Pissanos, Paul Film-ficha 113

Metéora, las rocas de Dios

TÍTULO ORIGINAL

AÑO

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GUIÓN-DIRECCIÓN

PRODUCCIÓN

GÉNERO

Μετεωρα, οι βραχοι τοy θεοy 2001 (2010 en español) 82 minutos Grecia Paul Pissanos Paul Pissanos Vídeo-documental

LA REGIÓN DE METEORA

La actual región de Meteora conforma un imponente paisaje en medio de la gran llanura de Tesalia, en la Grecia Central, en el valle del río Peneo y en las proximidades de la ciudad de Kalambaka. Allí emer-ge un singular conjunto de formaciones rocosas de notable altura e incomparable belleza, cuyo origen geo-lógico datan los científicos en unos veinte millones de años, tiempo en que la zona estaba cubierta por el mar. Los geólogos sostienen que posteriormente –hace cientos de miles de años– trascurría por este es-pacio geográfico un río caudaloso, que desembocaba en el mar de Tesalia. Cuando ese río encontró una nueva salida al mar Egeo, bajo la acción de la erosión y los terremotos se hundió el gran macizo rocoso y dio paso al nacimiento del ostentoso paisaje actual de insólitos pináculos pétreos. Se trata de enormes pinachos de roca oscura, que durante milenios se han ido endureciendo y confi-gurando hasta adquirir las grandiosas proporciones, que hoy ostentan. Algunos de esos peñones aparecen ahora coronados por vistosos monasterios bizantinos, cuya múltiple y variada construcción se inició en el siglo XIV, a finales del Imperio Bizantino, y concluyó en el siglo XVI. En nuestros días, 17 de los 24 monas-terios originales se hallan en ruinas; el resto es habitado por monjes ortodoxos. Todo el conjunto de Me-teora fue declarado por la UNESCO en 1988 patrimonio cultural de la Humanidad.

PAUL PISSANOS

Es un reconocido productor griego actual –y, a la vez, también guionista y director en la mayoría de sus producciones–, especializado en vídeo-documentales. Tiene en su haber más de veinte creaciones, en las que plasma en forma de documentales grandes hitos de la cultura occidental de todos los tiempos, par-ticularmente del mundo griego. Entre sus producciones se encuentran: 1999 Tesoros de la antigua Hélade: Una serie de documentales, que estudia: La antigua Olimpia - El Templo de Zeus - Delfi -

Mandio: Templo de Apolo - El Partenón - Epidavros - La Armonía Apócrifo - Monumentos de la Acrópolis - Templo de Posei-dón - Sounion (Video documentales)

2000 Un paseo por la Atenas neoclásica; La historia de la ciudad de Atenas; Las bellezas de Grecia; Corfú; Rodos y Kos; Creta; Mykonos; Santorini; Orfeo y Eurídice (video-documentales).

2001 Metéora, las rocas de Dios (vídeo-documental) 2004 Olimpíada de 448 a.C. - La Olimpíada de la Antigua Hélade (vídeo-documental). 2006 Alejandro Magno (vídeo-documental). 2007 De Aristóteles a Hawking (serie documental de TV de 4 episodios) 2008 Salvador Dalí: la cuarta dimensión (documental de 3 episodios).

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EL VIDEO-DOCUMENTAL METÉORA, LAS ROCAS DE DIOS Desde el punto de vista formal conviene recordar que estamos ante un “documental”, no ante un “largometraje”, al que podamos exigir una trama argumental basada en el interés tensional de la intriga, la acción, el ritmo creciente de los sucesos narrados… Contemplado desde esta perspectiva Metéora, las rocas de Dios resulta algo lento. Pero si dejamos de lado esa óptica –aquí inadecuada–, el carácter repo-sado del film se traduce como invitación a la contemplación y al disfrute relajado de unos contenidos fasci-

nantes en un metraje, al que la IMDB (Internet Movie Data Base) otorga la calificación nada desdeñable de 7,4. El guión está muy bien estructurado en una línea ascendente, atenta a los datos que buscan la ilustración geológico-histórico-cultural de la región, así como su descripción paisajística y la ambientación espiritual, que evocan los monasterios. La cámara nos introduce, por un lado, en el interior de la vida monacal con planos de seguimiento inmediato de gestos y rostros de sus mo-radores, a la vez que, por otro lado, nos saca a la es-plendidez de unos paisajes de sobrecogedora belleza, con una fotografía realmente deslumbrante de colorido, luminosidad, frescura original…

Desde el punto de vista de sus contenidos, el documental está concebido como un viaje histórico-cultural y espiritual, que recorre el espectacular paisaje de ese macizo montañoso (su origen geológico-geográfico y su evolución histórico-cultural-religiosa), con particular incidencia en los incomparables mo-nasterios bizantinos, construidos hace siglos sobre las gigantescas rocas de granito de Meteora. El film da cumplida cuenta de todo ello, pero quiero poner de relieve algunos aspectos.

METEORA Y LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA ORTODOXA BIZANTINA

El film presta particular atención a tres aspectos, íntimamente unidos entre sí: 1) La presentación de la belleza paisajística de Meteora. 2) El surgimiento y desarrollo de numerosas comunidades monacales or-todoxas. 3) El florecimiento de una iconografía monumental y pictórica de gran valor artístico. Estos fenó-menos vienen documentados por el relato de monjes y monjas, que en determinados momentos del metra-je testimonian su vida cotidiana monacal. 1. Eremitismo primitivo

Hacia el siglo X de nuestra era comienzan a aparecer los primeros ermitaños cristianos en el paisaje de Meteora, región que por sus peculiares características, ofrecía las condiciones idóneas para la vida ascética y espiritual –entre ellos, se cuentan los llamados “estilitas” [de la palabra griega stylos - columna]–. Los eremitas vivían en las cuevas naturales de las rocas o en pequeñas chozas construidas al pie de los peñascos. Los días festivos y domingos acudían a reunirse en la iglesia central PANAYIÁ ZOODOJOS PIYÍ –o iglesia de SANTA MARÍA DE LA FUENTE DE LA VIDA–, que hoy todavía se mantiene en pie. Data del siglo XI y conserva unos bellos frescos, que decoran su interior. Este estilo de vida eremítica declina en el siglo XIV, cuando irrumpe en escena San Atanasio ‘Meteorito’ –de quien luego recibe nombre toda la región– y funda la primera comunidad monástica. 2. Monasterios suspendidos del cielo

En el siglo XIV Meteora comenzó a po-blarse de cenobios colosales, encaramados a inaccesibles pinachos, que hermosean todavía más la ya singular belleza del paisa-je. Y lo que es más significativo: La persona-lidad y el estilo de vida de sus moradores –amasado de fe cristiana, ascética, espiritua-lidad ortodoxa…– imprimieron toda la región de un encanto peculiar, que ha atraído des-de entonces la visita de buscadores y curio-sos. En ese siglo vive su momento de es-plendor. El siglo XV será de deterioro, para resurgir de nuevo en el siglo XVI.

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Los monasterios de Meteora (en griego: Μετέωρα Μοναστήρια: Monasterios suspendidos del cielo, Monasterios suspendidos en el aire o Monasterios arriba del cielo) son edificaciones sobrias de difícil ac-ceso –a unos 600 metros de altura sobre plataformas rocosas, cortadas a filo sobre el abismo–, pero de egregia esbeltez, encaramadas en la cumbre de vistosos peñascos. Al parecer, en algunos casos (como en el MONASTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD) se necesitaron 70 años para acarrear los materiales de cons-trucción hasta el emplazamiento elegido y comenzar las obras. En su época dorada la región de Meteora llegó a contar con veinticuatro monasterios, colgados entre el cielo y la tierra, en medio de una naturaleza privilegiada, que invita a la ora-ción y la contemplación. En ellos vivían los monjes y desarrollaban su actividad monástica con toda normalidad, en un clima de austera ascética y viva espiritualidad. Hoy, en cambio, 17 de los 24 monasterios originales han que-dado reducidos a ruinas. Solo 6 siguen habita-dos por monjes ortodoxos; y desde 1961, otro más –el de AGIOS STEFANO– por monjas. Los monasterios, que Metéora, las rocas de Dios documenta primordialmente son: MONASTERIO DE SAN NICOLÁS ANAPAFSAS (Αγιος Νικόλαος). MONASTERIO ROUSSANOS (Ρουσάνου). MONASTERIO BARLAAM (Βαρλαάμ). MONASTERIO DE LA TRANSFIGURACIÓN –o MONASTERIO DE LA METAMORFOSIS, o GRAN METEORO

(Μεγάλο Μετέωρο - Μονή Μεταμορφώσεως). MONASTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (Αγία Τριάδα). MONASTERIO DE SAN ESTEBAN (Αγιος Στέφανος). MONASTERIO DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR (Αγιος Υπαπαντής).

Pero estos monasterios no siempre disfrutaron de paz y de bonanza. A partir de 1390, con la llegada de los turcos a Tesalia, la región de Meteora se convierte en escenario de acciones bélicas, que trastornan el idílico curso normal de la vida monacal. Durante los dos primeros siglos de ocupación otomana (1354-1821), los monasterios se ven obligados a pagar los impuestos establecidos por los invasores, como con-dición para preservar la convivencia pacífica en la región. En 1609 se produjo en la cercana ciudad de Lá-risa una revuelta encabezada por San Dionisio el Filósofo. Siendo él un hombre de Iglesia, los turcos ata-caron los monasterios y edificios eclesiásticos, muchos de ellos grandes focos de irradiación religioso-cultural-política. Principalmente el MONASTERIO DE LA METAMORFOSIS, centro neurálgico de Meteora. Este monasterio fue atacado dos veces: en 1609 y en 1616. Muchos monjes fueron pasados a cuchillo. Impor-tantes pertenencias de su patrimonio monacal, quemadas o destruidas. Peores repercusiones tuvo incluso la rebelión acontecida a comienzos del siglo XIX, encabezada por el monje Efthimios Vlajavas, a partir del MONASTERIO DE SAN DEMETRIO –hoy en ruinas–. El monasterio fue bombardeado hasta quedar reducido a cenizas; sus monjes y los del GRAN METEORO fueron encarcelados en la ciudad de Ioánina; Vlajavas fue

cortado en cuatro pedazos para evitar rebeliones futuras. Las con-tiendas guerreras de algunos mon-jes guerreros, identificados con la causa griega, han proseguido en posteriores enfrentamientos, como: contra los búlgaros en las Guerras Macedonias a principios del siglo XX, o contra la ocupación italiana en la Segunda Guerra Mundial.

3. Huellas de Dios: el arte de la espiritualidad y la espiritualidad del arte

Gran parte de los monasterios de Meteora fueron destruidos o reducidos a ruinas por las tropas ale-manas durante la Segunda Guerra mundial, debido a que la resistencia griega se refugió en ellos. Pero tanto los conservados como las ruinas de los derruidos permanecen como testigos del anhelo humano por

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unirse al Creador y alabarle en medio de una naturaleza espléndida, recluidos del ruido que nos acecha desde dentro y nos envuelve desde fuera. Metéora, las rocas de Dios recorre las huellas de esos testi-monios a través de un viaje espiritual por los bosques rocosos de Meteora y por sus monasterios, exube-rantes de reliquias bizantinas en forma de iglesias, frescos, grabados, tapices, imágenes, iconos, inscrip-ciones… El arte de la espiritualidad monacal en busca de Dios ha dejado constancias de su rastro en un arte rezumante de las esencias espirituales de sus creadores. Como el film pone de manifiesto, cada monasterio atesora innumerables muestras de este arte bizan-tino profundo e interpelador, copioso de colores y referencias bíblicas, cuyo elenco en modo alguno cabe en este breve apunte, que solo pretende introducirnos en el disfrute de su contemplación.

Entre todos los monasterios, sin duda puede destacarse el del GRAN METEORO, hoy centro administrativo de los monasterios habi-tados. Construido a 613 metros sobre el nivel del mar y a 415 sobre el lecho del río Peneo, constituye la construcción más elevada de toda la región y se erige, a la vez, en metáfora de la Transfiguración de Cristo (otro de los nombres con que se le conoce), acaecida según los relatos evangélicos en lo alto de un monte. Sus dos museos coleccionan una va-riada iconografía, así como frescos y graba-dos que reconstruyen los diferentes episodios de la historia de Meteora. En el recinto del monasterio se erige, además, el “Katholikón” –la iglesia central–, sobresaliente muestra de

arquitectura bizantina, en cuyo interior se halla el fabuloso fresco que representa el pasaje evangélico de la Transfiguración de Jesús, con Moisés y Elías, en presencia de los apóstoles Santiago, Juan y Pedro. Contemplando el paisaje de Meteora, comprendemos la experiencia de san Juan de la Cruz: “Mil gra-cias derramando, / pasó por estos sotos con presura, / y yéndolos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó de hermosura” (Cántico espiritual). Ante muchos de los iconos de Meteora, atisbamos el anhelo de san Agustín: “Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (Confesiones).

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Apéndice gráfico

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