Textos Siglo de Oro - uma.es · de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio está atendido....

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1 LITERATURA SIGLOS DE ORO (profesora Susana Guerrero Salazar) TEXTOS RENACIMIENTO GARCILASO DE LA VEGA SONETO XIII A Dafne ya los brazos le crecían, y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que al oro escurecían. De áspera corteza se cubrían los tiernos miembros, que aún bullendo estaban; los blancos pies en tierra se hincaban, y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía el árbol que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño! ¡Que con lloralla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba! SONETO XXIII En tanto que de rosa y de azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, con clara luz la tempestad serena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena: coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre. Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en la costumbre.

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LITERATURA SIGLOS DE ORO (profesora Susana Guerrero Salazar)

TEXTOS RENACIMIENTO

GARCILASO DE LA VEGA SONETO XIII A Dafne ya los brazos le crecían, y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que al oro escurecían. De áspera corteza se cubrían los tiernos miembros, que aún bullendo estaban; los blancos pies en tierra se hincaban, y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía el árbol que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño! ¡Que con lloralla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba!

SONETO XXIII En tanto que de rosa y de azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, con clara luz la tempestad serena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena: coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre. Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en la costumbre.

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FRAY LUIS DE LEÓN

ODA XVIII - EN LA ASCENSIÓN

¿Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, escuro, con soledad y llanto; y tú, rompiendo el puro aire, ¿te vas al inmortal seguro?

Los antes bienhadados, y los agora tristes y afligidos, a tus pechos criados, de ti desposeídos, ¿a dó convertirán ya sus sentidos?

¿Qué mirarán los ojos que vieron de tu rostro la hermosura, que no les sea enojos? Quien oyó tu dulzura, ¿qué no tendrá por sordo y desventura?

Aqueste mar turbado, ¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto al viento fiero, airado? Estando tú encubierto, ¿qué norte guiará la nave al puerto?

¡Ay!, nube, envidiosa aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas? ¿Dó vuelas presurosa? ¡Cuán rica tú te alejas! ¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!

ODA A LA VIDA SOLITARIA

¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruïdo!, y sigue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido!

Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio moro, en jaspes sustentado.

No cura si la fama canta con voz su nombre, pregonera; ni cura si encarama la lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento, si soy del vano dedo señalado, si en busca de este viento ando desalentado con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh, monte! ¡Oh fuente! ¡Oh río! ¡Oh, secreto seguro, deleitoso! Roto casi el navío, a vuestro almo reposo huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño, un día puro, alegre, libre quiero, no quiero ver el ceño vanamente severo de a quién la sangre ensalza o el dinero.

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Despiértenme las aves con su cantar sabroso no aprendido; no los cuidados graves de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio está atendido.

Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto, que con la primavera, de bella flor cubierto, ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa por ver y acrecentar su hermosura, desde la cumbre airosa una fortuna pura hasta llegar, corriendo, se apresura.

Y luego, sosegada, el paso entre los árboles torciendo, el suelo, de pasada, de verdura vistiendo, y con diversas flores va esparciendo.

El aire el huerto orea, y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea

con un manso ruïdo, que del oro y del cetro pone olvido.

Ténganse su tesoro los que de un falso leño confían; no es mío ver el lloro de los que desconfían cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torna; al cielo suena confusa vocería, y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla mesa, de amable paz bien abastada, me basta, y la vajilla, de fino oro labrada, sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserable- mente se están los otros abrasando con sed insacïable del peligroso mando, tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido, de yedra y lauro eterno coronado, puesto el atento oído al son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado.

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ODA A FRANCISCO SALINAS

El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, Salinas, cuando suena la música extremada, por vuestra sabia mano gobernada. A cuyo son divino el alma, que en olvido está sumida, torna a cobrar el tino y memoria perdida, de su origen primera esclarecida. Y como se conoce, en suerte y pensamiento se mejora, el oro desconoce que el vulgo vil adora, la belleza caduca engañadora. Traspasa el aire todo hasta llegar a la más alta esfera, y oye allí otro modo de no perecedera música, que es la fuente y la primera. Ve cómo el gran Maestro, a aquesta inmensa cítara aplicado, con movimiento diestro produce el son sagrado, con que este eterno templo es sustentado.

Y como está compuesta de números concordes, luego envía consonante respuesta; y entre ambas a porfía mezclan una dulcísima armonía. Aquí el alma navega por un mar de dulzura, y finalmente en él ansí se anega, que ningún accidente extraño y peregrino oye y siente. ¡Oh desmayo dichoso!, ¡Oh muerte que das vida!, ¡oh dulce olvido!, ¡durase en tu reposo, sin ser restituido jamás a aqueste bajo y vil sentido! A este bien os llamo, gloria del Apolíneo sacro coro, amigos a quien amo sobre todo tesoro, que todo lo visible es triste lloro. ¡Oh, suene de contino, Salinas, vuestro son en mis oídos, por quien al bien divino despiertan los sentidos, quedando a lo demás adormecidos!

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SANTA TERESA DE JESÚS

NADA TE TURBE

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: Solo Dios basta.

Eleva tu pensamiento, al cielo sube, por nada te acongojes, nada te turbe.

A Jesucristo sigue con pecho grande, y, venga lo que venga, nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana; nada tiene de estable, todo se pasa.

Aspira a lo celeste, que siempre dura;

fiel y rico en promesas, Dios no se muda.

Ámala cual merece bondad inmensa; pero no hay amor fino sin la paciencia.

Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera todo lo alcanza.

Del infierno acosado aunque se viere, burlará sus furores quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos, cruces, desgracias; siendo Dios tu tesoro nada te falta.

Id, pues, bienes del mundo; id dichas vanas; aunque todo lo pierda, solo Dios basta.

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Vivo sin vivir en mí

Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero. Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí: cuando el corazón le di puso en él este letrero, que muero porque no muero. Esta divina prisión, del amor en que yo vivo, ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Solo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero.

Acaba ya de dejarme, vida, no me seas molesta; porque muriendo, ¿qué resta, sino vivir y gozarme? No dejes de consolarme, muerte, que ansí te requiero: que muero porque no muero.

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SAN JUAN DE LA CRUZ

En una noche oscura

En una noche oscura, con ansias, en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura, por la secreta escala, disfrazada, ¡oh dichosa ventura!, a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba más cierto que la luz de mediodía, adonde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste! ¡oh noche amable más que el

alborada! ¡oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.

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Llama de amor viva ¡Oh llama de amor viva que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! Pues ya no eres esquiva acaba ya si quieres, 5 ¡rompe la tela de este dulce encuentro! ¡Oh cauterio süave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado que a vida eterna sabe 10 y toda deuda paga! Matando, muerte en vida has trocado. ¡Oh lámparas de fuego en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido, 15 que estaba oscuro y ciego, con estraños primores color y luz dan junto a su querido! ¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno 20 donde secretamente solo moras, y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno, cuán delicadamente me enamoras!

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CERVANTES

Del Viaje del Parnaso, capítulo cuarto

Suele la indignación componer versos; pero si el indignado es algún tonto, ellos tendrán su todo de perversos.

De mí yo no sé más sino que prompto me hallé para decir en tercia rima

lo que no dijo el desterrado a Ponto; y así le dije a Delio: «No se estima, señor, del vulgo vano el que te sigue y al árbol sacro del laurel se arrima;

la envidia y la ignorancia le persigue, y así, envidiado siempre y perseguido, el bien que espera por jamás consigue. Yo corté con mi ingenio aquel vestido con que al mundo la hermosa Galatea

salió para librarse del olvido. Soy por quien La Confusa, nada fea,

pareció en los teatros admirable, si esto a su fama es justo se le crea. Yo, con estilo en parte razonable,

he compuesto comedias que en su tiempo tuvieron de lo grave y de lo afable.

Yo he dado en Don Quijote pasatiempo al pecho melancólico y mohíno,

en cualquiera sazón, en todo tiempo. Yo he abierto en mis Novelas un camino

por do la lengua castellana puede mostrar con propiedad un desatino.

Yo soy aquel que en la invención excede a muchos; y al que falta en esta parte,

es fuerza que su fama falta quede. Desde mis tiernos años amé el arte

dulce de la agradable poesía, y en ella procuré siempre agradarte. Nunca voló la pluma humilde mía

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por la región satírica: bajeza que a infames premios y desgracias guía. Yo el soneto compuse que así empieza,

por honra principal de mis escritos: ¡Voto a Dios, que me espanta esta grandeza!

Yo he compuesto romances infinitos, y el de Los celos es aquel que estimo, entre otros que los tengo por malditos.

Por esto me congojo y me lastimo de verme solo en pie, sin que se aplique

árbol que me conceda algún arrimo. Yo estoy, cual decir suelen, puesto a pique

para dar a la estampa al gran Pirsiles, con que mi nombre y obras multiplique.

Yo, en pensamientos castos y sotiles,

dispuestos en soneto[s] de a docena, he honrado tres sujetos fregoniles. También, al par de Filis, mi Silena

resonó por las selvas, que escucharon más de una y otra alegre cantilena, y en dulces varias rimas se llevaron mis esperanzas los ligeros vientos,

que en ellos y en la arena se sembraron. Tuve, tengo y tendré los pensamientos,

merced al cielo que a tal bien me inclina, de toda adulación libres y esentos.

Nunca pongo los pies por do camina la mentira, la fraude y el engaño,

de la santa virtud total rüina. Con mi corta fortuna no me ensaño,

aunque por verme en pie como me veo, y en tal lugar, pondero así mi daño.

[…]

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Al túmulo de Felipe II en Sevilla

«Voto a Dios que me espanta esta grandeza

y que diera un doblón por describilla;

porque ¿a quién no sorprende y maravilla

esta máquina insigne, esta riqueza?

Por Jesucristo vivo, cada pieza 5

vale más de un millón, y que es mancilla

que esto no dure un siglo, ¡oh, gran Sevilla!

Roma triunfante en ánimo y nobleza.

Apostaré que el ánima del muerto

por gozar este sitio hoy ha dejado 10

la gloria donde vive eternamente.»

Esto oyó un valentón y dijo: «Esto es cierto

cuanto dice voacé, seor soldado,

y quien dijere lo contrario, miente.»

Y luego, incontinente, 15

caló el chapeo, requirió la espada,

miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

SONETO1

El que subió por sendas nunca usadas

del sacro monte a la más alta cumbre;

el que a una Luz se hizo todo lumbre

y lágrimas, en dulce voz cantadas;

el que con culta vena las sagradas 5

de Helicón y Pirene en muchedumbre

(libre de toda humana pesadumbre)

bebió y dejó en divinas transformadas;

aquél a quien envidia tuvo Apolo

porque, a par de su Luz, tiene su fama 10

de donde nace a donde muere el día:

el agradable al cielo, al suelo solo,

vuelto en ceniza de su ardiente llama,

yace debajo de esta losa fría.

1 «Este soneto hice a la muerte de don Fernando de Herrera y, para entender el primer cuarteto,

advierto que él celebraba en sus versos a una señora debajo de este nombre de Luz. Creo que es de los buenos que he hecho en mi vida.»

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TEXTOS BARROCO

LOPE DE VEGA

¿Quién mata con más rigor? Amor. ¿Quién causa tantos desvelos? Celos. ¿Quién es el mal de mi bien? Desdén ¿Qué más que todos también una esperanza perdida, pues que me quitan la vida amor, celos y desdén? ¿Qué fin tendrá mi osadía? Porfía. ¿Y qué remedio mi daño? Engaño. ¿Quién es contrario a mi amor? Temor. Luego es forzoso el rigor, y locura el porfiar , pues mal se pueden juntar porfía, engaño y temor.

¿Qué es lo que el amor me ha dado? Cuidado. ¿Y qué es lo que yo le pido? Olvido. ¿Qué tengo del bien que veo? Deseo. Si en tal locura me empleo, que soy mi propio enemigo, presto acabarán conmigo cuidado, olvido y deseo. Nunca mi pena fue dicha. Desdicha. ¿Qué guarda mi pretensión? Ocasión. ¿Quién hace a amor resistencia? Ausencia. Pues ¿dónde hallará paciencia, aunque a la muerte le pida, si me han de acabar la vida desdicha, ocasión y ausencia?

…………………………………………………..

A la noche

Noche, fabricadora de embelecos, loca, imaginativa, quimerista, que muestras al que en ti su bien conquista los montes llanos y los mares secos; habitadora de celebros huecos, mecánica, filósofa, alquimista, encubridora mil, lince sin vista, espantadiza de tus mismos ecos: la sombra, el miedo, el mal se te atribuya, solícita, poeta, enferma, fría, manos del bravo y pies del fugitivo. Que vele o duerma, media vida es tuya: si velo, te lo pago con el día, y si duermo, no siento lo que vivo.

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Si culpa el concebir, nacer tormento, guerra vivir, la muerte fin humano; si después de hombre, tierra y vil gusano, y después de gusano, polvo y viento;

si viento nada, y nada el fundamento, flor la hermosura, la ambición tirano, la fama y gloria, pensamiento vano, y vano en cuanto piensa el pensamiento,

¿quién anda en este mar para anegarse? ¿De qué sirve en quimeras consumirse, ni pensar otra cosa que salvarse?

¿De qué sirve estimarse y preferirse, buscar memoria habiendo de olvidarse, y edificar habiendo de partirse?

………………………………………………………………………..

Cuando me paro a contemplar mi estado, y a ver los pasos por donde he venido, me espanto de que un hombre tan perdido a conocer su error haya llegado. Cuando miro los años que he pasado, la divina razón puesta en olvido, conozco que piedad del cielo ha sido no haberme en tanto mal precipitado. Entré por laberinto tan extraño, fiando al débil hilo de la vida el tarde conocido desengaño; mas de tu luz mi escuridad vencida, el monstro muerto de mi ciego engaño, vuelve a la patria, la razón perdida. ………………………………………………………………………..

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¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía: «Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura soberana, «Mañana le abriremos», respondía, para lo mismo responder mañana!

…………………………………………………..

Suelta mi manso, mayoral extraño, pues otro tienes de tu igual decoro, deja la prenda que en el alma adoro, perdida por tu bien y por mi daño.

Ponle su esquila de labrado estaño, y no le engañen tus collares de oro, toma en albricias este blanco toro, que a las primeras hierbas cumple un año.

Si pides señas, tiene el vellocino pardo, encrespado, y los ojuelos tiene como durmiendo en regalado sueño.

Si piensas que no soy su dueño, Alcino, suelta, y verásle si a mi choza viene, que aun tienen sal las manos de su dueño.

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Resuelta en polvo ya, mas siempre hermosa, sin dejarme vivir, vive serena aquella luz, que fue mi gloria y pena, y me hace guerra, cuando en paz reposa. Tan vivo está el jazmín, la pura rosa, que, blandamente ardiendo en azucena, me abrasa el alma de memorias llena: ceniza de su fénix amorosa. ¡Oh memorïa cruel de mis enojos!, ¿qué honor te puede dar mi sentimiento, en polvo convertidos sus despojos? Permíteme callar solo un momento: que ya no tienen lágrimas mis ojos... ni conceptos de amor mi pensamiento.

………………………………………………………………….

Un soneto me manda hacer Violante que en mi vida me he visto en tanto aprieto; catorce versos dicen que es soneto; burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante, y estoy a la mitad de otro cuarteto; mas si me veo en el primer terceto, no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando, y parece que entré con pie derecho, pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho que voy los trece versos acabando; contad si son catorce, y está hecho.

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GÓNGORA

La más bella niña

de nuestro lugar,

hoy viuda y sola

y ayer por casar,

viendo que sus ojos

a la guerra van,

a su madre dice

que escucha su mal:

Dejadme llorar,

Orillas del mar…

Pues me distes, madre,

en tan tierna edad

tan corto el placer

tan largo el penar,

y me cautivastes

de quien hoy se va

y lleva las llaves

de mi libertad,

Dejadme llorar,

orillas del mar…

En llorar conviertan

mis ojos de hoy más

el sabroso oficio

del dulce mirar,

pues que no se pueden

mejor ocupar

yéndose a la guerra

quien era mi paz,

Dejadme llorar,

orillas del mar…

No me pongáis freno

Ni queráis culpar;

que lo uno es justo,

lo otro por demás.

Si me queréis bien

no me hagáis mal;

harto peor fuera

morir y callar.

Dejadme llorar,

orillas del mar…

Dulce madre mía,

¿quién no llorará,

aunque tenga el pecho

como un pedernal,

y no dará voces

viendo marchitar

los más verdes años

de mi mocedad?

Dejadme llorar,

orillas del mar…

Váyanse las noches,

pues ido se han

los ojos que hacían

los míos velar;

váyanse, y no vean

tanta soledad

después que en mi lecho

sobra la mitad.

Dejadme llorar,

orillas del mar…

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Ándeme yo caliente y ríase la gente.

Ándeme yo caliente

y ríase la gente.

Traten otros del gobierno

del mundo y sus monarquías,

mientras gobiernan mis días 5

mantequillas y pan tierno;

y las mañanas de invierno

naranjada y aguardiente,

y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla 10

el Príncipe mil cuidados,

como píldoras dorados;

que yo en mi pobre mesilla

quiero más una morcilla

que en el asador reviente, 15

y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas

de blanca nieve el enero,

tenga yo lleno el brasero

de bellotas y castañas, 20

y quien las dulces patrañas

del Rey que rabió me cuente,

y ríase la gente.

Busque muy en hora buena

el mercader nuevos soles,25

yo conchas y caracoles

entre la menuda arena,

escuchando a Filomena

sobre el chopo de la fuente,

y ríase la gente. 30

Pase a medianoche el mar

y arda en amorosa llama

Leandro por ver su dama,

que yo más quiero pasar

del golfo de mi lagar 35

la blanca o roja corriente,

y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel

que de Píramo y su amada

hace tálamo una espada, 40

do se juntan ella y él,

sea mi Tisbe un pastel

y la espada sea mi diente,

y ríase la gente.

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¡Que se nos va la Pascua, mozas, Que se nos va la Pascua! Mozuelas las de mi barrio, Loquillas y confiadas, Mirad no os engañe el tiempo, La edad y la confianza. No os dejéis lisonjear De la juventud lozana, Porque de caducas flores Teje el tiempo sus guirnaldas. ¡Que se nos va la Pascua, mozas, Que se nos va la Pascua! Vuelan los ligeros años, Y con presurosas alas Nos roban, como harpías, Nuestras sabrosas viandas. La flor de la maravilla Esta verdad nos declara, Porque le hurta la tarde Lo que le dio la mañana. ¡Que se nos va la Pascua, mozas, Que se nos va la Pascua! Mirad que cuando pensáis Que hacen la señal del alba Las campanas de la vida, Es la queda, y os desarman De vuestro color y lustre, De vuestro donaire y gracia, Y quedáis todas perdidas Por mayores de la marca.

¡Que se nos va la Pascua, mozas, Que se nos va la Pascua!

Yo sé de una buena vieja Que fue un tiempo rubia y zarca, Y que al presente le cuesta Harto caro el ver su cara, Porque su bruñida frente Y sus mejillas se hallan Más que roquete de obispo Encogidas y arrugadas. ¡Que se nos va la Pascua, mozas, Que se nos va la Pascua! Y sé de otra buena vieja, Que un diente que le quedaba Se lo dejó este otro día Sepultado en unas natas, Y con lágrimas le dice: «Diente mío de mi alma, Yo sé cuándo fuistes perla, Aunque ahora no sois caña.» ¡Que se nos va la Pascua, mozas, Que se nos va la Pascua!

Por eso, mozuelas locas, Antes que la edad avara El rubio cabello de oro Convierta en luciente plata, Quered cuando sois queridas, Amad cuando sois amadas, Mirad, bobas, que detrás Se pinta la ocasión calva. ¡Que se nos va la Pascua, mozas, Que se nos va la Pascua!

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Mientras por competir con tu cabello oro bruñido al sol relumbra en vano, mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente al lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello, siguen más ojos que al clavel temprano, y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello,

goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no solo en plata o vïola troncada se vuelva, más tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

………………………………………………………………………..

La dulce boca que a gustar convida un humor entre perlas distilado, y a no invidiar aquel licor sagrado que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

amantes, no toquéis, si queréis vida; porque entre un labio y otro colorado Amor está, de su veneno armado, cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que a la Aurora diréis que, aljofaradas y olorosas se le cayeron del purpúreo seno;

manzanas son de Tántalo, y no rosas, que pronto huyen del que incitan hora y sólo del Amor queda el veneno.

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A CÓRDOBA

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas de honor, de majestad, de gallardía! ¡Oh gran río, gran rey de Andalucía, de arenas nobles, ya que no doradas! ¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas, que privilegia el cielo y dora el día! ¡Oh siempre glorïosa patria mía, tanto por plumas cuanto por espadas! Si entre aquellas rüinas y despojos que enriquece Genil y Dauro baña tu memoria no fue alimento mío, nunca merezcan mis ausentes ojos ver tu muro, tus torres y tu río, tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España! …………………………………………………………………………. A CIERTO SEÑOR QUE LE ENVIÓ LA «DRAGONTEA» DE LOPE DE VEGA

Señor, aquel Dragón de inglés veneno, criado entre las flores de la Vega más fértil que el dorado Tajo riega, vino a mis manos: púselo en mi seno. Para rüido de tan grande trueno es relámpago chico: no me ciega. Soberbias velas alza: mal navega. Potro es gallardo, pero va sin freno. La musa castellana, bien la emplea en tiernos, dulces, músicos papeles, como en pañales niña que gorjea. ¡Oh planeta gentil, del mundo Apeles, rompe mis ocios, porque el mundo vea que el Betis sabe usar de tus pinceles!

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A DON FRANCISCO DE QUEVEDO

Anacreonte español, no hay quien os tope, que no diga con mucha cortesía, que ya que vuestros pies son de elegía, que vuestras suavidades son de arrope.

¿No imitaréis al terenciano Lope, que al de Belerofonte cada día sobre zuecos de cómica poesía se calza espuelas, y le da un galope?

Con cuidado especial vuestros antojos dicen que quieren traducir al griego, no habiéndolo mirado vuestros ojos.

Prestádselos un rato a mi ojo ciego, porque a luz saque ciertos versos flojos, y entenderéis cualquier gregüesco luego.

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¿Vos sois Valladolid? ¿Vos sois el valle de olor? ¡Oh fragrantísima ironía! A rosa oléis, y sois de Alejandría, que pide al cuerpo más que puede dalle. Serenísimas damas de buen talle, no os andéis cocheando todo el día, que en dos mulas mejores que la mía se pasea el estiércol por la calle. Los que en esquinas vuestros corazones asáis por quien, alguna noche clara, os vertió el pebre y os mechó sin clavos, ¿pasáis por tal que sirvan los balcones, los días a los ojos de la cara, las noches a los ojos de los rabos?

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FRANCISCO DE QUEVEDO

"¡Ah de la vida!"... ¿Nadie me responde? ¡Aquí de los antaños que he vivido! La Fortuna mis tiempos ha mordido;

las Horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni adónde la salud y la edad se hayan huido!

Falta la vida, asiste lo vivido, y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado; hoy se está yendo sin parar un punto: soy un fue, y un será, y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer, junto

pañales y mortaja, y he quedado presentes sucesiones de difunto.

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¡Cómo de entre mis manos te resbalas! ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!

¡Qué mudos pasos traes, oh, muerte fría, pues con callado pie todo lo igualas!

Feroz, de tierra el débil muro escalas,

en quien lozana juventud se fía; mas ya mi corazón del postrer día atiende el vuelo, sin mirar las alas.

¡Oh, condición mortal! ¡Oh, dura suerte!

¡Que no puedo querer vivir mañana sin la pensión de procurar mi muerte!

Cualquier instante de la vida humana

es nueva ejecución, con que me advierte cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.

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Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados de la carrera de la edad cansados por quien caduca ya su valentía. Salíme al campo: vi que el sol bebía los arroyos del hielo desatados, y del monte quejosos los ganados que con sombras hurtó su luz al día. Entré en mi casa: vi que amancillada de anciana habitación era despojos, mi báculo más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada, y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte.

ACONSEJA A UN AMIGO, QUE ESTABA EN BUENA POSESIÓN DE NOBLEZA, NO TRATE DE CALIFICARSE, PORQUE NO LE DESCUBRAN LO QUE NO SE SABE Solar y ejecutoria de tu abuelo es la ignorada antigüedad sin dolo; no escudriñes al Tiempo el protocolo, ni corras al silencio antiguo el velo. Estudia en el osar deste mozuelo, descaminado escándalo del polo: para probar que descendió de Apolo, probó cayendo descender del cielo. No revuelvas los huesos sepultados; que hallarás más gusanos que blasones, en testigos de nuevo examinados. Que de multiplicar informaciones, puedes temer multiplicar quemados, y con las mismas pruebas, Faetones.

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AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido:

su cuerpo dejará no su cuidado;

serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.

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Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente,

es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente,

un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,

que dura hasta el postrero paroxismo; enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es su abismo.

¿Mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo!

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A UN HOMBRE DE GRAN NARIZ

Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa,

érase una alquitara medio viva, érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado, érase un elefante boca arriba,

érase una nariz sayón y escriba, un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera, érase una pirámide de Egito, los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito, Frisón archinariz, caratulera,

Sabañón garrafal morado y frito.

………………………………………………………………………………………………

Sol os llamó mi lengua pecadora, y desmintióme a boca llena el cielo;

luz os dije que dábades al suelo, y opúsose un candil, que alumbra y llora.

Tan creído tuvisteis ser aurora,

que amanecer quisisteis con desvelo; en vos llamé rubí lo que mi abuelo

llamara labio y jeta comedora.

Codicia os puse de vender los dientes, diciendo que eran perlas; por ser bellos, llamé los rizos minas de oro ardientes.

Pero si fueran oro los cabellos,

calvo su casco fuera, y diligentes mis dedos los pelaran por vendellos.

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A DAFNE HUYENDO DE APOLO

Tras vos, un alquimista va corriendo, Dafne, que llaman Sol, ¿y vos, tan cruda?

Vos os volvéis murciégalo sin duda, pues vais del Sol y de la luz huyendo.

Él os quiere gozar, a lo que entiendo, si os coge en esta selva tosca y ruda: su aljaba suena, está su bolsa muda;

el perro, pues no ladra, está muriendo.

Buhonero de signos y planetas, viene haciendo ademanes y figuras, cargado de bochornos y cometas.

Esto la dije; y en cortezas duras

de laurel se ingirió contra sus tretas, y, en escabeche, el Sol se quedó a escuras.

……………………………………………………………………………

Bermejazo platero de las cumbres, a cuya luz se espulga la canalla,

la ninfa Dafne, que se afufa y calla, si la quieres gozar, paga y no alumbres.

Si quieres ahorrar de pesadumbres,

ojo del cielo, trata de compralla: en confites gastó Marte la malla,

y la espada en pasteles y en azumbres.

Volvióse en bolsa Júpiter severo; levantóse las faldas la doncella

por recogerle en lluvia de dinero.

Astucia fue de alguna dueña estrella, que de estrella sin dueña no lo infiero:

Febo, pues eres sol, sírvete de ella.

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Yo te untaré mis obras con tocino

porque no me las muerdas, Gongorilla, perro de los ingenios de Castilla, docto en pullas, cual mozo de camino. apenas hombre, sacerdote indino, que aprendiste sin cristus la cartilla; chocarrero de Córdoba y Sevilla, y en la Corte bufón a lo divino. ¿Por qué censuras tú la lengua griega siendo sólo rabí de la judía, cosa que tu nariz aun no lo niega? No escribas versos más, por vida mía; aunque aquesto de escribas se te pega, por tener de sayón la rebeldía.

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PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

Madre, yo al oro me humillo, Él es mi amante y mi amado, Pues de puro enamorado Anda continuo amarillo. Que pues doblón o sencillo Hace todo cuanto quiero, Poderoso caballero

Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado, Donde el mundo le acompaña; Viene a morir en España, Y es en Génova enterrado. Y pues quien le trae al lado Es hermoso, aunque sea fiero, Poderoso caballero

Es don Dinero.

Son sus padres principales, Y es de nobles descendiente, Porque en las venas de Oriente Todas las sangres son Reales. Y pues es quien hace iguales Al rico y al pordiosero, Poderoso caballero

Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla Ver en su gloria, sin tasa, Que es lo más ruin de su casa Doña Blanca de Castilla? Mas pues que su fuerza humilla Al cobarde y al guerrero, Poderoso caballero

Es don Dinero.

Es tanta su majestad, Aunque son sus duelos hartos, Que aun con estar hecho cuartos No pierde su calidad. Pero pues da autoridad Al gañán y al jornalero, Poderoso caballero

Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra (Mirad si es harto sagaz) Sus escudos en la paz Que rodelas en la guerra. Pues al natural destierra Y hace propio al forastero, Poderoso caballero

Es don Dinero.

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DICHA DEL CASADO PRIMERO: LA MAYOR: SIN SUEGRA

«Padre Adán, no lloréis duelos;

dejad, buen viejo, el llorar,

pues que fuistes en la tierra

el más dichoso mortal.

»De la variedad del mundo

entrastes vos a gozar,

sin sastres ni mercaderes,

plagas que trujo otra edad.

»Para daros compañía,

quiso el Señor aguardar

hasta que llegó la hora

que sentistes soledad.

»Costoos la mujer que os dieron

una costilla, y acá

todos los güesos nos cuestan,

aunque ellas nos ponen más.

»Dormistes, y una mujer

hallastes al despertar;

y hoy, en durmiendo, un marido

halla a su lado otro Adán.

»Un higo soIo os vedaron,

sea manzana si gustáis,

que yo, para comer una.

Dios me lo habia de mandar.

»Tuvistes mujer sin madre,

¡grande suerte, y de invidiar!;

gozastes mundo sin viejas,

ni suegrecita inmortal.

»Si os quejáis de la serpiente

que os hizo a entrambos mascar,

cuánto es mejor la culebra

que la suegra, preguntad.

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»La culebra, por lo menos,

os da a los dos que comáis;

si fuera suegra, os comiera

a los dos, y más y más.

»Si Eva tuviera madre,

como tuvo a Satanás,

comiérase el Paraíso,

no de un pero la mitad.

»Las culebras mucho saben;

mas una suegra infernal

más sabe que las culebras:

ansí lo dice el refrán.

»¡Llegaos a que aconsejara

madre deste temporal

comer un bocado solo,

aunque fuera rejalgar!

»Consejo fue del demonio,

que anda en ayunas lo más;

que las madres, de un almuerzo,

la tierra engullen, y el mar.

»Señor Adán, menos quejas,

y dejad el lamentar:

sabé estimar la culebra,

y no la tratéis tan mal.

»Y si gustáis de trocarla

a suegras de este lugar,

ved lo que queréis encima,

que mil os la tomarán.»

Esto dijo un ensuegrado,

llevándole a conjurar,

para sacarle la suegra,

un cura y un sacristán.