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Todo en una provincia M antengo la siguiente tesis: si la Bahía de Cádiz y sus alrededores estuvieran en Francia, en Reino Unido o en Estados Unidos, sería un enorme parque temáti- co repartido entre un museo de historia, un parque natural y un foco turístico. Porque po- cos escenarios hay en el mundo tan cargados a la vez de Historia —con mayúsculas—, de Naturaleza y de posibilidades para el turista. Basta con recorrer los canales naturales que circundan el Caño de Sancti Petri, esquivando fortalezas, almenas y torretas para imaginar la que cayó sobre Cádiz desde el Pinar de los franceses, a las afueras de la actual Chiclana de la Fronte- ra. O navegar por la costa de San Fernando y suponer la vida de los soldados parapetados en los bunkeres de la Guerra civil que aún se surgen entre la arena. O remar hasta el Castillo de Sanc- ti Petri y saber que bajo el kayak hay decenas de pecios de barcos que no llegaron al puerto de Cádiz, tras la batalla de Trafalgar. Por no hablar de perderse por las calles de la Tacita de Plata y sustituir imaginariamente a los constituyentes de La Pepa con la sensación de que uno está en La Habana. Y todo esto, sin que apenas el visitante lo co- nozca. Porque a la vez, uno alucina con la carta gastronómica de Los Tarantos o de La Gallega en San Fernando, con las raciones del barrio de los Pescadores de Cádiz o con una velada en la terraza del Timón de Roche. Y tanto la Historia, como la Naturaleza y la Gas- tronomía, se saborean viendo atardecer mirando hacia América. Porque cuando uno se asoma hacia el Oeste, desde la Barrosa, en pleno verano alre- dedor de las 21.30 horas, ve que el Sol en verdad se está marchando por América. En España, tan solo se puede apreciar algo así desde las playas occiden- tales de las Islas Canarias, desde la costa oceánica de Galicia y sobre todo desde las playas atlánticas gaditanas que van desde Algeciras hasta el norte del litoral de la provincia. Historia, turismo, gastronomía, naturaleza, mar... todo a la vez. En una provincia. Cádiz.» Hospedajes de ádiz ofrece la posibilidad de visitarla de una forma distinta. Para ello, puedes dormir en un castillo fortaleza del siglo XIII, un casa palacio del XVIII, un convento del siglo XII o en algunas de las casas rurales de la ruta de los Pueblos Blancos. Las opciones son múltiples. Porque son diversas las infraestruc- turas adaptadas para que los visitantes vivan una experiencia mágica. Como la del Hotel Castillo de Cas- tellar, en Castellar Viejo, donde el tiempo puede tener otro ritmo en la Villa Fortifica- da de Castellar, que ofrece la opción de hospedarse en un castillo fortaleza o en una casa rural protegida por sus murallas. O el Hotel Hospedería Convento de San Francisco en Vejer de la Frontera, del siglo XII. En Algar, donde se en- cuentra el Hotel Villa de Al- gar, se puede descubrir el turismo cinegético y su Villa. El Hotel Las Truchas, en El Bosque, es propicio para adentrarse en la Sierra de Grazalema. Una parada en el Hotel Ei Almen- dral permitirá vivir la ruta de los Pueblos Blancos desde su vertiente oriental, exac- tamente en Setenil de las Bodegas, una población romana excavada en la roca y un rincón donde descansar y respirar un ambiente sosegado. El Hotel Arco de la Villa, en Zahara de la Sierra, supone un espectacular so- bre la Sierra de Grazalema y el pantano Zahara. En el centro de la Ruta de los Pueblos Blancos, en Olvera, se levanta el Hotel Sierra y Cal, que simboliza la esencia de un municipio con un gran conjunto histórico-artístico. El Hotel Castillo de Castellar permite hospedar; en un castillo fortaleza o en una casa rural Completan esta propuesta el Hotel La Posada, en Villaluenga del Rosario, y el Medina Sidonia, grandes colofones a esta experiencia gaditana. Si quiere adentrarse en algunos de estos rincones mágicos, puede visitar www.tugasa.es.

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Todo en una provincia

Mantengo la siguiente tesis: si la Bahía de Cádiz y sus alrededores estuvieran en Francia, en Reino Unido o en Estados Unidos, sería un enorme parque temáti­co repartido entre un museo de historia,

un parque natural y un foco turístico. Porque po­cos escenarios hay en el mundo tan cargados a la vez de Historia —con mayúsculas—, de Naturaleza y de posibilidades para el turista.

Basta con recorrer los canales naturales que circundan el Caño de Sancti Petri, esquivando fortalezas, almenas y torretas para imaginar la que cayó sobre Cádiz desde el Pinar de los franceses, a las afueras de la actual Chiclana de la Fronte­ra. O navegar por la costa de San Fernando y suponer la vida de los soldados parapetados en los bunkeres de la Guerra civil que aún se surgen entre la arena. O remar hasta el Castillo de Sanc­ti Petri y saber que bajo el kayak hay decenas de pecios de barcos que no llegaron al puerto de Cádiz, t ras la batalla de Trafalgar. Por no hablar de perderse por las calles de la Tacita de Plata

y sustituir imaginariamente a los constituyentes de La Pepa con la sensación de que uno está en La Habana.

Y todo esto, sin que apenas el visitante lo co­nozca. Porque a la vez, uno alucina con la carta gastronómica de Los Tarantos o de La Gallega en San Fernando, con las raciones del barrio de los Pescadores de Cádiz o con una velada en la terraza del Timón de Roche.

Y tanto la Historia, como la Naturaleza y la Gas­tronomía, se saborean viendo atardecer mirando hacia América. Porque cuando uno se asoma hacia el Oeste, desde la Barrosa, en pleno verano alre­dedor de las 21.30 horas, ve que el Sol en verdad se está marchando por América. En España, tan solo se puede apreciar algo así desde las playas occiden­tales de las Islas Canarias, desde la costa oceánica de Galicia y sobre todo desde las playas atlánticas gaditanas que van desde Algeciras hasta el norte del litoral de la provincia.

Historia, turismo, gastronomía, naturaleza, mar... todo a la vez. En una provincia. Cádiz.»

Hospedajes de

ádiz ofrece la posibilidad de visitarla de una forma distinta. Para ello, puedes dormir en un castillo fortaleza del siglo XIII, un casa palacio del XVIII, un

convento del siglo XII o en algunas de las casas rurales de la ruta de los Pueblos Blancos. Las opciones son múltiples.

Porque son diversas las infraestruc­turas adaptadas para que los visitantes vivan una experiencia mágica.

Como la del Hotel Castillo de Cas­tellar, en Castellar Viejo, donde el tiempo puede tener otro ritmo en la Villa Fortifica­da de Castellar, que ofrece la opción de hospedarse en un castillo fortaleza o en

una casa rural protegida por sus murallas. O el Hotel Hospedería Convento de San Francisco en Vejer de la Frontera, del siglo XII.

En Algar, donde se en­cuentra el Hotel Villa de Al­gar, se puede descubrir el turismo cinegético y su Villa. El Hotel Las Truchas, en El Bosque, es propicio para adentrarse en la Sierra de Grazalema.

Una parada en el Hotel Ei Almen­dral permitirá vivir la ruta de los Pueblos Blancos desde su vertiente oriental, exac­tamente en Setenil de las Bodegas, una población romana excavada en la roca

y un rincón donde descansar y respirar un ambiente sosegado.

El Hotel Arco de la Villa, en Zahara de la Sierra, supone un espectacular so­bre la Sierra de Grazalema y el pantano Zahara.

En el centro de la Ruta de los Pueblos Blancos, en Olvera, se levanta el Hotel Sierra y Cal, que simboliza la esencia de un municipio con un gran conjunto histórico-artístico.

El Hotel Castillo de Castellar permite hospedar; en un castillo fortaleza o en una casa rural

Completan esta propuesta el Hotel La Posada, en Villaluenga del Rosario, y el Medina Sidonia, grandes colofones a esta experiencia gaditana.

Si quiere adentrarse en algunos de estos rincones mágicos, puede visitar www.tugasa.es.

Las calas de Roche, el último refugio virgen

Andalucía, abierta por vacaciones I

I Faro de Roche guía a los bañistas por playas de arenas finas y doradas. Los nombres de Cala del Pato, Cala del Frai­lecillo, Cala Encendía, Cala

del tío Juan y Cala de Áspero se repiten como un mantra entre los amantes del concepto sol y playa, pero ajeno a los ruidos, a las prisas y al ladrillo.

La urbanización Roche es el pun­to de inicio de este recorrido en el que se pueden encontrar desde espacios familiares y más concurridos, hasta au­ténticos paraísos para los practicantes del nudismo. El encanto de estas playas reside, además, en que en su mayoría carecen de negocios en los alrededores, evitando la saturación de veraneantes. Si prefiere mayor comodidad, Cala En­cendida cuenta con servicio de restau­ración. Comunicadas con la carretera por escaleras de madera, las calas son el refugio ideal para los días de fuerte oleaje y/o el viento de levante.

En casos extremos, contemplar es­tos parajes desde la cima de los acan­

tilados, incluso pasear por algunos de sus senderos habilitados al efecto, bien merecen dedicarle un atardecer.

Destinos para todos Las alternativas para pasar un día de verano en la costa gaditana son múlti­ples y variadas. El propio Conil cuenta con playas orientadas a un público muy diferente al que gusta de la tranquilidad de las calas. Ideal para familias y largas vacaciones es la Fontanilla, horizontal, amplia y de arena fina.

Parecidas características, además de ser sede de varios hoteles de lujo con campos de golf tiene La Barrosa, en el vecino municipio de Chiclana.

Al sur de las calas de Roche, ade­más de las playas de Conil —Castilnovo, Los Bateles, La Fontanilla y Fuente del Gallo—, se encuentra la de El Palmar, una playa de gente joven que disfruta en algunos de sus chiringuitos de au-ténticas puestas de sol amenizadas y refrescadas por la bebida de moda en el litoral: los mojitos.

Las Calas de Roche son un refugio ideal en días de viento Playas de Cádiz

Un catálogo de terrazas al mar

na tarde de sol, una cerveza y al frente, los restos de la antigua muralla que rodeaba la playa y el Atlántico. Desde Cortadura hasta la playa de Santa María,

Cádiz ofrece una sucesión de terrazas al mar, cada una con una imagen diferen­te. La última lleva apenas unos meses abierta. Se llama El Pelícano y se trata de una suerte de cafetería teatro instala­da en una de las bóvedas del Baluarte de San Roque, que formaba parte de la propia fortificación.

Se encuentra justo al lado de las Puertas de Tierra que parten en dos a la ciudad y a pocos metros tiene la antigua Cárcel Real, hoy restaurada y

dedicada a la Casa de Iberoamérica-Es habitual que no quede una mesa libre cuando comienza a atardecer, la vista es increíble y en el interior se ofrecen ac­tuaciones bajo unos muros construidos hace casi más de dos siglos.

Otra de las ofertas originales del paseo marítimo gaditano es La calle de libre albedrío, el único local en el que se puede fumar en el interior sin incumplir la ley. Instalaciones similares ofrece también la cafetería Woodstock, que ha habilitado una terraza techada con vistas al mar sin paredes.

Puerto Sherry también ofrece un mar de oportunidades para pasar una jornada de descanso y diversión.

CORTADURA: Su mayor encanto es en­contrarse en un entorno casi virgen justo al lado de la ciudad. Apenas cuenta con dos chi­ringuitos que ofrecen una oferta gastronómica completa y en la parte más alejada se puede practicar el nudismo.

PLAYA VICTORIA: Es la más extensa y la que mayor oferta hostelera tiene. De carácter más familiar, es la favorita por los visitantes.

PLAYA DE SANTA MARÍA: Apenas un espigón la separa de La Victoria. Es la más pe­queña de todas y frecuentada por los vecinos del último tramo de la avenida principal.

PLAYA DE LA CALETA: Inspiración de los autores del Carnaval, sus bañistas suelen ser vecinos de los barrios más populares de la capital. La imagen con el Castillo de San Se­bastián al fondo, los barquitos amarrados y el Balneario de La Palma es una de las más foto­grafiadas. También es de carácter familiar.

La venta de

"En Cádiz, bahía de la cintura andaluza, está

comprimido todo lo que se sueña"

1 poeta ganadero que le buscó mazorcas ver­des a los toros tartésicos halló en Samaruco el punto de partida. Fernando Villalón divi­dió el mundo en dos: una orilla del Guadal­quivir y la otra. Y él se quedó en medio. En

la olla de Sanlúcar de Barrameda, entre los motores nocturnos del Juanelo de Bajo de Guía en su regre­so del trasmallo. Tejiendo tortillas de camarones en Balbino y aliñando papas en Barbiana. Viendo fermentar la flor de la manzanilla en ese camino de vides que bifurca a Jerez, fina y amontilladamente, por las arenas de Cádiz. Y cociendo langostinos que no caben en las cazuelas de angulas del Litri de Tre-bujena. Todo eso se ve desde la punta de San Felipe Neri, oratorio de la constitución de una cultura. Porque hay quien dice que todo lo que vale la pena en el mundo se divisa desde ahí. En Cádiz, bahía de la cintura andaluza, está comprimido todo lo que se sueña. El cante de los jereles. El baluarte de la Isla cuando escucha la canastera de José: tú eres el aire que a mí me lleva. La Barrosa de Chiclana friendo almendritas del mar en la casa de Cirilo al refugio de la ventolera. Conil levantando sus almadrabas cuando los atunes ya viajan tranquilos creyendo que han esquivado las de Barbate. La Breña. Los últimos pinos de verdad que quedan. Ésos y los de Grazalema, en el Puerto de las Palomas, cumbre que marca las fronteras de este paraíso desde Castellar a Arcos. Desde esa confluencia de cimas y peñas­cos donde la provincia flirtea con Málaga y Sevilla mientras capea el temporal en la plaza cuadrada de Villaluenga, con la cabra payoya saltando entre las encinas, se desparrama toda la esencia de una tierra de cal que busca la mar como sustento de todo. Vejer en una montaña. Con la puesta de sol de Zahora

dibujando gradas en la playa cuando en el Sajorami comienza la noche más larga del verano. Y al otro lado la Punta de los Alemanes huyendo de Bolonia, edén de los fenicios y cuna del garum. Alberca de fangos curativos tras la inmensa duna. Allí manda la naturaleza todavía. Apenas unas cuantas casas de pescadores viejos y la antigua piedra del templo milenario en ruinas rompen la suavidad de la arena y el añil del agua. Hasta que el vuelo de las gaviotas se confunde con el artificial de Valdevaqueros, ya en Tarifa, bastión de Guzmán el Bueno y campo de batalla de los vientos de Poniente y de Levante. En ese vergel del Estrecho hasta el que llegan los ecos por bulerías de Paco de Lucía en Algeciras, ay el Bajondillo, habitan los versos más hondos de Caba­llero Bonald y de Benítez Reyes. Y todo se acaba en la Línea. La de la Concepción. Que tiene a sus espaldas más peñones y mejores que el de enfrente. Tiene las cuestas de Arcos y la esbeltez de Medina Sidonia, que echa a pelear el morrillo con la presa en la venta de la Duquesa mientras mugen los toros de la ruta de Osborne.

Pero yo me quedo con cinco detalles: el sitio de Villalón, que es el olor a salitre de la olla de aguas mezcladas de la desembocadura, a lo que llaman Samaruco; los desconchones de la Plaza de las Va­cas de San Fernando mientras la tasca fríe colas de anguilas y tortillas de camarones; los toros en El Puerto; las gitanas viejas de las casas de vecinos de la calle de la Sangre del barrio de Santiago de Jerez; y la Viña. Si el poeta hubiera ido a la Viña de Cai habría encontrado las mazorcas verdes de los toros de Vistahermosa. O a un gaditano que se las vendie­ra. Como yo estoy queriendo que me compren ahora lo que no está en venta. Venta de Vargas, claro.

Homenaje a la copla con una cerveza en Chipiona

a primera vez impresiona, a la segunda se convierte en un im­prescindible de Chipiona. La reacción de los que visitan el Bar Tani suele ser la misma. Una barra clásica de azulejos, suelo hidráulico y casi un millar de fotos colgadas, la mayoría de Rocío Jurado, que era habitual del local fundado por su descubridor,

Ricardo Naval. La colección de imágenes es única y supone un excelente archivo,

no solo de la tonadillera, sino de otras decenas de artistas que han pasado por allí. El establecimiento se ha convertido en una atracción más de la ciudad, orientado al ocio nocturno.

También es un imprescindible de la noche chipionera el bar El Chus­co, que tiene en su interior una sala de exposiciones y ofrece una buena oferta de tapas. Como curiosidad, todos los artistas que han pasado por allí han dejado una obra en depósito y está repleto de pinturas, esculturas y fotografías. Ambos se encuentran cerca del castillo y del Santuario de Regla, que se pueden visitar por la tarde y terminar la jornada en el centro.

Y a pocos metros está también la playa de la Cruz del Mar, que cuenta con el mayor número de chiringuitos, y la de Regla, que este año tendrá por primera vez conexión wifi para que los bañistas puedan conectarse a internet. Su paseo marítimo es muy frecuentado por los más jóvenes, que acostumbran a coger sitio en cualquiera de las te­rrazas para disfrutar de las puestas de sol. Entre los más conocidos se encuentran el bar Picoco y el pub irlandés Trinity.

En Cádiz vuelve a ser febrero en iulio P or difícil que resulte, en Cádiz es po­

sible alterar el calendario y repetir, al menos durante un fin de semana de julio, la fiesta de febrero, la que transforma la ciudad. El Carnaval de

Verano nació hace un par de años como una de las tantas propuestas que se lanzan en las redes sociales y pronto comenzó a sumar apo­yos de todos los lugares. El movimiento fue tal que logró convencer al Ayuntamiento y hasta a los más puristas de que podría funcionar. Tras el éxito cosechado, este año celebra su tercera edición del 20 al 22 de julio. Cada día varias agrupaciones que participaron en el concurso oficial y las llamadas 'ilegales' —las que solo cantan en la calle— inician su ronda por el centro histórico, sin olvidar el carrusel de coros que vuelven a rodar subidos a sus bateas.

Este año la cita cuenta con ración doble para hacer honor al título de Capital Ibero­americana del Carnaval que ostenta Cádiz en 2012. Y el percusionista Carlinhos Brown con un equipo de más de 100 personas dará vida a la parte de la ciudad que queda fuera

de los muros de la muralla. El desfile tendrá cuatro paradas a lo largo de la avenida principal, por la que se accede a la ciudad, y se pedirá la participación del público.

Y después del Carnaval de Verano llegan Los Martes de Carnaval, que se prolongan a lo largo de agosto. En este caso son solo las agrupaciones ofi­ciales las que toman el escenario en el Baluarte de la Candelaria para ofrecer varias horas de coplas. La fortificación se encuentra en la Alameda Apodaca, justo al lado de la Bahía y fue reconvertida en sala de exposiciones y conciertos hace ya años.

A lo largo del verano se celebran entre cinco y seis sesiones y rara es la noche que no se cuelga el cartel de completo, con lo que hay que apurarse para conseguir la entrada. Los tickets no superan los 15 euros y se pueden adquirir en Discos El Melli, Kaserón del 3x4 y la taquilla oficial situada en la plaza de San Juan de Dios.

Caballa caletera en La Palma

Durante la noche, las principales ca­lles del barrio de La Viña —baluarte

del Carnaval— ofrecen las mejores caballas de La Caleta. Es necesario llegar con tiempo porque cuesta en­contrar mesa libre en la calle La Palma, una de las más conocidas, o la plaza del Tío la Tiza, en honor al autor del tanguillo 'Los duros antiguos'. Am­bas son peatonales y cuentan con

amplias terrazas de mesas para la cena. A pocos metros se encuen­

tra la playa de La Caleta y el paseo marítimo del Campo

del Sur, que es magnífico para pasear.

LA M A R I N A . Paseo Mar í t imo , s / n . La A t u n a r a . La L ínea de la C o n c e p c i ó n . 956 17 15 3 1 . Decorado en estilo marinero, con vistas de la bahía de Algeciras y del Peñón, un sitio recomendable para comer pescados del Estrecho, que se eligen directamente en el expositor, tortillitas de camarones e incluso espetos de sardinas en temporada.

ANTONIO. C t ra . de ,A t l an te r ra , k m . 1 . Zahara de l os A t u n e s . 956 43 95 42 . En la playa de Zahara de los Atunes, en el hotel del mismo nombre, en primera línea de playa, este restaurante es una referencia en la zona para comer pescados del día, aun­que lógicamente la especialidad es el atún de almadraba.

Cádiz Entre el Mediterráneo y el Atlántico, dominan­do el Estrecho, la cocina marinera de Cádiz es un prodigio de var iedad y de cal idad. En sus aguas se capturan las más var iadas c lases de peces, entre los que destacan besugos, corv inas, pargos, sa lmonetes, lubinas, len­guados de estero... y en fas almadrabas, atu­nes rojos. Sin contar con tos mariscos, que t ienen su mejor exponente en los célebres langostinos de Sanlúcar. No faltan aquí las frituras de pescado, con un punto distinto de las malagueñas y con la peculiaridad de esas tortil l itas de camarones que, c u a n d o es tán b ien hechas , s a b e n a g lor ia. Pero lo ve rdaderamente sabroso de estas costas son los guisos, desde el cazón con pa­tatas hasta las habi tas c o n chocos, pasando por la ur-t a a la roteña o el a tún encebol lado.

C A S A T O R R E S . Ruiz de A l d a , 1. Ba rba te . 956 43 09 85. En Barbate, pueblo pesquero que tiene una importante almadraba, Casa Torres, junto al puerto, prepara exce­lentes salazones y sirve de múltiples formas, siempre sencillas, los espléndidos atunes rojos que se capturan en esa almadraba.

EL C A M P E R O . Aven ida de la C o n s t i t u c i ó n , 5. Ba rba te . 956 43 23 00. No está exactamente al lado del mar, pero no podemos dejar fuera de un recorrido costero al restaurante que mejor trabaja el atún de almadraba en España. Más de veinte cortes diferentes de este pescado incluyen en su carta, desde las huevas secas o el corazón a la plancha hasta la ventresca o el mormo encebollado.

FRANCISCO. Playa de La Fontan i l la , s / n . Con i l de la F ron te ra . 956 44 08 02 . Este chiringuito de la playa de La Fontanjlla siempre tiene una buena oferta de entrantes marinos como las gambas, las coquinas o las ortiguillas. Y pescados como la urta o el atún rojo. También buenos arroces caldosos.

V E N T O R R I L L O EL CHATO Ct ra . Cád iz -San Fe rnando . Cádiz . 956 25 00 25. Excelentes guisos los que preparan en este restauran­te, en una singular ubicación entre la bahía de Cádiz y las salinas de San Fernando. No olviden tampoco sus tortillitas de camarones.

CASA B I G O T E . Ba jo de Guía , 10. San lúca r de B a r r a m e d a . 956 36 26 96. w w w . r e s t a u r a n t e c a s a b i g o t e . c o m De entre los numerosos establecimientos que se alinean en el Bajo de Guía sanluqueño, frente al mar y al coto de Doñana, destaca esta típica taberna de dos plantas. Los langostinos, claro, son plato obligado. Pero también las ortiguillas, las acedías, los chopítos, el cazón, el atún y varios guisos tradicionales marineros que merece la pena probar.

PENA. Paseo Cos ta de la Luz , 7 1 . Ch ip i ona . 956 37 06 03 . En la playa de Regla, frente al mar, este restaurante tiene una buena oferta de pescados, desde sargos, lubinas y urtas. Es­tán buenas sus croquetas de corvina y los chocos fritos.

A P O N I E N T E . Puer to E s c o n d i d o , 6.

Aunque tampoco está junto al mar, es imprescindible reseñar el que es el mejor restaurante de pescado de Andalucía y uno de los más destacados de España. El trabajo de Ángel León con placton marino y con peces poco conocidos como la lisa le con­vierte en una de las referencias nacionales al hablar de cocina del mar.

Las aguas que bañan Cádiz

permiten disfrutar de

una variedad privilegiada de

pescados y mariscos