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Tierra de nadie: representaciones del espacio y cultura de frontera en los territorios caucheros bolivianos, 1880-1930 Andreu Viola Recasens· En 1912, los territorios caucheros del norte de Bolivia 1 todavía parecían vivir el mo- mento de mayor esplendor económico de toda su historia. El flamante ferrocarril Madeira- Marnoré, posiblemente uno de los más caros de la historia ( tanto en vidas humanas corno en inversión de capitales), había de facilitar enormemente la salida de las exportaciones gorníferas bolivianas hacia el Atlántico, a la vez que un frenético tráfico fluvial inundaba las barracas gomeras de mercancías importadas, entre las cuales no escaseaban ni el champagne francés ni el whisky escocés. Los precios de las mercancías en la región eran de los más altos no ya de Bolivia, sino incluso de Sudamérica. La libra esterlina circulaba con tal profusión, que se cotizaba a una tercera parte del tipo de cambio oficial en Bolivia, y había llegado a convertirse en el medio de cambio habitual, desplazando a la moneda nacional. En las imprentas instaladas en la región .. Antropólogo. Investigador del Departamento de Antropología Social e Historia de América, Univer- sidad de Barcelona. Dichos territorios comprendían, principalmente, el actual Departamento de Pando (creado en 1938, y denominado con anterioridad "Territorio de Colonias") y la zona septentrional del Beni (Provincia Vaca Díez). Anteriormente también formaron parte de dichos territorios la región del Acre, que pasó a jurisdicción brasileña tras la guerra de 1903, y la hoya del Madre de Dios, adjudicada al Perú por el Laudo Arbitral argentino de 1909. Menor importancia alcanzó la actividad cauchera en otras zonas, como Larecaja (La Paz), el Chapare (Cochabamba) y Velasco (Santa Cruz), de las que no nos ocu- paremos en este artículo. Para una periodización del ciclo cauchero en Bolivia, véase Oviedo (1980). N 2 2, diciembre 1994 529

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Tierra de nadie: representaciones del espacio y cultura de frontera en los

territorios caucheros bolivianos, 1880-1930

Andreu Viola Recasens·

En 1912, los territorios caucheros del norte de Bolivia1 todavía parecían vivir el mo­mento de mayor esplendor económico de toda su historia. El flamante ferrocarril Madeira­Marnoré, posiblemente uno de los más caros de la historia ( tanto en vidas humanas corno en inversión de capitales), había de facilitar enormemente la salida de las exportaciones gorníferas bolivianas hacia el Atlántico, a la vez que un frenético tráfico fluvial inundaba las barracas gomeras de mercancías importadas, entre las cuales no escaseaban ni el champagne francés ni el whisky escocés.

Los precios de las mercancías en la región eran de los más altos no ya de Bolivia, sino incluso de Sudamérica. La libra esterlina circulaba con tal profusión, que se cotizaba a una tercera parte del tipo de cambio oficial en Bolivia, y había llegado a convertirse en el medio de cambio habitual, desplazando a la moneda nacional. En las imprentas instaladas en la región

.. Antropólogo. Investigador del Departamento de Antropología Social e Historia de América, Univer­sidad de Barcelona. Dichos territorios comprendían, principalmente, el actual Departamento de Pando (creado en 1938, y denominado con anterioridad "Territorio de Colonias") y la zona septentrional del Beni (Provincia Vaca Díez). Anteriormente también formaron parte de dichos territorios la región del Acre, que pasó a jurisdicción brasileña tras la guerra de 1903, y la hoya del Madre de Dios, adjudicada al Perú por el Laudo Arbitral argentino de 1909. Menor importancia alcanzó la actividad cauchera en otras zonas, como Larecaja (La Paz), el Chapare (Cochabamba) y Velasco (Santa Cruz), de las que no nos ocu­paremos en este artículo. Para una periodización del ciclo cauchero en Bolivia, véase Oviedo (1980).

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por los principales empresarios caucheros se publicaban en ese momento nueve periódicos (Vaca Chávez 1927:55)2

• Además de la imprenta, el astillero y la línea ferroviaria, Cachuela Esperanza (el centro neurálgico de la actividad gomera en Bolivia), contaba con hotel, hospital, cine, teatro, librería, club social, pistas de tenis, escuela, electricidad y telégrafo inalámbrico, en pleno corazón de la selva amazónica. La fiebre del "árbol que llora" seguía atrayendo a la región a numerosos contratistas y técnicos europeos, así como a grandes contingentes de mano de obra del resto del país (cruceña, en particular3, e incluso japonesa4•

Ni siquiera faltaban las voces que celebraban la llegada del "progreso" y la "civilización" a las remotas selvas amazónicas, y proponían el "estilo modernísimo" de Detroit (Velarde 1909: 19) como modelo a imitar en el desarrollo de los nuevos núcleos urbanos que, como Guayamerín, estaban creciendo rápidamente a consecuencia de la actividad cauchera. Sin embargo, la situación de dicha región en la actualidad dista mucho de las quiméricas expec­tativas de primeros de siglo. Pando, especialmente, es hoy un departamento marginal, des­poblado (con una densidad demográfica de 0'59 habitantes por Km2, diez veces inferior a la media nacional), pésimamente comunicado, y con un depauperado sector cauchero, reducido a niveles de estricta subsistencia La exuberante época de los Suárez es hoy una leyenda tan oxidada como los rat1es del efímero ferrocarril Madeira-Mamoré.

El ciclo histórico del caucho, que ha despertado un creciente interés en los últimos años, ofrece numerosos elementos de reflexión a propósito del carácter dependiente de los booms extractivos, en la medida en que ha sido considerado como un epítome de las economías exportadoras latinoamericanas CW einstein 1983: 121 ). Diversos estudios (Barham & Coomes 1994; Pennano 1988) han aportado, desde la economía política, una perspectiva global de dicho boom. No es ésta la orientación del presente trabajo, cuyo propósito es analizar aspectos aparentemente irrelevantes de un fenómeno habitualmente reducido a variables como capital, producción, precios y disponibilidad de mano de obra.

Es indudable que un fenómeno tan complejo como el boom cauchero con todos sus efectos colaterales, admite otros enfoques, entre ellos el espacial, en la medida en que dio lugar a migraciones masivas, desplazamiento de ejes comerciales, y conflictos de límites tanto regio­nales como internacionales. Más precisamente, el propósito de estas páginas es revisar la condición periférica de los territorios caucheros dentro del escenario nacional boliviano. El concepto de "periferia", susceptible de múltiples interpretaciones (Nugent 1988), nos servirá para definir tanto la marginal incorporación de la Amazonía boliviana en las redes nacionales (e internacionales) de poder político y económico, como a la posición que dichos territorios han ocupado en las representaciones del espacio nacional hegemónicas en Bolivia desde la Independencia

Frente a ciertas lecturas reduccionistas y maniqueas, que han tratado las representaciones (en tanto que manifestaciones de "cultura" o "ideología") como una "trampa" que encubriría las "auténticas" claves del poder, o en el mejor de los casos, como un pálido reflejo de éstas

2 Becerra Casanovas (1984:99-101) ha documentado la existencia en la región de al m:nos 23 publicaciones de diversa periodicidad entre 1887 y 1920.

3 Sanabria (1958:98) ha estimado en un mínimo de 80.000 individuos la emigración cruceña a las regio­nes caucheras entre 1860 y 1910.

4 Para la inmigración japonesa en las regiones caucheras bolivianas, véanse Parejas ( 1981) y Tigner ( 1963 ).

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(Rabinow 1986:328-29), las configuraciones espaciales deben ser pensadas no solamente como "productos" sociales, sino también como productoras de sistemas sociales (Lévy & Segaud 1983). En esta línea, los estudios de la "nueva geografía cultural" (Anderson & Gale 1992; Bames & Duncan 1992; Duncan & Ley 1993) han puesto de relieve el activo papel que las representaciones de la diferencia espacial han jugado en la construcción de relaciones de poder y dominación. A continuación trataremos de ilustrar este planteamiento con algunos ejemplos tomados del boom cauchero boliviano.

Geografía y representaciones colectivas en Bolivia

El pensamiento político boliviano ha atribuído en forma recurrente muchos de los males nacionales a la insuficiente vertebración territorial del país. Este problema tiene unas raíces históricas y culturales demasiado profundas como para reducirlo a una cuestión de carreteras o ferrocarriles. En realidad, para las elites políticas nacionales desde la creación de la República, los territorios amazónicos (que constituían por aquel entonces aproximadamente dos tercios del territorio nacional) eran terra incognita, un espacio desconocido y misterioso, del que se ignoraba incluso el curso de las principales vías fluviales y la ubicación de las fronteras in­temacíonales5. A esta ignorancia se sumaba la herencia de percepciones coloniales, que identificaban a la nueva República con la Audiencia de Charcas, y a ésta con el eje económico y espacial articulado en tomo a Potosí. Los prejuicios coloniales que presentaban la selva únicamente como un obstáculo a las comunicaciones terrestres y un refugio potencial para fugitivos de la sierra y "salvajes" rebeldes (Saignes 1985), fueron, en gran medida, causantes de que los territorios selváticos no fueran incorporados sino en forma muy marginal a la idea republicana de "Patria". Este hecho se puede constatar desde los orígenes de la reivindicación criollista del espacio andino durante los siglos XVII-XVIII, formada en tomo a los centros urbanos y las regiones occidentales del Virreinato, y en la cual las regiones amazónicas no parecen de~l)ertar el menor interés (Lavalle 1983).

El auge del caucho, a partir de 1880, demostraría que los territorios selváticos no eran considerados como generadores de identidad en el discurso político boliviano, que a menudo se refería a ellos como si de un lejano y misterioso país se tratara. Un ejemplo interesante aparece cuando el gobierno boliviano trató de implantar una mínima presencia de la adminis­tración estatal en el olvidado norte de la República6• Esta presencia del Estado, tal vez en un reconocimiento implícito de su incapacidad (económica y logística) para gestionar en forma

5 Una opinión bien elocuente al respecto se la debemos a Marius del Castillo, que recorrió la región realizando investigaciones arqueológicas y etnográficas durante los años 20: "Del elenco de mandones que se han sucedido en la Presidencia de Bolivia, desde Simón Bolívar hasta Hemando Siles, ninguno se ha tomado interés en conocer personalmente las necesidades de las regiones apartadas del país ( ... ). No pongo en duda los conocimientos de los mandatarios de Bolivia al respecto de las necesidades de los habitantes de la Polinesia o de la Micronesia; pero en cuanto a las de los habitantes del Beni, puedo aseverar al amable lector, que no las conocen." (Castillo 1929:107).

6 El Estado boliviano no había mantenido ninguna presencia estable en las selvas del norte del país hasta la creación de las Delegaciones Nacionales (en 1890 en el Madre de Dios, y en 1893 en el Acre y Purús). Como reconoce abiertamente el primer delegado en el Noroeste, " ... antes de que la Delegación se cons-

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efectiva dichos territorios y la intensa actividad económica que en ellos se estaba registrando, se traduciría en la creación del llamado "Territorio de Colonias" en 19(X)7. Dicha denominación no era en absoluto azarosa. Respondía, en el más literal de sus sentidos, a las expectativas oficiales respecto a dichos territorios. Sixto Ballesteros, Secretario General de la Sociedad Geográfica de La Paz, justificaba así el nombre elegido:

"Esas regiones por lo mismo que son distintas en todo de las nuestras, deben tener leyes expresas, adecuadas, peculiares a su naturaleza.

Es un axioma de la ciencia política que no puede ni debe aplicarse el mismo régimen, la misma administración a pueblos y lugares cuya índole, cuyo modo de ser individual y colectivamente considerados, son del todo distintos ( ... ). Si no vemos lo que pasa en las Colonias que los Estados Europeos tienen en los otros continentes, como el Africa, el Asia y la Oceanía ... " (Ballesteros 1901:5-6).

Esta argumentación, independientemente de que provocara cierto revuelo local en la época8,

sintetiza el espíritu que presidió la colonización de las selvas del norte dur.ante el siglo XIX. Desde 1840, aproximadamente, la explotación de la quina (o cascarilla), y la necesidad de buscar una salida fluvial al Atlántico, habían estimulado una tímida apertura hacia la Bolivia amazónica por parte de las autoridades nacionales (Groff 1987). La creciente información sobre las riquezas vegetales de la región, aportada por sucesivas expediciones, así como la preocupante perspectiva económica (crisis minera, pérdida del Litoral frente a Chile), llegaron a generar a finales de siglo un entusiasmo mesiánico, que creía vislumbrar el futuro de la República en

tituyese, no existía en todo aquel territorio, más autoridad que un Corregidor nominal, rú se sintió jamás la acción gubernamental boliviana; a punto tal, que encontramos gente tan perfectamente ignorante de la geografía nacional que muy seriamente solía decir: "Voy a Bolivia", cuando se dirigía de aquellos ríos a Trirúdad .. . " (Gutiérrez 1895:27). Esta presencia fue motivada por la creciente violencia en la región (las historias de abusos intolerables por parte de patrones y de virulentos litigios entre los grandes propietarios habían llegado hasta la capital), la voluntad de reafirmar la soberanía nacional ante la pe­netración de intereses peruanos y brasileños, y por la necesidad de ejercer un mínimo control fiscal de las exportaciones de goma hacia el Atlántico.

7 Al igual que su inmediato precedente (las Delegaciones Nacionales), el Territorio de Colonias nació con un peculiar estatuto jurídico, netamente diferenciado del de los demás Departamentos, puesto que los Delegados dependían del Ministerio de Guerra, gozaban de unas atribuciones muy superiores a las de los Prefectos, y se negaba a la región la facultad constitucional de elegir representantes políticos.

8 Uno de los argumentos del movimiento secesionista del Acre seria, precisamente, que el Gobierno bo­liviano les trataba peor que "a las más atrasadas colonias africanas" (citado en Salmón Ballivián n.d.: 139). La etiqueta "colorúal" también causó indignación en el Beni: " ... Hiere al buen sentido de la desmembración que ha pretendido hacerse de una rica porción del territorio nacional, apartándola de la comunidad boliviana para convertirla en región ignota, como si perteneciese a otro continente, sometido a una legislación especial y a autoridades que no encuadran con el sistema político general de la República. Que las naciones europeas repletas de población, busquen en otros países conquistables tierras para poblar y adherir a su nacionalidad, y que a esto llamen colonias, eso es lógico; pero que Repúblicas Americanas, segreguen de su suelo lo mejor que tienen para poblar y explotar, y por un altruismo consideren como país conquistable, es el colmo de la aberración ... " (Yelarde 1909:39). Por su parte, Chávez (1926:8), se preguntaba: "¿Corresponde al estado moderno de cultura, a los progresos y a las necesidades, llamar colonia a un pedazo del territorio boliviano? Creemos que no. Este título nos posterga y hasta nos sumerge en un estado semi-salvaje."

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las vírgenes selvas del norte y en sus supuestamente ilimitados recursos económicos. Pero este fervor encubría en realidad una visión sumamente instrumental, que no fue acompañada de ninguna política seria de "nacionalización" de dichos territorios, ni en la praxis (como veremos más adelante), ni mucho menos en lo simbólico. La Amazonía pasó a ser percibida como un filón de oro que convenía saquear antes de que pudieran hacerlo los países vecinos. Un di­plomático francés que estudió la viabilidad de posibles inversiones francesas en el sector cauchero boliviano durante los años del boom, escribía al respecto:

"Esta porción de Bolivia es todavía un desierto apenas conocido, a donde los bolivianos del Altiplano( ... ), no van más que por azar y para tentar la suerte en la explotación del caucho, de la misma manera en que nosotros vamos a nuestras colonias de ultramar". (Walle 1913: 279, según mi traducción).

Una prueba de la intensidad con que el imaginario colonial europeo impregnó la colo­nización amazónica boliviana, nos la proporciona el prototipo de colono-pionero, heroico y patriota, invocado como modelo a imitar: el boer sudafricano. Todo un ex-Delegado Nacional en el Acre, resume este ideal en su conferencia del año 1900:

"Quizá en adelante nos preocupemos más de la suerte de nuestros hennanos que expedicionan al Noroeste que de la simpática causa de los boers, cuyo valor y abnegación debe servimos de ejemplo ... " (Paravicini 1900:83).

El referente europeo en el Sur de Africa era tan obsesivo, que a Antonio Vaca Díez, el célebre impulsor de exploraciones y de la industria cauchera en el norte de la República, se le inmortalizó con el sobrenombre de "el Cecil Rhodes boliviano" (Lijerón 1985:94; Sanabria 1958:70)9. La colonización amazónica fue presentada como una obra épica de "conquista" de unos territorios tan exóticos y remotos como podrían serlo para los países europeos, cuyas andanzas en Africa, Asia y Oceanía constituían un modelo idealizado en Bolivia. En 1894, el Presidente Mariano Baptista le escribía al Teniente Coronel Pastor Baldivieso:

"No hay que ceder un paso, en este primer cimiento echado al edificio civil del desierto ( ... ). Los hombres en circunstancias iguales, algo más han tenido que sufrir como Es­pañoles en Marruecos, como Franceses en Argel, como Ingleses en Australia y en el Cabo ... " (Baldivieso 1896:2).

Y si el colonialismo europeo de la época había generado todo un imaginario, el Orientalismo, que envolvía a las colonias afro-asiáticas con una aureola de misterio, peligro, exuberancia, sensualidad y depravación (Said 1978), la mitología boliviana del "infierno verde"

9 Parece, en cualquier caso, que la admiración por los boers a primeros de siglo no era un fenómeno exclusivamente boliviano. En 1901, Emilio Castelar y Cobián (1901:17) se expresaba en Lima en estos términos: "El Transwaal asombra al mundo con sus admirables hazañas; los intrépidos boers, esos gallardos colonizadores de la tierra, traen a la memoria las gloriosas épocas de la antigua Grecia, recuerdan los tiempos heroicos de la Roma pagana y avivan en nuestras almas el culto sacro del patriotismo: así como los boers fueron, Bolognesi, Grau, Alfonso Ugarte; el lema de los pabellones del Transwaal fue la inscripción que ostentaron nuestras banderas: antes morir, que abandonar el puesto."

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ejercía una función análoga de "exotización" del territorio amazónico, presentándolo como un espacio remoto y ajeno, ahistórico (ucrónico) y salvaje.

Las leyendas y estereotipos en tomo a la Amazonía, no desaparecieron a medida que el auge del caucho aceleraba la colonización de la selva, sino que, por el contrario, las historias de violencias y grandes fortunas generadas por el boom fueron incorporadas a la tradición y naturalizadas por una narrativa que las relacionaba con una naturaleza desbordante y corrup­tora, capaz de degradar moralmente a sus nuevos habitantes.

Un elemento crucial, en mi opinión, para entender esta condición periférica y exótica de las regiones amazónicas en la concepción territorial hegemónica en Bolivia desde 1825, es el tradicional "andinocentrismo" de las elites políticas, que ha dado lugar a una imagen estereotipada de la historia republicana, identificada con la herencia de la Audiencia de Charcas y de las civilizaciones andinas prehispánicas (particularmente de Tiwanaku), así como a cierto determinismo geográfico, según el cual las peculiares condiciones del altiplano habóan mol­deado el carácter de la población y su volkgeist como nación10•

Según dicho discurso, repleto de referencias geopolíticas y de metáforas biologistas, el macizo andino constituiría el núcleo orgánico, la esencia de la nacionalidad, el "eje cerebro­medular del país" (Mendoza 1925:44). El máximo exponente de esta interpretación, Jaime Mendoza, fue un paso más allá y consideró como prescindibles para la nación los territorios amazónicos, llegando a proponer nada menos que "un acuerdo inteligente" con el Perú para cambiar el Territorio de Colonias por el extremo sur de la sierra peruana11

Las consecuencias históricas de esta actitud no son difíciles de detectar. Mientras que las mutilaciones territoriales en el Litoral y en el Chaco han pasado a constituir uno de los símbolos centrales del nacionalismo boliviano contemporáneo, no deja de ser sorprendente el olvido que ha sepultado las inmensas pérdidas territoriales en la Amazonía (Fifer 1972:207)12 •

10 Este telurismo andino cristalizaria a partir de los años 20 en un discurso nacionalista cuyo portavoz más destacado sería Jaime Mendoza. Este discurso recogía ideas muy arraigadas en la cultura "oficial" boliviana, como la exaltación moral del paisaje andino (por contraste con la valoración ambivalente o generalmente negativa del paisaje tropical), y la mitificación de las civilizaciones andinas precolom­binas (a diferencia del desprecio hacia las culturas indígenas amazónicas).

11 Mendoza (1925:69). No se puede aducir en defensa de Mendoza su desconocimiento del Noroeste, puesto que vivió en dicha región en los años 1903-1904, y nos ha dejado un intenso retrato de aquellos años del boom cauchero (Mendoza 1914).

12 Al margen de las concesiones territoriales al Perú (50.000 Kms.2) motivadas por el Laudo argentino de 1909 (que fue recibido en Bolivia con indignación, hasta el punto de producirse agresiones a las sedes diplomáticas argentinas en La Paz y Santa Cruz), destacaría la pérdida de 300.000 Km2 en el Mano Grosso, tras el bochornoso Tratado de 1867, y la pérdida de otros 190.000 Kms.2 en el Acre tras la guerra de 1903. Resulta interesante comparar la enorme bibliografía boliviana sobre las guerras del Pacífico y del Chaco, que no deja de crecer año tras año, con la pobrísima producción nacional sobre la Guerra del Acre, formada básicamente por las obras que, inmediatamente después del conflicto publicaron diversos protagonistas de los hechos, generalmente para justificar su conducta militar o di­plomática durante aquel episodio. El silencio de la historiografía boliviana contemporánea merece una detenida reflexión, sobre todo, si tenemos en cuenta que el impacto económico de dicho conflicto no debió ser insignificante: a finales del siglo pasado, dos terceras partes de las exportaciones bolivianas de goma provenían del Acre (Church 1901:151).

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La constitución de una cultura de frontera

El poblamiento "camba"13 de las selvas del norte generó una mitología de la empresa cauchera y de los territorios amazónicos que, en gran medida, complementaba la visión "andinocéntrica" de las elites políticas nacionales. Según dicha mitología, la "odisea" cauchera constituiría, para los crucei'los, la consumoción de la conquista española, la culminación de " .. .la obra conquistadora y civilizadora iniciada por sus abuelos espai'loles ... " (Sanabria 1958:28). Esta idea no es tan gratuita como podría parecer a simple vista: no hay que olvidar el carácter fronterizo que asumió Santa Cruz de la Sierra durante la colonia, vinculado tanto a las expe-­diciones hacia el norte, en busca del legendario "Paititi", como a la defensa de la frontera oriental del Virreinato frente a las incursiones de los chiriguanos (García Recio 1988). Este simbolismo de Santa Cruz como baluarte hispánico y "civilizador" entre la "barbarie" (Alborta Velasco 1953:3), profundamente interiorizado por la cultura crucefta, fue reactivado durante el boom cauchero. Dicho boom fue presentado como una épica victoria del indómito colono crucei'lo sobre un espacio del cual se destacaban sus atributos más dramáticos (clima asfixiante, enfer­medades tropicales, serpientes descomunales, ríos traicioneros y por supuesto, el temible "salvaje" siempre al acecho, naturalizado y convertido en un elemento más de un paisaje arcaico y fantasmagórico.

La colonización es descrita en forma recurrente a través de metáforas sexuales, como una victoria de la irresistible masculinidad del cauchero crucei'lo sobre la exuberante y trai­cionera sensualidad de la selva: "los orientales violaron la selva, ganándola para la civilización" (Alborta 1953:6). El perfil ideal del heroico cauchero enfatiza particularmente su virilidad, definiéndolo como "hombre de pelo en pecho" (Chávez Suárez 1945:131), cuya máxima expresión sería la famosa figura de Nicolás Suárez, quien, según Carvallo (1983:141) perso­nificaría " ... al hombre macho desbravando la selva ... "14•

Las difíciles condiciones de vida en las selvas del norte, los débiles mecanismos de control social en la región, y por supuesto, las fabulosas expectativas de enriquecimiento rápido que las primeras oleadas de pioneros se habían formado, contribuyeron a exocerbar un conjunto de actitudes y valores arraigado en la cultura crucei'la desde sus orígenes. Este conjunto conformaría una peculiar cultura de frontera, que marcaría las formas de vida en los nuevos asentamientos. De entre sus rasgos, destacarían en particular los siguientes:

13 El concepto "camba", aplicado originariamente a las poblaciones indígenas de las tierras bajas, designa en Bolivia actualmente a la población criolla de las regiones orientales y amazónicas del país (Santa Cruz, Beni y Pando), cuya integración económica y política respecto a las regiones andinas fue muy débil hasta 1952. La identidad cultural de dichos Departamentos, caracterizada por una herencia his­pánica mucho más intensa que en la Bolivia andina (más "mestiza" culturalmente), es el resultado del poblamiento cruceño del Beni (a partir de la expulsión de los jesuitas de Moxos, en el siglo XVIII), y de Pando, durante los booms extractivos del siglo pasado.

14 Tanto el discurso colonial sobre la conquista de América (Montrose 1993) como el orientalismo del XIX han recurrido a la "feminización" de los territorios conquistados. Curiosamente, una de las imá­genes más tópicas del imaginario orientalista/sexista europeo, la del harén, cobró presencia fisica en los territorios caucheros bolivianos: célebres barones del caucho, como Rómulo Suárez (hermano de Nicolás) y Nicanor Salvatierra manterúan serrallos de mujeres indígenas (recluidas, obviamente, contra su voluntad) para su "uso" personal.

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a. Exaltación del individualismo, desconfianza hacia el Estado

Para los ideólogos de la "cruceñidad", el individualismo constituiría la esencia de la personalidad "camba", como respuesta adaptativa al medio selvático: "El CAMBA ( ... ) es individualista por naturaleza, puesto que se ha acostumbrado a vivir y a entendérsela relati­vamente solo en su "inmensidad verde ... " (Hollweg 1977:145). Frente a este tipo de visiones esencialistas y ahistóricas, parece más razonable suponer que dicho individualismo fue inten­samente estimulado durante el boom cauchero por la imagen, en gran medida irreal, del self­made man, según la cual los bosques del norte ofrecían posibilidades de enriquecimiento rápido a cualquiera que estuviera dispuesto a trabajar duramente y no dejarse amilanar por las ad­versidades15.

Pronto se generalizaron los conflictos, fácilmente previsibles si tenemos en cuenta el carácter anárquico que adquirió el proceso de apropiación de estradas gomeras. En un medio social caracterizado por la ausencia del Estado y una atmósfera de absoluta impunidad, los métodos más efectivos para resolver los conflictos fueron el célebre "código Winchester 44", y sus habituales complementos, el cepo y el látigo16. La ley del más fuerte se convirtió en la única Constitución reconocida en aquellas regiones, a medida que la concentración de gomales en manos de las grandes empresas las estaba convirtiendo en verdaderos imperios selváticos17:

"Aquellas vastas y valiosas propiedades conquistadas a fuerza de audacia y de ingenio, habían convertido al patrón en un señor omnipotente en quien se concentraban todos los poderes y privilegios de la autoridad. Las estradas gumíferas, más que propiedades particulares, constituían verdaderos estados, con sus leyes especiales, su ejército, su moneda, su justicia, su policía y su flota mercante ( ... ). La barraca era la capital del estado, la fortaleza y el castillo del señor, para quien Dios estaba muy arriba y el go­bierno demasiado lejos". (Vaca Chávez 1927:53-4).

No debe, pues, sorprendemos la desconfianza, e incluso hostilidad, con que fue recibida la tardía incursión en dichas regiones del Estado, visto como un poder ajeno y parásito que venía a aprovecharse de la riqueza generada por el esfuer.lo individual de los colonos. En

15 La leyenda fue estimulada por los "enganchadores" de mano de obra, que enviaban "chinuelos" como reclamo a los pueblos cruceños, vestidos lujosamente y gastando dinero a raudales (Sanabria 1958:99-100). En realidad, la inmensa mayoría de los pequeños siringueros independientes fueron barridos o absorbidos por las grandes compañías caucheras, ya sea por métodos violentos, o por las onerosas condiciones que les imporúan las navieras fluviales .

16 Las grandes compañías desarrollaron "sofisticados" métodos de tortura y ejecución, el más famoso de los cuales consistía en atar a los peones díscolos a un tronco de Palo Santo abarrotado de hormigas carrúvoras. La brutalidad cotidiana en las barracas gomeras no seria, siguiendo a Taussig (1987), una simple consecuencia de la voracidad del mercado, sino que se constituria una cultura local del terror, relativamente autónoma, que reflejaría en forma simétrica la iconografía del salvajismo y perversidad construida por los colonizadores respecto a la selva.

17 En 1914, Nicolás Suárez poseía oficialmente en el Territorio de Colonias (al margen de sus propie­dades en el Beni, y de las que pasaron a soberarúa peruana y brasileña) 8.993.302 Has. de concesiones gomeras (H. Cámara de Diputados 1914a:149).

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consecuencia, actividades como el contrabando nunca fueron percibidas en la región como una conducta antisocial18 •

b. Ausencia de ahorro, planificación y previsión

Las historias de fastuosa dilapidación, lujo y excesos constituyen otro de los elementos centrales en la leyenda de los años dorados del caucho:

"Los que han vivido en estas regiones y permanecen en éllas, cuentan entornando los ojos y con hondos suspiros, cómo entonces corrían ríos de libras esterlinas, convirtiéndose el territorio en teatro de un sólo y prolongado festín. Cada habitante, de patrón a siringuero, era un Nabab, por el derroche de cuantiosas fortunas en bailes, casinos, clubs, casas de juego, cocotas francesas y champagne. Oh el champagne! Esta espumante bebida la bebían como el agua, como la chicha ( ... ). Champagne, mujeres, mujeres bañadas en champagne ... " (Salmón Ballivián n.d.:12-3).

Al margen del porcentaje de fantasía que tales relaciones pueden contener, parece un hecho indiscutible que buena parte de los beneficios producidos en la región del caucho no fueron destinados al ahorro o a la reinversión, sino a sistemáticas demostraciones de consumo conspicuo y ostentación. Si las clases dirigentes latinoamericanas, según Touraine (1976:88), se habrían camcteri7.ado históricamente por su escasa mentalidad capitalista (entendida en el sentido de deferred gratifica/ion pauern, orientada hacia el ahorro y la inversión), la oligarquía cauchera sería un ejemplo extremo. La proverbial imprevisión "camba", atribuida por algunos autores cruceños a la "herencia andaluza" de sus pobladores (Alborta Velasco 1953:145), o a la exuberancia del paisaje tropical19, sería, en realidad, una manifestación de la cultura de frontera, más orientada a la consolidación de un dominio señorial a través de la acumulación de tierras y el prestigio derivado de la ostentación, que a la industrialización de la región:

"El rico de la goma no llegó a capitalista en el estricto sentido que las doctrinas económicas dan al vocablo ( ... ). Era hombre de su estirpe y de su medio, carecía de la amplia visión del verdadero conductor de negocios, y la previsión y el ahorro no cuadraban con su temperamento( ... ). Como el dinero entraba a torrentes, no había razón para que no saliera en igual forma. Las penurias de la vida montaraz y los peligros de la selva y el río tenían su desquite en las complacencias brindadas por el juego, la parranda, los deleites feme­ninos y los viajes a Europa El que volvía a Santa Cruz después de años de labor siringuera, tenía que "darse gusto" y demostrar a sus paisanos cómo debe gastarse el dinero". (Sanabria 1958: 133-4).

18 Un claro precedente Jo constituye la extracción de quina. De acuerdo a Pardo Valle (1951 :83), durante la primera década del período republicano unos 20.000 quintales anuales de cascarilla salían del país irregularmente.

19 'ºLa riqueza natural de un clima extraordinariamente privilegiado, ha ofrecido al cruceño abundantes medios para su manutención que le han condicionado dulces y placenteros modos de vida pues, la fertilidad de su suelo, no le ha exigido mucho esfuerw, de ahí su carácter de despreocupación por el futuro." (Hollweg 1977:148).

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c. Disolución del bien público en manos de los intereses privados

La incapacidad del Estado boliviano durante los años del boom cauchero para planificar o controlar la colonización y las actividades económicas en el norte de la República se tradujo en un explícito abandono de la región a manos de la iniciativa privada, a la cual se concedió una insólita libertad de acción. Así, un informe de la Delegación Nacional en el Territorio de Colonias (Pando 1905:167) aconsejaba al Gobierno en estos términos:

" ... el terreno debe venderse a bajo precio, o regalarse, para crear la propiedad particular, que es la única que da impulso a la vitalidad que comienza a desarrollarse, y sostiene e incrementa la riqueza pública".

La Ley de Tierras Baldías de 1905, inspirada en dicho informe, y que contemplaba concesiones de hasta 20.000 hectáreas al módico precio de 10 centavos por Ha., sin exigir ningún tipo de poblamiento o explotación efectiva como contrapartida, permitió una acumu­lación de tierras tan irracional como especulativa20•

El absoluto predominio de los intereses privados de las grandes empresas, llegó a con­vertir el Territorio de Colonias en una inmensa barraca gomera, en la que no se reconocía otra ley ni soberanía que la del patrón, hasta el punto que los tardíos intentos del Estado de realizar unas mínimas obras infraestructurales (caminos y puertos fluviales), chocaron con la actitud de la oligarquía cauchera, poco dispuesta a ceder ni un palmo de terreno. En 1914, el Diputado Mercado se lamentaba en el Parlamento:

" ... hemos hecho un verdadero derroche de nuestras grandes zonas; hemos favorecido la cimentación del latifundio improductivo y pernicioso;( ... ) hemos concedido inmensas porciones de nuestros riquísimos bosques no para que la mano del hombre los descuaje y plante la redentora enseñanza del trabajo, sino para que se queden estacionarios es­perando el albur de una situación propicia para el agio y la explotación; hemos conce­dido hasta las riberas de nuestros ríos navegables al extremo, da vergüenza confesarlo, de que el Estado no tiene ni una sola lonja de tierras en esas riberas para establecer un pueno y fomentar el desarrollo de una población ... " (H. Cámara de Diputados l 9 l 4b:310).

Curiosamente, la enajenación de la soberanía estatal por parte de los empresarios caucheros no se limitó al uso del territorio, sino que también absorbió a la propia administración estatal en la región. La delicada situación de las arcas fiscales llevó a situaciones tan aberrdlltes como que los representantes del Gobierno en la región ( el Cónsul en Pará, las comisiones demarcadoras de límites, misiones diplomáticas extraordinarias), incluyendo a los Delegados Nacionales, cuya principal atribución era, en teoría, fiscalizar a los "reyezuelos" del caucho, fueran pagados por estos últimos21 , aun cuando esto, lógicamente, redujera hasta el límite de lo intolerable

20 En octubre de 1907, a los dos años de aplicación de la ley, ya se habían adjudicado 177.296 Kms.2 de los 198.800 de superficie total del Territorio de Colonias, es decir, prácticamente toda la tierra firme, una vez descontados los ríos, lagos y pantanos. Este inmenso territorio quedaba en manos de 62 pro­pietarios (H. Cámara de Diputados 1914a:148-9).

21 Véase Suárez (1928:77-79). Por poner un ejemplo, el informe econónúco de 1895 de la Delegación Nacional en el Territorio de Colonias reconoce un "préstamo" (que al parecer nunca se reintegró) de Suárez Hermanos, por la respetable suma de 82.500 bolivianos (Gutiérrcz 1895:87).

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su libertad de acción. La disolución de los intereses nacionales en manos de la iniciativa privada llegaría hasta lo inaudito durante la Guerra del Acre, que fue en gran medida una guerra entre empresarios caucheros brasilei'los y bolivianos (con un clarísimo protagonismo de Nicolás Suárez), apoyados por sus respectivos gobiemos22 •

d. Explotación salvaje de los recursos naturales

La prodigalidad del Estado respecto a las concesiones gomeras contribuyó a reforzar la visión arraigada entre los barones del caucho, según la cual los territorios del norte serían un recurso de acceso libre, explotable hasta el agotamiento, y que no merecería ninguna inversión significativa, dada la facilidad con que podía ser reemplazado. De hecho, la colonización amazónica ya había dado muestras bastante antes del boom cauchero (y seguiría dándolas mucho después) de una gestión sumamente irracional de los recursos naturales de la región. Durante el siglo XIX, la extracción de quina, sostenida a un ritmo tan demencial que arrasó los bosques y saturó el mercado internacional (Pardo Valle 1951), y el rápido exterminio del ganado ci­marrón del Beni23 constituirían claros precedentes de la voracidad compulsiva del frente colonizador amazónico. Nuevos booms locales a lo largo del siglo XX, como el tráfico de pieles y animales salvajes, la extracción maderera, o incluso el narcotráfico24 confirmarían la orientación de dicha cultura fronteriza hacia el enriquecimiento rápido por encima de con­sideraciones ambientales o legales.

Conclusiones

Los análisis del ciclo histórico del caucho desde la economía política, y particularmente desde la teoría de la dependencia, han perfilado el marco global de condiciones que posibi­litaron el dramático boom de finales de siglo. Sin embargo, las fluctuaciones del mercado in­ternacional no pueden ser consideradas como un deus ex-machina capaz de explicar las complejas particularidades históricas que tal fenómeno presenta. El enfoque que pretende re-

22 La principal unidad operativa boliviana en dicho conflicto fue la Colurrma Porvenir (formada por N. Suárez), cuya jerarquía coincidía en gran medida con el organigrama regional de la empresa Suárez, la cual movilizó a buena parte de sus empleados, líneas navieras y logística en retaguardia (estancias ganaderas, ingenios azucareros, manufacturas de cuero, etc.). En 1922 estalló la polémica, cuando el Coronel Román (uno de los héroes de dicha Colurrma) denunció que la conducta de Suárez durante la guerra estuvo más orientada a defender sus propiedades que a salvaguardar la soberanía nacional (Suárez 1928).

23 En pocos años, miles y miles de cabezas de ganado fueron abatidas para extraer de ellas tan sólo el sebo o una tira de cuero, dejando podrir la carne (Keller & Keller 1870:52-3).

24 Si bien la comparación puede parecer a priori descabellada, no lo es tanto si tenemos en cuenta que la inmensa mayoría de los barones bolivianos de la cocacína durante los años 80, han sido originarios de la provincia Yacuma del Beni, que estuvo intensamente vinculada a la actividad gomera, y que el principal de todos ellos, Roberto Suárez, descendía de la nútica familia de caucheros. Si bien el narcotráfico es un fenómeno suficientemente complejo como para no admitir lecturas simplistas, no deberíamos pasar por alto su mayor arraigo en regiones caracterizadas por una "cultura de frontera".

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ducir el boom a un estricto análisis en ténninos de capital, precios y mercado, tiende frecuen­temente hacia el esquematismo, la teleología (cualquier aspecto es explicado por las leyes inexorables del desarrollo capitalista), y desde cierto eurocentrismo que subestima sistemáticamente la autonomía e iniciativa de las clases dirigentes locales (Trazegnies 1987: 111 ), reduce el rol histórico de las elites locales a un papel de autómatas teledirigidos, a la vez que suele magnificar el supuesto protagonismo de los capitales extranjeros25 •

Los enfoques "glooolistas" tienden también a focalizar su atención en los ciclos extra:tivos, que descontextualizados de un marco histórico más amplio, adquieren un carocter espasmódico, en el cual no es posible percibir ciertas continuidades históricas de larga duración. Así, de­tenninados aspectos de la cultura de frontera desarrollada a lo largo de siglos de avance co­lonizador desde Santa Cruz hacia el norte amazónico, como las peculiares modalidades de sujeción de la mano de obra, aparecen en los análisis "globalistas" como un epifenómeno del boom extractivo, aun cuando fueran muy anteriores y hayan perdurado mucho tiempo después de la decadencia del cauch&6 .

Explicar la conducta de las elites locales durante un boom tan especta:ular como el cauchero, requiere algo más que información sobre el mercado internacional; necesitaríamos de una sociología histórica de dichas elites, de un Max Weber o de un Wemer Sombart que nos infonnara de sus valores, de sus estrategias, de su cosmovisión. El propósito de estas páginas es mucho más humilde: tan sólo pretenden relacionar ciertas maneras de percibir los territorios caucheros bolivianos con el tipo peculiar de colonización que en ellos se implementó.

Tal como hemos tratado de demostrar, la ignorancia y el desdén hacia la Amazonía por parte de las autoridades bolivianasv, o la actuación de sus colonizadores, guiada por una mentalidad de "conquista", amparada por el clima de impunidad en la región, y espoleada por quiméricas leyendas de fortunas fáciles, vienen a confirmamos que las representaciones no suelen ser tan inocentes como parecen. La fallida incorporación de los territorios caucheros bolivianos a la idea imperante de "Patria", nos ayuda a comprender el destino de dicha región. Como ya señalara Chávez (1926:238),

En esta línea, el fascinante estudio de Salazar (1993) sobre la violencia en Medellín, ha remarcado la importancia del subslrato cultural antioqueño (la "cultura paisa", vinculada a la larga experiencia colonizadora y conlrabandista de la región) con determinadas manifestaciones contemporáneas de vio­lencia, impunidad y enriqucimiento rápido.

25 Por ejemplo, Pennano (1988:114-5) magnifica la presencia real de capitales ex lranjeros en el sector cauchero boliviano. De las 11 empresas que enumera, tan sólo tres (Braillard, Barber y Zeller) tuvieron un papel importante, aunque a gran distancia de empresas nacionales como Suárez Hermanos. De las ocho restantes, como mínimo dos (Bolivian Rubber y Orton) no fueron más que proyectos fallidos que nunca llegaron a desarrollar una actividad significativa en la región.

26 Véase Weinstein (1983). En realidad, ya en 1837 ha sido documentado el uso sistemático de contratos de "enganche" para la extracción de cascarilla (Macera 1991 :27). Desde entonces, esta modalidad de trabajo se ha mantenido en la región con relativa independencia de los booms exlractivos. Actualmente sigue siendo la modalidad laboral dominante en el agonizante sector cauchero boliviano, aunque los precios hayan caído en los últimos años a mínimos históricos (Pacheco 1992).

27 Esta ignorancia y/o desinterés hacia las regiones amazónicas ha tenido dramáticas consecuencias his­tóricas, como el delirante Tratado Muñoz-Neno de 1867, que cedía 300.000 Kms.2 de territorio boliviano al Brasil sin ninguna compensación (Alborta Velasco 1970).

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"Se ha dicho que colonizar es poblar. Lo que no es cierto. Colonizar, es difundir el alma de una nación en un pedazo de tierra determinado. Colonizar, es inculcar el concepto de patria a un número de hombres( ... ). Hablando con sinceridad, ¿pudiéramos decir que se ha colo­nizado el territorio del Noroeste? Creemos que no".

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Andreu Viola Recasens c/Montsant 32, 21 41

08031 Barcelona España

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