Teología Vol III Tratado II De la Madre del Redentor - Mariología
Textos: P. Sergé Nicoloff Diseño: Mónica Heller Curso: Iniciación a la Mariología .
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El Magisterio sostiene que la Virgen y San José contrajeron un
verdadero matrimonio. Los
Padres, al referirse a este matrimonio,
ponen derelieve la providencia y sabiduría divinas al disponer que Jesucristo naciera virginalmente
de una Madre desposada.
San José recibió una plenitud de gracia proporcionada a la
preeminencia de su misión para la cual fue elegido eternamente por la
Trinidad. En efecto, la misión de San José supera
el orden mismo de la gracia y linda con el orden hipostático, constituido
por el misterio mismo de la Encarnación.
Juan XXIII, en 1962, lo proclamó “ilustre descendiente de David, luz
de los Patriarcas, esposo de la Madre de Dios, guardián de su
virginidad, padre nutricio del Hijo de Dios, vigilante defensor de
Cristo, Jefe de la Sagrada Familia; fue justísimo, castísimo,
prudentísimo, fortísimo, muy obediente, fidelísimo, espejo de
paciencia, amante de la pobreza, modelo de trabajadores, honor de la vida doméstica, guardián de las
vírgenes, sostén de las familias, consolación de los desafortunados,
esperanza de los enfermos, patrono de los moribundos, terror de los demonios, protector de la
Iglesia Santa. Nadie es tan grande después de la
Virgen María”.
Parece que, después de la Anunciación, la Virgen guardó para sí el gran misterio que
había acontecido en Ella, la Encarnación del Verbo.
La duda de José no era sobre la inocencia de
María, sino sobre su propio papel en el futuro de aquel
misterio.
El ángel no sólo le confirma que lo sucedido en su Esposa es obra
divina; además le comunica que él tiene también una misión en el
misterio de la Encarnación: poner el nombre a Jesús, lo cual significa, en el modo de hablar bíblico, que iba a ser el padre de Jesús según la ley.
“¿Cómo era padre José? Tanto más profundamente padre, cuanto más
casta fue su paternidad. A José no sólo se le debe el nombre de padre, sino
que se le debe más que a otro alguno” (San Agustín, Sermón 51, 20).
Fiesta litúrgica de San José designada por Sixto
IV ,(1476). La eleva a mayor
categoría Inocencio VIII (1486).
La declara obligatoria para todo el orbe
Gregorio XV (1621).
Proclama a San José como “patrono de la Iglesia universal”
Pío IX (1871).
“Trato de llegar a la Trinidad del Cielo por esa
otra trinidad de la tierra: Jesús, María y José.
Están como más asequibles. Jesús, que es per-
fectus Deus y perfectus Homo. María, que es
una mujer, la más pura criatura, la más grande:
más que Ella, sólo Dios. Y José, que está
inmediato a María: limpio, varonil, prudente,
entero” (San Josemaría).
“San José, que no te puedo separar de Jesús y de María. San José, por el que he tenido siempre devoción pero comprendo que debo amarte cada día más y proclamarlo a los cuatro
vientos (...). San José, nuestro Padre y Señor, intercede por
nosotros” (Ídem).