del hilo conductor que le da coherencia a su discurso,
el mismo se organizará desde otro lugar, permitiendo en el análisis una vía más accesible para develar
los contenidos reprimidos. Aunque el inconsciente está presente en todos los actos y en el decir
corriente del sujeto, su emergencia será más evidente en aquellas interrupciones no esperadas
conscientemente en el discurso, como por ejemplo: lapsus lingüe, neologismos, etc. Debemos agregar
que la palabra para el psicoanálisis dice más que lo que enuncia.
"... La disposición de ánimo del hombre que reflexiona es totalmente distinta de la del que observa sus
procesos psíquicos... En muchos casos existe una concentración de la atención; pero el sujeto, sumido
a la reflexión, ejercita además una crítica, a consecuencia de la cual rechaza una parte de las
ocurrencias emergentes después de percibirlas, irrumpe otras en el acto, negándose a seguir los
caminos que abren el pensamiento, y reprime otras antes que hayan llegado a su percepción, no
dejándolas venir conscientes. En cambio el autoobservador no tiene que realizar más esfuerzo que el
de anular la crítica. Si lo consigue acudirá a su conciencia una infinidad de ocurrencias, que de otro
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modo, hubieran permanecido inaprensibles. Con ayuda de estos nuevos materiales se nos hace
posible llevar a cabo la interpretación de las ideas patológicas." La interpretación de los sueños, Cap. 2
(1900).
La técnica de la asociación libre no sólo fue utilizada con los pacientes sino también por el
propio Freud para interpretar sus sueños y en su autoanálisis. La misma permite reinstalar lo reprimido
en la serie psíquica consciente dando lugar a nuevas significaciones.
Como dato curioso, podemos citar un artículo publicado en 1920, titulado Para la prehistoria de
la técnica psicoanalítica, donde comenta el trabajo literario de L. Börne (1823), y recuerda que le fue
regalado cuando tenía 14 años, siendo éste un escritor que por aquel entonces llamó mucho su
atención. Uno de los artículos de este autor es "El arte de llegar a ser un escritor en tres días". En ese
escrito propone tomar varios pliegos de papel y escribir todas las ocurrencias que surjan
espontáneamente sin efectuar alguna crítica. Años después Freud se sorprende al releerlo ya que
encuentra también otras ideas que él mantenía y defendía. Freud va a definir como criptoamnesia el
olvido de este texto que sin duda es un antecedente interesante en su pensamiento con respecto al
valor de las asociaciones espontáneas, de las que fuera determinando su valor terapéutico en el
devenir de sus trabajos con los pacientes.
En esta particular relación que se establece en la cura analítica, al libre discurrir del paciente le
deberá corresponder por parte del analista una escucha no convencional denominada por Freud
"atención flotante"; consiste en rechazar todo medio auxiliar, incluso la anotación, en ahorrar todo
esfuerzo que interesa en la atención, en escuchar sin prejuicios o diagnósticos previos el relato del
paciente y sin intentar retener algún fragmento en especial, ya que en la sesión surgirán ideas que
aunque parezcan muy nímias su significación podrá ser descubierta a posteriori, abandonándose así el
analista a su memoria inconsciente. Lo atentatorio sería quedarse con una palabra tan social que haga
callar y por lo tanto no escuchar la singularidad del paciente.
"He de recomendar a mis colegas que procuran tomar como modelo durante el tratamiento
psicoanalítico, la conducta del cirujano, que impone silencio a todos sus afectos, e incluso a su
compasión humana y concentre todas sus energías psíquicas en su único fin: practicar la operación
con todas las reglas del arte." Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico (1912).
Es así como la atención flotante permitirá descubrir al analista las conexiones existentes en el
discurso del paciente y establecer una comunicación de inconsciente a inconsciente. Para ello deberá
existir no sólo una sólida formación previa sino un análisis personal del analista. W. Stekel señaló que:
"a cada una de las represiones no vencidas por el analista le corresponderá un punto ciego en su
trabajo con los pacientes".
La "interpretación" es el método que por medio de la deducción resultante de la investigación
terapéutica permite intervenir al analista señalando el sentido latente de los actos y del discurso del
analizado, intentando dejar en descubierto el conflicto psíquico entre el deseo y la defensa.
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El acto interpretativo puede rastrearse desde los orígenes de la civilización, por ejemplo a
través del relato bíblico de los sueños del faraón, donde las imágenes de siete vacas flacas y siete
vacas gordas, al entender de los exégetas, representarían futuros años de miseria y de prosperidad.
Podemos citar también como ejemplo, la interpretación popular de las imágenes oníricas con cábalas o
premoniciones. Es a partir del psicoanálisis que la interpretación cobra sentido en relación a la historia
del sujeto y no a simbolismos universales.
"Mi procedimiento no es tan cómodo como el popular método descifrador, que traduce todo contenido
onírico conforme a una clave fija. Por lo contrario, se ve que un mismo sueño puede presentar varios
sentidos, según lo sueñe o el estado individual al que se relaciona" El método de la interpretación
onírica (1900).
Cabe destacar que Freud va a señalar a la interpretación de los sueños como una "vía regia"
para el acceso a los contenidos inconscientes. Se constituirá así en el método por el cual se intentará
hacer el pasaje del sentido manifiesto al sentido latente. Si bien la interpretación estuvo presente en
sus primeros trabajos, se incorpora claramente en la dinámica de la cura cuando pasa a formar parte
como método psicoanalítico en el artículo El manejo de la interpretación de los sueños (1911).
Una intervención analítica referida al discurso del paciente, a un sueño, a un acto fallido, etc. se
constituirá como interpretación sólo a posteriori, en relación al efecto que produce. La interpretación no
tiende a cerrar el discurso sino a que el mismo se siga desplegando a través de nuevas asociaciones.
La palabra del analista es muy importante porque viene del ideal del yo, por lo que debe ser cuidadoso
en toda intervención.
"El yo del enfermo nos propone la más completa sinceridad, es decir, promete poner a nuestra
disposición todo el material que le suministra su autopercepción; por nuestra parte le aseguramos la
más estricta discreción y ponemos a su servicio nuestros conocimientos en la interpretación del
material influido por el inconsciente." Compendio de psicoanálisis (1930).
Debemos pensar que en la cura analítica, no es de un diálogo de lo que se trata, sino de una
comunicación de inconsciente a inconsciente. La interpretación es de un nivel lógico diferente; de no
ser así será sólo una opinión del analista. Las intervenciones psicoanalíticas no se refieren a las
causas, sino a motivaciones inconscientes, otorgándoles un significado que no excluye otros.
El método interpretativo será utilizado también para develar la significación inconsciente de
otras actividades humanas a las que no se puede acceder por medio de la asociación libre, por
ejemplo en psicoanálisis aplicado. Pero, la base del psicoanálisis ha sido y será la de develar las
motivaciones inconscientes que hay detrás de toda palabra, de la palabra pronunciada en
transferencia.
Freud va a señalar que el primer motor de la terapia está en las dolencias del enfermo y en el
anhelo de curación por ella generado, pero que en el curso del tratamiento las nuevas fuentes de
energía nacen en el fragor de la transferencia.
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"Recordemos ante todo que la acción conjunta de la disposición congénita y las experiencias de los
años infantiles determinan en cada individuo la modalidad especial de su vida erótica." La dinámica de
la transferencia (1912).
Continúa diciendo que sólo una parte de estas tendencias han realizado una evolución psíquica
completa, mientras que otra parte en cambio ha quedado detenida en su desarrollo por el ejercicio
sobre ella de la represión, pudiendo desplegarse sólo en la fantasía o quedando confinadas en lo
inconsciente. Por lo tanto, es factible que la carga de libido que el sujeto parcialmente insatisfecho
mantiene esperanzadamente se oriente en el tratamiento hacia la figura del analista.
El terapeuta será entonces insertado en una de las series psíquicas que el paciente ya tiene
preparada. No tendrá así recuerdo consciente de los reprimido sino que lo vivirá de nuevo con un
marcado sentimiento de actualidad, siendo encausado ya sea por sentimientos amorosos u hostiles,
existiendo una modalidad de satisfacción de la pulsión que se repite en la relación con el analista. La
pulsión se enlazará así a un complejo de representaciones, a una escena. Este recuerdo en acto
estará al servicio de la resistencia, produciéndose en general en el momento que está por ser
develado algún contenido reprimido, en esa sesión o en anteriores, jugándose en esta repetición
modalidades infantiles en relación a vínculos primarios (funciones paternales u otras figuras
significativas).
Lo que se despliega en al transferencia es una sexualidad proveniente del ello en tanto exige
todo (se pone en juego una repetición sin recuerdo consciente) a diferencia de la ternura que es una
sexualidad medida por el yo.
Si bien este recuerdo en acto está al servicio de la resistencia, por otro lado permite en el
análisis captar "in statu nascendi" los elementos del conflicto infantil, pasando así de ser sólo un
obstáculo a un elemento privilegiado para la cura.
El fenómeno de la transferencia será interpretado en la medida que interfiera con el libre
asociar del paciente ya que estos sentimientos por lo general ambivalentes (amor-odio) son un
obstáculo si no son desanudados. Las dificultades en un tratamiento pasan por el trabajo de la
transferencia, ya que como dijo Freud: "el ello (caldero de la pulsiones) no habrá de ser conquistado
sin una lucha previa".
Debemos agregar que el fenómeno de la transferencia es un concepto original del psicoanálisis
ya que sólo fue enunciado por primera vez por él. Es una modalidad que se da en todos los vínculos
que establecemos en nuestra vida de relación sin tener conciencia de ello. Pero, si es cierto también
que las características del análisis son favorecedoras para que se despliegue sin necesidad de que el
analista haga algo para que se instale. La creencia del analizado de que el analista puede dar
respuesta a todos sus interrogantes, colabora también para inducirlo en el fenómeno de la
transferencia. Si bien Freud en sus primeros trabajos considera la transferencia como un simple
desplazamiento, es a partir del descubrimiento del Complejo de Edipo y de los efectos posteriores que
éste genera, cuando las manifestaciones transferenciales cobran una nueva significación en la teoría.
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Tanto la asociación libre, la interpretación como el análisis de la teoría psicoanalítica. Tienen
como objetivo que el sujeto se enfrente a un nuevo discurso, el discurso del inconsciente, para poder
desprenderse así de su mito individual, pensar y proyectarse desde un nuevo lugar.
Glosario
1) Conciencia: descriptivamente, sería una cualidad momentánea de la percepción de los
fenómenos internos y externos, siendo ésta una aproximación parcial. Se desarrolla el tema en
"Primera formulación del aparato psíquico".
2) Reprimido: resultado de una operación inconsciente por la cual el sujeto desaloja de la
conciencia aquello que se torna displacentero o mantiene en el inconsciente representaciones
(pensamientos, imágenes, recuerdos) ligadas a una pulsión.
3) Moción pulsional: la pulsión es un proceso dinámico que hace tender el organismo hacia un fin.
Se diferencia del instinto por no tener un objeto ni un fin predeterminado. La moción pulsional es el
aspecto dinámico de la pulsión en tanto se actualiza y se especifica en una determinada
estimulación interna.
4) Síntoma: es la manifestación de la transacción realizada entre el deseo y la defensa. Siendo
una forma indirecta y patológica de acceso a la conciencia. Se desarrolla el tema en "Las
formaciones del inconsciente".
5) Neurosis (psiconeurosis): enfermedad de origen psicógeno. Manifestación psíquica y corporal
del sujeto, cuyos síntomas son el resultado de un conflicto psíquico cuyos orígenes parten de la
historia sexual infantil.
6) Angustia: manifestación psíquica corporal del sujeto ante una situación traumática, por la que
se siente incapaz de controlar la afluencia de excitación que puede ser de origen interno o
externo.
7) Elaboración: trabajo realizado por el aparato psíquico para controlar las excitaciones y cuya
acumulación constituye el peligro de enfermedad. La elaboración integra las excitaciones y
establece entre ellas conexiones asociativas.
8) Complejo de Edipo: conjunto organizado de deseos amorosos u hostiles que siente el niño con
respecto a sus progenitores. En su forma positiva se expresa con un amor intenso hacia el
progenitor del sexo opuesto y sentimientos ambivalentes (amor-odio) al progenitor del mismo
sexo. Es un estructurante en la constitución de la personalidad del sujeto.
Datos biográficos
- Foucault, Michel. Filósofo francés (1926). En el año 1954 publicó su primer trabajo sobre las
enfermedades mentales y la personalidad. En el año 1961 escribió la Historia de la locura en la
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época clásica. Le siguieron El nacimiento de la clínica (1963). Las palabras y las cosas (1966), La
arqueología del saber (1969), Vigilar y castigar (1965) y dentro del método de investigación
genealógico la Historia de la sexualidad.
- Goethe, Johann W. Escritor alemán (1749-1832). Es el valor más alto de las letras alemanas y
uno de los grandes escritores de la lengua universal. Su libro Fausto marca una hito en la cultura
alemana, denota en él y en todos sus escritos la complejidad del alma humana.
- Heidegger, Martín. Filósofo alemán (Baden) (1889-1976). Entre sus obras más trascendentes se
puede señalar: El ser y el tiempo. Para él lo que define al ontología y su historia es el olvido de ser
como problema. El ser como problema define un estado particular cuya estructura está constituida
por el ser-ahí, el hombre. Este ser-ahí es un ser particular que no se puede comprender más que
entendiendo su existencia como la posibilidad, para el hombre, de ser inauténtico o auténtico
(asumir el ser para la muerte).
- Kant, Immanuel. Filósofo alemán (1724-1804). Fundador de la escuela Freudiana de París.
Señaló que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Representa una corriente muy
importante del psicoanálisis actual incorporando a la teoría elementos del desarrollo de las
ciencias exactas y de las ciencias sociales. Realiza una relectura de Freud con un bagaje teórico
significativo, enriqueciendo a la teoría psicoanalítica desde los aportes de la lingüística, la
matemática y la antropología.
- Marx, Karl. Filósofo y economista alemán (1818-1883). El conjunto de las ideas y de las prácticas
que propone se fundan en el materialismo y el socialismo científico; constituyen a la vez una teoría
general y el programa de los movimientos obreros.
- Nietzsche, Friedrich. Filósofo alemán (1884-1900). La crítica nietzschiana al idealismo metafísico
se ejerce sobre las categorías fundamentales del idealismo (ser, esencia, sujeto) y sobre los
valores morales que lo condicionan.
- Ricoeur, Paul. Filósofo francés (1913) de sólida base cristiana-protestante. Aporta a la filosofía
un punto de vista original por su perfecto ensamblaje de racionalidad y espiritualidad. Título
original de la obra citada: De interpretation essal sur Freud.
Referencias bibliográficas
- Bleichman, S. y otros: Temporalidad, determinación y azar (1994). Editorial Paidós.
- Canteros, J.: Estudio de los procesos inconscientes. Buenos Aires, Eudeba-UBA XXI, 1998.
- Freud, S.: Proyecto de una psicología para neurólogos (1895). Estudios sobre bisteria (1895).
Nuevas observaciones sobre psiconeurosis de defensa (1896). Cartas a Fliess (1896). La
interpretación de los sueños (1900). Psicopatología de la vida cotidiana (1901). Tres ensayos para
32
una teoría sexual (1905). Psicoanálisis (1909). Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de
paranoia (1910). El manejo de la interpretación de los sueños (1911). La dinámica de la
transferencia (1912). Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico (1912). Múltiple interés
del psicoanálisis (1913). Historia del movimiento psicoanalítico (1914). Lecciones introductorias al
psicoanálisis (1916). Los caminos de la terapia psicoanalítica (1919). Más allá del principio de
placer (1920). Para la prehistoria de la técnica psicoanalítica (1920). Psicología de las masas y
análisis del Yo (1921). Enciclopedia (1922). Autobiografía (1924). Análisis profano (1926).
Apéndice de Análisis profano (1927). El porvenir de una ilusión (1927). El malestar en la cultura
(1929). Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis (1932). Compendio de psicoanálisis
(1938). Esquema de psicoanálisis (1938). Algunas lecciones elementales de psicoanálisis (1938).
En J. Carballo, Introducción al Tomo 1 (1973), Madrid, Biblioteca Nueva.
- Gaeta, G. y Gentille, N.: De los paradigmas a la teoría evolucionista, Buenos Aires, Oficina de
Publicaciones del CBC-UBA, 1995.
- Kobrin, S.: La Literatura en Freud, Buenos Aires, Letra Buena, 1992.
- Lacan, J.: (1971) Escritos 1, Méjico, Siglo XXI, 1980.
- Laplanche, J. y Pontalis, J.: Diccionario de Psicoanálisis, Barcelona, Labor, 1981.
- López Gil, M.: Filosofía, modernidad y postmodernidad, Buenos Aires, Biblos, 1994.
- Mueller, F. L.: (1960) Historia de la Psicología, Méjico, Fondo de Cultura Económica, 1984.
- Ricoeur, P.: (1969) Hermenéutica y psicoanálisis, Buenos Aires, Megalópolis, 1976.
- Shabelson, J.: Freud, un paciente con cáncer, Buenos Aires, Paidós, 1983.
- "Psicoanálisis contemporáneo", Revista Apdeba, Vol. XVI, Nº 3, 1994.
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