TEXTOS DIALECTALES-El Teatro de Los Quintero

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    Prof. Jos Antonio Garca Fernndez DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace [email protected] C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69

    1

    TEXTOS DIALECTALES El teatro de los hermanos Quintero Serafn y Joaqun lvarez Quintero son un caso extremo de colaboracin literaria, hasta el punto de que, una vez muerto Serafn, en 1938, su hermano Joaqun sigui escribiendo obras y firmndolas con el nombre propio y el de su hermano difunto hasta el ao 1942. Los hermanos Quintero dominaron ms de cuarenta aos la escena espaola con sus comedias, sainetes y juguetes escnicos de humor, cuya caracterstica principal es el andalucismo mental y lingstico que en ellas domina. La historia comenz en 1888 con el juguete cmico Esgrima y Amor, el primero que escribieron juntos. Andaluca fue siempre el espacio geogrfico y social idealizado de los Quintero. Sus patios, salones, gabinetes, huertos, comedores son invariablemente andaluces en sus ms de doscientas obras, peras, dramas,

    poemas dramticos, comedias, pasos, zarzuelas, sainetes, juguetes cmicos, entremeses, apropsitos, monlogos, humoradas, loas, caprichos Andaluca se convierte en modelo de lugar feliz, mundo bien hecho y cristianamente pacificado. Nada hay en las obras de los Quintero del caciquismo pertinaz, de seoritos ociosos, de marginacin social de jornaleros y criados, de emigracin para subsistir Su teatro es el teatro burgus de unos escritores nacidos y criados en un medio burgus, amantes de su clase social y del xito comercial. Pronto acertaron con su frmula conservadora, tranquilizadora: representar un mundo dulzn, bobaliconamente bien hecho, un teatro sin conflicto en donde los problemas no pasan del incidente domstico. Teatro del detallismo ornamental, del pintoresquismo de los personajes, de los juegos de lengua. Pero teatro, eso s, enormemente popular, lleno de humor, hilarante, plagado de equvocos, basado en el costumbrismo y en lo dialectal. Los Quintero admiraron a Benavente, Bretn de los Herreros y Echegaray, a Bcquer y Valera, a Galds y Campoamor, a Cervantes por supuesto y a Ramn de la Cruz En Puebla de las Mujeres, estrenada en 1912, una comedia de ambiente, los Quintero presentan un lugar inventado y amaznico, un matriarcado al modo de las comedias feministas del griego Aristfanes, donde son las seoras las que mandan y se empean en casar a un joven despistado que llega por all de fin de semana con una de las muchachas del pueblo. En El genio alegre, estrenada en 1906, comedia de caracteres, destaca la figura de Consolacin, una linda muchachita burguesa que no puede dejar de hablar y de enredar y que llena de vida y alegra todos los rincones por donde pasa. Veamos algunos fragmentos de estas obras quinterianas:

    El genio alegre (1906)

    (Pausa. Sale por el portn la CHACHA PEPA. Es una viejecita del pueblo, que habla a tontas y a

    locas, chocha ya por el peso de los aos.)

    CHACHA PEPA. Ze pu pas? DON ELIGIO. Otra vez aqu? DOA SACRAMENTO.Quin? Ah! La chacha Pepa. Qu quieres.

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    CHACHA PEPA. Dios guarde a ust, doa Zacramento. No ha veno la nia toava? DOA SACRAMENTO. Si la nia no viene hasta el domingo, mujer. DON ELIGIO. Si ya hemos quedado en avisarte, Pepa. CHACHA PEPA. No ze incomode ust, don Ramn. Doa Zacramento, dgale ust que no ze incomode.

    Hgaze ust cargo que la he teno en mis brazos, que le he cantao la nana, que le he dao mi zangre... y

    que ya va pa veinte aos que no la veo. Nia de mi va, qu ganas tengo de comerle a bezos la cara!

    Vendr con er maro, no? DOA SACRAMENTO. Ests loca, chacha? De dnde sacas que mi sobrina se ha casado? CHACHA PEPA. Ay, qu torpe! Aqu est don Pedro, que me lo dijo. DON ELIGIO. Dnde est don Pedro? CHACHA PEPA. Ust no es don Pedro? Pos cmo ze yama ust, que ziempre me trabuco?. DON ELIGI. Don Eligio. Y yo no he podido decirte palabra de ese casamiento. CHACHA PEPA. No? DOA SACRAMENTO. Es que te has confundido, Pepa. CHACHA PEPA. Z? DOA SACRAMENTO. S. El que se ha casado es mi pariente don Alfonso, el seor conde de la Luz. T no

    te acuerdas de l? CHACHA PEPA. No tengo de acordarme? A m las cosas de ac no ze me orvan. Eze don Arfonzo y la

    madre de la zeorita Conzolacin eran hermanos. DOA SACRAMENTO. Justamente. Y fue quien se hizo cargo de la nia cuando muri su padre, mi pobre

    hermano Rafael. CHACHA PEPA. Ah, don Rafa! Cmo ze me reprezenta a m don Rafa!

    Andaba az, con los brazos mu meneaos. Miste que cazarse ahora don

    Rafa! DON ELIGIO. Cmo don Rafael? CHACHA PEPA. Digo, don Rafa; pobrecito. Don Alonzo ez er que ze ha cazao? DON ELIGIO. Don Alfonso! CHACHA PEPA. Qu ms da don Arfonzo que don Alonzo? Y con quin

    ze ha cazao, a la ed que tiene er gen ze? DOA SACRAMENTO. Mujer, ya te lo hemos dicho cien veces: con una

    joven de Solar del Rey, donde reside. CHACHA PEPA. Ay, z, seora, z! Pos zi er motivo de venirse ac la

    zeorita Conzolacin es que no ze yeva bien con la zeora de don

    Arfonzo. No es verd? DOA SACRAMENTO. Verdad. CHACHA PEPA. Ve uzt cmo me acuerdo mu bien? No ze enfurrue ust, ze, que ya me voy. De

    manera que la nia viene aluego? DON ELIGIO. No! CHACHA PEPA. Geno, pos qui dec que ust me mandar una razn azina que yegue. De eza manera no

    incomodo. Miste que mi pobrecito Juan est impe-do, y no hace ms que pincharme pa que venga a

    pregunta por la nia. Y yo, que necezito poco, pos nos juntamos el hambre y la gana e come. Ze, zi

    mis brazos han zo zu cuna, zi la he enzeao a habla, zi le dao la sangre e mis venas!... Estar ya

    hecha una rear moza. Quin me cont a m que la haba visto y que era mu bonita? Mi comadre, la

    muj de mi compadre Antonio, que vino aqu por una promeza. Ay, ze, cmo vuela er tiempo! Ya

    me voy, ya me voy. Doa Zacramento, que ust ziga gea. Don Benito, quese ust con Dios. DOA SACRAMENTO. Adis, chacha. DON ELIGIO. Adis, mujer, adis. (Vase por el portn la CHACHA PEPA, charlando sola.) DOA SACRAMENTO. Esta infeliz de Pepa no sabe ya dnde est de pie. DON ELIGI. No lo sabe. DOA SACRAMENTO. Verdaderamente, chochea. Y la noticia de la llegada de mi sobrina Consolacin, a

    quien ella ha criado, le ha vuelto el poco juicio que le quedaba.

    (ACTO I)

    (De la casa de labor sale AMBROSIO.)

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    AMBROSIO. Tengan usts mu buenos das. (Sorprendido.) Don Julio, cmo ust por aqu? JULIO. Hombre, no es tan raro verme por aqu. AMBROSIO. Pero tampoco es coza que ze vea tos los das, como er zal der z! Con permizo. Don Eligio

    de mis curpas.

    DON ELIGIO. Qu hay? AMBROSIO. A mi nio lo tiene ust ya en er jardn con la paleta y los pinceles, y pregunta zi va ust a

    ponerze la ropa con que lo est pintando, o zi hoy tambin lo deja.

    DON ELIGIO. Vlgame Dios! Dile que hoy tampoco podemos hacer nada. Tengo mucho que trabajar. Mientras no salga de mi conferencia, no quiero distraer un minuto. Tanto que, con permiso de todos...

    La seora marquesa me necesita?

    DOA SACRAMENTO. Para nada. DON ELIGIO. El seor marqus quiere algo? JULIO. Que le pase a usted el susto. DON ELIGIO. Siempre ha de chancear el seor marqus. (Vase por la puerta de la derecha.) JULIO. Pero no se re! Escchame, Ambrosio. AMBROSIO. Mande ust, don Julio. JULIO. Te felicito. S que tu hijo progresa en la pintura. AMBROSIO. Que progreza? JULIO. As me dicen todos. AMBROSIO. Z, verd? Pu z que progreze; pero lo que yo le po a ust, y a tos los que dicen que

    progreza, es que no me mienten ar nio.

    JULIO.Por qu? AMBROSIO. (Conteniendo su mal humor.) Por na. No me miente ust ar nio, don Julio, no me miente ust

    ar nio. Yo cuando me enfao no z habla zin zort ajos y ceboyas... y que me voy a enfada zi me

    mienta ust ar nio. Estamos, don Julio? Ez un favo que yo le po a ust que no me miente ar nio. Y

    ust ziga bueno. (Vase a la casa de labor.)

    JULIO. Adis, hombre. (Rindose.) Qu le ocurre a Ambrosio con el nio? DOA SACRAMENTO. No lo s a ciencia cierta; pero me figuro que se trata de un gran desacuerdo en

    materia de arte.

    JULIO. Ya. (ACTO II)

    Puebla de las Mujeres (1912)

    DON CECILIO. Acaso; pero lo que puedo decirle a usted es que no ha habido un momento crtico en la historia de Puebla de las Mujeres en que ellas no

    hayan sido las heronas. Por eso lleva el pueblo el nombre que lleva. De

    manera que ndese usted con ojo, como le he prevenido antes.

    ADOLFO. Eso es lo que a m me da risa: la alarma que trata usted de infundirme porque he visto en la calle a una muchacha y han dado en decir

    que me he fijado en ella.

    DON CECILIO. As empec yo... ADOLFO. Qu? DON CECILIO. Que as empec yo. A los tres das de estar aqu de mdico, hace ya treinta y cinco aos, principi el tole tole. Vamos, doctor, que no ha

    hecho usted ms que llegar y pegar. Buen gusto ha tenido usted, doctor.

    Yo? Usted, usted; no nos venga con disimulos. Ya sabemos que est

    usted que hace nmeros por Fulanita... Pero si ni siquiera la conozco!

    Pues dice que no la conoce? Y dale con que no la conoce! Hasta que

    me entraron ganas de conocerla!

    ADOLFO. No lo dudo. DON CECILIO. Que es lo mismo que va a pasarle a usted. ADOLFO. Tampoco lo dudo. Declaro que ya tengo cierta curiosidad...

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    DON CECILIO. Oh! ADOLFO. Cierto inters en saludar siquiera a esa seorita. DON CECILIO. Oh! Es usted hombre al agua. Lo pondrn a usted en relaciones; organizarn una buo-lada

    para estrechar lazos; le ofrecern la reja de Concha Puerto para pelar la pava, y le fijarn a usted la

    fecha de la boda. Son los trmites.

    ADOLFO. (Soltando la risa.) Ja, ja, ja! DON CECILIO. Rase, rase cuanto quiera. Como ellas la tomen con usted, se ver usted empujado en todos

    los instantes por una fuerza irresistible, y all ir usted a donde a ellas se le antoje. No le d usted

    vueltas!

    ADOLFO. Pero, seor doctor... DON CECILIO. Pero, seor abogado. Fjese usted en m. Tengo yo planta torera, por casualidad? ADOLFO. Usted? DON CECILIO.Pues yo he toreado en este pueblo! Se les puso en el moo a las seoras que toreara, y

    tore! Que si el manto de la Virgen, que si la caridad, que si los pobres, que si la sequa!... Que

    concertaron una becerrada y que tore!

    ADOLFO. No, pues a eso s que no pienso llegar yo. DON CECILIO.Porque no quieran ellas! O es que cree usted que yo pensaba torear? En mi vida he pa-

    sado ms miedo! Usted no tiene idea de lo que crece un becerro a cada paso que da hacia usted!

    ADOLFO. Le parece a usted que, por si acaso, me ensaye con el perro de Terranova de mi ta? DON CECILIO.Tmelo usted a broma! (Sale por la cancela SANTITA, seguida por una muchacha.) SANTITA. S; aqu tienes al mdico. (A ADOLFO.) Hola! Hemos entrado por el postigo? ADOLFO. S, seora. SANTITA. (Bajando la voz.) Pues se ha perdido usted ver lo que hay a la puerta. ADOLFO. Je! SANTITA. Doctor, esta muchacha pregunta por usted. (Se va por el jardn.) DON CECILIO. Qu pasa, nia? MUCHACHA. Pos mi hermana, que ze ha puesto mala. DON CECILIO.Vlgate Dios! Y quin es tu hermana? MUCHACHA. Pos la hija de Joz. DON CECILIO. Y quin es Jos? MUCHACHA. Pos Joz es mi padre. DON CECILIO. (A ADOLFO, que sonre al orlo.) Usted se habr enterado ya de quin es la hermana. Y tu

    padre, quin es, que no caigo ahora?

    MUCHACHA. Ay, qu gracia! Dice que no cae. Quin va a z mi padre, ze? Er de las piedras de afil. DON CECILIO. No poda ser otro, efectivamente. Y, bueno, qu le ha dado a tu hermana? MUCHACHA. Pos le ha dao un inzurto. Ha peleao con er novio de mala manera, y ze ha inzurtao. DON CECILIO. Probablemente, despus de haberse insultado los dos, el uno al otro. MUCHACHA. No, ze; que mi hermana ha estao muy prudente. Pero iba borracho. A la cuenta ze ha

    tomao cuatro copas de ms pa dejarla. Y a mi hermana le ha dao un inzurto. Y me dijo mi madre:

    Pos anda, ve en ca de don Cecilio, a v zi pu ven. Y en ca de ust me dijeron que deba ust de

    est en ca de doa Madalena. Y en ca de doa Madalena me dijeron que quiz estara ust en ca der

    cura. Y por ezo he veno.

    DON CECILIO. Pues en seguida voy all. Eso que tiene tu hermana no es nada. Dnde viven ustedes? MUCHACHA. Pos pasa la rincon del aguaducho, er cayejn aqu. DON CECILIO. All hay dos callejones. MUCHACHA. Pos er der marmoliyo, conforme ze entra. DON CECILIO. Qu nmero? MUCHACHA. La caza der faro. DON CECILIO. Pero, qu nmero? MUCHACHA. A la vera der derribo. DON CECILIO. Mira, nia, lo mejor es que nos vayamos juntos, porque si no, no le curo el insulto a tu

    hermana. Adis, Adolfo. Hasta maana en el Casino, eh?

    ADOLFO. S, seor; s; hasta maana. DON CECILIO. Vamos, t. MUCHACHA. Que ust lo paze bien.

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    ADOLFO. Adis. Que se alivie la enferma. MUCHACHA. Muchzimas gracias, zeorito. (DON CECILIO se marcha por la cancela, y ella lo sigue.) ADOLFO. Es gracioso este hombre. Y qu monomana ms original la del matrimonio! Ja, ja, ja! Y qu pavor a Concha Puerto!

    (Sale sta de la puerta de la izquierda del jardn en direccin a la cancela, cuando, con gran

    sorpresa, ve a ADOLFO y se detiene a saludarlo, regocijadsima.)

    CONCHA.Cmo? Buenas noches. No haba reparado. Usted aqu? Cmo sigue usted? ADOLFO. (Algo desconcertado.) Bien... y usted, seora? CONCHA. Yo, bien; muchas gracias. Pero, qu hace usted aqu solo? ADOLFO. Acaba de dejarme don Cecilio. CONCHA. Sabe don Julin que est usted aqu? ADOLFO. S, seora. CONCHA. Y Santita, lo sabe? ADOLFO. Tambin, tambin. CONCHA. Y... las dems personas que estn a la puerta? ADOLFO. sas... no s... No las he visto... No he entrado ahora por ah. CONCHA. Ah! Quiere usted que yo lo presente? ADOLFO. Gracias. CONCHA. Gracias, s, o gracias no? ADOLFO. Sencillamente gracias, seora ma. CONCHA. Bueno, hablando de otra cosa: usted dir que Bobadilla es un grosero. ADOLFO. Bobadilla? CONCHA. S, seor; mi marido. ADOLFO. Seora, Dios me libre. CONCHA. Es que ya ha debido ir a verlo a usted. Pero el pobrecito lleva unos das que no est para nada. ADOLFO. Pues, qu tiene? CONCHA. Lo de siempre: la muela. ADOLFO.Qu muela?

    (ACTO I)

    Bibliografa

    lvarez Quintero, Serafn y Joaqun, El genio Alegre. Puebla de las Mujeres. Ed. Gregorio Torres Nebrera. Madrid, Espasa-Calpe, 1993. Col Austral.