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1 Índice Por orden cronológico de creación: Composiciones poéticas Cascada Al estilo de Flavia Company Conversación con el Papel en Blanco El día El tren Instante eterno La naranja Me voy Microrrelato No vio mi ridícula presencia Pequeño fragmento Título sin Todo pasa y todo queda Un gran salto Visita incómoda Descripciones ingeniosas Soñando despierto Yeisi Narraciones mitológicas El mito mutado Munna Composiciones libres que incluyan la palabra… Cola Cao“Mariposa” Para toda la vida Composiciones libres para hacer reír Composiciones fragmentarias (por grupos) Alicia en el país de las maravillas

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Taller literari de literatura castellana

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Índice

Por orden cronológico de creación:

Composiciones poéticas

Cascada

Al estilo de Flavia Company

Conversación con el Papel en Blanco

El día

El tren

Instante eterno

La naranja

Me voy

Microrrelato

No vio mi ridícula presencia

Pequeño fragmento

Título sin

Todo pasa y todo queda

Un gran salto

Visita incómoda

Descripciones ingeniosas

Soñando despierto

Yeisi

Narraciones mitológicas

El mito mutado

Munna

Composiciones libres que incluyan la palabra…

“Cola Cao”

“Mariposa”

Para toda la vida

Composiciones libres para hacer reír

Composiciones fragmentarias (por grupos)

Alicia en el país de las maravillas

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Composiciones poéticas

Cascada

Ayer soñé que el mundo moría

Ante mi mirada de piedra ausente

Clavada en el cielo que se extendía

Sobre el campo vacío, vacío de gente.

Despierto. Hay luz y es mediodía.

Despierto. Hay luz y el viento ardiente

Me acaricia. Dejo el cojín atrás.

Me ducho. Cascada. Un día más.

Marina GARMENDIA, 2.3

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Al estilo de Flavia Company

Conversación con el Papel en Blanco

¿Qué quieres de mí? ¿Por qué me miras así? ¿Acaso crees que

puedo ayudarte, que puedo realizarte? No, otra vez no por favor,

no me veo con suficiente fuerza como para complacerte de nuevo.

Te prometo que te lo di todo, ya no me queda nada para darte, me

vaciaste… Pero aun así, siempre insistes, siempre vuelves a por

más… nada parece ser suficiente para ti, que con vacías y ciegas

miradas me exiges que te vuelva a dar reconocimiento, que con tu

muda voz me gritas silenciosamente en la oscuridad de mi

maltrecha mente, implorándome la atención requerida entre

amantes… Atención que, aún nuestras eternas disputas, siempre

fue enteramente tuya.

Déjame en paz por favor, de verdad, que no puedo hacer nada

por ti… No, no es que no quiera ayudarte, es simplemente que no

puedo, ya no soy capaz, no me siento capaz. Antaño ya te di todo

lo que podía darte, todo lo que había en mí, te hice crecer, me

volqué en ti y alimenté tu arrogancia y soberbia. Después de

tanto tiempo ni siquiera te esfuerzas en comprenderlo. ¡Exacto,

me has oído perfectamente, no te hagas el sordo conmigo de

nuevo! Siempre afirmaste comprenderme, incluso ahora puedo leer

ese pensamiento en tu dolido mirar, pero nunca lo lograste, e

incluso ahora empiezo a dudar si lo intentaste. No, cállate,

guárdate tus excusas… Ya de nada sirven, sabes que es cierto,

por mucho que te esfuerces en negarlo, lo sabes bien, lo sé muy

bien.

Ahora… Ahora empiezo a creer que nunca me quisiste de

verdad… ¿Que cómo se me ocurre decir eso? Porque siempre exiges

más, nunca estás satisfecho con mi trabajo. Sabes que me

esfuerzo, sabes que intento complacerte en la medida de lo

posible, pero esa medida se sobrepasó hace mucho tiempo y tú… Tú

pareces no haberte dado cuenta, es como si no vieses que no soy

capaz de saciarte, de llenarte, o simplemente… Simplemente,

solamente, ayudarte. Dime cómo ayudarte.

Lo volveré a intentar… Por los viejos tiempos… Por las

viejas alegrías… Por nuestro tiempo juntos. Sí, he sido dura,

demasiado incluso. Definitivamente te mereces una despedida

digna… Pero me has de ayudar si quieres que lo haga bien, si

quieres que pueda. De acuerdo, te entiendo, muy bien… ¿Ves que

bien así? Si me dices lo que quieres todo va mejor, más ágil,

más fluido. ¡Espera, espera, espera, espera! ¡Mierda! ¿¡Ahora a

ti qué te pasa!? ¿¡Cómo que no tienes tinta!?

*Figura retórica: personificación.

Laia VILLENA, 2.2

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El día

Era de la semana día martes cuando me tocó leer el

escrito que tanto había preparado y repasado y corregido.

Nada podía salir mal.

Tímidamente me levanté hacia arriba de la silla en la

que estaba sentada, eché un vistazo a la clase, todo el

mundo me miraba, empecé a leer:

-Sueña, corre, grita, llora, ama…

De repente, en una de aquellas veces en que durante

una lectura decides levantar la mirada del papel, le vi.

Miraba directamente hacia mí con sus ojos azul intenso. Qué

mirada tan perfecta, pensaba. Es que es un chico tan dulce

y cariñoso, qué gusto da alguien con las cosas claras, y

además es decidido, alegre, espabilado, y también fuerte y

luchador, ¡cuánto ha sufrido!

Y sin darme ni cuenta había parado de leer, a lo que

la profesora respondió llamándome la atención para que yo

continuara. No sé qué fue, me perdí, sonrojé, y

desorientada no supe continuar. Así que sin tan siquiera

pensarlo, dije la primera excusa que pasó por mi cabeza:

-Esto…, es que tampoco he tenido… Ya sabe… Y en fin, en

casa las cosas son complicadas… Quizás sea mejor que… Ya

sabe… Me lo prepare mejor y… Si usted quiere… Puedo el

próximo día… O no… No sé… Sólo si usted quiere.

Todo el mundo empezó a reírse, él me seguía mirando,

suerte que hoy nada podía salir mal.

*Figuras retóricas: hipérbaton, polisíndeton, pleonasmo, asíndeton, etopeya y

aposiopesis.

Paula GETE-ALONSO, 2.2

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El tren

Grita al llegar y no espera. Diariamente se levanta pronto

y se acuesta tarde. Siempre elegante con su vestido blanco

y rojo, meticuloso en su rutina día a día. Corre sin cesar

por los túneles oscuros hasta llegar a su destino, donde,

sin más, saluda y se despide para pernoctar hasta el nuevo

amanecer.

*Figura retórica: personificación.

Carol COSTA, 2.3

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Instante eterno

Era un día claramente nublado. Salí de casa encontrándome

perdida en una falsa realidad, sola entre la multitud;

hasta que apareció él, después de un largo año, como un

oscuro rayo de sol que cae de pie del cielo. De repente un

recuerdo olvidado vino a mi mente haciéndome gritar en

silencio su nombre de forma que solo él lo oyera. Esto hizo

que él se apresurara lentamente hacia mí, llevándonos a un

instante eterno de principio a fin.

*Figuras retóricas: oxímoron y paradoja.

Gisela GÁZQUEZ, 2.3

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La naranja

Piel de dulce caricia. Color de atardecer. Sabor de

escalofrío, escalofriante sabor. Olor de acidez y gusto

azahar. Saber cómo sabe con sólo mirar.

*Figuras retóricas: poliptoton y sinestesia.

Marina GARMENDIA, 2.3

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Me voy

Me voy y conmigo toda mi vida, me llevo años y años de

recuerdos: colegio, amigos, enemigos, clases, gente,

vecinos... Mi hogar, mi dulce hogar, mi ciudad, las olas...

Las horas y horas al sol, los atardeceres, tardes, sonrisas

y lágrimas, noches y días; mil lunas, un país, costumbres,

tradiciones, desayunos y meriendas, comidas y cenas; más

recuerdos, playa y montaña, besos y abrazos, cariño y

rencor; corazones helados, ojos marinos y palabras rojizas;

mi familia: él, ella, ellos, todos..

Me voy y conmigo toda mi vida.

*Figuras retóricas: enumeración, asíndeton y antítesis.

Andrea ARRABAL, 2.3

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Microrrelato

Estaba yo, sentada pensando en mis cosas. La forma de

explicar que tenía ese profesor me cautivaba, me enamoraba.

Sutil y exagerada su voz era y tanta pasión evocaba su

expresión que el reloj alarmado se despertaba de un

profundo cautiverio.

Estaba yo, preguntándome cómo mi mente podía asimilar

toda esa información, sus lecciones en mi memoria.

Imposible poder concentrarse. Sus labios jugosos, su nariz

carismática, sus ojos seductores, su pelo alborotado...

Incesante, una distracción era lo único que incrementaba

los deseos de poner en práctica la anatomía humana.

Abstracción, una burbuja, tumulto, inconsciente, me

aíslo.

¿Despierto? Sólo quiero fijar esos eternos fugaces

segundos. Pero todo continúa, la realidad mutada por el

reloj veloz. Yo misma estoy aturdida y me cae el sudor por

la frente, eso me delata.

Siento su respiración cada vez más cerca pero se aleja

aún más a su vez. ¿Es real?

Sus labios jugosos, su nariz carismática, sus ojos

seductores, su olor dulce, su respiración cortada... TIC-

TOC TIC-TOC TIC-TOC el reloj ya duerme profundamente y yo

continúo sentada, aislada en mi burbuja.

De nuevo, estaba yo, sentada, ansiosa de repetir una

nueva experiencia sensorial.

*Figuras retóricas: hipérbaton y personificación.

Serena SÁENZ, 2.3

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No vio mi ridícula presencia

No vio mi ridícula presencia, de pie, sin respirar. No vio

mi triste tartamudeo, hablando sin hablar. No vio mi

absurdo temblor, ni mis manos bailar. Salió de mi ser un

solo sonido: su nombre, sin éxito, conseguí susurrar. Con

ella, lleno de vida; sin ella, llorar.

*Figuras retóricas: anáfora, paralelismo, aliteración y antítesis.

Yeisi GALLARDO, 2.3

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Pequeño fragmento

Mirando aquel velo tintado de atardecer menguante, pude

dejar de pensar en las nubes oscuras de mi cabeza que poco

a poco se convertían en tormenta. Mis ojos a punto de

llover ante el fuego del horizonte, hacían que llorase por

el caliente espectáculo celestial y no por los truenos que

acechaban mi mente. La naturaleza invadía mi ser.

*Figura retórica: metáfora.

Helena CALAFELL, 2.3

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Título sin

Estaba allí él. Quieto, inmóvil, estático, con el semblante

serio, altivo. Acercarme no osé, pues impedíamelo algo. Y

le miré. Y me miró. Y le volví a mirar. Y nuestras miradas

se cruzaron. Y sus ojos esmeralda me hablaron. Pero los

ignoré. Sabía que bueno para mí no era. Y me marché. Le

olvidé.

*Figuras retóricas: hipérbaton, asíndeton y políptoton.

Andrea MORENO, 2.3

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Todo pasa y todo queda

Todo pasa y todo queda. Queda y no se va. Vas para girar de

nuevo. De nuevo llega y vives. Vives flotando y las nubes

acarician sutilmente tu pecho. Mas tu pecho guardaba algo

que se ha desvanecido. Desvanecido pasa y todo olvida.

Olvida que no es un fin que aquello es un principio.

Principio que te hará creer. Creer de nuevo y de nuevo ser

feliz.

*Figura retórica: anadiplosis.

Laura DOMINGO, 2.3

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Un gran salto

Quién pudiera, quién lo intentara, quién se arriesgara… Dos

pasos, sí, dos pasos quedaban para el final del ejercicio.

Después de dos años pensando, insistiendo, suplicando una

plaza en el excelente, fantástico, profesional gimnasio de

alto rendimiento, me la habían concedido. Fueron dos años

muy difíciles, duros, inaguantables, pero al fin había

conseguido llegar a las nacionales, uno de mis principales

sueños, metas, aspiraciones. Quién lo consiguiera, quién la

derrotara, quién ganara… Una vez más me concentré en el

gracioso, delicado, primoroso salto de salida que me

encontraba a punto de realizar. Mi nivel había mejorado,

bien, notable, excelentemente hasta alcanzar el máximo, la

cumbre, el cenit de mis aptitudes físicas. Era ahora o

nunca y con un ahogado, profundo, intenso suspiro me lancé

a por todas.

*Figuras retóricas: anáfora y asíndeton.

Ester ANTÓN, 2.2

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Visita incómoda

Ahí estaba yo: nervioso, agitado, abrumado, sometido,

agobiado, temeroso, incómodo, violentado, humillado,

acosado, observado, inseguro, atacado, roto, impotente,

inhabilitado, derrotado, dolorido, aquejado, castigado,

fustigado, sofocado, miedoso, forzado, traspasado,

deprimido, reprimido, oprimido, corrompido, deshojado,

atrapado, abierto, quebrado, penetrado... Pero en fin, mi

próstata me lo agradecerá.

*Figuras retóricas: enumeración y asíndeton.

Pol CESTER, 2.2

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Descripciones ingeniosas

Soñando despierto

Por la calle andaba cuando en un semáforo me paré. A mi

lado, vestido de negro, un hombre esperaba a que parasen

los coches. Lucía un extraño sombrero sobre su cabeza

alargada y delgada, como un gran pepino. Debajo de sus

finas y perfiladas cejas había dos redondos y pequeños y

negros ojos que tenían la mirada perdida. Entre estos dos,

nacía una nariz puntiaguda y larga que parecía que pudiera

sacar un ojo a cualquiera que pasase por delante. La boca,

pequeña, sobresalía entre una frondosa y negra barba que

descendía hasta el final de una enorme barbilla

rectangular. De repente se giró y me preguntó: “¿Tú

eres…?”. Y me encontré delante del ordenador intentando

describir a este curioso personaje que encontré en un

libro.

Pol ROVIROSA, 2.2

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Yeisi

Tiene fuego en el pelo y barro en la piel. Agujeros

oscuros en los ojos y ramas por cejas. Los labios, de

sangre. Y los dientes, de nube. Destellos plateados cuelgan

de sus oídos y su cuello cae en un valle de piel. El

escote. El escote enmarcado en bordados negros de pájaros

volando sobre sus espaldas, que parecen alas.

Anda a pasitos cortos, pero pisa fuerte. Tiene un,

dos, tres deseos: vivir, amar y no morir nunca. Piensa en

ellos todas las mañanas, bajo la luz del sol. Y se llena de

esta luz y se baña en ella, y empapada empapa a los demás.

Mira, escucha, habla, piensa y su mirada, su atención,

sus palabras y pensamientos devienen flores. Flores que

crecen aquí y allá, y huelen y brillan. Brillan y huelen.

Allá y aquí.

Y se cumplen. Los deseos. De tanto amar vive como

nunca, y nunca muere.

Marina GARMENDIA, 2.3

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Narraciones mitológicas

El mito mutado

Tere y Mari, dos vecinas que rozan los 60 años, discuten

desde sus balcones contiguos mientras tienden la ropa.

TERE.- Mari, ¿a que no sabes de qué me he enterao?

MARI.- ¿Qué ha pasao, qué ha pasao, Tere?

TERE.- ¡Pues que resulta que la Fedra se ha liao con el

Hipólito!

MARI.- ¿Pero qué dices?

TERE.- Que sí, que sí, lo que oyes.

MARI.- Pero si eso fue la semana pasá. Y al final no se

liaron, porque él la rechazó.

TERE.- ¿Ah sí?

MARI.- ¡Pues claro! Pobrecico mío, el Hipólito, con lo buen

mozo que es, ¿cómo iba a hacerle este feo tan feo al Teseo,

¡SU PROPIO PADRE!, de liarse con su esposa? Por favor,

Tere...

TERE.- Ah, ¡yo qué sé! Con estas cosas nunca se sabe, Mari.

Oye, y el Teseo no sabe na de todo esto, ¿no?

MARI.- Uy, ¿no te has enterao?

TERE.- Pues no. ¿Qué ha pasao?

MARI.- Que la Fedra, despechá como estaba y con to el

morro, le fue a decir al Teseo que el Hipólito le había

intentao meter mano.

TERE.- ¡Ay! Por Dios, ¡qué me dices, Mari...!

MARI.- Lo que oyes, Tere. Y el Teseo se enfadó, ¡bueno!, no

te lo puedes ni imaginar cuánto.

TERE.- ¿Y qué hizo?

MARI.- ¿Quién, el Teseo?

TERE.- Sí, él.

MARI.- Pues que envió al pobrecillo Hipólito a casa de...

(Pausa.) De ese hombre tan salao, ¿cómo se llama? (Pausa.)

Ay sí, mujé, el hermano de ese otro, el Zeus... Cojones,

que no me sale... Ese que tiene unas púas en las manos que

dan mucho asco...

TERE.- ¿El Poseidón?

MARI.- ¡Sí, el Poseidón! Gracias. Pues que lo envió a casa

del Poseidón, a que se lo comieran los peces.

TERE.- Ay, Mari, qué me dices... Pobre Hipólito, si él no

tenía la culpa de na...

MARI.- Ya lo sé, Tere, ya... Pero es que el Teseo es así,

¡qué le vamos a hacer! Pero no te preocupes, porque al

final la Fedra se arrepintió y se suicidó.

TERE.- ¡¿Que qué?! ¡Madre del amor hermoso! ¿Cómo puedo no

haberme enterao? Y ahora seré la última en darles el

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pésame, seré la más tardona... ¡y todo por no haberme

enterao! Qué vergüenza, Mari...

MARI.- Anda, anda... Total, ¿pa qué, Tere? Si con to el

follón no harán ni funeral ni na, así que da igual.

TERE.- Mari, pero es que me sabe mal, por Dios...

(Suspira.) ¿Y al final al Hipólito qué le pasó?

Pobrecico...

MARI.- Pues diría que el Teseo lo mandó de vuelta a casa y

que se perdonaron, pero no lo sé seguro porque cuando me lo

contó la Loli ella tampoco lo sabía muy bien... Me dijo que

se lo había dicho la Reme pero todavía no se sabe del todo

seguro, vamos.

TERE.- (Suspira. Pausa.) Me has dejao de piedra, Mari.

MARI.- Bueno, Tere, ¡es el pan de cada día! (Ríe.)

¿Quedamos mañana después del Sálvame?

*Solución: mito de Fedra.

Marina GARMENDIA, 2.3

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Munna

Quan Cronos va tallar els genitals a Urà, gotes de sang

caigueren al mar i de les ones fecundades en nasqué la

deessa. El vent Zèfir la va portar fins a Xipre, on les

Hores la van cuidar. Això la converteix en una divinitat

molt antiga, però com que sempre apareix jove, versions

posteriors la van fer filla de Zeus i de Dione.

Munna era musulmana e Ismaïl judío; aun así, se

querían. Cuando aquella noche Munna llegó a casa, encontró

a su padre sentado en el sillón, esperándola. Ella sabía de

qué quería hablarle, así que le contó toda la verdad:

estaba enamorada.

Su padre, que era una persona tradicional, no podía

tolerar que su única hija se hubiera enamorado de un hombre

sin su permiso y que encima este hombre fuera judío. Así

pues, cogió su daga y salió a buscar a Ismaïl.

Cuando el padre volvió a casa con las manos cubiertas

de sangre, Munna cogió todo lo que pudo y se fue sin dar

señal alguna.

Con 8 meses, 3 semanas y 5 días de gestación, Munna

se encontraba en una patera rumbo a las costas españolas,

soñando con una vida mejor y un futuro próspero. En aquel

miserable cayuco habían 13 personas: ocho hombres, cuatro

mujeres y un niño de siete años de edad. Llevaba horas bajo

aquel sol abrasador y, a pesar de su cansancio, Munna

aguantaba gracias a las pocas fuerzas que le quedaban. No

era fácil, y cuando vieron la maravillosa Andalucía ante

sus ojos, el bebé que llevaba dentro también lo quiso ver.

Las contracciones se hicieron cada vez más fuertes, cada

vez más a menudo, cada vez más insoportables. De pronto un

tirón sacudió la adolescente. Habían llegado a puerto, en

una pequeña cala del sur. Munna salió como pudo de la

indescriptible barca. Sin decir nada a nadie, se dirigió

hacia una pequeña cueva para dar a luz al chiquillo ansioso

que asomaba la cabeza.

Y así fue como, en un lugar aparentemente desconocido

acompañado por la dulce melodía de las olas del mar con sus

largas cabelleras, la espuma, Munna tuvo a su primera y

única hija. Era la niña más bonita que jamás podía haber

imaginado. Pero la debilidad de la madre no dejó de

aumentar, hasta que murió. Por allí cerca, pasaron unas

chicas que al oír los llantos de la criatura se asomaron a

la cueva y vieron a la pequeña. Era tan y tan hermosa que

la miraron sin decir ni mu, durante horas y horas.

*Solución: mito del nacimiento de Venus.

Helena CALAFELL, 2.3

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Composiciones libres que incluyan la palabra…

“COLA CAO”

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“MARIPOSA”

Para toda la vida

Piensa, Marina, piensa. Y piensa bien. A ver, o sí o

no, pero piensa. Piensa. A ver… Sí, va, va, sí, sí, no me

lo pienso, va. Sí y punto. Sí, ¡ya está! Ya está. Decidido.

Que sí. Que sí, que sí, seguro. Vale. Vale. Que sí. Pues

va… Vamos allá. Vamos. Vamos allá. Vale, a ver. Cojo

dinero. Vale. Lo cojo de la hucha. Muy bien. Vale, ya lo

tengo. Qué hora es. Y medio. Perfecto, tengo tiempo. Vale,

Pues voy para allá. Muy bien. ¿Tengo el dibujo? Sí. Vale.

Llaves. También, perfecto. Vale, muy bien. Mi padre no

está. Ya se lo diré luego si eso. Sí. Sí, sí, no pasa nada.

Dinero, dibujo y llaves. Perfecto, todo perfecto. Sí, sí.

Vale. Lo he pensado. Sí, pues vamos allá. Salgo de casa.

¿He cerrado bien? Piensa, Marina, piensa. Ehm… Sí, he

cerrado bien. Vale. Hace buen día. La gente pasea. No me lo

puedo creer. Estoy llegando. Llego. Abro la puerta. Hola.

Hola, buenos días. Qué buen día. Sí. Ehm… ¿Cuánto cuesta…?

Depende. ¿Y cuándo podría…? Ahora mismo, si te va bien.

¿Ahora? Sí, tengo un hueco. Va, no te lo pienses.

Y así, sin enterarme, me encuentro en una camilla con

olor a plástico y música de fondo a tope. Esa canción de

Pulp fiction en que Mia se pone a bailar sola en su

comedor. Y cierro los ojos y me imagino la escena, y por

encima de la música oigo un ruido que me taladra y se

acerca, cada vez más, más y más, a mi piel. Y noto el ruido

bajo mi piel, temblando, repiqueteando sin parar. Y Pulp

fiction de fondo.

Ya está. ¿Ya está? Sí. Ah, vale.

La miro. Es preciosa. Y aquí la tengo, a mi mariposa,

para toda la vida.

Marina GARMENDIA, 2.3

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Composiciones libres para hacer reír

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Composiciones fragmentarias (por grupos)

Esta actividad consistía en formar grupos de 3 o 4

personas de manera que cada miembro escribiese un fragmento

habiendo leído únicamente lo escrito por la persona

anterior. El resultado global puede tener o no tener

sentido, he ahí la dificultad del ejercicio: escribir un

fragmento suficientemente genérico para que pueda encajar

en cualquier contexto o, al contrario, buscar el contraste

(a menudo cómico) intensificando al máximo el estilo de

escritura elegido personal e individualmente por cada

miembro.

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Alicia en el país de las maravillas

1. Cayó. Cayó de golpe. Cayó de golpe y casi ni se enteró.

Apenas veía luz, pero cuando abrió los ojos notó alguna

cosa bajo su cabeza. Un pedazo de tela que se había arañado

del vestido, y nada más. Miró a su alrededor, con

dificultad. Apenas veía luz, pero distinguió esferas,

esferas por todas partes que parecían acecharla, y nada

más. Oyó alguna cosa, como un tic-tac de fondo que se

perpetuaba segundo tras segundo, y segundo tras segundo iba

cogiendo más y más fuerza. Tic-tac. Tic-TAC. TIC-TAC. Abrió

un poco más los ojos. Y tras las esferas no distinguió más

que pared, pared cubierta por una pintura podrida de color

marrón que se caía a trozos y que le había dejado la frente

llena de motas.

- ¿Quién eres? –preguntó una voz.

Y entonces contempló dos rutilantes ojos que se

posaban ante los suyos, y vio luz en aquellos irises

relucientes. TIC-TAC. TIC-TAC. Esa luz y ese sonido venidos

de repente la tambalearon por dentro, como una mosquita

ciega, hasta que consiguió finalmente articular unas pocas

y esqueléticas palabras:

- ¿Dónde estoy?

2.

3.

4.

1. Marina GARMENDIA, 2.3;

2. Carol COSTA, 2.3;

3. Andrea MORENO, 2.3;

4. Yeisi GALLARDO, 2.3.