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36 TODOS PODEMOS HACERLO «LA MANO DE AA: EL MEDIO DE DIOS PARA TOCAR EL CORAZÓN ACÉRQUENSE A AA Y ENCONTRARÁN LA LIBERACIÓN A DIOS TAMBIÉN LE DEBES DAR ALGO NACIMOS PARA SERVIR CADA MOMEN- TO, CADA SEGUNDO… DANDO GRACIAS A DIOS POR MANTENERME VIVO HOY SÉ QUE SOY VALIOSO PERDIENDO EL MIEDO ACEPTACIÓN, PROGRAMA Y DIOS TRABAJAR EN EL CARÁCTER SIRVIENDO SOY MÁS ESTABLE EMOCIONAL- MENTE Y ME HE MANTENIDO SOBRIO LO QUE FUI YA QUEDÓ ATRÁS, GRACIAS A DIOS AGRADEZCO A DIOS POR EL ENCUENTRO CON MI FAMILIA TÚ, ¿QUÉ HACES? ¿CRITICAS O DAS FORTALEZA? CONVOCATORIA INVITACIÓN Todos podemos hacerlo Hola, estimados amigos y compañeros. Vamos a comenzar una reunión de Alcohólicos Anónimos. Tomemos unos instantes de silencio, para meditar en nuestro problema común, que es la enfermedad del alcoholismo. A continuación, daremos lectura al enunciado de Alcohólicos Anónimos, que dice: «Alcohólicos Anónimos ® es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resol- ver su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo. »El único requisito para ser miembro de AA es el deseo de dejar la bebida. Para ser miembro de AA no se pagan honorarios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. AA no está afiliada a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución alguna; no desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna causa. »Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.» (Impreso con el permiso de e AA Grapevine, Inc.) La mano de aa: el medio de Dios para tocar el corazón Querido lector de Alcohólicos Anónimos: Espero que el leer este pequeño testimo- nio te sirva de algo. Soy un recluso de Otumba — por causa de la embriaguez, la soberbia, el orgullo, el po- der, la fama y el querer llamar la atención —. A corta edad empecé a salirme de la casa de mi madre, pensando que era autosuficiente y que ellos estaban amargados. Al paso de los años caí en la delincuencia — todo por mi enfermedad y por mis defectos de ca- rácter —. Hundido en mis vicios cometí un delito. Aun en el penal seguí tocando fondo: por mi mal comportamiento, de traslado en traslado, llegué al penal de «La perla». Un día entré a un salón donde estaban lle- vando una junta de Alcohólicos Anónimos, y me dije: «¿Qué hago con esta bola de per- didos y enfermos?». Me salí porque yo decía «ser sano» y que «eso era para locos». De lejos los escuchaba… Todo lo que decían yo lo había vivido; me enchalecaba todo. Hoy puedo decirte que mi Poder Superior estaba taladrando mi mente, mi corazón y mi alma, por medio de los compañeros que subían a compartir. Cuando menos pensé, ¡estaba en tribuna hablando de todo lo que me lastimaba! La mano de aa había tocado mi corazón enfermo. Poco a poco acepté que necesitaba ayuda. Ese Poder Superior abrió mis ojos, y me di cuenta que estaba enfer- mo de alcoholismo, espiritualmente, y que tenía defectos de carácter. Necesitaba del programa de aa, pues estaba muerto espiri- tualmente por mi orgullo, buscando recono- cimiento en el barrio y queriendo llamar la atención. Después de años, puedo decirte que la mano de aa fue el medio de Dios que tocó mi corazón, que me sanó de todo aquello que

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36 TODOS PODEMOS HACERLO «LA MANO DE AA: EL MEDIO DE DIOS PARA TOCAR EL CORAZÓN ACÉRQUENSE A AA Y ENCONTRARÁN LA LIBERACIÓN A DIOS TAMBIÉN LE DEBES DAR ALGO NACIMOS PARA SERVIR CADA MOMEN-TO, CADA SEGUNDO… DANDO GRACIAS A DIOS POR MANTENERME VIVO HOY SÉ QUE SOY VALIOSO PERDIENDO EL MIEDO ACEPTACIÓN, PROGRAMA Y DIOS TRABAJAR EN EL CARÁCTER SIRVIENDO SOY MÁS ESTABLE EMOCIONAL-MENTE Y ME HE MANTENIDO SOBRIO LO QUE FUI YA QUEDÓ ATRÁS, GRACIAS A DIOS AGRADEZCO A DIOS POR EL ENCUENTRO CON MI FAMILIA TÚ, ¿QUÉ HACES? ¿CRITICAS O DAS FORTALEZA? CONVOCATORIA INVITACIÓN

Todos podemos hacerlo

Hola, estimados amigos y compañeros. Vamos a comenzar una reunión de Alcohólicos Anónimos. Tomemos unos instantes de silencio, para meditar en nuestro problema común, que es la enfermedad del alcoholismo.

A continuación, daremos lectura al enunciado de Alcohólicos Anónimos, que dice:

«Alcohólicos Anónimos ® es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resol-ver su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

»El único requisito para ser miembro de AA es el deseo de dejar la bebida. Para ser miembro de AA no se pagan honorarios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. AA no está afiliada a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución alguna; no desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna causa.

»Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad.»

(Impreso con el permiso de The AA Grapevine, Inc.)

La mano de aa: el medio de Dios para tocar el corazón

Querido lector de Alcohólicos Anónimos:Espero que el leer este pequeño testimo-

nio te sirva de algo.Soy un recluso de Otumba — por causa de

la embriaguez, la soberbia, el orgullo, el po-der, la fama y el querer llamar la atención —. A corta edad empecé a salirme de la casa de mi madre, pensando que era autosuficiente y que ellos estaban amargados. Al paso de los años caí en la delincuencia — todo por mi enfermedad y por mis defectos de ca-rácter —. Hundido en mis vicios cometí un delito. Aun en el penal seguí tocando fondo: por mi mal comportamiento, de traslado en traslado, llegué al penal de «La perla».

Un día entré a un salón donde estaban lle-vando una junta de Alcohólicos Anónimos, y me dije: «¿Qué hago con esta bola de per-

didos y enfermos?». Me salí porque yo decía «ser sano» y que «eso era para locos». De lejos los escuchaba… Todo lo que decían yo lo había vivido; me enchalecaba todo.

Hoy puedo decirte que mi Poder Superior estaba taladrando mi mente, mi corazón y mi alma, por medio de los compañeros que subían a compartir. Cuando menos pensé, ¡estaba en tribuna hablando de todo lo que me lastimaba! La mano de aa había tocado mi corazón enfermo. Poco a poco acepté que necesitaba ayuda. Ese Poder Superior abrió mis ojos, y me di cuenta que estaba enfer-mo de alcoholismo, espiritualmente, y que tenía defectos de carácter. Necesitaba del programa de aa, pues estaba muerto espiri-tualmente por mi orgullo, buscando recono-cimiento en el barrio y queriendo llamar la atención.

Después de años, puedo decirte que la mano de aa fue el medio de Dios que tocó mi corazón, que me sanó de todo aquello que

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Todos podemos hacerlo

Boletín institucional«Desde Adentro®»

Marca registrada anteel Instituto Mexicano

de la Propiedad IndustrialRegistro núm. 1150103

Órgano de intercambio de experienciasentre internos miembros

de Alcohólicos Anónimos,elaborado trimestralmente

por el comité de Instituciones Correccionalesde la Junta de Servicios Generales.

Sitios web:http://www.aamexico.org.mxhttp://aacic.livejournal.com

Correo electrónico:cicosg@aaméxico.org.mx

Se distribuye gratuitamente a los gruposinstitucionales o compañeros internos,

vía estructura, en la República Mexicana.

DIRECTORIO

Presidente:Dr. Ricardo Iván Nanni Alvarado

Vicepresidente:Dr. Roberto Karam Araujo

Comité de InstitucionesCorreccionalesde la Junta de Servicios Generales

Integrantes:l.t.s. Orlando Ramírez Tellez

(coordinador)Dr. César Córdova Castañeda

Mario Badillo Ramírez Miquey Carrera RamírezJosé Quintero Martínez

Juan Carlos Ramírez RamírezManuel Antonio Moreno Merino

Fermin Hernández MuñozMiembro de staff:

Lic. José Edgar Castillejos Rodríguez

Editor responsable:Arq. Francisco Medina Espinosa

Diseño gráfico:ldg. Adrián Olivier Silis

Núm. 36/2015-2016

Central Mexicana de Servicios Generalesde Alcohólicos Anónimos, A.C.

Huatabampo núm. 18, colonia Roma Sur,C. P. 06760 México D. F.

apartado postal 2970, C. P. 06000tels. 5264 2588, 5264 24065264 2466, fax 5264 2166

me tenía mal — como las cosas materiales y los vicios que solo me destruían más y más.

Toma los tesoros del programa, que son los libros y las revistas. Escudríñalas con todo el deseo de ser sano. Dios te extiende Su mano, y no quiere que solo «calientes un lugar», sino que des con amor y tolerancia a todos aquellos que estén igual o peor. Abre tu corazón, para que seamos sanos hombro con hombro, con la sola intención de supe-rarnos de nuestro dolor, para que sepamos que somos un tesoro de Dios, que Él nos pule y moldea.

Dejémonos guiar por los Doce Pasos y las Doce Tradiciones. Esas verdades te harán li-bre de todo aquello que estás preso. Hay gen-te que podría presumir que está libre, pero puede estar presa de un trabajo, del desamor y del dinero.

Hoy soy un recluso, pero me siento más libre gracias a aa.

Soy libre, y doy gracias a mi Poder Supe-rior por darme Su mano, y que me enseñe a valorar y a amar a todos tal como son.

Deseo que la luz de Dios te llegue pronto. Abre tu corazón y entrará. Pon disposición y fe, esa es la clave.

Heráclito R. M. cereso de Otumba, estado de México

Acérquense a aa y encontrarán la liberación

Mi nombre es Mario Chico Carlos y estoy en las islas Marías. Por la gracia de Dios, el 24 de agosto del 2012 llegué al campamento «Morelos», y aquí conocí el grupo de Alco-hólicos Anónimos que me ha regalado for-taleza. Dios me encontró y me puso en este bonito lugar para practicar el excelente pro-grama de aa. Del reclusorio «Oriente» me trasladaron para acá. Ya voy a cumplir mi se-gundo aniversario en el grupo «Fortaleza».

Después de haber aceptado que soy un enfermo alcohólico empecé a trabajar con todos mis defectos de carácter. Tuve que ha-cer ese inventario del que me habla el Cuarto Paso y ser honesto con Dios, conmigo mis-mo y ante una persona de confianza — una persona que el mismo Dios puso en mi cami-no mediante aa; una persona con experien-cia para sacar todo ese resentimiento que yo traía contra mis padres, pues siempre decía

que yo «era como era» porque ellos me ha-bían abandonado cuando apenas tenía tres años de edad.

Gracias a mi padrino, a aa y a Dios, he po-dido hacer en dos años lo que no pude hacer en lo que llevo de vida. Hoy tengo unos hijos que me esperan, y una madre a quien cada que le hablo puedo transmitirle esa alegría que aa regala. Mi esposa me dijo que ya an-daba saliendo con otra persona, pero gracias a aa — que me ha dado fortaleza para seguir adelante — lo tomé con calma y aún sigo sin alcoholizarme. No pienso beber, porque aa me ha enseñado a ser útil.

Durante el tiempo que llevo, he tenido el servicio de mobiliario, tesorero y acabo de entregar el servicio de coordinador. De esta manera me he dado cuenta que no necesito del alcohol ni tampoco de esos defectos.

Hoy me faltan tres meses para irme. Lo que más me interesa es salir para ayudar a mis hijos y a mi madre, quien a pesar de todo siempre ha estado conmigo — lo que no hizo conmigo de niño, me lo hizo ahora de gran-de y lo agradezco.

Sé que aún me falta mucho que disfrutar, porque acabo de cumplir 37 años. Gracias a aa, creo que me queda mucho tiempo para dar lo que a mí se me dio desinteresadamen-te. Por cuanto a mi esposa, solo me queda dejar que se haga la voluntad de Dios. Voy a prepararme para aceptar la bienvenida o la despedida. aa me ha enseñado a respetar las decisiones de los demás. Desde que empecé a practicar la humildad y la honestidad, em-pecé a ser feliz. Aunque esté preso, he encon-trado la libertad espiritual. Por medio de la oración y la meditación he encontrado esa paz interior que me libera de todo.

Espero que Dios se manifieste y este men-saje llegue a quien lo necesite, especialmente a todos mis compañeros presos. Cuanto más presos se sientan, ¡acérquense a aa y encon-trarán la liberación! Gracias a aa y a Dios: así la encontré yo.

¡Ánimo, compañeros! Que Dios los ben-diga y a mí que me siga guiando.

Con cariño desde islas Marías,

Mario C. C. Complejo penitenciario «Islas Marías»

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Todos podemos hacerlo

A Dios también Le debes dar algo

Compañeros del mismo dolor:Reciban mis más sinceras bendiciones.

Deseo sean felices por muchas, pero muchas verdaderas veinticuatro horas de sobriedad. Mi nombre es Damián Alberto T. H., y con la ayuda de nuestro Poder Superior, la de ustedes y la de Alcohólicos Anónimos, hoy estoy feliz, porque con mi corazón les com-parto que cumpliré tres años en reclusión. Les comparto que sufrí mucho al principio en este encierro, y hasta pensé en el suicidio. Enterarme de que quien fuera mi esposa se fue con otro tipo, llevándose a mi niña de dos años, me enfermó demasiado.

Siempre me la pasé maldiciendo a las per-sonas, creyendo que me hacían daño. Por seis meses viví encerrado en mi plancha o cama de cemento, que estaba muy fría. No comía y fumaba dos cajetillas de cigarros diariamen-te. Estaba muy enfermo emocionalmente. No tenía la visita de ningún familiar. Estaba muerto en vida. Lo que les platico no es au-tocompasión, compañeros: es lo que yo pasé a mi llegada a este lugar.

Nunca pensé en los daños que causé a mis hijos grandes o a mi esposa. Nunca pensé en los golpes, en las malas palabras, en los insul-tos, en las humillaciones, en dejarlos a veces sin comer, en pegarles… ¡Ah, qué diferencia!, ¿verdad? Duele, pero es mi verdad.

Cuando alguien me hablaba de aa, seguía soberbio, déspota, orgulloso y montado en mi burro. Pero bien dicen mis compañeros que esto es poco a poco.

Me invitan mis compañeros Juan T. y Wi-lliam C. al grupo, para hacer la unidad. Em-pecé a asistir, pero solo de cuerpo presente y con la mente ausente. Así me la llevé como un zombi: siempre fijándome en los defectos de los demás y nunca en los míos.

Sigo yendo a mis juntas. Sigo solo, sin mu-jer y sin visitas. Nunca me quise dar cuenta de que Diosito estaba conmigo, y que por Su obra yo estaba vivo, hasta que un compañero dijo en tribuna: «Cuando le pidas a Dios, Él te lo va a dar. Dobla tus rodillas y pídele con el lenguaje del corazón — no con los labios —, y te lo va a dar. Primeramente debes enten-

der que a Dios también Le debes dar algo. Haz la voluntad de Dios y Él Se va a encargar de todo lo tuyo». Compañeros: ¡cuánto eco hicieron en mí esas palabras! Lo analicé y lo practiqué.

Un buen día entendí cómo funciona el programa de aa, ¡y créanme, compañeros, que no ha sido fácil, pero no es imposible! Le pedí al Poder Superior que me sacara a esa mujercita de mi corazón y que me conce-diera otra oportunidad de ser feliz con otra mujercita, y me lo concedió.

Sigo trabajando en todo lo que puedo dentro del grupo de aa. Fíjense, compañe-ros, que doblé mis rodillas y Le pedí al Poder Superior que me sacara todos estos rencores y resentimientos hacia las personas que yo creía culpables de lo malo que me pasaba. No quería darme cuenta de que soy el úni-co culpable de mi suerte y destino — por mi mala conducta y actitud con mi familia y la sociedad, pues por mi vida ingobernable y alcohólica, causé mucho daño.

Hoy, compañeros, créanme que vivo una vida útil, pensando y preparándome para ser un buen esposo, un buen padre, un buen ciudadano, pero sobre todo, un buen ser humano con valores bien establecidos en mi corazón. Ya comprendí de todo corazón que yo estaba mal cuando estaba libre. Hoy también me hago responsable de mis actos, y sé que debo pedirles perdón a mis hijos y a mi exesposa, a mis hermanos y a tanta gente que yo dañé.

Hoy, gracias a mi Poder Superior, entien-do por qué no viene a visitarme mi familia. Tengo un diario vivir feliz. Cuando abro mis ojos por la mañana, cuando despierto, le doy gracias a mi Poder Superior, porque ya sé que lo demás vendrá por añadidura. Estoy preso físicamente, pero libre emocionalmen-te, gracias a mi Poder Superior y a aa.

Compañeros: también les comparto que, si mi Poder Superior me lo permite, pronto gozaré de esa libertad física, y entonces com-pletaré mi felicidad, poniendo en práctica lo que aa me ha regalado en ésta, la mejor escuela de la vida, donde yo aprendí a darle el valor a las cosas que realmente debemos llevar en nuestros corazones todos los seres humanos.

Compañeros, Dios me los bendiga. ¡Áni-mo y felices veinticuatro horas!

Gracias también al comité de Institucio-nes Correccionales.

Dios los bendiga a todos.

Damián Alberto T. H. cereso núm. 16 «El encino», Ocosingo,

Chiapas

Nacimos para servir

Hola, compañeros:Ha sido de mucha ayuda para mí el grupo

de Alcohólicos Anónimos, ya que me en-cuentro recluida en el cereso «Mil cum-bres» de Morelia. Llevo ocho años y tengo el servicio de secretaria en mi grupo. El ser-vicio me lo dio mi Poder Superior; yo se Lo pedí.

No ha sido fácil poder cambiar cada uno de mis defectos, sobre todo cuando tienes que luchar contigo misma. No solo tienes que curarte del alcohol sino de cada uno de esos sentimientos negativos, como el odio, el resentimiento, el orgullo, la vanidad, la envi-dia, la crítica y el miedo.

El grupo me ha enseñado a ser tolerante, responsable, a saber perdonar y a aceptar las cosas que no puedo cambiar. A veces es un poco difícil; pero yendo a mis juntas y sir-viendo, con la ayuda de mi Poder Superior podemos lograrlo. Nacimos para servir.

Al leer cada una de las tradiciones y los pa-sos, podemos darnos cuenta de que sí pode-mos cambiar si queremos.

Estoy en espera de poder salir de aquí. Confió en que pronto será. Con la ayuda de Dios y con los buenos consejos de cada uno de los compañeros podemos llegar muy lejos.

Los invito, compañeros: si quieren dejar de sufrir, sigan en aa y busquen un servicio. ¡Ánimo, compañeros!

Dios los bendiga.

Lucero cereso «David Franco Rodríguez»,

Morelia, Michoacán

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Todos podemos hacerlo

Cada momento, cada segundo… dando gracias a Dios por mantenerme vivo

Hoy asisto a un grupo de Alcohólicos Anónimos y estoy aprendiendo a vivir los tres legados: Recuperación (doce pasos), Unidad (doce tradiciones) y Servicio (doce conceptos). Estoy aprendiendo a aceptar que soy un enfermo alcohólico y a creer en un Poder Superior.

Cuando me uno a mis compañeros inter-nos, escucho y comparto un poco de mis ex-periencias. Es bonito sentirse vivo y valorar-nos como lo que somos: seres humanos.

Tengo 32 años y he estado en tres prisiones del estado de Puebla. Tengo un año y un mes sobrio — gracias a Dios y al cambio que me dieron al transferirme del cereso de San Miguel al cereso de Cd. Serdán; gracias a mis compañeros, quienes siempre me han invitado al grupo de aa.

Recuerdo cuando ingresé al cereso municipal de Xicotepec de Juárez. Como todo enfermo alcohólico, sentí los estragos de la necesidad de más alcohol. Después de quince años de beber diario, comencé a po-nerme neurótico, agresivo e ingobernable. Sentía que los compañeros que compartían el separo de ingresos conmigo se reían. Sen-tía que conspiraban en contra mía o que se reían de mí, por lo que me ponía agresivo y respondía yéndome a golpes y agrediendo a cada uno de ellos. Llegué al grado de que me

aislaran en un separo de un metro cuadrado con una sola puerta, que siempre permane-cía cerrada. Cuando salí me incorporaron al dormitorio de población general, donde ya conocía a diez de los internos. Tuve muchos problemas, pero no tardé mucho en hacer amistad con otros internos a quienes pre-guntaba cómo conseguir un poco de alcohol: siempre me decían que era imposible. Hacía meses que no podían introducir alcohol, por las fuertes revisiones. Después me traslada-ron al cereso de San Miguel. Ahí llegué a dormir en una celda con más de 20 internos.

No me imaginé que había llegado a un ce reso donde se manejaba la ley del más fuerte; era cotidiano que pelearas con perso-nas que te agredían por el simple hecho de mirarlos a los ojos. Tomando pude sobre-vivir todas estas adversidades, relacionán-dome con mucha gente que tenía poder en donde me encontraba.

Después me mandaron al dormitorio de máxima seguridad, adonde vas entrando y se siente mucho frío, soledad, olor a humedad y una vibra muy pesada. Ahí no te pega ni el sol, y está escrito en la pared: «Bienvenidos a la fiesta». Ahí permaneces todo el día en-cerrado, conviviendo con lo peor de todo el cereso. Tenía que lavar cada ocho días las cobijas y la ropa de mis cinco compañeros, y hacerles de comer. En ese lugar siempre so-breviví bajo los influjos del pulque.

Viví dos años en ese dormitorio, viendo las peores cosas. Dejé esas vivencias atrás y salí a población general. Después fui transferido al cereso de Cd. Serdán. Ahí sufrí insanos

escalofríos y delirios, al grado de llegar hasta atentar contra mi vida.

Hoy asisto a un grupo de aa y me encuen-tro sobrio; he vuelto a vivir.

Estas experiencias han reforzado en mi in-terior la idea de que tengo que vivir cada mo-mento, cada segundo, cada día de mi vida al máximo, sonriendo y conviviendo con mis compañeros, brindando en cada momento amor y cariño a mi familia, y dando gracias a Dios por mantenerme vivo. Hoy tengo mu-chos deseos de seguir adelante.

Julio C. T. S. cereso de Cd. Serdán, Puebla

Hoy sé que soy valioso

Hola, familia de Alcohólicos Anónimos:Soy una persona con ciertas veinticuatro

horas en abstinencia. Primero que nada quiero decir que estoy agradecido con Dios por la vida tan maravillosa que me ha rega-lado. Aunque estoy en un penal — por mis malas actitudes y mi alcoholismo —, hoy me siento libre por todas las maravillas que he recibido de mis compañeros en aa.

Nunca pude darme cuenta de lo maravi-lloso que podía vivir en las calles. Siempre viví pensando que el alcohol era lo máximo. Yo viví en Estados Unidos, donde el alcohol es una de las principales causas de muerte y accidentes. Ahora siento que Dios me ha dado la oportunidad de retomar mi vida y aprender los valores que me comparten los compañeros de aa en este penal, en Puerto Vallarta, Jalisco.

Sigo preparándome para cuando salga li-bre y me enfrente a mi realidad en la socie-dad. Quiero darle a mi familia lo que nunca les he dado. Hoy me quiero y sé que soy va-lioso.

Gracias por darme la oportunidad de ex-presar mi sentir.

¡Felices veinticuatro horas, familia! ¡Va-mos a echarle para adelante!

¡Dios los bendiga!

Jaime P. C. cereso de Ixtapa, Puerto Vallarta

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Todos podemos hacerlo

Perdiendo el miedo

Mi primer contacto con el alcohol empezó en la etapa de la adolescencia, cuando tenía unos 18 o 19 años; era estudiante de prepa-ratoria. Ahí conocí a un amigo con quien empecé a juntarme para tomar unas cerve-zas, con el pretexto de que íbamos a hacer una carne asada en su casa o a veces en la mía, hasta que se hacía de noche y a veces ya no llegaba a mi casa, porque andaba ahogado en alcohol.

Con el tiempo se me fue creando una adic-ción; no pensaba en otra cosa más que en ir con los amigos a tomar en cualquier lugar, y buscaba cualquier ocasión para empezar a tomar otra vez.

Me fui a vivir a la Ciudad de México con el fin de tomar un curso de capacitación para trabajar como agente de la pgr, lo que con-seguí después de un año. Eso no fue impe-dimento para seguir emborrachándome con algunos compañeros que conocí en el curso. Ahí mismo conocí a mi esposa. Tuvimos una hija. Para entonces yo ya estaba trabajando y ganando buen dinero — al igual que mi esposa, quien después entró a trabajar a un hospital —. Entre los dos empezamos a cons-truir un patrimonio familiar y compramos una casa en Monterrey; ¡hasta teníamos di-nero en el banco! Yo malgastaba gran parte de mi sueldo en borracheras, en las que ter-minaba perdiendo el juicio; al día siguiente ya no me acordaba de nada. En una ocasión me encontré pintando la casa de mis suegros y empecé a tomar alcohol de una manera descontrolada. Llegué a pegarle a mi esposa. No sé por qué lo hice. Cuando reaccioné ya estaba en una celda de la policía, sin que me acordara de nada. Cuando se pagó la fianza y salí, regresé con mi esposa arrepentido por lo que había hecho, y ella me aceptó, pero no busqué la ayuda de aa cuando todavía esta-ba a tiempo de hacerlo.

Después me fui a trabajar a Monterrey, donde continué con mi problema de alco-holismo. Andando en estado de ebriedad cometí un delito. Ese día estaba cumpliendo años mi esposa y yo acababa de ser detenido. Fui sentenciado. Estoy muy arrepentido de lo que hice. A causa de mi manera descon-trolada de beber ahora estoy preso. Mi espo-sa dejó de visitarme; me abandonó. Ahora estoy sufriendo las consecuencias. Solo tengo comunicación por teléfono de vez en

cuando con mi hija. Ruego a Dios que algún día me puedan perdonar por no haber sido el buen esposo y el buen padre que ellas es-peraban. Doy gracias a Dios porque aquí en este cereso en que me encuentro conocí el grupo de aa, y estoy yendo a todas mis jun-tas. Todavía no subo a tribuna, pero espero hacerlo, perdiendo el miedo para poder dar el mensaje a otros compañeros que también tienen el problema con el alcohol. Con la ayuda de Dios podemos seguir adelante, cuando verdaderamente somos libres de esta enfermedad.

Marco Antonio M. S. cereso de Cadereyta, Nuevo León

Aceptación, programa y Dios

Espero se encuentren bien de salud al es-tudiar estas líneas, y que sean de ayuda para el lector.

Provengo de una familia de cuatro herma-nos; yo soy el tercero. Recuerdo la primera vez que tomé: hasta quedarme dormido. Me terminaba las sobras de las botellas de cer-veza. Cuando todavía no cumplía los 8 años de edad, nació mi hermano más pequeño y sentí que se robaba la atención de mis padres.

Terminé la primaria con buenas califica-ciones para luego ingresar a la secundaria. Asistía a clases, pero no tomaba apuntes ni hacía tareas ni estudiaba; reprobaba las materias hasta llegar a exámenes extraordi-narios. Cuando llegaba la semana del estu-diante, era yo quien hacía la coperacha para la botella.

Cuando salí de la secundaria ingresé a la preparatoria; nada más estudié un año y la dejé. Para ese entonces mi carrera alcohólica cada vez ganaba más terreno. Ya me había convertido en un bebedor problema — y to-davía era menor de edad —. Deseaba ser ma-yor, para no tener dificultades a la hora de entrar a los bares, y para poder hacer lo que quisiera, sin que nadie me dijera nada. ¡Qué equivocado estaba en ese entonces, pues toda la familia estaba unida y no la supe va-lorar!

Fui una persona trabajadora, pero una vez que cobraba, decía: «¡A tomar, se ha dicho!». En ocasiones, entre semana anda-ba de mal humor, pero con unos tragos de cerveza seguía trabajando.

Un fin de semana se terminó mi dinero y cometí un delito. Las cosas no salieron como pensé. Hoy me doy cuenta que con cinco se-gundos de ira, la vida da un giro de 180 gra-dos.

Aun preso seguía siendo ingobernable. Al mes de mi llegada al reclusorio se me dio la oportunidad de conocer el grupo de Alco-hólicos Anónimos. No iba por una recupe-ración; iba por conveniencia. Como nadie experimenta en cabeza ajena, tuve que seguir rebotando, aun en prisión. Me han traslada-do en tres ocasiones. Hoy me encuentro en este cereso, y me incorporé al grupo «Vi-viendo mis veinticuatro horas». Desempeñé el servicio de Plenitud aa y hoy tengo la te-sorería.

Me he dado cuenta que cuando la resigna-ción se vuelve aceptación, y se empieza a apli-car el programa, Dios se manifiesta.

Entendí que Dios me da lo que necesito, no lo que quiero. Estoy pegado al grupo y sigo al pie del cañón.

Carlos G. cereso «Zona Norte», Tuxpan, Veracruz

Trabajar en el carácter sirviendo

Compañeros:Mi nombre es César V., del grupo «Volver

a nacer». Me encuentro en este reclusorio compartiendo con mis compañeros alcohó-licos. Desempeño el servicio de cafetero.

Desde que llegué a esta prisión siempre me he esforzado por salir adelante. Trabajo mis defectos de carácter en el servicio. He encon-trado la manera de sentirme útil.

¿Saben compañeros? Cuando andaba fondeando en el alcohol, no pensaba en las consecuencias que traería a mi vida. Por ser desobediente perdí la confianza de mis fa-miliares. Mi esposa tuvo que alejarse de mí, llevándose a mi pequeña hija. Ya no tengo a ninguna de las dos, pero estoy trabajando con el programa de Alcohólicos Anónimos. Solo me toca pedirle a Dios que estén ambas bien, y que a mí me dé mucha fortaleza para no volver a caer en el alcohol.

Hoy me siento feliz, porque me notifica-ron que ya pronto saldré de prisión y enton-ces podré compartir con ustedes personal-mente mi historial.

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Todos podemos hacerlo

Por el momento solo me toca desearles fe-lices veinticuatro horas.

César V. cereso «Ayutla de los libres», Guerrero

Soy más estable emocionalmente y me he mantenido sobrio

Quiero contar que desde que llegué a este cereso me enteré de que había un grupo de Alcohólicos Anónimos, el cual coordinaba el señor José M., con quien platiqué. Nos pusimos de acuerdo para que me apuntara como miembro del grupo «Nueva vida», y quedamos de acuerdo en que iba a tratar de asistir a todas las juntas posibles, pues eso podría ayudarme bastante. Soy un alcohóli-co muy inestable emocionalmente.

Después de seis meses me atrevo a decir que por estar en las reuniones de este grupo, y gracias a las pláticas extras que he tenido con el señor José M., he cambiado bastante en todos los aspectos, pues ahora valoro ab-solutamente todo. Soy más estable emocio-nalmente y me he mantenido sobrio. Doy testimonio de que aa sí sirve mucho, y gra-cias a ello he podido empezar a cambiar.

Sin más por el momento, me despido, no sin antes decirles: ¡felices veinticuatro horas de sobriedad!

Juan Heriberto G. E. cereso de Tenancingo, estado de México

Lo que fui ya quedó atrás, gracias a Dios

Compañeros alcohólicos anónimos:Espero que estén bien y que les sirva en

algo mi experiencia, lo que me ha pasado por causa del alcoholismo.

Vengo de una familia humilde, pero en la que siempre ha habido bebedores de alcohol, desde mi abuelo hasta mis primos. Hice con-tacto con la primera copa desde muy tempra-na edad. Era muy tímido, pero cuando bebía me sentía otra persona. En mis borracheras hablaba de los muchos sufrimientos que pasé en mi vida; que no conocí a mi madre, pues falleció cuando yo tenía tres años. So-

mos tres hermanos — yo soy el tercero —, y mi padre nos abandonó porque se fue con otra mujer. Él es un alcohólico. Yo no soy nadie para juzgarlo. Para mí fue un gran su-frimiento criarme con mis abuelos; ellos me pegaban y mis tíos me corrían de la casa. Te-nía un gran resentimiento hacia esas perso-nas. Hoy gracias a Dios y a mis compañeros de aa, estoy superando esos problemas.

Cuando estaba allá afuera, mis vecinos me hablaban del grupo de aa, pero los ignoraba. Un vecino era miembro de la comunidad y siempre me transmitía el mensaje, hasta que falleció. Cada vez que yo tomaba lo ofen-día, y siempre llegaba a hacer escándalo. En mis borracheras conocí a unas personas que siempre me metían en problemas y delinquí.

Hoy en día estoy aprendiendo a vivir y me he dado cuenta de muchas cosas. Me doy cuenta que estaba perjudicando a mis hijos y a mi mujer.

El estar recluido me ha servido para dar-me cuenta que la he regado por mi alcoho-lismo. Aquí en el reclusorio conocí el grupo

«Primero Dios». Gracias a Dios y a mis compañeros estoy saliendo adelante.

Antes estaba resentido con todas esas per-sonas a quienes les di de todo, y luego me preguntaba: «¿Dónde están?». Con el paso del tiempo fui comprendiendo que tenía mucha autocompasión, pues me decía que tenía todo y luego que ya no tenía nada. Acá se pierde todo: perdí toda mi familia; se fue mi mujer, perdí mis hijos y perdí mi libertad. No obstante, gracias a Dios me siento bien, porque ya no he bebido. Cada día lucho con esta terrible enfermedad. Antes decía que era un vicio, pero hoy comprendo que es una enfermedad que radica en la mente. Antes decía que yo no servía para nada, pero hoy me doy la oportunidad de servir en mi gru-po — soy el coordinador.

Ya no quiero ser el mismo de antes. Lo que fui ya quedó atrás, gracias a Dios. Siempre digo que algún día voy a salir. Gracias a Dios porque permanezco con vida, y porque me está dando la oportunidad de vivir.

Espero estén bien y pasen felices veinti-cuatro horas.

Manuel Jesús V. M. cereso «El amate»,

Cintalapa de Figueroa, Chiapas

Agradezco a Dios por el reecuentro con mi familia

Hola:Soy Leonilo y soy alcohólico en proceso de

recuperación. Sé que están de fiesta y com-parto con ustedes esa alegría. Mi cuerpo está en la cárcel, pero mi espíritu está con ustedes.

Llegué al grupo incrédulo, sin fe y pertur-bado de la mente, sin querer saber de Dios. Pensaba que solo necesitaba dejar de tomar y que con eso solucionaría mis problemas. Pero sucedió que no era así. Me dijeron que el alcoholismo es una enfermedad y que te-nía que buscar a Dios. Les dije a los alcohó-licos que para qué quería a Dios, si siempre que le pedía que me quitara lo borracho, no hacía nada, que en mi concepto de Dios era castigador, y por tanto no lo necesitaba.

A los tres meses de llegar al grupo, en una Navidad fui a visitar a mi madre y recuerdo que le dije: «Madre, no te traje ningún re-galo». Ella me dijo: «No te preocupes hijo, que el mejor regalo que me has traído es la noticia de que ya no bebes — pues siempre le pedí a Dios que dejaras de beber y Él escu-chó mis súplicas».

Al poco tiempo fui a la sierra. De pronto observo que estaba solo; a mi alrededor solo veía la naturaleza. En eso salgo corriendo; me resbalo; caigo con la cara al cielo, y em-piezo a darme cuenta de su inmensidad y de todo lo que me rodeaba. «Alguien tuvo que haber hecho esto» —pensé.

Después llegué al grupo «Istmo de Te-huantepec», con la idea de que alguien me escuchara. Entonces vi a un compañero con sonrisa de ardilla, y le dije: «Quiero hablar contigo». Me contestó: «Antes pide dos órdenes de garnachas». Yo no tenía hambre, pero obedecí. Estuve desde las 9.00 de la ma-ñana hasta las 5.00 de la tarde. Al final me dijo: «Acá estamos completos. Ve a donde los aa no quieren ir». Y lo hice. Fui a Neja-pa, Las ánimas, El camarón, Las salinas, Zo-quitlán, Unión Juárez, y otros pueblos más. En ese tiempo me encontré con tres compa-ñeros de la ciudad de Oaxaca — entre ellos el compañero Octavio R. —, que tenían la in-tención de formar un distrito, y se conformó el núm. 24 del área Oaxaca Centro, con sede en El tule. Yo fui nombrado mcd local, pero al poco tiempo emigré a los Estados Unidos de Norteamérica. A mi regreso me vine a vi-

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Todos podemos hacerlo

vir a Tequisistlán, Oaxaca, donde formé el grupo «14 de febrero».

Tiempo después, acusado de un delito, me sentenciaron a prisión. Ahora tengo fe en Dios, y sé que Él me va a sacar de acá.

Hoy agradezco a Dios por el reencuen-tro con mi familia. Tengo a mi esposa, con quien pronto celebraremos 50 años de casa-dos. Tengo a mis hijos, a mis nietos y biznie-tos, a quienes amo.

¡Gracias a Dios! ¡Gracias, Bill! ¡Gracias, Bob!

Leonilo R. cereso de Tehuantepec, Oaxaca

Tú, ¿qué haces? ¿Criticas o das fortaleza?

Hermanos y compañeros:Soy Guadalupe y soy un alcohólico. Doy

gracias a Dios como yo Lo concibo por no te-ner deseos de beber.

El día de hoy me encuentro privado de mi libertad en este lugar. Vivo entre personas con traumas, amarguras, odios, rencores, tristezas… ¿A dónde podría ir a parar una persona necia y dura de corazón como yo? Estaba con la mente nublada por el alcohol, creyendo que todo lo sabía. Un buen consejo para mí era una ofensa, ya sea que viniera de mis padres o de un buen amigo bien inten-cionado. Por no entender tuve que parar en

un lugar como este. (Pues ¿a dónde esperaba llegar?). Un estudiante de medicina llega a ser un médico; uno de derecho, abogado; y se juntan con personas de su misma clase: médicos y abogados. Pero un «estudiante de necedad» como yo, que no entiende y se aferra a sus ideas necias, ¿con quién va a pa-rar? ¡Pues con los necios!

Por mucho tiempo culpé a mi madre, por no darme — según yo — una buena educa-ción. También culpé a Dios, por no evitar

— siendo el Poderoso y Bueno — que yo caye-ra en este lóbrego lugar.

Cuando ya no podía con tanta amargura, rencor y odio, pedí a Dios una salida de ese obscuro pozo. Así fue como apareció Alco-hólicos Anónimos en mi vida. Dios limpió mi mente y mi corazón; Lo empecé a enten-der más. Yo leía la Biblia, pero el rencor, el odio y la amargura nublaban mi entendi-miento; así que no podía llegar ese mensaje sublime de paz y amor. No puedes echar agua limpia en un balde con lodo. Dios, por me-dio de aa, me dio la capacidad mental para entender Su mensaje. La Biblia es el libro que guía a las religiones cristianas. Habla de amor, perdón, paz y felicidad: cosas que yo no conocía. Por eso me aferro a lo que hoy tengo.

No te pase como a mí: tener que esperar muchísimo tiempo en una prisión para en-tender eso.

Dios permitió que yo llegara a un lugar como este por mi necedad; para poder en-tender lo que Él me había dicho por medio

de personas bien intencionadas — como mis padres y amigos —. Solo el marro de la amar-gura y los sufrimientos, en el yunque de esta prisión, pudo hacer pedazos una cabeza y un corazón duros como piedra; esa roca dura que era mi corazón y mi mente.

Dios permitió mucho tiempo de continuo sufrimiento en mi vida, para que yo pudiera entender. Aun estando dentro de aa, todo lo criticaba. Creía que todo lo sabía. Creía que era humilde. Pero solo ponía la cara. En realidad era un lobo disfrazado de oveja, sin amor ni sentimientos.

Para no ser criticón, para ser humilde, bus-qué a Dios de corazón y lo que aa aconseja. Tuve que sufrir una embolia y quedar para-lizado de la mitad de mi cuerpo. Hoy sí prac-tico la tolerancia y la paciencia. Hoy no criti-co; escucho. Si está en mí — y me lo piden —, doy ánimos y un consejo desinteresado.

Acuérdate de dónde agarró aa su fortale-za y apoyo: de la psiquiatría y la religión.

Espero no tengas que vivir como yo: tanto tiempo en una prisión por necio, rodeado de personas traumatizadas y amargadas. (Esto último también es bueno, porque te fortale-ce, y acabas consolando, dando esperanza y fe a ellos).

Tú, ¿qué haces? ¿Criticas o das fortaleza?Se despide de ustedes un a. a.

Guadalupe R. M. cereso «El hongo»,

Tecate, Baja California

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Convocatoria

¿Te gustaría compartir experiencia, fortaleza y esperanza con otros alcohólicos? Aquí tienes una oportunidad para ello. Por tu expe-riencia única como enfermo de alcoholismo en recuperación, tú puedes ayudar a otros alcohólicos, que ya están en un grupo institucio-nal, a fortalecer su sobriedad, o incluso puedes ser conducto para que alguien más, al leerte, decida dejar de beber.

Todos estamos bajo el cuidado de Dios, como cada quien lo concibe, y Él sabrá utilizar tu experiencia para alcanzar a otros que tam-bién, como tú, quieren una nueva vida.

Entrega tu experiencia de recuperación del alcoholismo en Alcohólicos Anónimos a tu rsg, para que la haga llegar vía estructura a la Oficina de Servicios Generales y se incluya en un boletín Desde adentro.

Convocatoria del comité de Agenda

¡Cinco décadas compartiendo un sueño!

Estimados compañeros:Nos es grato acercarnos a ustedes — miembros de nuestra consciencia nacional — para invitarlos cordial-

mente a enviar al comité de Agenda sus propuestas de:

1. Denominación del año 2017. Se sugiere que la denominación del año refleje una acción o necesidad que nos permita superar inconvenientes actuales de la comunidad de Alcohólicos Anónimos. Asimismo, que esté enfocada al servicio.

2. Temas para las mesas de trabajo. Que estén basados en la problemática nacional, buscando aportar mediante el compartimiento alternativas de solución.

3. Temas de compartimiento general. Se presentarán ante el pleno de la Conferencia Mexicana, con la finalidad de aportar experiencias que motiven a la acción y encontrar las soluciones necesarias.

4. Lema y logotipo. Se sugiere que reflejen una acción o necesidad que nos permita superar inconve-nientes actuales de la comunidad de Alcohólicos Anónimos.

Envíen todo material por conducto de su rsg institucional, acompañadas de los siguientes datos:

a) nombre del grupo, b) número de distrito, y,c) área de procedencia.

Las propuestas formarán parte de los trabajos de nuestra 50.a reunión anual de la Conferencia Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos, en el 2016. Les sugerimos no formular los temas a manera de pregunta; realicen propuestas para el análisis y compartimiento con enfoque nacional.

¡Que de ustedes nazcan estas propuestas! ¡Seamos todos parte de cinco décadas compartiendo un sueño!

Invitación