Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

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Tipografía Repaso de conceptos básicos

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Tipografía

Repaso de conceptos básicos

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Interlineado

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre

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El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero podrás pasar interminables años de felicidad experimentando en la creación de la copa cristalina que sea dig-na para contener la cosecha de la mente humana. El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios en-tre letras ya que no los aprecia-rán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero podrás pasar interminables años de felicidad experimentando en la creación de la copa cristalina que sea dig-na para contener la cosecha de la mente humana. El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero podrás pasar interminables años de feli-cidad experimentando en la crea-ción de la copa cristalina que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

El tipógrafo que no conoce su

oficio aprende la inconstancia

del hombre rico que odia leer.

Para ellos no son ni los remates

ni los espacios entre letras ya que

no los apreciarán. Nadie (salvo

otro artesano) podrá apreciar

tu maestría, pero podrás pasar

interminables años de felicidad

experimentando en la creación

de la copa cristalina que sea dig-

na para contener la cosecha de

la mente humana. El tipógrafo

que no conoce su oficio aprende

Interlineado

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Tienen efectos estéticos y funcionales

Marginados

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero po-drás pasar interminables años de felicidad ex-perimentando en la creación de la copa cristali-na que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero podrás pasar interminables años de felicidad experimentando en la creación de la copa cris-talina que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para

ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo

otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero podrás pasar interminables años de felicidad

experimentando en la creación de la copa cris-talina que sea digna para contener la cosecha de

la mente humana.

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre

letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero

podrás pasar interminables años de felicidad experimentando en la creación de la copa cris-

talina que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

Justificado

Marginado a izquierda

Marginado a derecha

Centrado

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El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero po-drás pasar interminables años de felicidad ex-perimentando en la creación de la copa cristali-na que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero podrás pasar interminables años de felicidad experimentando en la creación de la copa cristalina que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

Justificado sin ajuste Justificado sin corte

Ajuste de espaciado y cortes de palabra

Justificados

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Ajuste de espaciado y cortes de palabra

Justificados

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero po-drás pasar interminables años de felicidad ex-perimentando en la creación de la copa cristali-na que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero podrás pasar interminables años de felicidad experimentando en la creación de la copa cristalina que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

Justificado sin ajuste Justificado sin corte

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El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la in-constancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesa-no) podrá apreciar tu maestría, pero podrás pasar interminables años de felicidad experimentando en la creación de la copa cristalina que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

Justificado ajustado

Ajuste de espaciado y cortes de palabra

Justificados

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero po-drás pasar interminables años de felicidad ex-perimentando en la creación de la copa cristali-na que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

El tipógrafo que no conoce su oficio aprende la inconstancia del hombre rico que odia leer. Para ellos no son ni los remates ni los espacios entre letras ya que no los apreciarán. Nadie (salvo otro artesano) podrá apreciar tu maestría, pero podrás pasar interminables años de felicidad experimentando en la creación de la copa cristalina que sea digna para contener la cosecha de la mente humana.

Justificado sin ajuste Justificado sin corte

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Ancho de columna

wguir un fin esencialmente utilitario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier disposición del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de interponerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la impresión de libros hechos para ser leídos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Incluso la medio-cridad y la monotonía en la composición resultan mucho menos perniciosas para el lector que la excentricidad o la excesiva informalidad. Artificios de esta naturale-za son deseables, e incluso esenciales, en los impresos de propaganda sea de tipo comercial, político o religioso, porque en tales impresos solamente la novedad es capaz de vencer a la indiferencia. Pero la tipografía del libro, con la sola excepción de las ediciones de tirada muy limitada, requiere obediencia a unas normas que son casi totalmente absolutas. Y con razón. Dado que el arte de imprimir es esencial-mente un medio de multiplicación, nece-sita no solamente ser bueno en sí mismo, sino poseer esta bondad con respecto a una finalidad general. Cuanto más amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las limitaciones impuestas al impresor. Puede tolerarse a este que haga un experimento en un opúsculo cuya tirada no exceda de

La tipografía es el medio eficaz para conseguir un fin esencialmente uti-litario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier disposición del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de interponerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la impresión de libros hechos para ser leídos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Incluso la mediocridad y la monotonía en la composición resultan mucho menos perniciosas para el lector que la excentricidad o la excesiva informalidad. Artificios de esta naturaleza son deseables, e incluso esenciales, en los impresos de propaganda sea de tipo comercial, político o religioso, porque en tales impresos solamente la nove-dad es capaz de vencer a la indiferencia. Pero la tipografía del libro, con la sola excepción de las ediciones de tirada muy limitada, requiere obediencia a unas normas que son casi totalmente absolutas. Y con razón. Dado que el arte de imprimir es esencialmente un medio de multiplicación, necesita no solamente ser bueno en sí mismo, sino poseer esta bondad con respecto a una finalidad general. Cuanto más amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las limitaciones impuestas al impresor. Puede tolerarse a este que haga un experimento en un opúsculo cuya tirada no exceda de cincuenta ejem-plares; pero carecería de sentido intentar hacer experimentos del mismo alcance en un impreso del que se tiren cincuenta mil. Por la misma razón, la introducción de una novedad tipográfica, que podría parecer adecuada en un folleto de dieciséis páginas, resultaría totalmente indeseable en un libro de ciento sesenta. Forma parte de la esencia de la tipografía y de la natura-leza del libro impreso, en cuanto tal, el hecho de que desempeña un servicio público.Para finalidades individuales o particulares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejemplares de un libro cuando este constituye el vehículo de un experimento tipográfico. Siempre es deseable que se hagan experimentos, y si algo lamen-tamos es que sean tan limitadas en número y atrevimiento estas piezas «de laboratorio». La tipografía, en la actualidad, no precisa tanto de inspiración

La tipografía es el medio eficaz para conseguir un fin esen-cialmente utilitario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cual-quier disposición del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de interponer-se entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la impresión de libros hechos para ser leídos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Incluso la mediocridad y la monotonía en la composición resultan mucho menos perni-ciosas para el lector que la excentricidad o la excesiva informali-dad. Artificios de esta naturaleza son desea-bles, e incluso esen-

La tipografía es el me-dio eficaz para conse-guir un fin esencial-mente utilitario y solo accidentalmente estéti-co, ya que el goce visual de las formas constitu-ye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier disposición del material de im-prenta que, sea por la causa que sea, produz-ca el efecto de interpo-nerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la impresión de libros hechos para ser leídos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Incluso la mediocridad y la monotonía en la composición resultan mucho menos perni-ciosas para el lector que la excentricidad o la excesiva informali-dad. Artificios de esta naturaleza son desea-bles, e incluso esencia-les, en los impresos de

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Viudas y huérfanas

La tipografía es el medio eficaz para con-seguir un fin esencialmente utilitario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier dis-posición del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de interponerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la im-presión de libros hechos para ser leí-dos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Incluso la me-diocridad y la monotonía en la com-posición resultan mucho menos perni-ciosas para el lector que la excentricidad o la excesiva informalidad. Artificios de esta naturaleza son deseables, e in-cluso esenciales, en los impresos de pro-paganda sea de tipo comercial, políti-co o religioso, porque en tales impresos solamente la novedad es capaz de ven-cer a la indiferencia. Pero la tipografía del libro, con la sola excepción de las edi-ciones de tirada muy limitada, requie-re obediencia a unas normas que son casi totalmente absolutas. Y con razón. Dado que el arte de imprimir es esen-cialmente un medio de multiplicación, necesita no solamente ser bueno en sí mismo, sino poseer esta bondad con respecto a una finalidad. Cuanto más amplia sea esta finalidad,

más estrictas serán las limitaciones im-puestas al impresor. Puede tolerarse a este que haga un experimento en un opúsculo cuya tirada no exceda de cin-cuenta ejemplares; pero carecería de sentido intentar hacer experimentos del mismo alcance en un impreso del que se tiren cincuenta mil. Por la misma razón, la introducción de una novedad tipográfica, que podría parecer adecua-da en un folleto de dieciséis páginas, resultaría totalmente indeseable en un libro de ciento sesenta. Forma parte de la esencia de la tipografía y de la natu-raleza del libro impreso, en cuanto tal, el hecho de que desempeña un servi-cio público.Para finalidades individuales o particu-lares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejempla-res de un libro cuando este constituye el vehículo de un experimento tipográ-fico. Siempre es deseable que se hagan experimentos, y si algo lamentamos es que sean tan limitadas en número y atrevimiento estas piezas «de labora-torio». La tipografía, en la actualidad, no precisa tanto de inspiración y re-surecciones históricas como de inves-tigación. Nos proponemos formular

La tipografía es el medio eficaz para con-seguir un fin esencialmente utilitario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier dis-posición del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de interponerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la im-presión de libros hechos para ser leí-dos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Para finalidades individuales o particu-lares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejemplares de un libro cuando este constituye el vehículo de un experimento tipográfi-co.Incluso la mediocridad y la monotonía en la composición resultan mucho me-nos perniciosas para el lector que la ex-centricidad o la excesiva informalidad. Artificios de esta naturaleza son desea-bles, e incluso esenciales, en los impre-sos de propaganda sea de tipo comer-cial, político o religioso, porque en tales impresos solamente la novedad es capaz

de vencer a la indiferencia. Pero la tipografía del libro, con la sola excepción de las ediciones de tirada muy limitada, requiere obediencia a unas normas que son casi totalmente absolutas. Cuanto más amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las limi-taciones impuestas al impresor. Puede tolerarse a este que haga un ex-perimento en un opúsculo cuya tirada no exceda de cincuenta ejemplares; pero carecería de sentido intentar hacer ex-perimentos del mismo alcance en un impreso del que se tiren cincuenta mil.Por la misma razón, la introducción de una novedad tipográfica, que podría parecer adecuada en un folleto de die-ciséis páginas, resultaría totalmente in-deseable en un libro de ciento sesenta. Forma parte de la esencia de la tipo-grafía y de la naturaleza del libro im-preso, en cuanto tal, el hecho de que desempeña un servicio público.Para finalidades individuales o particu-lares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejemplares de un libro cuando este constituye el ve-hículo de un experimento tipográfico.

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Viudas y huérfanasViudas y huérfanas

La tipografía es el medio eficaz para con-seguir un fin esencialmente utilitario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier dis-posición del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de interponerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la im-presión de libros hechos para ser leí-dos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Incluso la me-diocridad y la monotonía en la com-posición resultan mucho menos perni-ciosas para el lector que la excentricidad o la excesiva informalidad. Artificios de esta naturaleza son deseables, e in-cluso esenciales, en los impresos de pro-paganda sea de tipo comercial, políti-co o religioso, porque en tales impresos solamente la novedad es capaz de ven-cer a la indiferencia. Pero la tipografía del libro, con la sola excepción de las edi-ciones de tirada muy limitada, requie-re obediencia a unas normas que son casi totalmente absolutas. Y con razón. Dado que el arte de imprimir es esen-cialmente un medio de multiplicación, necesita no solamente ser bueno en sí mismo, sino poseer esta bondad con respecto a una finalidad. Cuanto más amplia sea esta finalidad,

más estrictas serán las limitaciones im-puestas al impresor. Puede tolerarse a este que haga un experimento en un opúsculo cuya tirada no exceda de cin-cuenta ejemplares; pero carecería de sentido intentar hacer experimentos del mismo alcance en un impreso del que se tiren cincuenta mil. Por la misma razón, la introducción de una novedad tipográfica, que podría parecer adecua-da en un folleto de dieciséis páginas, resultaría totalmente indeseable en un libro de ciento sesenta. Forma parte de la esencia de la tipografía y de la natu-raleza del libro impreso, en cuanto tal, el hecho de que desempeña un servi-cio público.Para finalidades individuales o particu-lares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejempla-res de un libro cuando este constituye el vehículo de un experimento tipográ-fico. Siempre es deseable que se hagan experimentos, y si algo lamentamos es que sean tan limitadas en número y atrevimiento estas piezas «de labora-torio». La tipografía, en la actualidad, no precisa tanto de inspiración y re-surecciones históricas como de inves-tigación. Nos proponemos formular

La tipografía es el medio eficaz para con-seguir un fin esencialmente utilitario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier dis-posición del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de interponerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la im-presión de libros hechos para ser leí-dos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Para finalidades individuales o particu-lares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejemplares de un libro cuando este constituye el vehículo de un experimento tipográfi-co.Incluso la mediocridad y la monotonía en la composición resultan mucho me-nos perniciosas para el lector que la ex-centricidad o la excesiva informalidad. Artificios de esta naturaleza son desea-bles, e incluso esenciales, en los impre-sos de propaganda sea de tipo comer-cial, político o religioso, porque en tales impresos solamente la novedad es capaz

de vencer a la indiferencia. Pero la tipografía del libro, con la sola excepción de las ediciones de tirada muy limitada, requiere obediencia a unas normas que son casi totalmente absolutas. Cuanto más amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las limi-taciones impuestas al impresor. Puede tolerarse a este que haga un ex-perimento en un opúsculo cuya tirada no exceda de cincuenta ejemplares; pero carecería de sentido intentar hacer ex-perimentos del mismo alcance en un impreso del que se tiren cincuenta mil.Por la misma razón, la introducción de una novedad tipográfica, que podría parecer adecuada en un folleto de die-ciséis páginas, resultaría totalmente in-deseable en un libro de ciento sesenta. Forma parte de la esencia de la tipo-grafía y de la naturaleza del libro im-preso, en cuanto tal, el hecho de que desempeña un servicio público.Para finalidades individuales o particu-lares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejemplares de un libro cuando este constituye el ve-hículo de un experimento tipográfico.

Page 11: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

Viudas y huérfanas (y líneas cortas)

La tipografía es el medio eficaz para con-seguir un fin esencialmente utilitario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier dis-posición del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de interponerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la im-presión de libros hechos para ser leí-dos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Incluso la me-diocridad y la monotonía en la com-posición resultan mucho menos perni-ciosas para el lector que la excentricidad o la excesiva informalidad. Artificios de esta naturaleza son deseables, e in-cluso esenciales, en los impresos de pro-paganda sea de tipo comercial, políti-co o religioso, porque en tales impresos solamente la novedad es capaz de ven-cer a la indiferencia. Pero la tipografía del libro, con la sola excepción de las edi-ciones de tirada muy limitada, requie-re obediencia a unas normas que son casi totalmente absolutas. Y con razón. Dado que el arte de imprimir es esen-cialmente un medio de multiplicación, necesita no solamente ser bueno en sí mismo, sino poseer esta bondad con respecto a una finalidad. Cuanto más amplia sea esta finalidad,

más estrictas serán las limitaciones im-puestas al impresor. Puede tolerarse a este que haga un experimento en un opúsculo cuya tirada no exceda de cin-cuenta ejemplares; pero carecería de sentido intentar hacer experimentos del mismo alcance en un impreso del que se tiren cincuenta mil. Por la misma razón, la introducción de una novedad tipográfica, que podría parecer adecua-da en un folleto de dieciséis páginas, resultaría totalmente indeseable en un libro de ciento sesenta. Forma parte de la esencia de la tipografía y de la natu-raleza del libro impreso, en cuanto tal, el hecho de que desempeña un servi-cio público.Para finalidades individuales o particu-lares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejempla-res de un libro cuando este constituye el vehículo de un experimento tipográ-fico. Siempre es deseable que se hagan experimentos, y si algo lamentamos es que sean tan limitadas en número y atrevimiento estas piezas «de labora-torio». La tipografía, en la actualidad, no precisa tanto de inspiración y re-surecciones históricas como de inves-tigación. Nos proponemos formular

La tipografía es el medio eficaz para con-seguir un fin esencialmente utilitario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier dis-posición del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de interponerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la im-presión de libros hechos para ser leí-dos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original». Para finalidades individuales o particu-lares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejemplares de un libro cuando este constituye el vehículo de un experimento tipográfi-co.Incluso la mediocridad y la monotonía en la composición resultan mucho me-nos perniciosas para el lector que la ex-centricidad o la excesiva informalidad. Artificios de esta naturaleza son desea-bles, e incluso esenciales, en los impre-sos de propaganda sea de tipo comer-cial, político o religioso, porque en tales impresos solamente la novedad es capaz

de vencer a la indiferencia. Pero la tipografía del libro, con la sola excepción de las ediciones de tirada muy limitada, requiere obediencia a unas normas que son casi totalmente absolutas. Cuanto más amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las limi-taciones impuestas al impresor. Puede tolerarse a este que haga un ex-perimento en un opúsculo cuya tirada no exceda de cincuenta ejemplares; pero carecería de sentido intentar hacer ex-perimentos del mismo alcance en un impreso del que se tiren cincuenta mil.Por la misma razón, la introducción de una novedad tipográfica, que podría parecer adecuada en un folleto de die-ciséis páginas, resultaría totalmente in-deseable en un libro de ciento sesenta. Forma parte de la esencia de la tipo-grafía y de la naturaleza del libro im-preso, en cuanto tal, el hecho de que desempeña un servicio público.Para finalidades individuales o particu-lares existe el manuscrito, el códice. Hay, pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejemplares de un libro cuando este constituye el ve-hículo de un experimento tipográfico.

Page 12: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

Márgenes

La tipografía es el medio eficaz para conseguir un fin esencialmente

utilitario y solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las

formas constituye rara vez la aspiración principal del lector. Por tanto,

es equivocada cualquier disposición del material de imprenta que, sea

por la causa que sea, produzca el efecto de interponerse entre el autor

y el lector. Se deduce de esto que la impresión de libros hechos para

ser leídos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original».

Incluso la mediocridad y la monotonía en la composición resultan

mucho menos perniciosas para el lector que la excentricidad o la

excesiva informalidad. Artificios de esta naturaleza son deseables,

e incluso esenciales, en los impresos de propaganda sea de tipo

comercial, político o religioso, porque en tales impresos solamente

la novedad es capaz de vencer a la indiferencia. Pero la tipografía del

libro, con la sola excepción de las ediciones de tirada muy limitada,

requiere obediencia a unas normas que son casi totalmente absolutas.

Y con razón. Dado que el arte de imprimir es esencialmente un medio

de multiplicación, necesita no solamente ser bueno en sí mismo, sino

poseer esta bondad con respecto a una finalidad general. Cuanto más

amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las limitaciones im-

puestas al impresor. Puede tolerarse a este que haga un experimento

en un opúsculo cuya tirada no exceda de cincuenta ejemplares; pero

carecería de sentido intentar hacer experimentos del mismo alcance

en un impreso del que se tiren cincuenta mil. Por la misma razón, la

introducción de una novedad tipográfica, que podría parecer adecua-

da en un folleto de dieciséis páginas, resultaría totalmente indeseable

en un libro de ciento sesenta. Forma parte de la esencia de la tipogra-

fía y de la naturaleza del libro impreso, en cuanto tal, el hecho de que

desempeña un servicio público.

La tipografía es el medio eficaz para conseguir un fin esencialmente utilitario y

solo accidentalmente estético, ya que el goce visual de las formas constituye rara

vez la aspiración principal del lector. Por tanto, es equivocada cualquier disposi-

ción del material de imprenta que, sea por la causa que sea, produzca el efecto de

interponerse entre el autor y el lector. Se deduce de esto que la impresión de libros

hechos para ser leídos ofrece muy reducido margen para la tipografía «original».

Incluso la mediocridad y la monotonía en la composición resultan mucho menos

perniciosas para el lector que la excentricidad o la excesiva informalidad. Artificios

de esta naturaleza son deseables, e incluso esenciales, en los impresos de propagan-

da sea de tipo comercial, político o religioso, porque en tales impresos solamente

la novedad es capaz de vencer a la indiferencia. Pero la tipografía del libro, con la

sola excepción de las ediciones de tirada muy limitada, requiere obediencia a unas

normas que son casi totalmente absolutas. Y con razón. Dado que el arte de impri-

mir es esencialmente un medio de multiplicación, necesita no solamente ser bueno

en sí mismo, sino poseer esta bondad con respecto a una finalidad general. Cuanto

más amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las limitaciones impuestas al

impresor. Puede tolerarse a este que haga un experimento en un opúsculo cuya

tirada no exceda de cincuenta ejemplares; pero carecería de sentido intentar hacer

experimentos del mismo alcance en un impreso del que se tiren cincuenta mil. Por

la misma razón, la introducción de una novedad tipográfica, que podría parecer

adecuada en un folleto de dieciséis páginas, resultaría totalmente indeseable en un

libro de ciento sesenta. Forma parte de la esencia de la tipografía y de la naturaleza

del libro impreso, en cuanto tal, el hecho de que desempeña un servicio público.

Para finalidades individuales o particulares existe el manuscrito, el códice. Hay,

pues, algo de ridículo en hacer un solo ejemplar de un libro impreso, lo que no

obsta para que se halle justificada la limitación del número de ejemplares de un

libro cuando este constituye el vehículo de un experimento tipográfico. Siempre

es deseable que se hagan experimentos, y si algo lamentamos es que sean tan

limitadas en número y atrevimiento estas piezas «de laboratorio». La tipografía, en

la actualidad, no precisa tanto de inspiración y resurecciones históricas como de

investigación. Nos proponemos formular aquí algunos principios sobradamente

conocidos por los impresores, y confirmados por la investigación, para que los no profesionales puedan reflexionar sobre ellos por su cuenta.

Page 13: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

Distribuyendo elementos en la página

Dado que el arte de imprimir es esencialmente un

medio de multiplicación, necesita no solamente

ser bueno en sí mismo, sino poseer esta bondad

con respecto a una finalidad general. Cuanto más

amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las

limitaciones impuestas al impresor. Puede tolerarse

a este que haga un experimento en un opúsculo

cuya tirada no exceda de cincuenta ejemplares; pero

carecería de sentido intentar hacer experimentos

del mismo alcance en un impreso del que se tiren

cincuenta mil. Por la misma razón, la introducción

de una novedad tipográfica, que podría parecer ade-

cuada en un folleto de dieciséis páginas, resultaría

totalmente indeseable en un libro de ciento sesenta.

Naturaleza del libro impreso, en cuanto tal.

ESTU

DIE

DISE

ÑO

GRÁF

ICO

DOS CUATRIMESTRESTodos los lunes y jueves

Programa de la materia

19:30 hCiclo 2011

Page 14: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

Distribuyendo elementos en la página

Dado que el arte de imprimir es esencialmente un

medio de multiplicación, necesita no solamente

ser bueno en sí mismo, sino poseer esta bondad

con respecto a una finalidad general. Cuanto más

amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las

limitaciones impuestas al impresor. Puede tolerarse

a este que haga un experimento en un opúsculo

cuya tirada no exceda de cincuenta ejemplares; pero

carecería de sentido intentar hacer experimentos

del mismo alcance en un impreso del que se tiren

cincuenta mil. Por la misma razón, la introducción

de una novedad tipográfica, que podría parecer ade-

cuada en un folleto de dieciséis páginas, resultaría

totalmente indeseable en un libro de ciento sesenta.

Naturaleza del libro impreso, en cuanto tal.

ESTU

DIE

DISE

ÑO

GRÁF

ICO

DOS CUATRIMESTRESTodos los lunes y jueves

Programa de la materia

19:30 hCiclo 2011

Page 15: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

Distribuyendo elementos en la página

Dado que el arte de imprimir es esencialmente un

medio de multiplicación, necesita no solamente

ser bueno en sí mismo, sino poseer esta bondad

con respecto a una finalidad general. Cuanto más

amplia sea esta finalidad, más estrictas serán las

limitaciones impuestas al impresor. Puede tolerarse

a este que haga un experimento en un opúsculo

cuya tirada no exceda de cincuenta ejemplares; pero

carecería de sentido intentar hacer experimentos

del mismo alcance en un impreso del que se tiren

cincuenta mil. Por la misma razón, la introducción

de una novedad tipográfica, que podría parecer ade-

cuada en un folleto de dieciséis páginas, resultaría

totalmente indeseable en un libro de ciento sesenta.

Naturaleza del libro impreso, en cuanto tal.

ESTU

DIE

DISE

ÑO G

RÁFI

CO

DOS CUATRIMESTRESTodos los lunes y jueves

Programa de la materia

19:30 h

Ciclo2011

Page 16: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

Criterios básicos de legibilidad

Recomendaciones y situaciones desaconsejables para bloques de texto de cierta extensión)

Page 17: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Tipografías muy condensadas

Esta sorprendente declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alardeando con una súbita y maravillosa revelación de espíritu dra-mático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de nacimiento de su tía, los recuerdos de su maestro de escuela, las circunstancias de su nacimiento, sus hábitos, su gusto por los cigarros o por las empuñaduras de espadas, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prosperado, lo que haya dicho o hecho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta declaración «con venticinco soldados de plomo he conquistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gustan las «evidencias internas», una reliquia agradable de los días de escuela, podéis considerar el número 25. ¿Puede decirnos la fecha de la frase? Hacia la mitad del siglo XVII la W fue añadida a las 25 letras del alfabeto; y estas 25 una o dos décadas antes eran 24 hasta que se añadió la J. Es por esto que me atrevo a afirmar que el «Cesar» de Shakespeare se escribió sobre 1640. Pero mi punto de vista es este: esta forma de actuar, carece del rigor y deja sin utilidad los diccionarios de frases, donde, indudablemente, estas se encuentran, fechadas, anotadas, y analizadas.Con 25 soldados de plomo… si no individualmente si se puede considerar una verdad general. Todas las alturas, profundidades y extensiones de las cosas tangibles y naturales —paisajes, puestas de sol, la fragancia del heno, el zumbido de las abejas, la belleza que pertenece a los párpados (y que falsamente se atribuye a los ojos); todas las emociones inmensurables e impulsos de la mente

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Tipografías muy expandidas

Esta sorprendente declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alardeando con una súbita y ma-ravillosa revelación de espíritu dra-mático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de naci-miento de su tía, los recuerdos de su maestro de escuela, las circuns-tancias de su nacimiento, sus hábi-tos, su gusto por los cigarros o por las empuñaduras de espadas, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prospe-rado, lo que haya dicho o hecho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta declaración «con venticinco soldados de plomo he conquistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gustan las «evidencias internas», una reliquia agradable de los días de escuela, podéis considerar el

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Interlineado muy cerrado Interlineado muy abierto

Esta sorprendente declaración es de ori-gen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alardeando con una súbita y mara-villosa revelación de espíritu dramático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de nacimiento de su tía, los recuerdos de su maestro de escuela, las circunstancias de su nacimiento, sus hábitos, su gusto por los cigarros o por las empuña-duras de espadas, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prospe-rado, lo que haya dicho o hecho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta decla-ración «con venticinco soldados de plomo he conquistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gustan las «evi-dencias internas», una reliquia agradable de los días de escuela, podéis considerar el número 25. ¿Puede decirnos la fecha de la frase? Hacia la mitad del siglo XVII la W fue añadida a las 25 letras del alfabeto; y estas 25 una o dos décadas antes eran 24 hasta que se añadió la J. Es por esto que me atrevo a afirmar que el «Cesar» de Shakespeare se escribió sobre 1640. Pero mi punto de vista es este: esta forma de actuar, carece del rigor y deja sin utilidad los diccionarios de frases,

Esta sorprendente declaración es de ori-

gen francés y, (según dicen ellos) de cierta

antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un

lugareño alardeando con una súbita y mara-

villosa revelación de espíritu dramático? ¿O

es más cierto que se trata de una conquista

de la mente del hombre? Dejemos a quienes

conocen los antepasados que nos lo digan,

olvídate del lugar de nacimiento de su tía,

los recuerdos de su maestro de escuela, las

circunstancias de su nacimiento, sus hábitos,

su gusto por los cigarros o por las empuña-

duras de espadas, o la política, o la religión.

Quienquiera que él fuera, como haya prospe-

rado, lo que haya dicho o hecho, nada puede

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Columnas muy angostas Columnas muy anchas

Esta sorpren-dente declara-ción es de ori-gen francés y, (según dicen ellos) de cier-ta antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alar-deando con una súbita y maravillosa revelación de espíritu dramático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvída-te del lugar de nacimiento

Esta sorprendente declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alardeando con una súbita y mara-villosa revelación de espíritu dramático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de nacimiento de su tía, los recuerdos de su maestro de escuela, las circunstancias de su nacimiento, sus hábitos, su gusto por los cigarros o por las em-puñaduras de espadas, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prosperado, lo que haya dicho o hecho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta declaración «con venticinco soldados de plomo he conquistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gustan las «evi-dencias internas», una reliquia agradable de los días de escuela, podéis considerar el número 25. ¿Puede decirnos la fecha de la frase? Hacia la mitad del siglo XVII la W fue añadida a las 25 letras del alfabeto; y estas 25 una o dos décadas antes eran 24 hasta que se añadió la J. Es por esto que me atrevo a afirmar que el «Cesar» de Shakespeare se es-cribió sobre 1640. Pero mi punto de vista es este: esta forma de actuar, carece del rigor y deja sin utilidad los diccionarios de frases, donde, indudablemente, estas se encuentran, fechadas, anotadas, y analizadas.Con 25 soldados de plomo… si no individualmente si se puede considerar una verdad general. Todas las alturas, profundidades y extensiones de las cosas tangibles y naturales —paisajes, puestas de sol, la fragancia del heno, el zumbido de las abejas, la belleza que pertenece a los párpados (y que falsamente se atribuye a los ojos); todas las emociones inmensurables e impulsos de la mente humana, que parece no tener límites; ideas y co-sas feas, terribles y misteriosas que como las bellas— están conseguidas, limitadas, orde-nadas en un frívolo montón de letras. Ventiseis signos! El material completo de mi hijo de seis años y de Shakespeare. Dos docenas de garabatos donde elegir que ordenados forman el Rey Lear ! Ellos son iguales para los grandes creadores y para nosotros. Ellos son la llave de la eternidad, peldaños de piedra que nos acercan a las estrellas. Y noso-tros los utilizamos unas veces para preparar pequeñas notas, otras para comunicarnos con un ser querido y otras para componer un artículo que se convierte en la Introduc-

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Tipografías de mucho contraste entre gruesos y finos

Esta sorprendente declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta anti-güedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugare-ño alardeando con una súbita y maravillosa revelación de espíritu dramático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes cono-cen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de nacimiento de su tía, los recuer-dos de su maestro de escuela, las circunstan-cias de su nacimiento, sus hábitos, su gusto por los cigarros o por las empuñaduras de es-padas, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prosperado, lo que haya dicho o hecho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta declaración «con venticinco soldados de plomo he conquistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gustan las «evidencias internas», una reliquia agradable de los días de escuela, podéis considerar el número 25. ¿Puede decirnos la fecha de la frase? Hacia la mitad del siglo XVII la W fue añadida a las 25 letras del alfabeto; y estas 25 una o dos décadas antes eran 24 hasta que se añadió la J. Es por esto que me atrevo a afirmar que el «Cesar» de Shakespeare se escribió sobre 1640. Pero mi punto de vista es este: esta

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Variables muy livianas

Esta sorprendente declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüe-dad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alardeando con una súbita y maravillosa reve-lación de espíritu dramático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de nacimiento de su tía, los recuerdos de su maestro de escuela, las circunstancias de su nacimiento, sus hábitos, su gusto por los cigarros o por las empuñaduras de espa-das, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prosperado, lo que haya dicho o hecho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta declaración «con venticinco soldados de plomo he conquistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gustan las «eviden-cias internas», una reliquia agradable de los días de escuela, podéis considerar el número 25. ¿Puede decirnos la fecha de la frase? Hacia la mitad del siglo XVII la W fue añadida a las 25 letras del alfabeto; y estas 25 una o dos décadas antes eran 24 hasta que se añadió la J. Es por esto que me atrevo a afirmar que el «Cesar» de Shakespeare se escribió sobre 1640. Pero mi punto de vista es este: esta

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Variables muy pesadas

Esta sorprendente declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alardeando con una súbita y maravillosa revelación de espíritu dramático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de nacimiento de su tía, los recuerdos de su maestro de escuela, las circunstancias de su nacimiento, sus hábitos, su gusto por los cigarros o por las empuñaduras de espadas, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prosperado, lo que haya dicho o he-cho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta declaración «con venticinco soldados de plomo he con-quistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gustan las «evidencias internas», una reliquia agradable de los días de es-cuela, podéis considerar el número 25. ¿Puede decirnos la fecha de la frase? Hacia la mitad del siglo XVII la W fue

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Signos de poca diferenciación

Esta sorprendente declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alardeando con una súbita y maravillosa revela-ción de espíritu dramático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de nacimiento de su tía, los recuerdos de su maestro de escuela, las circuns-tancias de su nacimiento, sus hábitos, su gusto por los cigarros o por las em-puñaduras de espadas, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prosperado, lo que haya dicho o hecho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta decla-ración «con venticinco soldados de plomo he conquistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gustan las «evidencias internas», una reliquia agradable de los días de es-cuela, podéis considerar el número 25. ¿Puede decirnos la fecha de la frase? Hacia la mitad del siglo XVII la W fue

declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüe-dad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lu-gareño alardean-

codpqage

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Justificados mal ajustados

Esta sorprendente declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alardeando con una súbita y maravillosa revelación de espíritu dramático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de nacimiento de su tía, los recuerdos de su maestro de escuela, las circunstancias de su nacimiento, sus hábitos, su gusto por los cigarros o por las empuñaduras de espadas, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prosperado, lo que haya dicho o hecho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta declaración «con venticinco soldados de plomo he conquistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gustan las «evidencias internas», una reliquia agradable de los días de escuela, podéis

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Cuerpos muy pequeños

Esta sorprendente declaración es de origen francés y, (según dicen ellos) de cierta antigüedad. ¿Quién la dijo y cuando? ¿Un lugareño alardeando con una súbita y maravillosa revelación de espíritu dramático? ¿O es más cierto que se trata de una conquista de la mente del hombre? Dejemos a quienes conocen los antepasados que nos lo digan, olvídate del lugar de nacimiento de su tía, los recuerdos de su maestro de escuela, las circunstancias de su nacimiento, sus hábitos, su gusto por los cigarros o por las empuñaduras de espadas, o la política, o la religión. Quienquiera que él fuera, como haya prosperado, lo que haya dicho o hecho, nada puede justificar la sublime arrogancia de esta declaración «con venticinco soldados de plomo he conquistado el mundo».Sólo se puede permitir una cosa. A aquellos de vosotros a quienes les gus-tan las «evidencias internas», una reliquia agradable de los días de escuela, podéis considerar el número 25. ¿Puede decirnos la fecha de la frase? Hacia la mitad del siglo XVII la W fue añadida a las 25 letras del alfabeto; y estas 25 una o dos décadas antes eran 24 hasta que se añadió la J. Es por esto que me atrevo a afirmar que el «Cesar» de Shakespeare se escribió sobre 1640. Pero mi punto de vista es este: esta forma de actuar, carece del rigor y deja sin utilidad los diccionarios de frases, donde, indudablemente, estas se encuentran, fechadas, anotadas, y analizadas.Con 25 soldados de plomo… si no individualmente si se puede considerar una verdad general. Todas las alturas, profundidades y extensiones de las cosas tangibles y naturales —paisajes, puestas de sol, la fragancia del heno, el zumbido de las abejas, la belleza que pertenece a los párpados (y que falsamente se atribuye a los ojos); todas las emociones inmensurables e impulsos de la mente humana, que parece no tener límites; ideas y cosas feas, terribles y misteriosas que como las bellas— están conseguidas, limitadas, ordenadas en un frívolo montón de letras. Ventiseis signos! El material completo de mi hijo de seis años y de Shakespeare. Dos docenas de garabatos donde elegir que ordenados forman el Rey Lear ! Ellos son iguales para los grandes creadores y para nosotros. Ellos son la llave de la eternidad, peldaños de piedra que nos acercan a las estrellas. Y nosotros los utilizamos unas veces para preparar pequeñas notas, otras para comunicar-nos con un ser querido y otras para componer un artículo que se convierte en la Introducción que estás leyendo.

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Texto compuesto todo en mayúsculas

ESTA SORPRENDENTE DECLARACIÓN ES DE ORIGEN FRANCÉS Y, (SEGÚN DICEN ELLOS) DE CIERTA ANTIGÜEDAD. ¿QUIÉN LA DIJO Y CUANDO? ¿UN LUGAREÑO ALARDEANDO CON UNA SÚBITA Y MA-RAVILLOSA REVELACIÓN DE ESPÍRITU DRAMÁTICO? ¿O ES MÁS CIERTO QUE SE TRATA DE UNA CONQUISTA DE LA MENTE DEL HOMBRE? DEJEMOS A QUIE-NES CONOCEN LOS ANTEPASADOS QUE NOS LO DIGAN, OLVÍDATE DEL LUGAR DE NACIMIENTO DE SU TÍA, LOS RECUER-DOS DE SU MAESTRO DE ESCUELA, LAS CIRCUNSTANCIAS DE SU NACIMIENTO, SUS HÁBITOS, SU GUSTO POR LOS CIGARROS O POR LAS EMPUÑADURAS DE ESPADAS, O LA POLÍTICA, O LA RE-LIGIÓN. QUIENQUIERA QUE ÉL FUERA, COMO HAYA PROSPERADO, LO QUE HAYA DICHO O HECHO, NADA PUEDE JUSTIFICAR LA SUBLIME ARROGANCIA DE ESTA DECLARACIÓN «CON VENTICIN-CO SOLDADOS DE PLOMO HE CONQUIS-TADO EL MUNDO».SÓLO SE PUEDE PERMITIR UNA COSA. A AQUELLOS DE VOSOTROS A QUIENES LES GUSTAN LAS «EVIDENCIAS INTERNAS»,

Composición

COMPOSICIÓN

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Algunos criterios básicos sobre legibilidad

Criterios de elección y uso tipográfico para bloques de texto

Texto compuesto todo en mayúsculas

ESTA SORPRENDENTE DECLARACIÓN ES DE ORIGEN FRANCÉS Y, (SEGÚN DICEN ELLOS) DE CIERTA ANTIGÜEDAD. ¿QUIÉN LA DIJO Y CUANDO? ¿UN LUGAREÑO ALARDEANDO CON UNA SÚBITA Y MA-RAVILLOSA REVELACIÓN DE ESPÍRITU DRAMÁTICO? ¿O ES MÁS CIERTO QUE SE TRATA DE UNA CONQUISTA DE LA MENTE DEL HOMBRE? DEJEMOS A QUIE-NES CONOCEN LOS ANTEPASADOS QUE NOS LO DIGAN, OLVÍDATE DEL LUGAR DE NACIMIENTO DE SU TÍA, LOS RECUER-DOS DE SU MAESTRO DE ESCUELA, LAS CIRCUNSTANCIAS DE SU NACIMIENTO, SUS HÁBITOS, SU GUSTO POR LOS CIGARROS O POR LAS EMPUÑADURAS DE ESPADAS, O LA POLÍTICA, O LA RE-LIGIÓN. QUIENQUIERA QUE ÉL FUERA, COMO HAYA PROSPERADO, LO QUE HAYA DICHO O HECHO, NADA PUEDE JUSTIFICAR LA SUBLIME ARROGANCIA DE ESTA DECLARACIÓN «CON VENTICIN-CO SOLDADOS DE PLOMO HE CONQUIS-TADO EL MUNDO».SÓLO SE PUEDE PERMITIR UNA COSA. A AQUELLOS DE VOSOTROS A QUIENES LES GUSTAN LAS «EVIDENCIAS INTERNAS»,

Composición

COMPOSICIÓN

Page 29: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

A modo de conclusión

• Las decisiones tipográficas se basan en aspectos funcionales y estilísticos.

Page 30: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

A modo de conclusión

• Las decisiones tipográficas se basan en aspectos funcionales y estilísticos.

• Los aspectos funcionales se basan en normas que funcionan como recomendaciones y que han proba-do su utilidad a lo largo del tiempo. Podemos seguir en mayor o menor medida esas normas, pero no po-demos desconocerlas.

Page 31: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

A modo de conclusión

• Las decisiones tipográficas se basan en aspectos funcionales y estilísticos.

• Los aspectos funcionales se basan en normas que funcionan como recomendaciones y que han proba-do su utilidad a lo largo del tiempo. Podemos seguir en mayor o menor medida esas normas, pero no po-demos desconocerlas.

• Cuando elegimos ignorar o contradecir una norma tenemos que saber que eso tiene consecuencias. Esa decisión tiene que ser consciente y no capri-chosa. Lo que ganamos tiene que ser más que lo que perdemos.

Page 32: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)

A modo de conclusión

• Las decisiones tipográficas se basan en aspectos funcionales y estilísticos.

• Los aspectos funcionales se basan en normas que funcionan como recomendaciones y que han proba-do su utilidad a lo largo del tiempo. Podemos seguir en mayor o menor medida esas normas, pero no po-demos desconocerlas.

• Cuando elegimos ignorar o contradecir una norma tenemos que saber que eso tiene consecuencias. Esa decisión tiene que ser consciente y no capri-chosa. Lo que ganamos tiene que ser más que lo que perdemos.

• Los aspectos estilísticos son más dinámicos y por eso más difíciles de manejar. Están más relaciona-dos con la experiencia y la sensibilidad, y no siguen normas o leyes.

Page 33: Tipografía conceptos básicos (Parte 2)