Tipología cerámica del Periodo Medio del Norte Semiárido (Complejo Cultural Las Ánimas)

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UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGIA CARRERA DE ARQUEOLOGÍA INFORME DE PRÁCTICA PROFESIONAL: "TIPOLOGÍA CERÁMICA DEL PERIODO MEDIO DEL NORTE SEMIÁRIDO (COMPLEJO CULTURAL LAS ÁNIMAS)” ESTUDIANTE: ÁNGELA GUAJARDO ABARCA PROFESORA GUÍA: LORENA SANHUEZA R. SANTIAGO, JUNIO DE 2008

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Práctica profesional realizada por Ángela Guajardo, dedicada a la cerámica del Periodo Medio (cultura Ánimas) en el Norte Semiárido de Chile.

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UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGIA CARRERA DE ARQUEOLOGÍA

INFORME DE PRÁCTICA PROFESIONAL:

"TIPOLOGÍA CERÁMICA DEL PERIODO MEDIO DEL NORTE SEMIÁRIDO (COMPLEJO CULTURAL LAS

ÁNIMAS)”

ESTUDIANTE: ÁNGELA GUAJARDO ABARCA PROFESORA GUÍA: LORENA SANHUEZA R.

SANTIAGO, JUNIO DE 2008

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I. RESUMEN El presente proyecto pretende realizar un registro de las piezas cerámicas completas del complejo cultural Las Ánimas existentes en diversos museos chilenos, con la finalidad de proponer una nueva clasificación tipológica que identifique particularidades de este complejo a nivel cerámico, dándonos pie para la realización de comparaciones a nivel territorial. El cumplimiento de este objetivo entregaría herramientas concretas para contrastar las hipótesis que hasta el momento se han esbozado con respecto a la heterogeneidad que habrían tenido estas poblaciones.

II. EXPOSICIÓN GENERAL DEL PROBLEMA

El Periodo Medio en el Norte Semiárido se caracteriza por la existencia de un complejo cultural con características claras y definidas, arqueológicamente denominado “Las Ánimas”, el cual se desarrolla geográficamente desde los valles Hurtado-Limarí hasta Copiapó, con sus respectivas secciones costeras, en un rango cronológico que va desde el 600 al 1200 d.C. (Castillo 1989; Niemeyer et al. 1991).

La cultura La Aguada del noroeste argentino es sindicada por varios autores como la responsable del inicio y desarrollo de este proceso al sentar las bases de lo que culturalmente se conoce como el Complejo Cultural Las Ánimas (Castillo et al., 1996-1997). Esto ocurriría producto de la desarticulación que sufre La Aguada, trasladándose parte de su población al valle alto de Copiapó (Niemeyer et al. 1991; Niemeyer et al., 1993). Sin embargo, hacia el sur estas características se irían debilitando producto del alejamiento de su fuente de origen trasandino, lo cual nos hablaría de un proceso de regionalización de este complejo de norte a sur (Niemeyer et al. 1996-1997).

No obstante Callegari (1998), a través de sus investigaciones en el valle de Vinchina (parte del NOA más cercana a Copiapó), señala que no habría un traslado de grupos Aguada sino que se daría una esfera de interacción. Considera que la interacción implica el intercambio no sólo de bienes materiales, sino también de información y que, por lo tanto, las entidades socio-políticas de ambos lados de la cordillera, valle de Copiapó y el Centro-Norte del Valle de Vinchina, durante el Periodo Medio, intercambiaron información y componentes simbólicos en un pie de igualdad política, sin que existiera un núcleo-periferia o una relevancia direccional en el fluir de la información (Callegari 1998:131). Las características del paisaje habrían favorecido la interacción entre ambos valles.

Esta entidad se reconoce por sus estilos cerámicos conocidos bajo la nomenclatura de Las Ánimas I, II, III y IV (Montané 1969). No obstante, y a pesar de la poca evidencia que existe al respecto, vemos que tales manifestaciones Ánimas jamás tuvieron una homogeneidad absoluta en su zona de distribución, e inclusive hay autores que señalan una segregación espacial diferencial para la III y la IV región del país (Garrido 2007 A). Por otra parte, otros estilos cerámicos asignados al Período Medio, como los tipos La Puerta, (Iribarren 1958) sólo se han descubierto en el valle de Copiapó. Sin embargo más allá de estas apreciaciones no ha existido una discusión más acabada con respecto al tema de Las Ánimas, que permita generar respuestas a los nuevos problemas que

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han surgido con el correr del tiempo y que podrían aclararnos muchas dudas en lo concerniente a la prehistoria regional. Por ende, y a la luz de estos antecedentes, se hace necesario volver a abordar el tema de la materialidad arqueológica de estas poblaciones con el fin de sistematizar los contextos donde aparece, definiéndola de acuerdo a criterios sistemáticos. En relación a lo anterior es que el problema propuesto para este trabajo será ¿Qué patrones es posible reconocer dentro del conjunto de piezas completas del Complejo Cultural Las Ánimas y si a partir de ellos es posible identificar particularidades territoriales? Para ello es que se tratará de efectuar una clasificación exploratoria del material cerámico completo existente, con el fin de establecer patrones que, a través de las diferencias y semejanzas percibibles, nos permitan identificar regularidades y particularidades a nivel cerámico para todo el norte semiárido. Los problemas más importantes con respecto a la forma en que hasta el momento se ha abordado la tipología cerámica de este complejo radicaría en dos ámbitos: en primer lugar no ha existido una sistematización completa de la cerámica Las Ánimas y más que nada las tipologías que se han generado podrían ser señaladas como “coyunturales”, es decir, los grupos han aparecido porque se han excavado nuevos sitios y se han encontrado cosas distintas, las cuales pasan a formar un nuevo tipo o simplemente se incluyen en alguno sin un análisis exhaustivo (tal vez el mejor ejemplo es el de la cerámica Necrópolis en Copiapó). Y en segundo lugar es que las tipologías sólo consideran material decorado, lo cual deja de lado una importantísima fuente de información. Este proyecto pretende aportar a la comprensión de este complejo cultural del Norte Semiárido a través del análisis de las piezas cerámicas completas existentes en las colecciones de diversos museos. Y, si bien es cierto que nos enfrentamos a la falta de evidencias para vislumbrarlo adecuadamente y poder elaborar modelos explicativos, no es menos cierto también que en esta etapa es posible efectuar hipótesis y propuestas que ayuden a emplazar futuras investigaciones que permitan obtener más datos referentes a temas importantes para la comprensión sobre la configuración y dinámica de estas sociedades. III. ANTECEDENTES La historia del Complejo Las Ánimas se inicia con las investigaciones en la década de 1930 de Francisco Cornely en los cementerios de la quebrada de Las Ánimas y el Olivar en el curso inferior del valle del Elqui (Cornely 1956). El análisis de ambos contextos, en especial de su cerámica, otorgan, en un principio, razones para que dichos descubrimientos fueran postulados como los más antiguos de la Cultura Diaguita. Este autor, a través de éstos y otros hallazgos en la zona, es quien define la Prehistoria del Norte Chico, reconociendo tres etapas de la cultura Diaguita: Arcaica, Transición y Clásica (Cornely 1956). Esta primera etapa, la Arcaica, se caracteriza por los tipos cerámicos que posteriormente serían incluidos dentro del conjunto cerámico de Las Ánimas. A partir de trabajos realizados en los sitios de La Puerta y Tres Puentes, Iribarren (1958) señala tres tipos cerámicos a partir de fragmentería: “Tipo La Puerta” (asociado a túmulos mortuorios) el cual se caracterizaría por una gran técnica de manufactura, observable en su cocción, pasta y tratamiento de superficie (tanto interior como exterior); “Tipo grabado inciso”, el

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cual correspondería a una cerámica gris negra, decorada con dibujos geométricos grabados sencillos; y finalmente el “Tipo Pintado Rojo sobre Blanco” el cual presenta una pasta fina y delgada decorada principalmente con figuras escalonadas descendentes. Posteriormente señalará al tipo grabado inciso como claramente trasandino, atribuyéndolo a la cultura Ciénaga y Aguada, agregando que en este lugar se asentaron dos grupos culturales con evidentes afinidades, aunque es posible que fuera en periodos cronológicos distintos (Iribarren 1971). Sin embargo, es Julio Montané quien, a través de la definición de tipos cerámicos (Ánimas I, II, III y IV) señala la existencia de un periodo intermedio entre la Cultura El Molle y la Cultura Diaguita, la cual correspondería a Las Ánimas (Montané 1969). De este modo, el periodo Temprano estaría caracterizado por la Cultura el Molle, el Medio por Las Ánimas y el Tardío por lo Diaguita (op. cit). De este modo, la tipología cerámica quedaría de la siguiente manera (Montané 1969): Las Ánimas I � Negro/Naranja: Forma troncocónica, de base plana y paredes oblicuas, antiplástico fino, buena cocción y pasta de color terracota/naranja. Decoración reconocible por líneas negras rectas, líneas en zigzag y triángulos adosados a una línea. Las Ánimas II � Tipo interior reducido: Piezas que presentan su superficie interior reducida. Algunas guardan relaciones formales con el tipo Ánimas I y conservan una decoración semejante. Se dan dos formas: 1) de base plana y pared ligeramente curva; 2) semiesférica con la base de mayor radio (ligeramente aplanada). Decoración negro sobre color natural y sobre rojo. La superficie exterior está dividida en cuatro zonas iguales; dos opuestas pintadas de negro sobre rojo y las otras dos de negro sobre el color de la pasta. Los motivos decorativos idénticos al tipo anterior: líneas rectas, en zigzag y triángulos adosados a una línea, que afecta la forma de un rayo.

Las Ánimas III � Tipo negro de especularita y blanco sobre rojo: Tipo que se reconoce por la presencia de hierro oligisto. La pintura negra de hierro oligisto o especularita se ha aplicado directamente sobre la pasta, mientras que el blanco está pintado sobre engobe rojo. Predomina la forma semiesférica con paredes más o menos abiertas (platos). Siempre las líneas blancas bordean a las negras, correspondiendo los dibujos a líneas rectas. Geométricamente son figuras compuestas de triángulos y líneas paralelas, encontrándose en algunos casos, pequeños salientes en el borde.

Las Ánimas IV � Tipo con engobe rojo: Se caracteriza por poseer engobe rojo muy potente, tanto en el interior como exterior, que cubre toda la superficie de la pieza. Además del engobe es común (al igual que en los otros tipos) la presencia de tres colores decorativos: blanco, negro y rojo (en orden de frecuencia).

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� Tipo negro sobre blanco: Este tipo se reconoce por la forma y sus motivos decorativos. Las piezas están engobadas tanto interior como exteriormente, siendo el motivo decorativo más característico las líneas negras paralelas unidas por líneas oblicuas pintadas sobre blanco. También presenta triángulos con líneas paralelas adosadas a uno de sus lados pintadas de negro sobre blanco y, excepcionalmente, se encuentran líneas rojas. Raramente tiene hematina negra especular.

A continuación Gonzalo Ampuero, a través de sus trabajos en el sitio Punta de Piedra y Compañía de Teléfonos, reafirma la existencia de este Complejo Cultural Las Ánimas (hasta el momento todavía no bien definido) y siguiendo la proposición de Montané, con respecto a los tipos cerámicos I, II y III, considera al tipo IV (base Arcaica, utilizando lo visualizado por Cornely) como perteneciente a la Cultura Diaguita Chilena (Ampuero 1973). Posterior a esta clasificación se han realizado diversos hallazgos en distintos lugares del semiárido en donde esta tipología cerámica ha sido aplicada, aunque las piezas muchas veces han presentado ciertas particularidades. Por ejemplo en el sitio Plaza de Coquimbo se encuentra cerámica del tipo Ánimas I (Castillo et. al 1982). Destaca además el cementerio de Chanchoquín Chico en el curso medio del río El Tránsito (Valle de Huasco), donde se encuentra material cerámico del tipo Ánimas I y II, el primero con una variante de campos con pintura color crema y la figura de un camélido estilizado de gran tamaño en el exterior, rasgo que se repite en la cerámica encontrada en Vallenar centro (Kusmanic 1988). Los estudios realizados por los investigadores Hans Niemeyer, Gastón Castillo y Miguel Cervellino en la cuenca del río Copiapó han entregado interesantes antecedentes en relación a nuevos tipos cerámicos que se agregan a la clasificación existente, como ocurre con el cementerio La Puerta. Este sitio se compone de dos tipos de enterramientos claramente sectorizados: los túmulos (cuyo número asciende a 100) y la Necrópolis (33 sepulturas en fosas cilíndricas) y en donde la ofrenda cerámica de cada uno de estos sectores es específica, no hallándose piezas de un tipo en el otro, lo cual dará origen a dos diferentes tipos cerámicos: el tipo La Puerta y el tipo Necrópolis.

Los túmulos poseen enterramientos individuales o multipersonales (2, 3 personas). La ofrenda es muy escasa siendo la cerámica asociada sólo del tipo La Puerta con sus variedades, representadas sobre todo por grandes pucos y por vasos globulares de cerámica corriente y jarros rústicos (Niemeyer et al. 1995). La forma de estos pucos ha sido señalada con detalles técnicos en principio atribuidos a Ciénaga y Aguada y luego sólo a Aguada (Iribarren 1958, 1969; Castillo et al. 1996-1997).

Con respecto a la Necrópolis, son entierros individuales, algunos en posición sedente,

existiendo dos niños enterrados en urnas. La ofrenda cerámica es muy particular y diferente a la exhumada en los túmulos, aunque con algunas características comunes. Ésta cerámica Necrópolis corresponde a los tipos Ánimas I y II, pero también aparecen ciertos tipos especiales: piezas pequeñas globulares antropomorfas (jarro con rostro figurado en cuello con ojos tipo grano de café y nariz fina; vaso bípedo con panza prominente, boca ancha y cuello apenas diferenciado) y en otra fosa aparece un pequeño jarro zapato o asimétrico (Niemeyer et al. 1995; 1998).

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En conclusión, a partir de la revisión de los antecedentes distinguimos que para el complejo cultural Las Ánimas existe una clasificación compuesta de 4 tipos cerámicos: a) Ánimas I; b) Ánimas II; c) Ánimas III y e) tipo La Puerta con sus variedades. Esta clasificación, que se basa exclusivamente en atributos decorativos, ha servido hasta el momento para identificar a este complejo cultural así como su distribución espacial. No obstante, a la luz de nuevas preguntas surgidas con respecto a esta entidad y a la prehistoria regional, este ordenamiento se ha hecho insuficiente por lo cual es necesario generar nuevas sistematizaciones que puedan dar respuesta a los problemas surgidos.

Son estas interrogante las que se abordan en este trabajo; interrogantes que hacen alusión

a la distribución diferencial de los distintos tipos cerámicos, pues hay lugares en que unos tipos aparecen y otros no, lo cual podría hablarnos de diferencias entre los grupos y de cómo se estaban configurando y distribuyendo estas poblaciones. Todo esto está ligado con el supuesto proceso de regionalización que estaría aconteciendo y que ha sido señalado por varios autores sin mayores conclusiones (Niemeyer et al 1996-1997).

IV. MARCO TEÓRICO - METODOLÓGICO En relación a la información y a las posibilidades existentes al momento de abordar la materialidad de esta entidad cultural, se a llegado a la conclusión que es primordial centrar la investigación en problemas de orden histórico-cultural, los cuales permitirían enriquecer el conocimiento sobre la distribución espacial de la cerámica del Periodo Medio, así como sus particularidades regionales. Esta determinación se debe principalmente a dos factores: en primer lugar, la escasa información existente y en segundo lugar, el tipo de material accesible, el cual corresponde a colecciones de piezas completas existentes en diversos museos de Chile, lugares en donde las piezas yacen en sus depósitos sin más referencia que la información de campo en el caso de las piezas obtenidas por excavación, o sólo el registro de inventario para aquellos materiales donados u obtenidos por medio de particulares.

Actualmente la arqueología reconoce la importancia que poseen las colecciones (cerámicas en este caso) para el desarrollo de la disciplina. No obstante este reconocimiento generalmente no se ha traducido en la formulación de programas de investigación que rescataran la información cultural, espacial y cronológica de estos materiales. La tendencia general ha sido destacar algunas piezas aisladas relevantes por su calidad artística, las que constituyen tipos escasamente representados al considerar los conjuntos alfareros comprometidos en un complejo o estilo como totalidad (Adán 2000). .

Producto de la labor arqueológica que se ha venido desarrollando por décadas, los investigadores se han dedicado a desenterrar gran cantidad de restos materiales de los más variados tiempos y lugares para su análisis e interpretación. No obstante, una vez concluida la investigación, éstos pasan a formar parte de los depósitos de museos principalmente, muchas veces en malas condiciones, colapsando las bodegas de dichos establecimientos y, lo que es igualmente grave, descartando su potencial informativo, ya que una vez concluida su participación dentro del proyecto a cargo, las piezas pocas veces vuelven a ser requeridas para estudios por otros investigadores.

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No obstante estos inconvenientes, el crecimiento que año a año han experimentado las colecciones de los museos regionales se nos presentan como una gran oportunidad de disponer de materiales de una forma práctica y conveniente para la labor arqueológica. Del mismo modo, el trabajo con colecciones permite contribuir a los procesos de documentación de los museos (Adán 2000) e iniciar trabajos de investigación en regiones o lugares que no tengan tradición en investigaciones arqueológicas sistemáticas. De ahí que destaque el inmenso valor informativo de las colecciones de vasijas cerámicas completas, ya que éstas contienen datos acerca de las culturas que las produjeron. Por lo tanto, lo que interesa con respecto a la cerámica es poder identificar en ella los atributos más sensibles para distinguir “tipos” cerámicos, es decir, características físicas que nos permitan diferenciar y agrupar elementos. La arqueología es una ciencia que analiza los restos materiales de antiguos grupos humanos con el objetivo de entregar una interpretación de los acontecimientos ocurridos en dicho pasado. Para poder llevar a cabo este propósito es necesario la organización sistemática del registro arqueológico. La cerámica es uno de esos registros y es un elemento que, por sus características físicas, generalmente prevalece en todos los sitios donde se depositó, por lo cual se nos presenta como un elemento muy útil y necesario a la hora de reflexionar acerca de la prehistoria de un territorio. No obstante, mucho se ha discutido sobre la utilización de la cerámica como indicador de filiación cultural y, por consiguiente, como elemento de cronológica relativa. También ha sido cuestionado (no sin razón) el uso exagerado que ha tenido ésta, por parte de los investigadores, en la elaboración de tipologías, ya sea porque se considere a ésta como el único modo de abordaje en el análisis cerámico o porque se tome a la clasificación cerámica como la forma más sencilla para resolver cuestiones de orden cultural, entendiéndose esto último como las relaciones entre diferentes grupos humanos pre y posthispánicos, relaciones inter e intrasitios, relaciones regionales, etc., ya sea en períodos de tiempo sincrónicos o diacrónicos (Caria 2002). Sin embargo, la tipología cerámica ha resultado en muchos casos extremadamente útil puesto que ha permitido confrontar evidencias arqueológicas de tipo no cerámicas (metales, textiles, arte rupestre, entre otros muchos indicio) con las de tipo cerámicas. Del mismo modo ha permitido ratificar hipótesis de tipo regional o macroregional por medio de una simple comparación de tipos cerámicos de las diversas áreas estudiadas, manifestándose de esta forma como indicadores de relaciones espaciales de amplio alcance, lo cual ha permitido desarrollar diversas problemáticas, como por ejemplo las del tráfico caravanero. Clasificación en Arqueología Si desea tener una representación adecuada del grupo cultural que está estudiando, el arqueólogo debe contar con un buen sistema de clasificación que le permita organizar y considerar la variación cerámica presente, por lo que no es sorprendente la existencia de una tradición larga en métodos de descripción, clasificación y análisis de la cerámica. Como cualquier ciencia, el método empleado para la clasificación se relaciona estrechamente con: 1. Una teoría arqueológica específica (la estructura conceptual usada por el arqueólogo). 2. El muestreo (determinado en parte por la estadística). 3. Las técnicas analíticas (algunas desarrolladas especialmente para caracterizar la cerámica arqueológica y otras en préstamo de otras disciplinas, como la geología, la química y/o la matemática) (Rodas 2003: 572).

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Toda ciencia, como requisito indispensable para poder operar con los materiales que le ofrece el segmento de realidad que analiza, de acuerdo con cualquier género de metodología, debe proceder a definir las unidades básicas, con las cuales va a realizar operaciones (Alcina 1989). Por lo tanto la Arqueología debe, del mismo modo, proceder a la definición de dichas unidades que permitan interpretar el material arqueológico de forma de dar respuesta a sus problemas de investigación.

El ordenamiento de los materiales constituye uno de los primeros y más importantes pasos en la investigación arqueológica. La ordenación de materiales arqueológicos se fundamenta en la necesidad del investigador de generar unidades de análisis para convertir los datos crudos en evidencias y, más básicamente, en la necesidad humana de distinguir para comprender (Cornejo 2000: 206). De este modo la clasificación se define como la agrupación de entidades similares cuyo objetivo es el de crear grupos cuyos miembros sean muy similares. Esto contrasta con lo que ocurre entre los grupos, los cuales son muy disímiles. El principio es que la similitud de entidades dentro de los grupos no es casual sino que refleja algo inherentemente significante en su naturaleza. En el caso puntual de la alfarería, la creación de grupos generalmente se basa en ciertos rasgos comunes de material, técnica y estilo, y su importancia se interpreta culturalmente. En todas las disciplinas científicas, la clasificación es fundamental ya que permite identificar, organizar y nombrar cosas diferentes y similares (Rice 1987: 274-275).

La clasificación, al ser un tipo de ordenación, asume desde un comienzo una visión particular del mundo. El investigador sólo puede comprender dicho mundo continuo e indiferenciado a través de su desglose y definición; y para poder realizar dicho paso racional debe comenzar por alguna parte. Y esa parte es siempre un supuesto, pues de entre infinitas posibilidades, el investigador seleccionará las que él considere importantes lo cual se traducirá en la creación de los fenómenos mismos a los cuales sí sea posible dar una respuesta. Por lo tanto toda clasificación es arbitraria, pues ella descansa en la suposición de que la unicidad del reino fenomenológico es capaz de orden, pero no que un tipo de orden determinado sea inherente (Dunell 1977: 63).

Según Dunell (1977) serían cuatro los elementos arbitrarios que componen la clasificación. Es así como, a fin de crear una clasificación, el primer paso ha de ser la elaboración de una escala, la selección de una escala desde un número infinito de ellas, en la cual formular las clases. Es el investigador quien, en relación a los materiales y su problema de investigación, decide qué elementos son idóneos para su investigación.

Un segundo paso es la selección subjetiva del campo para el cual ha de construirse la clasificación, pues las clasificaciones nunca pueden atender la totalidad de los fenómenos a una escala determinada, pues, al menos desde el punto de vista sistemático, uno se encontraría con un campo de un tamaño infinito (op. cit. 64).

De forma siguiente, y un vez definido la escala y el campo, se debe agregar un tercer elemento arbitrario antes de consumar la clasificación. Corresponde a la discriminación de los atributos del campo a una escala establecida por debajo de aquella del campo. Atributo corresponde a la unidad cualitativa distintiva más pequeña implicada en una clasificación (op. cit. 65). Un atributo es una propiedad, característica, rasgo, o variable de una entidad; en el caso de

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alfarería, los atributos que normalmente son de interés incluyen el color, el espesor, las inclusiones, la dureza, la forma, y así sucesivamente (Rice 1987: 275).

Los atributos posibles teóricamente son infinitos, sin embargo sólo un número finito y generalmente muy limitado de ellos puede utilizarse en la clasificación; y aunque no fuese así no tendría sentido utilizarlos todos, pues desembocaría en la división del campo en un conjunto ilimitado de casos únicos, lo cual no es una clasificación. Por lo tanto qué atributos específicos han de seleccionarse viene señalado generalmente por el problema particular para el que se ha preparado la clasificación, lo cual corresponde al cuarto elemento arbitrario.

Clasificaciones “Científicas”

La clasificación no es un fin dentro de cualquier ciencia, sino que corresponde a un procedimiento básico por medio del cual una disciplina y sus datos se estructuran (Rice 1989: 276). El objeto de la mayoría de los funcionamiento clasificatorios en la Arqueología es el de crear “tipos”. De hecho la tipología es, literalmente, el estudio de los tipos. El concepto de tipo, su contenido, utilidad, finalidades y características relativas a otras entidades relacionadas, es uno de los que ha provocado mayores controversias en los últimos años, pese a que su uso más o menos preciso se viene realizando desde los tiempos de Mortillet (1881) y Montelius (1903) (Alcina 1989: 139).

Algunas definiciones de tipo realizadas por importantes arqueólogos encontramos en el libro de Alcina (1989). Es así como para Krieger: “cualquier grupo que pueda ser calificado como tipo debe abarcar material que pueda consistir fehacientemente en variaciones individuales en la ejecución de una idea constructiva” (Krieger 1944:272). En cambio para Spaulding, “el tipo es contemplado aquí como un grupo de artefactos exhibiendo un consistente conjunto de atributos, cuyas propiedades combinadas proporciona un patrón característico” (Spaulding 1953: 305, citado por Alcina 1989).

Las definiciones se hacen considerablemente más precisas y rigurosas cuando pasamos revista a algunos de los arqueólogos de la nueva generación como Clarke, para quien tipo «es una población homogénea de artefactos que participa de un campo consistentemente recurrente de estados de atributos, dentro de una serie politética dada» (Clarke, 1968: 669). Para Dunnell, tipo es «una clase paradigmática de objetos discretos definidos por modos» (Dunnell, 1971: 157), mientras para Watson-LeBlanc-Redman, «es el resultado de dos o más atributos ligados entre sí por un vínculo no aleatorio» (Watson-LeBlanc-Redman, 1974:140). Finalmente, para Hill y Evans, «un tipo es un grupo que se ha formado sobre la base de un patrón de atributos de los materiales o hechos y que se distingue de otros tipos que tienen diferentes patrones de atributos» (Hill y Evans, 1972: 233).

Los grupos, clases y tipos son diferentes y se distinguen en las distintas fases de la clasificación. Un grupo consiste en objetos reales, como las ofrendas funerarias, y existe fenomenológicamente o en el reino empírico. Las clases y tipos, sin embargo, representan modelos verbales o descripciones de objetos y son ideacionales. Esta diferenciación entre lo empírico (el grupo) y lo conceptual (clase y tipo) resalta por una distinción entre clasificación y tipología: "Una clasificación no es más que un juego (o juegos) de agrupaciones empíricas establecidas para la conveniencia. Una tipología, sin embargo, es una clasificación teóricamente

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orientada que se dirige hacia la solución de algún problema o problemas" (Kluckhohn 1960, citado en Rice 1989: 276).

Dentro de las clasificaciones es posible distinguir distintos tipos de técnicas analíticas. Las más comúnmente utilizadas en arqueología serían la clasificación paradigmática, la clasificación taxonómica y la taxonomía numérica, los cuales, como se señaló anteriormente, son préstamos de otras disciplinas (principalmente de las ciencias naturales). La definición de estos tres procedimientos se encuentra desarrollada en extenso por Dunell (1977) y expuesta también por Cornejo (2000) por lo que aquí solo se expondrán brevemente.

Clasificación paradigmática: “… habrá de entenderse como una clasificación dimensional en la cual las clases resultan de la intersección “(Dunell 1977: 92). Las características principales de esta clasificación son: A) Los criterios utilizados para construir la clasificación son independientes entre sí y equivalentes, por lo tanto no es posible ningún tipo de orden o jerarquía entre ellos. B) Las clases paradigmáticas no son ambiguas (tanto en estructura interna como su aplicación como medio para crear grupos de fenómenos) lo que se traduce en que cada clase contiene un rasgo único de cada una de las variables utilizadas para componer la clasificación (Cornejo 2000: 207). C) Pueden compararse a todas las demás clases de la misma clasificación (pues cada clase ocupa un lugar arbitrario dentro de la estructura de clasificación, el que deriva del orden arbitrario en que se dispongan las variables), y que la base de comparación se establece explícitamente mediante la forma de clasificación.

Clasificación taxonómica: “… es una clasificación adimensional en la cual las clases se definen mediante inclusión” (Dunell 1977: 99). En este caso las características más significativas según Cornejo (2000) son: A) Las variables utilizadas para la construcción de la clasificación están jerarquizadas, determinándose diferencias de importancia entre ellas. B) Cada clase puede contener un rasgo único del total o sólo de algunas de las variables utilizadas para componer la clasificación. C) Cada clase ocupa una posición significativa dentro de la estructura de la clasificación, la que se deriva del orden jerárquico en que han sido organizadas las variables. De esta manera la posición significativa de cada clase se relaciona con la posición de las demás clases lo cual, en términos prácticos dará como resultado que una serie de grupos más pequeños se originen en grupos más grandes.

Taxonomía numérica: “…una clasificación adimensional en la cual las clases se definen por inclusión” (Dunell 1977:99). Este método asume que los objetos poseen un orden intrínseco, el cual es develado por un procedimiento que pretende establecer, por medio de los grados de similitud, clases de objetos parecidos entre sí en un alto grado y a la vez distintos de otros objetos. Supone, por tanto, que la ordenación de los objetos se da en grados y no como categorías mutuamente excluyentes (Cornejo 2000: 208).

Clasificaciones “Folk”

No obstante, a las clasificaciones antes citadas hay que agregar una última que añade importantes elementos a la problemática de los tipos cerámicos, entregando nuevas luces acerca de los atributos considerables al momento de realizar una clasificación de vasijas. Me refiero a las clasificaciones denominadas “Folk”.

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“Etnociencia” se denominó a una orientación metodológica y teórica -también conocida con los nombres de “antropología cognitiva” y “nueva etnografía”, desarrollada durante los años sesenta y setenta, principalmente en Estados Unidos. El término alude al hecho de que, aunque ésta se propuso como un programa de investigación válido para el estudio del conjunto de la cultura, se concentró particularmente en el estudio de sistemas de clasificación folk, los cuales suponen de algún modo el equivalente nativo, en términos de conocimiento cultural, a la ciencia occidental. El trabajo etnográfico acumulado a partir de este enfoque giró predominantemente en torno al estudio de las categorías nativas de clasificación de plantas, animales, colores y otros aspectos del entorno ecológico de las culturas, así como de los sistemas terminológicos de parentesco y otros dominios lexicalmente muy estructurados. Pero, al menos en teoría, la etnociencia no pretendía referirse a un dominio de significado en particular, sino a toda la cultura en su conjunto, tomada como un gran sistema de significación (Días de Rada 1992).

Estas clasificaciones nativas para las vasijas cerámicas, se han considerado por mucho tiempo como un punto tradicional de investigación etnográfica en lo referido a la alfarería. De hecho muchos arqueólogos frecuentemente han aspirado que se reproduzcan estas categorías indígenas. Por ejemplo Bernal (1952) señala que “… una meta será la organización de nuestro material en tipos que idealmente correspondan a un rasgo etnográfico; que tanto nuestro tipo arqueológico como el rasgo etnográfico deben servir para el mismo fin: identificar diferentes moldes de conducta o tecnología, que pueden ser adquiridos por un hombre de otro, o lo que es lo mismo por una generación de otra y por lo tanto servir de instrumentos que nos demuestren los desarrollos de una cultura y la interacción de ésta con otras” (Bernal 1952: 119).

En el marco de los estudios cognitivos, la etnociencia se ha centrado en el análisis de la selección categorial lexicalizada, y en la investigación de los modos en que las categorías nativas para mencionar la realidad se organizan semánticamente en sistemas de relaciones. Esta propuesta supone una focalización no en los sistemas semánticos, sino en los sistemas de acción. Pues la hipótesis básica es que la organización semántica de la realidad no es comprensible sino a la luz de los usos prácticos en relación con los cuales tal organización cobra sentido (Días de Rada 1992). Los sistemas folk son usados cotidianamente por las personas transmitiéndose informalmente de generación en generación, y cambiando a través de tiempo. Ellos son los sistemas de clasificación porque dividen el mundo en las categorías que son usadas (Kempton 1981).

En las etnografías que consideran el tema de la relación de las sociedades con su alfarería, se observa que el rasgo cultural más llamativo es que el escenario es definido invariablemente en el uso proyectado de la vasija. Es decir, en lugar de la categorización tradicionalmente calificada como significante por los arqueólogos (que consideraba atributos como el tratamiento de la superficie, color, composición de pasta o decoración) se nombra a las vasijas principalmente por funciones generales como cocinar, almacenar, o servir. Normalmente se particularizan estas piezas al referirse al tamaño de la vasija o su volumen (Rice 1987; Kempton 1981). Desgraciadamente estas categorías se presentan como difíciles de captar por los forasteros, pues son muy flexibles, ya que se basan principalmente en el tamaño, forma, volumen y uso. Inclusive no es raro que cuando alguno de estos rasgos cambie, el nombre de la vasija también pueda cambiar. Por lo tanto, atributos que antropólogos y arqueólogos normalmente

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enfocan como centrales en sus análisis, lo más probable es que varíen significativamente de las clasificaciones nativas (Rice 1989: 280). No obstante esta dificultad, existen estudios que nos entregan luces a la hora de considerar las clasificaciones folk. Es así como el trabajo de Kempton (1981) se propone definir límites o disyunciones entre las categorías cerámicas basándose en la variación continua. El autor señala que los análisis pueden considerar a un miembro de una categoría como prototípico y a partir de él concebir reglas que permitan las extensiones o graduaciones de ese prototipo. Este modelo sostiene que los individuos identifican categorías de cosas por medio de prototipos que pueden ser considerados ejemplos típicos o ideales de un objeto particular como una olla, y extender el concepto a otros objetos que no son ideales (inclusive pueden ser desagradables) pero que todavía siguen siendo básicamente una olla (que es opuesta a un plato, por ejemplo). La clasificación es relativamente simple, por lo cual una vasija combina simultáneamente varias dimensiones las cuales se mueven en el ámbito del tamaño, forma, función específica (uso) y volumen. El estudio se realizó en Tlaxcala, México, en donde a los informantes se les enseñaban láminas en donde aparecían grupos de dibujos de formas inconstantes de alfarería. Aunque las definiciones verbales de los informadores con respecto a la categoría de “jarro” mencionaban las funciones específicas y la presencia o ausencia de ciertos rasgos típicos (como las asas), sus gestos y dibujos enfatizaron la forma, particularmente la proporción anchura/altura (o "gordura") y posición del cuello (Kempton 1981: 36, 39-40). No es menos interesante señalar que las definiciones del jarro (prototipos y grados) variaban con la edad, sexo, ocupación, y el estado socio-económico del informador (op. cit. 104 -164). V. HIPÓTESIS Y OBJETIVOS En relación a lo anteriormente expuesto, las hipótesis que articulan este proyecto de investigación son las siguientes: • Existe una mayor variabilidad en el conjunto alfarero del Complejo Cultural Las Ánimas del

que hasta ahora se ha identificado, principalmente por la falta de investigaciones sistemáticas y de un mayor análisis.

• Dentro de este conjunto sería posible observar disimilitudes que nos hablarían de las diferencias regionales de este complejo cultural.

Es por esto que el objetivo general de este trabajo consistió en realizar un registro de piezas cerámicas completas del Complejo Cultural Las Ánimas que permita generar una clasificación para la comparación territorial de este complejo cultural. A partir de lo anterior se desprenden los siguientes objetivos específicos: • Realización de una ficha de registro, la cual se aplica a cada una de las vasijas cerámicas

completas o que presenten más del 50% de la pieza.

• Definición de una tipología cerámica a partir de los datos anteriormente obtenidos.

• Identificar las particularidades locales para su comparación.

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VI. UNIVERSO DE ESTUDIO Y MUESTRA Debido a la falta de estudios sistemáticos previos, este trabajo está encaminado a la realización de un análisis exploratorio en laboratorio, tomando para ello los materiales del conjunto cerámico del complejo cultural Las Ánimas pertenecientes a colecciones museológicas, lo cual será el universo de estudio. Se incluyen piezas completas y fragmentadas que presenten más del 50% (y que por lo tanto permitan la reconstrucción de la pieza). Y, lo que es igualmente importante, en este estudio se consideraron tanto las piezas decoradas como no decoradas. A partir de dicho universo general, la muestra específica de esta investigación asciende a 59 vasijas distribuidas en 5 museos chilenos. Los museos son: Museo Regional de Atacama (Copiapó), Museo de Huasco (Vallenar), Museo del Limarí (Ovalle), Museo Arqueológico de la Serena y Museo de Historia Natural de Valparaíso. Existía información de que en el Museo de Historia Natural de Concepción existían vasijas Las Ánimas, no obstante comprobamos que esa información era incorrecta y que dicha institución sólo posee vasijas del tipo Transición (Ánimas IV) o Diaguita I. También en el Museo Nacional de Historia Natural existe un número reducido de ejemplares, pero por motivos burocráticos no fue posible acceder a ellos. Finalmente, averiguamos que en el Museo Histórico de Elqui (actualmente cerrado al público) existen 3 vasijas Las Ánimas, no obstante no se nos autorizó el acceso a ellas.

MUSEOS POSEEDORES DE VASIJAS DEL COMPLEJO CULTURAL LAS ÁNIMAS

CANTIDAD DE VASIJAS

Museo Regional de Atacama

25

Museo del Huasco

1

Museo del Limarí

8

Museo Arqueológico de la Serena

22

Museo de Historia Natural de Valparaíso

3

TOTAL DE VASIJAS

59

Para simplificar la identificación y el origen de las distintas piezas cerámicas analizadas, en el presente trabajo se expondrá con una abreviatura el nombre del museo del cual proviene la pieza, acompañado con el número de inventario que ésta posee en dicho museo. Las siglas quedarán de la siguiente manera: Museo del Huasco (MH), Museo de Historia Natural de Valparaíso (MHNV), Museo del Limarí (ML), Museo Arqueológico de La Serena (MALS) y Museo Regional de Atacama (MRA). También es importante destacar que generalmente los museos poseen vasijas de su propia región, por lo tanto denominando la pieza de esta forma se tendrá inmediato conocimiento de

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dónde proviene la vasija. En los únicos casos en que esto no es así es en el de las tres vasijas del Museo de Historia Natural de Valparaíso (MHNV) y las vasijas 5636 y NN 01 del Museo Arqueológico de La Serena (MALS) las cuales provienen de la III Región. VII. METODOLOGÍA Para el desarrollo de este trabajo investigativo se mantendrá como criterio primordial de análisis la clasificación tipológica, la cual ha sido el principal indicador diagnóstico de lo que hoy denominamos como complejo cultura Las Ánimas. La sistematización a utilizar en este estudio será una clasificación de tipo taxonómica. Se ha decidido adoptar este sistema de clasificación porque por medio de él es posible agrupar toda la diversidad cerámica en unidades discretas dentro de un sistema estable, sobre el cual le sea posible trabajar a todo quien se interese en esta problemática. La clasificación taxonómica permite agrupar ordenadamente las diversas vasijas partiendo de sus propiedades más generales a las más específicas, señalando características comunes de relevancia general que cada vez se van haciendo más puntuales y significativas. Los criterios de clasificación que se utilizan aquí están basados en las características morfológicas, tratamiento de superficie y decoración de las vasijas los cuales dan origen a diferentes grupos con características más o menos similares. Si bien es cierto que la decisión sobre el tipo y en qué categorías taxonómicas debería estar cada uno de ellos, es un poco arbitraria, no es menos cierto que la clasificación taxonómica promueve que, para que un sistema de clasificación resulte útil debe ser manejable, y para ello debe organizar la información de la forma en que sea más fácil de recordar. a) Morfología Corresponde al examen de atributos métricos y clasificación de elementos anatómicos formales de las vasijas, de acuerdo a los parámetros de Anne Sheppard (Rice 1987). Los atributos específicos utilizados en relación a los atributos morfológicos son los siguientes: • Categoría de vasija • Sección de cuerpo • Cuello • Tipo de labio • Borde • Base • Tamaño / volumen

b) Tratamiento de superficie

c) Decoración

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Para este trabajo se ha realizado un análisis decorativo básico, fundamentalmente descriptivo, el cual pretende caracterizar los distintos tipos Las Ánimas a través del reconocimiento de: • Clase (tipo de decoración: pintada, incisa, etc.) • Elementos decorativos (hacen referencia a la unidad mínima y significativa de una

representación: línea recta, línea curva, punto, etc.) • Motivos decorativos (corresponden al conjunto de elementos: zigzag, líneas paralelas, etc.) • Patrones y configuraciones. Con respecto a la variable decorativa, el primer paso en este trabajo consistió en aislar y exponer el repertorio de motivos decorativos presentes en las vasijas analizadas, como parte fundamental en la definición y comparación de los diferentes tipos cerámicos resultantes1. Los motivos se presentan individualizados y asociados a los grupos o subgrupos en que aparecieron. Para reproducir los motivos se considera a la vasija en eje vertical (desde el labio a la base). De acuerdo a los objetivos planteados anteriormente, el trabajo se subdividió en 2 etapas: 1) Revisión de colecciones museológicas Corresponde a la revisión de las piezas cerámicas completas atribuidas al complejo cultural Las Ánimas, que se encuentran en los museos antes nombrados. Este trabajo contempló: a) Registró de todas las vasijas a partir de la Ficha de Registro Cerámica (ver Anexo 1). b) Fotografía de cada una de las piezas, las cuales posteriormente se incluyeron dentro de la base

de datos. Para ello se consideró una vista frontal, vista lateral, vista superior (esto último en el caso de las vasijas de formas abiertas) y un detalle en caso de algún tipo de decoración o aspecto destacable de la vasija.

c) En los casos en que la vasija se encontró fragmentada, ésta se reconstruyó temporalmente para poder ficharla y posteriormente desarmarla a y guardarla.

2) Procesamiento de datos y propuesta Corresponde al trabajo posterior al trabajo de laboratorio donde se sistematizan los datos y a partir de ellos elaborar una tipología cerámica del complejo cultural Las Ánimas. Este trabajo contempló: a) Ingreso de la información obtenida a partir de la Ficha de Registro Cerámica a una base de

datos Excel, incorporando la categoría de fotografía. b) A partir de dicha información, identificación de los atributos más sensibles para distinguir

“tipos”. c) Desde lo anterior proposición de una nueva tipología cerámica para el Periodo Medio en el

Norte Semiárido. d) Comparación de la distribución espacial de los nuevos tipos definidos para el Período Medio. 1 Anexo 2: Repertorio de los motivos existentes en los tipos Ánimas I y II.

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VIII. CARACTERIZACIÓN GENERAL Y ANÁLISIS DE LA MUES TRA

Del total de vasijas analizadas, 31 provienen de la III Región de Atacama (un 52,54%), mientras que 28 (47,46%) se originan en la IV Región de Coquimbo.

PROVENIENCIA DE LAS VASIJAS POR REGIÓN

CANTIDAD DE VASIJAS

III Región de Atacama

31

IV Región de Coquimbo

28

TOTAL DE VASIJAS

59

Sin embargo, un dato no menor de las piezas de Atacama, es que 24 provienen solamente del sitio La Puerta (otras del sector de Caldera, Quebrada de Pinte, Punta de Lobos y un hallazgo al aparecer aislado en la ciudad de Copiapó); en cambio en la IV Región encontramos que las piezas se reparten de distinta forma entre siete sitios del territorio (Quebrada de Las Ánimas, Altovalsol, Marquesa, Plaza de Coquimbo, Hacienda San Carlos, Lengua de Vaca, Compañía Baja).

SITIOS DE LOS CUALES PROVIENEN LAS VASIJAS DE LA III REGIÓN DE ATACAMA

CANTIDAD DE VASIJAS

Sitio La Puerta

24

Caldera2

3

Quebrada de Pinte

1

Punta de Lobos

1

Zona urbana de Copiapó

1

No registrado

1

TOTAL DE VASIJAS

31

La mayoría de estas vasijas provienen de contextos fúnebres, no obstante sólo es posible afirmar esto en los casos de renombrados cementerios como el de La Puerta, Plaza de Coquimbo o Quebrada de Las Ánimas, pues al revisar los registros de los museos pudimos conocer que un número considerable de vasijas no provienen de sitios correctamente documentados sino que sólo se está al tanto del sector o la localidad de la cual fueron obtenidas, pues los museos adquirieron dichas piezas hace mucho tiempo.

2 No hay conocimiento de él o los sitios de procedencia, sólo que las piezas son de una colección que fue recolectada en ese sector.

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SITIOS DE LOS CUALES PROVIENEN LAS

VASIJAS DE LA IV REGIÓN DE COQUIMBO

CANTIDAD DE VASIJAS

Quebrada de Las Ánimas

5

Altovalsol

1

Marquesa

1

Plaza de Coquimbo

6

Hacienda San Carlos

1

Lengua de Vaca

1

Compañía Baja

1

No registrado

12

TOTAL DE VASIJAS

28

De las piezas estudiadas, la mayoría corresponde a pucos (59,32%), seguidos por jarros (20,34%), cuencos (11,86%), urnas funerarias (3,39%) y 3 vasijas indeterminadas (5,08%). Estas últimas se denominan de esta forma por no encontrarse dentro del repertorio cerámico una categoría que de cuenta adecuadamente de ellas. Los resultados de esta caracterización morfológica indican que las vasijas Las Ánimas en su mayoría corresponden a vasijas no restringidas de perfil simple (42,37%), seguidas por las vasijas restringidas con cuello de perfil inflectado (25,42%), restringida de perfil simple (11,86%), restringidas con cuello de perfil compuesto (10,16%) y en igual número no restringidas de perfil compuesto (10,16%). Un aspecto llamativo en los labios de las vasijas analizadas, es la presencia de protúberos pequeños de forma semilunar, mamelonar y mamelonar partido, los cuales sobresalen hacia arriba y afuera. Los protúberos se presentan en grupos de 2, 3 y 4 dispuestos siempre de modo equidistante en el borde de la pieza. Destaca el hecho de que sólo aparecieron en cuatro vasijas pertenecientes a la IV Región, correspondientes al tipo Ánimas III. Las técnicas decorativas de las vasijas son bastante variadas, tanto en el exterior como el interior, encontrándonos frente a vasijas con engobe rojo o blanco (en un caso), pintura (blanca, negra o roja), hierro oligisto, modelado, reducido o inciso. Y aunque generalmente el interés se ha centrado en las vasijas decoradas, lo cierto es que el conjunto de vasijas monócromas existente dentro del universo cerámico conocido del complejo cultural Las Ánimas no es menor. En este caso el 34% de nuestra muestra (20 piezas) corresponde a este tipo de vasijas.

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� PROPUESTA TIPOLÓGICA PARA EL COMPLEJO CULTURAL LAS ÁNIMAS

Como se señaló anteriormente esta clasificación es de tipo taxonómica. Esta forma de clasificar permitió generar una tipología concreta e integrativa. La muestra queda tipificada en dos grandes grupos: uno, de las vasijas sin cuello, y el otro de las vasijas con cuello. A partir de estos dos grandes núcleos se irán generando los diferentes tipos. Los tipos Las Ánimas sin cuello se compone de 9 tipos: Ánimas I, Ánimas II, Ánimas III, Ánimas BPZ, Monócromo sin cuello, La Puerta I, La Puerta II, La Puerta III y La Puerta IV. Con respecto a los tipos Ánimas con cuello, éstos lo componen 4: jarros, ollas, urnas e indeterminados (se utilizó esta denominación porque la pieza que compone este grupo no es asignable a ninguna categoría cerámica establecida). Los tipos en este estudio definidos como Ánimas I, II y III son, en general, los mismos que definió Montané en 1969. Se ha decidido mantener la nomenclatura para evitar confusiones y explicaciones innecesarias pues, a grandes rasgos, ambas clasificaciones apuntan a las mismas vasijas. Lo mismo ocurre con los tipos La Puerta I, II, III y IV, los cuales anteriormente fueron definidos todos como un sólo tipo, “La Puerta”, sin subdivisiones (Niemeyer et al. 1995, 1998). A. TIPOS ÁNIMAS SIN CUELLO Esta categoría cerámica es la más conocida dentro del conjunto alfarero Las Ánimas. De las 43 piezas que componen este tipo, 35 vasijas corresponden a pucos, 6 a cuencos y 2 son indeterminadas (se utilizó esta denominación porque no fue posible asignar las piezas a alguna categoría cerámica establecida).

CLASIFICACIÓN GENERAL DEL CONJUNTO

ALFARERO LAS ÁNIMAS SIN CUELLO

CANTIDAD DE

VASIJAS Ánimas I

9

Ánimas II

6

Ánimas III

9

Ánimas BPZ

7

Monócromo sin cuello

2

La Puerta I

2

La Puerta II

3

La Puerta III

4

La Puerta IV

1

TOTAL DE VASIJAS

43

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1) TIPO ÁNIMAS I Como se expuso anteriormente en los antecedentes, este grupo fue definido por Montané en 1969. Estas vasijas son fácilmente distinguibles por su forma: las piezas corresponden a pucos de forma ovoide invertido (las tradicionalmente llamadas “troncocónicas”, aunque hay que señalar que las paredes de dichas vasijas no son exclusivamente rectas, sino que también se dan en forma más curvada), labio redondeado, borde recto, base plana, superficie pulida (tanto interior como exterior) y decoración pintada en motivos de color negro, tanto interna como externamente, los cuales dividen la pieza en cuatro campos.

*Variaciones en las formas de los tipos Ánimas I

En nuestra muestra encontramos 9 piezas asignables a esta categoría, dentro de la cual podemos segregar, por decoración, 3 subgrupos:

a) Variedad Negro sobre Naranja: Clásico tipo definido por Montané (1969). Consiste en una cerámica de muy buena manufactura en donde la pasta es de color anaranjado, sobre la cual directamente fue pintada la decoración (pieza MH).

*Motivos decorativos presentes en el tipo Negro / Naranja

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b) Variedad Negro sobre Rojo: La pasta generalmente es anaranjada, sin embargo las piezas fueron engobadas antes de decorarlas con los motivos en negro. 5 de las piezas pertenecen a este grupo (las piezas 939 y 949 del MHNV, la 132 y 14263 del MALS y la 1.118 del MRA).

*Motivos decorativos presentes en el tipo Negro sobre rojo

c) Variedad Negro sobre Crema: Variante definida por Kusmanic (1988). Las piezas, tanto en el interior como en el exterior están divididas en 4 campos, 2 de color rojo/naranja y dos color blanco/crema, los cuales están enfrentados por la base con su igual y sobre estos campos encontramos la decoración en negro. En nuestra muestra existen 2 piezas con estas características, no obstante tienen una particularidad: en una los campos de color coinciden en el interior y el exterior (MHNV 804), mientras que en la otra se oponen (MALS NN-01).

*Motivos decorativos presentes en el tipo Negro sobre Crema

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2) TIPO ÁNIMAS II Este grupo cerámico también fue definido por Montané (1969) y se caracteriza por presentar su superficie interior reducida por haber sido sometidas a una atmósfera reductora posterior a la cocción en un ambiente oxidante. En nuestra muestra encontramos 6 piezas que poseen esta característica, además de otras variantes que las hacen acreedoras de formar un nuevo grupo, a pesar de guardar relaciones formales con los tipos Ánimas I y de tener una decoración semejante. En cuanto a formas este grupo es más diverso que el anterior, encontrando piezas de base plana con formas ovoides invertidas (2) y esférico (1) y con base cóncava con forma de ovoide invertido (1), elipsoide vertical (1) y esférico (1).

*Variaciones en las formas de los tipos Ánimas II Con respecto a la decoración, todas las piezas son pulidas tanto interna como externamente, y con decoración pintada en negro en el exterior. Observamos 2 variantes: a) Variedad Negro sobre Rojo: La vasija posee un engobe rojo por el exterior y sobre él se han colocado los diseños en color negro, los cuales pueden dividir la pieza en 2 o en 4 campos. En nuestra muestra encontramos 2 ejemplares (MRA 01.26 y MALS 5636).

*Motivos decorativos presentes en el tipo Ánimas II Negro sobre Rojo

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b) Variedad Trícroma (Kusmanic 1988): Externamente las piezas se encuentran divididas en 4 campos, 2 de color rojo/naranja y dos color crema, los cuales están enfrentados por la base con su igual y sobre estos campos está la decoración en negro. En la muestra encontramos 4 vasijas asignables a este tipo (MALS 81-5, MALS 840, MALS 4757 y MALS 9837)

*Motivos decorativos presentes en el tipo Ánimas II Trícromo

3) TIPO ÁNIMAS III Según Montané (1969): “Este tipo se reconoce por la presencia de hierro oligisto. La pintura negra de hierro oligisto o especuladita se ha aplicado directamente sobre la pasta, mientras que el blanco está pintado sobre engobe. En los casos en que ha desaparecido la pintura negra se observa en esas zonas la presencia de la pasta, mientras que el resto de la pieza está cubierta por el engobe rojo… Generalmente la superficie exterior está enteramente engobada a excepción de una franja cercana al borde (1 cm.) que está pintada con hierro oligisto o pintura blanca, o bien una franja con los dos colores. La cara superior del borde tiene pintura negra. En algunos casos se ha pintado con los tres colores (negro, blanco y rojo) directamente sobre la pasta.” (Montané 1969: 179-181). En nuestra muestra encontramos 6 vasijas coincidentes con dichas características. Son pucos no restringidos de perfil simple, formas esféricas (3), elipsoide horizontal (2) y elipsoide vertical (1), labio redondeado, borde recto, base cóncava y pulidos tanto interna como externamente. Las cuatro piezas con origen conocido provienen de Quebrada de Las Ánimas.

*Variaciones en las formas de los tipos Ánimas III

Como muy bien señala Montané en la definición anterior, las vasijas poseen hierro oligisto, engobe y pintura (blanca, roja y negra), no obstante lo más distintivo a primera vista es que la decoración va por todo el interior, formada por líneas rectas que crean complejos diseños (puntas, aspas, etc.) siendo cada configuración única y particular, aunque se observa la repetición

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de ciertas formas. De las seis vasijas, cuatro presentan motivos particulares (MALS 81-3, 81-4, 1851 y ML 51) y dos (MALS 8212 y ML 49) comparten el mismo motivo.

*Motivos decorativos de las vasijas Ánimas III

Con respecto a la decoración exterior, en nuestra muestra 5 vasijas poseen una banda perimetral bicolor cuya parte inferior es de color blanco, mientras que la superior es de color negro con hierro oligisto. Solamente en una vasija la banda es sólo blanca.

Vinculadas a este tipo encontramos tres vasijas que, si bien en su “forma” (criterio primordial para nuestra clasificación) no se corresponde con este grupo y, en especial la vasija MALS 1843, con ninguno de los tipos de este trabajo, las incluimos aquí por sus grandes similitudes con este tipo a nivel decorativo: hierro oligisto, banda perimetral bicolor y similares motivos decorativos. Recalcamos que debido a sus características quedaron al margen de esta clasificación por tratarse de piezas únicas que no fue posible ubicar dentro de los grupos conformados3. Sin embargo dos de estas vasijas aparecen en la literatura (Cornely 1956; Ampuero 1994) y están expuestas al público en el Museo del Limarí y en el Arqueológico de La Serena como adscritas al tipo Ánimas III.

3 No obstante se contabilizan dentro de las cifras totales por tratarse de piezas que sí son Las Ánimas. Y el hecho de que no pudiesen establecerse como un grupo particular se debe netamente a que son piezas únicas, lo cual, desde el punto de vista metodológico no lo hace viable.

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MALS 1843: Una especie de cuenco o recipiente globular pequeño (89 mm de alto y 157 mm de diámetro máximo) pulido exteriormente y engobado rojo con dibujos en líneas rectas y quebradas en color negro y blanco (similares a los diseños 3 y 4 expuestos más arriba). Sobre el color negro se aplicó hierro oligisto. Tiene 4 adornos en el borde de tipo protúbero: dos pares de medias lunas y dos mamelones hundidos en el medio.

*Vasija MALS 1843

ML 048: Un puco de forma esférica (103 mm de alto y 175 mm de diámetro máximo), paredes altas, interior y exterior pulido y engobado rojo. En el exterior presenta una banda perimetral bicolor cuya parte inferior es de color negro con hierro oligisto, mientras que la superior es de color blanco. Además en el interior posee una especie de banda de triángulos invertidos negros, también con hierro oligisto, la cual nace en el labio y finaliza en la parte superior del cuerpo. Esta vasija también posee una depresión a ambos lados del borde.

*Vasija ML 048 ML 053: Un cuenco muy burdo (73 mm de alto y 181 mm de diámetro máximo), alisado interior y exteriormente, sin engobe y sin decoración exterior. Su decoración interior es pintada blanca, roja y negra, esta última con hierro oligisto, consistente en triángulos superpuestos con dirección al centro, los cuales al parecer dividen el diseño en 4, formando en el centro una especie de cruz.

*Vasija ML 053 con su diseño decorativo

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4) TIPO ÁNIMAS CON BANDA PERIMETRAL EN ZIGZAG (BPZ) Este grupo es bastante particular y complejo en su definición, pues cada vasija aquí agrupada presenta características individuales, principalmente en la decoración. Se reconocen por ser vasijas de forma globular esencialmente (ya sea esférica o elipsoidal horizontal). Se definen en su mayoría como cuencos (5 ejemplares), aunque también se encuentran pucos (2 ejemplares). De los cuencos, cuatro presentan base cóncava y uno base convexa, mientras que ambos pucos poseen base convexa. Son vasijas relativamente pequeñas (promedian los 74 mm de alto por 160 mm de diámetro), pulidas en el exterior y el interior (a excepción de la pieza ML 640 que es alisada) y engobadas interna y externamente (todas con rojo, a excepción de la pieza Ml 57, en que el engobe interior es blanco).

*Variaciones en las formas de los tipos Ánimas BPZ

Con respecto a la decoración, esta ocurre en forma de banda perimetral. Las bandas perimetrales son diseños unidimensionales presentes en nuestro caso en la decoración exterior de la pieza, constituyendo un motivo continuo que abarca todo su contorno sin principio ni fin. Las bandas sólo ocupan una franja dentro de la superficie exterior, la cual abarca el borde y parte del cuerpo, ya que el resto es engobe. Dicha banda básicamente corresponde a una línea blanca en zigzag, no obstante ésta no presentan una estandarización en el diseño, con lo cual cada pieza la encontramos con un arreglo diferente:

a) Vasija ML 57: Diseño en banda perimetral compuesto por una línea blanca en zigzag simple, sobre un engobe rojo. El interior está cubierto por engobe blanco. b) Vasijas MALS 1228 y 1846: Diseño en banda perimetral compuesto por una línea blanca en zigzag simple, cuya parte superior está cubierta con pintura negra., todo esto sobre un engobe rojo. En la primera vasija el diseño es más ancho que en la segunda. c) Vasija ML 58: Diseño en banda perimetral compuesto por una línea blanca de forma trapezoidal o zigzag truncado, cuya parte superior está cubierta con pintura negra., todo esto sobre un engobe rojo.

d) Vasija ML 640: Diseño en banda perimetral compuesto por una línea blanca en zigzag simple, cuya parte inferior está cubierta con pintura roja, todo esto sobre un engobe rojo.

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e) Vasija ML 56: Diseño en banda perimetral compuesto por una línea blanca en zigzag simple, cuya parte superior está cubierta con pintura blanca (la cual fue muy diluida), todo esto sobre un engobe rojo. f) Vasija MALS 1845: Diseño en banda perimetral compuesto por una línea gruesa blanca de forma zigzag truncado, enmarcada con color negro y unida en su parte inferior por una línea también de color negro, todo esto sobre un engobe rojo.

Otra particularidad de este grupo es que en los labios de tres de estas vasijas existe la presencia de modelados o protúberos pequeños en forma de mamelón (en 2) y mamelón partido o doble (en 1), los cuales sobresalen hacia arriba y afuera. Los protúberos se presentan en grupos posiblemente de a dos (ML 58), tres (ML 56) y cuatro (ML 640), dispuestos siempre de modo equidistante en el borde de la pieza.

*Protúberos existentes en el tipo Ánimas BPZ

5) TIPO MONÓCROMOS SIN CUELLO Corresponden a pequeñas vasijas de forma esférica, asignables a la categoría de “pucos”. En este grupo encontramos dos variedades: a) Pulido exterior de paredes altas: Corresponde a un ceramio de forma esférica, paredes altas, interior alisado y exterior pulido, el cual presenta hollín adherido y concreciones alrededor del borde Tiene un alto de 95 mm, un diámetro máximo de 165 mm (MRA D3-417 (1)). b) Alisado con borde hundido: Un puco de forma esférica, alisado, labio redondeado, borde invertido, base convexa y tamaño pequeño (alto de 54 mm y diámetro de 116 mm). No presenta huellas de uso evidentes y tiene la particularidad de poseer unas hendiduras en el borde de aproximadamente 2 cms (MALS 8210).

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6) TIPO LA PUERTA I

Corresponden a vasijas no restringidas de perfil compuesto, con forma ovoide invertido, cuello cónico invertido, labio redondeado, borde recto o evertido y base plana hundida. Son piezas de muy buena manufactura, de una pasta color negro grisáceo, pulidas tanto interna como externamente y con decoración lineal incisa en el exterior, la cual fue realizada con un instrumento de cuatro puntas (peine o rasero) trazando cuatro rasgos paralelos en un ancho que no supera los 5 mm. Los motivos decorativos corresponden a unas especies de bandas cortas ubicadas a ambos lados de la vasija que abarcan el cuello y el cuerpo, dividiendo la pieza en dos. En ambas vasijas se observa un motivo horizontal compuesto por tres grupos de líneas rectas paralelas unidas por la base con otra línea recta, sin embargo difieren en el motivo interior:

Vasija MRA 01.37: Mide 88 mm de alto y 251 mm de diámetro máximo, con un volumen total de 1925 cc. En los espacios interiores se forman dos motivos: un ajedrezado de 3 filas y 3 columnas, alternando espacios vacíos con espacios rellenos con inciso, y el otro está compuesto de líneas rectas que dan forma a dos figuras enfrentadas y rellenas con inciso. Vasija MRA 01.28: Mide 77 mm de alto y 223 mm de diámetro máximo, con un volumen total de 1500 cc. En los dos espacios interiores que se forman encontramos dos motivos en forma de “N” que pudiesen ser algún tipo de zigzag.

*Perfil de las vasijas tipo La Puerta I

7) TIPO LA PUERTA II

En este grupo encontramos 3 pucos de gran tamaño (en promedio un volumen total sobre 3200 cc, altura de 132 mm y diámetro máximo de 345 mm). Son piezas no restringidas de perfil compuesto, de formas ovoide invertido (2) y ovoide (1), cuello cónico invertido, labio redondeado, borde y base plana hundida. Estas 3 piezas presentan la superficie interior reducida,

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encontrándose pulidas por dentro y alisadas por fuera, exhibiendo el color natural de la pasta (el cual es un color café claro). A partir de la decoración exterior encontramos tres subgrupos: a) Variedad sin decoración exterior (vasija MRA D3-420): Exhibe en el exterior el color natural de la pasta (anaranjado claro).

b) Variedad con decoración exterior pintada negra: La vasija MRA 01.38 presenta líneas paralelas rectas y zigzageantes, las cuales se ubican a ambos lados de la vasija (abarcando borde, cuello y cuerpo) al parecer formando una especie de motivo horizontal que divide la pieza en dos.

*Vasija MRA 01.38 c) Variedad con decoración exterior pintada roja: La vasija MRA D2-517 presenta dos motivos de forma trapezoidal con una especie de enrejado en el interior. Se ubican a ambos lados de la vasija, en la zona del cuerpo, dividiendo la pieza en dos.

*Motivo decorativo de la vasija MRA D2-517

*Perfil de las vasijas tipo La Puerta II

8) TIPO LA PUERTA III

Grupo conformado por cuatro pucos restringidos de cuello cónico, perfil compuesto, labio

plano o redondeado, borde levemente invertido y base plana hundida, forma ovoide, labio redondeado, borde y base plana hundida. Los tamaños varían entre vasijas medianas (MRA 01.29 posee un volumen total de 1100 cc, 83 mm de alto y 182 mm de diámetro máximo) a vasijas de gran tamaño (01.36 posee 158 mm de alto y 420 mm de diámetro máximo). A partir del tratamiento de superficie y la decoración es posible distinguir cuatro variantes:

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a) Variedad alisada interior / exterior: Las vasijas MRA 01.36 y MRA J4-405 se encuentran alisadas tanto en el interior como en el exterior y no presentan engobe, por lo cual queda expuesto el color natural de la pasta (la cual en este caso es un anaranjado claro). b) Variedad engobada interior / exterior: La vasija MRA 01.31 se encuentra pulida y engobada (de un color rojo anaranjado) tanto interna como externamente. c) Variedad con decoración exterior pintada negra: La vasija MRA 01.39 presenta el interior reducido y pulido, mientras que el exterior se presenta alisado (exponiendo un color café claro, natural de la pasta) y con dos motivos pintados en color negro, los cuales abarcan todo el cuerpo (llegando al contorno de la base), ubicándose en ambos lados de la vasija y dividiendo la pieza en dos. Dichos motivos poseen forma trapezoidal, con un borde en la parte superior delimitado lateralmente por líneas rectas. La figura interiormente posee un círculo con tres apéndices de forma espiral. *Vasija Tipo La Puerta III

con decoración exterior negra junto a su motivo

decorativo d) Variedad con decoración exterior pintada trícroma: La vasija MRA 01.29 se encuentra pulida y engobada (de un color rojo anaranjado) tanto interna como externamente. En el exterior está decorada con dos motivos horizontales que se ubican a ambos lados de la vasija (dividiendo la pieza en dos), abarcando parte del cuello y el cuerpo, los cuales se componen de un rectángulo dividido por líneas rectas negras en cuatro espacios, dentro de los cuales existen dos escalerados que se enfrentan y se dividen por un espacio pintado de blanco, todo esto limitado en los costados y la parte inferior por líneas rectas por los costados y la parte inferior. Esta vasija cuenta, además, con dos mamelones aplanados a modo de asa.

*Vasija Tipo La Puerta III con decoración exterior trícroma junto a su motivo decorativo

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*Perfil de la cerámica tipo La Puerta III

9) TIPO LA PUERTA IV Tiene escasa representación. Dentro de la muestra encontramos un solo ejemplar (MRA 01.40): especie de puco o contenedor de gran tamaño (es la pieza más grande de todas las analizadas: pesa 3530 grs, y mide 226 mm de alto y 460 mm de diámetro) y tiene la particularidad de tener dos pequeñas asas horizontales en arco de correa. Es una vasija no restringida con cuello hiperboloide, perfil compuesto, forma de ovoide invertido, labio redondeado, borde evertido y base plana hundida. Con respecto a la decoración, presentan la superficie interior reducida, encontrándose la superficie pulida por el interior y alisada por fuera, exhibiendo el color natural de la pasta (el cual es un color café claro). Además posee dos motivos horizontales de color rojo, un rectángulo con un borde por tres de los lados. El interior está relleno con el motivo de una banda en zigzag. Se ubican a ambos lados de la vasija, en la zona del cuello y cuerpo, dividiendo la pieza en dos. *Vasija Tipo La Puerta IV junto a su motivo decorativo

*Perfil de la cerámica tipo La Puerta IV

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B. TIPOS ÁNIMAS CON CUELLO Esta categoría cerámica es la menos conocida dentro del conjunto alfarero Las Ánimas. Y si bien siempre ha estado presente dentro de la literatura concerniente a este tema, ya sea en forma de vasijas completas o en fragmentería (Castillo 1984; Castillo 1985; Castillo et al. 1996-1997; Durán 1988; Iribarren 1958; Iribarren 1971; Kuzmanic 1988; Niemeyer et al. 1995; Niemeyer et al. 1998) lo cierto es que este grupo no ha contado con mayor estudio, centrándose la atención de los investigadores en la descripción y clasificación de las vasijas decoradas. De las 16 piezas que componen este tipo, la mayoría podrían ser definidas como “jarros” (11 vasijas). También encontramos ollas, urnas y una vasija que por su singularidad no pudo incluirse en ningún tipo, por lo cual ha quedado supeditada a la categoría de “indeterminados”. Una de las particularidades importantes de este conjunto cerámico, que también se presenta en el tipo Monócromo sin cuello, es que la gran mayoría de estas piezas (más del 80%) presentan claras evidencias de uso, ya sea por exposición al fuego (presencia de hollín en diversas partes de la vasija, concreciones negras en la zona del diámetro máximo, etc.), por erosión (principalmente en las bases) o por ambas.

CLASIFICACIÓN GENERAL DEL CONJUNTO

ALFARERO LAS ÁNIMAS CON CUELLO

CANTIDAD DE VASIJAS

Jarros

11

Urnas

2

Ollas

2

Indeterminados

1

TOTAL DE VASIJAS

16

Es muy importante destacar que este grupo se compone en su totalidad de vasijas monócromas. Sin embargo esto significa sólo que no poseen decoración pintada, no que carecen de ella, pues algunos ejemplares sí se encuentran decorados. De hecho en el primer grupo, el de los jarros, encontramos dos vasijas con decoración: una de tipo inciso (MRA D3-415 (2)) y otra de tipo modelado (MRA 01.30). De acuerdo a sus características formales se han definido 4 grupos, con sus correspondientes subtipos en algunos casos. Se ha utilizado como denominativo del tipo la categoría formal de las vasijas que lo componen. Esto se ha decidido (al igual que con el tipo 6 “Pucos Monócromos” de las vasijas sin cuello) porque consideramos que estas vasijas, por sí solas no son un elemento diagnóstico para el Periodo Medio por presentar variabilidad interna y características que pudiesen ser atribuidas perfectamente a otros grupos culturales (por ejemplo Diaguita).

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1) JARROS MONÓCROMOS Este grupo se compone de 11 vasijas dentro del cual encontramos 3 subtipos claramente definidos: a) asimétricos, b) simétricos y c) con decoración modelada. a) Jarros Asimétricos: Corresponde a un solo individuo, un ceramio tipo “jarro zapato”, alisado y con el asa decorada con líneas incisas. Tiene un alto de 144 mm, un diámetro máximo de 173 mm y un diámetro de borde de 121mm (MRA D3-415 (2)).

*Jarro asimétrico tipo “jarro zapato” con el detalle de la decoración incisa en el asa

b) Jarros Simétricos: Grupo compuesto de diez ejemplares, los cuales en general poseen claras evidencias de exposición al fuego. Este tipo se subdividen en dos variantes: b1) Jarros simétricos de perfil compuesto: Grupo poseedor de un solo ejemplar. Corresponde a un jarro globular de cuello hiperboloide, base convexa y un asa de 70 mm de largo en arco de correa que arranca en el labio y se inserta en el cuerpo. Es alisado, aunque presenta pulido en algunas partes del cuerpo. Tiene un alto de 116 mm, un diámetro máximo de 117 mm y un diámetro de borde de 87 mm (MRA I4-145).

*Jarro simétrico de perfil compuesto

proveniente del MRA.

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b2) Jarros simétricos de perfil inflectado: Grupo compuesto de 8 piezas, el más numeroso de los aquí analizados. Corresponden a vasijas alisadas, de cuerpo globular, perfil inflectado, con cuello hiperboloide, labio redondeado y asa en arco de correa. Las diversas vasijas que componen este grupo son: • Jarro alisado, de cuerpo ovoide invertido, cuello hiperboloide, labio redondeado, borde evertido y base plana con un asa de 85 mm de largo que arranca del labio del ceramio y se inserta en el cuerpo. Tiene un alto de 124 mm, un diámetro máximo de 144 y 95 mm de diámetro del borde (MRA D3-415 (01)). • Ceramio alisado, de cuerpo ovoide invertido, cuello hiperboloide, labio redondeado, borde recto y base convexa, con un asa de 106 mm de largo que arranca del cuello y se inseta en el cuerpo. Tiene un alto de 150 mm y 130 mm de diámetro del borde (MRA D3-416). • Jarro alisado, de cuerpo elipsoide vertical, cuello hiperboloide, labio redondeado, borde evertido y base convexa, con un asa de 110 mm de largo que surge del labio del ceramio y se inserta en el cuerpo. Tiene un alto de 118 mm de alto, un diámetro máximo de 138 y 95 mm de diámetro del borde (MRA D3-417 (2)).

* Vasijas MRA D3-415 (01), (MRA D3-416) y MRA D3-417 (2) • Jarro alisado, de cuerpo elipsoide horizontal, cuello hiperboloide de 57 mm, labio redondeado, borde recto y base cóncava, con un asa de 184 mm de largo que arranca del labio del ceramio y se inserta en el cuerpo. Tiene un alto de 187 mm, un diámetro máximo de 170 mm y 147 mm de diámetro del borde (MALS 14256).

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• Jarro alisado, de cuerpo esférico, cuello hiperboloide de 62 mm, labio redondeado, borde recto y base convexa, con un asa de 150 mm de largo que arranca del labio del ceramio y se inserta en el cuerpo. Tiene un alto de 175 mm, un diámetro máximo de 150 mm y 124 mm de diámetro del borde (MALS 14257). • Jarro alisado, de cuerpo esférico, cuello hiperboloide de 25 mm, labio redondeado, borde evertido y base cóncava, con un asa de 175 mm de largo que arranca del labio del ceramio y se inserta en el cuerpo. Tiene un alto de 155 mm, un diámetro máximo de 156 mm (MALS 14259).

*MALS 14256, MALS 14257 y MALS 14259

• Jarro alisado, de cuerpo ovoide, cuello hiperboloide de 36 mm, labio redondeado, borde recto y base plana, con un asa de 92 mm de largo que arranca del labio del ceramio y se inserta en el cuerpo. Tiene un alto de 151 mm, un diámetro máximo de 145 mm y 118 mm de diámetro del borde (MALS 14260). • Jarro alisado, de cuerpo elipsoide horizontal, cuello hiperboloide de 55 mm, labio redondeado, borde recto y base convexa, con un asa de 130 mm de largo que arranca del labio del ceramio y se inserta en el cuerpo. Tiene un alto de 180 mm, un diámetro máximo de 190 mm y 148 mm de diámetro del borde (MALS 14262).

*Vasija Ánimas monócroma tipo jarro simétrico (MALS 14260 y MALS 1426).

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c) Jarro simétrico con decoración modelada: Este grupo se compone de un solo ejemplar: jarro globular de base convexa, con un asa en arco de correa que nace en el labio y se inserta en el cuerpo. Tiene la particularidad de tener el exterior pulido y que en el cuello (el cual es hiperboloide) posee modelado un rostro con ojos tipo grano de café, ceja nariz continua y una pequeña oreja redonda (pudiese haber tenido dos orejas, pero la pieza se encuentra muy deteriorada y le falta un sector del cuello). Tiene una altura de 108 mm y un ancho máximo de 103 mm (MRA 01.30).

*Jarro monócromo simétrico con decoración modelada. A la derecha, detalle del rostro.

2) OLLAS MONÓCROMAS Corresponden a vasijas alisadas de cuerpo globular. Su forma, en que la anchura del borde es muy similar al diámetro máximo, además de las marcas de su evidente exposición al fuego, nos hace suponer que fueron utilizadas para la manipulación (principalmente cocción) de alimentos. En este grupo encontramos 2 variedades: a) Con un asa: Esta variedad está representada por un ceramio globular alisado, de boca ancha y cuello corto recto, base plana y un asa en arco de correa de 90 mm de largo que arranca del borde y se inserta en el cuerpo. Posee un alto de 135 mm, un diámetro máximo de 121 mm y un diámetro de borde de 105 mm (MRA 01.34). b) Sin asa: Esta variedad está representada por un ceramio globular de boca ancha y cuello corto evertido, sin asa, base convexa y pulido exterior. Posee una altura de 135 mm y un diámetro máximo de 141mm y un diámetro de borde de 126 mm (MRA 01.35).

*Ollas tipo Ánimas monócromo en su variedad con un asa (MRA 01.34) y sin asas (MRA 01.35)

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3) URNAS MONÓCROMAS Este grupo está compuesto de dos vasijas que oficiaron de urna con entierro de párvulos. Son 2 ceramios alisados, restringidos, de forma ovoidal, cuello hiperboloide, borde recto, con dos pares de pequeñas asas mamelonares en forma de “cachitos” adosadas al cuerpo (dos a cada lado). Presentan restos de hollín alrededor de todo el cuello y en algunos sectores del cuerpo. Al parecer las piezas fueron “matadas” o sufrieron algún tratamiento similar a la hora del entierro, pues no hubo evidencias de la base al momento de la excavación, a pesar de que el resto de la vasija estaba completa (conversación personal con la gente del MRA).

*Urnas tipo Ánimas monócromo (MRA D4-291 y MRA E1-421) con detalle de las asas.

4) INDETERMINADOS Este grupo está compuesto de una sola vasija la cual, por sus características formales no es posible ubicar dentro de algún grupo. Corresponde a un ceramio pequeño que podría corresponder a una figura antropomorfa, no obstante se encuentra muy erosionada. El borde está ausente en cerca de un 40%. Es una pieza bastante irregular, como alargada (pareciese que la figura por un lado tuviese "panza" y "trasero"). Las piernas se encuentran enchuecadas hacia delante, como si la figura estuviese sentada y posee dos pequeños mamelones que pudiesen representar los brazos. La superficie es monócroma, presenta golpes de fuego y al parecer pudo estar pulida. Tiene una altura de 164 mm y un ancho máximo de 85 mm.

*Vasija MRA 01.33. La vasija no puede mantenerse de pie, por lo cual se fotografió en forma

horizontal, tanto de frente como de perfil.

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IX. ANÁLISIS ESPACIAL A partir de nuestro estudio se han identificado dos grandes tipos de vasijas dentro del universo cerámico del complejo cultural Las Ánimas: el tipo sin cuello y el tipo con cuello. Dentro del primero encontramos los tipos Ánimas I, II, III, BPZ y Monócromo, La Puerta I, II, III y IV. Dentro del segundo grupo encontramos 4 tipos: jarros, ollas, urnas e indeterminados. Al observar la distribución espacial de los distintos tipos cerámicos podemos notar ciertas características. Es así como en la III Región de Atacama el tipo Ánimas I y II aparece indistintamente en diversos sectores del territorio. Los tipo La Puerta I, II, III, y IV son exclusivos de esta región, más específicamente sólo se encuentran en el sitio del mismo nombre (ubicado en la comuna de Tierra Amarilla). Con respecto a la cerámica monócroma, tanto sin cuello como con cuello, aquí aparece casi la totalidad de tipos definidos:

- Jarro asimétrico - Jarros simétricos compuestos e inflectados - Jarros con decoración modelada - Ollas con una y sin asas - Puco pulido de paredes altas - Urnas - Vasija indefinida

No obstante debemos señalar nuevamente que la totalidad de estas vasijas provienen sólo del sitio La Puerta.

En la IV Región de Coquimbo nuestra muestra cerámica4 se concentra en la provincia de Elqui. Aquí los tipos decorados Ánimas I y II se presentan indistintamente en los diversos sitios del territorio. Los tipos Ánimas III y BPZ sólo aparecen en esta región y en los sitios del sector del valle de Elqui (Quebrada de Las Ánimas, Marquesa, Hacienda San Carlos y Altovalsol). Con respecto a la cerámica monócroma, en esta zona sólo aparecen dos tipos5: - Jarros simétricos inflectados (con cuello) - Puco alisado con borde hundido (sin cuello)

4 El 43% de la muestra proveniente de esta zona se encuentra descontextualizada. 5 Estos tipos son los que encontramos en nuestra muestra. Sin embargo, como se verá más adelante, en la literatura aparecen también otros.

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Un dato interesante relacionado con las piezas monócromas, es que las vasijas provenientes del MALS (sitio Plaza de Coquimbo) se encuentran reconstruidas a partir de muchos fragmentos, mientras que las del MRA (sitio La Puerta) se encuentran prácticamente enteras. Además, las primeras son un poco más grandes en tamaño y su asa es considerablemente más larga que las de Atacama. X. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES Con respecto a las hipótesis que guiaron nuestro trabajo podemos decir, en relación a la primera, que ciertamente nos encontramos frente a una mayor variabilidad en el conjunto alfarero del Complejo Cultural Las Ánimas. A los tipos que tradicionalmente se manejan (Ánimas I, II, III y La Puerta) se agregan otros tipos de vasijas, a la vez que los existentes se ven ampliados y enriquecidos, lo cual amplía de forma considerable el espectro cerámico de este complejo cultural. Sin embargo, nuestra segunda hipótesis al parecer no resulta tan sencilla pues, si bien se observan tipos cerámicos adscribibles a una región en particular, creemos que lo reducido de la muestra (en especial la proveniente de la III Región) que en su mayoría provienen de un sólo sitio arqueológico, La Puerta, atenta contra la universalización de dichos resultados. No se debe olvidar que el sitio de La Puerta corresponde a un gran cementerio de más de cien túmulos y treinta fosas que sirvió como punto de partida para señalar la relación que habrían tenido estas poblaciones con grupos trasandinos (en especial La Aguada y Ciénaga), lo cual se veía reflejado principalmente a nivel cerámico, en estas grandes vasijas de perfil compuesto, cocción oxidante, pasta negruzca, decoración incisa e interior reducido. Podríamos señalar entonces que son los tipos Ánimas I y II los que le dan unidad a dicho complejo cultural, pues existen a través de ambas regiones. Las piezas pertenecientes a estos grupos son bastante homogéneas en lo que se refiere a forma, decoración (pintura negra y un stock acotado de motivos, los cuales dividen la pieza generalmente en cuatro campos) y manufactura (buena pasta y cocción). El motivo principal y característico de estos tipos, además de corresponder a uno de los indicadores más plausibles de adscripción a este complejo, es el tradicionalmente denominado “rayo” que se ubica a lo largo del cuerpo (ya sea interior o exterior) de la vasija. No obstante esta uniformidad cambia al enfrentarnos a los grupos Ánimas III y BPZ, no sólo porque estas vasijas sólo las encontramos en la IV Región, sino también por las diferencias que encontramos dentro de los mismos grupos. Estas diferencias no van en la forma de la vasija, incluso podríamos atrevernos a decir que tampoco en el repertorio de los motivos. Si observamos bien, en ambos grupos existe una estructura bastante definida con respecto a los elementos a utilizar y la forma de utilizarlos (en qué lugar de la vasija, con qué colores, etc.), sin embargo en cada grupo el artesano varió en la combinación de ciertos elementos que hicieron que la pieza quedara distinta a las otras pero que, sin embargo, conservara la estructura decorativa original. Un dato importante con respecto al tipo BPZ, es que un ejemplar de este grupo aparece en un texto como perteneciente al tipo Ánimas III (Ampuero 1994). La alusión es bastante breve y sólo se limita a una fotografía en blanco y negro con su respectiva leyenda. Obviamente esta

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vasija no pertenece al tipo Ánimas III por ser una vasija restringida, sin hierro oligisto, sin decoración interior y poseedora de una banda externa perimetral en zigzag, relleno en la parte superior con un color claro.

*Vasija tipo Ánimas BPZ aparecida en la literatura como Ánimas III (Ampuero 1994:23)

Continuando el asunto de la adscripción territorial de los grupos cerámicos Ánimas I, II y

III, nuevamente recurrimos a la literatura para complementar la información en relación a este tema. Si bien tradicionalmente se afirma que el tipo Ánimas III sólo aparece en la IV Región, afirmación que se corrobora con esta investigación, un trabajo de Ángel Duran (1988) nos entrega nuevos antecedentes. En excavaciones realizadas en los túmulos de La Puerta (Valle de Copiapó) este autor concluye que: “… La identificación en el sitio La Puerta de los tipos cerámicos Ánimas I y Ánimas II (Ampuero 1978) la hacemos extensiva al tipo Ánimas III, dado que observamos en algunas piezas cerámicas (ayer y hoy) una tendencia por destacar el borde, además del uso de elementos metálicos (hierro oligisto) impregnados sobre la pasta, rasgos que hoy se reconocen como atributos del tipo Ánimas III” (Durán 1988).

Por lo tanto creemos que este tema no está zanjado y que es necesaria una investigación más extensa para generar información concluyente, sobretodo si consideramos que la importancia del tema radica, principalmente, en la posible relación (incluso de origen) entre lo Ánimas y lo Diaguita.

Con respecto a la decoración de los tipos Ánimas I y II, si bien es cierto que muestran mayor uniformidad y que en este trabajo se pudo definir un conjunto importante de motivos cerámicos característicos de este complejo cultural, también aquí nos vemos enfrentados a la realidad de que existiría un mayor número de motivos decorativos, de acuerdo a la literatura.

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Es así como en el sitio de Chanchoquín (Vallenar, III Región) que aparece en un artículo de Ivo Kuzmanik de 1988, la fragmentería nos muestra otro tipo de diseños. Éstos asemejan unas especies de “manchas” concéntricas, volutas rectas, algún tipo de banda con triángulos superpuestos y la figura de un camélido (más esquemático que el de la pieza MALS 132). Este diseño se repite en una ilustración de una vasija semicompleta de ese mismo sitio, en dicho artículo (Kuzmanik 1988).

Llama la atención que el diseño de volutas y el de camélidos es muy similar a los que aparecen en las vasijas Copiapó, así como el diseño de triángulos superpuestos aparece en las vasijas Diaguitas del tipo I. Con respecto a los perfiles de dichas piezas, estos se corresponden con los anteriormente definidos para los tipos Ánimas I y II.

*Ilustraciones de los fragmentos cerámicos encontrados en Chanchoquín (III Región) (Kuzmanik 1988). Nótese en las láminas que los motivo marcados como A, B, C, D y E no corresponden a los definidos en este trabajo para los tipos Ánimas I y II, a diferencia de los demás que sí se vieron reflejados en nuestra muestra.

Relacionado con el tema de la diversidad de tipos en la cerámica Las Ánimas, existe otro elemento nombrado en la literatura digno de destacar. Este corresponde a la existencia de cerámica “negra grabada incisa” que diversos autores catalogan como muy similar a la cerámica Molle (Iribarren 1969; Durán 1988; Niemeyer et al. 1998). También debemos señalar un tipo de vasija tipo Ánimas I nombrada en un texto de Montané (1969) en donde el autor señala que:

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“…se conoce una pieza con una aplicación, por pastillaje, de una figurilla antropomorfa que sobresale del borde” (Montané 1969:176). En nuestra muestra las únicas piezas incisas son las pertenecientes al tipo La Puerta I (la cual, como se señaló anteriormente, se asemeja más a los tipos trasandino) y una de las vasijas monócromas (MRA D3-415 (2)), la cual sin embargo es un jarro zapato y la decoración incisa está sólo en el asa.

*Vasijas monócromas aparecidas en la literatura (Durán 1988; Kuzmanic 1988; Niemeyer et al. 1998). Las superiores provienen del sitio La Puerta y son señaladas como “ollas”. La primera (A) posee decoración incisa en el borde a modo de banda perimetral y la segunda (B) posee dos asas decoradas en torción. La tercera (C), también una olla, proviene del sitio de Chanchoquín Chico, siendo posiblemente un tipo más tradicional de dos asa.

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Otro dato importante es el concerniente a las vasijas monócromas. La mayoría de dichas piezas presentan claras huellas de uso (principalmente exposición al fuego) lo cual nos podría estar indicando que las piezas monócromas podrían haber sido utilizadas antes de pasar a formar parte de la ofrenda funeraria, no siendo ésta su única función, como sí parece ocurrir con los tipos decorados.

*Vasijas provenientes del cementerio de la quebrada de Las Ánimas (valle de Elqui), ilustradas en el libro de Francisco Cornely de 1956, en que se aprecia diversidad de piezas. Nótese en las piezas E, F y H la presencia de protúberos y hendiduras como la de los tipos Ánimas III y los pucos monócromos. También encontramos jarros asimétricos (“jarros zapatos”) y una olla restringida con dos asas en el borde. La vasija B e I poseen formas tradicionales (puco esférico y troncocónico) pero la decoración es totalmente distinta.

El que aparezcan en la literatura o en los museos fragmentos de vasijas o vasijas completas que se alejen o amplíen la clasificación aquí presentada es algo que podría tornarse bastante común si consideramos el desconocimiento y lo inubicable de muchas vasijas Las Ánimas, sobretodo las aparecidas durante las primeras excavaciones arqueológicas (que fueron hace más de 50 años). También existe el problema de que no hay mayor conocimiento de los verdaderos alcances y características de este complejo cultural (por diversos motivos: falta de estudios sistemáticos, pérdida de material, etc.), por lo tanto no es extraño que no se reconozca lo Ánimas de manera fehaciente, con lo cual nos enfrentamos muchas veces al inconveniente de que dicho material es clasificado como desconocido, adscrito a otro grupo arqueológico o, lo que también es bastante común, que materiales pertenecientes a la cultura Diaguita (principalmente del tipo I o Transición) aparezcan incluido dentro de lo Ánimas.

Finalmente, y en relación a toda la información expuesta, tanto bibliográfica como del estudio aquí realizado, es posible resumir las conclusiones en las siguientes:

1) Los clásicos tipos Ánimas I y II aparecen indistintamente en la III y IV Región, todos con un repertorio de formas y motivos decorativos bastante acotados y en donde el elemento

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característico por excelencia (pues aparece en cada una de las vasijas) es el motivo vulgarmente conocido como “rayo” (en todas sus expresiones). 2) El tipo Ánimas III y el tipo Ánimas con banda perimetral en zigzag (BPZ), en nuestra muestra aparecen sólo en la IV Región. No obstante dentro de estos grupos se observa una gran diversidad en la decoración y también en la manufactura de las piezas, mucho mayor que en los tipo Ánimas I y II. 3) Los tipos La Puerta I, II, III y IV son propios de la III Región y más particularmente del sitio La Puerta. A grandes rasgos, estos grupos abarcan vasijas de formas similares (pucos de perfil compuesto, con cuello y base plana hundida) y con un importante número de piezas de gran tamaño. 4) Los tipos Ánimas monócromos, tanto con cuello como sin cuello, también se dan de forma indistinta en ambas regiones, siendo en este grupo el “jarro” el tipo dominante de vasija. 5) Existe un importante número de vasijas que aparecen en la literatura que no se enmarcarían dentro de los tipos aquí definidos. Por lo tanto podemos sostener que la cerámica Las Ánimas presenta una gran diversidad, tanto morfológica como decorativa. De ahí que la distribución geográfica propuesta en este trabajo debe ser tomada con cautela, pues, lo más probable, es que ante nueva evidencia, varíe. XI. COMENTARIOS FINALES El tema del complejo cultural Las Ánimas es una problemática que recién está aflorando luego de años de estancamiento y confusiones. Si bien este trabajo abarca un nivel básico en la discusión, no es menos cierto que dicho nivel puede traer grandes derivaciones en el futuro. Por lo tanto quisiera destacar los aportes de esta práctica a este campo de la arqueología y la prehistoria, resumiéndolos en 4 puntos: • En este trabajo se expone una clasificación cerámica que abarca la mayor cantidad de vasijas del complejo cultural Las Ánimas analizadas hasta este momento, aplicándoles el mismo criterio clasificatorio a cada una de ellas. • Con respecto a las clasificaciones previas, éstas se ven complementadas, ampliadas y potenciadas al abarcar una mayor cantidad de vasijas y analizarlas todas con el mismo parámetro. • Se reveló un nuevo tipo de vasija Las Ánimas (Las Ánimas BPZ) el cual hasta el momento no se había vislumbrado, confundiéndose con otros tipos. • Se generó una clasificación para las vasijas monócromas. El tema del complejo cultural Las Ánimas es bastante complejo. Complejo, porque el estudiar una sociedad pasada es ya en sí complicado, pero además en este caso se agregan las escasas investigaciones sistemáticas referidas a este tema y a la antigüedad de gran parte de ellas.

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En esta práctica profesional hemos realizado una clasificación de las vasijas Las Ánimas a partir de un universo menor al que nos hubiese gustado abordar. Este trabajo ha venido a complementar las tipologías clásicas (Ánimas I, II y III) además de sistematizar otros grupos que hasta el momento estaban en el aire o simplemente no existían, tratando de definir posibles diferencias territoriales en su distribución. No obstante, al comparar nuestros resultados con la literatura existente (la cual principalmente corresponde a la descripción de sitios y materiales) nos encontramos ante el problema de que al parecer existe una mayor diversidad en el conjunto cerámico de este complejo cultural de lo que en un principio se pensara, con lo cual este trabajo, más que resolver dudas, nos ha dejado llenos de interrogantes. No obstante a toda esta información que pareciese obnubilar nuestro trabajo, haciéndonos cuestionar los reales alcances que hemos obtenido, creemos que los resultados no dejan de ser interesantes e importantes pues nos permiten ir despejando el panorama en relación a las características de este complejo cultural a nivel cerámico y así derribar algunas presunciones que hasta el momento se estaban dando por ciertas. Más que verlo como una complicación, esta investigación se alza como un desafío. Este acercamiento podría constituirse en un primer paso en la investigación acerca del complejo cultural Las Ánimas, que nos permitiese ir adentrándonos en nuevas investigaciones que abarquen problemáticas más complicadas, las cuales comiencen a darnos respuesta acerca de temas realmente importantes sobre este grupo humano, los cuales nos permitan conocer sus particularidades y adentrarnos en su historia.

Punto aparte es el gran rol que juegan los museos dentro de estos objetivos, pues ellos son los responsables de la clasificación, mantención y puesta en valor del material arqueológico. Sin embargo, a través del desarrollo de esta práctica fue posible comprobar que muchos de ellos no cuentan con las herramientas suficientes para garantizar dicho papel. Los motivos pueden ser muchos (mala infraestructura, falta de personal calificado, políticas inadecuadas, burocracia, bajos presupuestos, etc.) los cuales ya se arrastran por muchos años.

No obstante creo que este es un tema no menor, el cual debe ser analizado en pos de

buscar soluciones concretas, porque no es posible que materiales de un valor histórico, cultural y patrimonial incalculable se estén perdiendo (en todo el sentido de la palabra) dentro de estas instituciones. Es deber de la arqueología y de los arqueólogos tomar cartas en el asunto, no sólo porque dichos materiales sean sus objetos de trabajo, sino principalmente por la responsabilidad social que ello conlleva. Para que así, de una vez, las colecciones museológicas dejen de ser vistas como el “pariente pobre” de la investigación arqueológica.

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XII. BIBLIOGRAFÍA Alcina Franch, José 1989 Arqueología Antropológica. Ediciones Akal, Madrid. Adán, Leonor 2000 “Sistematización de la Cerámica del Complejo Pitrén. Descripción de la Metodología Empleada”, en Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo 1, Copiapó, 13 al 18 de octubre de 1997. Contribución Arqueológica Nº 5. Museo Regional de Atacama. Copiapó, pp. 225-257 Ampuero, Gonzalo 1973 “Nuevos resultados de la arqueología del Norte Chico”, en Actas del VI Congreso de Arqueología Chilena, Boletín de Prehistoria. Número Especial. Universidad de Chile. 1994 “Cultura Diaguita” Serie Patrimonio Cultural Chileno Colección Culturas Aborígenes, división de Extensión Cultural del Ministerio de Educación. Bernal, Ignacio 1952 Introducción a la Arqueología. Fondo de Cultura Económica, México. Callegari, Adriana 1998 “Interacción entre el valle de Copiapó y el Centro-Norte del valle de Vichina (La Rioja)”. Estudios Atacameños N°14:131-142. Caria, Mario 2002 “Análisis tipológico del material cerámico de los sitios Alamito S-0 y H-0 del campo del Pucara”. Disponible en www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/mario_alejandro_caria.htm Castillo, Gastón 1989 “Agricultores y pescadores del Norte Chico: el Complejo Las Ánimas (800-1200 dC.)”, en Prehistoria: desde sus orígenes hasta los albores de la conquista, Jorge Hidalgo, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer, Carlos Aldunate, Iván Solimano (ed(s).). Edit. Andrés Bello, Cap. XI, pp. 265-276. Castillo, G., Biskupovic, M. y Cobo, G. 1982 “Un cementerio costero del Complejo Cultural Las Animas, en Actas del IX Congreso Nacional de Arqueología Chilena, La Serena, pp.194-239. Castillo, G., Niemeyer, H., Cervellino, M. 1996-1997 “Indicadores, alcances y perspectivas de influencias Aguada en el valle de Copiapó – Chile”, en Shincal Revista de la Escuela de Arqueología N° 6, Catamarca, pp193-212. Cornejo, Luis 2000 “Clasificación de vasijas cerámicas: un estudio comparativo” en Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo 1, Copiapó, 13 al 18 de octubre de 1997. Contribución Arqueológica Nº 5. Museo Regional de Atacama. Copiapó, pp. 206-224.

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ANEXOS

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Anexo 1: Ficha de Registro cerámico de piezas completas (a partir de guía de estudio elaborada por la profesora Fernanda Falabella)

Sitio:

Localidad: Región:

Unidad:

Bodega:

Categoría de vasija Tipo: Contexto: Condición: Reg. Por: Fecha:

Foto: Dibujo:

Superficies Interior Exterior Tratamiento

Color

Forma No restringida Restringida Restringida con cuello

Simple Compuesta Inflectada Compleja

Forma sección cuerpo

Cuello

Tipo de labio: Borde: Base

Asa Nº Emplazamiento Inserción

Posición Tipo Sección

Largo Ancho Espesor Alto sup. Alto inf.

Medidas Peso Vol. Cuello Cuerpo Total Esp. Labio Borde Cuello Cuerpo Base

Alto total Diám. Max. Alto Cuello

Diám. Borde % Alto cuerpo

Diám. Base % Alto Diám. Max.

Diám. Unión cllo/cpo Alto diám. Mín. Diám. Min.

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Decoración Exterior Interior

Técnica Decorativa

Color

Ubicación

Elementos

Motivos

Configuración

Inferencias de manufactura: Huellas de uso: Observaciones:

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Anexo 2: Repertorio de motivos de las vasijas tipo Ánimas I y II

A continuación se presenta la lista de motivos reconocidos para los diseños del tipo Ánimas I y II, los cuales están clasificados por categorías que comparten atributos formales comunes, identificadas por una letra mayúscula. La variabilidad interna de cada categoría se manifiesta por un subíndice numérico para cada motivo individual (p. ej: A1, A2, A3… B1, B2, B3…. etc.). Motivo 1: Corresponde al motivo decorativo Las Ánimas por excelencia y uno de los indicadores más plausibles de adscripción a este complejo cultural. Se caracteriza por estar constituido por dos conjuntos de triángulos negros cada uno dispuestos en una secuencia vertical. En el centro de ambos conjuntos se forma un zigzag grueso, conformado por el negativo de los triángulos negros con el color del engobe de fondo. Este diseño, al verlo ubicado en la vasija, se observa como una especie de “rayo” al ir angostándose a medida que desciende por la vasija. De este motivo es posible encontrar 5 variantes:

1a: Esta constituido por dos conjuntos de dos triángulos negros cada uno dispuestos en una secuencia vertical.

1b: Este motivo se diferencia del anterior al poseer una línea recta a cada uno de los lados, las cuales delimitan la sucesión de dos triángulos.

1c: Se caracteriza por enmarcar la secuencia de dos triángulos por dos líneas rectas verticales paralelas en ambos costados.

1d: A diferencia de los motivos anteriores, aquí la secuencia es de tres triángulos, los cuales se encuentran delimitados por dos líneas rectas verticales paralelas en ambos lados.

1e: Variante de tres triángulos que incorpora en su parte superior derecha un triángulo con cinco apéndices lineales (también llamada “pestaña”) por uno de sus catetos, los cuales apuntan hacia arriba.

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Motivo 2: Motivo en franja que posee 3 líneas negras verticales paralelas, atravesadas por líneas oblicuas

Motivo 3: Conjunto de líneas verticales paralelas, sobre las cuales se superpone gran cantidad de líneas en diagonal hacia izquierda y derecha que llenan toda la estructura, formando una especie de “enrejado”.

Motivo 4: Motivo generado a partir del cruce de líneas rectas oblicuas, las cuales van generando especies de rombos. Se encuentra delimitado lateralmente por líneas rectas que van estrechándose a medida que descienden, comenzando en cinco puntas y terminando en dos.

Motivo 5: Motivo compuesto por dos líneas verticales paralelas, cuyo espacio interior se encuentra relleno con dos hileras de punto negros, las cuales finalizan en uno solamente.

Motivo 6: Motivo de 4 líneas verticales paralelas unidas en la parte superior por otra línea recta. En el espacio que se forma entre una y otra línea encontramos hileras verticales de puntos negros.

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Motivo 7: Conjunto de líneas verticales paralelas con sus espacios interiores rellenos de puntos. Este motivo se asemeja a una repetición del motivo 5.

Motivo 8: Motivo de líneas onduladas verticales paralelas cuyo número puede oscilar entre 4 y 7.

Motivo 9: Motivo compuesto por gran cantidad de líneas onduladas verticales, las cuales ascienden a 18 y 19 líneas. Motivo 10: Motivo compuesto, consistente en una disposición simétrica que une dos semicírculos paralelos en sentido vertical, delimitados lateralmente por líneas rectas que van estrechándose a medida que descienden. Sobre el semicírculo superior, se halla otra figura con su parte superior abierta y relleno de tres o más puntos, la cual, dependiendo de la vasija, en unas adquiere una forma más circular, mientras que en otras es más triangular.

Motivo 11: Motivo compuesto por líneas rectas que al estar unidas en un extremo forman una especie de punta triangular. Estos dos triángulos se encuentran dispuestos en una secuencia vertical de menor a mayor tamaño, en donde el primero (el más pequeño) posee un conjunto de puntos negros en su interior.

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Motivo 12: Motivo compuesto por líneas rectas que al estar unidas en un extremo forman una especie de punta triangular. En esto caso serían tres triángulos se encuentran dispuestos en una secuencia vertical de menor a mayor tamaño.

Motivo 13: Motivo conformado por una línea zigzag simple, de pocos quiebres.

Motivo 14: Motivo en zigzag múltiple compuesto por varias líneas quebradas paralelas (9 aproximadamente).

Motivo 15: Motivo zoomorfo, al parecer el de un camélido, el cual presenta borrada su parte trasera por motivos de erosión, y poseería rasgos naturalistas.

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Anexo 3: Vasijas Ánimas analizadas en esta investigación

ML 048 ML 049

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ML 051

ML 053

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ML 056

ML 00057

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ML 058

ML 0640

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MHNV 804

MHNV 939

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MHNV 949

MH 01

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MALS 81-3

MALS 81-4

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MALS 81-5

MALS 132

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MALS 840

MALS 1228

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MALS 1843

MALS 1845

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MALS 1846

MALS 1851

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MALS 4757

MALS 5636

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MALS 8210

MALS 8212

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MALS 9837

MALS 14256

MALS 14257

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MALS 14259

MALS 14260

MALS 14262

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MALS 14263

MALS NN-01

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MRA 01.118

MRA 01.26

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MRA 01.28

MRA 01.29

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MRA 01.30

MRA 01.31

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MRA 01.33

MRA 01.34

MRA 01.35

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MRA 01.36

MRA 01.37

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MRA 01.38

MRA 01.39

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MRA 01.40

MRA D2-517

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MRA D3-415 (01)

MRA D3-415 (2)

MRA D3-416

MRA D3-417 (1)

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MRA D3-417 (2)

MRA D4-291

MRA E1-421

MRA 14-145

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MRA D3-420

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